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Tema de Comunicación Educativa: Opinión Pública


El tema preparado es Opinión pública. Fue elegido debido a que la opinión
pública y la formación de un sujeto critico son los dos ejes que articulan el
contenido de la materia.
El concepto de opinión pública es un producto de la Ilustración. La idea está
ligada a las filosofías políticas de finales del XVII y XVIII (Locke Rousseau) y
especialmente a la teoría democrática del XIX (Bentham).
Aunque el concepto no se propuso explícitamente hasta el XVIII, muchos
escritores anteriores tenían aproximaciones a la teoría moderna sobre la
opinión pública. La filosofía política de la antigua Grecia, por ejemplo, daba
cuenta de los peligros y beneficios del gobierno popular (Platón y Aristóteles).
A pesar de las referencias en las obras clásicas, la combinación de los términos
opinión y público en un concepto compuesto con significado político, aparece
mucho después, en las filosofías democráticas y liberales del XVII, en el marco
de la constitución de los sistemas democráticos modernos.
Antes de su definición en términos liberales y democráticos existían dos
sentidos discutibles de la palabra opinión:
1) El primer sentido: Es epistemológico. Proviene de su uso para distinguir una
cuestión de juicio de un hecho concreto. Se refleja cuando alguien se refiere a
una afirmación en particular como «una cuestión de opinión» más que a un
hecho. A veces toma un sentido peyorativo que se refleja en expresiones tales
como «opinión común», «opinión general» y «opinión vulgar» (incorporando
este último el significado de «la multitud»).
2) Un segundo sentido: considera a la Opinión como equivalente a maneras,
morales y costumbres (Noelle Neumann). Se destaca el papel de la opinión
popular como una clase informal de presión y control social. Opinión es
equivalente a reputación, a consideración y a visión general de los demás. La
opinión no es una forma de conocimiento, sino una aprobación o censura social.
El término público tuvo muchas acepciones diferentes en su uso primitivo. Pero
había al menos dos sentidos diferentes de «el pueblo» presentes en los
primeros usos de la palabra público:
1) En un sentido hacia referencia al acceso común, como en «lugar público».
Apertura o accesibilidad. Público para referirse al proceso de hacer algo
ampliamente accesible. Lo «público» en referencia a cuestiones de interés
general y a asuntos relacionados con la administración y el Estado.
2) En un segundo sentido hacia referencia al interés común o bien común.
Publico opuesto a particular o individual (no opuesto a privado).
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La combinación de público y opinión en una expresión única, utilizada para


referirse a juicios colectivos fuera de la esfera del gobierno que afecten a la
toma de decisiones políticas, apareció siguiendo varias tendencias políticas,
económicas y sociales europeas. Se considera a los franceses como inventores
y popularizadores del concepto. Noelle Neumann acredita a Rousseau como
primer usuario de la frase la opinión pública, hacia 1744, utilizándola en el
segundo sentido, como referencia a las costumbres y modos de la sociedad.
Hacia 1780 los franceses hacían uso extensivo de la opinión pública para
referirse a un fenómeno más político que social, a menudo en unión con «bien
público», «espíritu público», «conciencia pública».
Los hechos históricos involucrados comienzan en el siglo XV, con el
advenimiento de la imprenta. Este desarrollo tecnológico permitió la difusión de
las publicaciones que se reforzaron en el siglo XVI con una expansión de la
alfabetización. La última tendencia fue impulsada por la Reforma protestante,
que creó un amplio público lector sin mediación formal de la iglesia
A finales del siglo XVII, las ideas desencadenadas por la Reforma habían
evolucionado hacia filosofías liberales más profundas que afirmaban que los
individuos deberían ser libres de seguir sus propias preferencias en todos los
aspectos de la vida: religiosos, económicos y políticos.
Para Habermas estas tendencias históricas dieron como resultado una esfera
pública de razonamiento crítico.
Durante la Ilustración, a fines del siglo XVII e inicios del XVIII, nuevas
instituciones sociales se empezaron a destacar: los cafés de Inglaterra, los
salones de París, y las sociedades de tertulias de Alemania. Estos sitios de
reunión eran lugares donde la autoridad de la argumentación suplantó a la
autoridad de un título. El público ilustrado ganó fuerza pública al consolidarse
la burguesía y empezar a articularse una crítica liberal del Estado absolutista.
Esto a través de la circulación de publicaciones políticas y su amplia discusión
en salones y cafés. El libre intercambio de información y crítica, y el
razonamiento abierto se convirtieron en los instrumentos de la «afirmación
pública» en cuestiones políticas.
Con el incremento de una esfera pública política activa, la opinión pública
emergió como una nueva forma de autoridad política con la cual la burguesía
podía desafiar al gobierno absoluto.
Habermas ubica en esta época la práctica del DEBATE PÚBLICO. El debate
público poseía ciertas condiciones de las cuales se derivaba su legitimidad:
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a) Es público en el sentido de intentar determinar la voluntad común. El bien


común, no es un simple encuentro de intereses individuales.
b) Es abierto, en el sentido de que la participación es abierta, voluntaria.
c) Es soberano e igualitario: opera independientemente del status económico y
social, importando mas el mérito de las ideas que al poder político. Sin
condicionamientos por las posiciones de poder, libertad de expresión en la
discusión de los asuntos públicos para el discernimiento del bien común.
d) Es racional (argumentación y contraargumentación).
Es debatible si las características de igualitarismo, crítica y racionalidad,
asociadas a la opinión pública del siglo XVIII, coinciden con los puntos de vista
sobre la opinión pública que prevalecían en aquel momento.
Historiadores, distaban de que los ilustrados eran igualitarios e incondicionales,
siendo más bien individualistas sometiendo sus intereses privados bajo el
nombre de “bienestar común”. De ahí que el problema de cómo dar cuenta de
la opinión pública a partir de una masa contradictoria de opiniones individuales
que buscaba el bien común, era el dilema de la filosofía política liberal.
Una respuesta fue considerar la autonomía de la opinión pública. Aunque los
ilustrados no podían indicar exactamente qué era la opinión pública, la mayoría
coincidía en que no era “la opinión de la multitud”. Sino un dictamen de un
tribunal anónimo e impersonal, una nuevo juez que tenía casi los mismos
atributos que caracterizaban a la antigua autoridad absolutista (ej. infalibilidad,
externalización). Esta noción que la opinión pública trasciende la opinión
individual y refleja un bien común abstracto.
Por estas ambigüedades y múltiples opiniones que Price dice “el público era
una creación política ideológica sin un referente sociológico claro, pero
proporciono un nuevo sistema de implícito de autoridad en el que el gobierno
tenía que pedir el juicio de la opinión pública para asegurarse sus objetivos”.
Era el poderoso tribunal para revisar las acciones del Estado.
La opinión publica como objeto de estudio.
Hacia el final del siglo XIX, la opinión pública se encontró enfrentada a
crecientes análisis sistemáticos a la manera empírica característica de las
ciencias sociales en desarrollo. La opinión pública en la sociedad parecía ir
ganando poder y expandiéndose hacia todas las clases sociales, con muchos
logros en educación y con la aparición de medios de comunicación de masas
más eficientes. Además, las huelgas generales del siglo XIX dieron qué pensar
sobre el asunto de la supuesta naturaleza racional de la opinión pública. Los
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aspectos no racionales de la conducta pública fueron estudiados con especial


