You are on page 1of 10
‘TRANSFORMACION DEL SITIO: VEROSIMILITUD Y SACRALIDAD DE LA SELVA Martha L. Canfield Unided y diversidad Existen en le literatura tria y de una nacién ‘otra, elementos unificadores que van creando une continuidad y van dando cheaién a Ino variae litoraturae nacionalee, més alld de lo. clementes de diversidad y de especificidad. Ast lo habfa puesto de manifesto, hace ya cuatro lustros, José Luis Martinez Uno de los elementos unificadores seBalados por él era el paiaje, que adquiere une fsonomfa muy determinada en la novela Marta (1867) de Jorge Isaacs? Especificando atin més, dirfamos que hay sobre todo luna forma del paisaje americano que constituye un poderosisimo elemento cohesionador, y éste es Ia selva, que se manifiesta por primera vez en toda su Potencia, justamente, en Marfa, determinando incluso el surgimiento de un fénero, © subgéneto, el de la novela de la selva. Y asf lo habla demostrado, a fu vex, Lydia de Leén Hazera® Cincuenta aftos después de Marfa, © la configuracion paisajetica de la naturaleza se van a agregar esos elementos que teansforman la perspectivaromintica en realist: el ealory las fiebres, los insectos y las epidemiay las luvias interminables, los males sociales. La selva resulta fntonces meta de ese «movimiento centrpeto» estudiado por Femando Ainsa, ‘que leva a huir de la ciudad para buscar en el interior del continente el propio centro» de renovacién y erecimiento del yo.t TF oat Laie Manner, Unidad y deidad de la erat México, 1972 idem, p12 3 Lyd de Ln Hazer, La novela de a sen Kirpanoamericana, Instat Caro y Cuervo, Bagot ‘Teenanda Aine, Hentidad cular de Peroaméica en su naratva, Gredoe, Madd, 1986, pp. 281318, Javinsameriane, Joagute Monin, 1360 VEROSIMILITUD Y SACRALIDAD DE LA SELVA, 1361 Es bien conocido el papel preponderante que la selva tiene en la narrativa, ‘asf como en la vida, de Horacio Quiroga (1878-1937.5 Menos estudiado, en ‘cambio, es el proceso por el cual ese escenario privilegiado en la mayor parte de sus cuentos se va definiendo, cada vez més, como selva americana y misionera con sus rios Parand y Yabebirf— y ya no hindd o africana, como podie serlo, bajo el influjo de Kipling, en El devorador de hombres (1911) 0 Una cacerta humana en Africa (1913) Y sobre todo e6mo ese mismo escenario se va cargando de significacién simbélica, distinta de la mera referencia regionalista, entonces predominante en Ia narcativa hispanoamericena, para configurarse finalmente en lugar arquetpic. En Quiroga se rednen, por lo tanto, un tema caracterisio y cohesionador de lo hhispanoamericano y una manera nueva de narrar, Est nueva perspective del observador-narradr, ademas, no se agota en él, se prolonga més allé de su obra, {ermentando la nazrativa siguiente hasta lo que se ha dado en llamarla «nueva novela ispanoamericanas, es deci, la que se produce a partir ce los afos cineuenta, ‘Que Quiroga fuera un precursor lo habfa ya senalado Carlos Fuentes en su citadisimo ensayo La nueva novela hispanoamericana, consideréndolo uno de los cuatro fundadores de la nueva narrativa. «El trénsito de la antigua literatura naturalista y documental @ Ia nueva novela diversficada, critica y ambigua», especificabe Fuentes, «lo cumplen [J dos grandes euentistas uruguayos, Horacio Quiroga y Felisberto Heméndez y, a un interesantiimo nivel de humor y contaminacién del lenguaj, los argentinos Macedonio Femandez y Roberto Arts." Su juicio, aot come el que afios antes habla dado Cortésar® sirve para confirmar Ia obra de Quiroga como contribucién estilistica fundamertal desde el valioso punto de vista de dos escritores ampliamente reconocidos: y también para contrarrestar Ja mala fama que de su eseritura habfan difundido algumns ertticos de inclinacién ‘scadémica, injustamente confortades por un apresurado juicio de Borges.? 