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David, Cristian. Mapas del tiempo.

CAP.14: LA GRAN ACELERACIÓN DEL SIGLO XX

La aceleración

Una historia soberbia del “breve” siglo XX como lo menciona Hobsbawm, en donde lo más destacado son las
guerras mundiales, la Gran Depresión, la experiencia comunista, la descolonización y, sobre todo, el largo período
de prosperidad que siguió a la segunda guerra mundial.

Otro aspecto a destacar de este siglo, es la relación del ser humano con el medio ambiente. La raza humana, sin
proponérselo, ha sometido a la tierra a un gigantesco experimento incontrolado.

El presente capítulo se centrará en la brusca aceleración experimentada por el ritmo y la escala del cambio en el
siglo XX.

El extraordinario dinamismo de la revolución moderna ha acelerado otra vez el paso del cambio histórico global.
Es como si el tiempo se hubiera comprimido en el siglo XX.

Nuestro sentido del espacio ha sufrido asimismo una revolución a causa de las modernas formas de transporte y
comunicaciones.

Como ha dicho Hobsbawm, este cambio vertiginoso ha disuelto hasta tal punto los vínculos con el pasado que ha
transformado nuestra concepción de la historia.

Los cambios en la sociedad humana- Las olas de innovación del siglo XX.

El agente primario de la transformación fue la aceleración del cambio tecnológico.

Fuera de la agricultura, los cambios tecnológicos más importantes del siglo XX llegaron en oleadas cuyo impacto y
tamaño empequeñeció los del siglo XIX. La cuarta ola de innovaciones empezó a finales del siglo XIX y duró casi
hasta mediados del siguiente.

La aparición de las empresas multinacionales fue un indicador del creciente predominio de los países más
industrializados. La expansión geográfica de la industrialización se redujo en este período y la capacidad
productiva de las regiones que ya habían empezado a industrializarse subió vertiginosamente.

La quinta ola de innovaciones, que apareció al finalizar la segunda gran guerra, estuvo dominada por la energía
atómica y la electrónica. Ésta última, elevó la eficacia de muchas otras tecnologías.

El crecimiento de la posguerra pareció pisar el freno a finales de los años setenta y durante los ochenta, sobre todo
en las regiones más industrializadas.

La creación: el capitalismo consumista y las nuevas formas de vida.

El lado positivo del cambio se ve en la impresionante riqueza de las regiones más industrializadas.

Lo paradójico de este tiempo es que ahora se tenía que organizar la abundancia. Es decir, a diferencia de antaño, el
que más produjera, seguramente le resultaría aún más difícil conseguir compradores. Sin embargo, desde finales
del siglo XIX las economías capitalistas encontraron una solución tratando a sus propios trabajadores no sólo como
si fueran carnaza de fábrica, sino también como si fueran mercados potenciales de las mismas mercancías.
Los beneficiarios de estos cambios disfrutaron de niveles de prosperidad material sin precedentes y de formas de
libertad desconocidos hasta entonces. En los países más ricos, los progresos de la medicina mejoraron la salud y
eliminaron muchas causas de sufrimiento físico, antaño inevitables. La mejora de alimentación y atención médica.
La difusión de los métodos anticonceptivos.

Las contradicciones del capitalismo: desigualdad y pobreza.

Casi todos los socialistas se dieron cuenta de que, aunque el capitalismo creaba los requisitos materiales de una
sociedad así, sus estructuras básicas generaban desigualdad. El dinamismo productivo, que parecía ser la mayor
virtud del capitalismo, estaba impulsado por un reparto desigual del control sobre los medios de producción.

Los acontecimientos del siglo XX confirmaron gran parte de la crítica socialista del capitalismo. Las mismas
fuerzas que generaban la extraordinaria abundancia material aumentaban al mismo tiempo las desigualdades
globales entre los ciudadanos de las naciones.

La destrucción de los imperios exactores tradicionales.

