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Orientaciones para niños lentos

Orientaciones generales para tratar niños con problemas de lentitud

1º. En primer lugar, habría que considerar si es necesario realizar una valoración con
profundidad por unos especialistas del problema. Desde mi punto de vista, la evaluación
de la situación debería realizarse cuando el hecho de “ser lento”, afecta de manera
significativa en la vida cotidiana y escolar del niño/a, en la relación con otras personas o
en su estado emocional. Si efectivamente parece que afecta en uno de esos ámbitos,
entonces el niño debería ser valorado.

2º. La valoración pasa, en primer lugar, por descartar algún problema médico, que
normalmente suele estar relacionado con niveles bioquímicos alterados; por el ejemplo
el hierro, tiroides… En este caso, el pediatra sería el primer especialista al que acudir. A
continuación una evaluación psicopedagógica puede orientar las dificultades de
funcionamiento cognitivo (normalmente la velocidad de procesamiento), los puntos
fuertes y débiles del niño. La evaluación psicopedagógica la pueden realizar los
orientadores escolares, psicólogos o neuropsicólogos.

3º. En cualquier caso, una medida a adoptar desde casa consiste en simplificar ciertos
procesos para hacerlos más ágiles: preparar la ropa para el día siguiente la noche
anterior, preparar la cartera, reducir el número de objetos a utilizar (por ejemplo, en
estos casos no es conveniente usar muchos cuadernos o bolígrafos de diferentes
colores). En todos los aspectos simplificar y reducir.

4º. Unido a lo anterior, es conveniente reducir al máximo los distractores. Si un niño es


lento para arreglarse por la mañana, si encima le ponemos la televisión, será todavía
más lento. Puede acelerar la velocidad si le decimos: “cuando te vistas ponemos la
tele…”
5º. Aumentar el tiempo previsto para realizar actividades cotidianas. Si se necesita más
tiempo para vestirse, arreglar la habitación o llegar a un lugar, hay que tener previsto un
cierto margen de tiempo y a veces eso implica madrugar un poco más.

6º. No son efectivas las llamadas de atención continuas y críticas a los niños lentos. No
suelen motivarlos más, al contrario, los desalientan. Es preferible buscar estrategias para
marcarles el ritmo y tener referencias. Por ejemplo, dividirle en pasos las tareas y
marcarle tiempos para cada uno de esos pasos. Las canciones pueden ser un marcador
de tiempo efectivo: “debes recoger la mesa en el tiempo que dura esta canción”.

7º. En el aspecto cognitivo, tareas breves en las que se le pide al niño que intente reducir
los tiempos de ejecución también son una forma de estimular la velocidad de
procesamiento. Por ejemplo, las fichas de atención o de velocidad lectora de la
colección Estimular y Aprender, cuando se siguen las normas que aparecen en la guía
didáctica para mejorar la velocidad de procesamiento, van a resultar efectivas.

8º. Respecto a los niños que son lentos para realizar las tareas escolares hay diferentes
alternativas: - Tener en cuenta la cantidad que se les manda según su ritmo de trabajo -
Simplificar algunos procesos como ejemplo, no obligarles siempre a copiar los
enunciados de los ejercicios. - Dejarle otras alternativas para ciertas actividades:
ejercicios escritos con el ordenador mejor que a mano, pruebas orales… - Secuenciarle
las actividades, esto es, que las realice una a una y las enseñe cada vez que finaliza una
actividad. Si se le deja todo el tiempo para realizar varias actividades es posible que no
lo aproveche.

9º. Por supuesto, en estos casos es clave que el niño duerma lo suficiente y tenga una
alimentación adecuada. Para empezar, puede ser suficiente.

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