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“¡A la mina, a la mina!

”, grita una mujer desde una furgoneta, en lo que


parece una improvisada estación de autobuses en Juliaca, en la región de
Puno, al sudeste de Perú. A más de 5.000 metros de altitud, resistiendo el
frío y la falta de oxígeno, unas 70.000 personas sobreviven persiguiendo el
sueño del oro. Es en La Rinconada, situada en el nevado de Ananea en los
Andes peruanos y considerada la ciudad más alta del planeta, donde
durante décadas fueron llegando hombres y mujeres improvisando una
ciudad de casas de zinc entre nieves perpetuas.

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