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Datos de Observación
Título de la obra: “La mujer rota”
Es muss sein
La epifanía performática que reúne el monólogo femenino de Simone se asemeja a la insoportable
levedad del ser de la que habla Milan Kundera, pero en la perspectiva actual, el monólogo radica en
la levedad y la complejidad del ser mujer en los tiempos que imperan. La obra -maravillosamente
interpretada- cala en lo más hondo de mis raíces, ya que sintetiza el desafío que hoy decido
atravesar y habitar como cuerpo anti heteronormado en constante des-construcción; aunque haya
sido educada bajo la cultura del patriarcado en una ciudad latinoamericana.
Revelar el error, descubrir el acierto, sobre eso versa mi registro. Como en la fotografía, cuando
una imagen sale velada a raíz de una exposición de la luz de forma “indebida”, nos enseñaron que
la imagen se pierde de forma total o parcial, ergo no sirve. La primer fotografía velada en mi rollo
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analógico imaginario de la noche, es una mujer, lo cual para mí configura un acierto, y me permite
viajar en la memoria. Me recuerda la primera vez que me fotografíe frente a un espejo, y descubrí
que no conocía absolutamente nada mi cuerpo.
El contexto de acontecimientos
Como bienvenida, la melodía de un piano que anuncia un devenir bélico sin prosperidad en la
vastedad de la noche. Piano que toca un hombre de espaldas, y en su silencio enciende la
inevitable tristeza.
Sobre la alfombra negra con manchas color escarlata, una mesa ratona, con un vaso de whisky,
dos frascos de somníferos listos para el cóctel donde se despide la vida, y se anhela la muerte
digna.
Una mujer vestida de verde pero desnuda su alma, postrada en la silla, sin deseo más que
manifestar toda su ira, toda su desesperación, todo su dolor: t oda su vulnerabilidad.
La trama
Revelar el error, descubrir el acierto, sobre eso versa mi registro. En el siglo que nací,
técnicamente el apartheid ya fue abolido. Sin embargo cotidianamente, soy testigo de múltiples
formas de segregación que reencarnan tal concepto de modo ostensible, acorde a la modernidad
líquida en la que se circunscribe el mundo actual. Sin ir más lejos, vivir en función de otra persona
-sea varón o mujer-, permitir que nuestra felicidad –nuestro sentido de trascendencia- dependa de
sus estados de ánimo, necesidades, sus meros deseos o mandatos, no es amor sino esclavitud.
Muriel es la manifestación explícita de tal sentencia. Una mujer consciente y por momentos
inconsciente o sin discernimiento para obrar; una mujer víctima de relaciones
afectivas-conyugales no gratas. Su carencia de autoestima, la falta de confianza legitimada por su
entorno familiar, el desamor por sí misma conduce a la protagonista a una actitud abnegada que
desemboca en la rotunda insatisfacción de su vida y en el aislamiento de la comunidad de aquella
época. La abnegación, por definición cristiana, es un tipo de virtud moral que consiste en el
sacrificio espontáneo -o por medio de la voluntad- de los propios intereses, e incluso de la misma
vida en favor de otros o de todos. Es una forma de altruismo que exige autosacrificio o inmolación.
Muriel se abnegó sistemáticamente durante considerable tiempo, cada vez que renunció a ella
misma por los demás: ya sea por su padre, por su hijo Franco, por Alberto, por Tristán, por todos
los hombres infieles que la abandonaron -como se abandonan los vestidos viejos- y nunca
volvieron a buscarla, que jamás regresaron para lucirla ni siquiera en una fiesta de gala. La trágica
noche lluviosa de un 31 en vísperas del año nuevo, coloca a Muriel en un punto de inflexión sin
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retorno sobre sus relaciones; un punto sin retorno que se convierte en un túnel oscuro sin fin,
donde la muerte resulta la opción más atractiva para darle un sentido a la vida.
El desenlace
Revelar el error, descubrir el acierto, sobre eso versa mi registro. Dice la historia generalista y
precaria del patriarcado que las mujeres no hemos sabido amar, o eso es lo que nos inculcaron.
Pues, retruco esa historia, y denuncio a modo de defensa, y con la voz de todas las mujeres que
ancestralmente habitan en mí que:
● que sí sabemos amarnos en primer lugar -como merece cualquier persona- que nos
elegimos primero porque respetamos nuestra dignidad,
● y que si sabremos amarnos en el futuro, porque nos estamos armando y amando
simultáneamente,, porque estamos construyendo un presente donde el amor que
buscamos co-crear requiere herramientas nuevas, estimula desafíos y responsabilidades
para las generaciones venideras.
El amor personal y político nos convoca en la búsqueda de la igualdad del género, el amor nos
convoca a innovar en recursos, en ofertas y demandas, pero por sobre todo, como mujer y como
escritora, siento que el amor que construímos hoy nos convoca desde el ARTE, ya sea mediante el
teatro, la fotografía, la poesía, el canto, la performance, la danza, etc. Los motivos: considero al arte
como la forma más genuina y revolucionaria para mutar la naturaleza y la historia de la
humanidad -que aunque resulte cínico y con profundo dolor mediante- es una historia de amor (y no
del amor basado en un pragmatismo romántico binario) es una historia de amor que trata sobre la
supervivencia de la especie humana como tal; no reproduzcamos más interpretaciones arcaicas.
La supervivencia para convivir -desde su origen más primitivo hasta el clan de homínidos que
conformamos ahora- tiene su génesis en el amor propio, para luego ser compartido y
transformado en conjunto a la comunidad para funcionar como una unidad, un sistema vivo
interconectado -pero constituído por partes independientes- que se relacionan entre sí.
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dicho un espejo: es la foto de una mujer rota, esa mujer también soy yo -en forma total y parcial,
con luz o sin luz correcta-; esa mujer también soy yo cuando escribo, cuando amo, cuando vivo,
cuando lloro, cuando peleo por mis derechos, cuando crezco, cuando celebro el arte, cuando me
permito ser puente hacia nuevas alternativas más equitativas y repletas de sentido.
Represento en primera persona a la mujer rota -como Muriel- porque soy todas las mujeres que
habitan en mí. Reencarno, y ratifico que represento al proceso de todas las mujeres juntas, rotas,
pero a su vez s anándose.
Victoria Revol.-