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LA SALIDA
(Oscuro)
(Se escuchan voces de niños jugando. Lentamente se ilumina el escenario. Carlos avanza
al centro del escenario. Los niños cantan ¡Ay Carmela!).
Otros de Valencia.
Muchos de Zaragoza.
En México.
Me dijeron que era pos dos meses, lo que duraba la guerra, dijo ella.
(Los personajes se dirigen al fondo del escenario, Carlos se levanta de la silla y se dirige
al fondo del escenario. Los cinco quedan en pie, de espaldas).
EL VIAJE
VICENTE: De Barcelona nos llevan a Francia. Ahí nos dan una cajita con alimentos
que contiene una botella de vino. Es una caja para adulto. No se dan cuenta. Nos
emborrachamos con el vino.
Nos alejamos, todo es mar, días de mareo, noches terribles, pasan los días,
descubrimos que en las lanchas salvavidas hay galletas, latas de comida y leche
condensada. Cada noche hacíamos un recorrido y nos llevábamos la mercancía a
nuestros camarotes. Si hubiera náufragos se morirían de hambre.
(Baile girando).
VICENTE: Cruzan aviones lanzando propaganda y por un momento pensamos que era un
bombardeo.
ANA: Estas flores me las regaló un niño mexicano, me gustan mucho porque son muy
bonitas, además me recuerdan a mi tierra: Andalucía.
CARLOS: Yo soy de Irún, ni madre y yo salimos huyendo a Madrid, a pie, tardamos mucho
tiempo en llegar, pero nos salvamos de los aviones.
VICENTE: Cuando acabe la guerra voy a regresar a España, hay que trabajar mucho por la
república. No podré olvidar nunca a México y a su gran presidente Lázaro Cárdenas.
LAURA: Yo vine de Madrid, mi padre tenía una casa, pero los aviones negros la
bombardearon. Después nos fuimos a Barcelona, de ahí me mandaron aquí. Mi madre se
quedó allí y mi padre, mi padre está luchando en el frente.
PILAR: Mis padres me mandaron a México para salvarme de las bombas de los aviones,
porque las bombas de los aviones matan a muchos niños de Barcelona, de Madrid, de
Valencia.
VICENTE: En la ciudad de México nos internan por dos días en la escuela “Hijos del
ejército número 2”.
PILAR: Ahí nos llenamos de piojos.
VICENTE: Y otra vez en tren, nos conducen a la ciudad que será nuestro destino final:
Morelia… Morelia… Morelia… Morelia… Morelia…
ANA: Donde sólo estaremos dos meses.
PILAR: Y luego volveremos a nuestra casa ¡Claro!
LAURA: Dicen que el presidente Cárdenas es un general, y que nació en éstas tierras.
CARLOS: Y dicen que es socialista. Y que está del lado de la República, con los obreros,
con los maestros, con el pueblo.
TODOS: ¡Como nuestros padres!
¡Vivan los infantes hispanos!
¡Vivan los niños republicanos!
¡Viva la República Española!
¡Viva México!
¡Viva Lázaro Cárdenas!
¡Viva!
VICENTE: Y así en medio de una gran multitud, nos conducen por Morelia hasta
llevarnos al internado que será nuestra nueva casa: la Escuela Industrial.
TODOS: España-México.
VICENTE: Poco tiempo decían, sólo unos meses.
(Carlos y Pilar corren al fondo del escenario, se colocan delante de la maestra que les trae
las tortillas).
PREFECTO: Alto. Orden. Paren… Malditos escuincles. No tiren las tortillas. Desgraciados,
maldecidos. Alto.
PREFECTO: ¡Alto!!!! ¡Ya!!! (Los niños se detienen) ¡En fila!!! ¡Ya!!! (Los niños se
colocan en fila) ¡Paso redoblado!!! ¡Ya!! ¡Media vuelta! ¡Ya!! ¡Trabajen los talleres! ¡Ya!!
LOS TALLERES
PILAR: Pues no entiendo. ¿Por qué si somos españoles nos recibieron así?
CARLOS: Con regalos.
