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Luego, se dirige a los fieles reunidos en la iglesia con las siguientes palabras u otras parecidas:
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Con esta confianza, participemos en la Eucaristía, para unir la acción de gracias, las
ofrendas y las súplicas por nuestro hermano N., al sacrificio de Cristo.
Pidamos también por su esposa y por sus hijos y familiares, para que reciban el consuelo
de la fe y la alegría de haber ayudado a la Iglesia].
[Que el Señor, que nos invita a la mesa de su Palabra y de su Cuerpo y Sangre, nos
conceda la conversión de nuestros corazones para que se acreciente nuestra comunión
con Dios y con los hermanos].
Nuestro hermano N., diácono, duerme en la paz c Cristo. Confiémoslo al amor de Dios,
nuestro Padre a la intercesión de la Iglesia del cielo, antes de sepulta su cuerpo en la
tierra, en la espera de la resurrección
El que tantas veces sirvió al Señor y a los hermanos con su ministerio, merece este último
gesto de honor y de veneración. Con él queremos recordar, sobre todo, su bautismo,
puerta de salvación y principio de todas las gracias y dones que Dios derramó en su vida.
Que el Señor lo reconozca entre sus servidores fieles y le dé la posesión de su reino. El que
preside puede encender en este momento el cirio pascual, diciendo la siguiente fórmula:
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Tú que diste a tu pueblo
posesión de una tierra que manaba leche y miel. R.
ORACIÓN COLECTA
(Misal Romano, Diversas oraciones por los difuntos. 4. Por un Diácono)
4. POR UN DIÁCONO
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Liturgia de la palabra
Is 25, 6. 7-9 (n. 116 en Leccionario)
Alegrémonos y gocemos con la salvación que nos trae, porque la mano del Señor
reposará en este monte". Palabra de Dios.
SALMO RESPONSORIAL
Sal 22: (n. 749 en Leccionario)
4
Tú mismo me preparas la mesa,
a despecho de mis adversarios;
me unges la cabeza con perfume
y llenas mi copa hasta los bordes R.
Hermanos: Ninguno de nosotros vive para sí mismo, ni muere para sí mismo. Si vivimos,
para el Señor vivimos; y si morimos para el Señor morimos. Por lo tanto, ya sea que
estemos vivos o hayamos muerto, somos del Señor. Porque Cristo murió y resucitó para
ser Señor de vivos y muertos.
Todos vamos a comparecer ante el tribunal de Dios. Como dice la Escritura: Juro por mí
mismo, dice el Señor, que todos doblarán la rodilla ante mí y todos reconocerán
públicamente que yo soy Dios.
En resumen: cada uno dé nosotros tendrá que dar cuenta de sí mismo a Dios.
Palabra de Dios.
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Evangelio según san Juan (cap. 6, 51-58) (n. 380 Leccionario)
Lectura del santo Evangelio según san Juan
6, 51-58
En aquel tiempo, Jesús dijo a los judíos: "Yo soy el pan vivo que
ha bajado del cielo; el que coma de este pan vivirá para siempre. Y el pan que yo les voy
a dar es mi carne para que el mundo tenga vida".
Entonces los judíos se pusieron a discutir entre sí: "¿Cómo puede éste darnos a comer su
carne?"
Jesús les dijo: "Yo les aseguro: Si no comen la carne del Hijo del hombre y no beben su
sangre, no podrán tener vida en ustedes. El que come mi carne y bebe mi sangre, tiene
vida eterna y yo lo resucitaré el último día.
Este es el pan que ha bajado del cielo; no es como el maná que comieron sus padres, pues
murieron. El que come de este pan vivirá para siempre".
Palabra del Señor.
HOMILIA
Introducción
* Saludo a la asamblea.
* Sólo la palabra viva de Dios consuela.
Desarrollo
* Nuestro hermano N., Diácono, al servicio de la Palabra viva y al altar como ministro
para la distribución del Pan vivo.
* Se alimento del Pan vivo, que es prenda de su salvación y con el cual alimentó a
muchos.
* Nuestra esperanza: Cristo. Somos del Señor en vida o muerte (Rom). Preparado para el
banquete celestial (Isaías).
* Vive con Cristo y en Cristo.
Conclusión
*Nuestra alegría y esperanza cristiana.
*Nuestro hermano vive.
*El buen pastor lo conduzca a verdes praderas.
