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Secuencia de imágenes
- Se forman grupos de 4 personas. - Uno de ellos es escultor, los otros tres son la arcilla para
modelar. - El facilitador propone un tema que va a tener que ser representado por cada grupo a
través de esculturas (el proceso grupal, la vida familiar, la relación con los hijos, etc). - Terminada
la imagen de este escultor, cuenta hasta cinco, se desarma, y otro escultor del grupo hace otra
imagen con el mismo tema. - Cada escultor construye la imagen con tres personas del mismo
grupo. - Así, sucesivamente, hasta que se construyen cuatro imágenes. - Enseguida repasan
fielmente cada figura, por consiguiente, cada actor debe recordar cual fue su personaje en cada
una de las imágenes. - Finalmente, ensayadas, presentan esta secuencia de imágenes, como si
fuese una proyección de diapositivas. - El grupo comenta lo que vio en esta secuencia.
Dinámicas de comunicación
Los anteojos
El facilitador con unos anteojos recortados en papel plantea: "éstos son los anteojos de la
desconfianza (color verde). Cuando llevo estos anteojos soy muy desconfiado. ¿Quiere alguien
ponérselos y decir qué ve a través de ellos, qué piensa de nosotros?". Después de un rato, se
sacan otros anteojos que se van ofreciendo a sucesivos voluntarios ( por ejemplo : anteojos de la
"confianza", del "enojón", del "yo lo hago todo mal", del "todos me quieren", y del "nadie me
acepta", etc.). En grupo, cada uno puede expresar cómo se ha sentido y qué ha visto a través de
los anteojos. Puede ser el inicio de un diálogo sobre los problemas de comunicación en el grupo.
“Si los padres compartieran con sus hijos los detalles de su infancia y
adolescencia, las situaciones embarazosas que vivieron y los amores no
confesados, las decepciones, las frustraciones… serían más aceptados,
comprendidos y queridos, porque sólo desde la confianza compartida con sentido
del humor y el diálogo puedes comunicarte con los adolescentes”
“No me entienden”
Muchos adolescentes están convencidos de que sus padres son incapaces de
ponerse en su piel y no entenderían lo que pasa por su cabeza o lo que sienten. En
realidad, dicen algunos psicólogos, lo que ocurre es que el adolescente a veces no
se entiende ni él mismo y precisa sentirse incomprendido para compararse y
valorarse.
“Se enfadan”
Con frecuencia los hijos no cuentan cosas porque piensan que serán sancionados
por ello o que les impondrán prohibiciones y les recortarán libertades. Muchos
ven en el silencio una salida para no tener que escuchar broncas ni sermones o
ser sometidos a un interrogatorio.
“Por vergüenza”
Algunos chavales prefieren no compartir conductas o sentimientos con sus padres
por temor a ser ridiculizados, por pudor y falta de confianza, o porque no quieren
ser juzgados por ellos.
“Para no decepcionarles”
Hay jóvenes que no cuentan a sus padres todos aquellos aspectos de su vida que
puedan enturbiar el concepto que tienen de ellos, la imagen de hijo idílico,
responsable o decidido.
“Para no preocuparles”
El sentido de protección lleva a muchos padres a silenciar todos aquellos
problemas, deudas, enfermedades o asuntos que consideran que pueden causar
sufrimiento a los hijos.
“Es mi intimidad”
Muchos padres no hablan a sus hijos de la parte de su vida que no comparten con
ellos o que no les atañe directamente. Pueden ser cuestiones laborales,
sentimentales, enfermedades…
“Por su indiscreción”
A veces los padres callan algunas cuestiones porque temen que los hijos hablen
de ello fuera de casa y quieren proteger su imagen o la de la familia.
- Escuchar. Dejar que el niño hable y diga lo que piensa o siente es beneficioso
para el buen funcionamiento de la familia. No interrumpir lo que está diciendo para
saber qué piensa.
- Lo que tiene que decir es importante. Muchas veces a los adultos nos parece
que anda preocupado por algo a lo que no le damos importancia. No dársela hace
que en un futuro ponga una barrera entre ambos y el niño no decida hablar de lo
que le preocupa.
