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RETARDO DEL
CRECIMIENTO
DOCENTE:
DR. PADILLA PELAEZ GUSTAVO
CURSO:
SEMIOLOGÍA GENERAL Y ESPECIALIZADA
INTEGRANTES:
BENDEZU VARGAS MILAGROS
CANCHARI VIOLETA DEYVI
CARBAJAL DE LA CRUZ LESLY
CASAS MATEO TATIANA
DE LOS RIOS DE LA CRUZ GABRIELA
QUISPE ALIAGA ROSMERY
MEDICINA HUMANA
VI CICLO
INDICE
1.- DEDICATORIA……………………………………………………………………….. 3
2.- INTRODUCCION……………………………………………………………….……. 4
3.- DEFINICION…………………………………………………………….…………….. 5
4.-CLASIFICACION DE LA RESTRICCION………………………………………………… 5
14.- MANEJO………………………………………………………………………………… 11
15.- ANEXO……………………………………………………………………………….. 14
16.- IMAGENES………………………………………………………………………….. 15
Factores maternos
-Trastornos hipertensivos:
Se presentan hasta en un 30-40% de los embarazos complicados con RCIU. La
preeclampsia y la hipertensión crónica complicada con preeclampsia se han
asociado con un aumento hasta de 4 veces el riesgo de obtener fetos pequeños
para la edad gestacional.
-Trastornos autoinmunes:
Principalmente aquellos en los que hay compromiso vascular como el síndrome
de anticuerpos antifosfolípidos (24%) y el lupus eritematoso sistémico.
-Trombofilias:
La más estudiada ha sido el polimorfismo relacionado con el Factor V de Leiden.
Un metaanálisis publicado en el 2005 por Howley y cols, revisó 10 estudios de
casos y controles y encontró asociación entre la presencia de factor V de Leiden
y restricción del crecimiento fetal (OR 2,7; IC95%: 1,3-5,5).
-Estilo de vida:
El consumo de sustancias psico- activas, el consumo de cigarrillo, alcohol y
cocaína, se han asociado a RCIU.
-Trastornos del ánimo:
Se ha estudiado la asociación entre depresión materna y RCIU concluyendo a
favor del aumento del riesgo de RCIU, variando el efecto en función del grado de
depresión, el estado socioeconómico, del diagnóstico y tratamiento de la
depresión antes del embarazo.
-Fármacos:
Están incluidos los medicamentos antineoplásicos, anticonvulsivantes
(fenitoína), beta bloqueadores (especialmente atenolol) y esteroides
(corticoides).
-Desnutrición:
Dependiendo de la severidad de la deprivación de nutrientes en la madre y del
tri- mestre en que se presente serán los resultados so- bre el crecimiento fetal.
Factores fetales
Aneuploidías:
Aproximadamente el 7% de los casos de RCIU se han asociado con
aneuploidías. El 90% de los fetos con trisomía 18 cursan con res- tricción del
crecimiento, comparado con el 30% de aquellos con trisomía 21. La aparición
tempra- na de restricción del crecimiento, se ha relacionado con trisomía 18 y
13.
Malformaciones:
Más del 22% de los recién na- cidos con malformaciones congénitas cursan con
RCIU. El riesgo aumenta desde el 20% cuando se presentan 2 defectos, hasta
el 60% en quienes pre- sentan 9 o más defectos. Las malformaciones que más
se encuentran relacionadas con RCIU son: cardiacas (tetralogía de Fallot,
corazón izquierdo hipoplásico, estenosis pulmonar y defectos del septo
ventricular), anencefalia y defectos de la pared abdominal.
Infección perinatal:
Contribuyen con aproxima- damente 5 a 10% de los casos cuando se trata de
infecciones intrauterinas de origen viral (rubéola, citomegalovirus, VIH, varicela
zoster) y de protozoarios (malaria, toxoplasmosis). La infección e inflamación
subclínica (coriamnionitis diagnosticada por histología) puede llevar al resultado
de restricción del crecimiento en el feto, así como la infección extragenital y la
periodontal, si bien este último foco infeccioso es motivo de controversia.
