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Jean-Marie Barbier
Conservatoire National des Arts et Métiers
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1
Hemos
tenido
ocasión
de
hacer
una
observación
análoga
a
propósito
de
la
noción
de
necesidades.
Cf.
L’analyse
des
besoins
en
formation,
op.
cit.
supra.
p.
17
1
por
fin
dar
cuenta
de
las
prácticas
de
elaboración
de
los
proyectos
o
de
la
planificación
nos
es
por
tanto
necesario
situar
de
manera
precisa
estas
prácticas
en
el
espacio
de
las
otras
prácticas
observables
en
formación
o
en
otros
dominios
de
la
actividad
humana.
Plantearemos
la
hipótesis
de
que
el
medio
más
directo
de
este
trabajo
de
designación
consiste
de
hecho
en
la
explicación
del
resultado
específico
al
cual
quieren
llegar
y
que
las
distingue
así
de
otras
prácticas.
Nos
reservamos
para
más
adelante
estudiar
especialmente
cómo
ellos
llegan
a
ese
resultado,
en
qué
condiciones
y
a
propósito
de
qué
objetos
y
qué
funciones
ponen
en
funcionamiento.
En
este
espíritu
vamos
a
proceder
a
una
serie
de
afirmaciones
sucesivas
que
tienen
por
finalidad
por
una
parte
designar
de
manera
cada
vez
más
precisa
el
resultado
específico
al
que
llegan
las
prácticas
de
elaboración
de
proyecto
y
de
planificación,
y
por
otra
parte
situarlas
en
relación
a
otras
prácticas
con
las
cuales
a
menudo
se
confunden.
1.
Elaborar
un
proyecto
de
acción
es
producir
una
representación
Esta
primera
precisión
puede
parecer
banal,
pero
importa
sin
embargo
expresarla
habida
cuenta
de
las
ambigüedades
que
se
manifiestan
ya
en
este
nivel.
Las
prácticas
de
elaboración
de
proyecto
y
de
planificación
son
experiencias
que
se
sitúan
en
el
campo
de
los
fenómenos
mentales,
intelectuales,
y
que
tienen
por
soporte
los
estados
de
conciencia.
Tienen
por
producto
representaciones,
es
decir,
realidades
que
tienen
por
característica
dominante
el
vincularse
por
sí
mismas
a
otros
objetos
que
están
dotados
de
una
existencia
independiente
de
estos
últimos
y
pueden
entonces
ocurrir
y
desarrollarse
en
su
ausencia
(de
donde
el
prefijo
‘re’
presentación).2
A)
Confusiones
entre
planificación
y
realización
de
una
acción
Es
así
por
ejemplo
que
la
expresión
‘plan
de
formación’
es
muy
frecuentemente
utilizada
para
designar
la
suma
de
acciones
de
formación
que
se
desarrollan
bajo
la
responsabilidad
directa
de
la
empresa
(por
oposición,
especialmente,
la
licencia
concedida
para
la
formación
o
acciones
externas
de
formación…..)
que
para
designar
fenómenos
relativos
a
la
concepción
de
este
conjunto
de
acciones.
Siempre
dentro
del
terreno
de
la
formación
de
adultos
se
observa
el
uso
corriente
de
la
noción
‘jefe
de
proyecto’
en
un
sentido
a
‘responsable
de
acción’,
responsable
de
dispositivo
o
jefe
de
taller.
Incluso
si
el
jefe
de
proyecto
participa
a
menudo
en
la
planificación
propiamente
dicha
de
esta
acción,
cuando
tiene
lugar
son
sus
responsabilidades
en
el
desarrollo
mismo
de
la
acción
las
que
se
señalan
de
forma
especial.
Fenómenos
análogos
se
producen
en
formación
inicial.
El
término
proyecto
de
acción
educativa
(PAE)
por
ejemplo,
es
tanto
empleado
para
describir
actividades
educativas
organizadas
en
el
marco
de
las
disposiciones
ministeriales
a
las
que
atañe,
como
para
hablar
de
su
elaboración.
Ocurre
frecuentemente
que
diversos
actores
de
la
educación
(equipos,
movimientos
pedagógicos),
recurren
a
la
noción
de
proyecto
simplemente
para
designar
ciertas
acciones
que
aplican
en
el
medio
educativo.
El
término
curriculum
es
utilizado
tanto
para
designar
el
proyecto
que
guía
la
acción
educativa
como
su
realización
en
los
hechos.
A
nivel
de
los
sistemas
educativos
en
su
conjunto,
s
observa
la
misma
utilización
del
término
planificación
en
un
sentido
cercano
al
de
administración
o
de
gestión,
especialmente
en
el
periodo
de
expansión
de
estos
sistemas
(por
ejemplo
en
los
años
60).
2
Para
J.
Nuttin
la
representación
cognitiva
es
la
función
que
nos
pone
‘en
presencia’
de
los
acontecimientos,
independientemente
de
su
presencia
actual
y
real.
Motivations
et
perspectives
d’avenir,
Presses
Universitaires
de
Louvain,
1980,
cap.
2.
2
Estos
fenómenos
no
se
limitan
a
la
formación
porque
se
observa
en
diversos
planos
de
la
vida
social
(urbanismo,
desarrollo,
acción
social,
investigación)
el
recurso
cada
vez
más
frecuente
al
término
programa
en
el
sentido
norteamericano
del
término,
es
decir
para
designar
una
acción
de
cierta
amplitud
que
tiene
lugar
con
el
compromiso
de
medios
específicos.
B)
Interpretaciones
de
estas
confusiones
En
efecto
no
importa
a
propósito
de
qué
actividades
se
manifiestan
esos
deslizamientos
de
sentido.
Ocurren
habitualmente
en
contextos
susceptibles
de
dar
lugar
a
la
actividad
de
planificación
propiamente
dicha.
Acciones
nuevas,
experimentales,
no
reproducibles,
que
son
objeto
de
financiación
y
de
conducción
autónomas,
que
implican
una
negociación
entre
actores,
etc.
La
designación
de
estas
acciones
con
la
terminología
de
la
planificación
puede
entonces
inscribirse
en
una
estrategia
de
valorización
de
estas
acciones,
en
relación
con
la
valorización
social
que
está
muy
generalmente
vinculada
a
la
marcha
del
proyecto.
Además,
en
el
plano
temporal,
es
cierto
que
la
actividad
de
ejecución
o
de
realización
sigue
normalmente
a
la
actividad
de
planificación
(incluso
si
hay
iteración):
es
entonces
grande
la
tentación
de
presentar
–siguiendo
esta
lógica
temporal-‐
la
actividad
de
ejecución
como
la
prolongación
‘natural’
de
la
actividad
de
planificación
sin
preocuparse
por
la
cuestión
de
saber
si
tienen
o
no
el
mismo
status.
Esto
es
lo
que
hacen
muchos
manuales
destinados
a
la
conducción
de
proyectos
que
después
de
haber
tratado
la
fase
de
elaboración
tratan
en
el
mismo
movimiento
la
fase
de
puesta
en
práctica.
Esto
produce,
además,
heterogeneidad
de
discurso
y
fenómenos
aparentes
de
repetición.
La
terminología
de
la
planificación
termina
por
ser
utilizada
para
designar
el
conjunto
de
los
fenómenos
relativos
tanto
a
la
conducción
como
al
desarrollo
de
las
acciones,
lo
que
evidentemente
no
contribuye
a
su
aclaración.
Finalmente,
en
un
plano
teórico,
se
observa
a
la
inversa
que
el
compromiso
en
la
acción
precede
a
menudo
a
la
capacidad
de
elaborar
proyectos,
que
estos
se
apoyan
en
la
consideración
constante
de
las
condiciones
concretas
de
ejecución,
y
que
no
tienen
sentido
si
no
es
en
relación
a
esta
ejecución,
lo
que
de
otra
manera
vuelve
igualmente
difícil
mantener
una
actitud
analítica
autonomizante
relativa
a
la
actividad
de
plantificación.
C)
Importancia
de
la
distinción.
Una
actividad
de
elaboración
de
proyecto
se
sitúa,
en
efecto,
como
lo
hemos
indicado
en
el
campo
de
los
procesos
mentales,
intelectuales.
Es
cierto
que
estos
procesos
se
vinculan
a
realidades
no
mentales3
y
a
sus
transformaciones,
pero
este
real
representado
es
un
real
construido
o
reconstruido
por
la
actividad
mental:
la
representación
es,
en
relación
a
las
realidades
a
las
que
se
vincula,
una
‘entidad
psicológica
nueva’4
dotada
de
una
existencia
propia
e
independiente.
Es
entonces
esta
distancia
relativa
la
que
hace
posible
los
fenómenos
de
memorización
o
de
evocación
de
sucesos
o
de
realidades
pasadas,
o
también
los
fenómenos
de
anticipación
de
sucesos
susceptibles
de
tener
lugar
de
los
que
se
sabe
precisamente
que
ejercen
tanto
unos
como
otros,
gran
influencia
sobre
el
desarrollo
de
las
acciones
en
sí
mismas.
Es
esta
distancia
la
que
hace
posible
igualmente
el
desarrollo
de
fenómenos
como
el
imaginario
o
el
fantasma,
categorías
de
representaciones
que
tienen
funciones
distintas
de
los
proyectos
pero
que
como
ellos
no
son
otra
cosa
que
el
real
reconstruido.
3
Pueden
también
vincularse
o
relacionarse
con
realidades
de
carácter
mental
como
en
el
caso
cada
vez
más
frecuente
de
la
planificación
de
una
actividad
intelectual.
4
La
expresión
es
de
M.
Denis
3
La
actividad
de
planificación,
si
bien
está
ligada
por
su
contenido
a
la
transformación
de
lo
real
a
la
que
se
vincula,
no
implica
automáticamente
que
vaya
a
tener
lugar.
Se
sabe
además
que
es
la
suerte
de
muchos
proyectos
o
de
escenarios
de
proyectos
permanecer
en
el
estado
de
proyectos
sin
ser
jamás
ejecutados
(se
habla
entonces
a
veces
de
‘cementerios
de
proyectos’,
pero
son
cementerios
a
los
que
se
mantiene…5).
Con
la
realización
de
la
acción
propiamente
dicha
entramos
en
otro
tipo
de
proceso,
donde
la
característica
no
es
situarse
al
nivel
de
las
representaciones
sino
al
nivel
de
las
mismas
realidades
representadas
y
de
sus
transformaciones.
Si,
como
lo
veremos,
un
proyecto
puede
ser
descrito
como
una
transformación
posible
de
lo
real,
entonces
la
realización
de
la
acción
puede
ser
definida
como
el
proceso
de
transformación
misma
de
lo
real.
El
pasaje
(la
separación)
entre
los
dos
procesos
está
asegurado
de
hecho
por
la
intervención
de
un
elemento
decisivo
que
es
el
compromiso
de
medios.
Estos
medios
pueden
ser
de
carácter
financiero,
material,
institucional
o
humano.
Pueden
revestir
formas
variadas,
según
la
naturaleza,
la
amplitud
y
el
contexto
de
la
acción.
En
todos
los
casos,
sin
embargo,
representan
una
movilización
de
recursos
que
de
hecho
no
podrán
ser
puestos
en
práctica
al
mismo
tiempo
en
otras
acciones.
En
el
caso
de
una
acción
de
formación
de
adultos
de
amplitud
modesta
este
compromiso
de
medios
podrá
consistir
por
ejemplo
en
operaciones
de
reclutamiento
de
formadores,
de
selección-‐recepción
de
formados,
de
establecimiento
de
convenciones,
de
reserva
de
locales,
etc.
En
el
caso
de
una
acción
llevada
a
cabo
en
el
marco
del
sistema
educativo
propiamente
dicho
podrá
consistir
en
la
movilización
de
un
financiamiento
público,
en
la
puesta
en
disposición
de
un
horario
de
los
alumnos,
de
los
enseñantes,
etc.
Es
a
partir
del
momento
en
que
los
agentes
implicados
proceden
a
este
compromiso
de
medios
que
se
sitúan
en
tanto
que
operadores
propiamente
dichos
y
no
solamente
en
tanto
que
los
que
conciben
el
proyecto.
A
partir
de
este
momento
nace
una
terminología
nueva
que
es
la
de
las
decisiones,
de
las
elecciones.
Las
decisiones,
las
elecciones
son
de
hecho
decisiones,
las
opciones
de
puesta
en
práctica,
estas
son
las
que
fundan
lo
que
llamamos
las
políticas
que
no
existen
sino
sobre
la
base
de
esta
puesta
en
práctica
y
que
son
analizables
a
partir
de
ellas:
como
lo
explica
por
ejemplo
Delplancke,6
“hay
política
desde
el
momento
en
que
se
toman
las
decisiones,
incluido
el
hecho
de
volcar
al
tesoro
público
el
dinero
para
la
formación”.
El
compromiso
financiero
da
por
otra
parte
nacimiento
a
una
serie
de
documentos
contables
de
la
misma
manera
que
el
compromiso
de
medios
humanos
da
nacimiento
a
nuevas
relaciones
de
actores,
diferentes
de
las
relaciones
entre
partes
involucradas
observadas
en
ocasión
de
la
planificación.
Los
dos
procesos
tienen,
le
hemos
visto,
un
estatuto
muy
diferente.
El
inglés
recurre
a
dos
términos
diferentes
para
diferenciarlos:
la
palabra
planning,
por
ejemplo,
designa
más
bien
el
proceso
intelectual
de
definición
de
los
trabajadores
y
de
su
implicación
temporal,
en
tanto
el
término
scheduling
designa
más
bien
el
calendario
de
ordenamiento
de
los
trabajadores.
Esta
distinción
entre
los
dos
procesos
implica
unas
ciertas
consecuencias
concretas:
a)
Permite
particularmente
aclarar
un
cierto
número
de
roles
y
de
funciones
relativos
a
los
diferentes
aspectos
de
una
acción.
Hace
ya
un
cierto
tiempo
que
se
desarrolla,
a
propósito
de
las
acciones
de
educación
o
de
formación
el
uso
de
una
terminología
tomada
de
las
relaciones
existentes
entre
los
que
comparten
una
operación
industrial.
Se
habla
en
particular
de
ingeniería,
de
dominio
(maîtrise
5
Especialmente
en
razón
del
eco
afectivo
de
tales
representaciones.
6
La
formation
permanente.
Les
encyclopédies
du
savoir
moderne,
Paris,
CEPL,
1975,
p.431
4
d’œuvre
ou
maîtrise
d’ouvrage)
sin
que
el
estatuto
respectivo
de
estas
diferentes
nociones
esté
claramente
definido.
A
partir
de
la
distinción
precedente,
diremos
que
la
ingeniería
se
sitúa
exclusivamente
en
el
nivel
de
las
representaciones
relativas
a
una
transformación
posible
de
lo
real,
y
no
en
el
nivel
de
esta
transformación
de
lo
real
en
sí
mismo,
que
no
hace
más
que
iniciar
o
acompañar.
