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Maestría en Economía Política con mención en Economía Argentina

Tesis de Maestría:

ANÁLISIS DEL PROCESO DE FRAGMENTACIÓN Y


PRIVATIZACIÓN DE Y.P.F.: un estudio de su transformación en
el marco de la desregulación del mercado primario de
hidrocarburos (1989-1999)

Alumno: Mariano A. Barrera

Director de tesis: Daniel Azpiazu

Buenos Aires, abril de 2011


Tesis de Maestría: ANÁLISIS DEL PROCESO DE FRAGMENTACIÓN Y PRIVATIZACIÓN DE Y.P.F.: un estudio de su…
Mariano A. Barrera

Agradecimientos
Esta investigación, como cualquier otra, es el resultado de la articulación de diversas
voluntades que se amalgamaron en torno de la misma, sin las cuales no hubiera sido posible
alcanzar este objetivo. En este sentido, expresa el paso por diversas instituciones y la diaria
interacción con un variado número de personas, a quienes no puedo menos que agradecer:
A Daniel Azpiazu, quien confió en mí antes que yo, al haber aceptado ser el director de esta
tesis. Por otra parte, por haber seguido cada una de las etapas de la investigación, desde la
elección del tema hasta la lectura del último borrador, respondiendo a todas y cada una de la
innumerable cantidad de dudas que fueron surgiendo en el transcurso de la investigación, sin
importar el día ni el horario de la consulta. Asimismo, por contribuir diariamente, con una
―generosidad académica‖ poco frecuente, con su vasto conocimiento.
A Stella Maris Zoppi, coordinadora de la Biblioteca del Ministerio de Economía, y su
equipo, quien sin su inmensa predisposición y dedicación, esta tesis no hubiera tenido el
sustento ―empírico‖ que posee. Asimismo, una mención especial también se merecen los
empleados de INFOLEG, dependiente del Centro de Documentación e Información (CDI) de la
cartera indicada, quienes prestan un servicio imprescindible al facilitar las diversas normas del
país. La rigurosidad con que estos dos espacios públicos trabajan, no hace más que manifestar
lo falaz de la dicotomía ―eficiencia privada‖/―ineficiencia pública‖.
A Eduardo Basualdo, director de la Maestría en Economía Política de la FLACSO, por su
persistente vocación en la formación de los estudiantes. También a Verónica Weiss, Pilar
Moreno y Dolores Basualdo, quienes desde la Secretaría de la Maestría disiparon la
innumerable cantidad de dudas que fueron surgiendo.
A Cecilia Vitto, Juan Manuel Padín y Martín Astarita, quienes en diversas ocasiones de la
tesis aportaron su conocimiento y compañerismo, ya sea habiendo leído los borradores o a
través de las distintas discusiones que fuimos entablando.
A Jesús Monzón, responsable del archivo del Centro de Estudios para la Situación y
Perspectivas de la Argentina (CESPA), uno de esos espacios injustamente olvidados de las
universidades públicas, que desde sus sitios contribuyen a que los documentos históricos
continúen ―vivos‖.
Al Consejo Nacional de Investigaciones Científicas y Técnicas (CONICET), organismo
estatal que, por medio de la Beca Doctoral, financió mis estudios de posgrado.
A mis viejos, Néstor Barrera y Cristina Barbaresi, que sin su infinita predisposición a
ayudarme en las distintas etapas de mi vida y sin su constante estímulo, este momento muy
probablemente no hubiera sido posible.
A mi hermano, Marcelo S. Barrera, quien leyó desde los inicios esta tesis y que, con su
constante apoyo, incentivo e inusitada confianza, contribuyó fuertemente a la consecución de
mis objetivos.
A Eugenia Inchauspe, quien con su inmenso amor me recuerda a diario —a pesar de mi
tozudez— que la vida es mucho más que una ―investigación académica‖, y, principalmente,
por comprender, hasta lo incomprensible…
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Mariano A. Barrera

ÍNDICE

0.1Introducción .......................................................................................................................... 1

1.0Capítulo 1. Antecedentes históricos ...................................................................................... 5

1.1. Los orígenes del petróleo en la Argentina ................................................................. 5


1.1.1. Los cimientos de la explotación petrolera próspera .......................................... 8
1.2. El siglo corto petrolero (1907-1989) ........................................................................11
1.2.1. De los inicios de la explotación a la consolidación de la empresa estatal
(1907-1922) .........................................................................................................11
1.2.2. De la conformación de la empresa estatal a la nacionalización de los
hidrocarburos (1922-1949) ...................................................................................17
1.2.3. De la nacionalización de los hidrocarburos a la primera entrega (1949-
1958)....................................................................................................................23
1.2.4. De la primera entrega a la última y final (1958-1989) .....................................25
1.2.4.1. El legado de la última dictadura militar (1976-1983) ..........................41
1.2.4.2. El gobierno radical: entre la continuidad y la profundización
(fallida) (1983-1989) ...................................................................................60

2.0Capítulo 2. El proceso de fragmentación de Y.P.F. (1989-1993) ........................................75

2.1. La disputa por la apropiación de recursos como antesala de las privatizaciones:


la emergencia de la ―cuestión socialmente problematizada‖ ........................................75
2.2. El gobierno de Menem y la convergencia de intereses en torno a la privatización
de las empresas públicas .............................................................................................82
2.3. El diseño de la nueva arquitectura del mercado primario de hidrocarburos como
proceso convergente con —y necesario para— la fragmentación.................................89
2.3.1. La injerencia internacional en la fragmentación de Y.P.F. S.E. .......................98
2.4. El proceso de fragmentación de Y.P.F. como el ―nudo‖ de la ―cuestión‖ ................ 102
2.4.1. La fragmentación de Y.P.F. S.E./S.A.: ―áreas marginales‖ ........................... 106
2.4.2. La fragmentación de Y.P.F. S.A.: ―áreas reconvertidas‖ ............................... 113
2.4.3. La fragmentación de Y.P.F. S.A.: ―áreas centrales‖ ......................................120
2.4.4. La fragmentación de Y.P.F. S.A.: ―permisos de exploración‖ ....................... 125
2.4.5. La fragmentación de Y.P.F. S.A.: otros activos del mercado primario .......... 127
2.5. La fragmentación como proceso de desarticulación de Y.P.F. S.A. como
empresa testigo y de concentración privada en el mercado primario de
hidrocarburos ............................................................................................................ 133

I
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3.0Capítulo 3. La última y final entrega: la privatización de Y.P.F. S.A. (1993-1999).........140

3.1. Los argumentos legitimadores de la desestatización de la empresa ......................... 140


3.2. Entre la ―ineficiencia‖ y el ―desequilibrio‖ estructural de Y.P.F. S.E. ..................... 145
3.2.1. Los condicionantes del desequilibrio estructural: el descenso en el nivel
de ―retenciones‖ .................................................................................................148
3.2.2. El marcado endeudamiento planificado ........................................................ 151
3.2.3. La transferencia de renta a los contratistas .................................................... 154
3.2.4. El análisis de la rentabilidad de Y.P.F. (1960-1992) .....................................158
3.3. El debate en la Cámara de Senadores en torno de la privatización de Y.P.F.
S.A.: sus ejes nodales ................................................................................................ 162
3.3.1. Los argumentos en torno de la privatización ................................................. 163
3.3.2. La ―federalización de los hidrocarburos‖ y el acuerdo en torno de las
regalías mal liquidadas ....................................................................................... 168
3.3.3. La media sanción del proyecto de Ley .......................................................... 171
3.4. La antesala del debate en la Cámara de Diputados ................................................. 173
3.4.1. Los principales argumentos respecto de la privatización ............................... 176
3.4.2. Las posiciones en torno de la ―federalización de los hidrocarburos‖ ............. 183
3.4.3. La sanción de la Ley N° 24.145 ....................................................................185
3.5. La última etapa: la venta del capital social de Y.P.F. S.A. ......................................188
3.5.1. El método para establecer el precio de las acciones y las críticas de la
fracción local del capital ..................................................................................... 191
3.5.2. La oscilación del precio de las acciones y la venta final ................................ 192
3.5.2.1. La enajenación del último paquete accionario y la adquisición de
Y.P.F. S.A. por la petrolera española Repsol ............................................. 198
3.5.2.1.1. El debate en el Congreso en torno de la liquidación total
de Y.P.F. S.A. ................................................................................ 201
3.5.2.1.2. La venta final de las acciones y el ingreso de Repsol
S.A. ............................................................................................... 205

4.0Capítulo 4. Síntesis y reflexiones finales ............................................................................ 212

5.Anexo I ............................................................................................................................... 223

6.Anexo II .............................................................................................................................. 225

7.Anexo III ............................................................................................................................ 230

8.Bibliografía ........................................................................................................................ 234

II
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ÍNDICE DE CUADROS Y GRÁFICOS

Cuadro 1.1. Evolución de las importaciones de kerosene y petróleo crudo, población


Argentina, coeficiente de importaciones sobre habitantes, 1877, 1887, 1897, 1903 y
1907 (en litros, kilos y cantidades) ......................................................................................10
Cuadro 1.2. Principales empresas que operaban en el sector luego de sancionada la Ley
7.059, 1911-1916 ................................................................................................................15
Cuadro 1.3. Evolución de la extracción de petróleo y participación de Y.P.F., empresas
concesionarias y total país, 1930-1934 (en m3 y %) .............................................................19
Cuadro 1.4. Evolución de la extracción de petróleo y participación de Y.P.F., empresas
concesionarias y total país, 1934-1949 (en m3 y %) .............................................................21
Cuadro 1.5. Empresas contratistas de Y.P.F., objetivo de los contratos, desarrollo de la
actividad y origen del capital, 1958-1962 ............................................................................28
Cuadro 1.6. Evolución de la extracción de petróleo, 1958-1963 (en m3 y %) ..........................30
Cuadro 1.7. Evolución de la extracción de gas natural, 1958-1962 (en miles de m3 y %) ........32
Cuadro 1.8. Evolución de la extracción e importación de petróleo y coeficiente de
importación, 1954-1966 (en m3 y %)...................................................................................35
Cuadro 1.9. Evolución de la extracción de gas natural, 1967-1972 (en miles de m3 y %) ........37
Cuadro 1.10. Evolución de la extracción de petróleo y participación de Y.P.F., empresas
contratistas, concesionarias y total país e importaciones y coeficiente de importación,
1967-1972 (en m3 y %) .......................................................................................................39
Cuadro 1.11. Evolución de la extracción de petróleo y participación de Y.P.F., empresas
contratistas, concesionarias y total país, 1973-1975 (en m3, % y años) ................................39
Cuadro 1.12. Evolución de la extracción de petróleo y participación de Y.P.F. S.E.,
empresas contratistas, concesionarias y total país, 1976-1983 (en m3 y %) ..........................46
Cuadro 1.13. Evolución de la extracción de secundaria de petróleo de Y.P.F., empresas
contratistas, concesionarias y total país, 1975-1983 (en m3 y %) 1975 = 100 ......................47
Cuadro 1.14. Empresas contratistas de Y.P.F. S.E., 1974-1984 (en cantidad, m3 y %) ............49
Cuadro 1.15. Áreas en las que cada empresa realizaba explotaciones como contratista,
1975-1983 (en valores absolutos) ........................................................................................50
Cuadro 1.16. Participación de los principales grupos económicos y empresas
transnacionales en las áreas, 1983 (en valores absolutos y %) .............................................51
Cuadro 1.17. Extracción de petróleo por contratos, precio al que Y.P.F. S.E. adquiría el
crudo, costo de producción de Y.P.F. S.E. en áreas similares y transferencia de capital
al sector privado, 1983 (en m3 y U$S) ................................................................................54
Cuadro 1.18. Pozos terminados de exploración de petróleo y gas natural, por sector,
reservas y horizonte de reservas de petróleo, 1967-1983 (en valores absolutos, %,
millones de m3 y años) ........................................................................................................55
Cuadro 1.19. Evolución de la extracción de gas natural y participación de Y.P.F. S.E.,
empresas contratistas, concesionarias y total país, 1973-1975 (en miles de m3, % y
años) ...................................................................................................................................56

III
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Cuadro 1.20. Cantidad de empresas de los GGEE* y las ETD/I**, 1973, 1983 y 1986/7
(en cantidad) .......................................................................................................................62
Cuadro 1.21. Permisos de exploración entregados al capital privado en el marco del Plan
Houston e inversiones realizadas, entre 1985 y 1991 (en cantidad, %, riesgo y dólares
corrientes) ...........................................................................................................................64
Cuadro 1.22. Áreas en las que las primeras 16 empresas operaban, 1985-1990 contratos y
1985-1991 Plan Houston (en cantidad y %).........................................................................68
Cuadro 1.23. Evolución de la extracción de petróleo y participación de Y.P.F. S.E.,
empresas contratistas, concesionarias y total país, 1983-1989 (en m3, % y años) .................70
Cuadro 1.24. Evolución de la extracción de gas natural y participación de Y.P.F. S.E.,
empresas contratistas, concesionarias y total país, 1983-1989 (en miles de m3, % y
años) ...................................................................................................................................70
Cuadro 2.1. Plan de fragmentación de Y.P.F. S.A. en el mercado primario de
hidrocarburos .................................................................................................................... 101
Cuadro 2.2. Reservas de petróleo y gas natural según informe de Y.P.F. y evaluación de
Gaffney, Cline & Associates (GCA), 1989 (en miles y millones de m3 y %) ..................... 105
Cuadro 2.3. Áreas de explotación de hidrocarburos otorgadas en concesión a empresas
privadas en el marco de los Decretos N° 1.055/89; 1.212/89; 1.589/89, 1989-1992 ........... 108
Cuadro 2.4. Primeros 15 grupos económicos y empresas transnacionales con mayor
participación en las 86 áreas de interés secundario, 1989-1993 (en valores absolutos y
%).....................................................................................................................................113
Cuadro 2.5. Áreas que operaban bajo contratos de explotación reconvertidas en
concesiones o asociaciones en el marco de los Decretos N° 1.055/89; 1.212/89;
1.589/89, 1989-1992 (en m3 y %)...................................................................................... 117
Cuadro 2.6. Participación de los principales grupos económicos y empresas
transnacionales en las áreas reconvertidas en concesiones de explotación (en valores
absolutos y %) .................................................................................................................. 119
Cuadro 2.7. Áreas centrales concesionadas por Y.P.F. al capital privado, 1989-1992............ 123
Cuadro 2.8. Participación de grupos económicos y empresas transnacionales en las áreas
centrales concesionadas (en valores absolutos y %)........................................................... 124
Cuadro 2.9. Áreas licitadas y transferidas al capital privado en calidad de permisos de
exploración, en el marco del Decreto N° 2.178/91 (Plan Argentina), 1991-1993 ............... 126
Cuadro 2.10. Participación de grupos económicos y empresas transnacionales en las áreas
de exploración entregadas en el marco del Plan Argentina (en valores absolutos y %).......127
Cuadro 2.11. Privatización de activos de Y.P.F. S.A. ubicados en el mercado primario,
1992-1993 ........................................................................................................................ 130
Cuadro 2.12. Participación de los catorce primeros grupos económico y empresas
transnacionales en las áreas entregadas al capital privado (concesiones de explotación
de áreas secundarias y centrales y permisos de exploración) (valores absolutos y %) ........134
Cuadro 2.13. Cantidad de áreas adquiridas por el capital privado antes de 1993, después
de ese año o que quedaron desiertas ya sea en calidad de permisos de exploración o
concesiones de explotación (valores absolutos y %) .......................................................... 136

IV
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Cuadro 3.1. Deudas de la Nación con las provincias en concepto de regalías impagas,
1980-1990 (en millones de pesos/dólares) .........................................................................171
Cuadro 3.2. Participación de Y.P.F. S.A. en la cadena de producción, 1993 (en %) .............. 188
Cuadro 3.3. Valor nominal de los Bonos de Consolidación de Regalías Hidrocarburíferas
utilizados para cancelar deudas por regalías mal liquidadas y adquirir acciones de
Y.P.F. S.A. (en millones de dólares y %) .......................................................................... 196
Cuadro 3.4. Nacionalidad de los inversores que compraron acciones de Y.P.F. S.A., 1993
(en valores absolutos, millones de dólares y %).................................................................197
Cuadro 3.5. Proceso de enajenación del capital social de Y.P.F. S.A., 1991-1999 (en
millones de acciones, millones de dólares y %) .................................................................198
Cuadro 3.6. Participación de Y.P.F. S.A. en la cadena de producción, 1998 (en %) .............. 206
Cuadro 3.7. Niveles de facturación, utilidad y rentabilidad sobre ventas de Repsol por
área geográfica en la que opera, 1999 (en millones de euros y %) .....................................208
Cuadro 3.8. Extracción de petróleo y gas natural de Repsol por área geográfica, 1998-
1999 (miles y millones de bep* y %) ................................................................................ 210
Gráfico 3.1. Evolución de las retenciones y los gravámenes a la nafta especial entre 1965
y 1992 (promedio por período, en %) ................................................................................ 149
Gráfico 3.2. Evolución del precio final de la nafta especial, de la retención de Y.P.F. S.E.
y del IPC, 1974-1983 (en números índices 1974=100, escala logarítmica) ........................ 150
Gráfico 3.3. Evolución del precio final de la nafta especial, de la retención de Y.P.F. S.E.
y del IPC, 1983-junio 1989 (en números índices 1983=100, escala logarítmica) ................ 150
Gráfico 3.4. Evolución de la deuda corriente y no corriente de YPF S.E./S.A. ...................... 152
Gráfico 3.5. Evolución del precio internacional del crudo (Brent), precio en dólares y en
pesos de 1970 pagados a los contratistas, 1977-1986 (número índice 1977=100) .............. 156
Gráfico 3.6. Precio de compra de petróleo crudo a los contratistas, precio de venta a las
refinerías y diferencia entre ambas operaciones, mayo de 1989 (U$S*/m3) ....................... 157
Gráfico 3.7. Evolución de las ventas netas, las utilidades y relación utilidades sobre
ventas, 1960-1974 (en millones de dólares corrientes y %)................................................ 159
Gráfico 3.8. Evolución de las ventas netas, las utilidades y relación utilidades sobre
ventas, 1974-1992 (en millones de dólares corrientes y %)................................................ 159
Gráfico 3.9. Resultado de la votación en la Cámara de Diputados de la Ley N° 24.145, 24
de septiembre de 1992 (en valores absolutos y %) ............................................................. 186
Gráfico 3.10. Evolución del precio de las acciones de YPF S.A., del petróleo
internacional (WTI) y de la ganancia/ventas de YPF S.A., 28 de junio al 30 de
diciembre de 1993 (en dólares y %) .................................................................................. 195
Gráfico 3.11. Resultado de la votación en la Cámara de Diputados de la Ley N° 24.474,
22 de marzo de 1995 (en valores absolutos y %) ............................................................... 204

V
Introducción

Introducción
La privatización de la principal empresa del país, la petrolera estatal Yacimientos
Petrolíferos Fiscales (Y.P.F.), se enmarcó en un contexto particular del desarrollo del
capitalismo en la Argentina. El triunfo en las elecciones de 1989 del dirigente peronista Carlos
Menem, marcó el inicio de un proceso de profundización de las políticas neoliberales
originariamente implementadas por el equipo económico de la última dictadura militar-civil
(1976-1983) que terminarían consolidando el patrón de acumulación sustentado en la
valorización financiera del capital y el ajuste estructural, instaurado en 1976.
Los años finales del gobierno de Alfonsín estuvieron marcados por una fuerte puja entre los
sectores dominantes en torno de la reasignación y reapropiación del excedente económico del
Estado, cuya manifestación fue la hiperinflación acontecida en los primeros meses de 1989. El
predominio de la fracción local del capital en cuanto a la recepción de los recursos durante la
década de 1980, producto de la estructura económica heredada por el gobierno de facto, en
detrimento de los acreedores internacionales, alcanzó el cenit con la moratoria de hecho del
pago de deuda externa en 1988. Esto sucedió, dada la imposibilidad, por parte del Estado, de
continuar transfiriendo, simultáneamente, por un lado, recursos a las fracciones dominantes
internas y, por el otro, divisas al capital internacional en concepto de cancelación de deuda
externa.
La resolución de este conflicto, en base al diagnóstico realizado por el gobierno entrante,
consistió en la implementación de las reformas estructurales que posibilitaran la apertura de la
economía, la ―desregulación‖ de los mercados y la desestatización de las empresas. En
definitiva, el discurso oficial hacía hincapié en que las crisis que se habían sucedido durante la
gestión radical, producto del ―irracional intervencionismo del Estado‖ estaban asociadas con
los desequilibrios típicos de la industrialización sustitutiva de importaciones (ISI)—solapando
las especificidades que éstas poseían— por lo que, en ese sentido, afirmaban que era menester
avanzar hacia una reforma estructural de la economía.
Desde la perspectiva del Partido Justicialista, la transferencia al capital privado de las
compañías públicas permitiría ―reducir el déficit‖ del Estado y aumentar el nivel de reservas
que se utilizarían para bajar el considerable endeudamiento externo. Quienes apoyaban esta
política sostenían que la venta o concesión de activos públicos generaría un proceso de
reinversión por parte de los nuevos operadores privados, aspecto que le permitía al Estado
centrar sus recursos en las actividades básicas: seguridad, salud y educación. A su vez, el
proceso de ―desregulación‖ encarado en articulación con la ―oleada‖ de inversiones privadas
que arribarían al mercado doméstico, redundaría en aumentos de productividad que,
concomitantemente, incentivarían futuras inversiones y generarían un efecto virtuoso sobre la
economía.
En el plano sectorial, la privatización de Y.P.F. y la ―desregulación‖ del mercado primario
de hidrocarburos eran procesos presentados ante la sociedad, por quienes planteaban la
necesidad de aplicar las reformas estructurales señaladas, como las únicas alternativas para, por
un lado, tornar más eficiente a la empresa y, por el otro, inyectarle competencia al mercado a
través de la desconcentración de las áreas que poseía la empresa pública, liberalización de los
precios y el comercio, entre otras medidas, elementos que permitirían un incremento del nivel
de reservas y los volúmenes de explotación de petróleo y gas natural. El nuevo ―mercado de
competencia perfecta‖ generaría una distribución equitativa de la renta petrolera como

1
Introducción

consecuencia de que los precios se ajustarían al costo marginal de explotación, en el marco del
libre juego entre la oferta y la demanda de operadores ―racionales‖.
Conforme este diagnóstico, el equipo económico y los principales asesores en materia
hidrocarburífera, consideraron que antes de ser transferida al capital privado, la petrolera debía
ser ―reestructurada‖ en función de incrementar su ―eficiencia‖ y, de este modo, su valor
económico para, luego de ese proceso, presentar una oferta pública de sus acciones en los
mercados internacionales. Esta ―transformación‖ de Y.P.F., según enfatizaban, posibilitaría no
solamente deshacerse de los activos no estratégicos y ―antieconómicos‖, sino que, como
consecuencia de la desconcentración de las áreas, proporcionaría el ingreso de nuevos
oferentes al mercado y contribuiría a la generación del mencionado ―mercado de competencia
perfecta‖.
Sin embargo, es dable cuestionar que el motivo central de la fragmentación de la petrolera
estatal, suceso previo —aunque constitutivo— de la privatización, haya sido el enfatizado por
el gobierno. En este sentido, todo pareciera indicar que esta estrategia encarada respondió,
principalmente, a la resolución de la disputa entre las fracciones dominantes del capital en el
interior del bloque en el poder. En este escenario, estos procesos guardarían estrecha relación
con el patrón de acumulación, la dinámica político-económica y los vínculos de poder
establecidos por la última dictadura militar-civil. Bajo esta perspectiva, la desarticulación y
posterior privatización de Y.P.F. respondería a la consolidación de un proceso gestado desde
1976.
En este marco, el objetivo de esta investigación (la cual se inscribe en un proyecto más
extenso que abarca las consecuencias que estas políticas tuvieron en el mercado ampliado de
hidrocarburos1 entre 1989 y 2008) estriba en realizar un análisis —desde la perspectiva de la
economía política y la historia económica— del proceso de fragmentación y posterior
privatización de Y.P.F., en el marco del mercado primario de hidrocarburos 2 , haciendo
hincapié en los vínculos que este desenlace tuvo con las políticas implementadas por la última
dictadura militar-civil, desde un análisis de las diversas fracciones de clase que integran el
bloque en el poder.
En base a estas premisas, se explorarán e identificarán las características que adoptó el
proceso de fragmentación de Y.P.F. en función de determinar qué actores obtuvieron las áreas
centrales y secundarias, como así también los diversos activos que se vendieron de la empresa.
A su vez, se analizarán los cambios en las políticas públicas durante el proceso mencionado en
procura de examinar si se conjugaron —o no— con los intereses de las fracciones del capital
participantes.
Por otra parte, se explorarán las características que adoptó el denominado proceso de
―desregulación‖ con la finalidad de analizar si fue funcional a la ―reestructuración‖ y posterior
privatización del oligopolio estatal.
Asimismo, se analizará si las fracciones del capital que devinieron propietarias de los
diversos activos de Y.P.F. en el proceso de fragmentación son las que, a partir de 1976,
gestaron vínculos con la empresa como contratistas, consolidando, de esta manera, una relación

1
Por ―mercado ampliado de hidrocarburos‖ se entiende a los mercados de exploración, explotación, refinación y
comercialización (de derivados) de hidrocarburos.
2
Por ―mercado primario de hidrocarburos‖ se alude únicamente a los mercados de exploración y explotación de
hidrocarburos.

2
Introducción

de fuerzas iniciada quince años atrás. Concomitantemente, se examinará si estas fracciones del
capital incidieron y/o condicionaron el proceso de fragmentación y posterior privatización de la
empresa.
Finalmente, se indagará en los argumentos presentados en la esfera pública que legitimaron
o cuestionaron el proceso de privatización de la petrolera estatal, analizando los debates en la
Cámara de Senadores y de Diputados y las principales alianzas y acuerdos gestados en su
interior. En este marco, se explorará y analizará el proceso de enajenación del capital social en
la bolsa para determinar los vínculos establecidos en ese proceso y los principales beneficiarios.
En base a los objetivos trazados, la investigación se estructura a partir del desarrollo de
cuatro capítulos:
El Capítulo 1 presenta los antecedentes del proceso de fragmentación y privatización de la
petrolera estatal, realizando un extenso recorrido histórico por los diversos sucesos tanto de la
trama político-económica de la Argentina, como del mercado primario hidrocarburífero. En
este sentido, se abordan los principales hitos que posibilitaron el descubrimiento de petróleo en
Comodoro Rivadavia en 1907, la constitución y consolidación de Y.P.F., las distintas políticas
públicas implementadas por los sucesivos gobiernos que perjudicaron y/o beneficiaron a la
petrolera estatal. Asimismo, se analiza la génesis de los contratos de locación de obra y
servicios con el capital privado, y el quiebre que representó la irrupción de la dictadura militar-
civil de 1976, en materia de ―privatizaciones periféricas‖ y beneficios al capital privado en
detrimento de Y.P.F.. Por último, se desarrolla la continuidad de esta política y su intento
―fallido‖ de profundizarse en el gobierno de Raúl Alfonsín y la emergencia de Y.P.F. y el
mercado hidrocarburífero como ―cuestión socialmente problematizada‖.
Haciendo hincapié en el análisis desde la perspectiva de los actores sociales, en el Capítulo
2 se analiza el marco político de disputa entre las fracciones del capital dentro del bloque en el
poder entre finales de la década de 1980 y los primeros años de la siguiente. En este sentido, se
estudia cómo estas pujas intra-clase se materializaron en la rearticulación del bloque en el
poder y una nueva estrategia de acumulación basada en las ―reformas estructurales‖,
consolidando el ―modelo de valorización financiera y ajuste estructural‖. Asimismo, se
estudian las principales transformaciones en el marco legal (la denominada ―desregulación‖)
que permitieron este proceso y generaron una ―nueva forma de regulación‖. Finalmente, se
considera el impacto que esto tuvo en las políticas desarrolladas en el sector hidrocarburífero,
principalmente, analizando pormenorizadamente el ―nudo‖ de la ―cuestión‖: esto es, el proceso
de fragmentación de la petrolera estatal, examinando la venta y/o asociación en las áreas
secundarias, las centrales y la reconversión de contratos de explotación y permisos de
exploración en concesiones.
En el Capítulo 3 se abordan los principales argumentos que legitimaron la privatización de
Y.P.F., confrontándolos con el estudio de las causas que provocaron los desequilibrios
estructurales de la empresa. Se analiza los principales orígenes del desequilibrio económico
que presentaba la empresa —utilizado como argumento para su ―indefectible‖ privatización—
antes de iniciar el proceso de fragmentación y posterior enajenación de su capital social.
Asimismo, se desarrollan los argumentos primordiales vertidos por los legisladores en el
Congreso en torno de la sanción de la Ley de privatización de Y.P.F. (N° 24.145) y,
posteriormente, de la norma que posibilitó la transferencia total del capital social de la firma al
sector privado (N° 24.474). Se analiza, a su vez, el sistema utilizado para determinar el precio

3
Introducción

de las acciones (book building) y las consecuencias que tuvo en la posterior evolución de la
cotización de los papeles, considerando los principales ganadores del proceso. Finalmente, se
estudia la adquisición de la empresa por parte de Repsol S.A. y se presenta una explicación de
por qué compró las acciones con un precio que osciló en torno del 25% y 30% por encima del
valor de mercado de aquella época, elemento que expresa, concomitantemente, la subvaluación
que evidencia la cotización de las acciones con la venta inicial del Estado, en 1993.
Como cierre, en el Capítulo IV se desarrollan las principales conclusiones y resultados de
esta tesis y se exponen tanto los interrogantes como las líneas de indagación que serán
abordadas en la tesis de doctorado.

4
Capítulo 1. Antecedentes históricos

―Nacionalizar y explotar con criterio que consulte el interés de la


Nación, los yacimientos de combustible líquido, es robustecer la propia
economía, y, al mismo tiempo, restar predominio a los trusts acaparadores
que absorben y oprimen con sus imposiciones y refuerzan su poder
explotando nuestras riquezas naturales y utilizando en su
provecho los enormes beneficios que de ellas se obtienen‖
Enrique Mosconi, El petróleo argentino

―Una vez descubierto el yacimiento y convencido el Poder Ejecutivo que tiene


lo suficiente para los fines que él indica, ¿por qué vamos a limitar a los
particulares, a las empresas extranjeras, que vengan a traer al país el concurso
de sus riquezas y de su contingente a la fuerza económica del país, para tener
esto reservado, inhibido durante qué sé yo cuánto tiempo, para que sólo
explote el Estado, este mal industrial?‖
Joaquín V. González, Debate en el Senado (1910)

Capítulo 1. Antecedentes históricos


La historia de los hidrocarburos en la sociedad argentina, hasta nuestros días, no es más
que el largo conflicto por el dominio o la disponibilidad de los mismos. En estos conceptos se
condensan los más de cien años transcurridos desde el descubrimiento por parte del Estado
nacional del primer yacimiento de petróleo en Comodoro Rivadavia el 13 de diciembre de
1907.

1.1. Los orígenes del petróleo en la Argentina


Los primeros registros que señalan la presencia de petróleo en el territorio que
posteriormente formaría parte del Estado argentino, datan de finales del siglo XVIII cuando
en una carta del 6 de julio de 1787 se menciona que en las provincias cuyanas se había
hallado ―alquitrán que (…) no viene a ser otra cosa que una especie de fusión o material
reducido a fluido, extraído por la violenta actividad del fuego conservado dentro de los
volcanes o de los fuegos subterráneos‖ (en Salas, 2007a: 25).
A los dos años de aprobada la Constitución de la República (1853), el gobierno nacional
le solicitó al geólogo francés Juan Antonio Víctor Martín de Moussy que realizara un estudio
de las características minerales del país. Durante tres años, el investigador recorrió las
diversas regiones del país y concluyó su labor con la redacción de un documento publicado
en 1860 bajo el nombre de Descripción geográfica y estadística de la Confederación
Argentina. Allí, luego de recorrer las provincias de Salta y Jujuy, manifestaba: ―En la parte
Este del río San Francisco y en la Sierra de Santa Bárbara (…) se encuentra petróleo natural
al pie de la Sierra, y alumbre en varios de sus valles, sin contar el cobre, plomo y hierro que
han sido vistos; pero ninguno de estos depósitos minerales es explotado‖ (Moussy, 1864 en
Yeatts, 2004: 101).
Hasta mediados de la década de 1860, si bien la existencia de petróleo se evidencia en
documentos y memorias oficiales, no aparecen registros de que se procurara su explotación.
Recién en 1865, impulsado por el descubrimiento de petróleo en Pennsylvania, Estados
Unidos, en agosto de 1859, y/o por la existencia de estos documentos gubernamentales, se
presentó una solicitud al gobierno de la provincia de Jujuy, la cual fue derivada al Poder

5
Capítulo 1. Antecedentes históricos

Ejecutivo Nacional y de éste a la Cámara de Diputados de la Nación, en la cual un


comerciante español, Leonardo Villa, reclamaba el privilegio exclusivo por quince años para
―fabricar kerosene a partir de los asfaltos jujeños‖ y para adquirir la propiedad de un terreno
en las minas en las que había hecho el descubrimiento. Como consecuencia de esto, la
Cámara le encomendó al químico español Miguel Puiggari la realización de un estudio del
material encontrado, quien respondió que el producto era de alta calidad. La Comisión de
Peticiones de la Cámara se expidió facultando que se le otorgue a Villa la concesión. Sin
embargo, luego del debate parlamentario, se resolvió denegar el pedido, por 16 votos contra
14 (Yeatts, 2004; Salas, 2007a). La discusión giró en torno de quién sería el responsable de
otorgar —o no— la concesión de privilegio para realizar la explotación, si las provincias (en
este caso, Jujuy) o la Nación. En rigor, en el fondo la disputa que se estaba entablando, se
encontraba asociada a quién era el legítimo propietario del subsuelo. En virtud de la solicitud,
Villa entendía que a raíz de su descubrimiento podía devenir en propietario del terreno y, con
esto, de lo que existiera en el subsuelo 3. Empero, la tradición en la materia, que luego se vería
plasmada con la sanción del Código de Minería 4 en 1885, basada en el principio regalista5 o
de dominio originario 6, sostenía que el subsuelo es un bien público y, en tanto tal, no puede
ser propiedad de un particular. En este sentido, el código expresaba que las minas ―son bienes
privados de la Nación o de las provincias según el territorio en que se encuentran‖ y que, por
tal razón, se permitía la realización de ciertas concesiones por plazos determinados,
conservando su propiedad.
Motivado por el caso Villa, a dos meses de la resolución negativa del legislativo nacional,
el 22 de septiembre de 1865 se conformó la Compañía Jujeña de Kerosene S.A., con la
finalidad de ―explorar y elaborar el betún mineral que existe en los depósitos naturales de la
provincia‖ y, conforme el vacío legal que todavía existía, lograron una resolución favorable
del fiscal general de Jujuy, validada por la Cámara de Representantes de la provincia, por
medio de la cual le otorgaban una concesión en exclusividad, durante quince años, para la
explotación. No obstante, dado el desconocimiento en la materia y ciertas ineficiencias
técnicas, a los tres años de conformada la primera empresa petrolera del país, la compañía
quebró7 (Salas, 2007a; Yeatts, 2004).

3
Esta posición teórica encuentra sus orígenes en el principio romano del derecho de accesión a través del cual
―se define la propiedad del suelo extendida a toda su profundidad y al espacio aéreo sobre el suelo en líneas
perpendiculares. El principio de accesión sostiene que lo accesorio (el subsuelo) sigue a lo principal (el suelo)‖
(Yeatts, 2004: 81).
4
Para su elaboración, los juristas abrevaron de ―las viejas ordenanzas del Perú y Nueva España (1683), el
Estatuto de Hacienda y Crédito, fundamentado en las ordenanzas de México de 1783, así como del proyecto del
Código y la Ley de 1875, con el mandamiento expreso de respetar la propiedad de la nación y de las provincias
sobre las minas‖ (Yeatts, 2004: 91).
5
Bajo este principio se sostenía que lo que existiera en el subsuelo era perteneciente a la Corona, principio que,
análogamente, fue transferido al Estado nacional.
6
Conforme el anterior concepto, en el derecho originario las riquezas del subsuelo pertenecen al Estado
Nacional y no al propietario de la superficie.
7
Resulta interesante transcribir lo que Yeatts (2004) presenta como una de las posibles causas del quiebre de
esta empresa: ―Además de las razones que apuntamos seguidamente [dificultades técnicas, falta de suministros y
desconocimiento de los métodos de trabajo], es probable que haya influido en el fracaso de esta Compañía la
considerable baja del precio del petróleo, dado que en 1866 llegó a 13,75 U$S/barril, mientras que un año
después descendió a 2,40 U$S/barril‖ (Yeatts, 2004: 107). El autor aclara que los datos los tomó del libro de
Daniel Yergin (1992: 36-37). No obstante, en la serie histórica del precio del barril de petróleo suministrada por
la British Petroleum (http://www.bp.com/sectiongenericarticle. do?categoryId=9023773&contentId=7044469),

6
Capítulo 1. Antecedentes históricos

Al tiempo que la empresa cerraba, el ingeniero Francisco Host, representante del


Gobierno de Salta, le entregó, al entonces presidente de la República, Domingo Faustino
Sarmiento, muestras de petróleo natural y del producto refinado, tomadas de su provincia y
que, posteriormente, fueron enviadas para su evaluación a la Comisión Organizadora de la
Primera Exposición Nacional que se iba a realizar en 1871 en la provincia de Córdoba.
Conforme esto, el Presidente le encargó a Francis Rickard, ingeniero y mineralogista
británico, que realizara un relevamiento en las provincias mineras del país. El informe
suministrado por Rickard, publicado en Londres bajo el nombre de The mineral and other
resources of the argentine Republic, afirmaba que al sur de la provincia de Mendoza era
posible encontrar en la superficie petróleo de alta calidad, que surgía de algunas aperturas
subterráneas (Salas, 2007a).
Un caso similar al de la Compañía Jujeña de Kerosene S.A. fue el de Teodosio López
quien en 1875 logró que el gobierno de la provincia de Jujuy le otorgara la concesión de unos
yacimientos para su explotación. Si bien pudo extraer petróleo y refinarlo para generar
kerosene que le sirvió para abastecer a Jujuy, algunos pueblos de Salta y en pequeñas
cantidades a Buenos Aires, en 1877, como consecuencia del desconocimiento de la técnica,
problemas financieros y los incrementos en las tarifas del ferrocarril, debió abandonar el
proyecto.
Años más tarde, la legislatura de la provincia de Jujuy le otorgó la concesión por quince
años para explotar algunos yacimientos de la provincia y fabricar kerosene a la sociedad
Teolófilo Sánchez de Bustamante y Cía., la cual había realizado el pedido basándose en
estudios que en 1869 Sarmiento, a cargo del ejecutivo nacional, le había encargado al
geólogo Ludwing Brackebusch. Si bien la compañía inició en 1883 la perforación del primer
pozo con maquinaria importada de Estados Unidos, el proyecto fracasó debido a los nulos
resultados obtenidos (Salas, 2007a; Yeatts, 2004).
En Mendoza, con el objetivo de explotar el yacimiento de Cacheuta y sus alrededores, en
1886 se fundó la Compañía Mendocina de Petróleo S.A., a la cual tanto el gobierno
provincial como el nacional, le otorgaron para la explotación de 19 mil hectáreas, diversas
concesiones, eximiéndola del pago del canon minero correspondiente. Si bien alcanzó a
perforar 30 pozos y extraer 8 mil m3 de petróleo, al intentar expandir la extracción a otras
provincias y ante la imposibilidad de renovar ciertos materiales que se habían estropeado, en
1893, con la crisis económica de telón de fondo, debieron abandonar la actividad (Yeatts,
2004; Salas, 2007a).
En Salta, por su parte, las autoridades provinciales junto con las nacionales, le entregaron
en 1882 diversas concesiones a la sociedad Altgelt y Méndez yacimientos por un período de
17 años. Ese mismo año realizó un pozo de 92 metros de profundidad sin encontrar
hidrocarburos, lo que propició el abandono de las tareas (Gobierno de Salta, s/f; Salas,
2007a).

se constata que para 1866 el precio del barril no era U$S 13,75, sino U$S 3,74, por lo que la caída no sería del
82,5% sino del 35,6%, considerablemente menor. Es importante resaltar este dato, en tanto que el autor en su
texto compara la (supuesta) eficiencia privada con la (supuesta) ineficiencia estatal en la producción de bienes,
en general, y en el mercado petrolero, en particular. En este sentido, la fulminante caída del precio del barril que
señala el autor (82,5%) estaría, de algún modo, justificando el quiebre de la empresa sin motivo de atribuirle
ineficiencias en su administración. Asimismo, para el año del cierre (1868) el precio del barril se había
incrementado en un 50,6%, al alcanzar los U$S 3,68, es decir, el valor de 1866.

7
Capítulo 1. Antecedentes históricos

A partir del racconto realizado se puede observar que los intentos privados de iniciar la
explotación petrolera en el país terminaron fracasando ya sea por las trabas que los
respectivos gobiernos provinciales pusieron para concesionar los territorios, en un primer
momento, como, principalmente, por los problemas relativos al desconocimiento de los
particulares en las técnicas a utilizar y/o las dificultades financieras de las sociedades
conformadas, en una posterior instancia. No obstante, es menester resaltar los distintos
estudios que los respectivos gobiernos nacionales encargaron a diversos geólogos para que
relevaran la geografía nacional. Hasta 1907 existían, por lo menos, seis investigaciones en
Orán (Salta), San Rafael (Mendoza), Cacheuta (Mendoza) y en diversas localidades de Jujuy,
Río Negro, Neuquén y Chubut (Herrero y Solanas, 2006). Este escenario revela el interés que
desde el Estado se tenía en la temática, lo cual implica que, muy probablemente, tarde o
temprano redundaría en importantes resultados.

1.1.1. Los cimientos de la explotación petrolera próspera


Son vastos los trabajos que en la literatura relativa a la teoría social tienden a explicar los
fenómenos de forma mono-causal o que observan ciertos hechos de modo inconexo. Es
común, en dichos marcos de análisis, atribuir las causas de determinados actos a aspectos
aislados de la realidad, sin considerar que éstos, por lo general, se explican a través de una
combinación de factores que en determinados momentos históricos convergen y dan origen a
esos fenómenos. Es decir, son escasas las ocasiones en las que las sociedades se propongan
proyectos bajo condiciones sociales que no estén maduras para alcanzarlos.
En este sentido, los trabajos relativos al sector petrolero no escapan a esta situación.
Algunos autores sostienen que el descubrimiento de petróleo por parte del Estado en
Comodoro Rivadavia el 13 de diciembre de 1907 fue accidental en tanto que en rigor, según
manifiestan, las perforaciones que se venían realizando estaban destinadas a encontrar agua
dulce apta para el consumo de los habitantes de Comodoro Rivadavia. Ciertos autores que
enarbolan la postura que abreva en la hipótesis del descubrimiento ―fortuito‖ se inclinan en
afirmar, a partir de la no intencionalidad en el hallazgo de petróleo, que el Estado no es
eficiente en la explotación y comercialización de los hidrocarburos y, por tal razón, debe
dejar al capital privado que desarrolle la actividad8. No obstante, es menester aclarar que la
lógica accidental que postulan, no se adecua íntegramente a los acontecimientos. En efecto, a
los informes que durante el siglo XIX habían encargado las distintas autoridades nacionales y
provinciales, se agrega que en 1904 el entonces presidente Manuel Quintana dispuso por
medio de un Decreto la elaboración de un mapa geológico de la República Argentina y
designó al ingeniero Julio Krause como jefe de la Sección Hidrología y Perforaciones de la
División Minas, Geología e Hidrología del Ministerio de Agricultura de la Nación. El
objetivo de la división era, por un lado, realizar perforaciones para encontrar fuentes de agua
y, por el otro, detectar los puntos de posibles yacimientos petrolíferos.
El siglo XX se presentaba con necesidades marcadamente distintas a las de la centuria
anterior y, conforme esto, la actitud desde el Estado fue disímil a la de antaño. El fuerte

8
En palabras de uno de los autores: ―Recién en 1907, el Ministerio de Agricultura, que buscaba agua potable
para los habitantes de Comodoro Rivadavia, descubrió petróleo por accidente. (…) [h]ubo que esperar un hecho
fortuito para que se abriera el negocio‖ (Yeatts, 2004: 26).

8
Capítulo 1. Antecedentes históricos

proceso inmigratorio propiciado por la dirigencia política nacional para poblar el país, generó
un salto demográfico cuantitativo (incluso cualitativo) de tamaña envergadura. Si se realiza
una comparación de los censos poblacionales se puede observar que entre 1869 y 1914 la
población total del país había crecido un 354%, mientras que la urbana se incrementó en un
743% 9 (Germani, 1955: 67). Este fortísimo crecimiento de la Argentina en términos
demográficos generó, a su vez, un cambio en su composición en tanto que pasó de ser un país
preeminentemente rural a convertirse en uno principalmente urbano. Este acrecentamiento
poblacional en las ciudades propició un marcado aumento en el consumo de los combustibles
en general, ya sea para satisfacer las demandas energéticas de la población o de las
incipientes industrias, lo que significó un considerable auge de las importaciones de petróleo,
carbón y kerosene, entre otros combustibles. En este sentido, mientras que las compras en el
exterior de kerosene en 1877 alcanzaron los 4,8 millones de litros, treinta años después
llegaban casi a 57 millones de litros (un incremento del 1.080%) (Cuadro 1.1). Lo propio
sucedió con el petróleo crudo: mientras que en 1903 se adquiría en el extranjero 2.017,5
toneladas, apenas cuatro años después esta cifra ascendió a 7.682,7 toneladas (un
acrecentamiento del 281%)10 (Salas, 2007a: 60-61). Asimismo, es dable resaltar que en 1901
se importó el primer automóvil a la Argentina y, para 1910 la provincia de Buenos Aires
contaba con 2.800 autos que se sumaban al consumo de combustibles que a diario realizaban
los trenes, buques y fábricas. Conforme esto, se dio un proceso combinado entre el fuerte
incremento de la población, la cual demandaba más energía y, por el otro, el mayor consumo
energético per cápita. En rigor, estas transformaciones que se verificaban en la Argentina y la
distinta concepción respecto de los combustibles, estaban en sintonía con los cambios en la
matriz energética que se efectuaban en el plano internacional.
En este sentido, la concatenación de los sucesos señalados 11 otorga un panorama disímil
al de aquellos que abogan por la hipótesis del ―accidente‖. El país estaba inserto en una senda
de crecimiento tanto económico como poblacional que implicaba una transformación de su
estructura energética, dependiente de las importaciones. Conforme esto, en 1903 la división
de Minas, Geología e Hidrología envió la primera máquina a Comodoro Rivadavia para

9
Según los datos censales publicados por Germani (1955), en 1869 había en la Argentina una población de
1.736.900 personas, de las cuales el 28% se encontraban en zonas urbanas, mientras que el 72% restante, en
rurales. En el censo de 1895 la población ascendía a 3.954.900 (un incremento del 128%), con una composición
38% urbana y 62% rural. Esto implica un crecimiento anual acumulativo del conjunto de los habitantes del
orden del 3,2%. Asimismo, los datos del censo de 1914 señalan un nuevo y marcado crecimiento poblacional en
tanto que arribó a las 7.880.300 personas, de las cuales el 53% vivía en las ciudades y el 47% en localidades
rurales, con una tasa anual acumulativa del 3,7% en su conjunto. A su vez, tomando la población de las urbes, se
aprecia un incremento anual acumulativo del 5,5%, lo que de por sí señala un cambio significativo en la
distribución poblacional en la Argentina y en su propio crecimiento.
10
Este contundente incremento de las importaciones de kerosene y petróleo crudo para dar respuesta al alza de
la demanda de energía, no se corresponde únicamente con el mayor crecimiento de la población, sino con la
transformación en sus hábitos de consumo que, como se señaló, había devenido en preeminentemente urbana.
En este sentido, como se observa en el Cuadro 1.1, para 1877 el consumo de kerosene por habitante era de 2,15
litros, mientras que para 1897 había alcanzado los 10,51 litros per cápita. Para 1907, el año del descubrimiento
de petróleo, había descendido a 9,3 litros por habitante, posiblemente como consecuencia del considerable
aumento en la importación de petróleo crudo que, en apenas cuatro años, se incrementó a una tasa anual
acumulativa del 35%, pasando de 0,38 kilos por persona a 1,26 kilos.
11
Se alude a los persistentes estudios de la geología del territorio nacional, al crecimiento poblacional, la
concentración en las urbes con el consecuente incremento del consumo de combustibles en el alumbrado público
y las incipientes industrias, entre otros factores.

9
Capítulo 1. Antecedentes históricos

realizar perforaciones. Cuatro años después, la división de Enrique Hermitte, quien desde
1902 se desempeñaba como jefe de la comisión de estudios de las Napas de Agua y
Yacimientos Carboníferos e Investigaciones Geológicas, poseía quince máquinas para
realizar perforaciones en diversas zonas del territorio nacional en busca de agua potable e
hidrocarburos. La inversión en maquinaria y recursos humanos desde el Estado comenzaba a
hacer sustentable el desarrollo de la actividad minera en su conjunto.

Cuadro 1.1. Evolución de las importaciones de kerosene y petróleo crudo, población Argentina,
coeficiente de importaciones sobre habitantes, 1877, 1887, 1897, 1903 y 1907 (en litros, kilos y
cantidades)
Importación de Importación de
Kerosene, Petróleo, en
Año Habitantes* kerosene por petróleo por
en litros kilos
habitante, en litros habitante, en kilos
1877 4.814.600 - 2.237.340 2,15 -
1887 17.869.700 - 3.070.283 5,82 -
1897 44.713.800 - 4.252.576 10,51 -
1903 - 2.017.500 5.286.908 - 0,38
1907 56.835.827 7.682.700 6.112.724 9,30 1,26
* Dado que los datos provienen de los censos realizados en 1869, 1895 y 1914, las cifras que se
presentan corresponden a estimaciones realizadas a partir de calcular con una tasa anual
acumulativa del 3,2% (correspondiente al período 1869-1895) y del 3,7% (respectiva al interregno
1895-1914) un proxy poblacional para los distintos años utilizados.
Fuente: Elaboración propia en base a Germani (1955) y Salas (2007a).

En 1907, en la zona de Comodoro Rivadavia, si bien lo primordial era obtener fuentes de


agua potable para la población que se había asentado en ese lugar, también se estaban
realizando estudios para detectar hidrocarburos12. En este sentido, hacia finales de ese año se
habían alcanzado los 500 metros de perforación del segundo 13 pozo realizado. El 13 de
diciembre al arribar a los 535 metros de profundidad comenzaron a vislumbrarse ciertas
manchas de aceite que, al continuar con los trabajos, empezaron a emanar el olor
característico del petróleo. El descubrimiento de petróleo por parte del Estado Nacional era la
consecuencia de la convergencia de diversos factores: en primer lugar, el desarrollo de
investigaciones del territorio nacional desde mediados del siglo XIX y, en segundo lugar, las
nuevas necesidades de una Argentina que demandaba fuentes de energía baratas para
viabilizar su creciente urbanización y la incipiente industrialización. Conforme esto, la
lectura de Hermitte expresaba que el descubrimiento era ―una consecuencia, si no directa, por
lo menos mediata, del decreto de octubre de 1904, disponiendo la confección de un mapa
geológico de la República y de las leyes especiales que en distintas oportunidades destinaron
fondos para la adquisición de máquinas perforadoras; porque en esa materia (…) las
investigaciones superficiales deben completarse con otras, profundas (…), y permitir la
individualización de los yacimientos minerales útiles, sin excluir el agua‖ (Hermitte, 1921, en
Bernal, De Dicco y Frida, 2008: 17).

12
En 1904, Hermitte le anunció al ministro de Agricultura de la Nación: ―Se ha empezado a estudiar de una
manera metódica el subsuelo de la República, y no sólo para investigar la existencia de carbón, sino la de los
combustibles minerales en general (hulla y petróleo)‖ (en Bernal, De Dicco y Frida, 2008: 16).
13
La primera perforación se inició en 1903 pero tuvo que ser suspendida por la rotura de uno de los engranajes
de la máquina.

10
Capítulo 1. Antecedentes históricos

De este modo, parafraseando al historiador inglés Eric Hobsbawm (1999) 14, se daba inicio
al siglo corto petrolero (1907-1989) el cual inauguraba la era de la explotación de los
hidrocarburos, que como todo suceso histórico expresará sus relaciones de fuerza tanto en la
arena política como en el terreno de la producción física e intelectual. Esta disputa en la
esfera ideológica, social y económica enfrentará a aquellos que están a favor de considerar a
los hidrocarburos como una mercancía, cuya mejor asignación deviene del libre albedrío de
las fuerzas del mercado, con quienes los consideran como un recurso estratégico no renovable
y escaso y, en tanto tal, ajeno a la lógica mercantil.

1.2. El siglo corto petrolero (1907-1989)


En adelante al período que se extiende desde el año de descubrimiento de petróleo por
parte del Estado nacional hasta el inicio del proceso de desregulación del mercado ampliado
de hidrocarburos 15 y fragmentación y posterior privatización de la empresa estatal
Yacimientos Petrolíferos Fiscales (Y.P.F.), se lo denominará siglo corto petrolero ya que
condensa en sí mismo la expresión más acabada y coherente, a pesar de los conflictos
inherentes que generaron avances y retrocesos en la política petrolera, de la etapa de control
del sector por parte del Estado. Por sus características intrínsecas, es un período en el que el
objetivo del Estado era satisfacer las necesidades del mercado interno y que implicó la
apropiación de parte considerable de la renta petrolera por parte del Estado y,
fundamentalmente, la empresa estatal. Si bien en los primeros años, esta idea fue incipiente,
con la creación de Y.P.F. (1922) se abrió una época de regulación de la dinámica de
funcionamiento del mercado atendiendo a las necesidades domésticas, al considerar a los
hidrocarburos como un bien estratégico. Conforme esto, el inicio del siglo corto en 1907
procura marcar un quiebre respecto del pasado en tanto que comienza la explotación de los
hidrocarburos como política de Estado.
En este sentido, este modelo fue desarticulado en 1989, si bien en años previos (1958,
1976 y 1988) hubo ciertos hitos que tendieron a resquebrajar ese ideario, con las políticas de
reforma del sector. La concepción que primó durante del siglo corto se desmoronó al
considerar a los hidrocarburos como una mercancía y, en tanto tal, plausible de ―regularla‖
bajo la lógica del mercado, es decir, en función de los intereses de los capitales más
concentrados.

1.2.1. De los inicios de la explotación a la consolidación de la empresa estatal


(1907-1922)
Con el descubrimiento del petróleo por parte del Estado nacional en Comodoro
Rivadavia, dentro de los sectores dominantes de la oligarquía comenzó una pugna por la

14
En su estudio Historia del siglo XX, Hobsbawm realiza una distinción entre el siglo XX que se extiende entre
1879 —Revolución Francesa— y 1914 —inicio de la Primera Guerra Mundial— y el corto, el cual se restringe a
―los años transcurridos desde el estallido de la primera guerra mundial hasta el hundimiento de la URSS [Unión
de Repúblicas Socialistas Soviéticas, 1991], que, como [se puede] apreciar retrospectivamente, constituye un
período histórico coherente‖ (Hobsbawm, 1999: 15).
15
Por ―mercado ampliado de hidrocarburos‖ se entiende a los mercados de exploración, explotación, refinación
y comercialización (de derivados) de hidrocarburos.

11
Capítulo 1. Antecedentes históricos

imposición de lo que podría denominarse el ―modelo petrolero‖. Las fracciones


comprendidas dentro de aquellos que abogaban por el libre mercado y vinculados al modelo
agroexportador, en connivencia con Inglaterra, pretendían que se entregaran al capital
extranjero las áreas para su explotación. Contrariamente, dentro de los sectores dominantes
existieron ciertas fracciones que pugnaban por el desarrollo estatal de dicha actividad para
disminuir la dependencia nacional del combustible comprado, principalmente, al Reino
Unido. Esta tensión, si bien con la preeminencia de la lógica regulacionistas desde el Estado,
estuvo latente en todo el siglo corto petrolero.
En este sentido, si bien el Código de Minería sancionado en 1885 impedía al Estado la
explotación de los recursos naturales16, al día siguiente del descubrimiento, amparándose en
el artículo 1517 de la Ley N° 4.167 (Ley de Tierras Fiscales) de 1903, el presidente José
Figueroa Alcorta, por medio de un Decreto, estableció en la zona de Comodoro Rivadavia un
área de reserva de 200 mil hectáreas, en la que se prohibía la denuncia de pertenencias
mineras y la concesión de permisos de cateos. Cabe señalar que el hecho de que se haya
realizado el descubrimiento en territorio nacional, generó ciertas facilidades para que el
Estado interviniera y fijara las líneas de acción. No obstante, a raíz de las presiones políticas
de las empresas extranjeras del sector, y de los dirigentes políticos partidarios del libre
mercado, en 1910, en el mismo año en que se crearía el 24 de diciembre la Dirección General
de Explotación de Petróleo de Comodoro Rivadavia, se aprobó la Ley N° 7.059 por medio de
la cual se liberaron 195 mil hectáreas de la zona de reserva para que el capital privado pudiera
solicitar concesiones.
Si bien la calidad del petróleo, según se había estimado al elaborar los fundamentos del
proyecto de Ley para establecer la zona de reserva petrolífera de Comodoro Rivadavia, era un
33% superior al carbón Cadiff comprado al Reino Unido, y que, a su vez, el precio calculado
de la tonelada del primero era de 4 o 5 pesos moneda nacional, frente a los 18 o 20 que valía
el carbón importado (alrededor del 320% más caro), las críticas y desincentivos de estos
sectores18 fueron lo suficientemente fuertes como para entorpecer la incipiente extracción por
parte del Estado.
La resolución finalmente tomada por las Cámaras de Diputados y Senadores, fue el
colofón de un arduo debate entre aquellos que propugnaban por los beneficios de la libre
empresa, afín a los intereses británicos, y los que se expresaban por una explotación de los
hidrocarburos desde el Estado. Dentro del primer grupo se encontraba, entre otros, el senador
Joaquín V. González quien expresó más férreamente los intereses extranjeros y del beneficio
privado de los empresarios al sostener que el Código de Minería abogaba por la libertad de

16
En rigor, el Código no tenía previsto la especificidad de la explotación petrolera, pero le prohibía la
explotación de minas.
17
Este establecía: ―Las islas no podrán ser enajenadas, pero el P.E. podrá concederlas en arredramiento. No
podrán tampoco ser enajenadas las tierras que contengan depósitos conocidos de sal, hulla, petróleo o fuentes de
aguas medicinales, salvo las disposiciones del Código de Minería. El poder Ejecutivo podrá prohibir la denuncia
de minas en los territorios que explore‖ (en Yeatts, 2004: 123).
18
Es de destacar que las fracciones de los sectores dominantes que pregonaban por el capital privado y tenían
intereses generados en el comercio con el Reino Unido, temían que con la extracción de petróleo crudo nacional
se suplantaran las importaciones, principalmente, de carbón que se realizaban a Inglaterra y, en ese sentido, se
vieran afectadas las exportaciones nacionales de carne y trigo con los que estos sectores se beneficiaban. Por
esta razón emprendieron una fuerte campaña tendiente a desacreditar el descubrimiento y las cualidades de los
combustibles locales.

12
Capítulo 1. Antecedentes históricos

comercio e industria que asegura ―la concurrencia de los capitales extranjeros llamados a
aprovechar las riquezas naturales del subsuelo‖ (en Kaplan, 1974: 780). Asimismo, en otras
partes de su discurso en el Senado, enarboló una posición que sería recurrente en el correr de
la historia nacional, no sólo en lo discursivo sino en la propia práctica, asociada a que una vez
que el Estado realizaba las inversiones en exploración, las cuales implican los mayores
costos, debía entregar la explotación al capital privado en tanto que, según sostenía, posee
mayor eficiencia:
―Una vez descubierto el yacimiento y convencido el Poder Ejecutivo que tiene lo suficiente para
los fines que él indica, ¿por qué vamos a limitar a los particulares, a las empresas extranjeras, que
vengan a traer al país el concurso de sus riquezas y de su contingente a la fuerza económica del
país, para tener esto reservado, inhibido durante qué sé yo cuánto tiempo, para que sólo explote el
Estado, este mal industrial?‖ (en Kaplan, 1974: 781).

Contrariamente, dentro de las fracciones que pregonaban por la explotación estatal, la


posición de Francisco Figueroa era más cautelosa a la hora de atribuirle ventajas a la
explotación privada:
―No hay peligro en que el Poder Ejecutivo conserve la mayor extensión de tierra y tampoco hay
beneficio alguno en limitar el tiempo (…). Procedemos con mucha ligereza al hacer estas
concesiones a la industria privada, en perjuicio de los intereses públicos, como ha sucedido,
cuando se han formado pueblos en las gobernaciones, que el gobierno no se ha reservado tierras, y
ha tenido que comprarlas después para hacer edificios públicos‖ (en Kaplan, 1971: 781).

Estas fracciones de los sectores dominantes abogaban por la explotación estatal en tanto
que, por un lado, eran cautelosos ante el poder que ejercían la metrópolis y los capitales
extranjeros 19 y, por el otro, consideraban que la explotación por parte del Estado traería
beneficios a los propios sectores dominantes a raíz de los menores costos en la producción
energética20.
A pesar de la voluntad del Poder Ejecutivo que se alineaba con la posición que, entre
otros, sostenía Figueroa, en 1910 se aprobó la Ley N° 7.059 y se liberaron, para concesionar
al capital privado, el 97,5% de las áreas que antes estaban reservadas al Estado para su
explotación. En este sentido, en el primer artículo establecía que el Poder Ejecutivo se
reservaría 5 mil hectáreas en las cuales ―no se concederán pertenencias mineras ni permisos
de explotación y cateo durante el término de cinco años‖, que posteriormente se prorrogaría
19
En este sentido, en el mensaje emitido a la Cámara de Diputados en ocasión de la presentación del proyecto
de Ley del Poder Ejecutivo en 1913, se expresa claramente la posición de estas fracciones de los sectores
dominantes: ―En general, el Poder Ejecutivo no cree que el Estado debe transformarse en industrial, pero en este
caso, la forma en la que está organizado el comercio mundial del petróleo, razones elementales de previsión y de
prudencia aconsejan mantener bajo su dirección la explotación de la riqueza descubierta en Comodoro
Rivadavia‖ (en Kaplan, 1974: 795).
20
A modo de ejemplo, cabe recordar lo que Jorge Newbery y Justino C. Thierry expresaban en su libro El
petróleo: Historia, origen, geología, química, exploración, explotación, comercio, monopolio y legislación,
publicado en 1910, aludiendo a la municipalización de los servicios de gas natural y electricidad en la Ciudad de
Buenos Aires que eran administradas por empresas privadas: ―¿Quién podrá vender a más bajo precio?
Indiscutiblemente la Municipalidad. ¿Por qué? Porque la Municipalidad no busca ganancias; su solo objeto es
prestar este servicio a sus administrados al precio más bajo posible. No tiene el municipio, como las empresas
particulares, que repartir dividendos a sus accionistas, que superan hasta 4 o 5 veces el precio del interés del
capital invertido por la comuna‖ (en Herrero y Solanas, 2006: 27). Asimismo, Roberto Castelli retomando
estudios de Newbery sostuvo: ―Los análisis de costos realizados... lo llevaron a la conclusión de que los precios
para los consumidores podrían reducirse hasta un 50%, lo que de ser aprobado pondría a sólo un paso la
municipalización de tal servicio‖ (en Herrero y Solanas, 2006: 25).

13
Capítulo 1. Antecedentes históricos

por cinco años más. El segundo articulado manifestaba: ―Esa zona [Comodoro Rivadavia]
podrá dividirse en secciones de seiscientas veinticinco hectáreas, las que serán ofrecidas en
licitación pública para su explotación petrolífera, pudiendo ser adjudicadas a uno o varios
concesionarios‖, lo cual generó una corrida especulativa de particulares que adquirían las
permisos y luego los vendían a precios superiores a los de la primera operación.
Sin embargo, en 1913 luego de diversas disputas con el capital privado extranjero que
estaba ingresando al incipiente mercado petrolero, ―el entonces presidente Roque Sáenz Peña
declarará nulas y vacantes todas las concesiones en las que no se estuviera trabajando‖
(Bernal, 2005: 44), a partir de lo cual las reservas del Estado volvieron a ampliarse
considerablemente, al alcanzar las 160 mil hectáreas, en el entonces Territorio Nacional de
Chubut.
No obstante, luego del descubrimiento petrolero y como consecuencia de las presiones
mencionadas que terminaron plasmándose en la Ley N° 7.059, se otorgaron concesiones al
capital privado, principalmente extranjero de origen europeo con preeminencia inglesa, en
tanto que el nacional no poseía ni el expertiz ni los recursos económicos necesarios para
realizar explotaciones petroleras. Entre 1910 y 1916, año en que comenzaron con la
explotación, como se aprecia en el Cuadro 1.2, se conformaron ocho empresas
fundamentalmente de capital extranjero (inglés, estadounidense, holandés y alemán), entre las
que se encontraban las principales compañías petroleras del mundo: la Standard Oil,
actualmente Esso, del magnate estadounidense John Rockefeller y la anglo-holandesa Royal
Dutch-Shell, que operó en el país bajo el nombre de Diadema.
Con apenas 19 días en funcionamiento, el primer pozo de explotación de petróleo
encontrado por el Estado en Comodoro Rivadavia cerró el año 1907 con un volumen de
extracción de 16 m3 y hasta 191021 tuvo incrementos anuales en la explotación, hasta alcanzar
los 3.293 m3 anuales22. A pesar de las presiones de los capitales foráneos que querían invertir
en el territorio nacional 23 y de las fracciones de los sectores dominantes de la oligarquía
vinculados a los intereses británicos, como así también de los mismos representantes de
Inglaterra y Estados Unidos24, la explotación de petróleo continuó creciendo en manos de la
Dirección General de Explotación de Petróleo de Comodoro Rivadavia, a cargo de los
ingenieros Hermitte y Luis Huergo, el abogado Pedro Arata, José Villalonga y Adolfo
Villate.
Las inversiones realizadas por el capital privado a raíz de las concesiones otorgadas,
maduraron hacia 1916. La extracción de crudo en ese año fue de 7.771 m3, apenas el 5,6%
del total explotado en el país. Sin embargo, la dinámica que adquiriría la producción privada
sería distinta a la estatal. Mientras que la tasa anual acumulativa entre 1916 y 1922, para los

21
Hasta esta fecha la extracción de petróleo crudo estaba a cargo de la Dirección de Minas.
22
Probablemente la Ley que restringía al Estado la zona de reservas haya interferido en la producción de
petróleo.
23
El informe realizado sobre una muestra de petróleo extraída en Comodoro Rivadavia, por un laboratorio
privado vinculado a la Compañía Nacional de Petróleo que, desde 1906, refinaba crudo importado en su
destilería de Campana, determinó que ―la explotación de esta materia prima por medio de la destilación,
comercialmente no sería provechosa‖, lo que a las claras muestra su intencionalidad de generar una masa crítica
contraria a las cualidades del crudo nacional y así evitar su explotación (en Salas, 2007a).
24
Es dable resaltar que en dicha época las importaciones de petróleo y sus derivados se realizaban por medio de
las compañías de capital extranjero: la Standard Oil de New Jersey y la Anglo-holandesa Royal Dutch-Shell.

14
Capítulo 1. Antecedentes históricos

primeros fue del 55%, lo que implicó que hacia 1922 extrajeran 106.610 m3 anuales (23,4%
del total), la Dirección General alcanzó, en ese lapso, una tasa de crecimiento del orden del
18% anual, significativamente inferior a la privada, con una extracción al final del período de
349.059 m3 (el 76,6% restante25) (Secretaría de Energía) 26.

Cuadro 1.2. Principales empresas que operaban en el sector luego de sancionada la Ley 7.059, 1911-1916
Año de
Ubicación Actividad Empresa Surgimiento
fundación
Campana 1911 Refinación Compañía Nacional de Es el resultado de la adquisición por parte
Petróleos Ltd. de la Standard Oil (65%) que operaba en
el país bajo el nombre de West India Oil
Co. (1911) de la Compañía Nacional de
Petróleos (1905) (35%).
Chubut 1913 Explotación Argentine Gulf Oil Los inversores estaban constituidos por
Syndicate Ltd. un grupo de ferroviarios ingleses.
Comodoro 1912 Explotación Compañía Especial de La perforación de esta compañía estaba a
Rivadavia Perforaciones de cargo de la Oil Well Engineering Co. de
Comodoro Rivadavia Manchester, por lo que se presume que
sería de capitales ingleses.
1913 Explotación Compañía Argentina de S/I
Perforaciones
1914 Explotación Royal Dutch-Shell Conformada por la fusión en 1907 de las
e (Diadema) empresas Royal Dutch, de Holanda, y
importación Shell, de Inglaterra. En el país desde
de petróleo 1924 operó bajo la subsidiaria Diadema.
y derivados
1915 S/I Sindicato Petrolífero S/I
Méndez
1915 Explotación Astra Compañía Controlada por capitales alemanes que se
Argentina de Petróleo radicaron en el país, originariamente se
creó como el Sindicato Petrolífero Astra
Argentina (1912).
1916 Explotación Compañía Ferrocarrilera De capitales británicos
de Petróleo
Cuenca 1912 Explotación Cacheuta Oil Syndicate Inicia la actividad con la compra de la
cuyana empresa The Argentine Western
Petroleum Syndicate Ltd. (1909), que
surgió luego de la fusión de capitales
extranjeros con la Compañía Mendocina
de Petróleo S.A. (1886)

Fuente: Elaboración propia en base a Salas (2007a), Yeatts (2004) y Kaplan (1974).

Cuando Hipólito Yrigoyen asumió la presidencia de la República en 1916, la explotación


de petróleo del país no alcanzaba a cubrir la demanda de energía interna por lo que

25
El volumen extraído por Y.P.F. representaba apenas el 30% del consumo total de combustibles del país
(Mansilla, 2007).
26
Es de destacar que en el período 1910-1916 se presentaron 1.065 solicitudes de permisos de cateo por una
superficie cercana a las 2.130.000 hectáreas, de las cuales se concedieron 449 por un total de 879.274 hectáreas
(41,3%). Asimismo, durante el interregno 1917-1922 las empresas privadas solicitaron 8.700 permisos de cateo
por una superficie de 16.020.000 de hectáreas y se otorgaron 287 concesiones por una superficie de 544.405
hectáreas (3,4%) (Kaplan, 1972). Estas formidables extensiones territoriales concedidas al capital privado para
que realizaran inversiones, fueron el motivo del acelerado incremento de la extracción de crudo.

15
Capítulo 1. Antecedentes históricos

continuaba siendo necesario importar combustibles, situación que tendía a agravar la


dependencia externa argentina. Esto sucedía en un contexto caracterizado por la
reconfiguración de los mercados mundiales por parte de las principales potencias
internacionales que se encontraban en guerra, lo cual generó notables inconvenientes para
comprar combustibles a los países centrales (los ferrocarriles, por ejemplo, debieron suplir la
ausencia de carbón vegetal con leña, de inferior calidad en su combustión). Este déficit en el
esquema productivo del país, asociado a la exploración, explotación, refinación, transporte,
almacenaje y distribución de petróleo, generaba una creciente dependencia de la dominación
extranjera (Kaplan, 1972: 3). Tal es así que la Standard Oil, por dar un ejemplo, tenía una
considerable integración vertical y control del mercado de combustibles, en tanto que bajo el
nombre de West India Oil Co., explotaba yacimientos en el país y, a su vez, importaba el
petróleo crudo y sus derivados, que luego refinaba en su establecimiento de Campana,
Compañía Nacional de Petróleo Ltda.
En este sentido, la creciente dominación extranjera directa en el sector27, sumada a la
escasez de combustible producto de la Gran Guerra (posteriormente, Primera Guerra
Mundial, 1914-1918), le otorgaron el ahínco necesario al Ejecutivo para resolver la creación
de la empresa estatal, a través de considerar al petróleo como un recurso estratégico, dada la
restricción de las exportaciones de combustibles por parte de Inglaterra como consecuencia
del conflicto bélico. Conforme esto, los sectores que sostenían esta posición, discutieron la
posibilidad de crear una empresa de hidrocarburos estatal, que encontró al Partido Radical
con una división interna respecto de la decisión a tomar 28.
Luego de pujas tanto en el interior del partido gobernante como entre los que
representaban ambas posiciones en el Congreso, el 3 de julio de 1922 por medio de un
decreto, Yrigoyen reorganizó la estructura administrativa de la explotación estatal y creó la
primera empresa estatal del mundo 29, bajo el nombre de Dirección General de Yacimientos

27
Como asevera Kaplan: ―El sentimiento de poderío en el país [de la West India Oil Co.] llega al punto de
negarse a vender nafta para la aviación militar argentina si el Estado no satisface previamente el importe
correspondiente‖ (Kaplan, 1972: 9). Según expresaba el propio Enrique Mosconi: ―Hasta agosto de 1929 la
dirección de nuestro mercado de naftas y kerosene se encontraba en manos de la West India Oil Co., la más
fuerte de las compañías que importan nafta y kerosene en el país, empresa filial de la Standard Oil of New
Jersey. Esta compañía resolvía por sí el alza o baja de los precios, según cotizaciones u órdenes impartidas
desde Nueva York. La Anglo Mex, hoy Shell Mex y Yacimientos Petrolíferos Fiscales, así como otras empresas
de menor importancia, seguían las oscilaciones impuestas por resolución de la West India‖ (en Kaplan, 1972:
23).
28
En esta línea, Kaplan (1972) afirma que sectores del partido gobernante adherían a los intereses extranjeros, lo
cual se plasmó en la obstaculización de numerosos proyectos (uno de ellos impulsado por el propio Yrigoyen)
para transferir los hidrocarburos al dominio de la Nación, y así supervisar todas las exploraciones y concesiones.
Otro dato relevante que presenta el autor, se refiere a la posición tomada por el ministro de Agricultura entre
1916 y 1918, Honorio Pueyrredón, Ministerio del cual dependía la Dirección General de Explotación de
Petróleo de Comodoro Rivadavia, quien para procurar buscar soluciones al problema del petróleo, las dos
primeras consultas que realizó fueron a los abogados de la Mexican Oil Co. (de propiedad inglesa) y a la
Standard Oil: ―Se explica entonces que los intereses monopolistas extranjeros hayan podido presionar
exitosamente sobre la primera administración yrigoyenista, y que ésta, pese a su tendencia centralizante,
evidencia lentitud y flojedad sorprendentes en el desarrollo de la explotación fiscal‖ (Kaplan, 1972: 6).
29
Resulta interesante observar la referencia que realiza Bernal al respecto, en tanto que basándose en los libros
de Raúl Scalabrini Ortiz, Política británica en el Río de la Plata, y Rodolfo Puiggrós Historia crítica de los
partidos políticos argentinos, sostiene que el principal interesado en que se creara una empresa estatal, aunque
no fuertemente integrada en términos de un único actor, como sucedió, era Inglaterra en tanto que le pondría un
freno al avance que venía desarrollando la Standard Oil. No obstante, señala el autor, el boicot hacia el petróleo

16
Capítulo 1. Antecedentes históricos

Petrolíferos Fiscales (Y.P.F.), la cual, el 19 de octubre, pasaría a ser presidida por el


ingeniero Coronel Enrique Mosconi, nombrado por el entonces presidente Marcelo T. de
Alvear. Así, Y.P.F. se constituyó en una empresa que comenzaría a intervenir integrada
verticalmente en el mercado ampliado de hidrocarburos, ya que se la facultó para participar
tanto en la exploración y explotación de hidrocarburos como en la refinación, transporte y
comercialización de sus derivados.

1.2.2. De la conformación de la empresa estatal a la nacionalización de los


hidrocarburos (1922-1949)
Si bien Y.P.F. surgió como empresa estatal, en los primeros años se discutía en los
despachos de sus directivos, y especialmente en su director, Mosconi, la idea de crear una
sociedad mixta en la que participaran los capitales privados y el Estado, con control de este
último. No obstante, luego de ciertos conflictos entre Mosconi y las compañías privadas que
operaban, principalmente, en Salta, Jujuy y Comodoro Rivadavia, su razonamiento viró hacia
la necesidad de conformar una compañía ciento por ciento estatal fuertemente integrada
verticalmente 30 . Desde su perspectiva, alcanzar el dominio de un recurso estratégico
fundamental como el petróleo, permitiría consolidar la independencia energética respecto de
los centros de poder y, así, lograr un desarrollo económico autónomo. Esta discusión se
insertó en el nuevo sendero de crecimiento en el que la Argentina se encontraba producto del
incipiente proceso de industrialización que comenzaba a gestarse, debido a las restricciones
que poseía para importar como consecuencia de la Guerra Mundial y del agotamiento del
patrón de acumulación agroexportador (Arceo, 2003).
Hacia 1924 por medio de un Decreto del presidente Marcelo Torcuato de Alvear (1922-
1928) se amplió y entregó a Y.P.F. la zona de exploración oficial en el sur del territorio
nacional. Asimismo, a pedido de Mosconi los gobiernos de Salta y Jujuy decretaron la
caducidad de las licencias de cateo por incumplimiento de las obras por parte de las
compañías privadas, lo que generó una puja de poder que duraría años entre los respectivos
gobiernos31 y, principalmente, la Standard Oil.
En gran medida, estas disputas se entablaban por la ausencia de una Ley específica que
reglara la propiedad del subsuelo y, a su vez, estableciera qué actores estarían facultados para
participar en la actividad. En su última presidencia, Yrigoyen (1928-1930) instaló el debate
en torno de un proyecto de Ley que alcanzó la media sanción en la Cámara de Diputados,
pero no logró ser aprobada en Senadores 32 . Los principales argumentos contrarios a su

nativo persistía en tanto que Gran Bretaña no estaba interesada en que Argentina alcance el autoabastecimiento
para que siguiera importando su combustible (Bernal, 2005: 52-54).
30
En palabras del propio Mosconi: ―No queda otro camino que el monopolio del Estado pero en forma integral,
es decir, en todas las actividades de esta industria: la producción, la elaboración, el transporte y el comercio […]
sin monopolio del petróleo es difícil, diré más, es imposible para un organismo del Estado vencer en la lucha
comercial a las organizaciones del capital privado‖ (Mosconi en Bernal, 2005: 54).
31
Es menester resaltar que en 1925 bajo el gobierno del conservador Joaquín Corbalán, en Salta, se anularon los
decretos de caducidad, posición que fue revertida con el nuevo gobernador que asumió en 1928, el radical Julio
Cornejo.
32
Los artículos más relevantes de dicho proyecto de Ley establecían que, por un lado, las minas de petróleo
pasarían a ser bienes privados de la nación; por el otro, la exploración y explotación de éstos se harían
exclusivamente por el Estado Nacional; asimismo, se declararían de utilidad pública y se expropiarían todas las

17
Capítulo 1. Antecedentes históricos

sanción giraban en torno del, por un lado, rechazo al monopolio estatal y, consecuentemente,
el apoyo a la libre concurrencia de los capitales privados en la explotación del recurso. Por el
otro, y uno de los principales escollos en la Cámara de Senadores, la oposición se generaba
en las provincias extractoras que pretendían para sí la propiedad del subsuelo y el control de
las concesiones y de la extracción.
A pesar de los obstáculos acontecidos, hacia 1929 Y.P.F., a partir de su crecimiento, le
había quitado al capital extranjero la capacidad de fijar los precios en el mercado interno de
los derivados del petróleo 33 . Asimismo, mediante sucesivos decretos presidenciales se
redujeron de 132 mil a 35 mil las hectáreas que el capital privado podía explotar (Bernal,
2005). Este último hecho tuvo su correlato en el estancamiento que sufrió, entre 1929 y 1930,
la extracción de petróleo por parte de las empresas privadas, las cuales revelaban desde 1922
una tasa de crecimiento anual acumulativa del 28,6%. En este sentido, luego de años de
considerable incremento en la explotación, entre 1929 y 1930 cayó un 2,9%.
El golpe de Estado que destituyó del Poder Ejecutivo nacional a Yrigoyen y de la
dirección de Y.P.F. a Mosconi34, e instaló en la presidencia al dictador José Félix Uriburu
(1930-1932), modificó marcadamente el escenario. Si bien no es correcto ni sostenible
atribuir las causas del derrocamiento de Yrigoyen exclusivamente a su política petrolera y al
intento de nacionalización total de la producción, en rigor, es dable resaltar que, por un lado,
gran parte del nuevo gabinete estaba conformado por ex representantes de empresas
petroleras extranjeras35 y, por el otro, se dio un hecho inusitado hasta entonces: la extracción
privada superó a la de Y.P.F.. Entre 1930 y 1931 la explotación de las empresas privadas
creció 63,8%, frente al 5,6% de la petrolera estatal, posicionándose en 987.821 m3 (53,1% del
total de extracción) y 873.591 m3 (46,9%), respectivamente. Con el golpe de Estado y la
nueva administración, la participación de Y.P.F. durante ese año cayó 11 puntos porcentuales
(Cuadro 1.3).
Iniciada la presidencia de Agustín Pedro Justo (1932-1938), en 1932 se sancionó la Ley
N° 11.668 (Ley Orgánica de la Dirección General de Y.P.F.) la cual en su primer artículo
establecía: ―El estudio, la exploración y la explotación de los yacimientos de hidrocarburos
sólidos, líquidos o gaseosos que el Estado nacional tiene actualmente o adquiera en lo
sucesivo, así como también la industrialización, el transporte y el comercio de dichos
productos y sus derivados directos o indirectos estarán a cargo de la actual Dirección General

fuentes de petróleo que hubiesen sido concesionadas a particulares; y, finalmente, el petróleo explotado por el
Estado Nacional no podría ser exportado (Bernal, 2005).
33
Ese mismo año se gravó con un impuesto del 9% del precio de venta final (22 centavos el litro) las naftas de
Y.P.F.. Esos fondos fueron utilizados para la construcción de caminos (Silenzi de Stagni, 1978: 26).
34
Luego de ocho años al frente de la empresa, Mosconi había logrado grandes avances. Durante su presidencia,
en el territorio nacional se habían instalado 4 mil surtidores de nafta; en los pozos de explotación de Comodoro
Rivadavia y Plaza Huincul se comenzó a industrializar el gas natural al instalar redes de captación de gas y
plantas para la obtención de gasolina a partir del mismo, cuando antaño se perdía en la atmósfera. Asimismo, en
la primera localidad entre 1922 y 1929 se incrementaron un 45% la cantidad de máquinas de perforación, un
455% los metros perforados y un 413% los pozos terminados, mientras que en Plaza Huincul los aumentos
fueron de un 63%, 567% y 1.000%, respectivamente. Esto, a su vez, redundó en importantes aumentos de la
productividad: mientras que en 1922 el promedio de tiempo para perforar un pozo era de 330 días, en 1929 el
tiempo medio descendió a 80 (Salas, 2007a).
35
En este sentido, los ministros de Agricultura, Horacio Varela; Obras Públicas, Octavio Pico; y Relaciones
exteriores, Ernesto Bosch, habían sido empleados de compañías petroleras británicas, mientras que el ministro
del Interior, Matías Sánchez Orondo, se había desempeñado como consejero legal de la Standard Oil.

18
Capítulo 1. Antecedentes históricos

de Yacimientos Petrolíferos Fiscales‖ (Ley N° 11.668). En este sentido, no fijaba ninguna


medida en particular sobre las áreas que estaban concesionadas al capital privado ni sobre la
nacionalización o provincialización de los recursos del subsuelo. Asimismo, no se expedía
respecto de las facultades para exportar o importar 36 , aunque le imponía a Y.P.F., en su
artículo 8, el pago a rentas generales del 10% de las utilidades. Esta legislación que no sentó
bases sólidas para el desarrollo de la empresa, tuvo su correlato en el escaso presupuesto
asignado a la firma que determinó el estancamiento en la extracción de petróleo. Conforme
esto, entre 1930 y 1934, mientras que la explotación privada creció a una tasa anual
acumulativa del 23%, la de Y.P.F. fue del 0,2% anual. En este sentido, 1934 se convirtió en el
año de menor participación en la extracción de petróleo de la historia de la empresa estatal,
con el 37,5% del total del país (Cuadro 1.3).

Cuadro 1.3. Evolución de la extracción de petróleo y participación de Y.P.F., empresas


concesionarias y total país, 1930-1934 (en m3 y %)
Y.P.F. Concesiones Total
(m3) (%) (m3) (%) (m3) (%)
1930 827.429 57,8 603.094 42,2 1.430.523 100,0
1931 873.591 46,9 987.821 53,1 1.861.412 100,0
1932 902.247 43,2 1.186.576 56,8 2.088.823 100,0
1933 921.804 42,4 1.254.771 57,6 2.176.575 100,0
1934 835.502 37,5 1.394.150 62,5 2.229.652 100,0
Evolución interanual y tasa anual acumulativa
1930-34 (interanual) 1,0 131,2 55,9
1930-34 (T.A.A.) 0,2 23,3 11,7
Fuente: Elaboración propia en base a Anuarios de combustible de la Secretaría de Energía.

Al año siguiente, el Congreso —con ausencia total de los radicales 37 por su política de
abstención— aprobó una nueva Ley, la N° 12.161 (Régimen legal de las minas de petróleo e
hidrocarburos fluidos) que fue incorporada al capítulo 17 del Código de Minería. Entre los
principales artículos establecía: ―Las minas de petróleo e hidrocarburos fluidos son bienes del
dominio privado de la Nación o de las Provincias, según el territorio en que se encuentren‖, y
agregaba: ―El Estado Nacional y los Estados Provinciales pueden explorar y explotar minas e
industrializar, comerciar y transportar los productos de las mismas, directamente o por
convenios entre sí o mediante las sociedades mixtas autorizadas por este Título‖. Conforme
lo expresado, la Ley, al reglar que las minas eran propiedad del Estado nacional y de las
provincias, establecía que el primero podía solicitar, en igualdad de condiciones que los
privados, permisos de exploración o concesiones de explotación a las autoridades
provinciales. Asimismo, avalaba la posibilidad de conformar sociedades mixtas entre el
Estado y los capitales privados radicados en el país. Contrariamente a la Ley N° 11.668, el

36
Al respecto, es erróneo lo expresado por Yeatts en relación con la facultad que, según él, la Ley le atribuía a la
compañía estatal para importar petróleo: ―En líneas generales, la legislación de 1932 confirmaba a YPF en su
papel de empresa petrolera gubernamental, le garantizaba el derecho exclusivo de explorar y producir en las
reservas del Estado y el derecho de importar petróleo‖ (resaltado propio, Yeatts, 2004: 145). Esta omisión en
la Ley le confería libertades a Standard Oil y a Shell para importar hidrocarburos libremente.
37
Cabe recordar que los principales defensores de la nacionalización del subsuelo y del establecimiento de un
monopolio estatal provenían de las filas yrigoyenistas.

19
Capítulo 1. Antecedentes históricos

artículo 337 regulaba las importaciones y exportaciones de hidrocarburos fluidos 38 y


establecía regalías por un valor del 12% del producto bruto, reducibles al 8% ―en
circunstancias especiales‖ (Ley N° 12.161).
Según sostienen Roberto Kozulj y Víctor Bravo (1993), este marco normativo tendió a
beneficiar a la empresa estatal39 a raíz de que se encontraba en una etapa exploratoria, y de
algún modo limitó a los capitales privados:
―Esta Ley [la N° 12.161] establecía un régimen ecléctico que permitía la concurrencia del Estado,
a través de su empresa fiscal YPF, la participación privada mediante concesiones y la constitución
de sociedades mixtas.
En los hechos, como YPF estaba en plena exploración de zonas petrolíferas, sucesivos decretos
presidenciales extenderían por veinte años la declaración de zona de reserva para YPF a casi todo
el territorio nacional. Es decir, que la posibilidad de participación privada en esta actividad,
permitida por la Ley N° 12.161, resultaba impracticable.
Esto motivó que las dos principales empresas privadas existentes en el país, Esso y Shell,
dedicaran sus esfuerzos a la refinación de crudo y a la comercialización de derivados‖ (Kozulj y
Bravo, 1993: 15).

Sin embargo, la posición de Bernal gira en torno de que la Ley N° 12.161, al establecer la
figura de sociedad mixta, y los posteriores decretos, que fijaban las cuotas de importación a
las empresas privadas, tendieron a debilitar a Y.P.F. frente a éstas:
―YPF deja de ser ejecutora de la política nacional petrolera para convertirse en simple empresa
comercial. Amparado por la Ley 12.161, el control del mercado pasa a un trust integrado por YPF
y las empresas privadas, esto es, una sociedad mixta. El trust fijaba el consumo nacional de nafta
y las cuotas que correspondían a las partes (régimen mixto de comercialización y distribución),
con el agregado de prohibir a YPF hasta la más mínima rebaja de precios. Estos convenios
aseguraron ganancias extraordinarias a los consorcios anglo-norteamericanos y se mantuvieron en
secreto durante dos años. La opinión pública argentina se enteró de ellos en 1938, por medio de
publicaciones extranjeras.
YPF se debilitaba y el poder de los monopolios aumentaba proporcionalmente. A pesar de todo, y
aunque el desgaste de la maquinaria era un factor cada vez más crítico, la producción estatal
creció el 51% entre 1939 y 1945, consecuencia directa de la Segunda Guerra Mundial‖ (Bernal,
2005: 63-4).

En efecto, mientras que la explotación de Y.P.F. durante el período 1934-1949 creció a


una tasa anual acumulativa del 7,8% (con picos del 14,2% entre 1934 y 1939 y caídas del 5%
en el trienio 1943-1946), la actividad privada tuvo un lento pero persistente descenso en el
orden del 2,1% anual (Cuadro 1.4). En este sentido, si bien en el mercado secundario de
hidrocarburos40 Y.P.F. se vio perjudicada frente a las competidoras extranjeras, este período
se caracterizó por un considerable incremento de la extracción por parte de la empresa estatal,
a pesar de los impedimentos para importar maquinaria como consecuencia del conflicto
bélico mundial, frente a la persistente merma en la explotación de las concesiones privadas

38
No obstante, en 1937 por medio del Decreto N° 99.693 el Poder Ejecutivo autorizó a las compañías Esso y
Shell a importar productos para mantener sus participaciones en el mercado en valores no inferiores al 29,8% y
21%, respectivamente (Kozulj y Bravo, 1993; Bernal, 2005).
39
En esta misma línea, pero desde un marco analítico diverso, se ubica Yeatts para quien esta normativa ―había
significado un avance sustancial con respecto a la participación del Estado y las prerrogativas gubernamentales
en la actividad‖ (Yeatts, 2005: 165).
40
Por mercado secundario de hidrocarburos se entiende la refinación y comercialización del petróleo y sus
derivados.

20
Capítulo 1. Antecedentes históricos

que no realizaron las inversiones pertinentes (Barrera, 1958; Silenzi de Stagni, 1978;
Mansilla, 2007).

Cuadro 1.4. Evolución de la extracción de petróleo y participación de Y.P.F., empresas


concesionarias y total país, 1934-1949 (en m3 y %)
Y.P.F. Concesiones Total
3 3 3
(m ) (%) (m ) (%) (m ) (%)
1934 835.502 37,5 1.394.150 62,5 2.229.652 100,0
1935 943.839 41,5 1.329.131 58,5 2.272.970 100,0
1936 1.140.041 46,4 1.317.354 53,6 2.457.395 100,0
1937 1.261.773 48,5 1.338.208 51,5 2.599.981 100,0
1938 1.430.600 52,7 1.284.224 47,3 2.714.824 100,0
1939 1.625.204 54,9 1.333.964 45,1 2.959.168 100,0
1940 1.983.252 60,5 1.293.244 39,5 3.276.496 100,0
1941 2.226.798 63,6 1.272.957 36,4 3.499.755 100,0
1942 2.445.586 64,9 1.322.961 35,1 3.768.547 100,0
1943 2.632.901 66,7 1.315.511 33,3 3.948.412 100,0
1944 2.576.369 66,9 1.275.719 33,1 3.852.088 100,0
1945 2.456.894 67,5 1.180.625 32,5 3.637.519 100,0
1946 2.259.757 68,3 1.047.462 31,7 3.307.219 100,0
1947 2.425.716 69,8 1.047.551 30,2 3.473.267 100,0
1948 2.646.091 71,7 1.046.402 28,3 3.692.493 100,0
1949 2.580.097 71,8 1.011.277 28,2 3.591.374 100,0
Evolución interanual y tasa anual acumulativa
1934-39 (interanual) 94,5 -4,3 32,7
1934-39 (T.A.A.) 14,2 -0,9 5,8
1943-46 (interanual) -14,2 -20,4 -16,2
1943-46 (T.A.A.) -5,0 -7,3 -5,7
1934-49 (interanual) 208,8 -27,5 61,1
1934-49 (T.A.A.) 7,8 -2,1 3,2
Fuente: Elaboración propia en base a Anuarios de combustible de la Secretaría de Energía.

El ascenso al gobierno de Juan Domingo Perón (1946-1952 y 1952-1955) transformó


tanto cualitativa como cuantitativamente los cimientos del proceso de industrialización
sustitutiva de importaciones (ISI), lo que generó un considerable aumento del consumo
energético nacional. En este sentido, la política petrolera de su primer gobierno procuró
fortalecer a la empresa estatal y sentar bases sólidas para su desenvolvimiento, en tanto que
los tres años previos a su asunción, la extracción del país, e incluso de Y.P.F., estaba
disminuyendo producto del desgaste de los materiales y su imposibilidad para renovarlos
durante el período bélico. En esos años el descenso de la explotación del país fue del 16,2%.
Esta estrategia se basó en un nuevo proceso de inversiones —obstaculizado por las trabas
que impuso Estados Unidos a las importaciones argentinas (Kaplan, 1992; Bernal, 2005)—,
entre los que se encuentran la incorporación de 20 busques tanque 41 durante ambas
administraciones. Asimismo, en función de incrementar la producción energética y forjando
un cambio de mentalidad respecto del rol estratégico que debía jugar el gas natural en la

41
Es dable resaltar que esta incorporación fue la mayor compra realizada por un gobierno en la historia de
Y.P.F.. De los 70 buques que entre 1914 y 1983 adquirió la compañía, ésta representa el 29% del total.

21
Capítulo 1. Antecedentes históricos

matriz energética, en 1946 se creó la empresa estatal Gas del Estado que estaría encargada de
transportar y distribuir el gas natural extraído por Y.P.F..
Hacia 1947, la posición de Perón marcaría la estrategia que posteriormente se vería
plasmada en la reforma constitucional de 1949, abrevando en aquellas concepciones que
conciben al petróleo como un recurso estratégico:
―No entro a averiguar las causas que han motivado esta extraordinaria lentitud en explorar la
riqueza de nuestro subsuelo [durante los últimos 40 años], pero afirmo que estoy decidido a
modificar radicalmente la posición del Estado en punto al disfrute de las riquezas naturales. (…)
La política petrolera argentina ha de basarse en los mismos principios en que descansa toda la
política económica: conversión absoluta de la soberanía argentina sobre la riqueza de nuestro
subsuelo y explotación racional y científica por parte del Estado, advirtiendo que cuando el Estado
rescate la dirección inmediata y directa de los bienes que la Nación posee, no debe ya despojarse
del privilegio de seguir administrándolos, sin compartir sus funciones con otros intereses que no
sean los que corresponden a todos los argentinos‖ (en Salas, 2007a: 178-9).

En este sentido, las sucesivas disputas entre aquellos que proponían la nacionalización de
los yacimientos con un fuerte control de Y.P.F. contra los que pugnaban por la
provincialización y/o la privatización del sector se verían saldadas, momentáneamente, con la
Constitución Nacional aprobada en 1949, que en su artículo 40 establecía la propiedad estatal
del recurso:
―El Estado, mediante una ley, podrá intervenir en la economía y monopolizar determinada
actividad, en salvaguardia de los intereses generales y dentro de los límites fijados por los
derechos fundamentales asegurados en esta Constitución. Salvo la importación y exportación, que
estarán a cargo del Estado, de acuerdo con las limitaciones y el régimen que se determine por ley,
toda actividad económica se organizará conforme a la libre iniciativa privada, siempre que no
tenga por fin ostensible o encubierto dominar los mercados nacionales, eliminar la competencia o
aumentar usurariamente los beneficios.
Los minerales, las caídas de agua, los yacimientos de petróleo, de carbón y de gas, y las demás
fuentes naturales de energía, con excepción de los vegetales, son propiedad imprescriptible e
inalienable de la Nación, con la correspondiente participación en su producto que se convendrá
con las provincias‖ (en Bernal, 2005: 66).

Es de destacar que esta transferencia de la propiedad de dichos recursos al Estado


nacional saldaba la disputa que desde tiempos pretéritos se estaba desarrollando entre las
provincias y la nación. Sin embargo, no se refería expresamente, sino de forma indirecta, a la
prohibición de otorgar concesiones 42, ni impedía la participación del capital privado en el
mercado petrolero. La discusión en torno de la figura de las concesiones no era un dato
menor, en tanto que la declinación anual de la extracción privada, según denunciaban obreros
que trabajaban en los yacimientos de la Standard Oil, se debía al sabotaje realizado por los
directivos al anular algunos pozos productivos para presionar al Estado por mejores
condiciones para la empresa:
―Obreros petroleros de Neuquén denuncian reiteradamente hacia 1949, aportando pruebas y
estando en condiciones de ampliarlas, que la Standard Oil detiene la explotación y tapa pozos aún

42
Según sostiene Kaplan el artículo 40 presenta cierta confusión y contradicción con el Código de Minería: ―Se
trata, pues, no de una nacionalización integral, sino de una transferencia en favor del gobierno federal, y la
prohibición de concesiones a particulares resultaría de modo indirecto e incierto de la inalienabilidad. (…) No
decide el futuro de las concesiones preexistentes, escamoteándose así de nuevo la solución nacionalizadora
integral‖ (Kaplan, 1992: 177).

22
Capítulo 1. Antecedentes históricos

productivos (…), a pesar de disponer de nuevas máquinas e implementos. La administración de la


Standard Oil atribuye condiciones de zona improductiva a lugares donde a 100 metros YPF
perfora exitosamente (…) [o] en terrenos que, investigados luego por YPF, resultaron excelentes‖
(Kaplan, 1992: 212).

Sin embargo, la modificación de la Constitución Nacional permitió el desarrollo de la


empresa, principalmente, en términos de su extracción de petróleo.

1.2.3. De la nacionalización de los hidrocarburos a la primera entrega (1949-


1958)
El inicio del primer gobierno peronista, el cual convergió temporalmente con la
finalización de la Segunda Guerra Mundial, marcó el comienzo en el mercado petrolero
argentino de un continuo incremento —con la excepción del año 1949— de la extracción de
petróleo por parte de la empresa estatal. Dada la magnitud del aumento de la producción por
parte del ente estatal, la explotación del país en su conjunto tuvo un crecimiento considerable,
a pesar de la caída del sector privado; no obstante, producto del notable acrecentamiento de la
economía en su conjunto —y con ésta, del consumo energético— las importaciones de
combustibles siguieron siendo un factor importante en la balanza de pagos, entre el 20% y
25% (Bernal, 2005).
En cuanto a la extracción de gas natural, la creación de Gas del Estado significó un
cambio de considerable magnitud en torno de la extracción de este recurso. Conforme esto,
mientras que entre el decenio 1936-1945 su explotación se incrementó en un 14,0% (1,5%
anual), al pasar de una producción de 533 millones de m3 a 608 millones de m3; en los diez
años posteriores el crecimiento fue en derredor del 89,4% (7,4% anual) al ascender de 562
millones de m3 en 1946 a 1.065 millones de m3 en 1955.
En lo relativo al petróleo, entre la reforma constitucional y el derrocamiento del segundo
gobierno de Perón, la explotación de Y.P.F. aumentó un 57,6%. Sin embargo, hacia el final
de su primer mandato, Perón y parte de su equipo, consideraban que debía intensificarse la
extracción de petróleo nacional para lograr el autoabastecimiento energético y que la empresa
estatal no estaba en condiciones de realizar dichas tareas43. En ese marco, iniciada su segunda
administración, comenzaron negociaciones con la Standard Oil de California, que operaba en
el país bajo el nombre de Compañía California Argentina de Petróleo, para que, por medio de
un contrato de locación de servicios, explotara yacimientos pertenecientes a Y.P.F. 44. Esto le

43
En un discurso realizado poco antes del golpe militar que lo destituyó, Perón se refería al tema: ―Necesitamos
petróleo para producir energía. Hoy producimos aproximadamente 4.000.000 de metros cúbicos; dentro de dos
años, deberemos sacar ocho millones para satisfacer nuestro consumo, pero al cabo de cinco años necesitamos
veinte millones de metros cúbicos. Si esa es la progresión que debemos seguir, yo me pregunto si con YPF
podemos llegar a cumplir ese objetivo produciendo actualmente cuatro millones solamente. Por eso hemos
llamado a los que quieran venir a trabajar para extraer petróleo que nosotros, desgraciadamente, no podemos
obtener en el plazo en que lo necesitamos‖ (en Salas, 2007a: 179).
44
El contrato preveía otorgarle a la filial local de la Standard Oil of California una concesión exclusiva por 40
años, prorrogable por cinco más, para catear, explorar y explotar petróleo en una zona de 50 mil kilómetros, que
iría disminuyendo al 50% durante los primeros ocho años y luego de los veinte años, le quedaría el 10%. El
precio del petróleo extraído y vendido a Y.P.F. sería en moneda local y estaría fijado por el promedio de las
cotizaciones de cuatro empresas del este de Texas (Humble Oil and Refining Co., subsidiaria de la Standard Oil
of New Yersey; The Texas Co.; Shell Oil Co. y Gulf Oil Co.) deducido el 5%. Asimismo, la compañía tendría
libertad para remesar en dólares los importes que cobrara por los hidrocarburos extraídos. En el contrato se le

23
Capítulo 1. Antecedentes históricos

valió la oposición del arco político que abogaba por la monopolización por parte de Y.P.F.
del mercado de hidrocarburos45, que tuvo como figura resonante a Arturo Frondizi con su
libro Política y petróleo, quien frente a la propuesta del Poder Ejecutivo Nacional de firmar el
contrato con la empresa extranjera, expresó ante la Comisión del Partido Radical:
―De cualquier modo que se presente el asunto debemos estar en contra de toda política que
implique aumentar el poder de los consorcios. Y.P.F. no necesita que esos consorcios trabajen
para ella. Si Estados Unidos está dispuesto a enviar máquinas perforadoras al país, debemos
comprárselas, para que las manejen manos argentinas, que aseguren una explotación racional de
los pozos. Si el trabajo en cambio, se entrega a las empresas, éstas podrán elegir las razones más
productivas (sic) y efectuar la extracción hasta el momento que le resulte provechoso, pues el
costo de explotación aumenta a medida que se va agotando el yacimiento‖ (en Barrera, 1958:
120).

A pesar de ello, este contrato nunca se implementó dado que el golpe militar que instauró
en el gobierno a la autodenominada Revolución Libertadora, finalizó con el segundo mandato
de Perón, en el momento en que su implementación estaba siendo analizada por el Congreso.
El nuevo gobierno de facto (1955-1958) derogó la Constitución Nacional y restableció la
de 1853, con lo cual se volvía a fojas cero en torno de la propiedad del subsuelo, dado que se
restauraba el Código de Minería. En los albores de ese gobierno, por medio del Decreto N°
15.026/56, se implementó el Plan de Reactivación de Y.P.F., que pocos efectos produjo. No
obstante, subrepticiamente se inició, en el plano de las ideas, una campaña de desprestigio de
la empresa estatal (Barrera, 1958; Bernal, 2005). En el plano material dicho descrédito se
observa en el carácter lesivo de los impuestos que se aplicaban a la empresa estatal en la
venta de sus productos finales. En efecto, hacia 1956 por cada litro de nafta dispensado por
Y.P.F., cuyo precio era de 2 pesos moneda nacional, la compañía retenía 76 centavos, es
decir, el 38%. La finalidad ulterior, al igual que durante los períodos previos por parte de
aquellos sectores proclives a la privatización y extranjerización del sector, era generar vetas
en la estructura de la empresa para justificar el ingreso del capital privado —principalmente,
extranjero— al mercado primario de hidrocarburos. En este sentido, a un mes de las
elecciones que terminaron proclamando presidente a Arturo Frondizi, la dictadura emitió el
Decreto N° 933/58, el cual autorizaba a Y.P.F. a celebrar contratos de locación de obra y
servicios con empresas privadas. No obstante, si bien durante estos años hubo ciertos embates
de algunos sectores a partir de la posibilidad que abría la derogación de la Constitución
Nacional, la relación de fuerzas imperante con respecto a la disputa por la nacionalización del
recurso, parecería haber generado una masa crítica favorable a dicha concepción, por lo que
no se vieron retrocesos significativos al respecto.

exigía una inversión de trece millones de dólares a realizar en cuatro años y se establecía que el Estado se
quedaría con el 50% de las ganancias que obtuviera la firma (Yeatts, 2004; Bernal, 2005; Salas, 2007a).
45
Entre las críticas más resonantes se encuentran las del abogado y profesor titular de Derecho Agrario y
Minero de la Facultad de Derecho de la Universidad de Buenos Aires, Adolfo Silenzi de Stagni, ex colaborador
de Perón, quien sostenía que las extensiones entregadas a la empresa eran ochenta y tres veces superiores al
máximo que fijaba la legislación vigente. Asimismo, cuestionaba que, operando en el país con costos locales,
menores a los internacionales, el precio estuviera fijado por la cotización de cuatro empresas norteamericanas y
que debiera ser pagado en dólares, cuando las importaciones de combustible se hacían desde la zona de la libra
esterlina, con la cual se tenía un comercio más fluido y era más sencillo conseguir la moneda de pago (en Yeatts,
2004; Salas, 2007a).

24
Capítulo 1. Antecedentes históricos

Restablecida la democracia, el presidente Frondizi (1958-1962), quien había sido crítico


de la política de Perón de incrementar la extracción nacional de crudo a partir del contrato
con la Standard Oil de California, retomando el Decreto N° 933/58, firmó los primeros
contratos de locación y servicios con el capital privado para explotar yacimientos de la
empresa estatal. La justificación teórica de dicha posición se basaba en que, según sostenía,
era imperioso alcanzar el autoabastecimiento para no depender de las importaciones de
combustibles y consolidar, así, el desarrollo económico 46.

1.2.4. De la primera entrega a la última y final (1958-1989)


El gobierno ―desarrollista‖ de Frondizi concebía que era necesario captar ahorro externo
para suplir las falencias locales. Su ascenso al Poder Ejecutivo convergió con una nueva
oleada de inversiones extranjeras transnacionales, principalmente de origen norteamericano,
que dieron inicio a la segunda fase del patrón de acumulación sustentado sobre la base de la
sustitución de importaciones (1958-1975), vinculada a la fabricación de bienes intermedios y
de consumo durable (Azpiazu, 1986). En este sentido, la incorporación del capital privado,
principalmente foráneo, al mercado primario de hidrocarburos, bajo la forma de contratos de
locación de obra y servicios con Y.P.F., era considerado subóptimo ante la imposibilidad de
la compañía estatal para extraer el petróleo necesario, dada la carencia de ahorro interno para
poder canalizarlo en términos de inversiones en el sector. Esto, a su vez, generaría un
aumento de las divisas disponibles ante la disminución de las importaciones de combustible
como consecuencia del incremento en la explotación de petróleo y gas natural y, afirmaban,
contribuiría a evitar la crisis de balanza de pagos.
Hacia noviembre de 1958 se sancionó la Ley N° 14.773 que restablecía la nacionalización
de los recursos naturales y fijaba la necesidad de incrementar las extracciones para alcanzar el
autoabastecimiento petrolero. Conforme esto, establecía que los yacimientos de
hidrocarburos sólidos, líquidos y gaseosos ubicados tanto en el territorio nacional como en la
plataforma submarina eran ―bienes exclusivos, imprescriptibles e inalienables del Estado
Nacional‖ (art. 1) y que las provincias petroleras gozarían de la participación que les
correspondiera en caso de poseer hidrocarburos (el 50% del producto neto de la explotación
de su territorio) (art. 5). Asimismo, a la vez que prohibía explícitamente el otorgamiento de
nuevas concesiones (art. 4), respetaba las existentes con antelación al primero de mayo de
1958 (art. 3). Además, concedía prioridad a este sector de la economía para dirigir
inversiones desde el Estado por la necesidad de incrementar la extracción (art. 8) y establecía
la responsabilidad para desarrollar la actividad de petróleo y gas natural a las empresas
estatales, Y.P.F. y Gas del Estado (art. 2).

46
La creciente demanda energética a partir del proceso industrializador generaba incrementos en las
importaciones de petróleo, gas natural y sus derivados, con el consecuente aumento en la utilización de divisas.
El acrecentamiento de las compras al exterior del sector energético junto con las crecientes importaciones de
bienes intermedios y de capital para satisfacer las demandas de la industria, presionaban, en términos de la
disponibilidad de divisas, sobre la balanza de pagos al punto que, en determinado momento del ciclo, las
importaciones superaban las exportaciones. Este ciclo, denominado stop & go, culminaba con un freno en la
economía con la consecuente caída de la producción y el cambio de política económica, a raíz de la devaluación
—entre otras medidas— y la modificación de los precios relativos. En este sentido, el objetivo declarado del
desarrollismo era alcanzar el autoabastecimiento de petróleo crudo para liberar divisas a la industria y evitar o
acotar dichos ciclos.

25
Capítulo 1. Antecedentes históricos

La contradicción que se presentaba entre, por un lado, la firma de contratos petroleros con
empresas privadas y, por el otro, atribuirle un rol protagónico a las empresas estatales en lo
relativo a los hidrocarburos, según sostienen Kozulj y Bravo, era ―producto del equilibrio de
fuerzas existentes en el gobierno entre los partidarios de un substancial incremento en la
participación privada y los partidarios del predominio o monopolio de la empresa pública
petrolera‖ (Kozulj y Bravo, 1993: 16). Los contratos se insertaban en la lógica desarrollista
de incrementar la productividad y producción local aún mediante la extranjerización de los
sectores más dinámicos de la economía.
La anulación de la figura de concesiones y la creación de los contratos de locación de
obra, le permitía a Y.P.F. ser propietario de los hidrocarburos extraídos y disponer de ellos, lo
cual estaba vedado con el régimen de concesión. Los contratos, firmados en su mayoría con
capitales foráneos (Cuadro 1.5), estuvieron direccionados, principalmente, a la explotación de
áreas descubiertas por la empresa estatal, aunque también hubo destinados a la exploración de
zonas reservadas a Y.P.F..
Esta modalidad recibió críticas de los sectores que procuraban profundizar el predominio
de Y.P.F. en el sector. En lo sustancial, se cuestionaba que se entregara a capitales extranjeros
actividades que, según afirmaban, podía realizar la empresa estatal. El argumento central en
derredor del cual giraban las críticas era que Y.P.F. había ejecutado las inversiones, tanto de
equipos como presupuestarias, para encontrar hidrocarburos en las diversas cuencas del
territorio nacional y luego se acordaba la explotación con empresas privadas a precios
cercanos a los internacionales, cuando éstas no habían realizado las inversiones en
exploración y, por tal razón, poseían costos marcadamente menores. Uno de los ejemplos más
ilustrativos de esta situación lo representaba el contrato entre Y.P.F. y la empresa de Estados
Unidos, Pan American Oil Company47, a la cual se le otorgó una zona de exclusividad de 4

47
Estos contratos que eran realizados entre Y.P.F. y cada una de las compañías privadas, a diferencia de las
concesiones, establecían que el petróleo extraído debía ser vendido a la empresa estatal a un precio fijado con
antelación. El contrato suscripto entre Y.P.F. y la compañía norteamericana Pan American International Oil
Company, le permitía a esta empresa, por el plazo de quince años prorrogables por cinco más, extraer
hidrocarburos de dos áreas en las que el año anterior Y.P.F. había descubierto petróleo: Cerro Dragón y
Cañadón Grande, por un lado, y Anticlinal Grande, por el otro. El acuerdo establecía que Pan American debía
entregar todo el petróleo extraído a Y.P.F. al precio de 10 dólares el m 3, 60% en divisa norteamericana y 40% en
moneda nacional, durante los primeros cinco años y luego, hasta el final del contrato, el valor estaría fijado por
el promedio de los precios de Venezuela, el Golfo Pérsico y el sur de Estados Unidos. El precio internacional
durante 1958 fue de 13 dólares el m3, por lo que la renta petrolera apropiada por la empresa se encontraba
cercana a la internacional —o superior—, máxime considerando que dentro de los costos de producción, la
exploración —proceso que no debió realizar la empresa— es el principal. Asimismo, ante el cumplimiento de lo
pactado por la compañía, el artículo 10 establecía: ―YPF toma a su cargo, durante toda la duración de este
contrato, sin derecho a reembolso, el pago de todos los impuestos, tasas, contribuciones, tributos, derechos,
gravámenes o recargos de cualquier tipo y naturaleza, de que la Compañía o sus sucesores y/o los contratistas y
subcontratistas de aquéllos, resulten deudores‖ (Contratos, 1958: 46). Además, uno de los artículos fijaba que si
la compañía consideraba que alguna de las áreas, o ambas, no eran económicamente explotables, podía rescindir
el contrato, respecto de una o ambas zonas, y retirar ―sus equipos de perforación y todos los demás bienes de su
propiedad que no se hallen adheridos al suelo de una manera permanente (…) [e] YPF se hará cargo sin derecho
a reembolso, de cualquier impuesto, tasa, contribución, derecho gravamen o recargo, que eventualmente tuviera
que abonar la Compañía en ocasión de exportar sus bienes o equipos‖ (Contratos, 1958: 45). Es decir, los
beneficios concedidos al capital privado establecían un negocio altamente rentable y de muy bajo o nulo riesgo
minero, dado que, además de extraer petróleo descubierto por Y.P.F., podían transferir grandes cargas fiscales a
la empresa estatal.

26
Capítulo 1. Antecedentes históricos

mil kilómetros cuadrados para explotar áreas que —ya se avizoraba— eran de gran
potencialidad:
―En un plano confeccionado por Y.P.F. en julio de 1957, sólo figuran dos estructuras petrolíferas,
Anticlinal Grande y otra de menor importancia. Actualmente, a poco más de un año [agosto de
1958], se conocen 23, entre las cuales se encuentran Cerro Dragón y Cañadón Grande de
excepcional importancia. Estos yacimientos cubren una extensión de poco más de 30 kilómetros
cuadrados, donde pueden ubicarse ya 400 pozos, más otros 1.000 en los noventa kilómetros
colindantes comprobados como petrolíferos. Todo hace prever que la extensa zona de 4.000
kilómetros cuadrados concedida a Pan American por veinte años en exclusividad, es de una
extraordinaria riqueza‖48 (Barrera, 1958: 131/2).

