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Žižek establece formas de la sobrevivencia del espectro del ‘totalitarismo’ al final del
mismo: i) los nuevos fundamentalismos étnico-religiosos;
ii) los populismos de la nueva derecha en el mundo occidental; y
iii) la digitalización de nuestra vida como amenaza definitiva para nuestra libertad
(Žižek, 2002: 271
No en vano Guy Hermet ha dicho que “el totalitarismo identifica menos al objeto designado
que a quien lo emplea, hasta el punto de que podríamos interrogarnos sobre lo bien fundado
que pueda estar un libro consagrado a una noción tan subjetiva” (Hermet, 1991: 7).
Me interesa comprender qué fue lo que sucedió durante la vigencia de este tipo de
regímenes que los hizo tan únicos y desafiantes al pensamiento exigiéndole acuñar un
nuevo termino para dar cuenta de la ruptura producida.
El tipo de régimen político que se instaura con el totalitarismo mediante una descripción de
las formas en que se ejerce la política, la violencia y el gobierno de los individuos en él, y
del tipo de sujeto (a)político que se crea mediante las relaciones sociales que se
(des)establecen, todo ello a partir de la recepción que tuvo el fenómeno-
Un nuevo tipo de régimen político en el que convergen el terror, la ideología y
la experiencia de la soledad de una forma singular
Traverso concluyó esta reconstrucción constatando una polémica finalidad presente en el
seno de la categoría a lo largo de su historia, en la que al mismo tiempo la noción servía
como arma de lucha y como instrumento analítico; de ahí que afirmara:
“el destino paradójico de este concepto es quizá el de ser al mismo tiempo insustituible e
inutilizable. Insustituible para la teoría, enfrentada a la novedad radical de regímenes
orientados al aniquilamiento de la política; inutilizable por la historiografía, que busca
reconstruir y analizar los eventos concretos”
Fue realmente Hannah Arendt quien le otorgo el estatuto de una categoría conceptual
definitiva para la teoría política
Esta doble funcionalidad del judío excede, sin subsumirlo, las particularidades del caso
Nazi. El antisemitismo no era una excepcionalidad alemana, ni tampoco era la única
expresión material de un discurso racista. El judío expresó, durante el régimen nazi, una
variante histórica determinada de una tendencia histórica de la modernidad europea,
la de intentar autodeterminarse mediante la negación de los “otros” sobre los cuales
recorta y asegura su identidad.
Esta tendencia a afirmar la propia identidad negando al Otro se puede encontrar
también en la violenta exterminación de los indígenas en la colonización de América y
en la institución de la esclavitud con la colonización de África: dos complejos procesos
históricos en los que la alteridad de los ‘otros’ se inscribió en un discurso racial que se
vivió como riesgo y amenaza.
No ha habido una sola lógica en la regulación policial de esta otredad, de su repertorio hace
parte la absorción de lo “no-occidental” en un expansivo y victorioso “Occidente”, pero
también su radical negación al desconocer su rol constitutivo en la propia modernidad
“occidental”, que se re-escribe falsamente como autosuficiente (relegando lo “no-
occidental” al polo negativo, pasivo e inerte de la diferenciación, en la que sólo funciona
como expresión de todo aquello que “Occidente” no es.
El otro, racializado, es discursivamente construido como inferior, imperfecto y deteriorado.
Un inferior que no tarda en convertirse, como lo demostró el régimen nazi y en tanto
depositario de los referentes negativos por medio de los cuales se reafirman los rasgos
positivos de un etnos ciego a sus propios procesos de producción, en una amenaza que se
debe eliminar a riesgo de contaminar el ‘nosotros’ de la identidad fundada
Schapiro: En su concepto, estas cinco características adquirieron corporeidad en tres
instituciones centrales del régimen: la ideología, que aseguraba una triple función de
legitimidad, anestesia y movilización, mediante la eliminación de los sistemas ideológicos
rivales y su apelación a conceptos fuertemente identitarios como los de enemigo, raza y
nacionalidad; un partido-único centralizado, burocrático y disciplinado que dependía del
líder; y una maquinaria burocrático administrativa que se subordinaba al partido y, por
intermedio de éste, finalmente al líder.
Arendt, una concepción nueva de la política que contrarrestara el que ella considera como
el régimen más apolítico de todos: el totalitarismo.
Lo diluye en una generalización descuidada que busca reconducir lo desconocido a la
conocido (o sea, concebirlo como tiranía, dictadura o despotismo).
Comprender el totalitarismo significa destacar su especificidad sin demonizarlo, y su
generalidad sin disolverlo…la tesis según la cual el totalitarismo inaugura una nueva forma
de gobierno, comience destacando su especificidad y concluya remitiéndose a la
experiencia básica que le permite surgir: la soledad.
Clausewitz