Es,
por
otra
parte,
este
estatuto
el
que
le
da
G.
Le
Boterf7
cuando
la
define
como
“un
conjunto
coordinado
de
actividades
que
permiten
dominar
(maîtriser)
o
sintetizar
las
múltiples
informaciones
necesarias
en
la
concepción,
el
estudio
y
la
realización
de
una
obra
en
vistas
de
optimizar
aquello
en
lo
que
se
ha
invertido
y
asegurar
las
condiciones
de
su
viabilidad”.
La
ingeniería
se
coloca,
desde
este
punto
de
vista,
sobre
el
mismo
registro
que
el
auditor
(l’audit)
que
no
hace
sino
acompañar
la
realización
de
la
acción,
y
que
se
opone
a
la
gestión
y
a
la
administración
que
se
sitúan
en
el
nivel
de
la
puesta
en
práctica
de
las
medios
que
tienen
que
ver
con
el
proceso
de
la
transformación
de
lo
real.
La
palabra
gestión
se
utiliza
más
bien
cuando
se
trata
de
designar
los
medios
esencialmente
financieros,
y
el
termino
administración
se
utiliza
más
bien
cuando
se
trata
igualmente
de
designar
un
conjunto
de
medios
físicos,
o
de
recursos
materiales,
institucionales
o
humanos.8
El
desarrollo
de
la
utilización
de
estas
nociones
en
formación
está
ligado
evidentemente
al
hecho
de
que
se
multiplican
las
situaciones
en
las
cuales
estas
diferentes
funciones
están
aseguradas
por
diferentes
actores.
Pero,
lo
más
importante
puede
ser
señalar
lo
que
nos
enseñan
acerca
de
las
relaciones
de
poder
entre
los
actores,
significativas
en
el
contexto
del
estatuto
recíproco
de
los
procesos
así
distinguidos.
Si
quien
concibe,
quien
detenta
las
herramientas
intelectuales
juega
en
efecto
un
rol
dominante
en
el
proceso
de
la
ingeniería
o
de
la
concepción
(maîtrise
d’œuvre),
lo
en
el
marco
de
una
relación
de
subordinación
a
los
actores
que
tienen
el
poder
de
poner
en
práctica
los
medios.
b)
Esta
distinción
puede
permitir
igualmente
dar
cuenta
de
la
especificidad
de
las
tareas
intelectuales
susceptibles
de
ser
puestas
en
práctica
para
entender
el
proceso
de
planificación
de
una
acción.
Existe,
en
efecto,
una
gran
variedad
de
tareas
intelectuales
susceptibles
de
ser
aplicadas
para
conocer
una
misma
acción
humana.
Estas
tareas
no
ponen
en
práctica
ni
las
mismas
metodologías
ni
las
mismas
categorías
de
recogida
de
información.
Unas
se
fundan
por
ejemplo
sobre
la
adopción
de
una
posición
exterior,
objetivante,
en
tanto
que
otras
por
el
contrario
se
fundan
en
la
introspección,
la
exploración
de
la
subjetividad
o
sobre
el
establecimiento
de
una
relación
con
el
actor
o
los
actores
implicados.
Unas
privilegian
las
informaciones
relativas
al
funcionamiento
de
esta
acción
en
tanto
que
las
otras
privilegian
las
informaciones
relativas
a
las
significaciones
que
les
acuerdan
el
o
los
actores
implicados,
en
tanto
que
otras
aún
privilegian
las
informaciones
relativas
a
los
compromisos
afectivos
que
las
acompañan.
Tendremos
ocasión
de
ver
más
adelante
que
estas
diferentes
tareas
no
son
de
hecho
ni
totalmente
relativas
al
objeto
en
sí
mismo,
ni
relativas
a
objetos
totalmente
diferentes.
Permiten
probablemente,
acceder
a
los
diferentes
tipos
de
procesos,
ligados
entre
sí,
que
se
manifiestas
en
ocasión
de
una
misma
acción:
procesos
operatorios,
procesos
de
conducción,
procesos
afectivos.
Al
tratarse
más
precisamente
de
la
planificación,
en
tanto
se
sitúa
en
el
nivel
de
las
representaciones
relativas
a
una
acción,
ésta
supondrá
por
lo
tanto
un
cierto
número
de
especificidades
en
las
tareas
intelectuales
puestas
en
práctica,
como
por
ejemplo:
7
Éducation
Permanente,
Nº
91,
1985.
8
No
se
traduce
al
español
el
siguiente
párrafo
que
solo
tiene
sentido
para
el
público
francoparlante.
NT
5
-‐en
el
nivel
de
las
herramientas
de
producción
de
informaciones,
la
puesta
en
práctica
de
situaciones
de
explicitación9,
de
exploración
de
de
exteriorización
de
estas
representaciones,
cosa
que
se
hará
a
menudo
por
la
producción
de
un
discurso
por
parte
del
actor
o
de
los
actores
implicados
en
la
acción.
-‐en
el
nivel
de
los
indicadores,
un
interés
por
las
categorías
de
segundo
nivel:
representaciones
sobre…
Imágenes
de…,
juicios
acerca
de…,
ideas,
objetivos,
proyectos…,
etc.
que
aluden
siempre
a
otra
realidad.
c)
Esta
distinción
permite,
en
fin,
hacer
posible
la
existencia
de
otras
prácticas
de
conducción
de
la
acción
distintas
de
la
planificación,
y
particularmente,
la
evaluación.
Esta
última
se
presenta
en
efecto,
como
lo
que
pone
en
relación
representaciones
relativas
a
la
acción
a
ejecutar
con
las
representaciones
relativas
a
lo
que
ha
sido
hecho.
Esta
puesta
en
relación
no
puede
evidentemente
tener
sentido
más
que
sobre
la
base
de
una
distinción
precisa
entre
ambos
procesos.
A
fin
de
cuentas,
y
para
resumir,
podemos
por
lo
tanto
hacer
ya
una
primera
serie
de
distinciones
elementales
que
dan
cuenta
todas
de
esta
distinción
entre
planificación
de
una
acción
y
realización
de
esta
acción
y
que
podemos
presentar
de
la
siguiente
manera:
Cuadro
1
Planificación
de
una
acción
y
realización
de
esta
acción
Realidades
que
se
sitúan
en
el
nivel
de
la
Realidades
que
se
sitúan
en
el
nivel
de
la
planificación
realización
Plan
Compromiso
de
medios
Proyecto
Movilización
de
recursos
Programa
Decisiones
Ingeniería
Políticas
Conducción
(Maîtrise
d’œuvre)
Organización
Auditoría
Ejecución
(Maîtrise
d’ouvrage)
Gestión
Administración
D.
Los
proyectos
presentan
por
tanto
todas
las
características
de
las
representaciones
Distinguir
de
esta
manera
planificación
y
acción
en
razón
de
que
a
menudo
son
el
objeto
de
confusiones
no
es
por
cierto
suficiente
para
situarnos
en
el
estatuto
de
los
proyectos
en
tanto
representaciones,
y
menos
agotar
las
cuestiones
que
surgen
de
este
estatuto.
Para
completar
esta
primera
aproximación,
y
sin
tener
una
ambición
exhaustiva,
aportaremos
por
lo
tanto
tres
tipos
de
precisiones,
fuentes
de
otros
tantos
cuestionamientos
acerca
de
las
tareas
concretas
del
proyecto.
9
Es
la
razón
por
la
cual
en
lo
que
tiene
que
ver
con
el
pasaje
por
el
‘terreno’
privilegiamos
en
esta
investigación,
como
en
las
precedentes
(Análisis
de
necesidades
y
evaluación)
el
criterio
de
explicitación
de
las
prácticas
más
que
el
criterio
de
representatividad.
6
1.
Como
las
otras
categorías
de
representaciones,
los
proyectos
se
producen
a
partir
de
otras
representaciones.
Existe,
en
efecto,
una
lógica
interna
en
el
campo
de
los
fenómenos
mentales:
al
sobrevenir
representaciones
de
contenido
figurativo,
relativas
a
un
objeto
en
su
ausencia,
esto
supone
la
verosimilitud
de
experiencias
perceptivas
anteriores.
Por
su
parte,
las
representaciones
figurativas
constituyen
probablemente
un
material
para
otras
experiencias
de
representaciones:
representaciones
de
contenido
conceptual,
evocaciones
anticipativas
de
un
objeto,
de
un
acontecimiento,
de
una
acción,
de
una
transformación,
etc.
La
producción
de
una
representación
nueva
es
por
lo
tanto
y
de
hecho
un
proceso
activo
de
transformación
o
de
reconstrucción
de
representaciones
anteriores.
Esta
representación
es
por
otra
parte
más
rica
que
lo
que
lo
eran
las
representaciones
anteriores.
Para
comprender
una
representación
elaborada
como
un
proyecto,
conviene
por
lo
tanto,
en
un
plano
estrictamente
mental,
preguntarse
sobre
el
contenido
de
esta
representación
y
sobre
lo
que
es
antes
que
nada
directo
de
este
contenido
y
que
ha
contribuido
al
desarrollo
de
su
construcción,
lo
cual
remite,
obviamente,
a
una
historia
de
estas
representaciones
anteriores,
y
que
integran
de
seguro
los
fenómenos
de
una
cultura.
Podemos
entonces
preguntarnos
primeramente
en
torno
al
contenido
y
del
proceso
de
elaboración
del
contenido
de
las
representaciones,
eventualmente
llamado
‘función
elaborativa’.10
Este
proceso
es
evidentemente
tanto
más
desarrollado
cuanto
las
representaciones
son
objeto
de
una
construcción
explícita,
como
es
el
caso
de
los
proyectos.
Se
efectúa,
una
vez
más,
en
el
marco
de
una
autonomía
relativa
en
relación
al
campo
de
los
fenómenos
mentales.
Para
designarlos,
se
habla
a
veces
de
‘cadena
representacional’.11
2.
Como
las
otras
categorías
de
representaciones,
los
proyectos
mantienen
una
relación
específica
con
lo
real
o
con
los
objetos
representados
Esta
categoría
ha
sido
sugerida
anteriormente.
Estas
representaciones
no
se
confunden
con
los
objetos
que
representan.
No
es
un
modo
directo
de
acceso
a
lo
real
o
a
los
objetos,
sino
una
reconstrucción.
Funcionan
en
efecto
por
medio
de
la
simbolización,
de
la
esquematización,
de
la
abstracción.
Representar
es
al
menos
establecer
un
lazo
entre
la
realidad
representada
y
la
realidad
que
la
representa,
como
se
ve
en
los
otros
sentidos
de
la
palabra,
que
significa
siempre
reemplaza,
actúa
en
nombre
de,
estar
presente
en
el
lugar
de.
La
representación
mental
es
de
hecho
un
modo
de
presencia,
en
el
campo
de
los
fenómenos
mentales,
de
las
realidades
que
pertenecen
muy
a
menudo
a
otros
campos.
Cada
representación
sobreviene
de
hecho
en
un
contexto
preciso
en
relación
a
los
fenómenos
que
afectan
al
objeto
representado,
lo
que
implica
una
relación
específica
entre
esta
representación
y
este
objeto.
Es
así
por
ejemplo
que
D.
Ochanine12
ha
observado,
a
propósito
de
las
imágenes
de
la
realidad
que
produce
un
operador
en
ocasión
de
su
acción
y
que
él
llama
imágenes
‘aferentes’,
que
estas
imágenes
son
de
hecho
finalizadas
en
relación
a
esta
operación
y
que
allí
se
manifiestan
fenómenos
de
selección
y
de
deformación
funcional.
Para
captar
una
representación
elaborada
como
un
proyecto,
conviene,
por
lo
tanto
nuevamente
preguntarse
sobre
la
relación
que
ella
mantiene
con
lo
real
o
con
el
objeto
10
Ver
especialmente
M
Denis:
Les
images
mentales.
Paris
PUF,
‘Le
Psychologue’
1979
11
R.
Kaës,
Le
travail
de
la
représentation
et
les
fonctions
de
l’intermédiaire.
Étude
psychanalytique,
en
:
Les
savoirs
dans
la
vie
quotidienne.
Recherche
sur
les
représentations.
Bajo
la
dirección
de
Cl.
Belisle
y
B.
Schiele,
Lyon,
CNRS,
1984,
p.
373
12
L’image
opérative.
(obra
colectiva),
Actas
de
un
seminario
(1-‐5
de
junio,
1981),
Université
de
Paris
I
–
Centre
d’éducation
permanente.
7
representado.
Se
podrá
hablar
en
un
cierto
número
de
casos
de
‘función
referencial’13
o
de
lazo
de
referencia.
“Para
comprender
un
proceso
figurativo,
escribe
C.
Belisle,
es
necesario
primero
dar
cuenta
de
cuales
relaciones
tienen
los
elementos
figurativos,
los
lazos
mnésicos
o
motivos
perpectivistas
con
aquello
que
se
piensa
como
real.
Cada
práctica
social
privilegia
un
tipo
de
relación
frente
a
otro
con
lo
que
se
considera
como
el
referente
común,
lo
real.”14
3.
Como
las
otras
representaciones,
los
proyectos
se
acompañan
de
fenómenos
afectivos
que
afectan
a
los
actores
que
se
representan.
Insistir
sobre
el
estatuto
cognitivo
de
las
representaciones
y
sobre
la
relación
que
éstan
mantienen
con
el
objeto
que
representan
no
significa
ignorar
los
fenómenos
afectivos
que
las
preceden,
las
acompañan
o
las
suceden.
La
movilización,
en
un
momento
dado,
de
una
representación,
su
activación
o
su
reactivación
no
suceden
en
efecto
ex
nihilo.
Suponen
que
el
actor
que
se
representa
la
existencia
de
un
afecto
que
le
es
anterior
y
que
según
los
casos
uno
podrá
designar
en
términos
de
deseo,
de
pulsión,
de
interés,
etc.
Las
representaciones
son,
desde
este
punto
de
vista,
indicadores
de
la
presencia
de
afectos
o
en
todo
caso
de
su
forma
de
expresión
en
el
campo
de
la
conciencia.
Es
así
que
un
deseo
o
una
pulsión
pueden
transformarse
en
valor
perseguido.
Como
lo
explica
C.
Belisle15
“una
pulsión
no
pude
jamás
convertirse
en
objeto
de
la
conciencia,
solo
puede
hacerlo
la
representación
que
la
representa.
Pero
tampoco
en
el
inconsciente
la
pulsión
puede
ser
representada
más
que
por
la
representación”.
A
la
movilización
de
una
representación
corresponde
por
lo
tanto
una
actividad
psíquica
no
cognitiva
que
le
es
anterior,
que
ella
expresa
y
que
es
por
lo
tanto
útil
dar
cuenta
de
su
existencia.