LAURA: Besos y abrazos.
(Aplausos).
(Aplausos).
LA REACCIÓN
DIPUTADO: Si pudiera sacarme la sangre española de mis venas no dejaría ni una gota.
DIPUTADO: En México hay miles de niños pobres, tuberculosos y hambrientos, ¿por qué
atendemos a los niños españoles y olvidamos a los nuestros? Candil de la calle, oscuridad de
la casa. La prensa mexicana protesta. El gobierno les enseña socialismo en la escuela.
LAURA: Educación socialista y laica como lo marca la Constitución.
(Gritos de todos los diputados. Continúan trabajando en los talleres. Concluye secuencia de
talleres).
(Todos avanzan al fondo del escenario, y mientras avanzan hacia el frente se escuchan los
siguientes textos).
(Duermen).
(Se levantan).
VICENTE: ¡Vamos niños! ¡Vamos! ¡En fila! ¡Se hace tarde! Tiempo para desayunar.
(Todos se detienen).
(Todos repiten en diferentes tiempos, a, ante, bajo, cabe, con, contra…). (Silencio).lA
LAURA: ¿Por qué nos enseñan Historia de México?
CARLOS: Si somos españoles.
VICENTE: ¿Por qué nos enseñan Historia de España?
PILAR: Si vivimos en México.
VICENTE: La enseñanza no nos gusta.
ANA: La educación es mala.
TODOS: ¡Recreo!
TODOS: ¡A comer!
(Secuencia Avión).
ANA: Un día el patio estaba desierto, sumido en el silencio, el sol hacia vibrar los muros y
los árboles, las sombras en las paredes, avanzaban con la tarde y los pajaritos alborotaron
todo. Vamos corriendo, gritando hasta el aparato ese que habían inventado: El “Pelón Ceja”
y Pedro dobla, El “Loco”, en el taller de aviación; era un juguete enorme que brillaba y ahí
estaba como una mosca gigantesca. Comenzamos a mover, a empujarlo. El “Loco” gritó
cuando saltó al cachivache de fierro y se amarró al asiento con un cinturón de cuero. Con un
empujón se pone en marcha la máquina, hay una explosión que nos hace gritar a todos, el
armatoste chirría, bufo como un toro y avanza lentamente. El “Loco” dio órdenes, exhortó a
los chicos que con todas sus fuerzas impulsaron la máquina voladora. Gritó a voz de cuello:
“¡Más rápido, más, más rápido, más, más…”. Todos enloquecimos. Y como un acto de magia
la máquina comenzó a elevarse, dos metros, tres metros, cinco metros. Ráfagas de viento
azotaron la nave de los locos, un torbellino de polvo los arrastró, el viento vertiginoso fue
cada vez más fuerte, el viaje lo hicimos en la sala, miramos como se elevó y como se alejó
el piloto, ¡Como un pájaro, como una nube…!
VICENTE: ¡A dormir! (Todos vuelven al dormitorio).
LA PESADILLA
(Acostados en la cama).
VICENTE: ¿Escuchan?
CARLOS: Duérmete.
VICENTE: ¡Es un avión!
CARLOS: Estás soñando.
VICENTE: ¡Es un avión!
CARLOS: Es un automóvil.
VICENTE: Los aviones de Franco están bombardeando Morelia.
CARLOS: Cálmate.
VICENTE: ¡Nos vamos a morir!
CARLOS: ¿Estás loco?
VICENTE: ¡Todos vamos a morir!
CARLOS: Aquí no hay guerra.
LAURA: ¡Papá! ¡Mamá!
ANA: ¡Estamos en Morelia!
PILAR: ¿Dónde están mis papás?
CARLOS: Ya, tranquilo.
VICENTE: ¡Nos van a matar!
CARLOS: Estás soñando.
VICENTE: ¡Vamos al refugio!
CARLOS: ¡Cállate!
VICENTE: ¡Al refugio! ¡Son bombas! ¡Son bombas!
FRANCISCO: Me llamo Francisco Nebot Satorres. Sé que hice mal. Esta tarde no debí salir.