5 Sino vast Ja hblogralla sabre Quiroga, cons indipensble, para todo lo pubicado hata 1971 a referencia a Walter Rela, Horacio Quiroga. Repertrio Wliogrfiesantado, 1897-1971, Can Pardo, Bueno Aires, 19TI. Otes monoprtin importante puieadan denpus de es Teche evn cad a lo largo de este enuayo. Pam lar brar min recurestes del autor srarenos lat ents niga: ALM: Curntor de amor delcara y de muerte, Ueda, Buenos Aires, 1976 CS: ena dela sels para or nto, Load, Bueno» Aires, 1966; FS: Eset, Losada, Buenos Aires, "AN: Anaconda, Edicion Anaconda, Bucoor Airs, 19%; ED: ET dasiro, Loseda, Buenos 1977; VNA: De la sda de muro animales, Azca, Moleiceo, 1986; LD: Los dered, Babel, Boenos Aen, 1926; MA: EI mas alla (Ttlo de Mav ale modiieado por los eda) Bicones Lata, Buenos Aires, 1952. La flisctn idicade comaponde la presente econ (Cada eucnio en paticuar seit, al menoe In primers vex scompatado dl ato en gue fac oviginalmente pblicado y de ia sila del ie en que fu recog mis tarde ‘Gf Horacio Quiros, Novela arte, ta I de ia see Oba intdtasy devconocidas, deen 1 plen general de Ange! Rama, Area, Montevideo, 1967 "Carin Fueren, La nusve novra Nipanoamercana, Joaquin Matiz, México, 1969, p24 8 Quip, Glial Lynch conoetans fon el iio de erect. Eran everitores de dimension tniventh st pruieonloaistes 0 tices popula: Talo Caen, ~Alganos atpectos del Revita Cana de las Amaia n 15-16, 1962, pp. I-12 ‘S Ekcnbi los coenen que yr hablan vcr nor Poo oKiplingz: Le Borges, itd por Ene Rodrigues Monga, Narradores de te America, tomo I Alf, Master deo, 169, p75, Dari Paci 1362 MARTHA L. CANFIELD Més recientemente, y a partir de la premisa de que ia selva de Quiroga constituye un «4mbito de traseendeneiae, Giuliano Soria ha establecido que en esa misma selva se crea la trama en la que Quiroga habré de introducir uno de Jos elementos destinados a caracterizar Ia literatura hispanoamericana més notable, es decir, el cruce entre lo real y lo fantéstico. Ya. en Quiroga, en efecto, con anticipacién respecto de tantos otros, «lo fantéstico convive con situaciones de crudo realismo> y, siempre segin Sori, Ia exploracion de los Itmites de lo real conducird a Quiroga a esos territorios del sm alld», ignoto complemento de lo conocido, con los cuales eulminars y se cerraré su biésqueda narrative!” ara comprender plenamente cuénto Quiroga se anticipa en el tiempo, habria que sefalar rasgos particulares de su cuentstica, temétice, estructuras y ‘mecanismos narratol6gicos,y confrontar algunos de sus textos con otros de ciertos contempordnens, como s6lo en minima parte se ha hecho hasta ahora! Pero el abjeto del presente ensayo, dando por sentada la modernided y la eficacia cexpresiva dela obra quiroguiana,!® es otro: precisamente, el proceso de maduracién simbélica de Ia selva, me m La selva: regreso a las raices La experiencia existencial y la experiencia literaria de la selva en Quiroga son ia y su obra. Su periplo existencia, indivisibles, asf como son indivisibles su vi I su progresivo alejamiento de las ciudades costeras ~Salto, Montevideo, Buenos Aires~ para interarse en la selva, representa el mismo retorno a las rafces lamericanas que se cumple en su obra. Eligieado a selva como habitat, con las dificultades que ello implica, Quiroga «asume —dice Emir Rodriguez Monegal— su destino americano mds hondo».'* Y en su caso la ambigua y tal vex discutible nailer smaigno> seejamt ji, ate se tte de unt opin generaconl we eae que I plnica Lterars pn reciemtemente qv eden deli neces ones) paras Prefione a Horacio Ques, Racconti d'amore fla di mar, Edi) Rist, Roma, 1987. "© Galiano Sora, «La mealisca. dle, Tnradesone «Horacio Quimga, aire. Hains Solfapll Estos, Chie 1580. pp 89. ‘WGiaiao Sra ha seta Tu dead que Ia naratv fanticaargutina tiene con Quiroga y ha reconcid en La imei de Morel dAdo Bie Casaer Inns fin que wigs 2 ‘he coentor do Quiroga, «El vampzosy=Elpurtanon reogidos en el vlumen Maral (Cf Sa “ll rele Tle accsto El vapie & ltroumericane 6, 198%, pp 57-48). El hecho de que By hye eqn td ifuenia de Quiroga (en entevista pabliada acl pecédion 1 Noto Tengo de Turin 1 19 de jnio de 198), segtn ta pacer, no invalid in tosis de Sora. Con respec Te fnlcnen de Quiros sobre Code ‘ate eataio comparativo al unt di vista naraaagice i Las mses iH Quiegs © Aol {H, Contear, in Le Ting del mondo, Anno LV numer 