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Pablo Vila
(Philadelphia, PA)
Introducción
S i bien el rock argentino nació durante un gobierno democrático (la fecha más
o menos oficial es 1965, cuando surgen los primeros conjuntos del género, Los
Gatos Salvajes, Los Beatniks, etc.), al año de su nacimiento ya se había instalado un
gobierno militar. De ahí en más la mayor parte del desarrollo inicial del género (1965-
1985), que, hasta el presente, es su etapa artísticamente más creativa, ocurre durante dos
dictaduras que, conjuntamente, dejaron mas de 30.000 muertos y desaparecidos, la mayoría
de los cuales eran jóvenes.
El presente artículo busca indagar entre esta relación tan compleja que existe entre
dictadura militar y creatividad artística que está en la base del desarrollo del movimiento
musical que prácticamente inventó lo que hoy se ha popularizado como ‘rock en español’.
El fuerte contenido contestatario del género, como así también su impronta de combinar
ritmos nativos (principalmente tango y folklore) con la música de rock están presentes
desde el inicio de este movimiento, que, desde entonces, ha influido fuertemente la música
de raíz rockera del resto del mundo hispano parlante.
Así, el rock nacional vivió catorce de sus primeros veinte años de vida durante
dos dictaduras militares consecutivas, interrumpidas por un gobierno democrático de muy
corta duración, 1973-1976. Sin embargo, los dos períodos dictatoriales no pueden ser
comparados entre sí, a tal punto que el período militar de 1966 a 1973 ha sido caracterizado
como una ‘dictablanda’, esto, por supuesto, cuando se la compara con la violencia desatada
durante el período militar que le siguió, 1976-1983. Esta diferencia, de alguna manera,
también se ve expresada en la producción rockera de la época, las actuaciones de los
principales conjuntos y solistas, la persecución que sufrieron por dichas actuaciones y la
opción del exilio que algunos artistas no tuvieron más remedio que emprender. De ahí
que en el presente artículo sólo me ocuparé de la relación entre rock y la dictadura que se
autodenominó ‘Proceso de Reorganización Nacional’.
Pablo Vila
No te dejes desanimar,
no te dejes matar.
Quedan tantas mañanas por andar
[No te dejes desanimar, Charly García 1976.]
Con el golpe militar de 1976 se termina de instalar el miedo como atributo social:
por miedo la sociedad civil se repliega sobre sí misma en el marco de una situación de
vacío de referentes. Con la intención expresa de redefinir completamente las tradicionales
identidades políticas y sociales, el régimen militar procede a dispersar a la mayoría de los
actores colectivos. La idea es barajar de nuevo y volver a dar, con la intención de que el
nuevo agrupamiento de actores no remede el pasado. Toda forma de reunión colectiva
es peligrosa y por lo tanto se la prohíbe o controla. La restricción de la sociabilidad es al
mismo tiempo el cercenamiento de la solidaridad y la muerte de la política. Así, los partidos
políticos, los sindicatos, las corporaciones industriales y los movimientos sociales se replie-
gan (por propia iniciativa o por imposición militar) de la escena pública. La sociedad, como
un todo, se privatiza. El movimiento juvenil no es ajeno a este acontecer. Por el contrario,
la cultura del miedo lo tiene como protagonista privilegiado: basándose en la figura del
joven sospechoso, la represión se dirige específicamente a este grupo etario: un joven era
sospechoso hasta que probara lo contrario. De esta manera, el grueso de la represión se
descarga sobre los jóvenes, al punto que el 67% de los desaparecidos por la dictadura militar
son jóvenes entre 18 y 30 años. Y mientras el movimiento estudiantil y las juventudes
políticas poco a poco desaparecen como marco de referencia y sustento de identidades
colectivas, el movimiento de rock nacional se afianza como ámbito de construcción de un
nosotros que excede ampliamente los límites de sus seguidores habituales.
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Tiempos difíciles, tiempos creativos: rock y dictadura en Argentina
1
. Pujol, Sergio Alejandro. Rock y dictadura. Crónica de una generación (1976-1983). Buenos Aires, Emecé
Editores, 2005 (Memoria argentina), p. 39. Las golondrinas de Plaza de Mayo fue finalmente prohibida a
comienzos de 1977 y Spinetta entró a figurar en las planillas de artistas prohibidos (ibidem, p. 50).
2
. Cfr. Vila, Pablo. ‘Rock Nacional and dictatorship in Argentina’, en: Rockin’ the Boat. Mass Music and
Mass Movements, editado por Reebee Garofalo, Boston (MA), South End Press, 1992, pp. 209-229.
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Los recitales aparecen como rituales a partir de los cuales se constituye una colectivi-
dad y también ámbitos privilegiados de comunicación entre los jóvenes «[…] hacia donde
se desplazaron, fuera de la poco atractiva y creíble escena oficial, las prácticas comunicati-
vas en que los argentinos buscamos defender el sentido de la vida y de nuestra historia»3.
Por supuesto, la represión forzó a los músicos a cambiar muchos de los contenidos de las
canciones, pasando de una mención directa de algunos temas a las alusiones, metáforas y
otras figures en un intento de narrar la vida cotidiana durante los años de plomo. Debemos
recordar aquí que, a partir del golpe militar, al rock:
El rojo más espeso era para la canción escrita por Charly García que
daba título al disco. Si Gieco quería incluirla […] debía introducirle algunos
cambios. Por ejemplo: no podía cantar esa parte que decía «he muerto muchas
veces acribillado en la ciudad». Debía sonar, en cambio: «He muerto muchas
veces rodando sobre la ciudad» […]. En Chacareros de dragones, canción dedicada
a Víctor Jara [asesinado por la dictadura de Pinochet], la compañía se mandó la
picardía de regrabar la voz de León en un segundo plano, para que la letra no
se entendiera bien, sobre todo la parte en la que decía «Allá donde quedó estre-
llada/la raíz de un pueblo con sus profetas muertos» También hubo problemas
con La historia ésta, Canción de amor para Francisca, Señora de los llanos y Tema de
los mosquitos. Esta última decía que «todas las abejas y todas las ovejas/fueron
masacradas por la gran araña». Demasiado explícito6.
Por supuesto la censura era burlada en los recitales en vivo, de ahí que los mismos
fueran tan importantes para este período tan oscuro de la vida de los argentinos. Como
3
. Landi, Oscar. ‘Cultura y política en la transición a la democracia’, en: Crítica y Utopía, x/xi (1983),
pp. 71-91: 81.
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. Esta afirmación es un poco exagerada. En realidad no es que desapareció completamente de esos
medios, sino que se restringió bastante su presencia en los mismos.
5
. Pipo Lernoud, citado en Beltrán Fuentes, Alfredo. La ideología antiautoritaria del rock nacional, Buenos
Aires, Centro Editor de América Latina, 1989 (Biblioteca política argentina, 278), p. 61.
6
. Pujol, Sergio Alejandro. Op. cit. (vea la nota 1), p. 55.
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Tiempos difíciles, tiempos creativos: rock y dictadura en Argentina
bien dice Pujol, «Era verdad que los cambios impuestos por la censura no alteraban el senti-
do original de las letras, porque el número en vivo aclaraba las cosas. El recital era entonces
otra dimensión de la realidad, una dimensión rectificadora»7.
