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Traducción d�

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BEATRIZ HORRAC ENZO TRAVERSO
y MARTÍN DUPAUS

AV ENCI NAZ

Una g�nealogía europea

D
FONDO DE CULTURA ECONÓMICA

Mtx1co - ARcE1,mNA - BRASIL - CHILE - Cow�1BIA - ESPAÑA


EsTADOS UNIDOS DE AMÉR.IC_ A - PERO - VENEZUELA
28 LA VIOLENCIA NAZI

--

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La argumentación de este ensayo está articulada en dos
planos. Por un lado, he intentado reconstituir las premisas · -
materiales del exterminio nazi: la modernización y la
serialización de los dispositivos técnicos de las formas de matar
entre la revolución industrial y la Primera Guerra Mundial.
Las cámaras de gas y los hornos crematorios son el punto 1. Vigilar, castigar y matar
máximo alcanzado luego de un largo proceso de deshumani­
zación e industrialización de la muerte que integra la raciona­
lidad instrumental, productiva y administrativa del mundo La guillotina y la muerte en serie
occidental moderno (la fábrica, la burocracia, la prisión). Por
otra parte, he estudiado minuciosamente la fabricación de La Revolución Francesa constituyó una giro histórico en las me­
los estereotipos racistas y antisemitas que abrevan en el tamorfosis de la violencia en Occidente. No nos planteamos
cientificismo de fines de siglo. En primer lugar, el surgimiento ¡- generar un nuevo proceso contra el Iluminismo -siguiendo el
1
de un "racismo de clase" que retranscribe en términos de ,· camino de Jacob L. Talmon- para lograr establecer las raíces
raza los conflictos sociales del mundo industrial y asimila las del terror totalitario ni establecer en el Tribunal Revolucionario
clases trabajadoras a los "salvajes" del mundo colonial; en y en la Guerra de Vendée los antecedentes de las modernas prác­
segundo ·término, la difusión de una nueva interpretación de ticas de exterminio político. La guillotina, perfeccionamiento?
la civilización basada ·e n modelos eugenistas y, finalmente, la de la mannaia italiana de principios del siglo XVIII, concentra l>
aparición de una nueva imagen del judío -construida sobre nuestra atención como etapa esencial en el proceso de ·serializa- \
la figura del intelectual- como metáfora de una enfermedad ción de los modos de matar. Así como la ejecución de Luis XVI )
del cuerpo social. La convergencia entre ambos planos, uno simboliza el fin del Antiguo Régimen, su instrumento, la guillo­
material y otro ideológico, comienza a esbozarse durante la tina, anuncia el advenimiento de la modernidad a la cultura y a
Gran Guerra, el auténtico laboratorio del siglo xx, para ha­ las prácticas de muerte .. Unas décadas después de la puesta en
llar finalmente su síntesis en el nacionalsocialismo. práctica de este nuevo instrumento, Lamartine definía con clari­
dad la mutación antropológica producida:

Esta máquina inventada en Italia, que un célebre y humani­


tario médico de la Asamblea Constituyente llamado Guillotin
1 trajo a Francia, reemplazó los atroces y degradantes supli­
1 cios que la R �volución quiso abolir. L?s legisl� dores consti-
_
tuyentes consideraban que este mecah1smo terna, ademas, la
¡
ventaja de evitar el derramamiento de sangre provocado por
la mano de otro hombre, mano responsable del golpe, a ve­
ces mal dado, y de reemplazarla en la ejecución por un instru­
mento sin alma, insensible como la madera e·infalib]e como el
hierro. Una vez que el ejecutor daba la señal, el hacha caía

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VIGILAR, CASTIGAR Y .\1ATAR 31
30 LA VIOLENCIA NAZI

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sola. Este hacha, cuyo peso se centuplicaba a través de dos especie despreciable y sórdida, siempre dispuesta a matar,
pesas atadas a su estructura, se deslizaba entre dos ranuras sujeto de una historia a la que él describía como una matan­
con un movimiento horizontal y vertical a la vez, como el de za permanente. La "apariencia" de los escritos de De Maistre
,. una sierra, y separaba la cabeza del tronco gracias al peso de es clásica -afirma Berlín- pero el núcleo que encierra es terri­
' su caída con la rapidez del rayo. Se lograba así suprimir el blemente moderno: la visión de un orden político basado en
dolor y el tiempo en la sensación de muerte (cit. en Arasse, el terror que los totalitarismos del siglo xx se encargaron de
1987: 65-66). concretar (Berlín, 1992: 100-174). La fuerza de la obra de
De Maistre reside en esca mezcla de modernidad y oscuran­
Para comprender lo novedoso de la guillotina, debemos re­ tismo, en su prefiguración visionaria de un universo de nihi­
cordar las características de la ejecución capital durante el lismo -en el que no caben las nociones de humanidad, razón
Antiguo Régimen cuyo ritual público relató Joseph de Maistre y progreso que esgrimía el Iluminismo- envuelto en una apo­
en su inolvidable texto Las veladas de San Petersb11rgo. El logía tenebrosa del orden divino y del absolutismo. Un siglo
aristócrata saboyano pintaba un retrato aterrador del verdu­ después, cuando los opositores al Iluminismo sellaron una
go, a quien admiraba por considerarlo un pilar del orden alianza con la técnica moderna, esta mezcla de mitología
tradicional. Describía su llegada al patíbulo ante una multi­ arcaica y nihilismo destructor desembocó finalmente en el
tud silenciosa y palpitante, el rostro aterrorizado del conde­ fascismo.
nado, su boca "abierta como un horno", sus aullidos, sus Pero el decisivo y fatal encuentro entre el miro y el acero,
huesos que estallaban bajo el peso de la barra, la sangre que entre el irracionalismo de la ideología volkisch y la racionali­
salpicaba y manchaba al verdugo que permanecía inmutable dad instrumental de la industria, deterioró inevitablemente
ante los espectadores horrorizados. De Maistre manifestaba la "apariencia" de la argumentación de De Maistre. La mo­
cierto respeto hacia esta figura aparentemente tan poco ho­
dernidad de su visión de un orden basado en el terror se ocul­
norable pero indispensable, desde su punto de vista, para la
taba detrás de una sacralización y de cierta visión heroica del
sociedad; sus semejantes huían de él con horror, le temían y
verdugo que, ya en la época de Las veladas de San Petersburgo,
lo aceptaban como brazo secular de la autoridad, de un or­
resultaba anacrónica. Durante la Revolución, el verdugo dejó
den divino, transcendent_e, un orden que exigía sumisión y
obediencia: "Dios, autor de la soberanía, también lo es del de ser el dueño absoluto de la ceremonia punitiva y fue reem­
castigo". Para De Maistre, el verdugo adquiría las caracterís­ plazado por la guillotina como nuevo símbolo de soberanía.
ticas de una "criatura extraordinaria" que encarnaba al mis­ El temible verdugo con su hacha real salió de escena; una
mo tiempo "el horror y el vínculo de la asociación humana" máquina asumió su antiguo papel, él se transformó en su
(Maistre, 1979: vol. 4, 33). apéndice, técnico y obrero. El nuevo símbolo de la justicia
En un admirable ensayo sobre el autor de Considérations democrática era un dispositivo técnico para matar. Como con­
sur la France, Isaiah Berlin subrayó la modernidad de su vi­ trapartida, tal como explica Roger Caillois, el antiguo ver­
sión del verdugo. Muy lejos del optimismo del Iluminismo, dugo desapareció junto con "el esplendor que rodea al mo­
que postulaba una humanidad perfectible, dispuesta a ser narca", pues la existencia de aquél estaba indisolublemente
moldeada por la razón y teleológicamente orientada hacia el ligada a la suya (Caillois, 1964: 33; Bée, 1983: 843-862; De
progreso, De Maistre consideraba a la humanidad como una Becque, 1997: 114). Antes, portador de un cuerpo "doble" -el
�-
"') LA VIOLENCIA NAZI VIGILAR, CASTIGAR Y MATAR 33

cuerpo eterno de la realeza y el de su persona, mortal narquías y la Iglesia habían desplegado sus esfuerzos para ha­

