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LA ARQUITECTURA CLASICA
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23 Diciembre, 1977
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Arquitectura clásica abovedada: 1, formas normales. 2
Formas admitidas y formas rechazadas: 1, moldura- y 3, formas admitidas.
ción normal. 2, molduración rechazada por no cumplir
las reglas del juego clásico. 3, entablamento normal y
relación correcta entre el arquitrabe y la columna. 4,
solución totalmente incorrecta; no se admite el voladi-
zo V del arquitrabe en los órdenes helerísticos-roma-
nos. 5, moldura propia del órden dórico griego; no se
admite en los helenístico-romanos. 6, voladizo V
propio y exclusivo del dórico griego. 7, formas recha-
zadas en la arquitectura clásica abovedada, por estar
fundadas en la elipse de eje mayor vertical.
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2 Definición
Entendemos por arquitectura clásica el
juego combinatorio, mediante reglas fijas,
de un número limitado de formas defini-
das. Este repertorio de formas puede cla-
sificarse en dos grupos: a) Arquitectura
adintelada que emplea los Ordenes de la
Antigüedad greco-romana y de sus siste-
matizaciones renacentistas y neoclásicas.
b) Arquitectura abovedada fundada er¡1 el
semicírculo y la elipse, el cilindro semibr-
cular y el elíptico, la semiesfera estricta y
la peraltada, los casquetes esféricos y las
combinaciones simples entre estas figuras
geométricas.
El sistema tiene limitaciones y admite
ampliaciones: la elipse y el cilindro elíptico
son normalmente de eje mayor horizontal;
raras veces son verticales los ejes mayo-
res. Se admiten la bóveda y el arco reba-
jados, pero siempre trazados con arcos de
circunferencia. Se incluyen los temas del
manierismo y del barroco, tales como Ordenes clásicos: según Diego de Villanueva (1764).
Son los establecidos por Vignola en el siglo XVI; son
columnas salomónicas y frontones parti- consecuencia del estudio de la arquitectura helenísti-
dos, con tal que se observen las propor- ca-romana, y se imponen como regla absoluta hasta el
descubrimiento de la arquitectura griega, a fines del
ciones canónicas y las reglas combinato- siglo XVIII.
rias de la Antigüedad. No se admiten las
llamadas "estilizaciones" y las simplifica-
ciones usuales en nuestro siglo. La mol- nac1m1ento; las reglas del dórico griego
duración tiene reglas fijas, no justificadas son, en efecto, distintas de las que co-
racionalmente. rresponden a los otros órdenes. Estas
En general, casi nada en este estilo adin- últimas fueron las únicas admitidas du-
telado es justificable racionalmente, ni rante todo el renacimiento, ya que el
como construcción ni como utilidad. Sus descubrimiento de Grecia lo hicieron los
reglas son arbitrarias, y su aplicación neoclásicos del siglo XVIII, y con no poco
conduce a resultados diferentes en cuanto escándalo y discusiones al encontrar un
a su aproximación a las reglas de una estilo clásico que no cumplía las reglas
buena construcción, según hayan de em- admitidas, pero que traía consigo otras;
plearse las correspondientes al orden dó- las cuales hubieron de ser aceptadas fi-
rico griego o a los cinco órdenes del Re- nalmente, pero dentro de su propio cam-
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po, o sea para hacer el dórico griego del
final del siglo XVII!, del XIX y del XX
(Monumento de Lincoln en Washington,
por ejemplo).
En cuanto al clásico de bóvedas, sus re-
A.
glas son adecuadas para una buena
construcción y para una gran variedad de
soluciones, quizá por que no son tan
rígidas como las anteriores, las propias de B
los adintelados.