Pero también corresponde al movimiento de rock nacional el haber creado, en los
años más duros de la dictadura, un medio de comunicación de las características del Expreso
Imaginario que, con una nada despreciable tirada de 15.000 ejemplares, se propone, a través
de su primer editorial, de agosto de 1976, «[…] llegar a los espacios no anquilosados de la
mente, que todavía conserven a través de la música, la poesía, y el amor, la frescura sufi-
ciente para contener sentimientos de vida». Es tan importante el fenómeno comunicativo
que se genera alrededor del Expreso, que su sección más importante (esto dicho por todos
mis entrevistados y por su director, Jorge Pistocchi) es el Correo de Lectores.
Como ámbito de afianzamiento del ‘nosotros’, el Correo desnuda las reocupaciones
de los jóvenes en ese momento:
[…] el Expreso […] juega muy en serio en romper el miedo del mundo, a que-
brar las aberrantes mentiras. [Daniel, noviembre 1976.]
Ustedes […] Son los que vienen bien […]. Son casi una pequeñita van-
guardia en estos momentos […]. [Laura, septiembre 1977.]
[…] es lindo encontrar a alguien que piensa como uno […] y que por medio de
esta revista podamos comunicarnos. [Mariana, julio 1977.]
Con (cartas como ésta) me doy cuenta que somos muchos […] los que
estamos en la misma senda. [Juan, agosto 1977.]
De esta manera el Expreso Imaginario rompe, así como a otro nivel lo hacen los re-
citales, con el monopolio del discurso que intenta instaurar el régimen, inaugurando una
. Ibidem.
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Tiempos difíciles, tiempos creativos: rock y dictadura en Argentina
Ese «no pensarse como joven» como única forma de evitar la locura que propone Paranoia
y soledad, es una atroz toma de conciencia de cómo la dictadura militar interpelaba a los
jóvenes durante el Proceso. A su vez, el reforzamiento de la autoridad dentro de la familia
durante el período es otro claro ejemplo de lo que estamos discutiendo. En este caso, tal
negación del rol del joven en el hogar lleva a que el mismo sea equiparado con el niño.
Por ejemplo, las agencias de publicidad decidieron por varios años no poner jóvenes como
figuras centrales de sus avisos comerciales, porque sus estudios de marketing mostraban que
la imagen del joven era muy problemática:
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. O’Donnell, Guillermo. ‘Democracia en la Argentina: micro y macro’, en: Proceso, crisis y transición
democrática. 1, editado por Oscar Oszlak, Buenos Aires, Centro Editor de América Latina, 1984 (Biblioteca
política argentina, 45), pp. 13-30: 28.
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Pablo Vila
Pero también los partidos políticos que habían sido fuertemente desafiados por la
juventud en el período inmediatamente anterior al golpe de 1976, empiezan un proceso
de cuestionamiento y negación de sus juventudes partidarias. El movimiento peronista,
por ejemplo, disuelve su rama juvenil durante estos años, debido a que ésta estuvo durante
mucho tiempo relacionada con el proyecto político de la guerrilla montonera.
Al enfrentar este tipo de situación, la negación de la identidad joven, el rock na-
cional, interpelando a los jóvenes como jóvenes, conformó y consolidó una particular
identidad colectiva juvenil. Así, si algunas de las letras que resumen la situación vivida
por los jóvenes en al período fueron importantes, mucho más importante resultó el mero
hecho de la interpelación a un actor al cual estaba prohibido interpelar como tal, el dar
un nombre a algo a lo cual le era negado un nombre, el valorar una palabra, joven, a la
cual el gobierno militar había equiparado con lo demoníaco. Como bien lo expresa una
crónica de recitales de la época: «Era como si el Luna Park significara una cita de reen-
cuentro, más que la debilidad por ir a ver a tal o cual conjunto. ‘Somos nosotros, esta-
mos aquí’, parecían decir con su presencia las doce o catorce mil personas que llenaban
el lugar» (Expreso Imaginario, Agosto 1976).
¿Puede entonces sorprender que en esta particular combinación de identidad, género
musical e ideología, el grupo más importante del período que estamos considerando, Serú
Girán (apodados los Beatles argentinos) haya sido, dada la historia previa de sus integrantes
y lo ecléctico de su repertorio, una especie de síntesis de todo el pasado rockero con sus
diferentes estilos e ideologías? Así, los cuatro miembros de Seru Girán representaban a muy
diferentes ramas del movimiento, muchas de ellas en su momento enfrentadas entre sí.
Tampoco es casual que Serú Girán haya contado entre sus adherentes con representantes
de todas las vertientes rockeras.
Si para la lógica de la dictadura había relación entre movimiento de rock y sub-
versión (como ya se vio en el citado discurso de Massera), la cuestión era desarticular el
circuito de los recitales, dado que éste era el ámbito privilegiado de constitución del ‘no-
sotros’ del movimiento. El accionar sobre el circuito de los recitales tiene distintas facetas,
y se cumple en varias etapas. En primer lugar, ya a fines de 1976 y principios de 1977, se
comienza a boicotear la realización de los encuentros de menor envergadura. La bomba
de gases lacrimógenos que estalla en el recital de Alas en el cine Ritz de Belgrano es un
ejemplo de este tipo de accionar. Luego, sobre todo en los primeros meses de 1977, se in-
crementa la represión policial en los grandes encuentros del Luna Park. Cientos de jóvenes
detenidos por averiguación de antecedentes son literalmente ‘arreados’ antes y después de
cada evento. Y, por fin, se ‘recomienda’ a los propietarios de salas de espectáculos que no
alquilen las mismas para recitales de rock.
El movimiento intenta refugiarse en pequeños escenarios, principalmente de cole-
gios y sindicatos, no obstante lo cual la ofensiva es de tal envergadura que hacia fines de
1977, ante la imposibilidad de hacer recitales, gran parte de los conjuntos se disuelve,
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Tiempos difíciles, tiempos creativos: rock y dictadura en Argentina
y los principales músicos deben emigrar al exterior para poder seguir trabajando. Así,
hacia el año 1978 ya han emigrado Miguel Cantilo, Edelmiro Molinari, Pappo, Los
Jaivas, los miembros de Crucis, Alex Zuker, Miguel Abuelo, Moris, Billy Bond, Claudio
Gabis, Javier Martínez, Gustavo Santaolalla, los integrantes de Aquelarre y Crucis, Litto
Nebbia, etc. Otros músicos, si bien no emigran, se toman un largo sabático, como es el
caso de León Gieco.
Los motivos de la partida fueron diversos, pero todos tenían como común denomina-
dor algún tipo de amenaza, encarcelamiento y/o imposibilidad de tocar su música porque
la misma o el autor formaban parte de las innumerables listas negras del Proceso. Así, por
ejemplo, Santaolalla, antes de partir rumbo a Los Ángeles a principios de 1978 da una
entrevista al Expreso Imaginario donde expresa su frustración por la forma en que los medios
le habían cerrado las puertas al rock, y, con mucha lucidez, dice lo siguiente: «Parece que
hubiera dos países luchando entre sí […] Uno de viejos contra uno de jóvenes, y en este
momento el último pareciera ir perdiendo la batalla»10. Luego de un comienzo sumamente
difícil en Los Ángeles Santaolalla se transforma en el principal productor de conjuntos
de rock en español latinoamericanos y gana dos Oscares consecutivos de la Academia de
Hollywood por la música que compuso para Secretos de la montaña y Babel.