Esa misma tarde Boris se juntará con sus amigos del colegio a jugar a la pelota, ellos con el fin de
ayudarlo y que vuelva a ser el mismo Boris, él que se destacaba por tener buenas notas, él mejor
compañero de curso, él que a pesar de haber sufrido de muy niño violencia intrafamiliar ejercida
por un padre agresivo, drogadicto, alcohólico y ladrón por el cual cumple condena de 10 años en la
cárcel de San Miguel, tienen la esperanza que vuelva a ser un buen chico. Sin embargo en el mismo
lugar llegarán dos tipos conocidos de él (sin saber que uno de ellos es hijo de uno de los
delincuentes que participo en el delito junto al el cual fue baleado y dado de muerte, por supuesta
irresponsabilidad del padre de Boris), hace aproximadamente un año y medio, quienes lo pretenden
convencer de realizar un portonazo esa noche y pagarse el favor del padre por no haber saldado la
deuda...
Verde Claro: Postura defensora del amigo de Boris (considerando preocupación, persistencia y
esperanza de que su amigo vuelva a ser el mismo de antes).
Verde Oscuro: Postura de lo que piensa el abuelo de Boris (considerando desconfianza, irritación y
molestia)
Gris: Postura amenazante de los conocidos que quieren involucrar a Boris en el delito
(considerando intenciones, como manipulan la situación frente a un menor de edad pensando en que
cuando lo conocieron tenía (13) y cuál es el fin).
Rosado: Postura de la abuela (considerando que evita los conflictos para evitar más problemas de
los que ya tienen, su papel es más bien de mujer sumisa y temerosa).
Rojo: Postura pensando en un Boris que se deja llevar por lo que el mundo le ofrece, abandonando
exceptivas de sueños, dejando los estudios y dedicándose al vandalismo.
Celeste: Postura pensando en un Boris que necesita que lo contengan, que le hagan saber que es una
persona valiosa, que puede cambiar su vida si acepta ser honesto, dejar el resentimiento y orgullo de
una vida llena de falencias y pedir apoyo de especialistas, ser constante y comprometerse a cumplir
con sus promesas.
Se puede ayudar…
Victor, de 5 meses, es hijo de Nadia (19 años) y Esteban (20 años). Vive en casa de sus abuelos
maternos en La Pintana, donde vive también su tía de 10 años y su tío, de 20 años, ambos
hermanos de Nadia. Ella y Esteban se conocieron en la escuela y llevan tres años juntos. La noticia
de la gestación no fue una gran sorpresa, pues se lo esperaban; había sido conversado e incluso
tenían el antecedente de una pérdida espontánea. Era un evento esperado, esperado para los
padres de Victor, no para sus abuelos. Es por ello que para Nadia fue tan importante el apoyo
incondicional de Esteban, al fin y al cabo fue en la casa de sus abuelos paternos que Victor vivió
sus primeros meses de gestación luego de que su madre fuera expulsada del hogar de sus padres.
Para Belén, la abuela paterna de Victor, la gestación adolescente no es una novedad; su hijo
mayor, Rodrigo, fue padre a los 18 años. Cuando Nadia tenía dos meses de gestación, ella y
Esteban arrendaron un departamento donde ir a vivir solos. Ello, pues consideraban que era de
suma importancia el vivir junto a su hijo como una familia independiente, y porque las relaciones
en las casas de los abuelos maternos de Victor eran difíciles. Sin embargo, unos días antes del
parto decidieron volver cada uno a la casa de sus respectivos padres, pues era muy complicado
para ellos dos solos hacerse cargo Análisis de los datos 36 económica y emocionalmente de su
independencia. Desde entonces se ven a diario y planean irse a vivir juntos, pero esta vez con todo
lo necesario. Para los padres de Victor los estudios representan un eje fundamental: Esteban
terminó la enseñanza media y siguió estudios técnicos, muestra un orgullo especial al recordar que
ya lleva dos años y medio trabajando en el campo de las alarmas para casas. Por su parte Nadia
completó el cuarto medio pero debido a la gestación no la dejaron realizar su práctica. Aunque la
abuela materna de Victor abandonó su trabajo para ayudar en su cuidado, Nadia espera a que
