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Hay 298 territorios indígenas titulados en Bolivia; originarios de tierras bajas deciden por

consenso

Los indígenas de tierras bajas deciden a partir del consenso

PROCESO. Las decisiones sectoriales por comunidades no están contempladas en las formas de
organización de los pueblos. Se reúnen en encuentros y asambleas.

El territorio indígena es colectivo y, por tanto, las decisiones sobre éste son colectivas y no
individuales. Con este criterio se erige un sistema de toma de decisiones en los territorios
originarios de tierras bajas en el que prima el consenso al asumir determinaciones.

Autoridades de los territorios indígenas del Parque Nacional Isiboro Sécure (TIPNIS), del pueblo
guarayo, de los araona y de los tsimane mosetén Pilón Lajas explican que la forma de decidir al
interior de estos espacios se basa en las determinaciones colectivas. Con sus matices, cada cual
tiene una forma de decisión que se puede resumir en que todos los territorios poseen una
organización matriz y una máxima instancia de deliberación (encuentros o asambleas) y
asumen las decisiones consensuadas.

La forma de decidir de territorios indígenas cobra vigencia por la consulta previa que se
aplicará en el TIPNIS para decidir si se acepta que la carretera entre Villa Tunari y San Ignacio
de Moxos atraviese esta zona. El proceso será por usos y costumbres.

Los pueblos

El sistema de decisión en el TIPNIS se basa en el Encuentro de Corregidores, una instancia a la


que acuden las autoridades de las 64 comunidades, además de delegados de cada una.

Fernando Vargas, presidente de la Subcentral TIPNIS, explica que hay dos tipos de encuentros:
el ordinario, que es anual, y el extraordinario, que se efectúa cuando el tema atañe a la
“situación del territorio” o afecte a sus habitantes.

El ex presidente de esta organización, Adolfo Moye, dice que en las reuniones ordinarias se
envía una agenda a cada comunidad para que los representantes tengan un conocimiento
previo. En las extraordinarias se suelen discutir como “máximo” dos puntos. En estos
encuentros, luego de la información a los corregidores y tras un receso de 20 minutos, al que
se le conoce como “descanso de mente”, se debate sobre el tema. En esta discusión, los
corregidores argumentan su posición y se asume una postura colectiva. “Si una comunidad se
niega a eso, las autoridades hacen entender que podrá decidir por algo personal, pero por el
territorio (no) porque es colectivo”, dice Vargas. Similar forma tienen los indígenas del
Territorio Tsimane Mosetén Pilón Lajas, comenta el presidente del Consejo Regional Chimane
Clemente Caymani. Para ellos, la Asamblea de Corregidores es la máxima instancia
deliberativa. “Si hay una consulta (previa), nosotros como organización convocaremos a las 22
comunidades a una asamblea para definir”.

Si una comunidad incumple lo establecido y decide por si sola, es sancionada de diversa


manera, por ejemplo, siendo excluida de proyectos forestales. En el caso de los Araona, la
asamblea es la entidad mayor para decidir. Está compuesta por autoridades de las seis
capitanías, dice el representante Chanito Mataua.
El Pueblo Guarayo tiene a la Gran Asamblea como la más alta entidad para asumir
determinaciones, comenta Eladio Eraeza, presidente de la Central de Organizaciones de este
territorio. Esa instancia está formada por presidentes de las cada una de las seis centrales
comunales, además de su directorio y otros delegados.

Para la asamblea, los participantes son convocado y se les informan los puntos a tratar. De tal
manera, las autoridades asisten a “con esa preparación” de antemano. “El mecanismo es que
siempre se hace es la consulta: si están o no de acuerdo”, dice Eraeza.

Motivos

Los procesos de decisión de los indígenas buscan garantizar la integridad del territorio y les da
instancias de diálogo con el Estado. Se consolidó en 1990, con la marcha por “Territorio y
dignidad”. “Antes del 90, la gente estaba dispersa, no había tal organización, que pueda
defender el territorio”, dice Caymani.

Desde esa época, el Estado reconoció los territorios indígenas, según la investigadora Sarela
Paz. En el TIPNIS así es la vida orgánica, pero “nada de esto se dice en la consulta, y esto es
importante porque garantiza que se haya hecho mediante sus usos y costumbres”, afirma Paz.

