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MARTÍNEZ DE SOUSA, JOSÉ. “ENCICLOPEDIA”.

VOZ DE DICCIONARIO EN DICCIONARIO DE


BIBLIOLOGÍA Y CIENCIAS AFINES. GIJÓN: TREA, 2004. PÁGINAS 355-357.

(del gr. enkýklo paidéia, educación en círculo, panorama; fr. encyclopédie; i. enciclopedia,
encyclopaedia, cyclopedia, cyclopaedia) Obra en que se trata de muchas ciencias.

▻ Vitrubio (siglo I a. de C.) utiliza el término encyclios paideia (“instrucción sistemática, cíclica”),
y Quintiliano (ca. 30-100 a. de C.), el de egkuklopaideia en el sentido de “curso de estudio”.
Ningún libro de la Antigüedad ni de la Edad Media llevó esta palabra en su título. La voz
encyclopedia está atestiguada en inglés en 1531 como the circle of doctrine, y dos años después
Rabelais utiliza encyclopédie (Pantagruel, cap. 20) con el mismo valor significativo. En 1548 la
utiliza Thomas Elyot (1490-1546) en el primer diccionario latín-inglés (Biblioteca Elyotae), escrito
por él. En los primeros títulos que utilizan la palabra latina encyclopaedia, esta tiene el sentido
amplio de “círculo de conocimientos”, prácticamente sinónimo de “artes liberales”. Ya en 1608
Johann Heinrich Alsted (1588-1638) había escrito una Encyclopaedia cursus philosophici; en
1610, una Panacaea philosophica calificada de “methodus docendi et discendi universam
encyclopaediam” y en 1620, una Encyclopaedia VII tomis distincta. En el siglo XVI y principios del
XVII varios manuales y tratados pedagógicos son denominados enciclopedias.
Historia. Sin duda, Aristóteles (384-322 a. de C.) fue el primer gran enciclopedista. También
Posidonio (ca. 135-ca. 50 a. de C.) dio muestras de su mentalidad enciclopédica, y asimismo
Speusippas, matemático discípulo de Platón (siglo iv a. de C.); de ninguno de estos dos últimos
queda algo más que unos fragmentos. En el mundo romano, este espíritu enciclopédico tiene su
exponente en Catón (234-149 a. de C.). Sin embargo, es Marco Terencio Varrón (117-26 a. de C.)
quien produce, alrededor del año 50 a. de C., la primera obra que puede considerarse
enciclopédica. Aunque parte de sus escritos se ha perdido, se puede creer que los 45 libros de
las Antiquitates rerum humanarum et divinarum, los nueve de las Disciplinae, los tres de
Rusticae, así como los 15 libros de un diccionario biográfico ilustrado concerniente a 700
personajes griegos y romanos (Hebdomades vel imaginibus), constituyen un conjunto capaz de
servir como corpus de referencia general. Es asimismo enciclopédico Plinio el Viejo (23-79 d. de
C.) con su obra Naturalis historia (Historia natural) en 37 libros, impresionante por la cantidad
de información reunida (extractos de 500 autores para presentar los conocimientos de la época
sobre la naturaleza). Lo son también Suetonio (citado por san Isidoro de Sevilla), Aulio Gelio
(siglo II) con sus Noches áticas en 20 libros, predominantemente de carácter filológico, aunque
trata asimismo temas gramaticales, históricos, filosóficos, científicos, etcétera. Después de
Apuleyo (ca. 125-170), el espíritu enciclopédico languidece, hasta el siglo v, en que Marciano
Capella, en su obra Las bodas de la filología y de Mercurio, reúne las siete ciencias que entonces
componían el saber humano: gramática, dialéctica, retórica, geometría, astrología, artimética y
música; esta obra fue muy utilizada durante la Edad Media. A partir del siglo VI el mundo
cristiano, tanto occidental como oriental, trata de presentar un cuerpo de doctrina y de saber
destinado a difundir y salvaguardar una cultura monástica. El bastión de la cultura romana es
Andalucía, donde el arzobispo san Isidoro de Sevilla (560-636) acumula en una gigantesca
compilación el saber de su tiempo en su obra Etimologías u Orígenes, obra importantísima que
circuló por todo Occidente (tuvo nueve ediciones hasta 1529), que ejerce enorme influencia en
el mundo cristiano de su época. He aquí las materias de sus veinte libros:

1) gramática y métrica;
2) retórica;
3) dialéctica;
4) medicina y bibliotecas;
5) cronología y leyes;
6) libros y oficios eclesiásticos;
7) Dios y las jerarquías del cielo y de la tierra;
8) la Iglesia y sus herejías;
9) las lenguas, los pueblos, los reinos y los títulos oficiales;
10) etimologías de las palabras;
11) el hombre;
12) animales y pájaros;
13) el mundo y sus partes;
14) geografía física;
15) caminos y edificios públicos;
16) piedras y metales;
17) agricultura;
18) terminología de la guerra, de la jurisprudencia y de los espectáculos públicos;
19) navegación, edificación e indumentaria;
20) instrumentos de casa, del campo y de los diversos oficios.