3 Ambito de Aplicación
Se observa que tanto el sistema adintela-
do como el de arcos y bóvedas han sido Santuario de Olimpia: Colocación libre de los edificios;
los "Tesoros" que ocupan la terraza superior (al norte)
aplicados a cualquier sistema de compo- no están alineados.
sición de edificios. Tan clásico es el Parte-
nón como el Panteón de Roma, ambos de
organización sencilla, y no menos lo son
los de composición complicada, tales co- dentro de las condiciones impuestas por
mo San Pedro de Roma, El Escorial, el necesidades prácticas o litúrgicas; ni si-
Museo del Prado y el Capitolio de Was- - quiera se hizo una ordenación artogonal.
hington. Esta última tampoco aparece en el Foro
Unicamente es incorrecto, dentro de las Romano; la introducción de la red ortogo-
reglas del juego, aplicarlo a edificios don- nal en el mundo clásico es tardía, y se
de las funciones no pueden ordenarse inicia en la Grecia Jónica, en Asia Menor;
jerárquicamente. Un orden gigante, por parece clara la influencia del Oriente Me-
ejemplo, puede encuadrar tres plantas de dio. Después llegan influencias orientales
diferente categoría, como es el caso del más lejanas, y con ellas se componen
Palacio Real de Madrid; no es lícito, por el plantas de edificios semejantes a cual-
qui~r mandala de origen tibetano: así
11 11
contrario, emplear el orden para encua-
drar tres plantas iguales, como se hizo en se .observan en el Foro Trajano y en las
algunos rascacielos americanos y en mu- grándes Termas romanas; el sistema re-
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chos edificios europeos de oficinas ó vi- surge en el Renacimiento con el manda-
viendas. la" perfecto que es el proyecto de Bra-
Tampoco el estilo clásico va ui;iido a una mante para San Pedro de Roma, con el
manera determinada de orden~r un con- Palacio de Caprarola, con El Escorial, y
junto de edificios. Al principio del estilo, con otros muchos edificios; tantos, que se
los Santuarios, Agoras y Acrópolis de los llega a identificar este tipo de composición
griegos se ordenaron sólo visualmente, con el estilo clásico.
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El Escorial: Composición semejante a los Alcázares
orientales, sobre la cual se han aplicado elementos del
clasicismo manierista y cubiertas nórdicas.
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San Pedro de Roma: planta del proyecto de Bramante, Villa Rotonda de Palladio: Otra planta en forma de
según Serlio (1552); repite la forma de un "mandala" "mandala".
perfecto.
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"pide que este enlace se haga del modo
más lógico y sencillo". La figurada "auto-
riza el uso de las figuras de construcción
para dar a la expresión del pensamiento
más vigor o elegancia" (Diccionario de la
R. A. 1970).
Es un lenguaje plástico entre otros mu-
chos existentes y posibles. Como todo
lenguaje, tiene su campo de aplicación
limitado a una cultura determinada; la
limitación no es geográfica.
Esta consideración de la arquitectura clá-
sica como un simple lenguaje no es nueva;
en 1 963 fue objeto de unas charlas de
John Summerson en la B.B.C. inglesa,
recogidas en la obra muy conocida de este
autor "The Classical Language of Archi-
tecture" (Methuen & Co. Ltd., London-
- EC 4, 1 964). Ahora se trata de averi-
guar para qué sirve este lenguaje de sig-
nos, qué es lo que expresa con más efica-
cia que un lenguaje hablado; con ello se
explicaría la larga duración de su vigencia Porta Pía de Miguel Angel, en Roma: Ejemplo de
"sintaxis figurada", donde la máxima expresividad es
en la cultura de Occidente. compatible con las reglas del juego clásico.
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finalmente se almacenan en el incons- aún, en la Villa Retonda de Palladio.
ciente colectivo, donde constituyen parte Estos "manda las" tienen cuatro ejes de
del tesoro de los arquetipos de la humani- simetría; con un solo eje o con dos abun-
dad, según Jung; en la teoría de éste se dan en Oriente para conjuntos monumen-
apoya lo dicho, pero al mismo tiempo los tales y para edificios sueltos, y para estos
hechos arquitectónicos aducidos ayudan a últimos sólo, en la Grecia antigua; pero en
dicha teoría con nuevas pruebas, pues ésta, como se ha indicado en el Párrafo 3,
Jung no entró apenas en el campo de la los conjuntos no son nunca "manda las".
