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Llegamos así al acuerdo que son los prejuicios, el armazón cognitivo del individuo,
lo que le permiten entenderse en su contexto y su momento histórico (Gadamer),
es decir, lugar desde donde tiene cabida el conocimiento.
El segundo gran acuerdo que podríamos establecer es la distinción entre Historia y
pasado, no siempre tan obvia. Por un lado, Jenkins separa ambos conceptos de
muy buena gana, certificando que la Historia es “mucho menos que el pasado”; un
Gaddis algo cabizbajo aceptaría la distinción exigiendo a cambio la obligación de
rendir cuentas, mientras que Certeau establece una diferenciación mucho más
compleja que comprende, desde la perspectiva del control que ejerce la institución
del saber, el proceso de transformación de la naturaleza (hipotético pasado) en
cultura (Historia). Sin salir de su concepto de “esfera social”, Certeau defiende que
el objeto de la Historia es el tiempo social. Siguiendo esa línea, Bloch observa
lúcidamente que la Historia no monopoliza el pasado; algo que Jenkins parece no
compartir. Y es que, contrariamente a la afirmación de Bloch, el objeto de la
Historia es el pasado.
Avanzar en el mismo camino nos obliga a establecer las primeras digresiones
directas sin haber agotado los espacios comunes. En cuanto a la posibilidad del
conocimiento Histórico, Bloch presenta la postura más optimista en el sentido
ortodoxo, al exigir a la “ciencia histórica” que se revista de un “poquito de verdad”,
o lo que es lo mismo, que no se sustente sobre un mínimo lógico de de certidumbre
construido a través de los métodos que él propone. En el otro extremo, Jenkins
niega tal posibilidad. Ningún relato puede sustituir el pasado, tampoco existe un
método único para llegar a tal verdad.. Imaginemos por un momento que, en el
ardor de la discusión Bloch acusase a Jenkins (el único de los cuatro sin un trabajo
propiamente “histórico” a sus espaldas) de lo mismo que acusaba a Valéry: de no
conocer bien el oficio de Historiador. Jenkins podría respondería entonces que una
actitud similar se correspondería con la típica reacción conservadora de un
historiador celoso de su impenetrable monopolio sobre una disciplina imbuido en las
relaciones de poder.
Certeau y Gaddis adoptan posturas que oscilan en el espacio intermedio que dejan
Bloch y Jenkins. Mientras que Gaddis establece analogías con otros tipos de ciencia
y reclama dicha categoría para la Historia al aludir a su condición de refutabilidad;
Certeau acepta la noción de técnicas científicas. Estos métodos estarían
determinados por los acuerdos y normalizaciones del grupo social que forma la
institución que autoriza y prohíbe indistintamente. Al mismo tiempo, estas técnicas
determinan a la operación histórica. Mientras que las leyes cambian, no así la
presión que ejerce la esfera social que mantiene el estatus de tales regulaciones.
El paisaje de la Historia (Gaddis)
Hasta mediados del siglo XX, la historia todavía era muy parecida a las
carreteras del oeste norteamericano inmortalizadas por Hollywood: recta, plana
y sin vecinos. Esta carretera llamada positivismo era recorrida con seguridad
por los historiadores hasta su destino, la verdad. Sin embargo, nuevos caminos
surgieron para nuevos puntos de llegada traídos por lo que conocemos como
post-modernismo. Las carreteras también comenzaron a ser recorridas por
nuevos los transeúntes. Es en ese enmarañado vial, o mejor, paradigmático, de
tráfico intenso, que muchos historiadores están perdidos, tanto los más
jóvenes, que se sienten obligados a elegir uno de varios caminos, como los
más viejos, que tienen dificultades para recorrer las nuevas carreteras. En esta
situación, aunque presente algunas imprecisiones y lagunas, La Historia
repensada (Rethinking History) el historiador inglés Keith Jenkins permite a los
historiadores ubicarse con más precisión ante los cambios provocados por el
posmodernismo. A pesar de tener fue publicado en 1991 y traducido en 2001 -
primer libro de Jenkins en Brasil -, su discusión sigue siendo pertinente y así
promete continuar por mucho tiempo.
