VISTOS: A fs. 55, doña Claudia Andrea Santana Miranda, enfermera, domiciliada en Reinaldo Martín N° 943, Osorno, en representación de su hijo Miguel Ángel Larraguibel Santana, de 13 años de edad, recurre de protección contra el Colegio Saint Thomas de Osorno y contra la Corporación Educacional Saint Thomas, ambos representados por doña Eugenia Soledad Carrasco Hernández, con domicilio en calle Alsacias N°1050, Osorno, por los siguientes hechos: Refiere la recurrente que, con fecha 20 de noviembre de 2014, recibió carta del establecimiento educacional informándosele la cancelación definitiva de la matrícula de su hijo Miguel Ángel. Expresa que el menor es alumno regular del colegio desde 4° año de enseñanza básica a partir del año 2011. Su hijo posee diagnóstico de déficit atencional con hiperactividad desde el año 2010 y trastorno adaptativo y déficit intelectual, siendo atendido por neurólogo y psiquiatra infantil, por lo que está sujeto a prescripción de medicamentos a tal efecto. En raíz de lo expuesto, el niño asiste al Programa de Integración Escolar (PIE). Hace presente que durante el año 2014 el menor presentó diversas conductas que fueron calificadas como faltas por el establecimiento educacional, traduciéndose en anotaciones negativas en su hoja de vida, lo que determinó que fuera suspendido de clases. En razón de ello, la recurrente acordó con el colegio diversos compromisos, que se tradujeron en la asistencia del menor a controles médicos, su integración al proyecto PIE del mismo establecimiento y la asistencia semanal a psicóloga y psicopedagoga particulares, a objeto de fortalecer su autoestima y adaptación escolar. Señala que durante todo el año 2014 la conducta del establecimiento hacia su hijo ha sido hostil, siendo estigmatizado tanto por sus compañeros de curso como de colegio, e, incluso, por los profesionales que prestan servicios en el mismo. Así, en el primer semestre, el menor sufrió “una situación de abuso de poder”, en el contexto de un “juego sexualizado”, siendo su hijo víctima del mismo y respecto del cual el colegio no se hizo cargo. Agrega que su hijo también ha sido víctima de bullying, sin que al efecto se hayan aplicado las nomas del reglamento de convivencia escolar ni los protocolos establecidos para estos casos. Manifiesta ser consciente que su hijo posee conductas que, en ocasiones, son difíciles de manejar. No obstante, expresa que se le han otorgado al menor todas las herramientas - a través de procesos terapéuticos -, para superar sus “particularidades”, por lo que no puede entender cómo el colegio es capaz de vulnerar sus derechos sólo porque el niño es “menos dócil y más infantil que la mayoría de los niños de su edad”; más aun considerando que su hijo es una persona con “necesidades especiales, o, más bien, “capacidades diferentes”, lo que le impide ajustarse a las exigencias del mundo social en las mismas condiciones que un niño sin sus diagnósticos clínicos. Refiere, también, que en el mes de junio de 2014, se le hizo firmar un documento de “caducidad de matrícula”, en circunstancias que en ninguna parte del Manual de Convivencia Escolar, y, menos aún, en el acápite para alumnos del Programa de Integración Educacional (PIE), existe “instrucción, norma o indicación” que avale dicha “carta de caducidad”, lo que, a juicio de la recurrente, demostraría que el colegio “genera estrategias, fuera de reglamento, para encerrar a mi hijo en una situación arbitraria e ilegal”. Consigna que, dado este “trato discriminatorio”, formuló, con fecha siete de octubre de 2014, una denuncia ante la Superintendencia de Educación, entidad que, con fecha 20 de octubre, le informó que solicitó informe al colegio - el que fue evacuado por éste el día 17 del mismo mes -, indicándosele que se estaba en proceso de análisis de la información. Desde tal denuncia su hijo recibe 7 anotaciones de vida y, el día 23 de octubre, se le envía carta de no renovación de la matrícula; resolución de la que apela. Con fecha 20 de noviembre de 2014, es notificada de la decisión adoptada por el establecimiento que, con la anuencia del Consejo Escolar, mantiene la decisión relativa a la no renovación de la matrícula. Sin embargo, agrega, el manual de convivencia del colegio señala una serie de pasos previos para la no renovación de la matrícula, especialmente cuando se trata de alumnos PIE, sin perjuicio que la aludida “carta de caducidad” que se le hizo firmar, no está contemplada en el Protocolo del Reglamento de Convivencia, amén de que “la ley