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Foja: 84

Ochenta y Cuatro

Valdivia, veinte de enero de dos mil quince.


VISTOS:
A fs. 55, doña Claudia Andrea Santana Miranda, enfermera,
domiciliada en Reinaldo Martín N° 943, Osorno, en representación de su
hijo Miguel Ángel Larraguibel Santana, de 13 años de edad, recurre de
protección contra el Colegio Saint Thomas de Osorno y contra la
Corporación Educacional Saint Thomas, ambos representados por doña
Eugenia Soledad Carrasco Hernández, con domicilio en calle Alsacias
N°1050, Osorno, por los siguientes hechos:
Refiere la recurrente que, con fecha 20 de noviembre de 2014,
recibió carta del establecimiento educacional informándosele la cancelación
definitiva de la matrícula de su hijo Miguel Ángel. Expresa que el menor es
alumno regular del colegio desde 4° año de enseñanza básica a partir del
año 2011. Su hijo posee diagnóstico de déficit atencional con hiperactividad
desde el año 2010 y trastorno adaptativo y déficit intelectual, siendo atendido
por neurólogo y psiquiatra infantil, por lo que está sujeto a prescripción de
medicamentos a tal efecto. En raíz de lo expuesto, el niño asiste al Programa
de Integración Escolar (PIE).
Hace presente que durante el año 2014 el menor presentó diversas
conductas que fueron calificadas como faltas por el establecimiento
educacional, traduciéndose en anotaciones negativas en su hoja de vida, lo
que determinó que fuera suspendido de clases. En razón de ello, la
recurrente acordó con el colegio diversos compromisos, que se tradujeron en
la asistencia del menor a controles médicos, su integración al proyecto PIE
del mismo establecimiento y la asistencia semanal a psicóloga y
psicopedagoga particulares, a objeto de fortalecer su autoestima y
adaptación escolar.
Señala que durante todo el año 2014 la conducta del establecimiento
hacia su hijo ha sido hostil, siendo estigmatizado tanto por sus compañeros
de curso como de colegio, e, incluso, por los profesionales que prestan
servicios en el mismo. Así, en el primer semestre, el menor sufrió “una
situación de abuso de poder”, en el contexto de un “juego sexualizado”,
siendo su hijo víctima del mismo y respecto del cual el colegio no se hizo
cargo. Agrega que su hijo también ha sido víctima de bullying, sin que al
efecto se hayan aplicado las nomas del reglamento de convivencia escolar ni
los protocolos establecidos para estos casos.
Manifiesta ser consciente que su hijo posee conductas que, en
ocasiones, son difíciles de manejar. No obstante, expresa que se le han
otorgado al menor todas las herramientas - a través de procesos terapéuticos
-, para superar sus “particularidades”, por lo que no puede entender cómo el
colegio es capaz de vulnerar sus derechos sólo porque el niño es “menos
dócil y más infantil que la mayoría de los niños de su edad”; más aun
considerando que su hijo es una persona con “necesidades especiales, o,
más bien, “capacidades diferentes”, lo que le impide ajustarse a las
exigencias del mundo social en las mismas condiciones que un niño sin sus
diagnósticos clínicos.
Refiere, también, que en el mes de junio de 2014, se le hizo firmar un
documento de “caducidad de matrícula”, en circunstancias que en ninguna
parte del Manual de Convivencia Escolar, y, menos aún, en el acápite para
alumnos del Programa de Integración Educacional (PIE), existe “instrucción,
norma o indicación” que avale dicha “carta de caducidad”, lo que, a juicio de
la recurrente, demostraría que el colegio “genera estrategias, fuera de
reglamento, para encerrar a mi hijo en una situación arbitraria e ilegal”.
Consigna que, dado este “trato discriminatorio”, formuló, con fecha
siete de octubre de 2014, una denuncia ante la Superintendencia de
Educación, entidad que, con fecha 20 de octubre, le informó que solicitó
informe al colegio - el que fue evacuado por éste el día 17 del mismo mes -,
indicándosele que se estaba en proceso de análisis de la información. Desde
tal denuncia su hijo recibe 7 anotaciones de vida y, el día 23 de octubre, se le
envía carta de no renovación de la matrícula; resolución de la que apela. Con
fecha 20 de noviembre de 2014, es notificada de la decisión adoptada por el
establecimiento que, con la anuencia del Consejo Escolar, mantiene la
decisión relativa a la no renovación de la matrícula. Sin embargo, agrega, el
manual de convivencia del colegio señala una serie de pasos previos para la
no renovación de la matrícula, especialmente cuando se trata de alumnos
PIE, sin perjuicio que la aludida “carta de caducidad” que se le hizo firmar, no
está contemplada en el Protocolo del Reglamento de Convivencia, amén de
que “la ley establece que la condicionalidad de matrícula siempre debe ser
revisada al final de cada semestre, independientemente de la fecha en la
cual se haya aplicado”; situación que no se habría verificado en la especie,
más aun considerando que durante el segundo semestre podía establecerse
“el fuerte compromiso del niño y la familia en su proceso educativo”.
