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Evidencias del Libro de Mormón

por el élder Milton R. Hunter


'Este artículo fue tomado y traducido del discurso pronunciado por el élder Hunter, ahora fallecido, durante la Conferencia General de la Iglesia que se
(levó a cabo en abril de 1970. (Improvement Era, junio de 1970, págs. 100-101.)

Poco antes de que el profeta José Smith hubiera completado la traducción del Libro de
Mormón, Jesucristo y el ángel Moroni dieron testimonio de que la traducción del libro era
correcta. Nunca en la historia del mundo había sucedido un acontecimiento tan maravilloso
con relación a un libro.

Algunos años atrás un apóstol me dijo: "Si se encontrara un libro indio que sostenga o
apoye el Libro de Mormón, sería un descubrimiento de enorme significado."
Tal libro existe; más aún, presentaré citas de cuatro libros indígenas producidos durante el
período colonial americano que contienen material similar al que se encuentra en el Libro de
Mormón. Los escritores indios agregan un testimonio de la veracidad del Libro de Mormón.

Ixtlfxochitl, un príncipe indio que vivió en el valle de México, escribió un libro


conteniendo la historia desus antepasados desde el tiempo de su arribo a América hasta la
llegada de los españoles. Lo escribió en base a documentos heredados de sus antepasados; así,
el libro Trabajos de Ixtlilxochitl constituye una versión lamanita de la historia de los antiguos
americanos, mientras que el Libro de Mormón representa la versión nefita.

Los dos libros tienen numerosas cosas en común, y cada uno verifica al otro. Por
ejemplo, el Libro de Mormón declara que la antigua América fue primeramente poblada por
un grupo de colonizadores llamados "jareditas", quienes vinieron de la Torre de Babel.
Ixtlilxochitl también declara que los primeros pobladores de América después del diluvio
vinieron "de una muy alta torre" o sea, la Torre de Babel. Observemos cuán similares son los
relatos al compararlos:

' . . . Jared vino de la gran torre con su hermano y sus familias, y con algunos otros y sus
familias, en la época en que el Señor confundió el lenguaje del pueblo, y juró en su ira que
serían dispersados por toda la superficie de la tierra; y conforme
a la palabra del Señor fue dispersada la gente." (Et. 1:33.)
Ixtlilxochitl, el escritor indio, escribe:

. . . y . . .los hombres multiplicándose hicieron una muy alta torre, para protegerse en ella
cuando el segundo mundo fuera destruido.

Cuando las cosas estaban en lo mejor, su lenguaje fue cambiado y como no podían
comprenderse unos a otros se fueron a diferentes partes del mundo." (Trabajos de Ixtlilxochitl,
citado en Milton R. Hunter y Thomas Stuart Ferguson, "Ancient America and the Book of
Mormon -La antigua América y el Libro de Mormón-, 1950, pág. 24.)

Haciendo otras comparaciones adicionales entre el Libro de Mormón y los registros o


trabajos de Ixtlilxochitl, citaré de los escritos jareditas:
" . . y el Señor se compadeció de Jared; por tanto, no confundió el lenguaje de Jared.
“. . y el Señor tuvo compasión de sus amigos y de las familias de ellos también, y no fueron
confundidos." (Eter 1:35, 37.)

Entonces el Señor guió a la colonia de Jared por un valle hasta la orilla del mar y en
barcos los hizo llegar a América, la tierra a la cual El declaró como "una región que es
favorecida sobre todas las regiones de la tierra" (Eter 1:42).
La historia de Ixtlilxochitl que se compara a ésta declara:
". . . y los toltecas, que eran como siete compañeros con sus esposas, y se comprendían en un
mismo lenguaje entre ellos, vinieron a estas partes habiendo cruzado primero tierras y mares,
viviendo en cuevas, padeciendo graves penalidades, hasta que llegaron a esta tierra, la cual
ellos encontraron buena y fértil para habitar."
(Ixtlilxochitl, págs. 24-25.)

Ambos textos, el Libro de Mormón y los Trabajos de Ixtlilxochitl, declaran que otros dos
grupos de colonizadores emigraron desde el Viejo Mundo a América.

El primero de estos grupos vino de Jerusalén en el año 600 a. de J. C., y más tarde
dividieron en dos llamados nefitas y lamanitas. Estos últimos tenían tez oscura o bronceada,
tal como los indios americanos.

El otro grupo, los mulekitas, salió de Jerusalén en el año 586 a. de J. C. y después se


mezcló con los nefitas.
El Libro de Mormón habla de los nefitas como "blancos y sumamente bellos y
deleitables" (2 Nefi 5:21).

Ixtlilxochitl, hablando de ese grupo de colonizadores a quienes él (lama toltecas, dice:


"Estos reyes eran de alta estatura, y blancos y barbados, semejantes a los españoles. . ."
(Ixtlilxochitl, pág. 240.)

Poco después que Don Pedro de Alvarado y sus huestes conquistaron Guatemala,> más o
menos en el año 1526, los indios de aquellas tierras escribieron cuatro libros: Anales de los
cackchiqueles, Título de los Señores de Totonicapán, Popo¡ Vuh y Anales de los Xahil. Todos
estos libros dan testimonio adicional del Libro de Mormón.
Cada uno de ellos concuerda con los Trabajos de Ixtlilxochitl, y todos verifican el Libro de
Mormón, el cual declara que los antiguos americanos vinieron del otro lado del mar, que fue
construido un barco en un lugar llamado Abundancia, bajo la dirección de Nefi, el menor de
los cuatro hermanos que salieron de Jerusalén con su padre Lehi. Bajo la dirección de Nefi los
colonizadores vinieron a América en aquel barco.
En Anales de los Xahil leemos:

" '¿Cómo cruzaremos el mar, oh, nuestro hermano menor?' dijeron ellos. Y nosotros
respondimos 'Lo cruzaremos en los barcos.' Entonces entramos en los barcos . . . y navegamos
al este y llegamos allí." (Anales de los Xahil, traducción y notas de George Raymond, Miguel
Angel Asturias y J. M. Gonzáles Mendoza, Editorial Universitaria, México, 1946.)

Los indios quichés que escribieron Totonicapán declararon que ellos eran "descendientes
de Israel, de la misma lengua y las mismas costumbres . . . Eran los hijos de Abraham y
Jacob." (Titulo de los Señores de Totonicapán, pág. 170. )
El Libro de Mormón hace una declaración similar. Los nefitas, lamanitas y mulekitas
vinieron de Jerusalén y ellos también eran descendientes de Israel, o sea, hijos de Abraham y
Jacob.

En el libro de "Totonicapán" se afirma que el Señor dio al líder de este antiguo grupo un
"presente llamado Giron Golgal", el cual guió a los antepasados de los indios a través del
océano a su nueva tierra.
Este regalo es comparable al instrumento llamado Liahona, que le fue dado a Lehi por el
Señor para que les sirviera como compás para guiar a su pueblo desde Jerusalén a América.
(Véase 1 Nefi 16:10, 17; 18:12; D. y C. 17:1.)

Es significativo hacer notar que Ixtlilxochitl describe las terribles tormentas que
ocurrieron en América al tiempo de la crucifixión de Cristo, lo cual confirma el relato del
Libro de Mormón. Cito a Ixtlilxochitl:

" . . el sol y la luna se eclipsaron, la tierra tembló, las rocas se rompieron y muchas otras
cosas y señales ocurrieron. Esto sucedió en el año de El Calli . . . el cual ajustándolo a nuestra
cuenta viene a ser el mismo tiempo cuando Cristo, nuestro Señor, sufrió; y ellos dicen que
sucedió durante los primeros días del año." (Ixtlilxochitl, pág. 190.)

Es importante destacar que en el relato del Libro de Mormón también las grandes
tormentas ocurrieron exactamente al mismo tiempo en que Cristo era crucificado y durante los
primero días del año. (Véase 3 Nefi 8:5-19.)

Después de esta terrible tormenta y de tres días de oscuridad, los nefitas se reunieron en
los alrededores del templo, en el país de Abundancia. Allí oyeron una voz que les hablaba tres
veces desde los cielos, pero no podían entenderle; la tercera vez percibieron que decía: "He
aquí a mi Hijo Amado, en quien me complazco, en quien he glorificado mi nombre: a él oíd"
(3 Nefi 11:7).

Todos miraron hacia el cielo y vieron a un hombre descendiendo vestido con una túnica
blanca (3 Nefi 11:8). El vino, y parándose en medio de ellos, dijo: ". . . he aquí yo soy
Jesucristo de quien los profetas testificaron que vendría al mundo" (3 Nefi 11:10).
Durante los siguientes meses El apareció a los nefitas muchas veces, dando a ellos el
sacerdocio y enseñándoles su evangelio.

Tan impresionante fue la influencia del Señor resucitado sobre los antiguos americanos,
que cuando los españoles llegaron encontraron a todas las tribus indias a través del hemisferio
occidental anhelantemente adorando su recuerdo. Durante el período colonial americano, por
todas partes fueron encontradas tradiciones que hablaban de un Dios blanco y con barba que
visitó a los antepasados de los indios en la antigua América.

Todos estos escritos y tradiciones indias dan testimonio de la visita hecha por el Salvador
resucitado a América tal como quedó registrada en el Libro de Mormón.
CUATRO VERSIONES INCAS DE LA
LEYENDA DEL DIOS BLANCO
por Kirk Magleby
Nota: En el intento de preservar la autenticidad de los escritos que sirven como referencia a este artículo, no se han hecho
correcciones ni en la ortografía ni en !a sintaxis castellana de los mismos. La redacción.

Es muy conocido el hecho de que casi todas las tribus indígenas del Hemisferio
Occidental han preservado tradiciones sobre la aparición en la antigüedad de un dios blanco
que bajó del cielo para instruir y organizar a su pueblo. Algunas de las versiones más
interesantes de esta extendida tradición proceden del Perú, donde se conoce a ese dios
legendario bajo los nombres de Kon Tiki Viracocha, Tunupa, Pachacamac, Tarapaca o Ar-
nauan, según la región del país. Cuatro afamados cronistas que escribieron historias de los
incas; Pedro Cieza de León, Pedro Sarmiento de Gamboa. Juan 8etanzos y Juan de Santa Cruz
Pachacuti, registraron interesantes relatos de ese dios blanco y barbado. Dichos escritos nos
dan una descripción bastante detallada de su apariencia, personalidad y visitas a los
antepasados de los indios andinos.