establece que la condicionalidad de matrícula siempre debe ser revisada al final de cada semestre, independientemente de la fecha en la cual se haya aplicado”; situación que no se habría verificado en la especie, más aun considerando que durante el segundo semestre podía establecerse “el fuerte compromiso del niño y la familia en su proceso educativo”. Conforme lo expuesto, estima que la decisión de “no renovación de matrícula” de su hijo a partir del año lectivo 2015, es “arbitraria e ilegal”, por cuanto habiendo sido el menor víctima de bullying, el colegio “hizo caso omiso a lo denunciado”, no adoptando las medidas que establece el Reglamento de Convivencia Escolar para protegerlo. Alude a las páginas 9 y siguientes del Reglamento, las que reproduce. Añade que los procedimientos previos a la decisión adoptada no se conformaron al manual de convivencia escolar, invocando, al efecto, el artículo 16 D, inciso 3°, de la Ley General de Educación. Manifiesta, a su vez, que el reglamento interno del establecimiento contempla “procedimientos específicos tratándose de alumnos PIE”, aludiendo a las páginas 32 y siguientes del mismo, que también reproduce. Concluye observando que la decisión de no renovar la matrícula su hijo “se debió a que la suscrita ya había denunciado al colegio a la Superintendencia de Educación, por no adoptar los procedimientos de bullying a favor de Miguel”, agregando que la carta de notificación de no renovación de matrícula no contiene un “fundamento sustentable”. Así, sostiene que “en la primera carta no se me informa cuál es la razón de no renovar matrícula y en la segunda, post apelación, se me informa que se debe a la falta gravísima cometida en junio de 2014, más ello debía ser trabajado conforme al reglamento, tanto por el colegio como por la familia, más los únicos que cumplimos los compromisos asumidos fuimos los vulnerados”. Expresa que la “actitud discriminatoria” del establecimiento, ha dejado a su hijo sin posibilidad de acudir a los procesos normales de postulación a matrícula en otros colegios de nivel similar y que cuenten con proyecto PIE. De este modo, se habrían conculcado las siguientes garantías constitucionales: a) Artículo 19 N° 1 de la Constitución Política de la República. Derecho a la vida y a la integridad física y psíquica de la persona, pues no obstante las situaciones de bullying que afectaban al menor, no se adoptaron los procedimientos necesarios para su protección, generándose una falta de reparación y atención completa y oportuna por parte del recurrido; b) Artículo 19 N° 2 de la Constitución Política de la República. Su derecho a la igualdad ante la ley, pues ha sido discriminado por sus capacidades diferentes, estigmatizándolo, no considerando sus diagnósticos; c) Artículo 19 N° 3 de la Constitución Política de la República. La igual protección de la ley en el ejercicio de sus derechos, especialmente al debido proceso, dado que frente a las faltas de su hijo, no se aplicaron los procedimientos que establece el Manual de Convivencia y no se tuvo en consideración las necesidades especiales del mismo al momento de sancionarlo; d) Artículo 19 N° 11, inciso 4° de la Constitución Política de la República. La libertad de enseñanza, al privarla del derecho de tener a su hijo en un colegio donde cuenta con una enseñanza que contempla un proyecto PIE; y, e) Artículo 19 N° 24 de la Constitución Política de la República. El derecho de propiedad que tiene el menor sobre “su derecho a la educación”, establecido en el Artículo 19 N° 10 de la Constitución Política de la República, al “expropiársele tal derecho” a través de un mecanismo arbitrario e ilegal, en tanto la no renovación de la matrícula sería “un eufemismo para expulsarlo del colegio”. En razón de lo expuesto, interpone el presente recurso de protección a fin de que se restablezca el imperio del derecho y se ordene a los recurridos la inmediata reincorporación de su hijo Miguel Ángel Larraguibel Santana, como alumno regular del establecimiento educacional recurrido, con costas. A fojas 74 y siguientes, informan los recurridos señalando que durante la permanencia del menor Miguel Ángel Larraguibel en el establecimiento educacional, fue atendido en el ámbito pedagógico y emocional de acuerdo al Programa Educativo Institucional y Proyecto de Integración Escolar, sin embargo la comunicación con la madre ha sido dificultosa en atención a que no asiste a las reuniones de curso, sólo a la última de ellas acude el abuelo materno. Por ello se efectuaron comunicaciones