Prematuridad:
Gardosi y Bukowski y cols han encontrado la asociación entre parto prematuro
y RCIU. Así estos últimos publicaron un es- tudio de casos y controles en el que
observaban que aproximadamente el 30% de los fetos que nacían antes de las
35 semanas de gestación tenían peso por debajo del percentil 10 comparado
con el 4,5% de aquellos fetos nacidos a las 37 o más se- manas de gestación.
Gestaciones múltiples:
Aproximadamente hasta la semana 32 de gestación las curvas de crecimiento
fetal se mantienen similares en embarazo simples y múltiples, posteriormente los
fetos de embarazos múltiples muestran tendencia a la restricción del crecimiento
y dependiente de la corionicidad (20% en bicoriales, 30% en monocoriales)
Factores placentarios
Las principales entidades asociadas a RCIU son placenta previa, infartos
placentarios, vasculitis, arteria umbilical única, placenta circunvalada, inserción
velamentosa del cordón, tumores placentarios, angiogénesis aberrante.
CAMBIOS HEMODINÁMICOS ASOCIADOS A RCIU
MANEJO
Se pueden encontrar tres escenarios en estos fetos:
A. Con menos de 26 semanas de gestación con una mortalidad mayor del 90%.
B. Entre 26 y 28 semanas con tasas de mortalidad entre 30-40%.
C. Mayor de 28 semanas, que en estos casos la mortalidad disminuye a menos
del 10%. La clasificación del Doppler en estadíos de acuerdo a la historia natural
de los cambios en la circulación fetal ayuda al seguimiento y a la toma de
decisiones
En la RCIU de aparición tardía la principal característica es la no alteración del
flujo en la arteria umbilical, en estos casos la fisiopatología es diferente ya que
el porcentaje de lesión placentaria es menor, la hipoxia es mínima, no hay
adaptación cardiovascular sistémica y la tolerancia a la hipoxia es menor por lo
que la fase de descompensación se da con cambios mínimos.
Estos fetos tienen peores resultados perinatales por lo tanto deben
diagnosticarse y tratarse a tiempo. Los principales marcadores que indican pobre
pronóstico perinatal son alteraciones en el Doppler de arterias uterinas, relación
cerebro/placenta y percentil de crecimiento <3.
El seguimiento debe incluir la arteria cerebral media y arteria umbilical con el fin
de construir la relación cerebro/placenta.
Cuando hay signos de insuficiencia placentaria (relación cerebro placenta
alterada o Doppler de arterias uterinas patológico) el control es cada semana.
Ante la evidencia de vasodilatación cerebral se hace el control 2 veces por
semana y además se debe añadir un marcador agudo (ductus venoso, registro
cardiotocográfico).
En estos fetos es razonable la finalización de la gestación entre 37 y 38 semanas
y no se contraindica el parto vaginal.
Aproximadamente en el 20% hay alteración de la relación cerebro/ placenta
(percentil <5), en otro 20% se puede en- contrar alteración de la arteria cerebral
media (per- centil <5) y en 20% se pueden encontrar signos de insuficiencia
placentaria que se manifiestan en la cara materna (Doppler de arteria umbilical
percentile >95), cada uno de estos signos se encuentra asociado a pobres
resultados perinatales.
La evaluación en los RCIU tempranos se puede realizar con pruebas que marcan
alteraciones crónicas como son el Doppler de arterias uterinas, de arteria
umbilical y cerebral media, que se alteran de forma progresiva.
El control de los fetos que presentan signos de insuficiencia placentaria, debe
ser realizado sema- nalmente, evaluándose arteria umbilical y cerebral media
como marcadores crónicos.