Cieza de León llegó a Perú en 1548 como soldado de un destacamento enviado para
sofocar una rebelión que se había convertido en una guerra civil entre tos españoles.
Permaneció allí hasta 1550, tiempo durante el cual visitó casi toda aquella tierra recién
conquistada, observando y registrando por escrito descripciones del terreno, la flora, las
costumbres nativas y los aspectos más importantes de la historia indígena. Desde sus viajes a
Colombia, en 1541, habla llevado un diario de sus observaciones: pero en Perú, Cieza de León
se dejó fascinar por la idea de escribir una historia del país y sus nativos. Después determinar
sus deberes militares, se dedicaba a conversar con los amautas (hombres sabios entre los
indios) y los orejones (nobles incas), así como con españoles versados en esos conocimientos,
afín desprender todo lo que podía sobre la historia y las tradiciones del Imperio Inca.
"Lo que yo aquí escribo son verdades y cosas de importancia, provechosas . . .", escribió en la
dedicatoria de su primer libro, `pues muchas veces cuando los otros soldados descansaban,
cansaba yo escribiendo."
La primera obra de este historiador, La crónica del Perú, fue publicada por primera vez
en Sevilla, en 155; la última, El señorío dolos incas, permaneció inédita hasta 1880. En el
capítulo cinco de ésta última, Cieza de León relata la siguiente leyenda sobre la aparición de
un dios blanco a los antepasados de aquellas indígenas:

"Antes que los Incas reinasen en estos reinos rv en ellos fuesen conocidos,cuentan estos
indios otra cosa muy mayor que todas las que ellos dicen, porque afirman que estuvieron
mucho tiempo sin ver el sol y que, padeciendo gran traba¡o con esta falta, hacían grandes
votos é plegarias á los que ellos tenias por dioses, pidiéndoles la lumbre de que carecían; y que
estando desta suerte, salió de la isla de Titicaca, questá dentro de la gran laguna del Collao, 1
el sol muy resplandeciente, con que todos se alegraron. Y luego questo pasó, dicen que de
hacia las partes del Mediodía vino y remanesció un hombre blanco de crecido cuerpo, el cual

1
"La gran laguna del Collao tiene por nombre Titicaca, por el templo que estuvo
edificado en la misma laguna; de donde los naturales tuvieron por opinión una vanidad muy
grande, y es que cuentan estos indios que sus antiguos lo afirmaron por cierto, como hicieron
otras burlerías que dice, que carecieron de lumbre muchos días, y que estando todos puestos
en tinieblas y obscuridad salió desta isla de Titicaca el sol muy resplandeciente, por la cual la
tuvieron por cosa sagrada." (Pedro Cieza de León, La crónica del Perú, cap. C II I.)
en su aspecto y persona mostraba gran autoridad y veneración, y queste varon, que así vieron,
tenia tan gran poder, que de los cerros hacia llanuras y de !as llanuras hacia cerros grandes,
haciendo fuentes en piedras vivas; y como tal poder reconociesen, llamábanle Hacedor de
todas las cosas criadas, Principio deltas, Padre de! sol, porque, sin esto, dicen que hacia otras
cosas mayores, porque dio sér á los hombres y animales, y que, en fin, por su mano les vino
notable beneficio. Y este tal, cuentan los indios que á mi me !o dixeron, que oyeron á sus pa-
sados, que ellos tambien oyeron. en los cantares que ellos de lo muy antiguo tenían, que fué de
largo hácia el NORTE, haciendo y obrando estas maravi;nas, por el camino de la serranía, y
que nunca jamás lo volvieron á ver. En mu;:hcs lugares diz que dió órden á los hombres es
cómo viviesen, y que les hablaba amorosamente y con mucha mansedumbre, amonestándoles
que fuesen buenos y los unos á los otros no se hiciesen daño ni injuria, ántes, amándose, en
todos hubiese caridad. Generalmente le nombran en la mayor parte Ticiviracocha, aunque en
la provincia del Collao le /laman Tuapaca. y en otros lugares delta Arnauan. Fuéronle en
muchas partes hechos templos, en los cuales pusieron bultos de piedra á su semejanza, y de- '
lante deltos hacían sacrificios: los bultos grandes questán en el pueblo de Tiahuanacu, 2 se
tiene que fué desde aquellos tiempos; y aunque, por fama que tienen de lo pasado, cuentan
esto que digo de Ticiviracocha, no saben decir dél más, ni que volviese á parte ninguna deste
reino." 3

2
Las ruinas de la ciudad de Tiahuanaco, el vestigio más importante de la cultura del mismo
nombre, se encuentran en el este de Bolivia, muy próximas al Lago Titicaca.
3
Pedro Cienza de León, El señorío de los incas, Lima: Editorial Universo S. A., 1973, cap. V,
págs. 18-19.
Pedro Sarmiento de Gamboa fue un navegante y escritor español, que era capitán en el
ejército de su país. Mientras se encontraba estacionado en Cuzco, Perú, recibió del virrey
Francisco de Toledo la orden de recopilar una historia de los incas. Sarmiento de Gamboa
convocó a los hombres sabios más viejos que había en esa capital de los incas y habló con
ellos, uno a uno, personalmente; luego comparó sus declaraciones, sacó sus propias
conclusiones y escribió parte de la historia que se le había solicitado. Su manuscrito llevaba el
título Historia de los Incas, Segunda Parte de La Historia Llamada Indica, y fue el segundo
tomo de una gran obra que originalmente se pensó publicar en tres volúmenes. Sin embargo, el
manuscrito inédito permaneció bajo custodia de los reyes españoles durante muchos años,
siendo finalmente vendido a la biblioteca de ta Universidad de Gotinga, en Alemania, donde
fue descubierto y finalmente publicado en Berlín, en 1906. La versión que da Sarmiento de
Gamboa sobre la leyenda del dios blanco aparece a continuación:

"Todos concuerdan en que la creación destas gentes la hizo el dicho Viracocha, el cual
tienen noticia que fue un hombre de mediana estatura, blanco y vestido de una ropa blanca a
manera de alba ceñida por el cuerpo, y traía un báculo y un libro en las manos. Y tras esto
cuentan un extraño caso, que, como después quel Viracocha crió todas las gentes, viniese
caminando, llegó a un asiento donde se habían congregado muchos hombres de los por él
criados. . .

Viracocha prosiguió su camino, haciendo sus obras e instruyendo las gentes criadas . . . Y
quiriendo dejarla tierra del Pirú, hizo una habla a los que había criado, avisándoles de cosas
que les habían de suceder. Les dijo que vendrían gentes algunas que dijesen que ellos eran el
Viracocha, su Criador, y que no los creyesen, y que¡ en los tiempos venidero: les enviaría sus
mensajeros para que los amparasen y enseñasen. Y esto dicho, se metió con sus dos criados
por la mar, e iban caminando sobre las aguas, como por la tierra, sin hundirse." 4

Juan de Betanzos era un cronista y conquistador español, de los primeros que invadieron
el Perú al mando de Francisco Pizarro. Apenas llegaron a esa tierra, Betanzos comenzó a
estudiar el quechua, el idioma de los incas, y pudo dominarlo hasta el punto de ser nombrado
intérprete oficial de la corte real. Las primeras de sus obras que se publicaron fueron dos
diccionarios EspañolQuechua. Betanzos se casó con una princesa inca y se estableció en
Cuzco, reuniendo datos y observaciones que él mismo conseguía, hasta 1551, año en que se
publicó su tratado sobre la historia y las tradiciones de los indios andinos titulado Suma y
narración de los incas. Al escribir, tenía especial cuidado en "guardar la manera y orden de
hablar de los naturales" (dedicatoria del libro). Esta es su descripción del dios Viracocha:

". . . que preguntando á los indios que figura tenia este Viracocha cuando ansi le vieron
los antiguos, según que dello ellos tenían noticia y dijeronme que era un hombre alto de
cuerpo y que tenia vestidura blanca que le daba hasta los pies, y questa vestidura traía ceñida,
é que trata el cabello corto y una corona hecha en ta cabeza á manera de sacerdote y andaba
destocado, y que traía en las manos cierta cosa qué á ellos les parece el día de hoy como estos
breviarios que los sacerdotes traían en las manos . . . preguntéles como se llamaba aquella

4
Pedro Sarmiento de Gamboa, Historia de los incas, segunda parte de la Historia Indica,
Buenos Aires: Emecé Editores, 1943, págs. 108-109.
persona en cuyo lugar aquella piedra era puestas, 5 y dijéronme que se llama Con Tic¡
Viracocha Pachayachachic, que quiere decir en su lengua, Dios Hacedor del mundo." 6

Muy poco se sabe del que escribió laleyenda que aparece más abajo. Se trataba de un
indio procedente del sur del imperio inca, que se enorgullecía de haber sido "cristianizado".
Firmó sus escritos con el nombre don Juan de Santacruz Pachacuti Yamqui, y el manuscrito,
hecho en una extraña mezcla de español y quechua, permaneció inédito hasta 1880. No
obstante, la versión del dios blanco que da este autor es por demás interesante:

"Y passado algunos años después de aberlos ydo y echado a los demonios . . . desta tierra,
an llegado entonces a esas provincias y reynos de Tabanatinsuyo 7 un hombre barbudo,
mediano de cuerpo y con cabellos largos, y con camissas algo largas, y dizen que era ya
hombre passado más que de moco, y trayey las canas, hera flaco, el qual andava con su
bordon, y era que enseñaba a los naturales con gran amor, amandoles a todos hijos y hijas, el

5
El monumento de piedra al cual se refiere era una estatua en tamaño natural del dios
Tikiviracocha, que antiguamente se encontraba en el Templo de Viracocha, en el sur del Perú.
Véase Pedro Cieza de León, La crónica del Perú, cap. XCVIII.
6
Juan Diez de Betanzos, Suma y narración de los incas, Madrid: Marcos Jiménez de la Espada,
Imprenta de Manuel G. Hernández, 1880, cap. II, pág. 7.