vía correo electrónico, en que la apoderada se excusa de poder asistir a las citaciones, a fin de tomar acuerdos en torno a la conducta del menor. Indican que la cancelación de la matrícula del menor se debe a que éste agrede físicamente a un compañero el 15 de mayo de 2014 - se adjunta certificado médico -; acción que es catalogada como falta grave de acuerdo al artículo XVI, inciso 16.1 del Manual de Convivencia. Informada la apoderada telefónicamente ésta corta la comunicación. En situación de condicionalidad, el menor mantiene conductas desadaptativas que llevan a la cancelación de la matrícula, aplicándose, al efecto, rigurosamente las disposiciones del manual referido. Así, se le presenta a la apoderada carta de caducidad de la matrícula que es firmada por la misma el 20 de junio de 2014. Con tales antecedentes y reunido el Consejo de Profesores, se ratifica la cancelación de matrícula el 6 de octubre, notificándosele a la apoderada el 27 del mismo mes, quién hizo uso de su derecho de apelación el 17 de noviembre, la que es rechazada por el Consejo Escolar el 18 de Noviembre, notificándose a la recurrente al día siguiente. Adjunta carta denuncia efectuada por la recurrente a la Superintendencia de Educación, que dice relación con hechos distintos a los que motivan el recurso. Respecto de la denuncia de bullying efectuada por la apoderada recurrente a la Profesora Jefe del menor, verificada en el mes de abril de 2014, relativa a “juegos sexuales” que habrían ocurrido fuera del colegio y que fueron puestos en conocimiento del establecimiento en el mes de mayo -, los recurridos expresan haber prestado inmediata ayuda, conforme sus protocolos, a través de su psicóloga y encargada de convivencia escolar, de acuerdo a los registros que acompaña. Al respecto, hace presente que desde el 12 de mayo hasta la primera quincena de noviembre, se realizó esta intervención con los alumnos involucrados, no concurriendo la apoderada a ninguna de las citaciones. Destacan que durante todo el año se brindó atención al menor para reforzar la Convivencia Escolar con sus pares, resolución de conflictos con éstos y su conducta en la sala de clases. Todo lo dicho redundaría en que los recurridos no han incurrido en el proceder ilegal y/o arbitrario que se les atribuye, por lo que procedería el rechazo de la acción constitucional impetrada. Se acompañaron documentos por las partes. A fojas 78, se ordenó traer los autos en relación. CON LO RELACIONADO Y CONSIDERANDO: PRIMERO: Que el recurso de protección de garantías constitucionales establecido en el artículo 20 de la Constitución Política de la República constituye una acción cautelar destinada a amparar el legítimo ejercicio de las garantías y derechos preexistentes que en dicha disposición se consignan, mediante la adopción de medidas de resguardo que se deben adoptar ante un acto arbitrario o ilegal que impida, amague o perturbe dicho ejercicio, por lo que corresponde dilucidar si, en la especie, la cancelación o no renovación de la matrícula del menor por el cual se recurre, deviene o no en un acto que conculca las garantías constitucionales que se invocan. SEGUNDO: Que, conforme refiere la recurrida en su informe: “la no renovación de la matrícula se produce por el hecho que Miguel Ángel agrede físicamente a un compañero (15 de mayo de 2014). Esta acción es catalogada de como falta grave en nuestro Manual de Convivencia. Art. XVI. Inciso 16.1… Estando el alumno en carácter condicional y por continuar presentando conductas desadaptativas (que no explicita) se procedió a la cancelación de matrícula”. TERCERO: Que, conforme consta del Registro de Accidentes Escolares - que forma parte del Legajo de Documentos acompañado por la recurrida a fs. 74 -, el menor Miguel Larraguibel “le pinchó (a un compañero) el estómago con un lápiz”, causándole una herida calificada clínicamente como “contusión leve”; circunstancia que, según da cuenta la Crónica Diaria del colegio - agregada al mismo legajo de documentos aludido -, le fue comunicada telefónicamente a la recurrente junto con la advertencia de que dicha conducta “es causa de condicionalidad o cancelación de matrícula”. CUARTO: Que, a raíz de la situación referida en el motivo anterior, la recurrente firmó, con fecha 20 de junio de 2014 - según consta del legajo de documentos anexado al recurso -, una “carta de caducidad de matrícula” que, refiere la recurrida, permitió al Consejo de Profesores “ratificar” la cancelación de matrícula del menor con fecha seis de