Los gobiernos comunistas que se instauraron primero en Rusia y luego en China estuvieron dirigidos por
movimientos revolucionarios modernizadores. Pero su ideología era tan anticapitalista como anti autocrática. Que
Stalin rechazara de plano el capitalismo durante la colectivización de los años treinta significó que la URSS iba a
tener que competir con las principales potencias industriales sin contar con el dinamismo innovador del
capitalismo. La URSS se vino abajo por su incapacidad para competir económica y tecnológicamente.

Los esfuerzos de Gorbachov por introducir un nuevo dinamismo, relajando el control de la economía y la sociedad,
acabaron por destruir todo el sistema. En los años noventa, Rusia tuvo que ponerse a reconstruir el capitalismo
desde cero.

China tuvo que enfrentarse a problemas parecidos, pero adoptó una solución diferente. La China comunista se está
volviendo una sociedad capitalista y está utilizando métodos que no estaban a disposición de los dirigentes
soviéticos, porque en China no se eliminaron tan radicalmente como en la URSS las estructuras y los hábitos del
capitalismo.

Las sociedades comunistas del siglo XX no pudieron igualar la productividad de sus rivales capitalistas; pero
tampoco fueron tan igualitarias.

Resumen

Los cambios producidos en el siglo XX han sido, en muchos aspectos, mayores que los producidos en toda la
historia humana anterior.

Los estados comunistas de mediados del siglo XX quisieron igualar las hazañas económicas y militares de las
sociedades capitalistas, aunque eludiendo las desigualdades inherentes al capitalismo.

CAP. 15: LOS FUTUROS.

El futuro desde el vamos, es impredecible. La aceleración de las transformaciones en el siglo XX hace que sea
social y políticamente irresponsable no contemplar el futuro a esta escala.

Conforme aumentan las desigualdades globales, los recursos se consumen en cantidades crecientes para mantener
las vastas estructuras jerárquicas de las sociedades capitalistas modernas.
Si la población sigue creciendo al ritmo de finales del siglo XX, no hay esperanza. Sin embargo, hay optimismo, ya
que las tasas globales del crecimiento demográfico parecen haber frenado tanto en los países más ricos como en los
más pobres.

Por desgracia, las revoluciones comunistas del siglo XX nos han dado a entender que la destrucción del capitalismo
puede resultar una medida muy perniciosa, una medida que en cualquier caso no es probable que dé lugar a
sociedades igualitarias o sensibles a los problemas ecológicos.

Samuel Huntington – El choque de civilizaciones. La revancha de Dios.

Durante la segunda mitad del siglo XX tuvo lugar un renacimiento de la religión. Tomó forma una nueva
aproximación religiosa, ya no encaminada a adaptarse a los valores laicos, sino a recobrar un fundamento sagrado
para la organización de la sociedad. Abogaba por el abandono de un modernismo que había fracasado propiciando
un alejamiento a Dios.

El resurgimiento religioso supuso que la gente volviera a las religiones tradicionales de sus colectividades y les
diera un nuevo significado. En todos ellas surgieron movimientos fundamentalistas empeñados en la purificación
extremista de las doctrinas e instituciones religiosas y la remodelación de la conducta personal, social y pública de
acuerdo con dogmas religiosos.

La “des-laicización del mundo”, como señalaba George Weigel, es uno de los hechos sociales dominantes a finales
del siglo XX. El renacimiento religioso se ha expandido por los antiguos Estados comunistas, llenando el
vacío dejado por el derrumbamiento de la ideología soviética, sobre todo en Albania y Vietnam. Este
renacimiento llevaba aparejados algunos movimientos fundamentalistas y estaba animado desde el exterior por
Arabia Saudí, Irán y Paquistán. Sin embargo, en cada país operaron causas particulares. Aunque un fenómeno
universal exige una explicación universal. La causa destacada y profunda del resurgimiento religioso es
precisamente lo que supuestamente habría de provocar la muerte de la religión: los procesos de modernización
social, económica y cultural. Fuentes de identidad y sistemas de autoridad existentes desde mucho tiempo atrás se
rompen. Los campesinos emigran del campo a la ciudad, se alejan de sus raíces y realizan trabajos nuevos o no
trabajan. Necesitan nuevas fuentes de identidad. La religión, sea moderada o fundamentalista, satisface tales
necesidades. La religión proporciona respuestas convincentes, y los grupos religiosos ofrecen pequeñas
comunidades sociales que remplazan a aquellas otras perdidas durante la urbanización.

