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Adorno
Sociedad
Comienza esta recopilación de Escritos Sociológicos de Adorno con un artículo
dedicado a exponer su idea de "sociedad". En él deja bien clara desde el principio
su filiación materialista marxista afirmando que lo específicamente social [consiste]
en la preponderancia de las circunstancias sobre los hombres, que no son ya sino
sus productos impotentes. Esto supone, entonces, que el concepto de Sociedad no
es una abstracción porfiriana, un género que incluiría diversas especies (o una
especie que incluyera a los individuos). Se trata de un concepto funcional, el cual
hace referencia a una totalidad positiva (no abstracta) integrada por partes
diferentes, heterogéneas, cada una de las cuales desempeña una función para el
mantenimiento de la unidad del todo
“Es lo que en la escuela del materialismo filosófico se denomina "totalidad atributiva"
(a cada parte se le "atribuye" una función) frente a la "totalidad distributiva"
(abstracto-porfiriana, en la cual un conjunto de características comunes se
"distribuye" entre todas las partes, sin perjuicio de las características específicas de
cada una de ellas”.
Pero, debido a esta determinación funcional, el concepto de Sociedad no puede
captarse inmediatamente (intuirse kantianamente), no puede verificarse
directamente como un hecho. Por ello mismo las corrientes positivistas de la
sociología quieren desterrarlo cual reliquia filosófica. Mas dicho concepto tampoco
cabe ser inferido por abstracción a partir de hechos particulares, y eso que la
Sociedad no deja de manifestarse en las situaciones sociales fácticas. El concepto
de Sociedad sólo puede ser apresado por medio de la teoría, es decir, a través de
un arduo trabajo teórico, tampoco a través de una definición sencilla más o menos
arbitraria. Todo lo cual rompe con la idea de Ciencia que se tiene cuando se toma
como paradigma las ciencias naturales. Desde este paradigma también se critica al
método teórico de las ciencias sociales en tanto que se trataría de conocer la
esencia de una realidad que envuelve al propio investigador, y que por lo tanto
estaría adoptando una perspectiva emic (interna, subjetiva) y no etic (externa,
objetiva), como ya vieron Weber, Dilthey, Windelband, Rickert, etc., con el modelo
de la comprensión (adecuado al objeto social) frente al de la explicación (adecuado
al objeto natural). Frente a ellos Durkheim se encargó de mostrar que la sociedad
era algo externo y coactivo a los individuos.
Frente a estas dos perspectivas parciales, lo que Adorno propone es una visión
dialéctica donde se deduzca ese exterior inhumano desde las propias relaciones
que los hombres establecen entre sí. También se encarga de mostrar que los
conceptos "antiteóricos" (tales como "comprensión" o "rol") usados por los
positivistas son fragmentos teóricos de la filosofía social, de la teoría social, de la
cual desgajados coadyuvan a perpetuar la opresión social bajo la forma de
ideología. Una teoría que no se conformarse con ello sería una teoría crítica, y no
solamente crítica en el sentido de opuesta a la ideología, sino en el sentido de
"criba", "discernimiento", "análisis", pues no puede ser que "todo esté relacionado
(esencialmente) con todo".
Lo cual supone una aplicación del principio de la symploké: "si todo estuviera
conectado con todo, o si nada estuviera conectado con nada, el conocimiento sería
imposible", son unas cosas las que están relacionadas con otras, pero no con
terceras.
La afirmación contraria sería un reflejo de la propia realidad social, la cual oscurece
el conocimiento.
Observemos como Adorno, al tratar del error en las ciencias sociales, ha pasado de
una perspectiva o discurso (pretendidamente) gnoseológico teoría de la ciencia
(especial en este caso) organizada en torno a la distinción materia/forma a un
enfoque epistemológico teoría del conocimiento (también especial) organizada en
torno a la distinción sujeto/objeto: el error ha de ser reducido a una apariencia propia
del sujeto, ya sea producto de la conformación del sujeto mismo, ya sea inducida
por el objeto. Ahora bien, si la perspectiva epistemológica es puesta en práctica
cuando trata del error, y la gnoseológica cuando trata de la verdad, Adorno estaría
realizando una noetología de las ciencias sociales tomando "noetología" en el
sentido en que lo hace el Gustavo Bueno de El papel de la filosofía en el conjunto
del saber Consideramos que el discurso de Adorno es pretendida y no
efectivamente gnoseológico porque el objeto mismo de estudio, a saber, la
sociedad, no nos permite una neutralidad política; dicho discurso siempre estará
teñido de ideología, esto es, teñido de un añadido subjetual de carácter político-
práctico (y por lo tanto normativo en última instancia; subjetual por oposición a
objetual, al objeto de estudio). Y esto aunque el investigador no lo pretenda, ya que
él se encuentra inserto en las estructuras sociales, que si no ayuda a modificar,
coadyuva a perpetuar.