7
Tahuantinsuyo, nombre dado al Imperio Inca cuya capital era Cuzco y que se extendía
abarcando casi 2 millones de km2; estaba dividido en cuatro grandes regiones, y éstas en
provincias.
qual no fueron oydos ni hechos casso de los naturales, y quando andaba por todas las
provincias ha hecho muchos milagros, y bisibles; solamente con tocar a los enfermos los
sanaba, el qual no trayey enterés ninguno ni trayey atos, el quál dizen que todas las lenguas
hablava mejor que los naturales, y le nombravan TONAPA o TARAPACA VIRACO-
CHANPA CHAYACHICACHAN o PACCHACANYBICCHHAYCAMAYOC
CUANACUYCAMAYOC . . . Reprehendiendoles con amor afable, y por el dicho Apotampo
8
los oyeron con atención, recibiendole el dicho palo en su mano, de modo que en un palo los
recibieron lo que les predicava, señalandoles y rayandoles cada capítulo de las rrazones. Este
baron llamado Thonapa dizen que andubo por aquellas provincias de los collasuyos, 9
predicandoles sin descansar . . . El cual dicho Thonapa dizen que los maldijo el dicho pueblo,
de que vino a azer anegados con agua, y el día de oy se llama Yamqui Cupacocha, la laguna,
que los yndios deste tiempo casi todos lo saben que como antiguamente hera pueblo principal
y agora es laguna. Lo uno dizen que en un cerro muy alto llamado Cachapucara, estaba o abia
un ydolo en figura de mujer, a el cual dizen que Tunapa tuvo gran odio con el dicho ydolo, y
después le hecho fuego y se abrasó el dicho cerro con el dicho ydolo, rrebentandoles y de-
rretiendoles como una cera el dicho cerro, y hasta el día de oy hay señales de aquel milagro
espantable, jamás oído en el mundo . . . Dizen quel dicho Tunapa pasó siguiendo al rrío de

8
Los apotampos eran posadas que había a lo largo de los caminos del imperio, a través de los
Andes.
9
Collasuyo, al sur de Cuzco, era una de las cuatro grandes regiones en que se encontraba
dividido el Imperio Inca, y abarcaba la zona del Lago Titicaca.
Chacamarca, hasta topar en la mar. Entiendo que pasó por el estrecho hacía la otra mar. Esto
han averiguado por antiguos inqas antiquísimos.” 10

Uniendo los elementos de estas cuatro versiones de la tradición inca del dios blanco en
una sola descripción, surge un interesante retrato del dios Viracocha. Se trataba de un dios
creador que vino a la tierra a visitar a los hombres a quienes había creado, a instruirlos y
organizarlos. Era de piel blanca, de estatura mediana o grande, y llevaba puesta una túnica
blanca, sujeta en la cintura, que le llegaba hasta los pies; ya no era un jovenzuelo; tenía el pelo
blanco y era delgado; cuando caminaba, llevaba un báculo y un libro en las manos, y algunas
veces se le vio llevar una corona en la cabeza. Aunque demostraba suprema autoridad, hablaba
con humildad y amor, llamando a todos sus hijos e hijas.

Muy anterior a la época del imperio inca, la visita de este Viracocha se constituyó en la
tradición más importante de los pueblos andinos. Durante muchos días antes de su venida, el
sol se oscureció y la gente sufrió tremendas privaciones por la falta de luz solar. Sólo después
de mucho suplicar y orar intensamente se les devolvió la luz, después de lo cual apareció el
Viracocha. En todas las partes que visitó, llevó a cabo milagros; hizo que se aplanaran las
colinas y se levantaran los valles para formar montañas; hizo brotar agua de las rocas,
devolvió la vida a hombres y animales y caminó sobre las aguas; curó a los enfermos con
solamente tocarlos, y hablaba todos los idiomas de la región con igual facilidad. Cuando Vira-
cocha maldijo una ciudad, ésta quedó sumergida en un lago y todos sus habitantes se

Juan de Santa Cruz Pachacuti Yamqui, Relación de antigüedades deste Reyno del Pirú, en
10

Tres relaciones de antígüedades peruanas, Asunción del Paraguay: Editorial Guarania, 1950,
págs. 210-213.
ahogaron; maldijo una montaña, y ésta fue consumida por fuego del cielo. El dio a los con
caridad; además, amonestó a la gente por su iniquidad. Les entregó una copia de su sermón,
escrita en un palo, y luego la revisó con ellos haciendo hincapié en los puntos importantes.
Habló a una gran congregación, diciéndoles los acontecimientos que sobrevendrían, y les
advirtió que aparecerían hombres que declararían falsamente ser el Viracocha; pero también
les prometió que en tiempos futuros les enviaría mensajeros y siervos suyos para enseñarles y
protegerlos. No poseyendo valores materiales, Viracocha se fue sobre el mar al final de su
visita, y el pueblo jamás volvió a saber de él.

No resulta difícil comprender que algunas personas declaren que existe una fuerte
relación entre las muchas versiones de la leyenda del dios blanco que tienen los diversos
pueblos indígenas de América y el relato de la visita del Cristo resucitado a los pueblos
americanos, registrado en el Libro de Mormón. Muchos de los detalles de estas versiones
peruanas de dicha leyenda parecen dar crédito a esas afirmaciones. Más aún, parecería que los
indios que las relataron a los cronistas españoles las conocían muy bien.

Un Libro Que Merece Respeto


por John W. Welch

He llegado a descubrir que por medio del Libro de Mormón se puede convencer a los
eruditos, aunque éstos no se conviertan.
En el curso de los años, el Libro de Mormón ha llegado a significar muchas cosas im-
portantes en mi vida. Pero, principalmente, este gran libro ha demandado una clase de respeto
muy especial.
Para mí el Libro de Mormón es en realidad un libro maravilloso. Y cuanto más aprendo
acerca de él, más asombroso se vuelve por su precisión, uniformidad, validez, por la vitalidad
que encierra en cada una de sus páginas, por sus ense-
ñanzas y utilidad.
No quiere decir que todas estas cualidades sean sorprendentes en un libro preservado en
forma tan milagrosa; más bien, continúa siendo maravilloso en el sentido de que toda gran
obra de literatura inspira un sentimiento extraordinario de admiración y respeto. En vista de
este conocimiento, nunca podría recalcar demasiado el respeto que siento hacia el Libro de
Mormón, como un registro exacto y precioso.
El quiasmo en Mosíah 5:10-12:
A Y acontecerá que quien no tome
sobre sí el nombre de Cristo

B tendrá que ser llamado por


algún otro nombre;

C por tanto, se hallará a la


izquierda de Dios.

D y quisiera que también


recordaseis que éste es
el nombre . . .

E el cual nunca sería


borrado,

F sino por
transgresión;

F por tanto, tened


cuidado de no
transgredir,

E para que el nombre no


sea borrado de
vuestros corazones.

D … quisiera
acordaséis de siempre
conservar escrito este
nombre ...

C para que no os halléis a la


izquierda de Dios,
B sino que oigáis y conozcáis la
voz por la cual seréis llamados,
A y también el nombre por el cual él
os llamará