En este sentido, también disentían, por un lado, en que los únicos inconvenientes para
expandir la producción de crudo del país provinieran de la incapacidad de incrementar la
explotación por parte de Y.P.F. y se señalaban problemas relativos al transporte49 y, por el
otro, en las propias características de los acuerdos rubricados ya que, sostenían, perjudicarían
a la propia empresa, tanto por las cláusulas que contenían como por el precio acordado.
Estos acuerdos que permitían el ingreso del capital extranjero eran interpretados desde los
sectores que se oponían, como una entrega de la soberanía nacional a los intereses de las
potencias mundiales, que generaba una nueva interferencia para lograr independizarse de los
países centrales.
Contrariamente, la posición del gobierno, expresada años después por el entonces director
de Y.P.F., Arturo Sábato, giraba en torno de un cambio en la lógica conceptual: la soberanía
ya no era entendida a través de una idea eminentemente nacional, es decir, en términos de que
solamente la empresa estatal debía extraer los hidrocarburos, sino que era concebida desde
una lógica pragmática. Esto es, para continuar con el desarrollo de la economía era menester
extraer hidrocarburos de los yacimientos sin adentrarse en la discusión respecto del origen del
capital que realizara esos trabajos. El objetivo era alcanzar el autoabastecimiento para lograr
contraer las importaciones de combustibles y contribuir a evitar la crisis de balanza de pagos
(Sábato, 1974 en Bernal, 2005).

48
Es dable resaltar que, en 2008, esta misma área representaba la reserva de petróleo más grande del país con
94,2 millones de m3, el 30% del total de la Argentina.
49
En este sentido, un analista de la época resaltaba: ―La gran valla con la que ha chocado siempre Y.P.F. ha sido
la escasez de transporte para que su producción pueda llegar a los mercados. Mendoza, actualmente, produce
con reducción de sus posibilidades por falta de vagones‖ (Barrera, 1958: 9), y refiriéndose a los yacimientos de
Salta y cuestionando la necesidad del arribo de capital extranjero para incrementar la extracción, agregaba: ―El
principal problema es de transporte y quedará solucionado en gran parte con la construcción del oleoducto de
Campo Durán a San Lorenzo y el gasoducto hasta Buenos Aires, cuya contratación efectuó Y.P.F. con T.I.P.S.A.
y que deberá estar finalizado para fines de 1960 o principios de 1961‖ (Barrera, 1958: 107). Esto, a su vez, fue
reconocido meses después por el mismo Frondizi, cuando en su discurso brindado el 24 de julio de 1958
manifestó: ―La construcción del oleoducto del Norte, que ya llega a Tucumán, y las obras del oleoducto de
Mendoza, actualmente en licitación, serán concluidas rápidamente. Ambas obras constituyen aportes
considerables a la solución de nuestro problema petrolero, pues la producción actual de Salta y la futura de
Mendoza se encuentran frenadas por la falta de medios adecuados de transporte del petróleo hasta las grandes
refinadoras‖ (Frondizi, 1958: 3).

27
Cuadro 1.5. Empresas contratistas de Y.P.F., objetivo de los contratos, desarrollo de la actividad y origen del capital, 1958-1962
Objetivo del contrato Empresa Fecha Desarrollo de la actividad Origen del capital
Perforación SNPA Forez may-58 S/I* Francia
Ente Nazionali Hidrocarburi may-58 S/I Italia
Astra jul-58 Comodoro Rivadavia Alemania
Terminación de pozos y Lane Wells Company jul-58 Determinado por Y.P.F. Estados Unidos
reparación de pozos de
explotación
Exploración y Explotación Pan American Oil Co. ago-58 Comodoro Rivadavia Estados Unidos
Explotación Carl Loeb, Rhoades & Co. (Banco Loeb ago-58 Comodoro Rivadavia y Mendoza Estados Unidos
y Cities Service)
Cabeen Co. sep-58 Santa Cruz S/I
Mantenimiento y Industrias Siderúrgicas Grassi S.A. sep-58 Mendoza S/I
explotación de pozos
Exploración y Explotación Union Oil Co. of California sep-58 Santa Cruz y Chubut Estados Unidos
Terminación de pozos y Tecnicagua S.A. Comercial e Industrial sep-58 Mendoza y provincias vecinas Argentina
reparación de pozos de
explotación
Exploración y Explotación ESSO sep-58 Neuquén, Mendoza, Río Negro y sur de Estados Unidos
Buenos Aires
Diadema Argentina S.A. (Shell) ene-59 Buenos Aires y Río Negro Anglo-holandesa
Tennessee jun-59 Tierra del Fuego Estados Unidos
Explotación Kerr McGee jul-59 Santa Cruz Estados Unidos
Grupo ENI ago-59 Comodoro Rivadavia Italia

Capítulo 1. Antecedentes históricos


South Eastern Drilling Co. sep-59 Comodoro Rivadavia Estados Unidos
CADIPSA feb-62 Chubut S/I
Ohio Oil S/I Santiago del Estero y Tucumán Estados Unidos
Continental Oil S/I Santiago del Estero y Tucumán Estados Unidos
* S/I: Sin información.
Fuente: Elaboración propia en base a Contratos (1958; 1959); Kozulj y Bravo (1993)

28
Capítulo 1. Antecedentes históricos

Asimismo, sostenían que la compra de 36 equipos de perforación y máquinas de bombeo


para la empresa estatal, iba en el sentido de fortalecer su desarrollo y el del conjunto del
sector. En paralelo, establecían una defensa del contenido de los contratos y principalmente
de los precios acordados. Según datos presentados por Sábato, los valores pagados a los
contratistas por el petróleo extraído eran inferiores a los costos que poseía ―Y.P.F.
administración‖50. En este sentido, mientras los costos de la empresa estatal durante 1962 y
1963 eran de 10,12 dólares el m3 en Chubut y 7,74 dólares el m3 en Mendoza, los de las
contratistas eran 9,32 (Pan American Oil Co.) y 7,58 (Banco Loeb) dólares el m3,
respectivamente (Sábato, 1974 en Bernal, 2005).
En los hechos, la política implementada por el gobierno desarrollista generó fuertes
aumentos en las inversiones del sector, en términos de pozos perforados, que redundaron en
un marcado incremento de la extracción de petróleo. En este sentido, la explotación del país
entre 1958 y 1962 creció un 175%, empujada por la producción de Y.P.F. administración que
se incrementó en igual período un 110% y de los capitales privados que poseían contratos
(―Y.P.F. contratos‖) los cuales, en apenas cuatro años, alcanzaron los 4,7 millones de m3,
nivel que, con ciertas oscilaciones, se mantendría durante ocho años. En relación con la
extracción de las empresas privadas que poseían concesiones, mantuvieron la persistente
caída iniciada en 1934, que recién se revertiría en 1975. Conforme esto, y la caída del PBI en
los años 1959 y 1962/3 que afectaron el consumo energético, la importación de petróleo se
redujo notablemente: en 1963 se compraron al exterior 950 mil m3 —el 12,6% de lo que se
había adquirido en 1958—, al tiempo que, medido con respecto a la extracción nacional,
mientras que en 1958 las importaciones representaban el 133% de lo explotado en el país, a
los cuatro años habían descendido al 6% (por el doble efecto de la disminución de las
compras externas y la expansión en la explotación).
Esta combinación de marcado incremento inicial de la extracción privada por contratos
con posterior estancamiento, permite sostener que se debió, por un lado, a que la explotación
se realizó en yacimientos que habían sido explorados por Y.P.F. —como, por ejemplo, Cerro
Dragón— y sobre los que se conocía su potencialidad y, por el otro, pero en estrecha relación
con el punto anterior, a la alta productividad que poseían dado su reciente descubrimiento o
falta de explotación. En este sentido, es dable afirmar que el riesgo minero de dichas
inversiones fue relativamente bajo o casi nulo.
En segundo lugar, los mayores costos presentados por Sábato con respecto a la
explotación de Y.P.F. administración pueden estar expresando, por un lado, la maduración de
los yacimientos sobre los cuales estaba trabajando desde hacía varios años la empresa estatal
lo que los tornaba menos productivos que las zonas explotadas por los contratistas,
recientemente descubiertas (por Y.P.F.). Por el otro, que los costos que presentaban las áreas
explotadas por Y.P.F. contemplaban las inversiones en exploración, los cuales eran
notablemente inferiores para los contratistas en las zonas que producían, dado que dicha
inversión ya estaba realizada; de este modo, la renta petrolera obtenida por los capitales
privados podía ser cercana —o hasta superior— a la internacional. En este sentido, por renta
petrolera se entiende la diferencia entre, por un lado, el precio del mercado internacional y,
50
Por Y.P.F. administración se entiende la explotación que realizaba exclusivamente la empresa estatal con
equipos propios. Asimismo, por Y.P.F. contratos se alude a la extracción que efectuaban las compañías privadas
en áreas reservadas a Y.P.F., y cuyo producto era propiedad de la empresa pública.

29
Capítulo 1. Antecedentes históricos

por el otro, los costos de extracción (adicionado costos de transporte, procesamiento y


distribución) y una ganancia sobre el capital invertido. Conforme esto, la renta está asociada a
la productividad de cada yacimiento. Realizando una escisión analítica entre lo ―económico‖
y lo ―político‖ en derredor de la conformación del precio internacional del petróleo, desde su
aspecto ―económico‖ se calcula en función de los costos de extracción del pozo marginal que
se incorpora conforme la demanda petrolera del período. En cuanto a las razones ―políticas‖,
el boicot de la OPEP que determinó un marcado aumento de precios, deviene en otra forma
de conformación de precios. Es dable resaltar que las variables ―políticas‖ y ―económicas‖
por lo general no se encuentran en estado ―puro‖ sino que interactúan en un proceso
dialéctico continuo.
En tercer lugar, el hecho de que el equipamiento de Y.P.F. realizado por el gobierno haya
derivado, en apenas cuatro años, en que la extracción de la empresa más que se duplicara,
alcanzando una tasa de crecimiento anual acumulativo en torno del 20%, permite cuestionar
el discurso que pregonaba la incapacidad de la empresa para alcanzar el autoabastecimiento,
por lo menos, en el mediano plazo. En este sentido, si se analiza el desempeño de Y.P.F.
administración respecto de las compañías contratistas, procurando neutralizar las extracciones
anteriores para generar una línea de base desde la cual medir ambas dinámicas entre 1959 y
1963, se puede observar que la empresa estatal extrajo un 14,8% más que sus competidoras
privadas51 (Cuadro 1.6).

Cuadro 1.6. Evolución de la extracción de petróleo, 1958-1963 (en m3 y %)


Variación
Y.P.F. Variación
Y.P.F. Y.P.F. interanual
administración interanual Y.P.F. Variación
administración contratos Y.P.F.
3 neto 1958 (en administración 3 (en %)
(en m ) (en m ) contratos (en
m3)* neto 1958 (en %) (6= 2 / 4)
(1) (4) %)
(2) (3)
(5)
1958 4.963.700
1959 6.127.200 1.163.500 326.900 255,9
1960 7.126.182 2.162.482 85,9 2.465.016 654,1 -12,3
1961 9.134.587 4.170.887 92,9 3.773.740 53,1 10,5
1962 10.437.762 5.474.062 31,2 4.688.670 24,2 16,8
1963 10.318.648 5.354.948 -2,2 4.703.554 0,3 13,8
1959-1963 43.144.379 18.325.879 15.957.880 14,8
* El cálculo de extracción realizado consiste en descontar a cada período la explotación del año 1958 para, de
algún modo, equiparar —en términos efectivos o netos— los niveles de producción privada con los estatales —
luego del equipamiento de Y.P.F.—. Esto no permite omitir el conocimiento acumulado por Y.P.F., pero da un
proxy cercano al desempeño de ambos sectores —público y privado— tomando como punto de partida 1959,
dado que también es dable considerar la maduración en los pozos en los que operaba Y.P.F. y la productividad
de los de los contratistas.
Fuente: Elaboración propia en base a Anuarios de combustible de la Secretaría de Energía.

De esta manera, es plausible afirmar que la imposibilidad de Y.P.F. para alcanzar niveles
de extracción ―óptimos‖, se debió al clima de descrédito generado en torno de Y.P.F. desde
tiempos pretéritos —cuya finalidad era la incorporación masiva del capital extranjero al

51
Si se toma desde 1960, año en que ya se consolida la extracción privada por medio de contratos, el diferencial
a favor de Y.P.F. administración es menor, pero considerable, 9,8%. Asimismo, visto en un lapso más extenso,
1958-1967, este margen vuelve a ampliarse en tanto que la empresa estatal extrajo un 32,4% más que el capital
privado contratista.

30
Capítulo 1. Antecedentes históricos

mercado ampliado, pero principalmente primario, de hidrocarburos—, más que a los hechos
en sí mismos.
Por último, es posible cuestionar el argumento del gobierno, basado en que el ingreso de
capitales extranjeros al mercado primario de hidrocarburos permitiría un ahorro considerable
de divisas a partir de la reducción de las importaciones. La lógica de acumulación ampliada
del capital, en el marco de una economía capitalista dependiente 52 como era —y es— la
Argentina, genera una constante transferencia de divisas al exterior en términos de utilidades,
royalties y/o repatriaciones producidas luego del proceso de valorización del capital 53. Si bien
en una primera instancia entre 1960-61, instrumentadas las políticas derivadas de las Leyes
N° 14.780 de inversiones extranjeras54 y N° 14.781 de promoción industrial, se generó un
saldo positivo, de 122,2 millones de dólares y 121,6 millones de dólares, respectivamente,
como producto de la combinación de, por un lado, la disminución de las remesas enviadas al
exterior y, por el otro, un considerable incremento del ingreso de capitales, en el total del
período se aprecia un constante giro de divisas en calidad de repatriación de capitales, y,
fundamentalmente, dividendos en efectivo. En este sentido, entre 1958 y 1964 el saldo entre
ingresos y egresos de capital, arrojó un déficit de 1.913,7 millones de dólares (Azpiazu,
1986). Nada hace suponer que la dinámica adquirida por el mercado primario de
hidrocarburos se aleje de la del conjunto de la economía. En efecto, esto parecería
confirmarse con el estudio realizado por la comisión investigadora de la Cámara de
Diputados que en 1964 evaluó los acuerdos firmados. Retomando el trabajo de Solberg
(1986), Bernal expresa: ―El informe de la comisión investigadora (…) acusaba de soborno a
las compañías petroleras y reunía estadísticas para demostrar que la salida de las ganancias
excedía los ahorros de importaciones‖ (Bernal, 2005: 86). En este sentido, es posible sostener
que el efecto multiplicador de las inversiones petroleras sobre la macroeconomía, como

52
Se utiliza el término de economía dependiente simplemente para referirse al proceso por el cual el desarrollo
de la actividad económica local está sujeta a los patrones de consumo de los países desarrollados, por un lado, y
a la innovación tecnológica, por el otro. Es decir, para profundizar el patrón de acumulación sustentado en la
valorización industrial del capital, era menester importar tecnología de los centros de poder, los cuales destinan
altos porcentajes de su PBI a la innovación tecnológica, lo que genera una dependencia respecto de los mismos,
dado que no existe un desarrollo tecnológico endógeno. El ciclo de incorporación de capital se cierra con el
drenaje de divisas, en términos de utilidades, royalties y/o repatriaciones al exterior lo que termina consolidando
la propia dependencia (Braun, 1970; Cimillo y otros, 1973).
53
En función de estudios realizados: ―Todas las estadísticas referidas a la inversión directa en Argentina (en
cualquier período histórico) revelan que a largo plazo las salidas por utilidades son mayores que los ingresos de
capital. (…) No necesitan reinvertir la masa de sus utilidades (salvo a veces cuando se hallan en pleno proceso
de expansión) y pueden remitir al exterior el grueso de la misma. En el período 1959-69 los beneficios obtenidos
por el conjunto de las inversiones estadounidenses en la Argentina alcanzaron a 985 millones de dólares, de los
cuales fueron remitidos 636 millones‖ (Cimillo y otros, 1973: 161).
54
La Ley de inversiones extranjeras N° 14.780, sancionada en 1958, carecía de regulaciones respecto del giro de
divisas por parte del capital extranjero que invirtiera en la Argentina al establecer que las transacciones
correspondientes se harían por medio del mercado libre y sin límite alguno. Asimismo, admitía que las empresas
que se radicaran en el país utilizaran en la producción bienes de capital usados, lo que le permitía una doble
amortización de las maquinas ya que incorporaban localmente tecnología obsoleta para los países desarrollados.
Ésta se diferenciaba de la Ley N° 14.222 de 1953, que establecía un tope a la transferencias de remesas, las
cuales podían realizarse recién luego de dos años de radicado en el país y por un monto que no superara en un
8% al del capital originariamente invertido. Las utilidades que excedieran ese porcentaje, establecía la Ley:
―Quedarán definitivamente nacionalizadas y no podrán ser transferidas al exterior bajo ningún concepto‖ (en
Cimillo y otros, 1973: 76).

31
Capítulo 1. Antecedentes históricos

producto de los contratos con el capital extranjero, pudo haber sido considerablemente menor
que si Y.P.F. se hubiera hecho cargo de la extracción de los yacimientos en cuestión.
En lo que respecta a la explotación de gas natural, se aprecia una profundización de la
política iniciada durante el gobierno de Perón, dado que dejó de ser venteado al considerarse
un recurso de significativa trascendencia para lograr el autoabastecimiento energético.
Conforme esto, en el Cuadro 1.7 se observa la variación en la explotación en el total del país,
la cual se incrementó, entre 1958 y 1962, a una tasa anual acumulativa del 39,0%,
traccionada, fundamentalmente, por la extracción de Y.P.F. (41,6%). Sin embargo, a pesar de
este contundente crecimiento, el consumo de gas natural en la matriz energética representaba
en 1960, apenas, el 6,6% (Barrera y Vitto, 2009).

Cuadro 1.7. Evolución de la extracción de gas natural, 1958-1962 (en miles de m3 y %)


Contratos y áreas
Y.P.F. Concesiones Total
recuperadas
(miles de (miles de (miles de (miles de
(%) (%) (%) (%)
m3 ) m3)* m3 ) m3 )
1958 1.394.040 84,3 - 0,0 259.857 15,7 1.653.897 100,0
1959 1.924.517 89,4 - 0,0 227.930 10,6 2.152.447 100,0
1960 3.219.312 90,7 134.820 3,8 196.211 5,5 3.550.343 100,0
1961 4.534.047 92,4 210.621 4,3 163.908 3,3 4.908.576 100,0
1962 5.603.184 90,8 427.919 6,9 141.913 2,3 6.173.016 100,0
Evolución interanual y tasa anual acumulativa
1958-1962
301,9 217,4 -45,4 273,2
(interanual)
1958-1962
41,6 78,2 -14,0 39,0
(T.A.A.)
*La evolución interanual y la tasa de crecimiento corresponden a los años 1960-1962.
Fuente: Elaboración propia en base a Anuarios de combustible de la Secretaría de Energía.

El golpe de Estado de 1962, finalizó con el gobierno desarrollista de Frondizi, pero


mantuvo la estructura legal vigente hasta entonces. No obstante, al asumir en octubre del año
siguiente el Poder Ejecutivo el presidente Arturo Illia (1963-1966), quien había basado parte
de su campaña en las críticas a la modalidad contractual implementada por su antecesor
democrático, al mes de iniciada su administración, firmó los Decretos N° 744/63 y 745/63
que anulaban los contratos firmados entre Y.P.F. y las empresas privadas durante el gobierno
de Frondizi, incluso, de algunos que fueron acordados durante el gobierno de facto de Pedro
Eugenio Aramburu55.
Los contratos se declaraban ―nulos, de nulidad, por vicios de ilegitimidad [por] ser
dañosos a los derechos e intereses de la Nación‖ y, por tal motivo, restablecieron a Y.P.F. las
áreas anteriormente asignadas al capital privado, la que se hizo ―cargo de todas las
actividades que se fijaron a las empresas contratantes (art. 5)56. Entre las razones esgrimidas

55
Entre los principales contratos anulados se encontraban los de las siguientes compañías: Astra CAPSA;
CADIPSA; Continental Oil Co.; ENI; Esso Argentina; Esso SAPA; Kerr Mc Gee Oil Industries S.A.; Loeb,
Rhoedes and Co.; Pan American Oil Co.; Shell; Tennessee Argentina S.A.; Societá Nazionale Metanodotti;
South Eastern Drilling Co.; The Ohio Oil Co. y Union Oil Co. California (Yeatts, 2004; Bernal, 2005; Salas,
2007b).
56
A raíz de esto, Alejandro Bulgheroni, fundador del Grupo Bridas, quien desde 1948 poseía un almacén de
ramos generales a través del cual asistía, fundamentalmente, a las empresas contratistas de Y.P.F. S.E., adquirió

32
Capítulo 1. Antecedentes históricos

para su anulación, vale destacar que el gobierno consideraba que, por la magnitud de las
cifras implicadas, ―debieron ajustarse a las exigencias de una licitación pública y no de un
concurso privado de precios, y menos aún elegir el procedimiento de una contratación
directa‖. Asimismo, afirmaban en los considerandos de ambos decretos:
―Esta violación a las normas estatutarias y legales en materia de contratación a que deben
someterse todas las empresas del Estado, ha permitido que la empresa estatal se perjudicara en
sumas ingentes al tener que pagar tarifas extremadamente elevadas, como mínimo un 50% más
altas a las que comúnmente se aceptan para esta clase de trabajo, encareciendo
desproporcionalmente el costo de las perforaciones‖.

Además de criticar la modalidad de contratación y la forma en que se estableció, a raíz de


los altos precios pagados, sostenían que los contratistas ya habían recuperado parte
considerable de la inversión realizada, y agregaban:
―Hecho éste que resulta de extraordinaria importancia si se tiene en cuenta que sólo han
transcurrido cinco años escasos de vigencia de contratos que tienen una duración que oscila entre
veinte y treinta años. Que las importantes sumas recobradas por los contratistas demuestran que
YPF pudo asumir la responsabilidad de financiar las inversiones necesarias para dar cumplimiento
al Plan de Reactivación de 1956 y asegurar el anhelado autoabastecimiento sin necesidad de
recurrir a los contratos, que tanta perturbación han ocasionado‖ (en Bernal, 2005: 86).

Estas medidas que fijaban un pago de indemnizaciones por un valor de 400 millones de
dólares, recibieron el apoyo de amplios sectores sociales.
Enfocando el análisis en lo sucedido en el mercado primario de hidrocarburos, se puede
observar que entre 1963 y 1966, con oscilaciones, la extracción de petróleo total del país se
incrementó un 7,8% (2,5% anual acumulativo). Sin embargo, dado el desarrollo en ese
mismo lapso del PBI en un 21,2% (36,2% el PBI industrial) —con una fuerte expansión
inicial del 10,3% PBI y 18,9% PBI industrial, entre 1963 y 1964— (Cepal), y con ésta, de la
demanda energética, se debieron aumentar las importaciones de petróleo para hacer frente a
la nueva necesidad. Esto generó que en 1966 se volviera, en términos de compras de crudo al
exterior, a los niveles de 1954, 4,1 millones de m3, sin embargo, el coeficiente de importación
se redujo de 92,6% a 24,8% (Cuadro 1.8). Este escenario llevó al gobierno a poner en marcha
proyectos para diversificar la matriz energética y aumentar la composición de gas natural,
hidroelectricidad y energía nuclear. No obstante, durante el período 1963-1966 la extracción
del país de dicho recurso permaneció estancada en torno de los 5.950 millones de m3, a pesar
del incremento de la explotación por parte de Y.P.F., la cual pasó de 5.470 millones de m3 a
5.705 millones de m3 (un alza del 4,3%).
Si se analiza la dinámica que adquirió la explotación de petróleo en las áreas recuperadas
por Y.P.F., se puede observar en el Cuadro 1.8 que, en los primeros dos años de gobierno 57,
1964 y 1965, hubo un acrecentamiento del 2,4% y 6,1%, respectivamente, con una posterior
caída del 17,9%, vinculado a la sobreexplotación —con baja inversión en exploración— de
las áreas bajo la modalidad de contratos durante los primeros años (Kozulj y Bravo, 1993;
Callejas, 2003). En cuanto a la empresa estatal, si bien entre 1963 y 1966 la extracción
aumentó 17,9% (5,6% anual acumulativo), en algunos años (1963 y 1965) descendió. Esta

a los equipos de perforación que poseían las compañías extranjeras que repatriaron sus capitales y desde ahí
comenzó a operar en el mercado primario de hidrocarburos.
57
Vale recordar que Illia asumió el 12 de octubre de 1963.

33
Capítulo 1. Antecedentes históricos

situación global de Y.P.F. fue lo que posibilitó que el conjunto de la explotación del país,
tuviera el desempeño señalado.
El golpe militar que en 1966 destituyó a Illia e instituyó en el poder a Juan Carlos
Onganía, impuso, al año de asumir, la Ley N° 17.319 (Ley de hidrocarburos), actualmente
vigente. Dicha normativa que derogó la Ley N° 14.773, ratifica que ―los yacimientos de
hidrocarburos líquidos y gaseosos situados en el territorio de la República Argentina y en su
plataforma continental, pertenecen al patrimonio inalienable e imprescriptible del Estado
Nacional‖58, a la vez que, para las provincias en las que se extraiga hidrocarburos, establece
en concepto de regalías una participación del 12% 59 del valor del petróleo crudo y gas natural
en boca de pozo. La normativa incluye, además del Estado, al capital privado entre los
actores encargados de las actividades de extracción, industrialización, transporte y
comercialización de los hidrocarburos, ya sea en forma de empresas mixtas o netamente
privadas. Asimismo, le atribuye facultades al Poder Ejecutivo nacional para, por un lado,
elaborar la política del sector en procura de satisfacer las necesidades de la Argentina en
materia hidrocarburífera y, por el otro, fijar los precios internos en función de los
internacionales, salvo en momentos de alzas excepcionales, en los cuales se establecerían
considerando ―los costos reales de la explotación de la empresa estatal, las amortizaciones
que técnicamente correspondan y un razonable interés sobre las inversiones actualizadas y
depreciadas que dicha empresa estatal hubiera realizado‖.
Por otra parte, reinstala, manteniendo la facultad de Y.P.F. de acordar contratos de
locación de obra y servicios, el otorgamiento de permisos de exploración y concesiones de
explotación (máximo cinco por persona física o jurídica en cada uno de los casos) y
transporte de hidrocarburos, previo pago de un canon para los primeros dos conceptos.
Conforme esto, mientras que bajo la modalidad de las concesiones de explotación el dominio
de los hidrocarburos extraídos pertenece a las empresas privadas, con los contratos de
locación de obra y servicios el petróleo y el gas natural extraídos son propiedad de la empresa
estatal.
En resumen, si bien la presente Ley mantiene rasgos reguladores del mercado por parte
del Estado en tanto que procura garantizar el consumo energético local, y avala la
exportación solamente en los casos que existan saldos generados como resultado de una
extracción mayor respecto del consumo nacional, es menester resaltar que estableció un
terreno fértil para la expansión del capital privado en la forma de contratos de obra y
servicios, permisos de exploración o concesiones de explotación, en detrimento del desarrollo
de la empresa estatal.

58
En rigor, si bien esta norma continúa vigente, luego de la reforma constitucional de 1994, en el segundo
párrafo del artículo 124 de la Constitución Nacional se establece: ―Corresponde a las provincias el dominio
originario de los recursos naturales existentes en su territorio‖ (Constitución de la Nación Argentina, 2000: 48).
En este sentido, la Nación tiene, únicamente, el control de los hidrocarburos que se hallen en la plataforma
continental y las provincias el de los que se encuentren en sus respectivos territorios.
59
En caso de yacimientos con menores productividades, la legislación permite la reducción de la alícuota hasta
el 5%.

34
Cuadro 1.8. Evolución de la extracción e importación de petróleo y coeficiente de importación, 1954-1966 (en m3 y %)
Contratos y áreas Coeficiente de
Y.P.F. Concesiones Total Importaciones
recuperadas importación
3 3 3 3
(m ) (%) (m ) (%) (m ) (%) (m ) (%) (m3) %
1954 3.916.099 83,3 - 0,0 785.479 16,7 4.701.578 100,0 4.354.235 92,6
1955 4.067.043 83,9 - 0,0 782.768 16,1 4.849.811 100,0 3.821.271 78,8
1956 4.153.360 84,2 - 0,0 777.110 15,8 4.930.470 100,0 4.752.633 96,4
1957 4.656.040 86,3 - 0,0 741.834 13,7 5.397.874 100,0 5.698.062 105,6
1958 4.963.700 87,6 - 0,0 705.200 12,4 5.668.900 100,0 7.555.300 133,3
1959 6.127.200 86,5 326.900 4,6 633.300 8,9 7.087.400 100,0 5.943.800 83,9
1960 7.126.182 70,2 2.465.016 24,3 561.718 5,5 10.152.916 100,0 3.684.630 36,3
1961 9.134.587 68,0 3.773.740 28,1 520.019 3,9 13.428.346 100,0 2.082.069 15,5
1962 10.437.762 66,9 4.688.670 30,0 487.087 3,1 15.613.519 100,0 1.215.466 7,8
1963 10.318.648 66,8 4.703.554 30,5 421.949 2,7 15.444.151 100,0 949.599 6,1
1964 10.779.158 67,6 4.817.802 30,2 345.634 2,2 15.942.594 100,0 1.707.934 10,7
1965 10.197.947 65,3 5.113.111 32,7 313.656 2,0 15.624.714 100,0 4.203.377 26,9
1966 12.163.842 73,0 4.198.136 25,2 293.508 1,8 16.655.486 100,0 4.122.644 24,8
Evolución interanual y tasa anual acumulativa
1963-1966 (interanual) 17,9 -10,7 -30,4 7,8 334,1
1963-1966 (T.A.A.) 5,6 -3,7 -11,4 2,5 63,1
Fuente: Elaboración propia en base a Anuarios de combustible de la Secretaría de Energía.

Capítulo 1. Antecedentes históricos


35
Capítulo 1. Antecedentes históricos

La consolidación en la legislación petrolera de las figuras de concesión y de contratos de


locación generó la proliferación del capital privado tanto foráneo como nacional. Se observa
que, con sus matices, al igual que con la Ley sancionada bajo el gobierno de Frondizi, existe
una suerte de contrapesos entre las posiciones que pugnaban por la libre empresa y las que
procuraban la regulación del Estado, aunque con mayor tendencia hacia la participación del
capital privado en los distintos eslabones de la cadena productiva.
En septiembre de 1966, sin todavía estar en vigencia la mencionada Ley, el gobierno de
facto, sobre la base de los Decretos N° 1.863 y 1.866, inició la renegociación de dos de los
contratos firmados por Y.P.F. durante la presidencia de Frondizi, los celebrados con Pan
American Oil Co. y Banco Loeb.
Una vez vigente la nueva Ley de hidrocarburos, el Poder Ejecutivo autorizó la entrega de
permisos de exploración y la firma de contratos de explotación entre Y.P.F. y las empresas
privadas. Entre los primeros, se otorgaron veintiún permisos al capital privado, diez en la
plataforma continental y once en territorio provincial, de los cuales ninguno prosperó y
fueron devueltos a la autoridad de aplicación (la Secretaría de Estado de Energía y Minería).
En cuanto a los contratos de extracción, sobre los cuales la Ley no estipula el pago de un
canon, se formalizaron cinco en áreas que contenían reservas comprobadas y estaban siendo
explotadas por Y.P.F.. Este hecho marcó el ingreso de la denominada ―patria contratista‖ 60 al
mercado de capitales dado que tres de esas áreas fueron entregadas a Pérez Companc, Bridas
y Astra. De las cinco entregadas, solamente las dos primeras empresas continuaron con la
explotación de los recursos y las demás desistieron del contrato. Las zonas adjudicadas
fueron El Sauce-Cerro Bandera al grupo Bridas y Entre Lomas a Pérez Companc.
En cuanto al gas natural, desde mediados de los 60 su extracción por parte de los capitales
privados, ya sea bajo concesiones o contratos de explotación, era marginal, dado que rondaba
el 5% del total explotado. No obstante, la adjudicación a Pérez Companc del yacimiento
Catriel Oeste, en la provincia de Río Negro, significó un marcado cambio en tanto que,
solamente en esta área se extrajeron en 1972 alrededor de 1.045 millones de m3 de gas
natural, el 12,5% del total del país, lo que determinó que el conjunto del sector privado, bajo
ambas modalidades, alcanzara a explotar el 19% del total de la Argentina, en ese mismo año
(Cuadro 1.9).
Si se considera la extracción de petróleo nacional, en el interregno 1967-1972, se observa
un incremento del 38,2% (6,7% anual), lo que permitió alcanzar los 25,2 millones de m3
(Cuadro 1.10). Asimismo, al enfocar la atención en la explotación de Y.P.F. administración e
Y.P.F. contratos, se aprecia que mientras la primera aumentó su producción en un 27,7% (5%
anual), los capitales privados lo hicieron en un 77,2% (12,1% anual), hecho que impactó en

60
Por ―patria contratista‖ se alude a ciertas fracciones del capital, en su mayoría pertenecientes a la ―oligarquía
diversificada‖, que comenzaron un vínculo con el Estado en calidad de proveedoras de bienes y servicios,
estrechamente asociadas a las obras de infraestructura insertas en el plan económico de Onganía y su ministro de
Economía, Adalberto Krieger Vasena. Asimismo, por oligarquía diversificada se hace referencia a una ―fracción
empresaria (con sus respectivas incorporaciones y bajas en cada etapa, y con las distinciones impuestas por el
origen de los capitales) [que] se diferenció claramente tanto de las típicas subsidiarias extranjeras instaladas
durante la sustitución de importaciones como de las pequeñas y medianas empresas, e incluso de las grandes
firmas locales con las que compartía un poder oligopólico en directas ramas de actividad. Por su origen,
conformación e intereses se la puede considerar como un sector de la oligarquía local con intereses en la
industria, el agro y otras actividades económicas‖ (Basualdo, 2006: 31).

36
Capítulo 1. Antecedentes históricos

una pérdida de 5,7 puntos porcentuales en la participación del mercado primario para la
empresa estatal y un marcado y significativo avance del capital privado (6,5 puntos
porcentuales61). En cuanto a las importaciones de petróleo, luego de alcanzar los 2,9 millones
de m3 en 1967, lograron descender a 1,7 millones de m3 en 1972 (Cuadro 1.10).

Cuadro 1.9. Evolución de la extracción de gas natural, 1967-1972 (en miles de m3 y %)


Contratos y áreas
Y.P.F. Concesiones Total
recuperadas
(en miles (en miles (en miles (en miles
(%) (%) (%) (%)
de m3) de m3) de m3) de m3)
1967 6.185.770 95,6 171.612 2,7 110.747 1,7 6.468.129 100,0
1968 6.779.743 96,0 180.296 2,6 104.657 1,5 7.064.696 100,0
1969 6.662.061 95,1 251.214 3,6 94.165 1,3 7.007.440 100,0
1970 7.194.044 93,9 384.857 5,0 86.017 1,1 7.664.918 100,0
1971 7.612.471 93,8 426.034 5,2 78.553 1,0 8.117.058 100,0
1972 6.734.822 81,0 1.498.075 18,0 83.924 1,0 8.316.821 100,0
Evolución interanual y tasa anual acumulativa
1967-1972 (interanual) 8,9 289,3 -24,2 28,6
1967-1972 (T.A.A.) 2,1 97,3 -6,7 6,5
Fuente: Elaboración propia en base a Anuarios de combustible de la Secretaría de Energía.

En este sentido, la articulación de la Ley N° 17.319 con el Plan económico 62 de la


dictadura, generó un caldo de cultivo propicio para la expansión del capital privado en el
mercado primario de hidrocarburos, y la incorporación de actores locales nuevos que
comenzaron a tejer redes con el poder de turno. Esto se ve plasmado en el aumento de la
participación de la extracción privada en el conjunto de la explotación del país tanto en
petróleo como en gas natural.
El desempeño del tercer gobierno peronista (1973-1976) se insertó en un contexto, tanto
internacional como local, relativamente inestable. En cuanto al escenario mundial, la década
del 70 significó la finalización de los denominados años dorados del capitalismo producto de
la caída de la tasa de ganancia en los países centrales. Asimismo, la eliminación en 1971 de la
convertibilidad del oro y el dólar, por parte de los Estados Unidos, marcó el derrumbe del
sistema financiero basado en los acuerdos de Bretton Woods y su reconfiguración por un
régimen sustentado en el poder del dólar asentado en Wall Street (Gowan, 1999). Asimismo,
con la finalidad de atraer capitales, en 1979 la Reserva Federal de los Estados Unidos
incrementó significativamente la tasa de interés, a la par que se levantaban las trabas a los
flujos de capital. En lo relativo al petróleo, el año 1973 registró el incremento de precios más

61
Este incremento mayor del capital privado por contratos respecto de la pérdida de Y.P.F., se debe a que la
extracción por medio de concesiones continuó un marcado descenso, 32,3% en los 5 años.
62
Este Plan consistió en un proceso de estabilización monetaria y atracción del capital extranjero. El mismo se
asentó en una devaluación del 40% de la moneda a la par que se implementaron derechos de exportación sobre
productos primarios (entre el 16% y 15%, según el producto) y disminuyeron los aranceles a las importaciones.
Dado que los salarios se incrementaron un 15% en una primera instancia y luego se congelaron por un año, se
generó una importante caída del salario real. La mayor facilidad para importar mercancías generó el quiebre de
pequeñas y medianas compañías, junto con la desnacionalización de otras. Por otra parte, se redujo el déficit
fiscal, pero modificó su composición, aumentando, la inversión pública destinada a obras de infraestructura
(Niosi, 1974; Basualdo, 2006).

37
Capítulo 1. Antecedentes históricos

importante de la historia de dicho recurso, llegando a más que triplicar su valor 63. Por su
parte, en el plano nacional, la propuesta de implementar el denominado Plan Trienal para la
Reconstrucción y la Liberación Nacional, sumado a la propia dinámica de conflictividad que
había adquirido la sociedad argentina, se enfrentó con diversos obstáculos por parte del
capital concentrado64, de los cuales el mercado primario de hidrocarburos no estuvo ajeno.
El Plan Trienal consistía en un estudio, relativamente integral, de los distintos sectores de
la economía, y le confería al Estado un rol central en términos de la planificación del
desarrollo 65. En cuanto al sector petrolero, el estudio enfatizaba la necesidad de que el Estado
no sólo regulara sino que asumiera la actividad en su totalidad 66 para asegurar la explotación
de hidrocarburos a Y.P.F. y la comercialización del petróleo a ésta y del gas natural a Gas del
Estado, en detrimento de la explotación privada en su conjunto. Conforme esto, en este
período no se otorgaron permisos de exploración ni se negociaron contratos de explotación.
El diagnóstico realizado en el Plan sostenía que la estructura energética de la Argentina
era fuertemente dependiente de recursos escasos y no renovables como el gas natural y el
petróleo, al tiempo que desaprovechaba el potencial que tenían fuentes energéticas como la
hidroeléctrica y nuclear. A partir de ello, proponía la constitución de una matriz más
equilibrada para reducir la participación del gas natural y el petróleo y sus derivados, que en
1973 representaban el 90% de la energía total 67 . De esta manera, entre ese año y 1980,
proponía un incremento de la oferta energética a una tasa anual del 8,1%, pero de forma
asimétrica entre el petróleo y sus derivados (4,4%), gas natural (11,2%), carbón (30,4%) e
hidroelectricidad (32%). En cuanto a la energía nuclear, dado que no existían centrales en
funcionamiento, se preveía iniciar la construcción para que, hacia 1980, representara el 1%
del total de la oferta nacional. Al final del período, entonces, debido al mayor crecimiento de
las fuentes alternativas la participación del petróleo, sus derivados y gas natural descenderían,
según lo proyectado, 10 puntos porcentuales 68 (Barrera y Vitto, 2009).
A pesar del incremento proyectado de petróleo, entre 1973 y 1975 la extracción descendió
globalmente un 6%, con marcadas diferencias entre Y.P.F. administración (-4%) e Y.P.F.
contratos (-11%) (Cuadro 1.11).

63
El precio promedio anual del barril de petróleo Brent medido en valores corrientes ascendió de U$S 3,29 a
U$S 11,58 entre 1973 y 1974, un 252% (www.bp.com).
64
Para un desarrollo más acabado del tema, véase Basualdo (2006); Astarita, Padín y Barrera (2008).
65
Luego de la muerte de Perón y la asunción de María Estela Martínez como Presidenta y de Celestino Rodrigo,
como ministro de Economía, se desmanteló el Plan Trienal y con éste, podría decirse, culminaron —hasta el
momento— los intentos de planificación de la economía nacional, desde una perspectiva de mediano y largo
plazo.
66
En este sentido, se proponía ―establecer el monopolio estatal, con nacionalización de los recursos energéticos,
su explotación y comercialización, en las áreas petróleo, gas, carbón, recursos hidroeléctricos, que son
propiedad inalienable e imprescriptible de la Nación afirmando para ello ‗el control del Estado‘ —tal como se
consagró en las ‗Coincidencias Programáticas‘—, en las decisiones en materia de energía‖ (Poder Ejecutivo
Nacional, 1973: 128).
67
Este porcentaje estaba compuesto por 68,4 puntos porcentuales de petróleo y 21,3 de gas natural.
68
En este sentido, la composición entre petróleo y gas natural sería 53,8% y 26,0%, respectivamente.

38
Cuadro 1.10. Evolución de la extracción de petróleo y participación de Y.P.F., empresas contratistas, concesionarias y total país e importaciones y
coeficiente de importación, 1967-1972 (en m3 y %)
Coeficiente de
Y.P.F. Contratos Concesiones Total Importaciones
importación
(m3) (%) (m3) (%) (m3) (%) (m3) (%) (m3) (%)
1967 13.772.128 75,5 4.191.540 23,0 267.963 1,5 18.231.631 100,0 2.915.937 16,0
1968 15.113.848 75,8 4.599.618 23,1 237.593 1,2 19.951.059 100,0 2.360.559 11,8
1969 14.873.679 71,9 5.595.447 27,1 212.221 1,0 20.681.347 100,0 2.668.790 12,9
1970 15.379.528 67,5 7.221.339 31,7 197.572 0,9 22.798.439 100,0 1.683.612 7,4
1971 16.938.924 69,0 7.440.386 30,3 185.948 0,8 24.565.258 100,0 2.540.234 10,3
1972 17.583.029 69,8 7.429.116 29,5 181.308 0,7 25.193.453 100,0 1.735.712 6,9
Evolución interanual y tasa anual acumulativa
1967-72 (interanual) 27,7 77,2 -32,3 38,2 -40,5
1967-72 (T.A.A.) 5,0 12,1 -7,5 6,7 -9,9
Fuente: Elaboración propia en base a Anuarios de combustible de la Secretaría de Energía.

Cuadro 1.11. Evolución de la extracción de petróleo y participación de Y.P.F., empresas contratistas, concesionarias y total país, 1973-1975 (en
m3, % y años)
Horizonte
Y.P.F. Contratos Concesiones Total Reservas
de reservas
(m3) (%) (m3) (%) (m3) (%) (m3) (%) (m3) (años)
1973 17.326.061 70,9 6.949.515 28,4 165.356 0,7 24.440.932 100,0 398.683.000 16,3
1974 17.194.051 71,6 6.678.899 27,8 149.314 0,6 24.022.264 100,0 391.668.000 16,3
1975 16.624.023 72,4 6.184.946 26,9 159.255 0,7 22.968.224 100,0 389.979.000 17,0

Capítulo 1. Antecedentes históricos


Evolución interanual y tasa anual acumulativa
1973-1975 (interanual) -4,1 -11,0 -3,7 -6,0 -2,2
1973-1975 (T.A.A.) -2,0 -5,7 -1,9 -3,1 -1,1
Fuente: Elaboración propia en base a Anuarios de combustible de la Secretaría de Energía.

39
Capítulo 1. Antecedentes históricos

Algunos autores sostienen que la mayor caída por parte de las empresas privadas se debió
a la maduración de los yacimientos en los que operaban (Rougier y Fiszbein, 2006), sin
embargo, es dable cuestionar esta posición. En este sentido,
―Dado que la cantidad de pozos totales productivos de petróleo durante esos años se incrementó
en términos interanuales (2% en 1973, 1,7% en 1974 y 2,6% en 1975), que comparando con 1968
son también superiores (3,4%, 5,2% y 7,9%, respectivamente) y que en 1973 se llegó al pico
máximo de reservas del decenio, puede sostenerse como hipótesis, en cambio, que la disminución
en la extracción de crudo [de YPF contratos] se debió a presiones sobre el gobierno por parte de
las empresas privadas que actuaban en el mercado, en procura de que no se modifique la matriz
energética hidrocarburo-dependiente. Si se desagrega la información de los pozos productivos en
función de los correspondientes a YPF y a las empresas privadas (contratistas y concesiones) se
puede dar mayor sustento a esta hipótesis. En lo relativo a YPF, se puede constatar que para los
años 1973 y 1974 la variación interanual es de 1% y 2,4%, respectivamente; mientras que
comparados con 1968 en el primero de los años YPF poseía un 4,3% menos de pozos productivos
y, al año siguiente, la relación es un 2% inferior. Ahora bien, considerando los pozos de empresas
privadas la variación interanual durante el mismo período es de 5% y -0,3%, respectivamente,
mientras que comparado con 1968, tanto en 1973 como en 1974, los pozos productivos son un
33% superiores, un incremento de notable consideración. En este sentido, es posible sostener que
la extracción de la empresa estatal haya descendido por la maduración de algunos pozos (sin
descartar con esto, ciertos conflictos políticos internos); no obstante, en lo relativo a los actores
privados, es dable afirmar la hipótesis de las presiones políticas por el intento del nuevo gobierno
de transformar la arquitectura del sistema energético‖ (Barrera y Vitto, 2009).

A esta hipótesis se le debe adicionar el hecho de que durante estos años Y.P.F. no le
transfirió a los privados áreas para que explotaran por medio de contratos. Ésta era una
práctica que generaba incrementos en la explotación privada por el mero hecho de, a partir de
ese momento, contabilizarle a éste producción que hasta entonces se encontraba
desarrollando la petrolera estatal.
El descenso de la extracción de petróleo y el consecuente incremento de las
importaciones de dicho recurso para cubrir la demanda energética, convergieron con el
marcado aumento del precio del crudo a escala internacional 69, lo que ocasionó problemas en
la balanza comercial70.
En este sentido, en las políticas del gobierno se observa un desfasaje entre el corto y el
mediano y largo plazo, en tanto que éstas se abocaron a las reformas estructurales para la
transformación de la matriz energética y se desatendieron las relativas al corto plazo (Barrera
y Vitto, 2009).
Con respecto a la extracción de gas natural, se aprecia un incremento considerable en
torno del 7,4% anual, impulsado tanto por Y.P.F. administración (5,7%) como Y.P.F.
contratos (15,3%).

69
Para un análisis de las causas de la crisis del petróleo, véase Seifert y Werner (2008); Kepel (2000); Spanier
(1991); Gowan (1999); Harvey (2004); Barrera y Vitto (2009).
70
El impacto en la balanza comercial provino del incremento en volumen físico y en dólares de los combustibles
importados, pero principalmente de los bienes intermedios, cuya composición depende del petróleo, que durante
esos años representaban, en dólares, el 70% del total de las compras al exterior (Barrera y Vitto, 2009).

40
Capítulo 1. Antecedentes históricos

1.2.4.1.El legado de la última dictadura militar (1976-1983)


El golpe de Estado que derrocó a la vicepresidenta electa y presidenta en ejercicio luego
de la muerte de Perón, María Estela Martínez, minó los pilares del patrón de acumulación
basado en la ISI e inauguró uno sustentado en la valorización financiera del capital y el ajuste
estructural. La dictadura militar-civil 71 (1976-1983) encontró su leitmotiv en la
transformación del entramado social de la Argentina, por medio del terrorismo de Estado y el
disciplinamiento a partir de mecanismos de mercado. Esto es, la mayor subordinación de las
clases subalternas que cuestionaban el orden vigente, respecto de los sectores dominantes.
En este sentido, este proceso se basó en la liberalización de los mercados, principalmente
el financiero 72 , y la apertura de la economía al exterior, en consonancia con las
transformaciones acaecidas en el ámbito internacional descriptas previamente. El plan
económico 73 liderado por José Alfredo Martínez de Hoz, se implementó en función de la
lógica política, en procura de establecer una nueva relación de fuerzas tendiente a la
consolidación de un disímil bloque en el poder74. La liberalización de las fuerzas del mercado
tenía el objetivo de disciplinar a la sociedad, por medio de los distintos mecanismos
existentes75:
―Al aceptar una política económica sustentada en el credo del liberalismo, las Fuerzas Armadas
reconocieron en el mercado, funcionando sin restricciones, un instrumento eficaz de
disciplinamiento de las relaciones sociales en general y, en particular, un medio de regular, sin

71
Contrariamente al sentido convencional, se pretende poner énfasis en que el golpe de Estado de 1976
(particularmente, aunque se puede extender a los previos) que aplicó el terrorismo de Estado como doctrina e
implementó una contundente y regresiva transformación política, económica y social, fue ideado, realizado y
sustentado tanto por integrantes del cuerpo militar como por personas de la sociedad civil de los sectores
dominantes, algo que se procura solapar para escindir este proceso del que se consolidó desde 1989, y
escamotear, así, las responsabilidades de los civiles que participaron. Asimismo, no se alude al mismo como
golpe cívico-militar porque el componente principal fue el castrense a diferencia de los golpes destituyentes
actuales (como en Venezuela en 2002 cuando hubo una destitución militar e intento de gobierno civil u
Honduras en 2009 con un proceso similar) los cuales son realizados por militares que rápidamente ―ceden‖ el
poder para que lo ejerzan civiles (vale aclarar que en estos casos al igual que en los golpes tradicionales, existe
total connivencia entre los militares y civiles que usurpan el poder).
72
La reforma financiera de 1977 estableció la liberalización de las tasas de interés bancarias, lo que significó un
notable incremento de éstas, en términos reales, dado que pasaron a estar marcadamente por encima de la tasa
de inflación.
73
Las medidas centrales de este plan giraron en torno de la: reducción los salarios reales alrededor de un 40%,
eliminación de los derechos de exportaciones de productos agropecuarios (que giraban en torno del 10 y 50%),
disminución progresiva de los aranceles a las importaciones, liberalización de los mercados financiero y
cambiario, supresión del control de precios (lo cual generó un alza generalizada de precios del 87,5% en el
segundo trimestre de 1976), eliminación de subsidios a las exportaciones de bienes no tradicionales, descenso de
la inversión pública, empleo y déficit del gobierno, privatización periférica de empresas, entre otras (Canitrot,
1980; Azpiazu, Basualdo y Khavisse, 1986; Martínez de Hoz, 1991; Azpiazu y Schorr, 2010).
74
Desde un marco teórico divergente Ricardo Sidicaro sostiene una apreciación similar: ―El proyecto político
iba más allá de la economía y buscaba la reestructuración general de la sociedad, de la política y de la cultura.
En coincidencia con sus objetivos, las principales entidades empresarias le brindaron su adhesión‖ (Sidicaro,
2003: 29).
75
Las principales medidas del Plan Económico culminaron con la ISI y deterioraron fuertemente el entramado
fabril, fundamentalmente, el vinculado a las pequeñas y medianas empresas. Este complejo y extenso proceso
tendió a cambiar la lógica de acumulación. Conforme esto, bajo este nuevo patrón, el salario dejaría de ser el
dinamizador de la demanda y se convertiría en un costo, el cual sería necesario reducir. Expresión de esto es la
caída, hacia 1977, de 10 puntos porcentuales de la participación de los trabajadores en el PBI respecto de 1974,
debido a la intervención, por parte del gobierno de facto, de las organizaciones sindicales —en convergencia
con la desaparición de personas— y la supresión de los convenios colectivos de trabajo y del derecho a huelga
(Azpiazu, Basualdo y Khavisse, 1986; Basualdo, 2006; Astarita, Padín y Barrera, 2008).

41
Capítulo 1. Antecedentes históricos

apelación a la violencia, el comportamiento de la clase obrera, sus corporaciones, y sus


representaciones políticas‖ (Canitrot, 1983: 6).

La antesala de este proceso fue la política económica implementada por el ministro de


Economía de la presidenta derrocada, Celestino Rodrigo, la cual generó una marcada caída de
la participación de los trabajadores en el ingreso nacional y se convirtió en el primer shock
hacia la clase obrera, del cual, hasta la actualidad, no pudo recuperarse en términos de la
participación en el ingreso nacional76.
El desarrollo de la economía durante el modelo ISI, que había logrado un vital
fortalecimiento durante los años 1964-1974, devino en un caldo de cultivo propicio no sólo
para la reivindicación de demandas laborales y salariales sino, incluso, para cuestionar la
misma lógica de producción capitalista 77 . La desarticulación, por parte de los sectores
dominantes, de los mecanismos e instituciones que habían forjado dicha dinámica de
desarrollo y conflictividad social era condición sine qua non para quebrar la relación de
fuerzas vigentes y para ello era imprescindible forzar una crisis económica y política, la cual,
con sus matices, perduraría por más de dos décadas. En este sentido, la nueva política
implementada generó una reestructuración regresiva de la industria y del entramado social en
su conjunto78.
Este proceso de liberalización de las fuerzas del mercado y la reconfiguración del Estado
en función de los intereses directos de las fracciones del capital más concentrado, generó un
corrimiento de la frontera entre el Estado y la sociedad civil que terminaría consolidándose
recién en la década de 1990. Esta modificación de los límites de intervención del Estado se
centró no solamente en su achicamiento, en términos de su personal 79 y algunas de sus
funciones, sino fundamentalmente en la redefinición de sus instituciones y la reorientación de
sus políticas en procura de corroer la relativamente homogénea estructura social. En este
sentido, además de la intervención en la economía en virtud de satisfacer demandas de ciertas
fracciones del capital80, se articularon una serie de medidas tendientes a, como se señaló,

76
Dicha política económica consistió en una devaluación de la moneda nacional del orden del 100% para
transacciones financieras, del 80% para el turismo y del 160% para los intercambios comerciales; un incremento
de las tarifas públicas (entre un 40% y 75%, dependiendo del servicio) y de combustibles (alrededor del 180%),
a la par que los salarios recibieron aumentos del 38%. En este sentido, el proceso inflacionario desencadenado
sin el correspondiente reacomodamiento de los salarios, generó un notable deterioro del salario real (De Pablo,
1980; Di Tella, 1983; Restivo y Dellatorre, 2005; Marongiu, 2006; Rougier y Fiszbein, 2006).
77
Dentro de este último grupo se encontraban algunas organizaciones de la izquierda peronista y,
principalmente, la izquierda marxista.
78
Como describen Azpiazu, Basualdo y Khavisse: ―Este objetivo implicaba entonces, en primer lugar, agredir
una estructura económica-social constituida a lo largo de varias décadas en el marco de las distintas etapas de la
industrialización sustitutiva. En ellas se fue conformando una sociedad urbana con una compleja articulación de
sus sectores sociales. En segundo lugar, por la propia solidez de la estructura económico-social de la Argentina
y las propias contradicciones y necesidades de la economía capitalista, esta reestructuración que tenía que
producirse necesariamente a través de una crisis y no mediante una fase de expansión económica, que lograse
así la marginación de ciertos sectores sociales, la redefinición de otros y finalmente el predominio de los
restantes. En tercer lugar, los cambios a producir en los pilares fundamentales de la industrialización sustitutiva
y los rasgos del nuevo patrón de acumulación deberían volverse irreversibles, en tanto no se buscaba pasar de
una variante de industrialización ‗distribucionista‘ a otra ‗concentradora‘ de los ingresos, sino de remover las
propias bases económicas y sociales de aquel modelo‖ (Azpiazu, Basualdo y Khavisse, 1986: 186).
79
Durante estos años, se despidieron numerosos técnicos calificados tanto de los ministerios como de las
empresas públicas.
80
Las fracciones del capital beneficiadas durante este proceso fueron los acreedores externos, fundamentales
para dar sustento a la valorización financiera, a partir de las divisas que podrían ingresar a la economía en

42
Capítulo 1. Antecedentes históricos

reducir la participación de los trabajadores en el ingreso nacional y heterogeneizar la


estructura social a través de la creciente dispersión salarial entre las categorías de los
asalariados y de las distintas actividades económicas (Azpiazu, Basualdo y Khavisse, 1986).
Además de los mencionados previamente, en este período se observan quiebres
sustanciales principalmente en lo relativo al desempeño del Estado y las empresas públicas 81.
Dado que la correlación de fuerzas no le permitía al gobierno de facto iniciar el proceso de
venta de empresas públicas al capital privado 82, implementaron privatizaciones periféricas,
entendiendo por éstas la trasferencia, ―aunque continuasen siendo propiedad del Estado, (…)
de la mayor parte posible de sus actividades al sector privado a través de contratos de obras y
servicios‖ (Martínez de Hoz, 1991: 53-54). Si bien la masa crítica existente les impedía
privatizar Y.P.F., en rigor, cabe agregar que dentro de las Fuerzas Armadas había cierta
reticencia en cuanto a la venta de la petrolera estatal por el rol estratégico de dicho recurso en
una guerra. Las hipótesis de conflicto que barajaba el gobierno (Chile en 1978 y Malvinas,
concretada, en 1982) contribuían a frenar la transferencia de Y.P.F. al capital privado, en
primer lugar, como se expresó, por el lugar estratégico que ocupa el petróleo en un conflicto
bélico y, en segundo, dado que la solvencia de la empresa les permitía conseguir
financiamiento que, posteriormente, podrían volcar tanto a la compra de armamento como a
sustentar el programa monetario y la fuga de capitales (proceso conocido como la bicicleta
financiera). No obstante, al final del mandato las autoridades económicas presentaron un
proyecto a los actores que participaban del mercado primario de hidrocarburos para
desarticular y transferir Y.P.F. al capital privado. Esta iniciativa no contó con el aval del
sector, en tanto que, como sostuvo Jorge Bustamante, subsecretario de Economía de aquel
momento, en función de lo expresado por un amigo que trabajaba en una compañía
contratista: ―A ninguna empresa le interesa invertir y arriesgar, porque todas viven a costa de
YPF‖ (en Bonelli, 1984: 138).
En este sentido, el correlato de las privatizaciones periféricas en el mercado primario de
hidrocarburos fue una de las mayores incorporaciones de capitales privados en la historia de
la explotación nacional. En su discurso de asunción al cargo de ministro de Hacienda,
Martínez de Hoz expuso el plan económico del gobierno y se refirió al mercado primario de
hidrocarburos, en general, y a Y.P.F., en particular.
―Mantendremos a YPF como el organismo responsable de la ejecución de la política petrolera
nacional, pero consideramos que (…) es imposible afrontar estas necesidades [de inversión] con
los recursos con que cuenta YPF. La utilizaremos como instrumento para llevar adelante una

términos de deuda, la oligarquía pampeana y la oligarquía diversificada, la cual fracturó y cooptó a los sectores
más dinámicos de la burguesía nacional, fracciones que devinieron esenciales en la constitución del bloque en el
poder (Basualdo, 2006).
81
Tal como expresó años más tarde el entonces secretario de Hacienda de Martínez de Hoz, Juan Alemann, el
modelo privatizador implementado en la década de 1990, tiene su origen en el equipo económico de la dictadura
militar-civil iniciada en 1976, es decir, desde la génesis del régimen de acumulación sustentado en la
valorización financiera del capital: ―Martínez de Hoz y su equipo éramos privatistas a ultranza. Pero no estaban
dadas las condiciones para una privatización amplia‖ (Alemann, 1996: 8).
82
Al respecto Martínez de Hoz sostenía: ―La transferencia global al sector privado de todas las empresas
comprendidas en esta categoría era difícil de llevar a cabo en ese momento tanto por la naturaleza misma de sus
actividades como por el monto del capital necesario y la relativa ineficiencia de las empresas (…). A ello habría
que incluir la filosofía política existente, es decir las fuertes corrientes dentro de la opinión pública nacional que
sostenían que este tipo de empresas debían ser mantenidas en manos del Estado‖ (Martínez de Hoz, 1991: 53).

43
Capítulo 1. Antecedentes históricos

política de reactivación de la producción petrolera nacional, apelando, en todo lo posible, a la


contratación de diversas obras y servicios con empresas privadas nacionales o extranjeras.
La primera prioridad es asegurar la recuperación secundaria (…). Para ello YPF deberá llamar
inmediatamente a licitación para la contratación de empresas privadas que deberán tomar a su
cargo los trabajos respectivos. Deberá también contratarse con empresas privadas la extracción
primaria en zonas con explotación ya iniciada y que YPF no está en condiciones de encarar de
inmediato. (…) En los yacimientos operados directamente por YPF deberán revisarse las
modalidades de trabajo, tratando de contratar la mayor cantidad posible de tareas con empresas
privadas, lo que permitirá redimensionar los planteles de la empresa estatal actualmente
excesivos.
(…) Con respecto al precio de los combustibles, a pesar de los incrementos de precios dispuestos
a comienzos del mes de marzo, que han superado en algunos casos el trescientos por ciento, los
ingresos del sector continúan siendo insuficientes para atender los requerimientos de su adecuado
desarrollo. Es necesario incrementar las tareas de exploración (…) y aumentar rápidamente la
producción de petróleo crudo (…). Debido a ello se requiere proceder a un aumento del precio del
petróleo crudo local‖ (cursivas propias, Martínez de Hoz, 1976: 12).

La política del gobierno fue clara. Se mantuvo a la empresa estatal —transformada en


Sociedad del Estado (Y.P.F. S.E.)83— como el núcleo rector de la actividad —dado que,
como se señaló, la relación de fuerzas y el rol estratégico que ocupaba obstruían la
privatización— pero se profundizó la política de contratos con el capital privado para
transferir parte de la renta petrolera hacia estos sectores, en tanto que, en algunas ocasiones,
se les llegó a reconocer el precio internacional del crudo extraído —en un contexto de fuerte
incremento del valor del crudo por factores políticos que en nada se correspondían con los
costos de producción (Barrera y Vitto, 2009)—84. En este sentido, a la par que se reducían las
actividades de la empresa al transferirlas al sector privado, se despedían trabajadores. Esto
determinó que Y.P.F. S.E. comenzara a contratar servicios a terceros, por montos
considerablemente superiores a sus costos, para realizar tareas que previamente ejecutaba. El
argumento del gobierno era inyectarle mayor ―eficiencia‖ a la empresa; sin embargo, en la
práctica, esto significó el pago, por parte de la empresa estatal, del petróleo extraído por los
contratistas a precios superiores a los costos de, hasta ese momento, Y.P.F. S.E..
En 1978 se firmó la Ley de Contratos de Riesgo N° 21.778, en la que se fijó el marco
jurídico para que los capitales privados realizaran inversiones en exploración. Conforme esto,
la normativa establece que las empresas contratistas deben asumir los ―riesgos inherentes a la
exploración y explotación de hidrocarburos‖, sin que esto les conceda derecho minero alguno
sobre los yacimientos que descubran en el área del contrato, ni en consecuencia el dominio de
los hidrocarburos extraídos, en consonancia con lo establecido por la Ley N° 17.319.
Bajo esta legislación se firmaron ocho contratos en el territorio nacional y seis en la
plataforma continental, con el resultado de que en cuatro de las primeras zonas ―se
descubrieron acumulaciones de hidrocarburos de no mucha importancia, y en uno de los

83
Por medio del Decreto N° 1.080/77, conforme el artículo 9 de la Ley N° 20.705, se convirtió a la hasta
entonces Y.P.F. empresa del Estado en Y.P.F. Sociedad del Estado, con el argumento de otorgarle ―mayor
agilidad operativa al tiempo [y] garantiza[r] en forma indudable el predominio absoluto del Estado Nacional en
su manejo y contralor mediante la titularidad del total de los certificados representativos del capital social‖.
84
Según manifestó Martínez de Hoz, el 30 de julio de 1976, al diario La Nación: ―Si queremos llegar al
autoabastecimiento de petróleo, el precio que pague YPF a los futuros contratistas deberá estar de acuerdo con
el precio internacional del crudo. No puede, entonces, haber gran diferencia con el mercado interno, porque si
no eso no funcionaría‖ (en Silenzi de Stagni, 1978: 25).

44
Capítulo 1. Antecedentes históricos

marinos el yacimiento no resultó atractivo comercialmente para la empresa extranjera


operadora‖ (Kozulj y Bravo, 1993: 20).
Contrariamente, se observa una notable expansión de la cantidad de empresas contratistas
de Y.P.F. S.E. en el campo de la explotación de hidrocarburos. Es dable resaltar que en este
período convergieron altos precios internacionales del petróleo —producto, principalmente,
del boicot de la OPEP— la voluntad del gobierno de facto de privatizar la mayor cantidad de
actividades posibles y la presión del capital privado por obtener contratos de explotación.
Este interés por parte de las compañías se asentaba en la combinación de precios
excepcionales con escaso o nulo riesgo minero para éstas, dado que se firmaron contratos
sobre áreas en las que Y.P.F. S.E. ya se encontraba extrayendo hidrocarburos, o en las que
había invertido en exploración con el consecuente descubrimiento de petróleo y gas natural.
Asimismo, a diferencia de las concesiones que establecían un canon, los contratos no
preveían pago de ninguna índole, por lo que se constituía en una transferencia gratuita.
La expansión de empresas contratistas sobre áreas de explotación pertenecientes a Y.P.F.
S.E. se corrobora al analizar los datos de extracción y ver la dinámica alcanzada tanto por la
empresa estatal como por el sector privado. En este sentido, el capital privado, bajo la
modalidad de contratos de explotación, tuvo el mayor protagonismo en torno de la extracción
de petróleo, al alcanzar en 1981 el record en volumen y participación, 10,2 millones de m3 y
35,4%, respectivamente85 (Cuadro 1.12). Este marcado y rápido incremento de la extracción
se debió, por un lado, como se señaló, a que las áreas explotadas poseían un gran potencial
productivo y/o ya se encontraban en explotación y, por el otro, a la gran proliferación de
contratos con el capital privado. Lo sustancial del período de la dictadura en materia
hidrocarburífera, es el quiebre que marcó respecto de los contratos firmados en su mayoría
con el capital concentrado local, dado que ―‗inventaba‘ la producción secundaria de
escritorio, pues toda la producción básica de un yacimiento obtenida por Y.P.F. pasaba a
convertirse en básica y adicional en el mismo momento en que la contratista se hacía cargo
del área, siendo el precio de la adicional, aproximadamente, tres veces mayor al de la básica.
(…) Este tipo de convenios no es nada similar al Frondizi‖ (Calleja, 2005: 127-128).
Si se desagrega la información de la explotación de los contratistas privados se puede
observar una tendencia similar a la existente durante el período 1958-1963, esto es, una
subexploración y sobreexplotación de yacimientos. Entre 1977 y 1980 se transfirieron en
calidad de contratos de explotación 21 áreas con una extracción anual por parte de Y.P.F.
S.E. de 2,9 millones de m3. En este sentido, la mayor parte del incremento de la explotación
de los contratistas se debió al traspaso en la contabilidad de la producción de la empresa
estatal al sector privado 86. Conforme esto, cerca del 80% de los 3,7 millones de m3 que los
contratistas incrementaron su extracción, al pasar de 6,0 millones de m3 en 1977 a 9,7

85
Considerando la extracción durante 1976-1981, ésta se incrementó un 74,2%, a una tasa anual del 11,7%. Sin
embargo, dado que luego comenzó a descender, si se observa el interregno 1976-1983, el aumento fue menor,
45% en los seis años (5,4% anual).
86
Tal como describe un informe del Centro de Estudios del Petróleo Hipólito Yrigoyen, el área 25 de mayo-
Medianito S.E., fue transferida en 1977 al consorcio conformado por Pérez Companc y Bridas con un volumen
de extracción diaria de 2.815 m3 (el 4% de la producción nacional). Estos yacimientos fueron entregados no
solamente ―desarrollados y listos para producir sino con todas las instalaciones necesarias para operar la
recuperación secundaria. También bancos oficiales, especialmente el BANADE, otorgaron líneas de crédito
promocionales (Centro de Estudios del Petróleo Hipólito Yrigoyen, 1987: 118).

45
Capítulo 1. Antecedentes históricos

millones de m3, se debe a este fenómeno 87 (Cuadro 1.12). Esto se reafirma al analizar que,
luego de 1980, último año de mayor crecimiento de la cantidad de contratos firmados, la
explotación alcanzó su tope en 1981 y luego comenzó a descender. En rigor, lo que se
observa es que el repunte del sector privado se debe a la transferencia de nuevas áreas en
producción y no a incrementos genuinos en la explotación debido a mayores inversiones. En
efecto, esto se desprende de las tasas de crecimiento en estos períodos: mientras que entre
1970 y 1976 la explotación de los contratistas descendió en torno del -3,4% anual, luego del
traspaso de áreas en producción de Y.P.F. S.E. a este sector, la tendencia se revirtió entre
1976 y 1981, con un incremento anual acumulativo del 11,7%. La sobreexplotación de los
yacimientos en conjunto con la subinversión, podría estar explicando, también, la caída del -
17,5% en la extracción originada entre ese último año y 1983.

Cuadro 1.12. Evolución de la extracción de petróleo y participación de Y.P.F. S.E., empresas contratistas,
concesionarias y total país, 1976-1983 (en m3 y %)
Y.P.F. S.E. Contratos Concesiones Total
(m3) (%) (m3) (%) (m3) (%) (m3) (%)
1976 17.089.619 73,8 5.864.347 25,3 193.497 0,8 23.147.463 100,0
1977 18.785.965 75,0 6.049.958 24,2 211.411 0,8 25.047.334 100,0
1978 17.790.650 67,8 8.220.703 31,3 243.527 0,9 26.254.880 100,0
1979 18.275.688 66,6 8.884.527 32,4 273.700 1,0 27.433.915 100,0
1980 18.368.504 64,3 9.796.738 34,3 400.962 1,4 28.566.204 100,0
1981 18.188.959 63,0 10.215.707 35,4 447.733 1,6 28.852.399 100,0
1982 18.494.353 65,0 9.443.449 33,2 532.302 1,9 28.470.104 100,0
1983 19.367.409 68,0 8.494.641 29,8 612.062 2,1 28.474.112 100,0
Evolución interanual y tasa anual acumulativa
1976-83 (interanual) 13,3 44,9 216,3 23,0
1976-83 (T.A.A.) 1,8 5,4 17,9 3,0
Fuente: Elaboración propia en base a Anuarios de combustible de la Secretaría de Energía.

Por otra parte, otro dato de considerable relevancia en virtud del discurso pronunciado por
Martínez de Hoz, es el relativo a la dinámica que adquirió la extracción secundaria. El
argumento utilizado por el entonces ministro de Economía de la dictadura para avanzar en las
―privatizaciones periféricas‖ era que, ante la imposibilidad de la petrolera estatal de realizar
las inversiones pertinentes para incrementar la extracción por medio de métodos secundarios,
debían transferirse áreas al capital privado para que desarrollara su explotación bajo esta
modalidad. Sin embargo, si se analizan las estadísticas, se puede apreciar que entre 1976 y
1983 la principal contribución al crecimiento de la producción secundaria fue realizada por
Y.P.F. (70,6%). A su vez, si se observa la evolución se puede constatar que mientras la
petrolera estatal, en el interregno mencionado, incrementó su extracción en cerca del 89,1%
(con una tasa anual acumulativa del 9,5%), los contratistas lo hicieron en torno del 39,7%
(4,9% anual). Conforme esto, los 5 puntos porcentuales que creció la participación de la

87
Nótese que entre 1977 y 1978 la extracción de Y.P.F. S.E., luego de haber ascendido en 1,6 millones de m 3 el
año anterior, descendió en casi 1 millón de m3, mientras que la relativa a los contratistas se incrementó en 2,2
millones de m3 —gran parte, como se señaló, debido a las transferencias de áreas en producción pertenecientes a
la petrolera estatal—.

46
Capítulo 1. Antecedentes históricos

extracción secundaria sobre el total de la explotación del país, fue debido a los mayores
incrementos realizados por la petrolera estatal. Bajo esta información parece posible
cuestionar que el leitmotiv de las transferencias haya sido el anunciado por el gobierno de
facto, mientras que todo indicaría que se encuentra en línea con la política de beneficios a
ciertas fracciones del capital concentrado local, asociados a la ―patria contratista‖.

Cuadro 1.13. Evolución de la extracción de secundaria de petróleo de Y.P.F., empresas contratistas,


concesionarias y total país, 1975-1983 (en m3 y %) 1975 = 100
Participación de
Concesio- la extracción
Y.P.F. Contratos Total
nes secundaria sobre
total explotación
3 3 3 3
(m ) (%) (m ) (%) (m ) (m ) (%) (%)
1975 1.149.518 100,0 1.176.348 100,0 2.325.866 100,0 10
1976 1.294.692 112,6 1.210.495 102,9 2.505.187 107,7 11
1977 2.000.687 174,0 1.503.811 127,8 3.504.498 150,7 14
1978 1.826.108 158,9 1.103.355 93,8 2.929.463 126,0 11
1979 1.971.764 171,5 1.095.712 93,1 3.067.476 131,9 11
1980 1.897.740 165,1 1.462.300 124,3 4.779 3.364.819 144,7 12
1981 2.096.138 182,3 1.756.745 149,3 1.374 3.854.257 165,7 13
1982 2.387.728 207,7 1.720.647 146,3 4.108.375 176,6 14
1983 2.447.856 212,9 1.691.317 143,8 4.139.173 178,0 15
Tasa anual acumulativa y contribución de las respectivas empresas en la extracción secundaria total de petróleo
T.A.A. 1976-1983 9,5 4,9 7,4
Contribución 1976-1983 70,6 29,4 100,0
Fuente: Elaboración propia en base a Anuarios de la Secretaría de Energía.

En efecto, el traspaso de áreas que operaba Y.P.F. hacia el capital privado tuvo una
magnitud considerable. Como se observa en el Cuadro 1.14, entre 1975 y 1983 se sextuplicó
la cantidad de firmas que extraían bajo la modalidad de contratos, en tanto que de 7 empresas
que existían al inicio del período, se llegó, en el retiro del gobierno de facto, a 42. Al observar
la cantidad de contratos firmados bajo el mismo lapso, se aprecia que si bien se
incrementaron, lo hicieron en menor cantidad que los aumentos de las compañías que
operaron en el sector. Esto se debió, en gran medida, a que las licitaciones públicas exigían
que los oferentes tuvieran conocimientos en la explotación de hidrocarburos. Para sortear esta
situación las compañías recurrieron, por medio de la participación de la producción, a otras
firmas tanto locales como internacionales que tuvieran antecedentes en la materia para que
figuraran sus nombres en los pliegos y así obtener el contrato. Incluso, algunas firmas se
presentaban alegando que el consorcio estaría presidido por un ex presidente de Y.P.F. S.E.,
para, de esta manera, intentar acreditar antecedentes88.
Esto implicó que en cada contrato apareciera una mayor cantidad de compañías que en los
firmados con antelación. De este modo, ingresaron al mercado primario de hidrocarburos, en
función de la potencialidad del ―negocio‖ que significaba la transferencia de la renta

88
Según afirma Silenzi de Stagni, algunos de los oferentes presentaban como antecedentes en la explotación de
hidrocarburos, haber realizado ―servicios para YPF como mecánicos, electricistas, soldadores, bateristas,
recorredores y otros ‗técnicos‘ ‗en cantidad suficiente y con la debida capacitación‘‖ (Silenzi de Stagni, 1978:
54).

47
Capítulo 1. Antecedentes históricos

petrolera, compañías que no tenían conocimientos en la explotación de hidrocarburos pero sí


vínculos con el gobierno militar-civil.
En este sentido, la capacidad de lobby de ciertos grupos económicos vinculados a la
―patria contratista‖, les permitió, en algunos casos, incorporarse al mercado petrolero 89 y, en
otros, ampliar sus áreas 90 . En el Cuadro 1.15 se puede apreciar la afluencia masiva de
capitales al mercado primario de hidrocarburos entre 1978 y 1980 y, asimismo, observar la
evolución entre 1975 y 1983. Entre los más destacados se encuentran: Pérez Companc —que
incrementó cuatro veces la cantidad de áreas en las que explotaba hidrocarburos—, Bridas —
la cual triplicó sus zonas— y Astra —que pasó de operar un área a hacerlo en cinco—.
Asimismo, si se consideran las empresas controladas por estos grupos, la evolución es mayor.
En este sentido, a las seis de Bridas debería sumársele el área que obtuvo la empresa Apco,
mientras que a las ocho de Pérez Companc, cabría añadirle las relativas a Quitral-Co y Tecsa.
En este sentido, si se analiza la participación de estos grupos económicos y firmas
extranjeras en el mercado primario, considerando sus empresas controladas en 1983, se
aprecia una considerable concentración, en tanto que Pérez Companc participaba en el 30,3%
de las áreas operadas por los contratistas, mientras que Bridas lo hizo en el 21,2% y Astra en
el 15,2% (Cuadro 1.16).
En los contratos realizados para obtener las zonas de explotación, estos grupos con poder
de lobby y vínculos con el gobierno de facto 91 , presentaron en los pliegos de las áreas
licitadas, un compromiso de explotación que casi duplicaba los que exhibía, para dichas
zonas, la empresa estatal, dado que la modalidad de contratación preveía la adjudicación a las
firmas que presentaran ofertas más altas 92. A pesar de que los contratos de locación de obra y
servicios contemplaban multas por el incumplimiento de la cuota de extracción pactada, y
premios (materializados en sobreprecios) por la superación de la misma, a partir de su poder
de lobby estos grupos obtuvieron la condonación de las multas imputadas, por no cumplir con
lo acordado, por un valor de 40,5 millones de dólares (Bonelli, 1974). Desde finales de 1980
y durante 1981, las compañías solicitaron, por distintas vías, la renegociación de los contratos
para adecuar los niveles de extracción comprometidos a los efectivamente explotados y, de
este modo, evitar futuras sanciones.

89
Ejemplos de esto son las empresas Socma (grupo Macri), Tecnicagua, Techint (las tres dedicadas a la
realización de obras de infraestructura) y Petrolar (subsidiaria de Alpargatas), entre otros.
90
En esta línea se encuentran los grupos Pérez Companc, Bridas y Astra, como los más importantes.
91
La relación entre el capital privado y las autoridades no era un dato menor. En efecto, tanto la hija del dictador
Jorge Rafael Videla, como la del intendente de la Ciudad de Buenos Aires, el militar Osvaldo Cacciatore,
trabajaron en las empresas del Grupo Pérez Companc. Asimismo, el presidente de Y.P.F. durante el período de
la renegociación de los contratos, Juan Bustos Fernández, había ocupado, luego de la muerte de Carlos Pérez
Companc, el máximo cargo de dicho holding, y presidió las empresas Compañía Naviera Pérez Companc y
Petrolera Pérez Companc. Incluso, Mario Soifer, hijo del titular de Petrolera San Jorge, integró el directorio de
Y.P.F. al momento de la revisión de los acuerdos que terminaron beneficiando al sector privado (Bonelli, 1984).
92
Los compromisos de extracción presentados por las empresas privadas ascendían a los 52 millones de m 3,
93% superiores a la producción ofertada por Y.P.F., 27 millones de m3. En rigor, visto en perspectiva, en dichas
áreas las compañías alcanzaron una explotación de 30,5 millones de m3, esto es, un 13,0% por encima de lo
proyectado por Y.P.F. y un 41,3% inferior a lo que se habían comprometido, por lo que es posible sostener que
las abultadas estimaciones realizadas por el capital privado tenían como único objetivo ganar las licitaciones
previendo futuras renegociaciones (Bonelli, 1984).

48
Cuadro 1.14. Empresas contratistas de Y.P.F. S.E., 1974-1984 (en cantidad, m3 y %)
Extracción Cantidad
% del total
Cantidad de de petróleo de
Año de Empresas contratistas
contratistas de los contratos
extracción
contratistas firmados
1974 7 6.678.899 27,8 6 Cities Service; Amoco; C.A.D.I.P.S.A; Pérez Companc; Bridas; Cía. San Jorge; Astra.
1975 7 6.184.946 26,9 6 Cities Service; Amoco; C.A.D.I.P.S.A; Pérez Companc; Bridas; Cía. San Jorge; Astra.
1976 7 5.864.347 25,3 6 Cities Service; Amoco; C.A.D.I.P.S.A; Pérez Companc; Bridas; Cía. San Jorge; Astra.
1977 9 6.049.958 24,2 9 Cities Service; Amoco; C.A.D.I.P.S.A; Pérez Companc; Bridas; Cía. San Jorge; Astra; Vial del Sur; Pluspetrol.
1978 19 8.220.703 31,3 19 Cities Service; Amoco; C.A.D.I.P.S.A; Pérez Companc; Bridas; Cía. San Jorge; Astra C.A.P.S.A.; Vial del Sur; Pluspetrol; Héctor
Lapeyrade; Supercemento; Sasetru S.A.; Inalruco S.A.; Tecsa S.A.; Ryder Scott S.A.; Quitral-Co S.A.; Petrolífera El Carmen; A.
Evangelista S.A.; Ecofisa.
1979 33 8.884.527 32,4 25 Cities Service; Amoco; C.A.D.I.P.S.A.; Pérez Companc; Bridas S.A.P.I.C.; Petrolera San Jorge; Astra C.A.P.S.A.; Vial del Sur; Pluspetrol;
Héctor Lapeyrade; Supercemento; Sasetru S.A.; Inalruco S.A.; Tecsa S.A.; Ryder Scott S.A.; Quitral-Co S.A.; Petrolífera El Carmen; A.
Evangelista S.A.; Cía. Química; Copesa; Decavial; Dyopsa; Burgwardt y Cía; Interamerican S.A.; Inversiones agropecuarias; Petrolar;
S.A.D.E.; Selva Oil Co.; Tecnicagua; A. Graziani; H. J. Gruy; Ascot Petrolera Argentina; Auspetrol S.A..
1980 38 9.796.738 34,3 29 Cities Service; Amoco; C.A.D.I.P.S.A.; Pérez Companc; Bridas S.A.P.I.C.; Petrolera San Jorge; Astra C.A.P.S.A.; Vial del Sur; Pluspetrol;
Héctor Lapeyrade; Supercemento; Sasetru S.A.; Inalruco S.A.; Tecsa S.A.; Ryder Scott S.A.; Quitral-Co S.A.; Petrolífera El Carmen; A.
Evangelista S.A.; Cía. Química; Copesa; Decavial; Dyopsa; Burgwardt y Cía; Interamerican S.A.; Inversiones agropecuarias; Petrolar;
S.A.D.E.; Selva Oil Co.; Tecnicagua; A. Graziani; H. J. Gruy; Ascot Petrolera Argentina; Auspetrol S.A.; Alianza Petrolera; Socma;
Techint; Blocker Energy Corp.; Apco.
1981 40 10.215.707 35,4 30 Cities Service; Amoco; C.A.D.I.P.S.A.; Pérez Companc; Bridas S.A.P.I.C.; Petrolera San Jorge; Astra C.A.P.S.A.; Vial del Sur; Pluspetrol;
Héctor Lapeyrade; Supercemento; Sasetru S.A.; Inalruco S.A.; Tecsa S.A.; Ryder Scott S.A.; Quitral-Co S.A.; Petrolífera El Carmen; A.
Evangelista S.A.; Cía. Química; Copesa; Decavial; Dyopsa; Burgwardt y Cía; Interamerican S.A.; Inversiones agropecuarias; Petrolar;
S.A.D.E.; Selva Oil Co.; Tecnicagua; A. Graziani; H. J. Gruy; Ascot Petrolera Argentina; Auspetrol S.A.; Alianza Petrolera; Socma;
Techint; Blocker Energy Corp.; Apco; Butes Gasoil Co.; Desaci.
1982 41 9.443.449 33,2 31 Cities Service; Amoco; C.A.D.I.P.S.A.; Pérez Companc; Bridas S.A.P.I.C.; Petrolera San Jorge; Astra C.A.P.S.A.; Vial del Sur; Pluspetrol;
Héctor Lapeyrade; Supercemento; Sasetru S.A.; Inalruco S.A.; Tecsa S.A.; Ryder Scott S.A.; Quitral-Co S.A.; Petrolífera El Carmen; A.
Evangelista S.A.; Cía. Química; Copesa; Decavial; Dyopsa; Burgwardt y Cía; Interamerican S.A.; Inversiones agropecuarias; Petrolar;
S.A.D.E.; Selva Oil Co.; Tecnicagua; A. Graziani; H. J. Gruy; Ascot Petrolera Argentina; Auspetrol S.A.; Alianza Petrolera; Socma;
Techint; Blocker Energy Corp.; Apco; Butes Gasoil Co.; Desaci; Union Oil International Exploration.
1983 42 8.494.641 29,8 32 Cities Service; Amoco; C.A.D.I.P.S.A.; Pérez Companc; Bridas S.A.P.I.C.; Petrolera San Jorge; Astra C.A.P.S.A.; Vial del Sur; Pluspetrol;

Capítulo 1. Antecedentes históricos


Héctor Lapeyrade; Supercemento; Sasetru S.A.; Inalruco S.A.; Tecsa S.A.; Ryder Scott S.A.; Quitral-Co S.A.; Petrolífera El Carmen; A.
Evangelista S.A.; Cía. Química; Copesa; Decavial; Dyopsa; Burgwardt y Cía; Interamerican S.A.; Inversiones agropecuarias; Petrolar;
S.A.D.E.; Selva Oil Co.; Tecnicagua; A. Graziani; H. J. Gruy; Ascot Petrolera Argentina; Auspetrol S.A.; Alianza Petrolera; Socma;
Techint; Blocker Energy Corp.; Apco; Butes Gasoil Co.; Desaci; Union Oil International Exploration; Occidental Petrolera Argentina.
1984 39 8.344.065 30,0 33 Cities Service; Amoco; C.A.D.I.P.S.A.; Pérez Companc; Bridas S.A.P.I.C.; Petrolera San Jorge; Astra C.A.P.S.A.; Vial del Sur; Pluspetrol;
Héctor Lapeyrade; Supercemento; Sasetru S.A.; Inalruco S.A.; Tecsa S.A.; Ryder Scott S.A.; Quitral-Co S.A.; Petrolífera El Carmen; A.
Evangelista S.A.; Cía. Química; Copesa; Decavial; Dyopsa; Burgwardt y Cía; Interamerican S.A.; Inversiones agropecuarias; Petrolar;
S.A.D.E.; Selva Oil Co.; Tecnicagua; Alianza Petrolera; Socma; Techint; Blocker Energy Corp.; Butes Gasoil Co.; Desaci; Union Oil
International Exploration; Occidental Petrolera Argentina; Total Austral; Acambuco S.A..
Fuente: Elaboración propia en base a Anuarios de combustibles de la Secretaría de Energía.

49
Cuadro 1.15. Áreas en las que cada empresa realizaba explotaciones como contratista, 1975-1983 (en valores absolutos)
1975 1976 1977 1978 1979 1980 1981 1982 1983 Diferencia entre 1975 y 1983
Pérez Companc 2 2 5 5 7 8 8 8 8 6
Bridas S.A.P.I.C. 2 2 4 4 6 6 6 6 6 4
Astra C.A.P.S.A. 1 1 1 4 4 5 5 5 5 4
Pluspetrol S.A. 1 1 2 3 3 3 3 3
Serv. Ryder Scott S.A. (Consultora de EE.UU.) 1 2 3 3 3 3 3 3
A. Evangelista y Cía. S.A. 2 2 3 3 3 3 3
Inalruco S.A. 2 2 3 3 3 3 3
Selva Oil Co. 1 1 1 2 2 2 2 2
Techint 1 2 2 2 2
Interamerican S.A. (controlada por Pérez Companc) 2 2 2 2 2 2
S.A.D.E. (controlada por Pérez Companc) 2 2 2 2 2 2
Amoco Arg. Oil Co. (EE.UU) 2 2 2 2 2 3 3 3 3 1
C.A.D.I.P.S.A. (Grupo Techint) 1 1 1 2 2 2 2 2 2 1
Petrolera Arg. San Jorge 1 1 1 2 2 2 2 2 2 1
Burgwardt y Cía 1 1 1 1 1 1 1 1
Decavial 1 1 1 1 1 1 1 1
Vial del Sur S.A. 1 1 1 1 1 1 1 1
Tecsa S.A. (controlada por Pérez Companc) 1 1 1 1 1 1 1
Socma (Grupo Macri) 1 1 1 1 1
Tecnicagua 1 1 1 1 1 1
Quitral Co S.A. (controlada por Pérez Companc) 1 1 1 1 1 1 1
A. Graziani 1 1 1 1 1 1
Alianza Petrolera 1 1 1 1 1
Apco (Grupo Bridas) 1 1 1 1 1
Ascot Pet. Arg. 1 1 1 1 1 1
Austral S.A. 1 1 1 1 1 1
Blocker Energy Corp. 1 1 1 1 1
Butes Gasoil Co 1 1 1 1
Cía Química (Grupo Bunge y Born) 1 1 1 1 1 1 1
Copesa (Grupo Soldati) 1 1 1 1 1 1
Desaci 1 1 1 1
DYOPSA (Dragados y obras portuarias) (subsidiaria Grupo Macri) 1 1 1 1 1 1 1

Capítulo 1. Antecedentes históricos


H. J. Gruy 1 1 1 1 1 1
H. Lapeirade 1 1 1 1 1 1 1
Inversiones Agropecuarias 1 1 1 1 1 1 1
Petrolar (subsidiaria Grupo Alpargatas) 1 1 1 1 1 1
Petrolera Co. Occidental de Argentina 1 1
Petrolera el Carmen S.A. 1 1 1 1 1 1 1
Sasetru S.A. 1 1 1 1 1 1 1
Supercemento (subsidiaria Grupo Macri) 1 1 1 1 1 1 1
Union Oil International Exploration Co. Ltd. 1 1 1
Argentina Cities Service 1 1 1 1 1 1 1 1 1 0
10 10 21 40 57 69 72 73 74 64
Fuente: Elaboración propia en base a Anuarios de combustibles de la Secretaría de Energía y Acevedo, Basualdo y Khavisse (1990).

50
Capítulo 1. Antecedentes históricos

Cuadro 1.16. Participación de los principales grupos económicos y empresas transnacionales en las áreas, 1983
(en valores absolutos y %)
Áreas en % sobre
las que el total Empresas controladas que operaban en las áreas
operaban de áreas
Pérez Companc 10 30,3 Petrolera Pérez Companc; Compañía Naviera Pérez Companc;
S.A.D.E.; Interamerican S.A.; Quitral Co. S.A.; Tecsa S.A.
Bridas S.A.P.I.C. 7 21,2 Bridas; Apco
Astra C.A.P.S.A. 5 15,2 Astra
Techint 4 12,1 Techint; C.A.D.I.P.S.A.
Amoco 3 9,1 Amoco
Inalruco S.A. 3 9,1 Inalruco
Pluspetrol 3 9,1 Pluspetrol
Serv. Ryder Scott S.A. 3 9,1 Ryder Scott S.A.
Macri 2 6,1 Socma; DYOPSA; Supercemento
Total de áreas 33
*El total del porcentaje excede el 100% dado que se está contemplando la cantidad de áreas en las que cada
grupo tiene participación.
Fuente: Elaboración propia en base a Anuarios de la Secretaría de Energía.

Para lograr sus objetivos, las empresas utilizaron sus vínculos con el poder de turno y
distintos tipos de presiones93. El objetivo de las contratistas era doble y combinado: por un
lado, disminuir los compromisos de extracción contemplados en los contratos y, por el otro,
obtener un incremento en los precios, dado que sostenían que no les cerraba la ecuación
económica-financiera. De este modo, al reducir los niveles de extracción acordados, en la
práctica se eliminó el sistema de multas 94 y, a su vez, un mayor volumen de crudo superó la
―producción base‖ 95 e ingresó dentro de la ―excedente‖ 96 , a través de la cual Y.P.F. S.E.
pagaba un precio considerablemente superior por el m3 extraído (Cuadro 1.17).
Asimismo, el incremento de los precios, producto de la renegociación, implicó un
aumento considerable en las erogaciones de la empresa estatal respecto del pago a
contratistas al abonar un mayor precio por el m3 del crudo extraído por éstos. En este sentido,
se generó un efecto combinado de alza de precios, tanto por la disminución de la producción
base (con la consecuencia de que mayor proporción ingresara en el precio de extracción
―excedente‖), como por su incremento.
Luego de diversas negociaciones que contaron con la oposición de la Sindicatura General
de Empresas Públicas (SIGEP), en 1983 se establecieron los nuevos contratos entre Y.P.F.
S.E. y las empresas privadas. Durante este proceso, existieron diversas irregularidades, tanto

93
Entre los distintos mecanismos utilizados, puede señalarse la disminución intencional de la explotación. Esto
se corroboró con un informe de la Sindicatura General de Empresas Públicas (SIGEP) de noviembre de 1983, en
el cual se revelaba que en muchos de los yacimientos en los que explotaban los contratistas, hubo marcadas
disminuciones del consumo eléctrico, en tanto habían dejado de bombear los pozos petrolíferos para frenar
temporalmente la extracción (Bonelli, 1984). Vale recordar que Kaplan (1992) había señalado un similar
accionar en 1949 por parte de la Standard Oil, anulando algunos pozos productivos para presionar al Estado por
mejores condiciones para la empresa.
94
Esto sucedió en tanto que la nueva extracción comprometida se podía cumplir sin realizar nuevas inversiones.
95
Es aquella explotación que se fijó como mínima para que las compañías extraigan durante la vigencia del
contrato. Por debajo de ésta, las firmas debían pagar multas y, por encima, se les reconocería un precio
diferencial.
96
La producción excedente es aquella que supera la extracción base y es remunerada por Y.P.F. con un precio
superior.

51
Capítulo 1. Antecedentes históricos

en términos políticos como técnicos. Basta señalar, desde lo político, que el presidente de la
empresa estatal durante este período fue Juan Bustos Fernández, ex integrante de la petrolera
Pérez Companc, y, desde lo técnico, la elaboración por parte de las empresas de ciertos
cálculos atinentes a Y.P.F. S.E.97.
La proliferación de contratos de locación de obra y servicios, como parte de la estrategia
de implementar ―privatizaciones periféricas‖, sumada a las numerosas prerrogativas
concedidas al capital privado, generaron una transferencia hacia los contratistas de, por un
lado, áreas de explotación y, por el otro, recursos económicos, pertenecientes a Y.P.F. S.E.98.
La renegociación de los contratos petroleros en 1983 significó un incremento del 92,5% en el
precio medio del petróleo pagado a los contratistas, en tanto que pasó de 27,36 dólares el m 3
a 52,68 dólares el m3. Sin embargo, dado que en ese año cerca del 20% de la extracción
excedió la producción básica (a partir de la disminución de los niveles en la renegociación),
el precio efectivamente abonado, habría alcanzado los 61,84 dólares el m3, al ajustarlo con un
valor del crudo excedente de 99,40 dólares el m3.
La firma de los primeros contratos en 1977 preveía un precio medio ponderado que giraba
en torno a los 21,38 dólares el m3, el cual estaba pautado en pesos y ajustado por una fórmula
que contemplaba las variaciones de precios locales. No obstante, producto del atraso
cambiario pautado en el programa monetario de la dictadura, según el estudio de Kozulj y
Bravo (1993), se generó un incremento en dólares en los precios de los contratistas. De este
modo, los mayores aumentos de precios locales en relación con la tasa de cambio oficial,
devinieron en un incremento, medido en divisa norteamericana, del precio que Y.P.F. S.E. le
pagaba a los contratistas. Luego de la devaluación de 1981, comenzaron a descender hasta
alcanzar en 1982 los valores —en dólares— de 1977, lo que motivo las presiones señaladas,
por parte de los contratistas, para lograr mayores precios.
Considerando las áreas que figuran en el Cuadro 1.17, sobre las cuales se tiene
información y que representan el 93% del total de la explotación de los contratistas, en 1977
Y.P.F. S.E. les pagó, cuanto menos, 416,9 millones de dólares, por un petróleo que le hubiera
costado extraer —según las estimaciones— 103,0 millones de dólares. Esto significa una
transferencia neta de recursos de Y.P.F. S.E. por más de 314,0 millones de dólares al capital
privado bajo la modalidad de contratación99. Este drenaje de recursos netos del sector público

97
Según el informe de la SIGEP, la elaboración de la tasa interna de retorno necesaria para la renegociación, la
cual debería haberla realizado la empresa estatal en base a la información pedida a las firmas privadas, fue
elaborada ―por los contratistas. (…) En consecuencia, fueron los contratistas quienes determinaron la forma de
llegar a los valores remanentes de inversiones que incorporaron en los respectivos estudios económicos‖ (en
Bonelli, 1984: 107).
98
En una entrevista realizada a Oscar Vicente, del grupo Pérez Companc, el directivo expresó el impacto que
esta política tuvo para la empresa: ―1958, es cuando la compañía se decide a entrar [sin éxito] en petróleo. Pérez
Companc, en ese momento, no facturaba más de 10 millones de dólares. 1967: se triplicó la facturación al entrar
en el negocio de la perforación de pozos y en la producción, cuando apareció el contrato Entre Lomas. 1976,
1977 y 1978: Es la época de la gran privatización, de los contratos petroleros, de cuando compramos Sade-
General Electric. Nuestra facturación entonces pasaba largamente los 100 millones de dólares. 1981, 82 y 83:
Sade estaba en pleno funcionamiento. Y facturábamos entre 300 y 400 millones de dólares‖ (en Majul, 1994:
103).
99
Esta cifra está subestimada por tres motivos. En primer lugar en tanto que ese dato refleja el precio de la
―producción base‖. Según estimaciones en base a Bonelli (1984), el 19,6% del volumen de crudo extraído
durante 1983 superó esta ―producción‖, por lo que se abonó en función del precio de petróleo ―excedente‖.
Conforme esta información, el monto pagado a los contratistas habría alcanzado los 489 millones de dólares y la
transferencia de renta habría arribado a los 386 millones de dólares. En segundo lugar, la subestimación

52
Capítulo 1. Antecedentes históricos

a las empresas que operaban en el mercado primario representó, el 7,1% de la deuda externa
de la compañía en 1983, valuada en 4.451 millones de dólares. Esta dinámica de
funcionamiento permite relativizar los argumentos brindados por Martínez de Hoz en su
discurso de asunción, en el cual sostenía que era imposible afrontar las necesidades de
inversión del sector con los recursos de Y.P.F. S.E., por lo menos en el mediano plazo.
Dejando de lado el estudio de los contratos y analizando lo relativo a las concesiones
petroleras se puede observar que la extracción, con excepción de los años 1937, 1939 y 1942,
cayó persistentemente durante cuarenta años. Sin embargo, en 1975 (año en que se intervino
Y.P.F.) lograron quebrar la tendencia descendente y al registraron un alza del 6,7%. En el
período de la dictadura, de este modo, obtuvieron un incremento del 216,3% (17,9% anual) al
extraer 612 mil m3 en 1983, frente a los 193 mil, de 1976.
Este importante desempeño por parte del sector privado tuvo su correlato en el deterioro
de las condiciones de la empresa estatal. La transferencia a los contratistas, entre 1977 y
1982, de áreas que operaba Y.P.F. S.E., las cuales generaban entre el 14,1% y 15,5% de su
producción, en los años considerados, redundó en uno de los peores rendimientos de la
empresa estatal al alcanzar un crecimiento del 1,8% anual acumulativo.
En cuanto a la política exploratoria, cabe señalar que la empresa estatal, la cual durante el
interregno 1967-1974 realizó el 87,4% de los pozos exploratorios, tuvo una considerable
caída en dicha actividad, al efectuar en el lapso 1976-1983, el 69,2% (Cuadro 1.18). En este
sentido, comparando ambos períodos, de perforar en el primero, en promedio, 101 pozos
exploratorios anuales, pasó a tener una media de 75 entre 1976 y 1983 (un descenso del
26,4%). Esto se compensó de manera insuficiente con el incremento en la perforación de
pozos exploratorios por parte de los contratistas, producto de la Ley de Contratos de Riesgo.
En efecto, considerando nuevamente las medias entre ambos períodos, se observa un aumento
de 10 a 33 pozos exploratorios anuales. Esta situación, sumada a la caída de las exploraciones
de las empresas concesionarias (de 6 a 1, en promedio por año), generó un descenso del 7,9%
en la cantidad de pozos perforados exploratorios en el sector. Este desempeño se expresó en
la caída en el horizonte de reservas de petróleo, en tanto que, de 17,2 años que existían en
1975, hacia 1983 había crudo para 13,7 años. En la práctica, esta situación, generó que las
reservas se mantuvieran constantes entre 1976 y 1983, en derredor de los 389 millones de m3.
En conjunto, durante el gobierno de facto la actividad petrolera creció un 23% (3% anual)
(Cuadro 1.12) que, si bien fue modesto, le permitió al país lograr el autoabastecimiento. En
rigor, éste se debió a que maduraron las obras de infraestructura tendientes a diversificar la
matriz energética para reducir su dependencia del petróleo y, fundamentalmente, a que el PBI
creció, entre 1976 y 1983, apenas un 1,6%, con el agravante de que, luego de décadas de
incremento, la industria cayó un 10%100 (Martínez, 1998; Basualdo, 2006; Azpiazu y Schorr,
2010). Este estancamiento de la producción global con una marcada caída de la industria,
impactó en un menor consumo energético, lo que facilitó el autoabastecimiento.

proviene de que los costos de Y.P.F. se calcularon en base a las inversiones tanto de exploración (las más
costosas y riesgosas) como explotación, mientras que los contratistas solamente destinaron recursos a extraer
hidrocarburos y no a descubrirlos, por lo que sus erogaciones eran marcadamente inferiores. Asimismo, en éste
período como durante la vigencia de los contratos Y.P.F. se hacía cargo del 12% de regalías que se pagaba a las
provincias, lo cual disminuía los costos de los privados e incrementaba los de la empresa estatal.
100
Cabe resaltarse que durante el período 1963-1974, el PBI del país se incrementó en un 81,2%, mientras que
el industrial lo hizo en un 127,4%.

53
Cuadro 1.17. Extracción de petróleo por contratos, precio al que Y.P.F. S.E. adquiría el crudo, costo de producción de Y.P.F. S.E. en área s similares y transferencia de capital al sector privado, 1983 (en m3 y U$S)
Precio al que Precio al que Costo de Diferencia Diferencia en Precio
Transferencia de
Extracción Y.P.F. S.E. Y.P.F. S.E. Y.P.F. S.E. respecto del relación con básico
Costo Y.P.F. renta de Y.P.F.
contratistas, adquiría el crudo adquiría el crudo en zonas precio de el precio pagado a
Área Empresas contratistas S.E., en U$S S.E. al capital
en m3 de producción excedente, similares, producción excedente, contratistas,
(8=4*1) privado, en U$S
(1) base, U$S/m3 U$S/m3 U$S/m3 base, en % en % en U$S
(9=7-8)*
(2) (3) (4) (5=4/2) (6=4/3) (7=1*2|)
Centenario Pluspetrol; Selva Oil Company 173.394 72,00 123,68 3,12 2.207,7 3.864,1 12.484.368 540.989 11.943.379
Cañadón Amarillo Alianza Petrolera Arg. 29.117 48,75 116,24 2,68 1.719,0 4.237,3 1.419.454 78.034 1.341.420
Lindero Atravesado Astra-Bridas 416.415 45,81 123,68 3,12 1.368,3 3.864,1 19.075.971 1.299.215 17.776.756
Cinturón Costero Techint; Desaci; Butes Gas Oil Co. 4.795 106,70 - 9,94 973,4 - 511.627 47.662 463.964
Medianera Vial del Sur; Serv. Ryder Scott S.A.; 42.380 59,86 116,24 7,99 649,2 1.354,8 2.536.867 338.616 2.198.251
Decavial
Catriel Oeste Pérez Companc, Cía. San Jorge 250.945 54,14 111,25 7,99 577,6 1.292,4 13.586.162 2.005.051 11.581.112
Piedra Clavada Bridas, Pérez Companc 289.656 68,85 111,25 10,76 539,9 933,9 19.942.816 3.116.699 16.826.117
Refugio Tupungato Petrolera San Jorge; Dyopsa; 159.339 65,52 116,24 10,97 497,3 959,6 10.439.891 1.747.949 8.691.942
Supercemento
Meseta Espinosa ASTRA CAPSA Evangelista; Inalruco 80.924 96,15 111,25 17,50 449,4 535,7 7.780.843 1.416.170 6.364.673
Cañadón Seco ASTRA, Sasetru, Inalruco 143.541 95,28 111,25 17,50 444,5 535,7 13.676.586 2.511.968 11.164.619
Al Norte de la Dorsal Quitral-Co; CADIPSA; Inversiones 29.839 46,56 116,24 8,65 438,3 1.243,8 1.389.304 258.107 1.131.196
agropecuarias; Cía. Química
El Cordón Bridas S.A.P.I.C. - Pérez Companc 215.588 91,61 111,25 17,50 423,5 535,7 19.750.017 3.772.790 15.977.227
Neuquén del Medio Petrolífera El Carmen 34.368 63,85 111,25 15,16 321,2 633,8 2.194.397 521.019 1.673.378
25 de Mayo-El Medanito Bridas, Pérez Companc 712.933 42,22 116,24 10,41 305,6 1.016,6 30.100.031 7.421.633 22.678.399
Antlinal Campamento Pluspetrol; S.A.; Cospesa; Tecnicaqua; 23.675 54,14 116,24 15,16 257,1 666,8 1.281.765 358.913 922.852
Petrolar
Ramos Pluspetrol S.A.; Techint; Selva Oil Co.; 81.153 39,53 - 11,84 233,9 - 3.207.978 960.852 2.247.127
Socma
Manantiales Behr Compañía Petrolera Occidental de Arg. 2.664 48,70 111,30 15,44 215,4 620,9 129.737 41.132 88.605
Río Tunuyán ASTRA CAPSA 46.713 40,06 116,24 14,77 171,2 687,0 1.871.323 689.951 1.181.372
La Ventana Cities Service 1.735.600 38,77 - 14,77 162,5 - 67.289.212 25.634.812 41.654.400
Pampa del Castillo - La Guitarra Pérez Companc; SADE S.A.; Inter 458.648 41,10 111,30 15,84 159,5 602,7 18.850.433 7.264.984 11.585.448
American S.A.
Al Sur de la Dorsal Bridas, Ryder Scott 36.627 36,09 111,25 15,16 138,1 633,8 1.321.868 555.265 766.603
Entre Lomas Pérez Companc 690.151 21,58 24,42 9,89 118,2 146,9 14.893.459 6.825.593 8.067.865

Capítulo 1. Antecedentes históricos


Rinconada-Puesto Morales Tecsa 8.709 20,68 - 9,89 109,1 - 180.102 86.132 93.970
Koluel Kaike-El Valle Perez Companc; SADE S.A.; Inter 298.945 40,60 111,25 24,90 63,1 346,8 12.137.167 7.443.731 4.693.437
American S.A.
Chañares Herrados Héctor Lapeyrade 12.901 36,27 111,25 23,33 55,5 376,9 467.919 300.980 166.939
Anticlinal Grande - Cerro Dragón Amoco Arg. Oil. 1.912.899 18,34 40,12 12,17 50,7 229,7 35.082.568 23.279.981 11.802.587
El Valle C.A.D.I.P.S.A 22.609 29,23 - 24,90 17,4 - 660.861 562.964 97.897
Total 7.914.528 52,68 99,40 13,01 304,8 720,7 416.946.129 102.991.460 313.954.669
*El valor final está subestimado dado que los yacimientos explotados por los contratistas habían sido descubiertos por Y.P.F.. De este modo, las inversiones en exploración fueron realizadas por la empresa estatal. Si se
considerara solamente el costo de explotación de Y.P.F. —descontando los relativos a la exploración— el costo imputado a la empresa estatal sería considerablemente inferior a los 12,62 dólares el m3 que se tomaron
aquí.
Fuente: Elaboración propia en base a Bonelli (1984) y Anuarios de combustible de la Secretaría de Energía.

54
Cuadro 1.18. Pozos terminados de exploración de petróleo y gas natural, por sector, reservas y horizonte de reservas de petróleo, 1967-1983 (en
valores absolutos, %, millones de m3 y años)
Y.P.F. Contratos Reservas de petróleo, Horizonte de
% % Concesiones % Total %
administración explotación en millones de m3 reservas
1967 105 94,6 6 5,4 0 0,0 111 100,0 S/I S/I
1968 100 94,3 6 5,7 0 0,0 106 100,0 S/I S/I
1969 81 94,2 0 0,0 5 5,8 86 100,0 S/I S/I
1970 S/I - S/I - S/I - S/I - 392,5 17,2
1971 118 75,2 12 7,6 27 17,2 157 100,0 392,1 16,0
1972 92 86,8 8 7,5 6 5,7 106 100,0 394,3 15,7
1973 111 78,2 25 17,6 6 4,2 142 100,0 398,7 16,3
1974 102 88,7 13 11,3 0 0,0 115 100,0 391,7 16,3
1975 S/I - S/I - S/I - S/I - 390,0 17,0
1976 83 96,5 3 3,5 0 0,0 86 100,0 380,4 16,4
1977 108 75,5 35 24,5 0 0,0 143 100,0 368,4 14,7
1978 48 57,1 33 39,3 3 3,6 84 100,0 385,5 14,7
1979 50 68,5 23 31,5 0 0,0 73 100,0 389,1 14,2
1980 79 70,5 32 28,6 1 0,9 112 100,0 392,1 13,7
1981 78 61,9 48 38,1 0 0,0 126 100,0 385,7 13,4
1982 67 61,5 41 37,6 1 0,9 109 100,0 386,1 13,6
1983 83 62,4 47 35,3 3 2,3 133 100,0 389,5 13,7
Promedio por período
1967-1974 101 87,4 10 7,9 6 4,7 118 - 393,9 16,3
1976-1983 75 69,2 33 29,8 1 1,0 108 - 384,6 14,3

Capítulo 1. Antecedentes históricos


Diferencia (% y -26,4% -18,2 227,5% 21,9 -84,1% -3,7 -7,9% - -2,3% -2,0
cantidad)
Fuente: Elaboración propia en base a Anuarios de combustible de la Secretaría de Energía.

55
Capítulo 1. Antecedentes históricos

Cuadro 1.19. Evolución de la extracción de gas natural y participación de Y.P.F. S.E., empresas contratistas,
concesionarias y total país, 1973-1975 (en miles de m3, % y años)
Horizon-
Y.P.F. S.E. Contratos Concesiones Total Reservas te de
reservas
(en (en (en (en (en
millones (%) millones (%) millones (%) millones (%) millones (años)
de m3) de m3) de m3) de m3) de m3)
1976 9.077 82,3 1.894 17,2 61 0,6 11.032 100,0 197.083 17,9
1977 10.114 86,7 10.114 86,7 62 0,5 11.663 100,0 246.177 21,1
1978 9.783 85,0 9.783 85,0 57 0,5 11.504 100,0 432.163 37,6
1979 10.940 85,4 10.940 85,4 67 0,5 12.815 100,0 573.694 44,8
1980 11.331 84,1 11.331 84,1 70 0,5 13.466 100,0 641.105 47,6
1981 11.060 81,1 11.060 81,1 70 0,5 13.629 100,0 648.437 47,6
1982 12.129 78,1 12.129 78,1 64 0,4 15.523 100,0 691.571 44,6
1983 13.615 79,2 13.615 79,2 60 0,3 17.181 100,0 678.887 39,5
Evolución interanual y tasa anual acumulativa
1976-1983 50,0 618,9 -1,5 55,7 244,5
(interanual)
1976-1983 6,0 32,6 -0,2 6,5 19,3
(T.A.A.)
Fuente: Elaboración propia en base a Anuarios de combustible de la Secretaría de Energía.

En relación con el gas natural, durante el interregno que duró la dictadura su extracción se
incrementó a una tasa anual acumulativa del 6,5%, traccionada tanto por la producción de
Y.P.F. administración (6,0%) como de Y.P.F. contratos (9,2%). En cuanto a las concesiones,
registraron una caída del -0,2 anual (Cuadro 1.19). Sin embargo, a diferencia de lo acontecido
con el petróleo crudo, en lo que respecta a las reservas, en 1977 Y.P.F. S.E. descubrió el
yacimiento gasífero más importante hasta la actualidad, Loma la Lata 101, lo que significó un
formidable incremento en éstas. En este sentido, entre 1976 y 1980 el aumento de reservas
comprobadas giró en torno del 34,3% anual. Analizando hasta 1983, el crecimiento fue de 3,5
veces, a una tasa anual del 19,3% (Cuadro 1.19).
Con respecto al deterioro de la empresa estatal, como se señaló, pueden mencionarse
cuatro causas fundamentales que coadyuvaron en este aspecto: por un lado, la promulgación
del Decreto N° 2.227/80 por medio del cual se fijó que para determinar el valor ―boca de
pozo‖ de los hidrocarburos líquidos y gaseosos para el pago de regalías, se establecía como
―precio de referencia‖ el Arabian Medium (31º API). Esta actualización se realizó de forma
gradual estableciendo un incremento en los porcentajes hasta alcanzar el precio internacional
pleno. Esta proporción comenzaría siendo del 58% en 1981 y se iría actualizando anualmente
con un incremento de 7 puntos porcentuales hasta arribar al 100% en 1987. Por el otro, la
constante transferencia de parte importante de la renta petrolera al capital privado en
concepto de pago por la extracción de petróleo. Asimismo, otro elemento que perjudicó a la

101
En 2008 poseía las reservas comprobadas de gas natural más importantes de la Argentina con 46.750
millones de m3, el 13,2% del total del país.