El resurgimiento religioso en todo el mundo es una reacción contra el laicismo, el relativismo moral y los excesos,
y una reafirmación de los valores del orden, la disciplina, el trabajo, la ayuda mutua y la solidaridad humana. Los
grupos religiosos cubren necesidades sociales que las burocracias estatales dejan desatendidas: servicios
médicos y hospitalarios, guarderías y escuelas, beneficencia y asistencia social, entre otras.

La lentitud de la Iglesia católica para adaptarse a los aspectos técnicos de la vida urbana y su estructura, que a
veces la hace incapaz de responder a las necesidades psicológicas de la gente actual, la pone en una situación de
desventaja.

Los movimientos favorables al renacimiento religioso son anti laicos, anti universalistas, y antioccidentales.
Pero en general no rechazan la urbanización, la industrialización, el desarrollo, el capitalismo, la tecnología.

Los participantes en el resurgimiento religioso son de toda condición, pero proceden mayoritariamente de dos
colectivos:

1. Los recién emigrados a las ciudades generalmente necesitan apoyo y contención emocional, social y
material, que los grupos religiosos proporcionan más que ninguna otra fuente.
2. En su gran mayoría son jóvenes, con buena formación, a menudo son la primera generación de su familia
que va a la universidad.

El renacimiento de religiones no occidentales es la manifestación más intensa de anti-occidentalismo de las


sociedades no occidentales.

Cap. 5 – Economía, demografía y civilizaciones rivales.

LA AFIRMACIÓN ASIÁTICA.

El desarrollo económico del este de Asia ha sido uno de los hechos más importantes que ha tenido lugar en el
mundo en la segunda mitad del siglo XX. Este proceso comenzó en Japón en los años cincuenta, y durante algún
tiempo se pensó que esa nación era la gran excepción: un país no occidental que se había modernizado con éxito y
se había convertido en económicamente desarrollado. Sin embargo, el proceso de desarrollo económico se extendió
a los cuatro tigres asiáticos (Hong Kong, Taiwán, Corea del Sur, Singapur) y después a China, Malasia, Tailandia e
Indonesia, y está prendiendo en Filipinas, la India y Vietnam. Esta productividad económica asiática contrasta de
forma palpable con el modesto crecimiento de las economías europeas y estadounidense y con el estancamiento
que se ha producido por gran parte del resto del mundo.

El desarrollo económico del este de Asia, está alterando el equilibrio entre estos países y EE.UU. Un desarrollo
económico con éxito genera en quienes lo producen y se benefician de él un sentimiento de confianza y seguridad
en sí mismos. Las sociedades asiáticas son cada vez menos sensibles a las exigencias e intereses de los EE.UU. Ya
no se considera todo lo occidental o estadounidense como necesariamente lo mejor.

El renacimiento cultural japonés de finales del siglo XX aprobaba una actitud de distanciamiento de Estados
Unidos y un acercamiento mayor a Asia. Esta tendencia suponía, una nueva identificación con las tradiciones
culturales japonesas y una afirmación renovada de los valores de dichas tradiciones, y por otro lado, un esfuerzo
por “asiatizar” Japón e identificarlo con una cultura asiática común.

En base a la afirmación asiática hay cuatro componentes principales:

1. Los asiáticos creen que el este asiático se está desarrollando económicamente de forma rápida, pronto
superará a Occidente en producción económica, y será cada vez más poderoso en los asuntos mundiales.

2. El éxito económico es en gran medida fruto de la cultura asiática que es superior a la de Occidente, cultural
y socialmente decadente. Para los asiáticos el éxito es el resultado de la insistencia culturas asiática-oriental en la
colectividad más que en el individuo.

3. Aun reconociendo las diferencias entre sociedades asiáticas, también existen importantes elementos
comunes entre todas ellas. Entre estas es fundamental, el sistema de valores del confucionismo, particularmente su
insistencia en la frugalidad, la familia, el trabajo y la disciplina. Igualmente importante es el común rechazo del
individualismo y la vigencia del autoritarismo “suave” o bien de formas muy limitadas de democracia. Esto
requiere el desarrollo de nuevas formas de cooperación dentro de Asia.