Conforme lo expuesto, estima que la decisión de “no renovación de
matrícula” de su hijo a partir del año lectivo 2015, es “arbitraria e ilegal”, por
cuanto habiendo sido el menor víctima de bullying, el colegio “hizo caso
omiso a lo denunciado”, no adoptando las medidas que establece el
Reglamento de Convivencia Escolar para protegerlo. Alude a las páginas 9 y
siguientes del Reglamento, las que reproduce. Añade que los procedimientos
previos a la decisión adoptada no se conformaron al manual de convivencia
escolar, invocando, al efecto, el artículo 16 D, inciso 3°, de la Ley General de
Educación. Manifiesta, a su vez, que el reglamento interno del
establecimiento contempla “procedimientos específicos tratándose de
alumnos PIE”, aludiendo a las páginas 32 y siguientes del mismo, que
también reproduce.
Concluye observando que la decisión de no renovar la matrícula su
hijo “se debió a que la suscrita ya había denunciado al colegio a la
Superintendencia de Educación, por no adoptar los procedimientos de
bullying a favor de Miguel”, agregando que la carta de notificación de no
renovación de matrícula no contiene un “fundamento sustentable”. Así,
sostiene que “en la primera carta no se me informa cuál es la razón de no
renovar matrícula y en la segunda, post apelación, se me informa que se
debe a la falta gravísima cometida en junio de 2014, más ello debía ser
trabajado conforme al reglamento, tanto por el colegio como por la familia,
más los únicos que cumplimos los compromisos asumidos fuimos los
vulnerados”.
Expresa que la “actitud discriminatoria” del establecimiento, ha
dejado a su hijo sin posibilidad de acudir a los procesos normales de
postulación a matrícula en otros colegios de nivel similar y que cuenten con
proyecto PIE.
De este modo, se habrían conculcado las siguientes garantías
constitucionales: a) Artículo 19 N° 1 de la Constitución Política de la
República. Derecho a la vida y a la integridad física y psíquica de la persona,
pues no obstante las situaciones de bullying que afectaban al menor, no se
adoptaron los procedimientos necesarios para su protección, generándose
una falta de reparación y atención completa y oportuna por parte del
recurrido; b) Artículo 19 N° 2 de la Constitución Política de la República. Su
derecho a la igualdad ante la ley, pues ha sido discriminado por sus
capacidades diferentes, estigmatizándolo, no considerando sus diagnósticos;
c) Artículo 19 N° 3 de la Constitución Política de la República. La igual
protección de la ley en el ejercicio de sus derechos, especialmente al debido
proceso, dado que frente a las faltas de su hijo, no se aplicaron los
procedimientos que establece el Manual de Convivencia y no se tuvo en
consideración las necesidades especiales del mismo al momento de
sancionarlo; d) Artículo 19 N° 11, inciso 4° de la Constitución Política de la
República. La libertad de enseñanza, al privarla del derecho de tener a su
hijo en un colegio donde cuenta con una enseñanza que contempla un
proyecto PIE; y, e) Artículo 19 N° 24 de la Constitución Política de la
República. El derecho de propiedad que tiene el menor sobre “su derecho a
la educación”, establecido en el Artículo 19 N° 10 de la Constitución Política
de la República, al “expropiársele tal derecho” a través de un mecanismo
arbitrario e ilegal, en tanto la no renovación de la matrícula sería “un
eufemismo para expulsarlo del colegio”.
En razón de lo expuesto, interpone el presente recurso de protección
a fin de que se restablezca el imperio del derecho y se ordene a los
recurridos la inmediata reincorporación de su hijo Miguel Ángel Larraguibel
Santana, como alumno regular del establecimiento educacional recurrido,
con costas.
A fojas 74 y siguientes, informan los recurridos señalando que
durante la permanencia del menor Miguel Ángel Larraguibel en el
establecimiento educacional, fue atendido en el ámbito pedagógico y
emocional de acuerdo al Programa Educativo Institucional y Proyecto de
Integración Escolar, sin embargo la comunicación con la madre ha sido
dificultosa en atención a que no asiste a las reuniones de curso, sólo a la
última de ellas acude el abuelo materno. Por ello se efectuaron
comunicaciones vía correo electrónico, en que la apoderada se excusa de
poder asistir a las citaciones, a fin de tomar acuerdos en torno a la conducta
del menor.