crezca un poco más para poder dejarlo a cargo de otras personas y terminar sus estudios. Gustavo
nació en octubre del 2006, es el integrante número 14 de la casa donde vive junto a su madre y la
familia de su abuela, en la población La Pincoya de la comuna de Huechuraba. En la casa se reúnen
4 generaciones, a partir de Gustavo, madre y tíos, abuelos y tíos abuelos, bisabuelos, todos de
línea materna. Paola, su madre, tiene 16 años y es la mayor de cuatro hermanos, del segundo
matrimonio de ambos padres. El abuelo materno de Gustavo tiene dos hijos de un matrimonio
anterior y la abuela uno; lo que suman siete tíos y tías maternos/as de Gustavo. Paola se enteró de
la gestación tras siete meses de pololeo, con quien era su primera pareja sexual. Ella se sintió muy
triste con la noticia pues pensaba que iba a causar mucho sufrimiento en su familia; también le
entristeció porque antes había tenido el deseo de llegar virgen al matrimonio, y no lo había
cumplido. Paola, siendo más joven, había sentido una fuerte vocación religiosa y había incluso
pensado hacerse monja. Por eso mismo, el haber mantenido relaciones sexuales fuera del
matrimonio le producía conflictos y contradicciones. Junto con la tristeza, Paola también sintió
alegría pues estaba gestando “algo propio”, algo que iba a dar sentido a su vida. El padre de
Gustavo, Diego, tiene 16 años y es hijo único del segundo matrimonio de sus padres. Vive con su
madre y padre en la casa de éstos, donde no vive nadie más. La abuela materna de Gustavo tiene
tres hijos mayores y el abuelo paterno uno, pero tienen sus propias familias y viven por su cuenta.
Paola y Diego conocían los riesgos de tener relaciones sexuales sin protección, sin embargo nunca
usaron métodos de protección. Tenían confianza en que “eso no les iba a pasar a ellos”. Al saber la
noticia, Paola le contó a Diego, quien negó que el hijo/a fuera suyo. Tuvo una reacción muy
violenta y negativa, que a Paola le dolió mucho. De todos modos, ella quería seguir con la
gestación, y pidió apoyo en su familia de origen. La madre de Paola, que fue madre adolescente,
también tuvo una reacción negativa a la noticia, la violentó verbal y físicamente e intentó
convencerla de hacerse un aborto. Paola se negó, pero de todos modos su madre la obligó a
ingerir pastillas y hierbas abortivas durante los dos primeros meses de gestación. Esto le produjo
síntomas de pérdida y estuvo hospitalizada por unos días; tras lo cual su madre no insistió más en
provocarle el aborto. A medida que la gestación avanzaba, tanto Diego como la familia de origen
de Paola fueron lentamente aceptando la gestación. En los últimos meses, Diego quería participar
más activamente de los controles de salud de Paola y participar en el nacimiento de su hijo, pero
sus padres se lo impidieron. Tras el nacimiento de Gustavo, su padre Diego y sus abuelos paternos
se fueron acercando a él y a su madre Paola, hasta proponerle que se trasladara a vivir con ellos.
La familia paterna de Gustavo consideraba que en el hogar de Paola no estaban las condiciones
materiales ni afectivas para cuidar de él, y por eso ahora están litigando para obtener la custodia
tanto de Gustavo como de Paola. Al momento de la última entrevista, Gustavo vivía con su madre
en la casa de sus Análisis de los datos 37 abuelos maternos, y la familia de su madre le tenía
prohibido con su padre y sus abuelos paternos. Diego está ahora cursando tercero medio, y Paola
dejó la escuela tras concluir el segundo medio. En la familia de Camila, de dos años, han ocurrido
varias gestaciones adolescentes. De las cuatro primas de su madre Fabiola, de 17 años, la primera
fue madre a los 14 años y las otras tres antes de cumplir los 20 años. Camila vive en casa de sus
abuelos maternos, en Rengo; en un hogar donde se encuentran varias generaciones y coexisten
tres parejas con sus hijos/as. La primera de ellos son los abuelos de Camila que llevan 18 años de
casados, tienen cuatro hijos: Maria de 18 años, Fabiola de 17 años, Ciro de 15 años y Christian de
un año, en su cuarto duermen ellos y sus dos hijos menores. A su vez Maria tiene su propio