Si se encuentran signos de insuficiencia placen- taria severa o signos de hipoxia
(vasodilatación ce- rebral) el control debe realizarse 2 veces por sema- na,
evaluando marcadores agudos (ductus venoso, registro cardiotocográfico
computarizado) además de función cardiaca.
Ante signos de acidosis como patrón de flujo reverso en arteria umbilical,
alteración en los flujos venosos o alteraciones en el registro cardiotoco- gráfico,
el control debe ser más frecuente, realizán- dose cada 12-24 horas e incluyendo
por lo menos dos pruebas agudas.
En cuanto al momento del parto en fetos con restricción del crecimiento precoz,
la decisión se debe tomar con base a los diferentes escenarios clínicos:
A. Cuando hay insuficiencia placentaria severa (flujo diastólico ausente de arteria
umbili- cal o flujo reverso en el istmo aórtico): finalizar la gestación en semana
34, la vía del parto en estos casos es la cesárea electiva, estos fetos tienen re-
serva placentaria limitada y no toleran el estrés que produce el parto, lo que
resulta en mayores tasas de cesáreas de urgencias.
B. En los casos en lo que se encuentren signos de acidosis (flujo diastólico
reverso en la arteria umbilical, IP del ductus venoso percentil>95) el riesgo de
muerte a las 30 semanas es mayor que los riesgos que trae consigo la
prematuridad, por lo tanto estas gesta- ciones se terminan en esta semana.
C. En los fetos en los que se encuentra alteración en los flujos venosos antes de
las 30 semanas o con alta sospecha de acidosis fetal (flujo reverso en ductus
venoso o alteraciones en registro cardiotocográfico), se recomienda finalizar
gestación en semana 28.
D. Por debajo de las 28 semanas, la tasa de supervivencia es muy baja (menos
del 50%), por lo tanto, la decisión de finalizar la gestación se justifica ante la
presencia de flujo reverso en ductus venoso o de un patrón de desaceleración
en el monitoreo. La vía del parto en estos casos es la cesárea ya que estos fetos
toleran mal el parto vaginal.
ANEXOS
DISCUSIÓN
Los resultados muestran el valor de algunos datos básicos prenatales que están
asociados al RCIU y a la P. El efecto de factores antropométricos maternos sobre
el crecimiento fetal resulta relevante, sobre todo teniendo en cuenta que la
antropometría materna constituye una de las tecnologías apropiadas en el primer
nivel de atención. No hubo asociación entre el RCIU y la P, siendo ambas tasas
semejantes a las de la provincia de Buenos Aires y el Uruguay. Los factores de
riesgo estudiados han sido abordados en muchas investigaciones
epidemiológicas sobre el RCIU y la P. No obstante, en la provincia de Buenos
Aires la identificación de riesgo es menos conocida que otros aspectos de la
morbimortalidad perinatal. La edad materna aparece como factor de confusión
en la mayoría de las clasificaciones de riesgo perinatal. Por ello, además de
seleccionar los factores cuyo registro era indiscutible en más del 90% de los
casos, se estratificó por edad materna. En un futuro estudio, cuando el n sea
mayor, el método de elección frente a los covariados será la regresión logística
múltiple.
La baja prevalencia de ambos daños estudiados presenta inconvenientes
metodológicos al estudiar el riesgo, lo que se evidencia en el bajo poder
predictivo de los factores estudiados. Además, la falta de algunos antecedentes
obstétricos, como RN de bajo peso, prematuro anterior, etc., dejó sin analizar
factores de riesgo reconocidos tanto para el RCIU como para la P. Sin embargo,
y pese a las limitaciones de un estudio retrospectivo, la evidencia epidemiológica
aportada resulta relevante en una zona donde se carecía de datos perinatales.