Algunos pueblos de tierras bajas

TIPNIS. El Territorio Indígena y Parque Nacional Isiboro Sécure nació con la marcha de 1990.
Tiene una extensión de 1,09 millones de hectáreas y una población de más de 9.564
habitantes. Su organización matriz es la Subcentral TIPNIS. Su sistema de decisiones está
basado en un Encuentro de Corregidores, en el cual las 64 autoridades de cada comunidad de
este territorio toman definiciones a base de un proceso conjunto de discusión que culmina con
una decisión tomada por consenso.

Pilón Lajas. El Territorio Tsimane Mosetén Pilón Lajas tiene una extensión de 346 mil hectáreas
y una población de 1.328 personas. Su organización matriz es el Consejo Regional Chimane
Moseten (CRCM). Su máxima instancia definitoria está en la Asamblea de Corregidores, que
está conformada los caciques de las 22 comunidades que lo conforman. Esta instancia está
sobre el CRCM. “Si vamos a marchar en la IX marcha, tenemos que nosotros reunirnos y ahí se
decide si lo hacemos”, dice Clemente Caymani, presidente.

Guarayos. El Territorio Indígena del Pueblo Guarayo tiene una extensión de 1,1 millones de
hectáreas y una población de más de 14.000 habitantes. Su organización matriz es la Central
de Organizaciones de Pueblos Nativos de Guarayos. Las instancias de decisión de este
territorio es la Asamblea Intercomunal, Asamblea Extraordinarias y la Gran Asamblea del
Pueblo Guarayo. Esta última es la máxima instancia, donde los habitantes de este espacio
deciden sobre diversas temáticas. Está compuesta por los presidentes de las seis centrales
comunales y 50 delegados por cada una, que conforman a todo el territorio.

Araona. El Territorio Indígena Araona tiene una superficie de más de 77.000 hectáreas y una
población que supera a los 136 habitantes. Está en el departamento de La Paz. La máxima
instancia de toma de decisiones en este territorio originario es la Asamblea de Pueblo Indígena
Araona, que está compuesto por los presidentes de las seis comunidades, las cuales están
organizadas en capitanías.
Hay 298 territorios indígenas titulados en toda Bolivia

Todo comenzó con la marcha del 90. REGISTRO. La mayoría se encuentra en los
departamentos de Oruro (92) y Potosí (91).

Un grupo de campesinos en un momento de descanso. Archivo Página Siete

“Jallallas” y sonidos de pututus de campesinos recibieron hace 21 años, en La Paz, a la primera


marcha indígena que partió desde Trinidad hacia la sede de Gobierno, un 15 de agosto de
1990. La finalidad de esa movilización fue pedir al Gobierno de Jaime Paz Zamora (1989-1993)
el reconocimiento de los territorios ancestrales.

Luego de cinco días de negociaciones, al final el Gobierno de entonces resolvió que el Parque
Nacional Isiboro Sécure (ahora TIPNIS), El Ibiato y el Bosque Central de Chimanes se declaren
territorios indígenas, mediante decreto supremo. “Indígenas recuperaron territorio en el
Beni”, informó entonces El Diario.

En la actualidad hay 298 territorios indígenas titulados, según datos proporcionados por el
Viceministerio de Tierras. La mayoría está en los departamentos de Oruro, con el 30% (92 en
total) y Potosí, con igual porcentaje (91).

A éstos les siguen el departamento de La Paz, con el 14% (44 territorios titulados), Santa Cruz,
con el 7% (22) y Beni con el 5% (16). Mientras que en Cochabamba hay 14, Chuquisaca 13,
Tarija cuatro y Pando dos.

El director de la Fundación Tierra, Gonzalo Colque, explica que la primera marcha indígena de
tierras bajas es “la más histórica”, ya que en el fondo reclamó por la “dignidad”. Sostiene que
los originarios querían ser reconocidos como pueblos, con derechos propios y territorios.

“Sus territorios no tenían ninguna garantía y estaban siendo invadidos por diferentes actores
en estas zonas. En ese marco nacen los territorios indígenas”, dice el especialista.