atención a la conducta imitativa y al «contagio» emocional en las multitudes.
Hacia el siglo XX, hubo un cambio de enfoque y método en el análisis de la
opinión pública. A consecuencia del crecimiento de las ciencias sociales en la
universidad, los trabajos sobre opinión pública reflejan preocupaciones
sociológicas y psicológicas, más que políticas o filosóficas. Ahora los analistas
vuelven su atención al problema de comprensión de aspectos sociales y de
conducta de la opinión pública. El interés es la cuestión de la función y los
poderes de la opinión pública en la sociedad, los medios con los que puede
modificarse o controlarse, y la relativa importancia de los factores emocional e
intelectual en su formulación. Esta línea de investigación llevó al estudio de la
opinión pública a nuevos campos académicos: conducta colectiva y psicología
social, investigación sobre la actitud y la opinión, análisis de la propaganda,
conducta política e investigación sobre los medios de comunicación de masas.
Son 5 las preocupaciones que han motivado la investigación sobre la opinión
pública y que hostigan al público:
1) Falta de competencia: Parte del problema es la desatención general del
público y su falta de interés por las cuestiones políticas. Las personas invierten
poco tiempo y poca energía en aprender los necesarios «hechos no visibles»
del mundo político. Complicando el problema aparece la forma en que las
opiniones se forman. El mundo político queda «fuera de su alcance, de su vista
y de su mente de los ciudadanos. Forman sus ideas a partir de informaciones
incompletas, manteniendo poco contacto con los hechos reales; filtran lo que
ven y oyen a través de sus propios prejuicios y temores.
2) Falta de recursos: Dewey consideraba que el problema no era la
incompetencia por parte del público, sino más bien una falta de métodos
suficientes para la comunicación pública.. No es necesario que la gente tenga
el conocimiento para llevar a cabo investigaciones para cada asunto general,
solo debían tener la habilidad de juzgar el conocimiento proporcionado por
expertos en tales asuntos. (Ser crítico). La necesidad esencial es la mejora de
los métodos y condiciones de debate, discusión y persuasión.
3) Tiranía de la mayoría: Es el peligro de que prevalezca una mediocridad en
la opinión creada y mantenida por la presión de la mayoría. El peligro es que
frente a amplias mayorías, los puntos de vista de minorías importantes no
puedan hacerse valer con fuerza. Una democracia debe cultivar una
individualidad vigorosa en sus ciudadanos para asegurar que los asuntos
minoritarios sean apoyados adecuadamente.
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4) Susceptibilidad a la persuasión: se centra en la susceptibilidad del público


a la persuasión y a llamamientos altamente emocionales y no racionales. Hasta
qué punto las apelaciones emocionales forman parte de la política. El éxito de
los regímenes fascistas, a la par que su intenso uso de los medios de
comunicación, alentó un tremendo interés entre los científicos sociales de
América por el análisis de la propaganda y la persuasión.
5) Dominio de las elites: se enfoca hacia lo que Ginsberg llamo «la
domesticación de las creencias de la masa». Se considera a la creciente
pasividad por parte del público que lo conduce a su dominio por parte del
gobierno y las elites agrupadas.
Las concepciones sociológicas de “publico” se desarrollaron junto con la nueva
ciencia psicológica de la multitud. Lo que se busca resolver era el hecho como
individuos civilizados podían transformarse en multitudes coléricas o
manifestantes entusiastas. Esta cuestión fue analizada por LeBon observó que
el ascenso de las «clases populares» en la vida política era el desarrollo más
significativo de la sociedad moderna. Vio a la multitud como uno de los
principales mecanismos con los que estas clases presionaban para conseguir
sus demandas, con intensificación de la destrucción y la violencia. LeBon, se
basaba ampliamente en los descubrimientos psicológicos en las ideas de
hipnosis y sugestión inconsciente. Identificó tres causas básicas de la conducta
de la multitud. Primera, el anonimato consistente en formar parte de una
multitud relaja las limitaciones civilizadas sobre los instintos básicos de las
personas. Segunda, las emociones y las acciones se extienden rápidamente
por imitación espontánea y «contagio». Tercera, y más importante, la
«personalidad consciente se desvanece» bajo la influencia de una multitud, y
el individuo queda sujeto a la persuasión y la sugestión inconsciente, es decir,
queda hipnotizado por la voluntad colectiva de la multitud.
Park consideró a la multitud y al público como similares en un aspecto: ambos
son mecanismos de adaptación social y cambio, formas sociales transitorias
utilizadas por grupos sociales para «transformarse» en nuevas organizaciones.
Tanto la multitud como el grupo son dominados por una especie de fuerza
colectiva o voluntad general pero se trata de una fuerza que aún no ha asumido
el status de norma social clara. No pueden considerarse una sociedad. La
multitud y el público no son grupos formalmente organizados, sino un «estado
preliminar empírico» en el proceso de formación de un grupo.
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Pero hay diferencias conceptuales importantes. La multitud está marcada por