Indican que la cancelación de la matrícula del menor se debe a que
éste agrede físicamente a un compañero el 15 de mayo de 2014 - se adjunta
certificado médico -; acción que es catalogada como falta grave de acuerdo
al artículo XVI, inciso 16.1 del Manual de Convivencia. Informada la
apoderada telefónicamente ésta corta la comunicación. En situación de
condicionalidad, el menor mantiene conductas desadaptativas que llevan a la
cancelación de la matrícula, aplicándose, al efecto, rigurosamente las
disposiciones del manual referido. Así, se le presenta a la apoderada carta
de caducidad de la matrícula que es firmada por la misma el 20 de junio de
2014. Con tales antecedentes y reunido el Consejo de Profesores, se ratifica
la cancelación de matrícula el 6 de octubre, notificándosele a la apoderada el
27 del mismo mes, quién hizo uso de su derecho de apelación el 17 de
noviembre, la que es rechazada por el Consejo Escolar el 18 de Noviembre,
notificándose a la recurrente al día siguiente.
Adjunta carta denuncia efectuada por la recurrente a la
Superintendencia de Educación, que dice relación con hechos distintos a los
que motivan el recurso.
Respecto de la denuncia de bullying efectuada por la apoderada
recurrente a la Profesora Jefe del menor, verificada en el mes de abril de
2014, relativa a “juegos sexuales” que habrían ocurrido fuera del colegio y
que fueron puestos en conocimiento del establecimiento en el mes de mayo
-, los recurridos expresan haber prestado inmediata ayuda, conforme sus
protocolos, a través de su psicóloga y encargada de convivencia escolar, de
acuerdo a los registros que acompaña. Al respecto, hace presente que desde
el 12 de mayo hasta la primera quincena de noviembre, se realizó esta
intervención con los alumnos involucrados, no concurriendo la apoderada a
ninguna de las citaciones.
Destacan que durante todo el año se brindó atención al menor para
reforzar la Convivencia Escolar con sus pares, resolución de conflictos con
éstos y su conducta en la sala de clases.
Todo lo dicho redundaría en que los recurridos no han incurrido en el
proceder ilegal y/o arbitrario que se les atribuye, por lo que procedería el
rechazo de la acción constitucional impetrada.
Se acompañaron documentos por las partes.
A fojas 78, se ordenó traer los autos en relación.
CON LO RELACIONADO Y CONSIDERANDO:
PRIMERO: Que el recurso de protección de garantías
constitucionales establecido en el artículo 20 de la Constitución Política de la
República constituye una acción cautelar destinada a amparar el legítimo
ejercicio de las garantías y derechos preexistentes que en dicha disposición
se consignan, mediante la adopción de medidas de resguardo que se deben
adoptar ante un acto arbitrario o ilegal que impida, amague o perturbe dicho
ejercicio, por lo que corresponde dilucidar si, en la especie, la cancelación o
no renovación de la matrícula del menor por el cual se recurre, deviene o no
en un acto que conculca las garantías constitucionales que se invocan.
SEGUNDO: Que, conforme refiere la recurrida en su informe: “la no
renovación de la matrícula se produce por el hecho que Miguel Ángel agrede
físicamente a un compañero (15 de mayo de 2014). Esta acción es
catalogada de como falta grave en nuestro Manual de Convivencia. Art. XVI.
Inciso 16.1… Estando el alumno en carácter condicional y por continuar
presentando conductas desadaptativas (que no explicita) se procedió a la
cancelación de matrícula”.
TERCERO: Que, conforme consta del Registro de Accidentes
Escolares - que forma parte del Legajo de Documentos acompañado por la
recurrida a fs. 74 -, el menor Miguel Larraguibel “le pinchó (a un compañero)
el estómago con un lápiz”, causándole una herida calificada clínicamente
como “contusión leve”; circunstancia que, según da cuenta la Crónica Diaria
del colegio - agregada al mismo legajo de documentos aludido -, le fue
comunicada telefónicamente a la recurrente junto con la advertencia de que
dicha conducta “es causa de condicionalidad o cancelación de matrícula”.
CUARTO: Que, a raíz de la situación referida en el motivo anterior, la
recurrente firmó, con fecha 20 de junio de 2014 - según consta del legajo de
documentos anexado al recurso -, una “carta de caducidad de matrícula”
que, refiere la recurrida, permitió al Consejo de Profesores “ratificar” la
cancelación de matrícula del menor con fecha seis de octubre; resolución
que le fue notificada a la apoderada (la recurrente) con fecha 27 del mismo
mes y que es apelada por ésta con fecha 17 de noviembre y rechazada por
el Consejo al día siguiente.