4. Sostienen que el desarrollo y los valores asiáticos son modelos para otras sociedades no occidentales, y para
mismo Occidente para poder renovarse.

EL RESURGIMIENTO ISLÁMICO.
Numerosos musulmanes estaban volviendo simultáneamente hacia el islam como fuente de identidad,
sentido, estabilidad, legitimidad, desarrollo, poder y esperanza. Es un esfuerzo por encontrar la solución a los
problemas, no en las ideologías occidentales, sino en el islam. Encarna la aceptación de la modernidad, el rechazo
de la cultura occidental, y el renovado interés por el islam como la guía cultural, religiosa, social y política.

El Resurgimiento es moderado, no extremista; y está generalizado, no aislado.

Una analogía útil es compararlo con la Reforma protestante. Ambos son reacciones frente al estancamiento
y corrupción de las instituciones existentes; aboga por una vuelta a una forma de su religión más pura y exigente;
predican el trabajo, el orden y la disciplina; y apelan a la dinámica y emergente gente de clase media. Pretenden
una reconstrucción global de la sociedad de arriba abajo.

El Resurgimiento ha tocado a casi todas las sociedades musulmanas. En la mayoría de los países, un
elemento fundamental de la islamización fue el desarrollo de una organización social islámica y el control de
organizaciones ya existentes por parte de grupos islámicos.

El fracaso generalizado de la democracia liberal, incapaz de arraigar en las sociedades musulmanas,


es un fenómeno continuo y repetido durante fines del siglo XIX. Dicho fracaso tiene su fuente en la
naturaleza de la cultura y la sociedad islámica, inhóspita para los conceptos liberales occidentales.

El Resurgimiento islámico es a la vez producto de la modernización y esfuerzo por enfrentarse a ella. Es


también una reacción ante la influencia de Occidente. Fue también estimulado por el boom del petróleo de los años
setenta, que incrementó enormemente las riquezas y el poder de muchas naciones musulmanas. El impulso
proporcionado por los aumentos del precio del petróleo se desvaneció en los años ochenta, pero el crecimiento
demográfico proporcionó una fuerza motriz constante.

DESAFIOS CAMBIANTES.

Ninguna sociedad puede mantener indefinidamente un índice de crecimiento económico de dos dígitos, y la
expansión económica asiática se estabilizará en algún momento a principios del siglo XXI. Asimismo, ningún
renacimiento religioso o cultural dura indefinidamente. Eso es más probable que pase con el Resurgimiento
islámico cuando el impulso demográfico que lo anima se debilite en la segunda o tercera década del siglo XXI. Las
altas cuotas de conflicto dentro del islam y entre los musulmanes y otros pueblos es probable que decrezcan. Las
relaciones entre el islam y Occidente no se estrecharán pero es probable que disminuyan.

La República Popular China y su economía: reseña histórica del cambio sucedido y las reformas
introducidas por Deng Xiaoping.

Por María Isabel Negre.

China tiene hoy la economía con mayor dinamismo en el mundo, se ha convertido en el mayor demandante
de cobre, zinc, platino, acero, hierro, aluminio, níquel, cemento, etc. y en el segundo importador de petróleo de
todo el mundo. Además de ser un gigante geográfico, demográfico y económico, también ha conseguido una
innovación tecnológica y un desarrollo de una fantástica sofisticación financiera.
El conflicto será entre un Estado que preserva como principio sagrado el monopolio del poder político,
combinado con una economía de mercado cada vez más semejante a la estadounidense; y un Estado democrático
tanto en lo político como en lo económico

Entró progresivamente, bajo Deng Xiaoping, y se inscribió, bajo Jiang Zemin, en una tercera categoría, que
es la de las <<diferencias negociadas>>, es decir, las diferencias cuyo peligro es real pero que puede disminuir
mediante negociaciones. Aunque sobrevive el recelo ante la diferencia china, se ha reducido, ya que China, al
acercarse al resto del mundo, le proporciona cada vez más oportunidades para la compraventa”.