la unidad de experiencia emocional mientras que el público está marcado por
la oposición y el discurso racional.
El concepto de público como una entidad colectiva elemental recibió el
tratamiento conceptual por Blumer quien propuso que «el término público se
utilice para referirse a un grupo de gente que: a) están enfrentados por un
asunto, b) se encuentran divididos en su idea de cómo enfocar el asunto, y c)
abordan la discusión del asunto». El desacuerdo y la discusión alrededor de un
asunto concreto hacen existir a un público. Un problema fuerza a la gente a
actuar colectivamente para dar una respuesta, pero les faltan tradiciones,
normas o reglas que indiquen claramente qué tipo de acción ha de llevarse a
cabo. Como la multitud, el público «carece de los rasgos característicos de una
sociedad» y sus miembros no tienen papeles de status fijos. Para Blumer, «el
público es una especie de grupo amorfo cuyo tamaño y número de miembros
varía según el asunto; en vez de tener una actividad prescrita, se empeña en
un esfuerzo para llegar a una acción, y en consecuencia se ve forzado a crear
su acción». Según Blumer argumentación y contra-argumentación se
convierten en los medios por los cuales se modela la opinión pública. Para que
esta discusión se realice, es necesario un lenguaje común, un «universo de
discurso». En la visión de Blumer «el auténtico proceso de discusión fuerza a
una cierta cantidad de consideración racional» que ayuda a asegurar una
conclusión más o menos racional. Así pues, «la opinión pública es racional,
pero no necesariamente inteligente».
El peligro que el público se convierta en multitud es menos que el peligro de
que pueda verse «desplazado por las masas». La masa se distingue de la
multitud y el público. La masa se compone de individuos anónimos y se
distingue por tener una interacción y comunicación entre sus miembros
realmente muy pequeña. Es extremadamente heterogénea, e incluye personas
de todos los estratos de la sociedad y «de todas las profesiones». Es muy
dispersa geográficamente. Está más imprecisamente organizada que la
multitud o el público, y sus miembros son incapaces de actuar
concertadamente.
Lo que une a las masas no es la emoción compartida (como en la multitud) ni
el desacuerdo o la discusión (como en el público) sino un foco de interés común
o atención, algo que atrae a la gente fuera de los límites de su experiencia
restringida. El objeto del interés de las masas consiste en atraer la atención de
la gente fuera de su cultura local y su esfera vital, dirigiéndola hacia un universo
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más amplio, hacia áreas que no están definidas o cubiertas por reglas,
regulaciones o expectativas. La atención compartida es un vínculo único entre
los miembros de la masa; no actúan bajo la guía de ningún tipo de voluntad
colectiva. Dado que son incapaces de comunicarse entre ellos, se ven
conducidos a actuar separadamente. La masa «consiste meramente en un
conjunto de individuos que son diferentes, independientes, anónimos» y que
actúan en respuesta a sus propias necesidades
La masa se basa únicamente en una atención común hacia algún asunto y que
está formada por respuestas idiosincráticas formadas lejos de cualquier debate
o discusión, el público se distingue por una resolución colectiva de algún
problema por medio de argumentos y réplicas.
Pueden identificarse 5 fases colectivas del desarrollo y formación de la opinión
pública:
--La primera es la fase del problema, en la que alguna situación es considerada
problemática por una persona o grupo determinado y con el tiempo se
considera generalmente como tal. Una falla de definición rodea tanto al
problema como a sus consecuencias, y por esta razón el público pertinente es
indeterminado. Público y problema surgen juntos en el transcurso de una
interacción. Tal interacción es primaria porque la gente no sabe lo que quiere
en una situación. Hacia el final de la primera fase, el problema es un asunto
reconocido y la gente implicada tiene alguna idea de lo que quiere pero no sabe
la mejor forma de conseguirlo.
--Entonces pasa a la segunda que es la fase de propuesta, en el que se
formulan una o más líneas potenciales de acción como respuesta al problema.
Los miembros del público tantean colectivamente las dimensiones del problema
y determinan una o varias formas de resolverlo.
--Después viene la fase política, estadio durante el cual los méritos y
debilidades de las propuestas alternativas se debaten activamente. Es
identificable como discurso público intentan conseguir un consenso para sus
propuestas. Los encuestadores controlan activamente las opiniones sobre el
asunto durante esta fase, y en los medios de comunicación aparecen
editoriales y cartas de apoyo o de oposición a propuestas específicas. La fase
política culmina con una decisión para acometer un plan específico de acción.
--Ahí inicia la fase programática, durante cuyo transcurso se realiza la acción
aprobada.
--Finalmente, la fase de valoración, en el que se realizan evaluaciones
periódicas de la efectividad de la política llevada a cabo,
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A lo largo de estas fases de desarrollo, el público cambia de tamaño y


composición, formado por dos niveles: los elementos activos y los elementos
más pasivos. Lippmann los llama ACTORES Y ESPECTADORES. Los actores
son aquellos que intentan influir directamente en el curso de los asuntos
políticos. Se dan cuenta de los problemas, proponen soluciones, e intentan
persuadir a los demás de su punto de vista. Los espectadores componen la
audiencia de los actores, siguiendo sus acciones con diversos grados de
interés y actividad. Pero la distinción no es definitiva y hay una mezcla de los
dos tipos de conducta porque los actores de un determinado asunto son
espectadores en otro, y los hombres pasan continua-mente de uno a otro lado.
La distinción entre actores y espectadores es importante para los analistas de
la opinión pública. Los asuntos públicos surgen de las acciones recíprocas de
estos dos elementos. Los asuntos públicos resultan de la pugna entre los
muchos actores que han conseguido obtener una audiencia más amplia entre
los espectadores.
El público es una entidad difícil de identificar de forma precisa. Está
imprecisamente organizado a través de la comunicación que rodea a un asunto,
incluye un estrato activo y uno pasivo, cambia en tamaño y forma según se
desarrolla, y tiene o deja de tener existencia al mismo tiempo que un asunto.
Cómo identificar públicos tan absolutamente diferentes a través de asuntos de
amplia extensión se convierte en un desafío de vital importancia para la
investigación sobre la opinión pública. Al intentar responder a este desafío, los
analistas de «el público», hoy podrían equipararlo con colectividades muy
diferentes. Algunos lo equiparan con aquellas personas y grupos que participan
activamente en el debate público de una cuestión concreta; otros consideran al
público más generalmente como aquel sector de la población que aparece
informado o atento sobre las cuestiones públicas en general; otros aún pueden
equiparar ampliamente al público con el electorado o más ampliamente aún,
con la población como conjunto.
Las caracterizaciones del público atento y del público activo sugieren la
existencia de estratos generales entre la población delimitados por crecientes
niveles de interés y participación en los asuntos públicos. Pero el modelo
sociológico de público postula una variación enorme en el tamaño y
composición de los diferentes públicos para los problemas variados. Parece
haber sustanciales diferencias en la composición y tamaño de las audiencias
interesadas para cada asunto específico. Porque problemas diferentes tienen
consecuencias para diferentes personas; así pues, los públicos pueden
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formarse de forma natural a partir de aquellos grupos más directamente