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PLEGARIA UNIVERSAL
Hermanos: Oremos a Dios Padre misericordioso, que nos reúne para celebrar la muerte
y resurrección de su Hijo, para que conceda la felicidad de su reino a nuestro hermano
N., a quien en el bautismo llamó a la vida eterna y en el sacramento del orden puso al
servicio de su pueblo.
R. Te rogamos, Señor.
Por un diácono:
— Por el que fue ordenado para proclamar el Evangelio y servir al altar y a los pobres,
para que participe para siempre en el banquete celeste y en la alabanza de los
bienaventurados, roguemos al Señor. R.
— Por la Iglesia santa de Dios, para que no se vea privada de los ministros
necesarios del Evangelio y de los sacramentos, roguemos al Señor. R.
— Por esta comunidad de N., que conoció la dedicación pastoral de nuestro hermano N.,
para que guarde con amor su memoria y persevere siempre en la fe, roguemos al
Señor. R.
— Por todos nosotros, para que a imagen de Cristo, buen Pastor, demos día a día la vida
por nuestros hermanos, roguemos al Señor. R.
Dios nuestro, que quisiste dar pastores a tu pueblo, al elevar nuestras oraciones
en favor de nuestro hermano N., [Obispo, presbítero, diácono de esta iglesia],
te pedimos que le concedas el premio prometido a tus servidores fieles y solícitos.
Por Jesucristo, nuestro Señor.
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LITURGIA EUCARÍSTICA
PREFACIO V DE DIFUNTOS
Nuestra resurrección por la victoria de Cristo (p. 553 MR)
PLEGARIA EUCARÍSTICA II
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3. ÚLTIMO ADIÓS AL CUERPO DEL DIFUNTO
El que preside, colocado cerca del ataúd, se dirige a los fieles con las siguientes palabras u otras
parecidas:
Con una gran esperanza, despedimos a nuestro hermano N., Su vida ha sido, entre
nosotros, un signo de que no tenemos morada permanente en este mundo: "Mientras
vivimos, estamos desterrados lejos del Señor. Caminamos sin verlo, guiados por la fe".
Honremos este cuerpo que fue templo del Espíritu Santo y ofrenda viva, santa y grata a
Dios, por la consagración religiosa. Pidamos al Padre de las misericordias, por
intercesión de la Virgen María, de san N. (patrono o fundador) y de todos los santos, que
reciba a su siervo y le conceda participar en la felicidad de los justos.
Todos oran unos momentos en silencio. Luego, el que preside continúa, diciendo:
No temas, hermano, Cristo murió y resucitó por ti. El Señor te protegió durante tu vida;
por eso, esperamos que también te librará, en el último día, de la muerte que acabas de
sufrir. Por el bautismo, fuiste hecho miembro de Cristo resucitado: el agua que ahora
derramaremos sobre tu cuerpo nos lo recordará. [Dios te dio su Espíritu Santo, que
consagró tu cuerpo como templo suyo; el incienso con que perfumaremos tus despojos
será símbolo de tu dignidad de templo de Dios y acrecentará en nosotros la esperanza de
que este mismo cuerpo resucitará gloriosamente como el de Jesucristo].
Después, el que preside camina alrededor del ataúd aspergiéndolo con agua bendita: (luego pone
incienso, lo bendice y da una segunda vuelta perfumando el cadáver con incienso); Invocaciones
— Señor Jesucristo,
recíbelo (recíbela) junto a ti
con todos los que nos han precedido. R.
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Después, el que preside añade la siguiente oración:
Oremos.
A tus manos, Padre de bondad,
encomendamos el alma
de nuestro hermano (nuestra hermana)
con la firme esperanza
de que resucitará en el último día,
con todos los que han muerto en Cristo.
Te damos gracias
por todos los dones con que lo (la) enriqueciste a lo largo de su vida;
en ellos reconocemos un signo de tu amor
y de la comunión de los santos.
Dios de misericordia,
acoge las oraciones que te presentamos
por este hermano nuestro (esta hermana nuestra) que acaba de dejarnos
y ábrele las puertas de tu mansión.
Y a sus familiares y amigos,
y a todos nosotros,
los que hemos quedado en este mundo, concédenos saber consolarnos con
palabras de fe, hasta que también nos llegue el momento de volver a
reunimos con él (ella),
junto a ti, en el gozo de tu reino eterno. Por Jesucristo, nuestro Señor.
— Descanse en paz.
R. Amén.
R. Amén.
— Pueden ir en paz.
R. Demos gracias a Dios.
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