No debí llevarme al cine a mi hermanita de siete años. Al regresar al internado, la puerta
estaba cerrada. Afuera había dos niñas que también llegaron tarde. La puerta se cierra a las
siete y se abre hasta el día siguiente. No podíamos quedarnos en la calle. Brinca la barda y
abramos la puerta, me dijeron. Subí una tapia y al brincar al patio me agarré de unos cables.
Vi una luz brillante. Vi estrellas, muchas estrellas. Me recogieron. Lloraron por mí. Me
velaron y me enterraron en el panteón, pero no estoy ahí. Todas las noches vuelvo al
internado. Hay una veladora en el patio donde brinqué. Siento frío. La llama de la veladora
me da calor. Entro al dormitorio de las niñas. Miro a mi hermanita dormir. Tiene pesadillas.
La acaricio. La cubro con la cobija que siempre se le cae al suelo. La velo todas las noches,
pero cuando amanece me voy. No quiero que me vea. No me parezco. Yo no soy yo. Estoy
renegrido como un pedazo de carbón. Me siento raro. Siempre triste, siempre con frío. Sé
que hice mal. Levántenme el castigo.
LOS PIOJOS Y LA SARNA
(En el dormitorio Vicente y Ana saltan sobre la cama. Pilar lee y Carlos escribe).
(Entran Pilar y Laura rodando por el suelo. Al fondo del escenario está Ana con una cubeta).
(Carlos y Vicente juegan mientras con una reata que se convierte en tendedero, donde
aparece una falda y una blusa. Laura y Pilar se acercan al tendedero y toman la falda y la
blusa, las doblan y las acarician…).
(Después saltan la reata y van con Ana, quien permaneció al fondo del escenario. Cada una
saca un vaso con agua. Carlos sale).
VICENTE: Me llamo Vicente Fuentes, pero me dicen el “Sapito”, no porque parezca rana.
Sino porque me gusta mucho el agua y porque sé nadar mejor que nadie. Los maestros nos
llevaron a un día de campo. Había una alberca. Yo nade todo el día. Cerraron el balneario.
Los maestros no sacaron del agua y nos formaron para regresar. Yo me devolví para
hacharme el último clavado. Nadie me dijo que ya habían abierto las compuertas y que el
agua se estaba yendo por el desagüe. Sentí que me jalaban de abajo, como chupándome.
Grité. Nadie me oyó. Me encontraron lejos, en un canal. Lloraban por mí. No lloren, aquí
estoy, les decía, pero nadie me escuchaba. Desde entonces no me hallo. ¿Qué está pasando?
Voy al internado, les hablo a mis amigos, pero no me contestan. Los miro, pero no me miran.
Mi cama está ocupada por otro niño. No hay lugar para mí en el comedor. Nadie juega
conmigo en el recreo. Ando triste, perdido. Ya no me gusta nadar. Ando vagando de un lado
a otro sin poder descansar. ¿En dónde estoy?
(Posición brazos abiertos y ojos cerrados. Murmura y avanza hacia el fondo del escenario).
¿Dónde estoy?
¿Dónde estoy?
(Sale).
CARTAS
CARLOS: (entra leyendo una carta y con un vaso que tiene leche): Mi querido Carlitos:
Hoy he recibido tu carta y tu poesía, no tengo palabras para decirte lo mucho que me ha
emocionado. Me alegra saber que en la escuela trabajáis tanto y tan bien… (Deposita el vaso
en el suelo).
PILAR: (entra leyendo una carta y con un vaso que tiene leche): Hola papás: Hoy no
escribiré en catalá, escribiré en castellano. La maestra Dorita dice que tengo que practicar
mucho, aunque avanzo rápidamente. Laura y Ana hablan en español como lo hace le tío
Juanelo… (Deposita el vaso en el suelo).
ANA: (entra leyendo una carta y con un vaso que tiene leche): Morelia, Michoacán. Mamá
y Papá: quiero decirles que ya puedo hacer burbujas de baba en mi boca, como las que hacen
Laura y Pilar. La comida no me gusta… (Deposita el vaso en el suelo).