afectados.
Los cuatro principales conceptos colectivos comúnmente invocados en la
investigación de la opinión pública (el público general, el electorado, el público
atento y la elite o público activo) corresponden a un continuum de masa a
público. Dentro del público atento es donde encontramos entremezclados la
masa y el público. Aunque pudiéramos concebirlos como cuatro estratos de la
población, hay también ciertas evidencias de que estos grupos están
compuestos de modo distinto para diferentes problemas.
Estos avances en la investigación del siglo XX, se contextualizaron en el marco
de desarrollos teóricos y metodológicos que condicionaron los estudios sobre
los efectos de los medios de comunicación. Por ejemplo:
-Teoría sobre la Sociedad de masas: Después de la Primera Guerra Mundial
se difunde la creencia de que la comunicación de masas estaba dotada de un
enorme poder. Se pensaba que los medios eran capaces de moldear la opinión
pública.
-Funcionalismo: La sociología de las comunicaciones de masas americana
responde al funcionalismo entendido como Teoría de Rango Medio de Merton
(Mass Communication Research). Esta teoría sociológica analizaba
empíricamente de los hechos observables, permitiendo una validación,
medición, cuantificación y generalización de los fenómenos sociales.
-Conductismo: Aplicación en teorías sobre el efecto de los medios. 1930-1970
sustenta los estudios sobre opiniones, actitudes, persecución y propaganda.
Se estudia conducta observable y demostrable empíricamente.
Algunos ejemplos de Teorías Funcionalistas que han abordado el estudio de la
OP:
- Investigación Administrada: 1920. El interés investigativo estaba en la
propaganda como arma política y sociológica. Porque los gobiernos, la industria
y el comercio sostenían intereses comerciales, políticos y bélicos por lo cual
buscaban conocer y manipular la OP. De ahí que la investigación se puso al
servicio de los intereses de los propietarios de los medios.
-Teoría del impacto colectivo: 1920-1940. Laswell de "la aguja hipodérmica"
o bala mágica. Primeros estudios sobre los efectos de los MMC de masas. Los
estímulos de los medios llegarían a cada individuo de la sociedad de masas y
cada uno percibiría lo mismo y daría una respuesta más o menos uniforme e
igual. Masa atomizada que recibe pasivamente el mensaje y cada mensaje es
un estímulo directo y poderoso a la acción que obtiene una respuesta inmediata
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y espontánea. Ante esta situación, quienes controlen los medios pueden


fácilmente influir en las opiniones, actitudes y conducta y manipular a los
individuos. Los medios le dicen al hombre de la masa quién es (le prestan
identidad); qué quiere ser (le dan aspiraciones); cómo lograrlo (le dan una
técnica); y cómo puede sentir que es así, incluso cuando no lo es (le dan un
escape).
La teoría que subyace en la comunicación de masas es la teoría mecanicista
estimulo-respuesta. La uniformidad de la naturaleza del hombre (su
irracionalidad) y del orden social concebido como sociedad de masas, la teoría
mecanicista E-R sobre los medios como poderosos instrumentos parecía
irrefutablemente válida. Los medios al transmitir, inyectan mensajes cargados
de opiniones, actitudes y disposiciones producen efectos directos, inmediatos
y eficaces. (Comunicación unidireccional). La comunicación de masas se
presenta como causa suficiente de los efectos que producen en el público.
-Teoría de los factores intermediarios: 1940-1960. Estudios que ponen en
duda teóricos de la sociedad de masas y la teoría del impacto colectivo. Se
descubre que los medios no son tan poderosos, eficaces y directos. Estos solo
influyen ligeramente en el cambio de opiniones y actitudes, refuerzan las ya
existentes, y necesitan de la influencia personal para conseguir el efecto
deseado.
Hay 4 factores entre el medio y la masa que pueden modificar los efectos
previstos en la comunicación: la exposición de la gente ante los MMC, el
potencial persuasivo del MMC, el contenido de las comunicaciones, las
actitudes y predisposiciones de cada sujeto y las relaciones interpersonales.
De ahí que surgen nuevos principios como el de percepción selectiva, abrirían
paso a la teoría de los factores intermediarios.
Sostiene que todo sujeto nunca rompe completamente sus lazos familiares o
amistosos, y que la infiltración de los medios es interceptada, censurada y
desviada por diversos sistemas sociales de creación de opinión y de ejercicio
de influencia (Grupo primario e interacción humana).
La teoría de los factores intermediarios se debe interpretar desde el
funcionalismo y el conductismo. Detrás del estudio del impacto suele
esconderse el interés por la dirección de las personas, el control político o el un
beneficio calculado. No se trata tanto de comprender sino de cuantificar una
opinión o una conducta.
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El estudio de la OP se realiza a través del estudio de los efectos a través del