León Gieco, no por casualidad, fue uno de los músicos que más problemas tuvieron
con los militares. Ya me he referido a la censura que sufrió su disco El fantasma de Canterville.
Pujol nos relata una experiencia que tuvo León en 1978:
Una tarde de marzo, alguien lo llamó por teléfono para avisarle que se
cuidara, que los Servicios [de inteligencia del Estado] sabían a que jardín de
infantes iba su hija Liza. Era una voz de mujer. Hablaba pausadamente, en un
tono más de consejo que de amenaza. «Esto es lo que te conviene». «Andá con
cuidado, yo sé lo que te digo». «Para que arriesgar a tu hija». «Estos tipos son
peligrosos, no se detienen ante nada»11.
Ante este tipo de amenazas y la imposibilidad de componer temas nuevos por temor
a la censura («Voy y reviso letras y me digo esto no va a pasar, entonces es como que tuve
que castrarme y perdí un poco las ganas de componer» le cuenta a un amigo en marzo del
’7812), Gieco decide hacer una gira de un año por Latinoamérica y los EE.UU. Algo similar
le ocurre a Litto Nebbia. Su nombre aparece en varias listas negras, se le hace cada vez
más difícil aparecer en los medios. Al mismo tiempo varios de sus recitales se levantaron
a último momento sin ningún tipo de explicación, y los que no lo fueron, como los que
realizaba en Rock and Pop una vez por semana, eran constantemente visitados por la
10
. Pujol, Sergio Alejandro. Op. cit. (vea la nota 1), p. 86.
11
. Ibidem, pp. 81-82.
12
. Ibidem, p. 83.
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policía, que se llevaba a muchos parroquianos presos, y sus discos dejaron de pasarse por la
radio. A su vez Nebbia comienza a ser detenido él mismo en varias oportunidades:
La última antes del viaje fue una especie de chupada. Estuvo tres días
detenido en un centro clandestino de Puerto Madero, con diez tipos alrededor
que lo abrumaron con preguntas. Finalmente pudo irse a su casa, pero le retu-
vieron 20 días el pasaporte13.
Algunos de estos músicos regresaran a los pocos años. Para otros esto no será posi-
ble porque han sido catalogados por los militares como ‘elementos altamente sediciosos’.
Este es el caso del guitarrista de Invisible, Tommy Gubitsh, quien luego de ser detenido
y amenazado, decide irse a Europa acompañando a Astor Piazzolla. Cuando quiere re-
gresar no lo puede hacer ya que su pasaje de vuelta es confiscado por la Embajada argen-
tina en Paris14. De esta manera, el año del mundial de fútbol, encuentra al movimiento
de rock nacional replegado sobre sí mismo y a los militares gozando de cierta legitima-
ción que duraría un par de años.
Así, las grandes movilizaciones populares que concitó el mundial de fútbol, el auge
del ‘compre importado’, los viajes de cientos de miles de argentinos por el exterior,
las calcomanías que rezaban ‘Los Argentinos somos derechos y humanos’ pegadas en
los vidrios de los autos, etc., hablan de la obtención de cierto consenso por parte del
gobierno militar y de su proyecto de redefinición de los actores sociales tradicionales. El
movimiento de rock nacional no logra sustraerse a este embate, y como la gran mayoría
de los actores colectivos contra los cuales acciona el Proceso, se privatiza. Debe, además,
combatir contra otro fenómeno adicional que le disputa su campo privilegiado: la música,
porque hacia fines de 1977 estalla la ‘Fiebre del sábado a la noche’ y la música-disco, de la
mano de los Bee Gees, Donna Summers, etc., inunda el panorama musical. La discoteca
reemplaza al recital. El baile sustituye al canto. El inglés al castellano. La incomunicación
a la comunicación. La sensación que embarga a los participantes del movimiento, es que
el rock nacional se muere.
¿Que está pasando con nuestra música? ¿Se ha paralizado toda la fuerza
del 76? […] yo creo en este movimiento. Y si alguna vez fuimos tantos divir-
tiéndonos, debemos ser mas o menos los mismos para ayudar a sacarlo de este
[…] caos. [Silvia, Correo de Lectores, Expreso Imaginario, febrero 1978. Nota de
los editores: Todos los músicos (como también nosotros) estamos pasando por
un extraño período de confusión.]
13
. Ibidem, pp. 101-102.
14
. Ibidem, p. 28. Otros músicos optan por el exilio interno. Tal es el caso de Patricio Rey y sus
Redonditos de Ricota quienes, a partir de la detención y tortura de uno de los integrantes de su entorno (el
dibujante Ricardo ‘Mono’ Cohen) decide separarse momentáneamente y radicarse en el interior del país.
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Tiempos difíciles, tiempos creativos: rock y dictadura en Argentina
Los partícipes del movimiento quedan atrapados en un clima de orfandad que tiene
su reflejo en las innumerables cartas que sobre el tema se publican en el Correo de Lec-
tores del Expreso. Es tal el sentimiento de gestación propia, que aún el frasco es atribuido
a causas internas.
Los años duros los hacemos entre todos. Este que pasó fue un año duro,
porque cada vez menos gente fue a los recitales, cada vez se hicieron menos re-
citales […]. En fin, el público y los músicos parecen haber perdido contacto […]
las ‘épocas doradas’ de Luna Parks llenos, y fe, amistad y ‘movimiento’ parecen
haber aflojado, un poco por culpa de todos nosotros […]. Se habla de la ‘muerte
del rock’ como si fuera algo externo, no algo que depende de todos […]. [N.
de la R., Correo de Lectores, Expreso Imaginario, abril 1979.]
Pareciera ser que el clima que envuelve a la mayoría de la población, y cuyo mo-
tivo es la realización del mundial de fútbol, alcanza también al movimiento de rock. La
algarabía (no exenta de agresividad), el chauvinismo (antes inexistente en el ámbito de
la música joven), y en algunos casos, directamente la violencia se hacen presentes en los
recitales de rock, y reemplazan el clima de solidaridad-encuentro que siempre los había
caracterizado. El movimiento de rock nacional no logra sustraerse al doble juego de re-
presión / consenso que desarrollan los militares, y ve menguada su capacidad como actor
colectivo al ‘individualizarse’ (o colectivizarse en función de otros referentes) muchos
de sus participantes.
El individualismo reemplaza a la solidaridad, el consumo privado a la sociabilidad.
Hacia 1978/1979, el modelo de sociedad propugnado por el Proceso (personas que con-
vergen como individuos en el mercado, despojados de sus connotaciones históricas ligadas
a actores colectivos) parece imponerse a aquel otro que guió las utopías del rock y que,
de alguna manera, era ‘ensayado’ en los recitales (personas relacionándose solidariamente a
partir de dar amor, que se sienten partícipes de un mismo movimiento).
No obstante, si esto es Io que ocurre en el ámbito de lo público, el rock nacional
logra conservar en esta etapa algunas instancias que lo sostienen como movimiento. Una es
el Expreso Imaginario, y otra el pequeño grupo de amigos.
[…] es lindo saber que por lo menos una revista como el Expreso está funcio-
nando, que mantiene a la gente sabiendo que no están solos, que pone un poco
de calor-calor, amor-, que ayuda a la esperanza, que aminore el karma de los
argentinos. Con amor Rama Ran. [Rama Ran, Correo de Lectores, Expreso
Imaginario, enero 1978.]