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(Kantorowicz, 1989)-, el monarca perdía ahora, con su ca­ cer más sofisticados los aparatos de tortura y aumentar así los
beza, la dignidad y la sacralidad de una ejecución real (Walzer, sufrimientos de los torturados. Dado que la guillotina lograba
1974). El único privilegio que Luis XVI conservó fue la ca­ condensar la ejecución en un .instante y eliminar casi el sufri­
rroza que lo condujo al sitio de su ejecución en lugar de la miento físico del condenado, se la aceptó como un progreso de
carreta que normalmente llevaba· a los condenados a muerte. la humanidad y de la razón (Arasse, 1987: 11), como una in­
Se mostró su cabeza cortada, chorreando sangre, como prue­ novación que ponía fin a la inhumanidad de la tortura y de las
ba de la normalidad de su cadáver; su muerte no difería en lo violencias políticas del pasado, exorcizando para siempre el
más mínimo de las que la habían precedido. El haber sido espectro de las masacres de San Bartolomé. 1 Casi nadie imagi­
ejecutado por una máquina le otorgaba, en el altar de la igual­ naba por entonces, ni siquiera después de las ejecuciones masi­
dad republicana, el estatuto de un criminal común. Bajo el vas del Terror, los efectos futuros de la racionalización y de la
_Terror, la ejecución era pública; aún no s� la ocultaba, no se mecanización del sistema de matar. La implantación de la gui­
intentaba volverla aséptica y banal. La Revolución Francesa llotina determinó la "emancipación" del verdugo que, sin su
constituye justamente un momento de ruptura en el que el anti­ aura siniestra, logró el estatuto. de ciudadano y, a partir de
guo sistema de sacrificios celebra su triunfo antes de desapare­ 1790, pudo ser votado en las elecciones (Arasse, 1987: 151).
cer, en el que las violencias ritualizadas del pasado se desen­ Apenas dos generaciones más tarde, se volvería un simple fun­
cadenan en un cuerpo social que se prepara a exorcizarlas cionario. En 1840, la Gazette des Tribunaux utilizaba estos
(Corbin, 1990: 127-129). Detrás del espectáculo y de la fies­ términos para aludir al Sr. Sanson, ejecutor durante la Monar­
ta de masacre, la guillotina oculta el inicio de un giro históri­ quía de Julio y nieto del último verdugo del Antiguo Régimen:
co por el cual la revolución industrial entra en el campo de la · "El ejecutor actual difiere mucho de su padre: no tiene, desde
pena capital. La ejecución mecanizada, serializada, dejará el punto de vista de su profesión y de los aspectos vinculados a
pronto de ser un espectáculo, una liturgia del sufrimiento, ella, esa difi,cultad, esa molestia, ese malestar que se observaba
para convertirse en un procedimiento técnico del asesinato en su predecesor. Al estar convencido de la utilidad de su tarea
en cadena, impersonal, eficaz, silencioso y rápido. El resulta­ y de los servicios que presta a la sociedad, se considera a sí
do final será la deshumanización de la muerte (Sofsky, 1998: mismo un ordenanza que no hace otra cosa que dar cumpli­
112). Los hombres, desplazados del género humano, fueron miento a una sentencia; habla de sus funciones con absoluta
exterminados como animales a partir de entonces· (Brossat, soltura" (cit. en Arasse, 1987: 162). Cuatro figuras acompa­
1998: 124). La ejecución dejó de ser lo que era durante el· ñan la aparición de este nuevo dispositivo de muerte: el médi­
Antiguo Régimen, un holocausto, un sacrificio necesario para co preocupado por eliminar el sufrimiento de sus semejantes,
el esplendor y la legitimación de la soberanía real. el ingeniero obsesionado por la eficacia técnica, el juez que se
La historia de la guillotina refleja de modo paradigmático expide sobre el derecho a vivir de los condenados y finalmente
la dialéctica de la razón. Al final de un largo debate de la socie­
dad en el cual el cuerpo médico había tenido un papel destaca­
1 En el siglo XIX, és:a era :iún la opinión de Edgar Quinet y de Michelet,
do, la guillotina llega para coronar la lucha de los filósofos
contra la inhumanidad de la tortura. Durante siglos, las mo- cf. Mayer (2000: 106). Gerould (1992) analizó el impacro extraordinario
de la guillotina en la culnira del siglo XIX.
34 LA VIOLENCIA NAZI

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VIGILAR, CASTIGAR Y M ATAR 35

el verd ugo, resignado ya a abandonar sus atributos reales para La gu illotin:i, verdadero giro a ntropológico, revela -coi n ­
asumir u n perfil " profesional" corriente . Estas cuatro figuras cidi mos en esto c o n \'(!al ter Benja m i n- e l abismo d e u n a muer­
recorrerán j u ntas u n la rgo camino. Tendrán un papel irreem­ te sin aura. Es el fi n de l a m uerte espectáculo , de la actuación
plazable, bajo el Tercer Reich, en la ejecución de la " operación realizada por el artista-verdugo, de la representación única y
T4" -la eutanasia de los e n fermos mentales y de las "vidas no sagrada del terror; e l i n icio de la era de 13.s masacres mode�­
dignas de ser vividas" ( lebensunwerte Leben)-, pues prepara­ n a s , en las que la ej ec ución indirecta, cumpli da técnicamente,
ron su estructura, tomaron decisiones, las l levaron a la prácti­ e l i m i n a el h orror de la violencia visi ble y a b re el camino a
ca y las defendieron a nivel j urídico frente a los fa miliares de s u m u l ti plicación i nfi n i ta ( a compañada por l a desresponsa­
sus víctimas. bil ización ética del ejecutante, reducido al papel de encar­
La guillotina iniciaba un proceso que Kafka ilustrará ade­ gado de m a n te n i m iento } . Las cámaras de gas son la apli ca­
cuadamente u n siglo después. El personaje de su novel a En la ción de este princi p i o en la ép oca del ca pital ismo in dustrial.
colonia penitenciaria, escrita dura nte los p rimeros meses de la La transform ación del verdugo en supervisor de una má­
Gran Guerra, es una máquina que condena y ej ecuta a la vez; el quina de muerte con lleva una i n versión de los papeles cuya
oficial a cargo describe al visitante sus características, sus fun­ tendencia histórica Gü nther Anders exp lica como la prima­
ciones, su perfección técnica ( Kafka, 1 952: 197-234 [trad. franc.: cía d e l a s máquinas por sobre los h o m bres . En poco tiem­
661; Traversa, 1 9 97a : 50-57) . Evidentemente, este extraño apa­ p o , l a violenci a h u m a n a más cruel y dese n frenada no podrá
rato, ubicado a igual distancia de los instrumentos de tortura de r ival i za r con l a téc n ica. Con la des h u m a n i zación técnica de
la Edad Media y de las primeras máquinas i ndustriales, sigue l a mu erte, los críme nes más i n h u m anos será n crímenes " sin
siendo el símbolo de la soberanía -graba la Ley en el cuerpo del hombres" (An ders, 1 9 8 1 : 1 8 9 ) .
condenado- aunque su diseño y funcionamiento nos introduz­
can ya en un universo totalmente nuevo . El oficial que estaba a
su cargo, medio tonto, indiferente a la suerte de los condenados La prisión y la discip lina de los cuerpos
y completa mente sometido a su máquina (Apparat), se volvió
un encargado de m a ntenim iento fácil de reemplazar. El aparato Siguiendo a Michel Foucault, m uchos h i storiadores anal iza­
mata, el hombre sólo lo vigila. La ejecución es una operación ron el proceso por el que, a lo brgo del siglo xrx, la " fiesta
técn ica y el que está al servicio de la máquina sólo es responsa­ punitiva " dej :J. su lugar a l a ejecución ocul ta, alej ada de la mi­
ble de su mantenimiento: la matanza se ejecuta sin sujeto. El rada del público, y surge la institución carcelaria como l ugar
verdugo ya no es el defensor de la soberanía divina, no encarna cerrado, l aboratorio de una " técnica de coerción de l os indivi­
por ende símbolo algun o. No celebra ninguna ceremonia públi­ duos" antes desco nocida (Fouca ult, 1 9 75 : J 55 ) . 2 El principio
ca, se tornó un mero eslabón en un proceso mortífero cuya ra­ de encierro se i mpone en las sociedades occidenta les. La crea­
cionalidad i nstrumenta l lo priva de cua lquier singularidad. El ción de las casas de tra bajos forzados para "v;:igabundos ocio-
carácter rudimentario de la guillotina no debe engañarnos: in­
a ugura una era n ueva, la de la m uerte en serie, que más adelante 2 En la misma lín ea de Fouc:.rnlt, cf. pri ncipal mente Jgn:nicff ( 1 978 ) )·'
Pcrrot (200 1 ). Para un ::ibordajc más influenciado por la sociología de Norbcrt
un ejército silencioso y anónimo de pequeños funcionarios de la Elias, cf. Spieren bw·.c: ( 1 9 8 4 ). Se puede encontrar un resumen de este debate
banalidad del mal l levará a cabo. historiográfico en Gmland ( 1 990) y una ::ictu::iliz:i ción en Bross:it (200 1 \.
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VIGILAR, CASTIGAR Y MATAR 37
sos" y miserables,· marginales, prostitutas e incluso _para niños