La reforma económica se inicia tras la muerte de Mao Tse Tung y la asunción al gobierno de Deng
Xiaoping en 1976. “La opción que impuso a finales del 1978 hacía de la apertura un medio de realización de los
grandes objetivos programáticos, pero era una opción pragmática. El gobierno chino se volvió hacia todas las
experiencias económicas extranjeras, incluidas las del mundo comunista [...].

1. El primer cambio que introdujo fue el de aceptar la propiedad privada de los medios de producción. Con
esto también se debieron asimilar dos nuevas ideas: la plusvalía como una retribución legítima del capital
invertido; la competencia como medio de asignación de los factores de producción.

En el sudeste asiático se estaban dando experiencias extraordinarias con respecto al desarrollo económico de los
países. Y todos tenían un factor común: una nueva filosofía de mercado que contenía empresas privadas que
buscaban ganancias y competían duramente; una masa asalariada con una creciente capacidad adquisitiva; y
gobiernos que ofrecían a la población salud, vivienda y educación.

Los tigres asiáticos: Japón, Taiwán, Hong Kong, Singapur, y Corea del Sur, son ejemplos de desarrollo económico.
Indonesia era otro ejemplo de crecimiento económico. En la década del setenta pudo mantener el crecimiento
económico gracias a los altos precios del petróleo; pero en los ochenta, la economía sufrió un declive como
consecuencia de la crisis de precios y del petróleo y pagó las consecuencias de no haber creado en la década
anterior una infraestructura empresarial. Todo esto sirvió de ejemplo para el líder chino.

China no podría abrirse a Occidente si no tomaban precauciones para preservar su independencia.

Entra en juego la política exterior

Deng Xiaoping tomó medidas estratégicas para limitar los costos de la apertura. Se centró en la modernización del
socialismo, en formar una “dictadura democrática”. Suprimió toda oposición, pero también concedía mayores
libertades en otras áreas.

En política exterior, combinó una alta dosis de pragmatismo con nacionalismo. Se iniciaron relaciones con
Estados Unidos y se normalizaron con la Unión Soviética. Por otro lado, negoció la recuperación de territorios
chinos como Hong Kong y Macao, e insistió con la reclamación de Taiwán.

Se presentó como defensor del denominado Tercer Mundo y esto le permitió a Pekín tener intercambios
comerciales que, de hecho, eran con países del Primer Mundo.

También le permitía tener una situación estratégica con las dos grandes potencias de los años ochenta.

La postura de la década del ´80 “integró la apertura comercial china –que ponía necesariamente a Pekín en
situación de comprador- en una diplomacia global que ponía en juego bazas indiscutibles: la visión que el mundo
tenía sobre un antiguo imperio que renacía, la extensión de su territorio y la importancia de su población, la
posesión de armamento nuclear y la capacidad de actuar, y en cualquier caso de hablar, más allá de su región,
especialmente gracias a su asiento permanente en el Consejo de Seguridad de las Naciones Unidas”.

Durante los años ´90, la estrategia de apertura tuvo que cambiar; critica la dominación financiera y comercial de
Estados Unidos y defiende a los países que han quedado marginados por culpa del mundo globalizado.

Tres condiciones.

-La primera era que Occidente y Asia capitalista debían admitir que los intercambios comerciales para asegurar la
modernización del país, no debían incomodar al régimen político.

-La segunda condición implicaba a la población: por un lado, los dirigentes apoyaban la modernización sin perder
el control; y la gente debía comprometerse con el desarrollo sin dejar de obedecer a las autoridades.

-La tercera era a nivel político: las decisiones tomadas por el más alto nivel de la dirección política, debían ser
confirmadas; pero el aparato dirigente estaba dividido.

En 1999 con la entrada de China en la OMC se estaban comprometiendo con la mundialización. Pero los costos
eran altos, y China los vivió en 1998 cuando les llegó la crisis asiática. Por eso, los diplomáticos chinos
reemprendieron duras negociaciones con sus principales socios: Estados Unidos y Europa. Allí consiguieron
resultados favorables: obtuvieron acuerdos especiales.