56
Capítulo 1. Antecedentes históricos

empresa fue el bajo nivel de retenciones 102 que poseían los derivados del petróleo que
comercializaba Y.P.F. S.E.. Finalmente, el Ministerio de Economía, para conseguir divisas,
propició el endeudamiento de las empresas públicas y, esencialmente, de Y.P.F. S.E., dada su
solvencia como empresa de hidrocarburos y por ser la más importante del país. Esto le generó
problemas en el corto, mediano y largo plazo, para afrontar los excesivos costos financieros.
En cuanto al incremento en el valor referencia de las regalías, cabe señalar que esto le
ocasionó una deuda con las provincias acumulada entre 1980 y 1990, del orden de los 2,5
millones de dólares, que fue saldada recién en 1993 con la privatización de la empresa.
Asimismo, tal como se señaló, en base a la información disponible para 1983, la
transferencia de renta al capital privado durante ese año fue como mínimo de 315 millones de
dólares, en tanto que pagó, por un petróleo que Y.P.F. había descubierto, un precio cuatro
veces superior a sus costos de extracción.
En lo relativo a las retenciones de los derivados del petróleo comercializados por Y.P.F.
S.E., es dable sostener que también devino en una de las causas de la descapitalización de la
empresa. Del 9% que representaba el gravamen instalado por Mosconi en 1929 para la
construcción de caminos, con el paso de las administraciones, las contribuciones fueron
variando en función de los intereses de los respectivos gobiernos. En virtud de la información
brindada por la Secretaría de Energía, durante la década 1965-1974, la retención de la nafta
especial expedida por Y.P.F. se ubicó, en promedio, en el 49,1%, por lo que transfería al fisco
poco más de la mitad de lo que vendía. No obstante, la retención varió al inicio de la
dictadura militar-civil. En efecto, mientras que al mes del golpe de Estado Y.P.F. obtenía el
58% de las ventas de sus productos derivados del petróleo, durante el período que duró este
gobierno, la retención giró en torno del 41,3%, es decir, 16,7 puntos menos comparando con
el inicio del gobierno y 8,9 respecto de la media de la década previa 103. En promedio, por
cada peso que Y.P.F. S.E. vendía en productos, ingresaban a la empresa, apenas, 0,41 pesos.
Esto, a su vez, sucedió en un contexto en el que se le impedía aplicar incrementos reales de
sus precios, por lo que hubo una caída en los ingresos de la compañía.
Además de estas transformaciones en los gravámenes aplicados a la empresa, el gobierno
de facto implementó otras medidas que perjudicaron estructuralmente a Y.P.F. S.E..
La política económica implementada por el gobierno que instauró un nuevo patrón de
acumulación basado en la valorización financiera del capital, determinó un cambio relativo
en el funcionamiento de las empresas públicas, en tanto que devinieron, podría decirse, en
términos de su ―utilidad‖ para el Ministerio de Economía, en canalizadoras de crédito
externo104.
Esto sucedió dado que dicha cartera necesitaba incrementar las divisas en el mercado
cambiario para que los grupos económicos pudieran fugar al exterior sus ingresos valorizados
financieramente105. El marcado endeudamiento externo fue posible, en gran medida, por la

102
Por retenciones se entiende la parte que la empresa comercializadora ―retiene‖ luego de descontarle al precio
final del producto los impuestos correspondientes.
103
Hacia el final del período (1983) subió levemente, al ubicarse en torno del 42,8%.
104
Como se desprende de las conclusiones del fallo del juez Jorge Ballestero: ―Las empresas públicas, con el
objeto de sostener una política económica, eran obligadas a endeudarse para obtener divisas que quedaban en el
Banco Central, para luego ser volcadas al mercado de cambios‖ (Ballestero, 2000: 86).
105
El incremento de la tasa de interés local, considerablemente superior a la internacional y a la inflación
doméstica, generó un escenario propicio para la especulación financiera. Dado que entre finales de 1978 y

57
Capítulo 1. Antecedentes históricos

amplia liquidez internacional que existía como consecuencia del excedente de divisas que
había generado el aumento del precio del petróleo (los denominados petrodólares) y por las
reformas financieras realizadas a principios de la década en el plano internacional y hacia
1977 en la Argentina106.
En este sentido, según consta en las conclusiones del fallo del juez Ballestero, Y.P.F. S.E.
fue obligada por los equipos de Martínez de Hoz a tomar ―no menos de 423‖ préstamos en el
exterior
―sin que las divisas obtenidas —como señala Alejandro Olmos en virtud de lo manifestado por los
peritos de la causa— se destinaran a atender sus necesidades financieras en moneda extranjera.
(…) YPF como las restantes empresas públicas, era un instrumento de la conducción económica
para la obtención de divisas en el mercado internacional de capitales. Las empresas actuaban
como simples ‗prestanombres‘ en la negociación de los préstamos externos, ya que las divisas
ingresadas las retenía siempre el Banco Central. Las empresas recibían solamente ‗pesos‘‖
(Olmos, 2004: 216).

A su vez, estos pesos eran entregados a Y.P.F. S.E. a la tasa de cambio ―oficial‖, la cual
era inferior a la de ―mercado‖107.
Los créditos tomados por Y.P.F. S.E., pero destinados al Banco Central, comenzaron a
incrementar el endeudamiento de la compañía hasta comprometerla fuertemente. Era
paradójico que las autoridades creyeran conveniente acrecentar su deuda para, en virtud de lo
que sostenían, satisfacer ciertas necesidades, a la par que le impedían aumentos reales de los
precios de sus productos. Según la declaración de un ex presidente de la compañía, Mario
Luis Piñeira, cuando asumió el cargo ―la situación económico financiera era muy mala y al
31 de diciembre de 1981 el 90% del activo estaba representado por deuda y al 30 de junio (de
1982) todo el activo de la sociedad (YPF) estaba representado por endeudamiento‖
(negritas en el original, en Olmos, 2000: 219). En este sentido, entre 1976 y 1983 la deuda
externa de la empresa estatal, según consta en el fallo judicial, aumentó un 1.612,9%, en tanto

principios de 1981 se implementó un sistema monetario que establecía devaluaciones programadas y graduales
—comúnmente denominado, la tablita—, se podía prever la rentabilidad de la inversión financiera. Es decir, los
grupos económicos que accedieron al crédito externo o inversores foráneos, se endeudaban en dólares, los
ingresaban al país y colocaban en pesos en los bancos locales. Al vencer el depósito, cambiaban por dólares los
pesos valorizados a una tasa que ya estaba establecida con antelación y luego los fugaban al exterior. Esa
diferencia en moneda extranjera producto del interés devengado, era cubierta por el Estado a través del
endeudamiento externo, principalmente, de las empresas públicas.
106
Como sostiene Harvey: ―Esto comenzó durante la crisis de 1973, con la doble estrategia de Nixon basada en
altos precios del petróleo y desregulación financiera. Entonces, los bancos estadounidenses recibieron el derecho
exclusivo de reciclar las grandes cantidades de petrodólares que se estaban acumulando en la región del Golfo.
Esta actividad financiera, que volvió a centrarse en EUA, junto con la desregulación del sector financiero dentro
de este país, ayudó a rescatar a Nueva York de su crisis económica local. Se creó un poderoso régimen
financiero basado en Wall Street y la Reserva Federal con poder de control sobre las instituciones financieras
globales (tales como el FMI) capaz de hacer y deshacer muchas economías más débiles a través de la
manipulación del crédito y de las prácticas de administración de la deuda. Según el argumento de Gowan, este
régimen monetario y financiero fue usado por sucesivas administraciones norteamericanas ‗como un formidable
instrumento de gobernanza y control económico para impulsar el proceso de globalización y las
transformaciones nacionales neoliberales asociadas al mismo‘‖ (Harvey, 2004: 108).
107
Al referirse a la deuda originaria que poseía Y.P.F. y que el gobierno le obligó a renegociar, José Antonio
Cosentino, ex presidente de la empresa, expresó: ―Posteriormente [Y.P.F.] fue determinada u obligada a contraer
nuevos préstamos en moneda extranjera… no entregándose a YPF dólares sino pesos. La orden de endeudarse
era dada por vía telefónica por funcionarios del Ministerio de Hacienda, generalmente por Juan Alemann‖ (en
Olmos, 2000: 218-219).

58
Capítulo 1. Antecedentes históricos

que al inicio del gobierno de facto era de 372 millones de dólares y al retirarse de 6.000
millones de dólares108 (Ballestero, 2000; Olmos, 2004 y Balances de Y.P.F. S.E.).
Al agotarse la política monetaria implementada, a inicios de 1981 las autoridades
incrementaron el tipo de cambio en un 10%, lo que culminó con la tablita y, meses después,
realizaron dos devaluaciones más del orden del 30% cada una (Basualdo, 2006). Conforme
esto, la empresa estatal profundizó sus inconvenientes para afrontar su endeudamiento en
dólares, y a su compleja situación estructural se sumaba el hecho de que, por un lado, pagaba
el petróleo que extraían los contratistas privados a precios mayores que los que luego le
vendía a las refinadoras privadas y, por el otro, la retención que obtenía como consecuencia
de la comercialización de los derivados del petróleo, había disminuido notoriamente. A raíz
de esto, los directivos le solicitaron al gobierno que les entregaran seguros de cambio 109 para
poder cumplir con los compromisos; sin embargo, a pesar de que el Poder Ejecutivo autorizó
dicho beneficio a las empresas privadas que lo solicitaban, se lo negó a Y.P.F. S.E. y otras
empresas públicas. Por este mecanismo, entre 1981 y 1983, el Estado absorbió 8.234
millones de dólares de la deuda contraída por el capital privado (Basualdo, 2006).
En base a lo desarrollado, se puede sostener que la política del gobierno hacia el sector
tendió a dinamizar o acrecentar las ganancias y el poder del capital privado, en detrimento de
Y.P.F. S.E.. De esta manera, la imposibilidad de privatizarla —ya sea por las hipótesis de
conflicto que barajaban, por la masa crítica existente a favor del dominio estatal o porque a
las firmas que operaban les era más conveniente absorber la renta de Y.P.F. S.E., que generar
inversiones de riesgo— se tradujo en una articulación de medidas que minaron las bases de
sustentación de la empresa y potenciaron el accionar del capital privado. En este sentido, las
autoridades políticas y económicas comprendieron que para transformar radicalmente el
sector, es decir, para culminar con el poder de Y.P.F. S.E., era menester que el sistema en sí
mismo colapsara. Para modificar definitivamente la arquitectura del mercado primario de
hidrocarburos, y con éste la del mercado ampliado, había que generar grietas en la matriz. Las
fisuras que presentaba Y.P.F. S.E., producto de la persistente transferencia de recursos al
sector privado, la descapitalización de la compañía por medio del descenso de las
retenciones, el exorbitante endeudamiento externo y, en menor medida, la actualización del
pago de las regalías en base al precio internacional de referencia, terminarían condicionando

108
En función de lo señalado en la Memoria y Balance de Y.P.F., en 1976 la empresa poseía un endeudamiento
externo de 640 millones de dólares, mientras que hacia 1983, había ascendido a 4.451 millones de dólares
(Y.P.F., 1983: 13; Y.P.F., 1984: 7).
109
Al respecto, Basualdo afirma: ―Mediante este régimen, el BCRA le garantizaba al deudor privado el tipo de
cambio vigente en el momento de establecer el respectivo contrato y le cobraba una ‗prima de garantía‘ que
durante los primeros 6 meses fijó en el 40% del tipo de cambio determinado por la autoridad monetaria.
Posteriormente se determinó sobre la base de la evolución de los precios mayoristas deducida la inflación
internacional (variación de los precios mayoristas norteamericanos). Como en la práctica la ‗prima de garantía‘
evolucionó muy por debajo del tipo de cambio —que aumentó aceleradamente superando el resto de los precios,
debido al atraso acumulado en la etapa anterior—, se produjo un descomunal subsidio estatal para los deudores
externos privados. Si bien el grueso del endeudamiento externo fue contraído por las fracciones dominantes
locales, la deuda era muy inferior a los recursos que esas mismas fracciones fugaron al exterior. En realidad, la
transferencia de recursos al exterior efectuada por parte de los residentes locales fue prácticamente equivalente
al total de la deuda externa del país, que resulta de la suma de la deuda externa pública y la del sector privado.
No eran deudores endeudados con el exterior que enfrentaban problemas financieros como consecuencia de una
modificación del contexto macroeconómico sino que, por el contrario, tenían una situación superavitaria y su
intención era acrecentarla aún más transfiriendo su deuda externa al Estado‖ (Basualdo, 2006: 177-178).

59
Capítulo 1. Antecedentes históricos

el accionar del gobierno de Alfonsín y, en el mediano plazo, al profundizarse, culminarían


minando la estructura de la empresa.

1.2.4.2. El gobierno radical: entre la continuidad y la profundización (fallida)


(1983-1989)
La derrota en la Guerra de Malvinas, junto con el agotamiento de la estrategia político-
económica que impuso la dictadura militar-civil —a fuerza de represión y desapariciones—,
propició la retirada del gobierno de facto y el llamado a elecciones presidenciales y
legislativas para el 30 de octubre de 1983. La situación económico-social con la que se
encontró el presidente electo, Raúl Alfonsín (1983-1989), era significativamente compleja.
La producción del país se encontraba estancada y la dinámica del mercado laboral era adversa
a la creación de nuevas fuentes de trabajo y proclive a continuar con la caída de la
participación de los trabajadores en el ingreso nacional110. Asimismo, el déficit fiscal rondaba
el 17%, la inflación persistía con altas tasas (430% en el año) y la deuda externa había
alcanzado, en apenas ocho años, los 45.100 millones de dólares 111, similar a las exportaciones
argentinas durante cinco años (Azpiazu, 1991).
Esta nueva dinámica económica era el resultado de la nueva correlación de fuerzas
sociales, contraria a los intereses de las clases subalternas. Este nuevo bloque en el poder,
conformado por los acreedores externos, los grupos económicos locales y los conglomerados
extranjeros, es decir, por el capital nacional e internacional más concentrado 112, conllevaba
un funcionamiento del entramado económico-social disímil al vigente antes del golpe de
Estado, el cual no parecía haber sido aprehendido por el flamante gobierno 113 . En este

110
Mientras que la participación del ingreso de los asalariados en 1974 era del 45%, hacia 1982 ésta descendió
al 22%, para luego de recuperarse en 1984 (36%) caer nuevamente hacia el final del gobierno radical al 24%
(Basualdo, 2006).
111
Es importante señalar la transformación no sólo cuantitativa de la deuda externa, sino, principalmente,
cualitativa. Es decir, por un lado, es menester resaltar su marcado crecimiento, en tanto que entre 1975 y 1983
pasó de 7.800 millones de dólares a 45.100 millones en esa misma divisa (lo que implicó una tasa anual
acumulativa del 24,5%). Por el otro, este contundente crecimiento en el endeudamiento tuvo un giro respecto de
su lógica. En rigor, tanto en la industrialización sustitutiva como en la valorización financiera la deuda fue
funcional a cada uno de los patrones de acumulación. Conforme esto, mientras que durante el modelo ISI los
créditos públicos tomados tenían la finalidad de saldar déficits comerciales en virtud de consolidar el proceso
industrializador, durante los albores del patrón de valorización financiera, el endeudamiento se realizó en
procura de facilitar las divisas necesarias para que los sectores dominantes, luego de valorizar su capital en el
mercado financiero local, pudieran fugarlo al exterior (Basualdo, 2006).
112
A modo de ejemplo basta señalar el crecimiento de ciertas fracciones del capital durante este período. En este
sentido, el Cuadro 1.20 presenta un panorama de considerable importancia respecto de dicha evolución. Entre
1973 y 1983 el grupo Pérez Companc pasó de 10 a 53 empresas controladas, mientras que, hacia el final del
gobierno radical, este número aumentó a 84. Una de las mayores evoluciones ―cuantitativas‖ la realizó el grupo
Macri el cual pasó de 7 a 47 empresas entre 1973 y 1986/7, y culminó el período con 51. El grupo Bridas tuvo
un desempeño similar al incrementar el número de empresas controladas de 4 a 44 durante el interregno 1973-
1986/7.
113
Como sostiene Basualdo: ―El contenido de algunas de las políticas aplicadas en el primer año del nuevo
gobierno trasuntaba la vigencia de una concepción inscripta en los rasgos estructurales de la segunda etapa de
sustitución de importaciones, por lo que ignoraba las transformaciones introducidas durante el período
dictatorial. La primera de esas omisiones consistió en desechar la importancia del proceso de centralización de
capital. (…) Por otra parte —aunque vinculado a lo anterior—, estos grupos y conglomerados económicos
reconocieron como decisiva la valorización financiera que culminó con la fuga de capitales al exterior‖
(Basualdo, 2006: 227). Asimismo, posteriormente el autor afirma: ―Dentro de las concepciones del ministro [de
Economía Bernardo] Grinspun tampoco estaba presente uno de los rasgos básicos de la vigencia del régimen de

60
Capítulo 1. Antecedentes históricos

sentido, las políticas aplicadas durante la vigencia de Grinspun al frente del Ministerio de
Economía (control de precios, incrementos en la formación de capital, restricciones a las
importaciones y a la disponibilidad de divisas, etc.) no tuvieron los efectos esperados. Luego
de su breve interregno en dicha cartera, el equipo económico del presidente Alfonsín, realizó
un giro en su política económica hacia la ortodoxia, la cual se expresó, como una de sus
medidas iniciales, en el Plan Austral 114 . Conforme esto, las alianzas forjadas por el
radicalismo más que revertir la relación de fuerzas gestada durante la dictadura, tendieron a
fortalecerla. Como agrega Basualdo:
―La diferenciación que asumió inicialmente el Grupo de los 9 115 respecto de la CEA 116 fue
coyuntural y tuvo como propósito no cargar con las connotaciones políticas de una dictadura en
plena retirada (…). De hecho, una vez ubicado como interlocutor del partido de gobierno, la
agrupación desembocó, en 1985, en los denominados ‗Capitanes de la Industria‘ (…). Los nuevos
integrantes —e interlocutores privilegiados del partido de gobierno— eran el núcleo central de la
oligarquía diversificada (Acindar, Astra, Bunge y Born, Loma Negra y Pérez Companc),
acompañados por algunos grupos y conglomerados de reciente integración a esta fracción
hegemónica del bloque dominante (Bridas y Macri por el lado local y Techint por el extranjero) y
otros grupos económicos locales de menor tamaño y, en algún caso, regional (Massuh, BGH y
Cartellone). (…) Es plausible suponer —aunque no hay evidencias— que la integración de
nuevos grupos económicos haya sido entendida por el partido de gobierno como un triunfo por
haber ‗quebrado‘ la base económica y social de la dictadura militar, lo cual era una expresión de
la consolidación de su liderazgo político‖ (Basualdo, 2006: 231/2).

Las nuevas alianzas gestadas por el partido gobernante a partir de 1985, cerraron el breve
período de recuperación económica de las clases subalternas que desde 1975 se encontraban
en persistente retroceso. Luego de una transitoria recuperación de la participación en el
ingreso por parte de los asalariados durante el año 1984, la dinámica social retomó su lógica
concentradora y excluyente toda vez que las fracciones del capital insertas en el bloque de
poder incrementaban su injerencia en la economía (Cuadro 1.20). De esta manera, en un
plano agregado, salvo durante el primer año de gobierno, la economía mantuvo la dinámica
regresiva que adquirió desde 1976, con las transformaciones estructurales dictadas por el
gobierno militar-civil.
Si se analizan las políticas petroleras durante el interregno alfonsinista, es dable afirmar
que, a grandes rasgos, no existieron rupturas respecto de las medidas de su antecesor, sino
continuidad y, en cierta medida, profundización (fallida).

valorización financiera: la confluencia de los acreedores externos y las fracciones del capital internas como el
núcleo del nuevo sistema de dominación‖ (Basualdo, 2006: 230).
114
El Plan Austral tenía como principales medidas: congelamiento de precios, tarifas públicas, tipo de cambio y
salarios; fuerte reducción del déficit fiscal; contracción de la inversión y gastos del sector público e
implementación de una nueva moneda, el Austral.
115
Conformado desde 1983 por grupos económicos originariamente de la burguesía nacional: Impsa-
Pescarmona, Laboratorios Bagó, Grupo Fate-Madanes, Astarsa, Alpargatas, Bagley, Astarsa, Celulosa Jujuy y
Mastellone). Según sostiene Basualdo: ―El Grupo de los 9 era un bastión de la oligarquía diversificada que
estableció variados contactos con el partido de gobierno, cooptó su conducción, y terminó distanciándose de su
base social y defendiendo el orden instaurado por la dictadura‖ (cursivas en el original, Basualdo, 2006: 231).
116
El Consejo Empresario Argentino (CEA) fue una organización que aglutinaba a empresarios que se gestaron
durante las dictaduras.

61
Capítulo 1. Antecedentes históricos

Cuadro 1.20. Cantidad de empresas de los GGEE* y las ETD/I**, 1973, 1983 y 1986/7 (en cantidad)
Variación Variación Origen del
1973 1983 1986/7
1983/1973 1986-7/1973 capital
Bunge y Born 59 62 86 3 27 GGEE
Pérez Companc 10 53 84 43 74 GGEE
Techint 30 46 53 16 23 GGEE***
Enterprises Quilmes 28 47 52 19 24 ETD/I
Macri (Asociado a Fiat) 7 47 51 40 44 GGEE***
Garovaglio y Zorraquín 12 41 49 29 37 GGEE
Bridas 4 41 44 37 40 GGEE
Renault 17 45 41 28 24 ETD/I
Brown-Boveri (Cía. Gral. de Combustibles) 15 35 34 20 19 GGEE***
Arcor 5 19 32 14 27 GGEE
Corcemar 23 30 31 7 8 GGEE
Iva 20 28 24 8 4 GGEE
Celulosa Argentina 14 23 23 9 9 GGEE
Astra 18 20 22 2 4 GGEE
*Grupos económicos locales
**Empresas trasnacionales diversificadas y/o integradas
***Si bien en el presente libro los autores consideraron dichos conglomerados como ETD/I, en posteriores
trabajos los agruparon en GGEE a partir de la dinámica con la que operaban en los respectivos mercados, de
ahí que se hayan modificado.
Fuente: Elaboración propia en base a Acevedo, Basualdo y Khavisse (1990).

Durante el primer año de la administración radical, la extracción de petróleo, salvo la


realizada por medio de las concesiones, tuvo un leve descenso, el cual se sumó al pobre
desempeño durante el período dictatorial. Asimismo, las reservas de petróleo se redujeron un
3,4% alcanzando los 373,4 millones de m3, lo que continuó complicando su horizonte.
Para contrarrestar estas caídas, el gobierno implementó una serie de planes, algunos de
ellos con escaso impacto real en función de los fines proclamados. El primero fue el Plan
Houston cuyo objetivo era ampliar las reservas de hidrocarburos del país, frente al
amesetamiento —con tendencia descendente— de las mismas. El Plan, aprobado por el
Decreto N° 1.443/85 —reformado posteriormente por el Decreto N° 623/87—, fue
presentado ante la comunidad internacional en la ciudad de Houston, estado de Texas, en los
Estados Unidos. Su característica principal fue la constitución de contratos entre Y.P.F. S.E.
y los capitales privados por medio de los cuales éstos adquirían el derecho de explorar hasta
el 88,6% del total de la superficie sedimentada del país. En efecto, de los 1.508.927 km2 que
conformaban dicha superficie, se licitaron 165 bloques, con una superficie de 1.130.062 km2
(74,9%) en tierra firme y 207.460 km2 (13,7%) costa afuera, para ser explorados por las
compañías privadas. El 11,4% restante, 171.405 km2, fue reservado para que Y.P.F. S.E.
realizara sus inversiones en busca de hidrocarburos (Salas, 2007b).
El Decreto N° 623/87, establecía tres etapas: la primera, era la prospectiva en la cual el
contratista disponía de un plazo de tres años. Una vez finalizado podría optar por comenzar
con la fase de perforación de pozos exploratorios, por un lapso de cuatro años, o abandonar el
área. En caso de descubrir hidrocarburos, la compañía poseía un año para evaluar su
sustentabilidad económica y, si consideraba que era viable, se firmaba un nuevo contrato con
la empresa estatal, esta vez de explotación, por un plazo de veinte años.

62
Capítulo 1. Antecedentes históricos

En esta etapa, Y.P.F. S.E. podía asociarse para extraer los hidrocarburos con las firmas
que habían realizado los descubrimientos, con una participación mínima del 15% y máxima
del 50%, en cada área, asumiendo dichos porcentajes en los costos de desarrollo y
explotación. Asimismo, el precio al que Y.P.F. S.E. adquiría el petróleo de los contratistas
oscilaba en torno del 70% y 85% del precio internacional —dependiendo de la productividad
del yacimiento— aunque en rigor, en tanto que la empresa estatal debía afrontar el pago de
las regalías, el costo real giraba alrededor del 82% y 97% (Kozulj y Bravo, 1993). El pago del
petróleo extraído estaba pautado realizarse en dólares o en derivados de petróleo y se
estipulaba que, alcanzado el autoabastecimiento, podría efectuarse en petróleo crudo.
Con respecto a las áreas que se licitaron al capital privado surgieron ciertos
cuestionamientos en tanto que, como sostienen Kozulj y Bravo (1993), algunas de ellas eran
consideradas de bajo riesgo minero. Ello se evidencia, según manifiestan, en que en las áreas
de Huantraico117 y Añelo, con los primeros pozos exploratorios realizados, se descubrieron
hidrocarburos. La crítica realizada por Kozulj y Bravo parece confirmarse al analizar el
Cuadro 1.21. De las 86 áreas en las que se firmaron permisos de exploración con el capital
privado, 9 de las cuales fueron revertidas, 39 (45,3%), eran catalogadas de bajo riesgo
minero, número que asciende a 53 (61,6%) si se agrupa con las de riesgo moderado. De este
modo, al observar las áreas de alto o muy alto riesgo minero, las cuales hubiera sido
necesario explorar para ampliar realmente las reservas, representaban el 38,4% del total, con
33 contratos firmados.
En rigor, este accionar por parte del capital privado, denota una característica intrínseca
de estas fracciones del capital que se remonta a tiempos pretéritos: la escasa propensión a
realizar inversiones de riesgo, en tanto que, de esta manera obtienen tasas de ganancia
extraordinarias a partir de que actúan en mercados poco competitivos y, en tanto tal,
altamente rentables. Esto se corrobora, incluso, con el magro desempeño de las empresas y
escasos descubrimientos asociados a la implementación de la Ley de Contratos de Riesgo N°
21.778, de la dictadura.
Esta situación de escaso riesgo se ratifica, incluso, al comparar la inversión comprometida
con la realmente ejecutada. Al igual que con las licitaciones de explotación realizadas durante
la última dictadura, en las cuales se habían ofertado montos de extracción muy inferiores a
los posteriormente efectuados, en esta ocasión el porcentaje de cumplimiento de las
inversiones fue de, apenas, el 24,3% 118 . Asimismo, se pueden observar dos cuestiones de
sustancial relevancia. En primer lugar, el 70,4% de las inversiones comprometidas fueron
destinadas a las áreas de bajo y moderado riesgo, contra el 29,6% de las áreas de alto y muy
alto riesgo. Incluso, al analizar las inversiones efectivas se observa un resultado similar.
Mientras que el 78,4% de las ejecutadas se encuentran en las áreas de menor riesgo, este
valor desciende al 21,6% si se analiza las de alto y muy alto riesgo.

117
Esta área fue adjudicada luego de que en un yacimiento aledaño, Filo Morado, Y.P.F. descubriera reservas de
hidrocarburos, lo cual manifiesta el bajo riesgo que implicaba (Bravo, 1990 y Silenzi de Stagni, 1993).
118
Cabe recordar que, por una parte, la primera y segunda etapa, es decir, las prospectiva y exploratoria, tenían
un plazo máximo de 7 años y, por la otra, la inversión ejecutada incluye hasta noviembre de 1990, esto es, 6
años. Asimismo, con excepción de las licitaciones del tercer llamado, las cuales tuvieron un nivel de
cumplimiento del orden del 31,4%, las demás se ubicaron por debajo de la media.

63
Capítulo 1. Antecedentes históricos

Cuadro 1.21. Permisos de exploración entregados al capital privado en el marco del Plan Houston e inversiones
realizadas, entre 1985 y 1991 (en cantidad, %, riesgo y dólares corrientes)*
Compromisos Inversión realizada al % de
Cantidad % Riesgo**
de inversión 30 de noviembre 1990 cumplimiento
Austral Marina 1 1,2 Bajo 24.354.125 0 0,0
Golfo San Jorge
Marina 2 2,3 Bajo 0 0 -
Golfo San Jorge 4 4,7 Bajo 52.837.440 12.481.054 23,6
Neuquina 14 16,3 Bajo 256.743.112 73.055.796 28,5
Noroeste 18 20,9 Bajo 209.387.248 77.519.845 37,0
Austral 4 4,7 Moderado 48.850.484 12.663.110 25,9
Cuyana y Bolsones 10 11,6 Moderado 78.023.053 5.773.803 7,4
Malvinas Marinas 1 1,2 Alto 28.471.976 5.007.722 17,6
San Julián Marina 1 1,2 Alto 14.070.797 82.969 0,6
Colorado Marina 1 1,2 Muy alto 15.586.037 0 0,0
Salada Marina 1 1,2 Muy alto 18.661.541 0 0,0
General Levalle 2 2,3 Muy alto 6.523.387 0 0,0
Rawson Marina 3 3,5 Muy alto 0 22.746.382 -
Noreste 24 27,9 Muy alto 197.882.136 22.313.998 11,3
Total 86 100,0 951.391.336 231.644.679 24,3
Agrupados según riesgo
Bajo 39 45,3 543.321.925 163.056.695 30,0
Moderado 14 16,3 126.873.537 18.436.913 14,5
Subtotal 53 61,6 670.195.462 181.493.608 27,1
% 70,4 78,4
Alto 2 2,3 42.542.773 5.090.691 12,0
Muy alto 31 36,0 238.653.101 45.060.380 18,9
Subtotal 33 38,4 281.195.874 50.151.071 17,8
% 29,6 21,6
Total 86 100,0 951.391.336 231.644.679 24,3
*Incluye cuatro áreas en adjudicación directa.
**Clasificación realizada según Informe especial, Fundación ―Consejo para el Proyecto Argentino‖ (1992) y
Pucci (2006).
Fuente: Elaboración propia en base a Ley N° 24.145, Resolución 38/91, Fundación ―Consejo para el Proyecto
Argentino‖ (1992) y Pucci (2006).

En segundo lugar, al cruzar el cumplimiento de inversión con el riesgo minero se aprecia


que la mayor ejecución se concretó en las áreas de bajo riesgo (30,0%). Nuevamente, si se
aglutinan los datos en función de, por un lado, bajo y moderado riesgo y, por el otro, alto y
muy alto riesgo, se observa que mientras en el primero el nivel de cumplimiento alcanzó el
27,1%, en el segundo descendió al 17,8%.
El hecho de que el capital privado se haya comprometido a realizar inversiones en áreas
poco riesgosas, y, a su vez, que en éstas ejecutara un mayor porcentaje, señala nuevamente su
aversión a realizar inversiones de riesgo.
Sin embargo, a pesar de estos incumplimientos, desde el sector privado surgieron algunas
críticas al Plan, las cuales se sustentaban en intereses particulares de las firmas. En este
sentido, los principales cuestionamientos giraban en torno del pago de parte de la extracción
en derivados y no en petróleo, la no disponibilidad de los hidrocarburos por parte de los
contratistas en tanto que eran de dominio de la empresa estatal, la facultad de la Secretaría de

64
Capítulo 1. Antecedentes históricos

Energía para declarar —o no— comercializables los hidrocarburos y el bajo precio del gas
natural, entre otros (Kozulj y Bravo, 1993).
En realidad, las razones que argumentaban las compañías que participaron en el Plan no
les impedía cumplir con los acuerdos firmados al inicio de éste, sino que estaban dirigidas a
conseguir mayores beneficios en sus operaciones.
Lo cierto es que a raíz de las escasas inversiones y, por ende, exiguos descubrimientos, de
389,5 millones de m3 que había de reservas de petróleo en 1983 se descendió a 344,6
millones de m3 en 1989. En función de los datos observados es sensato sostener que el Plan
no cumplió con los objetivos buscados 119 . Sin embargo, ciertos sectores —vinculados al
capital privado— años después sostuvieron que, si bien no se alcanzaron los objetivos
proclamados, en cambio sirvió para que los capitales ingresaran nuevamente de forma masiva
y se consolidaran en el sector:
―Este Plan se constituyó —sin lugar a dudas— en un profundo cambio en la política
hidrocarburífera. Éste se transformó de un sistema dominado exclusivamente por la empresa del
Estado, a un sistema abierto y desregulado, con la mayor parte de la responsabilidad en manos del
sector privado. (…) En consecuencia, la decisión política de convocar al capital extranjero para
realizar inversiones en exploración, fue la mayor virtud del Plan Houston, independientemente de
sus resultados que, como sabemos, fueron escasos. (…) Los resultados más destacables de este
Plan han sido seguramente la multiplicación de los protagonistas externos y la aparición de
empresas poderosas que por primera vez decidieron invertir en la Argentina. A todo esto,
transcurridos 6 años desde que se lanzó el Plan, solamente 2 áreas se encuentran en
producción, ello es un síntoma inequívoco de las crecientes dificultades que van presentando las
áreas en exploración (negritas en el original, cursivas propias, Fundación ―Consejo para el
Proyecto Argentino‖, 1992: 28/31).

En función de lo escrito, el objetivo proclamado por las autoridades —incrementar las


reservas—, no era importante. El Plan, en sí mismo, abría un horizonte para implementar en
el futuro una nueva política petrolera sin la preeminencia de Y.P.F. S.E. en tanto que el
ingreso masivo de capitales, principalmente foráneo, iría erosionando paulatinamente su
poder. Para los sectores ligados a las empresas privadas, este potencial que presentaba el Plan
era de sustancial relevancia.
Si se realiza una comparación entre los contratos de explotación potenciados por la
dictadura y los nuevos permisos de exploración otorgados por medio del Plan Houston, en
función de las fracciones del capital que participaron en cada una de ellas, se observa una
diferencia sustancial (Cuadro 1.22). En este sentido, de las primeras 16 empresas contratistas
que tenían mayor inserción en las áreas de explotación, 12 eran de origen nacional y 4
extranjero, mientras que, en el caso del Plan Houston, se encuentran, apenas, 5, frente a las 11
foráneas.
Como se observa en el Cuadro 1.22, considerando las primeras 16 empresas que operan
en el mercado de extracción bajo la modalidad de contratos, las firmas nacionales tenían

119
Al respecto, Bernal señala: ―El plan original no era necesario pues estaba sujeto al mercado de exportación y
no a una planificación que contemplara el consumo interno‖ (Bernal, 2005: 113). Si bien esto es real, en tanto
que desde 1982 no se importaba petróleo, y recién en 1985 comenzaron las exportaciones, es importante
reconocer el estancamiento, con tendencia declinante, de las reservas de petróleo desde 1973 —pero
fundamentalmente, desde 1976—, cuyo horizonte, durante el interregno radical, no disminuyó al ritmo de las
reservas solamente porque la extracción cayó significativamente, a partir del descenso del PBI —aún mayor del
industrial— originado en esa época.

65
Capítulo 1. Antecedentes históricos

participación, como único operador o en unión con otras empresas, en el 82,7% de las áreas
explotadas, lo que muestra una preeminencia de dicha fracción del capital en la extracción
por contratos. Asimismo, si se analiza el Plan Houston, la mayor injerencia respecto de las 16
primeras compañías, en términos de participación en áreas, es de las empresas de origen
extranjero del capital, con el 53,5%.
Este hecho señala, de algún modo, un interés menor por parte de las empresas nacionales,
en relación con las extranjeras, en realizar inversiones de riesgo. No obstante, a pesar de esta
diferenciación respecto de la mayor o menor aversión al riesgo por parte de las fracciones del
capital —en rigor, es menester aclarar que el Plan Houston generó una oportunidad hasta
entonces inexistente para que ciertas empresas transnacionales participaran en el mercado
primario— no existieron intereses contrapuestos entre ambas fracciones del capital, de ahí
que en algunas circunstancias realizaran inversiones en conjunto 120.
En rigor, el Plan Houston debería ser comprendido, fundamentalmente, en el marco de las
estrategias realizadas por el sector privado para acrecentar su injerencia en el mercado
primario de hidrocarburos, potenciada desde 1976, máxime considerando la debilidad en la
que se encontraban tanto Y.P.F. S.E. como el propio Estado nacional luego del período
dictatorial, frente a un sector privado significativamente robustecido. Este nuevo ingreso
masivo de capitales y la mayor participación en la extracción que adquirieron en el correr de
los años, cercenaron —o, aunque sea, cuestionaron— el poder regulatorio de Y.P.F. S.E..
Asimismo, desde el lado de la empresa estatal se intentaron realizar inversiones para
ampliar las reservas, como consecuencia de la escasa efectividad del Plan Houston. En este
sentido, el gobierno nacional en 1987 impulsó el Plan Comodoro Rivadavia, el cual trazaba
como objetivos incrementar las reservas de hidrocarburos. Dado el escaso territorio asignado
a Y.P.F. S.E., y la debilidad estructural en la que se encontraba, los esfuerzos realizados no
tuvieron efectos prácticos.
En cuanto a la explotación de petróleo, la persistente caída que se venía manifestando
durante el gobierno radical, tanto por parte de la empresa estatal como de los contratistas y
concesionarios, generó preocupación en las autoridades nacionales. En efecto, mientras que
entre 1983 y 1987 la extracción nacional descendió un 12,7%, la de Y.P.F. S.E. mermó un
17,6%, la de los contratistas un 2,2% y la de los capitales que poseían concesiones un 5,4%
(Cuadro 1.23). Este escenario de marcado descenso de la producción se debía, en gran
medida, por parte de Y.P.F. S.E., a la grave situación económica por la que atravesaba la
empresa, la cual le dificultaba realizar las inversiones pertinentes en las áreas que conservaba.
Por parte de los contratistas, a las escasas inversiones realizadas en las áreas transferidas
durante el gobierno militar-civil y a la lógica utilizada por medio de la cual disminuían la
extracción para presionar por el pago de mejores precios. Conforme esto, luego de que la
producción por contratos alcanzó su rendimiento máximo en 1981 (con una extracción de
10,2 millones de m3), comenzó a descender a una tasa anual del 3,4% hasta llegar, en 1987, a
8,3 millones de m3.

120
Vale señalar, a modo de ejemplo, los consorcios conformados por la norteamericana Texaco y la argentina
Astra CAPSA, para explorar el área ―Río Teuco‖, en la cuenca noroeste (Decreto N° 852/1989), o el integrado
por la petrolera nacional Pluspetrol y la norteamericana Mobil Exploration para explorar el área ―Comandante
Fontana‖ en la cuenca norte (Decreto N° 106/90).

66
Capítulo 1. Antecedentes históricos

Para revertir esta situación el gobierno puso en marcha dos nuevos planes, el Huergo y el
Olivos I. El primero de ellos, focalizó los esfuerzos para incrementar la extracción desde la
empresa estatal. El mecanismo implementado consistió en, por un lado, aumentar el precio
del petróleo que se le reconocía a Y.P.F. S.E., lo que, en última instancia, devino en un mayor
importe en los expendedores. En el Decreto N° 1.758/87 se estableció, en noviembre de ese
año, un incentivo a la producción de petróleo que generó un acrecentamiento del valor del
crudo extraído por dicha empresa hasta el 80% del internacional, incremento que significó un
alza del 45% respecto del previamente establecido (Kozulj y Bravo, 1993). El mayor
reconocimiento a Y.P.F. administración por el petróleo extraído, intentaba paliar el déficit
que le generó la política implementada por el gobierno de facto —y continuada por el
radical—, por medio de la cual vendía su crudo a las refinadoras privadas a un precio inferior
al que le pagaba a los contratistas. En este sentido, la absorción de estos incrementos corrió
por cuenta de los usuarios y no de las refinadoras, en tanto que por medio de la Resolución
N° 50/88 se avalaba el traslado de dichos aumentos a los productos comercializados. De igual
modo, luego de nueve meses de vigencia, por medio del Decreto N° 985/88, se derogó el
incentivo fijado en la norma mencionada.
El otro mecanismo que concretó el gobierno para favorecer los mayores incrementos en la
extracción por parte de Y.P.F. S.E. se estableció en el Decreto N° 631/87. En éste, además de
establecer la variación del valor de boca de pozo en función del índice de precios mayoristas
del INDEC —derogando el Decreto N° 2.227/80—, se fijó una compensación por el
desfasaje generado entre, por un lado, el pago de Y.P.F. S.E. a las provincias en concepto de
regalías, calculadas en función del precio internacional y, por el otro, el precio mercado
internista al que Y.P.F. S.E. vendía el petróleo a las refinerías. Esta diferencia sería abonada
por el Tesoro Nacional a la empresa. Sin embargo, estas compensaciones fueron dejadas sin
efecto desde marzo del año siguiente por medio del Decreto N° 941/88.
Dada la necesidad de generar fuertes y acelerados incrementos en la extracción, Y.P.F.
S.E. centró sus inversiones en las zonas centrales y marginales más productivas, en
detrimento de las secundarias con menores rendimientos, lo que significó que gran cantidad
de áreas pasaran a la inactividad 121.
El otro Plan implementado por el gobierno fue el Olivos I. Ideado a finales de 1987 luego
de una reunión mantenida en la Quinta de Olivos con los principales empresarios del sector
petrolero, consistía en pagar, en veinticinco de los contratos vigentes, un precio diferencial al
crudo extraído por encima de un nivel base de producción. El argumento del sector privado se
sustentaba en que con los precios corrientes no les cerraba la ecuación económica.

121
Este dato es de sustancial relevancia dado que el gobierno de Carlos Menem basó posteriormente parte de su
política de fragmentación de Y.P.F. S.E. en las áreas de menor productividad o que se encontraban inactivas.

67
Cuadro 1.22. Áreas en las que las primeras 16 empresas operaban, 1985-1990 contratos y 1985-1991 Plan Houston (en cantidad y %)*
Contratos: explotación Cantidad % Plan Houston: exploración Cantidad %
Pérez Companc (Argentina) 8 10,3 Pluspetrol S.A. (Argentina) 11 12,6
Bridas (Argentina) 8 10,3 Texaco (EE.UU.) 11 12,6
Astra C.A.P.S.A. (Argentina) 5 6,4 Bridas (Argentina) 9 10,3
A. Evangelista S.A. (Argentina) 3 3,8 Astra (Argentina) 6 6,9
Amoco Arg. Oil Co. (EE.UU.) 3 3,8 Shell (Anglo-holandesa) 5 5,7
C.A.D.I.P.S.A. (Argentina; Grupo Techint) 3 3,8 Marathon (EE.UU.) 4 4,6
Inalruco S.A. (Argentina) 3 3,8 Pérez Companc (Argentina) 4 4,6
Pluspetrol S.A. (Argentina) 3 3,8 Sun Oil (EE.UU) 3 3,4
Alianza Petrolera (Argentina) 2 2,6 Esso S.A.P.A. (EE.UU.) 3 3,4
Argentina Cities Service (EE.UU) 2 2,6 Petrolera Arg. San Jorge (Argentina) 3 3,4
Interamerican S.A. (Argentina; Pérez Companc) 2 2,6 Union Pacific (EE.UU) 2 2,3
Petrolera Arg. San Jorge (Argentina) 2 2,6 Amoco (EE.UU.) 2 2,3
S.A.D.E. (Argentina; Pérez Companc) 2 2,6 BHP Petroleum (Inglaterra) 2 2,3
Selva Oil Co. (Canadá) 2 2,6 Chevron (EE.UU) 2 2,3
Serv. Ryder Scott S.A. (Consultora, EE.UU.) 2 2,6 Occidental Exploration (EE.UU.) 2 2,3
Techint (Argentina) 2 2,6 Santa Fe Energy (EE.UU.) 2 2,3
Resto 26 33,3 Resto nacionales 6 6,9
Resto extranjeras 10 11,5
Total 78 100,0 Total 87 100,0
Primeras 16 empresas agrupadas según origen del capital
Nacional 43 82,7 Nacional 32 45,1
Extranjero 9 17,3 Extranjero 39 54,9

Capítulo 1. Antecedentes históricos


Total 52 100,0 71 100,0
*Es necesario aclarar que dado que tanto en las exploraciones como las explotaciones de hidrocarburos participaron una o más empresas bajo un
mismo yacimiento, la suma del total de áreas en las que cada firma opera, excede la cantidad de yacimientos.
Fuente: Elaboración propia en base a Ley N° 24.145 y Anuarios de la Secretaría de Energía.

68
Capítulo 1. Antecedentes históricos

En rigor, cabe señalar que al año de asumir Alfonsín la presidencia de la Nación, se


renegociaron contratos. A raíz de estos nuevos acuerdos, por medio de los Decretos N°
3.870/84, 5/85 y 145/85, se fijó un nuevo incremento con único precio (se eliminó el
―excedente‖) y se inmovilizó para, de esta manera, escindirlo de la lógica internacional —en
un contexto de caída de los precios 122 —, habilitando la renegociación cada tres años, en
virtud de las inversiones realizadas.
Dado que el valor del crudo en el mercado internacional continuó descendiendo, el capital
privado se vio nuevamente beneficiado. En este sentido, el Plan Olivos I, implementado con
el Decreto N° 1.812 —publicado en noviembre de 1987—, establecía que a los contratistas
que elevaran la extracción por encima del nivel base (el cual sería remunerado en virtud de
los acuerdos establecidos con antelación), se les pagaría, nuevamente, un precio diferencial.
En efecto, por esta producción incrementada Y.P.F. S.E. les abonaría, según fijaba el
Decreto, el ―80% del precio internacional equivalente, expresado en condiciones FOB puerto
de embarque‖. Según sostienen Kozulj y Bravo (1993), estos nuevos aumentos representaron
un alza máxima, dependiendo del área, del 17% respecto de los precios previos, al alcanzar
hacia 1988, en promedio, un costo en derredor de los 80 dólares el m3.
En virtud de las fuertes demandas ejercidas por los contratistas, es dable sostener que el
Plan Olivos I se encontraba en línea con el Plan Houston, dado que como consecuencia de la
delicada situación en la que se encontraban tanto Y.P.F. S.E. como el Estado, dichas
fracciones presionaron para continuar con —y potenciar— la transferencia de renta del sector
público al privado. La coacción de estas empresas se enmarcó, además, en una coyuntura
crítica de la producción de energía, la cual demandó mayor generación térmica, en un
contexto en que los gasoductos se encontraban en plena ocupación.
Al analizar las consecuencias de la implementación de dichos planes, se observa que
frenaron la tendencia descendente que desde 1982 tenía la extracción de petróleo. En efecto,
en 1988 la explotación del país alcanzó un crecimiento del 5,1% respecto del año anterior,
empujada por el incremento del 6,7% de Y.P.F. administración y del 2,5% de Y.P.F.
contratos. Asimismo, durante el último año de la gestión radical, la extracción volvió a
ascender, en esta ocasión impulsada por el sector privado (10,6% Y.P.F. contratos y 14,2%
concesiones) en tanto que la explotación de la empresa estatal descendió un -2,3% (Cuadro
1.23).
A pesar de este repunte final, entre 1984 y 1989 la extracción total del país cayó un 4,0%,
traccionada por el marcado descenso por parte de Y.P.F. administración, cuya producción se
contrajo en un -11,5%, y las concesionarias, que decrecieron en un -7,1%. En contraposición,
Y.P.F. contratos tuvo un desempeño considerable con alzas de 13,0%. En este sentido, como
consecuencia de este descenso en la explotación, a pesar de la caída de las reservas de
petróleo en un -7,7%, dado que pasaron de 373,4 millones de m3 en 1984 a 344,6 millones en
m3 1989, el horizonte se mantuvo relativamente constante, con un leve descenso de 13,4 a
12,9 años (Cuadro 1.23).

122
Luego de alcanzar en 1980 el precio máximo de la historia hasta ese momento, 607,7 dólares el m 3,
(considerado en dólares de 2008, fue el segundo, superado por los valores de 1864, 701 dólares el m 3), comenzó
un descenso continuo hasta 1986, año en el que el precio se estableció en 90,8 dólares el m3, para ascender, en
1987, a 115,94 dólares el m3 (www.bp.com).

69
Cuadro 1.23. Evolución de la extracción de petróleo y participación de Y.P.F. S.E., empresas contratistas, concesionarias y total país, 1983-1989
(en m3, % y años)
Horizonte de
Y.P.F. S.E. Contratos Concesiones Total Reservas
reservas
(m3) (%) (m3) (%) (m3) (%) (m3) (%) (m3) (años)
1984 18.796.505 67,5 8.344.065 30,0 697.621 2,5 27.838.191 100,0 373.407.000 13,4
1985 18.250.204 68,4 7.721.167 28,9 703.690 2,6 26.675.061 100,0 368.289.000 13,8
1986 16.856.057 66,9 7.726.130 30,7 596.759 2,4 25.178.946 100,0 355.056.000 14,1
1987 15.966.754 64,2 8.311.090 33,4 579.294 2,3 24.857.138 100,0 357.151.000 14,4
1988 17.036.167 65,2 8.519.040 32,6 567.473 2,2 26.122.680 100,0 362.470.000 13,9
1989 16.639.651 62,3 9.425.770 35,3 647.863 2,4 26.713.284 100,0 344.623.000 12,9
Evolución interanual y tasa anual acumulativa
1984-1987 (interanual) -15,1 -0,4 -17,0 -10,7 -4,4
1984-1987 (T.A.A.) -5,3 -0,1 -6,0 -3,7 -1,5
1984-1989 (interanual) -11,5 13,0 -7,1 -4,0 -7,7
1984-1989 (T.A.A.) -2,4 2,5 -1,5 -0,8 -1,6
Fuente: Elaboración propia en base a Anuarios de combustible de la Secretaría de Energía.

Cuadro 1.24. Evolución de la extracción de gas natural y participación de Y.P.F. S.E., empresas contratistas, concesionarias y total país, 1983-
1989 (en miles de m3, % y años)
Horizonte de
Y.P.F. S.E. Contratos Concesiones Total Reservas
reservas
(en miles (en miles (en miles (en miles (en miles de
(%) (%) (%) (%) (años)
de m3) de m3) de m3) de m3) m3 )
1984 15.437.942 82,3 3.280.848 17,5 45.172 0,2 18.763.962 100,0 668.291.000 35,6
1985 16.175.875 84,6 2.894.870 15,1 42.392 0,2 19.113.137 100,0 681.498.000 35,7
1986 16.204.853 84,2 2.977.201 15,5 63.656 0,3 19.245.710 100,0 670.806.000 34,9

Capítulo 1. Antecedentes históricos


1987 15.694.448 81,9 3.433.193 17,9 40.409 0,2 19.168.050 100,0 693.387.000 36,2
1988 18.369.701 80,8 4.325.025 19,0 39.371 0,2 22.734.097 100,0 773.016.000 34,0
1989 19.610.025 81,0 4.558.576 18,8 38.288 0,2 24.206.889 100,0 743.927.000 30,7
Evolución interanual y tasa anual acumulativa
1984-1989 (interanual) 27,0 38,9 -15,2 29,0 11,3
1984-1989 (T.A.A.) 4,9 6,8 -3,3 5,2 2,2
Fuente: Elaboración propia en base a Anuarios de combustible de la Secretaría de Energía.

70
Capítulo 1. Antecedentes históricos

Esta dinámica que adquirió el mercado primario, como consecuencia de la continuidad de


las políticas pergeñadas durante la dictadura —en términos de concesión de beneficios a los
contratistas—, generó una mayor retracción de Y.P.F. S.E. en la participación de la
explotación. En efecto, mientras que en 1975 la empresa estatal extraía por su propia gestión el
75% del total, con la entrega de áreas productivas al capital privado por medio de contratos,
Y.P.F. S.E. fue perdiendo terreno paulatinamente hasta alcanzar en 1983, el 68%. Asimismo,
hacia 1989 la participación había descendido al 62,3% (Cuadros 1.11 y 1.12).
En lo que respecta a la extracción de gas natural, cabe realizar ciertas precisiones. Entre
1984 y 1989, la explotación del país se incrementó a una tasa anual del 5,2%, al pasar de
18.764 millones de m3 a 24.207 millones de m3 . En este sentido, mientras que la empresa
estatal aumentó su extracción en torno del 6,3% anual y los contratistas lo hicieron en un 6,8%,
los concesionarios continuaron el descenso del período anterior (-3,3%) (Cuadro 1.24). En
rigor, esta dinámica se vio favorecida por la política del gobierno proclive a sustituir parte del
consumo de combustibles líquidos por gas natural. En este sentido, impulsaron, por un lado, la
construcción del gasoducto troncal que une las provincias de Neuquén y Buenos Aires (Neuba
II123, el cual se incorporó al Gasoducto Centro Oeste construido por el sector privado en 1981)
y, por el otro, el ―Plan de sustitución de combustibles líquidos‖ en diciembre de 1984, que
incentivaba la instalación de gas natural comprimido (GNC) en los automóviles. Este
incremento del consumo de GNC a la vez que disminuía la dependencia del petróleo estimuló
la extracción de gas natural. Este mayor consumo de gas natural sumado a la ausencia de
descubrimientos significativos de dicho recurso (las reservas crecieron a una tasa anual del
2,2% entre 1984 y 1989) generaron la caída del horizonte de 35,6 a 30,7 años (Cuadro 1.24).
Este extenso período iniciado con la dictadura militar que, como se analizó, propició una de
las mayores inserciones del capital privado en el mercado primario de hidrocarburos a través de
la entrega de áreas en producción de Y.P.F. S.E. a las empresas contratistas (pasaron de 7 a
42), generó una considerable transferencia de renta petrolera hacia este sector. Con esta cesión,
sumada a la entrega de yacimientos, los contratistas obtuvieron una considerable capacidad de
presionar por mayores precios, en tanto que se tornaba necesaria dicha extracción para lograr el
autoabastecimiento. En este sentido, a medida que se debilitaba la empresa estatal —por la
menor cantidad de áreas, como por el drenaje de ingresos hacia el sector privado— se
fortalecían los capitales que operaban en el mercado. Por lo tanto, si bien el Plan Houston no
tuvo impacto real en función de los fines proclamados, sí generó, al igual que el Olivos I, un
beneficio considerable hacia las empresas que operaban.

123
La incidencia del capital concentrado local (Techint, Pérez Companc y Macri) y las presiones ejercidas
también se observan en la construcción de este gasoducto. Al respecto, el ex secretario de Combustibles de
Alfonsín, Gustavo Calleja, relata el poder de lobby de estos grupos: ―Al tratar el tema del ENI señalé que estaba
dispuesto a concursar; contaba para ello con un crédito blando otorgado por su gobierno y daba por exitosa la
concreción de la obtención de U$S 200 millones por parte de organismos internacionales; existían empresas
alemanas y norteamericanas dispuesta s a participar. En los días (…) el Presidente Alfonsín, acompañado del
Embajador en México Dr. Facundo Suárez, le indicó a Conrado Storani [secretario de Energía] que debía derogar
la Resolución y contratar en directa la obra con un grupo de empresas mexicanas y argentinas. (…) El 01/08/86
las empresas mexicanas ICA, Protexa y PIM y las argentinas Techint, Sade [Pérez Companc] y Sideco (Grupo
Macri) firman un Acta de Entendimiento creando una UTE válida sólo en caso de obtenerse el contrato mediante
una adjudicación directa. Después de ordenar a GdE [Gas del Estado] que solicitara una cotización a la UTE
mencionada (…) el 06/05/87 el PE sanciona el Decreto Nº 674 aprobando las gestiones y contrataciones realizadas
entre GdE y la UTE mencionada, declarando la obra de interés nacional y de máxima prioridad y urgencia: La
obra fue contratada en U$S 475 millones sin IVA‖ (cursivas propias, Calleja, 2005b: 118).

71
Capítulo 1. Antecedentes históricos

Bajo esta lógica, se insertó el Plan Olivos II o Petroplán, el cual, en lo relativo al mercado
primario, procuró incrementar, aún más y bajo otras condiciones, la participación del sector
privado. Este Plan, presentado en marzo de 1988 e ideado por el entonces ministro de Obras y
Servicios Públicos, Rodolfo Terragno, el economista Daniel Montamat y el presidente de la
cámara de la Industria del Petróleo y de la empresa Shell, Jacques Schraven, se basaba en tres
ejes centrales. En primer lugar, la constitución de uniones transitorias de empresas (UTE‘s) en
áreas marginales; en segundo lugar, la formación de joint ventures en áreas centrales entre
Y.P.F. S.E. y el capital privado; y, finalmente, la desregulación del mercado.
En cuanto a las zonas marginales, el programa preveía el llamado a licitación pública de
las áreas en las que Y.P.F. administración extrajera menos de 200 m3 por día, las cuales serían
adjudicadas a las empresas que ofrecieran mayor cantidad de dinero por el ―derecho de
explotación‖. La oferta estaría en función de las reservas comprobadas y certificadas que cada
área poseyera. Según cálculos realizados por Kozulj y Bravo (1993), en ese momento existían
141 yacimientos con una extracción menor al volumen señalado —de los cuales la empresa
estatal extraía el 12% de su producción total— y 117 que se encontraban en inactividad,
principalmente, porque el gobierno había dispuesto que Y.P.F. S.E. se concentrara en las áreas
centrales. De esas 258 áreas, se preveía licitar 247. Sin embargo, los yacimientos entregados
por un plazo de 20 años, serían transferidos —y esto los hacía más atractivos— con áreas
colindantes para que sean explorados y explotados sin ningún costo adicional 124 . El crudo
obtenido, dado el pago que las compañías habían realizado a Y.P.F. S.E., sería de libre
disponibilidad, esto es, no tenían la obligación de vendérselo a la empresa estatal.
La constitución de joint ventures en áreas centrales entre Y.P.F. S.E. y el capital privado
fue el segundo de los ejes del plan. Bajo esta lógica la empresa estatal se asociaría con los
particulares, conservando el control operativo al mantener más del 50% de la participación en
la sociedad y, como contraprestación, los inversores privados deberían incorporar tecnología y
capital de riesgo 125. El crudo obtenido, al igual que en las zonas marginales, sería de libre
disponibilidad, en la participación correspondiente, por lo que alcanzaban el precio
internacional en su venta. El estudio realizado por Kozulj y Bravo (1993) presenta 13 áreas que
cubrían las características de centrales, desde las cuales Y.P.F. administración extraía el 51,6%
de su producción.

124
Si bien este Plan no fue implementado, el gobierno de Carlos Menem se basó en este diseño para su política
petrolera. En este sentido, las 132 áreas finalmente entregadas durante la administración peronista ―cubrían un
áreas de 880 km2 de superficie pero con una extensión adicional que totalizaba los 18.800 km 2‖ (Kozulj y Bravo,
1993: 24).
125
En esta línea, el presidente de Shell, Schraven, expresó: ―Debo aclarar que en mi opinión (…) para aumentar la
producción deben concentrarse los recursos disponibles en las áreas de mayor rendimiento, complementando [el
capital privado] las actividades de YPF. Esta idea, que otros comparten, no puede ser interpretada como una
exclusión de las compañías nacionales. Lo propuesto fue la formación de asociaciones (“joint ventures”) entre
YPF y las compañías privadas para desarrollar aquellos yacimientos en los que podría aumentar sustancial
y rápidamente la producción, mediante un mayor aporte de capital y tecnología. Además de las áreas
mencionadas, la producción incremental de las áreas marginales, tampoco debería limitarse a las compañías
nacionales porque con ello se eliminaría a un grupo importante de potenciales inversores. En consecuencia, la
mejor forma de llevar adelante lo comentado más arriba es llamar a licitación a empresas nacionales y
extranjeras para el desarrollo de todo tipo de área, tanto las de mayor productividad como las marginales que el
ente estatal no pueda o no quiera desarrollar. (…) El interés en particular podría ser aún mayor si las compañías
privadas tuvieran además el derecho de disponer libremente de la parte de petróleo crudo que les corresponda
(…)‖ (negritas en el original, El Cronista Comercial, 1988: 6).

72
Capítulo 1. Antecedentes históricos

La implementación de esta nueva modalidad, a partir de la libre disponibilidad de los


hidrocarburos extraídos, conllevaba al tercer eje central del Plan, la desregulación del mercado
primario.
Durante el intento de poner en práctica el Petroplán, Montamat escribió una extensa nota en
1988 —ratificada en 2007— en un periódico, procurando explicar el beneficio que estas
medidas acarrearían al mercado primario de hidrocarburos. Desde su concepción, este Plan era
necesario no tanto por los incrementos de petróleo que en el corto plazo pudiera ocasionar,
sino, fundamentalmente, porque abría el horizonte hacia una nueva dinámica del mercado,
basada en la libre disponibilidad del crudo, antesala de la desregulación total:
―Para desregular efectivamente el mercado de crudo es necesario crear un segmento de oferta que
compita con la oferta productiva de YPF. La piedra angular de las nuevas medidas petroleras
anunciadas por el gobierno nacional meses atrás, es la libre disponibilidad de los yacimientos
subexplotados a través de las denominadas Uniones Transitorias de Empresas que concibe el
Petroplán. Instrumentado el Petroplán, YPF mantendrá aproximadamente 60 por ciento de la oferta
agregada de petróleo (otro 30 por ciento lo compra a sus contratistas). A través del Petroplán, 7 u 8
por ciento de la oferta de crudo comenzará a negociarse libremente en el mercado. Si a eso le
sumamos 2 a 3 por ciento del petróleo de las antiguas concesiones también en condiciones de
comercializarse libremente (aunque en la actualidad lo compra YPF), tenemos 10 por ciento de la
oferta total de crudo sujeto a la libre transacción en el mercado. Esto implica un avance, pero no es
suficiente para consolidar un mercado desregulado. De ahí nuestra aseveración de que el Petroplán
es más importante por los principios de cambio estructural que lo nutren que por el volumen
productivo que compromete‖ (Montamat, 2007: 20-1).

Si bien el Petroplán no logró implementarse —en este sentido, se aludió a la idea de


―profundización (fallida)‖ de las políticas de la dictadura—, la transformación estructural del
mercado de hidrocarburos emergió como ―cuestión socialmente problematizada‖ 126 . En este
sentido, el panorama vigente era radicalmente distinto al de treinta años atrás, cuando en 1958
la empresa estatal controlaba, de forma directa, en tanto no estaban implementados los
contratos de explotación, el 87,6% de la explotación. La dinámica que adquirió el capital
privado que operaba a través de los contratos de explotación, luego de la dictadura militar,
transformó considerablemente el escenario extractivo. Las formidables transferencias de áreas
de explotación y de renta petrolera acaecidas desde 1976, le confirió un poder de presión al
capital privado que hasta entonces no poseía. En este sentido, los contratistas, a raíz de su
poder de lobby y de veto, producto de la capacidad de restringir el 32,6% de la extracción
(junto con las concesiones arribaban al 34,8%), las cuales le otorgaban cierta autonomía
respecto de Y.P.F. S.E., establecieron lógicas coactivas 127. A medida que la empresa estatal iba
cediendo renta y zonas de explotación, aspectos que la debilitaban estructuralmente, se
incrementaba el poder de presión del capital privado en el mercado primario de hidrocarburos.
126
La noción de ―cuestión‖ alude a la emergencia de ciertos asuntos, entendidos como necesidades o demandas de
determinados sectores de la sociedad (grupos, clases o fracciones de clase, o, eventualmente, individuos), que son
postulados para ser incorporados en el interior de la agenda de problemas que la sociedad (o ciertos grupos o
fracciones sociales) problematiza (Oszlak y O‘Donnell, 1976).
127
Al respecto, es válido retomar lo que comentó, en el Senado de la Nación en 1992, el legislador por Neuquén,
Felipe Sapag, refiriéndose a declaraciones de Carlos Menem, una vez asumida la Presidencia: ―También ha dicho
el señor presidente de la Nación que alrededor del petróleo ha habido una escuálida iniciativa privada que recibía
pingües ganancias que no se derivaban en inversiones reales, que no apoyaban al riesgo ni a la eficiencia
productiva que aumentara la renta. También ha sostenido que las ganancias se obtenían merced a un eficaz
tráfico de influencias en los núcleos del poder estatal, cuyas potestades les permitían erigirse en árbitros
incuestionables de la actividad‖ (cursivas propias, Diario de Sesiones, 1992: 1.283).

73
Capítulo 1. Antecedentes históricos

De este modo, la modalidad de contratos de locación de obra y servicios cuya génesis estaba
asociada a la complementación de extracción subordinada a Y.P.F. S.E., con el paso de los
años y las políticas aplicadas fundamentalmente por la última dictadura militar-civil y que el
gobierno radical no supo —o no procuró— revertir, terminaron condicionando el propio
accionar de la empresa estatal en tanto que el 32,6% del petróleo crudo que extraían, necesario
para el desenvolvimiento de la economía local, les confería un arma de presión considerable, a
tal punto que aquellos capitales que empezaron subordinados a la lógica de extracción de
Y.P.F. S.E. terminaron condicionando su funcionamiento en particular, y el del sector en
general. Hacia el final del mandato de Alfonsín, los actores involucrados en el mercado de
hidrocarburos, consiguieron establecer la reestructuración de su arquitectura como ―cuestión
socialmente problematizada‖, lo que estableció un nuevo escenario de discusión política.
En este sentido, a pesar de no haberse implementado, el Petroplán, ideado por el mismo
partido que fundó Y.P.F., puede ser entendido como el colofón de una serie de sucesos y
avances del capital privado por sobre la empresa estatal. De este modo, puede decirse que se
constituyó, conceptualmente, en el punto de suturación del siglo corto petrolero.

74
Capítulo 2. El proceso de fragmentación de Y.P.F. (1989-1993)

―Nos propusimos un objetivo ambicioso pero que


consideramos imprescindible: desmontar la densa maraña de
regulaciones que impedía el libre juego de la oferta y la
demanda en materia petrolera y de gas, impidiendo
el aporte de este recurso a la misión del crecimiento.‖
Carlos Saúl Menem (1991),
Conferencia Interamericana de Petróleo y Gas,
Houston, Estados Unidos

―Yo he votado contra de la liquidación de YPF


[Ley N° 24.145] (…). Ahora [Ley N° 24.474] voy a
votar favorablemente porque ya el negocio está liquidado.
(…) Voy a votar favorablemente por este proyecto de ley con
todo el dolor que implica para mi espíritu nacional y popular
(…) Porque si estamos en liquidación, liquidemos todo.‖
Libardo Sánchez, senador del Partido Justicialista
(Diario de Sesiones, 1995)

―Los Estados dejan de ser empresarios y se dedican a ser policías


Los presidentes se convierten en gerentes de empresas ajenas
Los ministros de Economía son buenos traductores
Los industriales se convierten en importadores
Los más dependen cada vez más de las sobras de los menos
Los trabajadores pierden sus trabajos
Los campesinos pierden sus tierritas
Los niños pierden su infancia
Los jóvenes pierden las ganas de creer
Los viejos pierden la jubilación
«La vida es una lotería», opinan los que ganan.‖
Eduardo Galeano, Patas arriba

Capítulo 2. El proceso de fragmentación de Y.P.F. (1989-1993)


2.1. La disputa por la apropiación de recursos como antesala de las privatizaciones:
la emergencia de la “cuestión socialmente problematizada”
El final del gobierno de Alfonsín estuvo signado, en el plano económico y político, por un
marcado proceso de pugna de intereses por parte de los sectores dominantes, cuya expresión
material fue la hiperinflación de principios de 1989. En rigor, ésta fue el resultado de las
disputas por la apropiación del excedente económico entre las fracciones del capital que
integraban el bloque en el poder, cuya particularidad en el período de valorización financiera
y ajuste estructural fue la exclusión de los sectores subalternos en la puja por la distribución
de los recursos. Si se toma en cuenta la media del nivel de ingresos recibidos por los
asalariados entre 1981 y 1989 en comparación con el percibido, en promedio, entre 1970 y
1975, se observa una caída de 12,6 puntos porcentuales, al descender la participación del
42,8% al 30,2% del PBI (Basualdo, 2006). Esta disputa entre las fracciones del capital se
reflejó en la dinámica que adquirió la distribución de ingresos por parte del Estado.
En este sentido, en 1986 el equipo económico del gobierno, encabezado por Juan
Sourrouille, en el marco del Plan Austral implementó una serie de medidas entre las que se
encontraban el congelamiento de precios, tarifas públicas, tipo de cambio y salarios, además
de un considerable recorte del déficit fiscal (del 8% al 2,5% del PBI, aproximadamente) que

75
Capítulo 2. El proceso de fragmentación de Y.P.F. (1989-1993)

afectó tanto la inversión bruta fija pública, como el pago de jubilaciones y salarios de los
empleados de la administración pública, sin que esto repercutiera en los subsidios directos e
indirectos y transferencias vía precios —por compras y ventas del Estado— que recibían las
fracciones dominantes locales —ya sea los grupos económicos o conglomerados
extranjeros—. Esta restricción en los recursos destinados a los sectores subalternos tenía
como uno de sus objetivos —en la propuesta oficial— incentivar la inversión privada para
fomentar las exportaciones y, de esta manera, poder afrontar el problema de la deuda externa
a partir del mayor ingreso de divisas.
Si bien en una primera instancia el gobierno radical, bajo la gestión de Grinspun, había
evaluado que la crisis de la deuda externa se encontraba en la magnitud que ésta había
alcanzado bajo la última dictadura militar-civil128 en relación con la capacidad de generar
valor agregado por parte de la economía, con el cambio de ministro el diagnóstico se
reconvirtió 129. Conforme esto, la evaluación del equipo económico de Sourrouille giró en
torno de que el problema de la deuda se basaba, por un lado, en la falta de liquidez de la
economía, esto es, la escasez transitoria de divisas y, por el otro, en la obsolescencia de la
estructura económica para lo cual proponían, por una parte, incentivar las exportaciones para
lograr un mayor ingreso de divisas 130 y, por la otra, que se llevara adelante un proceso de
reformas estructurales, principalmente, a partir de la privatización de empresas públicas
―ineficientes‖131 (Machinea y Sommer, 1990; Basualdo, 2006). En rigor, el radicalismo en el

128
Es dable recordar que durante el gobierno de facto la deuda externa argentina ascendió de 8.300 millones de
dólares a finales de 1976 a 45.100 millones al asumir el gobierno Alfonsín. Esto representó un incremento anual
acumulativo en torno del 27,4% (CEPAL).
129
La primera evaluación oficial consistía en que la reducción de los flujos de la deuda al exterior permitiría que
la economía se reactivara y, de esta forma, con el mayor valor generado, se pudieran afrontar los pagos
correspondientes: ―A partir de 1984 el gobierno argentino encaró las negociaciones con los acreedores externos
en base al diagnóstico de que el problema de la deuda externa era de solvencia y no de liquidez como ellos
sostenían. A partir de ese enfoque, se planteó el objetivo de reducir las transferencias al exterior vinculadas con
los intereses de la deuda, ya que esas transferencias atentaban contra la posibilidad de crecimiento del país‖
(Machinea y Sommer, 1990: 8).
130
En esta línea, en enero de 1985 se reglamentó la Ley de exportaciones N° 23.101 que le dio cierta
organicidad a una serie de incentivos existentes que configuraban ―el ‗sistema‘ de promoción de exportaciones‖
(Bisang, 1990: 13) y agregó otros mecanismos para incentivar exportaciones adicionales. De este modo, el
gobierno de Alfonsín instaló ciertos beneficios impositivos a las exportaciones de manufacturas, entre ellos: la
exención del impuesto al valor agregado y de otros impuestos internos; la deducción del 10% del valor FOB
exportado del balance impositivo del impuesto a las ganancias; la exención del pago a los impuestos a los sellos
que estuvieran relacionados con contratos de exportación o con la constitución de las sociedades que las
efectúan; la exención del pago de ingresos brutos; estableció reembolsos o reintegros que se liquidaban sobre el
valor FOB de las exportaciones con alícuotas variables según la posición arancelaria; implementó la devolución
de los aranceles incluidos en los insumos importados (draw-back). Todos estos mecanismos emergieron de la
Ley N° 23.101, con excepción de la exención del pago de ingresos brutos que dependía de las legislaciones
provinciales y/o municipales. A estos mecanismos había que adicionarle una serie de incentivos a las
exportaciones que provenían de años anteriores, como otros tantos regímenes implementados posteriormente
(por ejemplo, fondo de promoción lechero, reembolsos de productos azucareros, etc.) (Bisang, 1990).
131
Como sostienen José Luis Machinea (uno de los presidentes del Banco Central durante la gestión radical) y
Juan Fernando Sommer: ―A partir de 1985 el Banco Mundial se coloca en el centro del escenario de las fuentes
de crédito para la Argentina. Ello es el producto, por un lado, del cambio de diagnóstico del gobierno argentino
sobre los factores limitantes del crecimiento económico y, por el otro, del Plan Baker. (…) Las buenas
relaciones del gobierno argentino con el Banco Mundial se debieron a las obvias razones de financiamiento y a
que el diagnóstico del gobierno en ese entonces, otorgaba relevancia creciente a la necesidad de llevar adelante
cambios estructurales de importancia en el funcionamiento de la economía‖ (Machinea y Sommer, 1990: 17/18).

76
Capítulo 2. El proceso de fragmentación de Y.P.F. (1989-1993)

primer año de gobierno había creado una Comisión, conocida como la ―Comisión 414‖ 132,
que tenía como objetivo principal el análisis de la situación de las empresas públicas a los
efectos de generar un ―reordenamiento del sector empresario del Estado‖ a través de la
desestatización —parcial o total— o liquidación de las compañías bajo su propiedad. No
obstante, con el nuevo diagnóstico el objetivo político de las privatizaciones se modificó a
partir de las diversas presiones ejercidas —fundamentalmente del Banco Mundial—. Ya no
se realizarían en virtud de ―reordenar‖ las empresas públicas sino de dar una señal al
establishment internacional para enfatizar que el gobierno sería capaz de realizar las
transformaciones que, desde la perspectiva de los acreedores externos, la Argentina
necesitaba133. En lo sustantivo, se trataba de, por una parte, favorecer el denominado ―ajuste
positivo‖ vía aumento de las exportaciones por mecanismos de promoción de ventas de
manufacturas al exterior —procurando asociar el pago de la deuda externa al incremento
exportador y, así, conseguir el consentimiento de los acreedores—, por la otra, propiciar la
inversión privada —a partir de la compra de empresas estatales—, asimismo, reducir el
―gasto‖ público y, finalmente, generar la apertura de la economía para que la competencia
con las firmas internacionales tornara ―más eficiente‖ la economía —a partir del quiebre de
las empresas locales que no pudieran habituarse al nuevo escenario—. Esto es, ―adaptarse a
las exigencias de acumulación del capital a escala mundial, sintetizadas en el recetario
neoliberal‖ (Thwaites Rey, 2003: 19).
Vale señalar que hacia mediados de la década, los bancos acreedores se habían
recuperado de su situación de debilidad generada desde 1982 por la moratoria del pago de la
deuda externa en la que incurrieron una serie de países latinoamericanos, y comenzaban a
presionar por el cobro tanto de los intereses devengados, como del capital adeudado 134. En
efecto, en 1985 el Secretario del Tesoro de los Estados Unidos, James Baker, presentó el
denominado Plan Baker, cuya propuesta consistía en revertir los problemas de insolvencia de
los países de la región por medio de la implementación de reformas estructurales en las
respectivas economías. En dicho diagnóstico, las empresas públicas se presentaban como uno

132
Fue conocida con este nombre en alusión al número del Decreto que le dio entidad. En este sentido, en su
artículo primero establecía: ―Créase en jurisdicción de la Presidencia de la Nación, con carácter honoraria, una
Comisión que tendrá a su cargo el análisis de la situación de las empresas, sociedades y establecimientos o
haciendas productivas de propiedad total o parcial del Estado cualquiera sea su naturaleza jurídica, y en cada
caso proponer al titular del Poder Ejecutivo Nacional, con indicación de los motivos, la privatización total o
parcial o la liquidación administrativa y, si fuere del caso, el mantenimiento dentro del ámbito estatal de acuerdo
con los procedimientos establecidos en la Ley N° 22.177‖ (Decreto N° 414/84).
133
En este sentido, es dable rescatar el análisis realizado por Canitrot, quien participó desde el equipo
económico del Gobierno de este proceso: ―Lo que aquí se llama el proceso de aprendizaje se refiere a la
progresiva percepción de la naturaleza, tanto económica cuanto política, de la crisis a partir de esta primera
visión desde la democracia. Un proceso iniciado con el Plan Austral, y marcado por escalones sucesivos de
fracaso y reiniciación, hasta el presente del Plan de Convertibilidad (...). Debe entenderse, en consecuencia, que
cuando se habla de proceso de aprendizaje, no se hace referencia exclusiva a los actores nacionales, llámense
ellos gobierno, partidos, corporaciones y opinión pública. El proceso de aprendizaje (el pasaje de la política de
ajuste devaluatorio a los planes de estabilización, y de éstos a los de reforma del Estado y liberalización) ha
tenido lugar fundamentalmente en Washington, y se ha manifestado en el cambio del marco referencial de los
préstamos y, consecuentemente, de sus objetivos y condicionamientos‖ (cursivas propias, Canitrot, 1992: 42).
134
Al respecto, Basualdo afirma: ―La convergencia de ambos procesos —el alejamiento de la posibilidad de
moratorias masivas y el incremento de las reservas para enfrentar eventuales procesos de ‗no pago‘ impulsado
por la regulación estadounidense—, permitió que los bancos superasen la crítica situación de principios de la
década del ochenta. A mediados de la década, ya avanzado el proceso de fortalecimiento de los banco
acreedores, éstos actuaron en consecuencia‖ (Basualdo, 2006: 239).

77
Capítulo 2. El proceso de fragmentación de Y.P.F. (1989-1993)

de los principales escollos para expandir las economías, por lo que su privatización le
permitiría a los países deudores iniciar la senda del crecimiento, a la vez que generaría
ingentes recursos plausibles de ser utilizados para saldar parte del capital que adeudaban.
Abandonado el objetivo inicial de establecer la ilegitimidad de parte de la deuda externa,
e imbuidos en este nuevo contexto, a mediados de 1987 la conducción económica creó el
Programa de Conversión de la Deuda Pública Externa cuya finalidad era rescatar bonos de la
deuda. A pesar del intento del gobierno, el alcance de esta iniciativa fue acotado. En esta
línea, unos meses después, se presentó el Programa de Reformas Estructurales cuyo objetivo
central era privatizar ciertos activos estratégicos del Estado, el cual contó con el apoyo del
Banco Mundial y con la indiferencia del Fondo Monetario Internacional (FMI) 135 (Canitrot,
1992). De esta manera, Terragno, al frente del Ministerio de Obras y Servicios Públicos,
propició, por un lado, la venta del 40% del capital accionario de Aerolíneas Argentinas y
ENTEL, y por el otro, la privatización de las empresas petroquímicas estatales, como así
también la reestructuración de Fabricaciones Militares, ferrocarriles y —como se señaló en el
anterior capítulo— del mercado primario de hidrocarburos (Thwaites Rey, 2003; Basualdo,
2006). En esta ocasión, los proyectos de Ley presentados no prosperaron en tanto que se
encontraron en el Congreso Nacional con la oposición, principalmente, del Partido
Justicialista136.
Estos intentos infructuosos de satisfacer las demandas de los acreedores externos
asociados, por una parte, a la transferencia de ciertos activos del Estado al capital privado y,
por la otra, al rescate de títulos de la deuda externa —en un contexto en el que las fracciones
dominantes locales continuaban percibiendo transferencias de ingresos desde el Estado a
través de los distintos regímenes de promoción industrial y de las exportaciones, los subsidios
implícitos en los precios de los servicios y los sobreprecios en las compras de bienes y
servicios—, se potenciaron con la moratoria de hecho en la que se encontró el gobierno de
Alfonsín en el segundo trimestre de 1988. En realidad, esta puja entre las fracciones
acreedoras externas y la administración radical, persistió durante todo el período que duró su
mandato dado que ante la escasez de reservas internacionales —por el déficit en la balanza
comercial y la fuga de divisas— y los problemas fiscales, el equipo económico procuró
conseguir nuevos préstamos para refinanciar deudas a la vez que intentaba limitar el egreso

135
Las diferentes posturas asumidas por ambos organismos no daba cuenta de disputas de intereses entre éstos,
sino del orden en que deberían aplicarse las políticas de ajuste y reformas estructurales. En este sentido,
mientras que el Banco Mundial junto con el Departamento del Tesoro, como se expuso, propiciaban la
implementación de dichas reformas que comprendieran la privatización de los activos estatales, de forma tal que
la Argentina saldara parte del capital adeudado; el FMI y otros acreedores proponían que se aplicaran políticas
de ajuste fiscal para generar fondos que se destinen al pago de intereses atrasados de la deuda externa (Basualdo,
2006).
136
Es sugerente trascribir algunos de los argumentos por medio de los cuales el entonces legislador Eduardo
Menem se opuso en el Senado a los intentos del radicalismo de privatizar Aerolíneas Argentinas y ENTEL:
―Aquí se está disponiendo del patrimonio nacional, se está afectando el poder de decisión de la Nación respecto
de cuestiones fundamentales (…) ¿Por qué no se ha propuesto algún sistema de autogestión para que los
argentinos manejemos aquellos servicios públicos que se relacionan con la defensa nacional y el desarrollo del
país antes de ir a buscar gente en el otro confín del mundo? (…) De lo que pueden estar seguros es que el
justicialismo no les ha puesto ni les pondrá (a las empresas públicas) jamás la bandera de remate, porque está en
juego la soberanía del Estado‖ (Diario de Sesiones del Senado, 27 y 28 de abril de 1988, en Thwaites Rey, 2003:
24).

78
Capítulo 2. El proceso de fragmentación de Y.P.F. (1989-1993)

de divisas137. Estos nuevos créditos le permitieron, por algún tiempo, financiar el déficit fiscal
sin recurrir a la emisión monetaria.
Si bien durante los primeros años el gobierno pudo sortear —con muchas dificultades—
los problemas financieros al obtener ciertos préstamos y refinanciamientos, en 1988 las
fracciones acreedoras externas restringieron el apoyo económico. Frente a esta situación, y
ante la escasez de reservas en el Banco Central, desde el segundo trimestre el gobierno
argentino debió suspender el pago de la deuda. En realidad, la intención del gobierno no fue
restringir los desembolsos al exterior dado que en todo momento procuró cuidar los vínculos
con los acreedores externos en tanto que presentían que podía tener efectos negativos sobre
las ―expectativas‖ de los actores (Machinea y Sommer, 1990).
Sin embargo, tal como se observa en un estudio desarrollado por Basualdo (2006),
durante la década de 1980 las mayores transferencias de ingresos desde el Estado se
realizaron hacia las fracciones locales. Los diversos ajustes efectuados por el gobierno de la
restauración democrática, esquema en parte heredado del gobierno de facto, generaron un
cambio en la composición de la distribución de los recursos estatales, tendiente a beneficiar a
los grupos económicos locales y a los conglomerados extranjeros. En efecto, considerando las
transferencias fiscales138 (del Presupuesto Nacional) y las cuasi-fiscales139 a estas fracciones
del capital entre 1981 y 1989, los montos ascienden a los 90.000 millones de dólares (22.500
millones de dólares y 67.500 millones de dólares, respectivamente). Mientras que la primera
representó un 3,5% del PBI, la segunda implicó el 9,7%, lo que significó en conjunto el
13,2% del PBI durante el interregno analizado.
Contrariamente, con respecto a los pagos al exterior en concepto de deuda externa, el
estudio devela que durante el período 1981-1989 hubo un egreso neto de 10.037 millones de
dólares (en torno al 1,6% del PBI). Como consecuencia de las dificultades por parte del
Estado para obtener divisas, en parte por el problema de balanza comercial —como se
señaló—, los pagos a las fracciones externas fueron levemente superiores a los créditos
otorgados. En efecto, mientras que ingresaron al país 40.043 millones de dólares a través del
financiamiento y refinanciamiento de deudas contraídas con antelación, salieron 50.080
millones de dólares en concepto de pago del capital e intereses (equivalentes al 6,3% y 8,0%
del PBI, respectivamente)140.

137
En palabras de Machinera y Sommer: ―Desde 1985 en adelante las negociaciones tuvieron el objetivo de
obtener financiamiento para reducir las transferencias al exterior al 50% de los vencimientos por intereses. (…)
Si bien, en términos generales, puede afirmarse que el objetivo de limitar el pago neto de los intereses al 50% de
los vencimientos se cumplió, su obtención no estuvo exenta de ciertos costos‖ (Machinea y Sommer, 1990: 10).
138
Éstas contemplan los distintos regímenes de promoción industrial, subsidios directos vía precios, los Fondos
de Fomento, entre otros. No obstante, dada la dificultad para cuantificarlos, excluye los distintos sobreprecios
que el Estado pagó por los bienes y servicios que adquirían de estos sectores, por lo cual la magnitud estaría
subestimada.
139
En este concepto están incluidos la absorción de la deuda interna contraída por los privados, que el entonces
presidente del Banco Central, Domingo Cavallo, implementó en 1982, los subsidios al sector financiero por la
quiebra de entidades y el costo de endeudamiento del Estado mediante encajes remunerados.
140
Como analiza el propio Basualdo: ―Al considerar conjuntamente las transferencias en el sector externo y en
la economía interna, se reafirma el predominio de las fracciones dominantes internas (la oligarquía diversificada
y el capital extranjero) en el proceso económico en su conjunto. Dichas fracciones fueron el núcleo central de la
fuga de capitales locales al exterior y, al mismo tiempo, las principales receptoras de la redistribución interna del
excedente que se desplegó entre el capital y el trabajo e, indirectamente, a través del Estado, mientras que el
grueso de los acreedores externos percibió una masa de ingresos más reducida e incluso durante los últimos dos

79
Capítulo 2. El proceso de fragmentación de Y.P.F. (1989-1993)

Lo expresado señala una respuesta distinta por parte del Estado a las diversas fracciones
del capital. En este sentido, la investigación de Basualdo muestra que en los años analizados
se destinó una masa de recursos significativamente superior a los sectores dominantes
internos (13,2% del PBI) que a los acreedores externos (1,6% del PBI), los cuales fueron
postergados por la administración radical. Asimismo, cabe recordar la mayor injerencia en la
economía de las fracciones dominantes locales durante la gestión de Alfonsín (Cuadro 1.19).
En consecuencia, a pesar de los intentos del gobierno de mantener los vínculos con los
organismos de crédito y los bancos acreedores, la lectura de estas fracciones fue disímil, dado
que percibieron el trato diferencial entre ambas fracciones en términos de distribución de
recursos. En rigor, esta relación desigual durante esta gestión se debió a una mejor inserción
en la economía por parte de los grupos económicos internos —tanto nacionales como
internacionales—. De esta manera, Azpiazu y Schorr (2010) señalan cuatro causas que
contribuyeron —entre otros tantos factores— a su consolidación durante el gobierno de
Alfonsín —y que provenían de la dictadura—. Por un lado, las transferencias señaladas de
recursos que tendieron a fortalecer su poder de mercado; por el otro, la dinámica regresiva
que adquirió la economía argentina desde la dictadura militar que impactó en una
considerable destrucción de capital con el consecuente quiebre de empresas y achicamiento
del mercado; asimismo, el proceso de inversión, expansión e, incluso, centralización del
capital —con fuerte apoyo estatal— realizado por estos actores; y, finalmente, su estratégica
inserción estructural en la economía que les permitió expandirse en un contexto de crisis
económica. Como conclusión, los autores manifiestan:
―El creciente predominio de los grupos económicos sobre la economía y la industria argentinas
durante el gobierno de Alfonsín no puede ser entendido exclusivamente como un resultado de la
arbitrariedad en el manejo estatal, sino que debe considerarse también como derivado de la
funcionalidad que tuvo la política económica, en especial a partir del Plan Austral, respecto de las
condiciones estructurales que presentan estos grandes capitales. En este sentido, es indudable que
durante la gestión de la Unión Cívica Radical estas fracciones empresarias tuvieron una notable
—y vista en perspectiva histórica, sumamente efectiva— capacidad de veto sobre el gobierno, que
estuvo asociada a diversos elementos. Primero, a que estos actores eran importantes generadores
y propietarios de divisas (…). Segundo, a su poder en materia de fijación de precios, derivado de
su control oligopólico sobre un número considerable de sectores de actividad, y no sólo
industriales. Tercero, por el hecho de ser destinatarios privilegiados de las abultadas transferencias
de recursos que se registraron en ese período, a su papel decisivo en la explicación de la ―brecha
fiscal‖ que caracterizó a la etapa alfonsinista. Cuarto, al haber asumido un papel protagónico en el
financiamiento de dicho déficit‖ (cursivas propias, Azpiazu y Schorr, 2010: 135).

Es dable resaltar que estas fracciones dominantes internas eran ―generadoras y


propietarias de divisas‖ en tanto que, en paralelo al escueto pago de intereses y capital de la
deuda que realizó el gobierno a los acreedores externos, estos grupos concentrados fugaron al
exterior magnitudes considerables de dinero luego de valorizarlas financieramente en la plaza
local141.

años de la década no recibió pago alguno, debido a la ‗moratoria de hecho‘ que rigió en esos años‖ (Basualdo,
2006: 200-201).
141
Según los cálculos realizados por Basualdo (2006), la fuga de divisas durante el período 1981-1989
vinculada principalmente a los sectores internos de la economía, y que se superponía solamente de manera
marginal con la de los acreedores internacionales que giraban desde sus sucursales bancarias en el país, alcanzó
los 33.700 millones de dólares (5,3% del PBI).

80
Capítulo 2. El proceso de fragmentación de Y.P.F. (1989-1993)

Esta dinámica de distribución de recursos entre las distintas fracciones del capital
eclosionó cuando, como se señaló, en 1988 el gobierno suspendió de hecho el pago de la
deuda externa, ante la imposibilidad manifiesta de continuar transfiriendo simultáneamente,
por un lado, las ingentes cantidades de recursos a las fracciones internas del capital y, por el
otro, las divisas necesarias para el pago de la deuda externa a los acreedores internacionales.
En rigor, sin desconocer los condicionamientos estructurales existentes, esta suspensión
expresó la voluntad por parte del gobierno de anteponer los intereses de los grupos
económicos (de capital nacional o extranjero) por sobre los de la banca internacional, por lo
que, en este escenario, los acreedores externos quedaban postergados.
Ante la moratoria en la que se vio inmerso el gobierno, meses después el equipo
económico presentó el Plan Primavera, el cual tenía como objetivo contener la situación
económica para evitar el estallido inflacionario antes de las elecciones presidenciales de
mayo de 1989 (Canitrot, 1992). Las negociaciones con los acreedores externos continuaron
durante 1988 con la dura posición del FMI que no estaba dispuesto a prolongar el
financiamiento. Ante esta situación y la persistencia en la moratoria argentina, la banca
internacional se alineó con el organismo internacional y dieron por culminadas las
negociaciones, en tanto que comprendió que ―asfixiando‖ al gobierno obtendrían sus
objetivos142. En enero de 1989, el gobierno de los Estados Unidos quitó el apoyo que había
brindado al Presidente argentino, lo que debilitó aún más la capacidad de maniobra del
gobierno nacional y contribuyó a que cediera ante las presiones externas para que el Banco
Central quitara el control que ejercía sobre el dólar. Esta medida, en el contexto señalado,
desencadenó la más férrea puja de intereses entre las diversas fracciones del capital en tanto
que generó una corrida sobre la moneda estadounidense que se expresó, posteriormente, en
un fenomenal incremento de los precios domésticos143.

142
Resulta interesante la posición que adoptó el Banco Mundial: ―Aunque muchos de estos préstamos se
previeron para ayudar a que las empresas públicas aumentaran su eficiencia, lograr estos objetivos era a menudo
ilusorio. En muchos casos, las obras financiadas fueron completadas relativamente bien, pero las capacidades de
las empresas públicas siguieron siendo bajas. Durante la década de 1980, sus capacidades se deterioraron aún
más rápido que los problemas de la deuda externa de Argentina y las explosiones hiperinflacionarias condujeron
a la austeridad esporádica y programas de ajuste que redujeron drásticamente los niveles salariales, los
programas de inversión (…). Los empleados se desmoralizaron, la capacidad del Estado para contrarrestar las
presiones de los sindicatos, de algunas empresas privadas parasitarias, y las propuestas populistas fueron
virtualmente eliminadas, y la calidad de los servicios prestados por las empresas públicas había disminuido
considerablemente. Por consiguiente, los préstamos del Banco Mundial a las empresas públicas finalizaron
luego de 1988; el Banco se había convencido de que sólo un cambio radical podría corregir las ineficiencias,
exceso de personal, y el rendimiento generalmente pobre de las empresas públicas‖ (bastardillas y traducción
propias, World Bank, 1993: 16).
143
Respecto del desencadenante señalado, Machinea y Sommer expresaron: ―Este final de las negociaciones con
la banca acreedora, asociada a la falta de acuerdo con el FMI, fue un factor relevante para explicar la presión en
el mercado de cambios y consecuentemente el fin del Plan Primavera y el inicio del rápido camino a la
hiperinflación‖ (Machinea y Sommer, 1990: 24). Asimismo, sobre el particular, Canitrot manifestó: ―Visto en
perspectiva, la única chance del Plan Primavera de alcanzar su meta residía en la remota posibilidad de una
reversión de las encuestas preelectorales a favor del candidato radical. De otro modo, con un candidato opositor
previsiblemente triunfante anunciando una plataforma populista y nacionalista, era inevitable una abrupta salida
de fondos hacia el dólar. El momento llegó cuando en enero de 1989 el gobierno de los EE.UU. dejó trascender
el retiro de su apoyo al gobierno radical de Alfonsín. La corrida cambiaria se inició a principios de febrero y fue
seguida por la hiperinflación que no terminaría sino después de la asunción del nuevo gobierno en el mes de
julio‖ (Canitrot, 1992: 44).

81
Capítulo 2. El proceso de fragmentación de Y.P.F. (1989-1993)

En este sentido, la hiperinflación fue la forma que asumió el disciplinamiento por parte de
los acreedores externos —a partir del ataque especulativo de la banca foránea que operaba en
el país sobre la moneda local— para materializar un cambio en la dinámica de la distribución
de recursos entre las distintas fracciones del capital. En rigor, como sostiene Martín Abeles:
―La crisis hiperinflacionaria de 1989 reconoce sus raíces en el patrón de acumulación y la
reestructuración social que emerge como resultado de la política económica del período 1976-83.
Es durante dicho período cuando (…) se sientan las bases de una contraposición de intereses —
entre la banca extranjera y el capital concentrado interno— cuya insustentabilidad estructural se
pondría de manifiesto, con toda elocuencia, en el desenlace hiperinflacionario de 1989‖ (Abeles,
1999: 97).

Visto en perspectiva, la superación de esa contradicción estaba latente en el Plan Baker,


es decir, la forma en que se resolvieran las reformas estructurales que éste proponía podría
saldar las disputas entre ambas fracciones si convergieran sus intereses. Mientras que para las
fracciones acreedoras, la privatización de empresas permitiría la cancelación de parte
considerable del capital adeudado y el pago de los intereses atrasados —a través de una
situación fiscal más holgada por parte del Estado y la capitalización de títulos de la deuda
externa —, para el capital concentrado local este escenario, si bien suponía la finalización de
parte considerable de las transferencias de ingresos señaladas, podía implicar el ingreso a
nuevas áreas de negocios en actividades con alta rentabilidad.
En el plano político, la hiperinflación fue uno de los principales hitos de este ―decenio
regresivo‖ (Azpiazu, 1991) en tanto que, por un lado, implicó la finalización del mandato de
Alfonsín con el consecuente adelantamiento de la asunción al Poder Ejecutivo del candidato
electo el 14 de mayo de 1989, el peronista Carlos Menem (1989-1999). Por el otro, generó un
marcado condicionamiento al nuevo gobierno por parte del establishment —tanto local como
internacional— para ejecutar las reformas estructurales que las fracciones acreedoras externas
y los organismos multilaterales de crédito reclamaban desde hacía unos años. Finalmente,
posibilitó colocar en la agenda pública —sin grandes dificultades— la privatización de
empresas como una ―cuestión socialmente problematizada‖.

2.2. El gobierno de Menem y la convergencia de intereses en torno a la privatización


de las empresas públicas
El análisis de los últimos años del gobierno de Alfonsín y los primeros de la gestión de
Menem resultan fundamentales para comprender cómo se estableció la necesidad de
implementar las reformas estructurales —fundamentalmente, la privatización de los
principales activos públicos, aunque también la apertura de la economía y la ―desregulación‖
de los mercados— como una cuestión central.
En este sentido, el estudio de dicho fenómeno, esto es, la base o estrategia sobre la cual
logra determinado hecho convertirse en cuestión socialmente problematizada e, incluso, la
toma de posición del Estado144 frente a ésta, puede contribuir a aprehender, prima facie, la

144
―Las tomas de posición del Estado suelen ser importantes, no sólo por su posibilidad objetiva de producir
importantes consecuencias, sino, también, porque así suelen considerarlo otros actores sociales (…) y en este
sentido son puntos o «nudos» particularmente importantes en una secuencia de interacciones‖ (Oszlak y
O‘Donnell, 1982: 117).

82
Capítulo 2. El proceso de fragmentación de Y.P.F. (1989-1993)

trama de intereses constituida ya que tanto en el proceso de conflictividad como en la


resolución de la ―cuestión‖145 se pueden observar el entramado social y la puja de intereses.
La dinámica que había adquirido la economía argentina durante el último período del
gobierno de Alfonsín, persistió en los primeros meses del de Menem. En efecto, si bien en
una primera instancia el nuevo equipo económico —liderado por un ejecutivo del grupo
económico Bunge & Born, Néstor Rapanelli 146— había logrado contener la hiperinflación
heredada, la persistencia de la esencia del conflicto —continuación en la distribución de los
recursos hacia las fracciones locales— se presentó como un condicionante para mantener la
estabilidad. Las políticas de corto plazo implementadas tuvieron poca efectividad cuando en
diciembre de 1989 se anunciaron incrementos tanto del tipo de cambio como de las tarifas
públicas, dado que desencadenaron un nuevo proceso hiperinflacionario que duró hasta
marzo de 1990 e implicó el cambio de ministro de Economía 147 (Azpiazu, 1991; Canitrot,
1992; Nochteff, 1999).
No obstante, a pesar de los enfrentamientos entre las fracciones dominantes locales y los
acreedores externos, desde los inicios del gobierno de Menem comenzaron a establecerse las
bases de acuerdos que culminarían en la rearticulación del bloque en el poder, a partir de la
convergencia de intereses, fundamentalmente, con las Leyes de Reforma del Estado (N°
23.696) y de Emergencia Económica (N° 23.697), de agosto y septiembre de 1989,
respectivamente. La asunción de Antonio Erman González como sucesor de Rapanelli
significó un quiebre en términos del tratamiento a las fracciones acreedoras, en tanto que se
restablecieron los vínculos con estos sectores al considerarlos parte constitutiva de las
alianzas del gobierno 148 , en un contexto en el que se aplicó una política económica
―ortodoxa‖ que implicó un proceso de drástica contracción monetaria (Plan Bonex 149 ),
apreciación cambiaria, elevación de las tasas de interés —muy por encima de las
internacionales—, política fiscal regresiva 150 y un marcado superávit fiscal —el cual
permitiría afrontar los pagos de la deuda externa—.
La lectura realizada y difundida por los sectores dominantes —incluso por varios
analistas— hacía hincapié en que las crisis recientes tenían estrecho vínculo con los

145
Entendido como desaparición en tanto cuestión socialmente problematizada, no en el sentido sustantivo del
término.
146
En rigor, el primer ministro de Economía fue Miguel Roig, hasta entonces vicepresidente del grupo Bunge &
Born, quien falleció a los seis días de asumir el cargo en la cartera económica.
147
En este sentido, este proceso se presenta como una etapa de transición y reacomodamiento de las fracciones
dominantes en procura de consolidar el patrón de acumulación: ―Este rápido fracaso del programa de corto
plazo refleja, en última instancia, las heterogeneidades que se manifiestan en el interior de los grupos
económicos dominantes en torno a las formas que debería asumir la transición hacia un modelo en el que, más
allá de ciertos matices, no existirían mayores discrepancias. (…) Esta puja transicional entre los grupos
económicos hegemónicos —en la que se insertan los propios intereses de la banca acreedora— asumió un papel
protagónico en la pretendida resolución de los problemas de corto plazo‖ (Azpiazu, 1991: 24).
148
Esto se aprecia en las declaraciones del propio ministro Erman González: ―La banca acreedora no va a
quedar como la variable de ajuste del programa económico ya que la necesitamos para la etapa de crecimiento y,
también, en el proceso de privatización‖ (en Nochteff, 1999: 345).
149
Este plan consistió en el canje compulsivo de depósitos bancarios a plazo fijo por títulos de la deuda pública
externa. Dado que éstos (Bonex 89) cotizaban en el mercado a un 40% del valor nominal, significó una real
confiscación parcial de los ahorros.
150
Conforme esto, las modificaciones implementadas significaron una generalización de la aplicación del
impuesto al valor agregado (IVA) a una tasa uniforme del 13%, la reducción de las alícuotas del impuesto a la
ganancia, a la par que se estableció un impuesto sobre los patrimonios en torno del 1% (Azpiazu, 1991).

83
Capítulo 2. El proceso de fragmentación de Y.P.F. (1989-1993)

desequilibrios típicos de la ISI —solapando las especificidades de éstas— y que, en tanto tal,
era necesaria una reforma estructural 151 . Conforme esto, y el diagnóstico neoclásico
presentado por el gobierno —en línea con las reformas del denominado ―Consenso de
Washington‖152—, el cual asumía que las fallas económico-sociales provenían del ―irracional
intervencionismo del Estado‖ se iniciaron los procesos de: privatización de las empresas del
Estado, desregulación de los mercados, y apertura externa comercial —asimétrica—
(utilizada fuertemente como política de estabilización de precios) y financiera.
La caída del Muro de Berlín en noviembre de 1989 potenció las presiones ejercidas por el
establishment internacional que propugnaba reformas ―pro-mercado‖. Este vuelco mundial
confirió una suerte de ―legitimidad‖ para profundizar las políticas económicas neoliberales
ante —como era presentado— el ―fracaso de las políticas centralmente planificadas‖. La
finalización del socialismo real en Alemania, y posteriormente en el conjunto del ―bloque
soviético‖, revitalizó las corrientes neoclásicas del ―Consenso de Washington‖ que sostenían
la primacía del mercado por sobre el Estado153.

151
Dentro de este discurso se puede ubicar gran cantidad de autores. En este sentido, Álvaro Alsogaray en los
comienzos del gobierno de Menem, expresó: ―En la Argentina, confirmando también dicho aserto, hemos
soportado durante más de cuarenta años una de esas fórmulas (el dirigismo inflacionario) con el resultado del
empobrecimiento y estancamiento del país‖ (Alsogaray, 1992: 68-69). Asimismo, cabe mencionar también la
posición de De la Balze: ―Los orígenes profundos de la reforma económica iniciada en 1989 se encuentran en la
grave crisis que padeció la sociedad argentina a partir de la década de 1970. El estancamiento económico, el
‗régimen de alta inflación‘, el colapso del ‗Estado Promotor‘ y la inestabilidad política resultante crearon
gradual pero crecientemente una nueva conciencia en la sociedad de que la organización económica vigente no
funcionaba y que debía ser modificada. Un fenómeno característico del período 1970-1989 fue la aparición de
un aparente consenso sobre la conveniencia de reformar a fondo el modelo económico vigente‖ (De la Balze,
1993: 57). En esta línea, el análisis que algunos años antes habían realizado Gerchunoff y Guadagni contribuía a
los fines de generar una masa crítica a favor de esta posición: ―Si bien la economía argentina no muestra una
tendencia excepcionalmente alta a la expansión del Estado, las condiciones macroeconómicas imponen un
abandono, quizás más rápido que en otras economías en desarrollo, del sendero de acumulación mixta tal como
lo hemos conocido en el pasado. Sólo desde esta perspectiva es posible afirmar que los programas de
desestatización y desregulación están atrasados en la Argentina‖ (Gerchunoff y Guadagni, 1987: 12). Años más
tarde, Gerchunoff y Cánovas escribirían: ―El golpe definitivo a cualquier política más o menos matizada y
gradual lo constituyó el episodio hiperinflacionario en 1989 y su repetición durante el año siguiente. Esa
experiencia, con sus consecuencias dramáticas, alineó a vastos sectores un sentido de urgencia de las reformas
estructurales y otorgó a la propuesta de privatizaciones masivas una popularidad sorprendente: de un modo u
otro, los cambios debían ser realizados; bien o mal, había que privatizar‖ (bastardillas en el original,
Gerchunoff y Cánovas, 1995. 484). Por su parte, Daniel Montamat refiriéndose a los últimos años del gobierno
de Alfonsín, expresaba: ―El fracaso de los sucesivos planes de estabilización económica se debía a la falta de
reformas estructurales y a la equivocada estrategia de sustitución de importaciones que nos había alejado del
mercado mundial‖ (Montamat, 2007: 18).
152
Dicha denominación fue ideada por John Williamson para articular una serie de políticas que pregonaban los
organismos internacionales, con el apoyo de los Estados Unidos, con la finalidad de que fueran aplicadas,
fundamentalmente, en América Latina. Estas medidas consistían en: mantener una férrea disciplina fiscal;
reorientar las prioridades del gasto público hacia campos que ofrecieran tanto un alto rendimiento económico y
un potencial de mejora tanto la distribución del ingreso, como la atención primaria de la salud, la educación
primaria y la infraestructura, en detrimento de las empresas públicas; implementar una reforma tributaria (con la
finalidad de reducir las tasas marginales y ampliar la base imponible); liberalizar los tipos de interés (para, al ser
positivas en términos reales, evitar la fuga de capitales) y de cambio (el cual devendría competitivo); quitar
restricciones al comercio (para abaratar los costos y obtener mayor competitividad en las exportaciones); y librar
los flujos de inversión extranjera directa (para generar incrementos en la inversión y en la productividad);
privatizar empresas públicas; desregular la economía y garantizar los derechos de propiedad (traducción propia,
Williamson, 1990; 2000 y 2005).
153
El análisis de Alsogaray resume esta postura en tanto que retoma las ideas de uno de los teóricos de esta
corriente, Friedrich Hayek: ―Ya he señalado a ese respecto la imposibilidad de que ninguna autoridad central
pueda reunir la información necesaria para ese aprovechamiento, y sobre todo conocer y regular los

84
Capítulo 2. El proceso de fragmentación de Y.P.F. (1989-1993)

De esta manera, las Leyes de Reforma del Estado y Emergencia Económica dieron el
marco legal necesario para implementar las trasformaciones señaladas. En efecto, mientras
que la Ley N° 23.697 establecía la suspensión de los subsidios, subvenciones, reembolsos y
reintegros tributarios otorgados al capital —fundamentalmente por medio de los regímenes
de promoción industrial y minero—, como así también el régimen de compre nacional; la Ley
N° 23.696 —promulgada un mes antes— fijaba los criterios de intervención de las empresas
del Estado, estableciendo las pautas para su privatización total o parcial, o concesión al
capital privado, confiriendo amplia potestad al Poder Ejecutivo para determinar —de forma
discrecional— tanto los activos como los tiempos en los que serían transferidos. Este
proceso, sostenían desde el discurso oficial, era de vital relevancia para revertir el desempeño
de las empresas de servicios154.
Es a partir de la Ley de Reforma del Estado que se consolidó la convergencia de intereses
entre las fracciones integrantes del bloque en el poder, en tanto que, de ahí en más las
empresas transferidas al sector privado contaron con la participación de, primero, compañías
transnacionales que, por lo general, aportaban el conocimiento técnico; segundo, la banca
acreedora internacional la cual poseía títulos de la deuda externa y que, a partir de ese
momento, podría capitalizarlos a su valor nominal; y, finalmente, el capital concentrado local
—nacional o internacional, antaño contratistas del Estado, en su mayoría—. En rigor, uno de
los puntos fundamentales en torno de la convergencia de intereses entre las distintas
fracciones del capital fue la habilitación al capital privado para adquirir, en parte, empresas
públicas con bonos de la deuda, en tanto que permitió la articulación de las distintas
necesidades de los diversos actores.
Este verdadero ―shock institucional‖ 155 de medidas relativamente aisladas logró
uniformidad cuando, con Domingo Cavallo como ministro de Economía, se promulgó la Ley
de Convertibilidad (N° 23.928) en tanto que asumieron nuevas formas y lograron alcanzar
una mayor profundidad 156 (Azpiazu, 1994).
En realidad, puede observarse que el ambicioso y acelerado proceso de privatizaciones de
empresas públicas con la consecuente emergencia de nuevos mercados con bajo riesgo
empresario y poco competitivos, tuvo múltiples objetivos: por un lado, en relación con los
acreedores internacionales, permitiría saldar parte del capital adeudado a esta fracción del

comportamientos individuales. Esa es precisamente la gran cuestión que resuelve el mercado‖ (Alsogaray, 1992:
66).
154
Esta posición fue descripta y apoyada —con excepción de casos puntuales, asociados a la existencia de
servicios con costos marginales por debajo de los medios y/o externalidades ambientales complejas— por
Williamson: ―La principal justificación para la privatización es la creencia de que la industria privada se
administra más eficientemente que las empresas del Estado, debido a los incentivos más directos a los que se
enfrenta un director que o bien tiene una participación propia y directa en los beneficios de la empresa, o debe
rendir cuentas a quienes la tienen. Por lo menos, la amenaza de quiebra le pone un piso a la ineficiencia de las
empresas privadas, mientras que las empresas estatales parecen tener un acceso ilimitado a los subsidios‖
(traducción propia, Williamson, 1990).
155
La noción de ―shock‖ alude a la forma discrecional con la que se implementaron las reformas, esquivando
cualquier sistema de consulta o discusión popular y, centrándose, fundamentalmente, en las alianzas entre el
gobierno y el capital concentrado (Nochteff, 1999).
156
Cabe aclarar que las medidas de ―reforma estructural‖ implementadas en forma de ―shock‖, si bien lograron
organicidad con la Ley de Convertibilidad, son políticas divergentes a esta última. Mientras que las primeras,
vinculadas al largo plazo, tendían a satisfacer las necesidades de los sectores dominantes, la segunda consistió
en una serie de medidas asociadas a la estabilización del nivel de precios —como respuesta a los procesos
inflacionarios previos—, a partir de un tipo de cambio local fijo.

85
Capítulo 2. El proceso de fragmentación de Y.P.F. (1989-1993)

capital, con los ingresos obtenidos de la venta o concesión de activos del Estado, a la vez que
con la reducción del déficit fiscal generado por las empresas públicas, se liberarían más
fondos para responder frente a los intereses caídos de la deuda —los cuales serían reducidos
por su capitalización—. Esto, en el corto plazo, generaba un alivio al nuevo gobierno, en
términos de recursos disponibles 157 . En estrecha vinculación con lo mencionado, en una
primera etapa de la venta de empresas públicas las autoridades le dieron prioridad a la
capitalización de bonos de la deuda externa 158 —lo que le permitió al Estado argentino
reducir parte de sus pasivos con el exterior, incrementar el valor de los bonos y lograr la
articulación de intereses entre las fracciones en pugna—, que, a su vez, a partir del interés
mostrado por el Poder Ejecutivo —en saldar las deudas y transferir las empresas— permitió
posteriormente ingresar al Plan Brady en 1992. En una segunda etapa, principalmente desde
1991, el objetivo del gobierno, en lo relativo a las privatizaciones, fue conseguir un mayor
importe de dinero en efectivo para lograr reducir el persistente déficit fiscal 159.
Asimismo, el ingreso de operadores internacionales en el esquema privatizador permitía,
por una parte, integrar a la Argentina al mundo —de forma subordinada— y, por la otra,
saldar las diferencias existentes con la ―comunidad internacional‖ para restablecer el crédito.
Finalmente, con respecto al capital concentrado local, el ingreso a los nuevos mercados en
asociación con los actores mencionados, posibilitaba consolidar una alianza entre las
fracciones de clase que durante la década anterior se encontraban en discordancia. La
convergencia de intereses entre estas fracciones del capital le permitió al gobierno
reposicionarse tanto frente al establishment local como internacional. Esto se refleja con
sustancial nitidez en publicaciones posteriores del Banco Mundial:
―Un factor importante que afectó el proceso fue la decisión muy importante tomada por el
presidente Menem, para proceder con rapidez a completar la mayor parte de las privatizaciones a
finales de 1992. (...) Incluso en retrospectiva, es difícil criticar la decisión del presidente. El
acuerdo Brady para la Argentina se consumó en abril de 1993. Sin un esfuerzo de privatización
rápida, este acuerdo no se hubiera cerrado tan pronto‖ (traducción propia, World Bank, 1993:
20/1).
―El Gobierno argentino comenzó agresivamente el programa de privatización inmediatamente
después de llegar al poder. Quizás hay una lección para otros gobiernos, especialmente los recién
elegidos, con un plazo fijo. Puede ser mejor iniciar la pronta privatización de las tenencias ya que
hay una ventana de oportunidad cuando existe buena voluntad inicial [de los organismos] hacia el
gobierno‖ (traducción propia, Shaikh y otros, 1996: 18).

157
Es dable resaltar que gran parte de la deuda contraída por las empresas públicas fue asumida por el Estado
Nacional antes de su privatización por lo que este alivio no fue tan promisorio como se presentaba (20.819,8
millones de dólares).
158
En el caso de Aerolíneas Argentinas el pliego establecía que se le otorgaría al que más bonos ofreciera.
Conforme esto, el Estado recaudó 431 millones de dólares en efectivo y 1.341 millones de dólares en títulos a
valor nominal (cuyo precio de mercado era de 183 millones de dólares). ENTEL, por su parte, fue vendida por
5.028 millones de dólares en títulos (los cuales cotizaban en torno del 15% de su valor nominal, por lo que lo
desembolsado versó sobre los 750 millones de dólares) y 214 millones de dólares en efectivo.
159
Considerando los años 1991-1995, se puede observar que mientras los resultados operativos de las finanzas
públicas —sin considerar las privatizaciones— arrojaron un déficit de -6.193 millones de dólares, la venta de
empresas generó un ingreso de 6.408 millones de dólares. En rigor, durante los años señalados los ingresos y
egresos no tuvieron distribución uniforme, por lo que existieron años de déficit considerando las ventas al
capital privado; no obstante, estos datos otorgan un buen panorama de la necesidad, en ese período, de
incorporar mayor efectivo a las arcas públicas (Alexander, 2000).