Como se ha demostrado, el IMC se asocia al RCIU y al peso placentario
constituyendo un predictor del tamaño corporal del RN. Otros estudios han
hallado además correlación entre el IMC materno y la P. El IMC, al ajustar la
variable talla, es un indicador de adiposidad y tamaño corporal. Es conocido el
efecto independiente de la talla materna sobre el crecimiento fetal. Parecen
existir tallas a partir de las cuales el riesgo de RCIU se incrementó, pero aquí
entran en juego dos circunstancias: la baja talla genética y el acortamiento de
índole ambiental. Como guarda estrecha relación con el peso, muchos autores
prefieren el empleo del IMC.
Un aspecto interesante es que el peso materno, evaluado tanto en la primera
como en la última consulta prenatal, resultó significativo para el RCIU y la P. Es
decir, que incluso en las embarazadas con atención prenatal tardía (luego de la
semana 20) puede preverse un RCIU o P. De todas maneras, luego de la
semana 26, la factibilidad de prevención de bajo peso al nacer disminuye, con lo
que la captación precoz adquiere relevancia. El peso neonatal es un sensible
indicador del estado nutricional materno, siendo por ello el más estudiado en la
estratificación de poblaciones en relación a la tasa de desnutrición maternofetal.
Tanto la ganancia de peso gestacional, como el tamaño corporal materno
guardan relación con el peso pregravídico, incrementándose más aquellos
cuanto menor es este, siempre que las condiciones nutricionales sean las
adecuadas. Al expresar la ganancia de peso gestacional según semanas se
toma en cuenta la duración de la gestación, por lo que empleamos para el cálculo
las curvas de peso según semanas de amenorrea. Las mujeres con menor edad
gestacional tienen menor tiempo de ganancia de peso y no son comparables los
embarazos de término con los prematuros en este sentido. No parece haber
relación entre la edad gestacional del primer control prenatal y el RCIU o la P
Tampoco el intervalo entre embarazos parece jugar un rol significativo sobre el
RCIU ni la P, salvo que existan antecedentes de ambas patologías en el
embarazo previo.
Existen variaciones en las patologías maternas entre adolescentes y adultas,
siendo mayores en las primeras, por lo que la estratificación resulta conveniente.
La importancia de diagnosticar precozmente cualquier patología prenatal para
disminuir el riesgo de RCIU o la P es enfatizada por varios autores.
El efecto de los factores socioeconómicos no es independiente y tiene
componentes relacionados, sobre todo, con el estado nutricional, el cuidado
antenatal, la presencia de procesos patológicos durante la gestación, etc, por lo
que ni el nivel educativo ni el estado civil presentaron significación estadística.
El cuidado antenatal se puede medir por dos variables: la frecuencia de consultas
y la calidad de las mismas. El beneficio puede deberse a dos causas: el
diagnóstico y tratamiento temprano de las complicaciones, lo que disminuye
sustancialmente el riesgo de resultado adverso y modificando o eliminando los
factores de riesgo presentes. Existen distintos resultados a este respecto,
habiendo estudios que informan el escaso número de consultas prenatales como
factor de exposición al RCIU y la P, mientras otros no muestran esta evidencia.
La exposición a tóxicos más estudiada es la del hábito de fumar. Se han
propuesto dos mecanismos generales de interferencia del cigarrillo con el
crecimiento fetal. Por una parte, el efecto del monóxido de carbono sobre la
ecuación de equilibrio entre el oxígeno y la hemoglobina, de manera que menor
cantidad de oxígeno es captado por la hemoglobina. Por otra parte, la nicotina
actuaría como inhibidor de apetito.
Nuestros resultados se orientan al primer paso en la disminución de los factores
de riesgo, que son su identificación y luego la divulgación al personal de atención
primaria. A posteriori habrá que definir las estrategias programáticas tendientes
a disminuirlos.
El riesgo es un indicador de necesidad, que identifica individuos y poblaciones
más vulnerables y establece un gradiente de necesidad, vital para la inversión
en servicios de salud materno-infantil.
CONCLUSIONES