LAURA: (entra leyendo una carta y con un vaso que tiene leche): Querida mamita: estoy
bien, aunque estos últimos días he tenido mucha fiebre porque me dolía el estómago, y
entonces volví a verte, con el jersey verde ese que tanto me gusta… (Deposita el vaso en el
suelo).
CARLOS: (entra leyendo una carta y con un vaso que tiene leche): No quiero volver a leer
en una de tus cartas que tiráis la comida, esas tortillas seguro que están muy ricas, lo que pasa
es que en un país diferente, las cosas tienen sabor diferente. Aquí la gente no puede ni
comer… (Deposita el vaso en el suelo).
PILAR: (entra sigue leyendo una carta y con un vaso que tiene leche): ¿Cuándo venga a
Barcelona podré tener un perrito?, ¡me gustan tanto! He pensado tres nombres: Piojo,
Piloncillo o Frijol, el que más me gusta es Frijol… pero tendrá que ser negro como tu cabello,
mamá… (Deposita el vaso en el suelo).
ANA: (entra sigue leyendo una carta y con un vaso que tiene leche): Ayer comí unas frutas
muy buenas, se llaman tamarindo, mango, piña, pitaya, guayaba, papaya… (Deposita el vaso
en el suelo).
LAURA: (entra sigue leyendo una carta y con un vaso que tiene leche): Tengo una maestra
buena y otra mala, la buena se llama Charito y la mala me regaña siempre y dice que corazón
se escribe diferente, no como tú me enseñaste… (Deposita el vaso en el suelo).
CARLOS: (entra sigue leyendo una carta y con un vaso que tiene leche): No me gustó
cuando dices que jamás vas a tenernos, ten por seguro que vas a volver, y pronto. Ayer hable
con Carma, la hija del tío Joan y me dijo que tu viaje a México era lo mejor que podíamos
haber hecho… (Deposita el vaso en el suelo).
PILAR: (entra sigue leyendo una carta y con un vaso que tiene leche): Mamá: cada vez me
llevo mejor con Laura y con Ana, aunque ahora estamos trises porque se murió un amigo…
dicen que se fue por el desagüe, no entiendo. ¿Por qué no me contestas? (Deposita el vaso en
el suelo).
ANA: (entra sigue leyendo una carta y con un vaso que tiene leche): No la paso muy bien
aquí, a veces castigan a los compañeros porque se portan mal. Yo me porto bien, sólo que
ayer me pinché un dedo en el taller de costura… (Deposita el vaso en el suelo).
LAURA: (entra sigue leyendo una carta y con un vaso que tiene leche): ¿Cómo es que
vamos a tener un hermanito si no tenemos a papá? Joaquín tampoco lo entiende. Dile que ya
no me regañe tanto y que haga por conseguirme otros zapatos, que estos que sirven para nada,
mamá… (Deposita el vaso en el suelo).
CARLOS: (entra sigue leyendo una carta y con un vaso que tiene leche): Sigue siendo tan
buen niño como lo has sido siempre, haz caso al director y a los maestros, y que sepas que
aquí todos te queremos. Recibe besos y abrazos con todo nuestro amor, tu padre… (Deposita
el vaso en el suelo).
ANA: (entra sigue leyendo una carta y con un vaso que tiene leche): ¿Cuándo es que voy a
verlos? Espero que sea pronto, quiero darles un abrazo fuerte y muchos besos. Su hija Ana…
(Deposita el vaso en el suelo).
(En el fondo del escenario aparece Vicente con un vaso vacío. Avanza hacia el centro.
Aparece una mujer y se coloca de espaldas con los brazos arriba, mientras Vicente en el
centro del escenario quema una carta y dice):
(Sale).
EL RECLAMO
Regresé a España.
Éramos cinco.
Fuimos a Barcelona.
Comimos en un bar, era domingo.
Queríamos ver bailar la sardana.
Fuimos a mi barrio.
Había una calle cerrada y la gente bailando.
Hombres y mujeres tomados de la mano, girando, girando.
Es una danza muy bonita, pero triste.
