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Introducción
En ese contexto, la región noreste como unidad, cobra particular sentido al ser
una zona con lazos definidos por contigüidad territorial, condición fronteriza
limítrofe con Texas, su historia común e incluso la presencia de rasgos culturales
compartidos; lo que demuestra una breve revisión de estudios en torno al
noreste mexicano, así como algunos eventos que han reunido a distintos
investigadores especialistas e interesados sobre dicha región como los es el
“Coloquio Internacional del noreste mexicano y Texas. Violencia: significados
y desafíos”, que permiten una organización temática y entrever algunas de las
líneas principales que se han abordado en esta región, para lo cual nos
basaremos en la propuesta de dicho Coloquio para mencionar cuatro grandes
ejes de investigación que destacan en el noreste y algunas de sus temáticas más
significativas, lo que permitirá resaltar algunas de sus particularidades y como
estas cobran un sentido significativo en su vinculación con otras regiones como
2
la llamada región Centro-norte que comprende los estados de San Luis Potosí,
Querétaro, Zacatecas y Guanajuato a grandes rasgos.
Temáticas generales
Existen cuatro grandes ejes que comprenden los estudios regionales del
Noreste: 1) Historia, 2) la gente, 3) la cultura y el espacio físico y 4) económico,
donde se inscriben diversas temáticas como: la interculturalidad, Migración,
Género y sexualidad, Subsistencia y cultura alimentaria, Medios de
comunicación, Procesos sociopolíticos, Indígenas: adaptación y exterminio,
Modernidad neoliberal vs. patrimonio cultural y natural, Educación,
Colonización y Expresiones artísticas. Esto según la realidad y preocupaciones
propias de la región, basada en la propuesta del Coloquio mencionado, así pues,
coincidiendo con la revisión de algunos trabajos de los que se enunciaran a
continuación en su vinculación con otras regiones puntualizando la región
Centro-norte.
En cuestión de Historia para el caso del noreste son abundantes las fuentes y
vínculos interdisciplinarios como lo demuestra el texto, “Estudios de historia
del noreste”, que presenta la Sociedad Nuevoleonesa de Historia Geografía y
Estadística (1972) como inauguración del “Congreso de Historia de Noreste
mexicano”, donde participan diversos autores reconocidos como Luis
González, Rafael Montejano y Aguiñaga, Joe B. Frantz González de la Garza,
entre otros, quienes reúnen un compendio de las diversas problemáticas del
noreste desde la época colonial, hasta los contextos de los 70s en la
configuración regional y la identidad. Algunos de los aspectos que resaltan son
las propuestas metodológicas para la construcción regional a partir de las
fuentes históricas, así como la oralidad; también se destacan como ejemplos 3
temáticos: las fundaciones, las misiones, la inquisición, el papel del imperio y la
república, la esclavitud legalizada en Tamaulipas, así como el papel de los
Tlaxcaltecas en los procesos de conquista y dominación que configuraron
estructuras de poder en el noreste, pasando por Querétaro, San Luis Potosí,
Guadalajara, Nayarit, Zacatecas, Coahuila, Nuevo león, Tamaulipas, Sonora,
Guanajuato, La Alta y Baja Californias, Nuevo México, Florida, Texas, etc,
temática que ha sido profundamente trabajada en cuestión de historia por
diversos autores como lo demuestra el texto “La Tlaxcaltequidad: XIII jornadas
sobre la identidad del noreste” editado por el Gobierno del Estado de Tlaxcala
en 1998.
Este trabajo es uno de los pocos que pone énfasis a la vida de aquellos pueblos,
de ahí su importancia para campos como la propia antropología; sin embargo,
como lo señala Sariego (2008) “existe un vacío académico dentro de la
antropología explicable si se tiene en cuenta que en México la tradición
antropológica ha estado desde sus orígenes ligada al estudio de la arqueología
de las altas culturas mesoamericana y maya, así como al de las culturas indígenas
y rurales de las regiones del centro, sureste y Golfo de México. El centralismo
con el que operan muchas instituciones públicas vinculadas al campo de las
disciplinas antropológicas tampoco ha sido el entorno más adecuado para
desarrollar el quehacer académico de este campo del conocimiento en el norte
del país. Y, sin embargo, el panorama de las sociedades y grupos humanos de
esta zona constituye un escenario privilegiado para estudiar”.