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durante la Revolución Industrial coincide con el nacimiento aparece como el signo que anunciaba un nuevo sistema de
de la cárcel moderna. Durante la primera mitad del siglo XIX, control social y de disciplina de los cuerpos, concebido como
Gran Bretaña se dotó de una amplia red de workhouses en las un modelo de transparencia represiva válido para el conjun­
que se internó a centenares de miles de personas. Otras muta­ to de la sociedad. En el epígrafe de Panopticon, Bentham
ciones se produjeron por entonces. Los cuarteles dejaron de señalaba las múltiples aplicaciones de su modelo que, según
estar reservados a una elite militar de origen aristocrático y se él, era útil tanto para las cárceles como para las fábricas y
. adaptaron a las exigencias de los ejércitos modernos, ejércitos escuelas. Su proyecto se ubicaba en el entrecruzamiento de la
de la época democrática cuyos "levantamientos masivos" de visión utilitarista del establecimiento correctivo típico de los
1793 demostraron su poder. Las fábricas, alrededor de las cuales países protestantes de la época del capitalismo mercantilista
se levantaron ciudades nuevas, conocieron un desarrollo im­ y la cárcel de la sociedad industrial moderna, coercitiva y
presionante. Cárceles, cuarteles, fábricas, todos estos lugares disciplinaria.3 El dispositivo panóptico pretendía ser, al mis­
estaban regidos por el mismo principio de encierro, la discipli­ mo tiempo, lugar de producción y lugar de disciplina de los
na del tiempo y de los cuerpos, la división racional y la meca­ cuerpos y las mentes para someterl0s a los nuevos dioses
nización del trabajo, la jerarquía social, la sumisión de los cuer­ mecánicos de la economía capitalista.
pos a las máquinas. Ninguna de estas instituciones sociales Este nuevo tipo de cárcel debía' desarrollarse durante la
muestra las huellas de la degradación del trabajo y del cuerpo primera fase del capitalismo industrial, cuando las clases tra­
inherente al capitalismo. bajadoras se volvieron "clases peligrosas" 4 y los estableci­
Marx y Engels, primero, y Max Weber, luego, vincularon mientos penitenciarios comenzaron a llenarse con una po­
la disciplina de la fábrica capitalista con la del ejército y la blación heterogénea, compuesta de figuras sociales refracta­
del obrero con la del soldado. Al principio del capitalismo rias a los nuevos modelos disciplinarios (desde vagabundos
industrial, los autores del Manifiesto comunista constataban hasta prostitutas, desde ladronzuelos hasta borrachos). 5 Por
el nuevo rostro de la sociedad disciplinaria: "Masas de obre­ un lado, la resistencia al sistema fabril y la dislocación de las
ros se amontonan en las fábricas donde se los organiza como comunidades rurales habían producido un notable aumento
si fueran soldados; simples soldados de la industria ubicados de la marginalidad social, la "criminalidad" y, por ende, la
bajo la supervisión de suboficiales y oficiales" (Marx, Engels, población carcelaria; por el otro, el advenimiento de las má­
1 994: 408). En el capítulo sobre las máquinas, en el primer quinas había hecho caer abruptamente la rentabilidad de los
libro de El Capital, Marx iba aun más lejos; presentaba a la trabajos forzados. En este contexto, la cárcel sufrió una ver­
fábrica moderna como un lugar de "pérdida sistemática de dadera metamorfosis, caracterizada por la nueva introduc­
las condiciones de vida del obrero" que comparaba, citando ción masiva de medidas punitivas y de prácticas degradantes.
a Fourier, con "trabajos forzados atenuados" (Marx, 1 975: La concepción retributiva de la justicia y la visión utilitaria
bd. 1, 449). En vísperas de la Primera Guerra Mundial, Weber
veía en la "disciplina militar [ ... ] el modelo ideal de la empre­
sa capitalista moderna" (Weber, 1 956: bd. II, 873 ). Desde 3 Sobre el Panopticon de Bentham, cf. Melossi, Pavarini (1 977: 67-69)
una visión retrospectiva, el proyecto panóptico de Bentham y Perrot (2001: 63-100).
4 Esta metamorfosis es central en el estudio clásico áe Louis Chevaiier (1959).
5 Para un análisis del caso inglés, d. Ignatieff ( 1 9 78).
VIGILAR, CASTIGAR Y MATAR 'ª
.) .,