San Isidoro se inspira en todas las fuentes existentes, sean cristianas o paganas: Boecio,
Gelio, Aureliano, Plinio, Suetonio, Lactancio, Varrón y Solino. A causa de ello, poco más de
dos siglos después el abad de Fulda Rabano Mauro (780-856), en su De universo, toma las
Etimologías y las dota de una orientación más cristiana.
Pueden considerarse también enciclopédicas ciertas obras monográficas como los
bestiarios, de los que ya en el siglo i o i d. de C. se conoce en Alejandría uno, el Physiologus
(El naturalista), hoy perdido, obra de gran influencia en su tiempo por el simbolismo
cristiano de que fue dotado al ser traducido al latín. Son asimismo notables el Diccionario
universal del obispo Salomón de Constanza, compilado en el siglo ix; la enciclopedia De
universo de Rabano Mauro ya mencionada, así como los espejos y sumas medievales, entre
los que se destacan el Speculum maius del dominio Vincent de Beauvais, enciclopedia
dividida en tres partes: Speculum doctrinale, naturale e historiales (a la que posteriormente,
a principios del siglo xiv) se le añadió un Speculum morale), terminado en 1244, o la
Sententiarum libri III de san Isidoro de Sevilla, considerada la primera suma teológica que se
conoce, o las que en el siglo xiii compilaron Alejandro de Hales (1185-1245), san Alberto
Magno (ca. 1246-d. 1270) y santo Tomás de Aquino (1267-1273). Merece cita asimismo el
Catholicon de Johannes Balbus (siglo xiii), gramática y diccionario latino, el primero de los
compuestos por Gutenberg, en el colofón del cual se da la noticia de la invención de la
imprenta.
El abad de Fulda y arzobispo de Maguncia Rabano Mauro (780-856) retoma las Etimologías
y las cristianiza más estrictamente en su De universo (842-847) (sabido es que san Isidoro
utiliza en su obra todo tipo de fuentes, aun las paganas). En el mundo bizantino, Focio (ca.
820-895) dejó obra de erudición, como el Léxico o el Myriobiblion o Biblioteca, formada por
279 descripciones de obras, corpus irremplazable de autores griegos, cristianos y profanos.
En la Alta Edad Media, la labor enciclopédica continúa en Europa con los espejos (como el
Speculum maius de Vincent de Beauvais) y las sumas. (→ Espejo; suma). Son asimismo
dignas de mención las obras De proprietaribus rerum (Las propiedades de las cosas) de
Bartolomé Ánglico, escrita entre 1225 y 1240, y el Liber de natura rerum (Libro de la
naturaleza) de Tomás de Cantimpré, dominico discípulo de Alberto Magno, redactado entre
1233 y 1248. Durante el Renacimiento se publicaron en Italia algunas enciclopedias en variso
volúmenes. El tipo de enciclopedia producido hasta entonces es metódico o sistemático;
solo a partir del barroco (fines del siglo xvi) algunas enciclopedias llevan un índice alfabético.
El enciclopedismo moderno, que da lugar a obras que pretenden abarcar alfabéticamente
todos los conocimientos humanos en gran cantidad de volúmenes y en lengua vulgar, nace
en el siglo xvii (→ diccionario enciclopédico), cuando se producen en el mundo enciclopédico
dos innovaciones muy importantes: la alfabetización de las entradas y la redacción en lengua
vulgar.
En el mundo bizantino sobresalen las obras de Focio (820-895) y en especial la de Suidas (en
el siglo x u xi), autor de un diccionario enciclopédico bizantino, obra desordenada y con
errores, pero, pese a ello, muy apreciada, ya que proporciona datos curiosos y fragmentos
de autores antiguos.
En el tipo que puede considerarse enciclopedia pura no existe relación entre el término
definido y su contenido, sino que expone los conocimientos humanos sobre determinadas
materiales que se agrupan en artículos o monografías. “La enciclopedia […] reúne
información sobre el conjunto de cosas existentes en una civilización y designadas por la
lengua. La entrada no funciona aquí como signo léxico sino como etiqueta documental que
da acceso a numerosas informaciones sobre el mundo” (Fernández-Sevilla, 1974: 66).
La palabra enciclopedia, aplicada a las enciclopedias en sentido moderno, es decir, como
sumas de todos los conocimientos tal como las conocemos hoy, la utiliza por primera vez
Rabelais en el capítulo 20 de su Pantagruel (1532). Sin embargo, la primera mención de la
palabra puesta como título aparece en 1541 en una obra del flamenco Joachim Ringelbert,
si bien en la forma latina cyclopaedia, muy utilizada después en inglés. En 1559, el croata
Pablo Skalich la emplea en el título de su Encyclopaedia seu Orbis disciplinarum Epistemon.
En 1608 Johann Heinrich Alsted escribió una Encyclopaedia cursus philosophici. En el siglo
xvi y principios del xvii algunos manuales y tratados pedagógicos llevan el nombre genérico
de enciclopedia. Las producidas hasta el siglo xvi solían tener un orden metódico o
sistemático, y solo a partir de finales de este siglo comienzas algunas a llevar un índice
alfabético.
Las enciclopedias metódicas, para cuya existencia moderna se precisaba la clasificación
racional de los conocimientos, surge precisamente en el siglo xvii gracias a los trabajos de
sabios como Francis Bacon (1561-1626) quien realiza una primera clasificación de las
ciencias, luego seguido por Gottfried Wilhelm Leibniz (1646-1716), sistematizador de los
conceptos fundamentales de las matemáticas y de las ciencias naturales, y, entre otros, por
Melvil Dewey (1851-1931), creador de la clasificación decimal de los conocimientos, hoy
conocida como clasificación decimal universal (CDU), adoptada en 1895 por el Instituto
Internacional de Bibliografía de Bruselas, actualmente denominado Federación
Internacional de Dcoumentación (FID).
◊ 2 Conjunto de tratados pertenecientes a diversas ciencias o artes.
◊ 3 DICCIONARIO ENCICLOPÉDICO.

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