estudio del proceso de la comunicación, el estudio de las opiniones y actitudes,
los estudios electorales, y los estudios sobre audiencias.
Algunas teorías importantes por su relación con la opinión pública:
1) El redescubrimiento del grupo primario: 1940-1950. Katz y Lazarsfeld. Re
aparece el papel de los grupos primarios que ya existían, pero buscando
desvelar las razones ocultas de la opinión pública que influyen en la toma de
decisiones políticas. Concluyen que la decisión del voto no depende tanto de
la influencia de los medios, sino más de la experiencia que se obtiene en los
grupos. Los medios, no contribuyen al cambio, sino refuerzan las actitudes ya
existentes. Así se deja de interpretar al público como una entidad pasiva y
desorganizada para iniciar la investigación de las relaciones entre la
comunicación, organización e influencia personal.
Cuando se estudia el efecto de los medios sobre el público, la exposición,
percepción y retención selectivas, encontrarán en el grupo un factor de refuerzo
para las opiniones y actitudes ya existentes que obstaculizará la eficacia de los
medios.
Hay 5 funciones del grupo primario: a) Permite compartir las opiniones con
quien el sujeto desea identificarse. El grupo como elemento de cohesión. Los
sujetos comparten normas y valores del grupo. Este carácter directivo del grupo
impide que los MMC influyan directamente a las personas; b) El grupo se
convierte en intérprete de la realidad social, ofreciendo a los miembros
significados para las situaciones. El individuo encuentra en el grupo la
explicación política, económica, etc. de su entorno social; c) El grupo, al facilitar
la interacción, posibilita la toma de decisiones en común, crea una visión
colectiva y favorece la dependencia cuando los temas de opinión no están
claros. Crea la norma social; d) Facilita la tendencia de valor homófilo. Merton
le llama así a la tendencia recíproca en la gente a buscar como compañero a
aquellos que tienen las mismas opiniones y valores; e) el grupo exige
conformidad sobre opiniones, actitudes y hábitos para cuidar la identidad del
grupo y conseguir los objetivos.
Así las relaciones interpersonales se presentan como puntos de «amarre» de
las opiniones, actitudes y valores individuales que obstaculizan el intento de
cambio por parte de los medios.
Las relaciones interpersonales implican la existencia de redes de comunicación
que pueden estar relacionadas a su vez con las redes de los medios de
comunicación (por ejemplo, a través de los líderes de opinión). En esta
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situación los medios cumplirían la función de refuerzo. Los grupos y las normas
de grupo median de modo diverso en los efectos de las comunidades de masas:
favoreciendo el refuerzo o la conversión.
2) La comunicación en dos fases y los líderes de opinión: 1950. Los líderes
de opinión se encargarán de conectar la comunicación de los MMC con la
comunicación de los grupos.
La comunicación en dos fases sostiene que el receptor no está formado por
una masa anónima, atomizada o desorganizada, sino por grupos con un
sistema de comunicación propio; ese grupo es un factor intermediario entre los
medios y el público, y la influencia de los MMC sobre los miembros del grupo
se realiza a través de los líderes de opinión. Los medios de comunicación
transmiten mensajes que recogen los líderes de opinión y estos los
retransmiten y reinterpretan al resto del grupo.
La influencia de los líderes es más frecuente y eficaz que la de los MMC y sirven
para explicar el efecto de los MMC en el público.
Los líderes de opinión suelen estar más expuestos a los MMC y están más
informados de la realidad, lo que hace que el resto de los miembros acudan a
ellos en busca de consejo, ideas, valoraciones o información. Hay de todas
clases sociales.
3) La exposición, percepción y retención selectivas: sostiene que las
audiencias juegan un papel activo en el flujo de las comunicaciones. La
audiencia presta atención selectiva a los mensajes de los medios cuando
guardan relación con sus intereses, son adecuados con sus actitudes o
respaldan sus valores. Los receptores reciben mensajes que son consonantes
con sus intereses y en desviar los que son disonantes. La selectividad del
receptor explica la indiferencia o el rechazo de los MMC y mensajes en contra
de lo esperado por el comunicandor (efecto búmeran). Las audiencias son
activas.
4) Hipótesis del refuerzo: Se refiere a la consolidación, intensificación o
afianzamiento de las opiniones y actitudes ya existentes. Las comunicaciones
de masas de tipo persuasivo actúan más como agente de refuerzo que como
agente de cambio. Las comunicaciones persuasivas pueden: crear opiniones y
actitudes nuevas sobre un tema en cuestión; reforzar las opiniones y actitudes
ya existentes; disminuir la intensidad de las oposiciones y actitudes existentes,
sin llevar a cabo una conversión; cambiar de opiniones y actitudes a otras
distintas u opuestas; y no tener ningún efecto.
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El hecho de que las comunicaciones de masas de tipo persuasivo actúen más


como agentes de refuerzo que de conversión, parece deberse a la mediación
de factores y condiciones ajenas a la comunicación tales como: las
predisposiciones de percepción y retención selectivas, el grupo y las normas
del grupo al que pertenece, los líderes de opinión, y la naturaleza de los MMC
de masas en una sociedad de libre empresa.
-Mass Communication Research o Teoría de Rango Medio: 1970. El
paradigma de Lazarsfeld (funcionalista) fue dominante. Analiza los efectos
sociales, culturales y psicológicos de los mensajes que se transmiten por los
medios masivos de comunicación y las reacciones del público frente a las
propuestas mediáticas con el objeto de obtener las claves para conducir el
comportamiento de las masas. El interés es conocer las opiniones y actitudes,
los estados de opinión y la opinión pública. La OP como fenómeno global, pero
a la vez como la suma de las opiniones individuales. Las técnicas, la
cuantificación y el uso de los resultados marcarán el nuevo concepto de opinión
pública. Se equiparara la opinión pública al resultado de los sondeos.
No se puede explicar la formación de la OP al margen de la introducción de la
radio y la tv. El análisis de la opinión pública desde 1930 se puede hacer a la
par que el estudio de los medios, especialmente el de los efectos de la
comunicación. Desde 1970, la MCR sin abandonar la importancia de los medios
en la opinión pública, se ampliará hasta recuperar el matriz político dentro de
los estudios de comunicación política.
De esta manera, así se pasa de un estudio de la OP desde el campo filosófico-
político al psicológico-sociológico. A este proceso se lo llama "disolución
psicosociológica de la OP”, entendiendo que la OP ha sufrido un proceso
reduccionista en el concepto teórico y en el método de análisis.
Habermas sostiene que la OP se convierte en objeto de la investigación socio-
psicológica, o sea, que el resultado de un proceso de comunicación en la
sociedad de las masas no se vincula a los principios de la discusión pública ni
tampoco a la dominación política.
La OP es igual a la opinión de un grupo, equiparando público con grupo/masa
y la opinión es igual a una actitud.
Esto ocurrió porque se ha analizado la opinión pública como un elemento más
del proceso comunicativo, sometido a las técnicas de la persuasión y la
propaganda, y porque la investigación entendió por opinión pública a la suma
de las opiniones y actitudes que fueron reflejadas por sus técnicas de
investigación positivistas, los estudios de laboratorio y encuestas de opinión.
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Así la opinión pública sufrió un proceso reduccionista en el concepto teórico y


en el método de análisis.
Los resultados de una encuesta reflejan estados de opinión, no la opinión
pública.
Las encuestas de opinión se creyeron el mejor instrumento para conocer la OP.
Este se aleja de la realidad porque las opiniones dadas a una encuesta son
sólo opiniones que en un gran porcentaje están insuficientemente
fundamentadas. No se puede equiparar las opiniones manifestadas en una
encuesta con el fenómeno social de la opinión pública.
Además que las encuestas de opinión pueden llegar a producir un efecto de
creación de OP.
No se puede entender por OP a un conjunto cuantitativo de opiniones
individuales, que pasa por alto los diferentes papeles que juega cada persona
y grupos en el proceso de formación de la opinión pública.
Los sondeos registran opiniones pero puede ser que éstas nada tengan que
ver con la opinión pública, porque la formación y expresión de la opinión pública
no constituye la acción de una población de individuos aislados sino que es
función de una sociedad estructurada constituida por una red de grupos y
personas de diversos grados de influencias y que ocupan posiciones diferentes.
En el fondo de la cuestión, la crítica se centra en que el concepto de opinión
pública es complejo y hasta pueden existir diferentes conceptos. Se ha
entendido por opinión pública el conjunto de opiniones individuales, a la opinión
mayoritaria, a la opinión del grupo más activo, a las opiniones que difunden los
MMC, a las opiniones de los expertos y a las opiniones de los líderes.
Estas diferentes maneras de entender la opinión pública no se excluyen
mutuamente ni agotan el concepto, pero hasta fines de 1970, se entendía por
opinión pública a las opiniones de la gente registradas en los estudios empíricos
(ej. encuestas de opinión) y por tanto, teniendo estrecha en relación con las
opiniones que difundían los MMC.
Nuevas aportaciones al estudio de la opinión pública: El estudio de la OP hacia
1980 intenta recuperar el concepto político de la opinión pública al juzgar como
insuficiente el concepto psicosociológico que identificaba opinión pública con la
suma de opiniones y actitudes.
Así surge una nueva disciplina denominada la comunicación política, que
recibirá aportes del derecho político, la sociología política, estudios sobre
conducta electoral e información política. La OP será el eje fundamental para
15