Lo
que
es
cierto
de
la
movilización
de
una
representación
es
igualmente
cierto
de
su
transformación.
La
elaboración
o
el
advenimiento
de
una
representación
nueva
pueden
tener
un
eco
o
un
impacto
afectivo
importante.
Ciertas
representaciones
pueden
restituir
con
intensidad
una
emoción
antigua
(por
ejemplo,
una
escena
traumatizante)
o
suscitar
nuevas
emociones.
El
valor
afectivo
de
las
representaciones
y
de
las
imágenes
puede
ser
evidentemente
variable,
pero
jamás
inexistente.
Es,
por
lo
tanto
muy
importante
dar
cuenta
de
lo
que
sucede
en
este
plano
una
vez
que
la
representación
está
acabada,
construida.
Más
allá
de
los
aspectos
de
elaboración
de
una
representación
y
de
la
relación
que
tiene
con
el
objeto
representado,
es
por
lo
tanto
útil
preguntarse
sobre
lo
que
llamaremos
sus
aspectos
afectivos.
A
fin
de
cuentas,
es
por
en
consecuencia
posible
interrogar
a
las
prácticas
de
elaboración
de
proyectos
en
tanto
que
procesos
de
producción
de
representaciones
a
partir
de
tres
campos
de
fenómenos,
que
veremos
en
el
cuadro
2.
Lo
que
R.
Kaës
expresa
de
otra
manera
diciendo
que
una
representación
puede
ser
“analizada
desde
el
triple
punto
de
vista
de
la
satisfacción
que
procura,
de
la
delegación
que
hace
posible
y
de
la
significación
que
construye”.16
Cuadro
2
Campos
de
fenómenos
que
interesan
a
la
producción
de
representaciones
13
M.
Denis,
op.
cit.,
supra
14
Image
imaginaire
et
représentation
en
formation
d’adultes,
en
Les
savoirs
dans
la
vie
quotidienne,
op.
cit.
p.
336
15
Op.
cit.
supra,
p.
328
16
R.
Kaës,
op.
cit.
p.
373
8
Campo
de
los
fenómenos
afectivos
que
afectan
a
los
actores
que
se
representan
Campo
de
las
representaciones
Campo
de
los
realidades
u
objetos
representados
2.
Una
representación
finalizante
de
una
acción
singular
Decir
del
proyecto
que
es
una
representación
es
todavía
algo
impreciso.
El
terreno
de
las
representaciones
de
la
vida
social
y
particularmente
en
formación
es
muy
vasto.
Una
buena
parte
de
los
actos
de
formación
funcionan,
lo
sabemos,
como
actos
de
transformación
de
representaciones
en
las
personas
formadas
y
la
investigación
puede
ser
ella
misma
analizada
como
un
acto
de
producción
de
nuevas
representaciones.17
Si
todo
proyecto
es
una
representación,
nos
hace
falta
mucho
más,
como
lo
anota
J.M.
Hoc18
en
lo
que
concierne
igualmente
a
la
noción
de
plan,
para
considerar
que
toda
representación
sea
un
proyecto.
Si
queremos
continuar
nuestro
trabajo
de
definición
progresiva
de
las
prácticas
con
constituyen
nuestro
objeto
de
estudio,
podemos,
en
coherencia
con
el
análisis
que
acabamos
de
hacer
de
los
diferentes
niveles
de
lectura
de
las
representaciones,
hacer
tres
precisiones.
A)
El
proyecto
es
una
representación
aferente
a
una
acción
particular
Tendremos
la
ocasión
de
volver
sobre
este
punto.
No
es,
en
efecto,
a
propósito
de
no
importa
qué
realidad
que
aparece
un
proyecto.
Aparece
a
propósito
de
una
acción
específica,
no
repetitiva,
de
carácter
eventualmente
experimental,
implicando
una
estructura
particular,
inédita,
de
operaciones
que
permitan
llevarlo
a
cabo,
y
para
la
cual
los
actores
implicados
no
disponen
por
lo
tanto
de
una
imagen
anterior
de
esta
estructura
de
operaciones.
Estas
circunstancias
son
evidentemente
muy
frecuentes
en
formación.
Más
allá
de
las
apariencias,
en
efecto,
las
situaciones
de
formación
y
las
características
de
los
públicos
a
formar
se
muestran
eminentemente
variables,
lo
que
hace
que
las
acciones
pedagógicas
y
las
acciones
de
formación
algo
siempre
singular.
La
educación
y
la
formación
son
desde
este
punto
de
vista
‘tierras
de
proyecto’,
como
se
ha
vista
a
través
de
la
variedad
de
las
formas
de
planificación
en
las
que
están
enmarcadas.
Producida
en
ocasión
de
una
acción
singular,
la
representación
que
constituye
el
proyecto
revela
tener
ella
misma
un
contenido
singular,
no
directamente
transferible
o
otras
situaciones
o
a
otros
objetos.
Por
el
contrario,
está
directamente
relacionada
a
lo
que
hace
de
esa
acción
algo
específico.
Bajo
esta
relación,
el
proyecto
se
distingue
de
manera
extremadamente
preciso
de
las
otras
dos
categorías
de
representaciones,
muy
frecuentes
también
en
formación,
pero
que
presentan
por
el
contrario
un
carácter
general
respecto
de
muchas
situaciones
o
de
muchos
objetos:
-‐Las
representaciones-‐proceso
o
saber-‐método
que
podemos
definir
como
Landa
(1962)
define
los
algoritmos,
es
decir
como
“sistemas
de
prescripciones
y
de
reglas
que
definen
lo
que
hay
que
hacer
y
en
qué
orden
para
resolver
una
clase
concreta
de
problemas”.
Estas
representaciones-‐procedimiento
tienen
una
gran
importancia
tanto
en
situación
de
formación
como
en
situación
de
trabajo,
aún
si
nunca
llegan
a
tener
el
carácter
formalizado
de
los
programas
informáticos.
Se
presentan
particularmente
bajo
la
forma
de
reglas,
de
prescripciones,
de
indicaciones
metodológicas,
o
aún
de
‘auudas
para
el
trabajo’
que
Annie
17
Cf.
nuestro
artículo
:
Analyser
les
démarches
de
recherche,
Éducation
permanente,
nº
90,
1985,
p.
106-‐7
18
J.M.
Hoc,
Psychologie
cognitive
de
la
planification,
PUG,
Grenoble,
1987,
p.
71
9
Weill-‐Fassina19
describe
como
documentos
llenos
de
consignas
sobre
las
acciones
a
llevas
a
cabo
y
el
momento
de
su
ejecución
en
la
secuencia
del
trabajo’.
-‐Las
representaciones
conceptuales
o
saberes
teóricos
que
uno
puede
definir
como
representaciones
relativas
a
los
caracteres
comunes
de
diferentes
objetos
o
de
diferentes
situaciones.
Saberes-‐métodos
y
saberes
teóricos
pueden
ser
puestos
en
práctica
en
ocasión
de
una
tarea
de
proyecto
y
situarse
por
lo
tanto
en
el
marco
de
su
dinámica
de
elaboración.
No
constituyen
categorías
de
representaciones
distintas
del
proyecto.
Pueden
ser
producidos
independientemente
del
involucramiento
de
la
acción
singular
en
la
cual
son
puestos
en
acción
(investis),
en
ocasión
de
actos
específicos,
que
son
actos
de
investigación
metodológica
o
de
investigación
científica,
y
pueden
ser
igualmente
transmitidos
en
ocasión
de
actos
específicos,
distintos
de
la
conducción
de
esa
acción
singular
que
son
los
actos
de
formación.
Pueden,
en
fin,
ser
acumulados.
Por
el
contrario,
la
tarea
de
elaboración
de
proyecto
está
obligatoriamente
ligada
al
involucramiento
de
una
acción
particular
de
transformación
de
lo
real.
Cuando
da
lugar
a
una
explicitación
precisa
y
constituye
por
lo
tanto
una
producción
intelectual
construida,
toma
la
forma
de
una
investigación-‐acción,20
de
una
investigación
ligada
a
la
acción
o
de
una
investigación
finalizada
cuyo
producto
no
es
un
saber
acumulable
susceptible
de
ser
transformado
en
contenido
de
formación
sino
una
representación
intelectual
relativa
a
la
conducción
de
esta
acción.
La
misma
acción
singular
es
a
la
vez
acto
de
transformación
de
lo
real,
ocasión
de
investigación
y
ocasión
de
formación.21
B)
La
representación
le
confiere
sentido,
tiene
incidencia
sobre
su
desarrollo
y
se
inscribe
en
el
proceso
de
conducción
de
esa
acción
Esta
característica
está
descrita
de
manera
diferente
en
las
diferentes
definiciones
que
se
dan
del
proyecto.
Según
los
casos,
se
habla
de
guía,
de
orientación,
de
dirección
de
la
acción,
o
aún
de
contribución
a
la
formación
de
las
conductas.22
En
todos
los
casos,
sin
embargo,
se
encuentran
tres
tipos
de
significaciones:
el
proyecto
es
relativo
a
la
acción
del
actor
que
se
representa23,
le
confiere
un
sentido
y
tiene
una
incidencia
de
hecho
sobre
su
desarrollo.
Para
designar
esta
triple
característica,
diremos
que
es
una
representación
finalizante
de
la
acción.
Desde
este
punto
de
vista,
la
tarea
de
elaboración
del
proyecto
de
acción
juega
el
mismo
papel
que
otras
operaciones
que
tienen
lugar
en
ocasión
de
una
acción
singular,
produciendo
representaciones
específicas
de
esa
acción
y
presentando
una
incidencia
directa
sobre
su
desarrollo:
operaciones
de
análisis
de
las
necesidades,
operaciones
de
determinación
de
objetivos,
y
en
particular
operaciones
de
evaluación.
Todas
estas
operaciones
tienen
de
hecho
las
mismas
características:
-‐representan
el
estatus
de
proceso
de
producción
de
representaciones
-‐están
obligatoriamente
ligadas
a
una
acción
singular
a
la
cual
le
confieren
sentido
-‐tienen
una
incidencia
directa
sobre
su
desarrollo
y
su
eficacia
19
Guidage
et
planification
de
l’action
par
les
aides
du
travail.
Bouletin
de
Psychologie,
t.
XXXII,
nº
334,
p.
78
20
Cf.
nuestro
artículo
:
Analyser
les
démarches
de
recherche,
Éducation
permanente,
nº
90,
1985,
21
Cf.
infra,
p.
148
22
En
su
origen
la
expresión
está
tomada
de
S.
Moscovici.
23
Incluso
si
un
tercero
participa
en
la
elaboración
de
esta
representación
como
lo
hemos
visto
en
el
caso
de
la
ingeniería.
10
Presentaremos
la
hipótesis,
ya
formulada
en
un
trabajo
anterior,
de
que
el
conjunto
de
estas
representaciones
forma
una
cadena
representacional
que
presenta
una
cierta
unidad
y
que
juega
un
papel
funcional
en
la
conducción
de
la
acción,
a
la
cual
llamaremos
por
esta
razón
el
proceso
de
conducción
de
una
acción.
El
proceso
de
conducción
de
una
acción
está
por
lo
tanto
formado
por
el
conjunto
de
las
representaciones
que
la
preceden,
acompañan
o
siguen
a
esa
acción
en
el
espíritu
de
los
actores
implicados,
que
le
confieren
un
sentido
y
que
influyen
en
su
desarrollo
y
sobre
su
eficacia.
Sin
embargo,
se
distingue
de
ella
en
la
medida
en
que
ellas
no
forman
parte
directamente
del
proceso
de
transformación
de
lo
real
que
implica
la
acción.
El
proceso
de
conducción
está
articulado
en
torno
a
la
producción
de
representaciones
finalizantes.
Se
opone,
por
supuesto,
y
toma
significación
en
relación
a
lo
que
podemos
llamar
el
proceso
operatorio.
Este
designa
el
conjunto
de
realidades
que
entran
directamente
en
el
proceso
de
transformación
de
lo
real
que
constituye
esta
acción
(situación
de
partida
de
la
realidad
a
transformar,
medios
puestos
en
marcha,
papel
de
los
actores,
y
particularmente,
situación
de
llegada).
Los
componentes
del
proceso
de
conducción
de
una
acción
corresponden,
en
psicología
del
trabajo,
a
las
imágenes
que
produce
un
operador
en
ocasión
de
su
acción.
Se
inscriben
en
la
perspectiva
descrita
por
D.
Ochanine
de
“transformación
de
la
información
pertinente
sobre
un
objeto
en
acción
pertinente
sobre
ese
objeto.”
C)
La
representación
toma
significación
en
sí
misma
en
relación
a
la
existencia
de
un
deseo
de
producción
de
cambio
En
el
plano
de
los
afectos
que
lo
acompañan,
el
proyecto
supone
en
fin,
la
existencia
de
un
deseo
de
producción
de
un
cambio
que
se
inscribe
más
generalmente
en
el
proceso
afectivo
que
sobreviene
en
ocasión
de
una
acción.
La
planificación
consiste,
en
efecto,
como
lo
ha
definido
R.
Ackoff
(1973)
“en
concebir
un
futuro
deseado,
así
como
los
medios
para
llegar
a
él.”24
No
existe,
de
hecho,
ninguna
tarea
de
proyecto
a
la
cual
no
se
corresponda
–en
el
actor
que
se
representa-‐
un
estado
motivacional
consciente
o
inconsciente
orientado
hacia
la
producción
de
un
cambio.
Como
lo
explican
M.
Bru
y
L.
Not
25
“(…)
proyecto
no
significa
solamente
previsión,
ni
anticipación,
ni
planificación.
Es
todo
esto,
y
más:
es
volición,
es
decir,
compromiso
de
la
persona”·∙.
El
proyecto
es
por
otra
parte
a
menudo
presentado
como
una
mentalización
de
un
deseo,
de
un
móvil,
que
permite
por
otra
parte
ser
reconocido.
Un
cierto
número
de
tareas
de
proyecto
funcionar
por
esta
razón
como
tareas
de
identificación
o
de
reconocimiento
de
deseos
de
producción
de
cambio
de
los
actores
implicados.
Estos
deseos
no
aparecen
de
la
nada,
y
toda
la
cuestión
es
evidentemente,
saber
cómo
se
originan.
Bien
a
menudo,
son
explicados
en
términos
de
falta
de,
de
sufrimiento
experimentado
en
la
no
posesión
de
un
objeto.
Se
puede
pensar,
por
el
contrario
que
se
enraízan
en
una
experiencia
anterior
respecto
de
un
primer
cambio.
Si
se
admite,
en
efecto,
que
“desear
es
el
proyecto
de
reencontrar
un
placer
ya
experimentado”26,
es
posible
que
el
deseo
de
cambio
tenga
sus
fuentes
en
el
placer
encontrado
en
la
experiencia
de
un
primer
cambio,
como
lo
explica
L.