38 LA VIOLENCIA NAZI
"ruedas penite nciarias" i nglesas cuya introducción recomen ­

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de la institución carcelaria, d i fun didas por los filósofos del daba en Fra nci a . S e trataba de vari os c i l ind ros de diá metro
Ilumin ismo, cedieron su lugar a una n ueva v isión de la cárcel variabl e, q u e l os pr is ioneros debían mover dura n te horas ca ­
como lugar de sufrimiento y alienac ión. La dialéctica de este minando en su i nterior. Los cilculos efectu ados por los res­
proceso ya estaba presente en la acogida que tuvo en Europa ponsa bles del sistema pen i tenciario inglés, autén ticos precur­
el pan fleto clásico de Cesare Beccaria, Dei delitti e del/e pene sores ele l a fis i ol ogía del tra bajo, sugería n que esta acti vidad
( 1 764 ). Este man ifiesto contra la tortura y la pena de muerte correspon d ía a un ascenso de unos mi l es ele metros por día .
defendía el derecho de los acusados a un ju icio equitativo y Este sistema se a p l icó escasa mente a ta rea s productivas -mo­
protegía el principio de esp iatio de redención del condenado. ler el trigo o hilar a lgodón-; se l o defi n ía más bien como un
E l debate suscita do en Europa estu vo centrado, sin embargo, "suplicio " ( D ora y, 1 9 8 1 : 6 9 ) . Era u n a síntesis ele disciplina
en la explotación racional del trabajo carcelario. El matemáti­ " pan óptica " ( e l contro l tota l del detenido) y " mecá n ica" (la
co francés :Mau pertuis y el economista piamontés Giambattista sumisión del cuerpo a las exigenci a s técnicas del d ispositivo
Vasco propusieron incl uso que los deten idos fu eran util iza­ p u nitivo) ( Gaude mar, 1 9 82: 1 6-23 ) que l l evaba a su paroxis­
dos como cobayos para efectua r experiencias médicas. Fra n­ mo el orden de la fá brica , d isociándolo ten denci osa mente de
co Venturi escribió que todo el debate sobre l as cárceles a su finalidad productiva . El reformador Ro bert Pearson ha­
fines del siglo xvm estuvo marcado por el encuentro entre l a bía elaborado u n progra ma q ue apu ntaba a desviar a las cla­
filosofía del Iluminismo, e l cálculo económico y " a lgo más ses populares del crimen por med i o del terror:
preocupante, una vieja crue ldad que por entonces tomaba
formas n uevas, más racionales" (Venturi, 1 9 70: 1 40 ) . 6 Para domar a los animales más salvajes, los privamos de sue­
Las cárceles conservaban la racionalidad autoritaria de la ño; no hay cri minal que no exprese repugnancia hacia la mo­
fá brica y del cuartel, pero modi ficando su función; el tra bajo notonía de una vida que lo obliga a dormir poco y al respeto
carcelario no se concebía más como fuente de beneficio sino de un horario establecido. Propongo [ . . . ] que descanse en una
como castigo y como método de tortura (Ruche, Kirch heimer, cama dura en lugar de una hamaca blanda ; Sugiero que se lo
1 9 94: 21 8-254) . 7 Los detenidos estaban obl igados a despla­ alimente con raci ones mínimas de pan negro y agua [ . . . ] . De­
zar enormes piedras sín otro fi n que regresarl as al punto de biera ll evar ropas de prisionero, gruesas y de colores desagra­
partida, o a accionar, d urante largas jornadas, bombas que dables . No experimento ninguna simpatía por quienes defien­
no hacían otra cosa que volver el agua a la fuente de origen. den los nobles sentimientos del prisio nero y rechazan el uni­
En 1 8 1 8 , Wil l i a m Cubbit había organ izado un molino de forme penitenciario; éste resulta indispensable por razones de
disciplina ( tread-rnill) que, una vez eval uado en la prisión seguridad pues permite d istinguirlos; el hecho de q ue los pri­
de Suffolk, sirvió de modelo a muchas instituciones carcelarias sioneros condenados lleven uniforme form:1 parte, a mi en­
tender, de las exigencias de un sano sistema de disciplina peni­
británicas (Rusch e y Kirchhei mer, 1 9 94: 253) Un observador tenciaria (Ruche y Kirchhei mer, 1994 : 252 ).
francés, el barón Du pin, describió con gran admiración l as
La consecuencia de la d i fusión de estas prácticas represivas
6 Véase también sobre el debate en los reformadores ingleses, Ignatieff ( 1 978 ). fue un considera ble a umento de la tasa de morta l idad en las
7 El libro de Ruche y Kirchheimer ana liza sobre todo los casos inglés, cárceles, evident e en los registros ele todos l os países euro­
alemán y norteamericano; sobre Franci a , cf. O'ílrian ( 1 9 82: 1 5 0-1 90). peos ( Ruche y K irchheimer. 1 994: 248 -2 49 ) . Al anal izar el
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caso de la cárcel de Clairvaux, bajo la Monarquía de Julio, diferencia sustancial entre sus finalidades: el disciplinamiento
Michelle Perrot no dudó en hablar de "cuasi genocidio" en un caso, el aniquilamiento en el otro. Los campos nazis no
(Perrot, 200 1 : 200). Las cárceles de principios del siglo xrx, eran cárceles "más duras" o más perfeccionadas en sus técni­
en las que el trabajo, a menudo sin finalidad productiva, se cas coercitivas, sino un fenómeno nuevo que respondía a una
concebía exclusivamente con un objetivo de persecución y lógica diferente. La comparación tiene sin embargo un "va­
humillación, constituyen los antecedentes históricos del mo­ lor heurístico" -decimos con Wolfgang Sofsky- en la medida
derno sistema concentracionario. Primo Levi definía el tra­ en que "ilustra la transformación del trabajo humano en tra­
bajo en Auschwitz como " un tormento del cuerpo y de la bajo de terror" 9 (Sofsky, 1995: 2 14). En otras palabras, el
mente, mítico y dantesco" , cuya única finalidad era la afir­ universo concentracionario suponía una etapa anterior, la de
mación de la dominación totalitaria. Señalaba que esta con­ la cárcel moderna en la época de la revolución industrial.
cepción disciplinaria y punitiva era la antítesis del trabajo
"creador" que la propaganda fascista y nazi alababa como
parte de su herencia de la retórica burguesa que exalta el Digresión sobre el sistema concentracionario nazi
trabajo como una actividad que "ennoblece" (Levi, 1986:
96-97 [trad. franc.: 1 1 9-121]). El elemento común entre el Con el fracaso de la Blitzkrieg en el Este, Alemania se trans­
tread-mill de la cárcel de Suffolk y el trabajo de los campos formó progresivamente en un sistema esclavista moderno
nazis es lo que Primo Levi definió en Los hundidos y los sal­ (Franz Neumann la definió como una forma de "capitalismo
vados: " la violencia inútil, difusa, como fin en sí, que no pre­ monopolista totalitario") (Neumann, 1 9 87), que inyectó
tende otra cosa que crear dolor" (Levi, 1986: 83 [trad. franc.: masivamente la fuerza de trabajo extranjera en la economía
104]). Algunos principios que rigen las work-houses del si­ de guerra. Speer fue el encarga do de llevar a delante la
glo XIX se encuentran también en los campos de concentra­ racionalización de la producción industrial basada en el tra­
ción del siglo siguiente: lugares cerrados, trabajo coercitivo, bajo coercitivo de los extranjeros. Con excepción de una
"violencia inútil", control de tipo militar, castigos, ausencia minoría de alemanes antifascistas o "asociados " , las "fuer­
total de libertad, uniforme, marcas en los cuerpos, .condicio­ zas del trabajo" (Zwang-sarbeiter) formaban un ejército va­
nes de vida inhumanas, humillación. En El capital, Marx riado, formado por civiles de los países ocupados, prisione­
definía las work-houses inglesas como "casas de · terror" y ros de guerra y deportados (raciales y políticos). En 1 944,
analizaba las reservadas a los niños como el escenario de una esta mano de obra extranjera superaba los 7,6 millones de
"gran masacre de inocentes" ( den graben herodischen personas (muchas de ellas eran mujeres) y representaba un
Kinderraub) 8 (Marx, 1 975 : bd. I, 785-78 6). cuarto de la clase obrera industrial. Durante esa misma épo­
Evidentemente, vincular ambas instituciones acentuando ca, los deportados de las KZ trabajaban también para la in­
su afinidad morfológica no significa asimilarlas: ·�?Ciste una dustria alemana. En abril de 1942, el nazismo decidió colo-

8 Apoyándose en esta crítica del sistema de workhouses, ciertas perso­ 9 Sofsky hace esta observación con respecto a la esclavitud luego de
nas vieron en Marx un crítico ante litteram del totalitarismo, Losurdo haber demostrado las diferencias que la separan de la cárcel y de los cam­
(1991: 75-76). pos de concentración nazis
VIGILAR, Cr.:-T IG.\íl Y '. .:.�.TAR L3
4? LA VIOLENCIA NAZI