Amo a la revista […] ese pedazo de vida que nos alienta a seguir tirando
para adelante. [Horacio, Correo de Lectores, Expreso Imaginario, abril 1978.]
11
Pablo Vila
[…] la Revista atesora las expectativas mensuales de mucha gente que aspira a
cambiar el orden establecido de las cosas, aún sin saberlo. [Ernesto, Correo de
Lectores, Expreso Imaginario, abril 1979.]
Estos comentarios (e innumerables más del mismo tono) surcan las páginas del Correo
de Lectores del Expreso por esos años. En un período signado por la pérdida (en el ámbito
de lo público) de los contenidos históricos del movimiento, la revista funciona como res-
guardo de los mismos, a partir de sus notas, sus comentarios y, fundamentalmente, por la
función de intercambio y de comunicación (ese saber que ‘hay alguien más’) que cumple
el Correo de Lectores.
La idea del Expreso. […] fue crear un medio que sirviera de contacto de
distintos grupos creativos […] la idea era fortificarnos, apoyar a los músicos,
apoyar los festivales y los recitales como lugares de encuentro. Encaramos
como pudimos una especie de resistencia. Pero suponéte: durante el mun-
dial nosotros no hablábamos del mismo, hicimos como si no existiera […]
seguíamos con nuestra conversación. [Jorge Pistocchi, director del Expreso,
entrevista del autor.]
O a través de las guitarreadas, cantando las canciones que los interpelaban como
jóvenes como primer paso para recuperar una identidad que los militares habían tratado de
destruir, simbólica y realmente.
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Tiempos difíciles, tiempos creativos: rock y dictadura en Argentina
En un momento en que se dice […] ‘el rock está muerto, acá no pasa nada’,
recordamos el Luna Park los días 29 y 30 de mayo, y sacamos como conclusión
que muere quien quiere morir. Esos días se vio que acá no murió nada […] es
distinto muerte a incomunicación […] se acabó el lamento: ‘Está todo muerto’
¿Es que acaso no estamos vivos? [Editorial de Mordisco, julio 1979.]
15
. Alabarces, Pablo. Entre Gatos y Violadores. El rock nacional en la cultura argentina, Buenos Aires,
Ediciones Colihue, 1993 (Colecció n Signos y cultura, 3), p. 67.
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Volver a las fuentes para salir de un período oscuro era la consigna que se planteaban
los exponentes más representativos del movimiento cuando decidieron intentar una nueva
conquista del espacio público, habiendo ya conquistado el privado y las prácticas cotidianas
de miles de adolescentes que conocían de memoria sus canciones. Recuperar la esencia,
las banderas históricas que ‘se diluyeron un poco’ en el período en que el Proceso parecía
haber logrado imponer su proyecto de redefinición de los actores sociales; demostrar que
el movimiento no ha desaparecido y que la masacre había dejado sobrevivientes: «¿Es que
acaso no estamos vivos?». Y continuar transitando el camino que lo llevara a ser el referente
de un amplio sector de la juventud.
Vuelve a aparecer la idea de espacio libre, propio: esa ‘región de poesía y música’.
Y a dicho ámbito le cabe la tarea de ‘desbaratar’ el camino que el sistema (en este caso
el Proceso) quiere imponer a los jóvenes, y a la vez también debe ‘iluminar’ el pro-
pio. Porque la generación a la cual hay que cantar ha sido una generación ‘fumigada’.
Y Almendra puede hacerlo ya que ‘nació en un terreno tan fangoso como el de hoy’,
donde también gobernaban militares autoritarios, y donde la realidad ‘socio-económico-
emocional era depresiva’.
Todo esto es lo que reza la proclama que difunde Almendra con motivo de su
vuelta. Lo sorprendente es que lo hace anticipando lo que está por venir, pues la visión
de ‘un terreno fangoso’ se hace patente para el grueso de la sociedad argentina (que por
esos años se movía tan al compás de la realidad económica) sólo un año después, en 1980,
cuando «[…] el fracaso de la política económica, el consecuente alejamiento político de
sectores empresarios anteriormente cercanos al régimen y el creciente descontento social
habían agudizado los desacuerdos internos y la lucha por el poder en el seno de la cor-
poración militar»16.
Y los recitales de Almendra fueron un éxito rotundo: 14 conciertos en todo el país
para cerca de 70 mil personas:
16
. Fontana, Andrés. Fuerzas Armadas, Partidos Políticos y transición a la democracia en Argentina, Buenos
Aires, Centro de Estudios de Estado y Sociedad, 1984 (Estudio CEDES), p. 11.
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Tiempos difíciles, tiempos creativos: rock y dictadura en Argentina
[…] más de treinta mil personas y muchos más que no pudieron entrar […]. No
fuimos a ver a un artista extranjero. Fuimos a vernos a nosotros mismos; mar-
ginados por los medios de difusión, confundidos por las demás generaciones.
Así fue como el aplauso también fue hacia adentro, hacia nosotros mismos […].
Junto a Almendra pudimos decir: acá estamos. Que tenemos nuestra cultura,
nuestro espacio […] todos con ganas de saber que estábamos juntos, presentes,
sintiéndonos parte de algo […]. [Ralph Rothschild, Mordisco, enero 1980.]
17
. Lechner, Norbert. ‘Especificando la política’, en: Crítica y Utopía, viii (1982), pp. 31-52: 47.
18
. Citado en Pujol, Sergio Alejandro. Op. cit. (vea la nota 1), p. 138.
19
. Ibidem, pp. 147-148.
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Pablo Vila
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Tiempos difíciles, tiempos creativos: rock y dictadura en Argentina
En mayo Manal con su regreso da una vuelta más de tuerca en el camino de recobrar
la identidad.
Morís (otro de los ‘padres fundadores’ del movimiento), regresa de España luego
de un largo exilio y hace su recital en Obras el 15 de noviembre. La sorpresa de la noche
la constituye el público, compuesto en su mayoría de jóvenes que no lo conocieron, no
obstante lo cual cantaban todos sus temas de memoria (muchos de los cuales estuvieron
prohibidos y fueron retirados de las bateas de las disquerías).
‘¿Qué quieren que cante?’ Pregunta Moris. ¡De nada sirve! vocifera el
público […]. ¡De nada sirve! ¡De nada sirve! corea la gente con decisión […]. La
proclama popular crece hasta niveles ensordecedores […]. ‘No voy a cantarlo’
dice Moris […]. ‘Pero haz algo chaval’ dice su empresario español, ‘¡o romperán
el estadio! Estos tíos están locos’. Moris sale y rasguea los primeros acordes de ¡De
nada sirve!. El estadio vibra. Canta algunas estrofas con timidez, acompañado por
cinco mil voces seguras. [Pipo Lernoud, Expreso Imaginario, diciembre 1980.]
más festejadas como Canción de Alicia en el país («Estamos en la tierra de nadie, pero es
mía. Los inocentes son los culpables, dice su señoría, el rey de espadas. No cuentes que
hay detrás de aquel espejo, no tendrás poder, ni abogados, ni testigos»), Inconciente colecti-
vo o José Mercado; y, fundamentalmente, la aparición de cánticos contra el gobierno (que
comenzaron con el futbolero: ‘¡el que no salta es un militar!’), implican el surgimiento
de un ámbito de disidencia que era valorado como tal por los componentes más lúcidos
del movimiento.