86
Capítulo 2. El proceso de fragmentación de Y.P.F. (1989-1993)

Este shock institucional significó un verdadero cambio en la dinámica de funcionamiento


social, en tanto que alteró la frontera entre el Estado y la ―sociedad civil‖. En rigor, esta
retracción por parte del Estado no se tradujo —como se pregonaba desde el discurso oficial—
en un beneficio para la ―sociedad civil‖ comprendida como un todo homogéneo, sino en un
formidable incremento de los rendimientos en la acumulación de capital de las fracciones
más concentradas —tanto nacionales como extranjeras—, en detrimento de los sectores
subalternos. Como se expuso con antelación, este avance del capital por sobre las actividades
desarrolladas por el Estado, encuentra su antecedente en las transformaciones acaecidas
durante la última dictadura militar-civil, ya sea en las reformulaciones en torno del patrón de
acumulación como en la correlación de fuerza imperante —por medio de la represión y las
desapariciones—. El avance del capital concentrado local y de los acreedores externos en la
disputa por la apropiación de los recursos del Estado, devino en un cuestionamiento de los
alcances que éste poseía en la esfera de la producción y de los servicios públicos y generó su
ingreso en la agenda de problemas de la sociedad como resultado de las demandas de estos
actores 160 . El contexto sociopolítico en el que se incorporó la ―cuestión‖ de las
privatizaciones, en particular, y la reestructuración de la economía, en general, en la agenda
política condicionó la resolución de dicho conflicto 161. El argumento que esgrimían aquellos
sectores que pregonaban por la privatización de las empresas giraba en torno de que, ante la
escasez de recursos del Estado, la venta o concesión de los activos públicos, habilitaría un
proceso de reinversión —vedado para el sector público— a partir del capital propio o
financiamiento externo al que podían acceder los operadores privados. Esto, a su vez, le
permitiría al Estado concentrar sus recursos en las actividades básicas (educación, salud y
seguridad) y no destinarlo a aquellas en las cuales no es ―eficiente‖: ―La privatización fue
vista como una respuesta pragmática a la baja inversión, la ineficiencia y deterioro de la
calidad de los servicios de las empresas públicas‖ (traducción propia, Shaikh y otros, 1996:
2). Asimismo, desde dicha perspectiva, la administración privada y la ―desregulación‖ de los

160
Con esto no se pretende solapar el funcionamiento deficiente de alguna de las empresas de servicios públicos
del Estado —en gran medida producto de las transformaciones acontecidas con la última dictadura militar-civil,
como ya se señaló con el caso de Y.P.F. S.E.—, sino sostener que la emergencia de las reformas, en general, y
las privatizaciones, en particular, como ―cuestión socialmente problematizada‖ surgen por interés directo del
capital local e internacional, en connivencia con un gobierno que pretendía armonizar sus intereses en función
de la consolidación del patrón de acumulación vigente.
161
Es válido retomar el análisis realizado por Basualdo respecto de este proceso: ―El conflicto entre las
fracciones dominantes parecía irreconciliable ya que los acreedores externos planteaban una reforma del Estado
en la que la fracción dominante local quedaba marginada del bloque de poder. Pero la evolución de las otras
reformas, después de la segunda hiperinflación, indica la apertura de coincidencias y acuerdos, que fueron
decisivas para superar la crisis y recuperar la homogeneidad del bloque de poder. Ambas fracciones estaban de
acuerdo en que, para superar la crisis económica, era imprescindible consolidar la nueva situación en relación
con la concentración del ingreso‖ (Basualdo, 2006: 291). Dentro de esta línea Thwaites Rey sostiene: ―Cuando
el proceso de succión quedó concluido y sobrevino la explosión de la crisis ante la incapacidad de hacer frente al
endeudamiento externo, la solución reclamada por los acreedores, es decir, el canje de deuda por activos
públicos, devino como el corolario natural e insoslayable. Su correlato necesario fue el reparto de las principales
áreas estatales entre los capitales concentrados operantes en el país —tanto de origen ‗nacional‘ como
‗extranjero‘—, sin ningún otro objetivo más que la valorización rentable y el mínimo riesgo, cual es la tónica de
los tiempos‖ (Thwaites Rey, 1999: 97-98).

87
Capítulo 2. El proceso de fragmentación de Y.P.F. (1989-1993)

mercados redundaría en incrementos de productividad e incentivaría futuras inversiones que,


en conjunto, aportarían al crecimiento de la economía 162.
En rigor, se implementó un verdadero modelo privatizador que alcanzó las distintas
esferas de la sociedad, el cual estuvo condicionado —fuertemente— por la propia lógica
política en la que el gobierno estaba inserto —como participante pero, incluso, como
forjador—. En este sentido, como señala Thwaites Rey
―Definida la estrategia global, ninguna otra racionalidad podía anteponerse. En tanto se procuraba
que los acreedores cobraran pronto —para restablecer el crédito internacional y recuperar la
inversión—, la consecuencia era que las reglas de juego se fijaran para favorecer esta
circunstancia, dictándose a la medida de tales intereses. De este modo, lo posible quedaba
reducido a lo dictaminado por las leyes del mercado ‗realmente existente‘, más allá de cualquier
otra consideración‖ (Thwaites Rey, 1993: 66).

Esta estrategia global se materializó en cada uno de los sectores o activos que estaban
siendo problematizados por los distintos actores sociales que se encontraban en la esfera
política. En lo relativo al mercado primario de hidrocarburos, la forma en la que se constituyó
como cuestión en la agenda pública, se analizó en particular en el capítulo anterior. De lo que
se trata, entonces, es de estudiar cómo evolucionó dicho conflicto hasta alcanzar su
resolución, es decir, explorar e identificar las características que adoptó el proceso de
fragmentación de Y.P.F., el cual converge temporal y políticamente —en tanto poseen
dependencia mutua— con la ―desregulación‖ del mercado de hidrocarburos. Esto es
trascendente ya que puede contener embrionariamente el sendero que ulteriormente tomaron
tanto la empresa estatal —en camino a su privatización— como el mercado primario de
hidrocarburos. Para ello, resulta de sustancial relevancia el análisis de las principales
normativas que posibilitaron y acompañaron los sucesos mencionados en tanto viabilizaron la
nueva morfología del mercado.
En este sentido, el proceso de fragmentación constituye el ―nudo‖ 163 a través del cual se
puede observar la dinámica socio-política en conjunto: ―«Hacia atrás», en la confluencia de
políticas estatales y privadas que influyen en la aparición de cada nudo, y «hacia adelante»,
en las nuevas tomas de posición que, a su vez, contribuyen a generar y que significan
desplazamientos hacia un próximo «nudo»‖ (Oszlak y O‘Donnell, 1986: 117).

162
Un ejemplo de este tipo de argumentos puede encontrarse en FIEL (1989 y 2000) y De la Balze (1993). De
esta manera, según sostiene este último: ―La privatización de diversas actividades económicas en general
redundará en significativos aumentos de la productividad empresaria, corregirá los graves errores de la gestión
estatal y liberará recursos que podrán ser utilizados más productivamente en otros sectores. (…) En el mediano
plazo, la desregulación afectará en profundidad las estructuras de costos, precios y tarifas, aumentará la
competencia sectorial, acelerará la innovación tecnológica e incrementará la variedad de servicios y productos
ofrecidos en los diferentes mercados‖ (De la Balze, 1993: 76-80).
163
Como expresan Oszlak y O‘Donnell: ―Sea como fuere, las tomas de posición del Estado suelen ser
particularmente importantes, no sólo por su posibilidad objetiva de producir importantes consecuencias, sino,
también, porque así suelen considerarlos otros actores sociales. Esas tomas de posición son importante factores
en la definición del contenido y en la explicación de la existencia misma de posiciones de otros actores, y en ese
sentido son puntos o «nudos» particularmente importantes en una secuencia de interacciones‖ (Oszlak y
O‘Donnell, 1982: 117).

88
Capítulo 2. El proceso de fragmentación de Y.P.F. (1989-1993)

2.3. El diseño de la nueva arquitectura del mercado primario de hidrocarburos


como proceso convergente con —y necesario para— la fragmentación
El funcionamiento del mercado primario de petróleo durante la vigencia del siglo corto
petrolero, tal como se presentó estilizadamente en el Capítulo 1, consistía en una dinámica
dirigida por Y.P.F. S.E. la cual, en conjunto con una serie de instituciones y amparada en un
cúmulo de normas acorde, regulaba la actividad. Hacia 1988 la petrolera estatal extraía de
forma directa el 65,2% del petróleo local, y de modo indirecto (por medio de contratistas) el
32,6%, por lo que disponía del 97,8% del crudo explotado en el país. A su vez, tenía bajo su
dominio el 99% de las reservas domésticas, con excepción de las entregadas en los orígenes
de la actividad a los concesionarios (Kozulj y Bravo, 1993). El grueso de la exploración, por
ende, era realizada por Y.P.F. S.E. —desde su creación realizó 4.200 pozos exploratorios (el
96%), 100 de los cuales a cargo de empresas privadas contratistas—, salvo en aquellas áreas
que estuvieran vigentes los contratos de riesgo de la última dictadura y el Plan Houston del
radicalismo —que como se señaló, poco impacto tuvieron164— (Fundación ―Consejo para el
Proyecto Argentino‖, 1992). En esta línea, el petróleo obtenido, de dominio de Y.P.F. S.E.,
era distribuido por la ―mesa de crudos‖ a las diversas refinerías existentes, a partir de las
cuotas establecidas en función de los criterios fijados por ésta. Los privados que quisieran
procesar no podían adquirir petróleo que no fuera de la entidad señalada, en tanto que la
importación y exportación de los hidrocarburos y/o derivados estaban bajo la órbita de la
empresa estatal —aunque existía, en rigor, una extracción marginal en disponibilidad de las
viejas concesiones—. En este marco, con las regulaciones de los distintos mecanismos
resaltados, los precios locales estaban desacoplados de los vaivenes internacionales, en tanto
que toda la actividad giraba en torno de lograr el autoabastecimiento. Esta arquitectura del
mercado primario de hidrocarburos característica del siglo corto petrolero, es la que ingresó
en la agenda como cuestión socialmente problematizada, a partir de que los actores
mencionados en el apartado anterior comenzaron a cuestionar la dinámica de la economía en
su conjunto —en lo sustancial, porque ponía un límite a la acumulación privada—.
Como se señaló, las Leyes madre sobre las que se basó la transformación de la sociedad
argentina en estos años, fueron las de Reforma del Estado y Emergencia Económica. La
primera de ellas, al declarar en estado de emergencia las prestaciones de servicios públicos, la
situación económica financiera de la Administración Pública Nacional y la ejecución de
contratos, le confirió al Poder Ejecutivo amplios poderes para generar una considerable
reforma de la dinámica estatal. En esta línea se encuentra la facultad concedida al Presidente
para intervenir las empresas de propiedad del Estado ya sea para su privatización —total o

164
En rigor, en los primeros años de la Ley N° 17.319 se otorgaron permisos a los privados para explorar áreas
marginales ―que se extinguieron sin pena ni gloria por renuncia expresa de los titulares, a comienzo de la década
de los años 70‖ (Gussoni, 1991: 8). En cuanto a la Ley de contratos de riesgo implementada por la última
dictadura, un informe de la Subsecretaría de Inversión de 1991 señala: ―Pese a estas ventajas instrumentales
puede afirmarse que la ley, desde un punto de vista de la implementación del horizonte de reservas, constituyó
un fracaso pues sobre 15 áreas adjudicadas, transcurrida más de una década desde su implementación solamente
dos áreas arrojaron resultados exitosos‖, Área Marina Austral y Río Negro Norte (Gussoni, 1991: 9). Finalmente,
respecto del Plan Houston el informe señala que tuvo una ―respuesta magra respecto de la sustancia del objetivo
perseguido, cuyas causas deben buscarse en algunos errores estructurales del Programa, el cual en lugar de
apuntar a la ampliación del horizonte de reservas pareció transformarse en una competencia en pro de la
proclamación de más y más contratos firmados‖ (Gussoni, 1991: 12).

89
Capítulo 2. El proceso de fragmentación de Y.P.F. (1989-1993)

parcial—, concesión o liquidación. El objetivo expreso de dicha reforma era ―disminuir el


gasto público, mejorar [las] prestaciones o aumentar la eficiencia‖. Si bien, en términos
generales, ésta era la intención manifiesta del artículo 60, en cuanto a la reducción del gasto,
su alcance se encontró limitado dado que en el artículo 15 se establecía que el ―Estado
Nacional asumi[ría por medio de empresas residuales] el pasivo total o parcial de la empresa
a privatizar, a efectos de facilitar o mejorar las condiciones de la contratación‖ 165 . En lo
relativo a Y.P.F. S.E., esta Ley le otorgó el encuadre legal para incluirla dentro de las
empresas estatales ―sujetas a privatización‖, por medio de la concesión y/o asociación en sus
áreas de exploración y/o explotación, como así también a través de la conformación de
sociedades mixtas en áreas de recuperación asistida.
En cuanto a la otra Ley mencionada, la de Emergencia Económica, cuya finalidad era
―superar la situación de peligro colectivo creada por las graves circunstancias económicas y
sociales‖, permitió implementar una serie de reformas de sustancial relevancia para el
posterior desarrollo de la economía y la sociedad argentinas. Como se mencionó, entre sus
principales disposiciones se encuentran la suspensión por 180 días de los subsidios,
subvenciones y demás compromisos que se afectaran con recursos del Tesoro Nacional y/o
las cuentas del balance del Banco Central, como así también los regímenes de compre
nacional166 y promoción industrial y exportaciones, establecidos en el país.
Dos de las disposiciones de mayor relevancia, aunque no atañan directamente al mercado
de hidrocarburos, aunque sí de forma colateral, son las relativas al capital extranjero, en tanto
que devienen fundamentales para comprender la posterior extranjerización del sector. En este
sentido, la normativa estableció, por un lado, la necesidad de ―garantizar la igualdad de
tratamiento para el capital nacional y extranjero que se invierta con destino a actividades
productivas167 en el país‖, facilitándole ―la remisión de utilidades‖. Por el otro, se facultó al
Poder Ejecutivo a ―suscribir convenios, protocolos o notas reversales con gobiernos de países
que tuvieren instrumentados sistemas de seguros a la exportación de capitales‖, sentando un
precedente, de este modo, para la posterior firma de Tratados Bilaterales de Inversión (TBI).
Restringiendo el análisis a los artículos asociados al sector hidrocarburífero, cabe
mencionar, por un lado, la modificación del impuesto a la transferencia de combustibles
líquidos derivados del petróleo, en tanto que, en primer lugar, eliminó ciertas exenciones
impositivas y, en segundo, fijó que el precio oficial de venta de los combustibles no podía

165
Según lo expresado en el Presupuesto Nacional del año 1994 la absorción de los pasivos de las empresas
públicas por parte del Tesoro Nacional alcanzó los 20.819,8 millones de dólares.
166
La reglamentación de dicha suspensión se realizó a partir del Decreto N° 1.224/89 por medio del cual se fijó
que se otorgaría preferencia a los bienes de origen nacional respecto de los extranjeros ―cuando en ofertas
similares para idéntica calidad y prestaciones, en condiciones de pago al contado, su precio sea igual o inferior
al de los bienes ofrecidos que no sean de origen nacional, incrementados en un cinco por ciento (5%)‖ para
cuando fueran elaborados por grandes empresas y en un 7% cuando su fabricación hubiera sido realizada por
pequeñas y medianas. En todos los casos ―el precio de los bienes de origen extranjero debería incluir los
derechos de importación vigentes y todos los impuestos y gastos que le demande su nacionalización a un
importador particular no privilegiado‖. No obstante, a los dos años, por medio del Decreto N° 2.284/91 se
derogaron las preferencias adicionales. A partir de allí, solamente se estableció prioridad para las ofertas
nacionales en ―igualdad de precios entre los productos de origen nacional respecto a los importados o a igualdad
de ofertas de obras o servicios entre empresas de capital nacional o extranjeras‖.
167
Entendiendo por esto: ―Todas las actividades industriales, mineras, agropecuarias, comerciales, financieras,
de servicios u otras vinculadas con la producción o intercambio de bienes o servicios‖ (Decreto N° 1.225/89).

90
Capítulo 2. El proceso de fragmentación de Y.P.F. (1989-1993)

superar en tres veces los valores de la retención fijada ni ser inferior a ésta (cuando
anteriormente la normativa establecía que no podía ser mayor a dos veces dicho nivel).
Por otro lado, en lo relativo a las regalías 168 de petróleo que se liquidaran desde julio de
1989 se estableció que el valor de ―boca de pozo‖ no podría alcanzar el, ni ser inferior al,
80% del precio del petróleo internacional de referencia 169, correspondiente al mes previo. En
cuanto al gas natural, la normativa establecía como precio ―el setenta por ciento (70%) del
valor que resulte de equiparar, a equivalencia calórica, el determinado procedentemente para
el petróleo‖170. Este artículo modificaba la Ley N° 23.678 del mismo año la cual, para el pago
de las regalías de ambos hidrocarburos del mes de mayo, restituía el Decreto N° 631/87 que
en sus disposiciones fijaba la adecuación del precio de ―boca de pozo‖ en función del índice
de precios mayoristas nivel general del Instituto Nacional de Estadística y Censos (INDEC),
por medio del cual quedaba desacoplado de la esfera internacional.
En otro orden, en noviembre de 1991 se promulgó el Decreto N° 2.408171 el cual permitía,
entre otras cuestiones, la reconversión y capitalización de deuda externa para las
privatizaciones y/o concesiones referidas en la norma, entre las que se encontraba Y.P.F.
S.E.. Asimismo, se fijaba un cronograma para la apertura de sobres y firma de contratos de
los activos específicos del Estado. Entre los de la empresa petrolera se encontraban: las áreas
de las cuencas austral y noroeste; las refinerías Dock Sud y San Lorenzo; el complejo Campo
Durán y las máquinas perforadoras.
En función de lo expresado, el cúmulo de Leyes y Decretos que posibilitaron el diseño de
la nueva arquitectura del mercado primario de hidrocarburos puede escindirse analíticamente
en dos bloques: el primero, recientemente desarrollado, conformado por normativas más
generales tendientes a preparar el terreno a la posterior sanción de leyes específicas —el
segundo bloque—, relativas al sector petrolero 172. En cuanto a este último, el Decreto inicial
fue el N° 1.055/89 el cual tenía como objetivo explícito ―la reactivación de la explotación de
hidrocarburos mediante el aumento de su producción‖ en yacimientos hasta entonces
operados por la empresa estatal, fundamentalmente, en aquellos que registraban bajo nivel de
extracción ―como consecuencia de su inactividad prolongada y/o estado de semiexplotación‖.
En esta línea, esta norma expresaba la intención del gobierno de emprender un profundo
proceso de ―desregulación‖ —o, como después se presentará, nueva forma de regulación—
de la actividad, a partir de ―reemplazar en forma creciente la intervención del Estado en la
fijación de los precios, márgenes de bonificaciones, cuotas, cupos, etc, por los mecanismos de

168
En concepto de regalías de gas natural y de petróleo, la Ley establecía una alícuota del 12% de los valores
resultantes de la aplicación del método señalado. Sin embargo, en agosto de 1991, por medio de la Resolución
N° 30 de la Subsecretaría de Combustibles, se fijó que de forma excepcional y fundamentando el pedido, las
empresas podían solicitar una baja de dicho porcentaje.
169
Estaría conformado por el promedio de los precios oficiales FOB de exportación por m3 de los petróleos
crudos ―Arabian Light‖, ―Arabian Medium Kuwait‖, ―Tía Juana Light‖ y ―Bonniy Light‖.
170
Sin embargo, según establecía el artículo siguiente de la Ley de Emergencia Económica, por el plazo de 180
días posterior a la promulgación de esta norma, para el pago de regalías petroleras se tomaría ―el ochenta por
ciento (80%) del precio internacional‖ según la nueva modificación, mientras que para las correspondientes al
gas natural serían ―el setenta por ciento (70%) del precio internacional del petróleo a valor calórico equivalente‖.
En rigor, estos artículos estuvieron suspendidos momentáneamente por medio del Decreto N° 1.757/90, por lo
cual se volvía al ajuste de precios vía índice de precios mayoristas locales.
171
El cual modificaba, en parte, el Decreto N° 2.074/90.
172
Un cronograma de las principales normas del mercado primario de hidrocarburos con un sucinto desarrollo se
puede consultar en el Anexo I.

91
Capítulo 2. El proceso de fragmentación de Y.P.F. (1989-1993)

asignación del mercado y el libre juego de la oferta y la demanda‖. Según entendía el


gobierno este proceso de eliminación de la intervención del Estado devendría en un
―crecimiento de la producción de hidrocarburos, incremento de las reservas del país y
equitativa participación en la distribución de la renta petrolera‖.
En virtud de expandir la extracción de hidrocarburos en los yacimientos que poseían
bajos niveles de explotación, definidos como ―áreas de interés secundario‖, el gobierno
dispuso su concesión. Dentro de esa categoría se incluían aquellas zonas que, por un lado, a
la fecha del Decreto ―hayan permanecido inactivas durante cinco (5) o más años‖ o que, por
el otro, su nivel de ―producción diaria, promedio del año 1988, no haya superado los
doscientos (200) m3 de petróleo‖ —excluyendo aquellos yacimientos que tuvieran contratos
vigentes, concursos o adjudicaciones en curso de ejecución o, en las que Y.P.F. S.E. estuviera
realizando tareas efectivas de recuperación asistida y secundaria—173.
Según establecía el Decreto, aquellos empresarios a los que se les adjudicara algún área
por 25 años —con la prohibición explícita para que participaran empresas públicas
extranjeras—, luego de ser seleccionados a partir de haber sido los que mayor dinero —con
un pago al contado— hubieran ofertado en concepto de derechos de explotación en el
Concurso Público Internacional suscripto, los operadores obtendrían:
- Libre disponibilidad de los hidrocarburos174 , al margen de la regulación estatal, a
partir de los 180 días.

- Esto significaba el libre comercio tanto en el mercado interno como externo, y a la


vez, se aseguraría a las empresas acceso a tarifas compatibles con los precios
internacionales.

- La condición de libre disponibilidad la normativa la ampliaba a los hidrocarburos


extraídos bajo los contratos de exploración contraídos en el quinto llamado del
Plan Houston —en caso de que aceptaran la reducción de los plazos de
prospección y exploración propuestos por Y.P.F. S.E. y aprobados por la
Secretaría de Energía—.

- La excepción ―de todo derecho o arancel de exportación y/o importación‖ respecto


de los ―petróleos de importación temporaria‖ que tuvieran como finalidad ser
procesados para posteriormente exportarse con mayor valor agregado.

- La posibilidad de extraer ―una cantidad de hidrocarburos no inferior al ochenta por


ciento (80%) del volumen producido por Yacimientos Petrolíferos Fiscales
Sociedad del Estado en el año anterior al de la recepción del área‖, durante los
primeros tres años de vigencia de la concesión. Esta habilitación para extraer

173
Vale recordar, antes de continuar, que el Plan Huergo, implementado por el gobierno radical, se basó en
lograr incrementos en la extracción de hidrocarburos por parte de Y.P.F. S.E. a partir de concentrar sus
esfuerzos en las zonas más productivas relegando, de este modo, las secundarias —de menor rendimiento—, por
lo que gran cantidad de áreas que ingresaron en la clasificación de secundarias no eran necesariamente de baja
productividad.
174
Si bien se establecía la libre disponibilidad a partir de la fecha señalada, no entró en vigencia sino hasta el 31
de diciembre de 1990, tal cual lo estableció el Decreto N° 1.212/89.

92
Capítulo 2. El proceso de fragmentación de Y.P.F. (1989-1993)

volúmenes inferiores se encontraba en franca contradicción con los objetivos


explícitos —incrementar los niveles de extracción—.

En cuanto a las áreas centrales, la norma establecía que:


- Las empresas interesadas podían asociarse a Y.P.F. S.E. por un plazo máximo de 25
años para la explotación en esos yacimientos.

- La selección se realizaría en función de las firmas que en el Concurso Público


Internacional ofrecieran un mayor monto de dinero —al contado y en un solo
pago— en concepto de derecho de asociación.

- El capital ―asociado‖, conforme lo señalado, recibiría el volumen de hidrocarburos


correspondiente al porcentaje de su participación, el cual también sería de libre
disponibilidad. Posteriormente, en el Decreto N° 1.216/90 se fijó que el porcentaje
de asociación oscilaría entre el 35% y 50% que luego sería ampliado hasta el 90%
dependiendo del área175. A pesar de la voluntad del Ejecutivo para incrementar la
participación, la cantidad de empresas que se presentaron como oferentes no fue
significativa, entre otros factores, por los altos costos que poseían los pliegos y las
carpetas con documentación técnica, 200 mil dólares y 75 mil dólares,
respectivamente, necesarios para ingresar en el Concurso (Fundación ―Consejo
para el Proyecto Argentino‖, 1992: 47), lo cual indirectamente devino en una
barrera a la competencia.

Con respecto a la intención del gobierno de establecer el mecanismo para eliminar las
regulaciones del mercado, el Decreto estableció un plazo de 15 días para que las autoridades
del Ministerio de Economía y de Obras y Servicios Públicos presenten un programa acorde a
ese objetivo.
Conforme la voluntad del Poder Ejecutivo, se promulgó el Decreto N° 1.212/89 cuyo
objetivo central fue continuar los procesos de ―desregulación‖ y apertura, con la finalidad de
implementar ―mecanismos de mercado‖ en la conformación de los precios —eliminando, de
este modo, la ―mesa de crudos‖ desde la cual se asignaban las cuotas de petróleo a las
distintas refinerías— e incentivar la competencia para obtener incrementos tanto en las
reservas de hidrocarburos como en su extracción176. Para lograr dichas metas se estableció,
como principales medidas:
- Ampliación del ―mercado libre‖ lo cual consistía en reconvertir los contratos de
locación de obra y servicios que las empresas tenían con Y.P.F. S.E. en contratos
de concesión o de asociación con ésta —con excepción de los provenientes del
Plan Houston—.

- Relacionado con el anterior, se reafirmaba la libre disponibilidad del crudo extraído


por parte de las distintas firmas, pero se establecía que la asignación de petróleo a

175
Este aumento en la participación se vio posibilitado por medio del Decreto N° 1.727/91 (corregido por el
Decreto N° 1.805/91).
176
La normativa también impactó sobre el desenvolvimiento del mercado secundario de hidrocarburos a partir
de la anulación de las regulaciones vigentes en las refinerías y bocas de expendio. No obstante, esto no será
desarrollado en tanto excede los fines de esta tesis.

93
Capítulo 2. El proceso de fragmentación de Y.P.F. (1989-1993)

las refinerías realizada por la ―mesa de crudo‖ continuaría vigente hasta el 31 de


diciembre de 1990, salvo que la extracción de petróleo por medio de las
concesiones alcanzara los 8 millones de m3 en el año. Para el vicepresidente de
Pérez Companc, Oscar Vicente, este volumen aseguraría un ―adecuado balance
inicial entre oferta y demanda‖ (Vicente, 1992: 111). Estas cuotas de distribución
de crudo a las refinerías que se mantendrían hasta alcanzar los valores señalados,
consistían en asignar, para 1990, el 70,4% a Y.P.F. S.E., 12,8% a Esso, 12,1% a
Shell, 3,6% a Isaura, 0,6% a Sol y 0,5% a DAPSA (Destilería Argentina de
Petróleo S.A.).

- Se ratificó la libertad de importar y exportar petróleo crudo y derivados —con previa


autorización de la Secretaría de Energía, la cual, en caso de que el organismo no
se expidiera en 7 días hábiles, quedaba automáticamente otorgada—.

- Para cuando finalizara el período de ―transición hacia la libre disponibilidad‖ se


reafirmó que los precios del petróleo serían ―libremente pactados‖. En cuanto al
gas natural a usuarios y productores, especificaba que seguirían siendo
establecidos por la Secretaría de Energía hasta que se generaran ―condiciones de
mercado de múltiples oferentes‖. Luego, el precio al productor sería ―fijado sobre
base ‗netback’, con costos de transporte y acondicionamiento basados en valores
internacionales‖, el cual serviría de fundamento para precisar el correspondiente a
los usuarios residenciales.

- Por último, vale detenerse en las disposiciones complementarias en tanto que en uno
de sus artículos se plasmó una de las principales modificaciones en el sector. La
Ley N° 17.319, como se señaló en el Capítulo 1, establecía límites precisos a la
titularidad de permisos de explotación o concesiones de explotación dado que
fijaba que una persona física o jurídica no podía ser simultáneamente titular de
más de cinco permisos, ya sea directa o indirectamente. En cuanto a las
concesiones de explotación asignaba el mismo tope sin importar el origen de las
mismas (si correspondía a exploraciones propias o adquisiciones de áreas con
hidrocarburos comprobados). El artículo 18 del Decreto en cuestión, planteaba
que el Ministerio de Obras y Servicios Públicos elevaría en el plazo de 30 días un
proyecto de Ley —el cual nunca se convirtió en Ley— que derogara las
restricciones previas y determinaba que, hasta tanto éste no se promulgara, para el
cómputo de las limitaciones indicadas ―cuando los titulares constituyan una
persona jurídica distinta o asuman la forma de Unión Transitoria de Empresas o
asociación, la restricción se aplicará exclusivamente respecto de dicha persona,
Unión Transitoria de Empresas o asociación con igual composición de
integrantes‖. Esta transformación del marco normativo, de dudosa legalidad 177 ,
posibilitó que las distintas empresas o grupos económicos adquirieran un número
de áreas mayor a las establecidas en la Ley de Hidrocarburos a partir de la
constitución de diversas uniones transitorias de empresas o asociaciones con

177
Para profundizar al respecto se puede consultar el artículo de De Simone (2010).

94
Capítulo 2. El proceso de fragmentación de Y.P.F. (1989-1993)

distintas compañías, a partir de que la restricción se establecía en la unión o


asociación ―con igual composición de integrantes‖. Mientras que las alianzas entre
las distintas fracciones del capital se realizaran con distinta composición, estarían
facultados —según expresa esta norma— para sortear las restricciones previas y,
en este sentido, una empresa o persona jurídica podría adquirir más de 5 permisos
de exploración o concesiones de explotación. La posibilidad emergente habilitó un
mecanismo contrario a los principios de competencia expresados, ya que permitió
la re-concentración de las áreas que Y.P.F. S.E. entregó en su proceso de
fragmentación.

Al mes y medio de promulgada esta norma, el Presidente sancionó el Decreto N°


1.589/89 cuyas características sustanciales giraban en torno de reforzar y consolidar ciertas
líneas transitadas en las disposiciones previas 178. En este sentido, se estableció:
- Con respecto a los titulares de contratos surgidos en el quinto llamado del Plan
Houston se les permitió adherir al régimen de libre disponibilidad, aspecto que se
encontraba condicionado en el Decreto N° 1.212/89.

- En relación con el comercio se profundizó la liberalización de la compra-venta de los


hidrocarburos y sus derivados al garantizar la exención de todo arancel, derecho o
retención, como así también de reintegros o reembolsos presentes o futuros,
estableciendo, desde aquel momento, la caducidad de los decretos existentes que
contravinieran el presente.

- Se permitió que los capitales que extrajeran hidrocarburos en condiciones de libre


disponibilidad pudieran retener hasta el 70% de las divisas provenientes del
comercio establecido ya sea por la exportación 179 —en cuyo caso no se
encontrarían obligados a ingresar al país el monto correspondiente— o por la
venta en el mercado interno de sus productos —a partir de lo cual estarían
facultados para acceder a las respectivas divisas en el porcentaje señalado—.

- En caso de que el Poder Ejecutivo fijara límites a la exportación de petróleo crudo


y/o sus derivados, la norma garantizaba que el precio que obtuvieran tanto las
firmas extractoras, refinadoras como exportadoras sería de un valor no inferior al
que hubieran recibido en caso de venderlo al exterior. Con respecto al gas natural
señalaba que no podría ser inferior al 35% del precio internacional por m3 del
petróleo Arabian Light de 34° API.

En línea con la política de eliminación de la intervención del Estado y de la petrolera


estatal en el mercado de hidrocarburos y profundizando las disposiciones de la norma
señalada, por medio de la Resolución N° 38/91 de la Secretaría de Energía, se fijó como

178
Nuevamente, es preciso señalar que la presente legislación contiene artículos que impactaron sobre la
refinación y comercialización de los hidrocarburos extraídos; sin embargo, no se presentarán en tanto excede los
objetivos de la tesis.
179
En rigor, la norma aclara en un párrafo aparte: ―El porcentaje de libre disponibilidad de divisas regirá para
toda exportación de petróleo crudo de libre disponibilidad o para la exportación de derivados provenientes del
procesamiento de petróleos crudos de libre disponibilidad‖.

95
Capítulo 2. El proceso de fragmentación de Y.P.F. (1989-1993)

fecha de finalización del Plan Houston el primero de enero de 1991, para liberar el terreno a
una nueva política exploratoria, expresada en el Plan Argentina. Bajo esta lógica, y en virtud
de ahondar con la intervención del sector privado, se sancionó el Decreto N° 2.411/91 cuyas
características centrales se resumen en autorizar a Y.P.F. S.A. a que convenga de mutuo
acuerdo con las diversas empresas que previamente hubieran suscripto contratos por medio
de la Ley N° 21.778 (Contratos de Riesgo, durante la dictadura) y los resultantes del Plan
Houston la reconversión de los contratos en permisos de exploración o concesiones de
explotación de acuerdo con los beneficios otorgados por las normativas señaladas con
antelación180.
Según lo expresado por el Poder Ejecutivo el interés del gobierno en este Decreto, era
establecer ―reglas claras y definitivas que garanticen la estabilidad y la seguridad jurídica de
las contrataciones existentes en el ámbito petrolero‖. No obstante, vale resaltar cierta
contradicción entre los postulados y los hechos, en tanto que, mientras que pregonaba la
―desregulación‖ y apertura económicas, otorgaba privilegios fiscales a las empresas
instaladas. En efecto, la Ley N° 23.966 establecía como requisito elemental para ser
importador, devenir en sujeto pasivo del Impuesto a la Transferencia de Combustibles (ITC).
Sin embargo, lejos de estar liberalizado dicho camino, para ello, se exigía haber
comercializado no menos de 100 mil m3 durante el año anterior a la solicitud de la
inscripción, lo que supone una barrera artificial para el ingreso de nuevos operadores (Ley N°
23.988). Conforme esto, el Decreto N° 2.485/91 —el cual reglamentaba el artículo 7 de la
Ley N° 23.966, modificada en parte por la N° 23.988—, entre otras disposiciones establecía
una nueva restricción vinculada al patrimonio que debían tener las empresas
comercializadoras, en tanto que para solicitar la inscripción en el Registro de Empresas
Petroleras debían poseer un patrimonio no inferior al impuesto más alto creado por la Ley N°
23.966 (nafta súper de más de 92 RON) sobre un volumen de 50 mil m3 de combustible
(cercano a los 25 millones de dólares). En esta línea, la normativa agregó otro obstáculo a la
competencia al diferenciar entre los importadores y los refinadores locales 181. Mientras que
los primeros debían tributar el ITC ―juntamente con los derechos de importación y el
impuesto al valor agregado‖, a los segundos se les permitía abonarlo ―con la entrega del bien,
emisión de la factura o acto equivalente, el que fuera anterior‖. Esta serie de barreras al
ingreso de nuevos capitales, si bien pertenece a la esfera del mercado secundario, es menester
su breve tratamiento en tanto que pone un límite al denominado proceso de ―desregulación‖.
En rigor, esta normativa impacta directamente en la concentración de la actividad al
incrementar el umbral para importar combustibles. En la teoría neoclásica, la ausencia de
trabas en el mercado permitiría el aumento de la competencia a partir, entre otros factores, del
ingreso de importaciones que pondrían un límite a los precios tanto de los productos
refinados como a los provenientes del petróleo crudo. En este sentido, por lo expuesto —la
eliminación de la ―mesa de crudos‖, el alto precio de los pliegos y carpetas con
180
Posteriormente, por medio de la Resolución N° 1.504/91 del Ministerio de Economía y Obras y Servicios
Públicos extendió los contratos que ingresaban en dicha normativa y estableció que Y.P.F. S.A. declinaría de sus
derechos contractuales de asociación y canon.
181
Conforme esto, Montamat incurre en un error cuando sostiene: ―El mercado petrolero argentino está
integralmente desregulado. Se puede exportar o importar libremente crudo y derivados sin pagar aranceles ni
derechos de exportación. No hay restricciones legales al ingreso de nuevos actores, tanto aguas arriba como
aguas abajo [mercado secundario]‖ (cursivas propias, Montamat, 1995: 52).

96
Capítulo 2. El proceso de fragmentación de Y.P.F. (1989-1993)

documentación técnica y la existencia de privilegios fiscales—, sumado a ciertas barreras


―naturales‖ que también impiden la convergencia de los precios locales con los
internacionales —asociado a la poca capacidad de almacenaje, ausencia de infraestructura
portuaria y de profundidad del calado que incrementan los costos de transporte— la supuesta
―remoción de obstáculos que trababan el crecimiento autosostenido de la economía‖, en
realidad, devino en una nueva forma de regulación a partir de la capacidad que adquirieron
los grandes capitales que interactuaban —y continúan haciéndolo— en el mercado con
posiciones oligopólicas, con la consecuente captación de rentas extraordinarias.
Otro de los Decretos de sustancial relevancia fue el N° 2.178/91 182 denominado Plan
Argentina, el cual, basándose en las normas previas, inauguraba un proceso de concesión al
sector privado de áreas para la exploración, con la finalidad manifiesta de incrementar las
reservas de hidrocarburos ―bajo la premisa de que el capital de riesgo asuma las tareas
inherentes a la exploración y posterior explotación de los hidrocarburos aportando la
tecnología, equipos, maquinarias y demás inversiones necesarias para el desarrollo de los
trabajos a realizar, en cada una de las áreas que se adjudiquen‖. En línea con la eliminación
de la intervención pública en el sector, el Poder Ejecutivo convocó a un Concurso Público
Internacional para adjudicar permisos de exploración en 140 áreas que abarcaban una
extensión de 1,4 millones de km2 (60% en la superficie terrestre y 40% en la plataforma
marítima), reafirmando los beneficios de, primero, la libre disponibilidad tanto de los
hidrocarburos extraídos en las áreas exploradas y posteriormente explotadas, como del 70%
de las divisas provenientes del comercio de los productos. Las adjudicaciones se harían en
virtud de dos condiciones: por un lado, cantidad de unidades de trabajo ofertadas; por el otro,
el pago de un derecho. La prevalencia de uno u otro mecanismo estaría en función del riesgo
de cada área.
En segundo lugar, se confirmaban los beneficios tanto para las exenciones impositivas en
la exportación e importación de hidrocarburos y/o derivados, como para el cómputo de las
limitaciones en la entrega de permisos de exploración, reafirmaba las modificaciones
establecidas en el Decreto N° 1.212/89, que acotaban las restricciones a la cantidad de
licencias que cada operador estaba habilitado a poseer por la Ley N° 17.319. El objetivo
explícito de este programa fue la ampliación de la apertura al capital privado tanto nacional
como extranjero en la actividad exploratoria. Como sostenía el Presidente de la Argentina:
―[Este Plan] asegura la irrestricta participación de las compañías privadas en la actividad, sin
la intervención del Estado, y en el marco de una legislación que habrá de asegurar el normal
funcionamiento de la gestión productiva en un mercado competitivo y abierto‖ (Menem,
1992: 147).
Hasta aquí, en las descripciones realizadas, puede observarse un proceso de, por un lado,
acelerada supresión de la intervención del Estado en el mercado primario (junto con la
transferencia de la capacidad regulatoria al capital privado) y, por el otro, paulatina pero
persistente fragmentación de la empresa estatal, en tanto que cada decreto, por un lado,
materializaba lo expresado en el anterior y, por el otro, ampliaba las facultades que quedaban
latentes en la normativa previa. En rigor, esto expresa la convergencia de los procesos de

182
Vale señalar que, si bien el número de normativa es menor al Decreto N° 2.411/91, su publicación en el
boletín oficial y entrada en vigencia fue una semana posterior.

97
Capítulo 2. El proceso de fragmentación de Y.P.F. (1989-1993)

eliminación del control estatal en el mercado (―desregulación‖) y fragmentación de Y.P.F.


S.E., en tanto que para convalidar la desarticulación de la empresa, era menester eliminar los
diversos mecanismos regulatorios propiciados por el Estado, para que los capitales pudieran
ampliar el proceso de acumulación.
Al analizar en abstracto los decretos mencionados, se aprecia que, en lo relativo al N°
1.055/89, por un lado, se inició un proceso de concesión de áreas secundarias y asociación en
las áreas centrales (aspecto vinculado con la fragmentación), pero, por el otro, se estableció
que los yacimientos transferidos al dominio del capital privado contarían con hidrocarburos
de libre disponibilidad, plausibles de ser vendidos libremente y sin precios regulados
(aspectos asociados a la ―desregulación‖). Asimismo, el Decreto N° 1.212/89, por una parte,
profundizó la desarticulación de la empresa al reconvertir los contratos de locación de obra y
servicios en concesiones y, por la otra, continuó con la eliminación de los mecanismos de
control estatal al fijar fechas para las respectivas aboliciones y ampliar las posibilidades en la
adquisición de áreas para explorar y/o extraer hidrocarburos. Finalmente, el N° 1.589/89
consolidó las disposiciones previas y amplió ciertos mecanismos desregulatorios al, en primer
lugar, garantizar la exención de aranceles y derechos de exportación —entre otros
gravámenes—; y, en segundo, permitir la libertad para disponer del 70% de las divisas que
obtuvieran de la venta tanto en el mercado doméstico como en el internacional del petróleo
crudo y/o sus derivados.
El proceso de fragmentación de la empresa estatal inició su última etapa con la sanción
del Decreto N° 2.778/90, conocido como ―Plan de Transformación Global‖ de Y.P.F. S.E..
En lo sustantivo, expresaba la síntesis del proceso gestado con la concesión de áreas y la
reconversión de contratos, en tanto que consistía en la profundización de la política
implementada desde los inicios del gobierno de Menem. Esta transformación emergía como
el corolario del proceso de fragmentación.

2.3.1. La injerencia internacional en la fragmentación de Y.P.F. S.E.


Por un valor de un millón de dólares, financiado por el Banco Mundial, el gobierno
argentino contrató a la consultora McKinsey & Company para que durante 1990 realizara un
estudio con la finalidad de elaborar un proyecto de ―reestructuración‖ integral de la petrolera
estatal. La propuesta presentada giraba en torno de mantener los activos estratégicos y
rentables; asociar a Y.P.F. con el capital privado en los activos estratégicos y no rentables, al
igual que en los no estratégicos y rentables que incluso podrían ser vendidos; asimismo, los
no estratégicos y no rentables serían enajenados, liquidados o entregados en concesión. En
realidad, el proceso de fragmentación de la empresa, según afirmaba el oficialismo, constituía
una necesidad para incrementar, por un lado, el valor de la empresa en el momento de su
privatización —dado que se desprendería del capital menos ―rentable‖— y, por el otro, la
competencia en tanto que el objetivo era crear mercados competitivos en la producción de
petróleo crudo, en la refinación y en la comercialización de derivados183. En lo sustancial, el

183
Vale subrayar que el plan abarcaba las distintas etapas del proceso de producción de Y.P.F. S.E., tanto el
mercado primario como el secundario. No obstante, dado que excede los objetivos de esta tesis, se desarrollarán
solamente las consecuencias en el primero de ellos.

98
Capítulo 2. El proceso de fragmentación de Y.P.F. (1989-1993)

proyecto de la consultora McKinsey & Company consistía en que Y.P.F. S.E. realizara las
siguientes tareas en los respectivos sectores:
- Exploración: venta de los activos asociados a la perforación y geofísica.

- Extracción: concesión de la cuenca Noroeste; asociación en el 50% en la cuenca


Austral. En paralelo, generar mejoras de productividad, costos e inversiones.
Según sus estimaciones, esto redundaría en un incremento de 2.300 millones de
dólares en el precio de Y.P.F. S.E.

- Ductos: asociación al 50% en los oleoductos y poliductos. El impacto estimado en el


valor de la empresa era nulo.

- Flota: venta de todos los buques tanque y contrato de toda la bodega. El beneficio
estimado giraba en torno de los 370 millones de dólares, a favor de la empresa.

- Administración central: reducción en un 50% de los costos. Incrementaría el valor en


625 millones de dólares.

- Personal: despido de 18 mil empleados.

El tiempo estimado para finalizar con la ejecución del programa era de un año y los
beneficios que generaría radicaban en: por un lado, un ingreso en efectivo cercano a los 1.000
millones de dólares producto de las ventas y/o asociaciones en activos; por el otro, una
valorización de la empresa en aproximadamente 4.500 millones de dólares como resultado de
la reestructuración, con el objetivo de una posterior venta de acciones en la bolsa 184.
Este estudio de la consultora internacional fue la base sobre la cual se sustentó el
denominado ―Plan de Transformación Global‖ de Y.P.F. S.E., consustanciado en el Decreto
N° 2.778185. En realidad, el entonces presidente de la empresa, José Estenssoro, sostenía que
dicho estudio era ―incompleto‖ en tanto que carecía de la evaluación ―a consciencia del
justificativo económico para mantener ciertas actividades dentro de la compañía‖
(Estenssoro, 1992: 86). No obstante, los lineamientos generales sobre los que se fundamentó
la fragmentación de la empresa fueron los trazados por McKinsey.
El objetivo explícito del gobierno nacional era implementar una serie de medidas
tendientes a disminuir la dimensión física y económica de la compañía, para, según
afirmaban, incrementar su valor económico y mejorar su rendimiento 186 y, a la vez, aumentar

184
Cabe señalar que los valores presentados contemplan también la reestructuración de lo concerniente al
mercado secundario de hidrocarburos. En relación con la refinación, proyectaron cerrar la destilería San
Lorenzo y vender las de Campo Durán y Dock Sud. Asimismo, optimizar la producción, achicar los costos de la
planta e incrementar la capacidad de las destilerías de La Plata, Plaza Huincul y Luján de Cuyo. Sostenían que
estas mejoras redundarían en un aumento del valor empresario en torno de los 540 millones de dólares. Con
respecto a la comercialización, el informe estipulaba una reestructuración de todas las actividades del sector con
asociaciones y transferencias de activos, que impactarían en un ahorro futuro para Y.P.F. S.E. de 600 millones
de dólares.
185
En esta norma se establecía que el Plan de Transformación se extendería entre los año 1989-1992; sin
embargo, en la presente investigación se sostiene que el proceso de fragmentación abarca, incluso, 1993, dado
que en ese año se concesionaron ciertas áreas secundarias y la totalidad de la flota marítima, entre otros activos.
186
Tal como expresa el decreto en los considerandos: ―Dicho Plan posee carácter global en cuanto abarca la
totalidad de las actividades que actualmente cumple Yacimientos Petrolíferos Fiscales S.E. y persigue como
objetivo transformar a dicha empresa en un competidor eficiente en el mercado, eliminando toda clase de

99
Capítulo 2. El proceso de fragmentación de Y.P.F. (1989-1993)

la competencia en el mercado hidrocarburífero, al transferir actividades que concentraba


Y.P.F. S.E. al sector privado. En este sentido, la normativa procuraba tornar a Y.P.F. S.E. en
una empresa de sociedad anónima, garantizando que se rigiera bajo las normas del derecho
privado. Conforme esto, el Decreto N° 2.778/90 dispuso, a partir del 1° de enero de 1991, la
transformación de Y.P.F. S.E. en una Sociedad Anónima cuyas acciones cotizarían en bolsas
y mercados bursátiles, lo que permitió quitar a la empresa del ámbito de la SIGEP. En su
nuevo estatuto legal se fijó un capital social de 1.093,7 millones de dólares como resultante
del balance general de Y.P.F. S.E. consolidado al 31 de diciembre de 1989 187. Este valor fue
cuestionado por considerarse que estaba subvaluado. En este sentido, Kozulj y Bravo
enfatizaban: ―Los activos de YPF se estiman en no menos de 20.000 millones de dólares. A
pesar de una valorización de la consultar McKinsey que le atribuye entre tres y cuatro mil
millones, el Decreto estima en sólo 1.170 millones de dólares el capital social‖ (Kozulj y
Bravo, 1993: 109). Como se expuso, la reestructuración, en función de lo que estimaba
McKinsey, redundaría en una valorización de la empresa en torno de los 4.500 millones de
dólares, por lo que parecieran confirmarse los cuestionamientos realizados.
En el Cuadro 2.1 se puede observar la política que se estableció para cada uno de los
activos de la empresa que intervenían en el mercado primario 188 y que hasta el momento no
habían sido concesionados, vendidos o liquidados.
En síntesis, el presente decreto establecía las futuras acciones concernientes en la
continuación de la transferencia al capital privado de gran cantidad de activos de, a partir de
la nueva norma, Y.P.F. S.A.. En cuanto a las actividades de exploración, se mantendrían las
áreas ubicadas en las cuencas del Golfo San Jorge, mientras que se fijaba la reversión al
Estado o la asociación en las cuencas restantes. Con respecto a la explotación, se señalaba la
necesidad de que la empresa estatal permitiera participaciones del capital privado en las
Cuencas Noroeste y Austral y que mantuviera sus actividades en las Cuyanas, Sur Mendoza,
Neuquina y Golfo San Jorge 189 . Asimismo, se procuraba la reducción del personal en la
administración; la venta o cesión de la proveeduría al personal; la transformación en sociedad
anónima de los activos tecnológicos; y la venta, concesión o transferencia al capital privado
de las actividades sísmicas, perforación, los aviones, la flota de camiones, la ingeniería en
obras y la obra social.
En resumen, las leyes y decretos señalados generaron una nueva dinámica de
funcionamiento en el mercado primario de hidrocarburos en tanto que entre 1989 y 1993 la
petrolera estatal se desprendió de cuantiosas áreas secundarias, se asoció en otras centrales, y
vendió, se asoció o liquidó otros activos relevantes190.

normas que impidan su accionar, así como cumplir con la desregulación y desmonopolización de las actividades
del sector petrolero‖.
187
En rigor, el estatuto establecía un capital social de 6,1 billones de australes que, a un tipo de cambio de 5.800
australes por dólar da el valor de 1.093,7 millones de dólares señalado.
188
En realidad, el decreto disponía la transformación de activos que Y.P.F. poseía tanto en el mercado primario
de hidrocarburos como en el secundario. Sin embargo, a los fines de esta investigación, se desarrollarán
solamente los relativos al primero de ellos.
189
Como se desarrollará posteriormente, no será respetado.
190
Un informe publicado en la revista International Bussiness, a raíz de las transformaciones señaladas,
subrayaba ―las atractivas condiciones que se han ofrecido al capital privado, en un contexto en el que la
desregulación y la desmonopolización, convirtieron a la Argentina en el promotor de una nueva estrategia en la
explotación de los recursos fósiles no renovables‖ (en Actualidad Energética, 1992a: 57).

100
Capítulo 2. El proceso de fragmentación de Y.P.F. (1989-1993)

Cuadro 2.1. Plan de fragmentación de Y.P.F. S.A. en el mercado primario de hidrocarburos


Actividad Activos Tipo de operación
Exploración Cuenca del Asociación en los derechos de exploración sobre las áreas reservadas
Noroeste para Y.P.F..
Cuenca Austral Asociación en los derechos de exploración sobre las áreas reservadas
para Y.P.F..
Cuenca Cuyana Reversión al Estado de las áreas de exploración reservadas para Y.P.F..
Cuenca Golfo San Mantenimiento de áreas de Neuquina y Mendoza Sur exploración
Jorge reservadas para Y.P.F..
Explotación Cuenca del Asociación de Y.P.F. hasta en un 50% con empresas petroleras en los
Noroeste yacimientos en explotación.
Cuenca Austral Asociación hasta el 50% con empresas petroleras en los Yacimientos
en explotación.
Cuencas Cuyanas, Mantenimiento de sus actuales yacimientos en explotación.
Sur Mendoza
Neuquina y Golfo
San Jorge
Oleoductos y Allen-Rosales-La Asociación hasta un 50% con empresas privadas y bajo un sistema de
poliductos Plata acceso libre (―common carrier‖) para el transporte de petróleo.
Campo Durán- Venta o asociación del poliducto en forma conjunta con la destilería de
Monte Cristo Campo Durán.
Otros Ductos Y.P.F. mantiene la operación exclusiva de los ductos cautivos desde y
para las destilerías (Puesto Hernández-Luján de Cuyo-La Matanza/San
Lorenzo y fueloducto La Plata-Dársena de Inflamable y otros
menores).
Transporte Buques Tanques Venta de las bodegas de cabotaje fluvial y marítimo de subproductos.
marítimo y fluvial Preservar los buques afectados al tráfico marítimo de crudo y
subproductos.
Taller Naval Venta.
Puertos y Boyas Venta/Asociación en las salidas estratégicas de San Lorenzo, Dársena,
La Plata y Caletas.
Otros Activos Transformación en Sociedad Anónima con participación de la industria
tecnológicos para la investigación y con contratos a largo plazo por los servicios y
proyectos específicos que prestara a Y.P.F. y al mercado.
Asesoría legal Mantenimiento del asesoramiento jurídico interno y contratación de
patrocinio especializado según las finalidades del Decreto N°1.757/90.
Proveedurías Venta/cesión para la explotación por parte del personal.
Servicios Racionalización. Capacitación y entrenamiento de personal en
administrativos comisión.
Sísmica Sujetos a venta, concesión o transferencia al sector privado con
participación o no del sector laboral.
Perforación Sujetos a venta, concesión o transferencia al sector privado con
participación o no del sector laboral.
Aviones Sujetos a venta, concesión o transferencia al sector privado con
participación o no del sector laboral.
Flota de camiones Sujetos a venta, concesión o transferencia al sector privado con
participación o no del sector laboral.
Ingeniería de Sujetos a venta, concesión o transferencia al sector privado con
obras participación o no del sector laboral.
Obra Social Sujetos a venta, concesión o transferencia al sector privado con
participación o no del sector laboral.
Fuente: Elaboración propia en base al Decreto N° 2.778/90.

Las consecuencias de la desarticulación de Y.P.F. S.E. —producto de la culminación del


proceso de fragmentación— y, consecuentemente, su eliminación como empresa testigo,
sumado a las distintas trabas a la competencia mencionadas previamente, transfirieron la

101
Capítulo 2. El proceso de fragmentación de Y.P.F. (1989-1993)

capacidad regulatoria que se encontraba en la esfera pública al sector privado —en realidad, a
un pequeño número de empresas—. Esto, sin duda, estableció —y consolidó— una ―nueva
forma de regulación‖, antitética a la ―desregulación‖, que se plasmó en la consolidación de la
nueva arquitectura del mercado primario de hidrocarburos. Lo llamativo de este intenso
proceso es que, si bien se encauzó en una dinámica histórica dominada por el avance del
neoliberalismo —materializada en las Leyes de Reforma del Estado y Emergencia
Económica, entre otras— y contraria a la existente durante la vigencia del siglo corto
petrolero, el andamiaje legal sectorial que se utilizó se sustentó en la Ley de Hidrocarburos,
N° 17.319, la misma que dominó durante gran parte del paradigma previo. Es decir, para
realizar las transformaciones señaladas no fue necesario sancionar una nueva legislación
hidrocarburífera, lo que expresa, cuanto menos, la flexibilidad —o ambigüedad— de dicha
norma.

2.4. El proceso de fragmentación de Y.P.F. como el “nudo” de la “cuestión”


El estudio del proceso de fragmentación de Y.P.F., como se señaló, es un elemento de
análisis sustancial para comprender la dinámica que adquirió la privatización de la petrolera
estatal. En este sentido, por fragmentación —concepto mencionado largamente con
antelación— se entiende el proceso de desmembramiento, que en el discurso oficial se
denominó ―reestructuración‖ o ―transformación‖, de ciertos activos de Y.P.F., como aspecto
previo —aunque constitutivo— de la privatización. Se refiere al proceso de escisión, es decir,
separación con precisión quirúrgica de determinados activos, entre los que se encuentran los
buques tanque, embarcaciones menores, talleres navales, destilerías, refinerías, ductos, áreas
centrales y secundarias cuya finalidad u objetivo ulterior podría dividírselo analíticamente en
dos aspectos: por un lado, el económico y, por el otro, el político 191. Conforme esto, en el
plano preeminentemente ―económico‖, se estima que, la fragmentación tuvo como objetivo,
por una parte, desintegrar parcialmente tanto vertical como horizontalmente la compañía de
modo tal que los grupos económicos locales pudieran ingresar al ―negocio‖ mediante la
compra de activos que estuvieran en relación con su capacidad financiera y de lobby. Por la
otra, y como consecuencia de esta desintegración, la fragmentación tuvo como finalidad la
entrega de la propiedad de la empresa al capital privado sin la capacidad cuasi-monopólica
que poseía bajo la administración estatal 192 . Finalmente, la fragmentación, a través de la

191
En este momento, es menester realizar una apreciación respecto de ―lo económico‖ y ―lo político‖. Cabe
remarcar que dicha escisión corresponde a nociones netamente analíticas, concernientes a poder presentar el
proceso de estudio con mayor nitidez, en tanto que desde la perspectiva expuesta ―lo económico‖, ―lo social‖ y
―lo político‖ son esferas inescindibles en términos prácticos dado que el despliegue dialéctico de la dinámica
social contiene, en sí y para sí, las tres esferas. En este sentido, son cuestionables aquellas posturas
economicistas (que reducen los hechos a factores económicos) o politicistas (que le dan preeminencia absoluta a
los aspectos político-sociales) que buscan explicar el origen de los procesos a través de una esfera en particular,
encorsetando en compartimentos estancos, de este modo, problemáticas más amplias y abarcativas.
192
En términos estrictos, el proceso de fragmentación de Y.P.F. supuso una desconcentración. No obstante, si
bien en una primera instancia existió un proceso de desconcentración pública, posteriormente, privatizada la
empresa y con preeminencia absoluta de los capitales privados, operaron los mencionados procesos de
concentración económica y centralización del capital. En este sentido, es menester recordar la caracterización
realizada por Kozulj, en la cual concibe al mercado ampliado de hidrocarburos —el cual comprende los
mercados primario (exploración y extracción), y secundario (refinación y comercialización de derivados de
hidrocarburos)— consolidado luego del proceso de fragmentación y privatización de la empresa y desregulación

102
Capítulo 2. El proceso de fragmentación de Y.P.F. (1989-1993)

venta, concesión o asociación de los activos, permitiría transferir la compañía relativamente


―saneada‖ en términos económicos193.
En su aspecto preferentemente ―político‖, el proceso encarado con la fragmentación de
Y.P.F. le confirió al gobierno de Carlos Menem una herramienta de invalorable importancia
para obtener la legitimidad del capital en su conjunto 194 ante el posterior proceso de
privatización195 en tanto que parte de las fracciones del capital que adquirieron los activos de
la empresa, eran quienes durante la administración estatal de Y.P.F. externalizaban costos e
internalizaban renta económica por medio de los contratos de locación firmados 196 ,
fundamentalmente, desde 1977. Este flujo de recursos se obstruiría definitivamente con la
transferencia al capital privado de la propiedad de la empresa y la liberalización de los
precios con la ―desregulación‖ del mercado ampliado de hidrocarburos. En este marco se
inserta, incluso, la trasferencia de la flota marítima al Sindicato Unido de Petroleros del
Estado para obtener el beneplácito —o connivencia— de dicho actor ante el proceso iniciado.
Uno de los primeros artículos en la literatura que planteaban la necesidad de fragmentar a
la empresa fue publicado durante los últimos años del gobierno de Alfonsín. Daniel Artana y
Luis Soto (1987) sostenían que debía realizarse una ―división‖ de la empresa, en tanto que a
raíz de la cantidad de tareas que desarrollaba, la gestión de Y.P.F. era ineficiente. A esto se le
adicionaba —desde la perspectiva de los autores— que, por un lado, en aquel entonces las
condiciones políticas no estaban dadas para privatizar la empresa y, por el otro, no existían
los capitales necesarios para financiar la compra de sus activos; en este sentido, proponían
dicha escisión para, en primer lugar, ―mejorar la eficiencia‖ —ya que de esta manera se
facilitaría la gestión de la compañía— y, en segundo, propiciar la competencia entre ―las
distintas Y.P.F.‖ y el capital privado. El objetivo de los autores giraba en torno de ―subdividir
la empresa en tantas firmas como cuencas existen en la actualidad. Quedarían así cinco
sociedades anónimas de propiedad estatal en la faz productiva‖ (Artana y Soto, 1987: 37).
El argumento de la ineficiencia de Y.P.F. era recurrente en aquellos autores y actores que
sostenían la necesidad de privatizar la empresa 197 y fue, a su vez, el leitmotiv sobre el cual el

del mercado como un ―sistema fragmentado de tipo oligopólico con liderazgo de precios por parte del actor
dominante‖, Repsol-YPF (Kozulj, 2002: 22).
193
La absorción de los pasivos de la empresa por parte del Estado, previo a su privatización, ascendían a los
8.793,8 millones de dólares (el 99,9% era deuda externa y el resto, interna).
194
Aquí es donde se observa que lo económico y lo político son aspectos de un mismo proceso dialéctico,
únicamente escindibles analíticamente para aprehenderlos con mayor pureza.
195
En este sentido es que se sostiene que el proceso de fragmentación es previo aunque constitutivo de los de
privatización y desregulación.
196
Además de las estrategias desarrolladas desde la última dictadura por los contratistas, analizadas en el
capítulo anterior, vale agregar que, en períodos de alta inflación, Y.P.F. S.E. acumulaba stocks con la
consecuente transferencia de costos financieros de los privados a la empresa pública.
197
En esta línea se encuentran Gerchunoff y Guadagni (1987); FIEL (1989 y 2000); Aga (1992); Vicente
(1992); Montamat (1995 y 2007); Gerchunoff y Cánovas (1995); entre otros. En este sentido, Gerchunoff y
Guadagni, refiriéndose a las empresas públicas en su conjunto, sostenían: ―En lo que se refiere al tema de la
asignación eficiente de recursos, la constitución de las empresas públicas como oferentes monopólicos en
mercados de productores [que] no se definían técnicamente como monopolios naturales (…) condujeron a
ineficiencias operativas que alejaron a las empresas de su rol corrector de las fallas del mercado‖ (Gerchunoff y
Guadagni, 1987: 10)‖. Asimismo, en un libro de la FIEL (1989) los autores expresan: ―Se muestran algunos
indicadores de eficiencia de la empresa estatal que revelan que Y.P.F. ha tenido menor rendimiento que las
empresas privadas argentinas y no ha podido equiparar el avance obtenido en otras empresas del mundo (en
porcentajes de éxito en exploración, pozos productivos de explotación, metros perforados por equipo activo,
etc.)‖ (FIEL, 1989: 87). Una valoración similar tuvo el Presidente de la Fundación Consejo para el Proyecto

103
Capítulo 2. El proceso de fragmentación de Y.P.F. (1989-1993)

gobierno sustentó (desde una retórica discursiva) el proceso de fragmentación de la petrolera


estatal. La ―reestructuración‖ era presentada por el gobierno como un instrumento necesario
para incrementar el nivel de eficiencia y, de esta manera, el valor mismo de la compañía:
―La transformación y reestructuración de YPF, permitirá la oferta pública de sus acciones; la
participación en los mercados bursátiles de mayor envergadura internacional (…) Debe subrayarse
que este proceso [reestructuración] está reduciendo el tamaño físico de la empresa, pero
aumentando sustancialmente su valor económico por la simple razón de eliminar los sectores
antieconómicos y no necesarios para un desenvolvimiento‖ (Estenssoro, 1992: 92).

En función de lo que manifestaban, el Estado carecía de los ingresos necesarios para


realizar las inversiones ineludibles a los fines de generar incrementos tanto en la extracción
de hidrocarburos como en el volumen de reservas, por lo que propiciaron, a través de los
decretos detallados, la fragmentación de la empresa. El descrédito por parte del Poder
Ejecutivo hacia la petrolera estatal alcanzaba tal nivel que para evaluar las reservas de
hidrocarburos contrataron los servicios de la consultora estadounidense Gaffney, Cline &
Associates, financiada nuevamente por el Banco Mundial. En rigor, en función del sistema
diseñado para la concesión de las áreas —venta del derecho de explotación o asociación—,
de la valuación realizada se podría estimar el importe que debería haber abonado el capital
privado sobre éstas. El estudio de la auditoría —presentado en noviembre de 1990— que
evaluó las reservas de hidrocarburos al 31 diciembre de 1989, incluyó los 237 yacimientos
existentes en aquel año en la Argentina. Al comparar dicho relevamiento con los informes
elaborados por Y.P.F. S.E. se observa una considerable caída de las reservas comprobadas y
no comprobadas (posibles y probables 198 ) tanto en petróleo crudo como en gas natural
(Cuadro 2.2). En efecto, los descensos de las reservas comprobadas son de considerable
magnitud en cualquiera de las cuencas que se analice, alcanzando el punto de caída más alto
en la Neuquina en petróleo/condensado (-41,6%) y Austral en gas natural (-40,4%).
Considerando el agregado nacional, la diferencia entre ambos estudios en torno del petróleo
crudo y condensado alcanza los 99 millones de m3 (una merma del 28,7%), mientras que en
relación con el gas natural los volúmenes son cercanos a los 210 mil millones de m3 (un
declive del 27,9%).
La diferencia señalada entre los datos presentados por la consultora internacional y los
elaborados por Y.P.F. S.E., en la práctica significaron menores ingresos monetarios a las
arcas estatales a partir de la inferior cantidad de hidrocarburos existentes en los yacimientos
que, posteriormente, el capital privado adquiriría a través de las concesiones. Como
contrapartida, las reducciones señaladas beneficiaron al sector privado a partir de los menores
desembolsos realizados ulteriormente.

Argentino, Carlos Aga, quien en el editorial de la revista Gabinete Paralelo expresó: ―A pesar de ello, nos
remitimos a nuestro trabajo hidrocarburífero anterior titulado ‗El Petróleo: palanca del Proyecto Nacional‘ en el
que describimos detalladamente la trama que conduciría inexorablemente al desmoronamiento de ese esquema
[el modelo dominado por la presencia estatal] debido a los costos exorbitantes de una ineficiencia crónica,
consecuencia de la politización de la empresa‖ (Aga, 1992: 9).
198
Según la Sociedad de Ingenieros de Petróleo, para 2001 (SPE, en sus siglas en inglés), las reservas
comprobadas son aquellas que deben tener al menos un 90% de probabilidad de que las cantidades realmente
recuperadas serán iguales o superiores a las estimadas. En cuanto a las reservas probables, son aquellos que,
bajo los mismos métodos, se calcula que tienen al menos un 50% de probabilidad de recuperarse los volúmenes
estimados; mientras que las reservas posibles tienen un nivel de expectativa de apenas el 10% (Society of
Petroleum Engineers, 2007: 19).

104
Capítulo 2. El proceso de fragmentación de Y.P.F. (1989-1993)

Cuadro 2.2. Reservas de petróleo y gas natural según informe de Y.P.F. y evaluación de Gaffney, Cline &
Associates (GCA), 1989 (en miles y millones de m3 y %)
Petróleo/condensad Gas natural
Diferencia Diferencia
Categoría de o (miles de m3) (millones de m3)
Cuenca
reservas (miles (millone
GCA* Y.P.F. en % GCA* Y.P.F. en %
de m3) s de m3)
Noroeste Comprobadas 25.802 36.315 -10.513 -28,9 146.213 146.829 -616 -0,4
No comprobadas 8.261 2.073 6.188 298,5 1.062 0 1.062 -
Cuyana Comprobadas 31.713 33.543 -1.830 -5,5 913 1.299 -386 -29,7
No comprobadas 3.244 748 2.496 333,7 82 0 82 -
Neuquina Comprobadas 80.583 138.004 -57.421 -41,6 274.623 407.181 -132.558 -32,6
No comprobadas 36.208 32.733 3.475 10,6 97.305 66.019 31.286 47,4
San Jorge Comprobadas 71.765 87.938 -16.173 -18,4 14.704 21.061 -6.357 -30,2
No comprobadas 67.506 124.473 -56.967 -45,8 11.173 4.746 6.427 135,4
Austral Comprobadas 35.758 48.863 -13.105 -26,8 100.476 168.678 -68.202 -40,4
No comprobadas 25.008 57.262 -32.254 -56,3 46.522 194.317 -147.795 -76,1
Total país Comprobadas 245.621 344.663 -99.042 -28,7 536.929 745.048 -208.119 -27,9
No comprobadas 140.227 217.289 -77.062 -35,5 156.144 265.082 -108.938 -41,1
* No incluyen los líquidos recuperables en plantas de gas, ni las reservas de las áreas concesionarias.
Fuente: Elaboración propia en base a Gaffney, Cline & Associates.

Esta revaluación de los yacimientos se dio en un contexto en el que no existía


desconfianza en los cálculos de reservas existentes al momento, por lo menos, por una parte
de los propios empresarios que se desempeñaban en el sector. Al respecto, el presidente de
Pérez Companc, Oscar Vicente, expresaba tres o cuatro meses antes de presentarse el informe
de la consultora:
―En ese año [1968] la relación reservas/producción era realmente crítica para el país, y como los
ingenieros siempre tenemos una solución para cada problema, incorporamos a las reservas
primarias las posibles reservas secundarias que podían obtenerse de todos los yacimientos del
país. Así se logró mejorar la relación, pero a costa de sumarle a las reservas primarias unas
reservas secundarias empíricas o de libro. A partir de ese momento teníamos que obtener
producción por secundaria 199 (…). Así fue como, de los éxitos y fracasos empezamos a
comprender que no todos los yacimientos respondían como se había pensado que iban a
responder, y fuimos reduciendo lentamente las reservas asignadas a secundaria. En una palabra,
hicimos un blanqueo, pero manteniendo aquella relación original reservas/producción lo más
estable posible e incorporando reservas en relación con las que consumíamos. Cuando realmente
incorporábamos más, aprovechábamos para blanquear la mentira inicial. Así como en aquella
época dudábamos de esos datos, hoy podemos decir que las cifras actuales son bastante
correctas, tanto las que maneja YPF como aquellas que manejan las compañías privadas”
(negritas en el original y cursivas propias, Vicente, 1990: 4.412).

A partir del método probabilístico utilizado para calcular las reservas —esto es,
asumiendo cierta la probabilidad de que las cantidades realmente recuperadas serán iguales o
superiores a las estimadas—, el conocimiento empírico de los yacimientos deviene un
elemento central para la evaluación más cercana de los hidrocarburos, dado que, como señaló
Vicente, las previsiones teóricas, por diversas circunstancias, no siempre responden como se
espera. El fuerte componente de conocimiento in situ de los yacimientos, del cual la

199
La producción secundaria es aquella que se realiza a partir de introducir energías adicionales a las propias del
reservorio, por ejemplo, agua y/o gas a presión.

105
Capítulo 2. El proceso de fragmentación de Y.P.F. (1989-1993)

consultora internacional carecía, le confiere mayor veracidad a los cálculos realizados por los
técnicos de la petrolera estatal y de los contratistas 200 , los cuales sabían los parámetros
sedimentarios al haber sido quienes descubrieron los yacimientos y se encontraban
operándolos hasta ese momento. Esta situación es imprescindible tenerla presente para el
análisis de la posterior evolución de las reservas para observar si la dinámica adquirida
responde a inversiones tanto en exploración y/o explotación, o, en su defecto, en palabras de
Vicente, a ―un blanqueo‖ de los recursos.
A su vez, la marcada caída de las reservas que supuso la evaluación realizada por
Gaffney, Cline & Associates, confería un poder de legitimidad ante la opinión pública, en
general, y el sector político, en particular, para implementar el señalado Plan Argentina de
exploración petrolera, el cual se encontraba en línea con la política hidrocarburífera del
gobierno: a) mayor injerencia del capital privado en el sector; y, b) desarticulación de la
petrolera estatal, para su posterior privatización.
El proceso de fragmentación encarado por el gobierno liderado por Menem, guardaba
marcadas similitudes con el Petroplán lanzado —sin éxito de ser implementado— durante la
administración radical. En efecto, las áreas marginales eran definidas como aquellas en las
que se extrajera menos de 200 m3 diarios 201 y serían adjudicadas a las empresas que
ofrecieran mayor cantidad de dinero por los derechos de explotación entregados, al igual que
bajo el Decreto N° 1.055/89. A su vez, el Plan radical tenía previsto la conformación de un
mercado de petróleo de libre disponibilidad, como el creado luego de 1989. No obstante,
también existieron diferencias de no menor trascendencia. Conforme esto, mientras que el
Petroplán preveía que los ingresos por la concesión de las diversas áreas serían destinados a
Y.P.F. S.E., el Decreto N° 1.055/89 estableció que el pago se realizaría al Tesoro Nacional 202.
Asimismo, en las áreas secundarias no existieron asociaciones entre Y.P.F. S.E. y el capital
privado por medio de uniones transitorias de empresas sino que se entregaron en concesión
luego de que las empresas abonaran los respectivos derechos de asociación (Kozulj y Bravo,
1993).
En suma, si bien los lineamientos generales entre ambos planes fueron los mismos
(transferir áreas al capital privado, generar un mercado de libre disponibilidad del crudo,
incrementar el poder del sector privado, etc.) también existieron ciertas diferencias, quizás,
debido a la nueva correlación de fuerzas favorable al capital en su conjunto.

2.4.1. La fragmentación de Y.P.F. S.E./S.A.: “áreas marginales”


Dentro de la política desarrollada por el gobierno para incrementar la participación del
capital privado en el mercado primario de hidrocarburos, se ubicó la transferencia de áreas
que Y.P.F. S.E. operaba en 1988 con una extracción diaria en promedio menor a los 200 m3 o
que estaban en inactividad desde hacía 5 años; las denominadas ―áreas marginales‖ o ―de
interés secundario‖. En este sentido, en el marco de las Leyes N° 17.319 y N° 23.696 y del
200
Gran parte de éstos eran ex empleados de la petrolera estatal que, con las ―privatizaciones periféricas‖ de la
última dictadura militar-civil, migraron al sector privado.
201
En rigor, en el Petroplán no estaba previsto considerar a las áreas de interés secundario como aquellas que
hubieran permanecido en inactividad durante un período previo.
202
Esto, sin duda, estaba en función de la nueva relación de fuerzas y del interés por parte del Gobierno de
incrementar la recaudación para mantener los pagos a los acreedores internacionales.

106
Capítulo 2. El proceso de fragmentación de Y.P.F. (1989-1993)

Decreto N° 1.055/89 se licitaron entre 1990 y 1993 por medio de varios Concursos Públicos
Internacionales (entre ellos, N° 1/90; 2/90 y 1/91) un centenar de áreas, que cumplían estos
requisitos, de las cuales se entregaron 86 con una extensión de 34.700 km2 203 (Cuadro 2.3).
Antes de ingresar al estudio puntual de este proceso, es necesario recordar que, a raíz del
Plan Huergo implementado en 1987, la empresa estatal se concentró en las áreas de mayor
productividad relegando o pasando a la inactividad las de menor rendimiento. En este
sentido, el hecho de que algunas áreas tuvieran una performance menor a los 200 m3 diarios,
pudo deberse a que la petrolera estatal centró sus actividades en las más redituables y no a
que fueran yacimientos insignificantes.
En términos generales, las áreas transferidas al capital privado alcanzaron volúmenes que
representaban el 13% de la extracción del conjunto del país204 (Y.P.F., 1991: 109). La gran
mayoría de áreas se encontraban con una explotación diaria menor a los 100 m3 diarios o
inactivas; sin embargo, existieron algunas con volúmenes superiores a los que exigía la
norma para considerarlas marginales: tal es el caso de Cañadón Minerales (274,4 m3 diarios)
y Meseta Espinosa (que en 1988, año anterior a su licitación, tuvo un rendimiento diario de,
en promedio, 219 m3).
Por otra parte, otro dato de considerable relevancia para mencionar es el de las reservas
de petróleo y gas natural. La totalidad de las áreas de interés secundario cedidas al sector
privado entre 1989 y 1993 contenían un 10% de las reservas de petróleo del país,
independientemente de si se considera en función de las reservas presentadas por la
consultora Gaffney, Cline & Associates (25,2 millones de m3), como por si se tienen en
cuenta las de Y.P.F. S.E. (35,1 millones de m3 ). Como se aprecia en el Cuadro 2.3, la
revaluación de reservas realizada por la consultora internacional significó, para las 86 áreas
transferidas, una reducción de petróleo crudo del -28,2% (9,9 millones de m3), similar a la
disminución relativa del conjunto del país (-28,7%). Basta señalar como casos
paradigmáticos, en cuanto al petróleo, las áreas Restinga Ali y Agua del Cajón, transferidas a
Astra Capsa y Pérez Companc, por un lado, y Capsa 205, por el otro. En este sentido, mientras
que la primera tuvo una merma de 4,4 millones de m3 (-95%), la segunda alcanzó un
descenso de 1,3 millones de m3 (-91,1%); lo que, en última instancia, terminó repercutiendo
en el precio al que las empresas adquirieron las áreas. El Tesoro Nacional recibió en concepto
de derechos de explotación por la totalidad de los yacimientos cerca de 450,3 millones de
dólares, tal como se observa en el Cuadro 2.3.
Con respecto a las reservas de gas natural cedidas al capital privado, vale señalar que
representaban el 4% de las totales, 22.725 millones de m3 según la consultora internacional y
29.598 millones de m3 en virtud de lo señalado por Y.P.F. S.E. y la caída en la revaluación
realizada por Gaffney, Cline & Associates, en las 86 áreas señaladas, alcanza el -23,2%.

203
La distribución por cuencas del total de km2 fue: 8.922 km2 para la Austral; 2.993 km2 la Cuyana; 4.626 km2
Golfo San Jorge; 13.402 km2 para la Neuquina y 4.769 km2 la Noroeste.
204
El porcentaje no se corresponde con los valores del Cuadro 2.3 debido a que no se pudo conseguir la
información de extracción de todos los yacimientos. De esta manera, el 13% responde a los datos que figuran en
los estados contables de la empresa.
205
Para no confundir las siglas, cuando aparece Astra Capsa significa Astra Compañía Argentina de Petróleo
S.A. y cuando se alude a Capsa se refiere a Compañías Asociadas Petroleras S.A.. De ahí que no son áreas en
las que se fusionaron las empresas sino que son compañías distintas, a pesar de que tengan siglas iguales.

107
Cuadro 2.3. Áreas de explotación de hidrocarburos otorgadas en concesión a empresas privadas en el marco de los Decretos N° 1.055/89; 1.212/89; 1.589/89, 1989-1992
Reservas Reservas
Reservas Diferencia Reservas Diferencia
Fecha de de gas
Extrac- de en de gas en gas Precio
de petróleo natural
ción de petróleo petróleo natural natural en
N° aproba- (Y.P.F. (Y.P.F.
Cuenca Área petróleo, (GCA*, entre (GCA*, entre Empresa adquiriente y porcentaje de participación millones
Decreto ción de S.E., S.E.,
1991 (en miles de GCA e millones GCA e de
la miles de millones
m3/día) m3), Y.P.F. de m3), Y.P.F. dólares
norma m3), de m3),
1989 S.E. 1989 S.E.
1989 1989
Noroeste El Chivil 1.766 sep-90 28,5 148 195 -24,1 6,0 6,0 0,0 Tecnicagua; Compañía General de Combustibles 2,00
(25%); Benito Roggio; GNR Intercontinental
Cuyana Cacheuta 1.769 sep-90 30,3 73 147 -50,3 5,0 12,0 -58,3 Compañía Naviera Pérez Companc (100%) 5,15
Cuyana Atamisqui 1.771 sep-90 128,6 560 560 0,0 50,0 5,0 900,0 Tecpetrol S.A. (100%) 5,30
Neuquina El Sosneado 1.765 sep-90 35,2 110 305 -63,9 14,0 71,0 -80,3 Petroquímica Comodoro Rivadavia S.A. (60%); 2,48
Norcen (40%)
Neuquina Atuel Norte 1.768 sep-90 11,9 38 333 -88,6 4,0 110,0 -96,4 Tecpetrol S.A. (100%) 0,88
Neuquina El Manzano 1.769 sep-90 12,8 22 233 -90,6 29,0 189,0 -84,7 Compañía Naviera Pérez Companc (100%) 1,29
Neuquina Cajón de los 1.770 sep-90 67,4 204 223 -8,5 1.132,0 1.132,0 0,0 Cadipsa (100%) 3,90
caballos
Neuquina Puntilla del 1.769 sep-90 9,3 19 94 -79,8 98,0 970,0 -89,9 Compañía Naviera Pérez Companc (100%) 1,10
Huincán
Neuquina El Santiagueño 1.764 sep-90 77,4 352 352 0,0 1.042,0 1.602,0 -35,0 Cadipsa; BG (luego Vintage Oil) 14,66
Neuquina Jagüel de los 1.769 sep-90 11,3 29 66 -56,1 2,0 14,0 -85,7 Compañía Naviera Pérez Companc (100%) 3,00

Capítulo 2. El proceso de fragmentación de Y.P.F. (1989-1993)


Machos
Neuquina Bajada del Palo 1.769 sep-90 43,0 S/I S/I - S/I S/I - Compañía Naviera Pérez Companc (100%) 2,50
Neuquina Agua Salada 1.759 sep-90 19,1 69 253 -72,7 1.167,0 1.168,0 -0,1 Tecpetrol; Norcen 2,97
Neuquina Aguada Baguales 1.758 sep-90 16,3 62 302 -79,5 180,0 240,0 -25,0 Pluspetrol (100%) 5,00
Neuquina El Porvenir 1.758 sep-90 123,1 298 298 0,0 6,0 0,0 - Pluspetrol (100%) 13,01
Neuquina El Sauce 1.767 sep-90 10,9 24 24 0,0 3,0 3,0 0,0 Petrolera San Jorge (100%) 1,22
Golfo San Jorge Restinga Ali 1.763 sep-90 55,1 232 4.615 -95,0 165,0 1.072,0 -84,6 Astra Capsa (50%); Compañía Naviera Pérez 3,10
Companc (50%)
Golfo San Jorge Tres picos 1.760 sep-90 107,8 4 4 0,0 13,0 13,0 0,0 Astra Capsa; Repsol 9,10
Golfo San Jorge Meseta Espinosa 1.770 sep-90 161,0 444 444 0,0 431,0 431,0 0,0 Cadipsa (100%) 19,40
Golfo San Jorge Cañadón León 1.760 sep-90 3,1 3.611 3.611 0,0 759,0 1.053,0 -27,9 Astra Capsa; Repsol 3,00
Golfo San Jorge Bloque 127 1.760 sep-90 68,0 S/I S/I - S/I S/I - Astra Capsa; Repsol 7,00
Golfo San Jorge Cerro Overo 1.762 sep-90 9,7 S/I S/I - S/I S/I - Astra Capsa; Repsol 1,50
Golfo San Jorge Las Heras 1.900 sep-90 70,9 273 374 -27,0 44,0 86,0 -48,8 Cadipsa; BG (luego Vintage Oil) 22,10
Golfo San Jorge Cañadón Minerales 1.900 sep-90 274,4 1.510 1.510 0,0 33,0 348,0 -90,5 Cadipsa; BG (luego Vintage Oil) 50,80
Neuquina Centro Este 41 ene-91 138,5 384 384 0,0 658,0 658,0 0,0 Petrolera Comodoro Rivadavia (65%); Norcen 11,96
(35%)
Neuquina Catriel Viejo 42 ene-91 9,4 1.456 1.456 0,0 37,0 37,0 0,0 Tecpetrol S.A. (100%) 3,62
Neuquina Los Bastos 42 ene-91 48,1 73 601 -87,9 655,0 1.030,0 -36,4 Tecpetrol S.A. (100%) 5,31
Neuquina Agua del Cajón 43 ene-91 85,4 129 1.445 -91,1 4.585,0 5.759,0 -20,4 C.A.P.S.A. Exploradora S.A. (100%) 26,00
Noroeste Agua Blanca 644 abr-91 0,0 35 35 0,0 56,0 56,0 0,0 Pluspetrol (100%) 0,51
Noroeste El Vinalar 643 abr-91 55,9 S/I S/I - S/I S/I - EPP Petróleo S.A.; Bunkersud S.A.; Burgwardt & 1,05
Cia, S.A.; Cogasco S.A.; Pamar S.A.

108
Austral Laguna de los 639 abr-91 45,9 88 175 -49,7 606,0 944,0 -35,8 Cielmec S.A. (33,3%); Olmatic S.A. (33,4%); 0,79
capones Edivial S.A. (33,3%); Quintuco S.A. (7% de lo
producido)
Austral Campo Bremen 638 abr-91 0,0 169 187 -9,6 566,0 847,0 -33,2 Glacco S.A.; Niaco S.A. 0,61
Austral La Terraza 638 abr-91 0,0 7 15 -53,3 80,0 80,0 0,0 Glacco S.A.; Niaco S.A. 0,21
Austral Moy Aike 638 abr-91 30,8 69 73 -5,5 229,0 250,0 -8,4 Glacco S.A.; Niaco S.A. 1,40
Austral Chorrillos 640 abr-91 49,4 142 136 4,4 1.139,0 1.139,0 0,0 Pluspetrol S.A.; Operaciones Especiales Argentina 4,55
S.A.
Austral Del Mosquito 643 abr-91 43,5 66 66 0,0 139,0 139,0 0,0 EPP Petróleo S.A.; Bunkersud S.A.; Burgwardt & 2,68
Cia, S.A.; Cogasco S.A.; Pamar S.A.
Austral Los Chorrillos 641 abr-91 59,3 203 420 -51,7 15,0 69,0 -78,3 Anderman Smith (100%) 2,11
Noroeste Ipaguazu 1.598 ago-91 S/I S/I S/I - S/I S/I - Compañia General de Combustibles S.A. (50%); 0,20
G.N.R. International Argentina Inc.
Noroeste Puesto Guardián 1.596 ago-91 S/I 147 247 -40,5 5,0 37,0 -86,5 EPP Petróleo S.A.; Tripetrol Petroleum Ecuador 8,05
Inc.; Netherfield Corporation
Noroeste Surubi 1.597 ago-91 S/I 72 72 0,0 20,0 20,0 0,0 Compania General de Combustibles S.A. (25%); 0,60
Benito Roggio S.A.; G.N.R. International Argentina
Inc.; Tecnicagua S.A.
Cuyana Los Tordillos 1.595 ago-91 S/I 7.607 7.607 0,0 765,0 765,0 0,0 Cadipsa (10%); BG (luego Vintage Oil) (90%) 1,40
Oeste
Neuquina Lindero de piedra 1.593 ago-91 S/I 33 33 0,0 3,0 3,0 0,0 Polarsud S.A. (100%) 0,51
Neuquina Sierra Azul Sur 1.592 ago-91 S/I S/I S/I - S/I S/I - Triton Argentina Inc (100%) 0,30
Neuquina Altiplanicie del 1.591 ago-91 S/I S/I S/I - S/I S/I - Compañía Naviera Pérez Companc; Quitral-C.O. 0,52
Payun

Capítulo 2. El proceso de fragmentación de Y.P.F. (1989-1993)


Neuquina La Amarga chica 1.590 ago-91 S/I 15 15 0,0 7,0 7,0 0,0 Compañía Naviera Pérez Companc; Petrouruguay 2,82
S.A.
Neuquina Loma Guadalosa 1.589 ago-91 S/I 0 3 -100,0 0,0 1,0 -100,0 Pluspetrol S.A.; Sun Oil Arg. Limited 0,30
Neuquina Aguada Villanueva 1.587 ago-91 S/I S/I S/I - S/I S/I - Compañía Naviera Pérez Companc; Quitral-C.O. 2,52
Neuquina Estación 1.588 ago-91 16,6 487 832 -41,5 3.736,0 4.527,0 -17,5 Bridas SAPIC (100%) 33,06
Fernández Oro
Golfo San Jorge Caleta Cordova 1.585 ago-91 0,2 S/I S/I - S/I S/I - Petroquimica Comodoro Rivadavia S.A. (100%) 0,30
Golfo San Jorge Bella Vista Oeste 1.586 ago-91 139,1 3.896 4.903 -20,5 168,0 168,0 0,0 Roch S.A. (100%) 22,18
Golfo San Jorge Cañadón Ramírez 1.584 ago-91 S/I S/I S/I - S/I S/I - Roch S.A. (5%); Panam Group S.A. (95%) 1,10
Golfo San Jorge Barranca 1.595 ago-91 S/I S/I S/I - S/I S/I - Cadipsa (10%); BG (luego Vintage Oil) (90%) 1,10
Yankowsky
Austral San Cristobal 1.583 ago-91 S/I 8 8 0,0 180,0 180,0 0,0 Glacco S.A. (100%) 0,22
Austral Palermo Aike 1.582 ago-91 S/I 0 2 -100,0 0,0 4,0 -100,0 Operaciones Especiales Argentinas S.A.; Aut-O-Gas 0,62
S.A.; Algas S.A.
Austral Océano 1.583 ago-91 S/I 199 199 0,0 179,0 179,0 0,0 Glacco S.A. (100%) 3,72
Austral Río Cullen 1.581 ago-91 3,5 23 21 9,5 1.276,0 512,0 149,2 San Enrique Petrolera S.A.; D.P.G. S.A.; Roch S.A.; 3,18
Frances Inversiones S.A.; Compañía Papelera
Sarandi S.A.; Dispet S.A.
Austral Angostura 1.579 ago-91 S/I 8 8 0,0 0,0 17,0 -100,0 Operaciones Especiales Argentinas S.A.; Aut-O-Gas 9,11

Continuación…
S.A.; Algas S.A.; Petrouruguay S.A.
Austral Las violetas 1.580 ago-91 S/I 10 19 -47,4 0,0 3,0 -100,0 San Enrique Petrolera S.A.; D.P.G. S.A.; Roch S.A.; 5,07
Frances Inversiones S.A.; Compañía Papelera
Sarandi S.A.; Dispet S.A.
Austral Faro Vírgenes 1.654 ago-91 11,2 112 62 80,6 1.217,0 1.920,0 -36,6 Pérez Companc (100%) 43,87
Noroeste Selva María 140 ene-92 S/I 64 117 -45,3 120,0 229,0 -47,6 Gyapro S.A. (25%); Olmatic S.A. (50%); Inconas 0,35

109
S.R.L. (25%)
Neuquina Puesto Rojas 1.594 ene-92 S/I 269 472 -43,0 188,0 239,0 -21,3 Generación de Energia Termomecanica S.A. 15,81
(G.E.T. S.A.); Centro de Actividades
Termomecanicas S.A. (C.A.T. S.A.); Tecnicagua
S.A.
Neuquina Agua Botana 141 ene-92 S/I S/I S/I - S/I S/I - Triton Argentina Inc. (100%) 0,38
Neuquina La Calera 142 ene-92 S/I 66 66 0,0 85,0 85,0 0,0 Gyapro S.A. (25%); Olmatic S.A. (50%); Inconas 2,22
S.R.L. (25%)
Neuquina Puesto Touquet 143 ene-92 S/I S/I S/I - S/I S/I - Pluspetrol (100%) 0,22
Noreste Sáenz Peña 682 abr-92 S/I S/I S/I - S/I S/I - Agip; Sideco; Y.P.F. S.A.
Noroeste Caimancito 1.275 jul-92 192,8 447 447 0,0 129,0 129,0 0,0 Necon S.A.; Petroleos Sudamericanos S.A. 6,74
Noroeste La Brea 1.277 jul-92 S/I 6 56 -89,3 1,0 16,0 -93,8 Epp Petróleo S.A.; Corpet S.A.; Netherfield Corp. 0,40
Cuyana Puesto Pozo 1.276 jul-92 S/I 21 21 0,0 10,0 121,0 -91,7 Chañares Herrados S.A. (100%) 1,86
Cercado
Neuquina Vega grande 1.295 jul-92 S/I 154 154 0,0 42,0 42,0 0,0 Petroquímica Comodoro Rivadavia (100%) 6,24
Neuquina Cerro Doña Juana 1.278 jul-92 S/I 205 205 0,0 26,0 26,0 0,0 Triton Argentina Inc. (100%) 0,55
Neuquina Cerro Mollar Oeste 1.280 jul-92 S/I 190 190 0,0 374,0 470,0 -20,4 Tecnicagua S.A.I.C. (100%) 3,12
Neuquina Loma cortaderal 1.279 jul-92 S/I S/I S/I - S/I S/I - Triton Argentina Inc. (100%) 0,40
Neuquina Bajo baguales 1.281 jul-92 S/I 5 41 -87,8 117,0 140,0 -16,4 Tecpetrol S.A.; Petro-Uruguay S.A. 5,45
Neuquina Loma el divisadero 1.282 jul-92 S/I 0 11 -100,0 0,0 10,0 -100,0 Huayqu S.A. De Construcciones Ing. Alpa; 0,20
Sebastián Maronese E Hijos S.A.; Hidrago S.A.
Neuquina Meseta buena 1.284 jul-92 S/I S/I S/I - S/I S/I - Astra Capsa (100%) 1,15
esperanza
Neuquina Fortín de piedra 1.283 jul-92 S/I 0 0 0,0 0,0 23,0 -100,0 Tecpetrol S.A. (100%) 6,66

Capítulo 2. El proceso de fragmentación de Y.P.F. (1989-1993)


Neuquina El Caracol Norte 1.286 jul-92 S/I 0 9 -100,0 0,0 9,0 -100,0 Tecpetrol S.A.; Petro-Uruguay S.A. 5,56
Neuquina Veta escondida 1.285 jul-92 0 11 11 0,0 83,0 83,0 0,0 Compañía Naviera Pérez Companc (100%) 1,72
Neuquina Rincón de aranda 1.287 jul-92 0 30 30 0,0 2,0 13,0 -84,6 Compañía Naviera Pérez Companc (100%) 1,21
Neuquina Loma Montosa 1.296 jul-92 S/I 0 20 -100,0 0,0 1,0 -100,0 Petroquímica Comodoro Rivadavia (100%) 2,12
oeste
Neuquina Tres nidos 1.290 jul-92 S/I S/I S/I - S/I S/I - Tecpetrol S.A.; Petro-Uruguay S.A. 0,66
Golfo San Jorge La tapera 1.289 jul-92 S/I S/I S/I - S/I S/I - Glacco Cía Petrolera S.A. (100%) 0,63
Golfo San Jorge Puesto Quiroga 1.288 jul-92 S/I S/I S/I - S/I S/I - Glacco Cía Petrolera S.A. (100%) 0,63
Golfo San Jorge Cañadón pilar 1.291 jul-92 S/I S/I S/I - S/I S/I - Benito Roggio E Hijos S.A. (100%) 0,30
Golfo San Jorge Pico Salamanca 1.292 jul-92 S/I S/I S/I - S/I S/I - Benito Roggio E Hijos S.A. (100%) 0,30
Golfo San Jorge Sur Piedra Clavada 1.293 jul-92 S/I 273 374 -27,0 44,0 86,0 -48,8 Cadipsa S.A. (100%) 1,65
Golfo San Jorge Meseta sirven 1.294 jul-92 S/I S/I S/I - S/I S/I - Chauvco Resources (Arg) S.A. (100%) 0,80
Total de áreas 86 1990-92 2.304,8 25.261 35.191 -28,2 22.725 29.598 -23,2 449,34
* Gaffney, Cline & Associates.
Fuente: Elaboración propia en base a información suministrada por Ley N° 24.145; Decretos señalados; Dromi (1990); Ministerio de Economía y Obras y Servicios Públicos (1990-1994); Dromi (1991); Informe PEREL
PERAL; Kozulj y Bravo (1993); Fundación ―Consejo para el Proyecto Argentino‖ (1992); IAPG; Gaffney, Cline & Associates (1990).

Continuación
110
Capítulo 2. El proceso de fragmentación de Y.P.F. (1989-1993)

Si bien en relación con las reservas entregadas en concesión esto representó, en promedio,
un valor de 13 o 18 dólares el m3 de reservas 206 —correspondiente a la evaluación de la
empresa estatal y de la consultora internacional, respectivamente—, existió una fuerte
oscilación en torno de los precios por m3 a los que cada empresa adquirió los derechos de
explotación. Esto podría explicarse por los volúmenes de extracción de cada área en aquel
momento, por la ubicación del yacimiento y por cuestiones de índole comercial. Asimismo,
algunas podían no tener considerables reservas de petróleo pero sí grandes reservorios de gas
natural, como por ejemplo, los casos de Faro Vírgenes, Río Cullen y Estación Fernández Oro,
entre otras.
Como era de esperar, dada la mayor productividad de sus yacimientos, las primeras áreas
en ser licitadas suscitaron la mayor atracción del capital privado. Para las 38 iniciales se
vendieron 131 pliegos de documentación técnica y 32 pliegos generales (con precios que en
algunos casos arribaban a 20 mil dólares) y se recibieron 128 ofertas para 37 zonas; sin
embargo, 48 de las propuestas presentadas se centraron en 6 áreas: Meseta Espinosa, Bloque
127, Cañadón Minerales (Cuenca San Jorge), El Porvenir, Centro Este y Catriel Viejo
(Cuenca Neuquina) (Fundación ―Consejo para el Proyecto Argentino‖, 1992; Kozulj y Bravo,
1993).
En síntesis, por la concesión de las 86 áreas de interés secundario entre 1989 y 1993 el
Estado recaudó un total de 450 millones de dólares y un flujo anual de extracción de petróleo
operado por el capital privado cercano al 13% del país (Y.P.F., 1991: 109) pasaron a formar
parte del mercado de libre disponibilidad de crudo. A su vez, las reservas de petróleo y gas
natural bajo concesión al sector privado alcanzaron el 10% y 4% de las totales nacionales,
respectivamente. La relación entre reservas de petróleo concesionadas (25,2 millones de m3,
según la consultora internacional, y 35,1 millones de m3, en función de los cálculos de Y.P.F.
S.E.) y dinero abonado (450 millones de dólares) oscila entre 17,8 y 12,8 dólares el m3, muy
por debajo de las estimaciones realizadas por Víctor Bravo respecto del valor de las reservas
comprobadas207 que se estaban entregando y que, como mínimo, se encontraba en los 43,65
dólares el m3. En rigor, si bien el precio pagado por unidad fue bajo en función de las
estimaciones realizadas, las magnitudes transferidas no son tan altas; no obstante, vale señalar
que fue el primer paso realizado en procura de satisfacer los intereses del capital privado que
operaba en el sector.
En efecto, la resolución del conflicto en torno de las zonas de producción secundaria
significó un primer proceso de concentración de áreas por parte de las principales fracciones
del capital —aunque, en rigor, la mayoría de los grupos económicos y conglomerados
extranjeros que adquirieron activos estatales no se centraron únicamente en una actividad

206
Entre 2 y 3 dólares el barril.
207
El autor considera el valor económico de las reservas de petróleo como ―el valor presente de los mayores
costos en los que deberá incurrir el usuario futuro para abastecerse con fuentes energéticas opcionales al crudo
nacional y más caras que éste‖ (Bravo, 1989: 68-69). Tal como explica Bravo: ―Para determinar el valor
presente de los mayores costos para el usuario futuro de abastecerse con la fuente opcional más cara, habrá que
seleccionar a esta última; estimar el precio que alcanzará en el año de máxima producción futura de petróleo
nacional, así como establecer la tasa de declinación posterior de esa producción, la tasa de interés del mercado y
el costo incremental de largo plazo de producir petróleo nacional de las reservas a valorizar. La diferencia entre
el valor presente del precio de la fuente sustituta y el valor presente de los costos incrementales de largo plazo
de la producción de petróleo nacional a sustituir, representará el costo de reemplazo de las reservas, o sea, su
valor económico‖ (Bravo, 1989: 69).

111
Capítulo 2. El proceso de fragmentación de Y.P.F. (1989-1993)

sino que procuraron consolidarse a partir de integraciones verticales, dinámica que coadyuvó
a profundizar el proceso de centralización del capital en la economía—. En este sentido, en el
Cuadro 2.3 se puede observar que 45 de las 86 áreas fueron entregadas a 17 empresas —en
rigor, si se considera cada persona jurídica por separado, esto eso, tomando como dos firmas
separadas a Compañía Naviera Pérez Companc y Petrolera Pérez Companc, como así
también a Tecpetrol S.A. y Cadipsa S.A., las áreas se cedieron a 19 compañías—208. Por otro
lado, es dable resaltar dos cuestiones que contravienen el cúmulo de normativas analizadas.
Se alude, en este sentido, a la negativa explícita del Decreto N° 1.055/89 respecto de la
participación de empresas públicas extranjeras en la adquisición de áreas. No obstante dicha
prohibición, como se puede apreciar en el Cuadro 2.3, la firma Petrouruguay, creada en 1991
con la finalidad de participar en el mercado argentino con un control del capital accionario
del 96,74% por parte de la petrolera estatal de Uruguay, Ancap, participó con Tecpetrol S.A.
en tres áreas, con Compañía Naviera Pérez Companc en una, y con Operaciones Especiales
Argentinas S.A., Aut-O-Gas S.A. y Algas S.A. en otra. De este modo, una empresa estatal
extranjera ingresó en el mercado argentino a pesar de la prohibición explícita.
En cuanto al segundo punto a señalar, el Decreto N° 1.212/89 licuaba la restricción de
participación establecida por la Ley N° 17.319 y fijaba que la limitación de 5 áreas de
explotación se aplicaría exclusivamente cuando los titulares constituyan una misma persona
jurídica, una idéntica Unión Transitoria de Empresas o igual asociación. A pesar de ello, e
incluso, por el incumplimiento de esas mismas laxas restricciones impuestas por la norma,
según el análisis de los decretos que aprobaban la adjudicación de las áreas, vertidos en el
Cuadro 2.3, se puede apreciar que Compañía Naviera Pérez Companc participó como único
operador y con esa persona jurídica en 7 áreas excediendo el límite marcado por la norma.
Introduciendo el análisis en un plano más agregado, si se observa el Cuadro 2.4 se puede
percibir que luego de los diversos Concursos Internacionales celebrados y concesionadas las
áreas al capital privado, los primeros 5 grupos económicos o empresas de capital extranjero
concentraron el 31,4% de las zonas entregadas a un único operador al participar en 27 de las
86 concedidas al capital privado. Ahora bien, si se considera la cantidad total de áreas en las
que cada compañía participaba (ya sea como único operador o compartiendo con otra firma)
se puede apreciar que el nivel de concentración es considerablemente superior. En efecto, las
primeras 5 (Techint, Pérez Companc, Glacco Cía. Petrolera, Astra Capsa y Pluspetrol S.A.)
controlan 48 áreas, esto es, el 55,8%209.
Si bien haciendo un análisis micro de la forma en que se entregaron las áreas de interés
secundario no se observa un fomento de la competencia, como se manifestaba desde el
discurso oficial, los volúmenes de reservas y los flujos de extracción que representaban estas
empresas, a pesar de no ser despreciables, ponderadas en el conjunto de la actividad, no eran
muy importantes como para confirmar que con esta primera etapa hubo concentración del
mercado en su conjunto. Sin embargo, este es el primero de una serie de análisis que se deben

208
Estrictamente, las áreas que se entregaron a un operador son 43; sin embargo, dado que dos de ellas fueron
concedidas a Compañía Naviera Pérez Companc y Quitral-Co, esta última subsidiaria de la primera, se
consideró pertinente tratar a dichas áreas como adquiridas por un único operador, Pérez Companc.
209
Vale resaltar que ninguna de estas firmas participa conjuntamente en las 48 áreas señaladas, por lo que no
existe superposición en la contabilización de las mismas.

112
Capítulo 2. El proceso de fragmentación de Y.P.F. (1989-1993)

realizar en procura de estudiar el proceso de resolución de la problematización del sector


petrolero, esto es, la fragmentación de Y.P.F. S.E.

Cuadro 2.4. Primeros 15 grupos económicos y empresas transnacionales con mayor participación en las 86 áreas de interés
secundario, 1989-1993 (en valores absolutos y %)
Acumulado
Participa- % sobre
Único de áreas en
% ción % Total el total %
operador las que tienen
compartida de áreas
injerencia
Techint (Tecpetrol y Cadipsa) (Argentina) 8 9,3 9 10,5 17 19,8 17 19,8
Pérez Companc (Compañía Naviera PC; 10 11,6 2 2,3 12 14,0 29 33,7
Petrolera Pérez Companc; Quitral Co.)**
(Argentina)
Glacco Cía. Petrolera S.A. (Canadá) 4 4,7 3 3,5 7 8,1 36 41,9
Pluspetrol S.A. (Argentina) 4 4,7 2 2,3 6 7,0 42 48,8
Astra Capsa (Argentina) 1 1,2 5 5,8 6 7,0 48 55,8
BG (luego Vintage Oil) 0 0,0 5 5,8 5 5,8 48 55,8
Petrouruguay S.A. (Uruguay) 0 0,0 5 5,8 5 5,8 49 57,0
Triton Argentina Inc (Canadá) 4 4,7 0 0,0 4 4,7 53 61,6
Petroquímica Comodoro Rivadavia S.A. 3 3,5 1 1,2 4 4,7 57 66,3
(Argentina)
Benito Roggio e Hijos S.A. (Argentina) 2 2,3 2 2,3 4 4,7 61 70,9
Tecnicagua S.A. (Argentina) 1 1,2 3 3,5 4 4,7 64 74,4
EPP Petróleo S.A. (Estenssoro) 0 0,0 4 4,7 4 4,7 68 79,1
Repsol (España) 0 0,0 4 4,7 4 4,7 68 79,1
Roch S.A. 0 0,0 4 4,7 4 4,7 72 83,7
Compania General de Combustibles S.A. 0 0,0 3 3,5 3 3,5 73 84,9
(Soldati) (Argentina)
Resto 7 63 70 86 100,0
Total de áreas de interés secundario 86 86 86 86
*El total del porcentaje excede el 100% dado que se está contemplando la cantidad de áreas en las que cada grupo tiene
participación tanto como operador único o compartida.
*Dado que Compañía Naviera Pérez Companc y Quitral-Co., operaban en dos áreas de forma compartida, se decidió, al
ser ambas empresas propiedad de Pérez Companc, computarlas en la categoría "Único operador".
Fuente: Elaboración propia en base al Cuadro 2.3.

2.4.2. La fragmentación de Y.P.F. S.A.: “áreas reconvertidas”


La desarticulación de la empresa estatal también implicó, en el marco de las Leyes N°
17.319 y N° 23.696 y, fundamentalmente, del Decreto N° 1.212/89, la reconversión de los
contratos de locación de obra y servicios otorgados entre 1958 y 1983 (con sucesivas
renegociaciones, y que muchos estaban próximos a vencer), en concesiones de explotación
por 25 años prorrogables por 10 años más. A la fecha de la cesión existían dos contratos
vigentes que habían sido firmados en 1958 (en el gobierno de Frondizi), tres concretados
entre 1967 y 1972 (bajo la dictadura de Onganía, Levingston y Lanusse) y veintidós
rubricados durante 1976 y 1983 (en el marco de la última dictadura militar-civil).
La conversión de contratos de explotación en concesiones de explotación, era la
derivación lógica del proceso de eliminación de la intervención de Y.P.F. S.E. y del Estado
en el mercado. Sin embargo, vale resaltar que la reconversión fue una suerte de adjudicación
directa a las empresas que estaban operando en el mercado bajo la modalidad de contratos,
circunstancia que estaba prohibida por la Ley N° 17.319, que establece como único
mecanismo la licitación internacional. Como se expresó en el Capítulo 1, la característica de
estos acuerdos entre el capital privado y la petrolera estatal consistía en que, sobre áreas con
reservas de hidrocarburos de dominio de esta última, se permitía el accionar de empresas

113
Capítulo 2. El proceso de fragmentación de Y.P.F. (1989-1993)

privadas para que extrajeran los hidrocarburos a condición de que, con un precio pactado en
el contrato, se los vendieran a Y.P.F. S.E. Las normativas sancionadas en procura de
liberalizar el flujo de extracción estableciendo la libre disponibilidad de los recursos,
entraban en contradicción con la dinámica propia del siglo corto petrolero (de marcada
participación del sector público). En este sentido, en la vigencia del modelo anterior estas
empresas que habían ingresado al mercado de forma subordinada a Y.P.F. S.E., con el paso
de los años y las políticas implementadas principalmente por la última dictadura militar-civil
y que el gobierno radical no supo —o no procuró— revertir, terminaron condicionando tanto
el propio accionar de la petrolera estatal como del sector en su conjunto. Esto se debió, en
gran medida, a que los volúmenes que extraían las compañías (35,3% 210 hacia 1989),
necesarios para alcanzar el autoabastecimiento, las investía de un poder de presión de
considerable magnitud.
En rigor, desde el aspecto de la dinámica del mercado primario y de los intereses de las
fracciones del capital que participaban, la reconversión de estos contratos permitiría superar
el límite impuesto por el Decreto N° 1.212/89 (8 millones de m3 en el año) para eliminar la
―mesa de crudos‖ e inaugurar el período de libre disponibilidad, lo que posibilitaría la
liberalización de precios para los extractores —y de este modo, un incremento en la captación
de la renta petrolera—. Entre 1989 y 1990 la explotación por medio de contratos osciló entre
los 9,5 y 10,5 millones de m3, respectivamente, por lo que solamente esta conversión
permitiría satisfacer los intereses del sector privado211. Desde esta perspectiva, también se
beneficiaban las refinadoras en tanto que los volúmenes de petróleo fijados por la ―mesa de
crudos‖ para abastecerlas rondaban los 8 millones de m3. La liberalización de este flujo,
sumada a los provenientes de las antiguas concesiones (cerca del 2,5% de la extracción)
permitiría que estos sectores sortearan la regulación pública 212. En realidad, si bien con la
reconversión se anulaba la obligación de tener que vender el crudo a Y.P.F. S.E., en la
práctica esta dinámica se mantuvo dado que la extracción de la petrolera estatal, luego de la
cesión de sus áreas, descendió de 17,0 millones de m3 en 1989 a 13,1 millones de m3 en 1992,
volúmenes insuficientes para satisfacer los 19,0 millones de m3 que demandaban sus
refinerías213 —algunas de las cuales, tres de ellas, serían privatizadas recién entre noviembre
y marzo de 1992 y 1993, respectivamente—.
La forma en que se reconvirtieron los contratos varió en función de las características de
éstos y estuvo asociada a diversas reuniones que se extendieron entre 1990 y 1992. En este

210
Este porcentaje incluye lo relativo al área Cuenca Austral I, la cual fue reconvertida por medio del Decreto
N° 2.411/91. Sin esta área, el porcentaje correspondiente es 34,3%.
211
En rigor, una parte de esa explotación correspondía a Y.P.F. S.E. por los porcentajes de participación que
poseía; no obstante, giraba en torno del millón de m 3, por lo que esos volúmenes, sumados a los de las áreas de
interés secundario y las existentes de las viejas concesiones (757 mil m3, en 1990), alcanzaban para la
conformación del mercado de libre disponibilidad.
212
Sin embargo, no es la misma situación la de Y.P.F. S.A. la cual poseía petróleo a partir de la explotación de
sus áreas, que la de las refinadoras Shell y Esso que debían adquirir el crudo de concesionarios privados. En el
mediano o largo plazo esto podría generarle ciertos inconvenientes a estas empresas dado que si bien podría
existir la oferta que las abastezca, al tener que comprar petróleo a terceros, éstos poseerían la facultad de fijarle
los márgenes de ganancia a las principales refinadoras privadas al determinarles el precio al que adquieren el
crudo.
213
Es dable agregar, como sostienen Kozulj y Bravo: ―La obligación no se da sólo por las cantidades sino por la
existencia de refinerías cautivas actualmente operadas por YPF en áreas donde la empresa no controla ya la
producción, por ejemplo, Lujan de Cuyo‖ (Kozulj y Bravo, 1993: 121).

114
Capítulo 2. El proceso de fragmentación de Y.P.F. (1989-1993)

sentido, en aquellos que luego de las recurrentes renegociaciones habían pactado un precio
del crudo adquirido por Y.P.F. S.E. superior al internacional, se estableció la política de
concesionar el área a la empresa privada. Contrariamente, si los precios del contrato eran
inferiores a los internacionales, la empresa estatal se asociaría con la firma privada en la
explotación de esos yacimientos. Sin embargo, un rasgo característico del proceso de
concesión de estas áreas fue que, a diferencia de las anteriores áreas marginales, en primer
lugar, no fueron entregadas luego de un Concurso Público Internacional y, en segundo, no se
realizaron desembolsos monetarios para su adquisición. Al igual que las disposiciones del
Decreto N° 1.212/89 —que limitaban las restricciones implementadas por la Ley N°
17.319—, de dudosa legalidad, la ―reconversión‖ de contratos se realizó al margen de la Ley
de Hidrocarburos en tanto que no existe como figura en la norma. La legislación señalada
expresa que ―son absolutamente nulos (…) c) Los permisos y concesiones adquiridos de
modo distinto al previsto en esta ley‖. Este dato es importante resaltarlo dado que, primero, se
estaba transfiriendo el 33,8% de la explotación de petróleo y el 19,7% 214 de la producción de
gas natural, según los valores de 1990, último año de vigencia de los contratos. Segundo, los
volúmenes de reservas representaban entre el 20% (según Y.P.F. S.E.) y 25% (en virtud de
los datos de la consultora) para el petróleo y entre 13% y 18%, respectivamente, para el gas
natural, en virtud de los datos de diciembre de 1989. Tercero, la gran mayoría de las reservas
fueron descubiertas por la empresa estatal y entregadas al capital privado para su explotación,
con lo cual, se les transfirieron áreas para explotar con reservas comprobadas para las cuales
no invirtieron. Finalmente, a diferencia de lo que estipulaba la Ley de Hidrocarburos N°
17.319 para las concesiones, los contratistas nunca abonaron canon o pago alguno por la
explotación que realizaron durante la vigencia de los contratos —vale agregar que las regalías
eran saldadas por Y.P.F. S.E. y no por el sector privado, con lo cual hacía más rentable el
negocio de éstas—.
Luego de un estudio de los costos de las principales áreas y de la posible evolución de los
precios internacionales, Kozulj y Bravo realizaron estimaciones respecto del impacto que esto
ocasionaría tanto para la petrolera estatal como para el capital privado
―Nótese que para la mayoría de los contratos con precios inferiores a los internacionales, la
reconversión ha significado pasar a un precio superior al 80% del precio internacional, porcentaje
fijado para la producción excedente en el Plan Olivos I.
En cambio, los contratos convertidos en concesiones resultaron, como mínimo, en la práctica, el
88% del precio internacional si se tiene en cuenta que las regalías, como máximo, podrían llegar
al 12% y que se está intentando reducirlas.
Desde el punto de vista de YPF, la reconversión ha significado una reducción de sus egresos del
orden de los 100 millones de dólares por las regalías que deja de pagar y un ingreso del orden de
los 94 millones de dólares en concepto de ingresos por su asociación en base a los volúmenes
actuales y precios de U$S 18,5 por barril. Sin embargo, la reconversión le significaría a YPF un
desembolso adicional de 81 millones de dólares si debiese adquirir todo el crudo de los ex-
contratistas a los precios internacionales actuales, estimados en 18,5 U$S/bl‖ (Kozulj y Bravo,
1993: 122).