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trabajo. Según la visión na zi del m ur.do: la divisióil del trabajo
car el sistema de los campos de concentración bajo la direc­
coincidía con una brech a " racia l '' q ue establecía l a jerarq uía
ción de la \VVHA ( \Y/irtschaft und Verwaltwzg Ha uptasamt) ,
interna de esta categoría de obreros esclavos. Cna esrratific;:: ­
la oficina central de la administración y de la eco n o mía de
ción profesional, impues ta por e t sistema de Yal ores na z is q ue
las ss de Oswald Pohl, con la tarea de hacer productivo el
i mplicaba u n a revisión total del pri ncip i o de igualdad, se i m­
trabajo que h asta entonces sólo había sido pun itivo y para
ponía a la estra tificaci ón profesional del proietariado inheren­
disciplinar a los detenidos. En el in terior d e los campos de
te al capital ismo industrial. La biopol ítica nazi realizaba la
concentración, las ss empleaban la fuerza de trabaj o de los
fusi ón de la modernidad i ndustrial y de los oposirores del Il u­
prisioneros de guerra y de los deportados de varias Konzem
minismo: Taylor reaparece en u n capitalismo remodel2do se­
alemanas y, de este modo, disponían de una numerosa mano
de obra uti lizable a discreción y s umamente ba rata . Muchas gún l os princ i pi os racistas y después del entierro de los Yal ores
grandes empresas insta laron sus tal leres de producción en de 1 789 ( Peukert, 1 9 8 7: 1 2 8 ).
l os campos y éstos se multiplicaron como h ongos a l rededor Toda la existencia de los campos de concentración nazis
de las zonas industriales. En 1 944, aproximada mente la mi­ estuvo marcada por una tensión constante entre tra bajo y
tad de los deportados de los campos de concentración traba­ exter min i o . Estos campos, que habían surgi do como lugares
jaba para la industria privada y el resto para la organ ización p u n itivos y q u e l uego, dura nte 1a guerra , fueron convertidos
Todt, encargada de la producción de armas (Herbert, 1 99 7 ) . e n centros de p roducción, se tra nsformaron de facto en cen­
En la cúspide de este ejército de trabaj adores extranj eros se tros de exterm i n i o por el tra bajo. Esta contradicción, vinc u­
encontraban los civiles de los países ocupados de Europa Oc­ lada con el s istema pol icrático del poder nazi , se traducía,
cidental (franceses, italianos, belgas, holandeses, etc. ) , segu i­ por u n 1ado, en la racionalizaci ón tora1 itaria de la eco nomía
dos por l os prisioneros de guerra de Europa del Este; en la impulsada por Speer y, p o r e l otro, en el or den racial estable­
base, estaba la masa de los Untermenschen, los prisioneros de cido por Hi mmler. Se puede ver este conflicto en el estatuto
guerra soviéticos y polacos, que eran los más explotados y que de !os campos de exterminio, que no fueron concebidos como
estaban destinados a un aniquilamiento rápido; al final, esta­ lugares de producción sino como centros de muerte para los
ba la mi noría de judíos y de cíngaros deportados que h abían j udíos de E uropa, y que seguía n dependiendo, sin embargo ,
escapado de las cámaras de gas pues habían sido elegidos para de la \X'VHA . E n cuanto al resultado de esta tensión entre el
el tra bajo. Los prisioneros de guerra y los deporta dos políticos trabajo y l a m uerte , podemos recordar la constatación de
y raciales estaban sometidos a condiciones de esclavitud mo­ André Selli er, ex deportado e h istoriador del campo de Dora,
derna , lo que se podría llamar una forma de taylo rismo cerca de Buchenwald, campo creado para producir, en una
biologizado. Según el paradigma taylorista, la fuerza de traba­ fá brica subterrá nea, los célebres V2 con los que Hitler quería
jo estaba segmentada y jerarquizada en base a las diferentes forzar el repl i egue de G ra n Bretaña. E n Dora -escri be Sel lier­
funciones del proceso de producción y, como en la esclavitud, la producción de cadáveres " en y por l a fá brica '· fue siempre
la alienación de los trabaj adores era total. A diferencia de la más eficaz que la fabricación de V2 (Sellier, 1 99 8 : 1 03 ) .
esclavitud clásica, los deportados no constituían una mano de
obra destinada a reproducirse, sino a consumirse hasta su ago­
tamiento, en el marco de un auténtico exterminio a través del
VIGILAR, CASTIGAR Y MATAR 45
44 LA VIOLENCIA NAZI

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rac ión , tra ta mie nto de
uni ón en l o s esta b lo s, ma tan za, evisce
exactit ud las caracte­
los des ech o s. No élie Vi a lles define c o n
y anó nim a, récnica
La fábrica y la división del trabajo rísticas de la ma tan za ind ust rial : m a siva
isib le e idea lmente
y, en l a medida de l o p o sib l e, ind olo ra, inv
" . La mis ma deno ­
La guillotina marca el primer paso hacia l a serialización de "ine xist ent e. Deb e ser com o si n o · exi sti er a
ica en este p erío ­
las prácticas de matar; Auschwitz c onstituye su epílog o in­ min ació n de mat ade r o · -in nov ació n sem ánt
enc ia. Hab lar
dustrial en el período fordista del capita l ismo·. La transición do- apu ntab a a exo rciz ar t o da ima gen de viol
anz a" o
. fue larga, sin emba rgo. Entre la cuchi ll a mecánica util izada de ma tadero imp licab a evita r térm in o s como " mat
la, nov e­
para l as ejecu_ciones capita les después de 1 789 y el extermi­ "des o l l amie nt o " (Vi al les, 1 98 7: 2 1 -23 ) . En La jung
e La
nio ind.ustrial de mi l lones de seres human o s, se ub_ican varias la naturista contemp orán ea del ens a y o web eria n o sobr
etapas intermedias. La más imp ortante, durante la segunda ética protestante, el escri tor esta d o unid ense Upto n Sinc l air
mitad. del siglo XIX, fue sin lugar a dudas l a raciona l ización describía l o s mata deros de Chic ago como " e l Gr a n Carn ice­
de los mataderos. Antiguamente, se los instalaba en el centro ro: la encar nació n de l espír itu del c a pita l ism o " ( "It was the
de la ciudad; en esta época se l os ubicaba l ejos (como a lo s Great Butcher -it was the spirit of Capit4lism made flesh" )
cementerio s) según lo indicaba l a po lítica higienista en p o s (Sinclair, 1985: 3 77). 1 º En su Teoría del cine, Siegfri ed Kraca uer
del saneamiento de l os cenÚo s urbanos. Su desp l azamiento establ ecía una anaiogía entre l o s mata deros y los c a mpos de. la
hacia l os suburbios se sumaba a la idea de la concentra ción y muerte y subray aba, p or medi o de una c o mparac ión entre lo s
de la drástica reducción de su número. Allí eran much o me­ documental es de los camp o s nazis y un filme c o m o Le sang
nos visibles y, al mismo tiempo, se despojab an de l a dimen­ des betes de Ge orges Franju, hasta qué punto reinaba en a m­
sión de fiesta y sacrificio que había acompañad o a la matan­ bos l ugares el mismo carácter metódico de lo s disp o sitiv o s de
za de ganado. El matader o, síntoma revelado r de una nueva matanza y la misma organizaci ón ge o métrica de l espaci o
sensibi lidad y de una intolera ncia creciente hacia las mani­ (Kracauer, 1 960: 305). En el fond o -esc r ibía-'- l o s Lager nazis
festaciones externas de violenc ia, testimo nia esta mutació n eran mataderos en lo s que se mataba a hombres desp l azados
antropológica descripta por A l ain Corbin como el paso de del género humano com o si fueran animal es. E l historiador
las "pulsio nes di onisíaca s" de l a masacre tradiciona l a las Henry Friedlander subrayó esta afinidad definiend o lo s c a m­
"matanzas pasteurizada s" de la ed ad moderna (Corbin, 1 990: pos de extermini o nazis c om o "matadero s para seres huma ­
137-1 39) . Este desplazamiento de los matader o s hacia fuera nos" (Friedlander, 1997: 471 ) .
de l os centr os urbanos c o incidía con su racio na l izaci ón; No sabem o s si Hit l er pensaba en lo s m a ta deros cuand o
co­
menzaban a funcionar como verdaderas fábricas. Ta l decidió l a " s o lución final" , pero los arquitecto s y l os ingenie­
es el
caso de los mataderos de la Vi llette en París, dise ros de la empresa To pf d'Erfurt que diseñaro n los h orn os
ñad os p or
Haussmann e inaugurados en 1 8 67. Sim ilar crematori os de Auschwitz pensaron en ell os seguramen te. L os
es el cas o de lo s
nuevos mataderos de Chicago que en algu
' nas déc ada s ' lle-
garan
• a destacarse. All í se exterm ina ba a lo s ani ma les en se-
rie, según procedimientos estrictamente rac • N. del T.: En el original, "abattoir" del verbo "abattre": derribar,
ion aliz ados: re-
cortar, talar y también matar, sacrificar..
10 Véanse los comentarios de Pick (1 993 : ·1 82-1 85).
46 LA VIOLENCIA NAZI VIGILAR, CASTIGAR Y MATAR 47