Agrega que gracias a esta movilización, la Ley de Tierras de la gestión 1996 incluye por primera
vez el tipo de propiedad Tierra Comunitaria de Origen, “una figura que se crea para responder
al derecho de propiedad que exigían los pueblos indígenas de tierras bajas”.

Mauricio Díaz, investigador del Centro de Estudios Jurídicos e Investigación Social (CEJIS),
sostiene que a partir de la marcha de 1990 se da el “reconocimiento legal” a la existencia de
territorios indígenas.

Acota, sin embargo, que es a partir de 2006 que se tiene propiamente este tema de las Tierras
Comunitarias de Origen (TCO) -afirma- con “gradualidades y matices”, sobre todo en la
diferenciación entre tierras altas y bajas.

Díaz explica que los procesos de saneamiento y titulación fueron más ampliamente
desarrollados en tierras bajas , debido al reconocimiento de territorios ancestrales.

Esto no ocurre en las zonas altas, donde además del tema de las culturas aymara y quechua,
que se consideran naciones y en donde hay un alto discurso político de reivindicación. “Hemos
subido hasta la Cumbre y este lugar es el sitio de la victoria y no retornaremos al Beni si el
Gobierno no atiende nuestros planteamientos”, dijo un dirigente indígena cuando la primera
marcha llegó a La Paz. (PP).
Gonzalo colque Director de Fundación Tierra

Un poco tarde, pero las organizaciones indígenas que nacen en tierras bajas son posteriores a
las última experiencia de tierras altas, donde se anula la hacienda y el Movimiento Nacionalista
Revolucionario (Reforma Agraria) crea sindicatos de campesinos, forma en que en tierras altas
hasta hoy la Confederación Sindical Única de Trabajadores Campesinos de Bolivia se organiza a
nivel territorial, regional y nacional. La Confederación de Pueblos Indígenas de Bolivia imita
esta dinámica y en los 70 empieza a organizarse así y demanda reconociendo de autogobierno,
pero con base en los territorios que ellos tenían identificados: hoy Tierras Comunitarias de
Origen (TCO).

Estas TCO, la mayoría diría, han pasado por un proceso que se llama gestión territorial
indígena que fue el fortalecimiento de sus organizaciones, y que consistió en dotar una
institucionalidad indígena mucho más fuerte y sólida a estos territorios.

Entonces, se trata de tener normas propias, asambleas, espacios públicos y colectivos de


decisión de su vida, las formas de elección de sus autoridades. Entonces la gestión territorial
indígena, que fue un proyecto de Danida, apoyó al fortalecimiento de la organización
dotándoles reglamentos, normas internas, formas de elección, una vida colectiva y de la
manera en que tienen que tomar sus propias decisiones.

Estas organizaciones en cada una de las TCO tiene una organización matriz, que es la titular del
derecho de propiedad de tierra comunitaria de orígenes en estas zonas.

El artículo primero de la Constitución Política de Bolivia reconoce la diversidad y lingüística y


cultural del país, ya no como un capricho de la naturaleza sino como una característica que la
enriquece como nación.

En Bolivia coexisten más de 33 grupos étnicos que desde las montañas nevadas de los Andes
hasta las cálidas llanuras del Chaco moran sus tierras desde tiempos sin memoria. En el norte
altiplánico del país, pueblos como los quechua y aimará, descendientes directos del imperio
incaico, han representado por mucho tiempo la cara indígena de Bolivia. Hoy esta visión ha
sido enriquecida gracias al reconocimiento de los pueblos que habitan las regiones del Oriente
boliviano. Antes de la década de los ochenta estos pueblos no eran visibles debido a su
aislamiento físico, ligado al difícil acceso a las tierras bajas de Bolivia, y político, por la
concentración de las funciones públicas y administrativas en las principales ciudades del país.
Es a raíz de las luchas llevadas a cabo por las organizaciones indígenas que en los últimos años
se reconocen y valorizan las características peculiares de los diferentes grupos étnicos,
incluyendo los del Oriente boliviano, como una riqueza para el país y una ventaja para su
desarrollo.

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