Una pequeña observación sobre la traducción del título: aunque la traducción
es cierto, el traductor habría sido más feliz si hubiera optado por repensando la
Historia. El gerundio aproximaría más el título del texto, que discurre sobre los
cuestionamientos, superaciones y cambios que marcan la Historia
actualmente. La historia repensada trae la idea del cierre de un nuevo concepto
de historia, que podría llevar a Jenkins a ser enmarcado, erróneamente, en la
antigua carretera positivista. Jenkins afirma que el texto es introductorio y
polémico. En la introducción, se clásica pregunta "¿Qué es la historia?" 2. El
carácter introductorio de la cuestión dispensa y el polémico está en la
respuesta que se delinea a lo largo del texto. La polémica está presente desde
la introducción, cuando el autor afirma que nuevos transeúntes y
filósofos piensan mucho más sobre sus respectivos objetos que los
historiadores. Más que eso, se consideran modelos a Ellos son seguidos por la
preocupación por "las 'lecturas' y la construcción significado" 3. Así, el autor
cuestiona la visión positivista del pasado. Jenkins considera que la historia no
logra, no puede aprehender plenamente la complejidad del pasado. En vez de
buscar "la" verdad, los historiadores deberían preocuparse por las "verdades
del pasado. Jenkins alerta que eso no es ninguna novedad, ya que la
historiografía siempre llenó estantes sobre un mismo tema: "Es evidente que
los historiadores deberían tener en cuenta estos argumentos cuando ponen
manos a la obra, pero a menudo no lo hacen. Y, cuando Lo hacen, rara vez
desarrollan la "4. El autor todavía recuerda que la cantidad de fuentes es muy
grande, lo que genera la necesidad de recortes espaciales, temáticos y
temporales, o muy pequeña, el que imposibilita el desarrollo de una
investigación. Además, pone que los historiadores nunca encuentran todas las
respuestas a sus preguntas en las fuentes y, por lo tanto, necesitan formular
hipótesis para proseguir con sus investigaciones. En qué punto, nuevos
agujeros aparecen en la carretera cuando el autor lanza la cuestión de la
ideología en la historia y su influencia en los recortes y en las hipótesis de los
historiadores. La ideología es presentada en La Historia repensada de un modo
amplio, no sólo en la dimensión política o partidista. La ideología es el
presente, el contexto económico, social y cultural en el que están insertos los
historiadores y productores de las fuentes. Jenkins enfatiza el condicionamiento
ideológico de la lectura y la producción textual. "Así como somos productos del
pasado, así también el pasado conocido (la historia) es un artefacto
nuestro. Nadie, no importa cuán inmerso esté en el pasado, puede despojarse
de sus conocimientos y sus presuposiciones "5. Si la ideología influye tanto en
las fuentes como en los historiadores, la historiografía debería ser analizada
como una fuente. Además, al dar destaque a la ideología, Jenkins cuestiona la
neutralidad, la objetividad del historiador al relacionar la historia con el poder. El
autor recuerda de la importancia de la historia para la legitimación de
movimientos sociales e instituciones como la universidad. Por eso, Jenkins
replantea la pregunta de la introducción. "Por lo tanto (...) queda claro que
responder a la pregunta '¿Qué es la historia?' de modo que sea posible realista
es para reemplazarlo con este otro: ¿Quién es la historia ' "6.
El autor también destaca presiones de lo cotidiano que dificultan la aprehensión
del pasado por los historiadores. Presiones de familiares y amigos por más
convivencia, del lugar de trabajo, en el que se manifiestan divergencias
personales y profesionales, de las editoriales, que imponen extensión, formato,
estilo, reescrituras y plazos. Sin embargo, estas presiones siguen siendo
minimizadas o incluso ignoradas por la mayoría de los historiadores. Esas son
las principales cuestiones planteadas por la Historia repensada. El autor,
menciona Alex Callinicos, para quien el posmodernismo demostró la
"Insuficiencia de la realidad de los conceptos" 7. En pocas palabras, la
respuesta la polémica que se delinea a lo largo del texto es que no existe "la"
Historia, pues no hay "el" camino hacia "la" verdad.
4 JENKINS, Historia ..., p. 61.
5 JENKINS, Historia ..., p. 33.
6 JENKINS, Historia ..., p. 41.
7 JENKINS, Historia ..., p. 10
¿Cómo es posible conocer lo que ocurrió en el pasado? ¿Qué hacer para salvar la distancia histórica entre
el análisis del pasado y la elaboración de su discurso, de un lado, y el propio pasado, de otro? ¿Existe una
verdad histórica o cualquier interpretación y relato es igualmente pertinente? Estas son algunas de las
cuestiones que, desde la llegada de la posmodernidad a la historiografía, conducen directamente a la
pregunta que amenaza los cimientos del saber del pasado y que hacen imperativo repensar la historia.
En esta concisa y accesible introducción sobre la controvertida pregunta «¿qué es la historia?» Keith
Jenkins, prestigioso historiador, plantea estos y otros problemas de una forma innovadora. Inaugurando
nuevos caminos, dibujando itinerarios en arenas movedizas, Jenkins señala un horizonte para la historia y
anuncia lo que está aún por venir: las nuevas formas de conciencia histórica y la popularización de su
construcción que surgen de la desinstitucionalización de la disciplina.