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campos funcionaban como fábricas de muerte, lejos de la ropas, valijas, anteojos, etc. se clasificaba n y se almacenaban
vista de la población civil; en ellos la producción y la elimi­ al igual que ciertas p artes del cuerpo, como el cabello y los
nación industrial de cadáveres reemplazaban la producción d ientes de oro . Filíp Müller, u n o de los miembros del
de mercancías. Según los principios tayloristas del scientific Sonderkommando de Auschwitz, dej ó en sus memorias una
management, el sistema de matar se dividía en varias etapas: descripción minuciosa de un crematorio de Auschwitz:
concentración, deportación, expoliació n de los bie n es de las
víctimas, recuperación de ciertas partes de su cuerpo, gaseado La la rga sala, que medía tal vez u nos 1 60 metros cuadra dos,
e incineración de los cadáveres; todo con el fin de aume n tar esta ba ocupada por u n a nube de humo y de vapor que i nva­
el rendimiento. Los respon sables de los campos de extermi­ día la garganta. Dos g ra n des complejos d e horno s recta ngu­
nio no tenían dificultad algun a en reconocer esta estructura lares, cada uno de los cuales e s taba provis to de cuatro cá­
típicamente industrial: u n médico ss de Auschwitz lo había maras de combusti ó n, se erguía n en med io de la sala. Entre
los hor n os se habían inst a lado los ge nerado res en donde se
descripto exactamente: "la cadena " (am laufenden Band) (cit.
encen día y alimentaba el fuego. Pa ra hacerlo se utiliza ba e l
en Hilberg, 1 9 8 8 : 837) . El ex ss Fra n z Suchomel, interroga­ coque, q u e se llevaba e n volq ue tes. Impr e sio na ntes llama ra­
do por Cl a ude Lanzma n n, afirmaba: "Treblinka era una ca­ das escapaban hacia el a ire libre a tr avés de d o s can al es sub­
dena de muerte; era primitiva, es verdad, pero funcio n ab a terrán eos que conectaban los hor nos a giga nte scas chime­
bie n " (Lanzman n , 1 9 8 5 : 8 3 ) . 1 1 neas. La violen cia de las llamas y el calor q ue se desp rendía
Auschwitz presenta entonces, gr a cias a sus procedimien­ del horno eran tale s que to do cr u jía y tem blaba. Alg unos
tos industriales de matar, afi n idades esenciales con la fábrica, detenidos cubiertos de hollín y empapados en sudo r se o cu­
como lo indican de modo evidente su arquitectura, co n sus paban de rasquetear u no de los hornos para d esp render una
chimeneas y sus barracas alinead a s en columnas simétricas y sustancia incandescente y blanq u ecin a. Ésta se acumul aba
su localiza ció n en medio de u n a zona i n dustrial y de una e n las grietas, se incrustaba e n el piso d e hormigó n, debaj o
importante red ferroviaria. Prod u cción y exterminio se entre­ de la reja del horno. Cu ando e sta masa s e e nfriaba un poco,
lazaban, como si la masacre (las cámaras de gas de Birkenau) se volvía bla nca, grisácea. Eran las cenizas d e h omb res qu e ,
algunas ho ras antes, habían e stado co n vida y q ue habían
hubiera sido sólo una forma particular de producción del
dejado e ste mun do después de haber pade cido un martirio
mismo nivel que l a fabricación de caucho sintético que moti­ atroz sin que nadie se inmutara. Mie ntras se de sp rendían las
vó la creación del campo de Auschwitz III (Buna-Mo n owitz). cen izas de un o de los gr upos de horn o s , s e encen dían lo s
Por la m a ñana, los trenes de carga llegaban y descargaban su ventiladore s ubicados s obre u n complejo p róximo y se ha­
cargamento de jud íos deporta dos; los médicos ss procedían a cían los preparativos para un a nue va tanda. Una gran canti­
la selección; u na vez separa dos los aptos para el trab ajo, se dad de cadáver es ya cubría los alrede d ores s o bre el des nudo
expoli aban los bienes a los deportados y se los enviaba a las piso de cemento (Müller, 1980).
cámaras de gas; por la noche, ya hab ían sido incinerados; sus
las tareas
Com o en u n a fábric a taylo rista , la distri bució n de
po disp onía
com pletab a la racion aliza ción del tiemp o . Un eq ui
p o tenci a de
de algun os minu tos -la d uraci ón varia ba según ia
1 1 " La historia de la organización del holocausto -escribe Z. Bauman­
podría ser incluida en un manual de scientific management"; Bauman (1 989: tras q ue orr?
1 50). los horn os- para incin erar los ca d áveres mie n
odrí a den omi-
miem bro d el Sonderkommando, al que bien p
48 LA VIOLENCIA NAZI ·I VIGILAR, CASTIGAR Y },,!ATAR 49

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narse "cronometrista ", "controlaba que se respetara la ca- antigua cl a se obrera de ofi c io al "obrero masa ", unskilled y
ciencia" . "Mientras los cuerpos se c arbonizab a n -a grega srempre reemplaz a ble: El ide a l de Ta ylor er a u n obrero
Müller�, preparába mos la horneada sigue nte" (Müller, 1980: descerebrado, privado de toda a utonomía i ntelectua l y ape­
43-45). A mita d de camino entre la s fotos de Men at Work de n as c a p a z de c u mp l i r me c á n ica me n te operaciones
Lewis Hi ne y el Infierno de El Bosco, este retrato de Auschwitz esta ndarizad a s; según sus propi a s palabr a s, un " hombre
describe un proceso que costó meses de estudio y de prueb a s a buey" o un "goril a a m a estr a do'' (Ta ylor, 1997: 59 ) 12 ( un
las ss y a los técnic os de l a empresa Topf (Press ac, 1993). "chimp ancé", escribió Celin e en su Viaje al fin de la noche)
Si bien la lógic a de los c a mpos de extermi n io n o era evi­ (Céli ne, 1 952: 225) . Un ser deshumaniza do, a liena do, un
de ntemente l a misma que la de una empres a c apitalista -no a utóm ata . E n Americanismo y fordismo, Gra msci definía al
se producían merca ncía s sino ca dáveres-, su fun cio na mie nto obrero de l a fábric a taylorista como un ser en el que el "vín­
a doptó l a estructura y los métodos de l a fábrica. En los ca m­ culo psicofísico", que siempre ha bía esta do incluido en las
pos de l a muerte -escribió Günther Anders- se opera ba la condicio nes de trab a jo y que requería " c ierta partic ip ación
"transformación de los hombres en materia prima " (Rohstoff). activa de l a intelige ncia, de l a fan ta sía y de l a in ici ativa ",
La ma s acre in dustri a l -a grega- no se des arrolla ba como u na ha bía sido roto (Gra msc i, 1975: vol. 3, 2 1 65). La co ncep­
ma ta nz a de seres humanos e n el sentido tradi cio nal del tér­ c i ó n de los "equipos especi a les" (Sonderkommandos) de los
min o sino, más precis a me nte, como una "producción de ca- campos de exterminio, compuestos por deportados (judíos
dáveres" (Anders, 1980: 22) . No resulta i n útil, desde este en su mayor pa rte) encarga dos de ejec uta r las ta rea s vi nc ula­
punto de vista , retom a r l a a nalogía ya esta blecid a c o n el da s al proceso de ma ta r (desn udamie nto de l a s víctimas, or­
taylorismo; en el fondo, Auschwitz no era más que un a cari­ gan iza ción de las filas del a nte de l a s cáma ras de ga s, extrac­
catura siniestra de a quél. Algu n os principios c o nstitutivos de ción de los ca dáveres, re c uperac ión de los dientes de oro y de
la "organización científica de las fábri ca s", teoriza da por los ca bellos, cla s ificac ión de ropa y calz a do, tra nsporte de los
Frederick W. Taylor -sumisión tota l de los trab aj a dores a los cuerpos ha sta los c rematorios, i ncinerac ió n, dispersión de l a s
ma ndos, sepa ra ció n rigurosa de la concep ción y de la ejecu­ ceniza s) implicaba forzos a me nte una alien ación tota l en el
ció n de las tareas, des calific ación y jer�rquiza ción de la fuer- tra ba jo, idea l del p ara digma taylorista c uyo triunfo siniestro
za de tra b ajo, segmentación de la producción en un a serie de y c arica tures co evidenci a b a . Primo Levi co n sider a b a la con­
operaciones cuyo entero dominio correspondía , únic amente, cepción de los Sonderkommandos c omo " el crimen más de­
a l a supervisión- se a plicab a n estrict a me n te (Taylor, 1977: moníaco del nacion alsocia lismo" : el inte nto . " de ubic a r en
59). Si bien una de las co ndicio nes histórica s del capitalismo otros, especia lmen te e n las víctim a s, el peso de l a falta, de
moderno es la separa ción del tra baj a dor de los medios de modo que, para a livia rlos, no les quedara siquiera la c o n­
producción, el ta ylorismo introdujo una eta p a nueva que ciencia de su inocencia " ( Levi, 1986: 39 [tra d.fra nc. : 53]).
consistió en disocia r a l obrero del control del proceso de tra ­ Evidenteme nte, Taylor nunca im aginó ta l " a bismo de oscuri­
bajo; abrió de este modo el camino a l a producción en serie da d", pero los diseñadores de la s cámaras de ga s y de los
del sistema fordista. En la industria estadounidense, cuyo hornos crematorios esta ba n fa miliarizados co n los métodos
ejemplo será a mpliamente imita do en Europ a después de la
Primera Guerra Mu ndial, esto se tradujo en el p a so de la 12 Véase también Pouget ( 1 9 9 8 : 97).
\'IGIL\R. CASTIGAR Y '.,t,\T."'R 5!
50 LA VIOLENCIA NAZI

