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Nos encontramos ante un texto de carácter político, ya que es un discurso, aunque este se
recoge en un artículo de prensa (The Times). En él se comentan una serie de conflictos y
explica la postura de Gran Bretaña.
El autor de este discurso es Lord Salisbury, político conservador británico, que fue secretario
para la India (1866-1867) y en 1877 participó en la Conferencia de Constantinopla. También
fue ministro de asuntos exteriores (1878-1880), y se opuso a la expansión de Rusia en el
Congreso de Berlín. Por último, sería nombrado en tres ocasiones primer ministro (1885-86,
1886-1892 y 1895-1902), en las que combatiría en nacionalismo irlandés y actuaría con
decisión en las colonias, pero moderadamente en Europa.
Análisis
Desde el primer párrafo del texto, Salisbury divide a las naciones en vivas y en moribundas. Las
naciones moribundas se entienden que son los imperios en decadencia que se encontraban en
África y Asia y las naciones vivas hacen referencia a Francia e Inglaterra principalmente. Estas
naciones vivas tienen en común el poder del ferrocarril que les ha dado el poder de concentrar
y reunir ejércitos nunca antes vistos.
El final del texto viene a decir, la posición que ocuparía Inglaterra frente al progresivo reparto
del mundo, dejando claro que quedara un reparto ventajoso aunque con la posibilidad de que
alguna nación se beneficie de algún territorio, si con ello lleva a la solución de algunos
problemas internos de la zona cedida.
Explicación y conclusión
Además de esta base ideológica, era necesario un excedente de población para realizarla
expansión colonial. La revolución demográfica había multiplicado enormemente la población
europea; la fuerza laboral excedente debió buscar trabajo fuera de sus respectivos países:
buena parte de ella se encaminó hacia las colonias y actuó, por tanto, como agente colonial de
los nuevos dominios. La expansión colonial se apoyó también en los grandes medios
tecnológicos de la época, que permitieron trasladar rápidamente grandes medios tecnológicos
de la época, que permitieron trasladar rápidamente grandes cantidades de población y de
mercancías y que aseguraron una superioridad militar en las conquistas.
Por último, la expansión colonial se debió a factores políticos: el imperialismo ofreció prestigio,
tanto de cara a la población interior como de cara al mundo internacional. Francia, gracias a la
expansión colonial, pudo olvidar su humillante derrota ante Prusia, Gran Bretaña demostró
con su imperio el peso económico e industrial que tenia, Holanda y Bélgica necesitaban del
comercio exterior, dado su reducido territorio. Alemania no podía quedar al margen del
movimiento colonial, Italia intentaba recuperar el esplendor del imperio romano e incluso
Portugal y España, ya en crisis gran parte del imperio portugués y perdido casi por completo el
español, reivindicaban su papel de pioneros en la expansión europea moderna.