Siempre había valorado y respetado el Libro de Mormón; pero no fue


s¡no hasta que empecé a verlo como un testimonio ante eruditos, que
comencé a darme cuenta del gran respeto que este libro en verdad merece.
S¡n ninguna vacilación, se puede decir que el Libro de Mormón es
admirado intelectualmente: contiene más de lo necesario para con-
siderársele, teniendo en cuenta cualquier serie de normas establecidas, uno
de los libros más admirables en la historia de la humanidad. En las últimas
décadas ha surgido una gran variedad de materiales antiguos, incluyendo
muchísimos escritos religiosos que corroboran la respetabilidad de este
gran libro y que cambian radicalmente ciertas opiniones estrictas que los
eruditos tenían hacia la literatura sagrada.
Sin embargo, el presentar este material en conexión con el Libro de
Mormón a personas letradas acarrea problemas especiales: pocos de ellos
van a permitir que se les convierta por el poder del Espíritu Santo. Pero,
¡cuán significativo es el que muchas de estas personas, aunque no han sido
convertidas, queden convencidas por el Libro de Mormón! Y aunque los
testimonios no son el producto de teorías académicas o de conclusiones
versadas, existen aquellos para quienes una convicción intelectual puede
despertar una sensibilidad espiritual.
La mayoría de nosotros ha tenido experiencias con el poder
convertidor del Libro de Mormón. Pensemos por un momento en cuanto a
su poder convincente. Me he dado cuenta de que de la misma forma en
que con gran poder el Libro de Morrxión se comunica con mi espíritu, con
toda elocuencia se comunica con mi mente. Posee una inmensa capacidad
de convencer a los estudiosos de que lo deben aceptar seriamente. A
continuación presento algunos ejemplos que sirven para ilustrarlo que
quiero exponer.
Mientras me encontraba en Alemania, asistí a una serie de
conferencias en la Universidad de Regensburg, dictadas por un catedrático
ilustre. En una de las conferencias el tema que se trató fue el quiasmo en
los evangelios según Mateo y Marcos. Es una forma antigua del arte
literario, empleada con gran frecuencia en la Biblia. Un pasaje que se
escribe en esta forma de estilo está dispuesto de manera que el primer
elemento en el pasaje sea paralelo con el último, el segundo con el
penúltimo, y así sucesivamente hasta llegar al centro. Durante sus
presentaciones, el profesor recalcó varias veces que la presencia del quias-
mo. especialmente en el Evangelio según Mateo, era una evidencia del
razonamiento del Cercano Oriente y no del pensamiento occidental. Poco
después de concluidas sus presentaciones. hice arreglos para hablar con el
profesor en su oficina. Mi propósito era el de mostrarle cuatro pasajes
complejos escritos en forma de quiasmo que había encontrado en el Libro
de Mormón. (Mosíah 3:18-19. 5:10-12; Alma 36 y el libro de 1 Nefi.)
Nuestro encuentro fue breve, ya que la evidencia del pensamiento antiguo
oriental que se encontraba en el Libro de Mormón no necesitaba mucha
explicación: y el profesor, confuso por lo ineludible de la conclusión para
la que él mismo había establecido las premisas, quedó convencido y sin
nada que decir.
Un segundo erudito fue uno de los teólogos católicos más prolíficos
de la década de los 60, que también había escrito sobre el quiasmo en el
libro de Mateo. Se trataba de un sacerdote Jesuita que vivía en un
monasterio en Austria. En vista de que yo había tratado de entablar
comunicación con él para darle a conocer información sobre mi estudio
del Libro de Mormón, quedé muy agradecido cuando recibí su invitación
para ir a visitarle. Cuando lo hice, pude decirle mucho de lo relacionado
con el Libró de Mormón. Aunque él ya había oído y leído de su historia
antes, nunca se había detenido a pensar en él. Gran parte de su obra
profesional habla tratado el libro de Mateo, demostrando que era un
documento de gran exquisitez literaria, escrito conscientemente con una
estructura compleja y no únicamente narrativa. Una de las evidencias que
utilizó para probar su punto fue la presencia de estructuras paralelas de
cuatro y ocho partes que se encuentran en Mateo, de las cuales una de las
más notables está en Mateo 5:3-10. las bienaventuranzas. Lo interesante
del caso es que el Libro de Mormón también usa estructuras de cuatro y
ocho partes: de manera que cuando le mostré algunos de estos ejemplos en
el discurso del rey Benjamín en el libro de Mosíah: y otro muy
convincente en Alma 34:18-25, su falta de interés hacia el Libro de
Mormón pronto desapareció. Hacia el final de nuestra conversación. este
erudito, que en sus más de sesenta años de estudios había visto muchas
cosas y adquirido toda clase de conocimiento, seriamente movía la cabeza
en señal de aprobación. En forma muy particular recuerdo la manera en
que sus ojos hicieron eco al entusiasmo que yo sentía por el Libro de
Mormón. Concluyó nuestra conversación diciendo: "Aquí has encontrado
mucha vida, y una vida entera de trabajo".
Otro encuentro que resultó ser una experiencia muy provechosa fue
con un estudiante que tenía el doctorado y estudiaba historia de los
primeros días del cristianismo en el Instituto Pontificio Bíblico en Roma.
Por lo que podía yo ver, este brillante erudito había recibido todo honor y
privilegio de estudiar teniendo a su disposición las grandes bibliotecas del
Vaticano. Un amigo nos presentó durante una reunión planeada específi-
camente con el propósito de examinar el Libro de Mormón, y en particular
algunos de sus textos rituales e históricos. Por ejemplo, analizamos en
forma descriptiva la filosofía de Lehi y su manera de actuar en relación
con los asuntos internacionales contemporáneos. Los gobernantes de Israel
se habían aliado con Egipto en contra de su común enemigo. Babilonia.
Sin embargo, Jeremías había criticado en forma muy vehemente esta
decisión, y parece existir evidencia de que las opiniones políticas de Lehi
eran tan poco populares como las de Jeremías. Una de las ciudades aliadas
de Babilonia era Sidón (en Fenicia), a pesar de que su ciudad hermana,
Tiro. se había unido a Egipto. La gente del Libro de Mormón con
frecuencia usaba el nombre Sidón: existe una ciudad llamada Sidón, un río
conocido como Sidón y hasta un hombre llamado Gidgiddona, que, según
el doctor Hugh Nibley. de la Universidad Brigham Young. es el nombre
egipcio de Sidón. Sin embargo. el nombre de Tiro nunca aparece de nin-
guna forma en el Libro de Mormón, a pesar de que en el Antiguo
Testamento los dos nombres están constantemente ligados entre sí; uno
casi nunca aparece sin que se mencione el otro. Esta preferencia que
aparentemente existía en el Libro de Mormón por Sidón en vez de Tiro
encaja perfectamente en la situación del mundo que Lehi conocía, y co-
«obora las deducciones del doctor Nibley de que Lehi posiblemente era un
comerciante de gran influencia en ciudades extranjeras, cuya seguridad y
prosperidad las garantizaba el Chuwa, o "contrato de amistad", que
protegía a un extranjero en otra ciudad-estado. Es natural que, aunque
conocía el egipcio, él (al igual que Jeremías) lamentara la alianza de Israel
con Egipto, pues podía ver que su nación estaba perdiendo su seguridad.
(Véase Approach to the Book of Mormon, Curso del Sacerdocio de
Melquisedec, 1957, pág. 52.)
Este fue sólo uno de los muchos aspectos que yo deseaba analizar con
tan eminente erudito, aunque al principio temía que nuestro encuentro iba
a ser un tanto difícil. El había leído varios de los capítulos del Libro de
Mormón y los había entendido con bastante precisión, considerando que
era la primera vez que los leía, pero su conclusión había sido de que el
libro no tenía esencia alguna. Examinamos una y otra vez lo que él había
leído, considerándolo desde puntos de vista diferentes. Después de muchas
horas y de muchas palabras tuvo que admitir que el libro era de gran
significado. "Esto es un libro", dijo, "que es imposible pasar por alto."
En mi último año de estudios en la Universidad Brigham Young
participé en el concurso nacional para recibir la beca Woodrow Wilson,
nombre que había recibido en honor de un ex presidente de los Estados
Unidos. Una parte importante de este concurso era la tradicional entrevista
privada de media hora, en la que tres jueces le hacían al participante
cualquier pregunta que quisieran. En mi entrevista, todo iba muy bien
cuando de repente, a mitad de la entrevista, uno de los jueces cambió de
tema. Mi expediente contenía una copia de mi artículo sobre el Libro de
Mormón que había sido publicado por la universidad; de manera que ese
fue el tema de su pregunta. En tono algo desafiante dijo: "¿Acaso el Libro
de Mormón no roba de la Biblia sus enseñanzas?"
Los siguientes cinco minutos estuvieron llenos de tensión. Empecé a
demostrarle que el Libro de Mormón difería de la Biblia en varias maneras
muy cruciales. Por ejemplo, en el Sermón del Monte, que aparece en
ambos libros, la Biblia, según la versión del Rey Santiago dice: "Pero yo
os digo que cualquiera que se enoje contra su hermano, sin ningún motivo,
será culpable de juicio". (Mateo 5:22; cursiva agregada.) La frase que va
en cursiva parece ser una interpolación que se le añadió al texto mucho
después de que fuera escrito por Mateo. Los primeros manuscritos del
Nuevo Testamento no la tienen, ni tampoco el Libro de Mormón (véase 3
Nefi 12:22). La versión Reina-Valera, en español, tampoco la tiene.
También hice mención de las numerosas diferencias entre aquellos pasajes
seleccionados de Isaías que se citan en el Libro de Mormón y los mismos
pasajes en la Biblia; a las similaridades importantes entre el lenguaje
figurado del Libro de Mormón y el mismo tipo de lenguaje judío, no
bíblico (especialmente en lo que respecta al árbol de la vida y a la
importancia de José); y finalmente, a la poesía original como parte de los
escritos de los profetas del Libro de Mormón.
Hubo por lo menos dos aspectos que me hicieron pensar que mi
respuesta había sido convincente. Primero, uno de los otros profesores por
fin le dijo en forma bien directa al que hacía la interpelación: "A mí eso no
me parece robar. ¿Ha leído usted alguna vez el Libro de Mormón?" Y
segundo, yo fui el ganador de esa beca.
Continué mis estudios posgraduados en filosofía griega en la
Universidad Oxford en Inglaterra. Allí también se me presentó la
oportunidad de compartir el Libro de Mormón con muchos de mis colegas.
Una noche, un grupo de doctos del Nuevo Testamento empezaron a hablar
sobre la forma en que la ideología griega antigua había ejercido su in-
fluencia en la filosofía del cristianismo de los primeros años. El análisis
condujo a un comentario en cuanto al papel que la oposición había tenido
en el desarroIlo de la filosofía griega antigua. Por ejemplo, un filósofo
llamado Heráclito, que vivió en el siglo seis A. De C., había estado
profundamente interesado en el papel que la oposición tenía en el uni-
verso; y estudiándola más allá de las oposiciones, deseaba mostrar unidad.
Teniendo esto en cuenta, yo mencioné la enseñanza de Lehi: "Porque es
preciso que haya una oposición en todas las cosas. Pues de otro modo. .
todas las cosas necesariamente serían un solo conjunto" (2 Nefi 2:11). La
reacción que mi comentario causó en los presentes fue positiva. Varios
expresaron con toda sinceridad el deseo de saber más sobre este texto,
especialmente a la luz de la ideología moral de Lehi, y no solamente
material, en cuanto a la teoría de los puntos opuestos.
Mas adelante asistí a la Universidad Duke en Carolina del Norte,
donde participé en el estudio de una colección de libros apócrifos judíos y
cristianos de la época de Jesús. Durante el curso del seminario mencioné
algunas veces el Libro de Mormón, pero mis comentarios fueron tomados
a la ligera por los demás participantes. Hacia fines del curso, nuestro
prominente profesor, que tenía una gran reputación en su campo de in-
vestigación, le pidió al grupo que analizara uno de los escritos más
desconcertantes, conocido como la "narración de Zósimo". En ella se
habla de una familia justa a la que Dios había llevado de Jerusalén antes
de su destrucción por los babilonios, alrededor del año 600 a. DE C., y de
!a forma en que este grupo escapó a una tierra de bendiciones donde
guardaron registros en planchas de metal, lo suficientemente suaves como
para grabar en ellas con las uñas. En la historia, a Zósimo le fue permitido
visitar en una visión a este pueblo. Para poder llegar a su tierra, Zósimo y
su pueblo tuvieron que viajar a través de desiertos, pasar por neblinas de
una obscuridad intensa, cruzar el océano y llegar de un árbol que daba
fruto puro y de donde emanaba agua de una dulzura como la de la miel.
(Véase estos mismos elementos en 1 Nefi 8:10-12 y 11:25).
Después de analizar algunos de los aspectos técnicos de este
documento proveniente del Cercano Oriente, el profesor preguntó a la
clase: ¿Qué conclusión podemos sacar con respecto al relato de Zósimo?
¿Es una narración judía o cristiana?" No teniendo mucho que decir, los
miembros de la clase estaban a punto de catalogar el relato como un
escrito que no se podía clasificar por ser totalmente diferente a cualquier
escrito que jamás hubieran visto. Para ese momento ya no podía
mantenerme callado por más tiempo, y le relaté a la clase la historia de
Lehi y su familia y les hablé más acerca del Libro de Mormón. Cuando
terminé mi presentación, el grupo tenía menos que argumentar, por lo que
el profesor dijo: "Clase, permítanme añadir unas cuantas cosas más acerca
del Libro de Mormón". Procedió entonces a describir el uso que el Libro
de Mormón le da a la técnica del quiasmo, de la referencia que en Alma 13
se hace de Melquisedec y de otros puntos importantes que él y yo
habíamos analizado durante nuestras conversaciones privadas, y concluyó
diciendo: "Bueno, ¿a qué conclusión podemos llegar en cuanto al Libro de
Mormón?" Aunque algunos de los participantes finalmente concluyeron
que la mejor solución era identificar a José Smith como un escriba judío
reencarnado, para mí fue muy importante el hecho de que el estudiante
que más había demostrado sarcasmo durante mis previas alusiones al
Libro de Mormón era quien ahora me preguntaba si podía saber más.
¿Qué es lo que esta clase de experiencias significan? Si se estudian indivi-
dualmente, tal vez no parezcan sorprendentes; sin lugar a dudas, cientos de
experiencias similares a ésta han ocurrido cuando las personas han tomado
en serio el Libro de Mormón. Aunque una por una no han despertado gran
interés, al juntarse, añaden un testimonio muy importante de la veracidad
del Libro de Mormón.
Tal vez sea fácil para el erudito que no es mormón desechar
casualmente el Libro de Mormón, ya que cuanto más versada sea la
persona, más es la tendencia que existe a descartar el libro. Para el erudito
perspicaz, las planchas de oro, un ángel, un joven profeta vienen a sonar
como un relato de lo sobrenatural. Su estilo aparentemente sencillo y su
relación tan concisa con otras escrituras hebreas antiguas parecen
catalogarlo como un engaño insensato e irrisorio. Sin embargo, al final no
es el libro el que carece de sentido, sino los que así lo consideran. Uno de
los grandes errores que algunos de nosotros cometemos es la tendencia de
juzgarlo (favorable o desfavorablemente) sin examinarlo y entenderlo a
fondo como deberíamos.
Y ¿en qué forma se relaciona esto con un seminario de graduados, un
grupo de eruditos de Oxford, un panel de jueces, un estudiante haciendo
investigaciones, un teólogo, un profesor, etc.? La respuesta es muy simple.
En mi experiencia, el Libro de Mormón es un instrumento maravilloso del
Señor. Es sorprendente verlo hacerse acreedor de respeto y obtenerlo para
el evangelio de Jesucristo. Al igual que la piedra que fue reprobada por los
edificadores, pero que llegó a ser la cabeza del ángulo (Hechos 4:11,
Salmos 118:22), el Libro de Mormón, también una piedra angular, en
ocasiones ha sido rechazado por muchos edificadores fieles en otros as-
pectos. Pero como muchas veces ocurre con aquello que es verdadero, la
sabiduría de los sabios tiene que desvanecer ante el Señor (Isaías 29:14).
Y cuando ocurra, la convicción y una forma más elevada de respeto
reemplazará a la duda.
Nunca he visto que al Libro de Mormón le falte justificación alguna.
Aunque en la mente de algunos lectores ha suscitado muchos
interrogantes, siempre me he sentido recompensado en vez de
desilusionado por las respuestas que estas preguntas proporcionan. El en-
contrar estas respuestas lleva a la convicción, y el estar convencido nos
conduce al respeto, el cual algunas veces nos deja ver claramente el
sendero hacia el testimonio.
Yo sé que es importante desarrollar y ayudar a otros a sentir respeto
por el Libro de Mormón. Es la palabra de Dios. y todo aquel que lo posea
será juzgado por él. Es Escritura sagrada que se nos ha dado para "enseñar,
para redargüir . . . para instruir en justicia". (2 Ti. 3:16.) Sería ideal que
todos pudiesen aceptar un ejemplar del Libro de Mormón sin desconfianza
alguna, para que después, por medio de la oración y con humildad,
pudieran recibir del Espíritu Santo el testimonio de que es verdadero. Pero
no siendo las circunstancias tan ideales como quisiéramos, es bueno que el
libro en sí merezca el respeto de muchos.
Por el respeto que siento hacia este libro, me encuentro más cerca del
Señor. Estoy agradecido porque tan hermosa relación aumenta el amor que
siento por las palabras de este precioso registro, y así, a medida en que mi
respeto por este libro aumenta, yo también continúo progresando.
El hermano Welch es abogado y enseña en la facultad de abogacía de la
Universidad Brigham Young.
Los descubriemtos de John L. Stephens sobre los mayas
por James S. Packer