El rock nacional […] sigue siendo el único cuerpo más o menos es-
tructurado desde el cual se ejerce el siempre solitario y sacrificado papel de la
disidencia. Una disidencia cultural y de vida […]. Lo que está propuesto simple-
mente es un ejercicio de libertad, donde las únicas herramientas admitidas son la
autenticidad y el talento […]. Los jóvenes llegan al rock huyendo de la mentira
y la falsificación, buscando comunicarse de una forma más o menos humana, en
un medio donde los únicos lugares de reunión tolerados parecen ser las canchas
y las discotecas. [Claudio Kleiman, Zaff!, junio de 1980.]
Dicho ámbito también es detectado por el Proceso, que preocupado por la cre-
ciente masividad del fenómeno contestatario, incrementa la represión. A partir de agosto
de 1980, las páginas del Expreso y Zaff! están repletas de alusiones y testimonios referidos
a la acción policial en los recitales. También algunos de los músicos son directamente
amenazados de muerte, como es el caso de León Gieco, participante activo, para esta
época, de distintos actos anti-dictatoriales (como conciertos a beneficio de los profesores
que quedaron sin trabajo al ser cerrada la Universidad de Lujan) en los cuales cantaba
canciones bastante directas contra lo que estaba ocurriendo, como La cultura es la sonrisa,
en donde, entre otras cosas, decía que la cultura: «Sólo llora en un país donde no la pue-
den elegir/Sólo llora su tristeza si un ministro cierra una escuela/Llora por los que pagan
con el destierro o mueren por ella». Esto no pasa desapercibido y Gieco es citado por el
general Montes, del Primer Cuerpo de Ejército:
- Usted anda cantando por ahí que queremos cerrar facultades y que Cachito
llegó de Corrientes para pelear en una guerra injusta que Dios debería impe-
dir…
- Son canciones diferentes…
- Mire, Gieco, conmigo no se haga el vivo. Le juro que si usted vuelve a cantar
canciones de protesta, yo personalmente me encargaré de pegarle un tiro en
la cabeza, ¿Entendió? — Y para darle más convicción a la amenaza, Montes
extrajo una pistola del cajón del escritorio y la dejó ahí arriba, como en espera.
Enmudecido y sin levantar la vista del suelo, León retrocedió raudamente hasta
la puerta por la que había entrado. Justo iba a salir, cuando el general volvió a
hablarle:
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Tiempos difíciles, tiempos creativos: rock y dictadura en Argentina
[…] las letras de las canciones son una flecha apuntada directamente a los cere-
bros adormilados, una síntesis que encuentra su cumbre en temas como Alicia
[…] hoy Charly García tuvo cuarenta mil voces en vilo gritando ‘No se banca
más’ frente a las cámaras de ATC […] [el canal de televisión estatal]. [Pablo
Perel, Zaff!, diciembre de 1980.]
Obviamente que el ‘No se banca más’ no fue suficiente argumento para evitar que la
policía reprimiera a la salida del recital, y siguiera reprimiendo en lo sucesivo. Sin embargo,
a partir de ese momento, la acción policial no va a ser la única relación que se establezca
entre el Estado y el rock nacional, porque la naciente administración militar, en concor-
dancia con su política más general, se plantea una estrategia de diálogo con el movimiento.
Tal redefinición de la relación militares-sociedad civil no podía dejar de tener en cuenta al
actor social que mayor crecimiento había demostrado en 1980: el movimiento de rock na-
cional. El proyecto de Viola parecía un intento de sentar las bases de un futuro Ministerio
de la Juventud y había visualizado en el movimiento de rock a un interlocutor válido para
que participara en la apertura política en su renglón específico: los jóvenes. Contribuían
a desarrollar el proyecto de más largo plazo, la edición de una revista de música (bautiza-
da Oxígeno) que se distribuiría gratuitamente en los colegios secundarios gracias al aporte
‘desinteresado’ (vía publicidad) de diversos organismos estatales; y también la creación
de un ‘tren musical’ que recorrería el interior llevando a los principales músicos de rock.
Para motorizar estos proyectos el gobierno de Viola, a través de Ricardo Olivera, invitó
a varios músicos y empresarios de rock a una ronda de conversaciones. Acudieron a las
mismas Charly García (quien despotricó contra la censura), David Lebón (que se quejó de
la represión en los recitales), Rodolfo García, León Gieco, Luis Alberto Spinetta, Daniel
Grinbank, y Jorge Pistocchi, entre otros.
Pero a diferencia de los partidos políticos, que «[…] contribuyeron a mantener la
estabilidad relativa del gobierno de Viola mediante una política de moderación y conten-
ción de la hostilidad antimilitarista […] (de manera que) no se produjeran críticas ofensivas,
denuncias, ni ataques frontales contra el gobierno militar […]»22, el movimiento de rock
nacional (tal vez por su misma inorganicidad) no sólo no detiene su embate contra la dic-
tadura, sino que lo incrementa: el «Se va a acabar […]» reemplaza paulatinamente al «El
19
Pablo Vila
que no salta […]». De ahí que no llame la atención que dos exiliados que reingresaron al
panorama musical local, Piero y Miguel Cantilo, deban rever su idea original en cuanto al
mensaje que querían brindar, por pedido expreso de su público. Así,
Cantilo viene con una propuesta literaria totalmente despojada del es-
píritu crítico y contestatario por el que era conocido; a su vez, con una música
aún no aceptada en nuestro medio (la new wave). Tampoco está al tanto de lo
que ocurre en los recitales de rock. Y es abucheado por la gente, que además
le arroja proyectiles (festivales de La Falda y Primarock). Esto sucede porque
el público espera oír de él sus viejas canciones de protesta (pero tan actuales),
o nuevos temas donde, como en el pasado, denuncie la oprimente realidad. Y
Cantilo es, entonces, impelido por el público a desempolvar La marcha de la
bronca, y otras viejas canciones contestatarias, y a formar nuevamente el grupo
Pedro y Pablo23.
En realidad, padres no: portavoces. Los músicos son los que, como expresa Carlos, em-
pleado, 30 años: «te vuelven a poner en la boca palabras claves, y ya te animás a decirlas. Di-
cen cosas que vos querrías decir», o son los «líderes de opinión» de Jorge, cadete, 22 años. Los
músicos son también personajes públicos a los que se pide que, además de cantar, hablen.
EI: Yo, por ejemplo, siempre escucho pibes que entre tema y tema gri-
tan: ¡Hablá, Charly!
Nito: ¡Pero eso es una manía […]! ¿A qué vas a los recitales, a escucharlo
hablar o a escuchar la música? […] En una de esas, el músico dice algo que ya
sabe todo el mundo, que es obvio, y el tipo dice: ‘ah, mirá qué lindo’, ¡qué cosa
dijo!; lo que pasa es que era algo que el tipo pensaba y se ve reflejado, el músico
lo dice por él […]. [Reportaje a Nito Mestre – ex compañero de Charly García
en Sui Generis, Expreso Imaginario, diciembre 1980.]
20
Tiempos difíciles, tiempos creativos: rock y dictadura en Argentina
tarios cada vez más crecientes (exigidas por el propio público) y un alto clima antimilitar en
las tribunas24. Los componentes más representativos del movimiento saben con precisión
qué terreno están pisando y cuál es su función.