Nuttin
“el
niño
de
cinco
o
seis
años
siente
placer
en
producir
por
sí
mismo
cambios
en
el
medio,
más
que
en
mirar
simplemente
los
cambios
que
se
producen
24
R.
Ackoff
:
Méthodes
de
planification
de
l’emprise,
Paris,
Editions
d’Organisation,
1973
25
M.
Bru
y
L.
Not
:
De
quelques
orientations
pour
la
pédagogie
du
projet
:
en
Où
va
la
pédagogie
du
projet
?,
Edi-‐
tions
Universitaires
du
Sud,
1987.
p.
249
26
D.
Rose
:
Le
projet
du
point
de
vue
psychanalytique,
en
Où
va
la
pédagogie
du
projet
?,
Editions
Universitaires
du
Sud,
1987.
p.
104
11
cuando
él
no
está.
Debemos
admitir
que
el
ser
humano,
en
general,
está
motivado
y
siente
placer
en
‘ser
la
causa’
de
alguna
cosa.”27
Más
aún,
nos
podemos
preguntar
si
la
experiencia
de
un
primer
cambio
que
constituye
una
acción
anterior
exitosa
de
transformación
de
lo
real
no
remite
a
la
experiencia
de
un
cambio
de
sí
a
través
del
cambio
de
lo
real.
Esta
hipótesis
nos
parece
particularmente
fecunda.
Significaría
que
el
deseo
de
cambio
correspondiente
a
un
proyecto
de
producción
podría
tener
su
origen
en
el
deseo
de
cambio
que
corresponde
a
un
proyecto
de
sí
o
a
un
proyecto
de
identidad.
Esto
explicaría
en
todo
caso
el
gran
número
de
filósofos
de
la
corriente
existencialista
que
hacen
del
proyecto
un
‘develamiento
del
ser’.28
Cuadro
3
Tipos
de
procesos
susceptibles
de
ser
tomados
en
cuenta
en
ocasión
de
una
acción
particular
de
transformación
de
lo
real
Campo
de
Tipos
de
procesos
susceptibles
de
Ejemplos
de
realidades
que
fenómenos
que
ser
tenidos
en
cuenta
dan
cuenta
de
esos
procesos
interesa
Campo
de
los
Proceso
afectivo:
conjunto
de
Móvil
fenómenos
afectivos
afectos
Motivación
(placer,
deseo,
rechazo,
etc.)
que
Deseo
acompañan
el
desarrollo
y
la
conducción
de
una
acción
Satisfacción
27
Le
fonctionnement
de
la
motivation
humaine,
en
L’orientation
scolaire
et
professionnelle,
1985,
14,
nº2,
p.
101
28
Projet,
formation,
action,
en
Éducation
Permanente.
Nº
86,
1986
12
A
fin
de
cuentas,
y
ara
precisar
lo
que
ya
hemos
expresado
de
manera
más
general
en
nuestro
Cuadro
2
relativo
a
los
diferentes
campos
de
fenómenos
que
interesan
a
la
producción
de
representaciones
podemos
considerar
que
para
comprender
un
proyecto
conviene
resituarlo
de
manera
explícita
en
relación
al
conjunto
de
los
procesos
que
se
manifiestan
en
ocasión
de
una
acción
singular
y
que
hemos
esquematizado
en
el
Cuadro
3.
3.
UNA
REPRESENTACIÓN
ANTICIPADORA
Representación
ligada
a
una
acción
singular
de
transformación
de
lo
real,
el
proyecto
no
posee
menos
un
estatuto
particular
en
relación
a
otras
representaciones
que
dan
cuenta
del
proceso
de
conducción
de
una
acción
–particularmente
en
relación
a
la
evaluación–
en
la
medida
en
que
el
proyecto
acontece
mucho
o
casi
inmediatamente
antes
de
llevar
a
cabo
operaciones
de
las
cuales
constituye
una
imagen,
y
por
lo
tanto
en
la
medida
en
que
no
implica
una
acción
realizada
sino
una
a
realizar.
Dicho
de
otra
manera
no
tiene
por
contenido
una
transformación
efectiva
de
lo
real
sino
una
transformación
posible,
lo
que
no
deja
de
tener
consecuencias
sobre
su
elaboración,
sobre
su
eficacia,
y
sobre
los
fenómenos
afectivos
que
lo
acompañan.
Para
expresar
esta
especificidad
haremos
nuevamente
tres
precisiones.
A)
El
proyecto
es
una
anticipación29
La
utilización
del
prefijo
pro,
que
significa
antes,
en
al
terminología
de
la
planificación
y
particularmente
en
las
menciones
de
pro-‐yecto
y
de
pro-‐grama,
es
desde
este
punto
de
vista
significativa.
El
contenido
de
un
proyecto
no
tiene
que
ver
con
acontecimientos
o
con
objetos
pertenecientes
al
entorno
actual
o
pasado
del
autor
que
lo
elabora
sino
que
tiene
que
ver
con
acontecimientos
o
con
objetos
que
no
han
acontecido
aún.
No
se
refiere
a
los
hechos
sino
a
los
posibles.
Es
relativo
a
un
porvenir,
a
un
futuro
del
cual
constituye
una
anticipación,
una
visión
previa.
Esta
proyección
puede
ser
de
mayor
o
menor
alcance.
En
el
terreno
económico
la
tarea
de
planificación
puede
implicar,
como
sabemos,
muchos
años.
En
todos
los
casos,
sin
embargo,
supone
un
desligamiento
del
marco
temporal:
la
representación
no
se
refiere
a
una
transformación
presente
o
pasada
de
lo
real,
sino
a
la
transformación
posible.
Encontramos
aquí
la
distinción
hecha
por
Piaget
e
Inhelder
entre
“imágenes
reproductivas”,
referidas
a
objetos
o
acontecimientos
ya
conocidos,
e
“imágenes
anticipadoras”
representando
acontecimientos
no
percibidos
anteriormente.
En
este
plano
las
tareas
de
elaboración
de
proyectos
se
distinguen
radicalmente
de
las
tareas
de
evaluación
que
se
sitúan
al
final
de
la
puesta
en
práctica
de
las
operaciones
constitutivas
de
una
acción.
A
la
inversa
de
las
tareas
de
elaboración
de
un
proyecto,
las
tareas
de
evaluación
se
refieren
en
efecto
a
la
transformación
efectiva
de
lo
real
que
constituye
la
realización
de
una
acción.
Funcionan
por
otra
parte
como
hemos
visto
en
otros
trabajos
a
partir
de
la
producción
de
informaciones
sobre
el
funcionamiento
y
los
resultados
de
esa
acción.
Tareas
de
elaboración
de
proyectos
y
tareas
de
evaluación
están
por
cierto
estrechamente
articuladas,
en
tanto
el
referente
de
una
tarea
de
evaluación
de
acción
está
constituido
probablemente
por
el
proyecto
producido
para
esta
acción,
y
en
tanto
que
el
juicio
de
valor
producido
a
su
término
tiene
una
incidencia
sobre
la
elaboración
de
nuevos
proyectos.
Sin
embargo
ambos
momentos
mantienen
su
estatuto
totalmente
diferente.
29
Sobre
este
punto
ver
igualmente
:
J.M.
Hoc,
Psychologie
cognitive
de
la
planification,
PUG,
Grenoble,
1987,
p.
71
13
La
tarea
de
elaboración
de
proyecto
se
diferencia
igualmente
de
otras
operaciones
que
se
sitúan
al
comienzo
de
la
misma
y
que
contribuyen
a
su
elaboración,
pero
con
la
cuales
no
se
confunde,
como
por
ejemplo
las
operaciones
de
identificación
y
las
operaciones
de
análisis
de
situación.
La
representación
producida
al
final
de
una
tarea
de
identificación
aparece
en
efecto
como
una
información
es
decir,
una
representación
relativa
a
los
hechos,
a
los
acontecimientos,
a
los
objetos
físicos
o
sociales
presentes
o
pasados.
Las
tareas
de
elaboración
de
proyecto
implican
frecuentemente
momentos
explícitos
de
identificación:
información
sobre
el
objeto
o
la
realidad
implicada,
sobre
la
situación
de
partida,
información
sobre
las
condiciones
de
efectuación,
sobre
la
evolución
de
la
situación,
etc.,
como
por
ejemplo
cuando
se
consulta
una
tabla
o
una
información
meteorológica
antes
de
programar
un
itinerario
o
de
modificarlo.
Sin
embargo
el
resultado
específico
al
que
se
llega
no
es
una
representación
de
este
tipo:
la
programación
de
un
itinerario
no
se
confunde
con
la
consulta
a
un
mapa
aún
si
las
dos
operaciones
están
una
detrás
de
la
otra.
De
la
misma
manera
la
representación
producida
al
término
de
una
tarea
de
análisis
aparece
como
la
relación
entre
muchas
informaciones
o
muchas
representaciones
previas
relativas
a
hechos
presentes
o
pasados.
Supone,
lo
hemos
visto,
un
trabajo
explícito
de
transformación
de
representaciones.
Las
tareas
de
elaboración
de
proyecto
implican
igualmente
con
frecuencia
momentos
explícitos
de
análisis:
análisis
de
relación
entre
elementos
de
la
situación
anterior,
análisis
de
las
relaciones
entre
recursos
disponibles,
etc.
Como
lo
explica
A.
Weill-‐Fassina30,
“parece
que
en
situación
de
trabajo
es
tan
importante
saber
a
qué
atribuir
la
modificación
de
un
signo,
su
significación,
como
reconocer
la
existencia
de
esa
modificación”.
El
resultado
específico
al
que
llegan
no
es
sin
embargo
una
representación
de
este
tipo.
Identificación
y
análisis
de
situación
no
tienen
que
ver
con
los
componentes
de
la
acción
llevada
a
cabo
sino
con
los
componentes
susceptibles
de
tener
que
ver
con
la
puesta
en
práctica
de
la
acción.
Desde
este
punto
de
vista
se
distinguen
de
las
operaciones
de
seguimiento
y
control
o
de
las
operaciones
de
análisis
de
funcionamiento
que
hemos
abordado
en
algunos
trabajos
precedentes31,
que
tienen
el
mismo
estatuto
epistemológico
y
funcional
pero
que
tienen
que
ver
con
los
componentes
de
la
realización
de
la
acción
y
que
se
sitúan
en
los
comienzos
de
las
tareas
de
evaluación.
Ambos
se
sitúan
en
referencia
a
acontecimientos
presentes
o
pasados,
aún
si
estos
hechos
son
el
objeto
de
una
elección
o
de
una
deformación
“funcional”32,
lo
que
se
puede
representar
de
la
siguiente
manera:
Cuadro
4
Operaciones
que
se
sitúan
en
referencia
a
los
hechos
y
que
tienen
lugar
en
ocasión
del
proceso
de
conducción
de
las
acciones
Objeto
al
que
se
refieren
Realidades
susceptibles
de
se
Realidades
que
consideradas
como
componen
la
acción
componentes
de
la
acción
a
acontecida
Operaciones
llevar
a
cabo
30
Image
opérative
ou
représentation
fonctionnelle,
II
:
Intérêt
pour
la
conception
et
l’utilisation
d’intermédiaires
graphiques.
En
:
L’image
opérative,
op.
cit.
p.
71
31
Cf.
L’évaluation
en
formation,
op.
cit.
p.
30-‐31
32
Se
puede
hablar,
desde
este
punto
de
vista,
de
representación
‘finalizada’.
Cf.
infra,
p.
202
14
Establecimiento
de
los
hechos
Identificación
de
la
situación
Seguimiento,
control
Establecimiento
de
las
Análisis
de
Análisis
de
situación
relaciones
entre
los
hechos
funcionamiento
Tareas
de
las
cuales
éstos
Tareas
de
determinación
de
constituyen
su
punto
de
objetivos
y
de
elaboración
de
Tareas
de
evaluación
partida
proyecto
“El
hombre
se
revela
como
un
animal
con
memoria
y
proyecto”,
A.
Lichnerowicz
Presentaremos
la
hipótesis
de
que
existe
una
relación
genética
entre
representaciones
relativas
a
los
hechos,
o
imágenes
que
se
sitúan
en
referencia
a
lo
real
pasado
o
presente,
y
las
representaciones
relativas
a
los
posibles,
o
imágenes
anticipadoras.
La
existencia
de
representaciones
anticipadoras
supone
en
efecto
la
existencia
de
representaciones
sobre
experiencias
pasadas
o
presentes…
En
efecto,
gracias
a
la
memoria
podemos
reconstruir
la
sucesión
de
los
cambios
vividos
y
anticipar
los
cambios
por
venir.
La
anticipación
implica
una
opción
de
retroceso
con
respecto
al
pasado.
Piaget
e
Inhelder
sitúan
por
otra
parte
la
aparición
de
imágenes
reproductivas
en
el
niño
desde
el
nivel
preoperatorio
y
aún
desde
la
aparición
de
la
función
simbólica
(un
año
y
medio
–
dos
años)
en
tanto
las
imágenes
anticipadoras
no
se
desarrollan
sino
a
partir
de
las
operaciones
concretas.
La
existencia
de
esa
relación
genética
entre
representaciones
anticipadoras
y
representaciones
relativas
a
los
hechos
es
evidentemente
una
hipótesis
en
extremo
preciosa
para
dar
cuenta
de
los
componentes
involucrados
en
la
elaboración
de
proyecto
que
estudiaremos
más
adelante
(Capítulo
3).
No
es
por
azar
en
efecto,
que
hemos
hablado
anteriormente
de
representación
de
una
transformación
posible
de
lo
real
para
caracterizar
al
proyecto.
Esto
significa
en
efecto
que
para
definir
una
representación
de
lo
posible
probablemente
hay
que
partir
de
una
representación
de
lo
real
existente…
Queda
para
definir
lo
que
es
necesario,
y
reunirlo.
B)
Con
efecto
operatorio
La
definición
del
proceso
de
planificación
dada
desde
comienzos
de
los
años
60
por
Dror33
es
desde
este
punto
de
vista
particularmente
explícita
en
tanto
habla
de
un
“proceso
que
consiste
en
preparar
u
conjunto
de
decisiones
en
vistas
de
actuar
ulteriormente
para
alcanzar
unos
ciertos
objetivos.”
El
proyecto
no
es
una
simple
representación
del
futuro,
del
porvenir,
de
lo
posible,
una
“idea”,
es
un
futuro
“a
realizar”,
un
porvenir
a
concretar,
un
posible
a
transformar
en
real,
una
idea
a
transformar
en
acto.
“Con
el
proyecto,
escribe
J.P.
Boutinet34,
no
estamos
hablando
de
una
anticipación
cualquiera.
Es
una
anticipación
que
uno
desea
realizar
por
sí
mismo.