arquitectura, que tan fecundo hubiera Lo son, por el contrario, en la Roma Im-
sido para su obra. perial, en el Renacimiento, y sobre todo,
En resumen, dentro de la cultura de Occi- en el academicismo francés del siglo
dente el lenguaje clásico expresa conteni- XVIII; Durand los codifica y los une al
dos inconscientes de la mente colectiva y estilo clásico en sus "Lec;ons d 'Architec-
subconsciente de la mente individual. ture" (París, 1821 ), y desde entonces son
Unos y otros son "inefables"; no los
puede comunicar la palabra hablada o
escrita. El valor del lenguaje clásico
consiste en haber sabido formar una ex-
presión clara, ordenada y comprensible de
estos contenidos que están en el fondo de
las mentes; en el "hondón del alma", que
decían los místicos del siglo XVI. Son
"arquetipos" de Jung, propios de los
pueblos occidentales, más alejados de la
magia primitiva que los "arquetipos"
orientales; estos últimos conservan en sus
trazados vestigios de las figuras mágicas
que, por virtud de su regularidad, alejan a
los demonios que simbolizan y producen
el desorden de la naturaleza y sus peligros
imprevisibles. El círculo y el cuadrado son
las figuras más sencillas: el primero es
del cielo y el segundo de la tierra. De
la combinación de ambos resultan mu-
chos "mandalas", y también algunos
monumentales de India y Chi-
. de un modo extraño, aparece este
"mandala" en el proyecto de Bramante
Modelo de planta de Durand (1821 ): el signo mágico
. Pedro de Roma, como se ha dicho
del "manda la" es propuesto como ejemplo de com-
; después, y con más vigor posición arquitectónica en la época de la razón.
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la base de la verdadera enseñanza acadé- como colectivo, además de ser incons-
mica, sobre todo en Francia: el modelo es ciente para todos, con excepciones debi-
el único "mandala" que existe realmente das a las circunstancias: como ejemplo
en Europa, la Villa Rotonda. puede citarse la impresión de cosa "ya
Sería interesante estudiar la relación entre vista" que se experimenta ante algún
las creencias y la arquitectura "mandáli- monumento que en realidad nunca fue
ca "; en una primera aproximación, parece visto antes; quizá fue obra de antepasados
que en épocas de firmes creencias religio- remotos del espectador, en el cual emerge
sas, la arquitectura tiende a organizacio- en aquel instante una vivencia sumida en
nes libres; así fue en la Grecia clásica y en el hóndón de su estirpe durante siglos o
la Edad Media. Cuando las creencias se milenios.
debilitan o se hacen formularias, aparece La gran habilidad de la arquitectura clási-
la magia con sus formas arquitectónicas ca fue dar forma codificada y comprensi-
regulares; es el caso de las époc~s hele- ble para sociedades cultas, a las informes
nísticas y romanas, del Renacimiento, y expresiones arcaicas que son los arqueti-
de la "Epoca de la razón", desde el siglo pos; éstos son signos que dicen cosas muy ·
XVII l. concretas, tanto que puede hacerse una
El tema no puede tratarse ligeramente y relación de las más importantes:
sin gran precisión histórica; pero si lo
dicho fuera cierto, la arquitectura clásica a) El Menhir: signo del "Padre Sol", ge-
más normal, la que prescinde de la Grecia nerador de la vida. Es origen de dos for-
dórica, sería del género mágico; sería mas: el obelisco y la columna. Del primero
como un exorcismo contra el desorden de son parientes la estela, el totem, y cre-
lo natural y los avatares de la vida. ciendo en tamaño, los pilonos egipcios,
las torres-pagodas de India y China, y
finalmente, los rascacielos; esta parentela
6 La herencia de los "arquetipos"
no es clásica.
