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COLEGIO SAN IGNACIO DE LOYOLA Área de Comunicación

DE PIURA

COMENTARIO A LA LISTA DE COTEJO DE PRODUCCIÓN DE TEXTOS

La lengua que usamos nos fue transmitida por nuestros padres. Está formada por una serie de
signos lingüísticos y no lingüísticos. Por ahora, nos centraremos en los lingüísticos. Como
maestros, tenemos el deber de conocer estos términos y sus significados.

Para poder conocer la lengua, los estudiosos (lingüistas) la han dividido en niveles. Estos son
cuatro: fónico, léxico-semántico, morfosintáctico y pragmático. Aunque, sobre este último,
debo aclarar que no es un nivel de la lengua en sí, sino que (y seguramente nos vamos a ir
dando cuenta en el transcurso de los meses), como todo lo que decimos tiene una intención, ha
sido necesario incluirlo para poder ahondar más en el tema de la intencionalidad. Para
redondear la idea, el concepto de lengua sería muy abstracto si los lingüistas no se hubieran
encargado de hacer esta división. Por eso es que, cuando escribimos, en realidad, observamos
estos cuatro niveles en acción.

En la lista de cotejo con la que se analizó la producción de textos, se ha mencionado el nivel


lingüístico que, hasta el momento, no han visto en las líneas anteriores. ¿Por qué razón? Pues,
porque el nivel fónico solo puede analizarse en la lengua oral. El tono de voz, las inflexiones de
voz, el acento, el ritmo y las pausas. ¿Cómo lo identifico en la lengua escrita? En el uso de las
tildes, porque ellas son las que permiten que exista un acento especial en las palabras, en el uso
correcto de las grafías, porque son las que permiten también una pronunciación particular de
las palabras, y, finalmente, en el uso de los signos de puntuación, porque permiten que la
oración tenga una entonación diferente. Por esa razón, para ser congruente con lo que he
manifestado hasta aquí, fue que se colocó la frase “nivel lingüístico”. Con el nombre “nivel
semántico y estructural”, se ha analizado el uso correcto de las palabras, el sentido de las
frases, la estructura de la oración, la coherencia de las ideas y la conexión entre ellas. Todo lo
mencionado se relacionaría con el nivel léxico-semántico y con el nivel morfosintáctico
(también llamado gramatical).

Solo para que quede muy claro, si en un texto aparece la oración: “Ayer, Pedro, en el colegio,
se sintió muy mal”, se podría afirmar que la oración se entiende, incluso se podría afirmar que
es coherente; sin embargo, hay un ligero problema. La oración podría entenderse mejor si
dijera: “Pedro se sintió muy mal ayer en el colegio”. ¿Qué ha pasado con la oración? Tal vez el
error sea que no es muy adecuada, quien la lea deberá esforzarse un poco para entenderla (y si
la lee un niño de 12 años, lo más probable es que no la entienda muy bien o le canse ese estilo
de escribir tan enmarañado). El nivel morfosintáctico manda (inconscientemente) que se
coloque el sujeto delante, luego el verbo con sus complementos. Es cierto que también se
enseña que el predicado puede ir donde el escritor crea conveniente; sin embargo, si el escritor
quiere impactar en el lector y que este le entienda sin problemas, tendrá que ser lo más sencillo
y claro posible.

Ahora bien, sobre el nivel pragmático hay mucho qué decir. Sé que hubo muchas interrogantes
con relación al significado del término “pragmático”. Sobre ese tema trataremos ahora. Para
muchos, “pragmático” es sinónimo de “práctico”, lo es, pero no como adjetivo; es decir, no en
el sentido de la siguiente oración: “Gareca es muy pragmático”. Lo correcto, en este caso es:
“Gareca es muy práctico”. El término “pragmático” tiene que ver con el para qué, con la
acción. La pragmática se analiza en el acto, no en la teoría. Por eso, tal vez surge la confusión y
se aplica en contextos inesperados.

Cuando se habla de pragmática, se analizan aspectos como la intencionalidad del texto. Se


debe ser consciente de que, como hablante, utilizo la lengua con diferentes fines: para saludar,
felicitar, recordar algo, amonestar, criticar, ironizar… Pero la intención tiene que ver, no solo
con el interlocutor, sino también con el contexto. Es por esta razón que las personas con
síndrome de Asperger tienen dificultades, porque no comprenden muy bien que el contexto
determina el uso de algunas frases o palabras que son correctas, pero que no pueden utilizarse
siempre.

En definitiva, la lengua que utilizamos, que nos regalaron nuestros padres, es tan rica que se
puede utilizar para lo que se crea conveniente. Y, esa intención debe verse reflejada en la
persona gramatical utilizada, por ejemplo, en las palabras que se eligen (para que el texto no
sea muy frío o no agreda al lector). Ese nivel se ha medido con los cuatro primeros indicadores.
Allí aparece el término “registro”, que no es otra cosa que la formalidad o informalidad con que
nos dirigimos al lector (interlocutor).

Entiendo que muchos de estos términos no nos son familiares y, tal vez, nos han causado
molestias al momento de leer la lista de cotejo. De ahora en adelante, serán parte de nuestro
quehacer diario, como maestros porque, como diría Ana María Kaufman (2010), el niño aprende
a leer por imitación de los adultos –aunque, claro está, también por iniciativa propia– lo cual
quiere decir que estamos llamados a involucrarnos más con estas dos habilidades básicas (leer
y escribir), por nuestros alumnos.

Por si alguien desea ahondar en estos temas, dejaré unas referencias bibliográficasi al final de
este documento.

i
Bermeosolo, J. (2007) Psicología del Lenguaje. Fundamentos para educadores y estudiantes de Pedagogía. Santiago:
Universidad Católica de Chile.
Coseriu, E. (1986) Introducción a la Lingüística. Madrid: Gredos
Escandell, M. (1990) Introducción a la pragmática.
Kaufman, A. (2010) Leer y escribir: El día a día en las aulas. Buenos Aires: Aique.
RAE. (2010) Nuevo manual de Gramática española. Madrid: Espasa
Saussure, E. (1945) Curso general del lenguaje. Buenos Aires: Editorial Lozada
Van Dijk, T. (1996) Estructuras y funciones del discurso. Madrid: Siglo XXI

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