214
Si se incluyera la explotación de petróleo en la zona Cuenca Austral I, el porcentaje ascendería al 37,7%. En
cuanto al gas natural, no es posible desagregar la información.

115
Capítulo 2. El proceso de fragmentación de Y.P.F. (1989-1993)

En efecto, como se observa en el Cuadro 2.5, los volúmenes de extracción diarios de


petróleo en el conjunto de estas áreas reconvertidas alcanzaban, en 1990, los 24.285 m3 (8,9
millones de m3 anuales, 33,8%), niveles superiores a las necesidades de las refinerías
privadas, aspecto que habilitaría el inicio del mercado de libre disponibilidad del crudo.
Como se señaló, en la práctica, dada la fuerte caída en la extracción de Y.P.F. S.E. asociada
directamente al traspaso de áreas productivas al capital privado —y no a menores niveles de
―eficiencia‖—, la petrolera estatal debió adquirir petróleo a valores internacionales
suministrado por este nuevo mercado.
Al adentrarse en el análisis de los contratos reconvertidos se observa un dato de
significante relevancia: 19 de las 27 áreas que se tiene información, presentaban una
extracción diaria en 1990 superior al límite establecido para definir las zonas de interés
secundario, 200 m3 diarios215. La media de explotación diaria arribaba a los 899 m3, mientras
que la máxima alcanzaba los 6.528 m3 (Anticlinal Grande-Cerro Dragón, la cual representaba
el 8,5% de la extracción del país). En cuanto a las reservas, es importante detenerse para
examinar los datos. El estudio de la consultora internacional arrojó como resultado que el
conjunto de estos yacimientos poseían un total de 61,0 millones de m3 de petróleo, esto es, un
11,8% menos que los contabilizados por Y.P.F. S.E., 69,1 millones de m3. Esta caída en las
reservas es 16,9 puntos porcentuales menor a la media nacional (-28,7%). A su vez, respecto
del gas natural, los volúmenes publicados arriban los 98.095 y 98.358 millones de m3,
respectivamente, lo que estaría expresando un descenso en torno del -0,3% con los datos de la
institución internacional, 27,6 puntos porcentuales por encima del promedio del país (-
27,9%). La comparación de ambos análisis demuestra que para el conjunto de estas áreas, la
revaluación realizada por la consultora es considerablemente similar a la de Y.P.F. S.E..
Llama la atención que en estas áreas que serían transferidas al capital privado sin que mediara
pago por derechos de explotación las reducciones en las reservas, producto de la revaluación
realizada por Gaffney, Cline & Associates, se alejara tanto de la media nacional, o, en el caso
del gas natural, sea similar a las de Y.P.F. S.E..
El proceso de reconversión, como era esperable, consolidó el poder de aquellas fracciones
que durante la última dictadura militar-civil potenciaron su intervención en el mercado
primario de hidrocarburos, por medio de la apropiación tanto de una porción considerable de
la renta hidrocarburífera como de las áreas de explotación, aspectos que contribuyeron al
debilitamiento de la petrolera estatal y a la posterior imposición de una nueva arquitectura en
el mercado de hidrocarburos. De la sistematización de la información brindada por el Cuadro
2.5 se puede observar la formidable injerencia que tres o cuatro grupos económicos poseían
en dichas áreas. En efecto, Pérez Companc consiguió como único operador tener el control de
7 de las 29 áreas reconvertidas, esto es, el 24,1%. A su vez, si se considera el total de zonas
en las que pasó a tener participación, el número asciende a 14 (48,3%). Por su parte, el grupo
Bridas intervino de forma compartida en 8 áreas (27,6%), Astra Capsa en 6 (20,7%),
Pluspetrol S.A en 3 (10,3%) (Cuadro 2.6).

215
En rigor, la norma establecía que esa magnitud debía haber sido extraída en 1988 para ser considerada
marginal. Sin embargo, sirve para fijar un parámetro de comparación respecto de lo sustancial de éstas áreas.

116
Cuadro 2.5. Áreas que operaban bajo contratos de explotación reconvertidas en concesiones o asociaciones en el marco de los Decretos N° 1.055/89; 1.212/89; 1.589/89, 1989-1992 (en m3 y %)
Reser- Reserva Reservas Diferen-
Extrac- Diferen- Reservas
Fecha vas de s de de gas cia en
Tipo de ción de cia en de gas
de petró- petróleo natural gas
permiso (y petró- petróleo natural
Decre- aproba- leo (Y.P.F. (Y.P.F. natural Empresa adquiriente y porcentaje de
Cuenca Área porcentaje leo, entre (GCA*,
to N° ción de (GCA* S.E., S.E., entre participación
de 1990 GCA e millones
la , miles miles de millones GCA e
asociación) (en Y.P.F. de m3),
norma de m3), m3), de m3), Y.P.F.
m3/día) S.E. 1989
1989 1989 1989 S.E.
Noroeste Ramos Asociación 90 ene-91 535 8.699 8.699 0,0 79.080 79.080 0,0 Pluspetrol; Tecpetrol; Astra Capsa
25%
Cuyana Río Tunuyán Concesión 93 ene-91 90 337 337 0,0 10 1 900,0 Astra Capsa (100%)
Cuyana Piedras Coloradas - Concesión 86 ene-91 858 1.639 2.267 -27,7 62 82 -24,4 Compañía Naviera Pérez Companc; Quitral-Co.
Estructura Intermedia
Neuquina Cañadón Amarillo* Concesión 85 ene-91 75 176 176 0,0 4 4 0,0 Compañía Naviera Pérez Companc; Quitral-Co.
Neuquina Medianera Asociación 99 ene-91 57 245 1.276 -80,8 33 1 3.200,0 Vial Del Sur S.A.; Decavial S.A.
7%
Neuquina Entre Lomas Asociación 87 ene-91 1.359 2.297 2.597 -11,6 2.350 2.350 0,0 Petrolera Pérez Companc S.A. (92%); Y.P.F.
8% (8%)
Neuquina Rinconada - Puesto Asociación 98 ene-91 20 35 57 -38,6 6 10 -40,0 Tecsa S.A. (80%); Y.P.F. (20%)

Capítulo 2. El proceso de fragmentación de Y.P.F. (1989-1993)


Morales 20%
Neuquina Centenario Asociación 91 ene-91 602 2.301 2.301 0,0 1.873 2.265 -17,3 Pluspetrol S.A. (98%); Y.P.F. (2%)
2%
Neuquina Al Norte de la Dorsal Concesión 88 ene-91 617 778 778 0,0 53 73 -27,4 Compañía Naviera Pérez Companc; Quitral-Co.
Neuquina Anticlinal Concesión 89 ene-91 43 71 1.280 -94,5 344 344 0,0 Compañía Naviera Pérez Companc; Quitral-
Campamento Co.; Pluspetrol; Tecnicagua; Compañía General
de Combustibles
Golfo San Jorge Cerro Wenceslao Concesión 97 ene-91 384 1.134 1.280 -11,4 31 17 82,4 Cadipsa (100%)
Golfo San Jorge Meseta Espinosa - Concesión 94 ene-91 863 125 3.097 -96,0 72 72 0,0 Astra Capsa; Astrafor Saic
Cañadón Seco
Golfo San Jorge Manantiales Behr Concesión 92 ene-91 715 1.670 1.670 0,0 350 350 0,0 Astra Capsa; Compañía Naviera Pérez
Companc
Golfo San Jorge Anticlinal Grande - Concesión 96 ene-91 6.528 13.073 11.553 13,2 2.036 1.063 91,5 Amoco (100%)
Cerro Dragón
Cuyana Refugio Tupungato Asociación 95 ago-91 301 2.222 848 162,0 150 59 154,2 Petrolera Argentina San Jorge; Dragados y
10% Obras Portuarias S.A.; Supercemento S.A.
Golfo San Jorge Piedra Clavada Concesión 2.165 oct-91 1.748 2.384 3.847 -38,0 71 149 -52,3 Pérez Companc (50%); Bridas (50%)
Neuquina Catriel Oeste* Asociación 2.161 oct-91 546 1.280 1.280 0,0 33 33 0,0 Pérez Companc; Petrolera San Jorge
10%
Neuquina 25 de Mayo- Concesión 2.164 oct-91 1.950 4.962 4.962 0,0 662 662 0,0 Bridas (50%); Pérez Companc (50%)
Medanito Sud-Este
Neuquina Al Sur de la Dorsal** Concesión 2.166 oct-91 214 297 297 0,0 3.571 3.571 0,0 Bridas; Pérez Companc
Golfo San Jorge El Cordón Concesión 2.162 oct-91 284 426 1.213 -64,9 606 660 -8,2 Bridas; Pérez Companc

117
Golfo San Jorge Koluel Kaike - El Asociación 2.163 oct-91 714 1.730 1.730 0,0 98 98 0,0 Pérez Companc (90%); Y.P.F. (10%)
Valle 10%
Noroeste Acambuco I Concesión 2.175 oct-91 0 S/I S/I - S/I S/I - Bridas (97%); Apco (1,5%); Northwest (1,5%)
Noroeste Acambuco II Concesión 2.175 oct-91 0 S/I S/I - S/I S/I - Bridas (97%); Apco (1,5%); Northwest (1,5%)
Neuquina Lindero atravesado** Asociación 2.172 oct-91 382 528 528 0,0 6.362 6.362 0,0 Bridas; Astra Capsa
10%
Neuquina Neuquén del medio Concesión 2.173 oct-91 7 S/I S/I - S/I S/I - Inalruco S.A.; Valle Urbion S.A.
Golfo San Jorge Pampa del Castillo - Asociación 2.174 oct-91 975 1.630 2.869 -43,2 32 32 0,0 Pérez Companc (90%); Y.P.F. (10%)
La guitarra 10%
Neuquina Río Barrancas Concesión 1.238 jul-92 - S/I S/I - S/I S/I - Bridas (60%); Sipetrol (40%)
Neuquina La ventana Concesión 857 may-92 4.420 12.642 13.912 -9,1 205 1.019 -79,9 Y.P.F. S.A. (24%); Occidental Development
Company Of Argentina (Ex Cities Service) (40%);
Phillips Petroleum Argentina Development
Company (20%); Unola de Argentina Ltd. (16%)
Cuyana y Chañares Herrados Concesión S/I S/I 253 253 0,0 1 1 0,0 Héctor Lapeyrade (100%)
Bolsones
Total de áreas 29 1991-92 24.285 60.934 69.107 -11,8 98.095 98.358 -0,3
*Dado que en las áreas marcadas la información de las reservas de petróleo y gas natural brindadas por el Informe de la consultora Gaffney, Cline & Associates se encontraba fusionada, se consideró pertinente
imputarle a cada área reservas en función de una ponderación asociada a la extracción que cada una realizaba. En este sentido, a las de Lindero Atravesado se las ponderó por un factor de 0,64 mientras que a Al Sur de
la Dorsal por 0,36. Asimismo, a las de Cañadón Amarillo se las ponderó por un factor de 0,12 mientras que a Catriel Oeste por 0,88. Si bien pueden diferir con las reservas existentes en cada área, no a fecta los totales,
por lo que no altera el análisis general.
Fuente: Elaboración propia en base a información suministrada por Ley N° 24.145; Decretos señalados; Dromi (1990); Ministerio de Economía y Obras y Servicios Públicos (1990-1994); Dromi (1991); Informe

Capítulo 2. El proceso de fragmentación de Y.P.F. (1989-1993)


PEREL PERAL; Kozulj y Bravo (1993); Fundación ―Consejo para el Proyecto Argentino‖ (1992); IAPG; Gaffney, Cline & Associates (1990).

Continuación…
118
Capítulo 2. El proceso de fragmentación de Y.P.F. (1989-1993)

Dado que se está contemplando la participación de cada grupo o empresa en las áreas
reconvertidas la suma de las primeras cuatro excede la totalidad de zonas cedidas; no
obstante, si se analiza el Cuadro 2.6 se puede observar que Pérez Companc S.A., Bridas S.A.,
Astra Capsa y Pluspetrol S.A. —con sus respectivas subsidiarias— tienen injerencia —ya sea
como único operador o con participación compartida— en 23 de ellas, lo que representa el
79,3% del total (si se consideran las primeras tres, el número desciende a 22 áreas, 75,9%)216.
El análisis de las áreas concedidas al capital privado muestra una marcada concentración
en un número acotado de grupos económicos o conglomerados extranjeros, en gran medida,
permitido por la modificación de los límites que contenía la Ley N° 17.319 dispuestos en el
Decreto N° 1.212/89. En segundo lugar, la comparación del Cuadro 2.4 con el 2.6 permite
encontrar ciertas líneas de continuidad en ambos procesos (concesión de áreas secundarias y
reconversión de contratos de explotación) en tanto que, cuatro de los primeros cinco grupos o
conglomerados extranjeros que participación en las áreas marginales son las mismas que en
las reconvertidas, con excepción de la canadiense Glacco Cía. Petrolera S.A. y la argentina
Bridas.

Cuadro 2.6. Participación de los principales grupos económicos y empresas transnacionales en las áreas reconvertidas
en concesiones de explotación (en valores absolutos y %)*
Acumulado
Partici-
Único de áreas en
pación
opera- % % Total % las que %
comprar
dor tienen
-tida
injerencia
Pérez Companc (Compañía Naviera Pérez 7 24,1 7 24,1 14 48,3 14 48,3
Companc; Petrolera Pérez Companc; Quitral Co.;
Pérez Companc; Tecsa S.A.)** (Argentina)
Bridas (Bridas SAPIC; APCO) (Argentina) 0 0,0 8 27,6 8 27,6 18 62,1
Astra (Astra Capsa; Astrafor SAIC; Unola de 1 3,4 5 17,2 6 20,7 22 75,9
Arg.; Phillips Petroleum Argentina Development
Company) (Argentina)
Pluspetrol S.A. (Argentina) 1 3,4 2 6,9 3 10,3 23 79,3
Techint (CADIPSA; Tecpetrol) (Argentina) 1 3,4 1 3,4 2 6,9 24 82,8
Northwest 0 0,0 2 6,9 2 6,9 24 82,8
Petrolera Argentina San Jorge (Argentina) 0 0,0 2 6,9 2 6,9 25 86,2
Amoco (Estados Unidos 1 3,4 0 0,0 1 3,4 26 89,7
Compañía General de Combustibles (Soldati) 0 0,0 1 3,4 1 3,4 26 89,7
Resto 1 3,4 10 34,5 11 37,9 29 100,0
Total de áreas reconvertidas 29 29 29 29
*El total del porcentaje excede el 100% dado que se está contemplando la cantidad de áreas en las que cada grupo
tiene participación tanto como operador único o compartido. No obstante, aquellas áreas en las que una empresa
intervenía con otra de su propiedad fueron consideradas con una única participación.
**Dado que Compañía Naviera Pérez Companc y Quitral-Co., operaban en tres áreas de forma compartida, se decidió,
al ser ambas empresas propiedad de Pérez Companc, computarlas en la categoría ―Único operador‖.
Fuente: Elaboración propia en base al Cuadro 2.5.

Otro dato que es necesario resaltar es el de la petrolera estadounidense Amoco, dado que,
si bien poseía participación en una única área de las reconvertidas, ésta es una de las de
mayor productividad y reservas de petróleo. En efecto, el área Anticlinal Grande-Cerro
Dragón tuvo una extracción anual de petróleo durante 1990 de 2,1 millones de m3 (el 8% del

216
El nivel de concentración es tan alto que las primeras 8 empresas tienen participación en 26 de las áreas, el
89,7% del total.

119
Capítulo 2. El proceso de fragmentación de Y.P.F. (1989-1993)

país). A su vez, las reservas de petróleo representaban entre el 3,4% y 5,3% respecto del total
de la Argentina.

2.4.3. La fragmentación de Y.P.F. S.A.: “áreas centrales”


El Decreto N° 1.055/89 y las Leyes N° 17.319 y N° 23.696 establecieron el marco de
referencia de la transferencia al capital privado de las principales áreas hidrocarburíferas del
país en calidad de asociaciones con la empresa estatal, hasta ese momento operadas por
Y.P.F. S.E.. Conforme las disposiciones de la primera norma, las firmas participantes
deberían incorporar ―las más modernas tecnologías (…) acreditando de modo fehaciente
capacidad económica, financiera y experiencia necesaria‖. El plazo de vigencia de estos
convenios, en base a la conformación de Uniones Transitorias de Empresas (UTEs) sería
como máximo de 25 años y resultarían adjudicadas a las compañías privadas o extranjeras
que ofrecieran el mayor monto —en un pago al contado— en concepto de derecho de
asociación, el cual ingresaría al Tesoro Nacional. Al igual que en las demás concesiones, los
hidrocarburos extraídos serían de libre disponibilidad —en proporción equivalente al capital
aportado por cada compañía— al igual que el 70% de las divisas obtenidas por su venta.
En una primera instancia, el gobierno por medio del Decreto N° 1.216/90, había
establecido que la cesión giraría en torno del 35% y 50% de las reservas, la extracción y la
instalaciones en cada área; sin embargo, un año después, aduciendo que ―ese porcentaje
respondió a políticas de privatización que, revisadas y actualizadas, indican la conveniencia
de incrementar la participación del capital privado en la explotación de hidrocarburos
asociado con Y.P.F. S.A.‖, ampliaron la participación hasta el 90% a través del Decreto N°
1.727/91 (rectificado por el N° 1.805/91). En rigor, las modificaciones en los porcentajes
correspondían más que a ―políticas de privatización revisadas y actualizadas‖ a la necesidad
del Poder Ejecutivo de generar mayores ingresos al fisco para cubrir el déficit en las cuentas.
Es dable recordar que en 1991 las finanzas públicas cerraron con un resultado operativo
negativo de -4.538 millones de dólares, parcialmente corregido por los ingresos de las ventas
de las empresas públicas, 2.194 millones de dólares (de los cuáles, el 36,6%, 803,6 millones
de dólares correspondió solamente a la cesión del 60% de Puesto Hernández, el 90% de
Vizcacheras, el 70% de El Huemul y el 90% de El Tordillo) dando como resultado fiscal final
(incluyendo las privatizaciones) un déficit de -2.344 millones de dólares (Alexander, 2000).
A su vez, 1992 tuvo un saldo negativo entre ingresos y egresos en torno de los -298 millones
de dólares sin considerar las privatizaciones, las cuales generaron entradas monetarias por
1.787 millones de dólares, lo que permitió alcanzar el superávit fiscal luego de varios años
(1.489 millones de dólares) (Alexander, 2000).
El gobierno, iniciadas las gestiones, había calculado que por las asociaciones de entre el
35% y 50% en las primeras cuatro áreas centrales (Puesto Hernández, Vizcacheras, El
Huemul y El Tordillo), recaudaría un valor no inferior a los 1.300 millones de dólares 217; no
obstante, luego de la evaluación realizada por Gaffney, Cline & Associates, los valores

217
En rigor, esta estimación del precio fue proyectada considerando el alza del barril de petróleo como
consecuencia de la Guerra del Golfo Pérsico que se extendió de agosto de 1990 hasta principios de 1991.
Durante ese período el precio del barril ascendió de 15,43 dólares el 20 de junio del 90, a 41,07 dólares en
octubre de ese año, para luego descender a 17,43 dólares el 22 de febrero del año siguiente.

120
Capítulo 2. El proceso de fragmentación de Y.P.F. (1989-1993)

estimados por la consultora por la venta de los derechos de asociación oscilaron en torno de
los 223 millones de dólares (con un petróleo a 2 dólares el barril 218 y con una asociación del
35%) y 447 millones de dólares (con un crudo a 3 dólares el barril y alcanzando el 50%) 219.
En consecuencia, ante la necesidad de incrementar los ingresos fiscales, desde el ejecutivo se
decidió extender las participaciones del capital privado en las áreas con un valor de la nueva
cesión que no sería ―inferior al derecho de asociación abonado por las empresas asociadas en
cada contrato, aplicado proporcionalmente sobre el porcentaje de participación que se cede y
descontado el valor correspondiente a las reservas extraídas del área desde el último día del
mes anterior a la fecha de vigencia del contrato hasta dos días anteriores a la fecha de pago
del precio de la cesión‖.
Como se puede apreciar en el Cuadro 2.7, las cuatro áreas licitadas contenían, hacia 1989,
alrededor de 40 millones de m3 de petróleo (entre el 12% y 16% de las reservas del país) y
entre 5.318 y 9.722 millones de m3 de gas natural (cerca del 1% del total de Argentina),
dependiendo si se toma como fuente, respectivamente, a la consultora internacional o el
informe de Y.P.F. S.E.. A su vez, en volúmenes de 1992, se extrajeron 5,2 millones de m3 de
petróleo (el 16,3% del total). Esta marcada participación en la explotación de crudo del país
se debió, además de a la alta productividad de estos yacimientos, a que, producto del Plan
Huergo, Y.P.F. S.E. logró fuertes incrementos en su producción. En este sentido, en el marco
del plan señalado entre 1987 y principios de 1990 en Puesto Hernández la petrolera estatal
perforó 72 nuevos pozos que le permitieron duplicar los niveles de explotación al pasar de
una extracción diaria de 3.045 m3 a 6.392 m3 (Kozulj y Bravo: 1993).
Luego de la ampliación de los porcentajes de participación, por la concesión de entre el
60% y 90% de estas cuatro áreas, el Estado Nacional recaudó 803,6 millones de dólares, un
precio considerablemente menor al que habían estimado 220 . De 23 consorcios que se
presentaron para asociarse con Y.P.F. en esas áreas, 3 desistieron (Cadipsa-British gas,
Pluspetrol-Union y Texaco) y 7 no calificaron (Astra Capsa, Pérez Companc, Bridas-Coastal,
Quintana, Plains Resources, Enterprise Oil y Olajterv-BK-Energiser). Si bien algunos de
estos consorcios no lograron sumar los créditos necesarios, varias de estas compañías
ingresaron formando parte de otras sociedades.
El resultado de la licitación fue que el 70% del área El Huemul-Koluel Kaike se le
adjudicó a la francesa Total Austral; el 60% de Puesto Hernández se le cedió a Pérez
Companc, Occidental Exploration (Oxy), Petrolera Patogónica e Inter Río Holding
Establishment (ambas propiedad de Pérez Companc); el 90% de Vizcacheras lo obtuvieron
Astra y Repsol y el 90% de El Tordillo fue concesionado a Tecpetrol, Petrolera Santa Fe,
Energy Development Corporation y Entre Ríos Inversiones (perteneciente a Pérez Companc)

218
Vale aclarar que 1 barril es equivalente a 6,29 m3.
219
Según algunos analistas de revistas especializadas la cifra presentada por el gobierno tenía como objetivo
agrandar los posibles ingresos del Estado para ser presentados a los organismos internacionales: ―De cualquier
forma, la insistencia sobre el mayor monto a recaudar por parte del Gobierno, provino del hecho de que estos
supuestos ingresos se contabilizaron previamente en los cálculos presupuestarios del equipo económico para que
las cuentas ‗cerraran‘; y esto quedó documentado en los papers entregados a los bancos acreedores‖ (Fundación
―Consejo para el Proyecto Argentino‖, 1992: 42).
220
Partiendo de que se había estimado recaudar 1.300 millones de dólares por la cesión de entre el 35% y 50%
de las áreas, puede calcularse que por el 60% y 90% de éstas el precio hubiera oscilado en torno de los 2.275
millones de dólares (asumiendo que los porcentajes fueron aumentados en promedio un 75%). A partir de allí se
puede deducir que lo percibido (803,6 millones de dólares) es apenas el 35% de lo proyectado.

121
Capítulo 2. El proceso de fragmentación de Y.P.F. (1989-1993)

(Cuadro 2.7). Como puede apreciarse, las empresas que consiguieron asociarse con Y.P.F.
S.A. se encontraban operando en el país hacía varios años, por lo que no es plausible sostener
que se generó un ingreso de nuevos capitales en estas zonas.
El programa de concesión de áreas centrales incluyó también las Cuencas Austral y
Noroeste. En cuanto a la primera de ellas, las tres áreas licitadas (Tierra del Fuego y Santa
Cruz I y II) tenían un potencial gasífero importante, entre el 6% y 9% de las reservas del país,
mientras que poseían un flujo de extracción anual de petróleo del 11% en 1992, a pesar de
contar con el 4% de las reservas de crudo nacional. Por estos yacimientos, desde el gobierno
se pretendía recaudar entre 500 y 600 millones de dólares. En tal sentido, se fijó una primera
base, por el 70% de las tres áreas de la Cuenca, de 356,3 millones de dólares 221. A pesar de
las expectativas del oficialismo para alcanzar los valores deseados, dado su potencial
gasífero, y que todavía no estaba definido el marco regulatorio para este hidrocarburo, la
primera vuelta fracasó, en tanto que solamente logró firmarse el acuerdo para el área Santa
Cruz I por 55,0 millones de dólares (un 25% más que el precio base) con el consorcio
Quintana Petroleum, Marc Rich y Compañía General de Combustibles (Soldati).
En consecuencia, el gobierno decidió bajar el precio base, por las áreas restantes, a 247,7
millones de dólares222. A partir de allí, se presentaron los distintos oferentes y se terminaron
adjudicando las áreas. Por un lado, en Tierra del Fuego la petrolera estatal se asoció con el
consorcio conformado por Bridas, Valdana (propiedad de Bridas), Chauvco Resources y
Coastal Argentina. Por otra parte, Santa Cruz II fue concedida a Pérez Companc, Astra e Inter
Rio Holding Establishment (del primero de los holdings). En relación con esta última área,
cabe resaltar que Pérez Companc estaba interesado dado que es lindera al área Faro Vírgenes,
operada por esta firma (Cuadro 2.7).
Por el total de las áreas de esta cuenca, el Estado recaudó 340,1 millones de dólares, cerca
de un 40% por debajo de lo que se había proyectado (entre 500 y 600 millones de dólares), un
4,5% menos de la primera base (356,3 millones de dólares) y un 16,7% más que el precio
base final (291,5 millones de dólares).
Finalmente, en noviembre de 1992 se logró cerrar la licitación de las últimas áreas
centrales, ubicadas en la Cuenca Noroeste: Palmar Largo y Aguaragüe. Los yacimientos de
estas zonas, eran ricos en petróleo (poseían alrededor del 7% de las reservas del país) y en gas
natural (contenían entre el 8% y 11% de los reservorios argentinos); no obstante, la
extracción de petróleo hacia 1992 era del 2% de la del conjunto de la actividad. Conforme la
voluntad del Presidente, el precio base de ambas áreas se fijó en 146,6 millones de dólares 223.
El proceso contó con la participación de 5 consorcios que se disputaron estos yacimientos y
que, finalmente, fueron adjudicados por un precio de 210,6 millones de dólares (un 43,7%
superior al precio base).

221
Los valores por área eran: 153,7 millones para Tierra del Fuego y 43,8 millones para Santa Cruz I y 158,9
millones para Santa Cruz I y II, respectivamente).
222
Los precios respectivos eran: 132,7 millones de dólares por el área de Tierra del Fuego y 115,0 millones por
Santa Cruz II, 13,7% y 27,6% inferiores, respectivamente, al precio base original.
223
Si se desagrega la información se observa que por Aguaragüe el monto mínimo a superar rondaba los 113,3
millones de dólares, mientras que en Palmar Largo la cifra era de 33,4 millones de dólares.

122
Cuadro 2.7. Áreas centrales concesionadas por Y.P.F. al capital privado, 1989-1992
Reser- Reser- Reservas Diferen-
Reser- Diferen-
Fecha vas de vas de de gas cia en
Extrac- vas de cia en Precio
de petróleo gas natural gas
% de ción de petróleo petróleo en
Decre- aproba- (Y.P.F. natural (Y.P.F. natural
Cuenca Área asocia petróleo, (GCA*, entre Empresa adquiriente y porcentaje de participación millo-
to N° ción de S.E., (GCA*, S.E., entre
ción 1992 (en miles de GCA e nes de
la 3 miles de millones millones GCA e
m /día) m3), Y.P.F. dólares
norma m3), de m3), de m3), Y.P.F.
1989 S.E.
1989 1989 1989 S.E.
Golfo San Tordillo 1.211 jun-91 90 2.309 7.607 7.607 0,0 765 765 0,0 Tecpetrol (42,75%); Petrolera Santa Fe/G.Santa Fe Energy 179,1
Jorge (18%); Energy Development Corporation (11,25%); Entre
Ríos Inversiones (18%)
Golfo San El Huemul- 1.042 jun-91 70 2.178 6.415 6.941 -7,6 2.254 3.771 -40,2 Total Austral (70%) 170,5
Jorge Koluel
Kaike
Neuquina Puesto 1.243 jun-91 60 7.631 16.753 16.897 -0,9 1.906 4.553 -58,1 Compañía Naviera Pérez Companc (34,2%); Oxy (24,3%); 286,3
Hernández Petrolera Patagónica (0,75%); Inter Rio Holding
Establishment (0,75%)
Cuyana Vizcacheras 1.041 jun-91 90 2.295 9.244 9.244 0,0 393 633 -37,9 Astra (45%); Repsol (45%) 167,7
Subtotal 14.412 40.019 40.689 -1,6 5.318 9.722 -45,3
Austral Santa Cruz S/I dic-91 70 721 186 24 675,0 1.689 391 332,0 Quintana Petroleum (19,99%); Marc Rich (17,5%); Cía. 55,0

Capítulo 2. El proceso de fragmentación de Y.P.F. (1989-1993)


I* Gral. de Combustibles (32,64%)
Austral Tierra del 184 ene-92 70 1.196 6.773 6.783 -0,1 30.684 28.303 8,4 Bridas (10%); Valdana (26,65%); Chauvco Resources 143,5
Fuego* (16,33%); Coastal Argentina (17%)
Austral Santa Cruz 398 mar-92 70 7.779 1.719 2.514 -31,6 13.322 13.322 0,0 Compañía Naviera Pérez Companc (28%); Astra (28%); 141,6
II* Inter Rio Holding Establishment (14%)
Subtotal 9.695 8.678 9.321 -6,9 45.695 42.016 8,8
Noroeste Aguaragüe 1.446 nov-92 55 680 11.049 20.592 -46,3 58.526 58.526 0,0 Tecpetrol (19,64%); Ampolex (19,64%); Cía. Gral. de 174,6
Combustibles (3,92%); Braspetro (11,78%)
Noroeste Palmar 2.444 nov-92 70 1.277 3.791 3.791 0,0 491 491 0,0 Pluspetrol (20,3%); Norcen (17,85%); Cía. Gral. de 36,1
Largo Combustibles (17,85%); Dong Won (14%).
Subtotal 1.956 14.840 24.383 -39,1 59.017 59.017 0,0
Total 9 1991-92 26.064 63.537 74.393 -14,6 110.030 110.755 -0,7 1.354,4
*En base a Kozulj y Bravo (1993), para el área Santa Cruz I se consideró el yacimiento Ototel Aike. Para Tierra del Fuego, los yacimientos San Sebastián, Cañadón Piedras, La Sara y Cañadón Alfa. Respecto de Santa
Cruz II se consideraron Río Sur Chico, Cóndor Oeste, Cóndor, Chimen Aike y Cerro Redondo
Fuente: Elaboración propia en base a información suministrada por Ley N° 24.145; Decretos señalados; Dromi (1990); Ministerio de Economía y Obras y Servicios Públicos (1990-1994); Dromi (1991); Informe
PEREL PERAL; Kozulj y Bravo (1993); Fundación ―Consejo para el Proyecto Argentino‖ (1992); IAPG; Gaffney, Cline & Associates (1990).

123
Capítulo 2. El proceso de fragmentación de Y.P.F. (1989-1993)

En este sentido, el 70% de Palmar Largo fue concedido por 36,1 millones de dólares a
Pluspetrol, Norcen, Compañía General de Combustibles (Soldati) y Dong Won. Asimismo, el
55% de Aguaragüe fue obtenido por Tecpetrol, Ampolex, Compañía General de
Combustibles (Soldati) y Braspetro, por 174,6 millones de dólares.
En conjunto, por el total de las 9 áreas centrales, las cuales tenían una extracción diaria de
petróleo, en volúmenes de 1992, de 26.064 m3, 29,5% del total y un nivel de reservas de
crudo y de gas natural de entre el 20% y 15%, respectivamente, el Estado recaudó 1.354,4
millones de dólares, un monto similar de lo que el gobierno esperaba cobrar solamente por las
primeras 4 áreas licitadas. Asimismo, y un dato no menor, si el objetivo, tal como lo
expresaban, era crear un mercado de libre disponibilidad para abastecer a las refinerías
privadas, con la reconversión de los contratos de explotación y las áreas de interés
secundario, que sumaban un flujo de extracción de petróleo cercano a los 11,5 millones de
m3, alcanzaba para satisfacer las demandas de las destiladoras privadas. De alguna manera, lo
que está expresando este hecho, es la causa real de la reestructuración del mercado petrolero:
en síntesis, la voluntad de los capitales que participaban en el sector, sumado a otros
operadores internacionales que buscaban ingresar al mercado, de obtener una mayor
participación en la renta petrolera.

Cuadro 2.8. Participación de grupos económicos y empresas transnacionales en las áreas centrales concesionadas (en valores
absolutos y %)*
Participa- Acumulado
Único
ción % sobre de áreas en
opera Total %
comprar- total las que tienen
dor
tida injerencia
Perez Companc (Compañía Naviera Pérez Companc; Entre Ríos 3 3 33,3 3 33,3
Inversiones; Petrolera Patagónica; Inter Rio Holding
Establishment)** (Argentina)
Compañía General de Combustibles (Soldati) (Argentina) 3 3 33,3 6 66,7
Astra CAPSA (Argentina) 2 2 22,2 7 77,8
Tecpetrol (Techint) (Argentina) 2 2 22,2 7 77,8
Total Austral (Francia) 1 1 11,1 8 88,9
Bridas (Bridas; Valdana)** (Argentina) 1 1 11,1 9 100,0
Pluspetrol (Argentina) 1 1 11,1 9 100,0
Santa Fe Energy (EEUU) 1 1 11,1 9 100,0
Quintana Petroleum (EEUU) 1 1 11,1 9 100,0
Repsol (España) 1 1 11,1 9 100,0
Occidental Exploration (Oxy) (EEUU) 1 1 11,1 9 100,0
Ampolex (Australia) 1 1 11,1 9 100,0
Braspetro (Brasil) 1 1 11,1 9 100,0
Chauvco Resources Ltd. (Canadá) 1 1 11,1 9 100,0
Coastal Argentina (EEUU) 1 1 11,1 9 100,0
Dong Won (Corea) 1 1 11,1 9 100,0
Energy Development Corporation (EEUU) 1 1 11,1 9 100,0
Marc Rich (Suiza) 1 1 11,1 9 100,0
Norcen (Canadá) 1 1 11,1 9 100,0
Total de áreas 9 9 9 100,0
*El total del porcentaje excede el 100% dado que se está contemplando la cantidad de áreas en las que cada grupo tiene
participación tanto como operador único o compartido. No obstante, aquellas áreas en las que una empresa intervenía con otra
de su propiedad fueron consideradas con una única participación.
**Dado que Compañía Naviera Pérez Companc participa junto con otras empresas en un área con Petrolera Patagónica e Inter
Rio Holding Establishment (controladas por ésta), se decidió no computar sus participaciones para no contabilizar dos veces o
más a la empresa en la misma área. El mismo método se utilizó con las áreas de Bridas y Valdana.
Fuente: Elaboración propia en base al Cuadro 2.7

En el Cuadro 2.8 se puede apreciar la participación que los respectivos grupos


económicos o conglomerados extranjeros tuvieron en las 9 áreas centrales concesionadas al

124
Capítulo 2. El proceso de fragmentación de Y.P.F. (1989-1993)

capital privado. Del análisis del cuadro emerge, en primer lugar, la existencia de una gran
cantidad de empresas participando del negocio, lo que estaría señalando la gran productividad
y rentabilidad de los yacimientos en cuestión. En segundo lugar, nuevamente se observa que
los grupos económicos con mayor intervención en las áreas son los mismos que crecieron
fuertemente con la última dictadura militar-civil y que controlaron la mayor cantidad de áreas
de interés secundario y áreas reconvertidas: Pérez Companc participaba en tres áreas,
Compañía General de Combustibles en idéntica cantidad y Astra Capsa en dos al igual que
Tecpetrol. Además, si se contemplan las primeras tres firmas del cuadro, con sus respectivas
subsidiarias, y se realiza un trabajo más cualitativo, se puede observar que, con mayor o
menor participación, tienen injerencia en siete de las nueve áreas (77,8%). En definitiva, sólo
seis empresas (Pérez Companc, Compañía General de Combustibles, Astra Capsa, Tecpetrol,
Total Austral y Bridas) tuvieron macada intervención en todas las áreas. Finalmente, cabe
señalar la participación, por primera vez, de algunas empresas de capital extranjero que
posteriormente tendrán gran incidencia en el mercado petrolero: Braspetro y Repsol (en rigor,
esta última obtuvo, también junto a Astra, la concesión de cuatro áreas de interés secundario).

2.4.4. La fragmentación de Y.P.F. S.A.: “permisos de exploración”


En octubre de 1991, cuando se desarrollaba en el país el XIII Congreso Mundial del
Petróleo, el presidente Menem lanzó el denominado ―Plan Argentina de exploración‖, el cual
consistía, en el marco de la política de eliminación de la intervención del Estado en el
mercado de hidrocarburos, en una licitación Pública Internacional para concursar 140 áreas224
en todas la cuencas sedimentarias del país, con la finalidad de expandir la actividad
exploratoria por medio de permisos de exploración con los mismos beneficios descriptos para
las concesiones de explotación —libre disponibilidad del hidrocarburo extraído y del 70% de
las divisas generadas por su venta, libertad para exportarlo, etc.—. El objetivo explícito del
gobierno era acrecentar el horizonte de reservas que, como se detalló en los Cuadros 1.17,
1.18 y 1.22, estaba en descenso desde 1976. A su vez, si bien respondía a la nueva lógica que
asumía el mercado a través de su nueva arquitectura institucional, este plan pretendía revertir
los exiguos resultados del Plan Houston. Asimismo, a diferencia de este último, no obligaba a
las firmas privadas a asociarse con la petrolera estatal, ni debían abonar ningún derecho para
realizar la exploración, sino únicamente asumir un compromiso de inversión (que no debía
ser inferior a 1,5 millones de dólares). Las áreas licitadas en el Plan Houston sumadas a estas
nuevas realizadas en el marco del Plan Argentina transferían una superficie cercana al 94%
del país225, por lo que reducía notablemente la zonas de exploración de Y.P.F. S.A..
La implementación del Plan consistió en un sistema de apertura periódica de licitaciones
durante los meses impares que, en una primera instancia, contempló alrededor de veinte
zonas revertidas del Plan Houston. Las primeras rondas realizadas hasta 1993 dieron como
resultado la adjudicación al capital privado de 23 áreas para su exploración (Cuadro 2.9).
224
Si bien se lanzó el Plan con esa cantidad de áreas, el número posteriormente se incrementó dado que la Ley
establecía que se consideraba ―áreas sujetas a permisos de exploración, todas aquellas que sean objeto de
renuncia o reversión a favor del Estado Nacional‖.
225
Hasta 1985 Y.P.F. tenía asignada el 93,1% de la superficie explorable del país y el resto estaba bajo
responsabilidad de operadores que habían contraído ese compromiso bajo las Leyes N° 17.319 y N° 21.778
(contratos de riesgo, de 1978).

125
Cuadro 2.9. Áreas licitadas y transferidas al capital privado en calidad de permisos de exploración, en el marco del Decreto N° 2.178/91 (Plan Argentina), 1991-1993
Concurso Fecha de
Público aproba-
Cuenca Área Norma N° Empresa adquiriente y porcentaje de participación
Interna- ción de
cional N° la norma
E-01/92 Neuquina Cerro Manzano Decreto 1.642 ago-91 Bridas
E-01/92 Noreste Campo Gallo Decreto 1.643 ago-91 Y.P.F. S.A.; Triton Argentina Inc.; Santa Fe Energy Company of Argentina; Sol
Petroleo S.A.
E-01/92 Noreste Pampa del Infierno Decreto 1.644 ago-91 Bridas
E-01/92 Noreste Añatuya Decreto 1.244 jul-92 Bridas; Coastal Oil & Gas Corporation
E-01/92 Noreste Sachavoj Resolución 60 oct-92 Victrix Petroleum S.A.; Operaciones Especiales Argentinas S.A.
E-01/92 Noroeste Yatasto Decreto 2.475 dic-92 Pluspetrol S.A.; Y.P.F. S.A.
E-01/92 Noroeste Coronel Moldes Decreto 2.472 dic-92 Pluspetrol S.A.; Y.P.F. S.A.
E-01/92 Cuyana y bolsones Sierra Morada Decreto 2.474 dic-92 BHP Petroleum; Union Pacific Petroleum
E-01/92 Cuyana y bolsones Santa Rosa Decreto 2.464 dic-92 Chauvco Resources (Arg) S.A.
E-01/92 Cuyana y bolsones Río Desaguadero Decreto 2.467 dic-92 Marathon Petroleum Arg.
E-01/92 Cuyana y bolsones Mendoza Decreto 2.473 dic-92 Occidental Exploration Of Argentina Inc.
E-01/92 Neuquina China muerta Decreto 2.462 dic-92 Victrix Petroleum S.A.; Bridge Oil Argentina Inc; Crusader Inc.

Capítulo 2. El proceso de fragmentación de Y.P.F. (1989-1993)


E-01/92 Neuquina Zapala Decreto 2.468 dic-92 Victrix Petroleum S.A.; Operaciones Especiales Argentinas S.A.
E-01/92 Neuquina Malargue Sur Decreto 2.463 dic-92 Tritron Argentina Inc.; Cadipsa S.A.
E-01/92 Neuquina Confluencia Decreto 2.467 dic-92 Victrix Petroleum S.A.; Bridge Oil Argentina Inc; Ampolex Ltd; Crusader Inc.
E-01/92 Golfo San Jorge Buen Pasto Decreto 2.470 dic-92 Pluspetrol S.A.; Y.P.F. S.A.; Sipetrol S.A.; Norcen Int. Ltd.; Triton Arg. Inc.
E-01/92 Golfo San Jorge Río Senguer Decreto 2.476 dic-92 Union Pacific Petroleum Arg. Ltd.
E-01/92 Austral Río Turbio Decreto 2.465 dic-92 Pérez Companc; Astra Capsa; Inter Rio Holding Establishment
E-01/92 Austral Río Grande Sur Decreto 2.466 dic-92 Chauvco Resources (Arg) S.A.
E-01/92 Neuquina Río Negro norte Decreto 2.471 dic-92 Compañía Naviera Pérez Companc
E-01/92 Costa Afuera Plataforma Resolución 152 may-93 Norcen Int. Ltd.
Argentina Continental
E-01/92 Noroeste Río Colorado S/I S/I jun-93 Hinton International
E-01/92 Neuquina Estación Cervantes S/I S/I jun-93 Petrolera San Jorge
Fuente: Elaboración propia en base a información suministrada por Ley N° 24.145; Decretos señalados; Dromi (1990); Ministerio de Economía y Obras y Servicios Públicos
(1990-1994); Dromi (1991); Informe PEREL PERAL; Kozulj y Bravo (1993); Fundación ―Consejo para el Proyecto Argentino‖ (1992); IAPG; Gaffney, Cline &
Associates (1990).

126
Capítulo 2. El proceso de fragmentación de Y.P.F. (1989-1993)

A primera vista, queda de manifiesto, al igual que en los contratos de exploración


propiciados por la última dictadura y en el Plan Houston del radicalismo, la aversión del
capital privado para asumir inversiones de riesgo. Expresión de esto es que en tres años
solamente se entregaron 23 permisos de exploración sobre 140 que se licitaron, apenas el
16,4%. Al analizar el cuadro 2.10 se puede apreciar que, al igual que en el Plan Houston
(Cuadro 1.21), el mayor número de empresas fue de origen extranjero. Sin embargo, si se
consideran las de capital nacional, entre las que más áreas adquirieron se encuentran: Pérez
Companc, Pluspetrol, Astra Capsa, Bridas y Techint (Cadipsa). Otro dato relevante es que la
mayor empresa que adquirió derechos de exploración fue la petrolera estatal siendo,
nuevamente, la que mayor riesgo asumió.

Cuadro 2.10. Participación de grupos económicos y empresas transnacionales en las áreas de exploración entregadas en el marco del
Plan Argentina (en valores absolutos y %)*
Acumulado
% sobre Participa- % sobre el % sobre
Único de áreas en
el total ción total de Total el total %
operador las que tienen
de áreas compartida áreas de áreas
injerencia
Y.P.F. S.A. (Argentina) 4 17,4 4 17,4 4 17,4
Victrix Petroleum S.A. 4 17,4 4 17,4 8 34,8
Bridas (Argentina) 2 8,7 1 4,3 3 13,0 11 47,8
Pluspetrol S.A. (Argentina) 3 13,0 3 13,0 11 47,8
Triton Arg. Inc. (EEUU) 3 13,0 3 13,0 12 52,2
Chauvco Resources (Arg) S.A. (Canadá) 2 8,7 2 8,7 14 60,9
Pérez Companc (Compañía Naviera Pérez 1 4,3 1 4,3 2 8,7 16 69,6
Companc; Pérez Companc e Inter Holding
Establishment) (Argentina)
Norcen Int. Ltd. (Canadá) 1 4,3 1 4,3 2 8,7 17 73,9
Union Pacific Petroleum Arg. Ltd. 1 4,3 1 4,3 2 8,7 19 82,6
(Canadá)
Bridge Oil Argentina Inc (Inglaterra) 2 8,7 2 8,7 19 82,6
Crusader Inc. (Inglaterra) 2 8,7 2 8,7 19 82,6
Operaciones Especiales Argentinas S.A. 2 8,7 2 8,7 19 82,6
Hinton International 1 4,3 1 4,3 20 87,0
Marathon Petroleum Arg. (EEUU) 1 4,3 1 4,3 21 91,3
Occidental Exploration Of Argentina Inc. 1 4,3 1 4,3 22 95,7
(EEUU)
Petrolera San Jorge (Argentina) 1 4,3 1 4,3 23 100,0
Ampolex Ltd. (Australia) 1 4,3 1 4,3 23 100,0
Astra Capsa (Argentina) 1 4,3 1 4,3 23 100,0
Bhp Petroleum (Australia) 1 4,3 1 4,3 23 100,0
Cadipsa S.A. (Argentina) 1 4,3 1 4,3 23 100,0
Coastal Oil & Gas Corporation (EEUU) 1 4,3 1 4,3 23 100,0
Sipetrol S.A. (Chile) 1 4,3 1 4,3 23 100,0
Total de áreas de exploración 23 23 23 23
*El total del porcentaje excede el 100% dado que se está contemplando la cantidad de áreas en las que cada grupo tiene participación
tanto como operador único o compartido. No obstante, aquellas áreas en las que una empresa intervenía con otra de su propieda d
fueron consideradas con una única participación.
Fuente: Elaboración propia en base al Cuadro 2.9

2.4.5. La fragmentación de Y.P.F. S.A.: otros activos del mercado primario


En virtud de lo establecido por el Plan de Transformación de Y.P.F. S.A., siempre en el
marco de las leyes madre que habilitaron los procesos de privatización, se dispuso la
licitación de un conjunto de activos de la petrolera que, en los parámetros de la consultora
McKinsey, no eran estratégicos y/o tampoco rentables.
Conforme esto, luego de las licitaciones pertinentes se privatizaron diversos activos de la
empresa. El primero en ser vendido fue el complejo Campo Durán, conformado por la
refinería ubicada en Salta y el poliducto que unía la destilería con la planta Montecristo en la

127
Capítulo 2. El proceso de fragmentación de Y.P.F. (1989-1993)

provincia de Córdoba. Este ducto, tenía una extensión de 1.108,9 km y una capacidad de
transportar 5.500 m3 de derivados del petróleo crudo por día (SIGEP, 1991). En noviembre
de 1992, el consorcio liderado por Pluspetrol resultó adjudicatario, por 64,1 millones de
dólares, del 70% de sus acciones conservando Y.P.F. S.A. el 30% restante. Esta no había sido
la única propuesta recibida por la petrolera estatal, sino que también se había presentado la
sociedad formada por Compañía General de Combustibles (Soldati), Algas y DAPSA
(Soldati), con una oferta de 58,0 millones de dólares, la cual fue desestimada por ser inferior
a la anterior. Tal como se observa en el Cuadro 2.11, el consorcio ganador, el cual constituyó
la empresa Refinería del Norte S.A. (Refinor), estaba integrado por Pérez Companc (28%),
Pluspetrol (21%), Isaura (10,5%) y Astra (10,5%).
El otro ducto en el que la petrolera estatal vendió el 70% de las acciones fue el Allen-
Puerto Rosales, convertido luego en Oleoductos del Valle S.A.. Bajo esta operación se
estaban transfiriendo al dominio privado los troncales de acceso al oleoducto Allen junto con
el ducto que finaliza en la terminal Puerto Rosales, con una capacidad de transportar por una
extensión de 1.000 kilómetros, alrededor de 24.000 m3 de petróleo crudo por día226. A la
licitación se presentaron dos consorcios: el primero, conformado por Pérez Companc
(23,1%), Bolland y Cía. (14,0%), Bridas SAPIC (11,9%), Pluspetrol (11,9%), Astra (7,0%) y
Tecpetrol (2,1%), ofertó 77,1 millones de dólares; mientras que el segundo, compuesto por
Compañía General de Combustibles (Soldati) (67,2%) e Interpetrol S.A. 227 (2,8%), ofreció
76,0 millones de dólares, por lo que se le adjudicó al primero de ellos por medio de la
resolución del Ministerio de Economía y Obras y Servicios Públicos N° 269, en enero de
1993 (Cuadro 2.11). La propuesta del consorcio liderado por Pérez Companc, vale señalar,
consistía en un pago del 20% al contado y el resto se financiaría en cuotas semestrales.
En la misma resolución por medio de la cual se llamó a Concurso Público Nacional e
Internacional para licitar el oleoducto mencionado (la N° 1.400/92), se dispuso también la
privatización del 70% de las acciones de la Estación de Bombeo y Terminal Marítima Puerto
Rosales (Ebytem S.A.) 228 . Para este activo se presentaron, nuevamente, dos oferentes: el
primero, fue la empresa Isaura (dedicada al mercado secundario, fundamentalmente
226
En rigor, la privatización contemplaba, dentro de los ductos troncales que desembocan en Allen: el ducto
Puesto Hernández (provincia de Neuquén)-Medanito, desde su cabecera de bombero en Puesto Hernández
incluyéndola; la estación de bombeo km 54 (provincia de Río Negro); otra ubicada en Medanito (provincia de
Río Negro); el ducto Medanito-Allen, desde esta última estación de bombeo hasta la estación terminal Allen
(provincia de Río Negro); otro ducto de 14'' de diámetro que une Allen con la estación de Centenario y la
estación de Callacó —incluidas ambas estaciones (provincia de Neuquén)—; un cuarto ducto de 10'' de diámetro
que une la estación de Challacó con la destilería de Plaza Huincul (provincia de Neuquén) y la estación de
bombeo y terminal Allen (provincia de Río Negro). Asimismo, el sistema de oleoductos Allen-Puerto Rosales
está compuesto por: los dos ductos de 14'' que unen la estación de Allen con la estación de bombeo y terminal
de Puerto Rosales (provincia de Buenos Aires); y las estaciones de bombeo intermedias y auxiliares
Chinchinales Chimpay y Zorrilla y Pichi Mahuida (provincia de Río Negro), Río Colorado (provincia de La
Pampa), Algarrobo y Salitral de la Vidriera (provincia de Buenos Aires).
227
Interpetrol S.A. era una empresa de capitales mixtos dedicada a la comercialización en el exterior de los
hidrocarburos, en la que Y.P.F. S.E. poseía el 49% de las acciones, las cuales fueron compradas en enero de
1993 por el grupo Soldati.
228
La transferencia incluía: el usufructo de los inmuebles localizados en el paraje Punta Cigüeña perteneciente
al partido Coronel de Marina Leonardo Rosales; la playa de tanques cuya capacidad total de diseño era de 480
mil m3; el sistema de bombeo cabecera del oleoducto Puerto Rosales-La Plata y otro para carga de buques; el
sistema de carga/descarga S.P.M. para BB/TT de hasta 60.000 DWT denominado Punta Cigüeña y el de hasta
40.000 DWT denominado Punta Ancla y, por último, la monoboya de respeto S.P.M. para BB/TT de hasta
40.000 DWT.

128
Capítulo 2. El proceso de fragmentación de Y.P.F. (1989-1993)

refinación de crudo y comercialización de derivados) que realizó el mayor ofrecimiento, 19,0


millones de dólares; frente al consorcio integrado por Pérez Companc, Interpetrol, Astra,
Compañía General de Combustibles (Soldati), Sernova, Bridas y Pluspetrol, que presentó una
oferta de 16,1 millones de dólares. Conforme esto, en enero de 1993 se le adjudicó a Isaura el
70% de las acciones de Ebytem S.A. (Cuadro 2.11).
A mediados de 1993 se llamó nuevamente a Concurso Público Nacional e Internacional
para, en este caso, seleccionar las empresas que estuvieran interesadas en adquirir el 70% de
las acciones de la Terminales Marítimas Patagónicas S.A., una sociedad encargada de la
prestación de los servicios de almacenaje y embarque de petróleo crudo de las terminales
marítimas de Caleta Córdova, ubicada en la provincia de Chubut y Caleta Olivia, en Santa
Cruz, ambas en el Golfo San Jorge. Se presentaron tres consorcios con la intención de
ingresar a esta sociedad: por un lado, la norteamericana Galveston Houston Co. que realizó
una oferta por 5,5 millones de dólares; por el otro, la sociedad Plusvi Petrol (56%) y
Formicruz S.E. (14%) que presentaron en los pliegos una propuesta de 8,5 millones de
dólares; y, finalmente, el consorcio compuesto por Pérez Companc (13,8%) Astra Capsa
(6,0%), Bridas SAPIC (4,8%), Dapetrol —Techint— (9,2%), Amoco Andina (20,3%),
Cadipsa —Techint— (5,3%), CAPSA (3,2%), Total Austral (7,4%) que hizo un ofrecimiento
de 10,1 millones de dólares y, por tal razón, en octubre de ese año logró asociarse con Y.P.F.
S.A. en la empresa (Cuadro 2.11).
La política de fragmentar a la petrolera estatal incluyó la transferencia del comercio
marítimo de hidrocarburos, ya sea en lo que respecta al 70% de las acciones de la empresa
que controlaba Y.P.F. S.A., Transportes Marítimos Petroleros S.A., como en lo relativo a la
flota marítima que ésta poseía. Con respecto a la primera, esa compañía, propietaria de cuatro
buques petroleros con una capacidad de 175.624 toneladas métricas (Ingeniero Fuchs,
Humberto Behin, Presidente Arturo Illia y Capitán Constante) se licitó con ciertos requisitos,
entre los que se encontraban que el nuevo consorcio tuviera experiencia en la gestión de por
lo menos tres buques de arqueo superior a 500 toneladas, experiencia naval en el transporte
de 100 mil toneladas de carga y un patrimonio neto de 2 millones de dólares. A su vez, el
pliego establecía que por un período de tres años, Y.P.F. S.A. contrataría con la nueva
sociedad el transporte anual de 3 millones de m3 de su comercio de cabotaje marítimo de
crudo.
A la licitación se presentaron cuatro sociedades, una de las cuales (World Carrier Marine
Investment S.A.) fue descalificada. Entre las tres restantes se encontraban Oceanmarine S.A.
que ofertó la suma de 24,0 millones de dólares; Tsakos Shipping & Trading S.A., 28,0
millones de dólares y Antares Naviera S.A. (conformadas por Antares Naviera —Astra—,
38,5%; Ultragas International S.A., 17,5%; Ciamar S.A., 7%; y Del Bene S.A., 7%), con un
ofrecimiento de 41,9 millones de dólares, que le permitió, en tanto fue el más alto, obtener el
70% de las acciones de la empresa (Cuadro 2.11).

129
Cuadro 2.11. Privatización de activos de Y.P.F. S.A. ubicados en el mercado primario, 1992-1993
Fecha de
Precio en
Tipo de aproba-
Sector Activo Nombre Empresa adquiriente y porcentaje de participación Norma N° millones
operación ción de
de dólares
la norma
Ductos Poliducto Campo Durán hasta entrada Planta Venta del Refinor S.A.: Pérez Companc (28%), Pluspetrol (21%), Isaura Decreto 2445 nov-92 64,1
Montecristo* 70% (10,5%) y Astra (10,5%)
Ductos Oleoducto Troncales de acceso a Allen y Venta del Pérez Companc (23,1%); Bolland y Cía. (14,4%); Bridas Resolución 269 ene-93 77,1
Oleoducto Allen - Estación Puerto 70% (11,9%); Pluspetrol (11,9%); Astra (7%) y Tecpetrol (2,1%)
rosales (20% al contado y el resto en cuotas mensuales). Luego se
convierte en Oleoductos del Valle S.A.
Bombeo Bombeo de Estación de Bombeo y Terminal Venta del Isaura Resolución 139 ene-93 19,0
petróleo Marítima Puerto Rosales (Ebytem) 70%
Flota Buque Tanque** Florentino Ameghino Venta Lunmar Naviera S.A. Resolución 918 ago-93 0,5
Cabo Espíritu Santo Venta Naviera Sur Petrolera S.A. Resolución 1.042 sep-93 2,2
Puerto Diamante Venta Naviera Sur Petrolera S.A. 1993
Campo Durán Venta Naviera Sur Petrolera S.A. 1993
Cañadón Seco Venta Constant Shipping LTD 1993 0,9
Puerto Rosales Venta Constant Shipping LTD 1993 0,8
Puerto Posadas Venta Naviera Sur Petrolera S.A. 1993
Ingeniero Reca Venta Naviera Sur Petrolera S.A. Resolución 916 ago-93 0,6

Capítulo 2. El proceso de fragmentación de Y.P.F. (1989-1993)


Goya Venta Naviera Sur Petrolera S.A. Resolución 916 ago-93 0,1
Hernandarias Venta Naviera Sur Petrolera S.A. 1993
Ministro Ezcurra Venta Naviera Sur Petrolera S.A. 1993
Ingeniero Villa Venta Antares Naviera S.A. (ASTRA) 1993 2,9
Libertador San Martín Venta Antares Naviera S.A. (ASTRA) 1993 2,9
Ingeniero Silveira Venta Naviera Sur Petrolera S.A. 1993
13 de diciembre Venta Global Marketin Systems 1993 0,2
Gral. Güemes Venta Lunmar Naviera S.A. Resolución 918 ago-93 0,5
Ingeniero Hermite Venta Lunmar Naviera S.A. Resolución 918 ago-93 0,6
Ingeniero Huergo Venta Melton Trading Panamá Resolución 1.548 dic-93 0,9
Medanito Venta Constant Shipping LTD 1993 1,0
San Lorenzo Venta Global Marketin Systems 1993 0,3
Transporte Acciones Transportes Marítimos Petroleros S.A. Venta del Antares Naviera -Astra- (38,5%), Ultragas International S.A. ago-93 41,9
marítimo de (incluye los buques Ingeniero Fuchs, 70% (17,5%), Ciamar S.A. (7%) y Del Bene S.A. (7%)
hidrocarburos Humberto Behin, Presidente Arturo Illia
y Capitán Constante)
Explotación Terminales Caleta Córdova y Caleta Olivia Venta del Pérez Companc (13,79%), Astra (6,02%), Bridas (4,83%), oct-93 10,1
de terminales marítimas 70% Dapetrol (9,24%), Amoco Andina (20,3%), Cadipsa (5,32%),
patagónicas Cías. Asociadas Petroleras (3,15%) y Total Austral (7,35%)

130
Perforación Equipos de Lote 04; Rotary 22; Marca Upetrom 320 Venta Cadesa S.A. 0,3
perforación y Lote 05; Rotary 33; Marca Ideco H-40 Venta Estirpe S.A. 0,2
terminación
Lote 06; Rotary 11; Marca National 110 Venta Cadesa S.A. 0,4
Lote 10; Rotary 30; Marca Upetrom 150 Venta Tecnicagua S.A. 0,5
Lote 11; Rotary 31; Marca Upetrom 150 Venta Tecnicagua S.A. 0,5
Lote 12; Rotary 32; Marca Upetrom 150 Venta Cadesa S.A. 0,3
Lote 16; Rotary 21; Marca Upetrom 200 Venta Tecnicagua S.A. 0,3
Lote 17; Rotary 15; Marca Ideco H-525 Venta Drillers Int. 0,2
Lote 19; Rotary 18; Marca Ideco H-40 Venta Drillers Int. 0,2
Lote 20; Rotary 01; Marca Ideco H-40 Venta Clear S.R.L. 0,2
Lote 21; Rotary 24; Marca Upetrom 200 Venta Parker Drilling Int. 0,5
Lote 22; Rotary 73; Marca Ideco H-525 Venta Parker Drilling Int. 0,3
Lote 23; Rotary 25; Marca Oilwell 66 Venta Parker Drilling Int. 0,3
Lote 24; Rotary 65; Marca Oilwell 66 Venta Parker Drilling Int. 0,3
Lote 25; Rotary 23; Marca Oilwell 66 Venta Clear S.R.L. 0,3
Lote 26; Rotary 07; Marca Ideco H-40 Venta Arpetro S.A. 0,3
Lote 27; Rotary 08; Marca Ideco H-40 Venta Parker Drilling Int. 0,3

Capítulo 2. El proceso de fragmentación de Y.P.F. (1989-1993)


Lote 28; Rotary 09; Marca Ideco H-40 Venta Tecnicagua S.A. 0,3
Lote 29; Rotary 27; Marca Ideco H-40 Venta Clear S.R.L. 0,3
Lote 30; Rotary 70; Marca Oilwell 66 Venta Clear S.R.L. 0,2
Lote 31; Rotary 82; Marca Ideco H-25 Venta Vender S.A. 0,1
(RTP)
Total 1992-93 245,2
*Es necesario aclarar que el precio indicado contempla también la venta de la refinería.
**Si bien no se pudo identificar el precio al que se vendieron todos y cada uno de los buques tanque, si se sabe que por la totalidad se obtuvo 27 millones de dólares. Conforme esto, la suma final de lo recaudado
por todos los activos contempla lo percibido por el conjunto de las embarcaciones señaladas.
Fuente: Ley 24.145, Área de Economía y Tecnología, Informes privatizaciones (1990-1994).

Continuación…
131
Capítulo 2. El proceso de fragmentación de Y.P.F. (1989-1993)

Con respecto a la flota marítima propiedad de la petrolera estatal, se licitaron 20 buques


tanque, 11 lanchas y 13 embarcaciones menores. De estos últimos tres se vendieron en 1994
por 53.460 dólares, y 10 quedaron sin adjudicar, mientras que tampoco hubo interesados en
las 11 lanchas. La situación fue distinta con los buques tanque en tanto que los 20 fueron
transferidos al sector privado 229. De esta manera, tal como se observa en el Cuadro 2.11,
durante el año 1993, Naviera Sur Petrolera S.A., propiedad del Sindicato Unido de Petroleros
del Estado, adquirió nueve buques, la firma Constant Shipping LTD. tres y un número similar
Lunmar Naviera S.A.. Por su parte, la compañía Antares Naviera S.A. de la petrolera Astra
compró dos al igual que la firma Global Marketin Systems mientras que Melton Trading
Panamá tomó posesión de uno. Por el total de los buques vendidos, se recaudaron 27 millones
de dólares.
El último conjunto de activos que se entregaron en el proceso de fragmentación de Y.P.F.
S.A.230, fue el de los equipos de perforación y terminación. La venta de este material, en el
corto y mediano plazo, perjudicó en las inversiones que la petrolera estatal estaba realizando
o que pudiera ejecutar en el futuro cercano. En total se licitaron 31 equipos, pero lograron
adjudicarse 21 por un precio total de 6,1 millones de dólares. Entre los que más equipos
adquirieron se encuentran Parker Drilling Int. con cinco unidades (1,8 millones de dólares) y
Tecnicagua y Clear S.R.L. con cuatro cada uno (1,6 y 0,8 millones de dólares,
respectivamente) (Cuadro 2.11).
Por esta fase del proceso de fragmentación de la petrolera estatal, se recaudaron 245,2
millones de dólares que, comparando con lo recaudados por la concesión de las reservas, no
representa una suma muy significativa, pero sí contribuyeron a consolidar el proceso de
desarticulación tanto vertical como horizontal de Y.P.F. S.A.
En otro orden, no es casual que los grupos económicos que obtuvieron la mayor cantidad
de concesiones ya sea en las áreas secundarias, centrales o la reconversión de contratos
(Pérez Companc, Techint, Astra Capsa, Pluspetrol S.A., Bridas, Compañía General de
Combustibles —Soldati—), hayan sido quienes participaron en la asociación tanto de ductos
como de terminales marítimas y transportes marítimos, en tanto que les confería una
considerable posición dominante en el mercado a partir de la integración vertical adquirida,
más allá de la concentración que en cada sector este proceso les confirió 231. A su vez, el
control de las terminales marítimas patagónicas los posicionaba en un lugar estratégico para
el comercio internacional de hidrocarburos y sus derivados, de ahí que el consorcio integrara
a los principales grupos económicos: Pérez Companc, Astra Capsa, Bridas SAPIC, Techint,
Amoco CAPSA y Total Austral. De este modo, esta parte del proceso de fragmentación
contribuyó a consolidar un posicionamiento estratégico de los grupos económicos y
conglomerados extranjeros.

229
En rigor, es dable agregar que existió un buque tanque más que fue entregado a la Armada Argentina, el
Ingeniero Krause.
230
Vale aclarar que ciertos activos fueron transferidos luego de 1993, como por ejemplo el Centro de
Investigaciones ubicado en Florencio Varela, el cual fue cerrado en 1994. Como reemplazo, se crearon dos
centros más pequeños de tecnología aplicada, uno dedicado a la exploración y extracción, ubicado en Luján de
Cuyo (provincia de Mendoza) y otro para refinación y marketing de productos de petróleo, situado en Ensenada
(provincia de Buenos Aires).
231
Si se consideran las refinerías, aspecto que excede a este estudio por ser parte del mercado secundario, el
proceso de integración vertical es aún mayor.

132
Capítulo 2. El proceso de fragmentación de Y.P.F. (1989-1993)

2.5. La fragmentación como proceso de desarticulación de Y.P.F. S.A. como


empresa testigo y de concentración privada en el mercado primario de
hidrocarburos
El objetivo manifiesto del gobierno en relación con la amplia reforma desarrollada entre
1989 y 1993 en el mercado de hidrocarburos, tenía como puntos nodales, por un lado, la
creación de un mercado ―competitivo‖ de hidrocarburos, a través de los procesos de
fragmentación señalados, en el que ningún operador pudiera controlar, como hasta entonces
realizaba Y.P.F. S.E., grandes magnitudes de petróleo y/o gas natural. Por el otro, y vinculado
con el anterior, eliminar toda intervención del Estado y de la petrolera estatal en el mercado
hidrocarburífero, aspecto que contemplaba la desaparición de la ―mesa de crudos‖, la
liberalización de los precios de dichos recursos y la anulación de la restricción para
importar232 y exportar petróleo, gas natural y sus derivados, asumiendo que, a partir de esto y
con un ―mercado de competencia perfecta‖, el precio estaría determinado por el costo
marginal de extracción y el costo marginal de su uso, como resultado de la decisión
descentralizada de productores maximizadores de beneficios en el marco del libre juego entre
la oferta y la demanda.
Dicha competencia entre productores que buscan maximizar ganancias, a su vez,
propiciaría, por una parte, inversiones de riesgo en exploración con el consecuente impacto
en el incremento de las reservas y, por la otra, un aumento en el flujo de explotación, lo cual
produciría saldos exportables con la consecuente generación de ingresos de divisas al país. En
este mercado de ―competencia perfecta‖, argumentaban, la petrolera estatal no podía seguir
funcionando con activos no rentables ni estratégicos que aumentaran su ―ineficiencia‖,
motivo por el cual emprendieron el proceso de fragmentación —o reestructuración, en el
discurso oficial— de Y.P.F. S.E. para que pudiera adaptarse al nuevo entorno. Finalmente, el
objetivo de maximizar los beneficios por parte de los nuevos operadores, sumado a que en el
mercado de ―competencia perfecta‖ el precio de los hidrocarburos se igualaría al costo
marginal de provisión de éstos, originaría una redistribución más equitativa y eficiente de la
renta petrolera entre todos los actores (extractores, refinadores, comercializadores,
consumidores y el Estado), anteriormente captada por un ―Estado ineficaz‖. En función de
estos objetivos se sancionaron los Decretos N° 1.055, 1.212 y 1.589 todos de 1989, entre
otras disposiciones.
Si bien desde la corriente neoclásica, sustento teórico de las políticas del gobierno, estos
preceptos —desvinculados de la dinámica de desarrollo de cualquier sociedad— se cumplen,
como no podía ser de otra manera, en la práctica no funcionaron así. Como se observa en el
Cuadro 2.12, dentro de las áreas entregadas a un único operador233, conforme las 147 que se
concesionaron, los primeros cinco grupos económicos (todos argentinos en su origen de
capital) luego del proceso de fragmentación controlaban el 25,2% de ellas, número que
ascendía al 27,9% considerando los seis primeros grupos económicos o conglomerados

232
La liberalización de las importaciones, en realidad, no fue total. Basta recordar las restricciones que por
medio de otras normativas se establecieron, sin considerar las propias de la infraestructura del país, que se
suman a las propias barreras ―naturales‖ del mercado local (poca capacidad de almacenaje, ausencia de
infraestructura portuaria y de profundidad del calado que incrementan los costos de transporte, etc.).
233
Ya sea por la reconversión de contratos, transferencia de áreas de interés secundario o central, o como
permisos de exploración.

133
Capítulo 2. El proceso de fragmentación de Y.P.F. (1989-1993)

extranjeros. En efecto, teniendo en cuenta el total de áreas de cada empresa, Pérez Companc
poseía injerencia en 31 de las 147 zonas transferidas (21,1% del total), Techint en 22
(15,0%), Astra Capsa en 15 (10,2%), Pluspetrol en 13 (8,8%) y Bridas en 13 (8,8%). Dado
que en varias de estas áreas los grupos señalados operaban en consorcio, la suma simple de
sus áreas daría una cifra alejada de la realidad si se quiere observar cuántas controlaban en
total. Sin embargo, si se realiza un trabajo más analítico y se considera las zonas en las que
operaban, ya sea con mayor o menor participación o como único operador o compartido, se
advierte que los primeros cinco tienen injerencia, en 81 áreas (55,1% del total) cifra que
asciende a 88 (59,9%) si se considera los primeros seis grupos económicos o conglomerados
extranjeros y a 92 (62,6%) al contemplar las siete principales (Cuadro 2.12).
En conjunto, finalizado el proceso de fragmentación y luego de un desembolso estimado
en 1.804 millones de dólares, el capital privado pasó a operar sobre cerca del 40% de las
reservas de gas natural del país y alrededor del 55% de las de petróleo, lo cual le permitió
extraer, en volúmenes de 1993, el 53% y 62% de ambos hidrocarburos, respectivamente.

Cuadro 2.12. Participación de los catorce primeros grupos económico y empresas transnacionales en las áreas entregadas al
capital privado (concesiones de explotación de áreas secundarias y centrales y permisos de exploración) (valores absolutos
y %)*
Acumulado
Partici-
Único % sobre % sobre % sobre de áreas en
pación
opera- el total de el total Total el total las que %
compar-
dor áreas de áreas de áreas tienen
tida
injerencia
Pérez Companc (Compañía Naviera Pérez 18 12,2 13 8,8 31 21,1 31 21,1
Companc; Entre Ríos Inversiones;
Petrolera Patagónica; Inter Rio Holding
Establishment; Tecsa) (Argentina)
Techint (Tecpetrol y Cadipsa) (Argentina) 9 6,1 13 8,8 22 15,0 52 35,4
Astra Capsa (Astrafor; Unola Argentina; 2 1,4 13 8,8 15 10,2 62 42,2
Phillips Petroleum Argentina Development
Company) (Argentina)
Pluspetrol S.A. (Argentina) 5 3,4 8 5,4 13 8,8 73 49,7
Bridas (Bridas; Valdana; Apco) 3 2,0 10 6,8 13 8,8 81 55,1
(Argentina)
Glacco Cía Petrolera S.A. (Canadá) 4 2,7 3 2,0 7 4,8 88 59,9
Compañía General de Combustibles 0,0 7 4,8 7 4,8 92 62,6
(Soldati) (Argentina)
Triton Argentina Inc (Canadá) 4 2,7 2 1,4 6 4,1 96 65,3
Y.P.F. S.A. (Argentina) 2 1,4 4 2,7 6 4,1 96 65,3
Norcen Int. Ltd. (Canadá) 1 0,7 5 3,4 6 4,1 99 67,3
Tecnicagua S.A. (Argentina) 1 0,7 4 2,7 5 3,4 102 69,4
BG (luego Vintage Oil) 0 5 3,4 5 3,4 102 69,4
Petrouruguay S.A. (Uruguay) 0 5 3,4 5 3,4 103 70,1
Repsol (España) 0 5 3,4 5 3,4 103 70,1
Resto 22 105 127 147 100,0
Total áreas entregadas 147 147 147 147 100,0
*El total del porcentaje excede el 100% dado que se está contemplando la cantidad de áreas en las que cada grupo tiene
participación tanto como operador único o compartido. No obstante, aquellas áreas en las que una empresa intervenía con otra
de su propiedad fueron consideradas con una única participación.
Fuente: Elaboración propia en base a Cuadros 2.3; 2.5; 2.7 y 2.9.

Conforme esto, la ―distribución‖ inequitativa de áreas podría haber afectado la


―competencia perfecta‖ del mercado —del planteo neoclásico— y, de forma derivada, se
podría haber generado una formación de precios oligopólica con la correlativa apropiación
por parte de un sector de una renta extraordinaria. En rigor, esta marcada concentración en la
―distribución‖ de las áreas puede no guardar estrecha relación con la futura dinámica que

134
Capítulo 2. El proceso de fragmentación de Y.P.F. (1989-1993)

adquirió el mercado primario en la extracción, dado que este aspecto, además de estar
vinculado con la cantidad de áreas que cada operador posea bajo su concesión, se encuentra
asociado a la productividad de los yacimientos y los niveles de inversión en exploración y
explotación 234 . A pesar de ello, permite tener una primera aproximación al tema para
contemplar este elemento entre las posibles variables a analizar.
En cuanto al argumento tanto del gobierno como de quienes participaban en el mercado,
basado en que esta apertura al capital privado generaría inversiones de riesgo en el sector235
y, consecuentemente, un incremento en los niveles de reservas que le atribuirían una
dinámica mayor al mercado, es preciso remarcar que, al igual que el Plan Houston, las
empresas asumieron el menor riesgo posible e invirtieron en las zonas ya conocidas y de
mayor productividad. En efecto, si se dejan de lado las áreas centrales —debido a su gran
rentabilidad— y las zonas con contratos de explotación reconvertidos —las cuales ya estaban
siendo operados por estas empresas con, por lo general, altos rendimientos—, se puede
observar en el Cuadro 2.13 que, considerando las áreas de interés secundario entregadas en
concesión y los permisos de exploración, las inversiones de capital fueron hacia las zonas de
riesgo bajo o moderado236.
Dentro de los permisos de exploración se puede observar (Cuadro 2.13) que, del total
licitados (173), 117 (el 67,6%) quedaron desiertos, 99 de ellos (84,6% de los no adjudicados)
pertenecientes a áreas con alto o muy alto riesgo minero. Asimismo, durante el período de
fragmentación de la petrolera estatal (1989-1993) se otorgaron 23 permisos de exploración (el
13,3% sobre el total de áreas licitadas para exploración, 173), de los cuales 18 de ellos
(78,3%) fueron en zonas de bajo o moderado riesgo minero y 5 (21,7% restante) en las de
alto o muy alto. Si se consideran los permisos obtenidos luego de 1993, se observa que
alcanzan a 33 (el 19,1% sobre el total de permisos licitados), de los cuales 14 (42,4%) se
ubicaban en zonas de bajo o moderado riesgo minero y 19 (57,6%) en las de alta o muy alta
incertidumbre (Cuadro 2.13).
El panorama se modifica si se presta atención a las áreas de interés secundario ofertadas,
dado que de las 90 que ingresaron a la licitación, apenas 2 quedaron desiertas (el 2,2% del
total). A su vez, de las 88 que lograron ser concesionadas, 87 pertenecían a áreas de bajo o
moderado riesgo minero (85 entregadas en el proceso de fragmentación de la empresa),
contra 1 perteneciente a una zona de alto o muy alto riesgo.
Del cuadro se desprende que el capital privado tendió a realizar inversiones en las áreas
de mayor seguridad, relegando aquellas que presentaban alto o muy alto riesgo. En este
sentido, concentró sus esfuerzos en las concesiones de explotación y postergó las relativas a
los permisos de exploración. Más aún, cuando decidió invertir en estas últimas, lo hizo en las
que más probabilidades de hallar hidrocarburos poseía.

234
Un ejemplo es el de la empresa norteamericana Amoco que en solamente un área explotaba cerca del 8,5%
de la producción del país.
235
En los considerandos del Decreto N° 1.216/90, refiriéndose a la licitación de cuarenta áreas de interés
secundario, expresaban: ―Que de ellas se obtendrá la más importante e inmediata respuesta para el crecimiento
de las reservas y la producción mediante el aporte de capital de riesgo y las más adecuadas tecnologías‖
(cursivas propias).
236
Vale aclarar que si a estos datos se le agregaran los relativos a los contratos reconvertidos y los de las áreas
centrales, los niveles de concentración de la inversión en las zonas de bajo o moderado riesgo serían todavía
mayores.

135
Cuadro 2.13. Cantidad de áreas adquiridas por el capital privado antes de 1993, después de ese año o que quedaron desiertas ya sea en calidad de permisos de exploración o concesiones de explotación
(valores absolutos y %)
Riesgo Permisos de exploración Áreas interés secundario concesionadas
Antes Después Antes Después
% % Desierto % Total % % % Desierto % Total %
1993 1993 1993 1993
Bajo/moderado* 18 78,3 14 42,4 18 15,4 50 28,9 85 98,8 2 100 2 100,0 89 98,9
% sobre total de permisos o
10,4 8,1 10,4 28,9 94,4 2,2 2,2 98,9
concesiones licitado/as
Alto/muy alto* 5 21,7 19 57,6 99 84,6 123 71,1 1 1,16 0 0 0 0,0 1 1,1
% sobre total de permisos o
2,9 11,0 57,2 71,1 1,1 0,0 0,0 1,1
concesiones licitado/as
Total 23 100,0 33 100,0 117 100,0 173 100,0 86 100,0 2 100,0 2 100,0 90 100,0
% sobre total de permisos o
13,3 19,1 67,6 100,0 95,6 2,2 2,2 100,0
concesiones licitado/as
*Para realizar esta clasificación se consideró de bajo riesgo a las Cuencas Golfo San Jorge, Neuquina y Noroeste; de moderado riesgo a Austral, Cuyana y Cuyana y Bolsones; de alto riesgo a Salada
Marina, Rawson Marina, Noreste; Del Colorado, Del Salado, Ñirihuau, Península de Valdés Marina y muy alto riesgo a Del Claromecó y Los Bolsones, en base a la clasificación de ―Consejo para el
Proyecto Argentino‖ (1992) y Pucci (2006).

Capítulo 2. El proceso de fragmentación de Y.P.F. (1989-1993)


Fuente: Elaboración propia en base a la sistematización de los Cuadros 2.4 y 2.9.

136
Capítulo 2. El proceso de fragmentación de Y.P.F. (1989-1993)

El análisis de la venta de los activos que no se ceñía a la concesión de las reservas otorgó
una perspectiva similar. En este sentido, la adquisición de las diversas propiedades de Y.P.F.
S.A. confería nulo riesgo al inversor y acrecentaba el poder dominante de los grupos
económicos y conglomerados extranjeros que participaron, al permitirles generar procesos de
integración vertical.
Los objetivos explícitos del gobierno, en realidad, colisionaban con el diseño e
implementación de las políticas públicas que ellos mismos llevaron a la práctica, tanto en el
sector petrolero como en el conjunto de la economía. Expresión de esto es la anulación de las
restricciones establecidas en los segundos párrafos de los artículos 25 y 34 de la Ley de
Hidrocarburos, reemplazándolas por un límite de tal laxitud que permitieron concentrar una
gran cantidad de áreas por parte del capital privado, contrario al (supuesto) ―espíritu‖ del
denominado proceso de ―desregulación‖ que sostenían propiciar.
Todo parece indicar que contrariamente al discurso del gobierno, el cual se basaba en
generar un proceso de ―desregulación‖ e ingreso masivo de capitales en un escenario de
―competencia perfecta‖, el proceso de fragmentación de Y.P.F. S.E. estuvo guiado por la
disputa en el plano agregado entre el capital concentrado local (tanto nacional como extranjero)
y los acreedores externos por la apropiación de los recursos del Estado 237. En un proceso en
que los organismos internacionales reclamaban, por un lado, la privatización de las empresas
públicas —con el objetivo de que el Estado incrementara sus ingresos para pagar el capital de
la deuda externa y los intereses devengados y, a su vez, se habilitara el acceso del capital a
mercados con alta rentabilidad— y, por el otro, la reestructuración de los diversos mercados —
con la finalidad de que el Estado no interfiriera en el proceso de acumulación privada— se
desarrolló la fragmentación de Y.P.F. S.E. —como antesala a su privatización—, en el marco
de la transferencia de la capacidad regulatoria al sector privado 238 —nueva arquitectura del
mercado—.
Conforme esto, la resolución de esta cuestión socialmente problematizada, a partir de la
puesta en escena pública por las diversas fracciones del capital en disputa, estuvo condicionada
por las presiones que ejercieron, en el plano local, los grupos económicos y conglomerados
extranjeros, y en el internacional, por las acreedores externos, que se vieron beneficiados por
las políticas sectoriales —e incluso, macroeconómicas— durante la última dictadura militar-
civil y que no estaban dispuestas a perder sus lugares de privilegios. Es menester recordar que
parte de las fracciones del capital que adquirieron los activos de la empresa, eran quienes
durante la administración estatal de Y.P.F. S.E. externalizaban costos por medio de los
contratos de locación firmados, principalmente, desde 1977, drenaje que se obstruiría
definitivamente con la transferencia al capital privado de la propiedad de la empresa y la
liberalización de los precios con la eliminación de la intervención estatal en el mercado
ampliado de hidrocarburos. A su vez, estas fracciones fueron las que, por medio de persistentes
presiones obtuvieron incrementos de precios de los hidrocarburos vendidos a la petrolera

237
Si bien todavía no se describió cómo operó esta fracción del capital, en el capítulo siguiente se analizará el
comportamiento que tuvo en el proceso de enajenación del capital social, aspecto que contribuye a señalar que la
fragmentación y ―desregulación‖ fueron procesos previos pero constitutivos de la privatización de Y.P.F..
238
En esta línea, Basualdo expresó: ―Si bien la privatización de las empresas estatales era una condición sine qua
non de los acreedores, como forma de recuperar buena parte del capital adeudado por el Estado, el desarrollo de
los acontecimientos hizo que la fracción dominante local coincidiera con ellos, porque percibió que de esa manera
accedería a la propiedad de activos de enorme magnitud con elevada tasa de rentabilidad potencial‖ (Basualdo,
2006: 291).

137
Capítulo 2. El proceso de fragmentación de Y.P.F. (1989-1993)

estatal, condicionando su solvencia económica. Los principales operadores del sector petrolero,
producto de las políticas económicas instauradas por la última dictadura militar-civil, no
solamente se habían fortalecido en ese ámbito, sino que habían logrado una mayor
diversificación e injerencia en el agregado nacional, deviniendo en ―generales de la economía‖
(Azpiazu, Basualdo y Khavisse, 2004), lugar que les permitía presionar fuertemente para
obtener respuestas favorables a sus reclamos.
En este marco, y frente a la necesidad del gobierno de incrementar sus ingresos para saldar
las cuentas con los acreedores internacionales y reducir el déficit fiscal —del análisis de los
respectivos Cuadros, la recaudación del Estado por la venta de los distintos activos que se
encontraban operando en el mercado de hidrocarburos en propiedad de la petrolera estatal, fue
de 2.049,0 millones de dólares239 que, en última instancia, sirvió para pagarle a los acreedores
externos— se decidió iniciar el proceso de fragmentación de Y.P.F. S.E. con la finalidad de
que estas fracciones que se desenvolvían en el sector acompañaran y legitimaran (no sin
contradicciones 240 ) la posterior privatización de Y.P.F. S.E.. Indudablemente, la dinámica
macroeconómico-política condicionó la resolución del conflicto, elemento que puede
observarse a través del estudio de su ―nudo‖: la fragmentación.
En un escenario de transferencia de capacidad regulatoria desde el Estado al sector privado,
la desarticulación de Y.P.F. S.E. cumplió con el objetivo de, por un lado, desintegrar
parcialmente tanto vertical como horizontalmente la compañía eliminándola, de este modo,
como empresa testigo y reguladora del mercado de hidrocarburos y, por el otro, ampliar el
proceso de acumulación del capital de los operadores a partir de la adquisición de nuevos
activos. Como sostiene Thwaites Rey:
―Definida la estrategia global, ninguna otra racionalidad podía anteponerse. (…) Porque si desde la
conducción del Estado se diseña una política pública cuyo resultado será una reducción significativa
precisamente de la capacidad estatal para formular y ejecutar políticas públicas, cedida a las fuerzas
espontáneas del mercado, va de suyo que no habrá plan alternativo que pueda ser siquiera discutido
o meramente considerado. En esa lógica, no habrá espacio ni tiempo para ello y, lo que es más
importante, no lo habrá en tanto no cambie la correlación de fuerzas sociales impide su emergencia‖
(Thwaites Rey, 1993: 66).

De esta manera, es plausible sostener que los procesos de fragmentación de la petrolera


estatal y de reestructuración de la arquitectura del mercado primario de hidrocarburos fueron
expresión de la colisión de intereses entre las fracciones de clase que integraban el bloque de
poder gestado desde el último gobierno de facto. Este hecho marca una peculiar línea de
continuidad entre las privatizaciones periféricas realizadas por el equipo económico de
Martínez de Hoz y el gobierno de Menem, que contribuyeron a desarticular a Y.P.F. S.E.,
eliminando su capacidad de empresa testigo en el mercado. La intención de desmembrarla y
profundizar la transferencia de renta al sector privado, iniciada desde 1976, se manifiesta,
además, en el hecho de que no se cumplió con la propuesta inicial de mantener los activos
estratégicos y rentables, entre los que podrían ingresar las áreas centrales de producción. En
realidad, en el Plan de fragmentación de la empresa (Cuadro 2.1), figuraba que las áreas
centrales relativas a las Cuencas Cuyana, Neuquina y San Jorge las mantendría la empresa,

239
Este número incluye la venta de la refinería ubicada en Campo Durán.
240
Como se analizará, los principales grupos locales presionaron para que antes de la privatización de Y.P.F. S.A.
se fragmentará aún más la empresa, para poder seguir adquiriendo activos.

138
Capítulo 2. El proceso de fragmentación de Y.P.F. (1989-1993)

aunque finalmente fueron concesionadas en diversa proporción. A su vez, la concesión de estas


áreas, estratégicas y de alta rentabilidad, tampoco era necesaria para crear el mercado de libre
disponibilidad para abastecer a las refinerías, ya que alcanzaba con la extracción proveniente
de las viejas concesiones, la concerniente a las áreas de interés secundario y la relativa a la
reconversión de contratos241.
En síntesis, la fragmentación de la petrolera estatal, en el marco de la disputa por la
apropiación de los recursos del Estado, tenía entre sus principales objetivos reales, por un lado,
transferir ingentes cantidades de reservas de petróleo y gas natural al capital privado y, con
éstas, la capacidad de apropiarse de una proporción mayor de la renta petrolera. Por el otro,
eliminar definitivamente la regulación pública, en primer lugar, al generar una nueva
arquitectura institucional del mercado de hidrocarburos en el contexto de la denominada
―desregulación‖, y, en segundo, al anular a Y.P.F. como empresa testigo. Esta articulación
permitió saldar las disputas entre las diversas fracciones del capital que pretendían persistir en
la apropiación de los recursos del Estado. De esta manera, esto devino en el punto de
suturación fáctico —ya no conceptualmente, como con la iniciativa del Petroplán—, del siglo
corto petrolero.

241
Según la Secretaría de Energía, en 1993, las extracciones de estos tres tipos de contrato alcanzaron los 12,2
millones de m3 de petróleo, frente a 11,6 millones de m3 que demandaron las refinerías privadas para elaborar los
derivados —luego de la venta de las destilerías de Y.P.F. de Dock Sud, San Lorenzo y del 70% de Campo
Durán—. En este sentido, existía un ―excedente‖ de 600 mil m 3 de petróleo, por lo que todo lo extraído en las
áreas centrales (5,3 millones de m3 de petróleo) no era necesario para abastecer el ―mercado de libre
disponibilidad‖.

139
Capítulo 3. La última y final entrega: la privatización de Y.P.F. S.A. (1993-1999)

―El objetivo es ambicioso, pero no puede dar lugar a ningún tipo de


demora o de excusa: he dispuesto en forma precisa, terminante
y contundente que en 1992, no puede quedar una sola empresa
pública en manos del Estado. Tenemos que terminar con el
Estado ‗empresario‘, para recuperar la dignidad de un Estado
que se ocupe prioritariamente de la salud, la educación,
la seguridad y la justicia de todos los argentinos‖.
Carlos Saúl Menem (1991)
XIII Congreso Mundial del Petróleo (negritas en el original)

―La diferencia está en que hoy, en contraste con 1976, la mayor parte de los
principios y orientaciones de gobierno que propusimos, aplicamos o intentamos
poner en ejecución, han sido adoptados y están siendo reclamados en
forma generalizada tanto en el mundo como en nuestro país‖
José A. Martínez de Hoz (1991)

―Nosotros hemos ideado un decálogo que dentro de unos días se


conocerá, que es el decálogo menemista de la reforma del Estado.
El mandamiento uno, son palabras de Menem, él no lo conoce aún
(gira a su derecha para mirarlo) (…) el mandamiento uno que
está extraído de sus muchos discursos dice así:
‗Nada de lo que deba ser estatal permanecerá en manos del Estado‘‖;
Roberto Dromi (1990)
Ministro de Obras y Servicios Públicos (negritas propias).

Capítulo 3. La última y final entrega: la privatización de Y.P.F. S.A. (1993-1999)


3.1. Los argumentos legitimadores de la desestatización de la empresa
La privatización de la petrolera estatal fue la fase final del proceso iniciado en 1989 con las
Leyes de Reforma del Estado (N° 23.696) y Emergencia Económica (N° 23.697) y los
principales Decretos —propios del mercado de hidrocarburos— (N° 1.055/89; 1.212/89;
1.589/89 y 2.778/91) que habilitaron la ―desregulación‖ del mercado y la fragmentación de
Y.P.F.. En realidad, como se expresó en los capítulos anteriores, este desenlace no aconteció
por generación espontánea sino que fue la expresión de una tensión persistente a lo largo de la
historia petrolera argentina que cobró otra dinámica y logró materializarse parcialmente a partir
de las transformaciones estructurales implementadas por la última dictadura militar-civil.
Desde los inicios de la explotación del recurso existieron posicionamientos contrapuestos en
torno del actor que debía dinamizar la actividad: el capital privado o el Estado. A pesar de ello,
hasta finales de la década de 1980 existió cierto consenso generalizado respecto de que la
petrolera estatal debía concentrar242 la extracción de dichos recursos no renovables y que, a su
vez, deviniera en empresa testigo en las demás fases de producción. Esta tendencia (aparente) a
la unanimidad de criterios en el mercado primario se enfrentó con ciertos hitos, de diversa
cualidad, que tendieron a resquebrajarla. En lo sustancial se alude, por un lado, a los contratos
petroleros firmados en 1958 por el gobierno de Arturo Frondizi que, si bien posibilitaron el
reingreso del capital privado a dicho mercado —esta vez en calidad de contratistas de

242
En rigor, si bien una cuota cada vez más amplia de los hidrocarburos la explotaba Y.P.F. de forma indirecta por
medio de contratistas, legalmente el petróleo extraído era de su pertenencia.

140
Capítulo 3. La última y final entrega: la privatización de Y.P.F. S.A. (1993-1999)

Y.P.F. 243 —, en rigor, se encuadraban en la lógica de complementación de extracción


subordinada a la empresa estatal. Por el otro, y principalmente, a la proliferación de contratos
rubricados durante la última dictadura militar-civil cuya finalidad fue potenciar la transferencia
al capital privado de, en primer lugar, áreas de explotación pertenecientes a Y.P.F. S.E. y, en
segundo, porciones considerables de la renta petrolera, proceso consumado por medio de
―privatizaciones periféricas‖. Esto se debió a la imposibilidad que observaba el equipo
económico del gobierno de facto de vender la propiedad de la empresa al capital privado a
partir de ―las fuertes corrientes dentro de la opinión pública nacional que sostenían que este
tipo de empresas debían ser mantenidas en manos del Estado‖ (Martínez de Hoz, 1991: 53). En
lo relativo a la administración de Y.P.F. S.E., el gobierno de facto dejó como legado un
marcado endeudamiento financiero y una dinámica de funcionamiento estructuralmente
deficitaria. La articulación de estos elementos permitió que la lógica de la complementación
subordinada, deviniera en la lógica de la coacción y el condicionamiento del sector privado a
la petrolera estatal.
A pesar de los hitos señalados, la correlación de fuerzas en la sociedad respecto de la
necesidad de que el sector público regulara recursos no renovables y estratégicos como los
hidrocarburos, continuó vigente hasta el advenimiento del gobierno de Carlos Menem 244. Sin
embargo, la estrategia de la última dictadura y del capital privado que operaba como contratista
de la petrolera estatal, consistente en debilitar los cimientos de la empresa para que la
transferencia de su propiedad al sector privado deviniera sentido común 245, posibilitó que la
reestructuración del mercado de hidrocarburos y, posteriormente, la privatización de Y.P.F. —
en el marco de un proceso más amplio de transformación del entramado socioeconómico—
apareciera como ―cuestión socialmente problematizada‖.
Asimismo, el cambio en la correlación de fuerzas se vio promovido, además de por los
determinantes estructurales ocasionados por el debilitamiento de la petrolera, por las constantes
presiones ejercidas por los diversos actores que operaban en dicho sector. La detracción de la
dinámica de funcionamiento no sólo de la empresa estatal, sino también del mercado ampliado
de hidrocarburos y del conjunto de la economía, estuvo motorizada, fundamentalmente, por las
fracciones dominantes locales y los acreedores externos, aspecto que terminó condicionando,
como se presentó con la fragmentación de Y.P.F. S.A., la resolución del conflicto a favor de
los intereses de los primeros246. En lo relativo al mercado hidrocarburífero, el cuestionamiento
del rol de la petrolera estatal se entrelazaba con el cambio de percepción respecto de los

243
Es dable recordar que las concesiones de explotación existentes a la fecha de la firma de esos contratos eran las
entregadas al inicio de la actividad, sancionadas bajo el Código de Minería, previas a 1935.
244
La primera de las propuestas del justicialismo que marcó un quiebre respecto de su tradición —vale recordar
que el radicalismo fue el pionero en sostener esta idea con la implementación del Plan Houston y su
profundización fallida con el Petroplán—, se observa en su programa de campaña y su voluntad de darle un rol
preponderante al capital extranjero en el mercado primario de hidrocarburos: ―El gas, el petróleo, la minería y la
pesca, constituyen también fuentes muy importantes en la provisión de divisas. El capital extranjero verdadero, de
riesgo y productivo, tiene mucho que ver en su extracción y en su aprovechamiento. De ahí que postulemos la
necesidad de abrirle las puertas del país, con un criterio pragmático que apunte sobre todo a la necesidad de
proveer nuevos rumbos para nuestras exportaciones. Sólo de esa manera, las divisas necesarias para financiar
nuestro desarrollo genuino, se conjugarán con los buenos negocios que será preciso ofrecer a los inversores de
todo el mundo‖ (Menem y Duhalde, 1989: 18).
245
Este proceso fue potenciado por la lógica coactiva implementada por el capital privado durante el gobierno
radical.
246
Como se analizará, los acreedores externos jugaron un rol relevante en la posterior privatización.

141
Capítulo 3. La última y final entrega: la privatización de Y.P.F. S.A. (1993-1999)

hidrocarburos. Para eliminar al sector público en su rol de regulador, era menester cambiar el
marco conceptual para que no existieran contradicciones entre lo expresado y los
acontecimientos. En este sentido, se reconfiguró el discurso eliminando las nociones de
autoabastecimiento, uso racional, bien estratégico, entre otros conceptos asociados a la
―soberanía nacional‖ y al manejo de recursos naturales no renovables, asumiendo que los
hidrocarburos eran una mercancía como cualquier otra y, por tanto, subsumible a la lógica
mercantil:
―Desearía subrayar especialmente que el rumbo de la Argentina es el rumbo del mundo (…) sin
supuestas pseudo-soberanías (…). No estoy dispuesto a permitir que el petróleo sea sinónimo de
riqueza dormida. De riqueza dilapidada. De riqueza oculta, que siempre degenera en pobreza visible.
No estoy dispuesto a atarme a dogmas, y permitir que todo ese caudal intenso que corre por nuestras
venas y en nuestra tierra, sea inexplotado o sumergido en el atraso. (…) Por la ineptitud de quienes
debieron aplicar estrategias eficaces para su explotación. O por una suerte de ostracismo, que
afortunadamente ya estamos dejando en el camino‖ (negritas en el original, Menem, 1992: 145-146).

Esta reconceptualización247 que tenía como finalidad la construcción de una cosmovisión


tendiente a legitimar la eliminación de las regulaciones que existían en la actividad, estuvo
sustentada, incluso, desde ciertos intelectuales 248 que propiciaron dicho proceso, como también
por parte de los actores que participaban en el mercado. En esta línea, el vicepresidente
ejecutivo de la firma Compañía General de Combustibles (CGC), del grupo Soldati, la cual
obtuvo participación en siete áreas concesionadas, refiriéndose a la nueva arquitectura del
mercado ampliado de hidrocarburos que tendió a transferir la capacidad regulatoria al capital
privado que allí operaba, expresó: ―Hoy es el cliente el que asegura la competencia y la
diversidad al requerir de nosotros más calidad, mejores servicios y nuevos productos. Qué

247
La expresión del gobierno también era manifestada por el Secretario de Energía, Carlos Bastos: ―Todo ello
como consecuencia de la realización de inversiones por parte de los nuevos operadores, las que se traducen en
rápidos incrementos de la producción, respondiendo a la desregulación de los precios y a la libertad para exportar
tanto crudos como derivados. (…) El país ha abandonado la idea de ‘autoabastecimiento a cualquier costo’. Esto
resulta coherente con el proceso de transformación de la economía en general y del sector petrolero en particular
(…). Obviamente el autoabastecimiento es un concepto que no tiene sentido económico. La cuestión de si el país
es exportador o importador depende del precio del petróleo, de los riesgos y de los costos de desarrollo de
nuestros propios recursos‖ (cursivas propias, Bastos, 1993a: 34-35). Respecto del sector energético en su
conjunto, expresaba: ―Argentina está cambiando su organización socio-económica porque está cambiando el
punto de vista de que la energía [electricidad y gas natural] es un bien estratégico, para subordinarse a la
obtención de objetivos. Por ser la energía un bien económico más, debe someterse a todas las reglas que se
aplican a otros bienes económicos, para lograr el máximo bienestar de la sociedad‖ (cursivas propias, Bastos,
1993b: 38).
248
Desde el campo académico hacía ya algunos años que se profesaban dichas posturas: ―Dado que la producción
de hidrocarburos no presenta ninguna de las características que dan lugar a fallas de mercado (monopolio natural,
externalidades, etcétera) y conceptualmente se trata de un bien privado, no existen argumentos económicos que
sugieran la conveniencia de la provisión estatal directa‖ (Artana y Soto, 1987: 8), aclarando que un bien privado
es aquél que carece de las siguientes características: ―No es rival en el consumo y no puede (no conviene) excluir
a nadie de su consumo‖. Por su parte, algunos años después, Montamat sostuvo que ante la escasez de créditos por
la crisis financiera mexicana, en 1994, el ingreso de divisas por la venta de petróleo era una buena alternativa para
el financiamiento: ―Aumentará la presión aperturista sobre la abundante disponibilidad de recursos
hidrocarburíferos de la región. Argentina está un paso adelante, y su industria de hidrocarburos debe aprovechar
las potencialidades de la región‖ (cursivas propias, Montamat, 1995: 90). Vale resaltar la frase de Montamat a
partir de las consecuencias que tuvieron estas políticas en la dinámica del mercado, fundamentalmente, por la
sobreexplotación y subexploración de estos recursos. Las consecuencias serán analizadas en el Capítulo 4, no
obstante, es plausible cuestionar la noción de abundancia de recursos dispensada por el autor y ex secretario de
Energía (1999-2000).

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Capítulo 3. La última y final entrega: la privatización de Y.P.F. S.A. (1993-1999)

mejor ‗regulación‘ podemos tener que la ‗lealtad a la marca‘ por parte de nuestros clientes‖ (en
Actualidad Energética, 1992b: 31)249.
Desde esta perspectiva, el proceso de liberalización del mercado a través de la eliminación
de la intervención del Estado debía culminar en la privatización de la empresa estatal en tanto
que, a partir de las normativas sancionadas, las propias ―fuerzas del mercado‖ en libre
competencia generarían las regulaciones necesarias para que se garantizara una ―eficiente‖
asignación de los recursos250.
Bajo estos preceptos, no tenía fundamento la existencia de una empresa estatal testigo tal
como Mosconi la había erigido para confrontar con los trust privados251 . Desde una óptica
ideal, la competencia en el mercado entre actores ―atomizados‖ que pugnarían por la
maximización de beneficios minimizando costos, redundaría en una eficiente asignación de los
recursos —cada vez más abundantes— y una apropiación o distribución más equitativa de la
renta petrolera252. En esta cosmovisión, tanto la regulación pública como la existencia de una
empresa estatal que no se ajustara a los criterios privados de eficiencia marginal, propiciaban la
emergencia de distorsiones e interfería en la asignación ―natural‖ de los bienes.
Las palabras de Carlos Menem previamente señaladas, al igual que las del entonces
presidente de Y.P.F., José Estenssoro, aludían a un nuevo proceso que tenía estrechos vínculos
con las posiciones e intereses del sector privado: ―Estos cambios están determinados por una

249
A su vez, existieron otros actores del sector que se manifestaron a favor de la mercantilización de dichos
recursos no renovables. Conforme esto, Adolfo Sánchez Zinny, presidente de Interpetrol (empresa que, en febrero
de 1993, Y.P.F. S.A. vendió al Grupo CGC la totalidad de las acciones que poseía —49%—) manifestó: ―El
comercio exterior de hidrocarburos constituye un permanente vaso comunicante con los mercados internacionales,
que constituye un equilibrio dinámico entre la oferta y la demanda de crudos y derivados y es un importante factor
de competencia en el mercado interno. (…) Dicha estrategia debe reemplazar la de que ‗se exporta lo que excede
la demanda local‘ o el privilegiar un precio FOB puntual respecto a un suministro regular a un mercado genuino‖
(Sánchez Zinny, 1993: 33).
250
En este sentido, el presidente de Pluspetrol, Luis Rey, manifestó: ―La privatización de YPF no debe significar
la deserción del Estado en el sector petrolero sino su aparición como poder normativo y de control, sin estructuras
empresarias propias que anulen o distorsionen su responsabilidad. Para ello, es menester crear en la Secretaría de
Energía y con participación de las provincias, un organismo federal normativo y de control que permita unificar
los criterios reguladores y administre la información y estadísticas de exploración y producción del país. Así, ni el
Estado ni las provincias necesitan tener una empresa testigo en un mercado nacional e internacional altamente
diversificado y competitivo (cursivas propias, Actualidad Energética, 1992b: 31). Al año siguiente, cuando se
estaba discutiendo cómo sería el proceso de venta del capital accionario de la empresa, y ante una de las
disposiciones de la Ley N° 24.145 que fijaba que el Estado debía conservar el 20% de las acciones, manifestó:
―Tampoco el Estado necesita tener una empresa testigo en un mercado local e internacional altamente
diversificado y competitivo. Mi opinión es que se debe vender la totalidad de YPF‖ (Rey, 1993a: 61).
251
En palabras del primer director de Y.P.F.: ―No queda otro camino que el monopolio del Estado pero en forma
integral, es decir, en todas las actividades de esta industria: la producción, la elaboración, el transporte y el
comercio […] sin monopolio del petróleo es difícil, diré más, es imposible para un organismo del Estado vencer
en la lucha comercial a las organizaciones del capital privado‖ (Mosconi, en Bernal, 2005: 54).
252
Al respecto, en una nota publicada en el periódico La Nación, bajo el título ―YPF no puede ser una ‗empresa
testigo‘‖, el entonces presidente de la empresa, Estenssoro, retomando palabras de Montamat, comentaba: ―Como
precisó Montamat (…), el concepto de petróleo como recurso estratégico lleva inevitablemente a ubicar al
Estado como principal beneficiario de la renta petrolera, involucrando a éste en la actividad productiva por
medio de una compañía estatal. Inversamente, razona Montamat también, ‗en un contexto de mercado
desregulado, en el que el petróleo es asimilable a los otros ‗commodities‘, el mecanismo fundamental de
apropiación de renta es el sistema impositivo…‘; es decir, la participación abierta del capital en la actividad
productiva y la gestión administrativa del Estado a través del régimen fiscal y jurídico que establece‖ (negritas en
el original, Estenssoro, 1992c: s/n). Una perspectiva similar tenía el entonces secretario de Planificación, Vittorio
Orsi: ―YPF debería ser totalmente vendida por sectores, unidades de producción, instalaciones, reservas
desarrolladas, ya que con un mercado desregulado y desmonopolizado no se justifica ni se necesita que el Estado
sea empresario en una actividad cuya principal referencia es el precio internacional‖ (Orsi, 1991: 16).

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Capítulo 3. La última y final entrega: la privatización de Y.P.F. S.A. (1993-1999)

realidad ineludible que hasta los más acérrimos opositores deben reconocer: la industria de los
hidrocarburos completamente regulada y controlada por el Estado, agotó una etapa de su
desarrollo‖ (Estenssoro, 1992: 80).
En realidad, estas apreciaciones se basaban en ciertas argumentaciones que tendían a
señalar las supuestas falencias ―innatas‖ del Estado en tanto que administrador y/o productor.
Bajo este pretexto y el ―nuevo entorno competitivo‖ generado a través de las normas
aprobadas, los distintos actores —ya sea las fracciones del capital que participaban en el
mercado, ciertos intelectuales o los funcionarios del gobierno— comenzaron a manifestar sus
posturas proclives a la privatización de la petrolera estatal, sosteniendo como argumento, en lo
sustantivo, la ―ineficiencia‖ de la empresa, generados, entre otras razones, por el manejo
―político‖ y carente de ―racionalidad empresaria‖ de la compañía 253.
Durante el proceso de fragmentación de Y.P.F., el entonces interventor expresaba que bajo
el nuevo contexto de ―desregulación‖ y ―competencia‖ la firma dependería ―de sus resultados y
éstos de su eficiencia‖, afirmando que los ―principales problemas internos que aquejaban a la
compañía [eran el] bajo nivel de criterios empresarios, con alto nivel de incidencia política (…)
[y la] falta de inversiones con razonabilidad económica‖ (Estenssoro, 1992: 83), argumentos
que reforzó hacia el final del proceso cuando afirmó: ―Cumplida la etapa de reestructuración,
ahora en proceso de culminación, Y.P.F. con una mentalidad empresaria liberada de
interferencias políticas, será una empresa eficiente y capacitada para afrontar las mayores
exigencias del mercado‖ (Actualidad Energética, 1992c: 32).
Ahora bien, según el estudio realizado por Kozulj y Bravo (1993) la racionalidad que
guiaba el comportamiento de la petrolera estatal no generaba necesariamente un desempeño
―ineficiente‖ de la empresa. Los autores señalan que en mayo de 1990 el promedio de los
costos operativos de Y.P.F., sin considerar los contratos con empresas privadas, se encontraba
en los 20,1254 dólares el metro cúbico, mientras que imputando dichos contratos esta cifra se
elevaba casi 2,5 veces, a 48,1 dólares el m3. Asimismo, en base al análisis señalado, el punto de
equilibrio en el que el costo marginal de producción total de largo plazo (incluyendo el fondo
de reposición de pozos y los pagos a contratistas) se igualaba con el precio internacional —
ubicado en torno de los 115 dólares el m3— se lograba con un nivel de extracción cercano a los
45 mil m3/día (apenas el 60% del necesario para abastecer el país). Por otra parte, al observar
los costos medios totales de extracción de largo plazo, con un nivel de producción que permitía
el autoabastecimiento, éstos se ubicaban en los 97,5 dólares el m3, por lo que la petrolera
estatal podía satisfacer las demandas del país sin generar déficit, mientras los precios internos
se encontraran cercanos a los internacionales:
―El argumento apunta a señalar que si bien YPF no se comportaba como una empresa privada
guiada por el criterio de hacer máximo el beneficio, no se comportaba tampoco de manera irracional

253
Por su parte, la FIEL, en los inicios del proceso publicó un libro a partir del cual pretendía legitimar las
políticas encaradas por el gobierno de Menem. Respecto de la compañía petrolera, expresaba: ―Se muestran
algunos indicadores de eficiencia de la empresa estatal que revelan que YPF ha tenido menor rendimiento que las
empresas privadas argentinas y no ha podido equiparar el avance obtenido en otras empresas del mundo‖ (FIEL,
1989: 87). Asimismo, en un trabajo elaborado por Gerchunoff un año después de la privatización de Y.P.F., el
autor expresó lo que muchos críticos de la empresa sostenían: ―Bajo este régimen [monopolio público], por otra
parte, la producción quedó estancada, el autoabastecimiento sólo se logró por la recesión interna y los costos y las
ineficiencias de YPF y de sus contratistas se apropiaron de la renta petrolera e impidieron asignarla a otros fines‖
(Gerchunoff, 1994: 8).
254
Expresado en barriles, significa 3,20 dólares.

144
Capítulo 3. La última y final entrega: la privatización de Y.P.F. S.A. (1993-1999)

para alcanzar la meta que el poder político le imponía en lo referente al autoabastecimiento. Nótese
que si en vez de orientarse por la meta del autoabastecimiento, YPF se hubiese comportado como
una empresa que tiende a hacer máximo su beneficio, el nivel de producción hubiese sido del orden
de los 45.000 m3/día, es decir el 60% del necesario. En ese caso el país tendría que haber adquirido
petróleo por unos 1.400 millones de dólares al año en el exterior y la rentabilidad de YPF hubiese
sido del orden de los 770 millones al año. Es decir que si bien YPF dejó de ganar 230 millones le
ahorró al país 1.400‖ (Kozulj y Bravo, 1993: 126).

El discurso de la ―ineficiencia‖ de la empresa, como se señaló, fue utilizado para justificar


la privatización. Sin embargo, en función del análisis realizado, puede observarse que si bien la
―racionalidad‖ de la empresa no era asimilable (ni debía serlo) a la del capital privado, no
inhabilita la existencia de cierta lógica en su funcionamiento.

3.2. Entre la “ineficiencia” y el “desequilibrio” estructural de Y.P.F. S.E.


En rigor, la crítica respecto del supuesto funcionamiento ―ineficiente‖ tiende a unificar
situaciones disímiles. Dentro de la teoría económica existen, cuanto menos, tres tipos de
eficiencias: a. asignativa; b. productiva o técnica; y c. estructural. Mientras que la primera
alude a que la empresa para devenir eficiente debe destinar sus recursos (económicos, humanos,
etc.) para elaborar los productos de mayor valor; la segunda se refiere a que una firma debe
fabricar cada unidad de producto con la menor cantidad de recursos y con el menor costo
posibles. Asimismo, la eficiencia estructural se encuentra en relación con la cantidad, el
tamaño y el grado de integración tanto horizontal como vertical de las empresas. Será eficiente
si no se encuentra otra estructura que pueda abastecer a un menor costo los bienes producidos
(Bravo, 1992).
En cuanto a este último tipo, las perspectivas fueron presentadas en el Capítulo 2. En lo
sustancial, las críticas tendían a cuestionar la posición dominante que poseía Y.P.F., quien,
junto con un cúmulo de normas e instituciones, regulaba la actividad ―inhibiendo‖ el ―libre
accionar‖ del capital que allí operaba 255. La dinámica tanto del mercado primario como del
ampliado estaba fuertemente concentrada en la empresa estatal a través de su integración
vertical y horizontal 256 . El capital privado, interesado en expandir sus volúmenes de

255
Vale aclarar que si bien ―inhibía‖ el libre accionar del capital que participaba en el mercado primario, por
medio de los contratos de explotación transfería magnitudes considerables de la renta petrolera a las empresas que
operaban con escaso o nulo riesgo minero y comercial (dado que, por un lado, explotaban áreas en las que se
encontraba produciendo y habían sido exploradas por Y.P.F. S.E. y, por el otro, tenían garantizada la compra de la
totalidad de los hidrocarburos extraídos). A su vez, la ―inhibición‖ consistía en que el capital privado no podía
acceder a las concesiones de las áreas y sólo operaba por medio de contratos.
256
El propio gobierno lo diagnosticó como una traba a la expansión de la actividad. En esta línea, Julio Aráoz, ex
secretario de Energía entre 1989 y 1990, expresó: ―¿A qué se debe este desequilibrio [relacionado con la escasez
de fondos para incentivar la exploración, extracción y refinación]? Existe consenso en cuanto a señalar como
fuente del mismo al elevado grado de intervención estatal en toda la cadena productiva. Esta intervención se
manifiesta en el carácter de firma dominante, cuasi monopólica en algunos tramos y monopólica en otros, de la
empresa petrolera estatal, y también en la vigencia de un régimen de regulaciones que hizo lo suyo para crear
condiciones cada vez más alejadas de la evolución de los mercados mundiales, inhibiendo una mayor
productividad y consagrando prácticas ―ineficientes‖. La trama burocrática engendrada por este sistema resultó
incompatible con cualquiera tipo de racionalidad económica, creando un conjunto de subsidios y distorsiones que
por una prolongada etapa desincentivaron la producción eficiente y las decisiones empresarias sanas y operativas‖
(Aráoz, 1991: 39).