Como se ha dicho, proceden de las pri- La columna empieza siendo un objeto de
meras experiencias arquitectónicas de la culto, aislado en medio de un suelo sa-
humanidad, y se conservan vivos, aunque ~rado; más tarde se le añade una pequeña
a veces aletargados, en la mente arcaica. ~statua que indique cual es la divinidad
Existe una transmisión hereditaria, cultu- que reside en la columna. En cuanto a su
ral y genética, o sea espiritual y material; forma, se parece a las futl,.lras columnas
instrumento de la última es el cerebro jónicas y compuestas. En tiempos pre-clá-
arcaico, que posee todo ser humano, el sicos crece el antropomorfismo griego, y
cual está conformado para¡ actuar según por ello la divinidad pasa a residir en la
las órdenes que reciba de la mente tam- imágen, pero rodeada de columnas que
bién arcaica. Este depósito de vivencias y no pierden su carácter sagrado y con ello
de formas asociadas a ellas se supone aumentan el de la imagen. Así se llega al
igual en todos, y por ello se considera Partenón, cuyas columnas están dispues-
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tas racionalmente como signos, pero irra- elegida por la autoridad, entre otras vi-
cionalmente como elementos constructi- gentes en el arte de la época. Basta hacer
vos. También se llega a la columna por el notar que los monumentos característicos
camino de la casa primitiva, con sus de ambas naciones recién creadas son el
postes de madera proporcionados a su de Victor l\,llanuel en Roma y el Reichstag
carácter de elementos sustentantes. Al de Berlín, para comprender la banalidad
hacer de piedra ó mármol estas columnas de la arquitectura que acompañaba a las
se adoptan las formas de las columnas dos novedades políticas. Cuando fascistas
sagradas, pero se conserva el cará9ter y nazis tratan de exaltar la unidad de sus
utilitario de su origen doméstico; en yste respectivos países, y representarla me-
sentido se emplean en edificios civiles, o diante un estilo clásico, no pueden hacerlo
más bien cívico-religiosos: propileos, y se quedan en un arte híbrido, anticlásico
stoas, teatros. por esencia.
En Roma se hacen templos parecidos a los
griegos, pero en la verdadera arquitectura b) El Dolmen: Signo de la Puerta, paso de
romana la columna se ha desmitifica-
JI una realidad a otra; multiplicado como en
do": es un objeto de prestigio, de propa- Stonehenge, es la columnata o el pórtico,
ganda, o de simple decoración, como se ya mencionados. Lo importante es su
ve en el Coliseo. Vuelve a su carácter aspecto de enlace entre una realidad ex-
mítico en el renacimiento con otro signifi- terior y otra interior, y así permanece en el
cado: emblema de la Antigüedad resurgi- inconsciente colectivo con un sentido mí-
da, del Humanismo. Más tarde como en la tico y religioso: A porta inferi libera nos
JI
antigua Roma, es signo del poder del Domine", se dice en el oficio de difuntos.
Estado, del orgullo privado y de la fuerza Las puertas enormes son frecuentes en la
del dinero: ejemplos políticos numerosos Antigüedad; así en el Partenón, de
se encuentran desde fines del siglo XVI 11, 5 X 1 O metros donde el paso libre entre
principalmente en Washington y en Le- las columnas centrales es algo menor de
ningrado (desde Pedro el Grande hasta 2,40 metros. Es el paso de lo profano a lo
Stalin). En estos dos casos la columna sagrado, y ésta es la razón de su impor-
clásica va unida a la fundación de dos tancia por encima de su utilidad, ya que su
grandes imperios, y así lo siente el in- anchura de 5 m. no es aprovechable por
consciente colectivo; en ambos, el arte estar detrás de las columnas menciona-
clásico es signo de unidad triunfante sobre das; sin embargo, en este caso pueden
los localismos. Distinto es el caso de la descubrirse dos justificaciones de su ta-
creación de la unidad italiana y de la maño: primera, por ser la única ilumina-
alemana, en el año 1870; en tiempo de ción de la naos, y segunda, por el paso del
desorden artístico y de carencia de sentido JIpeplos" en la procesión de las Panate-
profundo, la columna clásica no es com- neas, que exigiría los diez metros de al-
prendida por el pueblo como un verdadero tura.
mito, sino como una forma convencional En la Antigüedad se siguen haciendo
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grandes puertas en los edificios religiosos
y cívico-religiosos; su altura suele ser el
doble del ancho. Esta altura no está justi-
ficada en general por motivos prácticos,
por lo que puede suponerse que sirve para
el paso del pueblo, considerado ideal-
mente como un ser único gigantesco de
acuerdo con el antropomorfismo helénico.
Con el Renacimiento vuelve el mito de la
gran puérta, pero ahora no es signo de la
unidad social, sino signo del poder públi-
co o privado. Este último sentido tienen
algunas falsas puertas altas de piedra,
1 ff\CH~
1 (fP.ONíON) t
OESTE:
20
la primitiva seguridad al culto secreto, de
éste al público, y finalmente a la forma
religiosa total; pero después viene la
desacralización de la cúpula, que pasa a
ser signo del poder político, como en el
Capitolio de Washington, y hasta del po-
der financiero. Ahora reaparece la cúpula
con Buckminster Fuller, que cubre con
una de ellas un depósito de locomotoras,
pero lo interesante es su proyecto para
encerrar, bajo una cúpula, una ciudad de
1 50.000 habitantes; bajo esta bóveda
transparente, vivirán aislados en una eco-
logía artificial, protegidos como en la
caverna original. Se ha vuelto al sentido
primitivo de este signo.