Empecé a tomar fotografías y de pronto estaba llorando.
¿Y por qué lloras? Me preguntó alguien.
¿Por qué lloro? Lloro porque éste es mi barrio, ésta es mi tierra.
Todos mis amores los tengo en México.
Acá lo perdí todo.
Todos mis amores se quedaron en México.
(Paseo hasta el fondo de escenario, se voltea mirando al público y entran viejos recordando).
LO QUE HACÍAMOS
ANA: La gente de Morelia era muy conservadora, no les gustaban las ideas socialistas.
LAURA: Son niños rojos decían.
CARLOS: Son niños comunistas.
PILAR: Y como cantábamos canciones que guerra.
CARLOS: Y como marchábamos con el puño en alto.
TODOS: (Estrofa de canción A las barricadas. Avanzan un poco al frente).
LAURA: Y como salimos a insultar a los curas.
CARLOS: Yo jamás insulté a ningún cura.
VICENTE: Carlos, tú insultabas a los curas, como todos.
PILAR: Y como salimos a apedrear la iglesia.
CARLOS: Pero qué dices, esos eran cuatro gamberros.
VICENTE: Por algo los curas nos echaron a los jóvenes y a los niños.
CARLOS: Cierto, el primer contacto con los niños de Michoacán fue una guerra de piedras.
(Ya al frente).
VICENTE: Y éramos unos niños todavía y así nos buscamos la vida, cada uno como pudo.
Algunos llegamos a dormir un tiempo en la Alameda Central.
Éramos cinco.
CARLOS: Qué cinco, siete.
ANA: Entre cinco y siete… hasta que lo supo el general.
PILAR: No lo supo. Él nos vio.
LAURA: Le fueron con el chisme.
VICENTE: El general nos mandó llevar.
CARLOS: No. Nos llevó un ayudante.
ANA: El general Cárdenas era ministro de la Defensa.
PILAR: Era secretario de la defensa, no ministro.
LAURA: Su oficina estaba en el Palacio Nacional.
VICENTE: No, estaba en Moneda.
CARLOS: Pues Moneda está junto al Palacio Municipal.
ANA: Pero no en el Palacio.
PILAR: A un lado. Anexo al Palacio.
LAURA: Y la regañadota que dio.
VICENTE: No nos regañó.
CARLOS: Claro que nos regañó.
ANA: Nos habló fuerte, que es distinto.
PILAR: Nos dijo que debíamos ser gente de provecho.
LAURA: Dijo gente de bien, no de provecho.
VICENTE: Para honrar a España.
CARLOS: No dijo de España, dijo de nuestros padres.
ANA: Dijo para honrar de España.
PILAR: Que no. Que de nuestros padres.
LAURA: Dijo que de nuestra patria.
TODOS: Nuestra patria.
CARLOS: Le dijimos que pasábamos hambre.
ANA: No, que teníamos algo de necesidad.
PILAR: Hambre o necesidad es lo mismo.
LAURA: Y él nos dijo que volveríamos cada semana.
VICENTE: Cada mes.
CARLOS: Cada semana.
ANA: Y que nos daría dos pesos.
PILAR: Tres pesos.
LAURA: Dos, dos pesos.
VICENTE: Que el que no fuera en persona…
CARLOS: Dijo personalmente.
ANA: …no recibiría nada.
PILAR: Dijo “ni un quinto”.
LAURA: Dos pesos era mucho en ese entonces.
VICENTE: El general siempre fue como nuestro padre.
CARLOS: Y como nuestra madre.
ANA: Nuestra madre era su mujer, doña Amalia.
PILAR: Los dos eran nuestros padres.
LAURA: Siempre vieron por nosotros.
VICENTE: El presidente decía: hágase…
CARLOS: Pero sus ayudantes no siempre cumplían.
ANA: Denle el mejor presupuesto a sus escuelas.
PILAR: Pero el dinero no llegaba completo.
LAURA: Su gente no cumplía.
VICENTE: Denles la mejor educación, ordenaba.
CARLOS: Pero algunos directores eran incapaces.