El
proyecto
implica
un
actor
que
se
planta
como
actor
de
lo
que
trata
de
realizar”,
y
el
mismo
autor
dice
más
adelante:
“Al
mismo
tiempo
que
habla,
el
proyecto
también
hace
algo.
Constituye
una
imposición
frente
a
la
realidad
que
trata
de
modificar
(…),
el
proyecto
compromete
al
porvenir.
Lo
hace
a
través
de
la
relación
nueva
que
entabla
entre
el
actor
y
su
entorno,
una
relación
que
se
transforma
en
acción.
Hacerse
un
proyecto
es
desde
ya
tratar
de
cumplirlo:
es
esto
lo
que
le
concede
su
carácter
pragmático.”
33
The
planning
process,
International
Review
of
administrative
sciences,
Bruselas,
vol
29,
p.
51
34
Le
concept
de
projet
et
ses
niveaux
d’appréhension,
Éducation
permanente,
1986,
n`
86,
p.
6,
después
p.
8
15
A
decir
verdad,
como
ya
lo
hemos
visto,
el
proyecto
no
se
trata
propiamente
de
hablar,
no
está
siempre
operando,
dado
que
muchos
proyectos
se
quedan
en
eso,
en
ser
proyectos.
‘Decir’
no
equivale
siempre
a
‘hacer’,
sino
por
el
contrario,
‘el
decir
prepara
el
hacer’.
El
proyecto
constituye
ciertamente
un
modo
de
representación
más
cercano
de
la
realización
de
una
acción,
en
tanto
provee
al
que
actúa
y
con
anticipación
una
imagen
de
su
resultado
y
de
la
estructura
inédita
de
las
operaciones
susceptible
de
permitirle
obtener
ese
resultado.
En
el
caso
de
una
acción
colectiva,
que
implique
la
intervención
de
múltiples
actores,35
es
el
proyecto
el
que
suministra
una
representación
común
que
permite
la
realización
coordinada
de
las
operaciones
de
ejecución.
De
todas
las
representaciones,
el
proyecto
es
ciertamente
la
que
tiene
la
incidencia
más
inmediata
sobre
la
transformación
de
lo
real.
Por
esta
razón,
y
para
manifestar
este
estatuto
particular,
diremos
que
esta
representación
que
es
una
representación
con
efectos
operatorios.
Esta
noción
abarca
también
la
de
‘imagen
efectriz’36
utilizada
por
D.
Ochanine
para
designar
las
imágenes
directamente
preparatorias
de
las
opciones
y
de
las
acciones
finalizadas.
Algunos
autores37
hablan
de
representaciones-‐
conductas,
lo
que
puede
ser
una
designación
cómoda,
en
tanto
el
término
operativo
fue
utilizado
por
D.
Ochanine
más
bien
para
designar
las
imágenes
orientadas
de
lo
real
previas
a
estas
representaciones.38
En
estas
relaciones,
la
tarea
de
planificación
se
distingue
aún
de
las
tareas
de
previsión,
de
prospectiva
o
de
conjetura39
con
las
cuales
a
menudo
se
confunde.
Estas
tareas
dan
lugar
en
efecto
a
representaciones
anticipadoras,
pero
que
no
son
en
realidad
relativas
a
un
futuro
a
realizar.
Simplemente
tienen
que
ver
con
acontecimientos
susceptibles
de
tener
lugar,
lo
que
por
otra
parte
implica
como
ya
lo
hemos
visto,
una
experiencia
del
pasado.
No
se
trata
de
representaciones
finalizantes.
Como
en
el
caso
de
la
identificación
y
del
análisis,
la
previsión
o
la
prospectiva
constituyen
a
menudo
un
momento
explícito
de
la
tarea
de
elaboración
de
proyecto.
No
se
confunde
sin
embargo
con
ella,
salvo
un
abuso
de
lenguaje,
como
en
el
caso
de
la
‘planificación
indicativa’
que
no
desemboca
como
sabemos
en
un
proyecto,
sino
en
una
previsión
relativa
a
las
evoluciones
posibles
de
lo
real
susceptibles
de
ser
tomadas
en
cuenta
en
la
elaboración
de
estrategias
de
los
actores,
pero
que
no
las
sustituyen.
Aún
en
ese
caso
nos
podemos
preguntar
si
la
previsión,
aún
cuando
no
constituye
un
momento
explícito
de
la
tarea
de
elaboración
de
proyecto,
no
constituye
al
menos
un
punto
de
pasaje
obligado
en
su
génesis.
Tendremos
ocasión
de
volver
sobre
este
punto.
C)
Con
efecto
movilizador
de
la
actividad
de
los
actores
implicados
Se
trata
de
un
dato
bien
conocido
de
los
promotores
de
la
tarea
de
proyecto:
la
explicitación
de
un
proyecto
presenta,
en
el
plano
afectivo,
efectos
dinamizantes
sobre
el
desencadenamiento
de
secuencias
de
actividad
de
las
cuales
el
proyecto
constituye
una
imagen.
Estos
efectos,
y
su
diferencia
con
el
deseo-‐origen
del
proyecto
son
particularmente
destacados
por
A.L.Hotellier40
cuando
señala
que:
“Un
proyecto
‘potente’
encuentra
su
origen
en
la
motivación
de
su
persona.
Pero
ni
el
impulso
ni
el
deseo
realizan
un
proyecto.
El
proyecto
supone
la
visión
de
la
relación
‘finalidad-‐objetivo-‐fin
(but)’,
fundada
sobre
la
relación
‘deseo-‐
35
Como
es
el
caso
de
la
mayor
parte
de
los
proyectos
industriales.
36
Ochanine-‐Kozlov,
L’image
opérative
effectrice,
Questions
de
psychologie,
nº
3,
Moscou,
1971,
citado
en:
L’image
opérative,
op.
cit,
supra.
37
R.
Martin,
Représentations
et
professions,
en
Les
savoirs
dans
les
pratiques
quotidiennes,
Recherche
sur
les
re-‐
présentations,
(bajo
la
dirección
de
Cl.
Belisle
y
B.
Schiele),
op.
cit.
38
Que
llamamos,
en
lo
que
nos
concierne,
representaciones
finalizadas.
Cf.
infra.
39
Ver
particularmente,
M.
Godet,
Prospective
et
planification
stratégique,
Paris,
Económica,
1985
40
Le
travail
méthodique
de
projet.
Education
Permanente,
n`
86,
1986,
p.
69
16
necesidad-‐valor’,
mediatizada
por
la
relación
‘recursos-‐imposiciones-‐gestión’.”
Pero
si
esta
motivación
es
trabajada
por
e
imaginario
(…)
sin
imágenes
fuertes,
estimulantes,
el
proyecto
corre
el
riesgo
de
no
sostenerse
(…)
nuestras
imágenes
son
una
fuerza.
Ningún
cambio
sin
este
trabajo
de
nuestras
representaciones.”
La
conciencia
de
estos
efectos
afectivos
constituye
probablemente
uno
de
los
fundamentos
más
seguros
de
la
‘pedagogía
del
proyecto:
que
en
efecto
se
apoya
sobre
el
reconocimiento
de
deseos
previos
en
el
aprendiz,
y
tiene
por
función
desencadenar
en
él
un
proceso
de
dinamización
de
diferentes
formas
de
actividad.
Esto
es
cierto
tanto
a
nivel
de
un
proyecto
que
implique
múltiples
actores
como
a
nivel
de
un
proyecto
individual.
Así
pues
es
igualmente
uno
de
los
fundamentos
de
la
generalización
de
la
tarea
de
proyecto
como
modo
de
organización
del
trabajo.
Como
lo
explica
A.
de
Peretti41:
“El
proyecto
vehicula
una
noción
de
movilización
de
seres
y
de
cosas
(…)
en
el
corazón
del
proyecto
está
la
noción
de
transformación
de
la
energía:
la
energía
se
manifiesta
en
actualización
en
el
momento
en
que
potencializa
otra
energía,
y
recíprocamente.”
Actividad
por
el
deseo,
activador
él
mismo
de
motivaciones,
el
proyecto
parece
pues
funcionar
en
el
marco
de
un
proceso
iterativo
y
cíclico
que
parece
tener
la
naturaleza
de
explicar
un
cierto
número
de
comprobaciones
sociológicas
que
se
pueden
hacer
acerca
de
las
tareas
concretas
del
proyecto
(importancia
de
la
‘dimensión’
histórica,
carácter
diferenciador
y
eventualmente
promocional
de
tareas
de
proyecto,
particularmente
para
los
que
se
comprometen
en
ellos).
Sea
lo
que
sea,
al
final
de
esta
exploración
del
estatuto
del
proyecto
en
tanto
que
anticipación,
podemos
presentar
en
el
seno
de
estas
tareas
de
conducción
de
una
acción
una
distinción
entre
tareas
anticipadoras
centradas
sobre
la
acción
a
llevar
a
cabo
y
tareas
retrospectivas
centradas
en
la
acción
llevada
a
cabo
que
se
podría
presentar
de
la
siguiente
manera:
Cuadro
5
Realidades
tenidas
en
cuenta
y
efectos
presentados
respectivamente
por
las
tareas
anticipadoras
y
las
tareas
retrospectivas
de
las
que
da
cuenta
el
proceso
de
conducción
de
una
acción.
Tareas
anticipadoras
centradas
Tareas
retrospectivas
sobre
la
acción
que
ha
de
tener
centradas
sobre
la
acción
lugar
acontecida
Ejemplos
de
Objetivos
Evaluaciones
representaciones
que
dan
Fines
(buts)
Juicios
de
valor
cuenta
del
proceso
de
Finalidades
Balances
conducción
de
una
acción
Necesidades
Proyectos
Planes
Realidades
tenidas
en
Realidades
susceptibles
de
Realidades
que
figuran
como
cuenta
figurar
como
componentes
de
la
componentes
de
la
acción
(Ver
Cuadro
4
–
proceso
acción
a
acontecer
acontecida
operatorio)
Ejemplos
de
efectos
Efectos
de
dinamización,
de
Efectos
que
se
sitúan
en
el
comprobados
movilización
de
la
actividad
registro
de
la
producción
de
satisfacción42
41
Réflexion
sur
une
idée
de
projet,
Séminaire
de
Souillac
(dirección
de
colegios).
Documento
interno,
1982
42
Cf.
L’évaluation
en
formation,
op.
cit.
p.
273-‐4
17
(proceso
afectivo
4.
Esta
representación
supone
la
existencia
de
una
imagen
anticipadora
de
estado
Hemos
llegado
pues
a
la
distinción
que
tiene
la
mayor
importancia
en
formación,
y
por
lo
tanto,
mayor
incidencia
para
nuestro
propósito.
A)
Diferencias
entre
proyecto
de
estado
(objetivo)
y
proyecto
de
acción
Por
lo
común
se
utiliza,
en
efecto,
la
misma
noción
de
proyecto
(o
de
plan)
para
designar
dos
tipos
de
anticipaciones.
1.
Las
representaciones
relativas
al
estado
final
del
objeto,
de
la
identidad,
de
la
situación
que
uno
trata
de
transformar
o
de
modificar
Es
de
esta
manera
que,
por
ejemplo,
Jean
Vial43
define
el
proyecto
como
‘la
idea
que
uno
se
hace
un
objeto
a
crear,
de
un
resultado
a
obtener’.
El
término
de
proyecto
está
de
esta
manera
utilizado
como
sinónimo
de
objetivo
o
de
fin
a
alcanzar.
Se
trata
ciertamente
de
una
anticipación,
pero
es
una
anticipación
relativa
a
un
estado,
al
estado
de
la
realidad
transformada
a
partir
de
la
acción
de
transformación.
Es
por
lo
tanto
una
anticipación
relativamente
estática.
J.M.
Hoc
habla
aún
de
planes
declarativos.44
En
formación,
y
más
generalmente
en
todas
las
acciones
de
transformación
de
las
indentidades
individuales
y
colectivas,
este
uso
es
particularmente
frecuente.
Se
observa
en
particular
en
todas
las
situaciones
en
las
cuales
un
actor
social
está
implicado
en
la
definición
de
sus
propios
objetivos
de
transformación,
situaciones
que
tienden
precisamente
a
desarrollarse
con
la
generalización
de
la
tarea
de
proyecto
como
nuevo
modo
de
organización
del
trabajo
y
su
extensión
a
la
formación
y
a
las
acciones
de
socialización,
como
lo
veremos
en
el
próximo
capítulo.
Este
es
particularmente
el
caso
de
un
buen
número
de
acciones
de
formación
destinadas
a
los
jóvenes
‘salidos
del
sistema
educativo
sin
calificación’
o
a
adultos
desocupados,
en
cuyo
caso
se
plantean
unas
ciertas
acciones
en
vistas
a
favorecer
en
ellos
la
emergencia
de
objetivos
de
evolución
personal
que
no
necesariamente
existen
al
comienzo
y
sin
los
cuales
se
estima
que
no
se
los
podrá
comprometer
en
un
nuevo
proceso
de
formación.
Estas
acciones
se
desarrollan,
en
especial
en
la
actualidad
bajo
la
forma
de
prácticas
de
balance,
de
identificación
de
lo
adquirido
o
aún
de
historia
de
vida.
Se
fundan
generalmente
en
una
reapropiación
de
su
propia
identidad
a
través
de
una
reapropiación
de
su
propia
historia,
siendo
esta
reapropiación
de
si
juzgada
como
algo
previo
a
la
aparición
de
un
proyecto
de
sí.
Es
lo
mismo
para
el
caso
de
situaciones
más
complejas
que
implican
actores
colectivos,
como
una
empresa
o
un
establecimiento
educativo.
No
es
por
casualidad,
en
efecto,
que
en
los
discursos
de
empresa
los
temas
del
proyecto
y
de
la
cultura
están
a
menudo
ligados,
y
que
los
proyectos
de
empresa
están
a
menudo
fundados
sobre
una
búsqueda
de
identidad
o
de
cultura
de
esa
empresa.
El
proyecto
de
empresa
define
‘en
grandes
trazos
la
visión
que
la
empresa
tiene
de
su
porvenir’45
y
de
hecho
funciona
antes
que
nada
más
como
un
proyecto
de
identidad
futura
que
como
un
proyecto
relativo
a
una
acción
de
transformación
de
realidades
que
esta
empresa
ha
de
conocer.
Es,
por
otra
parte
reconocido
por
sus
promotores
como
algo
bien
diferente
por
ejemplo
de
un
proyecto
de
inversión,
un
proyecto
comercial,
in
proyecto
de
43
J.
Vial,
citado
en
Vocabulaire
de
l’éducation,
bajo
la
dirección
de
G.
Mialaret.
PUF,
1979,
p.
365
44
Le
rôle
organisateur
de
la
planification
dans
la
résolution
de
problèmes,
en
Journal
de
psychologie,
nº
4,
set,
1982,
p.