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Capítulo 3. La última y final entrega: la privatización de Y.P.F. S.A. (1993-1999)

explotación, comenzó a cuestionar la estructura del mercado exigiendo una mayor


participación y la libre disponibilidad del petróleo extraído 257.
Por su parte, enfocándose en los detractores de Y.P.F. —y no tanto en el ―sistema de
regulación pública‖, aunque en general se yuxtaponen—, quienes le adjudicaban un desempeño
―irracional‖ e ―ineficiente‖ a la compañía, se observa que englobaban en esos cuestionamientos
aspectos de diversa índole. Al respecto podrían armarse dos bloques. En el primero de ellos,
por un lado, se encuentran las críticas en torno de las ―ineficiencias productivas‖ previamente
señaladas, vinculadas a que la petrolera estatal no maximizaba ganancias al producir con costos
superiores a los marginales. Por el otro, pueden resaltarse las objeciones relacionadas con el
denominado (siguiendo a un ex director de producción de Y.P.F.), ―balance invisible‖,
asociadas a la ―ineficiencia asignativa‖.
Asimismo, el segundo bloque comprende aquellos aspectos que estructuralmente fueron
debilitando el funcionamiento de la compañía: bajo nivel de retenciones, aumento del valor de
referencia para pagar las regalías, incremento en la deuda externa y altos precios pagados a los
contratistas combinado con bajos precios cobrados a las refinadoras.
En cuanto a las ―ineficiencias productivas‖ del primer conjunto de críticas, en base al
estudio de Kozulj y Bravo (1993), es dable reforzar que, si bien Y.P.F. no ajustaba sus
volúmenes de extracción al costo marginal, en rigor, sus costos medios estaban por debajo de
los precios internacionales258. Esta racionalidad concuerda con la cosmovisión que primó hasta
el gobierno de Menem, la cual se basaba en que los hidrocarburos eran ―bienes estratégicos‖.
Conforme esto, los parámetros descriptos se ciñen a una dinámica basada en la ―eficiencia
social‖, en tanto que, entre otras cuestiones, le permitía al Estado nacional no tener que destinar
divisas a la compra de petróleo en el exterior, situación que hubiera afectado negativamente la
balanza comercial y generado un estrangulamiento de la economía en su conjunto. Analizado
desde esta perspectiva, la empresa no operaba de modo ―ineficiente‖ sino que se ajustaba a

257
Así, Schraven, presidente de la petrolera Shell CAPSA y titular de la Cámara de la Industria del Petróleo (CIP),
expresaba: ―Debo aclarar que en mi opinión (…) para aumentar la producción deben concentrarse los recursos
disponibles en las áreas de mayor rendimiento, complementando [el capital privado] las actividades de YPF. Esta
idea, que otros comparten, no puede ser interpretada como una exclusión de las compañías nacionales. Lo
propuesto fue la formación de asociaciones (“joint ventures”) entre YPF y las compañías privadas para
desarrollar aquellos yacimientos en los que podría aumentar sustancial y rápidamente la producción,
mediante un mayor aporte de capital y tecnología. Además de las áreas mencionadas, la producción incremental
de las áreas marginales, tampoco debería limitarse a las compañías nacionales porque con ello se eliminaría a un
grupo importante de potenciales inversores. En consecuencia, la mejor forma de llevar adelante lo comentado
más arriba es llamar a licitación a empresas nacionales y extranjeras para el desarrollo de todo tipo de área,
tanto las de mayor productividad como las marginales que el ente estatal no pueda o no quiera desarrollar. (…) El
interés en particular podría ser aún mayor si las compañías privadas tuvieran además el derecho de disponer
libremente de la parte de petróleo crudo que les corresponda (…)‖ (negritas en el original, El Cronista
Comercial, 1988: 6). Por su parte, el entonces presidente de Esso, Pedro Lella, manifestó: ―La participación de
petroleras privadas en áreas de YPF permitirá por un lado la concentración del esfuerzo y la capacidad de
inversión de la petrolera estatal en aquellos yacimientos que le resultan más rentables. Por otra parte, la aplicación
de la inversión y tecnología de empresas privadas de reconocida capacidad en yacimientos desarrollados parcial o
totalmente, o aún sin desarrollar, que requieran una dedicación y tecnologías especiales, permitirá aumentar la
recuperación de hidrocarburos donde es hoy muy baja‖ (La Nación, 1988: 16).
258
Si bien es verdad que los costos medios totales eran inferiores a los internacionales, vale recordar que los
precios internos eran menores a los externos, lo que generaba ciertos desajustes (Kozulj y Bravo, 1993). No
obstante, éstos provenían, fundamentalmente, de los altos precios a los que Y.P.F. adquiría el petróleo a los
contratistas, que le generaba un incremento de 2,5 veces en sus costos, y los precios subsidiados a los que vendía a
las refinadoras (Gráfico 3.6; Kozulj y Bravo, 1993).

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Capítulo 3. La última y final entrega: la privatización de Y.P.F. S.A. (1993-1999)

criterios vinculados a una racionalidad ―social‖ e ―intergeneracional‖; no afín con la


proclamada por el neoclasicismo.
Con respecto al ―balance invisible‖, asociado a las ―ineficiencias asignativas‖, se alude a
aquellas actividades que la petrolera estatal realizaba por sobre sus obligaciones de explorar y
explotar hidrocarburos, y que devenían en un importante factor de desarrollo para las
comunidades en las que Y.P.F. S.E. operaba en la vasta extensión territorial de la Argentina:
―La empresa llevó progreso a todas las regiones de la Argentina. Pensemos en la localidad de
Aguaray. Antes era menos que un pueblito: la estación ferroviaria, un almacén enfrente y un par de
ranchos. Poquísimo tiempo después habitó el lugar una población importante, con sus escuelas, su
hotel y hasta un lugar dedicado a la proyección de películas. Todo gracias a YPF. En Aguaray vivía
el personal que trabajaba en los pozos de Campo Durán, que diariamente se movilizaba unos quince
kilómetros. Había que cruzar el Río Ituyuro, que en verano crecía tanto con las lluvias que se hacía
prácticamente intransitable. YPF al principio pasaba a la gente con tractor, pero después construyó
un puente, sobre el cual aún pasan camiones. En Aguaray la empresa construyó casas para el
personal. Al principio eran de madera, luego de material. También se puede ver en el Sur, por
ejemplo, en Caleta Olivia o en Pico Truncado. El camino entre esas dos poblaciones era tan
rudimentario que se nos rompían siempre las camionetas. YPF utilizó para ello la interpretación de
una cláusula, y un contratista terminó asfaltando todo el camino. (…) Ese es el balance invisible‖
(Novillo, 1992: 98).

Es importante retomar este relato en tanto que presenta una perspectiva que, al momento de
cuestionar la dinámica de funcionamiento de la petrolera estatal era dejado de lado. La
―eficiencia social‖ de la compañía era ocultada en los discursos de sus detractores quienes
sostenían la necesidad de que se desenvolviera bajo una lógica estrictamente empresaria. No
obstante, este aporte, imposible de cuantificar, fue de vital importancia para paliar la precaria
situación socioeconómica de gran cantidad de pueblos. Tal como describió Néstor Novillo, un
ex director de producción de Y.P.F.:
―Así YPF, por ejemplo, puso a disposición sus carpinteros para que arreglaran o construyeran
bancos para una escuela. (…) También construyó hospitales, dispensarios y hasta llegó a arreglar
techos de iglesias. Podíamos ayudarlos porque teníamos la autoridad para hacerlo. Una vez nos
solicitaron agua para una población. ¿Qué hizo YPF? Enviamos a esa comunidad unos mil metros
de caño de cuatro pulgadas y así logró superar sus inconvenientes. (…) [Esos gastos] se registraban
que a pedido de tal, se enviaban tales cosas a tal población. (…) Considere también, que muchas
obras de YPF ni siquiera pasaron a integrar sus propios activos. Eran obras para las comunidades, y
quedaban para ellas‖ (Novillo, 1992: 98).

Pensado desde la racionalidad microeconómica que despliega el sector privado,


concentrado en maximizar los beneficios, este tipo de acciones que desarrollaba la petrolera
estatal, ejecutadas desde una racionalidad social, eran consideradas parte de su ―ineficiencia
asignativa‖ en tanto que no se ajustaban a la estricta eficiencia marginal empresaria al destinar
recursos a actividades que no tenían como finalidad elaborar los productos de mayor valor. En
esta lógica se encontraba la política de comercialización de derivados que desplegaba la
compañía, la cual se basaba en abastecer los diversos lugares del país aún cuando los costos
fueran significativamente más altos que en los grandes centros urbanos259. Desde una óptica

259
Este fue uno de los puntos en el que los detractores pusieron mayor énfasis. En esta línea, Aráoz, refiriéndose
al tema expresó: ―Yacimientos Petrolíferos Fiscales es la mayor empresa del país y en ella coexisten actividades
rentables y otras que no lo son y se compensan indebidamente mediante subsidios cruzados. Por lo demás, YPF es
tributaria de la cultura administrativa vigente en general en el Estado argentino, que no atiende debidamente a los

147
Capítulo 3. La última y final entrega: la privatización de Y.P.F. S.A. (1993-1999)

que contemple la totalidad del entramado social, y apartándose de las teorías que suponen que
la suma de acciones egoístas maximizadoras de beneficios particulares contribuye al ―bien
común‖, no es dable afirmar que esta dinámica que practicaba Y.P.F. generara los
desequilibrios señalados, en tanto que se ceñía a la lógica de desenvolvimiento propia de las
empresas públicas.
Conforme esto, es plausible cuestionar los argumentos de quienes pretendían la
privatización de la empresa por cuanto consideraban que debía utilizar la menor cantidad de
recursos para elaborar solamente los productos con mayor valor, ya que, en términos sociales y
macroeconómicos, la dinámica de Y.P.F. contribuía al desarrollo estructural de la Argentina y
permitía el ahorro de divisas que podían ser destinadas para importar otros bienes, la
proliferación de distintas comunidades en el extenso territorio de la Argentina, mantener un
nivel de empleo elevado en esos pueblos, entre otras cuestiones.
Contrariamente, en el segundo conjunto de críticas vertidas, se encuentran aquellas que
fueron desarrolladas, principalmente, en el Capítulo 1. A partir de lo señalado y en virtud de su
naturaleza, este tipo de cuestionamientos no son asimilables a los del primer bloque. A
diferencia de los anteriores que estaban vinculados a la lógica social de funcionamiento de la
empresa pública, éstos se asociaban a decisiones políticas que, en la mayoría de los casos,
respondían a las necesidades particulares de los funcionarios del gobierno de turno, a su
cooptación por el poder político, o a la escasa autonomía que éstos tenían respecto del capital
privado. Los elementos incluidos en este bloque (bajo nivel de retenciones, aumento del valor
de referencia para pagar las regalías, incremento del endeudamiento y altos precios pagados a
los contratistas, y bajos percibidos de las refinadoras privadas) fueron los que, en rigor,
contribuyeron a resquebrajar la estructura de la empresa y propiciaron el déficit que la
compañía presentaba; elementos que fueron utilizados para legitimar la fragmentación y,
posterior, privatización de Y.P.F. S.A..

3.2.1. Los condicionantes del desequilibrio estructural: el descenso en el


nivel de “retenciones”
En el Gráfico 3.1 se puede observar la evolución de las retenciones 260 de la empresa
conforme los distintos períodos analizados261. La información demuestra que, mientras que en
el decenio 1965-1974, en promedio, la empresa retenía el 49,1% del precio final de la nafta
especial, luego del último golpe militar-civil, ésta descendió 6,5 puntos porcentuales, al
ubicarse en el 42,6%. Durante la administración radical, lejos de mejorar la situación de Y.P.F.
S.E., empeoró considerablemente al bajar 9 puntos porcentuales, que sumado a la caída del
período anterior, representó una merma en la participación de la empresa del orden del -32%,
entre el período 1965-1974 y 1984-1989. Como contrapartida, las disminuciones en los
ingresos de la compañía representaban incrementos monetarios para el Estado que permitían
paliar, aunque sea parcialmente, sus problemas fiscales y de la deuda externa. Asimismo, se

criterios de eficiencia, eficacia y productividad. (…) Se impone, en consecuencia, su transformación a fin de


facilitar el control de su gestión, mejorar drásticamente sus niveles de eficiencia y habituarla para operar con la
mayor aptitud en un mercado competitivo‖ (cursivas propias, Aráoz, 1991: 57).
260
Por retenciones se entiende la parte que Y.P.F. ―retiene‖ luego de descontarle al precio final del producto los
gravámenes correspondientes.
261
No se posee información de 1975 en tanto que el anuario de ese año contiene una síntesis del quinquenio y, por
tal razón, los datos no se presentan con el necesario nivel de desagregación.

148
Capítulo 3. La última y final entrega: la privatización de Y.P.F. S.A. (1993-1999)

observa que, iniciado el proceso de reestructuración del mercado y de ―adecuación‖ de la


empresa en función de su posterior transferencia al capital privado, desde 1990 se revirtió la
tendencia descendente respecto del porcentaje de retención de Y.P.F., al incrementarse en 6
puntos y llegar al 39,3%.

Gráfico 3.1
Evolución de las retenciones y los gravámenes a la nafta especial entre 1965 y 1992 (promedio
por período, en %)
100

90

80
50,9
70 57,4 60,7
66,5
60

50

40

30
49,1
20 42,6 39,3
33,5
10

0
1965-1974 1976-1983 1984-1989 1990-1992
Retención Gravamen
Fuente: Elaboración propia en base a Anuarios de la Secretaría de Energía.

Este declive en el nivel de las retenciones de la compañía durante los períodos señalados,
impactó negativamente en los ingresos de Y.P.F. S.E., al punto de contribuir parcialmente en el
desequilibro de sus cuentas. En primer lugar, en tanto que en términos relativos conservaba una
menor porción del precio final de venta del producto. En segundo término, porque durante la
mayor parte del interregno 1974 y 1983 y, en menor medida, entre 1985 y junio de 1989, la
evolución de los precios de los derivados fue inferior a la del índice de precios al consumidor
(IPC), como forma de contener la inflación. Tal como refleja el Gráfico 3.2, entre 1974 y 1982
la evolución del IPC fue superior a la del precio final de la nafta especial, lo que expresa una
caída en el valor real de dicho combustible. A su vez, si se considera el precio de retención de
Y.P.F. S.E., se corrobora lo observado en el Gráfico 3.1, dado que la evolución, no sólo fue
menor que la del IPC, sino que, incluso, fue inferior a la del precio final de ese derivado.
Asimismo, durante el primer año de la gestión radical se observa un incremento del precio
final de la nafta especial —que no fue acompañado por el nivel de retenciones de la empresa,
sino que se destinó al Tesoro de la Nación—, por encima del IPC, motivado por la necesidad
del reciente gobierno de aumentar los ingresos para afrontar las erogaciones corrientes (Gráfico
3.3). En los años posteriores, y fundamentalmente en los meses finales de la administración de
Alfonsín, se aprecia un incremento mayor del IPC que del precio final del combustible
analizado. No obstante estas diferencias, una constante de ambos períodos fue el atraso de los
precios de retención de Y.P.F. S.E., corroborando lo señalado en el Gráfico 3.1.

149
Capítulo 3. La última y final entrega: la privatización de Y.P.F. S.A. (1993-1999)

Gráfico 3.2.
Evolución del precio final de la nafta especial, de la retención de Y.P.F. S.E. y del IPC, 1974-1983
(en números índices 1974=100, escala logarítmica)
10.000.000
IPC

Precio final nafta especial


1.000.000
Precio retención de YPF nafta especial

100.000

10.000

1.000

100

10
1974 1975 1976 1977 1978 1979 1980 1981 1982 1983

Fuente: Elaboración propia en base a Indec y Anuarios de la Secretaría de Energía.

Gráfico 3.3.
Evolución del precio final de la nafta especial, de la retención de Y.P.F. S.E. y del IPC, 1983-junio
1989 (en números índices 1983=100, escala logarítmica)
1.000.000

IPC

Precio final nafta especial


100.000
Precio retención de YPF nafta especial

10.000

1.000

100

10
1983 1984 1985 1986 1987 1988 jun-89
Fuente: Elaboración propia en base a Indec y Anuarios de la Secretaría de Energía.

Esta dinámica que perjudicaba a la empresa dado los menores ingresos por la venta de sus
derivados, no puede ser considerada como una deficiencia inherente a su rendimiento, en tanto
que provenía de directivas explícitas de los funcionarios del Poder Ejecutivo que se
desempeñaban en la Secretaría de Energía.

150
Capítulo 3. La última y final entrega: la privatización de Y.P.F. S.A. (1993-1999)

3.2.2. El marcado endeudamiento planificado


El segundo elemento de este bloque de críticas es el referido a la deuda contraída por la
compañía, la cual es trascendente, por un lado, debido a las implicancias que tuvo para la firma
y, por el otro, en tanto que uno de los argumentos privatistas fue el ahogo generado por el
excesivo endeudamiento de las empresas públicas. En virtud de los datos que se encuentran en
las Memorias y Balances de Y.P.F. 262 , se puede observar el comportamiento de dicho
componente. Tal como se aprecia en el Gráfico 3.4, entre 1970 y 1975 el endeudamiento
corriente y no corriente de Y.P.F. —con excepción de 1974— osciló en torno de los 326 y 885
millones de dólares. A su vez, en ese período la relación de deuda financiera y bancaria263
sobre el total de la deuda de la empresa estuvo siempre por debajo del 20% 264. Sin embargo,
durante la intervención militar el endeudamiento de la compañía se incrementó
considerablemente hasta alcanzar en 1983 los 5.419 millones de dólares (tomando como base
1975, el incremento anual acumulativo fue del 28,5%), motorizada, primordialmente, por las
deudas financiera y bancaria —principalmente la primera de éstas—, las cuales llegaron a
representar en 1982 el 86,9% del total adeudado. Tal como consta en el fallo del Juez
Ballestero, la empresa fue obligada a tomar no menos de 423 préstamos en el extranjero para
afrontar los desequilibrios generados por la intervención militar. Conforme esto, mientras que
en 1976 el endeudamiento externo era de 640 millones de dólares (el 61% del total), hacia
1983 se ubicaba en 4.451 millones de dólares (82,14%) (Y.P.F., 1983 e Y.P.F., 1984).
El endeudamiento de Y.P.F., en rigor, tenía como objetivo cubrir el déficit que le generaba,
por un lado, la compra de petróleo a los contratistas —sobre áreas que había descubierto Y.P.F.
S.E.— a un valor considerablemente superior al que le costaba extraerlo a la petrolera estatal y,
por el otro, la venta de ese crudo a un precio subsidiado a las refinadoras privadas (Gráfico
3.6). Asimismo, el desfasaje presupuestario se generaba por la caída en el nivel de las
retenciones (Gráfico 3.1) articulado con el descenso en términos reales de los precios de los
derivados (Gráfico 3.2). Finalmente, y esencialmente, el endeudamiento le permitía al
Ministerio de Economía conseguir financiamiento para volcarlo posteriormente tanto a la
compra de armamento como a sustentar el programa monetario y la fuga de capitales (Basualdo,
2006 y Ballestero, 2000).
La conjunción de estos tres elementos —con mayor peso el relativo a la bicicleta
financiera 265 — generó una dinámica de funcionamiento estructuralmente deficitaria de la
empresa. Este círculo vicioso de su actividad asociado a la necesidad de persistir en el
endeudamiento a través de la refinanciación de sus pasivos 266 para afrontar los vencimientos,

262
No se considera el total de los pasivos de la empresa sino las deudas ―bancarias‖, ―financieras‖, ―comerciales‖
y ―otras deudas‖. Quedan por fuera los componentes ―previsiones‖ y ―provisiones‖.
263
Mientras que la financiera osciló en torno del 0,4% y 2,3% (con excepción de 1974 que llegó al 6,8%), la
bancaria se mantuvo en torno de 9,7% y 19,1%. Esto es transcendente en tanto que luego de 1976 la primera de
ellas llegó a representar el 83,1% del total adeudado.
264
El descenso de los valores en 1977 se debe a que la conducción militar, al convertir a Y.P.F. en Sociedad del
Estado, inició a mediados de ese año un nuevo ejercicio, razón por la el balance contiene la información hasta el
31 de julio.
265
Ver nota 105.
266
Como consta en la causa iniciada por Olmos, en el informe presentado por los peritos oficiales, refiriéndose a
si la intervención militar de la empresa había afectado los intereses de Y.P.F. desde el punto de vista económico-
financiero durante el período 1976-1980, se establecía ―que el patrimonio de YPF ‗se hallaba comprometido‘ por
los resultados negativos y el gran de endeudamiento de la empresa. La situación de continuas pérdidas de

151
Capítulo 3. La última y final entrega: la privatización de Y.P.F. S.A. (1993-1999)

generó un formidable incremento de las deudas de Y.P.F. que condicionó fuertemente tanto su
desempeño como su nivel de rentabilidad.

Gráfico 3.4.
Evolución de la deuda corriente y no corriente de YPF S.E./S.A.; participación de las deudas
bancarias y financieras sobre el total de deuda y deuda de la empresa sobre el total del activo, 1970-
1992 (en millones de dólares corrientes y %)
7.000 6.600 100

86,9
Deuda corriente y no corriente en dólares 90
6.000 81,8 5.419 5.733
Deudas financieras y bancarias/deuda total
5.229 80
4.583 5.680
5.000 4.781 80,8
69,0 70
76,4
73,9
69,9 65,9 60
4.000 58,7

50
2.971
3.000 38,7
34,4 2.538 40
32,5
1.977 2.054
2.000 2.557 30
20,4
20,3 1.463 18,7 1.246 30,0
17,9 16,6
14,8 885 1.082 1.117 20
699
1.000 730 7,2
414 326 502 16,4 1.049 10
13,0
0 0
1,9

Fuente: Elaboración propia en base a Memorias y Balances de YPF

Durante los primeros años del gobierno radical, se puede apreciar que el stock de deuda
continuó incrementándose hasta 1985, impulsado por los compromisos comerciales, lo que
generó un descenso en la participación de las deudas bancaria y financiera, al punto de ubicarse
en el 65,9%. Con la sanción de la Ley N° 23.526 en 1987 comenzaron a decrecer tanto el stock
de deuda como la participación de los componentes financiero y bancario. Esto se debió a que,
esta norma, por una parte, autorizaba a la empresa a utilizar lo concerniente a la recaudación
del impuesto a los combustibles —que debería ingresar al Tesoro Nacional— para cubrir los
pagos que tuviera que realizar ―como consecuencia de la atención de los servicios y gastos de
su deuda financiera externa‖. Este monto que Y.P.F. no girara al Tesoro Nacional sería
considerado en la empresa como aportes de capital.
Por la otra, condonaba las deudas que en concepto de intereses, actualizaciones y/o
recargos la empresa poseía con el ―Tesoro nacional al 31 de diciembre de 1986, originadas por
las moras incurridas durante el ejercicio fiscal de 1986 en el régimen de anticipos del impuesto

explotación entre 1976 y 1980 indicaba una defectuosa administración o conducción económica, por causas aún
no determinadas, pero que afectaba negativamente los intereses de la empresa, la acentuada iliquidez de mediano
plazo que sólo podía ser resuelta por medio de refinanciaciones continuas de su pasivo en moneda extranjera [la]
que aumentaba sensiblemente. (…) Puesto que los resultados de explotación eran negativos y aún después de
ajustados por inflación magros para producir fondos para proveer el pago de lo adeudado en moneda extranjera,
ello vaticinaba que la empresa quedaba a merced de la refinanciación ilimitada‖. Asimismo, en las conclusiones
los peritos expresaron que ―las restricciones impuestas a YPF en la política de precios de sus productos, el
endeudamiento en moneda extranjera y la iliquidez inmediata, afectaron singularmente la situación económica-
financiera de la empresa entre 1976/80‖ (cursivas propias, Ballestero, 2000: s/p).

152
Capítulo 3. La última y final entrega: la privatización de Y.P.F. S.A. (1993-1999)

a los combustibles líquidos derivados del petróleo‖. Pero fundamentalmente, el descenso se


debió a que se autorizaba al Poder Ejecutivo a instrumentar un régimen por medio del cual el
Tesoro Nacional asumía los servicios, gastos y la amortización de la deuda financiera externa
de Y.P.F. S.E. vigentes al 31 de diciembre de 1986. El gobierno hizo uso de las facultades
concedidas, y por medio del Decreto N° 2.029/88 le extendió un crédito denominado ―Crédito
por Compromiso de Aporte Deuda Financiera Externa – Ley 23.526‖, el cual fue asumido por
el Tesoro Nacional e ingresado en los sucesivos años en el balance como aporte de capital
constitutivo del patrimonio neto de la compañía, dentro de la fuente ―capitalización deuda
financiera externa Ley 23.526‖. Estas medidas generaron un marcado descenso de las deudas
que poseía la compañía, y del componente financiero y bancario en el conjunto de éstas, que
pasó a oscilar entre el 7% y el 39%.
Al igual que lo sucedido con el bajo nivel de retenciones en la nafta especial que obtuvo la
petrolera estatal, el marcado incremento de la deuda contraída por Y.P.F. S.E. durante la
gestión militar-civil, no se debió a decisiones autónomas de la compañía, sino que
correspondía, principalmente, a directivas que provenían del Ministerio de Economía 267, o a las
necesidades de conseguir financiamiento a partir de, por un lado, el ahogo provocado por el
retraso de los precios reales de sus derivados y, por el otro, el descenso en las retenciones de la
compañía en el precio final de esos productos. Los menores ingresos monetarios de la empresa
generaron, a su vez, la necesidad de tener que refinanciar sus pasivos con el consecuente
incremento de las deudas.
A pesar de las implicancias que tuvo la Ley N° 23.526 en las finanzas de la empresa, a
partir de los créditos concedidos por el Tesoro Nacional que ingresaron en concepto de aportes
de capital, durante la gestión radical, la precaria situación económica de Y.P.F. S.E. no se
revirtió. En junio de 1988 se publicó en el Boletín Oficial el Decreto N° 683 el cual establecía
que a partir del 1° de julio el conjunto de las empresas públicas debían ―reducir forzosamente
en cuatro por ciento (4%) los gastos totales previstos en los presupuestos de esas entidades para
1988‖, que se sumaba ―a las reducciones que, con relación a 1987, ya contienen los referidos
presupuestos‖268. Dado que las disposiciones comenzaron a aplicarse a partir de la segunda
mitad del año, ―la consiguiente concentración en el segundo semestre derivó en una carga
financiera adicional en dicho período de alrededor de un 8%‖ (Y.P.F., 1990: 9). Estas normas,
además de las derogaciones de los Decretos N° 1.758/87 y N° 941/88 269 que dejaban sin efecto
compensaciones a la extracción de la empresa y los desfasajes generados por el pago de
267
Como fue citado en el Capítulo 1, José Antonio Cosentino, ex presidente de la empresa, al referirse a la deuda
originaria que poseía Y.P.F. y que el gobierno le obligó a renegociar, expresó: ―Posteriormente [YPF] fue
determinada u obligada a contraer nuevos préstamos en moneda extranjera… no entregándose a YPF dólares sino
pesos. La orden de endeudarse era dada por vía telefónica por funcionarios del Ministerio de Hacienda,
generalmente por Juan Alemann‖ (en Olmos, 2000: 218-219).
268
La norma aclaraba: ―La reducción forzosa de gastos estipulada en el artículo anterior no afectará las
remuneraciones del personal‖.
269
Según los cálculos realizados por el equipo contable de Y.P.F. S.E.: ―De haberse seguido dicho criterio en
1986 [limitar a partir del 1° de enero de 1987 el valor de las regalías a cargo de YPF al 12% del 96% de los
precios de transferencia para el petróleo crudo y gas natural, dispuesto en el Decreto N° 631/87 y anulado por el
N° 941/88] el Gobierno Nacional debería haber compensado a YPF en la suma de Australes 475 millones [378
millones de dólares], resultando que por ese único concepto se hubiera revertido el quebranto del ejercicio
transformándose en una utilidad por Australes 258 millones‖ (Y.P.F., 1986: 7). En base a lo señalado en el
balance de 1988: ―De haberse seguido dicho criterio durante el resto del año [marzo a diciembre de 1988], el
gobierno nacional debería haber compensado a YPF en la suma de Australes 5.325 millones [322 millones de
dólares]‖ (Y.P.F., 1990: 7).

153
Capítulo 3. La última y final entrega: la privatización de Y.P.F. S.A. (1993-1999)

regalías, generaron ―un desequilibrio económico-financiero derivado de tener que afrontar el


pago de dichas regalías sobre el valor de Boca de Pozo superior al valor comercial del crudo‖ y
de no contar con el incentivo a la producción de petróleo extraído por Y.P.F. S.E. (Y.P.F.,
1990: 9).
En rigor, con la derogación del Decreto N° 1.758/87, se incrementaron los valores de
retención de algunos derivados de la empresa ―creándose una compensación que cubriera el
desfase en el resto de los precios a través de la Resolución N° 521/88. Ambas medidas no
fueron simultáneas, contribuyendo este hecho a incrementar las dificultades financieras,
conjuntamente con la porción no cobrada incluida en los productos vendidos a Organismos
Oficiales‖ (Y.P.F., 1990: 9).
Nuevamente, tanto el considerable incremento de la deuda de la empresa como la
eliminación de las compensaciones generadas como consecuencia de desequilibrios originados
por los gobiernos nacionales, no se asociaban a ―ineficiencias‖ de la empresa, sino a decisiones
exógenas a la misma.

3.2.3. La transferencia de renta a los contratistas


El tercer elemento incluido en este bloque es el relativo al precio que Y.P.F. S.E. compraba
el petróleo a los contratistas y luego vendía a las refinadoras privadas. En función de los datos
analizados en el Cuadro 1.17 del Capítulo 1, Y.P.F. S.E. en 1983, por un crudo que había
descubierto y le pertenecía legalmente, pagó a los contratistas, cuanto menos, 417 millones de
dólares270, cuando para explotarlo de forma directa hubiera tenido que invertir alrededor de 103
millones de dólares, en función de sus costos (cerca del 25%). Como fue analizado en el
Capítulo 2, estos grupos económicos que absorbían áreas y renta petrolera pertenecientes a
Y.P.F. S.E., en lo sustancial, fueron los grandes beneficiados del proceso de fragmentación de
la compañía: Pérez Companc, Tecpetrol (Techint), Astra CAPSA, Pluspetrol, Bridas y CGC
(Soldati).
El posicionamiento estructural que estas empresas habían adquirido desde 1977 271 en el
mercado de hidrocarburos, a partir de concentrar entre el 25% y el 35% de la extracción —en
un contexto en el que la explotación alcanzaba únicamente para satisfacer el mercado
interno 272 —, les había conferido un poder de coacción que les permitía presionar a las

270
Vale recordar que este dato está subestimado en tanto que los costos de Y.P.F. se calcularon en base a las
inversiones tanto de exploración (las más costosas) como de explotación, mientras que los contratistas solamente
destinaron recursos a extraer hidrocarburos y no a descubrirlos, por lo que sus erogaciones eran marcadamente
inferiores. Por otra parte, en éste período como durante la vigencia de los contratos Y.P.F. se hacía cargo del 12%
de regalías que se pagaba a las provincias, lo cual disminuía los costos de los privados e incrementaba los de la
empresa estatal. Además, la subestimación también proviene de que el dato señalado refleja el precio de la
―producción base‖, y no considera el de la extracción que excedía ese nivel, la cual se pagaba a un precio
considerablemente superior. Según estimaciones en base a Bonelli (1984), el 19,6% del volumen de crudo
extraído durante 1983 superó esta ―producción‖, por lo que se abonó en función del precio de petróleo
―excedente‖. Conforme esta información, el monto pagado a los contratistas habría alcanzado los 489,4 millones
de dólares y la transferencia de renta habría arribado a los 386,4 millones de dólares.
271
Cabe recordar que el ingreso de los grupos económicos locales señalados al mercado primario de hidrocarburos
fue entre 1967 y 1972, en tanto que a Pérez Companc, Bridas, Petrolera San Jorge y Astra se les concedieron
cuatro áreas productivas para que explotaran. No obstante, el salto cualitativo y cuantitativo se dio desde 1977 ya
que de haber 7 contratistas en 1976, pasaron a operar 42 en 1983. Asimismo, esos cuatro grupos económicos
pasaron de controlar 4 a 20 áreas entre los años señalados.
272
El excedente exportable que comenzó en 1985 fue siempre inferior al 2% de la extracción del país.

154
Capítulo 3. La última y final entrega: la privatización de Y.P.F. S.A. (1993-1999)

autoridades políticas para obtener mejores precios273. Esto se visibilizó en la renegociación de


los contratos acontecida en 1983, descripta en el Capítulo 1. El Gráfico 3.5 expresa la
evolución, entre 1977 y 1986 de los precios internacionales del crudo y los precios en dólares y
en pesos de 1970 pagados a los contratistas locales por el petróleo que Y.P.F. S.E. les
compraba.
El período puede dividirse en tres subetapas: la primera, entre 1977 y 1980, en la que la
evolución de los precios locales en dólares y los internacionales, con ciertos matices, tuvieron
un comportamiento similar en tanto que ambos crecieron, aunque los locales en mayor medida
producto de la apreciación cambiaria de la política monetaria. La segunda, que se extiende
entre 1980 y 1982, se aprecia un leve descenso del Brent 274 , a la par que, en el mercado
doméstico, producto del agotamiento de la tablita y la consecuente devaluación, los precios en
dólares cayeron un 55% y se posicionaron un 28% por encima del año base (1977). Con
respecto a los precios en pesos de 1970, en rigor, se mantuvieron relativamente constantes
entre 1977 y 1982. El tercer período es el iniciado luego de 1982 —con las renegociaciones
realizadas por la dictadura militar-civil— que se extendió hasta el final del período analizado.
En base a la información disponible, mientras el precio internacional del crudo Brent continuó
su leve, pero persistente, caída hasta 1985, con un marcado descenso en 1986, los precios
domésticos, ya sea considerados en pesos de 1970 o en dólares iniciaron una fase ascendente
(en mayor nivel los medidos en divisa). De este modo, mientras que entre 1977 y 1986 —con
ascensos y descensos— el precio local en dólares se acrecentó un 252,0% (15,0% anual
acumulativo), el medido en pesos de 1970 se incrementó un 129,5% (9,7% anual), y el
internacional, apenas subió un 3,7% (0,4 anual). Luego de esa fecha, si bien no se poseen datos
homologables a la serie de precios del petróleo local expresada en el Gráfico 3.5, es plausible
señalar que la tendencia asumida fue la misma, en tanto que las negociaciones realizadas por el
gobierno de Alfonsín con el plan Olivos I generaron subas de alrededor del 15% (Kozulj y
Bravo, 1993) en el precio del crudo doméstico en un contexto de estancamiento de los precios
internacionales275.

273
Vale recordar lo presentado en el Capítulo 1, respecto de las palabras de Menem, retomadas por el senador
Sapag durante el debate parlamentario de la Ley N° 24.145: ―También ha dicho el señor presidente de la Nación
que alrededor del petróleo ha habido una escuálida iniciativa privada que recibía pingües ganancias que no se
derivaban en inversiones reales, que no apoyaban al riesgo ni a la eficiencia productiva que aumentara la renta.
También ha sostenido que las ganancias se obtenían merced a un eficaz tráfico de influencias en los núcleos del
poder estatal, cuyas potestades les permitían erigirse en árbitros incuestionables de la actividad‖ (cursivas
propias, Diario de Sesiones, 1992: 1.283). Esto se visualiza en el Balance y Memoria de Y.P.F. S.A. de 1995 en
donde explica el proceso de reconversión de los contratos a partir de los sobreprecios que éstos contenían:
―Yacimientos Petrolíferos Fiscales Sociedad del Estado (la ‗Sociedad Predecesora‘) había firmado un acuerdo con
Total Austral S.A., Daminex Argentina S.A. y Bridas S.A.P.I.C. (‗los socios de TOTAL‘) que obligaba a la
Sociedad a pagar por la producción de gas natural un precio determinado contractualmente que era superior a
los precios normales de mercado‖ (cursivas propias, Y.P.F., 1995: 78).
274
En base a la información brindada por el Departamento de Energía de los Estados Unidos, el petróleo Brent es
un tipo de crudo mezclado producido en la región del Mar del Norte (Gran Bretaña) que sirve de referencia de
otros precios del petróleo.
275
Considerando al año 1977 como base 100, el precio internacional del crudo era de 107,2 en 1988, levemente
superior a 1986.

155
Capítulo 3. La última y final entrega: la privatización de Y.P.F. S.A. (1993-1999)

Gráfico 3.5
Evolución del precio internacional del crudo (Brent), precio en dólares y en pesos de 1970 pagados a
los contratistas, 1977-1986 (número índice 1977=100)
400
Precio petróleo internacional (Brent) 362,3
352,0
350 Precio en dólares pagado a los contratistas
Precio en pesos de 1970 pagado a los contratistas

300 286,6

255,2
250 236,9
264,6 229,5

200
206,8

150 128,3

100,0
100
103,5 103,7
95,9

50

0
1977 1978 1979 1980 1981 1982 1983 1984 1985 1986
Fuente: Elaboración propia en base a British Petroleum y Pistonesi, Figueroa de la Vega y Torres (1988).

Del análisis surge que luego de, fundamentalmente, 1982, la evolución de los precios
domésticos se escindió marcadamente de los vaivenes internacionales. Si bien la no
correspondencia con los precios internacionales en el mercado ampliado fue una constante en
todo el siglo corto petrolero, vale resaltar que en este período ese desajuste favoreció a los
contratistas en la obtención de precios más cercanos a los externos (en el marco de precios
altos producto de la crisis del petróleo desatada por la OPEP). De este modo, este nuevo
escenario les permitió captar una mayor porción de la renta petrolera en detrimento de Y.P.F.
S.E. lo que le generó ciertos desequilibrios en sus cuentas276, en parte compensados en base a
lo dispuesto por algunas normas 277.
Este desajuste se vio potenciado por el diferencial de precios generada por los valores a los
que la empresa estatal compraba el petróleo a los contratistas y luego vendía a las refinadoras.
Si se toman los datos de mayo de 1989 se puede observar (Gráfico 3.6) que mientras Y.P.F.
S.E. adquiría el crudo, en promedio, a 62 dólares el m3, posteriormente se lo transfería a las
firmas privadas encargadas de refinar (Shell y Esso 278, principalmente) a 24,4 dólares el m3, lo

276
Vale recordar lo señalado por Kozulj y Bravo (1993) respecto del análisis realizado en 1990. Según afirman el
promedio de los costos operativos de Y.P.F. S.E., se incrementaban en 2,5 veces si se agregaban los generados por
la compra de petróleo a los contratistas.
277
Conforme esto, los artículos 3 de los Decretos N° 3.870/84, 5/85 y 145/85, afirmaban: ―El Tesoro nacional
resarcirá a la Sociedad del Estado de las erogaciones que deba afrontar con motivo de la vigencia de dichos
contratos. A tales efectos, autorizase a Yacimientos Petrolíferos Fiscales S. E., a compensar mensualmente contra
el impuesto los combustibles, Ley N° 17.597, la diferencia entre los precios que se pacten como consecuencia del
presente decreto y los precios de venta F.O.B. de los distintos tipos de petróleo crudo nacional fijados por el
Ministerio de Obras y Servicios Públicos, cuando éstos sean inferiores‖. A pesar de estas compensaciones, es
claro que hubo una transferencia de ingresos del sector público (Tesoro nacional o Y.P.F. S.E.) al sector privado.
278
Según datos de los Anuarios de la Secretaría de Energía, entre ambas compañías concentraban, en 1989, el
88,9% del petróleo privado refinado. El 11% restante se distribuía entre Isaura (7,7%), Sol (2,1%) y DAPSA

156
Capítulo 3. La última y final entrega: la privatización de Y.P.F. S.A. (1993-1999)

que generaba una pérdida de 37 dólares por cada m3 vendido. Durante el mes señalado, el
quebranto ocasionado a la compañía por estos desfasajes de precios habría oscilado entre los
12,6 y 24,6 millones de dólares279. A diferencia de los altos precios pagados a los contratistas
que significaban una formidable transferencia de renta petrolera de Y.P.F. S.E. al sector
primario privado, los bajos precios a los que se vendía el crudo a las refinadoras no tuvieron
como consecuencia necesaria una transferencia de renta de esas características, en tanto que la
Secretaría de Energía regulaba los precios finales de los derivados. De este modo, las firmas
destiladoras mantenían una rentabilidad razonable y los usuarios percibían cierta parte de la
renta petrolera280.
Al igual que con los desequilibrios generados por los bajos precios de retención y el
persistente endeudamiento, el diferencial entre el alto precio pagado a los contratistas y el valor
―subsidiado‖ al que Y.P.F. S.E. le vendía a las refinadoras, provenía de directivas exógenas a la
empresa, en tanto eran fijadas desde la Secretaría de Energía.

Gráfico 3.6.
Precio de compra de petróleo crudo a los contratistas, precio de venta a las refinerías y diferencia
entre ambas operaciones, mayo de 1989 (U$S*/m3)
80

66,3 65,7 63,8 62,5 62,5 61,8


59,9
57,3 56,7
60

40

25,8 26,1 25,5 24,4 24,6 24,4


23,7 22,9 22,4
20

0
Tierra del Salta Cuenca Formosa Jujuy Santa Cruz Mendoza Chubut Promedio
Fuego Neuquina Norte simple
-20

-40 -36,2 -34,4 -34,3


-38,3 -38,1 -37,9 -37,4
-40,5 -39,6
Precio de venta a las refinerías (U$S/m3) Precio de compra de YPF a constratistas privados (U$S/m3)
Diferencia entre compra y venta de petróleo (U$S/m3)
-60
*El tipo de cambio que se consideró fue el del 5 de mayo de 1989: $90,5 por dólar.
Fuente: Elaboración propia en base a Anuarios de la Secretaría de Energía

(1,3%). El total del crudo procesado por el sector privado representaba el 31% del conjunto del país, mientras que
a Y.P.F. S.E. le correspondía el 69% restante.
279
Para el cálculo realizado se consideró una distribución homogénea en los distintos meses en la compra de
petróleo por parte de las refinadoras. De este modo, de los 7,9 millones de m3 vendidos al sector privado durante
1989, se asumió que en mayo el volumen adquirido por ellos habría oscilado los 659 mil m 3. Asimismo, para el
cálculo de la pérdida ocasionada a Y.P.F. S.E., dado que la información está suministrada en australes corrientes,
para su transformación en dólares de la época, se tomó el tipo de cambio del 5 de mayo. El cálculo arrojó un
déficit de 24,6 millones de dólares. Asimismo, para la pérdida de 12,6 millones de dólares, se consideró el precio
que alcanzó la divisa de Estados Unidos hacia el final del mes considerado, 177 australes por dólar. Dado que
durante el año en análisis diariamente los precios, producto de la (hiper)inflación, y de la moneda norteamericana
sufrieron notables alzas, deviene complicado realizar un cálculo anual de la pérdida ocasionada por este accionar.
280
El usuario se apropia de parte de la renta cuando el precio final del bien comercializado está por debajo del
precio internacional.

157
Capítulo 3. La última y final entrega: la privatización de Y.P.F. S.A. (1993-1999)

3.2.4. El análisis de la rentabilidad de Y.P.F. (1960-1992)


De este modo, la fijación de los distintos precios de la cadena productiva hidrocarburífera
por parte del Estado durante todo el siglo corto petrolero, sufrió un quiebre transcendental en
1976. A partir de allí, por políticas trazadas por el Poder Ejecutivo y sus funcionarios en la
Secretaría de Energía se inició una persistente transferencia de áreas al capital privado que
operaba como contratista, como también de renta a partir de los altos precios pagados, lo que
determinó que Y.P.F. S.E. operara como ―subsidiante‖ de estos grupos concentrados. A su vez,
el marcado endeudamiento al que fue ―sometida‖ la empresa durante el gobierno de facto de
1976, junto con los desajustes aludidos, generó un considerable desequilibrio en los resultados
de la empresa. Por otra parte, vale señalar el desfasaje generado por la implementación del
Decreto N° 2.227/80 el cual establecía que el precio de referencia para calcular el pago de
regalías progresivamente alcanzaría el precio internacional 281. Como se mencionó, la posición
estructural que adquirió el capital privado en el mercado primario condicionó fuertemente al
gobierno de Alfonsín, quien no supo —o no procuró— revertir la política de subsidiaridad de
Y.P.F. S.E..
El quiebre indicado también se puede apreciar en los Gráficos 3.7 y 3.8. Tal como se
observa, con excepción de 1972, en todos los años anteriores a 1975 que figuran en el análisis,
Y.P.F. S.E. tuvo utilidades positivas. La rentabilidad sobre ventas entre 1960 y 1974 osciló en
torno del 0,6% y el 27,8%, lo que expresa un relativamente buen desempeño de la compañía.
Vale señalar que los marcados incrementos de las ventas netas de la empresa en los últimos dos
años analizados en el Gráfico 3.7 corresponden al aumento de precios producto de la ―crisis del
petróleo‖ originada en 1973282.
A partir de 1975, con la intervención del General de Brigada Juan Carlos Reyes y,
posteriormente, con el golpe militar-civil de 1976, la petrolera estatal ingresó en una fase de
desequilibrio constante que duró doce años (Gráfico 3.8). Recién en 1987 Y.P.F. S.E. pudo
―estabilizar‖ sus cuentas y consiguió una rentabilidad positiva durante ese año y el siguiente.
La inestabilidad económica generada en la compañía durante la dictadura alcanzó tal magnitud
que las pérdidas en el trienio 1981-1983 fueron entre dos y cuatro veces superiores a las ventas
netas de los respectivos años.
En parte, esto se debió a que durante esos años el endeudamiento de la empresa y las
necesidades de refinanciarlo, tal como expresaban los peritos que actuaron en la causa judicial,
habían alcanzado niveles considerablemente altos, a la par de que se habían transferido cerca
de treinta áreas petroleras al capital privado con un volumen de extracción que rondaba el 14%
del total y sobre el cual Y.P.F. S.E. para adquirirlo debía pagar precios hasta cuatro veces más
altos que sus costos.

281
En base a lo establecido en la norma la alícuota se incrementaría 7 puntos porcentuales por año y pasaría de
representar el 58% del precio internacional en 1981 al 100% en 1987. Dado que Y.P.F. vendía el petróleo a las
refinadoras a un precio local (y compraba el crudo a los contratistas a un precio cada vez más alto), con el paso de
los años fue generando fuertes desequilibrios en las cuentas de la compañía. Esta modalidad de cálculo de las
regalías fue derogada recién en 1987 con el Decreto N° 631, el cual estableció el Índice de Precios Mayoristas
Nivel General del INDEC para calcular el precio de referencia, sin embargo, en el correr de los años generó que
Y.P.F. S.E. acumulara deudas con las provincias.
282
Se denomina ―Crisis del petróleo‖ al proceso acontecido en 1973 en el cual los principales países extractores de
crudo aglutinados en la Organización de Países Exportadores de Petróleo (OPEP), redujeron la producción para
aumentar su precio, lo que generó el mayor crecimiento interanual de la historia (252%) (Barrera y Vitto, 2009).

158
Capítulo 3. La última y final entrega: la privatización de Y.P.F. S.A. (1993-1999)

Gráfico 3.7
Evolución de las ventas netas, las utilidades y relación utilidades sobre ventas, 1960-1974 (en
millones de dólares corrientes y %)
2.000 40

1.800 1.732
Ventas netas

1.600 Utilidad 30
27,8
Utilidades/ventas
1.400
20
1.200 18,5
15,9

1.000 9,4 909


8,2
10
6,2
800 10,4
0,6 8,6
566 0,6 0,7
600 537
478 459 0
360 422
539 355
400
272 276
181
200 88 -10
75 57 46 78
17 2 50 3 2
0
1960 1961 1962 1963* 1964* 1965* 1966 1967 1968 1969 1970 1971 1972-69 1973 1974
-200 -15,1 -20
* No se pudieron conseguir las Memorias y Balances de YPF de 1963, 1964 y 1965.

Fuente: Elaboración propia en base a Memorias y Balances de Y.P.F.

Gráfico 3.8
Evolución de las ventas netas, las utilidades y relación utilidades sobre ventas, 1974-1992 (en
millones de dólares corrientes y %)
6.000 50
10,4 6,8 5.172 6,6
-3,5 2,1 6,1
-5,5
5.000 0
-25,7 -36,1 4.013 1,3 4.159
-51,7 -45,6 -14,8 -15,7 3.867
4.000
3.534 3.405 -50
-41,5 -28,9 3.176 3.301
3.000 2.605
2.476
-100

2.000 1.732 1.660 1.647


1.337 -150
1.032 1.096 1.000
1.000 588
396 253 256
224 -200
181 71 69
0 -199,9
-173
-250
-1.000 -304 -396 -524
-1.027 -1.159
-281,6 -300
-2.000
Ventas netas
-3.000 -350
Utilidad
-398,9
Utilidades/ventas -3.319
-3.764
-4.000 -400
-3.988
Fuente: Elaboración propia en base a Memorias y Balances de YPF

159
Capítulo 3. La última y final entrega: la privatización de Y.P.F. S.A. (1993-1999)

Estos elementos sumados a los menores niveles de ingresos de la empresa, ya sea por el
retraso de los precios como ancla para contener la inflación, por los bajos precios percibidos a
las refinadoras, o por los porcentajes menores de retención, contribuyeron a generar los
desequilibrios marcados283.
Una vez que asumió la gestión radical, las cuentas de la empresa fueron corregidas a través
de ciertas compensaciones (Decreto N° 3.870/84, 5/85, 145/85, Ley N° 23.526) lo que impactó
en un considerable descenso en las pérdidas. Luego de doce años en constante déficit, en 1987
y 1988 la empresa logró una rentabilidad del 6,8% y 2,1%, respectivamente, sobre ventas. Sin
embargo, al año siguiente el balance volvió a mostrar un quebranto del orden del -15,7% sobre
ventas. Según figura en las Memorias y el Balance de la empresa, en lo sustancial se debió a
―la fuerte incidencia de los crecientes costos financieros‖, y a los cambios que sufrió el
régimen de regalías petroleras y gasíferas ―que impactaron en mayores costos para Y.P.F., en el
orden de los U$S 50 millones‖ (Y.P.F., 1991: 6).
La sanción de la Ley de Emergencia Económica, durante el gobierno de Menem (1989),
determinó que el cálculo de las regalías se hiciera, no ya sobre un porcentaje del precio interno,
sino que sobre el precio internacional de referencia, anulando la Ley N° 23.678 (que fijaba un
ajuste en función de la variación de los precios locales). A su vez, esta norma suspendió todo
tipo de subsidios o compensaciones lo que generó un desfasaje importante entre los ingresos y
egresos de la firma. Por último, la memoria de ese año marca dos elementos más que
contribuyeron al déficit señalado: por una parte, el no cumplimiento del Decreto N° 931/89 el
cual había dispuesto que se pudieran utilizar ciertos fondos destinados al financiamiento
genuino de la empresa los cuales ―no fueron efectivizados‖ (Y.P.F., 1991: 7). Por la otra, y
algo que fue una constante del período pero que se agudizó en ese año debido a la crisis
económica, el equipo contable destacó ―el continuo incremento de la deuda que Organismos y
Empresas del Estado mantuvieron por el suministro de productos. Por su magnitud, este
condicionamiento financiero es sin lugar a dudas el más importante y el más restrictivo para la
actividad futura‖284 (Y.P.F., 1991: 7).
Con la ―adecuación‖ de la empresa, realizada durante el gobierno de Menem, en función de
su ―posible‖ transferencia al capital privado, los balances de los años siguientes cerraron con
ganancias del orden del 1% y 6% sobre ventas, lo que expresa lo falaz, por lo menos en ese
momento, del argumento que sostenían los detractores, basado en que la petrolera estatal era la
única en el mundo que daba pérdidas. Luego de las reformas implementadas (la reconversión
de los contratos de locación que generaban constantes pérdidas a la empresa en concesiones de
explotación 285 , el incremento del nivel de retención de la empresa y la eliminación de la
obligación de vender el petróleo subsidiado a las refinadoras), las cuales generaron aumentos
283
Durante la sesión del Senado, en 1992, en la que se discutió el proyecto de Ley de Federalización de los
hidrocarburos y Privatización de Y.P.F., el legislador radical José Genoud, refiriéndose a la empresa, expresó:
―Entonces, no es que fuera deficitaria, sino que los apremios financieros [del Estado] de las últimas décadas
determinaban que había que recurrir a los impuestos a los combustibles, pero simultáneamente comprimiendo su
precio para evitar la inflación y ello producía el efecto de asfixia a YPF‖ (Diario de Sesiones, 1992: 1.316).
284
Al respecto, Novillo plantea el mismo problema: ―Lo que ocurre es que a YPF no le pagaba nadie. Y es
evidente que YPF no podía contar con el gran recurso para intimar a sus deudores. Si le dejaba de entregar
combustibles a Ferrocarriles, no había trenes. Si le cortaba el crédito a Segba, nos quedábamos sin suministro
eléctrico. (…) No podía funcionar bien con tantos incobrables‖ (Novillo, 1992: 100).
285
Con esto no se quiere expresar que la solución al problema de los contratos petroleros era la entrega de las
áreas que explotaban en concesiones petroleras, sino, simplemente, plantear que uno de los principales déficit
generados estaba desapareciendo.

160
Capítulo 3. La última y final entrega: la privatización de Y.P.F. S.A. (1993-1999)

en sus ingresos, la firma alcanzó un nivel acorde de rentabilidad, similar al del período anterior
al iniciado con el gobierno de facto que irrumpió en 1976. Conforme esto, en 1991 las
ganancias fueron de 253 millones de dólares (6,1% sobre ventas).
En suma, cabe señalar que los desequilibrios de la empresa se debieron a políticas
explícitas implementadas por la dictadura militar-civil que, ante la imposibilidad de privatizar
la empresa dada la correlación de fuerzas contraria a dichos intereses, tendieron a minar los
pilares de sustentación de la compañía. La política de ―privatizaciones periféricas‖, el aumento
del pago de regalías, el formidable endeudamiento, la caída real de los precios de los derivados
y el menor nivel de retención de Y.P.F. S.E., establecieron una dinámica viciosa de
funcionamiento que el radicalismo no supo —o no procuró— revertir. Conforme esto, los
problemas económicos que padecía Y.P.F. S.E. hacia finales de la década de 1980 se debieron
a las falencias señaladas en el segundo bloque (desequilibrios estructurales) y no a las
mencionadas en el primero de ellos (―ineficiencia‖). De esta manera, la solución a la precaria
situación de la empresa se encontraba en eliminar el sesgo privatista 286 que tenía la compañía y
no en profundizar la política de entrega al capital privado 287. A pesar de las compensaciones
económicas que existieron durante la administración radical (Decretos N° 3.870/84, 5/85,
145/85 y Ley N° 23.526 —varias de ellas derogadas a los pocos meses—), la transferencia de
renta petrolera del ―sector público‖ (ya sea de la petrolera estatal en forma directa o del Tesoro
Nacional de modo indirecto) hacia los contratistas privados no solamente persistió, sino que
incluso se acrecentó (como consecuencia de las renegociaciones del Olivos I), aspecto que
generó un fortalecimiento de la capacidad coactiva por parte del capital contratista y un colapso
del sector público en general.
Lo notable del proceso fue que quienes se vieron beneficiados por las causas de la
insolvencia en la que se encontraba la empresa estatal eran aquellos que mayores críticas
vertían sobre su funcionamiento, y quienes (no casualmente) sostenían la necesidad de
profundizar el proceso de fragmentación por medio de la privatización de la empresa288. En
rigor, si bien sus detractores se basaban en la ―ineficiencia‖ para postular la desestatización de
Y.P.F., el leitmotiv de sus cuestionamientos, giraba en torno de que con una empresa del tenor
de la petrolera estatal, indirectamente existiría una regulación pública —a través de su rol
testigo— que no generaría un entorno competitivo —léase por esto, no podría transferirse la
capacidad regulatoria al sector privado—.
La disputa por la apropiación de sentidos que se desarrolló con mayor intensidad entre
finales de la década de 1980 y se consolidó en los primeros años de 1990 a favor de considerar

286
Por esto se alude a la política de transferencia de recursos económicos y estratégicos al capital privado (renta,
áreas, etc.).
287
No obstante, la política del gobierno giró en torno de la profundización del sesgo privatista al punto de poner
en venta las acciones de la empresa al capital privado, en tanto que argumentaban que no podía funcionar sin
―adecuarse‖ al nuevo contexto. Conforme esto, semanas antes del debate en el Congreso del proyecto de Ley de
Federalización de los hidrocarburos y privatización de Y.P.F., Estenssoro expresaba: ―La desregulación y
desmonopolización del sector hidrocarburos requiere de una adecuación de YPF a las condiciones del contexto en
el cual se debe desenvolver. No realizarlo conduciría inexorablemente a la extinción de esta empresa, pues ella
estaba estructurada de tal forma que no podría competir eficientemente, en las condiciones que plantea un
mercado abierto‖ (Estenssoro, 1992b: 20).
288
Al respecto, luego de la privatización de la petrolera, el presidente de Pluspetrol S.A., empresa que ingresó
como contratista en el mercado primario con el quiebre realizado por la dictadura, refiriéndose a los inicios del
gobierno de Menem y al funcionamiento de Y.P.F. S.E., expresó: ―En aquel momento escribí: ‗Lograr una YPF
reestructurada y eficiente es difícil, casi diría misión imposible‖ (Rey, 1993b: 52).

161
Capítulo 3. La última y final entrega: la privatización de Y.P.F. S.A. (1993-1999)

a los hidrocarburos como un ―commodity‖, anulando —discursivamente— sus cualidades de


―recurso estratégico no renovable‖ en tanto que necesario para el desarrollo del país, tendía a
transformar, también, la concepción de la utilidad de las empresas. La finalidad era instalar que
las empresas debían maximizar su tasa de ganancia, por fuera de cualquier objetivo social 289,
dado que de esta manera, se lograría desarrollar una actividad más ―eficiente‖ con el
consecuente ―derrame‖ de los beneficios para la sociedad 290 . Estos argumentos estuvieron
presentes y como trasfondo en los debates desarrollados en las distintas sesiones del Congreso
Nacional, bajo los cuales el sector privatista apoyó la privatización de Y.P.F. S.A., como así
también todo el programa desestatizador encarado por el gobierno.

3.3. El debate en la Cámara de Senadores en torno de la privatización de


Y.P.F. S.A.: sus ejes nodales
Luego de varias iniciativas parlamentarias y ciertas disputas en el interior del Partido
Justicialista respecto de cómo debía privatizarse la empresa, el 22 de agosto de 1991 ingresó al
Senado el proyecto de Ley de ―Federalización de los Hidrocarburos y Privatización de Y.P.F.
S.A.‖, el cual, más allá de ciertas modificaciones, contenía básicamente los lineamientos
trazados por el entonces titular del bloque justicialista en diputados, José Luis Manzano.
Cuatro meses antes el Poder Ejecutivo había enviado un proyecto diseñado por Estenssoro
cuyo eje era la privatización de la petrolera estatal, el cual fue retirado dado que no había
conseguido el consenso necesario para su tratamiento en las comisiones y obtuvo el rechazo del
Sindicato Unido de Petroleros del Estado (SUPE), en parte, porque no proponía una
distribución de acciones entre Nación, provincias y trabajadores. En este sentido, la nueva
iniciativa contenía ciertos elementos de fundamental relevancia para obtener la ―legitimidad‖
que permitiera su avance en las cámaras. En lo sustancial, se alude a las distintas clases de
acciones en las que se dividiría el capital social de Y.P.F. S.A. (en función de la pertenencia a
la Nación, las provincias extractoras y los trabajadores291) y la incorporación de la denominada
―federalización de los hidrocarburos‖ (El Cronista Comercial, 1991a; El Cronista Comercial,
1991b; Clarín, 1991), un reclamo que durante el siglo corto petrolero había estado presente y
que la correlación de fuerzas imperante en el período había generado que su resolución se
encaminara a favor de que la Nación tuviera la propiedad de dichos recursos. Bajo la nueva
coyuntura, y ante la necesidad del ejecutivo nacional de conseguir los legisladores necesarios
para continuar con el proceso iniciado en 1989, se incorporaron estas demandas provinciales y
sindicales en el plexo normativo. En este sentido, en la presentación del proyecto ante el
Congreso, el 21 de agosto de 1991 el presidente Menem expresaba:
―Tengo el agrado de dirigirme a vuestra honorabilidad a fin de retirar el proyecto de ley enviado
mediante mensaje 594, del 4 de abril de 1991 referido a la aprobación del Plan de Transformación
Global de YPF Sociedad Anónima, sustituyéndolo por el presente, cuyo objetivo esencial, sin
abandonar la filosofía del anterior en lo que hace a la Transformación Empresaria de YPF Sociedad
Anónima y a la privatización de sus activos y su capital social, es establecer la atribución de la

289
Esto no quiere decir, de ningún modo, que las compañías públicas deberían funcionar con déficit, sino que se
trata de enfatizar que tendrían que desenvolverse bajo una lógica que tienda a maximizar el bienestar social.
290
En este sentido, Estenssoro manifestaba: ―El plan de transformación de YPF, llevado adelante por el gobierno
en una empresa petrolera integrada, equilibrada y rentable‖ (Estenssoro, 1992b: 20).
291
Originariamente, la propuesta de Manzano consistía en dividir el capital social de Y.P.F. S.A. en partes iguales
entre la Nación y las provincias (45% a cada una) y el 10% restante se distribuiría entre los trabajadores de la
empresa. En las negociaciones posteriores, estas participaciones fueron modificadas.

162
Capítulo 3. La última y final entrega: la privatización de Y.P.F. S.A. (1993-1999)

propiedad de los yacimientos de hidrocarburos líquidos y gaseosos [a las provincias], aprobar,


como se ha anticipado, la transformación en todos los órdenes, de YPF Sociedad Anónima (…) y
dar solución equitativa a las diversas pretensiones planteadas, en materia de regalías, por los
Estados Provinciales en cuyos territorios se hallan los yacimientos de hidrocarburos‖ (cursivas
propias, Diario de Sesiones, 1992: 1.255).

El proyecto presentado, que comenzó a debatirse en el Senado el 24 de junio de 1992, tenía


cuatro ejes fundamentales sobre los cuales giró la iniciativa del gobierno, a los que, en las
propias negociaciones, se les incorporaría un quinto. Por un lado, la propuesta de ―transferir‖ el
dominio público de los yacimientos de hidrocarburos del Estado Nacional —tal cual lo
establece el artículo 1 de la Ley N° 17.319— a las provincias en cuyos territorios se
encontraran. Por el otro, la intención de alcanzar un acuerdo respecto del pago de regalías que
se le adeudaba a las provincias desde 1980 como consecuencia del incremento impuesto por la
dictadura por medio del Decreto N° 2.227/80. A su vez, se buscaba ratificar la política
hidrocarburífera implementada desde 1989 por el Poder Ejecutivo a través de los diversos
decretos señalados. Asimismo, y como el principal de los ejes, establecía el mecanismo para
transferir al sector privado, por una parte, el capital social de la empresa y, por la otra, los
activos que quedaban en propiedad de Y.P.F. S.A. que se pretendían enajenar. Por último, y
producto de las negociaciones realizadas en el Senado, dentro de los ejes se encontraba la
voluntad de destinar al Régimen de Previsión Social los recursos recaudados por la venta de las
acciones de la empresa que estuvieran en propiedad del Estado Nacional. Respecto de este
último punto, la intervención del senador del Partido Radical, José Genoud, es elocuente:
―Si se pensaba que este ciento por ciento de lo producido por la venta de las acciones de YPF debía
ser destinado a superar la crisis de las cajas de jubilaciones, debió haberse planteado este tema
desde noviembre, cuando el Poder Ejecutivo giró el proyecto al Congreso. (…) El destino de los
fondos es mencionado recién en estos últimos días antes del tratamiento del proyecto‖ (Diario de
Sesiones, 1992a: 1.369).

Conforme esto, los primeros dos ejes —federalización de los hidrocarburos y la


cancelación de los montos adeudados por el pago incorrecto de regalías— como así también la
obligación de asignar la totalidad de lo recaudado a la caja previsional, tenían por objetivo
obtener la legitimidad necesaria para avanzar con el proceso de transferencia de la propiedad
de la empresa al capital privado 292 . Vale recordar que el principal freno que encontró el
proyecto de Ley de Propiedad del subsuelo presentado por Hipólito Yrigoyen durante su
segundo gobierno, fue la oposición en el Senado de los legisladores provinciales que se
negaban a que la Nación tuviera dicho control. La articulación de los distintos ejes del proyecto
terminó condicionando el cobro de las deudas y la transferencia del dominio de los
hidrocarburos a la esfera provincial, a la aprobación del mismo, aspecto que pudo haber
limitado el margen de maniobra de los legisladores pertenecientes a circunscripciones
extractoras de hidrocarburos, a partir de la presión ejercida por los distintos gobernadores.

3.3.1. Los argumentos en torno de la privatización


Los argumentos que esbozaron los detractores tanto de la empresa como del ―sistema de
regulación pública‖ por los diversos canales comunicacionales también fueron desarrollados en
292
Dentro del cuarto eje, las modificaciones establecidas por Manzano (distribuir el capital social de la Y.P.F.
entre las provincias productoras, la Nación y los trabajadores) también tenían como finalidad lograr el consenso
necesario para privatizar la empresa.

163
Capítulo 3. La última y final entrega: la privatización de Y.P.F. S.A. (1993-1999)

el Congreso de la Nación por los legisladores oficialistas (quienes poseían el 53% de las
bancas) y los bloques aliados. En la alocución realizada el 24 de junio de 1992 por el miembro
informante del Partido Justicialista, el senador por Chubut, César Mac Karthy (retomando
como propias palabras de Cavallo), planteó críticas tanto al funcionamiento del mercado
ampliado de hidrocarburos característico del siglo corto petrolero, como a la dinámica de
Y.P.F. S.A.:
―El ministro de Economía y Obras y Servicios Públicos, el doctor Domingo Cavallo, cuando nos
visitó hace unos meses (…) dijo: ‗…que en el sector de hidrocarburos había como un rompecabezas
y que el mismo está conformado por la legislación previa sobre propiedad exclusiva del Estado
nacional; por un mercado regulado en proceso de desregulación; por una empresa petrolera estatal
de alta participación en el mercado pero con un nivel de eficiencia por debajo de los rangos de
competitividad internacional (…)‖ (cursivas propias, Diario de Sesiones, 1992a: 1.266).

Desde la perspectiva desarrollada por Mac Karthy, la necesidad de privatizar la petrolera


estatal se fundaba en su ―bajo nivel de eficiencia‖. Estas declaraciones adquieren considerable
trascendencia al haber sido esbozadas luego de reconocer que las causas del desequilibrio de la
empresa se debían a las políticas desarrolladas por el gobierno de facto, por medio del marcado
endeudamiento externo, de los incrementos en el precio de referencia —hasta llegar al valor
internacional— para el pago de regalías, y los altos precios pagados a los contratistas, y bajos
percibidos de las refinadoras:
―Volvamos a 1980. Además de este panorama conflictivo con las regalías mal liquidadas, YPF
debía soportar el peso de contratos de explotación firmados durante la gestión de Martínez de Hoz,
mediante los cuales se obligaba a pagar por los hidrocarburos un precio mayor que el que recibía
YPF al venderlos. Asimismo, YPF recibió los cargos no genuinos de un endeudamiento interno y
externo cuya legitimidad se puede discutir pero que no se puede ni se debe dejar de reconocer. En
este contexto, lógicamente, las inversiones caían y el horizonte de reservas se achicaba‖ (Mac
Karthy, en Diario de Sesiones, 1992a: 1.265).

Si bien en su discurso reconoció que los orígenes de los desequilibrios económicos de la


petrolera provenían de las políticas generadas por el gobierno de la dictadura militar-civil y de
la persistencia de las medidas con sesgo privatista desarrolladas por la administración radical,
la solución no se basaba en la ―corrección‖ de dichos ―vicios‖ para, de este modo, fortalecer el
funcionamiento de Y.P.F.. Contrariamente, a partir de reposicionar en el debate el argumento
de la ―ineficiencia‖ de la empresa, sostenía la necesidad de profundizar el proceso iniciado en
1989 el cual consistía, como se desarrolló, en la transferencia al capital privado de activos de la
petrolera:
―Se trataba entonces, ya a mediados de 1989 y con el nuevo gobierno constitucional en el poder, de
asumir uno de los dos riesgos posibles: o continuábamos profundizando las razones de la crisis
mediante el arbitrio injusto de hacerle pagar a un Estado cada vez más pobre el precio de una
cantidad creciente de subvenciones al consumo de producciones caras y deficientes, o poníamos en
marcha el proyecto global que permitiera desplegar la utilización de todas nuestras riquezas como
paso hacia un sistema donde el desarrollo fuera posible‖ (Mac Karthy, en Diario de Sesiones,
1992a: 1.265).

Lo paradójico del posicionamiento asumido por el oficialismo en el Senado es que,


aceptando que los desequilibrios económicos de Y.P.F. provenían de factores exógenos a ella,
las únicas dos alternativas que plantearon como válidas fueron: por un lado, continuar con la
transferencia al sector privado de renta petrolera por medio de la empresa, esto es, mantener el

164
Capítulo 3. La última y final entrega: la privatización de Y.P.F. S.A. (1993-1999)

status quo; y, por el otro, directamente entregar su propiedad al capital privado, suprimiéndola
como empresa testigo. El gobierno —a pesar de las diferencias existentes en su interior 293— no
se planteaba como opción eliminar los elementos que generaban los desequilibrios y mantener
una compañía saneada que continuara regulando el mercado. En rigor, esto se debió, como se
señaló, a la forma en que emergió como ―cuestión socialmente problematizada‖ y se instaló en
la agenda pública, vinculada, por un lado, a las fracciones del capital local que operaban en el
mercado de hidrocarburos y, por el otro, a los acreedores externos cuyas intenciones eran
recuperar el capital que la Argentina les adeudaba294. Conforme esto, la resolución de dicho
conflicto estaba condicionada por los actores que lo presentaron en la escena pública, de ahí
que la respuesta haya sido la profundización de la política privatizadora.
No obstante, la transferencia de recursos a estas fracciones del capital, en lo discursivo, fue
solapada por medio del enfoque neoclásico asumido por el gobierno. Bajo dicha perspectiva, la
eliminación de las regulaciones impuestas por el Estado permitiría una auto-organización del
mercado de modo eficiente a partir del libre accionar de sus fuerzas, aspecto que escamoteaba
la transferencia de la capacidad regulatoria al capital privado, a partir de la concentración en la
distribución de áreas (Cuadro 2.12) y de la extracción y comercialización de petróleo 295. La
intervención del senador del Partido Justicialista por Santa Cruz, Pedro Molina, se encontraba
en esta línea. Luego de describir, en consonancia con Mac Karthy, el origen de los
desequilibrios de la empresa, afirmó que las medidas implementadas desde 1989 habían
permitido eliminar los ―vicios‖ y generar un mercado eficiente, ocultando la transferencia del
poder de decisión al capital privado:
―La política del gobierno del presidente Menem involucró una modificación global de la política
que se venía aplicando a través de reformas estructurales para terminar con los subsidios, la patria
contratista y la desactualización tarifaria con el objeto de permitir la sana competencia en el
mercado entre las distintas empresas petroleras reformando a fondo la empresa YPF que ha
logrado la obtención de importante superávit en sus cuentas, permitiendo al Estado argentino,
neutralizar los déficit de otras empresas públicas‖ (cursivas propias, Diario de Sesiones, 1992a:
1.336).

293
El senador justicialista por Santa Cruz, Pedro Molina, quien exigió que el Estado conservara el 20% de la
compañía, presentó en minoría algunas objeciones respecto de que la empresa se deshiciera de su rol testigo: ―En
el futuro voy a insistir con mi propuesta sobre que YPF debe ser empresa testigo en el mercado de hidrocarburos,
porque una empresa testigo es aquella que, además de ganar dinero y pagar impuestos correspondientes, tiene
suficiente peso o participación en el mercado para conjurar los precios abusivos (…) El propósito entonces
consiste en aumentar la competencia con el fin de evitar que los consumidores paguen el costo de las tendencias al
oligopolio o monopolio natural en los mercados petroleros chicos como el argentino‖ (Diario de Sesiones, 1992a:
1.338).
294
En parte, sin explicitarlo, el senador Mac Karthy, planteaba la existencia de este conflicto: ―Señor presidente:
la búsqueda de una solución de fondo en esta relación entre la Nación, las provincias, los contratistas e YPF ha
llevado a plantear la necesidad de la federalización de los hidrocarburos, la desregulación del sector, la
reconversión de los contratos y la concreción de un acuerdo de regalías‖ (cursivas propias, Diario de Sesiones,
1992a: 1.266). De esta manera, la resolución de los desequilibrios económicos ocasionados en Y.P.F. por los
contratos privados se resolvieron a favor de éstos al cederle las explotaciones a través de concesiones.
295
En este sentido, el senador Mac Karthy expresaba: ―El decreto 1.055 propició la reactivación de la explotación
de hidrocarburos en áreas operadas por YPF, a través de la concesión de áreas de interés secundario y asociación
de áreas de recuperación asistida o áreas centrales (…), además la desregulación de la actividad para que los
precios, márgenes, bonificaciones, cuotas, cupos, etcétera, fueran fijados por el mercado, en el libre juego de la
oferta y la demanda‖ (Diario de Sesiones, 1992a: 1.265).

165
Capítulo 3. La última y final entrega: la privatización de Y.P.F. S.A. (1993-1999)

Desde la óptica de este senador justicialista, la política implementada desde 1989, en lo


que atañe al mercado de hidrocarburos, había ―eliminado a la patria contratista‖ 296 ; no
obstante, si bien dejaron de ser ―contratistas‖ del Estado o, en este caso, de la empresa, lejos
estaban de desaparecer de la actividad y de captar parte considerable de la renta petrolera, dado
que la política desarrollada consolidó y potenció el posicionamiento estructural de estas
fracciones del capital al otorgarle mayor cantidad de áreas y la concesión de los yacimientos
que antes explotaban como contratistas de Y.P.F.297. Conforme esto, la nueva arquitectura del
mercado eliminó los lazos que ―inhibían‖ el libre accionar del capital, posibilitando una
expansión de su dinámica de acumulación.
La posición asumida en general por el Partido Radical (principal oposición en el Senado,
con el 30% de los escaños), presentada por su miembro informante, el senador por Mendoza,
José Genoud, se encuentra resumida en el dictamen de minoría. En su primera intervención, el
legislador sostuvo que, si bien se encontraba a favor del proceso de fragmentación iniciado
desde 1989 —con excepción de la concesión de las áreas centrales y la venta o asociación en
los ductos—, todo el bloque se oponía al proyecto presentado por el Poder Ejecutivo:
―Si bien estimamos necesario acometer la tarea de redimensionar a Yacimientos Petrolíferos
Fiscales, admitiendo como correcta la decisión de vender sólo las destilerías Dock Sud, San
Lorenzo y Campo Durán, reducir la flota petrolera, ceder al personal las proveedurías o privatizar el
sector de perforación de YPF constituyendo una empresa independiente, ello no es óbice para
consentir el resto de las disposiciones del proyecto (…). Nuestra negativa al proyecto se funda en
las ya señaladas observaciones a las ventas de las principales áreas centrales (…). Igualmente
criticable es la decisión de vender o asociarse hasta el 50% [en] los principales ductos (…). Por
considerar que este proyecto en la práctica no federaliza los yacimientos de hidrocarburos,
convalida la venta de los principales yacimientos realizado por vía de decreto, reduce por
desmembramiento a YPF tornándola ineficiente, [e] ignora la necesidad de un plan exploratorio es
que aconsejamos su rechazo. La Argentina debe aprovechar su petróleo y gas para impulsar una
política de crecimiento económico y no para obtener fondos para enjugar el déficit de coyuntura‖
(Diario de Sesiones, 1992a: 1.261-1262).

Además de los argumentos mencionados, el bloque radical también se opuso al proyecto


en tanto consideraba que, al igual que lo sucedido con las primeras cuatro áreas centrales
licitadas, las cuales ―por razones financieras se elevó la venta de la asociación (…) a medida
que crecían las necesidades del Tesoro‖ (Genoud, en Diario de Sesiones, 1992a: 1.311), la
privatización tenía como objetivo central paliar los problemas fiscales del gobierno. En
realidad, si bien estaban en parte de acuerdo con el proceso de fragmentación de Y.P.F. S.A.,
objetaban que el Estado perdiera el rol de contralor en el sector. El proyecto que ingresó en la
Comisión de Combustibles contemplaba la posibilidad de que se vendiera el ciento por ciento
de las acciones de la petrolera, dado que, para el oficialismo, los inversores no aceptarían que
el Estado conservara un porcentaje de las acciones; tal como explicaba Estenssoro en mayo de
1992, un mes antes de la votación:

296
En el Capítulo 1 se definió a la ―patria contratista‖ como aquellas fracciones del capital, en su mayoría
pertenecientes a la ―oligarquía diversificada‖, que gestaron vínculos con el Estado en calidad de proveedoras de
bienes y servicios, vinculadas a las obras de infraestructura insertas en el plan económico de Onganía y su
ministro de Economía, Krieger Vasena (Basualdo, 2006: 31).
297
Entre los principales beneficiarios del proceso de fragmentación de Y.P.F. se encuentran Pérez Companc,
Techint, Astra Capsa, Pluspetrol y Bridas (integrantes en su mayoría de la denominada ―patria contratista‖)
quienes pasaron a tener injerencia en 80 de las 147 áreas concesionadas (54,4%).

166
Capítulo 3. La última y final entrega: la privatización de Y.P.F. S.A. (1993-1999)

―La inquietud que expresa en particular el senador Molina es por qué el Estado no se quedaba con
un porcentaje de las acciones —20%— para ejercer el veto si lo consideraba necesario. Cavallo
explicó con mucha claridad que esa propuesta invalida totalmente el proyecto. Si uno quiere entrar
francamente al mercado no puede hacerlo al estilo argentino en donde una acción vale cinco votos.
Una acción vale un voto. Además, llegado el caso el Estado puede comprar en la magnitud que
quiera acciones de YPF en la Bolsa internacional‖ (Ámbito Financiero, 1992: 6).

Este fue uno de los puntos que generó cierta controversia en el interior del partido
gobernante ya que, si bien todos los senadores y las senadoras apoyaban —con ciertas
diferencias— la venta del capital social de la empresa, algunos —como el caso de Molina—
consideraban que el Estado debía conservar un porcentaje de las acciones que le diera cierta
capacidad de veto. En este sentido, Molina, una vez que logró el apoyo de los senadores para
introducir un límite a la venta de acciones en torno del 20 por ciento, manifestó:
―Mi bloque me va a acompañar en sólo una de mis propuestas y yo lo agradezco señor presidente
porque se ha recogido la más importante, la que expresa una cuestión estratégica, el 20 por ciento.
No obstante, en el futuro voy a insistir con mi propuesta sobre que YPF debe ser empresa testigo en
el mercado de hidrocarburos. (…) En un mercado chico como el argentino, quien controla YPF
controla los precios de los hidrocarburos. Más aún si los que en definitiva controlan la empresa
estatal, a la vez son dueños de empresas privadas que operan en el mercado. El riesgo implícito es
que, si se privatiza YPF, sin ningún tipo de restricciones, en el largo plazo se está creando un
oligopolio petrolero cuyo efecto más relevante son precios de hidrocarburos más altos que los que
se originarían en un mercado altamente competitivo‖ (Diario de Sesiones, 1992a: 1.338).

La intervención de Molina planteaba ciertas objeciones similares a las esbozadas por el


radicalismo, en tanto que estos últimos sostenían la necesidad de que el Estado —
redimensionado y con una mínima intervención 298 — mantuviera el control en el mercado
ampliado de hidrocarburos, a partir de una empresa petrolera con mayoría estatal. Al respecto,
Genoud, manifestó: ―Lo que nunca puede aceptarse, señor presidente, es que el Estado pierda
la dirección y el control de Y.P.F., desprendiéndose del paquete mayoritario de acciones
porque eso significaría renunciar a una herramienta vital para operar en el mercado de los
combustibles, que es uno de los insumos más críticos, cíclicos y estratégicos del mundo‖
(Diario de Sesiones, 1992a: 1.313). Esta posición la mantenían ya que, a diferencia de la
concepción enarbolada en su mayoría por el oficialismo, rechazaban la idea de que los
hidrocarburos fueran un commodity, revitalizando su rol estratégico en tanto recurso no
renovable 299 . En tal sentido se manifestó el senador Hipólito Solari Yrigoyen: ―Debemos
extraer petróleo, pero debemos extraerlo con inteligencia, racionalmente. No se trata de
extraerlo rápido y de cualquier manera, porque no tenemos grandes reservas. (…) El petróleo
no es renovable como las fuentes hidroeléctricas. Es un recurso que se agota‖ (Diario de
Sesiones, 1992a: 1.320).
De este modo, el partido radical sostenía la necesidad de que el Estado no se desligara de
su rol en el mercado hidrocarburífero, toda vez que admitía la incorporación del capital

298
Al respecto, Solari Yrigoyen expresaba: ―Para los radicales, el achicamiento del Estado es una necesidad: pero
ese achicamiento tiene un límite. Además, reconocemos que las leyes del mercado tienen falencias y admitimos,
por otra parte, que la intervención limitada del Estado es necesaria" (Diario de Sesiones, 1992a: 1.332).
299
En esta línea, el presidente de Y.P.F. había expresado meses antes del debate: ―No compartimos la idea que
considera al petróleo como un ‗bien estratégico de la Nación‘. Se trata más bien de un recurso que, correcta y
económicamente administrado, puede convertirse en factor decisivo de transformación económica y que se
comercializa en los mercados del mundo de una manera similar a los de los cereales y metales‖ (Estenssoro,
1992b: 20).

167
Capítulo 3. La última y final entrega: la privatización de Y.P.F. S.A. (1993-1999)

privado, el cual, desde su perspectiva, era considerado vital para el desarrollo del sector.
Conforme esto, el ingreso de los operadores privados como accionistas de Y.P.F., debía tener
límites y estar acotado a los inversores de origen nacional para, de esta manera, evitar la
extranjerización de la principal empresa del país. En este sentido, Solari Yrigoyen consideraba:
―Antes no queríamos que se vendiera ninguna acción de YPF. Hoy podríamos admitir, si los señores
representantes de la mayoría nos convencieran realmente de que hacen falta fondos para las
inversiones que tenga que hacer YPF, que se vendiera una parte de las acciones, pero que siempre el
dominio, el poder de decisión y el control de la empresa estuviera en manos nacionales. Somos
partidarios de la participación del capital privado en la actividad petrolera nacional. Pienso
precisamente que con este equilibrio es como mejor estamos defendiendo el interés del país. No
queremos que YPF sea un mamotreto burocrático. Debe ser una empresa eficiente y rentable. La
participación del capital privado no sólo es conveniente sino también necesaria en los tiempos en
que vivimos. Pero al mismo tiempo rescatamos el rol de YPF, que debe ser la empresa testigo del
interés nacional en la actividad petrolera. (…) Nuestra actual aspiración es que el Estado controle la
mayoría del paquete accionario pero que, además, lo haga en forma permanente. (…) La venta de
acciones no otorga ninguna garantía para el control real de la empresa en sus decisiones
mayoritarias. Incluso no otorga ninguna seguridad para que la empresa no vaya a pasar a manos
extranjeras, ni siquiera que quede bajo el dominio del capital privado nacional. (...) No quedan
dudas sobre las intenciones que abriga el Poder Ejecutivo de proceder a la extranjerización de YPF‖
(Diario de Sesiones, 1992a: 1.319).

El clima de época favorable al avance del capital por sobre los espacios estatales, nutrido y
potenciado por la caída del bloque soviético y las teorías que afirmaban el fin de la historia y la
consolidación del mercado cómo única forma ―eficiente‖ de producción y distribución de los
bienes, contribuía a considerar que el capital privado —entre ellos, el nativo—, principal actor
que había coadyuvado a generar los desequilibrios de la petrolera estatal, fuera indispensable
para la expansión del sector y beneficioso para la sociedad en su conjunto. En este sentido, el
radicalismo se expresaba a favor de que hubiera una mayor intervención del sector privado en
la actividad, aunque establecía ciertos reparos respecto del origen del mismo. Conforme esto,
objetaba que el capital extranjero obtuviera el control de la petrolera estatal y pregonaba para
que el empresariado local alcanzara mayor participación en la compañía. Frente a esta
perspectiva, el posicionamiento mayoritario del partido de gobierno era contrario a cualquier
tipo de regulación, aceptando únicamente que el Estado conservara el 20% de las acciones de
la empresa y pudiera enajenarlas, solamente, con la sanción de una nueva Ley que lo habilitara.

3.3.2. La “federalización de los hidrocarburos” y el acuerdo en torno de


las regalías mal liquidadas
En términos generales, la discusión en torno de la provincialización de los recursos
encontró fuerte consenso en el Senado, aunque el radicalismo objetó el modo en que se
operacionalizó en el proyecto de Ley. La propuesta del oficialismo consistía en ―transferir‖,
luego del vencimiento de los respectivos plazos legales y/o contractuales de las distintas
concesiones realizadas con el capital privado, el dominio público de los yacimientos de
hidrocarburos del Estado Nacional a las provincias en cuyos territorios se encontraran. El
argumento del gobierno para no cederlos con la sanción de la Ley, según lo expresado por su
miembro informante, César Mac Karthy, se basaba en otorgarle continuidad a las inversiones y
seguridad jurídica al capital privado que había obtenido concesiones con el nuevo marco
normativo creado desde 1989:

168
Capítulo 3. La última y final entrega: la privatización de Y.P.F. S.A. (1993-1999)

―La norma que hoy se presenta configura un nuevo concepto del dominio de los hidrocarburos, un
nuevo modo de ordenamiento del mercado, un diferente grado de participación del Estado nacional
y de los Estados provinciales (…). [Manzano] se hacía la siguiente pregunta: ‗¿Cómo realizar un
proceso de federalización en medio de un proceso de desregulación, de apertura y de inversión?‘
Para realizar el proceso de federalización sin alterar el proceso de inversiones, había que darle
continuidad; y ésta estaría dada por el respeto a la norma madre de la actividad: la ley de
hidrocarburos. Es decir: no avanzar sobre las determinaciones básicas de la misma y respetar las
relaciones contractuales preexistentes entre el Estado y los particulares, en otras palabras, la
federalización no debe afectar el principio de continuidad jurídica‖ (Diario de Sesiones, 1992a:
1.266).

Dentro del partido gobernante se encontraron algunas disidencias parciales respecto de


este punto, relacionadas, únicamente, con el artículo que explicitaba que las transferencias se
realizarían luego de vencidas las concesiones. Nuevamente, el matiz dentro del justicialismo lo
introdujo el senador Molina, quien manifestó: ―Este proyecto de ley reconoce a las provincias
el dominio sobre los hidrocarburos. Creo que se ha reconocido un viejo anhelo que teníamos
los legisladores representantes de las provincias productoras, si bien es cierto que esto ocurrirá
luego de que venzan las concesiones‖ (Diario de Sesiones, 1992a: 1.333). La provincialización
de los recursos fue el punto que mayor consenso concitó. En este sentido, el justicialismo
consiguió apoyos de senadores que representaban a partidos locales, fundamentalmente, de las
provincias extractoras de hidrocarburos, quienes operaron como aliados. Los discursos giraban
en torno del reconocimiento por parte del Estado nacional de un derecho originario que las
provincias poseían y había sido vulnerado desde el poder central. En este sentido, el senador
del Movimiento Popular Neuquino, Elías Sapag, afirmó en la cámara:
―Serena pero firmemente sostengo que un derecho inalienable, no delegado y previo a la
Constitución Nacional, no puede devolverse hoy y quitarse caprichosamente mañana. (…) La
federalización de los hidrocarburos es la reparación del injusto avasallamiento que significó la
ley de hidrocarburos; la restauración de un derecho arbitrariamente conculcado; es la
restitución histórica a un inconstitucional despojo, es el reintegro de un poder nunca delegado y
es la devolución de un dominio jamás concedido‖ (Diario de Sesiones, 1992a: 1.280).

En concordancia con lo expuesto por Sapag, José Genoud apoyaba la federalización de los
hidrocarburos en tanto que consideraba que los recursos naturales originariamente eran
propiedad de las provincias. En este sentido, se oponía al concepto de ―transferencia‖ de los
recursos que figuraba en el artículo 1 del proyecto de Ley, dado que, desde su perspectiva, ―la
Nación no puede transferir lo que nunca fue de ella‖, ya que no existía ―norma alguna en la
Constitución Nacional que permita deducir que se haya producido una delegación de facultades
en cuanto a este tema se refiere‖ (Diario de Sesiones, 1992a: 1.289). No obstante, si bien en lo
conceptual acordaba con los lineamientos generales de este punto del proyecto, consideraba
que tal cual se expresaba en el articulado era una mera formalidad ya que cuando se vencieran
los plazos de las concesiones se ―transferirían‖ a las provincias áreas sin recursos:
―Esto quiere decir que la transferencia de esos yacimientos habrá de operarse dentro de 25 o 35
años, si el concesionario, comprador o adjudicatario hace uso de la opción de prórroga por diez años
más que cada uno de esos contratos prescribe. El país sabe que no puede hablarse de existencia de
recursos hidrocarburíferos en esos yacimientos pasados los 15 o 20 años. Llegado ese momento,
cuando las provincias puedan explotar esos yacimientos serán sólo agujeros vacíos en territorios
arrasados‖ (Diario de Sesiones, 1992a: 1.295).

169
Capítulo 3. La última y final entrega: la privatización de Y.P.F. S.A. (1993-1999)

Otro aspecto de considerable transcendencia —principalmente porque es un reclamo


todavía vigente— es la exigencia de Genoud para que en el proyecto se introdujera el derecho
de poder de policía para las provincias. En este sentido, el senador expresaba que era necesario
contemplar dicha demanda para ―fiscalizar y controlar cuánto petróleo se extrae de sus pozos‖.
A pesar de las diferencias existentes en cuanto a la operacionalización de la federalización de
los hidrocarburos, vale resaltar la concordancia entre los diversos bloques respecto de este
punto. Sin duda la incorporación de esta demanda en el nuevo proyecto presentado por el Poder
Ejecutivo, pretendía otorgarle legitimidad al proceso de transferencia de las acciones al capital
privado.
En este sentido, se encontraba, también, la resolución del conflicto —no exento de
controversias300— generado por las deudas que poseía la Nación con las provincias a raíz de la
mala liquidación de las regalías petroleras y gasíferas (producto del Decreto 2.227/80 de la
dictadura) a través del canje de ―Bonos de Consolidación de Regalías de Hidrocarburos‖ por
acciones de Y.P.F. S.A.. El acuerdo alcanzado respecto de este tema tenía como finalidad, no
solamente culminar con un diferendo que desde hacía casi una década existía entre la Nación y
las provincias sino, incluso, obtener el apoyo de esos legisladores para la privatización de la
empresa. Según los cálculos realizados, y el reconocimiento de las deudas por parte del Estado
nacional por regalías mal liquidadas, las provincias tenían una acreencia que alcanzaba los
2.428,0 millones de pesos/dólares, de los cuales el 36,8% correspondía al capital y el 63,2% a
los intereses devengados (Cuadro 3.1). Un dato importante a considerar es que según lo
explicitado por el senador Mc Karthy, el 60% del total adeudado correspondía a regalías mal
liquidadas entre 1980 y 1983, mientras que el 30% restante concernía a los años transcurridos
entre 1984 y 1989. Como era de suponer, las principales provincias extractoras (Mendoza,
Santa Cruz, Chubut, Neuquén y Río Negro) concentraban el 90,2% del total adeudado, siendo
Mendoza y Santa Cruz las principales afectadas con cerca de 640 millones de pesos/dólares
(26,1%) y 480,1 millones de pesos/dólares (19,7%) de acreencias, respectivamente.
Originariamente, el proyecto presentado preveía que, con los Bonos de Consolidación de
Regalías de Hidrocarburos que emitiría el Banco Central, las provincias extractoras pudieran
adquirir las acciones clase ―B‖ de Y.P.F. 301 . No obstante, producto de las negociaciones
entabladas en las comisiones, el texto del proyecto se modificó y se incorporó la posibilidad de
que esos bonos fueran tomados a su valor nominal por la Nación no sólo para canjear las
acciones clase ―B‖, sino también ―para cancelar deudas con el Estado Nacional, para adquirir

300
Solari Yrigoyen, senador radical por Chubut, durante el debate en el Congreso presentó sus objeciones al
método de cálculo realizado en el Ministerio de Economía y Obras y Servicios Públicos, dado que, según sus
estimaciones, la Nación le debía más de 1.000 millones de pesos/dólares a su jurisdicción, mientras que les
reconocían algo más de 400 millones de pesos/dólares: ―La provincia a la que represento tiene créditos que
sobrepasan los mil millones de dólares si se hiciera una liquidación con intereses y las liquidaciones
correspondientes, pues se trata de pleitos viejos, anteriores a la ley de convertibilidad. De acuerdo con el método
que aplica esta ley para reconocimiento de deudas, observamos que de lo que se trata es de convalidar los
procedimientos compulsivos efectuados y aun ampliarlos en un grado mucho mayor. (…) Mi provincia, como
consecuencia inmediata de la aplicación de esa norma del Plan Brady, sufrió una disminución del 30 por ciento,
dispuesta unilateralmente por el Ministerio de Economía y Obras y Servicios Públicos. Pero aquí no para la cosa
sino que ahora dicho Ministerio nos reconoce la mitad de ese monto que ya había quedado reducido a 800
millones de dólares: es decir, aproximadamente, 400 millones‖ (Diario de Sesiones, 1992a: 1.325).
301
Vale recordar que la norma establecía que las acciones clase ―A‖ serían propiedad del Estado, las ―B‖ de las
provincias y las ―C‖ de los trabajadores. Las que fueran vendidas por los diversos actores al capital privado se
convertirían en clase ―D‖.

170
Capítulo 3. La última y final entrega: la privatización de Y.P.F. S.A. (1993-1999)

otros activos del Estado Nacional que éste enajene total o parcialmente, o bien a su valor de
mercado para otras aplicaciones‖.
Luego de las modificaciones señaladas se alcanzó el consenso necesario para que los
senadores apoyen la propuesta del Poder Ejecutivo en torno de la resolución del diferendo
existente respecto de las regalías mal liquidadas.
Conforme el análisis, es plausible señalar que la incorporación dentro del proyecto de Ley
de los puntos relativos a la ―federalización de los hidrocarburos‖ y la cancelación de regalías
mal liquidadas, tenía como objetivo condicionar la satisfacción de reclamos históricos de las
provincias, a la aprobación de la norma que enajenaría la principal empresa del país.

Cuadro 3.1. Deudas de la Nación con las provincias en concepto de regalías


impagas, 1980-1990 (en millones de pesos/dólares)*
Monto % % acumulado
Capital 893,0 36,8 36,8
Intereses 1.535,0 63,2 100,0
Total 2.428,0 100,0
Desagregado por provincias
Mendoza 634,9 26,1 26,1
Santa Cruz 480,1 19,7 45,8
Chubut 404,4 16,6 62,5
Neuquén 378,8 15,6 78,1
Río Negro 295,7 12,2 90,2
Tierra del Fuego 122,6 5,0 95,3
La Pampa 62,7 2,6 97,8
Salta 41,6 1,7 99,5
Jujuy 11,1 0,5 100,0
Total 2.431,9 100,0
*Los montos totales no coinciden en el original.
Fuente: Elaboración propia en base a información suministrada por el Diario de
Sesiones (1992a: 1.265).

3.3.3. La media sanción del proyecto de Ley


El estilizado análisis del debate permite sostener que las argumentaciones vertidas por los
legisladores, tanto de los bloques opositores como de aquellos que apoyaban el proyecto de
Ley, fueron relativamente superficiales y, cuando tendían a profundizar en las causas
originarias de la difícil situación por la que atravesaba Y.P.F. S.A., las desvinculaban de los
distintos actores que se beneficiaron de la dinámica que, desde 1976, había adquirido tanto el
mercado ampliado de hidrocarburos como la empresa, principalmente, el capital privado que
operó como contratista. Asimismo, si bien hubo posiciones encontradas entre los dos bloques
mayoritarios, no existió una complementación a partir de las diversas posturas. En rigor, dado
que el oficialismo —luego del rechazo que sufriera el proyecto presentado por Estenssoro y las
incorporaciones realizadas en el de Manzano— tenía los senadores necesarios para conseguir la
media sanción, no tenía intenciones de realizar grandes negociaciones del proyecto en la
Cámara. Expresión de esto es que el tratamiento en el Senado se desarrolló en dos días (23 y 24
de junio), no obstante, el primer día se levantó la sesión a la madrugada por falta de quórum y
al segundo día se puso un límite de tres horas y media para desarrollar y finalizar el debate (el
cual se cumplió). La intervención del senador radical por Buenos Aires, Adolfo Gass, permite
describir el escenario:

171
Capítulo 3. La última y final entrega: la privatización de Y.P.F. S.A. (1993-1999)

―Me duele que senadores de provincias que deberían estar aquí, porque pertenecen a provincias
petroleras, estén en otro lugar contando cuántos votos van a tener. Personalmente, no me interesa el
resultado de la votación: sé cómo va a ser. Todavía sé contar. Pero me hubiese gustado que, por lo
menos, se escucharan nuestros argumentos, para que los funcionarios del Poder Ejecutivo que
fueron dueños de petroleras [en alusión a Estenssoro] no sean los que elaboran los proyectos que se
van votar en esta Cámara‖ (Diario de Sesiones, 1992a: 1.296-1.297).

Sintéticamente, la posición del radicalismo giraba en torno del apoyo parcial a los procesos
de fragmentación —rechazando la venta de ductos y las concesiones de áreas centrales— y
privatización de Y.P.F. S.A., aunque objetaba que el Estado perdiera tanto el control de la
empresa como la injerencia sobre el mercado ampliado de hidrocarburos. Asimismo, al capital
privado le atribuía un considerable potencial dinamizador del sector y de la compañía, aunque
pretendía que las acciones de Y.P.F. fueran compradas por empresarios locales para que no se
extranjerizara. En lo relativo a la federalización de los hidrocarburos, presentaban objeciones
en la forma en que se estaba operativizando, en tanto sostenían que, en la práctica, cuando
retornaran las áreas a la órbita provincial, los yacimientos estarían agotados.
Por su parte, el oficialismo afirmaba que los procesos de fragmentación y privatización de
manera indiscriminada, librados a la dinámica del ―mercado‖, eran la mejor forma de
dinamizar la actividad y de tornar ―eficiente‖ a la petrolera estatal. Existió, en realidad, cierta
disidencia interna reflejada en la voz del senador Molina; sin embargo, la posición dominante
respecto del rol de contralor que este senador pretendía para el Estado fue la de dejar el proceso
librado a la ―auto-regulación‖ del mercado. Conforme esto, tampoco planteaban la necesidad
de poner ciertos reparos en torno del origen del capital que obtuviera las acciones de Y.P.F.. En
lo relativo a la federalización, consideraban que las áreas que no estuvieran concesionadas
fueran transferidas con la promulgación de la Ley, pero que, para mantener los volúmenes de
inversión y garantizarle la seguridad jurídica al capital privado, los yacimientos operados por
éste debían transferirse luego del vencimiento de los plazos legales y/o contractuales de las
distintas concesiones.
A pesar de la escasa complementación de opiniones en la Cámara y de los marcados
cuestionamientos por parte del radicalismo a los distintos artículos del proyecto 302 , en la
votación en particular existieron ciertas modificaciones en el proyecto producto de las
intervenciones del senador justicialista por San Luis, Alberto Rodríguez Saá. Como resultado
de la discusión en las comisiones, se incluyó un artículo que establecía que dentro de los 30
días de promulgada la Ley se crearía la Comisión de Privatización de Activos de Y.P.F. que
estaría integrada por cinco miembros que serían elegidos por el Poder Ejecutivo, dos de los
cuales serían a propuesta del Congreso nacional. La intervención del senador por San Luis tuvo
como finalidad ampliar el número de integrantes de dicha comisión a nueve: tres designados
por el Poder Ejecutivo, cuatro por el Congreso (dos por cada cámara) y dos pertenecientes a las
entidades más representativas de los jubilados. Asimismo, el legislador sostenía que, tal como
estaba redactado el artículo, la comisión no tenía funciones, motivo por el cual propuso que se
le facultara la responsabilidad de supervisar el cumplimiento de la norma y de requerir todo
302
Se alude, en lo sustancial, a la disposición que establecía la no vigencia para la nueva empresa privada de los
artículos 25 y 34 de la Ley N° 17.319 —que fija límites a la cantidad de concesiones y permisos de exploración—
para que pudiera concentrar la cantidad de áreas que considere conveniente a sus intereses; la enajenación
conjunta entre la Nación y las provincias de las acciones de la empresa; entre otros. Asimismo, por parte del
Movimiento Popular Fueguino se objetaba que no existiera restricciones para que consultoras privadas fueran las
encargadas de realizar las tasaciones pertinentes.

172
Capítulo 3. La última y final entrega: la privatización de Y.P.F. S.A. (1993-1999)

tipo de información cuando lo considerara necesario. La intención de incorporar a los


representantes de los jubilados, según expresaba, era agregar al mecanismo de control a
quienes se les destinaría lo recaudado por la venta de las acciones del Estado nacional. Si bien
en una primera instancia Mac Karthy no consideró la propuesta señalada, al ser rechazado el
artículo en la votación en particular, posteriormente se hicieron las modificaciones
mencionadas.
La otra transformación fue la realizada con el artículo 23 —ausente en el proyecto
original— el cual disponía que el cien por cien de los recursos que el Estado nacional
recaudara por la venta de las acciones clase ―A‖, fuera destinado al Régimen Nacional de
Previsión Social 303 . La propuesta de Rodríguez Saá buscaba explicitar que los recursos
provenientes de la enajenación de dichas acciones ―deberían aplicarse exclusivamente al
aumento de los haberes provisionales‖. Luego de conseguir el apoyo de la mayoría de su
bancada, Mac Karthy aceptó la incorporación al texto de la norma y se aprobó en particular,
dando por cerrada la discusión en el Senado y consiguiendo, el oficialismo, la media sanción al
proyecto304.

3.4. La antesala del debate en la Cámara de Diputados


Luego de la media sanción obtenida en el Senado de la Nación, el proyecto de Ley fue
girado a la Cámara de Diputados. Allí, la búsqueda de consensos para conseguir su aprobación,
no fue sencilla para el oficialismo. El jueves 10 de septiembre de 1992, trece días antes del
inicio del debate en la Cámara baja, Luis Saadi, legislador catamarqueño por el Partido
Justicialista, denunció que algunos senadores y diputados habían recibido dinero para lograr la
aprobación del proyecto de privatización de Y.P.F. y federalización de los hidrocarburos305.
Por su parte, Claudio Mendoza, diputado chaqueño por el Frente Justicialista de Unidad
Popular, agregó más sospechas al proceso que se estaba desarrollando cuando expresó que ―los
políticos coimean en nombre del pueblo‖ y que ―algunos llegan al Congreso con los bolsillos
vacíos y salen llenos de plata‖. Conforme esto, también denunció: ―La privatización de YPF no
es para beneficio de los 33 millones de argentinos, sino de unos pocos‖ (en Dearriba, 1992a: 8;
La Nación, 1992). Estas declaraciones generaron fuertes cruces dentro del propio partido de
gobierno al punto que los diputados oficialistas decidieron, a pedido del presidente Menem,
separarlos de su bloque por ―sacar los pies del plato‖ (en Muro, 1992: 8). Vale recordar que
esto sucedió seis meses después de que se sancionara la ley de privatización de Gas del Estado

303
Cabe recordar que la incorporación de este artículo tenía como finalidad conseguir la legitimidad necesaria ante
el proceso de desestatización, tanto en el Congreso como ante la sociedad, dado que preveía destinar lo recaudado
por la venta de las acciones de la petrolera estatal, pertenecientes al Estado nacional, al sector pasivo.
304
Uno de los hechos de color que merecen ser recordados de la sesión del 25 de junio es el que tuvo como
partícipe principal al riojano del bloque oficialista Libardo Sánchez, quien en la primera sesión estuvo ausente.
Para evitar lo sucedido en la reunión del 24, cuando se tuvo que pasar a cuarto intermedio por la alta deserción de
senadores, los dirigentes del Partido Justicialista obligaron a Sánchez a trasladarse desde La Rioja hasta el
Congreso. El dato relevante es que con su presencia facilitó el quórum y la consecuente aprobación del proyecto, a
pesar de lo cual, en su discurso se opuso a la privatización de la empresa ―por razones de conciencia‖ (Diario de
Sesiones, 1992a: 1.352 y Zlotogwiazda, 1992: 11).
305
El diputado de Catamarca manifestó que había escuchado que el legislador mendocino por el partido
justicialista y presidente de la Comisión de Energía, Hugo Bordin Carosio, había recibido 1,5 millones de dólares
para votar favorablemente el proyecto. Asimismo, expresó que en la Cámara se rumoreaba que se habían repartido
8 millones de dólares para comprar las voluntades de los senadores (Dearriba, 1992b: 6; Dearriba, 1992a: 8 y
Muro, 1992: 8).

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Capítulo 3. La última y final entrega: la privatización de Y.P.F. S.A. (1993-1999)

y creación del marco regulatorio (Ley N° 24.076) con la intervención del denominado
―diputrucho‖306.
Sin embargo, las internas dentro del justicialismo no se originaron únicamente por estas
denuncias. Los distintos posicionamientos de los legisladores respecto del proyecto que
estaban discutiendo, coadyuvaron a generar colisiones en el interior del partido gobernante.
Estas controversias se visibilizaron en las dificultades que encontró el oficialismo para lograr el
quórum necesario para iniciar su tratamiento, teniendo la mayoría en la Cámara. En efecto,
tanto el jueves 10 como el miércoles 16 de septiembre, el justicialismo fracasó en el intento por
alcanzar el número necesario de diputados para iniciar el debate, razón por la cual, Menem
amenazó con continuar el proceso de privatización de la empresa por medio de un decreto 307.
Las presiones provenían, en parte, de la carta de intención firmada con el Fondo Monetario
Internacional que obligaba a la Argentina a alcanzar para finales de 1992 el superávit primario
que se había pactado y para ello era necesario, según sostenían, que se sancionara la ley antes
de noviembre. Conforme esto, el gobierno inició las negociaciones con los diputados de
extracción sindical pertenecientes a su partido, enrolados en la Confederación General del
Trabajo (CGT), para obtener el apoyo necesario en el recinto. Los encuentros entre los
representantes laborales y el gobierno fueron extensos y se desarrollaron hasta el mismo día en
que se inició el debate308. De las distintas reuniones mantenidas se resolvió que los diputados
contribuirían con su presencia para que el oficialismo alcanzara el quórum a cambio de, por un
lado, modificar el Decreto N° 1.723/92, recientemente firmado por el Presidente el cual licuaba
las deudas de las obras sociales desde 1989 a abril de 1991, haciéndolo retroactivo a 1975; y,
por el otro, el compromiso por parte del gobierno de que el Fondo Nacional de la Vivienda
(FONAVI) destinaría una cuota de su presupuesto a la central obrera para que éstos financiaran
sus propios planes habitacionales. A este pacto debe agregarse los beneficios que se incluyeron
en el propio proyecto de Ley (participación de los trabajadores en el 10% de las acciones y
activos que venda la empresa) y otros previamente acordados (la entrega de la obra social al
Sindicato Unido de Petroleros del Estado —SUPE—, la creación de micro-emprendimientos
cooperativos con ex empleados de Y.P.F. que siguieran perteneciendo al SUPE, entre otros).
En el reclamo también ingresaron las demandas de los sindicalistas para que, por una parte, se
modificara el Decreto N° 1.334/92 el cual ataba los aumentos salariales a los incrementos de
productividad; y, por la otra, se corrigiera el texto del proyecto y en vez de que figurara que los
trabajadores podrían participar ―hasta un 10%‖ de la venta de las acciones de la empresa, quede
expresado que controlarían ―un piso‖ del 10%. Mientras que la primera demanda fue rechazada
por Menem, la segunda, según los dirigentes obreros, había sido aceptada por el Presidente,

306
El 26 de marzo de 1992 la Cámara baja se prestaba a debatir el proyecto que provenía del Senado, pero el
oficialismo no alcanzaba a juntar el número de legisladores necesarios. Cerca de las 16.30 el tablero del recinto
marcó que se había formado estrictamente el quórum reglamentario; sin embargo, algunos periodistas
parlamentarios se percataron de que en una de las bancas había un hombre que no era legislador, el cual fue clave
para que se llegara a los 130 diputados. Cuando le consultaron por qué había ingresado a la cámara, Juan Abraham
Kenan, de 72 años, respondió: ―Estaba sentado en una banca porque soy un hipertenso que sufro una afección
neurológica crónica y tengo un tajo de 14 centímetros por una operación y me sentí mal‖ (en La Nación, 2007:
s/n). Según agregó le ofrecieron sentarse en la banca para recuperarse de su dolencia (Vidal, 2002: s/n).
307
Ante la negativa de los legisladores tanto oficialistas como opositores a bajar al recinto a discutir el proyecto, el
presidente Menem expresó: ―Hay leyes que son esenciales para el Gobierno, y yo tendré paciencia hasta siempre,
(…) [corrigió] hasta el Decreto‖ (Página/12, 1992a: 6).
308
De hecho, la conformación del quórum del 23 de septiembre de 1992 debió postergarse unas horas ya que los
propios diputados sindicales se encontraban reunidos con el Presidente cerrando el acuerdo.

174
Capítulo 3. La última y final entrega: la privatización de Y.P.F. S.A. (1993-1999)

aunque luego no fuera cumplida (Furman, 1992a: 6; Furman, 1992b: 2; Página/12, 1992b: 8;
Página/12, 1992c: 7; Página/12, 1992d: 2; Página/12, 1992e: 3; Clarín, 1992: 2-3).
El modo en que se alcanzó este quórum fue uno de los principales temas de discusión el
primer día de sesión, dado que, para la oposición, el oficialismo no había alcanzado el número
de legisladores necesarios para dar inicio al debate. La estrategia entablada por los radicales,
peronistas disidentes y partidos menores que se oponían al proyecto, giraba en torno de esperar
fuera del recinto para impedir que los justicialistas y sus partidos aliados 309 juntaran la mayoría
reglamentaria y, en caso de que arribaran a los 130 diputados, bajar a dar el debate
correspondiente. En sesiones previas, varios de quienes rechazaban el proyecto aparecieron en
el recinto con pancartas que tenían el símbolo de Y.P.F. y una leyenda que expresaban: ―No a
la corrupción‖, lo cual generó la reacción oficialista y un juego continuo de ―chicanas‖
políticas. La réplica del gobierno fue acusar a quienes no daban quórum, ante los medios de
comunicación masiva, de ser ―ñoquis‖.
Las negociaciones entabladas con los diputados del ―minibloque‖ sindical que integraban
su partido, le permitieron al oficialismo lograr que parte de quienes anteriormente no asistieron
a las respectivas sesiones, bajaran al recinto y contribuyeran con el número necesario para
iniciar el debate. Sin embargo, la conformación del quórum generó polémicas similares a las
ocasionadas por el ―diputrucho‖ con la privatización de Gas del Estado. Existieron
intervenciones cruzadas, respecto de si se había alcanzado el número de diputados, con
afirmaciones y desmentidas por parte, principalmente, de los diputados Oscar Parrilli (Frente
Justicialista de Unidad Popular, FREJUPO), Raúl Baglini (Unión Cívica Radical), Alberto
Pierri (FREJUPO), Raúl Topa (Fuerza Republicana), Ricardo Molinas (Alianza Honestidad,
Trabajo y Eficiencia) y Luis Zamora (Alianza Izquierda Unida, AIU). Luego de algunas horas
esperando la conformación del quórum, el 23 de septiembre a las 16.24, Pierri, el presidente de
la Cámara, comunicó que se había logrado juntar los 130 diputados necesarios. Pero ante las
dudas de los legisladores de partidos opositores, éstos pidieron que se leyera la nómina de
diputados (Anexo II). Según lo expresado por Pierri, la sesión se había iniciado con 131
legisladores presentes; no obstante, ante la intervención de los diputados Galván (UCR) y
Molinas —quiénes fueron incluidos dentro de los que contribuyeron al quórum— expresando
que habían ingresado recién cuando el tablero marcaba la presencia de 130 legisladores,
Baglini expresó:
―Si al pedir a la Presidencia que leyera la lista de diputados que conformaron el quórum, se me dijo
que entre los 131 señores diputados estaba el diputado Galván, que es ostensible y notorio que entró
después que se izara la bandera y estaba parado reclamando por el número, y también el señor
diputado Molinas, que expresa que entró cuando ya había 131 diputados, resulta que los contados
131 se transforman en 129, y no había quórum‖ (Diario de Sesiones, 1992b: 3.175).

Además, los diputados de la oposición, objetaban el funcionamiento del tablero electrónico


en tanto que afirmaban que no contabilizaba correctamente los movimientos de los
legisladores. En este sentido, según lo expresado por Baglini, el oficialismo no habría
alcanzado el número necesario de diputados para comenzar la sesión. En esta línea se
encontraba lo manifestado por Molinas:

309
Entre los principales aliados se encontraron la Unión del Centro Democrático (UCEDÉ) y otros partidos
provinciales.

175
Capítulo 3. La última y final entrega: la privatización de Y.P.F. S.A. (1993-1999)

―Cuando ingresé al recinto el tablero electrónico marcaba la existencia de quórum; pero como en
ese momento el señor diputado Galván iniciaba una exposición planteando una cuestión de
privilegio, por una razón de educación, por no cruzar frente de él, me quedé sentado en una de las
últimas bancas; luego de finalizada esa cuestión me acerqué a la que ocupo habitualmente. Declaro
cierto que en la sesión (…) no contribuí al quórum y me sustraje como una forma de dejar sentada
mi protesta por lo que considero un acto perjudicial para el país y también para las provincias‖
(Diario de Sesiones, 1992b: 3.225).