Desde esta perspectiva epistemológica Adorno considera que la abstracción propia
de las ciencias sociales empíricas (objeto de crítica por su parte) no se practica
únicamente en la reflexión científica, sino especialmente en la realidad, la cual se
refleja en la reflexión teórica empirista.
A continuación Adorno pasa a realizar unas consideraciones temáticas, no
metodológicas, sobre la sociedad objeto de estudio: expone la teoría de esa
sociedad de un modo sumario, una teoría marxista que, sin embargo, frente a una
posible acusación de estructuralismo similar al que posterior o simultáneamente
desarrollaría Althusser en Francia, mantiene muchas referencias al individuo, al
papel que posee éste y al papel que posee su (acaso falta de) conciencia de clase.
Esta referencia al individuo, a su conciencia y a su inserción social se realiza en
términos hegelianos, o mejor hegeliano-marxistas: esa inserción está caracterizada
por la enajenación, por la imposibilidad de auto-poseerse o auto-reconocerse, ya
que toda relación está mediada por el valor de cambio.
Estas observaciones temáticas tienen la pretensión de una crítica en función de la
transformación de esa misma sociedad que se pretende conocer. Por ello mismo, la
perspectiva adoptada, por muy gnoseológica que resulte, no podrá prescindir del
enfoque epistemológico, ya que toda intención político-práctica (transformadora o
no) requiere de la distinción sujeto/objeto, de un cierto distanciamiento del sujeto
respecto del objeto que ha de transformar: esa transformación supone la
reorganización de la materia, dar nueva forma a los materiales; en este caso sería la
instauración de nuevas relaciones sociales (cuyos materiales serían acaso los
individuos y los objetos de la producción); pero tal reorganización (en principio
intencional, no efectiva) ha de ser llevada a cabo por un sujeto o varios. Mantener
una estricta perspectiva gnoseológica en las ciencias sociales es una forma de
ideología.
La lectura de este artículo puede resultar hasta cierto punto farragosa, sin terminar
de entender muy bien lo que Adorno pretende decirnos. El problema se despejará,
en parte, un poco más adelante cuando distinga entre investigación social empírica
subjetiva (sondeos de opinión) y sociología empírica objetiva (recopilación de datos
objetivos: nivel de ingresos económicos, acceso a la educación, a la sanidad, no de
hijos por pareja, etc.). Parece ser que en la época en la escribe Adorno, en la
Alemania de los años 50, esta segunda línea estaba muy poco desarrollada, así que
por sociología empírica suele entender su flexión subjetiva; nosotros, sin embargo,
estamos acostumbrados a la variante objetiva y por ello no nos resulta fácil la
lectura. Esto, por otro lado, nos da la medida de hasta qué punto tales métodos de
investigación empírico-subjetivos son deudores de la división entre "Ciencias de la
Naturaleza" y "Ciencias del Espíritu", del espíritu entendido en su sentido subjetivo-
individual (al cual se aplican los métodos estadísticos), mala positivización del
Espíritu objetivo del idealismo, el cual, reformulado, todavía puede ser recuperado.
En las discusiones sobre investigación social, dice Adorno, predominan las
cuestiones de método sobre las de contenido, incurriéndose así en un círculo
vicioso, pues la misma determinación del método presupone la del contenido. Es el
propio objeto, el campo científico, el que ha de marcar el método a adoptar aquí
también hay un círculo, más en este caso virtuoso. Ahora bien, quizá existan
campos lo suficientemente versátiles (o "amorfos") como para no inducir un método
concreto, como para dejarse apresar de diferentes formas: tal es el caso del campo
sociológico, al cual nos podemos dirigir de un modo atomístico (analizando hechos y
comportamientos particulares) o de un modo holístico, centrándonos en el todo
social. Adorno propone este último método como el apropiado a "la cosa misma"
social, aunque es consciente de que el otro se presta más a ser utilizado como
medio instrumental en la política de la administración y de las empresas:
la pluralidad de métodos no logra dar con la unidad del objeto y la oculta detrás de
los llamados factores en los que divide al objeto en pro de su manejabilidad;
necesaria, porque el objeto, la sociedad, nada teme tanto como ser llamado por su
propio nombre.