E1 abogado de Nueva York John Lloyd. Stephens, y el profeta José


Smith, no se conocieron, ni existe evidencia alguna de que el primero
haya leído nunca el Libro de Mormón. Y, sin embargo, el logro más
importante en la vida de Stephens llegaría a ser un testimonio material del
libro traducido por el Profeta.
Todo comenzó en medio de la jungla hondureña, en un húmedo y
caliente día de noviembre de 1839, cuando Stephens y sus dos ayudantes
nativos desenterraron una estatua; Stephens escribió a1 respecto:
"Francisco encontró los pies y fas piernas, y Bruno descubrió parte
del cuerpo. El efecto que el descubrimiento tuvo sobre nosotros, fue
electrizante."
Alguien dijo que aquel día "vio la luz en América un nuevo mundo,
una nueva ciencia: la arqueología". Su fundador fue John L. Stephens.
En esa época ya no eran ajenos para él los viajes ni la fama, puesto
que había estudiado y escrito sobre Europa, el Cercano Oriente, Egipto,
Arabia y la Tierra Santa. Pero todavía se sentía insatisfecho, y tenía
visiones del pasado y la ansiedad de sumergirse en su propio destino.
El primer paso en esa dirección, lo dio en una visita que hizo a
Londres, donde leyó los escritos de un capitán Del Río, titulados
Descripción de una antigua ciudad, en los cuales relata su visita a las
ruinas dé una extraña ciudad de México, llamada Palenque. Más tarde oyó
hablar de otra ciudad mexicana perdida, Uxmal; y en 1835, lo absorbió la
lectura de un diario que describía las ruinas de la ciudad hondureña de
Copán.
Palenque, Uxmal, Copán. Por la imaginación de Stephens pasaban
nebulosas visiones de una civilización que había existido en América
Central. Es asombroso, pero él fue el único de su época que se interesó en
ella.
"En lugar de electrizar ai público", escribió, "el artículo sobre Copán
despertó escaso interés."
A pesar de ello, hizo pública su intención de buscar esas ciudades.
"¡Disparates!", criticaban por igual la gente del pueblo y los científicos.
Los indios no podías haber salido jamás de su estado salvaje. En esos días,
los habitantes de los Estados Unidos podian creer cualquier cosa menos en
una “civilización india", pese a las evidencias obtenidas por los
conquistadores,las cuales ignoraban o se trataban como jactancais de los
españoles para atraer la publicidad. Los eruditos y los historiadores se
aferrarón a sus ideas anticuadas,burlándose de los esfuerzos de Stephens.
En realidad,él contaba con muy pocas evidencias para oponer a éstas,
no obstante lo educado que era y la solvencia económica con que contaba.
Está, falta de información,le hacía sentir algún escepticismo, pero sus
esperanzas eran muy grandes como para dejarse vencer por el desaliento.
Finalmente en compañía de un amigo, Frederic Catherwood, sé embarcó
en direción a América Central.
Su primera meta, Copán, era una insignificante aldea de chozas de
barro. Pero ya estaban cercanos al descubrimiento. Un guía del lugar los
condujo a través de la jungla hasta la ribera un río; del otro lado, se
levantaba una pared de piedra de treinta metros de altura: los límites de la
antigua ciudad de Copán, y los comienzos de una nueva era en la historia.
Después de atravesar rápidamente el río, treparon por la pared y se
encontraron en medio de las ruinas de una civilización olvidada.
"Abriéndonos camino a través de la espesura", relata Stephens,
"encontramos una columna cuadrada de piedra,de unos cuatro metros de
altura; esculpida en los cuatro lados... eran obras de arte... algunas,
similares a los mejores monumentos egipcios.
Según los historiadores,América estaba poblada por salvajes. Pero
los salvajes jamás habrían podido levantar estas estructuras, jamás habrían
podido esculpir en piedras. Cuando les preguntamos a los indios si
sabían quiénes lo habían hecho, su indiferente respuesta fue “¡Quién
sabe!”.
Tampoco los historiadores hubieran podido contestar mejor aquella
pregunta: Mientras Copán y los mayas se elevaban hasta un nivel superior
de arte y cultura, Europa se hundía en las tinieblas del oscurantismo.
Aquéllos conquistaban la jungla y levantaban en Yucatán ciudades que,
eran como, gemas preciosas en un collar; pero sus acciones y
su historia irán para el Viejo Mundo tan impenetrables como las selvas
que los rodeaban
Alrededor del 900 d. de J., los mayas desaparecieron del escenario
histórico, súbita y misteriosamente; y durante 1.000 años Copán
permaneció hundida en la espesa selva hondureña, hasta el descubrimiento
de Stephens, en 1939.
'' Stephens y sus compañeros no pudieron verlo todo en esa
oportunidad, pues la jungla era casi impenetrable; por lo tanto, se
concentraron en estudiar los ídolos, o estelas, que encontraban a flor de
tierra. Se trataba de enormes monolitos, cubiertos de increíble profusión
de figuras esculpidas, tanto humanas. como de animales y flores. Estos
monumentos, erigidos en memoria de acontecimientos desconocidos para
nosotros, son una evidencia silenciosa del genio y el arte del pueblo maya.
Durante los dos años siguientes, Stephens y Catherwood se dedicaron
a descubrir y examinar las ruinas de Copán, Palenque. Uxmal, Chichén Iza
y otros cuarenta sitios de la civilización maya. El misterio se hacía cada
vez más profundo y Stephens estaba cada vez más fascinado por él. Sobre
las ruinas de Palenque, escribió:
"Allí estábamos, frente a los restos de un pueblo peculiar, pulido y
educado, que habla pasado por todas las etapas características del
surgimiento y la caída de las naciones: alcanzaron su edad de oro, y luego
declinaron y desaparecieron, completamente ignorados. Los eslabones
que los unían a la familia humana se cortaron y perdieron, y esto es lo
único que ha quedado de su paso por esta tierra. En la historia del mundo
nada me había impresionado más que el espectáculo de aquella ciudad, en
una época grande y hermosa, y ahora destruida, desolada y perdida;
descubierta por accidente, tapada pon la maleza y sin si- . quiera un
nombre que la distinguiera."
La dedicacíón de los dos exploradores es asombrosa. En lugar de
quedarse cómodos y seguros en su casa, pasaron hambre, enfermaron de
malaria, sufrieron los ataques de insectos, extremas incomodidades,
encuentros cercanos con la muerte. ¿Y qué lograron?
Stephens está considerado como uno de los grandes arqueólogos, y su
contribución a la historia corre paralela a la del descubridor de Troya.
Desde nuestro punto de vista, la importancia de sus hallazgos es
mayor aún y, aunque él y el Profeta jamás se vieron, la historia del Libro
de Mormón es, visiblemente reforzada por el testimonio material de los
descubrimientos de Stephens.

Un análisis científico del Libro de Mormón:


Primera parte
Los Cambios en nuestra comprensión de la América antigua y de sus
Escrituras
por John L. Sorenson
Introducción Durante las últimas décadas,
los estudios profesionales en el campo de la
arqueología, geografía, cultura e idioma de los
pueblos americanos han proporcionado una
enorme cantidad de información que debe ser
de gran interés para aquellos que leen y creen
en el Libro de Mormón, información que los
científicos que se dedicaron al estudio de este
libro quizás nunca se hubieran imaginado que
existiera. En la actualidad, la calidad y
cantidad de estudios especializados
relacionados con el Libro de Mormón son tan
amplios y profundos que es imposible que una
sola persona esté al tanto de todos los
aspectos de estos conocimientos.
De hecho, durante los últimos cincuenta años, ha quedado anticuada la mayor parte de lo que previas
generaciones pensaban acerca de las civilizaciones americanas precolombinas. Las ciencias que estudian las
civilizaciones antiguas han sufrido grandes cambios. En las primeras décadas de este siglo aún se consideraba que la
ciencia era la búsqueda y descubrimiento de verdades permanentes e infalibles. Sin embargo, en la actualidad tanto los
científicos como los filósofos concuerdan en que la naturaleza misma de su tarea requiere que constantemente
reinterpreten sus teorías y sus datos.1 El punto de vista de Karl Popper con respecto a la ciencia, de que es "eternamente
tentativa"2, ha llegado a ser aceptado entre muchos científicos. De manera que aunque en la actualidad exista quizás mil
veces más información acerca de las primeras culturas de América que la que estaba disponible hace medio siglo, ahora
los mejores científicos son mucho menos insistentes en describir categóricamente lo que sucedió en el Nuevo Mundo
pre-europeo.