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Significantes y significados
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antigua Roma; en España hay dos ejem- se apoyaría en edificios existentes en su
plos extremados de consideración linguís- época (siglo VI a. de C.), que serían los
tica de los temas clásicos, acompañados antecedentes directos de los alcázares
de una deliberada ignorancia de lo que indicados; también antecedentes de El
pudiera ser una estructura clásica. El pri- Escorial a través del testimonio literario.
mero es El Escorial; tiene dos grandes Esto hace ver, una vez más, el carácter de
portadas, una exterior y otra en el Patio de pura expresión que se dio a los temas
los Reyes. Ambas son fachadas de igle- clásicos, pues se aplicaron a una compo-
sias, aplicadas sobre la fachada principal sición tópicamente oriental.
la primera, y sobre la propia iglesia ¡la El segundo ejemplo es el Museo del Pra-
segunda .. Ninguna de las dos tiene rel a- do. Villanueva, hombre de ideas rotundas,
1
ción con el cuerpo de edificio al que se conocía muy bien El Escorial; no debió
aplican, hasta el punto que en ambas el agraciarle la incrustación de los elementos
gran entablamento queda a mitad de al- del lenguaje en la masa del edificio por
tura del ámbito que tienen detrás; éste es parecerle confusa; en su primer proyecto
la Biblioteca en la primera, y el coro de los para el Museo separa lo útil de lo expresi-
frailes en la otra. La exterior es una copia vo, y proyecta algo insólito: un edificio
bastante fiel de una fachada de basílica de puramente "funcional", y delante de él,
tres naves que publica Serlio, y que pare- separado más de 1 O metros, un largo
ce adaptada, intencionadamente mal, al pórtico doble de organización complicada,
cuerpo del edificio. Es como un simple que· él sólo había de hablar en nombre de
anuncio de que éste contiene una iglesia, todo el edificio. Luego, en la realidad de la
aunque la iglesia no está allí donde indica obra, tuvo que superponer los dos pórti-
el signo. En cuanto al propio edificio sobre cos, dar distinto carácter a cada uno, y
el que se aplican estos signos clásicos, y adosarlos al verdadero edificio; la realidad
otros muchos más, que en total han servi- truncó, pero no del todo, lo que hubiera
do para que algunos historiadores lo cla- sido la verdadera definición de lo clásico,
sifiquen como renacentista ita"liano, es realizada materialmente: un lenguaje para
fácil comprobar que no se parece en nada el fondo de la mente humana. Cuando se
su composición a ningún edificio ni a aprueba el proyecto definitivo del Museo
ningún proyecto de fantasía, italiano o de actual, en 1 785, ya estaba iniciada la
cualquier otro país de Europa; por el con- racionalización del pensamiento; su
trario, a lo que se parece es a edificios del consecuencia ha sido pérdida de la com-
Medio Oriente, tales como los alcázares de prensión de este lenguaje por la sociedad
Mxatta, Balkuvara y Ukhaidir, de los si- actual.