Además de ser plurales, estos métodos, producto de la disgregación del objeto, se
basan en la cuantificación de lo cualitativo, en la asimilación del campo sociológico a
los campos de las ciencias naturales, transformando a los sujetos en objetos. Estos
métodos, sin embargo, afirma Adorno, son indicadores de lo que verdaderamente
ocurre en el estado social:
bajo la presión de la sociedad los hombres son efectivamente degradados a las
"formas de reacción de los batracios", convertidos en consumidores forzosos de los
medios de comunicación de masas y otros placeres reglamentados.
Frente a estos métodos se sitúa un humanismo completamente ideológico basado
en la comprensión; ideológico, pues:
el substrato de la comprensión, el comportamiento humano coherente y dotado de
sentido, ha sido sustituido en los sujetos por la mera reacción.
Algo que a nosotros nos cuesta aceptar, pues preferimos creer que dicha reacción
no es sino la potenciación de ciertas normas basada en ciertos intereses que los
individuos sí son capaces de racionalizar. La crítica, sin embargo, es más difícil,
pues los contenidos alternativos son los que se ven dificultados por la propaganda y
la publicidad.
En cualquier caso, el valor gnoseológico de tales métodos estadísticos, según
Adorno, sería crítico-negativo, no positivo. Su valor positivo sería epistemológico-
práctico, al tiempo que ideológico en cuanto tendente al mantenimiento del status
quo. En este sentido, tales métodos encubrirían las contradicciones sociales. Para
Adorno el principio de la sociedad es la contradicción oposición real, según
Althusser, contradicción entre lo particular y lo general [nosotros más bien diríamos
"entre varias particularidades"], así como en la particularidad misma, en la
individualidad, los sujetos están conformados por intereses contrapuestos. Y este
carácter contradictorio no puede ser tratado por métodos estadísticos, por la
inducción y/o generalización.
En el siguiente epígrafe del mismo artículo Adorno defiende la naturaleza
intrínsecamente filosófica de la teoría social en tanto que "vinculación crítica de
métodos sociológicos dispares": teoría de la sociedad, análisis de relaciones e
instituciones sociales objetivas, investigación social de orientación subjetiva... Mas
pese a ello, sigue defendiendo una especie de ley de la Historia de cuño algo
metafísico: la ley del intercambio, una ley que no sería la pura inmediatez, sino algo
conceptual, pero al mismo tiempo real, no aparente, aunque como tal aparezca ante
las investigaciones empíricas. La sociología empírica, en cambio, confunde las
reglas que usa con la ley que rige los hechos mismos; esta ley posee una lógica
distinta a las notas comunes de los elementos particulares de esa totalidad, la cual,
por cierto no se asemeja a un organismo, sino a un sistema [Ahora bien, Adorno no
nos proporciona las claves de tal diferencia].
La sociología empírica opera, según Adorno, subyugada por el fenómeno, por la
apariencia, espejismo del que ya intentó despejarla Marx, pero que ahora (cuando
escribe Adorno) se ve animada por la polémica contra la filosofía analítica y contra
los heideggerianos.
Es en este punto en el que Adorno distingue claramente entre la sociología empírica
subjetiva y la objetiva, dándole a esta última un lugar privilegiado a la hora de
ejercer la crítica tanto hacia el valor de las opiniones subjetivas (temáticas), como
hacia el subjetivismo (metodológico) del investigador capaz de pergeñar una teoría
social enteramente gratuita. Esto por lo que toca a la metodología, por lo que toca a
la temática, al mismo tiempo se encarga de señalar la importancia que para la
sociología debe seguir conservando la conciencia subjetiva de los individuos, ya que
se trata de un momento de la totalidad social, bien como elemento de afirmación de
lo existente, bien como potencial de [...] otra realidad. El papel de la filosofía en las
ciencias sociales consistiría en captar la tendencia social (total) que anida en, o
anima a, los hechos subjetivos, cuya apariencia social media establecida
estadísticamente no es índice de su verdad.