dormitorio para ella, su pareja, y su hija de 9 meses de edad. Fue recibida nuevamente en el hogar
luego de haberse casado a escondidas y escapado con su pareja. Volvió a los tres meses de
gestación. Y por último, también en un cuarto independiente, duermen Camila y sus padres
Fabiola y Sergio (23 años). De los tres niños pequeños que viven en la casa, Camila es la mayor y
por tanto la primera, la más regalona y la adoración de sus abuelos; hizo llorar a su abuelo cuando
su primera palabra fue “tata”. Los padres de Camila se conocieron en el barrio; cuando Fabiola
tenía 14 años decidió acercarse a un joven que miraba pasar todos los días por su ventana. Sergio
tenía 19 años y desde ese entonces que son pareja. A los 10 meses comenzaron a tener relaciones
sexuales, sin contar con información sobre métodos de protección. Fabiola se enteró de la
gestación a sus 15 años, y tenía tanto miedo de abrir la noticia que no sólo la escondió hasta los 5
meses gracias al uso de fajas, sino que también intentó abortar por medio de creencias populares
como ingerir Coca–Cola caliente con Fortapal, agua de pepa de zapallo con aspirina y cerveza con
dipirona. Sergio apoyó a Fabiola al enterarse de la situación, estuvo a su lado y comenzó a pasar
mucho tiempo en casa de sus suegros, quienes le permitían quedarse a dormir ahí. Su presencia
en la casa se fue haciendo más frecuente, hasta que se quedó definitivamente. Hasta hoy Camila
vive con sus padres en casa de sus abuelos maternos. Su padre Sergio aporta económicamente
pues trabaja en una vinícola cercana. Su madre Fabiola sigue estudiando, y no ha interrumpido sus
estudios, gracias a que su hermana Maria cuida a los niños/as durante las mañanas. José nació
hace cinco meses. Sus padres, ambos de 17 años, son Franco y Analía. Ellos llevaban menos de
cuatro meses de pololeo cuando supieron de la gestación; nunca usaron protección a pesar de que
tenían la información necesaria, incluso ella había usado inyecciones anticonceptivas con una
pareja anterior. La primera reacción de Franco ante la posibilidad de tener un hijo/a fue negativa,
pero al poco tiempo lo aceptó. Analía tenía miedo de que sus padres la echaran de su casa, en
Cerro Navia, por lo que fue su hermana de 31 años quien le comunicó la noticia a sus padres. Ella
había sufrido una situación similar, fue madre a los 16 años y tuvo que irse a Valdivia donde sus
abuelos, pues su padre no la aceptó en casa. Gracias a la mediación de la hermana de Analía, el
padre fue más comprensivo esta vez. Aún así, Analía se mudó a casa de Franco, donde viven la
madre de él y tres hermanos, durante toda la gestación y hasta los dos meses de vida de José.
Actualmente viven en casa de los padres de Analía, quienes pidieron a la pareja que se trasladaran
a vivir con ellos. En opinión de Franco, esta situación no es la ideal, pues el abuelo materno de
José bebe mucho y las relaciones en la casa son tensas. Análisis de los datos 38 Analía continuó
con sus estudios pero deberá repetir tercero medio. Franco, en cambio, no ha terminado la
escuela y no quiere seguir estudiando; trabaja en un taller mecánico y quiere ser chofer. Su
aspiración para el futuro es tener una casa para vivir con Analía y José. Ciro tiene un año y medio,
vive con su mamá, Nancy (19 años), sus tres tíos y abuelos maternos en Rengo. Su papá, Camilo,
tiene 24 años y vive con sus padres y su hermano menor. Nancy y Camilo pololean hace 5 años. La
llegada de Ciro a la familia fue sorpresiva, Nancy estaba bajo un tratamiento médico con radiación
y se suponía que no podría tener hijos/as, por lo que no usaba métodos de protección en las
relaciones sexuales. La noticia, por lo tanto, aunque inesperada, fue tomada con alegría. Nancy
estaba por terminar el colegio y Camilo estudiaba Administración Agrícola. Los abuelos maternos
de Ciro apoyaron la gestación desde que se enteraron de ella; su abuela fue madre y se casó a los
17 años, por lo que tanto ella como el abuelo comprendieron la situación y entregaron su apoyo.