También han ocurrido ciertos cambios en


algunos conceptos que han tenido los Santos
de los Ultimos Días con respecto al Libro de
Mormón. Nuestra fe en los principios
salvadores que enseñaron los profetas desde
Nefi hasta' Moroni no ha cambiado, y si lo ha
hecho de alguna forma, ha sido en aumento.
Pero al considerar estas Escrituras como un
documento antiguo, el estudiante minucioso
ahora es consciente de que tenemos mucho
más de lo que habíamos sospechado.
Comenzando con M. Wells Jakeman, Hugh
Nibley y Sidney B. Sperry, esta creciente
comunidad de investigadores Santos de los
Ultimos Días comenzaron afines de la década
de 1940 a descubrir algunos de estos
detalles.3 Un ejemplo de este cambio de
perspectiva, de contemplar nuevas
posibilidades, lo representa el descubrimiento
que hizo John W. Welch hace apenas quince
años de una forma literaria del Cercano
Oriente, llamada quiasmo, en el Libro de
Mormón, la cual pasó inadvertida para sus
lectores durante casi 140 años, desde su
publicación en 1830.4 En años recientes,
otros investigadores han encontrado en el
Libro de Mormón ciertas tendencias e
implicaciones insospechadas que en tiempos
pasados no se habían detectado.

Muchos Santos de los Ultimos Días no han


tenido acceso a las fuentes que comunican la
manera en que las investigaciones recientes
han cambiado nuestra comprensión del Libro
de Mormón como un documento antiguo.
Muchos también ignoran algunos
descubrimientos nuevos bastante asombrosos
que apoyan al Libro de Mormón y que han
sido el resultado del uso de métodos
científicos más avanzados. El propósito de
este artículo y los dos que le siguen es el de
dar algunos ejemplos claros de los cambios
que han ocurrido en el concepto que tienen
algunos científicos Santos de los Ultimos Días
acerca del Libro de Mormón a la luz de las
nuevas teorías y descubrimientos acerca del
pasado.

La intención de estos artículos no es la de


expresar enseñanzas oficiales de la Iglesia,
pero en base a mis propias investigaciones v
estudios he considerado que esta información
es digna de consideración.

Primera Parte:

Durante mucho tiempo, uno de los


intereses favoritos de los Santos de los
Ultimos Días ha sido la arqueología del Libro
de Mormón. Siempre aparecerá un grupo
considerable de personas a cualquier
conferencia que trate este tema.
Desafortunadamente, algunos escritores y
conferencistas no han estado tan bien
informados sobre el tema como debieran
estarlo, y tampoco aquellos que critican a la
Iglesia y de vez en cuando comentan el tema.
El problema en sí no es el de intenciones,
creencias o testimonio, sino de conocimientos.
El comparar el Libro de Mormón con los
descubrimientos de la arqueología y otros
campos relacionados es una actividad de
elevado nivel intelectual, y cuando una
persona, sea o no Santo de los Ultimos Días,
se propone obrar dentro de esa disciplina
académica, deberá sujetarse a las normas
que la gobiernan.

El primer elemento esencial es el


determinar la naturaleza del Libro de Mormón
y qué porciones pueden compararse
apropiadamente con los hallazgos científicos.
Después necesitamos establecer lo que
realmente saben los arqueólogos y otros
científicos y cuáles son las condiciones que
limitan sus conocimientos. Antes de poder
llegar a una conclusión legítima, por más
sencilla que ésta sea, se deben considerar
cuidadosamente ambos puntos de vista de
este asunto.

Un problema que algunos escritores y


discursantes Santos de los Ultimos Días
han tenido es el de confundir el texto
mismo del Libro de Mormón con su
interpretación tradicional. Por ejemplo, es
muy común escuchar que el Libro de
Mormón es "la historia de los indios
americanos". Esta afirmación contiene
varias suposiciones infundadas: que este
volumen de Escritura es una historia en el
sentido común, o sea, un relato cronológico
y sistemático de los acontecimientos
principales del pasado de una nación o
territorio; que los indios americanos son un
solo grupo de personas; y que las
aproximadamente cien páginas de texto
que contienen material histórico y cultural
podrían relatar la historia completa de un
hemisferio. Cuando se hacen suposiciones
infundadas como éstas, los críticos
responden de la misma manera, y critican
estas suposiciones y no el antiguo texto en
sí.

El resultado ha sido un cúmulo de


información acerca del Libro de Mormón,
perturbado por "evidencia" irrelevante, lógica
infundada y conclusiones conflictivas. Muchas
de las comparaciones que han hecho algunos
Santos de los Ultimos Días han estado
basadas en información incorrecta tanto en
toque respecta al análisis de pasajes de las
Escrituras como a los hechos arqueológicos.
Por otra parte, los pocos arqueólogos
profesionales que han intentado hacer tales
comparaciones a menudo se han equivocado
en dos aspectos: (1) han sido ingenuos con
relación al Libro de Mormón en sí -o sea, lo
que dice y lo que no dice; y (2) no han
considerado cuidadosamente los detalles
arqueológicos de los períodos correctos y en
las áreas más probables de la América
antigua. De hecho, solamente en años
recientes se han realizado suficientes
investigaciones para crear una descripción
confiable y verosímil de los sucesos y
características en su lugar y tiempo apropiado.

Aquellos que estudian el Libro de Mormón


harían bien en ampliar su criterio acerca del
mismo al actualizar sus conocimientos. Como
ejemplo citaremos algunos de los escritos de
B. H. Roberts, uno de los intelectuales más
capaces de la Iglesia en su tiempo. En varios
de sus escritos, realizados principalmente en
1922, intentó comparar el Libro de Mormón
con una novela romántica del siglo anterior
intitulada View of the Hebrews (Panorama de
los hebreos), escrita por Ethan Smith, un
ministro de la Nueva Inglaterra. Algunos
críticos habían sugerido que el profeta José
Smith había utilizado esta novela como base
para escribir el Libro de Mormón. De manera
que el élder Roberts analizó tanto este libro
como la literatura científica de su época con
relaciónalos pueblos y culturas de la América
antigua y los comparó con el Libro de
Mormón.

Desafortunadamente, se comprobó que lo


que en ese tiempo se consideraba como un
conocimiento verídico en relación con la
civilización de la América antigua. Estaba
fundado en información incompleta y en
algunos casos incorrecta. En su estudio, por
ejemplo, el élder Roberts utilizó el concepto
generalizado que prevalecía en su época de
que el Libro de Mormón era una historia de
todo el hemisferio occidental. Ahora es posible
ver que algunas de sus suposiciones acerca
del Libro de Mormón eran erróneas en los dos
aspectos mencionados anteriormente: el
conocimiento del material científico apropiado
y el análisis de los aspectos técnicos del Libro
de Mormón.
Entre las críticas que algunos arqueólogos
han hecho del Libro de Mormón, las dos
afirmaciones más difundidas (el libro del
finado Roben Wauchope y el artículo de
Michael Coe de hace una década,
aproximadamente)5 sufren de limitaciones
similares. Estos dos eminentes científicos
basaron sus reacciones al Libro de Mormón
en la misma suposición desafortunada de que
éste es un relato de los indios americanos que
habitaron todo el Nuevo Mundo. Sus
conclusiones eran tan erróneas como las de
algunos Santos de los Ultimos Días.

Es evidente que si el Libro de Mormón ha


de compararse como un documento antiguo
con información proveniente de otras fuentes,
es necesario derivar los hechos de los
tiempos y lugares apropiados. Por ejemplo,
sería inútil tratar de explicar las circunstancias
en las que Pablo escribió sus epístolas si las
tratáramos como si hubieran procedido de
Babilonia en la época del cautiverio judío. Con
el fin de comparar el Libro de Mormón con lo
que los arqueólogos han aprendido acerca de
sus antecedentes históricos en la América
antigua, tenemos la misma obligación, hasta
donde nos sea posible, de ser específicos en
cuanto a la ubicación y época de sus
acontecimientos.

Las tierras de los Nefitas y Jareditas


Algunos lectores piensan que el Libro de
Mormón no proporciona suficiente información
para poder elaborar una geografía, cuando en
realidad contiene numerosas afirmaciones
relacionadas con el tema. Cuando se analizan
detenidamente estas referencias a la par con
algunas deducciones razonables derivadas de
ellas, el libro prueba ser rico y sumamente
constante en su información sobre el tema.
Sería imposible proporcionar un análisis
completo de la geografía del Libro de Mormón
en estas páginas; sin embargo, por lo menos
durante los últimos cuarenta años, muchos de
los que han estudiado a fondo este tema han
llegado a conclusiones básicas muy similares:
(1) los acontecimientos registrados por los
escribas Nefitas y
( Esta fotografía de las ruinas de Monte Albán, Oaxaca, México, muestra lo que puede ser el resultado final
de una labor arqueológica. El edificio de enfrente data de los tiempos de Cristo. Ya que contiene pasajes angostos que
están alineados con ciertas posiciones críticas del sol y la luna, se ha dicho que posiblemente haya sido un observatorio,
pero aún no ha quedado clara su fúnción real. (Fotografía de James Christensen . )
Esta fotografía de un sitio arqueológico sobre la frontera de Guatemala y México muestra lo difícil que resulta obtener
información confiable de una excavación arqueológica.
Los artefactos rotos que se encuentran en los .sitios arqueológicos a veces pueden restaurarse, tal como .se hizo con
esta vasija de dos piezas que se recuperó de una tumba derrumbada.)

Jareditas evidentemente cubrieron solamente un territorio limitado de la "tierra de promisión" del Nuevo Mundo y (2)
actualmente se conoce solamente un lugar en el hemisferio occidental que parece coincidir con ese escenario. 6

Estos puntos son sumamente importantes.


Durante mucho tiempo, la mayoría de la gente
suponía que los relatos del Libro de Mormón
ocurrieron en todo el continente americano,
tanto el hemisferio norte como en el sur. La
geografía parecía ser tan clara- un continente
norte y un continente sur, unidos por un istmo
angosto. Sin embargo, con el tiempo fue difícil
aceptar ese punto de vista a la luz de nueva
información. Por ejemplo, a principios del siglo
veinte las investigaciones realizadas habían
encontrado que al tiempo del descubrimiento
del Nuevo Mundo por los europeos, se
hablaban unos 1.500 idiomas.' Y los nuevos
conocimientos que se han obtenido acerca del
proceso de la estabilidad en los idiomas y los
cambios que éstos sufren impide suponer que
todos éstos hayan podido derivarse del
hebreo, que se supone era el idioma de los
Nefitas y lamanitas. La ciencia arqueológica
también comenzó a revelar una diversidad
asombrosa de culturas, lo cual reforzó la idea
de que muchos grupos diferentes habían
habitado las Américas.