explicar las relaciones entre gobernantes y gobernados. Desde esta


perspectiva hay 3 nuevas teorías:
1) La teoría de los Usos y Gratificaciones: analiza el proceso comunicativo
desde los receptores. Se pregunta qué hace la audiencia con los medios.
Sostiene que la audiencia es activa y que éstos utilizan los medios según sus
intereses, necesidades y motivaciones.
El efecto de las comunicaciones de masas no habrá de estudiarse desde las
características del comunicante y medio, sino desde las necesidades, usos y
gratificaciones de la audiencia.
La audiencia traslada a los MMC sus propias necesidades (que tienen su
personalidad y las circunstancias sociales que rodean al sujeto) y busca en
ellos alguna gratificación.
Las gratificaciones descubiertas hacen referencia a la adquisición de
información, evasión o descarga de problemas, búsqueda de apoyo, seguridad
y aumento de la autoestima, ayudas para la interacción social y
acompañamiento ritualista de las actividades diarias.
La teoría de los usos y gratificaciones nos permite estudiar la opinión pública
desde un público que se manifiesta como activo, que desarrolla un alto
componente cognitivo y que utiliza los medios de comunicación para conseguir
información en interacción con otros muchos factores del entorno.
2) La teoría de la Fijación de la Agenda : Destaca la capacidad de los MMC
para transmitir la información. Interesa el efecto sobre las cogniciones.
Los medios crean una realidad paralela o pseudoentorno y los individuos
acuden a ella para construir la explicación del mundo.
Los medios son importantes porque orientan al individuo en sus pensamientos
ofreciéndoles algunos unos temas y silenciándoles o ignorando otros. Esto
produce un efecto sobre la OP.
La audiencia tenderá a conocer las cuestiones difundidas por los MMC,
despriorizando otros temas de su interés.
Esta es la función creadora de agenda, porque el MMC selecciona de entre
muchos temas solo algunos, silencia o evita otros, determina la importancia o
el orden de prioridades y, a través de la presencia selectiva, repetida, constante
y pública, orienta la atención y la opinión pública. La atención pública y la
opinión pública quedan enmarcados en el espacio público informativo.
La fijación de la agenda no se agota en el área informativa, sino que se extiende
a otros campos como las modas, cultura o política.
16

3) La teoría de la Espiral del Silencio: Teoría de Neumann. Pretende explicar


el impacto de los medios en el público, especialmente en la formación de la
opinión pública como un efecto a largo plazo.
El tema de la percepción selectiva sigue teniendo validez y cuando funciona,
los medios refuerzan las opiniones y actitudes ya existentes. Pero si se logra
de alguna manera reducir o eliminar la selectividad, mayor puede ser la eficacia
de los medios en la formación de la opinión pública. Los medios de
comunicación son tan influyentes (dependencia, atención) en la sociedad actual
que pueden producir gran semejanza de opiniones y conductas en la población.
Los periodistas contribuyen a ello. La condición periodística tiende a crear un
marco de referencia informativo al que debe acomodarse en parte la realidad y
la noticia.
Aquellas informaciones que encajen en el marco de referencia común serán
publicadas y aquellas que se aparten o disientan del mismo, serán marginadas
o permanecerán en el silencio.
Lo que se llama opinión pública no corresponde a la opinión mayoritaria (las
opiniones en las encuestas), sino a la opinión dominante por efecto y
determinación de los medios y los periodistas.
No importa que sea la corriente mayoritaria en la realidad, sino que sea pública
y publicada.
La espiral del silencio aparece una parte importante de las opiniones se
esconden en el silencio por no encontrar el apoyo necesario en el espacio
público informativo.
Al investigar la opinión pública real debemos tener en cuenta la opinión
dominante y la silenciada, porque las opiniones silenciadas pueden pasar en
cualquier momento a la publicidad en cuanto cambien.
En conclusión, la investigación de la OP durante el siglo XX tuvo en sus
comienzos un modelo funcionalista, conductista, cuantitativo basado en la
sociedad de masas y reduciendo su estudio a un análisis psicológico-
sociológico, condicionado por los intereses económicos y políticos para la
creación y manipulación de la opinión publica. Esto le brindaba a las
investigaciones acerca de la OP y la comunicación el carácter instrumental,
teniendo serias consecuencias políticas en la construcción del conocimiento,
ya que ninguna aplicación de técnicas es neutral sino por el contrario, esconde
intereses. Este carácter reviste las Teorías del impacto colectivo. Sin embargo,
hay que reconocer también la crítica a estos estudios conductuales y los
aportes al análisis de la OP brindados por las Teorías de los Factores
17

Intermediarios. Oponiéndose a la idea de un receptor pasivo miembro de una


masa homogénea y fácilmente manipulable, aportaron avances sobre la
importancia de la interacción humana, la audiencia activa y selectiva y sus
efectos en la formación de la OP.
Estas críticas perspectivas permiten recuperar en parte la reflexión política
sobre la OP, la investigación de la comunicación como análisis de la cultura y
el valor del carácter conflictivo y político de sus fenómenos, que se profundizará
hasta actualidad del estudio de las problemáticas de la OP.
18