[…] la gente está esperando un tipo de mensaje […] necesita fuerza, vitalidad
[…] y en las letras denunciamos cosas […]. Y hacemos todo lo que podemos
para que la gente salga dada vuelta […] y no necesitan un mensaje que diga ‘¡hay
que hacer esto […]’.
EI: ¿Entonces no hay un mensaje claro?
No, el mensaje es lo que está sucediendo.
[Entrevista a Charly García, Expreso Imaginario, diciembre 1981.]
Es que los actos de masas de los movimientos sociales representan fines en sí mismos,
la música sólo es una excusa. Un recital en el cual los temas se aplauden más apenas son
reconocidos sus primeros acordes que al finalizar, habla a las claras de que la música está
cumpliendo una función distinta a la estética. Y si por un lado queda claro que lo impor-
tante es lo que está sucediendo en el performance de los recitales, que el mensaje es lo que
está sucediendo, en palabras de Charly García, esto no quiere decir que el período en cues-
tión carezca de letras que denuncien lo que ocurrió durante la dictadura. Así, las canciones
que podemos mencionar como importantes para este período pre-Malvinas son Sólo le pido
a Dios (1979 — escrita en oposición a la posible guerra con Chile de finales de los 70s) y
Continentes en silencio (1979), de León Gieco,
24
. 1981 también vio nacer al grupo punk Los Violadores que se hacen bastante populares con un tema
llamado Represión.
25
. Landi, Oscar. Op. cit. (vea la nota 3), p. 82.
21
Pablo Vila
22
Tiempos difíciles, tiempos creativos: rock y dictadura en Argentina
hondamente el sentimiento de todos los argentinos, «[…] los conflictos políticos do-
mésticos y refundar las bases de legitimación de un proyecto político autoritario[…]»28.
Además de ser un intento de aglutinar a las instituciones militares que presentaban un
creciente conflicto interno.
Ante una invitación de las autoridades militares a realizar un concierto de músicos
de rock con motivo de la guerra, el movimiento responde con el ‘Festival de la Solidari-
dad Latinoamericana’, el 16 de mayo, en el estadio de Obras Sanitarias. Un doble propó-
sito lo guía: ratificar una voluntad de paz, y prestar algún tipo de ayuda a las necesidades
de los jóvenes acantonados en el sur, amigos, hermanos, compañeros de los 60.000 chicos
y chicas que se acercan a Obras para colaborar con pulóveres, pañuelos, cigarrillos, ropa
de abrigo, etc.
[…] el rock nacional […] fue el primer grupo de gente que cantó algo de paz
en el momento de una guerra, en un momento que había un miedo terrible a
hablar de la paz porque estaban todos los milicos copados con la guerra. El rock
nacional fue el primero al que se le ocurrió hacer un festival por la paz, y decirle
no, loco, lo que están haciendo está mal […] eso para mí es el sentimiento del
rock. [Rubén, estudiante, 23 años, entrevistado por el autor.]
A partir de allí no hay más confusión. Todos saben a qué vino aquél que tienen
al lado, porque como dice Gieco: «Solo le pido a Dios/que la guerra no me sea indife-
rente./Es un monstruo grande y pisa fuerte/toda la pobre inocencia de la gente». Todos
28
. Ibidem, p. 30.
29
. Es justamente por esta posible utilización de parte de los militares del festival para sus propios objetivos
militaristas que algunos músicos de rock se niegan a participar. Este es el caso, por ejemplo, de Virus, quienes
al tener un hermano desparecido no estaban dispuestos a poner su nombre al lado de los que habían matado
a Jorge Moura. Liíto Vitale y MIA no sólo no aceptan la invitación sino que también intentan organizar un
concierto en Ushuaia contra la guerra. Pujol, Sergio Alejandro. Op. cit. (vea la nota 1), p. 216.
23
Pablo Vila
30
. Pelo, xiii/163 (mayo 1982), citado en: Beltrán Fuentes, Alfredo. Op. cit. (vea la nota 5), p. 69.
31
. Pujol, Sergio Alejandro. Op. cit. (vea la nota 1), p. 217.
32
. Fontana, Andrés. Op. cit. (vea la nota 16), p. 31.
24
Tiempos difíciles, tiempos creativos: rock y dictadura en Argentina
la Nación’ ya convive en pie de igualdad con el ‘Se va a acabar la dictadura militar’. Las
cartas del correo de lectores se hacen cada vez más críticas:
Además, en los reportajes, los músicos avanzan cada vez más en su oposición al gobierno.
Hay que denunciar públicamente la represión, hay que dar la cara, de-
nunciar públicamente toda injusticia. [Rubén Goldin, guitarrista de Baglietto,
Pan Caliente, septiembre 1982.]
Justamente es de Fito Páez una de las canciones que hacen de Baglietto el boom de
ese año, Tiempos difíciles, que dice: «Los sepultureros trabajaron mal/los profanadores se
olvidaron que la carne se entierra/y no produce, pero hay ramificaciones que están/vivas
y es peor, están alertas. Brindo por eso, canto por eso/Los cementerios de esta ciudad se
iluminarán/de infiernos para vengar las almas en cuestión/y llegarán trocitos de primavera
[…]. Madres que le lloran a una tierra gris/ hijos que se entrenan para no morir». Y
después de haber descrito este horror, Páez promete en esta canción brindar y cantar por
esas madres y esos hijos que no permitirán que ocurra otra masacre. Esta canción, junto
a la reflotada Apremios ilegales de Pedro y Pablo («Apremios ilegales/abusos criminales/tu
condición humana/violada a placer. […] Picana y los testigos/muriendo de alaridos/por
más que grites fuerte/no van a escuchar/ Hasta cuando todos disimularán/lo que saben
y prefieren callar […]. Hasta cuando la tortura criminal/reventados emisarios del mal»);
Los Dinosaurios de Charly García; y Maribel (dedicada a las Madres de Plaza de Mayo) y
Resumen porteño de Spinetta, donde se retrata a un pescador que «va a pescar y de pronto,
como saca a un pescado, también saca un cadáver <NN> dentro de una bolsa de nylon»33:
33
. Reportaje a Spinetta realizado por Eduardo Berti y citado en Pujol, Sergio Alejandro. Op. cit. (vea
la nota 1), p. 246. La imagen hace referencia a los cadáveres que varias veces aparecieron flotando en el Río
de la Plata producto de los ‘vuelos de la muerte’ donde los militares de la Marina drogaban con Pentotal (re-
bautizado por los marinos como ‘pentonaval’) a los desaparecidos para luego arrojarlos, vivos y encadenados,
a las aguas del río. Debido a que muchos de esos cuerpos no fueron arrastrados hacia el fondo del río por las
cadenas y subían a la superficie, la Marina decidió comenzar a tirarlos en el océano Atlántico. Esto no impidió
que, algunas veces, estos cadáveres aparecieran en algunas playas veraniegas y fueran enterrados como <NN>
en los cementerios locales.