A principios del siglo veinte, unos cuantos


miembros de la Iglesia comenzaron a
contemplar más detenidamente lo que el Libro
de Mormón decía al respecto. Encontraron
afirmaciones que indicaban que la ubicación
geográfica de la historia de los Jareditas y
Nefitas probablemente era más limitada de lo
que habían supuesto. Entonces, en 1939 los
Washburn publicaron un análisis detallado de
la geografía del Libro de Mormón, basándose
exclusivamente en las afirmaciones del
mismo, y demostrando la constancia de éstas.
Desde la publicación de su obra An Approach
to the Study of Book of Mormon Ceography
(Un enfoque al estudio de la geografía del
Libro de Mormón), los analistas del volumen
de Escritura han encontrado aún más datos
en las propias afirmaciones del Libro de
Mormón, los cuales sugieren que la extensión
de las tierras inmediatas en las que ocurrieron
los acontecimientos de este libro solamente
haya abarcado cientos y no miles de
kilómetros.8

Basándome en mis propias


investigaciones, concuerdo con otros en que
hay solamente una zona que parece reunir
todos los requisitos claves: Mesoamérica.
Este es el nombre que los investigadores de
civilizaciones americanas han asignado a
aquella porción del centro y sur de México y el
norte de Centroamérica en donde
antiguamente se alcanzó el nivel más alto de
desarrollo cultural del hemisferio. Por ejemplo,
el libro habla mucho acerca de la larga
tradición que existía en el territorio de los
nefitas y jareditas de llevar registros escritos, y
en Mesoamérica, de acuerdo con la evidencia
actual, se conocen más de una docena de
sistemas de escritura, algunos de los cuales
abarcan desde el principio del primer milenio
a. de J.C.9 Sin embargo, en ningún otro lugar
de América encontramos evidencia digna de
confianza de que se haya llevado un sistema
genuino de escritura y una tradición de libros
antes de la llegada de los europeos en el siglo
dieciséis. Asimismo, en Mesoamérica
podemos identificar a casi todos los rasgos
geográficos y culturales especificados en el
Libro de Mormón: la presencia (y ausencia),
en relaciones particulares, de montañas,
cuencas, ríos, "aguas", vados, pasos, mares,
costas, ruinas que datan de tiempos que
coinciden con el libro de Escritura, etc.'(10)

Está claro que si ubicamos las tierras del


Libro de Mormón dentro de una región tan
limitada como lo es Mesoamérica, será
necesario que analicemos de nuevo algunos
de los temas que han sido de gran interés
para los lectores del Libro de Mormón. Por
ejemplo, ¿cómo llegaron las planchas de Nefi
desde el campo de la batalla final cerca de "la
estrecha lengua de tierra" hasta donde José
Smith las encontró en el estado de Nueva
York? El Libro de Mormón no nos aclara este
punto, pero una posibilidad obvia sería que
Moroni mismo las haya llevado consigo hasta
Nueva York durante los treinta y seis años que
anduvo errante después de la exterminación
de los nefitas y antes de escribir por última
vez en las planchas. (Véase Mormón 6:6;
Moroni 1:1-4; 10:1.) O pudo haberlas llevado a
ese lugar siendo ya un ser resucitado.
Solamente sabemos que, cualquiera que haya
sido el medio, en 1827 las planchas se
encontraban en la "colina de tamaño regular"
cerca del hogar de José Smith en Palmyra,
Nueva York, en donde Moroni le entregó el
registro sagrado.

En muchos casos, una vez que


comprendemos la probabilidad de que la
geografía del Libro de Mormón haya sido en
una escala limitada, las dudas que han
propuesto los críticos acerca del idioma, la
cultura, la afiliación religiosa y otros
"problemas" toman una perspectiva
completamente diferente.

De manera que tomando como punto de


enfoque los datos extraídos primordialmente
del área mesoamericana, contemplemos el
Libro de Mormón a la luz de la información
que ahora tenemos acerca de su civilización y
geografía.

La naturaleza del registro


Otro concepto nuevo acerca del Libro de
Mormón es que no es una historia en el
sentido de la palabra que a menudo se utiliza
en la actualidad. De hecho, en vez de ser una
narración de lo que sucedió en un territorio en
particular, es como el Antiguo Testamento,
primordialmente una crónica familiar escrita
por profetas bajo la inspiración del Señor. Por
este motivo, el Libro de Mormón es similar en
varios aspectos importantes a las "historias de
linajes". Esta clase de documento proporciona
información seleccionada acerca del origen
del grupo, por qué fue escogido por Dios, los
acontecimientos cruciales que afectaron su
destino, los estatutos en los cuales se basaba
su sistema de poder, y sus relaciones con
otros grupos. Típicamente, un linaje utiliza
este tipo de relato histórico para definir sus
propios límites, reforzar su poder, estabilizar
su estructura social y de otras maneras
recalcar su identidad a los miembros de su
propio grupo. 11

La mayoría de los documentos históricos,


ya sean escritos u orales, de civilizaciones y
tribus antiguas son de este tipo.' No pretenden
relatar en forma total ni sistemática "lo que
sucedió" en todo el territorio. De hecho, quizás
el linaje no haya tenido control exclusivo de la
tierra (como en el caso de Abraham). Muchas
veces eran solamente una porción de la so-
ciedad y vivían entre grupos similares, ya sea
dentro o fuera de las naciones formales, las
cuales la mayoría de nosotros consideramos
como tema apropiado para la historia.

Por ejemplo, el relato del período patriarcal


en el Antiguo Testamento proviene de los
registros de un cierto linaje y por tanto
contiene principalmente sus acontecimientos
históricos claves y las grandes verdades que
sus líderes recibieron de Dios. Habla de
Abraham, quien sale del norte de Me-
sopotamia y entra a Canaán, y después a
Egipto, y representa a su familia es-
trechamente unida con otros pueblos y
culturas, los cuales casi no se mencionan en
el registro. Ur, Lot, Abimelec, Gomorra, los
"cinco reyes" y Melquisedec se mencionan
brevemente, pero sólo forman parte del
escenario, y se mencionan solamente con el
fin de facilitar el relato de la manera y la razón
por la que Israel obtuvo su lugar en la tierra
prometida.

Tanto los documentos nefitas como


jareditas contienen estas mismas ca-
racterísticas. Moroni, el último escriba del
linaje de Nefi, concluyó y sepultó el registro,
no porque ya no se estuviera haciendo historia
a su alrededor (véanse Mormón 8:1-9; Moroni
1:1-2), sino porque esos sucesos simplemente
no formaban parte de la historia de su grupo.
(Naturalmente, había otras razones más
importantes por las que debía terminar y sellar
el registro. Véanse Moroni 1:4; página titular.)
Por tanto, es aparente la razón por la que el
compendio de Mormón casi no menciona al
pueblo de Zarahemla, o sea los "mulekitas"
como los hemos llamado, aunque éstos eran
más numerosos que los nefitas. (Véase
Mosíah 25:2-3.) Eter tampoco dio mucha im-
portancia a aquellos gobernantes usur-
padores, posiblemente de un linaje rival,
quienes encarcelaron a sus antepasados e
impidieron que ocuparan el lugar que les
correspondía en el trono; de hecho, sus
nombres ni siquiera se mencionan en el Libro
de Eter. (Véanse Eter 10:30-31; 11:17-19.)
Para el pueblo del linaje de Febrero de 1985
Jared, esos nombres no tenían importancia.
En muchas formas significativas, el tema de
estos registros antiguos americanos era
acerca del destino de las familias centrales
que llevaban tales escritos. En ocasiones se
mencionaban otras, pero solamente porque
proporcionaban los accesorios necesarios pa-
ra el drama principal. Incluso se podían pasar
por alto períodos de varios siglos, sin duda,
porque muy poco fue lo que sucedió que se
considerara de valor para determinar el
destino de los descendientes de Nefi o de
Jared.

Las limitaciones de la arqueología

Así pues, los relatos del Libro de Mormón


no hablan de naciones en el sentido moderno
de la palabra, sino que generalmente se
refieren a las líneas de los gobernantes. Pero
un linaje así es prácticamente invisible para la
arqueología, y en esto yace el problema. La
única manera de conectar la famosa dinastía
hiksa de la Edad de Bronce de Egipto, o los
muy comentados gobernantes toltecas de
México de hace mil años, con sus ruinas, es
teóricamente.13

La naturaleza de la evidencia arqueológica, lingüística e histórica que


existe en la actualidad acerca de Mesoamérica dificulta la identificación de
grupos específicos, tales como un posible linaje nefitas, y con mayor razón
la de individuos. Este problema se aplica a cualquier investigación histó-
rica con relación a las civilizaciones antiguas. Los expertos no han podido
resolver sus disputas acerca de la identidad de los invasores israelitas
alrededor de Jericó en los tiempos de Josué y antes.14No hay ningún
monumento cerca del Jordán que diga "Aquí fue donde Israel cruzó"; ni se
encontrará señal alguna en Egipto que identifique la tierra de Gosén. En
cambio, es necesario buscar las tendencias en las costumbres o manera de
poblar que parecen relacionarse con algo que se menciona en las
Escrituras.

Sin embargo, una interpretación (esto es,


"El nuevo tipo de jarrones de barro que se
pueden observar en este nivel deben de
representar a los hebreos que llegaban a la
región") no se deriva de "los hechos" en sí.
Los científicos elaboran un caso, una propues-
ta, de que cierto documento o tradición
concuerda con los artefactos físicos, aunque
puede haber otros científicos que no estén de
acuerdo. De hecho, éstos pueden atacar
duramente la hipótesis. El Popol Vuh, una
historia de linaje de los pueblos de las
montañas de Guatemala, registra la invasión
de un pequeño grupo de guerreros con pa-
trones culturales mexicanos quienes llegaron
a gobernar la tierra hace unos seiscientos
años. Los maorís de Nueva Zelanda afirman
descender de un pequeño grupo de personas
que según cabe suponer llegaron de la
Polinesia central en canoas. Ambas
tradiciones pueden apoyarse con datos que
vagamente las confirman; y sin embargo la
evidencia es dudosa, y a menudo surgen
discusiones entre los científicos con respecto
a este tipo de temas.

Supongamos, por tanto, que pudiéramos


identificar una serie de paralelos importantes
entre lo que el Libro de Mormón nos dice
acerca de la vida antigua en las tierras nefitas
y lo que la investigación actual nos dice
acerca de las costumbres mesoamericanas.
Entonces estaríamos basándonos en la ve-
rosimilitud, tal como aquellos que investigan
asuntos históricos seculares.

¿Es la verosimilitud una conexión


aceptable entre el texto del Libro de Mormón y
los artefactos físicos?. Ciertamente. Es la
misma conexión que han estado utilizando
durante muchos años los arqueólogos
prominentes entre otros textos y su contexto,
especialmente la gran obra que se ha
realizado en años recientes con relación a la
historia bíblica.