412
45
Ch.
Beullac
y
B.
Malcor,
Politique
industrielle,
otoño
85,
p.
176
18
producción,
un
plan
de
empresa,
que
tienen
otro
tipo
de
funciones.
Lo
mismo
se
puede
decir
de
muchos
establecimientos
educativos
que
funcionan
a
menudo
mucho
más
como
proyectos
de
identidad
(y
por
lo
tanto
de
diferenciación)
de
esos
establecimientos
que
como
proyectos
relativos
a
las
acciones
de
transformación
de
las
realidades
(particularmente
de
las
poblaciones
escolares)
que
suponen
esos
establecimientos.
Como
vemos
en
todas
estas
situaciones,
el
término
proyecto
está
utilizado
como
sinónimo
de
objetivo
final
para
las
acciones
de
transformación
de
lo
real,
para
lo
cual
presentan,
es
cierto,
un
carácter
poco
específico.
Es
más
que
nada
relativo
a
un
estado
final
visualizado
al
final
de
un
proceso
de
transformación,
y
no
tanto
al
proceso
en
sí
mismo.
Para
designar
por
lo
tanto
las
prácticas
consideradas
en
este
tipo
de
situaciones,
convendremos
en
el
uso
de
la
siguiente
terminología:
-‐
Primeramente
hablaremos
generalmente
de
objetivos
finales46
cada
vez
que
nos
encontremos
en
presencia
de
representaciones
anticipados
del
estado
final
de
una
realidad
al
final
de
la
acción
de
transformación
que
implica,
cualquiera
sea
la
naturaleza
de
esa
realidad.
-‐Luego,
hablaremos
más
precisamente
de
objetivos
de
evolución,
cada
vez
que
estas
representaciones
anticipadores
sean
relativas
a
un
nuevo
estado
de
la
personalidad
de
un
individuo
o
de
un
grupo,
y
por
lo
tanto
cada
vez
que
esta
acción
de
transformación
sea
una
acción
de
transformación
de
identidad,
lo
que
evidentemente
es
algo
frecuente
en
el
mundo
de
la
formación.
Desde
este
punto
de
vista
los
objetivos
de
evolución
se
oponen
a
los
objetivos
de
producción,
relativos
a
un
nuevo
estado
de
realidades
externas
a
los
actores
sociales
y
sobre
los
cuales
intentan
precisamente
actuar.
Acciones
de
evolución
y
acciones
de
producción
interactúan
evidentemente
mucho,
pero
no
se
confunden.
-‐Hablaremos
de
proyectos
de
estado,
de
proyectos
de
identidad
o
aún
de
proyectos
de
sí
cada
vez
que
los
actores
portadores
de
la
identidad
a
la
cual
apunta
una
acción
de
transformación
juegan
un
rol
directo
en
la
definición
de
los
objetivos
finales
de
esta
acción,
y
por
lo
tanto
los
objetivos
de
evolución
implicados.
Esta
situación
tiende
a
desarrollarse.
2.
Las
representaciones
relativas
al
proceso
que
permite
llegar
a
ese
estado
final
“Si,
en
el
siglo
XVII,
el
proyecto
es
simplemente
una
idea
de
acción,
rápidamente
en
el
curso
del
siglo
XVIII,
la
palabra
toma
también
el
sentido
de
plan
que
apunta
a
la
realización
de
esta
idea”.
(A.
Lichnerowicz.
Seminario
en
el
Collège
de
France)
El
proyecto
es
entonces
definido
como
la
combinación
de
los
medios
que
permiten
alcanzar
el
objetivo
final
fijado.
Es
utilizado
como
sinónimo
de
procedimiento
a
utilizar,
de
proceso
a
poner
en
práctica,
de
secuencia
de
actividades
a
realizar.
Se
habla
aún
de
programa
de
acción,
de
planes
de
acción
o
de
planes
procedimentales.47
Se
trata
de
una
anticipación,
pero
esta
presenta
un
carácter
dinámica
en
tanto
menos
relativa
a
un
estado
que
a
un
proceso.
La
mayoría
de
las
definiciones
del
proceso
de
planificación
o
de
las
nociones
de
proyecto
o
de
plan,
son
relativas
a
este
tipo
de
representaciones:
según
las
casos,
es
cuestión
de
una
cadena
de
acciones
que
permiten
alcanzar
una
fin,
de
combinación
articulada
de
objetivos
y
de
medios,
de
representación
de
la
manera
de
producir
un
objetivo,
etc.
En
todos
los
casos,
como
46
o
de
objetos-‐fines
47
J.M.
Hoc.
op.
cit,
supra,
ibid.
19
lo
señala
L.
Not48
a
propósito
de
la
noción
de
proyecto,
‘el
término
designa
no
solamente
lo
que
uno
se
propone
hacer
–lo
que
corresponde
a
la
noción
de
fin–
sino
lo
que
uno
hará
para
alcanzar
ese
fin.”
En
formación
y
más
generalmente
en
las
acciones
de
socialización,
es
a
esta
segunda
acepción
del
término
que
en
realidad
hace
referencia
cada
vez
que
la
terminología
de
la
planificación
es
asociada
no
solamente
a
la
designación
de
un
actor,
como
anteriormente,
sino
a
la
designación
de
un
campo
de
actividad.
Es
particularmente
el
caso
de
los
proyectos
pedagógicos,
de
los
proyectos
de
acción
educativa,
de
los
proyectos
de
formación,
de
los
planes
de
formación,
etc.
En
un
glosario49
establecido
por
L.
Not
y
M.
Bru
a
partir
de
textos
oficiales,
los
proyectos
de
acción
educativa
(PAE)
son
por
ejemplo
definidos
como
‘actividades
a
realizar
en
una
clase
o
un
grupo
de
clases,
actividades
que
uno
desea
ajustar
a
las
necesidades
escolares
y
extra
escolares
de
los
alumnos.’
Hoy
en
día,
asistimos
a
un
movimiento
de
desarrollo
de
proyectos
entendidos
de
esta
manera,
como
explicitación
del
conjunto
de
los
medios
susceptibles
de
permitir
alcanzar
un
fin.
En
todas
estas
situaciones
en
las
cuales
nos
encontramos
en
presencia
de
representaciones
que
no
son
solamente
relativas
al
estado
final
de
la
realidad
que
se
busca
transformar,
sino
al
conjunto
de
procesos
susceptible
de
permitir
alcanzar
este
estado,
hablaremos
de
un
proyecto
de
acción.
Para
precisar
mejor
la
diferencia
entre
proyecto
de
acción
tal
como
acabamos
de
definirlo
y
proyecto
de
estado
o
de
identidad,
como
lo
hicimos
anteriormente,
utilizaremos
el
siguiente
cuadro
que
completa
y
precisa
los
cuadros
anteriores.
Cuadro
6
Diferenciación
de
las
representaciones
anticipadoras
en
el
seno
del
proceso
de
conducción
de
las
acciones
Representaciones
anticipadoras
centradas
en
la
acción
‘a
llevar
a
cabo’
Anticipaciones
del
estado
final
o
término
de
la
Anticipaciones
del
procesos
que
permite
acción
de
transformación
llegar
a
este
estado
final
Fines
Plan
Finalidades
Programa
Objetivos
finales
Planificación
‘Fines
operativos’
Proyecto
de
acción
Objetivos
de
evolución
Proyecto
de
actividad
Proyecto
de
estado
Proyecto
relativo
a
una
acción
Proyecto
de
identidad
Proyecto
relativo
a
un
actor
B)
Estrecha
relación
entre
estos
dos
tipos
de
anticipaciones
Como
ya
lo
hemos
anotado,
la
definición
que
acabamos
de
dar
de
un
proyecto
de
acción
engloba
de
hecho
una
imagen
del
resultado
al
cual
es
susceptible
de
llegar
mediante
el
proceso
anticipado.
Dicho
de
otra
forma,
la
determinación
de
objetivos
finales,
si
no
es
en
48
Le
projet
éducatif:
fins,
buts
et
objectifs,
en
:
Une
science
spécifique
pour
l’éducation,
bajo
la
dirección
de
L.
Not,
Université
de
Toulouse
Le
Mirail,
Service
de
publications,
1984,
p.
191
49
Où
va
la
pédagogie
du
projet,
op.
cit,
p.
283
20
todos
los
casos
un
requisito
previo
temporal,
constituye
de
hecho
un
punto
de
pasaje
obligado
para
la
elaboración
de
proyectos
de
acción.
En
todos
los
casos,
en
efecto,
y
son
muchos,
en
la
enseñanza
y
en
la
formación,
en
los
cuales
se
comprueba
una
anticipación
de
un
conjunto
de
actividades
sin
anticipación
del
resultado
al
cual
se
entiende
que
han
de
llegar,
no
hay
exactamente
plantificación
propiamente
dicha
sino
programación.
Sabemos
que
esta
situación
es
la
más
frecuente.
E.
Charlier,
por
ejemplo,
ha
podido
mostrar
que
los
enseñantes
anticipan
el
desarrollo
se
sus
propias
actividades.50
Inversamente,
en
todos
los
casos,
y
son
igualmente
numerosos,
en
los
que
se
comprueba
una
anticipación
de
una
transformación
de
lo
real
sin
anticipación
del
proceso
que
permitirá
alcanzar
esa
transformación,
no
hay
determinación
de
un
objetivo
de
acción
propiamente
dicho,
sino
una
declaración
de
una
intención
que
corre
fuertemente
el
riesgo
de
no
ser
concretada.
Se
puede
pues
considerar
que
existe
una
relación
de
implicación
entre
los
dos
tiempos
de
representaciones.
Esta
relación
da
una
anterioridad
teórica
a
la
determinación
de
los
objetivos
finales
en
relación
a
la
planificación,
pero
esta
anterioridad
teórica
no
es
siempre
una
anterioridad
temporal
Como
lo
nota
J.M.
Hoc51,
los
planes
revelan
tener
‘orígenes
muy
diversos’.
Mientras
que
los
planes
procedimentales
provienen
de
planes
declarativos
(declaración
de
finalidad),
tanto
a
la
inversa
(transferencia
procedimental
que
estructura
los
objetos
tratados).’
C)
Condiciones
de
elaboración
diferentes
Ya
tendremos
oportunidad
de
volver
sobre
esta
importante
cuestión
en
ocasión
del
estudio
del
funcionamiento
del
proceso
de
planificación.
Entre
tanto,
vayamos
notando,
sugestivamente:
-‐
en
cuanto
a
los
materiales
factuales
recogidos:52
Las
prácticas
de
determinación
de
objetivos
privilegian
la
recogida
(y
eventualmente
el
análisis)
de
información
relativa
al
estado
de
partida
del
objeto,
de
la
situación
o
de
la
realidad
que
se
trata
de
transformar.
En
el
caso
de
la
formación,
este
estado
de
partida
es
un
perfil
de
partida
tal
como
se
constituye
(y
que
puede
identificarse)
a
través
de
la
historia
anterior
del
formado
potencial,
las
situaciones
que
conoció
o
que
conoce,
sus
actividades
y
experiencias
pasadas
o
presentes.
Las
prácticas
de
planificación
privilegian,
por
el
contrario,
la
recogida
(y
eventualmente
el
análisis)
de
informaciones
que
digan
algo
sobre
el
tipo
de
medios,
de
recursos
susceptibles
de
ser
puestos
en
práctica
en
una
acción.
En
el
caso
de
la
formación,
estos
medios
son,
esencialmente,
actividades
potenciales
de
los
formadores
y
de
los
formados.
-‐en
cuanto
al
rol
de
los
actores:
Las
prácticas
de
determinación
de
objetivos
tienden
a
dar
un
rol
privilegiado
a
los
actores
directamente
implicados
por
la
realidad
de
partida
y
por
el
resultado
de
la
acción
de
transformación.
Es
esto
lo
que
explica
particularmente
que
en
las
relaciones
entre
maître
d’ouvrage
y
maître
d’oeuvre.
El
maître
d’ouvrage
tiene
un
lugar
fundamental
en
el
procesos
de
50
Étude
des
décisions
pedagogiques
prises
par
les
enseignants
lors
de
la
planification,
tesis
de
doctorado,
año
1986-‐
87,
Université
de
Liège.
Facultés
Universitaires
de
Namur
51
Le
rôle
organisateur
de
la
planification
dans
la
résolution
de
problème,
en
:
Journal
de
Psychologie,
op.
cit,
p.
426
52
Cf.
supra.
p.
58-‐59
[el
proyecto
es
una
anticipación]
21
determinación
de
los
objetivos
finales,
es
decir,
diferentes
tipos
de
poder
político,
económico
y
organizacional
en
sus
relaciones
con
los
actores
y
las
estructuras
de
concepción
de
un
proyecto.
Es
esto
lo
que
igualmente
explica
la
variedad
de
actores
que,
en
formación,
son
susceptibles
de
participar
en
los
procesos
de
determinación
de
objetivos.
Como
lo
anota
Michel
Dubois,53
‘una
y
otra
(definición
del
programa)
plantean,
en
los
orígenes
de
la
formación,
la
identificación
de
un
resultado
al
cual
se
desearía
llegar,
la
determinación
de
objetivos
que
se
ha
elegido
alcanzar.
Bajo
esta
denominación
‘se’
todos,
los
que
mandan
y
los
que
demandan,
los
formadores
y
los
educandos,
los
institutores
y
los
instituidos
danzan
su
ballet…’.
Más
allá
de
los
demandantes
institucionales,
los
mismos
formados
están
en
efecto
directamente
interesados
por
el
uso
del
resultado
de
la
acción
de
formación
en
tanto
se
trata
de
sus
propias
capacidades
y
que,
por
otra
parte,
son
probablemente
los
que
están
en
una
mejor
posición
para
hacer
posible
una
recogida
de
información
sobre
su
perfil
de
partida.
Las
prácticas
de
planificación
tienden
por
el
contrario
a
privilegiar
el
rol
de
los
actores
directamente
implicados
por
el
conocimiento
de
los
medios
susceptibles
de
ser
puestos
en
práctica.
Esto
explica,
por
el
contrario,
el
lugar
privilegiado
del
maître
d’oeuvre,
en
los
procesos
de
planificación
y
de
una
manera
más
general
de
los
‘profesionales’
en
relación
a
las
‘políticas’.
No
hay
sin
embargo
que
descuidar
el
poder
implícito
de
estos
profesionales
en
la
determinación
de
los
objetivos
finales,
precisamente
por
la
razón
que
anotáramos
anteriormente.
La
determinación
de
los
objetivos
finales
no
es
siempre
temporalmente
anterior,
puede
efectuarse
a
posteriori
a
través
de
previsión
de
medios.