25
Pablo Vila
«Usualmente […] sólo flotan cuerpos a esa hora», marcan los puntos culminantes de toda
una producción letrística que denuncia la situación vivida por los jóvenes en los años de la
dictadura. Otros ejemplos de esta temática son: Aventura Nocturna de GIT («Trato de apurar
el paso, ellos me miran mal; creo que han decidido que yo sea una víctima más. Ahora
están detrás mío, puedo oírlos acercar. Es un auto sin patente. De esta historia yo ya sé el
final. Sombras negras […]»); y El Camino Final de Patricia Sosa y La Torre («Alguien lo
persigue, alguien lo vigila, dime quién está dentro de ese auto. Quiere comprender qué está
pasando. Bajan tres sujetos, pelo corto, traje negro, lo acorralan y lo meten adentro. Quiere
comprender, quiere saber»). Como así también algunas otras canciones que describen las
luchas de las Madres de Plaza de Mayo por la aparición con vida de sus hijos desaparecidos.
Además de Tiempos difíciles otro ejemplo de esta temática es: Nada es como fue de Miguel
Zavaleta («Siempre esperarán en esa plaza de pie las madres de alguien que creo no va a
volver. No hablo de razón, yo sólo hablo de amor y de comprensión, tal vez de un mundo
mejor […]. En la soledad de un cuarto oscuro o mirando algunas fotos viejas, las madres
lloran su pena, las madres juntan sus manos y su fe»).
La guerra de Malvinas es otro tema que fue casi exclusivamente abordado por los
músicos de rock nacional, como la canción de Fito Páez Decisiones Apresuradas («Generales,
mataron media generación. Una guerra, no es un negocio ni una ilusión. Una guerra es
sangre. Vienen y van al baño, y toman apresurados la decisión, la decisión. Y no entiendo,
y yo aquí, no entiendo nada»); o Reina Madre de Raúl Porchetto («Sonriendo despidió a su
madre; iba al sur del Atlántico, el reino lo ordenaba. Es que unos salvajes osaron molestar el
orden imperial y pagarán. Tanques, aviones, barcos y municiones. Madre, estáte tranquila,
el mundo así camina. Son del sur de la tierra ¿qué nos podrán hacer? Somos distintos, somos
mejores. Pero, madre ¿qué está pasando acá? Son igual a mí y aman este lugar tan lejos de
casa que ni el nombre me acuerdo. ¿Por qué estoy luchando? ¿Por qué estoy matando?»).
Como así también la canción de Alejandro Lerner La Isla de la buena memoria («Desde que
llegué a la isla no tengo con quién hablar. Somos miles los unidos por la misma soledad
[…] Ya se escuchan los disparos entre muerte y libertad. Cae mi cuerpo agujereado. Ya no
podré cantar más»); Los Violadores’ Comunicado 166 («Se ha perdido la batalla por falta de
armamento. La CEE junto a la NATO nos hicieron el bloqueo. ¡Latinoamérica unida! gritó
el pueblo entero. El TIAR fue la mentira que todos se creyeron […] Nos dejaron varios
muertos y cientos de mutilados»); y El banquete de Virus («Han sacrificado jóvenes terneros,
para preparar una cena oficial, se ha autorizado un montón de dinero, pero prometen un
menú magistral»); o Charly García No bombardeen Buenos Aires («No bombardeen Buenos
Aires, no nos podemos defender […] los gurkhas siguen avanzando, los viejos siguen en
TV. Los jefes de los chicos toman whisky con los ricos mientras los obreros hacen masa en
la plaza como aquella vez […]»).
Lo interesante es que aún letras que no tuvieran un mensaje anti-dictatorial ex-
plícito y que eran cantadas por conjuntos que hacían música por muchos considerada
26
Tiempos difíciles, tiempos creativos: rock y dictadura en Argentina
‘festiva’, muchas veces eran leídas en dicha clave. Eso aconteció, entre otros, con las letras
de Virus:
Ir a un recital era hacer cosas que en otro lado no podías. Vos sabés que
no vas a ver música sólo, vas a hacer otras cosas. Te cagás en los canas, te cagás
en todo lo que sea represivo. En los recitales de Riff era terrible, ¡terrible! Iba
todo el mundo en cana. Había mil celulares [camiones de la policía] en la puer-
ta, ya a la entrada. Y los negros no le tenían miedo a los canas […]. Ir a ver a Riff
era una rebeldía. […] porque estaba la, cana y era justamente lo que más repri-
mían. Yo iba a ver a Riff porque me encantaba […]. ¿Iba la cana? ¡Mejor! Ibas y
eras más rebelde todavía. [Gustavo, estudiante, 18 años, entrevista del autor.]
. Ibidem, p. 184.
34
27
Pablo Vila
[…] te gustaba sentir que la gente estaba así, con ese clima, y ese clima era como
vivir en ese lugar lo que vos querías que fuera todo. Yo creo que te sentías con
fuerza, con una alegría muy particular […]. [Jorge, cadete, 22 años, entrevista
del autor.]
La alegría de haber anticipado la libertad. Dos formas muy distintas de libertad y re-
beldía. Dos sectores sociales también muy distintos y un mismo movimiento de rock que
les sirve de canal de participación y expresión.
Y los líderes del movimiento son conscientes del motivo y los límites de tanta po-
pularidad.
Yo creo que (el rock) llegó al máximo de popularidad dentro del país.
A partir (de este momento) […] la gente va a tener más canales de expresión,
no sólo el rock. Entonces van a ir a los recitales de rock o de quien sea, si
consideran que es una música verdadera y auténtica. Antes quizá se iba a los
recitales porque era un lugar para estar juntos […]. El rock fue tomado como el
movimiento que respaldó a la gente […] pero ahora el rock es un canal más de
expresión. [León Gieco, Pelo, abril 1983.]
28
Tiempos difíciles, tiempos creativos: rock y dictadura en Argentina
[…]. Creo que hubo una valentía increíble en el sentido de aceptar que ‘yo
no soy igual a los demás’ e ir a un recital con la paranoia de que te agarraba
un cana y te mataba a trompadas simplemente porque estabas en un recital de
rock35.
Además no deja de ser bueno que tal cambio ocurra, pues para el músico es una tarea
muy pesada jugar el rol para el cual no se siente capacitado.
¡Yo no sé nada de política! […] los músicos tocan y hacen discos, buenos
o malos, reflejando o no a la gente. Pero nunca hay que tratar de que eso tenga
otro rol. No entiendo mucho lo que está pasando […] cuando la gente se pone
tan loca conmigo, me digo: ‘¿Cómo es posible que, porque un tipo haga can-
ciones […]?’ [Charly García, Clarín, 6 de marzo de 1983.]
Sin embargo, dado que «[…] los partidos dejaron la iniciativa política y la represen-
tación de demandas de la sociedad civil en manos de otros actores»36, el rock nacional no
puede desembarazarse de su función extra-musical y, a pesar de los pronósticos o deseos de
sus líderes, sigue representando uno de los ámbitos privilegiados de oposición al régimen
militar, aún en pleno año electoral.
¡Se va a acabar, la dictadura militar! Charly baila al son del canto […].
‘Los desaparecidos, que digan dónde están’. Charly se sienta al piano, los gritos
inundan el estadio. Mira al público, divertido. ‘Canten, canten […] ¿Quieren
cantar eso? Cántenlo, está perfecto […] pero acá no va a haber nadie que les
responda, seguramente. Así que vamos a seguir con la música. Y lo que está
desapareciendo, no va a desaparecer más. Y lo que está ahora, va a desaparecer,
obviamente’. Lo ovacionan. ‘Tengamos fe en eso (Se ríe y eleva un dedo ad-
monitorio). Hay que votaaar. Hay que votaaar […] Habría que crear un partido
nuevo […]’. Mira a sus músicos socarronamente, la gente comienza a corear:
‘¡Charly presidente!’ ‘No sé […]’. Todos están de pie, aplaudiendo, a ritmo.