2, 191 '2 Cainidoplenanente con Robes Ther, que slab «a impr frcionaliad de In palabras te Quiroga el cual squlso les ana expresidndespuad pn ebtener con un misino de medion ‘tn méxinn de efector (abet Te, Pogo a Horacio Quip, SuireIeretura, tm VIl de Te sce Obras ins y desma, Ate, Montesa, 1970, p 8) 1s Emir Rodace Moneel, Geno Fgura de Horacio Quirogs,Eueba, Buenos Aes, 1967 smpliado en Bt deterado,Lasada, Bueno Aven, 1968 ‘Quiros, en Quadern di leteratureibriche © VEROSIMILITUD Y SACRALIDAD DE LA SELVA 1363 expresin «destino americanov 0 sudamericano (que para Borges coincidia con Ia muerte violenta, segin ‘declan en. el. -Poema conjturel>), significa, precisamente fundiro con la irra, Dear la ciudad para abraza Ia selva sigifica Frscar y acaso recuperar la al io que conduce # doe de sus protagonisas alejane de la vida ria para dnterarse cada ver més en la selva. Y sin embargo, algo de hrerencia postive Ie lege a Quiroge del ancestral enemigo: un eoo de le relacén entre el ambiente fico y ls tipos humanos, que Sarmiento estableciera como premisaantrpoldgica a la historia de Facundo y como razén determinate dda existencia de Rosas, aparece en los cuentos del uragusyo y muy nftidamente fen el libro Los desterados (1926), estrveturado ssarmientinamente> en dos partes tituladas «El ambiente y «Los tipos» ‘Cesar Tiempo no tenfa dudes? para él Ia selva empieza a tener existencia literaia con Quirogn: «Quiroga fue evidentemente wn poeta, La selva empers & existz a tomblar, cuando 61 puso sobre ella se manos y x oon. ¥ le dio vor £1 la libero del convencionalismo del «color local ejemplicando.c6mo se transforma en ster loeal. Se intern por un cami que no podré ser desandado yes quien now ha proporeionado el punto de perta.™ La bisqueda de las raees y In definicion de a propia identidad es, como se sabe, ora de ls obssionesconstates de lo hispanosmericanoy tiene seguramente Srigen en la violenta colisién de lo espatl con To indigens, sumentade or las suicesivasoleadasmigratories que han io completando y compliando el panorema ftnico-eultural del Nuevo Mundo, La nostalgia de ls rafces que tiene Quiroge la nostalgia del hombre americano brtalmente separedo de sus origenes. Ese sregron» que ¢l cumple no ere fécil en su momento histrico. Si el impulso que lo guia es comin a muchos esritores que, como él, venian de tna pasa militencia modernsia ~ms 0 menos intensa, més o menos ortodox 1 Gf expeiaimente «El roreny de Anaconda, 1925, LD. 1 Augusto Roa Bass, jo de hombre, Lnada Buenos Aires, 1973 (8 el), pate 1, p79 1 Cesar Tempo, Corts into de Marcio Quip, pesestin¥ ots de Arr Serpo Vises, Diligtse Nacional” Montevideo, 197, 12, idem, p21 1368 MARTHA L. CANFIELD identificar esas rafces constitufa un problema. En el Réo de la Plata, el mundo del «gaucho» o «criollo» lo haba cerrado Florencio Séncher con la tilogia M'kijo «1 dotor (1903), La gringa (1904) y Barranca abajo (1908). Atrés estaba el pasado heroico de Martin Fierro, ahora invertido en el mundo antiheroico de Javier de Viana y de Roberto Payré, con sus paisanos ventajeros, viciosos y delineuentes, Ards quedaba también la invencién de una mitologta uruguaya donde la selva yl indio eran tan falsos como la supuesta base teolégica del Tabaré de Juan YZorrilla de San Martin: la egarra charm, todavia ingenuamente enarbolada por dl deporte nacional o la retérica de Estado, Identificar las rafces con la selva, por lo tanto, 0 mejor elegir la selva como sitio privilegiado del origen, como ‘emblema de la matriz, no era nada previsible. Al contrari: en el Rio de la Plata ‘constitufa una verdadera novedad, Eseuela de realismo ‘Todavia, la selva es para Quiroga mucho més que un tema o un simbolo. Es una ‘escuela de realismo y de indagacién existencal. Tados sus bi6grafos y sus eritices, cesde el amigo Ezequiel Martinez Estrada al devoto estudioso Emir Rodrigues Monegal, a Pedro Orgambide, y otros, han seRalado la huella profunda que dej6 en 61 la primera experiencia de la selva, cuando en 1903 acompans al maestro Lugones, como fotdgrafo, en ls expedicién a Misiones. Le