3. Algunas categorías para el estudio de las actuales problemáticas socio-culturales y


políticas de la OP. SCHMUCLER, QUEVEDO, MATA.
SCHMUCKLER sostiene que bajo el signo de la globalización, se abrieron paso dos
conceptos que se entrelazan: aldea y mercado. Lo central fue la inmediatez con la que circula
la información. En la aldea y el mercado, los seres humanos son solo datos a tener en cuenta
para que el sistema funcione correctamente.
Esta concepción es la sostenida por la filosofía neoliberal, concibiendo al ciudadano como
un consumidor libre en el mercado libre.
El hombre interconectado se convierte en el ideal del mercado. Consumidores y ciudadanos
confundieron sus lugares y el consumo se transformó en el espacio adecuado para que la
ciudadanía se construya. Fueron necesarios dos pasos sucesivos: a) hubo que aceptar que
el “ser” del ser humano se realizaba como ciudadano. b) aceptar que consumir era la forma
más legítima de existencia.
En vez de fundar un espacio público de ciudadanos (como hizo la escritura) la televisión
organiza el espacio privado de los consumidores.
QUEVEDO destaca la importancia del papel productivo de la Televisión en lo que se refiere
a formación de la agenda pública, la construcción de escenarios sociales y políticos, la
instalación de ciertos debates y la legitimación y deslegitimación de temas y personas.
El inmenso consumo de la televisión obliga a prestarle una atención no solo a cómo la TV
oculta la realidad, sino saber qué realidad construye. Esta realidad es un recorte de
acontecimientos que son “moldeándolos” mediante la imposición de lenguajes y estrategias
de consumo. Aun el arte tradicionalmente reservado para públicos selectos, se
transformaron en fenómenos de masa por obra de la TV.
Un político sabe que la capacidad de ampliar audiencia que tiene la TV es incomparable,
pero estas condiciones de la exposición televisiva imprimen al discurso del político efectos
(deseados y no deseados: buena o mala imagen televisiva).
Si bien hay espacios televisivos donde la política en los cuales impone hasta cierto punto
sus propias reglas, como ejemplo: el discurso oficial, formas de la publicidad política, el
debate público pactado entre dos candidatos, etc.; estos espacios son menos importantes
que el resto del dominio que ejerce el medio. O sea, las formas en que la política coloniza a
la televisión suelen ser mucho menos efectivas que los modos en que la televisión se
apodera de los temas y de los hombres públicos, sometiéndolos a sus reglas.
Por eso, un político televisable no implica ser confiable, comprometido con los ideales.
Porque hacer el personaje de político implica adaptarse a los diversos géneros televisivos,
tener una imagen positiva, saber construir mensajes desde los tiempos y los lenguajes
propios del medio.
La televisión tiende a crear una nueva sensibilidad política (produciendo sentimiento común
para la telepolitica) y destaca la forma en que somete a los políticos a las reglas propias del
medio.
La actual vinculación entre la TV y política supone el fin de la política ni el fin de la figura del
político, pero revela la crisis de una forma de hacer política y el ingreso a los medios de un
hombre político con perfiles bastante diferentes a los de antes.
El político de la cultura más mediática es menos pretencioso con su palabra y mantiene una
relación menos grave con la verdad y los mandatos de la historia. Es cuidadoso de su imagen
19

y capaz de adaptarse a situaciones que le impone el medio: el corto tiempo, el humor y la


simpatía. Aspira más a mostrarse de manera convincente que a demostrar sus convicciones.
Así mediación televisiva determina un nuevo perfil de los nuevos políticos, cambios en la
constitución del espacio público moderno y también de las nuevas formas de escuchar
política por parte de la audiencia que se ha acostumbrado ya a sus tiempos y lenguajes.
En esta línea, MATA se interroga sobre las condiciones reales en las que los públicos se
construyen. Permitiendo comprender al consumo de los medios como conjunto de prácticas
en la que se constituyen significados y sentidos del vivir, a través de la apropiación y usos
de bienes. En este marco, la “autonomía” de los sujetos llevó a desconocer la dimensión de
la oferta y su carácter prefigurador de un nuevo sujeto (el consumidor de bienes culturales
masivos) que, bajo la denominación de público, devino hecho natural. Así, ser público, se
funda en la aceptación de un rol diseñado desde el mercado mediático que abre sus
escaparates para diversificadas elecciones y usos de sus productos.
Señala que estamos frente a un proceso de mediatización de la política, entendida como
desplazamiento de la plaza a la platea.
La plaza como lugar público donde se suceden intercambios directos; como lugar de la
acción; como espacio material y simbólico de la vida política; como centro articulador de los
espacios ciudadanos y del imaginario político nacional; como lugar de la irrupción de actores
colectivos (el pueblo, la masa); como centro del reconocimiento de la política como
mediación y confrontación de intereses; como la localización del actuar colectivo articulado
en representaciones sociales y partidarias.
La platea como espacio bivalente, público y privado al mismo tiempo. Público en tanta oferta
genérica que permite acceder a un espacio común de representación. Privado, particular, en
tanto lugar (asiento) de la contemplación, de la producción en recepción. La platea como
ámbito natural del espectáculo y el espectador. La platea aludiendo más a la actuación.
El predominio de la platea sobre la plaza como lugar de construcción de lo político, generado
por la mediatización de la política. Refiere a la centralidad que adquieren los medios masivos
en el conjunto de las prácticas políticas para influenciar en los resultados electorales
mediante operaciones manipuladoras que se realizan desde el poder para legitimar temas y
actores. Por mediatización de la política se entiende el proceso en y por el cual los medios
de comunicación masivos imponen crecientemente su lógica en la construcción de la
realidad política. Ello significa
que los medios son los principales mediadores entre los espacios de la política
tradicionalmente legitimados y la ciudadanía, transformada en público masivo. Esto se
verifica cuando hay: debilitamiento de las militancias, de la labor educativa, y el abandono
de la inserción en espacios sociales y políticos.
De la plaza a la platea seria la imagen del movimiento sustitutorio que revela los nuevos
espacios físicos y simbólicos que se admiten como lugares de producción del sentido político
y unas estrategias propias de tales espacios, articuladas por la mediación tecnológica y el
consumo cultural.
Es un traslado de cuestiones del espacio de la acción al de la representación que impide ver
lo que la primera siempre representa y lo que la segunda implica como práctica productiva,
como construcción deliberada de la acción. De la plaza a la platea sugeriría la clausura de
la participación política.
20