Es
esto
lo
que
permite
comprender
particularmente
que
muchas
opciones
políticas
puedan
ser
hechas
por
profesionales
y
que
se
les
permita
presentar
sus
opciones
como
‘obligadas’.
-‐en
cuanto
a
los
resultados:
Las
prácticas
de
determinación
de
objetivos
se
caracterizan
por
una
distancia
relativa
de
las
anticipaciones
producidas,
precisamente
llamadas
objetivos
finales,
por
esta
razón.
Inversamente,
las
prácticas
de
pranificación,
en
la
medida
en
que
tienen
que
ver
con
el
proceso
de
pasaje
de
un
estado
a
otro,
producen
por
el
contrario
anticipaciones
inmediatamente
susceptibles
de
ser
puestas
en
práctica,
las
cuales
se
piensa
que
integras
imposiciones
y
obstáculos.
Podemos
sintetizar
esto
de
la
siguiente
manera:
Cuadro
7
Puntos
de
diferenciación
entre
tareas
de
determinación
de
objetivos
finales
y
tareas
de
planificación
Tareas
de
determinación
de
Tareas
de
planificación
los
objetivos
finales
Informaciones
acerca
de
los
medios
Informaciones
acerca
de
la
Materiales
factuales
susceptibles
de
ser
puestos
en
situación
de
partida
de
la
privilegiados
en
la
tarea
práctica
en
la
acción
de
realidad
a
transformar
transformación
Rol
privilegiado
de
los
actores
Rol
privilegiado
de
los
actores
interesados
por
el
conocimiento
de
interesados
por
la
situación
Rol
de
los
actores
los
medios
susceptibles
de
ser
puestos
de
partida
y
el
resultado
de
la
en
práctica
en
la
acción
de
acción
de
transformación
transformación
53
Les
programmes
de
formation
et
leurs
effets
non
prévus,
Pur,
nº
42,
1975,
p.
47
22
Distancia
relativa
de
las
Carácter
inmediatamente
aplicable
de
Carácter
de
sus
resultados
representaciones
producidas
las
representaciones
producidas.
D)
Esta
investigación
se
refiere
específicamente
a
los
proyectos
de
acción
Sin
desconocer
los
vínculos
que
acabamos
de
mencionar
entre
objetivos
finales
y
proyectos
de
acción,
nos
dedicaremos
especialmente
al
estudio
de
estos
últimos.
Esto,
por
cuatro
razones
principales:
-‐Es
a
la
elaboración
de
proyectos
de
acción
y
no
de
proyectos
de
estado
o
de
identidad
que
corresponden
las
prácticas
de
planificación.
-‐Sostenemos
la
hipótesis
de
que
la
coyuntura
histórica
actual
es
particularmente
favorable
a
la
explicitación
de
las
tareas
de
elaboración
de
proyectos
de
acción.
-‐Por
el
contrario,
la
investigación
en
formación
parece
mucho
más
desprovista
para
abordar
las
prácticas
de
planificación
que
para
abordar
las
prácticas
de
determinación
de
objetivos
que
han
sido
ya
objeto
de
numerosos
trabajos.
-‐Finalmente,
comprometidos
nosotros
mismos
en
un
programa
de
investigación
centrado
en
el
conocimiento
del
proceso
de
conducción
de
la
formación,
ya
hemos
tenido
la
oportunidad
de
abordar
las
prácticas
de
determinación
de
objetivos
finales
a
través
de
nuestro
trabajo
sobre
el
análisis
de
las
necesidades
y
sobre
la
demanda
de
formación,
así
como
las
prácticas
de
evaluación.
Nos
ha
parecido
más
pertinente
completar
estos
trabajos
por
medio
de
un
mejor
conocimiento
de
las
prácticas
de
planificación
propiamente
dichas.
5.
Esta
representación
aparece
como
la
imagen
anticipadora
del
proceso
que
conduce
ese
estado
En
efecto,
si
más
allá
de
la
variedad
de
formas
concretas
que
toman
los
proyectos
de
acción
buscamos
destacar
aquello
que
pueda
aparecer
como
las
características
constantes
de
su
contenido,
las
cuales
no
se
manifiestan
particularmente
en
el
caso
de
la
esquematización
maximal
de
estos
proyectos
(en
especial
la
formalización
bajo
forma
de
gráficos),
nos
vemos
obligados
a
destacar
en
particular
tres
constituyentes
obligadas
de
un
proyecto:
A)
Una
definición
de
las
operaciones
que
componen
la
acción
Se
trata
en
efecto
de
una
característica
de
la
acción
humana:
siempre
está
en
los
hechos
compuesta
de
segmentos
de
actividades
de
amplitud
más
corta
que
son
en
sí
mismos
descomponibles
en
secuencias
de
operaciones
de
amplitud
aún
más
corta,
es
decir,
las
unidades
provenientes
de
las
descomposición
que
aparecen
como
medios
en
relación
a
las
unidades
compuestas.
Una
función
profesional,
por
ejemplo,
se
puede
descomponer
en
muchas
actividades,
una
actividad
en
muchas
tareas,
una
tarea
en
muchos
actos,
un
acto
en
muchas
operaciones,
etc.
La
mayoría
de
las
actividades
humanas
tienen
de
hecho
el
estatuto
de
medio
en
relación
a
otras
actividades.
Lo
que
es
cierto
de
la
acción
humana
en
general
es
evidentemente
cierto
también
respecto
del
proyecto
de
acción
o
de
las
representaciones
anticipadores
de
una
acción
a
llevar
a
cabo.
Estas
representaciones
comportan
obligatoriamente
la
designación
y
eventualmente
la
descripción
de
un
cierto
número
de
operaciones
que
se
considerarán
componentes
de
una
acción
más
amplia
que
es
objeto
del
proyecto.
Es
así,
por
ejemplo,
que
para
un
proyecto
de
secuencia
pedagógica
serán
anticipados
un
cierto
número
de
segmentos
de
actividad
del
formador
y
del
formado
(a
veces
llamadas
‘experiencias
educativas’)
dado
que
se
piensa
que
juegan
el
papel
de
medios
en
la
producción
de
las
nuevas
capacidades
deseadas.
23
Según
el
caso,
se
hablará
de
determinación
de
“la
secuencia
de
acciones
que
uno
se
propone
llevar
a
cabo
para
llegar
a
un
resultado”
(Diccionario
Robert),
de
“la
secuencia
de
operaciones
de
la
acción
a
llevar
a
cabo
a
partir
de
las
propiedades
del
objeto
y
de
las
condiciones
de
ejecución”
(A.
Savoyant54),
de
“la
cadena
de
acciones
que
permiten
alcanzar
un
fin”
(J.M.Hoc),
o
aún
de
la
serie
de
actos
a
efectuar.
En
todos
los
casos,
estas
operaciones,
o
estos
actos-‐componentes
de
la
acción
proyectada
son
el
objeto
de
una
designación
particularmente
a
través
de
su
resultado,
y
eventualmente
de
una
descripción
más
precisa
(actores,
condiciones
de
ejecución,
etc.).
Esta
anticipación
de
operaciones
elementales
tiene
obviamente,
en
el
caso
de
los
proyectos
de
acción
humana
y
más
particularmente
en
los
de
formación,
una
función
muy
parecida
a
las
anticipaciones
de
medios
materiales
en
el
caso
de
la
concepción
de
dispositivos
materiales.
El
término
dispositivo
es
por
otra
parte
utilizado
en
formación
precisamente
para
designar
‘un
conjunto
estructurado
de
medios
de
todo
tipo
(material,
humano…)
que
permite
alcanzar
el
objetivo
de
la
formación’.55
Pero,
se
puede
pensar
que
dado
que
estos
medios,
que
en
el
caso
de
la
formación
consisten
la
mayor
parte
de
las
veces
en
la
puesta
en
práctica
de
actividades,
sería
preferible
para
definir
el
proyecto
referirse
más
bien
a
una
‘secuencia
organizada
de
operaciones’
que
a
una
‘combinación
de
medios’
en
vistas
a
alcanzar
un
fin,
aún
si
las
dos
realidades
tienen
el
mismo
estatuto
funcional.
A
menudo
se
entienden
los
medios
como
algo
material,
lo
que
evidentemente
es
muy
restrictivo,
en
tanto
que
a
la
inversa,
la
noción
de
operación
permite
integrar
las
anticipaciones
relativas
a
los
recursos
materiales
puestos
en
práctica
en
el
marco
de
estas
operaciones.
La
utilización
de
la
noción
de
operaciones
en
lugar
de
la
noción
de
medios
en
el
caso
de
la
formación
presenta
por
otra
parte
otras
ventajas,
que
menciona
M.
Dubois56
cuando
escribe:
“hablar
de
acciones,
es
destacar
que
la
formación
se
inscribe
en
estrategias,
proyectos,
perspectivas,
es
hacerla
salir
del
arsenal
de
medios,
del
refugio
del
objetivo
y
de
lo
abstracto,
del
montaje
mecánico,
parapeto
técnico,
herramienta
(indispensable)
para
el
formador,
pero
que,
al
mismo
tiempo,
oculta
precisamente
estrategias
y
deseos.”
B)
Una
organización
estructural
de
estas
operaciones
Las
operaciones
que
componen
un
proyecto
de
acción
no
son
solamente
designadas,
descritas,
también
se
articulan
entre
ellas
según
una
lógica
de
conjunto.
Entre
las
operaciones
posibles,
solamente
se
toman
aquellas
que
son
susceptibles
de
ligarse
entre
ellas
en
vistas
de
permitir
alcanzar
el
resultado
final
deseado.
Desde
este
punto
de
vista,
la
definición
que
G.
De
Landsheere
da
del
programa57
como
‘conjunto
integrado
de
actividades
concebidas
para
alcanzar
un
fin
común’
vale
para
todas
las
formas
de
resultado
de
las
prácticas
de
planificación.
Existe
lo
que
podríamos
llamar
una
relación
teleonómica
entre
las
operaciones
previstas
y
el
resultado
esperado.
Este
tipo
de
relación
no
existe
obviamente
más
que
en
las
representaciones
anticipadoras
de
la
acción,
pero
está
fundada
en
las
representaciones
‘reproductrices’
de
lo
real
sobre
la
comprobación
de
relaciones
de
causalidad
o
de
implicación
entre
los
fenómenos
correspondientes.
El
proyecto
o
el
plan
se
presenta
por
lo
tanto
como
un
proceso
jerarquizado
de
operaciones:
tal
operación
produce
tal
resultado
que
él
mismo
es
utilizado
como
componente
de
tal
otra
operación.
El
todo
resulta
ordenado
en
función
de
la
producción
del
resultado
final.
Como
los
elementos
componen
un
dispositivo
o
un
sistema
estructurado,
cada
operación
no
54
Image
opérative
et
problèmes
de
coordination
interindividuelle
dans
l’activité
collective.
En
:
L’image
opérative,
op.
cit,
p.84
(definición
de
la
imagen
efectriz)
55
Y.
Mimvielle,
CNAM,
Documento
interno.
S.D.
La
construction
de
dispositifs
de
formation.
56
POUR,
nº
42,
1975,
op.
cit,
p.
47
57
Dictionnaire
de
l’évaluation
et
de
la
recherche
en
éducation,
Paris,
PUF,
1979,
p.
217
24
tiene
interés
más
que
en
función
de
su
relación
con
otras
operaciones
y
en
función
de
su
contribución
al
resultado
final.
Se
puede
aún
hablar
como
ya
lo
hemos
hecho
anteriormente,
de
estructura
de
operaciones,
o,
como
lo
hace
J.M.Hoc,
de
jerarquía
de
la
puesta
en
práctica.58
Esta
jerarquía
de
la
puesta
en
práctica
se
traduce
particularmente
en
los
métodos
de
planificación,
por
la
puesta
al
día
o
por
el
trazado
de
caminos
para
alcanzar
los
objetivos.
Es
significativo,
por
otra
parte,
desde
este
punto
de
vista
que
la
terminología
utilizada
esté
siempre
inspirada
en
la
noción
de
itinerario,
de
ruta,
de
secuencia…
Esta
jerarquía
de
puesta
en
práctica
se
traduce
igualmente
por
la
existencia
de
objetivos
intermedios
que
funcionan
como
‘jalones’
o
‘etapas’
hacia
el
objetivo
final.
Estos
objetivos
intermedios
pueden,
en
efecto,
ser
definidos
como
otras
anticipaciones
de
los
diferentes
estados
por
los
cuales
es
susceptible
de
parar
la
realidad
a
transformar
antes
de
alcanzar
el
estado
final
buscado.
C)
Un
ordenamiento
temporal
Imagen
de
un
proceso
jerarquizado
de
operaciones,
el
proyecto
supone,
para
ser
puesto
en
práctica,
que
los
actores
que
lo
efectuarán
disponen
de
un
cierto
tiempo
social.
El
tiempo
representa
en
efecto,
el
marco
social
común
de
realización
de
estas
diferentes
operaciones,
cualquiera
sea
su
naturaleza,
y
es
a
menudo
el
recurso
más
importante
de
la
puesta
en
práctica.
Un
cierto
modo
de
utilización
del
tiempo
constituye
una
elección
alternativa
en
relación
a
otras
utilizaciones
del
mismo
tiempo.
En
los
proyectos
de
acción
humana,
las
escalas
de
duración
tienen,
probablemente
un
papel
bastante
parecido
a
las
escalas
de
cantidad
física
en
el
caso
de
la
concepción
de
dispositivos
materiales.
Permiten
situar
unas
respecto
de
las
otras
a
las
operaciones
constitutivas
del
proyecto
y
redituar
el
conjunto
con
relación
a
los
recursos
susceptibles
de
ser
movilizados.
De
esta
manera
comprobamos
que
las
anticipaciones
de
operaciones
que
constituyen
los
proyectos
se
acompañan
habitualmente
de
indicaciones
acerca
del
ordenamiento
temporal
de
estas
operaciones.
Estas
indicaciones
pueden
sin
embargo,
se
más
o
menos
precisas
según
sea
el
grado
de
avance
del
proyecto.
Se
presentan
particularmente
bajo
la
forma
de
una
demarcación
de
fases
o
en
etapas
que
dan
lugar
a
la
estimación
de
la
duración
(según
el
caso
grilla
horaria
o
calendario).
Se
observará
que
lo
que
es
cierto
para
las
indicaciones
de
tiempo
no
lo
es
necesariamente
para
las
indicaciones
de
costo
financiero.
Pueden
existir
proyectos
de
acción
que
no
tengan
estimación
de
costo
financiero
de
las
operaciones
que
lo
componen.
Es
también
el
caso
de
cada
vez
que
la
acción
correspondiente
al
proyecto
no
es
objeto
de
una
presupuestación
autónoma,
lo
cual
es
bastante
frecuente
en
el
caso
de
la
formación
inicial.
