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SISMOS TECTONICOS

La información disponible sobre los temblores tectónicos es poca debido a


que se descubrieron hace tan sólo una década. Este vacío en el
conocimiento animó a un equipo de investigadores del KIT a obtener datos
sísmicos de temblores tectónicos en California que están siendo evaluados
en la actualidad para comprender mejor este fenómeno sísmico
relativamente nuevo.
La comunidad sismológica admite que aún queda mucho camino por
recorrer antes de contar con la capacidad para predecir terremotos. No
obstante, la habilidad para estimar el peligro que suponen ha mejorado
considerablemente gracias a un mayor conocimiento de los procesos de
falla durante un fenómeno sísmico.
Según la Dra. Harrington, la investigación de los temblores sísmicos podría
aportar datos cruciales sobre el mecanismo de las fallas: «Los procesos que
tienen lugar durante una ruptura de falla son poco conocidos. El temblor
tectónico generado en la zona profunda de una falla podría aportar
información sobre el comportamiento de las zonas más próximas a la
superficie, donde se producen los terremotos más destructivos.»

Zonas altamente activas


California es un punto de partida excelente para estudiar temblores
tectónicos, pues fue en las zonas de subducción del noroeste del Pacífico
norteamericano y de Japón donde se detectaron por vez primera. En las
zonas de subducción una placa tectónica se desplaza por debajo de otra.
Desde el descubrimiento de los temblores tectónicos, la comunidad
sismológica ha averiguado que también se producen en muchos otros
emplazamientos, como la Falla de San Andrés, en California, que marca la
zona en la que la placa del Pacífico y la de Norteamérica rozan entre sí
generando terremotos.
A mediados de 2010, un equipo de científicos del KIT en colaboración con
la Universidad de California-Riverside y el Servicio Geológico de los Estados
Unidos en Pasadena instaló trece estaciones sísmicas cerca de Cholame,
entre San Francisco y Los Ángeles. En cada estación se instaló un
sismómetro de banda ancha en un orificio en el suelo aislado
térmicamente, un ordenador de pequeño tamaño y un panel solar para
proporcionar la energía necesaria al dispositivo. La sensibilidad a los
movimientos de tierra pequeños de los sismómetros de banda ancha
utilizados es muy elevada, característica que los convierte en una
herramienta ideal para detectar temblores y terremotos pequeños. Los
datos registrados durante un periodo de catorce meses se están analizando
en el KIT.
No obstante, el trabajo del equipo comenzó mucho antes de la instalación
de las estaciones sísmicas. Los temblores sísmicos presentan unas
características singulares que los diferencian de los terremotos, por lo que
su detección mediante técnicas tradicionales automáticas entraña más
complicaciones. Para solucionar este escollo, los investigadores del KIT
crearon un algoritmo destinado a automatizar el proceso que permite aislar
este tipo de temblores. Gracias a esta técnica nueva descubrieron más de
2.600 incidencias sometidas en la actualidad a un análisis detallado.
«Además de detectar temblores determinaremos el tamaño o la magnitud
de cada una de las incidencias. Para lograrlo es necesario ubicar con
precisión cada temblor», explicó la Dra. Harrington.

Los geofísicos del KIT también están comparando registros de terremotos y


temblores obtenidos en California con otros del monte volcánico Santa
Helena, situado en la zona de subducción de Cascadia, en el estado de
Washington (Estados Unidos). Entre octubre de 2004 y enero de 2008 el
Santa Helena experimentó una erupción continua con una extrusión
gradual de magma que ha generado la aparición de una nueva cúpula de
lava. Esta erupción gradual dio lugar a una serie de terremotos en fallas de
reciente creación de las que se extrajeron datos.

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