CONSEJO
NACIONAL
DELAS ARTES
PLASTICAS
=
evista deT]
rutacritica
d
Las
de
La ilusion... de la ilusién
ascinantes
nalia Amaya
trampas
Suset Sanchez
Celica de Art
mds falso
tal es el secreto de la apariencia.
Jean Baudrillard
Simulacién encantada: el trompe-I' oeil
que lo falso
Era el afio 2001, y Cienfuegos respiraba su primave
anonadada, con la tranquila petulancia de saberse be-
lla, cantada e inmortalizada, incluso por un «birbs
ro» -qué importa si es el del ritmo o no. En medio de
aquel ensuefio que provoca casi toda primera vez en
un sitio, descubrf una singular figura que jugaba a
mitificar la autocomplacencia de una ciudad, deslum:
brandola y reflejdndola, forzindola a mirarse en cien
tos de fragmentos de espejos que la invadian, desde
la sutil presen-cia de un paraguas y un par de zapa
tos." La sorpresa ante Ia avalancha de destellos que se
cernia sobre los muros, las vidrieras, el pavimento,
los carros, la gente; que provocaban el guifio y el pes
tafeo, la protesta
que eran import
mesurado y casi i
el gesto de esquivar la luz por los
\dos por el brillo fulmin
nuo homenaje de Analfa Amaya
cfimero tiempo que hemos dedicado al placer
que proporcionan las cosas simples y sencillas, las ac
ciones triviales, pero que en un momento condensan
a utopia de querer atrapar |
y entablar quign sabe qué secreto, im
absurdo dilogo con el sol o con un pedestre bombillo.
Todo nifio ha querido
objetos, de modo que lo que de adultos a muchos nos
la seer
ginativo y hasta
puede parecer ridiculo, ha sido siempre la elocuencia
de la imaginacién
Justo entonces supe por vez primera de Ia exis-
tencia de Analfa Amaya, quien desde entonces no ha
dejado de sorprender con unas pocas obras a las que
el primario placer de la mirada no se puede resistir.
Posiblemente esa induccién a la contemplacién ab-
sorta, al regodeo de la vista, a la inevitable
del observador, sea la certera estrategia de esta artis.
ta para consumar ese inquictante poder de seducci6n
que ejercen sus piezas sobre el publico. Mas a la vez,
ahf radica el mayor de los rie
obras, no despojadas de un esteticismo y una bis-
queda de perfeccién morfolégica qu
tar justo en ese indefinido borde donde la pretensiGn
de la exquisitez de la imagen se confunde con un he
donismo a ultranza y con e
deja la turbacién del placer visual.
Sin embargo, pudiera ser precisamente esa zona de
peligro la invocacién que realiza Analia para forzar al
espectador a trascender el umbral de la representacién,
para inducirle a trasponer el elemental
minente turbacién que traduce el enfrentamiento a
obras que van més alli del gesto gracioso e imaginati-
vo 0 de la biisqueda de admiracién. Una vez més, el
arte se convierte en vehiculo de una reflexién que opera
sobre los movedizos terrenos de la percepeién, para
develar sus engafiosos mecanismos de seduccién.
10S que enfrentan sus
vacio de sentido que nos
sto o la in-En ese sentido, obras como Diez del dia y Después
del diluvio® devienen clocuentes metiforas sobre la
precariedad de la visi6n y de la «realidad» misma,
para existir mas alld de la efimera naturaleza del ins
Ifa ha buscado preservar la
tante, De manera que A\
experiencia perceptiva de
mes que acontecen en la «realidad» para mitificar la
sutil belleza de algunas visiones de la naturaleza. Die
del dia reproduce en medio de la aridez del cemento
I
ple. A partir del trazo de un drea de sombra espectfi
surada elegancia y el sencillo encanto de lo sim:
ca creada por la incidencia de la luz del sol sobre
unos edificios justo a las diez de la mafiana, perfil
logrado con la plantacién de un jardin de diminutas
florecillas cuyos pétalos son
ientos de espejos,
la artista reivindicaba Ia existencia casi inadvertida
y terriblemente fugaz de esas flores que abren su
pétalos cada dia a esa hora para crear complicidad
con aquel que sea lo suficientemente atento y sensi
ble como pa
Nuevamente la
percatarse del cambio experimentado,
artista incitaba a la mirada, lamaba
la atencién del viandante con el resplandor de los
isiGn que diera al
traste con la ignorancia hacia las cosas breves y su.
puestamente menores de la «realidad:
Después del diluvio es una video-instalacién que
a de construccién semejante. En
a lluvia
posee una metod:
esta obra se trata de prolongar una imagen de
it Nee cd wis x
ps z
‘en este caso representada por una cascada de gotas
hechas con espejos- y de los charcos que va dejando
sobre la tierra (imagen que se logra a través de la pro
yeccidn de un video cuya filmacién recoge ese mo
mento en que las got sobre
Vuelve Analfa a que-
indo salpicaduras y ondas|
rer eternizar lo breve, a atraer la visi6n hacia esos es
pacios y cosas que por cotidianos pasan inadvertidos,
con lo cual el hombre se resta la posibilidad del goce
que propician las caprichosas imagenes, los sonidos
acompasados y el ritmo que puede surgir de
pitaci6n del
cuando en la noche Ilueve y en
nuestras desvencijadas casas se propagan las goteras
para espantar la modorra del sueflo, para convertirnos
en cazadores furtivos que atrapan en cubos las gotas
caprichosas; cuando detrds viene el lamento por el so-
nido incesante del
contemplar ese rictus de abstraccién que no:
La seduccién es aquello que no tiene representa:
cidn posible, porque la distancia entre lo real y su dd
distorsién entre el Mismo y el Otro, estén abo-
jo sobre su manantial, Narciso ap
cie quien lo absorbe, quien lo seduce, de tal modo