octubre; resolución que le fue notificada a la apoderada (la recurrente) con fecha 27 del mismo mes y que es apelada por ésta con fecha 17 de noviembre y rechazada por el Consejo al día siguiente. QUINTO: Que, el numeral XVI, punto 16.21, del Manual de Convivencia Escolar de la comunidad educativa recurrida, que contempla el “Procedimiento para el tratamiento de las Faltas Graves”, establece que: 16.21.1: “Con una falta grave el Profesor Jefe del curso citará a los Padres o apoderado(a) y estudiante quienes firmarán acuerdos (formato carta de compromiso) para revertir la conducta del estudiante. Quedará constancia en el libro de clases y en el acta de reunión con los acuerdos tomados. Éste será firmado por todos los asistentes a la reunión. El registro quedará en la carpeta del estudiante”. A su turno, el punto 16.21.4, del mismo numeral, consigna: “Si el/la estudiante, estando en carácter de estudiante condicional, continúa presentando conductas desadaptativas, y no ha cumplido con las oportunidades y acuerdos será facultad de la Dirección del Colegio, previa consulta al Consejo Escolar cancelar la matrícula para el año siguiente…”. De lo expuesto se desprende que una “falta grave”, como la que determinó la decisión de la recurrida, exige “acuerdos” entre el establecimiento educacional y el padre o apoderado y el estudiante afectado, a efectos de “revertir la conducta del estudiante”; acuerdos de los que “quedará constancia en el libro de clases y en el acta de reunión”, y, de tratarse de un alumno “en carácter de estudiante condicional” que continúa presentando conductas desadaptativas y que no ha cumplido con las “oportunidades y acuerdos” podrá, la Dirección del Colegio, en los términos que allí se consignan, cancelar la matrícula para el año siguiente”. Luego, no constando de los antecedentes de autos qué “acuerdos” se convinieron para “revertir la conducta del estudiante” y, por ende, su eventual incumplimiento, la decisión de la recurrida en orden a cancelar la matrícula del menor, ha vulnerado su propio estatuto de Convivencia Escolar. SEXTO: Que, sin perjuicio de lo anterior, el artículo 3 N° 1 de la Convención de los Derechos del Niño, ratificada por nuestro país en 1990, dispone que: “En todas las medidas concernientes a los niños que tomen las instituciones públicas o privadas de bienestar social, los tribunales, las autoridades administrativas, o los órganos legislativos, una consideración especial que se atenderá será el interés superior del niño”. En tal sentido, los argumentos de la recurrida, en orden a la presunta desafectación de la madre en el compromiso educacional de su hijo, que se traduciría, entre otras cosas, en que ésta no asiste a las reuniones de curso - actitud, por lo demás, explicada por la recurrente en razón de su trabajo y de su estado de ingravidez -, trasuntan un reproche que no alcanza al menor que se sanciona, si no a la recurrente, lo que contraviene la norma precedentemente transcrita e importan, en tal carácter, un acto expresivo de una voluntad arbitraria o ilegal, tanto más cuando, según consta del Informe Psicológico de que da cuenta el legajo de documentos acompañados a fojas 74, se trata de un niño con “inteligencia limítrofe”, lo que obligaría a un mayor apoyo psicopedagógico del menor, y no a su castigo por su eventual desadaptación. Por estas consideraciones y visto, además, lo establecido en los artículos 19 y 20 de la Constitución Política de la República y Auto Acordado sobre Tramitación y Fallo del Recurso de Protección de Garantías Constitucionales, se declara que se ACOGE la acción de protección interpuesta a fs. 55 y siguientes, por doña Claudia Andrea Santana Miranda, en representación de su hijo Miguel Ángel Larraguibel Santana, contra el Colegio Saint Thomas de Osorno y la Corporación Educacional Saint Thomas, ambos representados por doña Eugenia Soledad Carrasco Hernández, y, en consecuencia, se dispone que se deja sin efecto la medida de cancelación de la matrícula del menor aludido, debiendo reintegrársele como alumno regular del mismo. Redacción del Abogado Integrante don Alfred Bonvallet Rivera. Regístrese, comuníquese y archívese en su oportunidad. N°Civil-1050-2014. Pronunciada por la PRIMERA SALA, por la Ministra Srta. RUBY ALVEAR MIRANDA, Fiscal Judicial Sra. MARÍA HELIANA DEL RÍO TAPIA y Abogado Integrante Sr. ALFRED BONVALLET RIVERA. Autoriza la Secretaria Sra. ANA MARIA LEON ESPEJO.
En Valdivia, veinte de enero de dos mil
quince, notifiqué por el ESTADO DIARIO la resolución precedente.