La estrategia de la apertura, desde el interior del país

La apertura debía mantenerse bajo control, se debía hacer de modo progresivo y seleccionando, de modo
minucioso, los espacios donde entrarían las empresas extranjeras. La apertura estaba canalizada prioritariamente
hacia las zonas costeras, aunque el Centro llevaba a cabo una vigorosa política comercial. Las autoridades
distinguían claramente las marcas y los países “amigos” y nunca vacilaron en “castigar” a un país y/o sus marcas,
si lo consideraban culpable.

A medida que pasaba el tiempo, los procedimientos fueron flexibilizándose. Esto provocó un boom en las
inversiones extranjeras directas, a principios de los noventa. Además, se crearon las bolsas de Shenzhen, en 1988, y
la de Shanghai en 1990.

En forma gradual se incorporaron los principios y las instituciones típicas de las economías de mercado.

Los capitales extranjeros, como ya dijimos, primariamente se centraron en el desarrollo de las zonas costeras por
ser las que tienen más acceso al tráfico del comercio mundial; dejando para más adelante el interior del país.

En China, el monopolio del poder siguió en manos del partido comunista porque sería esta condición la que
permitiría que la reforma fuese efectiva; es decir, que se pudieran transformar las estructuras económicas, sociales,
culturales y la mentalidad colectiva.

Diez puntos que caracterizan el poder en China y que permiten el crecimiento:

1- un Poder que controla todos los resortes del Estado;

2- tampoco se permite la competencia política, las organizaciones opositoras, la existencia de sindicatos;


3- no existen medios de comunicación que no pertenezcan al Estado;

4- no tiene un líder carismático, sino que los dirigentes cambian periódicamente;

5- es un poder que también representa a los sectores emergentes del gran desarrollo económico;

6- es un Poder con la idea de crear una nación poderosa, próspera y tecnológicamente avanzada;

7- tiene la capacidad de llevar adelante planes de muy largo plazo, dado que siempre los miembros del gobierno
provienen del mismo partido;

8- es un Poder en el que existen políticas de Estado;

9- es un Poder que acepta las desigualdades de ingresos y la legitimidad de la plusvalía de la inversión privada;

10- es un Poder que integra el monopolio político con el capitalismo privado, el Estado totalitario con la economía
de mercado, y que se viene abriendo al mundo sin perder su esencia de profundo nacionalismo económico.

Sexta economía del mundo en PIB y es la segunda si se mide en paridad de poder adquisitivo.

Ranking País PIB

(millones de dólares USA)

1- Estados Unidos 11,667,515

2- Japón 4,623,398

3- Alemania 2,714,418

4- Reino Unido 2,140,898

5- Francia 2,002,582

6- China 1,932,093

Después del <<nudo>> de los años 1989-1991, un segundo <<nudo>> preparado por el acceso al poder de Jiang
Zemin en 1994-1997 se organizó entre 1999 y 2001, que ha marcado a la vez una mutación y una elevación de las
ambiciones. Desde entonces, la política china ya no es principalmente defensiva, sino ofensiva. Se sigue
planteando la defensa del régimen y el desarrollo económico, pero mediante un compromiso cada vez más marcado
con el mercado mundial, y a la vez se plantea objetivos mundiales y sobre todo regionales más ambiciosos: China
es un candidato claro, a medio plazo, a un estatuto de gran potencia y, a corto plazo, a uno de gran potencia
regional”.

En el 2002, China ya estaba en el quinto puesto en el ranking de los países exportadores del mundo La inversión
extranjera oscilaba entre el 40 y el 60 % del total de las exportaciones.

El dinamismo económico ha reforzado su magnetismo. Y, en la medida en que siga aumentando su peso a nivel
mundial, y las decisiones que vayan tomando, también irán modificando la política interna para adaptarla a las
nuevas situaciones.

Según J. Story, “China se convirtió en una gran potencia precisamente porque gestionó con éxito la transición a la
<<democracia al estilo chino>>.
Económicamente, ya es una potencia mundial; políticamente lo será.

