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Es hasta junio de 1927, cuando el cónsul de Estados Unidos en Ottawa presenta una
queja formal al gobierno canadiense proponiendo que el conflicto se remita a la comisión
internacional conjunta.
Para 1931 la comisión establece que todos los daños que se ocasiones hasta el 1º de
enero de 1932 serían compensados con $350,000 y ordenando una serie de medidas
par4a reducir la emisión de gases. Sin embargo en febrero de 1933, Estados Unidos
presento una nueva reclamación por la ocurrencia de daños posteriores a enero de 1932,
esta nueva controversia condujo a la firma de un tratado entre los dos estados, en el cual
se disponía someter el diferendo ante una tribunal arbitral internacional.
Conclusiones:
En el caso trail smelter el tribunal arbitral señalo que:
"Bajo los principios del derecho internacional, así como la ley de los Estados Unidos,
ningún Estado tiene derecho a usar o permitir el uso de su territorio de tal manera que
cause daños por humos en el territorio de otro, las propiedades o personas en el mismo,
cuando el caso es grave, las consecuencias y las lesiones se establecen mediante
pruebas claras y convincentes”.
El Trail Smelter es una demostración clara de un ejercicio de flexibilidad de las partes, las
que buscaron equilibrar sus intereses contrapuestos, a fin de permitir que la fundición
canadiense siguiera operando, que los agricultores al otro lado de la frontera fueron
compensados por los da(os sufridos y también pudieran seguir con su actividad gracias a
la inversión por parte de la empresa en un sistema que evitara la emisión de los gases
tóxicos. La solución a la que se llegó en este caso se explica por las particulares
circunstancias del caso, tomándose en cuenta hasta qué punto la fundición será capaz de
sobrevivir aun realizando una inversión de alrededor de 20 millones de dólares para evitar
los daños al otro lado de la frontera.
Este caso culmino en el establecimiento del derecho internacional ambiental como campo
especializado del estudio en los años posteriores por ejemplo en los años setenta con la
aprobación de la declaración de Estocolmo.
“De conformidad con la Carta de las Naciones Unidas y con los principios del derecho
internacional, los Estados tienen el derecho soberano de explotar sus propios recursos
según sus propias políticas ambientales [y de desarrollo], y la responsabilidad de velar por
que las actividades realizadas dentro de su jurisdicción o bajo su control no causen daños
al medio ambiente de otros Estados o de zonas que estén fuera de los límites de la
jurisdicción nacional. (Declaración de Estocolmo, 1972).