modifieacién personal y llteraria de Quiroga seré, desde este momento, ‘constante y” estard indigolublemente ligada a la selva. Los resabios modernist te Lae arrecifo de coral y de algunos euentos iniciles desaparecerén completamente mientras iré sSmulténeamente constmyéndose una forma esencial y autarquica de vida! y un realismo cada vez més escueto y descamado! que terminard por metamorfosearse 4 su ver en una doble tendencia testimonial™ y parabslica en la que la selva ‘© retrata para trascenderse, se proyecta ms allé de sf misma, como encarnscién ée-une cierta condieién humana orginal. A decir que la selva moldea la persona y el estilo de Quiroga, autométicamente se replantea el problema del catilo. A lo ya dicho agreguemos que el jicio folémico de Guillermo de Torre#® como el ya citado de Borges, estin hoy dia muy superados y que a ello han contribuido especialmente: Ezequiel Martinez Estrada, Emir Rodriguez Monegal# y Nicolés A'S. Bratosevich?” Ya el primero Ts foto que Quiroga, camo Robinson Cruse, we canta odo on lattes ope y la su hijo, la can as embarnciooes, los instramentos de abajo, Vossbn de sper omnia ‘om adelopreisament rbiasaniaa, le atibuye Fernando Aine, ap. ty pp. 268 266, 9G alachadin de pumas, 1907, en ALM. 206f STacuara-Mantdne, 1980, cn LD. 24Gf “Juan Danéne, 1980, en ED. 2 Sustincialmente, que esrb con dealito y que ss concsin er cones; CF Prilogo le ‘ol Aguilar de Cuenta, Made 1990. 22 Eecuiel Marines Extras, El hermano Quiroga, Istituto Nacional de Investigaciones y Archivos Liters, Mosterides, 1957, ed fuer de comeriog Are, T1968, pp. 62-72, 2 Emir Rodrigies Move, Las rates de Horacio Quiroga, Asi, Monerdes, 1961, pp 9-108 25 Nienas A. ratnenich, El elo de Horacio Quitogs tm centn, Credo, atid, 1973 VEROSIMILITUD Y SACRALIDAD DE LA SELVA 1365 habta dejado bien sentado, en su discurso fiInebre, este concepto: «Casi todo lo que se entiende por trégico en su vida y en su obra proviene de que habia climinado sin piedad lo accesorio y ornamental. Cuando la vida.o el arte se ddespojan de sus atavfos, héllase la amarga pulpa de la almendra fundamental».2* yga-Arguedas Fl estilo de Quiroga parece condicionado por lo que de La selva quiere decimno 'oeaencial sin rodeos, lo heroico sin retrieay también « menudo gratuito? randeza de lo insignificante, Ia pureza, la armonfa original; pero también por fo que de la selva resulta en timo término, es deci, la elen tascendida, la selva que es més que ella misma, espacio legendario y mistérico. Hay en Quiroga una mistice de La selva y de La vida salvaje asf como Arguedas desarrollard, un poco més tarde, una mistica del indio y de la vida del ayllu Para ambos la lengua literaria no fue un fin en sf misma sino el producto de un ‘esfuerzo enorme por formular un mundo mds verdadero. Esfuerzo tanto mayor ‘cuanto que el destinatario de este mensaje no es un «cémplices: el blanco para “Arguedas, que habla espanol y casi seguramente ignora el quechua; el hombre de la ciudad para Quiroga. Dicho de otro modo, Arguedas no escribe para los indios y Quiroga no habla de su literatura en San Ignacio. De las novelas de Arguedas se deduce claramente que el indio es mejor que el blanco, més puro. Quiroga caté convencide de que el hombre de la selva, el «desterrado», si no es mejor que el otto es sin dada més verdadero, asf como estd convencido de que la selva tiene el poder de restituir al alma le armonta perdida, Después que se ha establecido en San Ignacio con le primera mujer, Ana Marfa, en 1909, escribe 4 Saldana: «Desde la mitad de mayo tengo una salud privilegiada. Sélo yo sé (qué mal he estado en Buenos Aires y particularmente cuando nos vimos. Tenia tuna sensacién digna de Muftecas: yo no era yo. Hacfa, hablaba, pensaba pero no era yo. Un perfecto desdoblamiento, como el tormento de dormir sabiendo que hay un ladeén en el cuarto y no lo podemos descubrirs. Muchos aftos més tarde, cen 1935, en las cartas a Martinez Estrada trataré (inétilmente) de convencerlo para que se establezca en San Ignacio por un tiempo, o para siempre, porque la selva

You might also like