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SÍNTESIS DEL MOTU PROPRIO MISERICORDIA DEI

A lo largo de la historia la práctica del ministerio de la reconciliación ha conservado siempre


la misma estructura fundamental: esta el sacerdote u obispo que juzga y absuelve en nombre de Cristo,
y el penitente y sus actos: la contrición, la confesión y la satisfacción. Sin embargo, en algunas
regiones del mundo se tiende al abandono de la confesión personal, multiplicándose las absoluciones
generales, con los consecuentes daños espirituales en los fieles y a la santidad de la Iglesia, por lo que
este motu proprio busca reforzar el sacramento de la Reconciliación para que sea celebrado de manera
cada vez más fiel y fructífera, y no quede a libre juicio de los pastores.
Por esto se dispone que serán los Ordinarios los responsables de recordar a los ministros del
sacramento de la Penitencia la ley universal de la Iglesia al respecto: la confesión individual e íntegra
y la absolución son el único modo ordinario para que el fiel con pecados graves se reconcilie con
Dios; quienes por oficio tengan encomendada la cura de almas, han de proveer que se oiga en
confesión a los fieles que les están encomendados; los fieles deben confesar según su especie y número
todos los pecados graves cometidos y se recomienda confesar los pecados veniales; la absolución a
más de un penitente sin previa confesión individual, prevista en el C. 961 ha de ser aplicada rectamente
con carácter de excepcionalidad y no de manera general.
Se podrá aplicar la absolución general solo ante el peligro de muerte y una consiguiente falta
de tiempo para oír la confesión de cada penitente o cuando, por grave necesidad, derivada del gran
número de fieles no haya suficientes confesores para oír debidamente la confesión de cada fiel,
quedando los penitentes, sin culpa, privados durante notable tiempo de la gracia sacramental.
Sobre la grave necesidad, se trata de situaciones excepcionales como territorios de misión,
comunidades aisladas circunstancias bélicas, climatológicas…, además, deben darse las dos
circunstancias: imposibilidad de oír debidamente la confesión individual y la privación por notable
tiempo de la gracia sacramental, valorándose con juicio prudente el tiempo de privación. No se admite
crear o permitir crear situaciones de aparente grave necesidad derivadas de la insuficiente
administración ordinaria del Sacramento, ni la opción de los penitentes por la absolución colectiva.
Será el Obispo diocesano quien juzgará las condiciones requeridas a que se refiere el C. 961,
atendiendo la Conferencia Episcopal y buscando fidelidad a la disciplina universal de la Iglesia. Para
que un fiel reciba válidamente la absolución sacramental general se requiere que se proponga la
confesión individual de todo pecado grave y lo hará antes de recibir otra absolución general; también
que cada uno haga un acto de contrición en lo posible, además, no son absueltos válidamente quienes
habitualmente viven en pecado grave y no tienen intención de cambiar.

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