Esto representa un riesgo, porque a la vez que ofrecen nuevas posibilidades de información
y de expresión, los espacios físicos y simbólicos propios de la política pueden llegar a
desfavorecer la organización y participación que caracterizaban a la plaza.
La ciudadanía asume el riesgo de convertirse en espectador. La mediatización de la política
genera que las personas resignen su participación activa colectiva, ya que le basta con el
consumo de los medios que se da en el ámbito de lo privado individual. Sin estar participando
verdaderamente de la definición de los asuntos públicos. Esto muestra la vigencia de la
disfunción narcotizante de Lazarfeld y Merton.
Una respuesta que pretende suplantar la idea del desplazamiento acabado o la simple
sustitución por la de una tensión, por la idea de un espacio virtual construido entre la plaza
y la platea. Ese espacio, construido cooperativamente por quienes protagonizan la acción
(los sujetos de la plaza) y por emisores, mediadores y receptores (los protagonistas de la
platea), permite reconocer unas estrategias que se orientan a producir un efecto de sentido:
el de la visibilidad. En ese espacio virtual que la televisión, la radio y los medios en general,
prometen y realizan trazando otros sentidos de la acción. (Desde la platea parece que
estamos actuando).
Consagrar la platea como lugar de construcción de la política es enmascarar ese desafío.
Asumir la tensión obliga y posibilita a reingresar desde ese nuevo espacio la discusión acerca
de la política como práctica de articulación de intereses y definición de propuestas, como
espacio de reconocimiento consciente y de acción.
Por eso HABERMAS sostiene que espacio público es un ámbito de nuestra vida social, en
el que se puede construir opinión pública. Los ciudadanos se comportan como público,
cuando se reúnen y conciertan libremente, sin presiones y con la garantía de poder
manifestar y publicar libremente su opinión, sobre las oportunidades de actuar según
intereses generales. En los casos de un público amplio, esta comunicación requiere medios
precisos de transferencia e influencia: periódicos y revistas, radio y televisión son hoy tales
medios del espacio público. Lo público refiere a cuidar del bien general de todos los sujetos
de derecho.
La opinión pública tiene que ver con tareas de crítica y de control, que el público de los
ciudadanos de un estado ejerce frente al dominio estatalmente organizado.
El espacio de la opinión pública es una red para la comunicación de contenidos y tomas de
postura, es decir, de opiniones, y en él los flujos de comunicación quedan filtrados y
sintetizados que se condensan en opiniones públicas ligadas en torno a temas específicos.
Los ciudadanos son portadores del espacio público y en él expresan problemas de los
distintos ámbitos de su vida.
El medio propio es la interacción comunicativa, es decir, la práctica comunicativa cotidiana
que produce argumentos, influencias y opiniones. El arraigo del espacio público en el mundo
de la vida y en los procesos de comunicación lo distinguen de otros fenómenos sistémicos
o estratégicos de funcionalidad instrumental. De ahí su potencialidad.
La opinión pública puede manipularse e instrumentalizarse, pero a costa de perder de vista
la realidad propia de los individuos, el sentido de sus vidas y su interdependencia dentro de
un mundo simbólico compartido; a costa también de sustraerse a la eficacia de una
legitimación racional.
21

Las formas emancipadas de vida «no pueden producirse por intervenciones


administrativas». De la vitalidad del espacio de opinión pública y la verdadera autonomía de
la voluntad de los ciudadanos dependen la legitimación de las decisiones políticas y la
regulación de la cohesión social.
-Estas interpretaciones, otorgan categorías que ayudan a la reflexión de la educación, a
partir del análisis del impacto de los medios de comunicación en las formas de concebir a la
realidad social y al público, en los modos hacer y entender la política, nuevas formas de
construir y manipular la opinión pública, de condicionar la democracia y su impacto en la
formación de la ciudadanía. Pero también, a pesar de estos modos de estas problemáticas,
el espacio de opinión pública mantiene su potencial civil y político.
-Formar para la opinión crítica, es un pilar para la constitución de una ciudadanía crítica
organizada y participativa, que cuestiona las características de este sistema y reclama
activamente por sus derechos. 4. Educación para la opinión en el marco de la educación
para la comunicación. LANDIVAR Y FLORIS
-Educación para la comunicación está presente cuando se pretende formar usuarios y
productores críticos y conscientes de información, cuando se procura potenciar capacidades,
habilidades y actitudes del consumidor y generador de mensajes a partir de esquema propio,
valorativo y consciente; y direccionar su actuar hacia una acción transformadora.
-El propósito es la conformación de una criticidad definida por el desarrollo de estrategias
cognitivas para el manejo e interpretación de la información pero que no se agotan en lo
cognitivo. Son estrategias que están regidas por la racionalidad de modo que se utilice la
comunicación como instrumento esencial en la construcción de un consenso inclusivo. Esta
racionalidad debe hacer consciente-coherente el discurso y la acción fundamentándose en
un reconocimiento de los aspectos emocionales que intervienen en la adhesión a
determinados valores, creencias, etc. En este sentido se habla de acciones transformadoras
y de consenso.
-EPC es un encuadre teórico - práctico con un objetivo social transformador, meta que
supone la formación de una racionalidad crítica.
En este marco, puede pesarse la formación para la opinión de manera crítica.
La criticidad entendiéndola como:
--La toma de consciencia de los propios valores y cultura (individualmente y como parte de
un sector social); de qué y cómo se resignifica a partir de ello; de los valores y culturas de
otros sectores sociales.
--La construcción, cada vez más amplia y consciente, de conocimientos que impliquen una
formación de criterio y opinión propios para poder evaluar, decidir, discernir, intercambiar,
exigir, etc. que permitan la participación social efectiva e independiente, que faciliten el
consenso social.
--El poder identificar, elegir y acceder a diferentes fuentes de información para disponer de
información veraz, suficiente, completa. Poder analizar, identificar problemáticas, evaluar,
objetar, decidir, actuar y aportar de modo creativo y transformador desde una opinión
fundamentada y con un objetivo social. Comprender el lugar que ocupa lo actitudinal y los
valores (como parte de la ética) en las prácticas y acciones humanas.
--La acción comprometida y solidaria con y para otros.
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--La interpretación y comprensión del sentido social de la información de cualquier


discurso/mensaje e identificar las coincidencias, diferencias y/o contradicciones.
--La comprensión del rol como sujeto social dentro de cualquier proceso de comunicación
social desde la recepción.
-En el marco de la sociedad de la información y antes las problemáticas mencionadas, es
fundamental pensar en una educación para la comunicación porque toma los medios de
comunicación y los diferentes procesos comunicacionales como objeto de estudio para
analizar el rol ciudadano en la comunicación social y su relevancia en la conformación de la
sociedad y la cultura, pretendiendo que los sujetos aprendan una racionalidad basada en el
respeto por las diferencias y en la capacidad para el intercambio comunicativo en busca de
acuerdos orientados a una sociedad más justa e igualitaria.

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