Przeworski, Adam. ¿Podríamos alimentar a todo el mundo?

La irracionalidad del capitalismo y la inviabilidad del socialismo.

Introducción

Los seres humanos estamos dotados de la capacidad tecnológica y organizativa para producir, en un futuro
inmediato, lo suficiente como para satisfacer las necesidades básicas de todos los habitantes del mundo. Sin
embargo, en la realidad esto no pasa.

La visión que arraigó en Europa entre los años 1848 y 1891, la cual esboza una administración racional de las
cosas con el fin de satisfacer las necesidades humanas, es decir, el socialismo, ya carece de sentido y credibilidad;
de ahí viene la pregunta sobre el fracaso del socialismo, ¿invalida la crítica socialista de la irracionalidad del
capitalismo?

El autor considera las distintas críticas del capitalismo y del socialismo refiriéndose a:

a) Los proyectos originales;

b) La viabilidad de dichos proyectos.

c) Las realidades

d) Y la posibilidad de reformar dichas realidades.

Presupuestos metodológicos

Por capitalismo el autor entiende cualquier sistema económico en el que:

A) La división del trabajo es tan avanzada que la mayoría de las personas producen en función de las
necesidades de los demás.

B) Los medios de producción y la fuerza de trabajo son propiedad privada.

C) Hay mercados de ambos.

Por socialismo entiende cualquier sistema en el que:

a) La división del trabajo sea igualmente avanzada.

b) Los medios de producción sean propiedad pública.

c) La mayor parte de los recursos productivos, se utilicen de acuerdo con las directrices de un mando
centralizado.
Tanto los defensores del capitalismo como los del socialismo citan con frecuencia las deficiencias de un sistema
como argumentos a favor del otro. La miseria y la opresión, extendidas bajo el sistema capitalista, se utilizan para
apoyar los argumentos a favor del socialismo; los errores de planificación central sirven para reforzar los
argumentos a favor del capitalismo.

Bases clasistas de las preferencias

Un buen sistema económico haría lo siguiente: produciría el máximo posible para satisfacer las necesidades de las
personas; produciría al coste más bajo posible en lo que a materiales y mano de obra se refiere; y satisfaría otros
criterios.

El capitalismo y el socialismo: los proyectos.

El proyecto original capitalista: cualquier proyecto razonable del capitalismo ha de contar con formas de hacer
frente a situaciones en las cuales difieren las tasas sociales e individuales de rendimiento.

Cuando el mercado no consigue alcanzar un estado óptimo, la sociedad, al menos hasta cierto punto, reconocerá el
vacío y surgirán las instituciones sociales (no de mercado) en un intento de llenarlo.

El capitalismo no es ni menos, ni más capaz que el socialismo a la hora de hacer frente a todas las situaciones en
las que las tasas sociales de rendimiento se desvían de las privadas.

Para el autor, el capitalismo es irracional porque no puede acceder a unas distribuciones técnicamente viables del
bienestar.

Bajo el capitalismo, la propiedad privada implica que los propietarios tienen el derecho de retirar sus dotaciones de
las aplicaciones productivas si no esperan una tasa de rendimiento adecuada. (Dotación: capital y mano de obra.)

El capitalismo, es irracional en el sentido de que, bajo este sistema, no podemos utilizar el potencial productivo en
su plenitud sin recompensar a aquellos que controlan las dotaciones productivas.

La justificación de mantener que el capitalismo es irracional se deriva del hecho de que los individuos sean
simultáneamente, agentes de mercado y ciudadanos.

El mercado es un mecanismo en el cual los individuos emiten votos relativos a la distribución, mediante sus
propios recursos, y estos recursos siempre se distribuyen de forma desigual. La democracia es un sistema mediante
el cual las personas, como ciudadanos, pueden expresar sus preferencias respecto de unos recursos que no son
propiedad suya, con una distribución igualitaria de los derechos.