QUINTO: Que, el numeral XVI, punto 16.21, del Manual de
Convivencia Escolar de la comunidad educativa recurrida, que contempla el
“Procedimiento para el tratamiento de las Faltas Graves”, establece que:
16.21.1: “Con una falta grave el Profesor Jefe del curso citará a los Padres o
apoderado(a) y estudiante quienes firmarán acuerdos (formato carta de
compromiso) para revertir la conducta del estudiante. Quedará constancia en
el libro de clases y en el acta de reunión con los acuerdos tomados. Éste
será firmado por todos los asistentes a la reunión. El registro quedará en la
carpeta del estudiante”. A su turno, el punto 16.21.4, del mismo numeral,
consigna: “Si el/la estudiante, estando en carácter de estudiante condicional,
continúa presentando conductas desadaptativas, y no ha cumplido con las
oportunidades y acuerdos será facultad de la Dirección del Colegio, previa
consulta al Consejo Escolar cancelar la matrícula para el año siguiente…”.
De lo expuesto se desprende que una “falta grave”, como la que determinó la
decisión de la recurrida, exige “acuerdos” entre el establecimiento
educacional y el padre o apoderado y el estudiante afectado, a efectos de
“revertir la conducta del estudiante”; acuerdos de los que “quedará
constancia en el libro de clases y en el acta de reunión”, y, de tratarse de un
alumno “en carácter de estudiante condicional” que continúa presentando
conductas desadaptativas y que no ha cumplido con las “oportunidades y
acuerdos” podrá, la Dirección del Colegio, en los términos que allí se
consignan, cancelar la matrícula para el año siguiente”. Luego, no constando
de los antecedentes de autos qué “acuerdos” se convinieron para “revertir la
conducta del estudiante” y, por ende, su eventual incumplimiento, la decisión
de la recurrida en orden a cancelar la matrícula del menor, ha vulnerado su
propio estatuto de Convivencia Escolar.
SEXTO: Que, sin perjuicio de lo anterior, el artículo 3 N° 1 de la
Convención de los Derechos del Niño, ratificada por nuestro país en 1990,
dispone que: “En todas las medidas concernientes a los niños que tomen las
instituciones públicas o privadas de bienestar social, los tribunales, las
autoridades administrativas, o los órganos legislativos, una consideración
especial que se atenderá será el interés superior del niño”. En tal sentido, los
argumentos de la recurrida, en orden a la presunta desafectación de la
madre en el compromiso educacional de su hijo, que se traduciría, entre
otras cosas, en que ésta no asiste a las reuniones de curso - actitud, por lo
demás, explicada por la recurrente en razón de su trabajo y de su estado de
ingravidez -, trasuntan un reproche que no alcanza al menor que se
sanciona, si no a la recurrente, lo que contraviene la norma precedentemente
transcrita e importan, en tal carácter, un acto expresivo de una voluntad
arbitraria o ilegal, tanto más cuando, según consta del Informe Psicológico de
que da cuenta el legajo de documentos acompañados a fojas 74, se trata de
un niño con “inteligencia limítrofe”, lo que obligaría a un mayor apoyo
psicopedagógico del menor, y no a su castigo por su eventual
desadaptación.
Por estas consideraciones y visto, además, lo establecido en los
artículos 19 y 20 de la Constitución Política de la República y Auto Acordado
sobre Tramitación y Fallo del Recurso de Protección de Garantías
Constitucionales, se declara que se ACOGE la acción de protección
interpuesta a fs. 55 y siguientes, por doña Claudia Andrea Santana Miranda,
en representación de su hijo Miguel Ángel Larraguibel Santana, contra el
Colegio Saint Thomas de Osorno y la Corporación Educacional Saint
Thomas, ambos representados por doña Eugenia Soledad Carrasco
Hernández, y, en consecuencia, se dispone que se deja sin efecto la medida
de cancelación de la matrícula del menor aludido, debiendo reintegrársele
como alumno regular del mismo.
Redacción del Abogado Integrante don Alfred Bonvallet Rivera.
Regístrese, comuníquese y archívese en su oportunidad.
N°Civil-1050-2014.
Pronunciada por la PRIMERA SALA, por la
Ministra Srta. RUBY ALVEAR MIRANDA, Fiscal Judicial Sra.
MARÍA HELIANA DEL RÍO TAPIA y Abogado Integrante Sr.
ALFRED BONVALLET RIVERA. Autoriza la Secretaria Sra.
ANA MARIA LEON ESPEJO.

En Valdivia, veinte de enero de dos mil


quince, notifiqué por el ESTADO DIARIO la resolución
precedente.

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