El mitote como unidad diversidad, norte-noreste y centro.
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Como lo señalara M. Mauss en su “Ensayo sobre el don”, un hecho social total se expresa a la vez y de
un golpe todo tipo de instituciones: religiosas, jurídicas y morales –que, al mismo tiempo, son políticas y
familiares–; económicas –y éstas suponen formas particulares de la producción y el consumo o, más bien,
de la prestación y la distribución-; sin contar los fenómenos estéticos a los que conducen esos hechos y los
fenómenos morfológicos que manifiestan tales instituciones (Mauss, 2009 [1925]: 70).
indios de Coahuila de Eduardo Macías Flores (2015). Y que también se vinculan
con estudios particulares de las cosmovisiones del Occidente como demuestran
los trabajos de Jáuregui y Neurath (1998); Guzmán (2000); Neurath (2001,
2002), Alcocer (2003); Escalante (2005); Reyes (2006); Alvarado (2004, 2006);
De la Mora (2007); De la Torre (2007); De La Cruz (2008); Valdovinos (2005,
2009) por mencionar algunos, misma que se amplía con estudios recientes como
los de González Dávila (2012) quien muestra a través de una comparativa entre
los apaches y los grupos del Gran Nayar que el mitote está vinculado
históricamente con el ceremonial dancístico y reunión social llamada Powwow de
los grupos indígenas de Norteamérica; sobre este último, Eschbach y Kalman
(2000) dan evidencias de las conexiones entre los indígenas nativos de Alaska
en su participación en dicho ceremonial de los indígenas Norteamericanos2.
La movilidad de que de estos grupos presenta Valdez y sus relaciones por medio
del mitote evocan la temática de la migración como un referente persistente de
la vida de la gente en aquella zona y que actualmente persisten bajo facetas en
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torno a los nuevos ordenes económicos, a los cuales se suman en su
configuración y problemática diversos grupos no solo naciones ya sean
mestizos o indígenas, aunque si bien, constituye un paso hacia las tierras del
Gigante de la economía, también muchos se han asentado en las grandes urbes
del noreste; lo que por un lado permite entrever su complejidad y por otro
refuerza la idea de estructuras prevalecientes desde la antigüedad que no solo se
limitan a un pasado nómada de cazadores recolectores3.
2
Citados en González 2016.
3
El reciente descubrimiento de un pueblecito, 40 kilómetros al noroeste de Monterrey, desafía la visión
convencional del interior del noreste de México como el dominio de los cazadores y recolectores puramente
nómadas durante toda la prehistoria. Las Casitas consta de cincuenta y tres habitaciones subterráneas y
cuarenta y ocho depresiones más pequeñas alineadas en tres niveles ligeramente arqueados en un pequeño
valle adyacente a Boca de Potrerillos, un enorme complejo de campamentos y petroglifos abierto que ahora
es un parque arqueológico. Otras características del sitio son unos 325 hogares que rodean las depresiones
y un conjunto de artefactos muy limitado que sólo cuenta con treinta y siete artículos. Dos hogares
produjeron muestras de radiocarbono que datan de la ocupación del sitio hasta aproximadamente 1450,
justo antes de la llegada de los españoles al Nuevo Mundo. Las Casitas aporta la primera evidencia de la
existencia de sedimentos semi-sedentarios
Otro de los aspectos enunciados en el problema de la identidad es la música,
dentro de l cual destacan los trabajos de García Flores (1993), quien en su texto:
“¡Puro mitote!, La música, el canto y la danza entre los chichimecas del noreste”,
muestra la complejidad de músicas y danzas prehispánicas tan sólo en el noreste
mexicano, y recientemente en su artículo “La música tradicional en el noreste
de México” expone aspectos relevantes de las transformaciones y construcción
del imaginario de lo norteño a través de la música influido por el contexto
mercantil capitalista, como recientemente afirma: “… no tengo constancia de
que su uso se remonte más allá de la década de 1980. Antes de esos años, lo
más habitual era referirse a la música norteña y en el medio de la industria
disquera era habitual el que ni siquiera se etiquetara: era sencillamente música
regional. La demarcación de un noreste respondió a la necesidad de reconocer
ámbitos regionales más precisos que el ambiguo norte, en medida que se
incrementaban las recolecciones de campo, así como de diferenciar las
expresiones populares, por lo general rurales frente a la producción musical 7
mercantil” (2006: 233).
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