Si los individuos manifestasen sus necesidades y su potencial productivo de forma sincera, si hicieran un esfuerzo,
con independencia de la recompensa, si los planificadores actuasen como unos agentes perfectos y si supieran
resolver los problemas del destino óptimo de los recursos, entonces el socialismo produciría todos los efectos
maravillosos que anuncian sus defensores. Todo esto sugiere que las críticas razonables al socialismo no están
dirigidas contra el proyecto sino contra la viabilidad de este proyecto y sus manifestaciones reales.

La viabilidad

Las líneas socialistas de ataque contra la viabilidad del proyecto capitalista son tres:

1) No puede existir capitalismo sin la intervención del Estado


2) El capitalismo nunca podrá alcanza, sin un gran coste, los equilibrios en virtud de los cuales sus defensores
proclaman todas sus virtudes.

3) El capitalismo es autodestructivo porque conduce, por fuerza, al monopolio.

Los socialistas rechazarían el capitalismo aun cuando este sistema realizase su potencial a pleno.

Los argumentos relativos a la viabilidad también afectan al socialismo. El problema con el que se encuentra el
panificador consistes en lograr la distribución de los recursos de tal modo que se maximice el bienestar que
obtienen los individuos del consumo y del ocio.

El argumento a favor de la viabilidad del socialismo gira sobre el supuesto de que, una vez que los individuos se
conviertan en propietarios conjuntos de la riqueza productiva, actúan de forma espontánea y de tal modo que
apoyan el bienestar colectivo.

Realidades

Ni el capitalismo ni el socialismo lograron poner fin a la pobreza.

Las experiencias en la postguerra, de los países socialistas del Este y de varios países del Sur capitalista
constituyen dos intentos diferentes de lograr el desarrollo y establecer una independencia económica. El modelo
del este de Europa se ha configurado por la propiedad estatal de los recursos productivos, la distribución mediante
unas instrucciones centralizadas y una estrategia autárquica de desarrollo, encabezada por las industrias
productoras de bienes. El modelo capitalista, a menudo identificado como el “desarrollo capitalista subordinado y
dependiente” se basó en la propiedad privada, el papel activo del Estado y una buena dosis de proteccionismo
orientado hacia la industrialización mediante la sustitución de importaciones.

Las dos estrategias tuvieron éxito durante un periodo prolongado.

La reforma del socialismo

Las reformas constituyen un fenómeno endémico bajo el socialismo. Puesto que las economías que se basan en la
planificación central no contienen mecanismos automáticos de autocorrección. Las economías socialistas no se
planifican.

El socialismo de mercado

Si el socialismo de mercado es un sistema que establece una legislación solamente en contra de algunas formas de
propiedad, entonces es idéntico al capitalismo.

Si el socialismo de mercado ha de ser un sistema distinto, tendrá que establecer un marco jurídico especialmente
favorable a las cooperativas obreras y discriminatorio de las empresas.

La paradoja consiste en que aquellos movimientos obreros con la fuerza política suficiente para conseguir alguna
forma de socialismo mediante el ejercicio de la democracia no tienen los incentivos para hacerlo, mientras que
aquellos movimientos que más ganarían con el cambio carecen de poder para conseguirlo. Por ello, el socialismo,
como programa de la propiedad pública de la riqueza productiva, sea sólo el proyecto político de aquellos
movimientos que no pueden conseguirlo.

El socialismo de mercado no sería una aplicación plena de la democracia en el reino económico.

La democracia social
La premisa fundamental de la socialdemocracia consiste en que la nacionalización de los medios de producción no
es necesaria para reducir la irracionalidad del capitalismo, es decir, para evitar las pérdidas de bienestar
ocasionadas por los derechos inherentes a la propiedad privada de los medios de producción. El modelo social
democrático es teóricamente viable.

Conclusión

Se ha llegado a la conclusión de que la crítica socialista de la irracionalidad del capitalismo es válida pero la
alternativa socialista no es factible.

Aunque las economías de mercado perpetúen la irracionalidad y la injusticia, un gobierno situado en un estado
fuerte, podría conseguir que se satisfagan las necesidades básicas de todo el mundo. Lo único que se necesita es un
Estado que recaude impuestos de aquellos que puedan permitirse semejante desembolso sin ocasionar demasiada
ineficacia y use los ingresos para garantizar el bienestar material de todo el mundo.

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