Los
indicadores
de
recursos
movilizados
por
la
puesta
en
práctica
de
un
proyecto
pueden
no
ser
más
que
indicadores
físicos,
sin
jamás
ser
traducidos
a
indicadores
financieros,
lo
que
sin
embargo
es
raro
en
el
mundo
empresarial.
Conclusión:
definición
de
un
proyecto
de
acción
Finalmente,
podemos
por
lo
tanto
definir
el
proyecto
de
acción
como
la
imagen
anticipadora
y
finalizante
de
la
secuencia
ordenada
de
operaciones
susceptibles
de
conducir
a
un
nuevo
estado
de
la
realidad-‐objeto
de
la
acción.
6.
Finalmente,
esta
representación
da
lugar
a
una
enunciación
social
58
Psychologie
de
la
planification,
op.
cit.
25
Una
representación,
tan
rica
como
pueda
serlo
–ya
lo
hemos
dicho-‐
sigue
siendo
un
fenómeno
mental.
En
tanto
tal,
no
es
directamente
accesible
o
comunicable
a
otros
actores
distintos
del
o
los
actores
que
la
elaboran.
Esta
situación
es,
sin
duda,
la
situación
de
un
gran
número
de
proyectos
individuales
que
no
son
jamás
objeto
de
socialización
y
que
sin
embargo
tienen
incidencia
en
las
conductas
concretas.
Desde
este
punto
de
vista
no
hay
diferencia
entre
lo
que
hemos
dicho
de
las
evaluaciones
implícitas59
que
no
dan
lugar
a
la
socialización
del
juicio
de
valor
producido,
teniendo
sin
embargo
efecto
sobre
la
vida
social,
y
lo
que
hemos
dicho
ahora
respecto
de
los
‘proyectos
implícitos’.
Un
cierto
número
de
tareas
de
conducción
de
acción
colectiva
reposan,
por
otra
parte
como
lo
hemos
visto,
sobre
un
trabajo
de
puesta
al
día,
de
reconocimiento,
de
explicitación
de
estos
proyectos
implícitos
para
asentar
mejor
una
estrategia
colectiva.
Cuando,
sin
embargo,
la
tarea
de
elaboración
de
proyecto
se
presenta
como
un
acto
deliberado,
elegido,
socialmente
organizado,
se
comprueba
que
la
representación
en
la
cual
desemboca
da
lugar,
también
ella
da
lugar
a
socialización.
En
el
caso
de
los
proyectos
de
acción
colectiva,
esta
socialización
es
por
otra
parte,
a
menudo
una
condición
de
su
elaboración
progresiva
y
de
su
eficacia.
La
representación
producida
no
puede,
en
efecto,
ser
construida
y
compartida
entre
muchos
actores
más
que
es
objeto
de
algún
tipo
de
comunicación.
Esto
es
cierto
también
en
buena
parte
de
los
proyectos
individuales.
Su
calidad
y
su
eficacia
son
a
menudo
más
fuertes,
en
tanto
su
elaboración
y
su
resultado
dan
lugar
a
una
explicitación
social.
Es
en
esto
en
que
se
funda
la
pedagogía
de
los
‘contratos’
de
progresión
individual,
que
se
hacen
entre
aprendices
y
formadores,
y
que
encontramos
sobre
todo
en
los
talleres
pedagógicos
personalizados.
Obviamente,
en
el
marco
de
esta
investigación,
como
lo
hicimos
en
el
caso
de
la
evaluación
y
sin
desconocer
por
ello
los
‘proyectos
implícitos’,
nos
interesamos
de
forma
especial
en
los
proyectos
de
acción
socializados,
explicitados.
Privilegiamos
de
manera
especial
las
tareas
explícitas
de
elaboración
de
proyectos
que
no
socializan
solamente
su
resultado
sino
igualmente
las
operaciones
que
conducen
a
la
producción
de
ese
resultado.
Solamente
estas
tareas
explícitas
nos
permiten
en
efecto
avanzar
en
el
conocimiento
del
funcionamiento
del
proceso
de
planificación.
Cuando
nos
encontramos
en
presencia
de
esos
proyectos
socializados,
explicitados,
comprobamos
que
esta
socialización,
esta
explicitación,
constituye
de
hecho,
en
relación
a
la
producción
de
representación
propiamente
dicha,
un
proceso
social
suplementario.
Socializar
un
proyecto
es
en
efecto
enunciarlo,
darle
una
existencia
social
distinta
del
o
los
actores
que
detentan
la
representación
correspondiente.
A
una
misma
representación
pueden
por
otra
parte
corresponder
muchos
enunciados.
Dicho
de
otra
forma,
la
socialización
de
un
proyecto
presenta
todas
las
características
de
un
acto
de
expresión
y
de
comunicación.
También
presenta
todos
sus
problemas.
Muchos
factores
pueden
por
lo
tanto
entrar
en
juego
en
la
enunciación
de
un
proyecto.
Señalemos
cuatro:
A)
El
soporte
de
expresión
que
se
ha
elegido
Un
mismo
proyecto
puede
en
efecto
dar
lugar
a
modos
de
expresión
y
de
comunicación
muy
diferentes.
1.
La
más
corriente
es
probablemente
la
comunicación
escrita.
Además
de
la
ventaja
de
la
precisión,
la
comunicación
escrita
permite
en
efecto
compartir
una
representación
con
otras
personas
que
no
están
físicamente
presentes,
lo
que
tiene
evidentemente
una
gran
importancia
en
el
compromiso
con
la
acción.
59
L’évaluation
en
formation,
op.
cit.
p.
32-‐35
26
Es
probablemente
esto
lo
que
explica
el
lugar
social
tomado
por
los
‘documentos-‐proyecto’
o
por
los
programas
que
todos
sabemos
que
significan
‘lo
que
fue
escrito
antes’.
Los
programas
desempeñan
por
otra
parte
todas
las
funciones
de
los
proyectos
en
tanto
‘prevén
en
principio
las
acciones
a
efectuar,
los
objetos
a
los
que
se
refieren,
los
instrumentos
y
materiales
a
utilizar
para
su
cumplimento,
y
el
orden
en
que
las
cosas
tendrán
lugar’
(L.
Not)60.
En
un
cierto
número
de
casos
de
negociación
explícita
entre
los
diferentes
actores
con
poder
de
decisión
sobre
una
acción,
el
documento-‐proyecto
puede
aparecer
como
una
obligación
de
hecho,
aunque
no
de
derecho.
Prepara,
en
efecto,
un
compromiso
recíproco,
como
por
ejemplo
en
el
caso
del
establecimiento
de
convenciones.
2.
Igualmente
a
menudo
los
proyectos
dan
lugar
a
comunicación
oral.
Esta
modalidad
de
comunicación
supone
por
el
contrario
la
reunión
en
un
mismo
lugar
físico
de
las
personas
interesadas,
y
se
utiliza
de
hecho
en
el
momento
del
arranque
de
la
acción
propiamente
dicha.
Se
recurre
a
este
tipo
de
comunicación
particularmente
en
situación
de
formación,
con
los
formados,
en
razón
de
los
efectos
movilizadotes
que
pueden
presentar
los
proyectos.
3.
Los
proyectos
pueden
aún
dar
lugar
a
otros
modos
de
comunicación,
no
directamente
verbales:
presentación
gráfica,
por
ejemplo,
que
puedan
expresar
la
dinámica
de
un
proceso,
su
organización
estructural
y
su
ordenamiento
temporal,
y
que
interesan
particularmente
al
proyecto.
Estas
presentaciones
son
menos
corrientes,
pero
se
emplean
particularmente
en
el
marco
de
métodos
formalizados
de
planificación
(graphes..
método
Pert,
)
Obviamente,
muchos
proyectos
utilizan
una
forma
combinada
de
estos
tres
modos
de
comunicación.
B)
Las
representaciones
previas
del
destinatario
de
la
comunicación
Si
la
representación
con
que
constituye
un
proyecto
de
acción
es
en
efecto
una
representación
específica,
no
es
sin
embargo
una
representación
totalmente
nueva.
Se
apoya
sobre
representaciones
previas.
Un
cierto
número
de
las
operaciones
que
la
componen
y
que
son
anticipadas,
son
de
hecho
bien
conocidas
tanto
por
el
emisor
como
por
el
receptor,
quienes
detentan
representaciones
previas
de
ellas.
A
menudo
se
trata
de
rutinas
o
de
‘pattern’
de
comportamiento.
En
la
presentación
de
un
proyecto
de
acción,
lo
que
es
objeto
de
representaciones
previas
no
es
en
realidad
más
que
evocado,
sugerido.
Solamente
es
explicitada
la
combinación
nueva,
inédita,
de
estas
operaciones
que
constituye
el
proyecto.
Esta
es
la
razón
por
la
cual
se
puede
decir
de
la
enunciación
de
u
proyecto
que
funciona
como
una
esquematización.61
La
esquematización
permite
en
efecto
no
retomar
el
contenido
de
las
representaciones
ya
existentes,
permite
también
alivianar
considerablemente
el
enunciado.
Al
poner
en
valor
lo
que
es
específico
lo
que
es
específico
del
proyecto
se
asegura
la
estructura
de
conjunto,
lo
que
permite
al
destinatario
de
la
comunicación
un
mejor
control
intelectual
del
proceso
presentado.
C)
El
uso
social
del
enunciado
producido
Es
necesario
relacionar
esta
característica
con
lo
que
ya
hemos
dicho
acerca
del
efecto
operatorio
del
proyecto.
60
Où
va
la
pédagogie
du
projet,
op.
cit,
p.
191
61
Cf.
J.M.
Hoc,
Psychologie
cognitive
de
la
planification,
op.
cit.
p.
34-‐50
27
En
tanto
sirve
de
quía
para
la
actividad
de
diferentes
categorías
de
personas
involucradas
en
la
realización
de
una
acción,
el
enunciado
de
un
proyecto
se
efectúa
en
referencia
a
la
naturaliza
de
las
actividades
que
los
involucran
y
al
grado
de
precisión
de
las
representaciones
implicadas
por
estas
actividades.
Se
efectúa,
pues,
indirectamente
en
referencia
a
los
niveles
y
al
modo
de
organización
de
la
acción
proyectada,
y
a
la
distribución
de
tareas
y
de
responsabilidades.
En
algunos
casos,
se
enuncian
solo
las
grandes
líneas
de
un
proyecto
en
vistas
a
una
actividad
decisional
o
en
vistas
a
producir
efectos
de
dinamización
de
la
actividad,
en
tanto
que
en
otros
casos,
por
el
contrario,
las
representaciones
son
objeto
de
un
enunciado
suficientemente
detallado
para
permitir
la
ejecución
de
un
sub-‐conjunto
de
tareas.
Los
modos
de
organización
y
de
división
del
trabajo
adquieren
aquí
toda
su
importancia.
Los
enunciados
de
los
proyectos
de
acción
dan
lugar
a
lo
que
J.M.Hoc62
llama
‘una
jerarquía
de
refinamiento’
de
su
presentación,
lo
que
depende
en
particular
de
la
posición
y
del
rol
del
destinatario
del
enunciado
en
la
acción
proyectada.
D)
El
grado
de
evolución
de
la
representación
que
este
enunciado
expresa
Un
enunciado
constituye
en
efecto
una
actualización
de
la
representación
que
expresa.
Por
lo
tanto
el
proceso
de
elaboración
y
de
puesta
en
práctica
de
un
proyecto
es
a
menudo
un
proceso
largo
y
de
carácter
iterativo:
las
anticipaciones
de
estructuras
de
operaciones
a
las
cuales
puede
dar
lugar
pueden
por
lo
tanto
revelarse
como
extremadamente
variables
y
evolutivas.
Se
observa
que
los
enunciados
que
corresponden
a
este
caso
reflejan
los
diferentes
estados
de
estas
representaciones.
Estos
enunciados
sucesivos
sirven
aún
como
herramientas
explícitas
de
gestión
de
la
evolución
de
estas
representaciones,
en
la
medida
en
que
permiten
como
ya
lo
vimos,
una
intervención
de
actores
variados.
Podemos
entonces
distinguir:
-‐
Enunciados
que
corresponden
a
las
primeras
etapas
de
la
elaboración
de
un
proyecto,
a
menudo
antes
de
involucrarse
en
un
proceso
de
concertación.
Estos
enunciados
toman
particularmente
la
forma
de
esquema,
de
esbozo,
de
notas
previas,
de
pre-‐proyecto.
-‐
Enunciados
que
corresponden
a
etapas
de
desarrollo
y
de
puesta
en
forma.
Se
presentan
como
proyectos,
como
programas
o
como
planes
propiamente
dichos.
-‐
Enunciados
que
corresponden,
finalmente,
a
las
modificaciones
que
tienen
lugar
después
de
la
acción
o
en
el
curso
de
la
realización
del
mismo.
Tendemos,
entonces,
a
hablar
de
ajustes,
de
correcciones,
de
enmiendas
a
un
proyecto,
o
de
una
nueva
planificación.
Esta
movilidad
relativa
de
los
enunciados
como
representaciones
a
las
cuales
corresponden
parece
ser
un
dato
básico
del
proceso
de
planificación,
sobre
el
cual
tendremos
ocasión
de
volver.
Como
se
explica
a
veces
‘en
teoría,
parece
que
hay
una
progresión
lógica
y
necesaria
del
pensamiento
y
de
la
acción,
entre
el
nacimiento
de
la
idea
y
su
aplicación.
En
realidad,
cada
una
de
las
etapas
intermedias
tiene
a
menudo
por
resultado
una
modificación
a
lo
que
había
sido
planificado
anteriormente.”63
Conclusión:
definición
de
la
tarea
de
elaboración
de
un
proyecto
de
acción
Finalmente,
podemos
por
lo
tanto
convenir
en
definir
un
proyecto
de
acción
como
un
enunciado
relativo
a
una
representación
anticipadora
y
finalizante
de
la
estructura
ordenada
de
operaciones
susceptibles
de
conducir
al
estado
final
de
la
realidad-‐objeto
del
proceso
de
62
Psychologie
cognitive
de
la
planification,
op.
cit.
63
Études
et
documents
d’éducation,
nº
28,
1978,
UNESCO
28
transformación
que
constituye
una
acción
singular.
Es
la
imagen
anticipador
de
un
proceso
de
transformación
de
lo
real.
Es
una
representación
de
operaciones.
La
tarea
de
elaboración
de
proyectos
de
acción
en
sí
mismos
o
planificación
puede
ser
definida
como
el
conjunto
de
operaciones
explícitas
y
socializadas
que
a
su
vez
permiten
específicamente
producir
tal
representación
y
por
lo
tanto
un
tal
enunciado.
Jugando
con
las
palabras,
podremos
decir
que
es
una
operación,
o
un
trabajo,
de
representaciones.
Es
un
acto
explícito
y
socialmente
organizado
que
desemboca
en
la
producción
de
un
proyecto
de
acción.
29