A pesar de ello, el diputado Raúl Topa —integrante del partido Fuerza Republicana, cuyo
referente era el genocida Antonio Bussi—, contrariando lo expuesto por los anteriores
legisladores, manifestó que al momento de la conformación del quórum él estaba presente, a
pesar de que Pierri no lo mencionara cuando leyó la nómina: ―Al solo efecto de aclarar algo
que se está tergiversando con dudosa buena fe. Cuando esta Cámara inicia la sesión con un
quórum de 130 diputados, me encontraba sentado en mi banca. Luego salí del recinto durante
dos minutos a hablar con el señor diputado Baglini acerca del pedido del presidente de mi
bloque‖ (Diario de Sesiones, 1992b: 3.175).
Según lo expresado por Armando Vidal, periodista acreditado en el Congreso, cuando el
tablero marcaba la presencia de 129 diputados, ingresó Galván para plantear que no se había
alcanzado el número necesario para votar el plan de labor, a la par que Molinas, tal como él
mismo manifestó, ingresó al recinto y se sentó en una de las últimas bancas a esperar que
Galván terminara con su discurso, avalando, en base a lo señalado por el cronista, el quórum
necesario para que el oficialismo comenzara con la sesión (Vidal, 2009: s/n).
Más allá de las diversas afirmaciones y desmentidas vertidas por los respectivos
legisladores, lo cierto es que el gobierno logró el quórum y la aprobación del proyecto con el
acuerdo alcanzado con la mayoría de los diputados sindicalistas, que en las sesiones anteriores
no se habían presentado310.

3.4.1. Los principales argumentos respecto de la privatización


En líneas generales, como no podía ser de otra manera en tanto se discutía el mismo
proyecto, los argumentos esgrimidos por los diputados no difirieron demasiado de los
esbozados en el Senado. No obstante, vale resaltar que en la Cámara baja algunos legisladores
alcanzaron mayor profundidad en los análisis al conectar el proceso de privatización encarado
con las causas de los desequilibrios de la empresa.
El debate se inició con la intervención del diputado del Partido Justicialista, Hugo Bordin
Carosio, quien sostuvo que su bloque consideraba pertinente aprobar el proyecto sin
modificaciones en tanto afirmaba que ―tras un meduloso análisis que incluyó la consulta a
sectores gremiales, empresarios y laborales del sector, expertos en la materia y ex funcionarios
de la Secretaría de Energía, no se [consideró] necesario introducir cambios al proyecto‖ (Diario
de Sesiones, 1992b: 3.159). Sin embargo, dentro del recinto existieron voces contrarias a la
iniciativa gubernamental. En este sentido, en el dictamen por la minoría, expresado por

310
Los legisladores que facilitaron el quórum fueron: Héctor Álvarez; Carlos Beltrán; Osvaldo Borda; Gerardo
Cabrera; José Luis Castillo; Roberto Fernández; Roque Gómez; Carlos Monteverde; Lorenzo Pepe; Rubén Sacks
y Neyef Sucaria. Por su parte, Luis Serafín Guerrero y Santos Abel Hernández, no contribuyeron con el quórum
pero votaron a favor del proyecto, mientras que José Rodríguez y Dante Camaño, se opusieron en ambas
instancias (Anexo II).

176
Capítulo 3. La última y final entrega: la privatización de Y.P.F. S.A. (1993-1999)

Guillermo Estévez Boero (Partido Socialista) y Ricardo Molinas (Alianza Honestidad, Trabajo
y Eficiencia), los diputados firmaron el texto en disidencia total argumentando:
―No hay una sola razón seria y lógica para liquidar YPF salvo esta concepción privatista que va
acabando con los bienes del Estado, en el afán de pagar compromisos internacionales al margen de
las reales necesidades del país (...). YPF ha demostrado en sus últimos balances, 1990 antes del
cambio y 1991 posterior al mismo, que no arroja quebrantos, sino que origina ganancias. ¿Por qué
razón se va a malvender una empresa que da ganancias?‖ (Diario de Sesiones, 1992b: 3.159).

En el esquema conceptual del gobierno, el Estado debería inhibirse de operar en toda


actividad que pudiera desempeñar el sector privado, en tanto ―distorsiona‖ la ―correcta
asignación de los recursos‖311. Según argumentaba el oficialismo, la petrolera estatal ―previo a
la reforma del Estado (…) arrojaba pérdidas operativas, con altos grados de ineficiencia,
descontroles de costos y [estaba] expuesta a decisiones políticas tomadas fuera de la empresa,
que muchas veces significaron graves perjuicios‖ (Nicolás Becerra, en Diario de Sesiones,
1992b: 3.183), por lo que afirmaban que su privatización era ineludible. No obstante, en base a
lo expuesto en el Gráfico 3.7, y corroborando lo enunciado por los diputados Estévez Boero y
Molinas, se puede observar que si bien desde la intervención militar hasta mediados del
gobierno de Alfonsín la empresa tuvo resultados negativos, los años previos a las reformas,
puntualmente, 1987 y 1988, los balances cerraron con ganancias del 6,8% y 2,1% sobre ventas,
respectivamente. Asimismo, durante el trienio 1990 y 1992 también alcanzó resultados
positivos del 1,3%, 6,1% y 6,6%, correspondientemente; con lo cual, el argumento del déficit
como pretexto para encarar el proceso de privatización perdía peso específico.

311
En este sentido, el diputado justicialista Oscar Parrilli se refería al tema: ―No deseamos que el Estado sea el
actor principal de la economía ni que la motorice; simplemente pretendemos que proteja y defienda estos
principios. Existe un acuerdo en la teoría económica de que los mercados competitivos son los más eficaces y los
únicos capaces de satisfacer la demanda con una mayor oferta a precios más bajos maximizando así el bienestar
económico general‖ (Diario de Sesiones, 1992b: 3.164). La expresión de que en la teoría económica en aquél
entonces existía un ―acuerdo‖ remite al momento de apogeo del neoclasicismo en su versión neoliberal y la
obstrucción que esto generó en la emergencia en el escenario público de pensamientos alternativos, los cuales
criticaban fuertemente ese ―consenso‖ pero no podían visibilizarse y convertirse en sentido común, como sí lo
hizo el pensamiento liberal. El diputado radical Rodolfo Quesada, criticó en parte los argumentos esbozados por
Parrilli en tanto que, posicionándose en una perspectiva librecambista, cuestionó que el proceso encarado
estuviera generando mayores beneficios sociales: ―La competencia puede traer ventajas para el cliente sólo
cuando en el mercado actúan muchos oferentes (…). Nadie duda de que la negociación del petróleo está
cartelizada, está concentrada en nuestro país y aunque el proceso de privatización no esté concluido surge
claramente que seis o siete empresas se están quedando con el mercado y que YPF quedará reducida (...) a no más
del 25 por ciento‖ (Diario de Sesiones, 1992b: 3.190). Asimismo, abonando los argumentos vertidos respecto de
que se estaba propiciando un proceso de considerable concentración, Moisés Fontela, del Partido Justicialista —
pero en franca disidencia con el oficialismo—, manifestó: ―Este tipo de iniciativa está contribuyendo a construir el
más perfecto instrumento de dominación: el monopolio energético. Digo esto porque los cinco o seis grupos
económicos más importantes van a ir adquiriendo las distintas formas de producción y distribución energética‖
(Diario de Sesiones, 1992b: 3.209). Esta postura fue respondida por el diputado del Partido Demócrata Progresista,
Alberto Natale, quién comentó: ―El sistema de libre comercialización que existe en nuestro país —por el que se
puede importar y exportar petróleo libremente— aventa en buena medida la posibilidad de los monopolios. Esto
es fundamental, porque las destilerías podrán comprar petróleo a los productores nacionales, pero si éstos
quisieran formar un monopolio y vender a otros precios, las destilerías podrían recurrir directamente a los
mercados internacionales. (...) Estas son las 70 empresas adjudicatarias de contratos de asociación. De ellas 40 son
argentinas y el resto son extranjeras. (…) Esto demuestra la diversificación que existe en materia de inversión
petrolera y el grado predominante de empresas argentinas con respecto a extranjeras‖ (Diario de Sesiones, 1992b:
3.220). Vale aclarar que, además de que en 1992 las primeras ocho empresas concentraban el 93% de la
producción, con lo cual el grado de diversificación es relativo, el sistema de comercialización diagramado e
implementado estableció ciertas restricciones a las importaciones de petróleo a partir del Decreto N° 2.485/91
(Anexo I).

177
Capítulo 3. La última y final entrega: la privatización de Y.P.F. S.A. (1993-1999)

La posición asumida por el gobierno, íntegramente mimetizada con la doctrina neoclásica,


asumía que el Estado, ineludiblemente era (es y seguirá siendo) un mal administrador. Lo que
subyace en esta concepción es que el aparato estatal, con sus regulaciones o su intervención en
la producción, intrínsecamente es incapaz de dirigir correctamente una empresa —o regular un
mercado—, por lo que más allá de que en algún momento ésta pudiera dar ganancias, devenía
necesario transferirla al sector privado —o eliminar las regulaciones—, para lograr una gestión
eficiente —o la correcta asignación de los recursos—. Esta postura fue esgrimida en la Cámara
baja por Octavio Frigerio, diputado del Partido Movimiento de Integración y Desarrollo
(MID), aliado del gobierno nacional, quien se desempeñó como interventor de Y.P.F. S.E.
entre julio de 1989 y enero del siguiente año:
―En mi opinión, [la norma en discusión] se trata de una iniciativa necesaria, que culmina un proceso
de transformación del sector petrolero y gasífero argentino iniciado audazmente en 1989. (…) He
escuchado una objeción atendible de algún diputado de la oposición en el sentido de por qué siendo
una empresa rentable se avanza hacia su privatización. A mi juicio, hay un equívoco inicial en el
planteo, por cuanto si hay algo que YPF no fue en el pasado es precisamente una empresa. Durante
décadas YPF fue un brazo ejecutor de políticas fiscales y un mero instrumento del Tesoro para
endeudarse, incluso en forma irresponsable, en alguna oportunidad no lejana. (...) Es una empresa
contaminada como toda actividad empresaria estatal, de una corrupción incoercible, que sólo es
estructuralmente controlable a través de la necesaria transferencia hacia el sector privado‖
(cursivas propias, Diario de Sesiones, 1992b: 3.325-3.326).

En rigor, este posicionamiento 312 logra, tal como se estuvo desarrollando, escindir dos
procesos indisociables; es decir, desliga la responsabilidad del capital privado —que se vio
beneficiado de las prácticas de la compañía— de la situación de desequilibrio en la que ésta se
encontraba, producto de la persistente transferencia de áreas de explotación y renta petrolera
hacia este sector —amén del creciente endeudamiento producido por los funcionario de la
dictadura que, asimismo, benefició a varios grupos económicos ligados al sector petrolero 313—.
Bajo este argumento aparece ―el Estado‖ como único actor plausible de ser corrupto y
desaparece de la escena la contraparte: el capital privado.
Las intervenciones de los legisladores Moisés Fontela (FREJUPO, integrante del ―Grupo
de los 8‖314) y Luis Fernando Zamora (AIU) tendieron a aglutinar lo que el oficialismo procuró
escindir, al vincular los sucesos pasados con lo que estaba aconteciendo. Este dato es relevante
ya que en el Senado no se pudieron escuchar estas expresiones. De esta manera, el peronista
disidente cuestionó la interpretación de Frigerio en tanto que vislumbró el real motivo de los
procesos de fragmentación y privatización de Y.P.F.: ―Con este proyecto de ley se convalida
un ciclo al que ya se aludió en este recinto y que empezó con la figura del contratista. (…) Se

312
El discurso de Federico Zamora, de la UCEDÉ, se encontraba en la misma línea que el del oficialista Frigerio:
―Ello demuestra que YPF siempre fue y seguirá siendo —si la mantenemos como hasta ahora— una herramienta
política y no una empresa productora. Creo que estamos ante una YPF terminal, y para ella no existe otra solución
que la que se ha encarado [la privatización]‖ (Diario de Sesiones, 1992b: 3.203).
313
Vale recordar que las empresas privadas que se endeudaron fuertemente durante la dictadura recibieron
―seguros de cambio‖ por medio de los cuales transfirieron su deuda al Estado (ver nota 109), instrumento que le
fue negado a Y.P.F. S.E.. Entre las principales deudoras, vinculadas al sector hidrocarburífero, figuran: Cogasco
(1.348 millones de dólares), Dalmine Siderca (del grupo Techint, 186 millones de dólares), Bridas (238 millones
de dólares) y Pérez Companc (211 millones de dólares) (Olmos, 2004: 242).
314
El ―Grupo de los 8‖, como su nombre lo indica, fue conformado por ocho diputados del Partido Justicialista
que se opusieron al giro neoliberal que asumió el gobierno al alcanzar la presidencia. Estaba integrado por:
Germán Abdala, Carlos ―Chacho‖ Álvarez, Luis Brunati, Juan Pablo Cafiero, Franco Caviglia, José Ramos, Darío
Alessandro y Moisés Fontela.

178
Capítulo 3. La última y final entrega: la privatización de Y.P.F. S.A. (1993-1999)

convalida que esos señores que llegaron para bombear se queden como concesionarios del
yacimiento. Esto significa que se quedan con todo lo que todavía hay en el subsuelo para
bombear; nadie se ha referido a esto que es un regalo sin contrapartida‖ (cursivas propias,
Diario de Sesiones, 1992b: 3.211). La exposición de Luis Zamora fue en el mismo sentido al
expresar que la empresa estatal fue marcadamente endeudada durante la dictadura, se la privó
de sus propios recursos por los excesivos impuestos, se la obligaba a comprar caro y vender
barato, visibilizando, en su discurso, los beneficios hacia el capital privado:
―Es la única empresa petrolera en el mundo que cedió en explotación yacimientos en producción y
luego fue obligada a comprar el propio petróleo que había descubierto, que tenía en explotación y
que cedió en producción a las empresas a las que luego se lo compró. Ellos cobraban en Piedra
Clavada 65,85 dólares a YPF, mientras que el costo de la empresa estatal en un área vecina era de
sólo 10 dólares. (...) Así podemos mencionar a Bridas y Pérez Companc, que para el gobierno son
los héroes de la actual Argentina. (...) La denuncia es el gigantesco negociado y la alternativa es la
anulación del negociado. Alfonsín no lo hizo y pagó la deuda como hoy Menem‖ (cursivas propias,
Diario de Sesiones, 1992b: 3.254).

En realidad, como se expresó, la fragmentación y posterior privatización de la petrolera


estatal respondieron a un proceso más amplio de resolución de intereses en el bloque de poder
y a las disputas que en su interior se estaban desarrollando entre las diversas fracciones del
capital. Esto emerge, incluso, en el trato concedido a los contratistas de Y.P.F. por parte del
interventor de la empresa, durante los inicios del gobierno de Menem. Ante el pedido del
SUPE para que se hiciera un monitoreo de los contratos petroleros vigentes antes de continuar
con el proceso de licitaciones de las áreas del Plan Houston, secundarias y —posteriormente—
las centrales (cuyos principales beneficiarios fueron los mismos que operaban bajo la
modalidad de contratos e internalizaron parte considerable de su renta 315), Frigerio, entonces
interventor de Y.P.F. S.E., expresó: ―El monitoreo es innecesario y dilatorio, pero me parece
una buena opción para poder acordar con el SUPE‖ (cursivas propias, en Zlotogwiazda, 1989:
s/n). Finalmente, para procurar sortear los obstáculos que en aquél momento interponía el
sindicato, se creó una comisión —que operó sólo formalmente— la cual debía expedirse en
menos de un mes. La negación de la existencia de un conflicto entre Y.P.F. S.E. y los
contratistas evidencia la connivencia entre los diversos actores que ingresaron al proceso que
culminó con la entrega de los recursos hidrocarburíferos y el control de dicho mercado al
capital privado que fue co-responsable (junto con los funcionarios de los distintos gobiernos
que se sucedieron desde 1976) de los desequilibrios económico financieros de la compañía.
La forma de legitimar la privatización que estaban encarando consistió, incluso, en
sostener que la transferencia al capital privado de todos los activos petroleros controlados por
el Estado —sin ningún tipo de restricciones para evitar la concentración en la extracción,
refinación y comercialización, y manteniendo una Ley (la N° 17.319) diagramada cuando
Y.P.F. controlaba los distintos procesos— generaría beneficios al conjunto de la población, tal
como expresaba uno de los miembros informantes del Partido Justicialista, Oscar Parrilli:
―Evidentemente, a lo largo de todo este proceso [siglo corto petrolero] tenemos que siempre estuvo
garantizado el negocio para el capital privado, y que muy pocas veces el Estado nacional, en
realidad, todo el pueblo argentino, pudo apropiarse de esto que todos reclamamos, que es la renta
petrolera (...). En estas circunstancias asume el gobierno el presidente Menem (...). Se inicia

315
Los cinco grupos económicos más favorecidos en el proceso de concesiones fueron Pérez Companc, Techint,
Astra Capsa, Pluspetrol S.A. y Bridas, todos ellos ex contratistas de Y.P.F. S.E. (Cuadros 1.15 y 2.12).

179
Capítulo 3. La última y final entrega: la privatización de Y.P.F. S.A. (1993-1999)

precisamente el proceso de privatización y desregulación del mercado de combustibles en la


Argentina‖ (Diario de Sesiones, 1992b: 3.168).

Esta ―necesidad‖ de transferir la actividad al capital privado para que redundara en


beneficios sociales, además de sustentarse en la ―incapacidad‖ del Estado a partir de su
―crónica‖ ―ineficiencia‖ se justificó, como las diversas ―privatizaciones periféricas‖
acontecidas durante la historia de la petrolera, en la falta de capital de riesgo que poseía el
Estado y en los aportes que el sector privado podía realizar 316:
―Esta actividad como el resto de aquellas en las que el Estado nacional se desempeña como
empresario, debe transferirse al sector privado porque esa es la manera de acelerar la acumulación
de capital de riesgo, de capital productivo en la transformación económica argentina. En el caso
particular de YPF, la movilización de un recurso geológico del que la Argentina dispone en
cantidades quizás cuantiosas, no se transformará en riqueza aprovechable para la sociedad sino en la
medida en que exista el vivificante aporte del capital y la iniciativa privados, convirtiendo así lo que
hoy es sólo potencial en realidad concreta. Esto, y no el saldo de la cuenta de resultados de YPF,
constituyen la razón por la que respaldamos su total privatización‖ (Frigerio, en Diario de Sesiones,
1992b: 3.326).

En base a lo expuesto por el diputado, la privatización de Y.P.F., a pesar de ser una


empresa que generaba ganancias, era necesaria en tanto que el ingreso del capital privado a
partir de las inversiones redundaría en beneficios para el conjunto de la sociedad. Sin embargo,
es cuestionable este razonamiento por dos motivos. En primer lugar, porque durante el siglo
corto petrolero —fundamentalmente desde 1977— las diversas ―privatizaciones periféricas‖
realizadas en el sector generaron perjuicios para Y.P.F. S.E. y, consecuentemente, para el
conjunto de la economía argentina a partir de las transferencias que desde el Tesoro se
realizaban a la empresa para paliar sus desequilibrios (y de ésta al sector privado). En segundo
lugar, dado que a partir de la normativa aprobada por el gobierno de Menem, la
―desregulación‖ (Anexo I) generó que se le permitiera a las empresas disponer libremente del
petróleo extraído y, asimismo, exportarlo en función de la obtención de una mayor rentabilidad
(Decreto N° 1.055/89). Por otra parte, se autorizó a las empresas que dispusieran libremente
del 70% de las divisas que obtuvieran del comercio de hidrocarburos, con lo cual no poseen la
obligación de ingresar al país ese porcentaje de dólares producto de las operaciones realizadas.
Conforme esto, los beneficios que esto podría generar al conjunto de la población no serían de
la magnitud que enunciaba el diputado, a partir de la transferencia de la capacidad regulatoria
al capital privado.
Otro aspecto que revela que la privatización respondió a aspectos ajenos a la dinámica de
la empresa, es la discusión respecto del precio de la misma. La ausencia de una auditoría que
estimara, con un considerable grado de precisión, el valor de Y.P.F. pone en evidencia el

316
Vale recordar el discurso de asunción como ministro de Economía de Martínez de Hoz, cuando aseguraba:
―Mantendremos a YPF como el organismo responsable de la ejecución de la política petrolera nacional, pero
consideramos que (…) es imposible afrontar estas necesidades [de inversión] con los recursos con que cuenta YPF.
(…) La primera prioridad es asegurar la recuperación secundaria (…). Para ello YPF deberá llamar
inmediatamente a licitación para la contratación de empresas privadas que deberán tomar a su cargo los trabajos
respectivos. Deberá también contratarse con empresas privadas la extracción primaria en zonas con explotación ya
iniciada y que YPF no está en condiciones de encarar de inmediato‖ (Martínez de Hoz, 1976: 12). En base a las
estadísticas publicadas por la Secretaría de Energía, YPF fue la empresa que realizó mayores contribuciones al
crecimiento de la extracción secundaria entre 1975 y 1983, a pesar de lo proclamado por Martínez de Hoz (Cuadro
1.13). El argumento de la falta de posibilidades del Estado para invertir fue una constante para beneficiar al capital
privado transfiriéndole negocios altamente rentables.

180
Capítulo 3. La última y final entrega: la privatización de Y.P.F. S.A. (1993-1999)

desinterés por parte de las autoridades políticas de maximizar el precio de la compañía en


beneficio de la economía nacional:
―Al señor Estenssoro le preguntamos cómo había tasado YPF. (…) El día que discutimos el
proyecto en comisión, le asignó un valor de 8.000 millones de dólares. Mencionó que se basaba en
la actualización del flujo de utilidades futuras en base a una tasa de descuento del 20 por ciento
anual en dólares, no afectada por el proceso inflacionario. Esta tasa de descuento es casi igual a seis
veces la tasa Libor, que sí contiene una expectativa inflacionaria. Cuando le pregunté si no le
parecía un poco alta una tasa del 20 por ciento medido en dólares sin inflación, me contestó que tal
vez lo fuese. Agregó que quizás se podría utilizar una tasa del 15 o 16 por ciento. Tengo hechos los
cálculos. Con una tasa del 15 por ciento, el valor de YPF sería de 10.283 millones de dólares; con el
10 por ciento, 15.000 millones; y con el 5 por ciento, 20.000 millones‖ (Fontela, en Diario de
Sesiones, 1992b: 3.212).

En parte, esto se explica, como se analizará más adelante, por el ingreso al ―negocio‖ que
representaba la compra de la empresa, de la fracción del capital que había quedado relegada en
el proceso de fragmentación de la propia empresa: los acreedores externos. La fijación del
precio de la compañía por ―mecanismos de mercado‖ 317 generó un beneficio a los acreedores
externos que accedieron a la adquisición de acciones de Y.P.F. S.A..
Al igual que lo acontecido en el Senado, en lo discursivo, la privatización fue justificada,
además de por los argumentos vertidos relacionados con la ―ineficiencia‖ del Estado, entre
otros aspectos, con el cambio de concepción del recurso. Si por los cambios tecnológicos o
políticos los hidrocarburos dejaban de ser estratégicos para el desarrollo de las economías,
según afirmaban, no era necesaria la regulación por parte del Estado ni la existencia de una
empresa testigo:
―Cuando a principios de este siglo se comenzó a sustituir el combustible que puso en marcha la
revolución industrial —es decir, el carbón— por el petróleo, éste se convirtió en un recurso
estratégico (…). La compleja tecnología que implicaba el proceso (…) así como también las
ingentes inversiones que ello requería, pusieron a este recurso estratégico en manos de pocas
compañías de países industrializados, que actuando coordinadamente controlaban ese recurso
estratégico, y con ello, la posibilidad de desarrollo de las nacionales no industrializadas (…). La
situación internacional que dio sustento al nacimiento y desarrollo de YPF como empresa estatal
monopólica cambió radicalmente en la década del ‗70. (…) Las grandes crisis petroleras aceleraron
el desarrollo de fuentes alternativas de energía (…). El petróleo dejó de ocupar el lugar de recurso
natural estratégico preponderante que tuviera durante gran parte de nuestro siglo. En la actual
situación nacional e internacional el Estado mantiene en su poder las herramientas necesarias para
asegurar los mismos objetivos que nuestros antepasados propusieron al crear YPF (…) sin tener
para ello necesidad de soportar la pesada carga de una empresa que en las actuales circunstancias no
resulta conveniente seguir manteniendo en las mismas condiciones (…)‖ (Parrilli, en Diario de
Sesiones, 1992b: 3.164-3.165).

La postura del diputado Parrilli fue sustentada incluso por representantes de otros partidos
políticos318. Desde la óptica de estos diputados, la evolución tecnológica y la eliminación de las

317
El instrumento utilizado para fijar el precio de las acciones fue el ―book building‖ el cual será analizado más
adelante.
318
Desde una perspectiva similar se refirió al tema, Alberto Natale, del Partido Demócrata Progresista, criticando
a aquellos que se opusieron a la privatización: ―Hubiese entendido el debate planteado en estos términos en los
años ‗50 o ‗60, cuando otra era la realidad petrolera con respecto a la generación de energía. Pero a fines del siglo
XX, cuando ya se está pensando en recursos sustitutivos del petróleo que constituirán las fuentes energéticas más
características del siglo XXI, el hecho de plantear esta discusión en los mismos términos de hace 30, 40 o 50 años

181
Capítulo 3. La última y final entrega: la privatización de Y.P.F. S.A. (1993-1999)

barreras al comercio internacional, en un contexto de apertura de los mercados, suprimían las


cualidades estratégicas de los hidrocarburos y los convertía en mercancías intercambiables
como cualquier otra, en tanto que, si existían problemas de abastecimiento interno por
cartelizaciones, se podía importar de otros países o producir energía a través de otras fuentes.
Este razonamiento fue criticado por el miembro informante del radicalismo, el diputado
Rodolfo Quezada. En primer lugar, porque a diferencia de algunos legisladores —por ejemplo,
Frigerio— que consideraban que Argentina probablemente disponía de cuantiosas riquezas
petroleras a partir de lo cual sostenían que se debía valorizar económicamente ese recurso
―cuasi-inacabable‖, Quezada afirmaba que las reservas eran escasas en términos nacionales y
más aún comparándolas con el resto del mundo. En segundo lugar, porque los países
desarrollados continuaban considerando a los hidrocarburos como recursos estratégicos:
―La realidad nos indica que en materia petrolera no figuramos ni ‘a placé’ en las estadísticas
mundiales. Apenas si llegamos con las reservas comprobadas al 0,3 por ciento de las reservas
mundiales. (…) La Argentina de hoy es absolutamente distinta a la de los años 50, donde
contábamos con reservas de 600 millones de metros cúbicos y una producción de 6 millones de
metros cúbicos/año. (...) Los Estados Unidos, país petrolero, algo que nadie duda, en lugar de
exportar, importa petróleo. (...) Precisamente las gigantescas reservas estatales que tiene son
estratégicas (...) y las maneja la Secretaría de Marina de Guerra de los Estados Unidos. ¿Es que no
es importante para los Estados Unidos el petróleo? En cambio, [acá] nos alegramos y nos ponemos
contentos porque sacamos el petróleo, porque dejamos exportarlo y porque permitimos que se
disponga libremente de él. Surge aquí claramente que se lleva adelante un remate de las reservas
que está agravando el problema básico argentino‖ (Diario de Sesiones, 1992b: 3.191).

Como se expuso, si los hidrocarburos ya no cumplen un rol primordial en el desarrollo de


los sistemas productivos, la idea de una empresa testigo que regule un recurso estratégico —
por su escasez y rol central en la matriz energética— con la finalidad de mantener niveles
sustentables de exploración (reservas), explotación y comercialización, no tenía razón de ser.
Desde la perspectiva asumida por el gobierno, los hidrocarburos ingresaban en la lógica propia
del intercambio comercial, en la cual los ―actores‖ deciden invertir en exploración en caso de
que consideren que el riesgo asumido tendrá la retribución necesaria. A partir de esta
cosmovisión, es el ―mercado‖ ―léase, el capital privado― el que determina cuándo es
conveniente explorar y explotar los yacimientos o exportar/importar, a partir del alineamiento
de los precios locales con los internacionales, lo que genera un punto de indiferencia entre la
explotación doméstica o el intercambio con el exterior. Esta correspondencia entre los precios,
según la percepción del oficialismo, permitiría mantener el mercado abastecido ya sea tanto
por la explotación local como por la compra foránea de los hidrocarburos y/o sus derivados,
con lo cual la idea de una empresa estatal que regule y marque el rumbo del mercado perdía
peso específico. Sin embargo, si se toman en cuenta las barreras ―naturales‖ que ponen límites
al comercio internacional fluido, la normativa sancionada (Decretos N° 1.055/89, 1.212/89 y
2.485/91 y Leyes N° 23.966 y 23.988) y la distribución de áreas producto de la fragmentación,
el panorama del sector difiere al presentado, máxime considerando que la generación de
energía en la Argentina de entonces —al igual que la actual— depende en un 89% del petróleo
y del gas natural, lo que permite sostener la noción de recurso estratégico no renovable.

equivale a alejarnos de la evolución que los tiempos están imponiendo a las sociedades en general‖ (Diario de
Sesiones, 1992b: 3.218).

182
Capítulo 3. La última y final entrega: la privatización de Y.P.F. S.A. (1993-1999)

3.4.2. Las posiciones en torno de la “federalización de los hidrocarburos”


A diferencia de la Cámara de Senadores en la cual el debate respecto de la federalización
de los hidrocarburos estuvo presente en los discursos de la mayoría de los legisladores que se
expresaron, en Diputados las alocuciones se centraron principalmente en la privatización de la
empresa. Conforme esto, las intervenciones respecto de la provincialización de los yacimientos
fueron relativamente tangenciales, aunque, en rigor, una de ellas presentó un escenario
novedoso. En lo sustancial, las argumentaciones giraron en torno de que al ser las provincias
las propietarias originarias de los yacimientos, la transferencia propuesta por este proyecto
estaba reconociendo una situación preexistente; sin embargo, cuestionaban que esto ocurriera
recién cuando se vencieran los plazos de las concesiones realizadas, lo que implicaba que esos
yacimientos se traspasarían ―vacíos‖. Esta postura, al igual que lo acontecido en la Cámara de
Senadores, fue expresada tanto por los partidos que se opusieron319 al proyecto del oficialismo
como por aquellos que lo apoyaron320 —con excepción del oficialismo—. La estrategia de los
legisladores del Partido Justicialista para responder las argumentaciones señaladas fue doble:
por un lado, expandieron la responsabilidad al conjunto de las fuerzas políticas en relación con
que, si bien se transferiría los yacimientos en los plazos señalados, ningún partido había
propuesto realizarlo con antelación. En este sentido, Parrilli manifestó:
―Seguramente se nos dirá que ya hay mucho concesionado: sin lugar a dudas; pero los justicialistas
no somos responsables de esas concesiones. Todos tenemos que hacer el mea culpa de por qué no
efectuamos ese reconocimiento [federalización] por ejemplo, hace 30 años, durante el gobierno del
doctor Illia; sin duda alguna todas las provincias hubieran recibido mucho más‖ (Diario de
Sesiones, 1992b: 3.169).

Por otro lado, la réplica tendió a resaltar los beneficios económicos que esta medida podía
redituarle a las provincias a partir del ingreso que comenzarían a percibir. Conforme esto, el
otro miembro informante del justicialismo, Nicolás Becerra, comentó: ―Con la sanción de esta
ley y luego de muchos años de lucha, dentro de 30 días las provincias recibirán sumas
millonarias en efectivo porque así está determinado en su articulado. Ese dinero pasará a
engrosar las arcas provinciales junto con el ajuste por regalías mal liquidadas durante más de
15 años‖ (Diario de Sesiones, 1992b: 3.185).

319
La posición de Ricardo Molinas es una expresión de lo señalado: ―La iniciativa que consideramos es confusa o
deliberadamente engañosa en su forma y en su fondo. Su artículo 1° dispone la transferencia del dominio público
de los yacimientos de hidrocarburos del Estado nacional a las provincias. En primer lugar, el dominio de los
yacimientos de hidrocarburos es y debió ser siempre de las provincias y no de la Nación, aunque ésta se los haya
apropiado ilegalmente. (...) En segundo término, cualquiera creería que el dominio se restituye inmediatamente,
pero no es así; ello ocurrirá una vez que se hayan cumplido los contratos de concesión o adjudicación de las áreas,
que en algunos casos llegan a 25 años. A las provincias les van a devolver un esqueleto vacío‖ (Diario de Sesiones,
1992b: 3.225-3.226). Por su parte, dentro del radicalismo, Ana Ida Piccinini, manifestó: ―Las provincias venimos
antes que la Nación. Jamás provincia alguna delegó en el Estado nacional la propiedad de su subsuelo. (…) Este
proyecto de ley pretende devolver el subsuelo a la propiedad de las provincias, pero lo cierto es que no hace otra
cosa que devolver los despojos que quedan después de cincuenta años de exacción nacional de recursos‖ (Diario
de Sesiones, 1992b: 3.288).
320
Al respecto, Julio César Falleti, del Movimiento Popular Neuquino, y aliado al gobierno en lo relativo al
proyecto de Ley en cuestión, manifestó: ―Si bien la federalización de los hidrocarburos es motivo de beneplácito
para todos los neuquinos no puedo dejar de señalar que lamento profundamente las importantes limitaciones con
que se hace la transferencia de los yacimientos de hidrocarburos del dominio público del Estado a las provincias
(…). Esto significa para las provincias que en algunos casos recién se hará efectiva la transferencia en un lapso
que puede llegar al medio siglo‖ (Diario de Sesiones, 1992b: 3.234).

183
Capítulo 3. La última y final entrega: la privatización de Y.P.F. S.A. (1993-1999)

En rigor, los argumentos a favor y en contra de la federalización no difirieron de los


cuestionamientos realizados comúnmente por los legisladores. Sin embargo, uno de los
diputados de la UCR por Buenos Aires, Victorio Bisciotti, marcó un punto de importante
trascendencia respecto de las consecuencias de la provincialización de los yacimientos, al
advertir sobre el cambio en la correlación de fuerzas entre las empresas privadas y el sector
público que tendría que controlarlas:
―Hoy la totalidad de los yacimientos de hidrocarburos del país (…) como consecuencia de este
proyecto de ley en discusión pasará al dominio de las provincias. Y en éstas se dará el siguiente
cuadro, del que muchos parecen haber perdido la memoria. El director de Combustibles de la
provincia de Salta o Santa Cruz deberá negociar con un representante de las ‗siete hermanas‘ o de
otras compañías internacionales algo más modestas, como por ejemplo, la Oxy, pero finalmente
inmensamente más poderosas que el modesto funcionario provincial que deberá enfrentarlas. ¿Por
qué se imaginan los señores diputados que las empresas privadas petroleras han trabajado siempre y
en forma incansable por la provincialización de los yacimientos? ¿Será porque tienen espíritu
federalista? Yo tengo mis dudas‖ (Diario de Sesiones, 1992b: 3.303).

La federalización de los hidrocarburos alcanzó el apoyo mayoritario ya que, como se


expuso previamente, no sólo generaba considerables ingresos monetarios a las arcas
provinciales, sino que también, como señaló el legislador, beneficiaba a las empresas petroleras
al fragmentar el poder de negociación del sector público —en tanto que los representantes de
las empresas negociarían con directivos de menor jerarquía y poder que los nacionales—, con
lo cual se incrementaba el poder de presión del capital privado, en función de obtener sus
objetivos.
En realidad, la provincialización de los recursos, como así también la cancelación de los
montos adeudados por el pago incorrecto de regalías y la incorporación del artículo 23 respecto
de la transferencia de lo recaudado a la caja de previsión social para el aumento a jubilados 321,
tenían como finalidad obtener la legitimidad necesaria para lograr el objetivo de privatizar a
Y.P.F. S.A.. Conforme esto, luego de las negociaciones realizadas con los representantes del
―minibloque‖ sindical, el oficialismo obtuvo el número necesario para aprobar el proyecto sin
modificaciones.

321
En rigor, vale señalar que en la Cámara de Diputados, a diferencia de la de Senadores, este punto concitó el
rechazo de varios diputados en tanto que sostenían que no redundaría en beneficios para los jubilados. En este
sentido, Raúl Baglini (UCR), expresó: ―Ahora son los jubilados. Se está haciendo un escombro fenomenal, cuando
lo disponible para vender por el Estado nacional es nada más que el 31 por ciento de las acciones de YPF. En todo
caso lo que se estaría dando a los jubilados si mañana se venden las acciones —cosa que seguramente no va a
ocurrir—, sería el 31 por ciento, es decir, un uno por ciento más de lo que dispone la ley en vigencia, la ley 23.966,
que dice que el 30 por ciento de las privatizaciones tiene que destinarse a los jubilados. Con la mejor de las
valuaciones que le podamos dar a YPF, el procedimiento descrito va a significar mil pesos por jubilado por única
vez y con destino a sus haberes, porque no está dirigido a capitalizar las cajas sino a aumentar los haberes‖ (Diario
de Sesiones, 1992b: 3.335). Por su parte, Alejando Armendariz (UCR del Pueblo) refiriéndose a los montos que se
destinarían al sistema previsional como consecuencia de la privatización para cubrir el déficit que presentaba,
agregó: ―No va a alcanzar porque el ingreso de los fondos de YPF a las cajas va a demandar tres años, es decir,
1.000 millones por año. Esto representa 90 millones por mes, y están haciendo falta 250 millones de pesos por
mes‖ (Diario de Sesiones, 1992b: 3.316). El discurso del gobierno, por su parte, hizo hincapié en que con la
privatización de la petrolera estatal, y el ingreso de los montos correspondientes al sistema previsional, comenzaba
a saldarse una deuda que provenía del gobierno de Alfonsín: ―El Estado nacional destinará los recursos
provenientes de la venta de las acciones de YPF Sociedad Anónima a comenzar al menos a saldar en parte la
deuda que tiene con los jubilados producto de la incorrecta liquidación de los haberes previsionales a partir de la
gestión anterior a nuestro gobierno‖ (Parrilli, en Diario de Sesiones, 1992b: 3.173).

184
Capítulo 3. La última y final entrega: la privatización de Y.P.F. S.A. (1993-1999)

3.4.3. La sanción de la Ley N° 24.145


Cuando el debate estaba finalizando los diputados que no pertenecían al oficialismo
plantearon las modificaciones que consideraban pertinentes realizar al proyecto en función de
que se adecuara, según sostenían, a las necesidades del sector y del país. Sin embargo, la
respuesta de uno de los miembros informantes por la mayoría, el diputado Oscar Parrilli, fue
contundente:
―Pedimos disculpas y comprensión a todos los señores diputados que nos han acompañado en esta
sesión por la urgencia que nuestro bloque tiene en la aprobación de esta iniciativa porque hay plazos
establecidos para llevar adelante la privatización y la circunstancia de introducirle modificaciones
nos exigirá que vuelva al Senado, lo que frente a la finalidad del período ordinario de sesiones nos
impediría sancionar este proyecto de ley‖ (Parrilli, en Diario de Sesiones, 1992b: 3.342).

En realidad, la urgencia y las escasas modificaciones introducidas al proyecto en el Senado


evidencian, más que el interés por parte del Poder Ejecutivo de tornar eficiente a la empresa —
principal argumento de la privatización—, la necesidad de satisfacer los intereses del bloque en
el poder a partir de la transferencia de la compañía al capital privado, la eliminación de la
empresa en su rol de testigo y la recaudación para cancelar pagos de la deuda externa y reducir
el déficit fiscal. Vale remarcar que, en uno de sus articulados, el proyecto de Ley, en rigor,
convalida y consolida el ―Plan de Transformación Global‖ de Y.P.F. S.E. iniciado con el
Decreto N° 2.778/90 el cual fue diagramado por la consultora McKinsey & Company y
financiado por el Banco Mundial.
Otro elemento que contribuye a cuestionar que la finalidad de la privatización de la
empresa fuera tornarla más eficiente e incrementar, a su vez, la competencia del mercado, es
que el proyecto no contenía disposiciones que regularan el accionar del capital privado que
operaba en el sector. La única restricción introducida expresa que los activos de la empresa
comprendidos en el Anexo V322 que se vayan a enajenar no podían ser comprados por ninguna
empresa que adquiera posiciones dominantes, pero nada establece respecto de Y.P.F. S.A. o del
nivel de concentración de la explotación de petróleo y/o gas natural en el mercado. En este
sentido, se permitió que a Y.P.F. S.A. —en manos privadas— no se le aplique los artículos 25
y 34 de la Ley N° 17.319 los cuales restringen a cinco los permisos de exploración y en igual
número las concesiones de explotación plausibles de ser entregados a las empresas privadas,
con lo cual se estaba transfiriendo una compañía con una considerable posición dominante,
aspecto perjudicial para el funcionamiento del sector y de la economía en su conjunto, a partir
del lugar central que ocupa la energía en ésta. Por otra parte, se fijó un plazo de 30 días para
conformar la Comisión de Provincialización de Hidrocarburos que tendría a cargo redactar un
proyecto de ley que ordene, adapte y perfeccione el régimen de la Ley Nº 17.319, la cual debía
expedirse antes del 31 de diciembre de 1992, que nunca se concretó.
En este marco, vale señalar que el Poder Ejecutivo por medio del Decreto N° 2.700/91
vetó el proyecto de Ley N° 24.041 sancionado por ambas cámaras que le otorgaba poder de
policía a las provincias para verificar la producción y las consecuencias dañinas que ésta
ocasionara, dando libertad de acción al capital privado, argumentando, entre otras cuestiones,
―que la existencia de una única autoridad de aplicación en materia de hidrocarburos, tal como

322
Estos activos están compuestos por las destilerías, los ductos, la flota marítima, embarcaciones menores, el
taller naval, puertos y boyas, la comercialización, activos tecnológicos, y otros servicios. Los concernientes al
mercado primario se encuentran descriptos en el Capítulo 2.4.5..

185
Capítulo 3. La última y final entrega: la privatización de Y.P.F. S.A. (1993-1999)

lo dispone la ley 17.319, constituye el único instrumento eficiente para la efectivización de las
políticas energéticas que disponga el gobierno nacional‖.
En resumen, los hechos enumerados permiten sostener que la privatización no tenía como
objetivo incrementar la eficiencia de la empresa y la competencia del mercado hidrocarburífero
en su conjunto, sino que, en rigor, procuraba satisfacer las demandas de las compañías que
operaban en el sector y asumir los compromisos externos con los acreedores. Esta política
contó con el apoyo explícito de la mayoría de los diputados del oficialismo (entre ellos, los del
―minibloque‖ sindical) y otros partidos aliados. Asimismo, y en tanto que el número de
diputados propios no le alcanzaba, el justicialismo consiguió la anuencia de diez diputados que
votaron rechazando el proyecto pero prestaron el número necesario para alcanzar el quórum
reglamentario 323 . En rigor, hubo dos grupos de diputados que asumieron sus bancas
representando al Partido Justicialista pero que no votaron orgánicamente. Por un lado, el
―Grupo de los 8‖ y, por el otro, el denominado ―Barrio Chino‖ 324. Mientras que los primeros se
oponían a cualquier intento de privatización de la empresa, los segundos propusieron un
proyecto alternativo que consistía en que fuera transferido solamente el 49% del capital
privado de Y.P.F. y que el Estado conservara el 51% restante (Dearriba, 1992a: 8).
Como se observa en el Gráfico 3.9, la votación se realizó con el quórum estricto de 130
diputados presentes dado que 90 legisladores que estaban en el recinto debatiendo se
levantaron antes de que se iniciara. El acuerdo con los diez representantes le permitió habilitar
la votación y alcanzar la mayoría simple 325 con la consecuente aprobación del proyecto con
120 votos afirmativos y 10 negativos.

Gráfico 3.9
Resultado de la votación en la Cámara de Diputados de la Ley N° 24.145, 24 de septiembre de
1992 (en valores absolutos y %)

Afirmativo;
No dieron quórum; 120; 92%
90; 35%
Quórum; 130; 51%

Ausentes; 37; 14%

Negativa; 10; 8%

Fuente: Elaboración propia en base a información suministrada por Diario de Sesiones (1992b: 3.338).

323
Los diputados fueron: Aníbal Adolfo Hardy (Alianza Frente de la Victoria); Carlos Enrique Gómez Centurión
(Alianza Partido Bloquista); Alberto Adolfo Natale y Mario Verdú (ambos del Paritido Demócrata Progresista);
Alberto Raúl Germano; Julio César Ibarreche y Raúl Roque Topa (los tres de Fuerza Republicana); Pedro Octavio
Figueroa (Movimiento Popular Jujeño); Alberto Ignacio González (Partido Demócrata) y Andrés Julián Fescina
(Partido Federal).
324
Los legisladores que integraban este bloque eran: Claudio Mendoza, Luis Saadi, Humberto Romero, Víctor
Sodero Nievas, Francisco Toto, Ramón Saadi, Graciela Camaño, Dante Caamaño, Miguel Ferradas, Hugo
Crámaro y José Rodríguez.
325
La mayoría simple se alcanza cuando se posee la mitad más uno de los representantes presentes en la cámara.

186
Capítulo 3. La última y final entrega: la privatización de Y.P.F. S.A. (1993-1999)

Entre las principales disposiciones de la Ley sancionada se encontraban:


 Transferir a las provincias en cuyos territorios se encontraran hidrocarburos el
dominio público de los yacimientos a partir del vencimiento de los plazos
contractuales (Art. 1).
 Otorgar a Y.P.F. S.A. los permisos de exploración (Art. 3) y concesiones de
explotación (Art. 4) sobre las áreas que ésta poseía sin que se apliquen los artículo
25 y 34 de la Ley N° 17.319, los cuales limitaban el número de áreas concedidas,
respectivamente.
 Crear la Comisión de Provincialización de Hidrocarburos encargada de redactar un
nuevo proyecto que permitiera ―ordenar, adaptar y perfeccionar el régimen de la
Ley Nº 17.319‖ (Art. 5).
 Aprobar el proceso de fragmentación iniciado con el Decreto N° 2.778/90 (Art. 6).
 Dividir el capital social de Y.P.F. S.A. en acciones Clase ―A‖, perteneciente al
Estado Nacional; Clase ―B‖, propiedad de las provincias; Clase ―C‖, reservadas
para que los empleados de la empresa que quisieran comprarlas; y Clase ―D‖,
compuesta por los particulares que compraran las acciones que los actores previos
vendieran. Asimismo, se fijó que el Estado nacional debía conservar un 20% de las
acciones, enajenables únicamente con una Ley del Congreso que lo autorizara.
Mientras el Estado mantuviera este porcentaje conservaría la potestad para decidir
sobre fusiones o adquisiciones de la compañía, transferir derechos a terceros, etc.
(Art. 8).
 Asumir los créditos y deudas de Y.P.F. S.A. que se encontraran o no reconocidos
como tales en los estados contables de la empresa al 31 de diciembre de 1991 (Art.
9).
 Crear la Comisión de Privatizaciones de activos de Y.P.F. S.A. que tendría la
función de supervisar el cumplimiento de la ley. Este artículo había sido
introducido por el Senado y en la votación en particular se había logrado que dos
representantes de los jubilados acompañen a los tres representantes del Poder
Ejecutivo y a los cuatro del Congreso (en igualdad de número entre el Senado y
Diputados) (Art. 12).
 Conceder el 10% de las ventas de los activos incluidos en el Anexo V a los
empleados de la empresa (Art. 13).
 Pagar las deudas que el Estado nacional poseía con las provincias en concepto de
regalías mal liquidadas, mediante la entrega de Acciones Clase ―B‖ de Y.P.F. S.A.
y/o de Bonos de Consolidación de Regalías de Hidrocarburos (Art. 19).
 Reconocer a la provincias en cuyos territorios se encontraran las áreas centrales, en
concepto de derecho de asociación, el 10% del producido de las ventas o futuras
enajenaciones en dichas áreas (Art. 20).
 Destinar el 100% de lo recaudado en concepto de la venta de acciones de Clase
―A‖ al Régimen Nacional de Previsión Social. Los recursos, en base a la
modificación introducida en el Senado, deberían aplicarse exclusivamente al
aumento de los haberes previsionales (Art. 23).

187
Capítulo 3. La última y final entrega: la privatización de Y.P.F. S.A. (1993-1999)

El 13 de octubre de 1992, el presidente Menem promulgó la ley sancionada por medio del
Decreto N° 1.858/92, pero vetándola parcialmente. Las observaciones realizadas fueron
expresamente en modificaciones introducidas por la Cámara. De esta manera, la primera de las
eliminaciones consistió en quitar que los dos directores que el Poder Ejecutivo podía elegir
para formar parte del directorio de la empresa fueran ―a propuesta del Honorable Congreso de
la Nación‖, aduciendo que ―introduce un mecanismo de designación impropio para una
sociedad que se regirá por normas del derecho privado y que, además, constituye una injerencia
en facultades propias del Poder Ejecutivo Nacional‖. Por otra parte, anuló el artículo 12 que
creaba la Comisión de Privatizaciones de activos de Y.P.F. S.A., manifestando que ―resulta
innecesaria teniendo en cuenta la intervención de la Comisión Bicameral de Seguimiento de las
Privatizaciones creada por la ley 23.696‖. Asimismo, recortó el artículo 17 al eliminar el
segundo párrafo y los incisos correspondientes que establecían que la Comisión Bicameral de
Seguimiento de las Privatizaciones prevista en la Ley Nº 23.696 debía obligatoriamente emitir
dictamen en ciertos casos, argumentando que poseía ―atribuciones expresamente asignadas por
el art. 14 de la Ley 23.696‖. Finalmente, vetó la modificación introducida en el artículo 23, la
cual obligaba a destinar lo recaudado de la venta de las acciones Clase ―A‖ ―exclusivamente al
aumento de los haberes previsionales‖, arguyendo: ―Impedirá la consecución del objetivo
perseguido [capitalizar el régimen], con obvio perjuicio del sistema jubilatorio‖. Este punto es
importante porque, como se desarrolló, fue de considerable importancia para conseguir el voto
de diputados y senadores, dada la legitimidad que les confería ante la sociedad.
Los vetos realizados por el Poder Ejecutivo tendieron, fundamentalmente, a eliminar los
exiguos controles que la Cámara de Senadores había introducido. Con la Ley en plena vigencia
quedaba el camino librado para la última etapa del proceso embrionariamente iniciado en 1976
y que tomó vigor y se consolidó a partir de 1989: la venta al capital privado de las acciones de
la empresa.

3.5. La última etapa: la venta del capital social de Y.P.F. S.A.


La compañía que iba a ser transferida al capital privado luego del proceso de
fragmentación, si bien no poseía el poder de antaño, tenía una marcada posición dominante en
el mercado (Cuadro 3.2). Con respecto a sus balances contables, tal como se observó, durante
los últimos dos años las ganancias sobre ventas fueron positivas en valores superiores al 6% en
cada año. Asimismo, durante el primer trimestre de 1993, arrojaron un resultado del 8,3%, lo
que marcaba un persistente incremento en sus utilidades.

Cuadro 3.2. Participación de Y.P.F. S.A. en la cadena de producción,


1993 (en %)
%
Reservas de petróleo 46
Reservas de gas natural 62
Extracción de petróleo 38
Extracción de gas natural 47
Refinación de petróleo 59
Producción de nafta común y especial 52
Comercialización de naftas común y especial 50
Fuente: Elaboración propia en base a la Secretaría de Energía.

188
Capítulo 3. La última y final entrega: la privatización de Y.P.F. S.A. (1993-1999)

Sin embargo, a pesar del considerable posicionamiento estructural que Y.P.F. poseía en el
mercado y la creciente rentabilidad, el gobierno consideraba que, para que fuera aún más
atractiva para los inversores, el sector privado debía tener mayoría en el directorio para que
pudieran dirigirla conforme sus criterios. En rigor, esta postura asumía una demanda que había
recibido Cavallo en la gira que realizó por Europa y Estados Unidos a principios de mayo de
1993 para promocionar las acciones de Y.P.F. S.A., en la cual, los directivos de los principales
grupos inversores de riego —entre ellos, Met West, Trust Company of The West, Snil Barney,
Daiwa y Pilgrim Growth Opportunities— condicionaron la colocación de acciones, por un
lado, a que la empresa estuviera conducida por el sector privado y que el Estado tuviera una
representación minoritaria en el directorio, y, por el otro, a que entre los privados hubiera entre
dos y tres managers internacionales con la finalidad de que tuvieran garantías de que la
rentabilidad de la firma y la posterior distribución de los dividendos, alcanzaría su verdadero
potencial (Actualidad Energética, 1993a). Asimismo, para Estenssoro, la posibilidad de que el
Estado nacional como las provincias controlaran el directorio, ―no sólo afectaría al manejo de
la empresa sino que reduciría el valor de las acciones‖ (en Revista Noticias, 1993: 104). En
base a estas exigencias, el 31 de mayo el Presidente firmó el Decreto N° 1.106/93 que contiene,
como anexo, el Estatuto Social de Y.P.F. S.A.. Entre las principales disposiciones establecía
que de los doce directores titulares que poseería la empresa, dos serían electos por el Estado
nacional (Clase ―A‖) mientras conserve entre el 20% y 51% de las acciones, descendiendo a
solamente uno en caso de mantener la propiedad de entre el 5% y menos del 20%. Por su parte,
las provincias tendrían la potestad de elegir un director sólo en caso de tener el 5% o más del
capital social de la empresa, al igual que los empleados de la sociedad (Clase ―C‖). Finalmente,
los propietarios de las Clase ―D‖ (el capital privado), cualquiera fuera el porcentaje de acciones
en su poder, tendrían el derecho de elegir ocho representantes.
En lo relativo a la elección de los síndicos, la selección estaba igualmente concentrada en
el capital privado. Conforme esto, mientras que el Estado nacional, las provincias y los
empleados de la empresa conservaran conjuntamente como mínimo el 15% del capital social,
tendrían derecho a elegir uno de los tres contralores del directorio. En caso de poseer una
participación menor a dicho porcentaje, la totalidad de los síndicos serían seleccionados por el
capital privado.
La estrategia utilizada por el gobierno giraba en torno de otorgarle el control de la
compañía al capital privado a partir de la elección del 66%, como mínimo, tanto del directorio
como de los síndicos. Al garantizarle el nombramiento de ocho de los doce directores y de dos
de los tres contralores, sin importar la participación accionaria que el sector privado tuviera, le
otorgaba un poder de control casi total de la empresa que la hacía aún más atractiva 326. En este
sentido, por el sector privado integraron el directorio de Y.P.F. S.A., José Estenssoro y Nells
León, hasta entonces presidente y vicepresidente de la firma estatal; Carlos de la Vega, Mario
Piñeiro, Miguel Madanes, Bayless Manning, James Leschs (ambos de Estados Unidos) y
Ernest Schneider (de origen suizo y ex vicepresidente y miembro de la Junta del Credit Suisse,
uno de los bancos encargados de coordinar la venta de las acciones). Vale resaltar el hecho de
que los dos máximos dirigentes de la empresa estatal, pasaron a representar al sector privado

326
Al respecto, el propio Cavallo expresaba: ―La integración del nuevo Directorio, con 8 directores privados
(Clase ―D‖) es una garantía de que no habrá ninguna interferencia política y que la estructura mixta de la empresa
no representa ninguna inhibición para el ejercicio del management privado‖ (Cavallo, 1993: 28).

189
Capítulo 3. La última y final entrega: la privatización de Y.P.F. S.A. (1993-1999)

luego de su privatización, lo que genera ciertas sospechas respecto de las intenciones del
proceso encarado desde 1989327. Refiriéndose a los inicios del proceso de ―reestructuración‖ de
Y.P.F. S.E. y los cambios de director de la empresa, Esteban Serrani agrega:
―El reacomodamiento interno continuó luego de la renuncia de Aráoz [en 1990], y pocos meses más
tarde salía expulsado Pierro de YPF. Montamat, principal asesor de Prol, en conjunto con la CIP, y
específicamente con el presidente de Shell, fueron los que más impulsaron la llegada de un petrolero
privado a YPF: José ―Pepe‖ Estenssoro.
El entramado de colonización estatal se iba conformando: para llevar a cabo el proceso de
privatización de YPF, Prol vía Montamat impulsaban la llegada de un empresario privado a la
presidencia; al mismo tiempo, Sánchez Zinny, quien había sido vicepresidente de YPF durante la
gestión Montamat, era ahora el representante de McKinsey en Argentina. (…) Incluso las crónicas
de la época relatan que el puesto en YPF había sido ofrecido anteriormente al Presidente de la
CEPA y Vicepresidente de Pérez Companc, Oscar Vicente. (…) Más allá de la fiabilidad de la nota
periodística, lo que parece ser un dato es que el sucesor del interventor de YPF iba a ser un
representante del sector privado. Desde el punto de vista de los agentes privados del sector, esta
situación era más que comprensible: la privatización de YPF implicaba una transformación muy
grande del mercado como para no participar desde adentro en su diseño e implementación‖ (Serrani,
2010: 150).

Por otra parte, como representante de los trabajadores asumió Diego Ibañez, dirigente
histórico del SUPE, y por parte de las provincias, el ex funcionario mendocino Ángel Cirasino.
El Estado, representado en el directorio por Luis Prol —ex secretario de Energía— y
Héctor Domenicone, por su parte, sin importar el número de acciones que poseyera 328
conservaba ciertos derechos especiales para autorizar o negar, por un lado, la fusión con otras
empresas; por el otro, la transferencia a terceros de la totalidad de los derechos de explotación
de la firma, lo que generaría el cese total de la actividad exploratoria y de extracción; y, por
último, la disolución voluntaria de la sociedad. En rigor, si bien el Estado se arroga esas
facultades sin importar la participación accionaria que posea (a partir de la ―acción de oro‖), no
se necesita su voto para, por ejemplo, cesar del 90% de sus actividades del mercado primario,
mientras que para interrumpir totalmente las actividades del mercado secundario el capital
privado necesita, únicamente, poseer el 66% de las acciones con derecho a voto.
Otra de las restricciones introducidas giró en torno de obstruir el control de la sociedad por
parte del Estado una vez que éste se desprendiera de las acciones. Si bien Estenssoro había
anunciado públicamente que si en algún momento se quería volver al modelo anterior, con
control del Estado, el método de venta del capital social en la bolsa le permitía recuperar
fácilmente las acciones (en Ámbito Financiero, 1992: 6), en el estatuto introdujeron ciertas
cláusulas que dificultaban esta operación. En este sentido, para obtener más del 15% del capital
social, se debe ofertar públicamente la totalidad de las acciones —y lograr su aceptación—, a

327
Durante el debate que se realizó en el Congreso sobre la privatización de Y.P.F. S.A. uno de los diputados de la
UCEDÉ, Federico Zamora propuso la sanción de un proyecto de Ley en el que se estableciera la inhabilitación
absoluta y perpetua para los directivos de empresas u otras sociedades del Estado en proceso de privatización, de
ocupar cargos directivos, gerenciales o de síndicos en las empresas adquirentes o en la entidad ya privatizada. Si
bien encontró el apoyo en el recinto de la bancada oficialista en el momento previo a realizar la votación, el
proyecto, luego de obtener la media sanción en Diputados en septiembre de 1992, perdió estado parlamentario en
el Senado el 28 de febrero de 1995. Esta Ley hubiera impedido que Estenssoro, entre otros, pudiera pasar de
representar al Estado a representar los intereses del capital privado.
328
La Ley N° 24.145 establecía esas garantías mientras el Estado conservara el 20% del capital social de la
empresa. Es dable sostener que el diseño del estatuto previó la venta del total de las acciones clase ―A‖ al fijar que
se conservaban ciertos derechos especiales sin importar la participación que éste tuviera.

190
Capítulo 3. La última y final entrega: la privatización de Y.P.F. S.A. (1993-1999)

la cotización más alta y abonarlas en efectivo (estas condiciones se aplican incluso si pretende
adquirir el 8% de las acciones de Clase ―D‖).
Dada la urgencia que tenía el gobierno para iniciar el proceso de venta de acciones, el
Poder Ejecutivo firmó el Decreto N° 588/93 por medio del cual habilitaba al ministro de
Economía y Obras y Servicios Públicos a ―designar a las instituciones financieras a los Bancos
o agentes que representar[ía]n y se encargar[ía]n de la organización del grupo de entidades que
actuar[ía]n como agentes o colocadores de las acciones respectivas, a cuyo fin se deberá
solicitar propuestas a por lo menos tres entidades de reconocida experiencia, prestigio y
solvencia‖. El motivo de esta celeridad fue doble. En primer lugar, tuvo una finalidad electoral,
ya que el Presidente quería culminar con el proceso antes de las elecciones de septiembre para
abonar las deudas con los jubilados y para mostrar fortaleza ante el electorado. En segundo,
dado que el receso estival en los países centrales se encontraba próximo, si la operación no se
realizaba antes de julio, no se hubiera podido comenzar con la venta de las acciones hasta
finales de año, lo que hubiera perjudicado las ansias electoralistas.
Conforme la potestad otorgada a Cavallo para manejar la operación de la venta de la
empresa más importante del país, éste designó en la coordinación global a dos bancos
internacionales que habían participado como consultoras en el proceso de fragmentación,
Merrill Lynch & Co. y Creditt Suisse-First Boston. En este último, el vicepresidente era David
Mulford, ex secretario del Tesoro de los Estados Unidos con quien Cavallo alcanzó el acuerdo
de la deuda externa que permitió ingresar al Plan Brady. Por su parte, el representante
doméstico era Adalberto Krieger Vasena. En el plano local la articulación recayó en los bancos
Galicia, Río de la Plata y de Valores.

3.5.1. El método para establecer el precio de las acciones y las críticas de


la fracción local del capital
Para evitar lo sucedido en la venta del capital social de las telefónicas, en donde al poco
tiempo de realizar las colocaciones el precio de las acciones descendió considerablemente,
generando pérdidas en el mercado de capitales, el gobierno decidió modificar el método
empleado. Con la venta de acciones de Telecom y Telefónica, se había implementado el
sistema de ―remate holandés‖ el cual consiste en recibir pedidos de compra a diversos precios y
determinar el valor de corte en el nivel de precios que se garantiza la colocación total de la
oferta. Con la finalidad de sortear esta situación y presentar un escenario favorable a la
inversión financiera, el gobierno decidió elegir el método ―book building‖, por medio del cual
se construye una curva de demanda en la que se eliminan los valores considerados
―irregulares‖, al estimar que provienen de operadores que pretenden especular o que están poco
informados, y, a partir de allí, al dejar parte de la demanda insatisfecha, se conforma un rango
de precios en el cual oscilaría el valor de la acción (Roiter, 1994: 112-113; Ámbito Financiero,
1993: 2). Asimismo, para evitar la venta apresurada por parte de los particulares, como sucedió
con las telefónicas, se estableció un ―premio‖ del 3% más en acciones para quienes no las
vendieran por el plazo de 12 meses y de otro 2% más para aquellos que las retuvieran por dos
años. En base a las tablas diagramadas, el precio estimado giró en torno de los 17 y 20 pesos
por acción.
En esta línea, el gobierno introdujo un límite de acciones del 3%, con la finalidad de que,
por lo menos en el corto plazo, ningún grupo pudiera tener el control de la compañía. Esta

191
Capítulo 3. La última y final entrega: la privatización de Y.P.F. S.A. (1993-1999)

medida causó parte de la crítica de los empresarios petroleros locales en tanto que con la
adquisición de ese porcentaje de acciones no tendrían la posibilidad de nombrar directores en la
firma 329 . Conforme esto, el periodista Marcelo Bonelli señaló que desde la Cámara de
Empresas Petroleras Argentinas (CEPA), presidida por Oscar Vicente, del grupo Pérez
Companc, se intentaba cuestionar la forma en que se estaba encarando la venta de la firma ya
que, según comentó: ―Los dirigentes locales saben que con el método adoptado por el gobierno
para la transferencia no podrán participar del negocio (…). Tal como está planteada la venta, se
requerirán grandes montos. Y los petroleros —algunos con problemas financieros— sólo
podrían entrar marginalmente al negocio‖ (Bonelli, 1993: 22). Las presiones ejercidas por los
grupos aglutinados en la CEPA tenían como objetivo que el gobierno continuara con la
fragmentación de Y.P.F. S.A. antes de emprender el proceso de venta de la totalidad del capital
social de la compañía, como reclamaban330. Conforme esto, la fracción local pretendía que la
firma se segmentara en 4 o 5 unidades en función de que pudieran participar fuertemente del
negocio a partir del menor valor que cada una de esas nuevas empresas poseería. En noviembre
de 1992, al poco tiempo de sancionada la Ley N° 24.145, el presidente de Pluspetrol, Luis Rey,
sostenía que ―la división de YPF en 3 o 5 empresas independientes contribuiría a una mayor
transparencia del mercado en un marco de libre competencia‖ (Rey, 1993c: 30). Por su parte, el
vicepresidente de CGC, Jorge Romero Vagni, argumentó: ―En cuanto a si la oferta pública de
acciones producirá una mayor transparencia del mercado la respuesta es sí. De todas maneras
creo que esta transparencia podría haber sido mayor de haberse dividido a YPF en 3 o 4
empresas, con lo cual no existirán en el mercado compañías con más del 15% al 20% de
participación‖ (Romero Vagni, 1993: 55).
De esta manera, en esta última fase del proceso de privatización de la petrolera estatal, a
diferencia de la primera (la fragmentación) en la cual se desarticuló Y.P.F. vendiendo gran
cantidad de activos con la finalidad de que el capital local pudieran participar del ―negocio‖ —
tal como lo hizo resultando ampliamente favorecido—, el gobierno tendió a beneficiar al
capital financiero, el cual había estado ausente en esa primera etapa. En palabras del ministro
de Economía, Domingo Cavallo: ―El gobierno privilegió a los inversores institucionales frente
a las empresas petroleras, tanto nacionales como internacionales‖ (Cavallo, 1993: 29).

3.5.2. La oscilación del precio de las acciones y la venta final


La intención del gobierno era colocar, en una primera instancia, 110 millones de acciones
de las 353 millones en las que se había dividido el capital social de Y.P.F. S.A. (el 31,2%); sin
embargo, debido a la formidable presión que ejercieron los inversores para participar en la
operación, el Poder Ejecutivo decidió incluir una sobrecolocación prevista de 15 millones de

329
Según lo expresado en Página/12, el presidente de una de las petroleras locales manifestó: ―Nosotros veníamos
siguiendo el proceso con mucha atención e interés, pero cuando vimos el Estatuto definitivo descartamos por
completo nuestra participación‖, mientras que otro alto ejecutivo de otra compañía, expresó: ―Como inversión
estratégica no tiene sentido porque no podríamos influenciar en nada‖ y, agregó que si bien las sumas necesarias
para tener un porcentaje importante de las acciones son altas, si éstas les hubieran permitido tener injerencia en las
decisiones de la firma, habrían encontrado ―la manera de conseguir la plata‖ (Página/12, 1993: s/n).
330
Frente al anuncio del gobierno de vender el 58,3% de las acciones, y la restricción fijada por la Ley N° 24.145
para que el Estado no enajene el 20% de las clase ―A‖, el presidente de la petrolera Pluspetrol, Luis Rey, fue quien
más defendió la postura de la venta total: ―Tampoco el Estado necesita tener una empresa testigo en un mercado
local e internacional altamente competitivo. Mi opinión es que se debe vender la totalidad de YPF‖ (Rey, 1993a:
61).

192
Capítulo 3. La última y final entrega: la privatización de Y.P.F. S.A. (1993-1999)

acciones (4,2%). No obstante, la demanda en los últimos días siguió incrementándose hasta
alcanzar pedidos por 8.500 millones de dólares, cuando, considerando la venta de 126,6
millones de acciones, el gobierno esperaba recaudar entre 2.151 y 2.530 millones de dólares
(un cuarto de lo solicitado). Las opciones para corregir el exceso de demanda eran dos: por un
lado, incrementar el precio de las acciones y, por el otro, aumentar su oferta. La voluntad de
Cavallo era mejorar la recaudación para poder afrontar los pagos a los jubilados, pero, a la vez,
tenía como objetivo que el precio de las acciones no excediera el de la banda estimada (entre
17 y 20 pesos) para evitar lo acontecido con Telecom y, asimismo, no generar la diáspora de
los inversores institucionales quienes habían realizado ofertas por debajo de los 20 pesos331.
Pero la presión que ejercían en las plazas financieras era de tal magnitud que los colaboradores
más cercanos a Cavallo, Daniel Marx, Horacio Liendo y Alejandro Mayoral, manifestaron: ―Si
se mantiene constante la actual presión de la demanda el precio de la acción podría trepar hasta
23 pesos‖, lo que para el ministro de Economía hubiera sido ―inaceptable‖ (Clarín, 1993b: 24).
En un modelo económico basado en la especulación financiera y en el endeudamiento
externo para que pudiera ―sustentarse‖, la articulación con los acreedores foráneos era de vital
importancia. En este sentido, la solución que encontró el gobierno fue incrementar a 160
millones el número de acciones que vendería en la subasta, con lo cual pasó de enajenar el
31,2% al 45,3% del capital social de Y.P.F. S.A.. Con esta operación, el Poder Ejecutivo fijó el
precio de la acción en 19 dólares, cuando se avizoraba que estaría por encima de los 20 dólares,
y obtuvo un resultado doble y complementario, en base a los objetivos trazados: por una parte,
consiguió contener a los inversores institucionales —principales clientes de los Bancos
organizadores de la venta y aliados internacionales del gobierno—, y, por la otra, logró
incrementar la recaudación para afrontar las deudas con los jubilados. Esta operación, por su
parte, al establecer el valor de la acción en 19 dólares, si bien permitió generar ingresos por
3.040 millones de dólares (frente a los 2.200 millones de dólares previstos) ocasionó que el
gobierno dejara de recaudar entre 160 y 640 millones de dólares.
La determinación tomada por el Poder Ejecutivo tuvo como consecuencia la valuación de
la petrolera estatal en tan solo 6.707 millones de dólares, considerablemente inferior a los
8.000 millones de dólares (alrededor de 22,6 dólares por acción) que, como mínimo,
Estenssoro había expresado que era el valor más cercano al ―real‖ (Estenssoro, 1992;
Actualidad Energética, 1992c), que como se observa en el Gráfico 3.10 estaba por debajo de la
evolución que tuvieron las acciones durante 1993.
La explicación de Cavallo de por qué fijaron un precio tan bajo giraba en torno de que de
esa manera se garantizaba que en los meses sucesivos el excedente de demanda elevara la
cotización de las acciones:
―El Gobierno —insisto— decidió fijar en $19 el precio de cada acción para evitar que una futura
falta de demanda provoque la caída del papel en los primeros meses de cotización, y también para
lograr que una porción importante del paquete accionario quede en manos de inversores

331
Conforme declaró Cavallo: ―A 20 [pesos] hubieran quedado fuera de la distribución de papeles a los inversores
institucionales que son compradores a mediano y largo plazo‖ (en Zaiat y Zlotogwiazda, 1993: 5). En base a lo
publicado en Clarín dos días antes de anunciar el precio de corte, ―llegó un mensaje categórico de los Estados
Unidos para todos los que estaban en la operación: si el precio superaba el tope establecido (20 pesos) el grueso de
los inversores institucionales de los Estados Unidos se retiraba del negocio‖ (Clarín, 1993a: 18). El 2 de julio el
mismo diario publicó que el Credit Suisse había hecho una oferta por compra de acciones a 19 dólares (Clarín,
1993c: 24).

193
Capítulo 3. La última y final entrega: la privatización de Y.P.F. S.A. (1993-1999)

institucionales y no de especuladores. La demanda remanente, a pesar de la ampliación de la oferta


combinada, asegurará un buen desempeño de la acción a partir de un precio menor‖ (Cavallo, 1993:
28).

La gran divergencia entre las cantidades ofertadas y las demandadas, en base a lo señalado
por el gerente de Mercado de Capitales de Finansur, Jorge Pierrestegui, se debió
principalmente a dos cuestiones. En primer lugar, a que como no estaba garantizada la compra,
los inversores solicitaban acciones a más de un colocador. En segundo, y fundamentalmente,
este desfasaje correspondió a que fue ―un negocio puntual de una empresa petrolera argentina
importante, que se puede acceder a comprar en una oportunidad única, a un precio que se cree
barato. Por eso la demanda alcanzó el volumen que tuvo‖ (Pierrestegui, 1993: 43).
Lo señalado por el analista puede constatarse al ver la evolución del precio de las acciones
luego de la venta inaugural. Ni bien se inició la enajenación del capital social, el martes 29 de
junio de 1993, el precio de la acción comenzó cotizando a 21,5 dólares (13,2% por encima del
precio de corte), alcanzó su máximo en 22,13 (16,4% superior) y terminó cerrando a 21,65, lo
que ocasionó una ganancia, en el primer día de operaciones, del 13,9%. En la bolsa de Nueva
York, el cierre fue 15,1% por encima en tanto que alcanzó un valor de 21,88 dólares. Esta
evolución por sobre el precio fijado durante los primeros días por Cavallo, generó muchas
críticas por la subvaluación que encubría.
En efecto, como se señaló y se puede corroborar en el Gráfico 3.10, hasta finales de 1993
se puede observar que el precio de las acciones tuvo incrementos marcados —con cierta
oscilación—, hasta finalizar el año en 25,8 dólares (habiendo llegado a 28,9 dólares el 22 de
octubre). Si se compara con dos de los factores que pudieron haber incidido en la marcada suba
del valor de las acciones —el precio del petróleo y las ganancias de la empresa—, se observa
que, en una primera instancia —hasta finales de octubre—, con valores del crudo con tendencia
levemente descendente, y un incremento trimestral de las ganancias no muy pronunciado (al
pasar del 12,1% al 13,2% 332 ), el precio de las acciones sufrió una muy fuerte suba.
Posteriormente, entre noviembre y diciembre, se puede apreciar que, con un rendimiento de la
empresa marcadamente superior al del trimestre anterior333, y una fuerte caída de 4 dólares en
el precio del barril (-20,1%), el valor de las acciones descendió levemente y se estabilizó en
torno de los 25 dólares (muy por encima del precio de corte).
En resumen, la evolución del precio de las acciones, en primer lugar, fue independiente de
los vaivenes del mercado internacional del crudo. Se puede observar que evolucionaron en un
sentido adverso al del petróleo. Mientras el 28 de junio ambas cotizaciones estaban
prácticamente iguales, hacia el 30 de diciembre el valor de las acciones era un 83% superior al
del crudo, con la particularidad de que éstas tuvieron una evolución positiva y el petróleo
negativa. En segundo, durante octubre, luego de conocidos los balances de la firma, el precio
de las acciones pudo haber sido afectado levemente por el incremento señalado en la tasa de
ganancia, pero no pareciera que el alto crecimiento del precio de las acciones estuviera
influenciado fundamentalmente por este aspecto.

332
Cabe resaltar que desde 1990 existió una persistente suba en la tasa de ganancia de Y.P.F. S.A.
333
Vale señalar que la repercusión del incremento de las ganancias de la empresa en el precio de las acciones
corresponden al período posterior de la fecha de su publicación; no obstante, es válido sostener que se tenía
información de cómo evolucionaba la compañía en su nivel de ventas.

194
Capítulo 3. La última y final entrega: la privatización de Y.P.F. S.A. (1993-1999)

Gráfico 3.10
Evolución del precio de las acciones de YPF S.A., del petróleo internacional (WTI) y de la
ganancia/ventas de YPF S.A., 28 de junio al 30 de diciembre de 1993 (en dólares y %)
30
28,9
19
28 Acciones
17,8
WTI (por barril)
26 17
Ganancia/ventas

24 25,8
22,5
15
22 21,65
13,2
13
20
19 12,1
18,3
18 11
18,4

16
14,5 9
14
7
12

10 5
28-jun-93 28-jul-93 28-ago-93 28-sep-93 28-oct-93 28-nov-93 28-dic-93
Fuente: Elaboración propia en base a la Bolsa de Comercio, el Departamento de Energía de los EE.UU. y Balances de
YPF S.A.

En este sentido, es dable sostener que la formidable valorización de la compañía durante el


primer período —y, principalmente, del primer día— correspondió a que a partir del método
book building utilizado quedaron inversores sin la cantidad de acciones que habían demandado;
pero, principalmente, a que el gobierno fijó un bajo precio de corte para ofertar el capital social
de Y.P.F. S.A., lo que propició la especulación bursátil del primer período. Conforme esto,
todo pareciera indicar que la estrategia utilizada por Domingo Cavallo se encuadra en la lógica
desplegada por el patrón de acumulación instaurado desde 1976 y consolidado en el gobierno
de Menem. La enajenación del paquete accionario de la compañía significó la posibilidad de
que los inversores financieros, aliados internacionales del gobierno y fracción del capital que
en el proceso encarado en el mercado ampliado de hidrocarburos aún no había sido
beneficiada, pudieran concretar un considerable negocio en el corto plazo, convirtiendo la
venta de la petrolera estatal en un fenomenal proceso de valorización financiera del capital.
En esta línea, en un estudio elaborado por la sociedad de Bolsa Buenos Aires Stocks,
realizado en base al prospecto de venta distribuido por Y.P.F. S.A., los autores determinaron
que el precio de la compañía era de 8.220 millones de dólares (23,3 dólares por acción) y no de
6.707 que consideró el gobierno. Los analistas llegaron a ese dato a partir de calcular el valor
presente neto de: los beneficios (se encontraban en torno de los 3.414 millones de dólares), las
reservas de gas natural y de petróleo —bajadas ad hoc previamente334— (5.042 millones de
dólares), los activos que no eran reservas (820 millones de dólares), restándole el valor
presente de los pasivos (1.056 millones de dólares) para los siguientes diez años, descontando
el resultado a una tasa del 10 por ciento (Zaiat, 1993). Este estudio estaría abonando la
hipótesis de la subvaluación de la firma.

334
Para un mayor desarrollo, ver Capítulo 2, Cuadro 2.2.

195
Capítulo 3. La última y final entrega: la privatización de Y.P.F. S.A. (1993-1999)

Con los 2.918 millones de dólares recaudados, luego de deducidos las comisiones de 121,6
millones de dólares —4%, ―demasiado elevadas‖ para los parámetros internacionales
(Pierrestegui, 1993: 43; Ministerio de Economía y Obras y Servicios Públicos, 1993), el 40%
(1.167,2 millones de dólares) se utilizó para cancelar las deudas por regalías mal liquidadas con
las provincias petroleras que finalmente alcanzaron los 2.575 millones de dólares (Cuadro 3.3).
En el convenio acordado entre las provincias y la Nación (Decreto N° 1.106/93) se estableció
que, tal como figura en la Ley N° 24.145, las primeras se comprometían a vender
conjuntamente con el Estado nacional las acciones clase ―B‖, en la primera colocación. Cinco
de las provincias petroleras optaron por comprar, con dichos bonos, acciones de Y.P.F. al
precio de 19 dólares por papel, invirtiendo, en esa operación, 753,3 millones de dólares al
adquirir el 11,23% del capital social de la empresa entre Mendoza (3,8138%), Santa Cruz
(3,8138%), Chubut (2,5665%), Neuquén (1%) y Formosa (0,0372%). El compromiso asumido
por estas provincias era mantener durante 18 meses bajo su control el capital social apropiado.

Cuadro 3.3. Valor nominal de los Bonos de Consolidación de Regalías


Hidrocarburíferas utilizados para cancelar deudas por regalías mal liquidadas y
adquirir acciones de Y.P.F. S.A. (en millones de dólares y %)
Monto % % acumulado
Mendoza 647,0 25,1 25,1
Santa Cruz 627,0 24,3 49,5
Neuquén 620,0 24,1 73,6
Chubut 300,0 11,7 85,2
La Pampa 120,0 4,7 89,9
Salta 120,0 4,7 94,5
Jujuy 60,0 2,3 96,9
Río Negro 55,0 2,1 99,0
Formosa 26,0 1,0 100,0
Total 2.575,0 100,0
Fuente: Anexo II, Decreto N° 1.106/93.

El 60% restante de lo recaudado por el Estado nacional (1.750,8 millones de dólares) se


destinó a pagar la totalidad de las deudas con los jubilados mayores de 85 años y, a los de
menor edad, se les abonó 1.560 pesos por persona en efectivo y el resto en Bocon a un precio
preferencial. Asimismo, se les concedió la posibilidad de que canjearan esos títulos por
acciones de la petrolera estatal (en total se dispusieron 46,2 millones de papeles, aunque en una
primera instancia se habían estimado incluir 95 millones de acciones) que pudieron adquirir en
agosto, manteniendo el precio de 19 dólares por acción con la condición de que las conservaran
por 12 meses.
Se presentaron 92 mil solicitudes que fueron absorbidas en su totalidad con 17,7 millones
de acciones. El saldo de 28,5 millones fue asignado a tenedores no originales de bonos, quienes
obtuvieron una nueva ganancia en tanto compraron los títulos a precio de mercado que luego
fueron absorbidos por el gobierno a un valor más alto y canjeados por acciones a un precio de
19 dólares cuando la cotización de mercado era superior. Por esta operación, el Estado rescató
bonos por un valor nominal de 1.270 millones de dólares (Cuadro 3.4).

196
Capítulo 3. La última y final entrega: la privatización de Y.P.F. S.A. (1993-1999)

Cuadro 3.4. Nacionalidad de los inversores que compraron acciones de Y.P.F. S.A., 1993 (en valores absolutos,
millones de dólares y %)
Recompra de Millones Millones de
Millo- Millo-
deuda previsional de dólares dólares
nes de nes de % Total %
(millones de (valor (valor
acciones dólares
acciones) real) nominal)
Argentina 47,0 893,0 29,4 46,2 876,9 1.269,9 93,2 45,2
EE.UU. 76,4 1.451,6 47,8 0,0 0,0 0,0 76,4 37,1
Europa y Japón 31,1 590,9 19,4 0,0 0,0 0,0 31,1 15,1
Resto de América 5,5 104,5 3,4 0,0 0,0 0,0 5,5 2,7
Total 160,0 3.040,0 100,0 46,2 876,9 1.269,9 206,2 100,0
Fuente: Elaboración propia en base a Actualidad Energética (1993) y Roiter (1993), Zaiat y Zlotogwiazda,
1993).

Luego de la primera venta de acciones, los inversores norteamericanos obtuvieron la


mayor participación de las clase ―D‖, al tomar posesión de más de 76 millones de papeles
(47,8%). En segundo lugar se situaron los argentinos con 47 millones de acciones (29,4% sobre
el total de la empresa, 55,1% correspondiente a grandes inversores ―entre ellos Pérez
Companc con 4,5 millones de acciones 335― y el 44,9% restante a pequeños ahorristas) y en
una tercera ubicación los europeos y japoneses, con 31,1 millones de acciones (19,4%). En
total, los inversores foráneos adquirieron 113 millones de papeles, el 70,6% del total de las
clase ―D‖ y el 32,0% del capital social de la empresa.
Como se señaló, en una segunda instancia el gobierno realizó un canje de Bocones por
acciones para cambiar deuda previsional que poseían los jubilados e inversionistas por papeles
de la empresa, por medio de la cual transfirió al sector privado 46,2 millones de acciones a un
valor real de 876,9 millones de dólares y nominal de 1.269,9 millones de dólares. Conforme
esto, y como se vislumbra del Cuadro 3.5, luego de una primera etapa de enajenación del
capital social de Y.P.F. S.A. ―incluida la venta de acciones a los jubilados―, en la cual el
Estado se desprendió del 80% del capital social, el gobierno recaudó alrededor de 4.310
millones de dólares (teniendo en cuenta los títulos a valor nominal, considerando el real la
suma desciende a 3.917 millones de dólares). Por su parte, las provincias asumieron el control
del 11% de las acciones y los empleados el 10%. Finalmente, dentro del 58% del sector
privado, 12 puntos porcentuales correspondieron a los jubilados.

335
En octubre Pérez Companc adquirió 2.062.683 millones de acciones más, por lo que consiguió el 1,93% del
capital social de la firma.

197
Capítulo 3. La última y final entrega: la privatización de Y.P.F. S.A. (1993-1999)

Cuadro 3.5. Proceso de enajenación del capital social de Y.P.F. S.A., 1991-1999 (en millones de acciones, millones de dólares y %)
Después de la
Establecido en la recompra de deudas
Fechas estimadas julio 1993 enero 1999 junio 1999
Ley N° 24.145 previsionales (agosto
1993)
Sin valor
Valor de la acción, en dólares 19 19 38 44,78
establecido
Millones Millones Millones Millones Millones
de % de % de % de % de %
acciones acciones acciones acciones acciones
Estado Nacional (clase "A") 180,0 51,0 89,4 25,3 71,8 20,3 18,8 5,3 (AO)* - (AO)*
Estados Provinciales (clase "B") 137,7 39,0 68,3 19,3 39,8 11,3 16,6 4,7 - -
Personal (clase "C") 35,3 10,0 35,3 10,0 35,3 10,0 1,4 0,4 1,4 0,4
Inversores privados 0,0 0,0 160,0 45,3 163,8 46,4 249,8 70,8 7,57 2,14
Sector Privado
Jubilados - - - - 42,4 12,0 13,5 3,8 - -
(clase "D")
Repsol - - - - - - 52,9 14,99 344,03 97,46
Total 353,0 100,0 353,0 100,0 353,0 100,0 353,0 100,0 353,0 100,0
Ingresado al Estado Nacional (en 3.040 (en 1.270 (en títulos 2.011 842
millones de dólares) efectivo) públicos)
Desembolso de Repsol (en millones 2.011 13.036
de dólares)
*Acción de oro.
Fuente: Elaboración propia en base al Área de Economía y Tecnología de la FLACSO, Roiter (1993) y Actualidad Energética (1993 b); Y.P.F.
(1999).

3.5.2.1. La enajenación del último paquete accionario y la adquisición


de Y.P.F. S.A. por la petrolera española Repsol
El proceso de venta continuó y, ante la necesidad de obtener fondos, el Poder Ejecutivo
logró que el 22 de marzo de 1995 el Congreso sancione la Ley N° 24.474 por medio de la cual
se autorizaba la transferencia del 20% del capital social que conservaba el Estado 336. Luego de
la crisis económica que afectó hacia finales de 1994 a México —conocida como ―la crisis del
tequila‖— y que provocó la devaluación de su moneda, producto de, entre otros factores, la
masiva fuga de capitales, la economía argentina —en el marco de un patrón de acumulación
muy vulnerable a los factores exógenos— sufrió los efectos del suceso mencionado. Conforme
esto, durante los primeros meses de 1995, la fuerte fuga de capitales que habían ingresado al
mercado doméstico con fines especulativos —fundamentalmente de corto plazo con la
finalidad de obtener alta rentabilidad en dólares a partir de la diferencial de tasas de
interés 337 — impactó negativamente en la economía real, la cual ya poseía indicadores que
mostraban su debilidad 338 . El giro de divisas al exterior por parte del capital que había

336
La enajenación de la casi totalidad del capital social que poseía el Estado —conservando la acción de oro—
también evidencia que la intención del gobierno desde una primera instancia era la desestatización de la petrolera
—como se desarrolló— y que como parte de la estrategia de negociación para poder conseguir la sanción de la
Ley N° 24.145 —y comenzar, así, con la última y final etapa del proceso—, debió introducir la cláusula que
establecía que el Estado debía conservar el 20%.
337
El período de vigencia de la convertibilidad permitió que los capitales especulativos realizaran una formidable
valorización financiera a partir de las altas tasas de interés locales —en combinación con bajas tasas
internacionales— y la garantía de que la moneda local no sufriría cambios respecto de la cotización del dólar. Esta
articulación posibilitó que se generaran considerables rendimientos en dólares de sus inversiones sin riesgo alguno.
338
En base a la información elaborada por el INDEC, luego de un crecimiento de poco menos del 30% entre 1989
y 1994, durante 1995 el Producto Bruto Interno (PBI) se contrajo un 3%, a la par que la participación de la
industria en el conjunto de la economía descendió durante ese período del 18,8 al 17,2%. La tasa de desocupación
del total de aglomerados urbanos que en octubre de 1989 era de 7,1%, en el mismo mes de 1994 había alcanzado
el 12,2% y en mayo del siguiente año arribaba al 15,4%. La pobreza por hogares que, producto de la
hiperinflación, había llegado al 38,2% en octubre de 1989 y con la estabilización de precios había descendido al
11,9% en mayo de 1994, en octubre de ese año ascendió al 14,2% y marcó el inicio de un crecimiento
ininterrumpido hasta 2003 (en mayo de 1995, el nivel era del 16,3%).

198
Capítulo 3. La última y final entrega: la privatización de Y.P.F. S.A. (1993-1999)

realizado inversiones especulativas en la Argentina generó un proceso similar con los grandes,
medianos y pequeños ahorristas locales, que paulatinamente fueron retirando sus fondos de los
bancos. Esta operatoria implicó una descapitalización del sistema financiero que lo puso al
límite de su insolvencia.
Este proceso fue utilizado por el Poder Ejecutivo y el ministro de Economía como
argumento para profundizar la política comenzada en 1989. En este sentido, el gobierno
atribuía la falta de liquidez del sistema financiero a los representantes provinciales que no
habían realizado los ajustes fiscales necesarios y a la falta de reformas estructurales en la
economía339. Conforme esto, el 8 de marzo 1995, el día anterior al inicio del tratamiento en el
Senado del proyecto que devendría en la Ley N° 24.474, Cavallo afirmaba en la Cámara de
Diputados:
―Mientras el gobierno nacional tomó todas las medidas conducentes a evitar los desequilibrios
fiscales (...) hay gobiernos provinciales que han incurrido en déficit durante 1993 y 1994 (...). Por
eso se ha acumulado un endeudamiento del conjunto de las provincias en relación con sus bancos
provinciales y al resto de las entidades financieras por casi 3 mil millones de dólares. Prácticamente
ese es el único problema de solvencia que existe en el sistema financiero argentino. Sin dudas, los
bancos que tienen en sus activos deudas de las provincias no pueden transformar esos activos en
liquidez, porque las provincias no tienen capacidad de repago, ni siquiera mediata. De allí surge la
necesidad de asistir a los bancos provinciales, pero con severos condicionamientos en materia de
finanzas provinciales y supeditando la ayuda a la privatización de cada entidad provincial. Así se
lograría la desvinculación definitiva de los bancos provinciales con problemas respecto de las
finanzas de las respectivas provincias‖ (cursivas propias, Diario de Sesiones, 1995a: 450).

Si bien reconocía que la crisis tenía su origen financiero en la fuga de capitales producto
de los desequilibrios en la economía mexicana y su expansión al escenario mundial, afirmaba
que los bancos públicos no eran solventes porque habían prestado dinero a los gobiernos
provinciales para que cubrieran el déficit fiscal de sus respectivas cuentas. En este sentido,
desde su lógica conceptual, la solución era, por un lado, conseguir recursos para garantizar los
depósitos bancarios y evitar el colapso del sistema, y, por el otro, condicionar esta ayuda a la
privatización de la banca estatal provincial con la finalidad de que no fueran utilizados como
instrumento para que los gobiernos se abstuvieran de realizar los ―ajustes fiscales necesarios‖.
Dado que el drenaje de divisas al exterior había generado un marcado descenso de las reservas
excedentes, elemento que impedía al Banco Central seguir siendo prestamista de las entidades
financieras en tanto que no hubiera podido sostener la paridad cambiaria entre el peso y el
dólar, la propuesta de Cavallo consistió en crear un fondo fiduciario con recursos provenientes
tanto de créditos externos como de la privatización de activos del Estado:
―La única duda que realmente existe y que preocupa a millones de pequeños, medianos y grandes
ahorristas argentinos, y también a mucha gente del exterior que tiene depósitos en nuestro sistema
bancario, es si los bancos argentinos van a tener la capacidad de honrar sus obligaciones frente a los
depósitos y devolverlos. Para eso era y es importante que los bancos tengan solvencia. (…)
Obviamente era necesario que ante la crisis de liquidez funcionara un mecanismo de préstamo de
última instancia. El Banco Central, el de la Nación Argentina y el de la Provincia de Buenos Aires
han desempeñado ese rol sin utilizar un peso de los recursos que respaldan a la convertibilidad,
recurriendo a las reservas excedentes que afortunadamente teníamos. Pero ahora ha llegado un
punto en el cual sólo le quedan al Banco Central 200 millones de pesos de reservas excedentes y,

339
Al respecto, Cavallo señalaba: ―La única razón por la que esta crisis financiera nos encuentra débiles es porque
no avanzamos lo suficientemente rápido en las reformas‖ (Diario de Sesiones, 1995a: 447).

199
Capítulo 3. La última y final entrega: la privatización de Y.P.F. S.A. (1993-1999)

por lo tanto, se necesita construir un fondo fiduciario suficientemente bien financiado, sin que afecte
para nada el cumplimiento de las metas presupuestarias, la convertibilidad o la capacidad del
gobierno de honrar puntualmente sus deudas internas y externas‖ (Cavallo, en Diario de Sesiones,
1995a: 459).

La ―necesidad‖ de crear el fondo fiduciario fue el argumento que encontró el gobierno para
iniciar el proceso de discusión en el Congreso y, de este modo, lograr la modificación de la Ley
N° 24.145 que le permitiera disponer del 20% de las acciones de Y.P.F. S.A.. En rigor, cabe
señalar que en el presupuesto de 1995, elaborado el año anterior, se contemplaba la venta del
capital social de la petrolera y otras empresas públicas por un valor de 1.600 millones de
dólares340.
Dado el contexto de crisis internacional y local, el breve debate en el Congreso tendiente a
sancionar el proyecto que permitiera modificar la Ley de privatización de Y.P.F. S.A., estuvo
fuertemente condicionado por la frágil situación económica del país, pero, a la vez, por la
propuesta realizada por el presidente de Y.P.F. S.A., José Estenssoro, para adquirir la petrolera
internacional Maxus, la cual estaba en proceso de quiebra. La oferta para comprar la totalidad
del capital social a 5,5 dólares por acción, cuando luego del anuncio de quebranto había
descendido a 3 dólares, generó una brusca caída del precio de los papeles de Y.P.F. S.A. tanto
en la bolsa local como en la de Nueva York. En efecto, el día posterior a la publicación
realizada el 28 de febrero de 1995 el precio de las acciones descendió 6,6% en la primera
jornada y totalizó una merma del 21,7%, considerando hasta el 9 de marzo —momento en que
se inició el debate—, al alcanzar los 14,6 dólares por papel.
Sin embargo, la estrategia de Estenssoro —que terminó concretando— consistió en
comprar la empresa realizando un desembolso de 746 millones de dólares para que, de esta
manera, Y.P.F. S.A. alcanzara proyección internacional a partir de las operaciones que Maxus
ejecutaba en Indonesia, Estados Unidos, Bolivia, Venezuela y Ecuador (Y.P.F., 1996). Si bien
intervenía en varios países, los volúmenes de extracción y de reservas eran inferiores a los que
poseía la ex petrolera estatal en el mercado doméstico. Conforme esto, la explotación tanto de
gas natural como de petróleo representaba, cada una, casi el 20% de la de Y.P.F. S.A., mientras
que las reservas significaban cerca del 10% y 20%, respectivamente.
En este escenario, el Poder Ejecutivo junto con el ministro de Economía enviaron al
Congreso el proyecto que les permitía disponer del 20% de las acciones que estaban en poder
del Estado. La presentación realizada por el bloque oficialista consistía, principalmente, en la
alteración del final del artículo 8 de la Ley de ―Federalización de los Hidrocarburos y
Privatización de Y.P.F. S.A.‖, el cual establecía, por un lado, que mientras las acciones clase
―A‖ representaran como mínimo el 20% del capital social de la empresa el Estado conservaba
ciertas prerrogativas sobre la firma; y, por el otro, fijaba que para deshacerse del porcentaje de
acciones señalado se requería la autorización del Congreso. De este modo, el nuevo proyecto
mantenía las disposiciones generales del articulado y modificaba los elementos señalados al
fijar que el Estado conservaría las facultades mencionada poseyendo por lo menos un papel

340
En la interpelación efectuada al ministro de Economía, el diputado santafesino por el Partido Demócrata
Progresista, Alberto Natale, expresó: ―En el presupuesto también se pensaba obtener 1.600 millones de pesos por
la venta de acciones de YPF y de compañías eléctricas y de gas. ¿Qué previsiones ha hecho el Ministerio de
Economía en cuanto a la posibilidad de realizar efectivamente dichas ventas y obtener la anunciada suma de 1.600
millones de pesos?‖ (Diario de Sesiones, 1995a: 464).

200
Capítulo 3. La última y final entrega: la privatización de Y.P.F. S.A. (1993-1999)

(denominado ―acción de oro‖), y al autorizar al Poder Ejecutivo a reducir su capital social hasta
una acción ―pudiendo disponer‖ del resto para el fondo fiduciario 341.

3.5.2.1.1. El debate en el Congreso en torno de la liquidación total


de Y.P.F. S.A.
El tratamiento del proyecto tanto en la Cámara de Senadores como en la de Diputados se
desarrolló bajo una peculiar pobreza discursiva y argumental, en parte porque el oficialismo
tenía la mayoría o era la primera minoría en los recintos —que sumando a los partidos aliados
le permitía lograr sus objetivos— (60,4% y 47,5%, respectivamente), pero también porque la
discusión estuvo teñida por la necesidad de conseguir fondos como consecuencia de la crisis
económica señalada.
El presidente del bloque justicialista en el Senado, Pedro Molina —quien durante el debate
de la Ley N° 24.145 realizó la propuesta para que el Estado conservara el 20% del capital
social con la finalidad de que no perdiera su rol testigo, abogando para que en un futuro su
bancada lo apoyara en el objetivo de que el sector público tuviera un rol más activo en el
mercado—, en esta ocasión fue el encargado de impulsar en el recinto la enajenación de las
acciones so pretexto la difícil situación económica por la que atravesaba la Argentina:
―Hoy el país está en emergencia. Ayer, apenas hace cinco años aprobamos una ley de emergencia
porque también estábamos ante una crisis, debida fundamentalmente a la forma de afrontar los
servicios de la deuda. (…) Hoy, reitero, vivimos una situación de crisis y lo reconocemos desde el
oficialismo. Hoy estamos pidiendo que se otorgue la facultad de caucionar estas acciones, que
reconocemos que pertenecen a una empresa rentable, y que así la ha hecho nuestro gobierno‖
(Diario de Sesiones, 1995b: 673).

En línea con lo planteado por el ministro de Economía, el senador José Oscar Figueroa
(Partido Justicialista), desvinculó la crisis local de la política económica implementada por el
gobierno y la ligó a los desequilibrios internacionales producidos por la devaluación del dólar
y, fundamentalmente, a las consecuencias financieras desatadas en México con la ―crisis del
tequila‖:
―Quiero pedir que actuemos con cierto patriotismo, porque lo que está viviendo la Argentina no es
consecuencia de la aplicación de un plan de convertibilidad, de la situación económica o de la
política económica, sino que es un efecto internacional. Porque no sólo estamos hablando del
‗efecto tequila‘ sino también de la devaluación del dólar en todo el mundo y de la caída de uno de
los bancos más grandes de Europa‖ (Diario de Sesiones, 1995b: 679).

La posición del radicalismo fue idéntica a la desplegada durante el debate de la Ley N°


24.145, al negarse en bloque a la aprobación del proyecto. En este sentido, centraron las
críticas, por un lado, en cuestionar la desvinculación de la política-económica local en la
generación de la crisis, al sostener que no se debía únicamente a factores exógenos; por el otro,
en analizar las consecuencias que el proyecto tendría en el mercado de hidrocarburos; y,

341
El 27 de diciembre de 1995 se sancionó la Ley N° 24.623 por medio de la cual se facultaba al Banco Nación,
en carácter de ―Fiduciario del Fondo Fiduciario para el desarrollo provincial‖ a ―vender, recomprar, gravar, dar en
garantía o disponer de cualquier forma las acciones de YPF S.A. que recibiera en propiedad fiduciaria‖,
estableciendo que al final del fideicomiso, se reintegrarían las acciones que no hubieran sido vendidas.

201
Capítulo 3. La última y final entrega: la privatización de Y.P.F. S.A. (1993-1999)

finalmente, en la utilización de la crisis como argumento para profundizar la política privatista


encarada por el gobierno 342.
Conforme esto, el senador Solari Yrigoyen afirmó: ―No se trata de una crisis provocada
exclusivamente —como se quiere hacer ver— por el ‗efecto tequila‘ de México. Esta crisis
económica de la Argentina es producto de la imposibilidad de conservar el equilibrio fiscal de
nuestras cuentas. Esto ya ocurrió en el presupuesto del año pasado, que se elaboró a mediados
de año. Había un déficit encubierto, en el rubro endeudamiento, de 6.400 millones de dólares‖
(Diario de Sesiones, 1995b: 679). Pero en lo relativo a las consecuencias que tendría en el
sector hidrocarburífero la sanción del proyecto se expresó José Genoud, quien sostuvo que al
enajenar el capital social se perdería la injerencia sobre la empresa y, de este modo, sobre el
mercado en su conjunto. Asimismo, cuestionó los artilugios utilizados por el gobierno, el cual
afirmaba que con el proyecto no se le autorizaba a vender el capital social de la compañía, sino
a transferirlo al fondo fiduciario 343.
―La venta de acciones significa renunciar al último instrumento con que contaba el Estado para
poder influir en la asamblea de accionistas y en el directorio de la empresa y también, en menor
medida, en la planificación de la política energética que, sin lugar a dudas, constituye el nudo
gordiano de cualquier plan de desarrollo económico del país. Además, señor presidente, quiero dejar
en claro que es lo mismo facultar al Poder Ejecutivo para la simple disposición del 20 por ciento de
las acciones que entregar el 20 por ciento de las acciones clase ―A‖ a este fondo fiduciario, porque
este fondo tiene, entre otras facultades, la de disponer de sus activos. (...) El artículo 17 de la Ley
24.441 autoriza al fondo fiduciario —es decir, exclusivamente al Banco Nación, que está
directamente bajo la órbita del ministro Cavallo— a disponer o gravar los bienes del fideicomiso. Es
por eso que esta nueva redacción del proyecto no hace otra cosa que encubrir, lisa y llanamente, la
venta del 20 por ciento de las acciones categoría ―A‖, propiedad del Estado nacional, cumpliendo
así con un objetivo que el ministro Cavallo ha tenido desde el mismo momento en que dispuso la
privatización de YPF‖ (Diario de Sesiones, 1995b: 676).

En la Cámara de Diputados las características del debate fueron similares a las del Senado,
en cuanto a la pobreza discursiva y, obviamente, analítica. Conforme esto, las discusiones no
giraron en torno de las consecuencias que la sanción del proyecto podría ocasionar en el
mercado de hidrocarburos —en tanto que se le permitía al gobierno desprenderse del paquete
accionario que le confería ciertas facultades sobre la elección de los directores y las estrategias
de la empresa— sino que también estuvieron condicionadas por la crisis económica. En esta
línea, el diputado mendocino Carlos Enrique Abihaggle, miembro informante del oficialismo,
expresó que la transferencia del paquete accionario de Y.P.F. S.A. al fondo fiduciario
permitiría conseguir los créditos necesarios para que se iniciara el proceso de privatización de

342
Al respecto, el senador Jorge Cendoya, manifestó: ―El problema de los déficit provinciales es lo que motiva al
ministro de Economía a tomar estas medidas; y de esta manera vuelve a matar dos pájaros de un tiro, porque no
sólo obliga a las provincias a privatizar sus bancos oficiales sino que las hace asumir directamente los procesos
privatizadores‖ (Diario de Sesiones, 1995b: 683).
343
Uno de los aliados del gobierno, el senador por el Partido Autonomista de Corrientes, José Antonio Romero
Feris, presentó esta posición en el recinto: ―Recién, el señor senador por Córdoba decía que se privatiza todo lo
que se encuentra en el camino. Esta, en realidad, no es una venta sino una caución del 20 por ciento de acciones de
YPF. Por eso vamos a apoyar en general este proyecto de ley, pero propondremos alguna ampliación‖ (Diario de
Sesiones, 1995b: 685). Sin embargo, dos semanas antes el ministro de Economía había expresado en un discurso
que las acciones serían liquidadas en caso de que precisaran cubrir los préstamos tomados: ―Necesitamos la
autorización para venderlas porque si no se pagan los créditos hay que realizarlas‖ (Cavallo en Clarín, 1995: 5).

202
Capítulo 3. La última y final entrega: la privatización de Y.P.F. S.A. (1993-1999)

los bancos provinciales y, de este modo, se lograra superar la complicada situación


económica344.
Desde la oposición, se hizo hincapié en el método desplegado por el ministro de Economía
respecto de la utilización de la crisis para continuar con el proceso privatizador. De esta
manera, el legislador mendocino por el Partido Política Abierta para la Integridad Social
(PAIS), quien criticó esta maniobra ya que sostenía que contribuiría a beneficiar a los grupos
económicos afines al gobierno, manifestó: ―Esta privatización reproduce todos los vicios de las
privatizaciones menemistas. ¿Cuáles son esos vicios? Entregar las empresas para que el grupo
mejor posicionado del mercado haga un buen negocio, como va a pasar en Mendoza, donde sin
poner un peso se va a quedar con dos bancos que hoy poseen el 70 por ciento de la cartera
bancaria de esa provincia‖ (Diario de Sesiones, 1995c: 696).
En rigor, como se expresó, el debate encarado en las cámaras tuvo escasa repercusión dado
que el contexto económico eclipsó las consecuencias que esta decisión tendría en la
vinculación entre el Estado y la empresa —y, consecuentemente, sobre el mercado en su
conjunto—, pero, principalmente, debido a que en 1995 el oficialismo controlaba las cámaras,
lo que convertía el debate en un mero ―trámite‖. En efecto, como se observa en el Gráfico 3.11,
de los 160 diputados que estaban en el recinto, 104 votaron a favor de convertir el proyecto en
ley (65% de los presentes), mientras que 51 se opusieron (32%) y 5 se abstuvieron (3%).
Dentro de los 104 legisladores que apoyaron la iniciativa, 95 pertenecían al Partido Justicialista
(91%), 3 integraban la UCEDÉ (3%) y los 6 restantes representaban a partidos provinciales
(Anexo III). La desagregación de la votación por partido político en la Cámara de Diputados345
permite observar que el justicialismo fue fundamental en la sanción final del proyecto que le
confirió el poder de ―disponer‖ de las acciones de la empresa con excepción de la de ―oro‖346.
Por otra parte, cabe señalar que dentro de los votos negativos, 38 correspondieron a diputados
de la Unión Cívica Radical, por lo que de haber seguido la estrategia utilizada durante el debate
de la Ley N° 24.145 —no dar quórum—, el oficialismo, por lo menos el día de la sesión, no
habría podido alcanzar el número de diputados necesarios para sancionar el proyecto.

344
Conforme lo expresado, el diputado Abihaggle, refiriéndose a la sanción del proyecto, manifestó: ―Esto
significa que a través de la caución de las acciones clase A de YPF posibilitamos que el Estado nacional pueda
obtener un crédito del Banco Internacional de Basilea del orden de los mil millones de pesos para poder constituir
el activo necesario que permita poner en marcha el fondo fiduciario a que se hace alusión en el decreto 286/95. Y
decimos que es para poner en marcha, porque la idea es justamente que a través de la caución de estas acciones se
obtengan rápidamente estos recursos que contribuyan a financiar la privatización de los bancos y empresas
provinciales, pero en una especie de préstamo puente de forma tal que una vez que se concluyan las negociaciones
con el Banco Interamericano de Desarrollo y el Banco Mundial con la obtención de un crédito de dos mil millones
de dólares, estas acciones clase A puedan volver al patrimonio del fondo fiduciario creado por el mencionado
decreto del Poder Ejecutivo‖ (Diario de Sesiones, 1995c: 691).
345
Si bien no existe la votación nominal en el Senado, se puede señalar que el dominio del Partido Justicialista era
aún superior. De los 48 legisladores que integran la cámara, 29 (el 60,4%) representaban al oficialismo.
346
Esta acción le permite al Estado decidir la fusión de la empresa con otra u otras sociedades; aceptar o negar que
Y.P.F. sufra una situación de copamiento accionario consentido u hostil que represente la posesión del 51% del
capital social de la firma; transferir a terceros la totalidad de los derechos de explotación; y avalar la disolución
voluntaria de la empresa.

203
Capítulo 3. La última y final entrega: la privatización de Y.P.F. S.A. (1993-1999)

Gráfico 3.11
Resultado de la votación en la Cámara de Diputados de la Ley N° 24.474, 22 de marzo de 1995 (en
valores absolutos y %)

Partido Justicialista, 95
(37%)
Ausentes en la votación, 97
(38%)
Afirmativos, 104 (40%)

Negativos, 51 (20%)

Otros partidos provinciales,


6 (2%) UCEDÉ, 3 (1%)
Abstenciones, 5 (2%)

Fuente: Elaboración propia en base a información suministrada por Diario de Sesiones (1995c: 712).

En realidad, es dable sostener que la inexistencia de un debate que girara en torno del rol
del Estado en el sector fue consecuencia del dominio que poseía el justicialismo en las cámaras
y de que los pobres argumentos estuvieron subsumidos a la lógica que impuso la crisis
económica, la cual inhabilitó cualquier alternativa de debate. El contexto tanto internacional
como doméstico le otorgó al oficialismo el pretexto necesario para avanzar con sus políticas,
en general, y con la sanción de este proyecto, en particular, sin ningún tapujo respecto de los
argumentos a brindar:
―Yo he votado en contra —repito, he votado en contra— de la liquidación de YPF [Ley N° 24.145],
no sólo porque me dejé llevar por mis sentimientos que los tenía profundamente acendrados, sino
también porque consideré que es una herramienta liberadora en cualquier lugar del mundo, dado
que se trata del negocio más fabuloso de los últimos 170 años. Ahora voy a votar favorablemente
porque ya el negocio está liquidado. Lo haré con toda la amargura que siento en este momento
para que esas acciones sean negociadas porque dentro de seis meses a un año no las tendremos
más. Si nos llega a quedar alguna, pongámosla en un cuadrito para poder señalar a las generaciones
futuras lo que no fuimos capaces de hacer. (...) Voy a votar favorablemente por este proyecto de ley
con todo el dolor que implica para mi espíritu nacional y popular, con todo lo que significa para mi
país, que en este momento no dispone de las herramientas para cortar con esto. Porque si estamos
en liquidación, liquidemos todo‖ (Senador Sánchez Libardo (PJ), cursivas propias, en Diario de
Sesiones, 1995b: 694).

Tal como expresó el diputado —quien había rechazado la Ley N° 24.145 por ―razones de
conciencia‖, el reemplazo del artículo que sostenía que para enajenar el capital social restante
se necesitaba de una Ley, por otro que ponía a disposición del Poder Ejecutivo el 20% de las
acciones, le permitió al gobierno avanzar en la ―liquidación‖ total de la empresa.

204
Capítulo 3. La última y final entrega: la privatización de Y.P.F. S.A. (1993-1999)

3.5.2.1.2. La venta final de las acciones y el ingreso de Repsol S.A.


A diferencia de lo que se especulaba en el Congreso, la enajenación del paquete accionario
no se realizó a los meses de sancionada la Ley N° 24.474, en tanto que se destinó al Fondo
Fiduciario con la finalidad de conseguir el respaldo necesario para obtener financiamiento; sin
embargo, hacia fines de 1998 el gobierno expresó sus intenciones de desprenderse del 14,99%
del capital social de la firma, dada sus necesidades fiscales. En el marco de una fuerte fuga de
capitales en Brasil y, consecuentemente, considerable devaluación de su moneda, la situación
económica de la Argentina, que mostraba indicadores económico-sociales persistentemente
desfavorables 347 , continuó agravándose aún más, por lo que el Poder Ejecutivo, dispuso la
venta del porcentaje de acciones señalado con la finalidad de incrementar los ingresos 348 ,
conferirle ―confianza al modelo‖ y diferenciarse de Brasil 349. Producto de la conformación del
estatuto, en el cual el capital privado recibía una ponderación mayor, por el mismo porcentaje
que el Estado elegía un director, esta enajenación le permitiría a la empresa que adquiriera el
paquete la elección de dos ejecutivos en el directorio 350 . En este sentido, el 5 de enero el
gobierno fijó el precio de las acciones de una compañía con considerable posición dominante
en el mercado (Cuadro 3.6) en 38 dólares por papel—, un 30% por encima de la cotización del
día. Esta sobrevaluación del precio expresaba el valor de la prima que debía pagar el oferente
que quisiera acceder al bloque accionario que le daba derecho a ocupar dos lugares en el
directorio. Conforme esto, la estrategia de la compañía que pretendiera adquirir ese paquete
con la sobrevaluación señalada, era incompatible con la de asumir un rol pasivo dentro de la
firma, por lo que dentro de las interesadas un factor determinante era la solvencia financiera
que tuviera para asumir una inversión económica que le otorgara el control de Y.P.F. S.A..

347
Conforme la información suministrada por el INDEC, en 1999 el PBI descendió un 3,4% respecto del año
anterior, a la par que la participación de la industria en el conjunto de la economía representaba el 16,5%, dos
puntos menos que en 1989. Por otra parte, el stock de deuda externa financiera bruta hacia finales de 1999 había
ascendido a los 152,6 millones de dólares (654% de las exportaciones). Asimismo, la tasa de desocupación del
total de aglomerados urbanos en mayo de 1999 era de 14,5% y la pobreza por hogares había alcanzado el 19,1%.
348
En esta línea, el jefe de asesores del Ministerio de Economía, Miguel Kiguel, agregó: ―Estimamos que [por la
venta de Y.P.F.] se van a recaudar entre 1.800 y 2.000 millones de dólares. Esa plata va a constituir parte del
financiamiento del Gobierno, ya que el fondo fiduciario para el desarrollo provincial comprará algún instrumento
financiero que le venderá el Gobierno. Permitiría endeudarse menos en el mercado de capitales‖ (en Velázquez,
1999: s/n).
349
El economista Osvaldo Ferreres, afín a las políticas del gobierno, manifestó que la propuesta realizada por la
firma española materializa el apoyo a la política económica implementada: ―La operación significa un
contundente voto de confianza hacia el modelo argentino: una cosa es decir que te apoyan y otra es que
desembolsen 13 mil millones. (…) [Asimismo] la operación liberará fondos que podrán ser derivados a otras
empresas que encontrarán más posibilidades para obtener financiamiento en el mercado local‖ (en La Nación,
1999a: s/n). Por su parte, Miguel Kiguel, se expresó en sintonía con lo señalado por el economista al comentar que
esta operación expandiría el mercado, como consecuencia de la confianza en la Argentina: ―Esta venta crea
oportunidades, porque las AFJP y los fondos de inversión tienen mucho dinero invertido en acciones de YPF y,
cuando reciban el dinero, éste se va a canalizar a otras acciones. (…) La operación va a ayudar a valorizar el resto
de acciones que cotizan en la Argentina e incluso va a atraer a otros fondos de inversión del exterior y esto puede
dinamizar el mercado local‖ (en La Nación, 1999a: s/n). Asimismo, el presidente Carlos Menem, refiriéndose a la
oferta que a los pocos meses Repsol realizó por la compra del 85,01% de las acciones, expresó: ―Es un hecho muy
auspicioso y un signo claro de la confianza que muestra el país para los inversores‖ (Página/12, 1999: s/n).
350
La elección por parte del sector privado de un mayor número de directores que el Estado evidencia la tendencia
privatista con que se ideó el estatuto de la empresa para hacerla más beneficiosa al capital.

