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EL PERFIL DEL DOCENTE Y LA EDUCACIÓN TRANFORMADORA

La educación tradicional ha generado nefastas consecuencias, pues por


centrarse en la enseñanza y no en el aprendizaje, se ha concentrado en los
contenidos de los programas académicos, en la memorización de datos y
conceptos y no en los verdaderos desarrollos de los aprendizajes
autónomos y significativos; sin respetar la singularidad ni la autonomía de
quien aprende, ni sus actitudes, aptitudes, talentos y proyectos de vida
personales y profesionales, lo que produce un pensamiento convergente en
las personas, de todo carácter y nivel, en vez de desarrollar el pensamiento
divergente, y con él, el ingenio, la creatividad, la capacidad de innovación
y de invención; formando personas sin autogestión, proactividad,
compromiso, protagonismo, productividad y capacidad para resolver sus
propios problemas.
En este sentido los maestros debemos centrarnos en desarrollar nuevos
aprendizajes para el siglo XXI y en sus respectivas competencias; como son:
aprender a ser, aprender a sentir, aprender a actuar, aprender a convivir,
aprender a saber, aprender a hacer, aprender a pensar y aprender a
emprender, desde un modelo pedagógico holístico enmarcado en una
educación integral, preventiva e inclusiva.
Resulta importante precisar entonces que, para formar estudiantes
singulares, autónomos, abiertos a los demás, trascendentes, con valores
éticos y morales, afectivos, espirituales, inteligentes, y en especial;
autogestionarios, protagónicos, proactivos, comprometidos, crítico
constructivos, que resuelvan sus problemas y no sean parte de ellos, que
trabajen en equipo, que sean ingeniosos, creativos e innovadores y pongan
todo lo que son, lo que sienten, lo que saben hacer, todo lo que saben al
servicio de los demás y de la comunidad, su cultura y el país; necesitamos
que el perfil del docente sea el de educador, mediador, tutor y mentor;
perfil expresado en tres campos: vocacional (perfil personal), profesional
(perfil académico) y ocupacional( perfil laboral).Un docente con principios,
valores, actitudes, comportamientos y también ser excelentes
profesionales con hábitos, habilidades, destrezas, conocimientos,
aptitudes, competencias y desempeños, para, con testimonio de vida
educar a las futuras generaciones.
Respecto al desempeño docente, que se concreta en el conjunto de
acciones que realiza el docente durante el desarrollo de su actividad
pedagógica y en sus resultados para lograr el fin y los objetivos formativos
del nivel educativo donde trabaje; se precisa que debe caracterizarse por
un modo de actuación profesional que permita modelar las formas que
usará para lograr que los estudiantes tengan un rol protagónico en el
proceso de enseñanza aprendizaje, donde hará evidente la aprehensión de
los valores, éticos, las estrategias de aprendizaje y los métodos de trabajo
pedagógico asociados con el encargo social de su profesión, y manifestará
su propia identidad profesional.
En consecuencia el trabajo docente es muy importante y se convierte en
una prioridad, pues la sociedad necesita maestros capaces de contribuir a
la formación de hombres y mujeres que sean competentes para participar
en el desarrollo social sostenible y la construcción de una cultura de paz y
democracia en el siglo XXI a la educación.
De este modo el desempeño alcanza nuevos retos para educar, formar,
instruir y desarrollar una sociedad donde se satisface las necesidades
individuales y sociales desde concepciones humanistas con igualdad de
oportunidades. Es una tarea comprometida considerar un concepto de
calidad de desempeño docente, ya que este se caracteriza por un
determinismo social e histórico y se constituye en imagen- objetivo de la
transformación educativa, lo que condiciona que la calidad se interprete de
acuerdo con patrones históricos y culturales que tienen que ver con una
realidad específica, en un momento determinado y que se define a través
de ajustes con las propias demandas sociales.

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