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modernos de la organización del traba j o y d e la producción tra b a j o , co ncebido como activi dad esté tiL- ., \' c-e ad ora a ,1a
•• . 1
i
industria l. v e z , c o m o acto " re denror • -op ue st o a l as ocupaci ones defi-
Por una ironía de la h i stori a , l as teoría s de Frede rick n i d a s c o m o p a ra s i tar i ::i s y calculadoras del j udío- , era el
Taylor, que l1 ab ía conceb ido la dirección científica de l a s medio a decu a d o . I ns ti t uc iones como la F uerza por la Ale­
fábricas como u n m o d o para a u mentar la prod ucti vidad gría ( K. raft d11rc h Fre ude ) y o fic inas como la Bel leza del Tr a­
mejorando la an tigua orga n i zación mil itar del tra bajo in­ bajo ( Scho nheit der A rúeit ) se p l anteaban inter\'eni r en los
d ustri a l , halla ban s u a p l icación en u n si stema total ita r i o , a l e fectos de la raci on a l iza ci ón p r od uctiva para l i mitar o con­
servicio d e una fi n a li d a d q ue d e j ó de l a do lo prod uctivo trarres ta r s u s a s pectos más alienan tes a través de medidas
para volverse extermi nadora. En Taylor y en el antisemita p a l i a tiva s ( c o m i d a s ca l i entes, higiene de los talleres, acriri­
Henrv Ford -la traducción a l emana de su obra El judío in­ dades depo rtivas y recre ativas , vacac iones organ izadas, etc . )
ternacional fue un best-sel ler del que se p u b lica ron 37 edi­ ( R a b i nbach, 1 9 78 : 1 3 7- 1 7 1 ) . En resu men, se traca de cierta
ciones en la Alemania h i tleriana ( Ford, 1 94 1 )-, el nazismo a m b i v alenc ia que carac te rizar á siem pre la relac ión del na­
s
halló con qué satisfacer tanto su voluntad de dominio (la zism o c o n el taylo rism o y el fo rd i smo, que fuero n a pl icado
animal ización del obrero ) como su aspiración comunitaria a la i n d ustr ia al ema na -com o a la del resto de Euro pa- des­
y los
de l a Prim era G u er ra Mun dial y adm irad os por Hi ler
t
(la unidad entre capital y traba j o ) . La ani mal ización de los 14 bles del
obreros afectaba ahora a los Unternzenschen: la unidad del i n g e n i e r o s n a z i s , m i e n t r a s q u e l os resp onsa
Deu tsch e Jnst itut für Teclmis che A rúei tsch uhmg
5
( DIN1A ) 1
capita l y del trabajo fu ndaba la Vo lksgem einschaft a r i a . En
este sentido, los miembros de l o s Sonderk om mandos no los con side raba n " a nria lema nes" .
e n c a r n a b a n el i d e a l d e l tra b a j a d o r e n s a l z a d o p o r l a
Weltanschauung nazi, sino sólo su dimensión destructo ra .
Destinados a morir como los otros deportados, ellos perso­ La administración racional
nificaban una figura n u eva que se forjó en los cam pos, a la
mue rte c ont a­
q u e J e a n A m é r y h a b í a b a u t i z a d o c o m o el " h o m b re Com o rod a emp resa , la fáb rica pro duc tora de
en los p rinc i ­
d esh umanizado" (Améry, 1 9 77: 44 [trad. franc.: 4 8 ] ) . S i n ba con una a d m i nist raci ón raci ona l fund ada
de las tare as
em bargo, e l nazismo exaltaba el tra bajo en ta n to actividad pio s de cál cul o, es pec i a liza ció n , seg men tac ión
tem en te inde­
creadora, espiritual, i l ustrada por el " mi l iciano del traba­ en u n a ser ie de ope rac ion es p arc iale s, apa ren
de este ap arat o
jo" (A rbeiter) de Jünger y por los " soldados de la l a bor" pen dientes per o coo rdin ada s. Los age ntes
con ju n to y cuan -
( We rk s o ldaten) del p i n to r Ferdi n a n d S taeger (J ü n ge r, bur ocrá tico no con trol aba n el proc eso en su
1 9 80a ) . 1 3 El trabajador alemán ten ía l a misión d e construir
t
el Reich mi l enario, era el a n tecesor del " h om bre n u evo " . El fue pub licad a e n l a " B i b l io eca
14 La auto biog ra fía Je Hen ry For d u �­
su adm ir ació n p or el i n�
naci ona l s ocia l i sta" y Hitl er habí a expr esad o H itler
ivb rtin Bo rma nn;
tria l esta d oun i den se en sus con ver s a cion es con nazi
For<l e ra el ingenie ro
1 3 A mi parecer, " m i l i ciano d e l traba j o " , c o m o proponía Del i o ( 1 952 : vol . l, 27 1 ) . El prin ci pal adm ir;:i dor de
( 1 9 8 -1 : cap. 3 ) .
Ca nti mori, restituye d e mejor man era el espíritu Je! texto jü ngeriano que Schw erber ( 1 9 8 0 ) . Véase a est e respe ct o , Hcrf l a DINTA, cf. Rah inb.1ch
a ori sm o p or
el término " trabaj ador " , trad ucción l i tera l . Cantimori ( 1 9 9 1 ) . Véase ta m­ 15
So bre l a crí tica dir i g i da a l t y l
bién Michaud (1 996: 3 1 2-3 1 3 ) . ( 1 992 : 284-2 8 8 ).
52 LA VIOLENCIA NAZI VIGILAR, CASTJGAR Y MATAR 53