205
Capítulo 3. La última y final entrega: la privatización de Y.P.F. S.A. (1993-1999)

Cuadro 3.6. Participación de Y.P.F. S.A. en la cadena de producción,


1998 (en %)
%
Reservas de petróleo 44
Reservas de gas natural 34
Extracción de petróleo 40
Extracción de gas natural 37
Refinación de petróleo 53
Producción de nafta común y especial 58
Comercialización de naftas común y especial 44
Fuente: Elaboración propia en base a la Secretaría de Energía.

A la oferta pública realizada el 20 de enero se presentaron la italiana ENI (Ente Nazionale


Idrocarburi), el grupo conformado por la inglesa British Petroleum y la estadounidense Amoco
(fusionadas en 1998 por 53.000 millones de dólares (Salas, 2007) y que hacía un año en el
mercado doméstico había comprado el 60% de Bridas y constituido el consorcio Pan American
Energy), la norteamericana CNG (Consolidated Natural Gas), el grupo local Pérez Companc y
la española Repsol. No obstante, la única en materializar una propuesta fue la compañía ibérica
que realizó una oferta por el precio base impuesto por el gobierno para quedarse con el 14,99%
del capital social, 38 dólares por acción (un 23,0% por encima de la cotización del día).
Conforme esto, por medio del Decreto N° 31/99 el Poder Ejecutivo autorizó la venta de
52.914.700 acciones ordinarias clase ―A‖ (14,99%) a la compañía española Repsol (Cuadro
3.5), operación que la constituyó en la dueña minoritaria de la empresa —aspecto que le
permitió colocar al presidente de Repsol, Alfonso Cortina, como director de Y.P.F. S.A.— y le
reportó al fisco un ingreso de 2.010,8 millones de dólares, utilizados para cubrir el déficit
fiscal.
Unos meses después de esa operación, la noche del 29 de abril de 1999, la compañía
española, que controlaba a la petrolera Astra y a la firma local expendedora de combustible
EG3, realizó una oferta pública por el 85,01% restante del capital social de la empresa a 44,78
dólares por papel (13.437,8 millones de dólares), un 25,4% superior a la cotización del cierre
de esa jornada, lo que generó que al día siguiente el precio de las acciones ascendiera un 17,2%
y continuara con esa tendencia hasta el cierre de la operación, el 23 de junio. La intención de
Alfonso Cortina, presidente de Repsol, era abonar una parte en acciones de la firma española y
otra en efectivo, pero dado que el estatuto de Y.P.F. S.A. preveía que el pago podía realizarse
únicamente al contado, tuvieron que solicitar un préstamo en el mercado internacional. De este
modo, obtuvieron un crédito de 16.000 millones de dólares a una tasa del 3,75% —seis puntos
por debajo de los que pagaba el Estado para endeudarse en el escenario internacional (Remes,
1999)— de las entidades Banco Bilbao Vizcaya (BBV), la Caixa —ambas con participación
accionaria en Repsol351—, Goldman Sachs, Merril Lynch, CitiGroup y la Unión de Bancos
Suizos (UBS), para afrontar el pago de las acciones, y los gastos y honorarios vinculados con
la operación352.

351
Tanto el BBV como la Caixa Catalana tenían participaciones accionarias en Repsol: 9,78% y 10,03%,
respectivamente (Repsol, 2000: 9). Por su parte, Repinves —creada en 1997 por la Caixa, la Kutxa y Caixa
Catalunya— poseía el 5,94% de la petrolera española (Repsol, 2000).
352
A partir del formidable endeudamiento de Repsol, al pasar del 30% al 70% de su capitalización, y por expandir
sus operaciones en América Latina, la calificadora de riesgo Moody’s le bajó la nota de Aa3 a A2 (La Nación,
1999; Datri, 1999).

206
Capítulo 3. La última y final entrega: la privatización de Y.P.F. S.A. (1993-1999)

A pesar de la reticencia del director de Y.P.F. S.A., Roberto Monti, para que se concretara
la operación, pero con el apoyo explícito de parte del gobierno —dado el ingreso de divisas a
las arcas estatales—, y, posteriormente, del directorio de la empresa, la aceptación de la oferta
arribó al 82,47% del capital social de Y.P.F. S.A., con lo que, sumado al 14,99% adquirido en
enero, Repsol tomó el control de la compañía con el 97,46% de las acciones (Y.P.F., 2000).
Por esta operación, el desembolso de Repsol fue de 13.036,3 millones de dólares que,
considerando la primera compra, alcanzó un valor total de 15.047,1 millones de dólares 353
(Cuadro 3.6). Por su parte, por medio del Decreto N° 666/99, el Estado dispuso la venta de
18,8 millones de acciones (5,3%), reteniendo mil papeles para hacer uso de la acción de oro y,
consecuentemente, recaudó 842,0 millones de dólares, que, junto con los 2.011 millones de
dólares percibidos en enero, fueron destinados a cubrir el persistente déficit fiscal. De esta
manera, por la totalidad de la venta del capital social de la empresa, el Estado cobró 7.163
millones de dólares (6.770 considerando el valor real de los títulos canjeados 354 ) por una
empresa que, hacia 1999, cotizaba a 15.800355 millones de dólares (entre el 43% y 45% del
total de lo recaudado por el Estado) lo que pone en evidencia la fenomenal valorización
financiera que existió en el proceso. En cuanto a las provincias que poseían acciones (Santa
Cruz, Chubut y Mendoza), por la enajenación de la participación que poseían, recibieron cerca
de 1.000 millones de dólares (Kozulj, 2002; Al, 1999 y Clarín, 1999).
Conforme esto, cabe analizar cuál es la razón por la cual Repsol adquirió a Y.P.F. S.A.
pagando las acciones entre un 25% y 30% al precio de mercado 356. En primer lugar, como base
estructural, el ingreso de España en 1985 a la Comunidad Europea por medio de la firma del
Acta de adhesión del Reino de España y de la República Portuguesa a las Comunidades
Europeas, significó, en dicho país, una paulatina liberalización, durante la década de 1990, de
la circulación de personas, mercancías y capitales provenientes de la Comunidad Europea a
partir de la eliminación gradual de aranceles, entre otras medidas (Acta, 1985). Este nuevo
escenario de apertura económica en el territorio ibérico auguraba una reducción de las cuotas
de renta que disponían sus empresas por el ―monopolio‖ de mercado que poseían, por lo que
las autoridades políticas junto con las cúpulas empresarias establecieron una estrategia de
expansión hacia otros mercados con la finalidad de recuperar los niveles de rentabilidad que
perderían como producto de esta apertura. En este sentido, el ingreso del capital español a la
economía argentina, en general357, y de Repsol en el mercado de hidrocarburos, en particular,
se inscribe en la estrategia mencionada.
No es casual, en esta lógica de transnacionalización, que Repsol, luego de insertarse en este
sector y de controlar algunas empresas locales, fijara como nuevo objetivo la adquisición de
Y.P.F. S.A., dado que, por un lado, la petrolera local le otorgaba una formidable plataforma

353
Dado que la mayor cantidad de acciones correspondían a inversores extranjeros, sólo 3.110 millones de dólares
quedaron en el mercado local, mientras que el resto ingresó en la plaza de Nueva York (La Nación, 1999c).
354
La recaudación total por la venta de los activos físicos (áreas y demás propiedades) y el capital social giró en
torno de los 8.819 y 9.212 millones de dólares, dependiendo de si se toman los bonos a valor real o nominal.
355
Se llegó a este valor considerando una venta del 100% de las acciones (353 millones) a 44,78 dólares por papel.
356
El 5 de enero, día en que el Estado realizó la oferta de venta a 38 dólares por papel, la acción cotizaba a 29,25
dólares (30% de incremento), lo que generó un alza de su precio en las sucesivas jornadas. El 20, cuando se hizo
la audiencia pública, el valor era de 30,9 dólares por acción, un 23% por encima del precio abonado.
Posteriormente, con una valuación de mercado de 35,7 dólares, la empresa española ofreció 44,78 dólares (25%).
357
En rigor, la estrategia española no se restringió a Argentina, sino que tendió a materializarse en toda América
Latina.

207
Capítulo 3. La última y final entrega: la privatización de Y.P.F. S.A. (1993-1999)

para expandir sus negocios hidrocarburíferos por Sudamérica a partir de las reservas que ésta
poseía en los diversos países de la región. Por el otro, en 1998 la ex petrolera estatal tuvo una
facturación anual de 5.481 millones de dólares, con una utilidad neta de 580 millones de
dólares (8,0% sobre ventas), mientras que entre 1995 y 1997 la rentabilidad sobre facturación
había rondado el 13%, lo que se presentaba como un espacio interesante para la reproducción
ampliada del capital. Contrariamente, en base a lo informado en los balances de Repsol, en
1999 las operaciones de la empresa española en su país de origen tuvieron una ganancia de
6,9% sobre ventas, mientras que las obtenidas por Repsol en Argentina alcanzaron el 21,7%358
(Repsol, 2000), lo que evidencia la diferencial de rentabilidad en los diversos mercados
(Cuadro 3.7). En consecuencia, el escenario argentino —y latinoamericano en general—
emergía como un mercado propicio para compensar la rentabilidad que Repsol perdería en su
propio país luego de la apertura económica.
Asimismo, tal como expresa una de las voceras de la compañía en Madrid, Carolina
Albero, la estrategia de expansión en Latinoamérica se sustentó, también, en la saturación del
mercado del ―viejo mundo‖: ―El mercado europeo está maduro. En cambio, América latina está
en expansión‖ (en La Nación, 1999b: s/n). El balance contable de Repsol parece confirmar lo
señalado en tanto que los ingresos de explotación en Europa representaban en 1999 apenas el
5,4% de su facturación en España 359 (Cuadro 3.7). En este sentido, la inversión en Y.P.F. S.A.
le permitía obtener altas tasas de retorno en un período relativamente breve, a partir de la alta
rentabilidad de esta empresa y la escasa competencia en el mercado doméstico.

Cuadro 3.7. Niveles de facturación, utilidad y rentabilidad sobre ventas de Repsol por área
geográfica en la que opera, 1999 (en millones de euros y %)
Ingresos de Resultado Rentabilidad
explotación operativo sobre ventas
(millones de euros) (millones de euros) (%)
Lejano Oriente 282 92 32,6
Argentina 4.448 964 21,7
Norte de África y Medio Oriente 730 141 19,3
Resto de Europa 934 81 8,7
España 17.159 1.188 6,9
Resto de Latinoamérica 2.194 137 6,2
Resto del Mundo 548 26 4,7
Total 26.295 2.629 10,0
Fuente: Elaboración propia en base a Repsol (2000).

En segundo lugar, es dable remarcar que esta operación pudo realizarse dado que Repsol
tenía acceso a créditos internacionales con tasas de interés muy inferiores en comparación con
las que cualquier empresa local hubiera podido endeudarse, lo que le facilitó
considerablemente asumir tamaña inversión.
En tercer lugar, un dato que es de insoslayable importancia al momento de evaluar el
porqué del desembarco de Repsol adquiriendo las acciones sobrevaluadas, es la situación
hidrocarburífera de España. Según datos de la Secretaría de Estado de Energía en España, la

358
Únicamente superado por las inversiones realizadas en Lejano Oriente, cuya rentabilidad sobre ventas alcanzó
el 32,6%, pero con un volumen de facturación de apenas el 6% del de Argentina.
359
Mientras que las ventas en España fueron de 17.159 millones de euros, las que Repsol alcanzó en el resto de
Europa no llegaron a los 1.000 millones de euros (Cuadro N° 7).

208
Capítulo 3. La última y final entrega: la privatización de Y.P.F. S.A. (1993-1999)

extracción de petróleo y gas natural —que históricamente representaron menos del 10% de la
explotación de Y.P.F. en Argentina—, desde finales de la década de 1980 se encontraba en
descenso. En efecto, si se considera la extracción de crudo, la caída entre 1989 y 1999 fue del -
71,1% (-11,7% anual), mientas que al analizar lo acontecido con el gas natural se aprecia una
merma del -90,6% (-21,0% anual). Conforme esto, y el volumen de consumo de recursos
energéticos de ese país, el grado de autoabastecimiento en 1999 para la producción de energía
primaria era del 0,3% y 1,0% respectivamente (Dirección General de Política Energética y
Minas, 2002). Una situación similar se encontraba en la extracción de petróleo y gas natural de
Repsol en España al final de la década de 1990 —la cual representaba cerca del 50% de la
explotación del país—, en tanto que también disminuyeron sus niveles en un -43,2% en
petróleo y -3,8% en gas natural (Cuadro 3.8).
En resumen, durante la década de 1990 la ya de por sí escasa extracción de hidrocarburos
en el país ibérico comenzó a declinar fuertemente lo que generó un incrementó aún mayor de la
dependencia de España respecto de estos recursos naturales no renovables; elemento que se
replicaba en los niveles de explotación de Repsol en ese país.
En cuarto lugar, en el Cuadro 3.8 se pueden observar los niveles de extracción de petróleo y
gas natural de Repsol en las áreas geográficas en las que operó entre 1998 y 1999. Ateniéndose
al análisis de la explotación de crudo, un primer elemento que se puede señalar es que, durante
1998, la producción de ese hidrocarburo en España por parte de Repsol representaba el 2,6%
del total, siendo el ―resto del mundo‖ la que mostraba una mayor participación en dicha
actividad (71,7%). Sin embargo, con la incorporación de Y.P.F. S.A. a la estructura de Repsol,
se aprecia que el incremento de la explotación en Argentina se incrementó un 394,4% —en un
contexto en el que en España descendió un -43,2%—, muy por encima del alza en el ―resto del
mundo‖ (29,2%) 360 . La adquisición de la ex petrolera estatal y, consecuentemente, la
incorporación de sus volúmenes de extracción significaron una alteración en la participación de
cada una de las áreas geográficas. Conforme esto, la explotación en Argentina pasó a
representar la participación de mayor volumen (57,5%) en la estructura de la empresa,
tornando casi insignificante la producción en España (0,7%).
Lo sucedido en lo relativo al gas natural, presenta características similares a las
previamente desarrolladas. En este sentido, se puede apreciar que dentro de la estructura de la
firma española, la extracción en su país de origen representaba en 1998 el 21,5%, siendo la
explotación en Argentina la de mayor envergadura (66,1%) (Cuadro 3.8). Al año siguiente,
luego de la compra de Y.P.F. S.A., los volúmenes de producción de Repsol en Argentina se
incrementaron un 471,4%, frente a una caída del -3,8% en el país ibérico y un alza del 615,6%
en el ―resto del mundo‖361. Conforme esto, la distribución de la extracción por área geográfica
en la compañía española significó una marcada retracción en la participación en España
(descendió al 4,3%) y un incremento de 11,4 puntos porcentuales en Argentina (representando
77,5% del total) y de 5,8 puntos porcentuales en el ―resto del mundo‖ (alcanzando una
participación del 18,2%).
Otro dato de sustancial importancia para tener en cuenta es la composición de las reservas.
En base a lo publicado por la firma en sus balances contables, hacia el año 2000, cerca del 70%

360
Es dable resaltar que parte de este incremento se debió, también, a las áreas que Y.P.F. S.A. explotaba en
América Latina y países de otros continentes.
361
Nuevamente, parte de este incremento correspondió a volúmenes extraídos por Y.P.F. S.A..

209
Capítulo 3. La última y final entrega: la privatización de Y.P.F. S.A. (1993-1999)

de las reservas de petróleo y gas natural que poseía correspondían a las ubicadas en Argentina,
mientras que las situadas en España, representaban apenas el 0,2% (Repsol, 2000).
Cuadro 3.8. Extracción de petróleo y gas natural de Repsol por área geográfica, 1998-1999 (miles y millones de
bep* y %)
Petróleo Gas natural
1998 1999 Variación 1998 1999 Variación
Miles de Miles de interanual Millones Millones interanual
% % % %
bep bep (%) de bep de bep (%)
España 1.898 2,6 1.078 0,7 -43,2 20.954 21,5 20.156 4,3 -3,8
Argentina 19.119 25,7 94.526 57,5 394,4 64.277 66,1 367.301 77,5 471,4
Resto del mundo 53.322 71,7 68.904 41,9 29,2 12.057 12,4 86.281 18,2 615,6
Total 74.339 100,0 164.508 100,0 121,3 97.288 100,0 473.738 100,0 386,9
* Bep= Barriles equivalentes de petróleo.
Fuente: Elaboración propia en base a Repsol (2000).

En definitiva, la adquisición de las acciones de la empresa con una valuación entre un 25%
y 30% por encima de la cotización de mercado se debe, fundamentalmente, a que Y.P.F. S.A.
le permitió un formidable crecimiento en términos de reservas y extracción de hidrocarburos.
Indudablemente, la estrategia expansiva encarada por España correspondió a las necesidades
que emergieron como consecuencia de la apertura comercial que le exigió la Comunidad
Europea para ser partícipe del mercado ampliado, elemento que motorizó la
transnacionalización de Repsol, entre otras compañías ibéricas. Por su parte, la posibilidad de
poder desarrollar esa capacidad expansiva corresponde, en parte, a la facilidad para acceder a
créditos ―blandos‖, elemento que le permitió concretar una operación que le otorgaría vastos
beneficios. No obstante, la clave de la absorción de Y.P.F. S.A. por parte de Repsol, aún con la
―sobrevaluación‖ mencionada, se debió a la amplia magnitud de reservas hidrocarburíferas que
poseía la ex petrolera argentina y al formidable incremento de la extracción que le permitiría la
sola incorporación de dichas reservas. En este sentido, mientras que en Argentina los aumentos
de extracción fueron del orden del 394% en petróleo y 471% en gas natural, en el total de su
explotación se aprecian subas del 121% y 387% 362, respectivamente. Asimismo, la inserción en
Argentina a través de Y.P.F. S.A. le confería una formidable plataforma para expandirse por
América latina —debido a las operaciones que ésta tenía en los países de la región—,
elementos que le permitieron situarse, a una empresa creada en 1986 y que casi no poseía (ni
posee) hidrocarburos en su país de origen, dentro de las diez petroleras del mundo, al tiempo
que implicó la desaparición de la histórica petrolera estatal.
Como se puede observar, el proceso de venta del capital social de la empresa en las bolsas
de Argentina y Estados Unidos significó la finalización de la política iniciada a mediados de la
década del ‘70 con la dictadura militar (a partir de las privatizaciones periféricas) y que fue
definitivamente consolidada y desarrollada desde 1989. Asimismo, fue el punto de inflexión
tanto en el mercado ampliado de hidrocarburos como en la economía en su conjunto. Al decir
del ministro de Economía Domingo Cavallo, la privatización de la petrolera estatal abría un
nuevo período dentro del Modo de Producción denominado ―capitalismo popular‖ (La Nación,
1993: s/n) que, en la práctica, implicó una política estatal explícita de ausencia de intervención
en la economía y transferencia de la capacidad regulatoria al capital privado al despojarse no

362
Parte de dichos acrecentamientos correspondieron a las áreas que Y.P.F. S.A. poseía en el exterior.

210
Capítulo 3. La última y final entrega: la privatización de Y.P.F. S.A. (1993-1999)

sólo de las normativas que contribuían a disciplinarlo sino, principalmente, de la empresa


testigo que controlaba el mercado. Este nuevo proceso, por su propia lógica de ordenamiento,
debía tener un desarrollo disímil al expresado en el mercado primario de hidrocarburos durante
el siglo corto petrolero. En este contexto, como etapa posterior deviene relevante el análisis del
comportamiento que desarrolló el capital privado a partir del nuevo escenario establecido por
la normativa sancionada y por la ―distribución‖ inequitativa de áreas y, a partir de ello,
dilucidar si existieron ―ganadores‖ dentro de este proceso y, en caso de que así hubiera
sucedido, identificarlos.

211
Capítulo 4. Síntesis y reflexiones finales

―El capital sobreacumulado puede entonces comprar a precios de saldo los


bienes de capital devaluados y reciclarlos rentablemente, pero eso requiere
de una devaluación previa, lo que significa una crisis de cierta amplitud.
Las crisis regionales y las devaluaciones precisamente localizadas aparecen
como mecanismos primordiales para la creación por el capitalismo de «otro» del
que nutrirse. (…) Una de las funciones principales de la intervención estatal y de
las instituciones internacionales consiste en organizar las devaluaciones de forma
que permitan la acumulación por desposesión sin provocar un colapso general‖
David Harvey, ―El nuevo imperialismo‖

Capítulo 4. Síntesis y reflexiones finales


El proceso de fragmentación de Y.P.F. S.A. y su posterior privatización posibilitó que
emergiera una tensión que se encontraba latente durante el siglo corto petrolero entre las
fracciones del capital que operaban de forma regulada en el mercado y el predominio de la
petrolera estatal. Las pujas entre los sectores que apoyaban la injerencia del capital privado y
aquellos que expresaban la necesidad de que fuera el Estado el que desarrollara la actividad, se
extendieron durante todo el período con una correlación de fuerzas, en principio 363, favorable a
estos últimos. El principal argumento desplegado por el sector ―privatista‖ giraba en torno de
que el mercado, regulado por el Estado, no podía lograr los niveles de ―eficiencia‖ necesarios y
que su no intervención propiciaría un terreno fértil para que el capital privado pudiera
desarrollarlo en su plena potencialidad 364. Sin embargo, vale recordar los numerosos fracasos
de las diversas iniciativas privadas en los orígenes de la actividad (Compañía Jujeña de
Kerosene S.A. (1865), Teodosio López (1875), Teolófilo Sánchez de Bustamante y Cía. (1869),
Sociedad Altgelt y Méndez (1882), Compañía Mendocina de Petróleo S.A. (1886)). Por su
parte, aquellos que suscribían al planteo de que el Estado debía expandir la actividad, hacían
hincapié en la cualidad de recurso estratégico de los hidrocarburos —asociado a su escasez y
su rol central en el desarrollo de la economía— y, a partir de ello, sostenían que no podía
quedar al libre albedrío del mercado. En rigor, como se desarrolló, en esta tensión existió una
tercera posición que pugnaba por el ingreso del capital privado en el sector pero con control
estatal que, visto en perspectiva —y desde un análisis general— fue expresada por el
presidente Arturo Frondizi con la incorporación de las compañías privadas en calidad de
―contratistas‖ —propiciando una complementación privada con predominio de Y.P.F.—, y por
los legisladores radicales que desde el Congreso se opusieron al modo en que se
implementaron las reformas estructurales propiciadas por Menem —expresando su interés por
la iniciativa privada, pero con regulación institucional desde el Estado—.
La esencia de esta disputa que transitó de forma subyacente durante el siglo corto petrolero,
emergió y se posicionó en el centro argumental del proceso de fragmentación y posterior
privatización de Y.P.F. en tanto que la discusión giró en torno de la dicotomía ―eficiencia
privada‖/―ineficiencia pública‖ —funcional a la transferencia de los activos, de la propiedad de

363
Dos hitos que expresaron cierta disonancia con el ―modelo‖ fueron: la firma de contratos con el sector privado
durante el gobierno de Frondizi y la proliferación del sector privado con el golpe militar-civil de 1976.
364
Uno de los representantes de esta postura fue Joaquín V. González quien a principios del siglo XX expresó:
―Una vez descubierto el yacimiento y convencido el Poder Ejecutivo que tiene lo suficiente para los fines que él
indica, ¿por qué vamos a limitar a los particulares, a las empresas extranjeras, que vengan a traer al país el
concurso de sus riquezas y de su contingente a la fuerza económica del país, para tener esto reservado, inhibido
durante qué sé yo cuánto tiempo, para que sólo explote el Estado, este mal industrial?‖ (en Kaplan, 1974: 781).

212
Capítulo 4. Síntesis y reflexiones finales

la empresa y de la capacidad regulatoria del mercado, al sector privado— en lugar de ahondar


en las causas de los desequilibrios estructurales de la petrolera estatal. En realidad, que el eje
de la discusión se haya focalizado en la necesidad de tornar más eficiente a la empresa y
conferirle mayor competencia al mercado y no en los orígenes del proceso de ―desarticulación‖
de Y.P.F., tuvo como principal objetivo solapar los nexos entre las políticas de la dictadura
militar-civil y el gobierno de Menem —tanto en materia hidrocarburífera, en particular, como
en la política económica, en general—, como así también, escamotear las responsabilidades del
capital concentrado local —tanto nacional como extranjero— en los orígenes de dichos
desequilibrios, dado que fueron, nuevamente, los principales beneficiarios de la posterior
fragmentación. En este sentido, esta desvinculación les permitía avanzar en el proceso
encarado en lo relativo al mercado de hidrocarburos y consolidar y profundizar, en el plano
agregado, el patrón de acumulación sustentado en la valorización financiera del capital y ajuste
estructural gestado —a fuerza de represión y desapariciones— desde 1976.
El discurso de asunción de Martínez de Hoz como ministro de Economía, en abril de 1976,
condensa la política desarrollada en el sector en tanto que sostuvo la necesidad de, ante la
―escasez de recursos‖ para desarrollar la explotación secundaria, convocar ―inmediatamente‖ a
licitación para contratar empresas que desarrollaran ese tipo de producción y que, a su vez,
explotaran yacimientos que Y.P.F. no estuviera ―en condiciones de encarar de inmediato‖. Sin
embargo, como se pudo observar en base al análisis del Cuadro 1.13, los incrementos en la
explotación secundaria entre 1976 y 1983, correspondieron principalmente a las inversiones
desarrolladas por Y.P.F.. No obstante, el gobierno militar-civil firmó gran cantidad de
contratos con el sector privado durante ese período, potenciando la transferencia de
yacimientos y de renta a un acotado número de empresas: Pérez Companc (quien pasó a tener
injerencia en el 30% de las áreas transferidas), Bridas (21%), Astra (15%) y Techint (12%)
(Cuadros 1.15 y 1.16). Como consecuencia de la escasa inversión realizada por el capital
privado, la mayor parte del incremento de la explotación de los contratistas se debió al traspaso
en la contabilidad de la producción que desarrollaba la empresa estatal al sector privado
(Cuadro 1.12).
En rigor, es menester recordar que el ingreso de los grupos económicos locales señalados al
mercado primario de hidrocarburos fue entre 1967 y 1972 365 , en tanto que a las empresas
mencionadas, como así también a Petrolera San Jorge, se les concedieron cuatro áreas
productivas para que explotaran. No obstante, el salto cualitativo y cuantitativo se dio desde
1977 ya que de haber 7 empresas contratistas en 1976, pasaron a operar 42 en 1983. Conforme
esto, según los datos de 1983, producto de estas transferencias de áreas, Y.P.F. comenzó a
adquirir el petróleo, sobre el cual había realizado fuertes inversiones para descubrirlo y que
hasta entonces se encontraba operando, a un precio cuatro veces superior en relación con sus
costos de explotación. Indudablemente, esto significó un fenomenal proceso de transferencia
de renta de la petrolera estatal a los contratistas (Cuadro 1.17).
Simultáneamente, la política petrolera de la dictadura incluyó, una menor ―retención‖ por
parte de la petrolera estatal del precio de los derivados que comercializaba, en un contexto de

365
Si bien la modalidad de ―contratos‖ fue instaurada por Frondizi en 1958, los primeros acuerdos realizados
fueron con el capital extranjero, fundamentalmente, Amoco y Cities Service (posteriormente, Occidental
Development Company Of Argentina).

213
Capítulo 4. Síntesis y reflexiones finales

retraso del precio real de los derivados (Gráficos 3.1 y 3.2). Evidentemente, esto ocasionó un
fuerte descenso en los ingresos de Y.P.F. que contribuyó al desequilibrio de sus cuentas.
A la política de transferencia de áreas y renta petrolera al capital privado, junto con la
disminución de las retenciones de la empresa, en un contexto de retraso tarifario, se le adicionó
la venta de crudo a las refinadoras privadas a un precio inferior al que Y.P.F. le había
comprado a los contratistas, con la consecuente generación de un importante déficit operativo
(Gráfico 3.6).
Otro punto que contribuyó al desequilibrio estructural de la firma fue el aumento en el
precio de referencia para calcular las regalías establecido por medio del Decreto 2.777/80 que,
en el mediano plazo, generó una deuda con las provincias de 2,5 millones de dólares (Cuadro
3.1). La política descripta, en lo sustancial, la compra de petróleo a los contratistas a un valor
considerablemente superior al que le costaba a Y.P.F. extraerlo y la venta de ese crudo a un
precio subsidiado a las refinadoras privadas, sumado a la necesidad de conseguir divisas para
volcarlas al mercado interno con la finalidad de sostener la bicicleta financiera, impactaron
marcadamente en el nivel de endeudamiento externo de la firma. Conforme esto, entre 1975 y
1983 los pasivos crecieron a una tasa anual acumulativa del 28,5% (Gráfico 3.4).
Dado que esta política de transferencia de áreas y renta petrolera a esta fracción del capital
local (tanto los grupos económicos como los conglomerados extranjeros) a través de las
renegociaciones (Gráfico 3.5) persistió durante el gobierno de Alfonsín —en parte por su
posicionamiento estructural tanto en el mercado petrolero como en el tejido social en su
conjunto, convirtiéndolas en ―generales de la economía‖—, estas firmas pudieron conseguir
fuertes incrementos en sus márgenes de acumulación a la par que la petrolera estatal continuó
descapitalizándose e incrementando su endeudamiento (hasta 1987) —a pesar de las diversas
compensaciones que, en la práctica, significaron un continuum en la transferencia de recursos
del sector público (Estado e Y.P.F. S.E.) al privado—.
En base a lo desarrollado, es dable afirmar que la política del gobierno de facto en materia
hidrocarburífera tendió a dinamizar o acrecentar las ganancias y el poder del capital privado, en
detrimento de Y.P.F. S.E.. La imposibilidad manifiesta de privatizarla —ya sea por la relación
de fuerza existente a favor del dominio estatal, por las hipótesis de conflicto bélico que
contemplaban, o porque a los contratistas les era más conveniente absorber la renta de Y.P.F.
S.E., que generar inversiones de riesgo— se tradujo en una articulación de medidas que en el
mediano plazo minaron las bases de sustentación de la empresa y fomentaron el accionar del
capital privado. La posición estructural que adquirieron los grupos concentrados en el mercado
primario condicionó al gobierno de Alfonsín, quien no supo —o no procuró— revertir las
grietas que presentaba Y.P.F. S.E. como consecuencia de la descapitalización de la empresa
por medio de las menores retenciones, la transferencia de renta al sector privado —potenciada
con el Plan Olivos I, el Plan Houston y el intento fallido del Petroplán—, el exorbitante
endeudamiento y el incremento en el valor de referencia de las regalías, aspectos que
potenciaron, por un lado, su rol ―subsidiante‖ de los grupos concentrados y, por el otro, los
desequilibrios económicos de la empresa.
De este modo, aquellos capitales que empezaron subordinados a la lógica de extracción de
Y.P.F. S.E., a raíz de su poder de lobby y de veto —producto de la capacidad de restringir
cerca del 35% de la extracción—, terminaron condicionando su funcionamiento, en particular,
y el del sector, en general, para obtener mayores beneficios. Contrario sensu, mientras la

214
Capítulo 4. Síntesis y reflexiones finales

empresa entre 1960 y 1974 obtuvo ganancias que oscilaron entre el 0,6% y el 27,8% sobre
ventas, con el primer año de intervención militar (1975), Y.P.F. presentó resultados negativos,
que se mantuvieron de forma ininterrumpida hasta 1986, en torno del -3,5% y -398,9% sobre
facturación (Gráficos 3.7 y 3.8).
En resumen, en base a la investigación realizada es dable sostener que el deterioro de la
empresa no se debió a su ―ineficiencia‖ —como sostenían aquellos que apoyaron el proceso
privatizador—, sino que correspondió a la estructura de funcionamiento implementada por la
dictadura militar-civil y continuada por el radicalismo —transferencia de áreas y renta a los
contratistas, bajo nivel de retenciones, aumento del valor de referencia para pagar las regalías,
incremento en la deuda externa y altos precios pagados a los contratistas combinado con bajos
precios cobrados a las refinadoras—. De este modo, las medidas señaladas, fijadas de forma
exógena a la empresa, generaron constricciones presupuestarias que dificultaron su desempeño
y la obtención de rentabilidad. La perspectiva presentada aquí difiere a la expuesta por
Gerchunoff y Cánovas quienes, de forma aséptica, sostienen: ―Poco a poco, las empresas
estatales se fueron alejando del ideal que les dio origen y en cambio fueron adaptando sus
conductas a objetivos alejados de la maximización del bienestar social‖ (Gerchunoff y
Cánovas, 1995: 483).
Que la petrolera estatal no hubiera destinado sus recursos a la elaboración de los productos
con mayor valor (asociado a la ―eficiencia asignativa‖, como, por ejemplo, las inversiones
realizadas en la construcción de caminos, escuelas, hospitales, etc.), o que no hubiera
maximizado sus ganancias produciendo con costos superiores a los marginales (vinculado a la
―eficiencia productiva‖, explotando yacimientos con menor rendimiento 366 o inaugurando
estaciones de servicio en poblaciones alejadas y ―antieconómicas‖) no denota un uso
―ineficiente‖ o ―irracional‖ de los recursos sino que se ajusta a la ―eficiencia social‖
característica de las empresas públicas. Conforme esto, la explotación por parte de Y.P.F. de
actividades que no se ajustaran a una lógica maximizadora de beneficios, tal como desarrolla el
sector privado, tiene su origen en la concepción macroeconómica que la guiaba 367, asociada,
fundamentalmente, a criterios vinculados a la racionalidad ―social‖ e ―intergeneracional‖ de los
recursos estratégicos no renovables.
Esta falsa dicotomía ―eficiencia privada‖/―ineficiencia pública‖, central en el debate
respecto de las transformaciones realizadas en el gobierno de Menem, fue presentada tanto por
el sistema político hegemónico como, paradójicamente, por aquellas fracciones que
internalizaban beneficios a través de Y.P.F. S.E.. Conforme esto, tanto el Partido Justicialista
como sus aliados políticos y otras fuerzas opositoras (principalmente, la UCR) sostuvieron la
necesidad de avanzar en la reestructuración para tornar más ―eficiente‖ a la empresa, aunque,
no todas plantearan la privatización como única alternativa. En este sentido, si bien el
radicalismo apoyó la fragmentación de la mayoría de los activos vendidos de Y.P.F., toda su
bancada, como la de algunos partidos menores, se opuso a su enajenación.

366
El objetivo era alcanzar el autoabastecimiento para no generar déficit en la balanza comercial.
367
Como expusieron Kozulj y Bravo: ―Si en vez de orientarse por la meta del autoabastecimiento, YPF se hubiese
comportado como una empresa que tiende a hacer máximo su beneficio (…) el país tendría que haber adquirido
petróleo por unos 1.400 millones de dólares al año en el exterior y la rentabilidad de YPF hubiese sido del orden
de los 770 millones al año. Es decir que si bien YPF dejó de ganar 230 millones le ahorró al país 1.400‖ (Kozulj y
Bravo, 1993: 126).

215
Capítulo 4. Síntesis y reflexiones finales

Como se señaló, el avance del capital concentrado local y de los acreedores externos en la
disputa por la apropiación del excedente económico, que culminó en el estallido
hiperinflacionario, devino en un cuestionamiento de los alcances que el Estado poseía en la
esfera de la producción y de los servicios públicos y generó su ingreso en la agenda de
problemas de la sociedad como resultado de las demandas de estos actores, a partir de la
supuesta ―ineficiencia‖ del sector público. La emergencia de las reformas, en general, y las
privatizaciones, en particular, y su introducción en la agenda sociopolítica como ―cuestión
socialmente problematizada‖ surgieron, fundamentalmente, por interés del capital concentrado
local (grupos económicos y conglomerados extranjeros) y externo (banca acreedora y
organismos internacionales), en connivencia con un gobierno que pretendía armonizar sus
intereses en función de la consolidación y profundización del patrón de acumulación vigente.
Esta situación, indudablemente, condicionó la resolución de dicho conflicto, a favor de sus
intereses. En este sentido, el nuevo entramado político-institucional generó la posibilidad para
un nuevo proceso de acumulación del capital a través de la adquisición de bienes estratégicos
en la economía.
De este modo, en un contexto en que los organismos internacionales reclamaban tanto la
privatización de las empresas públicas —con el objetivo de que el Estado incrementara sus
ingresos para pagar el capital de la deuda externa y los intereses devengados y, a su vez, se
habilitara el acceso del capital a mercados con alta rentabilidad— como la reestructuración de
los diversos mercados —con la finalidad de que el Estado no interfiriera en el proceso de
acumulación— se desarrolló la fragmentación de Y.P.F. S.E., en el marco de un proceso más
amplio habilitado con la sanción de las Leyes de Reforma del Estado y Emergencia Económica,
cuyo eje fue la transferencia de las empresas del Estado al capital privado y la constitución de
mercados con una morfología que les garantizaba una alta rentabilidad.
En este sentido, el estudio del ―nudo‖ del conflicto, en este caso, la fragmentación, permitió
visibilizar la trama de intereses constituidos en el proceso iniciado. Se pudo observar que la
venta de áreas y otros activos de la empresa posibilitó la participación de las principales
fracciones del capital local que operaban en el mercado desde, fundamentalmente, 1976. La
presión ejercida por los empresarios más importantes del sector (Luis Rey de Pluspetrol, Oscar
Vicente de Pérez Companc, Jorge Romero Vagni de CGC, etc.) para que se continuara
desarticulando la empresa antes de que se iniciara el proceso de venta del capital social en las
bolsas de comercio, debido a que su capacidad financiera no les permitía adquirir la firma en
bloque, sumado a las declaraciones de Estenssoro respecto de que la ―reestructuración‖
permitiría incrementar el valor de la empresa, contribuyen a abonar la hipótesis de que la
fragmentación fue constitutiva de la posterior privatización. Esto es, dada la magnitud de la
petrolera estatal, el único modo para que el capital concentrado local participara del ―negocio‖
era su previa fragmentación.
En rigor, la enajenación de esta gran cantidad de activos de Y.P.F. le otorgó al gobierno de
Menem una herramienta de invalorable importancia para obtener la legitimidad del capital en
su conjunto. Si bien en la etapa final del siglo corto petrolero, los principales grupos se
oponían a la venta de la empresa, en tanto que, como afirmó el entonces subsecretario de
Economía de la dictadura, Jorge Bustamante, ―todas viven a costa de Y.P.F.‖ (en Bonelli,
1984: 138), lo cierto es que ante la inminencia del proceso, producto de la necesidad de
armonizar los intereses de las distintas fracciones del capital —y de saldar parte del capital de

216
Capítulo 4. Síntesis y reflexiones finales

la deuda externa como también cubrir el déficit fiscal—, la fragmentación devino en el


mecanismo que los grupos concentrados locales encontraron para persistir en el proceso de
acumulación, dado que la internalización de renta económica y la externalización de costos por
medio de los contratos se obstruiría definitivamente con la transferencia de la firma al capital
privado, y, con esto, se licuaría su poder estructural.
En efecto, del análisis del Capítulo 2 se puede observar que el proceso de fragmentación
benefició, en lo sustancial, a los grupos económicos locales que ingresaron fuertemente como
contratistas de Y.P.F. luego de 1976. Al observar las distintas etapas del proceso, transferencia
de las 86 áreas marginales (Cuadros 2.3 y 2.4), reconversión —ilegal— de los contratos de
locación en concesiones de explotación (Cuadros 2.5 y 2.6), asociación en las áreas centrales
(Cuadros 2.7 y 2.8), venta o asociación de otros activos (Cuadro 2.11) y, en menor medida,
licitación de los permisos de exploración, se aprecia que en cada una de las fases los
principales beneficiarios fueron: Pérez Companc, Astra, Techint, Pluspetrol, Bridas y CGC
(Soldati), todos ellos (con excepción del último que tenía participación en el mercado
secundario), los mismos grupos favorecidos con la política petrolera implementada por la
dictadura militar-civil. Asimismo, estos actores, al adquirir los principales activos físicos
(ductos, refinerías, terminales marítimas, etc.) lograron un formidable proceso de integración
vertical, consolidando, de este modo, su poder en el sector.
Un dato de insoslayable importancia es el tratamiento de las reservas de petróleo que desde,
principalmente, 1975 se encontraban en descenso. La certificación de reservas realizada por la
consultora internacional Gaffney, Cline & Associates para el conjunto de las áreas del país
determinó un descenso, respecto de la medición realizada por Y.P.F. S.E., del 28,7% en las
relativas al petróleo y del 27,9% considerando las de gas natural (Cuadro 2.2). Esta marcada
caída, en principio, beneficiaba al capital privado ya que el precio de las áreas que se estaban
licitando se determinaba, fundamentalmente, por la cantidad de hidrocarburos in situ. De esta
manera, una subestimación de los reservorios significaba menores erogaciones para adquirir
dichos yacimientos. Sin embargo, al analizar las estimaciones realizadas por la consultora
internacional en las zonas que el capital privado operaba como contratista, las cuales fueron
reconvertidas sin que tuviera que realizar desembolsos monetarios, se aprecia que el descenso
de las reservas de hidrocarburos, en relación con la medición de Y.P.F. S.E., fue del 11,8% en
lo relativo al petróleo y un 0,3% respecto del gas natural. Es por lo pronto sugestivo el hecho
de que las áreas que el capital privado iba a adquirir sin que mediara pago por derecho de
explotación, presentaran, según los datos de la consultora internacional, estimaciones de crudo
que se alejaran tanto de la media nacional, o, en el caso del gas natural, que fueran similares a
las de Y.P.F. S.E..
Retomando el análisis de los yacimientos, al observar las 147 áreas transferidas se puede
observar que la participación de Pérez Companc, Astra, Techint, Pluspetrol, Bridas, CGC
(Soldati) y la canadiense Glacco fue particularmente alta al tener injerencia en 92 áreas (62,6%
del total transferidas), principalmente, las de mayor productividad (Cuadro 2.12).
Este último es un punto de considerable importancia. Del análisis del Cuadro 2.13 se puede
constatar que el capital privado tendió a realizar inversiones en las áreas de mayor seguridad,
relegando aquellas que presentaban alto o muy alto riesgo. Conforme esto, procuró ingresar en
los yacimientos que se concesionaban para ser explotadas y postergó las relativas a los
permisos de exploración. Más aún, cuando decidió invertir en estas últimas, lo hizo en las que

217
Capítulo 4. Síntesis y reflexiones finales

más probabilidades de hallar hidrocarburos poseía, en tanto que eran contiguas a zonas que ya
operaban. Este dato, que ya se había observado con la escasa participación en el Plan Houston,
permite cuestionar el supuesto de que el capital privado debería ser el principal dinamizador de
la actividad.
En definitiva, el capital concentrado local que comenzó a operar fuertemente en el sector
desde 1976, fue ampliamente beneficiado por este proceso en tanto que se le permitió acumular
un considerable número de áreas, algunas de las cuales sin mediar pago monetario (que
representaban cerca del 35% de la extracción del país), y pudieron desarrollar un fuerte proceso
de integración vertical.
Esta reconcentración de áreas, antaño en dominio de Y.P.F. S.E., y a partir del proceso de
fragmentación, concesionadas al capital privado, fue posible por la nueva arquitectura legal del
mercado de hidrocarburos, sancionada en procura de satisfacer los intereses del capital que se
encontraba operando. En el marco de la denominada ―desregulación‖ del sector, se sancionaron
una serie de normas que permitieron esta asignación ―inequitativa‖ de áreas. Se alude al
Decreto N° 1.212/89 que eliminó las restricciones a la acumulación de áreas por parte de un
operador, fijadas en los artículos 25 y 34 de la Ley N° 17.319, al posibilitar que las distintas
firmas adquirieran una gran cantidad de yacimientos a través de la constitución de diversas
uniones transitorias de empresas o asociaciones con distintas compañías, a partir de que la
restricción se establecía en la unión o asociación ―con igual composición de integrantes‖.
Conforme esto, el marco legal habilitó un mecanismo contrario a los principios de competencia
expresados y significó un ―vicio‖ de origen que pudo haber condicionado la evolución
posterior del mercado.
En este sentido, el cúmulo de normas sancionadas constituyó una nueva arquitectura del
mercado de hidrocarburos al limitar la competencia entre los diversos actores. En efecto, a la
par que se fragmentaba la empresa concesionando las áreas secundarias y centrales y se
eliminaba la intervención del Estado en distintos mecanismos regulatorios (Decreto N°
1.055/89), se permitía la acumulación de áreas en un acotado número de actores (Decreto N°
1.212/89), se habilitaba al capital que operaba a destinar el 70% de las divisas que obtuvieran
del producto de sus ventas al exterior (Decreto N° 1.589/989), se establecían barreras
artificiales para el ingreso de crudo y derivados, entre otras restricciones patrimoniales e
impositivas (Leyes N° 23.966 y 23.988). En rigor, la supuesta ―desregulación‖ del mercado,
producto de las barreras ―naturales‖ que contribuían a impedir la convergencia de los precios
locales con los externos (vinculadas a la poca capacidad de almacenaje, ausencia de
profundidad en el calado e infraestructura portuaria, etc.), pero, principalmente, como
consecuencia de las barreras ―político-institucionales‖ mencionadas, devino en una nueva
forma de regulación asociada a la posición dominante que adquirió el capital concentrado que
operaba —y continúa haciéndolo— en el sector. En definitiva, este proceso expresa la
convergencia y reciprocidad de la denominada ―desregulación‖ —o, nueva arquitectura del
mercado con capacidad regulatoria del capital privado— y la fragmentación de Y.P.F. S.E.,
dado que era necesaria la eliminación de los mecanismos regulatorios del Estado para transferir
los activos de la empresa al sector privado y, así, garantizar el proceso de acumulación. Este
análisis es de sustancial relevancia en tanto permite ver ciertos ―vicios‖ en el origen del
proceso con ―sesgo‖ hacia el sector privado, que muy probablemente hayan afectado el
posterior funcionamiento del mercado en su conjunto. En este sentido, los objetivos explícitos

218
Capítulo 4. Síntesis y reflexiones finales

del gobierno, en realidad, colisionaban con el diseño y la implementación de las políticas


públicas que ellos llevaron a la práctica.
Tal como se señaló, la evidencia parece indicar que la fragmentación de la petrolera estatal
respondió a un proceso más amplio de disputa por la apropiación del excedente económico
entre las diversas fracciones del capital. El cuestionamiento de la dinámica de funcionamiento
de la empresa estatal y del mercado ampliado de hidrocarburos estuvo motorizado,
principalmente, por las fracciones dominantes locales y los acreedores externos (bancos y
organismos internacionales). El objetivo explícito por parte del capital en su conjunto, era
culminar con la ―inhibición‖ 368 de las empresas que operaban en el sector, producto tanto de la
regulación pública como de la existencia de Y.P.F. y su rol testigo. En este sentido, la
intervención en la empresa de un representante del sector privado, como José Estenssoro, con
el objetivo de organizar la ―reestructuración‖ y posterior enajenación del capital social de
Y.P.F., la modificación de la legislación en función de los intereses del sector privado y la
presión de los principales actores económicos que lograron obtener un fuerte posicionamiento
dominante, cuanto menos, permite sostener que los principales agentes económicos
participaron incidiendo y/o condicionando en el proceso de fragmentación y posterior
privatización de Y.P.F..
En este punto vale preguntarse respecto de las consecuencias que esta política de
articulación de intereses de los sectores dominantes tuvo en el mercado hidrocarburífero. Es
pertinente este análisis ya que, en la medida en que la fragmentación y posterior privatización
de Y.P.F. respondió, por un lado, a las demandas del capital concentrado —generando una
morfología de mercado escasamente competitivo y altamente rentable— y, por el otro, a la
necesidad del gobierno de cubrir el déficit fiscal, con un Estado que transfirió la capacidad
regulatoria a un reducido número de actores privados, es evidente que el leitmotiv de las
reformas no fue, como anunciaban, el incremento en la eficiencia de la empresa y la búsqueda
de un mercado de ―competencia perfecta‖.
La suturación fáctica del siglo corto petrolero y el inicio de las reformas ―pro-mercado‖ en
el sector hidrocarburífero, que culminaron con la desaparición de la empresa estatal y la
regulación pública en su conjunto, necesitaron de un cambio en la concepción de los bienes
sobre los cuales se estaba operando. En este sentido, la intervención en los medios de
comunicación en función de considerar al petróleo y el gas natural como una mercancía
permitió que la eliminación de la injerencia del Estado no deviniera una contradicción entre el
marco conceptual vigente en el ―modelo regulado‖ (recursos estratégicos no renovables) y lo
que estaba aconteciendo (liberalización del mercado y ausencia estatal). La transformación
discursiva que se convirtió en sentido común en ciertos sectores de la sociedad respecto de
considerar a los hidrocarburos como una mercancía, intercambiable bajo la interacción de la
lógica del mercado, eliminando, de este modo, las nociones de uso racional,
autoabastecimiento, bien estratégico, permitió transitar el camino de la fragmentación y de la
desestatización con una nueva cosmovisión que lo legitimara.
Conforme lo señalado, mientras que la fragmentación fue la estrategia utilizada por la
fracción local para poder ingresar en el ―negocio‖ que significó la privatización de Y.P.F. y,

368
Cabe recordar que esta ―inhibición‖ no les impedía a las empresas que operaban con escaso o nulo riesgo
minero, captar porciones importantes de la renta petrolera a través de la venta de petróleo a Y.P.F. a valor cuatro
veces superiores a sus costos.

219
Capítulo 4. Síntesis y reflexiones finales

simultáneamente, le permitía no sólo mantener su posición de privilegio sino potenciar la


captación de renta, la desestatización posibilitó saldar la disputa con los acreedores externos369.
En este sentido, la venta del capital social de la empresa en las bolsas de comercio local y
neoyorquina, posibilitó que los fondos de inversión internacionales —principales aliados
externos del gobierno— pudieran obtener considerables rendimientos especulativos. La
utilización del método book building —con la finalidad de que quedara una cuota de demanda
insatisfecha para generar una posterior suba del precio, con la consecuente pérdida monetaria
ocasionada para el Estado— y la fijación del precio de la acción en 19 dólares por papel —
cuando la mayoría de los analistas sostenían que se encontraba entre 20 y 23 dólares dada la
fuerte demanda—, generó un marcado perjuicio al fisco y un beneficio a la fracción del capital
que había quedado relegada en el proceso de fragmentación: los acreedores externos. Producto
de la subvaluación del precio de las acciones, en el primero día de operaciones se generaron
ganancias en torno del 14% en la plaza local y del 15% en Estados Unidos. La evolución de la
cotización de los papeles durante 1993 puso de manifiesto la subvaluación señalada y el
fenomenal proceso de valorización financiera realizado por el capital especulativo
internacional (Gráfico 3.10).
Conforme esto, luego de las modificaciones realizadas en 1995 (por medio de la Ley N°
24.474) a la Ley de Privatización de Y.P.F. y Federalización de los Hidrocarburos (N° 24.145),
el Poder Ejecutivo, años después, dispuso la enajenación del 20% que le restaba. Mientras que
en enero de 1999 Repsol adquirió su primer porcentaje de acciones (14,99%) pertenecientes al
Estado, por un valor de 2.011 millones de dólares (a un precio de 38 dólares, marcadamente
superior a los 19 dólares de 1993), a los seis meses ofertó por la totalidad de los papeles de la
firma y consiguió un 82,47% más de las acciones, abonando, por esta operación, 13.036
millones de dólares. De esta manera, el Estado se desprendió del 5% de las acciones que
conservaba (manteniendo la ―acción de oro‖) y Repsol se apropió del 97,46% de los títulos de
la empresa, habiendo pagado, en total, 15.047,1 millones de dólares. En base a lo señalado, por
la totalidad de la venta del capital social de la empresa, el Estado cobró 7.163 millones de
dólares (6.770 considerando el valor real de los títulos canjeados) por una empresa que, hacia
1999, cotizaba a 15.800370 millones de dólares (más del doble de lo recaudado por el Estado) lo
que evidencia la subestimación del precio inicial y la consecuente valorización financiera que
ciertos sectores obtuvieron (Cuadro 3.5).
En definitiva, la culminación del proceso con la enajenación del capital social de la firma
significó la transferencia de una empresa con marcada posición dominante como era Y.P.F.
S.A. (Cuadros 3.2 y 3.6) a un grupo español con escasas reservas de gas natural y petróleo. En
rigor, la obtención de las reservas de Y.P.F. es el dato que explica por qué esta firma extranjera
se apropió de la mayor petrolera local pagando las acciones un precio entre un 25% y 30%
superior al que cotizaba en la plaza financiera. La inserción en Argentina a través de Y.P.F.
S.A., le otorgaba a Repsol S.A. una inmejorable oportunidad para expandirse por América
Latina utilizándola como plataforma a partir de las operaciones que ésta poseía en los países de

369
En rigor, si bien la aparición de los acreedores externos en el proceso descripto se aprecia con mayor claridad
en la privatización, el ingreso de divisas durante la fragmentación posibilitó un incremento de los ingresos del
Estado para cubrir el déficit que, en definitiva, también posibilitó mantener el pago de la deuda externa a los
acreedores internacionales.
370
Se llegó a este valor considerando una venta del 100% de las acciones (353 millones) a 44,78 dólares por papel.

220
Capítulo 4. Síntesis y reflexiones finales

la región, significando, simultáneamente, la inserción del grupo español entre las primeras diez
petroleras del mundo y la desaparición definitiva de Y.P.F..
El recorrido realizado en esta tesis permitió dar respuesta a los interrogantes originarios.
Conforme esto, podrían señalarse algunos de los aportes en el estado del arte de la temática,
siempre reivindicando una perspectiva histórica, desde el marco de la economía política, que
permita reconstruir los procesos de surgimiento, desarrollo y resolución de los conflictos de
clase. Primero, se establecieron las causas reales de la precaria situación económico-financiera
de Y.P.F. S.E. previo al inicio del proceso en 1989, fijando los vínculos con las políticas
implementadas por la última dictadura. A su vez, se confrontaron las causas reales con las
sustentadas en el discurso hegemónico presentado tanto por el gobierno como por las
fracciones del capital beneficiadas durante las políticas implementadas desde 1976. De este
modo, se determinó el leitmotiv de la fragmentación, desligándolo de las razones presentadas
por el oficialismo asociadas a incrementar los niveles de eficiencia.
Segundo, se fijaron los vínculos entre los procesos de fragmentación como aspecto previo y
constitutivo para la privatización, a los efectos de considerar la totalidad del proceso como una
política integral —en procura de articular intereses de las fracciones del capital— y no como
elementos aislados.
Tercero, se profundizó el estudio realizado por Kozulj y Bravo (1993) sobre el proceso de
privatización de Y.P.F., desde una perspectiva de análisis vinculada al estudio de las fracciones
del capital y los vínculos de estos actores condicionando e incidiendo en el proceso de
fragmentación.
Cuarto, se analizaron las causas de por qué Repsol S.A. adquirió la casi totalidad de
acciones de la ex petrolera estatal con el sobreprecio señalado, elemento sustancial en tanto que
en la actualidad está desprendiéndose de parte del paquete accionario de la firma.
Finalmente, se estableció una plataforma teórico-empírica de análisis, desde la perspectiva
de las fracciones del capital, que será de utilidad para evaluar las consecuencias que estas
políticas tuvieron en el devenir del proceso.
Pero, a su vez, como todo proceso, generó la emergencia de una serie de preguntas y
nuevos problemas que serán resueltos en el marco de la tesis doctoral. En este sentido, el
proceso de distribución ―inequitativa‖ o ―reconcentración‖ privada de áreas acontecido con la
fragmentación de Y.P.F., ¿determinó la posterior ―reconcentración‖ de la extracción de
petróleo y gas natural en un grupo reducido de actores?; ¿limitó la consecución del objetivo
explícito del gobierno: incrementar la competencia en el mercado?; el proceso de integración
vertical por parte de los actores privados, ¿generó una formación de precios oligopólica con la
correlativa apropiación por parte de un acotado número de actores de ―renta extraordinaria‖?;
¿es posible el desarrollo de la actividad de forma armónica —es decir, con un incremento de la
explotación de hidrocarburos acorde con el aumento del nivel de reservas— con el predominio
de las fracciones del capital que durante la vigencia del siglo corto petrolero fueron adversos a
realizar inversiones de riesgo y consiguieron incrementos de los volúmenes de explotación
como consecuencia de la transferencia de áreas productivas de Y.P.F.?
En cuanto a la empresa, ¿su privatización modificó la racionalidad de Y.P.F. S.A. en
comparación con la desarrollada durante el ―modelo‖ anterior?; ¿se adecuó a la lógica del
mercado o mantuvo ciertos niveles de autonomía respecto de esta racionalidad?; ¿cuál fue la

221
Capítulo 4. Síntesis y reflexiones finales

lógica que asumió la firma luego de la adquisición por parte de Repsol S.A.?; ¿se acopló a la
racionalidad del mercado o implementó una estrategia distinta?
Con respecto al quiebre en el ―modelo de convertibilidad‖ y la emergencia del denominado
―modelo de posconvertibilidad‖, ¿marcó algún cambio en el desempeño del sector y/o de los
actores?, ¿es posible encontrar rupturas en la actividad comparando con el patrón económico
anterior?; ¿el marco normativo sancionado durante el nuevo ―modelo‖, permitió una
modificación del comportamiento de los actores?; ¿existió una redistribución equitativa de la
renta hidrocarburífera?

222
Anexo I
Principales normas sancionadas entre 1989-1991 que conformaron una nueva arquitectura del mercado primario de hidrocarburos

Anexo I. Principales normas sancionadas entre 1989-1991 que conformaron una nueva arquitectura del mercado…
Fecha de
publica-
Fecha de Tipo de
ción en el N° Principales contenidos relacionados con el mercado primario de hidrocarburos
sanción norma
Boletín
Oficial
09-jun-89 28-jun-89 Ley 23.678 *Restablece la vigencia del Decreto Nº 631/87 el cual establecía: ―Las regalías de petróleo y gas natural a liquidar correspondientes al mes de mayo será n
actualizadas con los índices correspondientes al mes de abril, índice de Precios Mayoristas Nivel General del Instituto Nacional de Estadística y Censos‖.
17-ago-89 23-ago-89 Ley 23.696 *Ley de Reforma del Estado:
-Faculta al Poder Ejecutivo para intervenir las empresas del Estado ya sea para su privatización -parcial o total-, concesión o liquidación.
-Establece las empresas que estarán ―sujetas a privatización‖.
01-sep-89 25-sep-89 Ley 23.697 Ley de Emergencia Económica:
*En lo relativo al mercado primario de hidrocarburos:
-Elimina las exenciones impositivas.
-Fija que el precio oficial de venta de los combustibles no podía superar en tres veces los valores de la retención fijada ni ser inferior a ésta.
-Establece que el valor en boca de pozo para pagar las regalía no podía alcanzar el, ni ser inferior al, 80% del precio internacional de referencia (que modificaba la
Ley N° 23.678 que restituía el índice de precios mayoristas del INDEC para la fijación de las regalías).

10-oct-89 12-oct-89 Decreto 1.055 *Define las áreas de interés secundario y centrales.
*Inicia el proceso de eliminación de intervención del Estado en el mercado:
-Se fija la libre disponibilidad de hidrocarburos.
-Libre comercio tanto en el mercado interno como externo con acceso a tarifas compatibles con precios internacionales.
-Excepción de pago de derecho o arancel de exportación y/o importación.
08-nov-89 14-nov-89 Decreto 1.212 *Continúa los procesos de ―desregulación‖ del mercado:
-Ampliación del ―mercado libre‖ con la habilitación para reconvertir los contratos de locación de obra y servicios en concesiones o asociaciones.
-Fija la eliminación de la ―mesa de crudos‖ para el 31 de diciembre de 1990 o hasta alcanzar los 8 millones de m3 en el año.
-Anula las limitaciones para poseer concesiones de explotación y permisos de exploración existentes en la Ley N° 17.319.
27-dic-89 04-ene-90 Decreto 1.589 *Refuerza y consolida los Decretos N° 1.055 y 1.212 ambos de 1989 y establece:
-Libre disponibilidad del 70% de las divisas provenientes del comercio de hidrocarburos (tanto nacional como internacional).
-Permite que los contratos surgidos en el quinto llamado del Plan Houston adhieran al régimen de libre disponibilidad.
26-jun-90 26-jun-90 Decreto 1.216 *Fija el porcentaje de participación del capital privado en las áreas centrales en torno del 35% y 50%.
05-jul-90 06-sep-90 Decreto 1.757 *Suspendió momentáneamente los artículos de la Ley N° 23.696 respecto del cálculo del valor de boca de pozo.
31-dic-90 11-ene-91 Decreto 2.778 *Plan de Transformación Global de Y.P.F. S.E.
25-ene-91 01-feb-91 Resolución 38 *Se establece el cierre del Plan Houston al primero de enero de 1991.
27-mar-91 28-mar-91 Ley 23.928 *Plan de Convertibilidad.
01-ago-91 20-ago-91 Ley 23.966 *Impuesto a la Transferencia de Combustibles, modificado en parte por la Ley N° 23.988.
29-ago-91 03-sep-91 Decreto 1.727 *Modificó el Decreto N° 1.216/90 y amplió la participación del capital privado en las áreas centrales hasta el 90%.
05-sep-91 19-sep-91 Decreto 1.805 *Modifica errores existentes en el Decreto N° 1.727/91.
12-nov-91 14-nov-91 Decreto 2.408 *Habilitó la reconversión y capitalización de deuda externa para las privatizaciones y/o concesiones referidas en la norma, entre las que se encontraba Y.P.F. S.E..
Además, fijaba un cronograma para la apertura de sobres y firma de contratos de los activos específicos del Estado. Con respecto a la empresa petrolera se
encontraban: las áreas de las cuencas austral y noroeste; las refinerías Dock Sud y San Lorenzo; el complejo Campo Durán y la s máquinas perforadoras.

223
12-nov-91 15-nov-91 Decreto 2.411 *Reconversión de contratos de exploración firmados en el marco de los contratos de riesgo de la última dictadura militar -civil y los resultantes del Plan Houston
en permisos de exploración o concesiones de explotación.
21-oct-91 22-nov-91 Decreto 2.178 *Plan Argentina: se licitan permisos de exploración con el capital privado en las diversas cuencas sedimentarias del país.

Anexo I. Principales normas sancionadas entre 1989-1991 que conformaron una nueva arquitectura del mercado…
20-nov-91 28-nov-91 Resolución 1.504 *Modificó el Decreto N° 2.411/91 al extender los contratos que serían reconvertidos y fijó que Y.P.F. S.A. declinaría en los derechos contractuales de asociación
y canon.
25-nov-91 09-dic-91 Decreto 2.485 *Reglamentaba el artículo 7 de la Ley N° 23.966 y, entre otras disposiciones, establece que para solicitar la inscripción en el Registro de Empresas Petroleras para
poder importar hidrocarburos debían poseer un patrimonio no inferior al impuesto más alto creado por la Ley N° 23.966 (nafta súper de más de 92 RON) sobre un
volumen de 50 mil m3 de combustible (cercano a los 25 millones de dólares). Asimismo, agregó otro obstáculo a la competencia al diferenciar entre los
importadores y los refinadores locales, en tanto que mientras que los primeros debían tributar el ITC ―juntamente con los derechos de importación y el impuesto
al valor agregado‖, a los segundos se les permitía abonarlo ―con la entrega del bien, emisión de la factura o acto equivalente, el que fuera anterior‖.
Fuente: Elaboración propia en base a las normativas señaladas.

Continuación…
224
Anexo II. Nomina de diputados durante la sesión del proyecto de Privatización de Y.P.F. y Federalización de los…

Anexo II
Nomina de diputados durante la sesión del proyecto de Privatización de Y.P.F. y Federalización de los hidrocarburos (1992)
Quórum para Votación en
N° Apellido Nombre iniciar sesión del general del 24 de Partido Político Provincia
23 de septiembre septiembre
1 Aceñolaza Florencio Gilberto Dio quórum Afirmativo Frente de la Esperanza Tucumán
2 Acevedo Julio César Dio quórum Afirmativo Frente Justicialista de Misiones
Unidad Popular (FREJUPO)
3 Aguado Jorge Rubén Dio quórum Afirmativo Unión de Centro Buenos Aires
Democrático (UCEDÉ)
4 Alabi Ernesto Salim Dio quórum Afirmativo Partido Renovador de Salta Salta
5 Albamonte Alberto Gustavo Dio quórum Afirmativo UCEDÉ Capital Federal
6 Alcala Néstor Ricardo Dio quórum Afirmativo Partido Justicialista La Pampa
7 Alsogaray Álvaro Carlos Dio quórum Afirmativo UCEDÉ Capital Federal
8 Álvarez Héctor Claudio Dio quórum Afirmativo FREJUPO Misiones
9 Álvarez Echagüe Raúl Ángel Dio quórum Afirmativo Frente Justicialista Buenos Aires
Renovador
10 Amadeo Eduardo Pablo Dio quórum Afirmativo Frente Justicialista Federal Buenos Aires
11 Aranda Saturnino Dantti Dio quórum Afirmativo FREJUPO Santa Fe
12 Argüello Jorge Martín Dio quórum Afirmativo Frente Justicialista Capital Federal
Producción y Estabilidad
13 Arias César Dio quórum Afirmativo Frente Justicialista Federal Capital Federal
14 Arrechea José Salvador Dio quórum Afirmativo Partido Justicialista Chubut
15 Ayala Juan Carlos Dio quórum Afirmativo FREJUPO Chaco
16 Balestrini Alberto Edgardo Dio quórum Afirmativo Frente Justicialista Federal Buenos Aires
17 Balestrini Miguel Alberto Dio quórum Afirmativo FREJUPO Córdoba
18 Barberá Eliseo Dio quórum Afirmativo Partido Justicialista Salta
19 Barbotti Atilio Héctor Dio quórum Afirmativo Acción Chaqueña Chaco
20 Baum Daniel Dio quórum Afirmativo Unión de los Neuquinos Neuquén
para el Cambio
21 Becerra Nicolás Eduardo Dio quórum Afirmativo Partido Justicialista Mendoza
22 Beltrán Carlos Roberto Dio quórum Afirmativo FREJUPO Chaco
23 Bermúdez María del Pilar Dio quórum Afirmativo Frente Justicialista Jujuy
Producción y Estabilidad
24 Bischof Enrique Alberto Dio quórum Afirmativo Movimiento Popular Tierra del Fuego
Fueguino
25 Blanco Oscar Alberto Dio quórum Afirmativo FREJUPO Buenos Aires
26 Borda Osvaldo Dio quórum Afirmativo FREJUPO Buenos Aires
27 Bordin Carosio Hugo Antonio Dio quórum Afirmativo Partido Justicialista Mendoza
28 Bracchi Osvaldo Américo Dio quórum Afirmativo Frente Justicialista Federal Buenos Aires
29 Branda Carlos Ernesto Dio quórum Afirmativo Alianza Frente de la Formosa
Victoria
30 Cabrera Gerardo Ángel Dio quórum Afirmativo FREJUPO Santa Fe
31 Caimmi Fernando Enrique Dio quórum Afirmativo FREJUPO Santa Fe
32 Calleja Ovidio Amílcar Dio quórum Afirmativo FREJUPO Santa Fe
33 Camaño Eduardo Oscar Dio quórum Afirmativo Frente Justicialista Federal Buenos Aires
34 Casari de Alarcia María Leonor Dio quórum Afirmativo FREJUPO Córdoba
35 Castillo José Luis Dio quórum Afirmativo Frente Justicialista Federal Buenos Aires
36 Clerici Federico Dio quórum Afirmativo UCEDÉ Buenos Aires
37 Corchuelo José Manuel Dio quórum Afirmativo FREJUPO Chubut
Blasco
38 Crostelli Juan Carlos Dio quórum Afirmativo Unión de Fuerzas Sociales - Córdoba
Confederación Federalista
Independiente - Partido
Federal
39 Cruz Washington Jesús Dio quórum Afirmativo FREJUPO Jujuy
40 D'Alessandro Miguel Humberto Dio quórum Afirmativo Unión de Fuerzas Sociales - Córdoba
Confederación Federalista
Independiente - Partido
Federal
41 Daud Jorge Carlos Dio quórum Afirmativo Frente Justicialista Entre Ríos
Entrerriano
42 Durañona y Francisco de Dio quórum Afirmativo UCEDÉ Buenos Aires
Vedia
43 Durrieu Marcela Margarita Dio quórum Afirmativo Frente Justicialista Federal Buenos Aires
44 Echevarría Luis María Dio quórum Afirmativo FREJUPO Buenos Aires
45 Endeiza Eduardo Aníbal Dio quórum Afirmativo FREJUPO San Luis
46 Falleti Julio César Dio quórum Afirmativo Movimiento Popular Neuquén
Neuquino
47 Fellner Eduardo Alfredo Dio quórum Afirmativo FREJUPO Jujuy
48 Fernández Roberto Enrique Dio quórum Afirmativo FREJUPO Buenos Aires
49 Folloni Jorge Oscar Dio quórum Afirmativo Partido Renovador de Salta Salta
50 Frigerio Octavio Oscar Dio quórum Afirmativo Movimiento de Integración Buenos Aires
y Desarrollo
51 Gan Fernando Pascual Dio quórum Afirmativo Partido Justicialista Entre Ríos

225
Anexo II. Nomina de diputados durante la sesión del proyecto de Privatización de Y.P.F. y Federalización de los…

52 García Cuerva Ignacio Santiago Dio quórum Afirmativo UCEDÉ Buenos Aires
53 Gioja José Luis Dio quórum Afirmativo FREJUPO San Juan
54 Gómez José Ernesto Dio quórum Afirmativo Partido Justicialista Tucumán
55 Gómez Roque Julio César Dio quórum Afirmativo FREJUPO Entre Ríos
56 González Oscar Félix Dio quórum Afirmativo FREJUPO Córdoba
57 González Tomás Walther Dio quórum Afirmativo Partido Justicialista Corrientes
Cabañas
58 González Juan Horacio Dio quórum Afirmativo Partido Justicialista Mendoza
Gaviola
59 Green Gustavo Adolfo Dio quórum Afirmativo Frente Justicialista Federal Buenos Aires
60 Guerrero Antonio Isaac Dio quórum Afirmativo Frente Justicialista de Tucumán
Liberación
61 Herrera Bernardo Eligio Dio quórum Afirmativo Partido Justicialista La Rioja
62 Herrera Luis Fernando Dio quórum Afirmativo UCEDÉ Capital Federal
63 Herrera Arias Manuel Hipólito Dio quórum Afirmativo Alianza Justicialista Santiago del
Estero
64 Humada Raúl Dio quórum Afirmativo FREJUPO Misiones
65 Ibarbia José María Dio quórum Afirmativo UCEDÉ Buenos Aires
66 Iturre César Eusebio Dio quórum Afirmativo Frente de la Corriente Santiago del
Renovadora Estero
67 Jalil Luis Julián Dio quórum Afirmativo Movimiento Popular Neuquén
Neuquino
68 Lamberto Oscar Santiago Dio quórum Afirmativo FREJUPO Santa Fe
69 Larraburu Dámaso Dio quórum Afirmativo Frente Justicialista Federal Buenos Aires
70 López Jorge Antonio Dio quórum Afirmativo FREJUPO Mendoza
71 López Árias Marcelo Eduardo Dio quórum Afirmativo FREJUPO Salta
72 Loutaif Julio César Dio quórum Afirmativo Partido Renovador de Salta Salta
73 Machicote Jorge Raúl Dio quórum Afirmativo FREJUPO La Rioja
74 Maggi Juan Alberto Dio quórum Afirmativo FREJUPO Buenos Aires
75 Manfredotti Carlos Dio quórum Afirmativo Partido Justicialista Tierra del Fuego
76 Manny José Juan Dio quórum Afirmativo UCEDÉ Capital Federal
77 Maqueda Juan Carlos Dio quórum Afirmativo Unión de Fuerzas Sociales - Córdoba
Confederación Federalista
Independiente - Partido
Federal
78 Marcolli Juan Miguel Ángel Dio quórum Afirmativo Frente Cívico y Social Catamarca
Catamarca
79 Martínez Luis Alberto Dio quórum Afirmativo FREJUPO San Juan
80 Matzkin Jorge Rubén Dio quórum Afirmativo FREJUPO La Pampa
81 Michelli Marco Aurelio Dio quórum Afirmativo Frente Justicialista Federal Buenos Aires
82 Michitte Salomón Antonio Dio quórum Afirmativo FREJUPO Misiones
83 Monteverde Carlos Roberto Dio quórum Afirmativo FREJUPO Capital Federal
84 Muniagurria Marcelo Julio Dio quórum Afirmativo FREJUPO Santa Fe
85 Nacul Miguel Camel Dio quórum Afirmativo Partido Justicialista Tucumán
86 Niño Jorge Dio quórum Afirmativo Partido Justicialista San Luis
87 Parada Alberto Dio quórum Afirmativo Partido Justicialista Chubut
88 Parrilli Oscar Isidro Dio quórum Afirmativo FREJUPO Neuquén
89 Pepe Lorenzo Antonio Dio quórum Afirmativo Frente Justicialista Federal Buenos Aires
90 Pesce Félix Dio quórum Afirmativo Partido Justicialista Mendoza
91 Piotti Alberto Daniel Dio quórum Afirmativo Frente Justicialista Federal Buenos Aires
92 Puricelli Arturo Antonio Dio quórum Afirmativo FREJUPO Santa Cruz
93 Re Ricardo Horacio Dio quórum Afirmativo Frente Justicialista Federal Buenos Aires
94 Rodríguez Jorge Alberto Dio quórum Afirmativo FREJUPO La Pampa
95 Rodríguez Hugo Dio quórum Afirmativo FREJUPO Santa Fe
Sañudo
96 Romero Carlos Alberto Dio quórum Afirmativo Partido Justicialista La Rioja
97 Ruckauf Carlos Federico Dio quórum Afirmativo Frente Justicialista Capital Federal
Producción y Estabilidad
98 Ruiz Ángel Rafael Dio quórum Afirmativo FREJUPO San Luis
99 Sabio Juan Carlos Dio quórum Afirmativo Partido Blanco de los Buenos Aires
Jubilados
100 Sacks Rubén Rodolfo Dio quórum Afirmativo FREJUPO Santa Fe
101 Salusso Horacio Ramón Dio quórum Afirmativo FREJUPO Córdoba
102 Samid Manuel Julio Dio quórum Afirmativo FREJUPO Buenos Aires
103 Sánchez Roque Julio César Dio quórum Afirmativo Movimiento Popular Tierra del Fuego
Galdeano Fueguino
104 Scelzi Carlos Dio quórum Afirmativo Partido Justicialista Entre Ríos
105 Solá Felipe Carlos Dio quórum Afirmativo Frente Justicialista Federal Buenos Aires
106 Soria Carlos Ernesto Dio quórum Afirmativo Partido Justicialista Río Negro
107 Sucaria Neyef Dio quórum Afirmativo Partido Justicialista Córdoba
108 Sueiro Carlos Adolfo Dio quórum Afirmativo Partido Justicialista Capital Federal
109 Toma Miguel Ángel Dio quórum Afirmativo Partido Justicialista Capital Federal
110 Troyano Silvia Elena Dio quórum Afirmativo Partido Justicialista Salta
111 Uriondo Luis Enrique Dio quórum Afirmativo FREJUPO Santiago del
Ramón Estero

226
Anexo II. Nomina de diputados durante la sesión del proyecto de Privatización de Y.P.F. y Federalización de los…

112 Valcarcel Juan Manuel Dio quórum Afirmativo Frente Justicialista Federal Buenos Aires
113 Varela Néstor Ángel Dio quórum Afirmativo Partido Justicialista Tucumán
114 Varela Cid Eduardo Dio quórum Afirmativo Frente Justicialista Federal Capital Federal
115 Venesia Gualberto Edgardo Dio quórum Afirmativo Partido Justicialista Santa Fe
116 Yoma Jorge Raúl Dio quórum Afirmativo FREJUPO La Rioja
117 Zamora Federico Dio quórum Afirmativo UCEDÉ Buenos Aires
118 Zaracho Evelio Argentino Dio quórum Afirmativo FREJUPO Buenos Aires
119 Flores Rafael Horacio Dio quórum Ausente, con aviso FREJUPO Santa Cruz
120 Fescina Andrés Julián Dio quórum Negativa Partido Federal Capital Federal
121 Figueroa Pedro Octavio Dio quórum Negativa Movimiento Popular Jujeño Jujuy
122 Germano Alberto Raúl Dio quórum Negativa Fuerza Republicana Tucumán
123 Gómez Carlos Enrique Dio quórum Negativa Alianza Partido Bloquista San Juan
Centurión
124 González Alberto Ignacio Dio quórum Negativa Partido Demócrata Mendoza
125 Hardy Aníbal Adolfo Dio quórum Negativa Alianza Frente de la Formosa
Victoria
126 Ibarreche Julio César Dio quórum Negativa Fuerza Republicana Tucumán
127 Natale Alberto Adolfo Dio quórum Negativa Demócrata Progresista Santa Fe
128 Verdú Mario Dio quórum Negativa Demócrata Progresista Santa Fe
129 Pierri Alberto Reinaldo Dio quórum Presidente FREJUPO Buenos Aires
130 Galván Raúl Alfredo Lo nombraron en la Ausente, con aviso Unión Cívica Radical La Rioja
nómina, pero negó
haber dado quórum
131 Molinas Ricardo Francisco Lo nombraron en la Ausente, con aviso Alianza Honestidad, Trabajo Santa Fe
nómina, pero negó y Eficiencia (Partido
haber dado quórum Socialista Popular y PS
Democrático)
132 Topa Raúl Roque No fue leído en la Negativa Fuerza Republicana Tucumán
nómina pero dijo
haber dado quórum
133 Hernández Santos Abel No dio quórum Afirmativo FREJUPO Buenos Aires
134 Achem Antonio No dio quórum Ausente, con aviso Cruzada Renovadora San San Juan
Juan
135 Avelín Alfredo No dio quórum Ausente, con aviso Alianza Cruzada San Juan
Renovadora
136 Berhongaray Antonio Tomás No dio quórum Ausente, con aviso Unión Cívica Radical La Pampa
137 Brunati Luis Pedro No dio quórum Ausente, con aviso FREJUPO Buenos Aires
138 Caputo Dante Mario No dio quórum Ausente, con aviso Unión Cívica Radical Capital Federal
139 Cossos Pérez Juan Nicolás No dio quórum Ausente, con aviso Unión Cívica Radical Santiago del
Estero
140 García Pedro Alberto No dio quórum Ausente, con aviso Partido Intransigente Buenos Aires
141 Machado Oscar Alfredo No dio quórum Ausente, con aviso Unión Cívica Radical Río Negro
142 Raimundi Carlos Alberto No dio quórum Ausente, con aviso Unión Cívica Radical Buenos Aires
143 Rodrigo Esteban Joaquín No dio quórum Ausente, con aviso Unión Cívica Radical Río Negro
144 Vázquez Ricardo Héctor No dio quórum Ausente, con aviso Unión Cívica Radical Buenos Aires
145 Estévez Boero Guillermo Emilio No dio quórum ACSLPA* Alianza Honestidad, Trabajo Santa Fe
y Eficiencia (Partido
Socialista Popular y PS
Democrático)
146 Pinto Guillermo No dio quórum ACSLPA* Unión Cívica Radical Santiago del
Estero
147 Alberti Juan Carlos No dio quórum No dio quórum Unión Cívica Radical Buenos Aires
148 Algaba Ernesto Pedro No dio quórum No dio quórum Unión Cívica Radical Santa Fe
Andrés
149 Álvarez Carlos Alberto No dio quórum No dio quórum FREJUPO Capital Federal
150 Álvarez García Normando Miguel No dio quórum No dio quórum Unión Cívica Radical Jujuy
151 Armendariz Alejandro No dio quórum No dio quórum Unión Cívica Radical del Buenos Aires
Pueblo
152 Baglini Raúl Eduardo No dio quórum No dio quórum Unión Cívica Radical Mendoza
153 Balestra René Helvecio No dio quórum No dio quórum Unión Cívica Radical Santa Fe
154 Bassani Ángel Marcelo No dio quórum No dio quórum Unión Cívica Radical Buenos Aires
155 Baylac Juan Pablo No dio quórum No dio quórum Unión Cívica Radical Buenos Aires
156 Becerra Carlos Armando No dio quórum No dio quórum Unión Cívica Radical Córdoba
157 Benedetti Jorge Enrique No dio quórum No dio quórum Unión Cívica Radical Capital Federal
158 Bericua Jorge No dio quórum No dio quórum Unión Cívica Radical Tierra del Fuego
159 Bisciotti Victorio Osvaldo No dio quórum No dio quórum Unión Cívica Radical Buenos Aires
160 Breard Noel Eugenio No dio quórum No dio quórum Unión Cívica Radical Corrientes
161 Brook Mario Carlos No dio quórum No dio quórum Unión Cívica Radical Córdoba
162 Bruzzo Omar Abdulio No dio quórum No dio quórum Unión Cívica Radical Buenos Aires
163 Cafiero Juan Pablo No dio quórum No dio quórum Frente Justicialista para la Buenos Aires
Democracia y Participación
164 Canata José Domingo No dio quórum No dio quórum Unión Cívica Radical Capital Federal
165 Carreras Porfirio Mario No dio quórum No dio quórum Unión Cívica Radical Santa Fe
166 Castillo Oscar Aníbal No dio quórum No dio quórum Unión Cívica Radical Catamarca
167 Cavallari Juan José No dio quórum No dio quórum Unión Cívica Radical Buenos Aires

227
Anexo II. Nomina de diputados durante la sesión del proyecto de Privatización de Y.P.F. y Federalización de los…

168 Crámaro Hugo Arnaldo No dio quórum No dio quórum FREJUPO Santiago del
Estero
169 D'Ambrosio Ángel Mario No dio quórum No dio quórum Unión Cívica Radical Santa Fe
170 De la Rúa Fernando Enrique No dio quórum No dio quórum Unión Cívica Radical Capital Federal
171 De Martino Víctor Amador No dio quórum No dio quórum Unión Cívica Radical Buenos Aires
172 Di Tulio Héctor Horacio No dio quórum No dio quórum Unión Cívica Radical Santa Cruz
173 Dussol Ramón Adolfo No dio quórum No dio quórum Unión Cívica Radical Chaco
174 Elías Ángel Mario No dio quórum No dio quórum Unión Cívica Radical Santa Fe
175 Espeche Alberto Luis No dio quórum No dio quórum Unión Cívica Radical Salta
176 Felgueras Ricardo Ernesto No dio quórum No dio quórum Unión Cívica Radical La Pampa
177 Fernández Gill Guillermo Carlos No dio quórum No dio quórum Alianza Popular Federalista Buenos Aires
178 Fontela Moisés Eduardo No dio quórum No dio quórum FREJUPO Buenos Aires
179 Gallo Orlando Juan No dio quórum No dio quórum Movimiento para la Buenos Aires
Dignidad y la Independencia
180 García de María Cristina No dio quórum No dio quórum Unión Cívica Radical Chubut
Novelli
181 Gauna Juan Octavio No dio quórum No dio quórum Unión Cívica Radical Capital Federal
182 Golpe Montiel Néstor Lino No dio quórum No dio quórum Unión Cívica Radical Entre Ríos
183 González Luis Mario No dio quórum No dio quórum Unión Cívica Radical Santa Fe
184 González Gass Gabriela No dio quórum No dio quórum Unión Cívica Radical Capital Federal
185 Hernández Antonio María No dio quórum No dio quórum Unión Cívica Radical Córdoba
186 Leconte Ricardo Guillermo No dio quórum No dio quórum Pacto Autonomista Liberal Corrientes
187 López Alcides Humberto No dio quórum No dio quórum Unión Cívica Radical Entre Ríos
188 López de Zavalla Fernando Justo No dio quórum No dio quórum Fuerza Republicana Tucumán
189 Losada Luis Enrique No dio quórum No dio quórum Unión Cívica Radical Misiones
190 Lynch Carlos Alberto No dio quórum No dio quórum Unión Cívica Radical Formosa
191 Marcó Jorge Raúl No dio quórum No dio quórum Unión Cívica Radical Entre Ríos
192 Gómez de Mabel No dio quórum No dio quórum Unión Cívica Radical Misiones
Marelli
193 Martín de De Marta No dio quórum No dio quórum FREJUPO Formosa
Nardo
194 Mendoza Martín No dio quórum No dio quórum Movimiento para la Buenos Aires
Dignidad y la Independencia
195 Meneghini Javier Reynaldo No dio quórum No dio quórum Alianza Unión Cívica Santiago del
Radical - Movimiento Estero
Obrero Popular
196 Molardo Elvio Francisco No dio quórum No dio quórum Unión Cívica Radical Córdoba
197 Moreau Leopoldo Raúl No dio quórum No dio quórum Unión Cívica Radical Buenos Aires
Guido
198 Moure Juan Manuel No dio quórum No dio quórum Unión Cívica Radical Buenos Aires
199 Muñoz Marcelo Bernardo No dio quórum No dio quórum Unión Cívica Radical Chaco
200 Nikisch Hugo Víctor No dio quórum No dio quórum Unión Cívica Radical Chaco
201 Novau Pedro José No dio quórum No dio quórum Unión Cívica Radical Buenos Aires
202 Orgaz Carlos Alfredo No dio quórum No dio quórum Unión Cívica Radical Córdoba
203 Ortiz Maldonado Gastón No dio quórum No dio quórum Unión Cívica Radical Buenos Aires
204 Ortiz Pellegrini Miguel Ángel No dio quórum No dio quórum Unión Cívica Radical Córdoba
205 Parente Rodolfo Miguel No dio quórum No dio quórum Unión Cívica Radical Entre Ríos
206 Parola José María No dio quórum No dio quórum Unión Cívica Radical Córdoba
207 Peralta Aníbal Pedro No dio quórum No dio quórum Unión Cívica Radical Chubut
208 Piccinini Ana Ida No dio quórum No dio quórum Unión Cívica Radical Río Negro
209 Prat Alfredo Ernesto No dio quórum No dio quórum Unión Cívica Radical Buenos Aires
210 Profili Gerardo Pedro No dio quórum No dio quórum Unión Cívica Radical Mendoza
211 Prone Alberto Josué No dio quórum No dio quórum Unión Cívica Radical Córdoba
212 Quezada Rodolfo Héctor No dio quórum No dio quórum Unión Cívica Radical Neuquén
213 Roig Ángel No dio quórum No dio quórum Unión Cívica Radical Buenos Aires
214 Salvador Daniel Marcelo No dio quórum No dio quórum Unión Cívica Radical Buenos Aires
215 Santín Eduardo No dio quórum No dio quórum Unión Cívica Radical Buenos Aires
216 Segui Héctor Miguel No dio quórum No dio quórum Unión Cívica Radical San Juan
217 Sodero Nievas Víctor Hugo No dio quórum No dio quórum FREJUPO Río Negro
218 Soria Arch José María No dio quórum No dio quórum Unión Cívica Radical Córdoba
219 Spinosa Augusto Juan No dio quórum No dio quórum Unión Cívica Radical Buenos Aires
220 Storani Conrado Hugo (H) No dio quórum No dio quórum Unión Cívica Radical Córdoba
221 Sureda Ángela Gerónima No dio quórum No dio quórum Unión Cívica Radical Santa Cruz
222 Vanossi Jorge Reinaldo No dio quórum No dio quórum Unión Cívica Radical Capital Federal
223 Vázquez Roberto No dio quórum No dio quórum Unión Cívica Radical Capital Federal
224 Vicchi Raúl Horacio No dio quórum No dio quórum Unión Cívica Radical Mendoza
225 Zamora Luis Fernando No dio quórum No dio quórum Alianza Izquierda Unida Buenos Aires
226 Guerrero Luis Serafín Ausente Afirmativo Frente Justicialista Federal Buenos Aires
228 Ceballos Walter Alberto Ausente No dio quórum Unión Cívica Radical San Luis
229 Ferradas Miguel Enrique Ausente No dio quórum Partido Justicialista Catamarca
230 Gatti Héctor Ángel Ausente No dio quórum FREJUPO Buenos Aires
231 Marcos Ricardo Ernesto Ausente No dio quórum Unión Cívica Radical Capital Federal
232 Mendoza Claudio Ramiro Ausente No dio quórum FREJUPO Chaco
233 Romero Humberto Antonio Ausente No dio quórum FREJUPO Corrientes
234 Saadi Ramón Eduardo Ausente No dio quórum Movimiento de Afirmación Catamarca

228
Anexo II. Nomina de diputados durante la sesión del proyecto de Privatización de Y.P.F. y Federalización de los…

Popular
235 Toto Francisco Patricio Ausente No dio quórum Partido Justicialista Santa Cruz
236 Zambianchi Carlos Ausente No dio quórum Unión Cívica Radical Formosa
237 Adaime Felipe Teófilo Ausente con aviso Ausente con aviso Pacto Autonomista Liberal Corrientes
238 Agúndez Jorge Alfredo Ausente con aviso Ausente con aviso Unión Cívica Radical San Luis
239 Alende Oscar Eduardo Ausente con aviso Ausente con aviso Partido Intransigente Buenos Aires
240 Bravo Alfredo Pedro Ausente con aviso Ausente con aviso Unidad Socialista Capital Federal
227 Camaño Dante Alberto Ausente con aviso No dio quórum FREJUPO Buenos Aires
241 Camaño Graciela Ausente con aviso Ausente con aviso FREJUPO Buenos Aires
242 Ferreyra Eduardo Mario Ausente con aviso Ausente con aviso FREJUPO Entre Ríos
243 Garay Nicolás Alfredo Ausente con aviso Ausente con aviso Partido Autonomista Liberal Corrientes
244 Rodríguez José Ausente con aviso Ausente con aviso Frente Justicialista Federal Buenos Aires
245 Rodríguez Raúl Eduardo Ausente con aviso Ausente con aviso FREJUPO Tierra del Fuego
246 Saadi Luis Alberto Ausente con aviso Ausente con aviso Partido Justicialista Catamarca
247 Martínez Rafael Ausente, con Ausente, con Demócrata Progresista Capital Federal
Raymonda licencia licencia
248 Abdala Germán Darío ACSLPA* ACSLPA* FREJUPO Capital Federal
249 Fernández Roberto Carlos ACSLPA* ACSLPA* FREJUPO Buenos Aires
250 Iglesias Evaristo ACSLPA* ACSLPA* Unión Cívica Radical Buenos Aires
Constantino
251 Iribarne Alberto Juan ACSLPA* ACSLPA* FREJUPO Capital Federal
Bautista
252 Koth Carlos ACSLPA* ACSLPA* Unión Cívica Radical Misiones
253 Orquín Leopoldo Manuel ACSLPA* ACSLPA* Unión Cívica Radical Buenos Aires
254 Roy Irma ACSLPA* ACSLPA* Frente Justicialista para la Buenos Aires
Fe y la Esperanza
255 Tacta de Romero Emma Andrea ACSLPA* ACSLPA* FREJUPO Corrientes
256 Guzmán María Cristina Ausente, en misión Ausente, en misión Movimiento Popular Jujeño Jujuy
especial especial
257 Olivera Enrique José Ausente, en misión Ausente, en misión Unión Cívica Radical Capital Federal
especial especial
* ACSLPA: Ausente con solicitud de licencia pendiente de aprobación.
Fuente: Elaboración propia en base a información suministrada por Diputados de la Nación

229
Anexo III. Nomina de diputados durante la sesión que sancionó la Ley N° 24.474 que modifica el artículo 8 de la Ley de…

Anexo III
Nomina de diputados durante la sesión que sancionó la Ley N° 24.474 que modifica el artículo 8 de la Ley de Privatización de YPF y
Federalización de los hidrocarburos (1995)
N° Apellido Nombre Voto Partido político Provincia
1 Abasto Ángel Leónidas Afirmativos Partido Justicialista Buenos Aires
2 Abihaggle Carlos Enrique Afirmativos Partido Justicialista Mendoza
3 Aceñolaza Florencio Afirmativos Partido Justicialista Tucumán
4 Albamonte Alberto Gustavo Afirmativos Partido Justicialista Buenos Aires
5 Alcala Néstor Ricardo Afirmativos Partido Justicialista La Pampa
6 Álvarez Carlos Raúl Afirmativos Partido Justicialista Buenos Aires
7 Aranda Saturnino Dantti Afirmativos Partido Justicialista Santa Fe
8 Argüello Jorge Martín Afirmativos Partido Justicialista Capital Federal
9 Arias César Afirmativos Partido Justicialista Buenos Aires
10 Arrechea José Salvador Afirmativos Partido Justicialista Chubut
11 Ayala Susana Beatriz Afirmativos Partido Justicialista Chaco
12 Balestrini Alberto Afirmativos Partido Justicialista Buenos Aires
13 Balestrini Miguel Alberto Afirmativos Partido Justicialista Córdoba
14 Barbera Eliseo Afirmativos Partido Justicialista Salta
15 Barrionuevo Eduardo Ernesto Afirmativos Partido Justicialista Salta
16 Baum Daniel Afirmativos Partido Justicialista Neuquén
17 Becerra Nicolás Eduardo Afirmativos Partido Justicialista Mendoza
18 Benzi María Cristina Afirmativos Partido Justicialista Santa Fe
19 Bermúdez María del Pilar Afirmativos Partido Justicialista Jujuy
20 Bianchi Silvestre Marcela Afirmativos Partido Justicialista Buenos Aires
21 Borda Osvaldo Afirmativos Partido Justicialista Buenos Aires
22 Bracchi Osvaldo Américo Afirmativos Partido Justicialista Buenos Aires
23 Branda Carlos Ernesto Afirmativos Partido Justicialista Formosa
24 Breser Adalberto Edgardo Afirmativos Partido Justicialista Buenos Aires
25 Brunelli Naldo Raúl Adalberto Afirmativos Partido Justicialista Buenos Aires
26 Bullrich Patricia Afirmativos Partido Justicialista Capital Federal
27 Camara Mario Miguel Afirmativos Partido Justicialista Buenos Aires
28 Camaño Eduardo Oscar Afirmativos Partido Justicialista Buenos Aires
29 Castillo José Luis Afirmativos Partido Justicialista Buenos Aires
30 Castro Carlos José Afirmativos Partido Justicialista Buenos Aires
31 Corchuelo Blasco José Manuel Afirmativos Partido Justicialista Chubut
32 Crostelli Juan Carlos Afirmativos Partido Justicialista Córdoba
33 D'Alessandro Miguel Afirmativos Partido Justicialista Córdoba
34 Daud Juan Carlos Afirmativos Partido Justicialista Entre Ríos
35 Dellepiane Carlos Francisco Afirmativos Partido Justicialista Buenos Aires
36 Donni Luisa Cristina Afirmativos Partido Justicialista Santa Fe
37 Drisaldi María Rita Afirmativos Partido Justicialista Santa Cruz
38 Durrieu Marcela Margarita Afirmativos Partido Justicialista Buenos Aires
39 Funes Carlos Delcio Afirmativos Partido Justicialista Santa Fe
40 García Moreno Miguel Ángel Afirmativos Partido Justicialista Capital Federal
41 Gazia Rodolfo Mauricio Afirmativos Partido Justicialista La Pampa
42 Giménez Delfor Abel Afirmativos Partido Justicialista Buenos Aires
43 Giménez Ramón Francisco Afirmativos Partido Justicialista Formosa
44 Golpe Carlos Horacio Afirmativos Partido Justicialista Misiones
45 Granados Dulce Afirmativos Partido Justicialista Buenos Aires
46 Green Gustavo Adolfo Afirmativos Partido Justicialista Buenos Aires
47 Herrera Bernardo Eligio Afirmativos Partido Justicialista La Rioja
48 Iturre César Eusebio Afirmativos Partido Justicialista Santiago del Estero
49 Kessler Ana Raquel Afirmativos Partido Justicialista Capital Federal
50 Lafalla Arturo Pedro Afirmativos Partido Justicialista Mendoza
51 Lahoz José Fernando Afirmativos Partido Justicialista Corrientes
52 Lamberto Oscar Santiago Afirmativos Partido Justicialista Santa Fe
53 Larraburu Damaso Afirmativos Partido Justicialista Buenos Aires
54 Leguizamón María Laura Afirmativos Partido Justicialista Buenos Aires
55 López José Augusto Afirmativos Partido Justicialista San Juan
56 López Árias Marcelo Eduardo Afirmativos Partido Justicialista Salta
57 Macedo Horacio Antonio Afirmativos Partido Justicialista Jujuy
58 Maqueda Juan Carlos Afirmativos Partido Justicialista Córdoba
59 Martínez Silvia Virginia Afirmativos Partido Justicialista Buenos Aires
60 Martínez Garbino Emilio Afirmativos Partido Justicialista Entre Ríos
61 Matzkin Jorge Rubén Afirmativos Partido Justicialista La Pampa
62 Mendoza Claudio Ramiro Afirmativos Partido Justicialista Chaco
63 Menem Carlos Omar Afirmativos Partido Justicialista La Rioja
64 Michitte Salomón Antonio Afirmativos Partido Justicialista Misiones
65 Migliozzi Julio Alberto Afirmativos Partido Justicialista Buenos Aires
66 Miralles de Romero Norma Afirmativos Partido Justicialista Neuquén
67 Müller Mabel Hilda Afirmativos Partido Justicialista Buenos Aires
68 Parada Alberto Afirmativos Partido Justicialista Chubut
69 Pepe Lorenzo Antonio Afirmativos Partido Justicialista Buenos Aires

230
Anexo III. Nomina de diputados durante la sesión que sancionó la Ley N° 24.474 que modifica el artículo 8 de la Ley de…

70 Perrini Gioconda Eulalia Afirmativos Partido Justicialista Tucumán


71 Pesce Félix Afirmativos Partido Justicialista Mendoza
72 Pichetto Miguel Ángel Afirmativos Partido Justicialista Río Negro
73 Re Ricardo Horacio Afirmativos Partido Justicialista Buenos Aires
74 Rodríguez Mabel Afirmativos Partido Justicialista Buenos Aires
75 Rodríguez Sañudo Hugo Afirmativos Partido Justicialista Santa Fe
76 Roggero Humberto Jesús Afirmativos Partido Justicialista Córdoba
77 Rojo Rubén Darío Afirmativos Partido Justicialista San Luis
78 Romero Carlos Alberto Afirmativos Partido Justicialista La Rioja
79 Roy Irma Afirmativos Partido Justicialista Buenos Aires
80 Salino María Antonia Afirmativos Partido Justicialista San Luis
81 Sampietro Darci Afirmativos Partido Justicialista Entre Ríos
82 Scelzi Carlos José Afirmativos Partido Justicialista Entre Ríos
83 Sebastiani Claudio Augusto Afirmativos Partido Justicialista Buenos Aires
84 Smith Santos Afirmativos Partido Justicialista Buenos Aires
85 Soria Carlos Ernesto Afirmativos Partido Justicialista Río Negro
86 Sucaria Neyef Afirmativos Partido Justicialista Córdoba
87 Sueiro Carlos Adolfo Afirmativos Partido Justicialista Capital Federal
88 Togni De Vely Adriana Leonor Afirmativos Partido Justicialista Misiones
89 Tolomeo Leonor Esther Afirmativos Partido Justicialista San Juan
90 Toma Miguel Ángel Afirmativos Partido Justicialista Capital Federal
91 Toto Francisco Patricio Afirmativos Partido Justicialista Santa Cruz
92 Valcarcel Juan Manuel Afirmativos Partido Justicialista Buenos Aires
93 Varela Cid Eduardo Afirmativos Partido Justicialista Capital Federal
94 Venesia Gualberto Edgardo Afirmativos Partido Justicialista Santa Fe
95 Pierri Alberto Reinaldo Afirmativos Partido Justicialista Buenos Aires
96 Gómez Centurión Carlos Afirmativos Bloquista de San Juan San Juan
97 Michelli Marco Aurelio Afirmativos Conservador Popular Buenos Aires
98 Zicarelli Orlando Afirmativos Demócrata Cristiano Federal Buenos Aires
99 Balter Carlos Mario Afirmativos Demócrata de Mendoza Mendoza
100 Antelo José María Afirmativos Demócrata Progresista Santa Fe
101 Folloni Jorge Oscar Afirmativos Renovador de Salta Salta
102 Durañona y Vedia Francisco Afirmativos Unión Centro Democrático (UCEDÉ) Buenos Aires
103 Ibarbia José María Afirmativos UCEDÉ Buenos Aires
104 Alsogaray Álvaro Carlos Afirmativos UCEDÉ Capital Federal
105 Achem Antonio Abstenciones Cruzada Renovadora San Juan
106 Guzmán María Cristina Abstenciones Movimiento Popular Jujeño Jujuy
107 Díaz Martínez Jorge Raúl Abstenciones Partido Justicialista Catamarca
108 González Antonio Érman Abstenciones Partido Justicialista Capital Federal
109 Saadi Ramón Abstenciones Partido Justicialista Catamarca
110 Estévez Boero Guillermo Negativos Alianza Honestidad, Trabajo y Santa Fe
Eficiencia (Partido Socialista Popular
y PS Democrático)
111 Álvarez Carlos Alberto Negativos Frente Grande Capital Federal
112 Fernández Meijide Graciela Negativos Frente Grande Capital Federal
113 Hardy Aníbal Osvaldo Negativos Movimiento Integración y Desarrollo Formosa
114 Muriel Néstor Jorge Negativos Movimiento Popular Fueguino Tierra del Fuego
115 Figueroa Pedro Octavio Negativos Movimiento Popular Jujeño Jujuy
116 Pellín Osvaldo Francisco Negativos Movimiento Popular Neuquino Neuquén
117 Llopis Enrique Raúl Negativos Participación y Justicia Santa Fe
118 Humada Raúl Negativos Partido Justicialista Misiones
119 Troyano Silvia Elena Negativos Partido Justicialista Salta
120 Zuccardi de María Negativos Política Abierta para la Integridad Mendoza
Flamarique Social (PAIS)
121 Juncosa Rodolfo Aldo Negativos Renovador de Salta Salta
122 Maidana Elsa Negativos Renovador de Salta Salta
123 Algaba Ernesto Pedro Negativos Unión Cívica Radical Santa Fe
124 Balestra René Helvecio Negativos Unión Cívica Radical Santa Fe
125 Benedetti Jorge Enrique Negativos Unión Cívica Radical Capital Federal
126 Berhongaray Antonio Tomás Negativos Unión Cívica Radical La Pampa
127 Bonomi Silvia Mónica Negativos Unión Cívica Radical Buenos Aires
128 Cabirón Juan Carlos Negativos Unión Cívica Radical Buenos Aires
129 D'Elía Roberto Antonio Negativos Unión Cívica Radical Buenos Aires
130 Del Fabro Lilian del Carmen Negativos Unión Cívica Radical Santa Fe
131 Di Tulio Héctor Horacio Negativos Unión Cívica Radical Santa Cruz
132 Dumon José Gabriel Negativos Unión Cívica Radical Buenos Aires
133 Fabrissin Carlos Alberto Negativos Unión Cívica Radical Santa Fe
134 Felgueras Ricardo Ernesto Negativos Unión Cívica Radical La Pampa
135 Fragoso Francisco Ulises Negativos Unión Cívica Radical Chaco
136 Galván Raúl Alfredo Negativos Unión Cívica Radical La Rioja
137 Gauna Juan Octavio Negativos Unión Cívica Radical Capital Federal
138 Jaunarena José Horacio Negativos Unión Cívica Radical Buenos Aires
139 Kelly Elsa Diana Rosa Negativos Unión Cívica Radical Capital Federal
140 Marcos Ricardo Ernesto Negativos Unión Cívica Radical Capital Federal
141 Mercader Martha Evelina Negativos Unión Cívica Radical Capital Federal

231
Anexo III. Nomina de diputados durante la sesión que sancionó la Ley N° 24.474 que modifica el artículo 8 de la Ley de…

142 Mercado Luna Ricardo Gastón Negativos Unión Cívica Radical La Rioja
143 Muñoz Marcelo Bernardo Negativos Unión Cívica Radical Chaco
144 Neder Jorge Humberto Negativos Unión Cívica Radical Córdoba
145 Negri Mario Raúl Negativos Unión Cívica Radical Córdoba
146 Novau Pedro José Negativos Unión Cívica Radical Buenos Aires
147 Olivera Enrique José Negativos Unión Cívica Radical Capital Federal
148 Orgaz Alfredo Negativos Unión Cívica Radical Córdoba
149 Orquin Lopoldo Manuel Negativos Unión Cívica Radical Mendoza
150 Parajón José María Negativos Unión Cívica Radical Formosa
151 Parola José María Negativos Unión Cívica Radical Córdoba
152 Peláez Víctor Negativos Unión Cívica Radical Neuquén
153 Peralta Aníbal Pedro Negativos Unión Cívica Radical Chubut
154 Roig Ángel Negativos Unión Cívica Radical Buenos Aires
155 Santín Eduardo Negativos Unión Cívica Radical Buenos Aires
156 Sobrino Margarita María Negativos Unión Cívica Radical Córdoba
157 Trettel Meyer Raúl Negativos Unión Cívica Radical Córdoba
158 Usandizaga Horacio Daniel Negativos Unión Cívica Radical Santa Fe
159 Vicchi Raúl Horacio Negativos Unión Cívica Radical Mendoza
160 Viglione Atilio Oscar Negativos Unión Cívica Radical Chubut
161 Barbotti Atilio Ausentes en la votación Acción Chaqueña Chaco
162 Ruiz Palacios José David Ausentes en la votación Acción Chaqueña Chaco
163 Bravo Alfredo Pedro Ausentes en la votación Alianza Honestidad, Trabajo y Capital Federal
Eficiencia (Partido Socialista Popular
y PS Democrático)
164 Molinas Ricardo Francisco Ausentes en la votación Alianza Honestidad, Trabajo y Santa Fe
Eficiencia (Partido Socialista Popular
y PS Democrático)
165 Adaime Felipe Teófilo Ausentes en la votación Autonomista de Corrientes Corrientes
166 Caballa Aníbal Ausentes en la votación Autonomista de Corrientes Corrientes
167 Natale Alberto Ausentes en la votación Demócrata Progresista Santa Fe
168 Solanas Fernando Exequiel Ausentes en la votación Frente Grande Buenos Aires
169 Vitar José Alberto Ausentes en la votación Frente Grande Tucumán
170 Bussi Antonio Domingo Ausentes en la votación Fuerza Republicana Tucumán
171 Ibarreche Julio César Ausentes en la votación Fuerza Republicana Tucumán
172 Topa Raúl Roque Ausentes en la votación Fuerza Republicana Tucumán
173 Garay Nicolás Alfredo Ausentes en la votación Liberal de Corrientes Corrientes
174 Leconte Ricardo Guillermo Ausentes en la votación Liberal de Corrientes Corrientes
175 Ayetz Liliana Ausentes en la votación Modín Buenos Aires
176 Fernández Gill Guillermo Ausentes en la votación Modín Buenos Aires
177 Morello Emilio Pedro Ausentes en la votación Modín Buenos Aires
178 Rico Aldo Ausentes en la votación Modín Buenos Aires
179 Gallo Orlando Juan Ausentes en la votación Movimiento Azul y Blanco Buenos Aires
180 Polo Luis Nicolás Ausentes en la votación Movimiento Azul y Blanco Buenos Aires
181 Bischof Enrique Ausentes en la votación Movimiento Popular Fueguino Tierra del Fuego
182 Sánchez Galdeano Roque Ausentes en la votación Movimiento Popular Fueguino Tierra del Fuego
183 Falleti Julio César José Ausentes en la votación Movimiento Popular Neuquino Neuquén
184 Flores Rafael Horacio Ausentes en la votación PAIS Santa Cruz
185 González Gaviola Juan Horacio Ausentes en la votación PAIS Mendoza
186 Marcolli Miguel Ausentes en la votación PAIS Catamarca
187 Mendoza Martín Ausentes en la votación PAIS Buenos Aires
188 Alende Oscar Eduardo Ausentes en la votación Partido Intransigente Buenos Aires
189 Álvarez Echagüe Raúl Ausentes en la votación Partido Justicialista Buenos Aires
190 Aragonés de Juárez Mercedes Ausentes en la votación Partido Justicialista Santiago del Estero
191 Cesari de Alarcia Leonor Ausentes en la votación Partido Justicialista Córdoba
192 Cerdera Rogelio Rafael Ausentes en la votación Partido Justicialista San Juan
193 Digón Roberto Secundino Ausentes en la votación Partido Justicialista Capital Federal
194 Gioja José Luis Ausentes en la votación Partido Justicialista San Juan
195 González Cabañas Tomás Ausentes en la votación Partido Justicialista Corrientes
196 Guerrero Luis Serafín Ausentes en la votación Partido Justicialista Buenos Aires
197 Herrera Árias Manuel Ausentes en la votación Partido Justicialista Santiago del Estero
198 Kaehler Ernesto Rolando Ausentes en la votación Partido Justicialista Entre Ríos
199 Manfredotti Carlos Ausentes en la votación Partido Justicialista Tierra del Fuego
200 Martínez Esteban Ausentes en la votación Partido Justicialista Tierra del Fuego
201 Muniagurria Marcelo Julio Ausentes en la votación Partido Justicialista Santa Fe
202 Nacul Miguel Camel Ausentes en la votación Partido Justicialista Tucumán
203 Niño Jorge Ausentes en la votación Partido Justicialista San Luis
204 Pérez Jorge Telmo Ausentes en la votación Partido Justicialista Buenos Aires
205 Rodríguez José Ausentes en la votación Partido Justicialista Buenos Aires
206 Romero Humberto Antonio Ausentes en la votación Partido Justicialista Corrientes
207 Rubini Mirta Elsa Ausentes en la votación Partido Justicialista Buenos Aires
208 Schiaretti Juan Ausentes en la votación Partido Justicialista Córdoba
209 Tenev Carlos Ausentes en la votación Partido Justicialista Chaco
210 Varela Néstor Ángel Ausentes en la votación Partido Justicialista Tucumán
211 Kammarath Germán Luis Ausentes en la votación UCEDÉ Córdoba
212 Alberti Juan Carlos Ausentes en la votación Unión Cívica Radical Buenos Aires

232
Anexo III. Nomina de diputados durante la sesión que sancionó la Ley N° 24.474 que modifica el artículo 8 de la Ley de…

213 Álvarez García Normando Ausentes en la votación Unión Cívica Radical Jujuy
214 Armendariz Alejandro Ausentes en la votación Unión Cívica Radical Buenos Aires
215 Becerra Carlos Armando Ausentes en la votación Unión Cívica Radical Córdoba
216 Bonino Miguel Ángel Ausentes en la votación Unión Cívica Radical San Luis
217 Bruzzo Omar Obdulio Ausentes en la votación Unión Cívica Radical Buenos Aires
218 Campero Rodolfo Martín Ausentes en la votación Unión Cívica Radical Tucumán
219 Carca Elisa Beatriz Ausentes en la votación Unión Cívica Radical Buenos Aires
220 Castillo Oscar Aníbal Ausentes en la votación Unión Cívica Radical Catamarca
221 Ceballos Walter Alberto Ausentes en la votación Unión Cívica Radical San Luis
222 Closs Ramón Alberto Ausentes en la votación Unión Cívica Radical Misiones
223 D'Ambrosio Ángel Mario Ausentes en la votación Unión Cívica Radical Santa Fe
224 Fayad Víctor Manuel Ausentes en la votación Unión Cívica Radical Mendoza
Federico
225 Galante Pedro Jorge Roque Ausentes en la votación Unión Cívica Radical Entre Ríos
226 Golpe Montiel Néstor Lino Ausentes en la votación Unión Cívica Radical Entre Ríos
227 Hernández Antonio María Ausentes en la votación Unión Cívica Radical Córdoba
228 Koth Carlos Ausentes en la votación Unión Cívica Radical Misiones
229 López Alcides Humberto Ausentes en la votación Unión Cívica Radical Entre Ríos
230 Losada Luis Enrique Ausentes en la votación Unión Cívica Radical Misiones
231 Lynch Carlos Alberto Ausentes en la votación Unión Cívica Radical Formosa
232 Machado Oscar Alfredo Ausentes en la votación Unión Cívica Radical Río Negro
233 Martínez Manuel Luis Ausentes en la votación Unión Cívica Radical Buenos Aires
234 Mathov Enrique José Ausentes en la votación Unión Cívica Radical Capital Federal
235 Meneghini Javier Reynaldo Ausentes en la votación Unión Cívica Radical Santiago del Estero
236 Molardo Elvio Francisco Ausentes en la votación Unión Cívica Radical Córdoba
237 Montiel Sergio Alberto Ausentes en la votación Unión Cívica Radical Entre Ríos
238 Moreau Leopoldo Ausentes en la votación Unión Cívica Radical Buenos Aires
239 Nieva Alejandro Mario Ausentes en la votación Unión Cívica Radical Jujuy
240 Ortiz Maldonado Gastón Ausentes en la votación Unión Cívica Radical Buenos Aires
241 Pascual Rafael Manuel Ausentes en la votación Unión Cívica Radical Capital Federal
242 Patterson Ricardo Ancell Ausentes en la votación Unión Cívica Radical Santa Cruz
243 Pernasetti Horacio Francisco Ausentes en la votación Unión Cívica Radical Catamarca
244 Piccinini Ana Ida Ausentes en la votación Unión Cívica Radical Río Negro
245 Pinto Guillermo Ausentes en la votación Unión Cívica Radical Santiago del Estero
246 Prat Alfredo Ernesto Ausentes en la votación Unión Cívica Radical Buenos Aires
247 Rodrigo Esteban Joaquín Ausentes en la votación Unión Cívica Radical Río Negro
248 Rodríguez Jesús Ausentes en la votación Unión Cívica Radical Capital Federal
249 Sarquiz José Alberto Ausentes en la votación Unión Cívica Radical Santiago del Estero
250 Spinoza Augusto Juan Ausentes en la votación Unión Cívica Radical Buenos Aires
251 Storani Federico Teobaldo Ausentes en la votación Unión Cívica Radical Buenos Aires
252 Teodosiu Jorge Nicolás Ausentes en la votación Unión Cívica Radical Buenos Aires
253 Terragno Rodolfo Héctor Ausentes en la votación Unión Cívica Radical Capital Federal
254 Vázquez Roberto Ausentes en la votación Unión Cívica Radical Capital Federal
255 Vázquez Silvia Beatriz Ausentes en la votación Unión Cívica Radical Buenos Aires
256 Zavalia José Luis Ausentes en la votación Unión Cívica Radical Santiago del Estero
257 Polino Héctor Teodoro Ausentes en la votación Unión Socialista Capital Federal
Fuente: Elaboración propia en base a información suministrada por Diputados de la Nación.

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