glos V al IX. Es de suponer que la gente de
Felipe 11 no los conoció; en cambio se sabe
que estudiaron a fondo la descripción, por
9 Porvenir de los lenguajes arquitec-
tónicos
Ezequiel, de un templo de Salomón idea-
lizado. Lógicamente esta visión del profeta Conseguir que el pensamiento mítico de
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los primitivos llegue a ser racional ha sido épocas diferentes. Ahora, con la raciona-
la aspiración de los países de Occidente lización y la desmitificación vigentes, no
desde muy antiguo; al menos desde los tiene nada que expresar; pero como las
presocráticos del siglo VI (a. de C.) Pero en fuerzas subconscientes de la mente no se
general, se comprendía que la razón no pueden destruir y siguen actuando,
era todo el pensamiento, y que en la desorientadas, en busca de nuevos mitos
realidad no todo .era demostrable racio- y de nuevos arquetipos, es de esperar y
nalmente. Así" Platón razonaba sobre los que llegue un tiempo en que los nuevos
mitos que exi.stían y los que él mismo estilos de arquitectura sean origen de un
inventaba. Veían los antiguos que había repertorio de signos expresivos que el
en la mente humana niveles más elevados inconsciente colectivo pueda convertir en
y más profundos que la conciencia racio- "arquetipos" arraigados y ordenados,
nal, así como sentimientos que percibían como. lo fueron los de la arquitectura
lo que no se podía reducir a conceptos, y clásica. De ellos debe surgir un nuevo
sabían también que estas percepciones lenguaje arquitectónico de lo inefable que
podían comunicarse mediante lenguajes esté al alcance de las masas. En el mo-
no hablados ni escritos. El racionalismo mento actual, la excesiva rapidez con que
del siglo XVI 11 quiso reducir el pensa- se producen los cambios de la expresión
miento a la sóla razón, y concretó el ejer- arquitectónica hace imposible su asimila-
cicio de ésta en la lógica matemática; la ción por la mente colectiva; ésta posee
famosa frase de Hegel "todo lo racional es una gran inercia debida a su enorme ma-
real y todo lo real es racional", revela su sa, que la impide seguir los rápidos cam-
desprecio a las realidades profundas que bios que pueden hacer las minorías de
constituyen el hecho artístico y otros mu- artistas y de intelectuales.
chos hechos más. Las leyes físicas del movimiento de los
Con ello se destruía el tesoro de arqueti- graves pueden aplicarse a los movimien-
pos que hacía del inconsciente un depósi- tos de la mente profunda.
to de vivencias, desconocidas en la vida
normal, pero dispuestas a saltar hasta la
conciencia como ayudas para la vida psí- APENDICE
quica completa. La arquitectura clásica,
como cualquier otra antigua, era una mi- EL PARENTESIS GOTICO
tología. En la gótica había además un
elemento racional técnico, que la convier- La arquitectura clásica empieza en el siglo
te en un sitema más complicado que el VI (a. de C.), y termina a mediados del
clásico. Este sólo tenía¡ la racionalidad nuestro. Su vigencia se interrumpe en la
propia de un lenguaje, pero como tal Edad Media, sobre todo en la época góti-
lenguaje alcanzó la perfección; por eso ca; en ésta la arquitectura se libera de las
pudo servir como expresión racional del reglas clásicas y de la tiranía del arquitec-
inconsciente colectivo en muchos países y to. Ya no hay canteros condenados a
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incesantemente los mismos tipos
capiteles, cornisas y otros elementos.
uno hace lo que quiere para expresar
r: copian plantas de huerta, o
sus vecinos, o se autorretratan.
de respetar los límites que im-
su campo de libertad los "talen-
tos de primer orden" a que se refiere
sea los arquitectos que saben
r las catedrales para que no se
25
11 /1
Sobre este notable fenómeno se pronun- auténtico, un arte del pueblo entero •
/1
ciaron muchos pensadores y artistas del La catedral es una creación colectiva en
siglo pasado y del principio de éste. Co- cuya edificación, cada capa, cada miem-
nocidas son las opiniones de Ruskin y bro de la sociedad, ha participado. Sólo
Morris; no lo son tanto las de los anar- gracias a la cooperación armoniosa de
quistas teóricos, tales como Tolstoi, Ba-
kunin, Kropotkin, Sorel y Berth, que coin-
ciden con las de aquellos en su adminis-
tración por el arte gótico y su mundo. Por
la curiosidad que representan estos textos
poco conocidos, que incluso coinciden
con las ideas de muchos católicos inte-
gristas de la época, se tratará aquí sólo de
los reunidos por André Reszler en su obra La obra libre de los canteros medievales.
