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Historia
Primera iglesia
En un escrito de 440, Sócrates de Constantinopla afirmó que la iglesia fue
construida por Constancio II, que estaba trabajando en ella en el 346. Una
historia posterior al siglo VII o VIII, afirma que el edificio fue construido
por Constantino el Grande. Zonaras reconcilió las dos opiniones, afirmando
que Constancio reparó el edificio consagrado por Eusebio de
Nicomedia después de que este se derrumbara. Dado que Eusebio fue obispo
de Constantinopla de 339 a 341 y que la muerte de Constantino ocurrió en
337, parece posible que la primera iglesia fuera erigida por este último. El
edificio fue construido como una basílica latina tradicional con columnas,
galerías y un techo de madera, y estaba precedida por un atrio. Se afirmaba
que era uno de los monumentos más destacados del mundo en esa época.
El Patriarca de Constantinopla, Juan Crisóstomo, entró en conflicto con la
emperatriz Elia Eudoxia, esposa del emperador Arcadio, y fue enviado al
exilio el 20 de junio de 404. Durante los disturbios que se produjeron tras
este hecho, la iglesia fue quemada y derrumbada en gran parte, y en la
actualidad no se conserva nada de este primer edificio.
Segunda iglesia
El emperador Teodosio II ordenó la construcción de una segunda iglesia, que
inauguró el 10 de octubre de 415. Esta basílica, con techo de madera, fue
construida por el arquitecto Rufinus. Sin embargo, durante los disturbios de
Niká se desató un incendio que quemó y derrumbó este segundo edificio,
entre el 13 y el 14 de enero de 532.
Arquitectura
Sus arquitectos, Antemio de Tralles e Isidoro de Mileto, cubrieron el
edificio, de planta casi cuadrada, con una cúpula central sobre pechinas. Ésta
reposa sobre cuatro arcos, sostenidos a su vez por cuatro pilares. Dos
semicúpulas hacen de contrafuerte de la cúpula central y los muros abiertos
están asegurados por contrafuertes. Posee además unos bellos
mosaicos bizantinos. La construcción definitiva se llevó a cabo sobre la
primitiva basílica de Constantino entre el 532 y el 537, durante el reinado de
Justiniano, en el periodo conocido como "Primera Edad de Oro". Sus
arquitectos realizaron un diseño sin antecedentes, tomando elementos
conocidos (planta basilical y rotonda), pero que se unen en una estructura
nueva.
En palabras de Agatías, los diseñadores (Artemio de Tralles era matemático,
Isidoro de Mileto arquitecto) trataron de «aplicar la geometría a la materia
sólida». Justiniano, según su cronista oficial Procopio de Cesarea, al ver
Santa Sofía terminada exclamó: «Salomón, te he vencido».
Su arquitectura es eminentemente especial, aunque el efecto exterior ha sido
significativamente modificado por los otomanos, que lo enriquecieron
con minaretes, espolones y grandes contrafuertes. La idea del edificio fue el
que la gran cúpula que se iba a construir se sostuviera merced a cuatro arcos
reforzados, mediante contrafuertes y semicúpulas que desviaran los empujes.
Los tímpanos de los cincos arcos principales reflejan cómo se llevó el cuerpo
de San Marcos a la basílica.
Estructura
En la estructura de Santa Sofía, lo interesante es su ambivalente condición,
donde coexisten dos tendencias de clara tradición: por un lado, la tendencia
basilical con su sentido dinámico y su ritmo longitudinal, y por otro, la
tendencia centralista con el espacio estático de la cúpula. Si la primera
predomina, la cúpula no podría tener el énfasis que tiene y quedaría relegada
a una función secundaria; si predominara la segunda, el efecto estático sería
mayor y en torno a la cúpula el espacio se ordenaría, anulando todo
dinamismo y evitando la aparición de un eje longitudinal de simetría. En
Santa Sofía, en cambio, coexiste el eje longitudinal de simetría, de una
latente estructura basilical, con el espacio centralizado de la cúpula. Es decir,
coexisten, hasta cierto punto, la cúpula del Panteón romano y las naves de
una basílica constantiniana. El efecto de reposo y de movimiento se
complementan en esta solución bipolar donde la cúpula se alarga en las
grandes exedras de los ábsides hasta adquirir una impresión de espacio oval.
Las exedras absidiales se expanden a su vez en otras exedras menores que
tienen su antecedente en las exedras de San Sergio y San Baco, cuyo origen
romano es clarísimo. Sin embargo, en Santa Sofía se ha perdido el orden
adintelado que como residuo clásico quedaba en San Sergio para ser
sustituido por un sistema más bizantino de columna y arco. El interior
presenta un aspecto totalmente contrapuesto a su exterior: amplio, despejado
y ligero. Un recinto cupular gigantesco, cuadrado, forma el centro del
edificio; sobre cuatro anchas arcadas de pilares flota la cúpula lisa, inmersa
en una luz sobrenatural gracias a las cuarenta ventanas que se abren en su
arranque.
Trabajo grupal de Historia y Ciencias
Sociales
Grupo N°: 4
Integrantes:
Intriago
Pizarro
Marín
Cedeño
Maya
Mimbela
Figueroa