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do conocían su finalidad se justificaban diciendo que ellos no De allí que se sintieran obligados a j ustificar sus actitudes
tenían responsabilidad alguna, que ejecutaban órdenes o que individuales 16 (Hilberg, 1988: 8 8 3 ) .
su función era limitada y parcial y que nada tenía que ver
con lo criminal. Las justificaciones que expondrán en e l proceso d e posgue­
Max Weber consideró esta indiferencia moral como un rra no hacen más que reafirmar los principios, por todos co­
rasgo constitutivo de la moderna burocracia especializada , . nocidos, de la deontología administrativa: la ejecución de
y, por consiguiente, irreemplazable pero separada de sus me­ órdenes, el deber sentido como una "misión" , etc. En la ma­
dios de trabaj o y ajena a la finalidad de su acció fl: . En Eco­ yoría de los casos, el celo de los burócratas de la "solución
nomía y sociedad, esbozó este retrato: " Bajo sus formas aca­ final" no se basaba en su antisemitismo. No eran ajenos a él,
badas, la burocracia se basa, de modo muy particular, en el muy por el contrario, pero el odio a los j udíos no era el móvil
principio sine ira et studio. Al deshumanizarse y eliminar el amor, · de su acción. Su celo en la aplicación de las medidas de perse­
el odio y todas las emociones, principalmente los sentimien­ cución y del dispositivo logístico de exterminio se refería tan­
tos irracionales y desprovistos de cálculo, del tratamiento to a un hábito profesional, como a una indiferencia generali­
de las cuestiones administrativas [Amtgeschafte], la buro­ zada (Browning, 1 992: 125-144). La mayoría de ellos conti­
cracia expresa su naturaleza específica en el punto más va­ nuaron su carrera de funcionarios después de la guerra, como
lorado del capitalismo demostrando sq virtud" . La encar­ responsables de gestión y estadística en la RFA y algunos in­
nación de esta tendencia característica de la racionalidad cluso en la RDA.
instrumental del mundo occidental -agregaba Weber- es el La burocracia tuvo un papel irreemplazable en el genoci­
"especialista" (Fachmann), " rigurosamente objetivo" y al dio de los judíos en Europa. El proceso de exterminio halló
mismo tiempo "indiferente a los asuntos de los hombres" en la burocracia su principal órgano de transmisión y de eje­
(Weber, 1956: bd. n, 7 1 8 ) . Raul Hilberg, el principal histo­ cución. Los "soldados de la ciencia" (wissenschaftliche
riador de la destrucción de los judíos de Europa, describió So/daten) (Aly Roth, 2000: 1 9 ) -así se llamaba· bajo el Tercer
la burocracia de la "solución final" en términos estricta­ Reich a los funcionarios- no fueron quienes concibieron la
mente weberianos: política nazi ni sus responsables, sino su instrumento. La
burocracia organizó la aplicación de las leyes de Nuremberg,
La masa de los burócratas redactaba memorandos, escribía el censo de los judíos y de los Mischlinge, las expropiaciones
pr(?yectos, firmaba cartas, hacía llamados telefónicos, parti­ a los judíos en el marco de las medidas de "arianización" de
cipaba en conferencias. Estos burócratas podían destruir un la economía, las operaciones de guetización y luego de de­
pueblo entero sin moverse de su escritorio. Nunca tenían portación, la gestión de los campos de concentración y de los
que ver " 1 00 cadáveres, uno al lado del otro, ni 500 ni
1.000", salvo en las recorridas de inspección que no eran
centros de matanza. Este aparato burocrático tuvo un papel
obligatorias. Estas personas tampoco eran idiotas. La rela­ clave en la concreción de los crímenes nazis y no obstaculizó
ción entre sus pilas de papeles y las pilas de cadáveres en el
Este no les pasaba inadvertida y tenían conciencia de las de­
bilidades del razonamiento que acusaba a los judíos de to­ l6 En este pasaje, la alusión es implícita al discurso de Himmler dirigi­
dos los males y otorgaba a los alemanes todas las virtudes. do a los jefes de las ss en octubre de 1943, cuya grabación puede escuchar­
se actualmente en el museo de Karlhorst, Berlín.

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54 LA VIOLENCIA Ni\ZI VIG ILAR , C.,STIG.0.R Y \IATA?,
55 i

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nunca la radicalización carismática del régi men (Neum a n n , man i fie sto fue el Panopticon . . ,
de Bemha m ' \'• c 011 11 3 gu 1· 11 O_.Lina
,
1 9 8 7) . E l mecanismo d e coma d e decisiones en el nazismo que hab 1 a hecho s u apanc1on durante la Re volu c1·0- n F ran ce-
.
sufrió una gran m utación durante la guerra; se pasó de las sa, apa rece ah ora ba10 •otra luz. La violencia nazi int t eo ra b a \.
0
leyes (Nurembe rg, 1 935) a las directivas escritas aunque no desa rro l l a b a l o s p aradig mas su byacentes 3 e stas dos i nstit�­
publicadas (el j uicio oral de la con ferencia de \'<fan nsee, 1 942) ciones de l a moder nidad occi dental. El p::ir:idigma de la o-u i ­
y, final mente, a las órdenes dadas por vía oral (la puesta en l l oti n a -ej ecuci ón mecá nica, muerte en serie. matanza i �di­
funcionamiento de las cámaras de gas) (Hil berg, 1 9 8 8 : 52- recta , desres ponsa bi l izaci ón étic:1 del ejecuta d or, matanza en
53 ) . Pero, a pesar de este a bandono de la form al ización lega l , tanto proce so " si n s uj eto"- ha celebr ado sus triunfos e n \as
el nazismo necesitaba una burocracia moderna, eficaz y ra­ masa cres tecn ológi cas del siglo x:x; el parad igma de la pri­
ciona l . Con la puesta en marcha de l os centros de matanza , sión -prin cipi o de e ncier ro, desh uman izac i ón de los deteni ­
después de l a ola de masacres que ha bía acompa ñado l a dos, debi litam iento y disci p l i na de los cuerpos, su m i sión a
Blitzkrieg e n e l Este, ese ejército d e ejecutores atornill ados a las j erar quía s, raci o nal idad adm inistr ativa- halló su apogeo
ios.
sus escritorios se volvió e l centro viral del sistema de destruc­ en e l s iste m a de co ncen traci ón de los regím enes ro t alitar
ción de los j udíos. La propaga nda y la publ icidad de las pri­ n de am­
Los cam pos de exte rmin io nazi s real izab an la fusió
nuev o
meras medidas antisemitas (los autos, las leyes de Nuremberg, bos para digm as dan do orig en a algo horroros amen te
las "arianizaciones" de la economía, los pogromos de la ni con
e h i stóricam en te i nédi to que no tenía m ucho que ver
Noche de Cristal ) fueron desplazados por el lenguaje en có­ p ia ­
una ejecu ci ó n capi tal, n i con u n estab lecim i e nrn
en i tenc
digo de las operaciones de exterminio rigurosamente sacado el q ue tec n o­
rio . Cre a ban u n siste m a i ndu stria l de mue rte en
del lenguaje administra tivo, en el que el asesinato era deno­ adm i n is­
logí a mod erna , divi sión del trab ajo y racio nal i dad
minado "solución fi na l " ( Endldsung ) , las ejecuciones " trata­ vícti mas y a
trat iva se i n tegr ab a n c o m o e n una emp resa . S u s
miento especial" (Sonderbe handlzmg) y las cámaras de gas ada de
no eran " dete n idos " , s i n o u n a " mate ria prim a " -form ara
" instal aciones especiales" (Spezia-leinrichtungen ) . La b uro­ sar ia p
sere s vivo s des plaz ado s del gén ero h uma no- nece
cracia fue el instrumen to de la violencia nazi y este instru­ hasta e n to n­
la p rodu cció n e n serie de cadá vere s. El nuev o y
mento era un p roducto a uténtico de l o que debe ser llamado a ras de gas
ces desc ono c ido u mbr al que esta blec iero n las cám
-comando l a expresión de Norbert Elias aunque con concl u­ ce del exte r-
n o deber ía ocu ltar esta a nticru a fi l i aci ó :1. qu e ha
'

siones diametral mente opuestas a las suyas- el proceso de o pro ceso


m i n i o nazi e l p unto m á s a lto y l a sínte s i s de un larg
.:::,

civilización: l a sociogéne sis del Estado, l a ra cional ización


administrati va, e l monopol io estatal de los medios de coer­ h istórico i n iciado a fin es del siglo XD,.
ción y de violencia y el a utocon crol de las pulsiones ( El ías,
1 973 , 1 975) . Por e l l o, Adorno veía en e l nazismo l a expre­
sión de una barbarie "inscrip ta en el principi o mismo de la
civiliz ació n " (Adorno , 1 96 9 : 85 [trad. franc.: 205) ) .

El itinera rio que, a más de dos siglos de distan cia, estable ce


la vincul ac ión del nazis m o con l a prisió n modern a , cuyo

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