11 /1
La Estética anarquista (Ed. Fondo Cul-
tura Económica, Mexico, 1974; original
francés,· 197 3). Las ideas de todos ellos
eran ya utópicas en su tiempo, que es el de
la revolución industrial; por tanto, el mo-
mento en que las máquinas empezaban a todas las fuerzas de la comunidad, soste-
dominar sobre el trabajo de unas manos nida por un espíritu de solidaridad, ha
obedientes al espíritu creador de obreros y podido el edificio gótico levantarse y
artesanos; con mayor razón son utópicas constituir la expresión majestuosa de esa
ahora, en la época de l~s ordenadores. comunidad que le ha dado alma. Allí se
Pueden citarse párrafos de algunos de reveló un espíritu que encontró más fácil
estos autores que manifiestan su visión seguir su propio impulso creador !"l8tural,
ilusionada del mundo medieval. Así, León
11
que las leyes de la estética •
26
"El valor social del arte" (1901 ), dice:
La ciudad obrera del porvenir será la
/1
27
con citas de la obra de Edouard Berth "Las fenómeno muy repetido en la historia de la
fechorías de los intelectuales", con prefa- cultura de Occidente; conduce a una for-
cio de Sorel (Paris, 1 914): ma nueva, sin más motivo que el deseo de
"La casta de los intelectuales sustituye la novedad. Es la ley de la moda, de la
"razón clásica, el empirismo orgánico, la frivolidad, y puede ser tan poderosa que
experiencia sensible y religiosa, por una domine al deseo de libertad creadora.
diosa Razón supuestamente creadora,
abstracta y conceptual, rígida y pedante, 2. 0 Disminución det impulso creador indi-
que es una subversión del buen sentido y vidual; es un fenómeno comprobado en
un atentado a la Razón lisa y llana". artistas aislados, y también en colectivi-
11
La civilización experimenta súbitamente dades. Es causado por el cansancio de
la "sensación de un horrible vacío". Es la mantener en tensión el espíritu, unido a La
preponderancia, en materia de creación, falta de confianza en los resultados del
de la técnica y de la inteligencia. Es la esfuerzo creador. Se acaba prefiriendo lo
victoria de Apolo sobre Dionisias". seguro, aunque sea impersonal; caracte-
11
El teórico anarquista rechaza los esque- riza las épocas de decadencia individuales
mas estrechos de los determinismos eco- y colectivas.
nómicos y sociales".
Se observa en todos estos autores más 3. 0 Se valoran los símbolos perennes
oposición decidida a los excesos de la colectivos por encima de las improvisa-
razón moderna estrecha, y cerrada al po- ciones individuales. Es una introversión
der del sentimiento. Defienden la libertad del artista, que bucea en las profundida-
gótica, real o supuesta, contra las reglas des de su mente alcanzar lo que en ella
clásicas determinadas racionalmente; sin hay de común con toda la humanidad, y
embargo, como se ha tratado de demos- prefiere los descubrimientos que hace allí
trar a lo largo de este trabajo, dichas reglas a la exteriorización de sus impulsos crea-
no son racionales en cuanto se refieren a la dores normales; considera a aquellos más
arquitectura propiamente dicha, sino en importantes que éstos, por creer que las
cuanto son reglas de un lenguaje formal raíces profundas están cerca de las reali-
muy bien codificado. Fuera de estas reglas dades supremas, transcendentes del yo.·
no es lícita ninguna otra forma expresiva, 1
El peligro de esta actitud es la caída en el
y de aquí resulta la pérdida de la libertad , gregarismo, en el espíritu del rebaño.
del artista, sea obrero, artesano, o arqui- En consecuencia, las tres causas de la
tecto, a que se ha aludido antes. renuncia a la acción creadora individual
Los motivos posibles de La renuncia a la serían la frivolidad, la decadencia y el
libertad creadora del góti co, en aras al
1
gregarismo.
espíritu del clasicismo, podrían resumirse Sean decisivas o no éstas causas, lo que se
en los siguientes: observa en la realidad de aquel momento
del cambio de estilo, tanto en los edificios
1. º El cansancio de la forma habitual, como en los textos de los tratadistas, es el
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esfuerzo por hacer racional la arquitectu- cuanto se refiere a la estructura de la obra
ra, considerando que la clásica es la ra- arquitectónica; algo parecido a lo que
cional, y que la gótica corresponde a una propone Robert Venturi para la arquitec-
estética exclusivamente sentimental. Es tura de nuestros días. Sin embargo, y ésto
una opinión contraria a la actual; hoy es paradójicq, el Renacimiento tuvo como
creemos en una racionalidad del gótico uno de sus ideales la razón, la buscó con
paralela a la escolástica medieval, y por el pasión y parc;;ialidad precursoras del siglo
contrario vemos el Renacimiento como un XVI 11, y tal ideal ha llegado, aunque dis-
impulso estético alejado de la razón e,n cutido, hasta hoy.
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