Sin embargo, una situación muy dolorosa complicó el escenario: cuatro años antes había muerto
un hermanito de Nancy con sólo 11 días de vida, también llamado Ciro, lo que dejó muy marcada a
la madre de Nancy. Debido a ese antecedente, la abuela quiso reemplazar a su hijo fallecido con su
nieto, y a Nancy y Camilo les cuesta mucho esfuerzo trazar los límites en su cuidado y crianza. Para
Nancy, tener un hijo es algo maravilloso, pero implica mucho esfuerzo de cuidados al mismo
tiempo de no descuidar su desarrollo personal y labores de apoyo económico para el hogar. Ella
estudia y trabaja, y lamenta tener poco tiempo libre para dedicarle a Ciro. A pesar de ello,
considera que lo que está haciendo es, a la larga, lo mejor para ambos. Camilo y Nancy no están en
un buen momento de su relación de pareja, sienten que les falta comunicación y los problemas
domésticos se interponen, sin embargo siguen estando juntos y esperan solucionarlo,
principalmente por el bien de Ciro. Federico tiene un año nueve meses. Nació en el hospital Sótero
del Río, y el día de su nacimiento fue apartado de su madre durante todo un día sin ninguna
explicación de por medio. Valeria, su madre de 18 años, recuerda que le habían advertido que no
debía gritar, pues a quien grita no se le atiende. Su parto fue un episodio traumático en el que se
prohibió la participación de Alejandro, padre de Federico. En el hospital nunca hubo una
orientación sobre los cuidados básicos de un bebé, ni siquiera como darle pecho. Todo lo que
Valeria sabía sobre el tema lo había aprendido en el programa para gestación adolescente
UDACAR del consultorio Alejandro del Río. Hoy Federico vive con su madre, la hermana de su
madre, de 13 años, y sus abuelos maternos, en la casa de éstos ubicada en Puente Alto. Su abuela
es asesora del hogar, estudió hasta séptimo básico. Su abuelo es reponedor en un supermercado,
actualmente está haciendo tercero y cuarto medio en un instituto vespertino. Valeria pololea hace
casi cuatro años con Alejandro, de 22 años, quien trabaja actualmente en una empresa de
calefacción y está estudiando para terminar cuarto medio. Valeria y Alejandro comenzaron a tener
relaciones sexuales tras un año de pololeo. Estaban conscientes del riesgo de una gestación no
planificada, y sin embargo, debido a la vergüenza, Valeria nunca fue capaz de conversar estos
temas con su madre ni con otra persona que la pudiera aconsejar. Tras cinco meses de mantener
relaciones sin protección, cuando habían decidido “empezar a cuidarse”, se enteraron de la
gestación. La noticia fue dura para Valeria, quien cursaba tercero medio, sobre todo por la
desilusión que esto iba a causar a su Análisis de los datos 39 padre, quien había luchado para que
ella concluyera sus estudios y optara a educación superior. El sueño de Valeria es estudiar
parvularia y es en la persecución de ese fin que asiste al programa de nivelación de estudios de
Chile Califica. Los abuelos paternos de Federico fueron padres cuando ella cursaba segundo medio
y su abuelo tenía 21 años. Por su propia experiencia, los abuelos paternos apoyaron la noticia y a
los padres de Federico. Los abuelos maternos, a pesar de la tristeza y desilusión iniciales, han
apoyado mucho y ahora cuidan y quieren a Federico como un hijo propio. A veces los cuidados son
tantos, que Valeria se preocupa de que a ella y a Alejandro no los tomen en cuenta. Federico
incluso le dice mamá a su abuela materna, y pasa más tiempo con su abuelo que con su padre.
Tras el nacimiento de Federico, Alejandro se cambió a vivir a la casa de los padres de Valeria. Hace
unos meses decidieron que era mejor que regresara a la casa de sus padres, pues, en opinión de
los padres de Valeria, él no estaba aportando económicamente. A pesar de no estar viviendo
juntos, Alejandro se ve frecuentemente con Valeria y su hijo Federico, y planean ahorrar dinero
para poder ir a vivir juntos.
Forjando la Buena Comunicación
Algunos ejemplos de frases que los padres pueden decirle a sus hijos para ayudar a abrir las líneas
de comunicación.
“Habla. Yo te escucho.”
“Yo entiendo.”
“Me interesa.”