‘¡Charly presidente! ¡Charly presidente!’ [Humor, Crónica de Gloria Guerrero
del recital de Obras Sanitarias, marzo de 1983.]
35
. Charly García, citado en: Chirom, Daniel. Charly García, Buenos Aires, Librería y Editorial El Juglar,
1983, p. 57.
36
. Fontana, Andrés. Op. cit. (vea la nota 16), p. 37.
29
Pablo Vila
Además existe otro factor que contribuye tanto al ‘clima electoral’ en los recitales
como a la persistencia de la masividad de los mismos, aún habiéndose abierto otros canales
de expresión colectiva, y es el tradicional ‘apoliticismo’ del movimiento de rock nacional,
tanto en sus músicos como en su público. Para gran parte del movimiento la opción es
‘el rock o la política’, pues los valores que sustenta el rock son inhallables en las pro-
puestas de los partidos tradicionales. Existe un descreimiento de las palabras por parte de
un movimiento que siempre puso hincapié en los hechos, y que, aunque parezca con-
tradictorio, es tan fanático como iconoclasta, donde sus líderes deben rendir exámenes
cotidianos de honestidad.
Rock o política planteado como una opción de vida, donde a la política no se le pue-
de pedir la incorruptibilidad que se le exige al rock. Opción que no implica desentenderse
de la política, sino marcar su estrechez de miras y que hace que un Spinetta se manifieste
más de acuerdo con las Madres de Plaza de Mayo que con cualquier propuesta partidaria.
Esta relación compleja entre rock y política queda bien ejemplificada por una de las figuras
que parece cruzar mucho de la producción letristica del período y que Kozak 1992 define
como la «estética del sobreviviente». De acuerdo a esta autora:
En forma bastante obvia, una figura que elige comenzar a hacerse alre-
dedor de los años ’77 y ’78 y que se da el nombre sobreviviente está enmarcada
por el nombre desaparecido. En sus comienzos sobrevivir es preservar el cuerpo,
no desaparecer. Más tarde, es dar sentidos al cuerpo que sobrevive. Así, cuando
la figura queda más o menos hecha el marco desaparecido se convierte en su
prehistoria […]. Una vez que pasa el mayor riesgo para el cuerpo, el de ser su
negación total, ni siquiera cuerpo muerto, la apoteosis del cuerpo se hace furio-
sa […]. La letra de la figura nunca nombra en forma directa al desaparecido, al
comienzo (Los sobrevivientes, 1978) por censura; luego (después del ’82) tal vez
por oposición a estéticas del ‘compromiso’37.
Lo interesante del caso es que la figura del sobreviviente («Yo no quiero volverme
tan loco») puede llegar a coincidir en un mismo autor (Charly García) con otras figuras que
37
. Kozak, Claudia. ‘Estética del sobreviviente: una letra contemporánea’, en: Espacios de crítica y produc-
ción, xi (octubre-noviembre 1992), pp. 23-28: 26.
30
Tiempos difíciles, tiempos creativos: rock y dictadura en Argentina
sí nombran explícitamente a los desaparecidos: Inconciente colectivo («Ayer soñé, con los ham-
brientos, los locos/Los que se fueron, los que están en prisión […]»), Los dinosaurios, etc.
De esta manera enfrentaba el rock el acto electoral y la apertura de canales participa-
tivos que abriría la democracia. Y también a partir de las banderas de incorruptibilidad, se
aprestaba a encarar la etapa que se avecinaba: la de su paulatina pérdida de masividad. Pero
eso ya es otra historia.
Conclusiones
38
. Cfr. Semán, Pablo - Vila, Pablo. ‘Rock Chabón. The Contemporary National Rock of Argentina’,
en: From Tejano to Tango. Latin American Popular Music, editado por Walter Aaron Clark. New York-London,
Routledge, 2002, pp. 70-94; Semán, Pablo - Vila, Pablo - Benedetti, Cecilia. ‘Neoliberalism and Rock in
the Popular Sector of Contemporary Argentina’, en: Rockin’ Las Americas: The Global Politics of Rock in Latin/o
America, editado por Deborah Pacini Hernandez, Héctor Fernández L’Hoeste y Eric Zolov, Pittsburgh (PA),
University of Pittsburgh Press, 2004 (Illuminations: cultural formations of the Americas), pp. 261-289.
31
Pablo Vila
32
Tiempos difíciles, tiempos creativos: rock y dictadura en Argentina
dres: «se tuvieron en cuenta tanto el compromiso de las bandas con nuestras
reivindicaciones, como el estilo musical duro que iban a poner en escena». Eso
dejó afuera a dos ‘amigos’ de las Madres: Fito Páez y Charly García. Los
Fabulosos Cadillac, en cambio, no serán de la partida por desavenencias con
la empresa productora… Así las cosas la cartelera del show se convierte en
histórica: será el zenit, la consagración en un estadio seguramente repleto
del rock nacional y popular que dominó la escena rockera de la década. Y
no casualmente sus hinchadas embanderadas y protestonas serán convocadas
por un festival benéfico. Veamos: Bersuit Vergarabat y Los Caballeros de la
Quema pioneros y veteranos de los shows en memoria de Walter Bulacio
[asesinado por la policía]; Ataque 77, Todos Tus Muertos, A.N.I.M.A.L., y
Actitud María Marta habitués de conciertos solidarios y asentamientos del
conurbano, aún con distintos grados de militancia. Para completarse con la
inclusión de los heavies Malón y Rata Blanca, los ex Sumo de Las Pelotas y
Divididos y León Gieco: el único solista, el único ‘sobreviviente’ del rock
de otras épocas […]. A esos sumados dos casos muy especiales: La Renga y
Los Piojos, que cerrarán respectivamente los shows del viernes y el sábado.
Las caras más convocantes del ’96 […].
Ayer, los fans del canto popular [folclore de proyección con letras
contestatarias] eran tachados por los rockeros de psicobolches. Hoy, se podría
decir que esta amalgama de música dura que fue desde el rap (Actitud María
Marta), el heavy de última generación (A.N.I.M.A.L.), el hard rock (Divididos),
el punk (Attaque 77), el reggae (Todos Tus Muertos) y la propuesta sanamente
inclasificable de Los Piojos podría estar ocupando ese lugar. Pero el estereotipo
33
Pablo Vila
resulta bastante menos claro. Los estilos que desembarcaron como ovnis en los
ochenta fueron nacionalizados en los noventa y hoy cualquier reivindicación
social pide volumen fuerte y velocidad antes que el rasgueo intimista de los
cantautores […]. Una buena causa, la de juntar fondos para la construcción
de un centro cultural que ya recibió apoyo de parte de la Unión Europea,
puso a las Madres de Plaza de Mayo en el centro de la atención de buena
parte de los chicos que rondan los veinte años y terminó de definir el mapa
de esta nueva música progresista. Una que declaró a León Gieco como tutor
histórico, que levanta banderas sociales que van desde la denuncia del gatillo
fácil [asesinatos policiales] a las reivindicaciones indígenas y que se canta con
retazos de géneros que, quince años atrás, hubieran sido marcados por los
artistas progresistas como foráneos o pasatistas. Hoy, quedó claro, las Madres
tuvieron que rockear para hacerse oír.
34