ANA: Es que éramos niños muy difíciles.
PILAR: Es que éramos muy rebeldes:
LAURA: Es que veníamos de la guerra.
VICENTE: ¡Cuánto nos quiso el general!
CARLOS: ¡Y cuánto lo quisimos nosotros!
ANA: Por eso voté por su hijo Cuauhtémoc para presidente.
PILAR: Pero le robaron la elección.
LAURA: Yo volví a votar la segunda vez.
VICENTE: Y otra vez perdió.
CARLOS: Yo seguiré votando por él.
VICENTE: A ver quién se cansa primero, él de competir y tú de votar.
CARLOS: ¿Por qué siempre me contradices?
VICENTE: ¿De qué estamos hablando?
CARLOS: ¡Y yo que sé de que estábamos hablando!
(Salen hacia los laterales. Del fondo Ana entra y avanza al proscenio).
LA VISITA
DIRECTOR: Ya llegaron. Están abajo. Por favor, maestra, simule usted que les está
enseñando algo a éstas niñas. Abajo ésta el señor Secretario de Educación Pública y
periodistas del Excélsior y El Nacional. Tenemos que darles una buena impresión. En la
escuela de abaja nos faltan dos niños. ¿No los ha visto por acá? Condenados muchachos.
¿Dónde se habrán metido estos malditos? Van a ver. Si los ve, mándemelos para allá de
inmediato o entreténgalos o escóndalos, lo que sea.
Qué lío. (Sale).
MAESTRA: A ver niñas, siéntense bien, las piernas juntas, la espalda erguida, no se joroben.
Tomen el aro así y den puntadas así.
(Detrás de un pilar aparecen dos niños. Uno trae al otro sujeto, doblándole un brazo por la
espalda).
(Los dos niños forcejean, caen al suelo, ruedan, luchan, se dan golpes. Entra el director con
el Secretario de Educación Pública, dos periodistas, un fotógrafo. Se detienen sorprendidos.
Los niños ruedan a sus pies).
(El fotógrafo imprime varias placas, el director agarra a uno de ellos y lo alza de una oreja.
El otro se pone de pie).
DIRECTOR: ¡Firmes! ¡Ya! ¡Saludar! ¡Ya! ¡Descanso! ¡Ya! (Los niños obedecen las
instrucciones).
DIRECTOR: Qué pena, señor secretario, pero estos niños. No vaya así son todos los
internos. Éstos son la excepción, se lo aseguro. Pero los vamos a castigar severamente, ya
verá. Estos dos tienen mala entraña. Se escaparon del internado de abajo. Qué pena, qué pena.
Pero mire usted a éstas niñas, qué diferencia. Saluden niñas.
ANA Y LAURA: Buenos días, señor secretario.
SECRETARIO: Buenos días, niñas. Y además de bordar, ¿saben cocinar o hacer otras
manualidades?
ANA Y LAURA: Sabemos cantar
SECRETARIO: Muy bien. Y por qué no nos cantan una canción.
MAESTRA: Vamos niñas. Muéstrenle aquí al secretario alguna de sus cualidades. Canten
una canción.
ANA Y LAURA: ¿Cuál?
MAESTRA: Ustedes decidan.
(Las niñas se aconsejan. Se ponen de frente y empiezan a cantar una canción pícara de una
zarzuela, se mueven y simulan ser mujeres adultas seduciendo a un joven. Parecen pequeñas
prostitutas. Los visitantes miran asombrados a las dos niñas).
PERIODISTA: Estos varoncitos van que vuelan para maleantes y las mujeres para
prostitutas.
AL CONVENTO
ANA: Cuando tenía doce años me llevaron a un convento en la ciudad de Puebla, y mis
hermanas se quedaron en Morelia, en el internado España-México.
(Dos hombres cuentan al frente en laterales 5, 6, 7, 8, 9, 10. Mientras las niñas entran
corriendo para esconderse).
(Las arrastran y las sacan: Queda Ana en el centro y va pecho tierra al frente hacia la
cubeta).
(Un niño de quince años habla con tres niños del internado).