¿Quién eres tú, dulce luz que llena E ilumina la oscuridad de mi corazón? Me conduces igual que una mano materna y si me soltaras, no sabría ni dar un paso. Tú eres el espacio que envuelve todo mi ser y lo encierra en sí, abandonado de ti caería en el abismo de la nada, de donde tú lo elevas al Ser. Tú, más cercano a mí que yo misma y más íntimo que mi intimidad, y, sin embargo, inalcanzable e incomprensible, y que hace explotar todo nombre: ¡Espíritu Santo – Amor Eterno! Conversemos sobre qué es aquello que le acerca a Dios, frecuencia, quién nos enseñó esa manera de acercarnos a Dios. o ¿Qué actitud nos acerca a Dios? o ¿Qué actitud o comportamiento de los otros es la que nos acerca más a Dios? EXPERIENCIAS DE EDITH STEIN o Ver a una mujer orando
Un día, VISITANDO LA CATEDRAL DE FRIBURGO con simples intenciones
turísticas, vio entrar a una aldeana con la cesta de la compra y arrodillarse para una breve oración. "Esto fue para mí algo completamente nuevo -confesó-. En las sinagogas y en las iglesias protestantes que he frecuentado, los creyentes acuden a las funciones del culto comunitario. Aquí, sin embargo, una persona entró en la iglesia desierta, como si fuera a conversar en la intimidad. No he podido olvidar lo ocurrido". Otra escena sucedió en casa de un CAMPESINO CATÓLICO, donde se había hospedado durante un paseo. Le causó viva impresión ver al padre de familia reunirse con sus trabajadores en la mañana para una oración antes de marchar a las labores del campo o ESPOSA DE REINACH Adolf Reinach -el amigo que buscaba la Verdad al igual que ella- falleció en 1917. Visitando a su viuda, Anne Reinach, Edith quedó desconcertada al encontrarla con más esperanza que dolor. Pero al mismo tiempo se maravilló cuando ésta le comunicó su conversión y le explicó el papel de la Cruz de Cristo. "Ha sido mi primer encuentro con la cruz y con la fuerza divina que transmite a sus portadores... Fue el momento en que se desmoronó mi irreligiosidad" confidenció más tarde. DISTINTAS REALIDADES DEL MUNDO o De dolor, mal de salud. o Unido a la cruz del Señor “Mira al Crucificado. Si estás esponsalmente unida a él en el fiel cumplimiento de tus santos votos, es tu sangre su sangre preciosa. Unida a él eres omnipresente como él. Tú no puedes ayudar con el médico, la enfermera o el sacerdote aquí o allí. En el poder de la cruz puedes estar en todos los frentes, en todos los lugares de aflicción, a todas partes te llevará tu amor misericordioso, el amor del corazón divino, que en todas partes derrama su preciosísima sangre, sangre que alivia, santifica y salva” (Exaltación de la Cruz, 14 de setiembre de 1939) Oración de María