Los arqueólogos permanecen un tanto a oscuras con respecto a gran


parte de la vida antigua simplemente porque es muy difícil llegar a conclu-
siones acerca de las creencias, estructuras sociales y personalidades de un
grupo basándose solamente en tiestos, fragmentos de piedras y murallas
derrumbadas. Y ya que en un momento dado los arqueólogos han
descubierto solamente una fracción de toda la evidencia que había
quedado sepultada, continuamente nos esperan sorpresas con respecto a lo
que era o no era parte de la antigüedad. Aun cuando el estudio de los
artefactos culturales se complemente con información adicional -desde la
lingüística histórica, inscripciones, antropología biológica, identificación
botánica no podemos estar absolutamente seguros. Por lo tanto, todas las
interpretaciones de los descubrimientos arqueológicos deberían ser
precedidas por las palabras "hasta ahora" y "parece ser".
La arqueología, por lo tanto, tiene sus
propias limitaciones inherentes, las cuales
obligan a los arqueólogos a hacer inferencias
razonables, aunque no con plena certeza,
basándose en los datos limitados y ambiguos
que encuentran. Por ejemplo, Michael Coe, de
la Universidad de Yale, trata de conectar a
ciertos dioses aztecas, cuyas características
conocemos principalmente a través de las
tradiciones registradas por los españoles en el
siglo dieciséis, con las imágenes de los
Olmecas que datan de 2.500 años antes y que
él considera representan dioses con
características similares a las de los dioses
aztecas.15 Su colega George Kubler,
basándose en la misma información, está
totalmente en desacuerdo;16 pero eso
también es cuestión de interpretación.
Mientras tanto, incluso en una región que se
supone es bien conocida, la Judea antigua,
las interpretaciones varían grandemente.
Hace dos generaciones el profesor William F.
Albright identificó el sitio de Tel Laquis como
la ciudad "Laquis" que se menciona en el
Antiguo Testamento con relación a las
invasiones asirias y babilónicas. Basó su
identificación en un informe tradicional de
Eusebio en el siglo cuatro d. de J.C. en donde
éste anota sitios y distancias entre un lugar y
otro, lo cual hace que tal ubicación sea un sitio
posible para esa ciudad del Antiguo
Testamento. El profesor Ahistrom, de la
Universidad de Chicago, ha puesto en duda
tal identificación. David Ussishkin, de la
Universidad de Tel Aviv, quien ha trabajado en
ese sitio por varios años, concuerda en que la
identificación es puramente circunstancial,
pero a su parecer es "sumamente
probable".17
Varios investigadores del Libro de Mormón
piensan que la gran región de Karninaljuyu, un
sector de la ciudad moderna de Guatemala,
podría corresponder a la ciudad de Nefi del
Libro de Mormón. ¿Es posible comprobar esta
identificación? Claro que no; pero cuando nos
conformamos con las probabilidades,
simplemente estamos siguiendo los métodos
más avanzados de la arqueología moderna. El
profesor L. R. Binford insiste que ante la
"ambigüedad en los hechos del registro
arqueológico", el arqueólogo debe "analizar
prudentemente las alternativas y después
llegar a una conclusión en cuanto a lo más
probable". En otras palabras, hablando en
términos arqueológicos, la verosimilitud se
convierte en el criterio para juzgar la veracidad
de una afirmación. 18

Eso es todo lo que podemos hacer. Después de todo, la ciencia, así


como la historia hecha por los hombres, es "eternamente tentativa", nos
asegura Popper, y agrega: "Sólo en nuestras experiencias subjetivas de
convicción, en nuestra fe subjetiva, podemos estar `absolutamente
seguros'.19 La ciencia no proporciona ningún equivalente por aquella "fe
subjetiva"; sin embargo, es sumamente interesante contemplar lo
razonable que parece ser ahora el relato de los nefitas, a la luz de los
descubrimientos de este último medio siglo.
La guerra
Un buen ejemplo de un tema sobre el cual
han cambiado radicalmente las opiniones de
los expertos y ahora concuerdan más con el
Libro de Mormón es el conflicto armado. Hasta
hace poco, la descripción prevalente de Me-
soamérica era que en la era clásica solamente
habían existido sociedades pacíficas, siendo
ejemplo de ello las ruinas espectaculares
mayas y de Teotihuacán que datan
aproximadamente de 300 a 800 años d. de J.
C.20 Se supone que los líderes mayas
debieron de haber pasado su tiempo
pacíficamente meditando y adorando un grupo
complejo de dioses, contemplando arte no-
table, participando de juegos filosóficos con su
calendario, en una palabra, actuando como
"los griegos del Nuevo Mundo". Unicamente
después del año 1000 d. de J.C. se supone
que el militarismo haya jugado un papel en la
historia de Mesoamérica.
En las décadas de 1950 y 1960 hubo
varias personas -Armillas, Rands y Palerm 21
que abogaron por la revisión de esta
descripción, pero nadie les escuchó. El gran
cambio ocurrió con la labor que realizó la
Universidad de Tulane en 1970 en Becán,
Península de Yucatán. El centro del sitio está
rodeado por una zanja de casi dos kilómetros
de circunferencia y promediando dieciséis
metros de diámetro. Los que la fabricaron
apilaron la tierra de tal manera que formaba
una loma del lado interior de la zanja. David
Webster describió el efecto militar de esta
fortificación:

"Es casi imposible arrojar algo hacia arriba


desde el exterior de esta fortificación. Los
defensores, posiblemente protegidos por una
empalizada, podían haber derramado
proyectiles de largo alcance sobre sus
enemigos usando hondas y lanzadores."22
Esto casi parece ser un paráfrasis de Alma
49:18-20. Pero Cortés, el conquistador
español, había visto varios tipos de
fortificaciones similares a ésta al atravesar los
bosques entre Tabasco, México, y Honduras
durante la década de 1520. ¿Fue Becán
simplemente uno de aquellos sitios
posteriores e insignificantes que datan mucho
después de los tiempos del Libro de Mormón?
Webster demostró que la zanja y la muralla de
Becán fueron construidas aproximadamente
entre 150 y 450 años d. de J.C., fechas que
comprenden la época en que Mormón y
Moroni vivieron y pelearon. 23

Desde entonces ha surgido mucha evidencia que apoya este hecho.


En la actualidad se conocen más de cien sitios fortificados. La labor de
Ray Matheny en Edzna reveló una fortificación grande, rodeada de un
foso, que data de los tiempos de Cristo.24 Loma Torremote, en el valle de
México, ya era un poblado empalizado arriba de una loma para el año 400
d. de J.C. 25 Una porción de los tres kilómetros de murallas defensivas en
las famosas ruinas de Monte Albán datan de antes de 200 a. de J. C. 26 El
centro de Los Naranjos, en Honduras occidental, estaba completamente
rodeado por una zanja grande en algún período comprendido entre los
años 1000 y 500 a. de J. C.27 Además de los sitios, se ha encontrado arte
gráfico, restos de armas y figuras de guerreros que datan de diferentes
períodos. También se han encontrado murallas de piedra. (Compárese con
Alma 48:8. )28 Y la percha pública de calaveras (el tzompantli azteca) que
utilizaban los aztecas en la época de la Conquista, con el fin de atemorizar
a los que quisieran rebelarse en contra de su control militar, ha sido descu-
bierto ahora en el Valle de Cuicatlán en Oaxaca, y data de antes del
tiempo del Cristo.29
Cada vez se hace más patente que las
prácticas militares que se utilizaban cuando
los europeos llegaron se remontan a principios
de la historia de Mesoamérica. No obstante,
hasta hace unos diez años la mayoría de las
descripciones publicadas acerca de la vida
antigua en tal región contradecían di-
rectamente esta opinión.

Un incidente reciente demuestra la manera


en que las opiniones anticuadas pueden
intimidar a las personas. Uno de mis ex
alumnos me escribió preocupado porque su
profesor en una universidad del este de los
Estados Unidos le había asegurado que el
arco y la flecha, que se mencionan en varias
ocasiones en el Libro de Mormón, no
existieron en Mesoamérica hasta el año 900 d.
de J.C. Pero yo pude asegurarle que en un
tiesto descubierto en el centro de México se
encuentra grabada la imagen de un hombre
con tal arma. Este fragmento data de aproxi-
madamente ochocientos años antes de la
fecha citada por el profesor.30

A la luz de los recientes descubrimientos


en lo que respecta a Mesoamérica, ahora
parecen ser completamente razonables la
descripción de las fortificaciones en Alma 48
hasta 3 Nefi 3, las frecuentes batallas
registradas en los relatos jareditas y nefitas, la
cantidad de bajas, muchas de las tácticas y
armas empleadas, el sistema de organización
de los ejércitos y otra información sobre el
tema que nos comunica el Libro de Mormón.

La población

En 1560, Fray Bartolomé de las Casas


calculó que cuarenta millones de americanos
nativos habían perecido "injustamente y bajo
tiranía" en la Nueva España en las dos
generaciones que transcurrieron después del
descubrimiento hecho por Colón.31 En la dé-
cada de 1930, el antropólogo A. L. Kroeber
calculó que al tiempo de la llegada de los
europeos, la población total del hemisferio era
8.4 millones, una cantidad muy inferior.32
Estos extremos ilustran la dificultad que existe
en tratar de calcular el monto de la población,
y los cálculos a menudo reflejan los tiempos
de los hombres que los hicieron. Las cifras de
Kroeber indudablemente fueron afectadas por
el pesimismo de la Gran Depresión Nor-
teamericana que afectó a historiadores,
antropólogos y otros científicos. Por otra parte,
la evaluación que hizo Henry Dobyn de los
datos disponibles le llevaron a concluir, en el
próspero año de 1966, que en el año 1.500 d.
de J.C. había habido una población de
aproximadamente noventa millones de nativos
y que más de cuarenta millones habían
habitado México y la América Central. 33

Los estudios de la población, claro está, no


se basan en la especulación ni en
interpretaciones caprichosas. Al examinar más
detenidamente las fuentes históricas y
arqueológicas, y al corregirse mutuamente los
especialistas mediante sus críticas, está
surgiendo una mejor comprensión de las cifras
reales. La obra de William Denevan de 1976,
The Native Population of the Americas in 1492
(La población nativa de las Américas en
1492), tomó en consideración todos los
argumentos. El cálculo al que llegó, de 57
millones en todo el hemisferio, parece ser un
número probable. Llegó a la conclusión de
que en México y Centroamérica había una
población de aproximadamente 27
millones.35Es más, de acuerdo con Fernando
de Alva Ixtlilxochitl, quien en la era después
de la conquista utilizó documentos nativos
como fuente para su historia del centro de
México, los "toltecas" del siglo diez realizaban
guerras con millones de guerreros y sufrieron
bajas de más de 5.6 millones." Aun tomando
en cuenta una posible exageración, estas
cifras siguen siendo razonables, como lo son
las bajas de 230.000 guerreros que se
atribuye a los nefitas seiscientos años antes.
(Véase Mormón 6:10-15.)
Las cantidades que citaban los demógrafos hace décadas con respecto
a la población mesoamericana no podían conciliarse con las declaraciones
del Libro de Mormón en cuanto a la destrucción de millones de personas
en las guerras finales de los jareditas y nefitas. Ahora, el análisis de los
datos con respecto a las tierras que fueron ocupadas, la ecología, el tamaño
de las poblaciones, las bajas en las guerras y otros factores relacionados
con la población que podemos encontrar en el texto del Libro de Mormón
muestra una importante constancia y realismo en los cambios
demográficos registrados en este libro. De igual manera, las cifras
absolutas registradas en el libro quedan dentro de los mismos límites que
las cantidades que los actuales investigadores de Mesoamérica consideran
como aceptables.

El uso de metales
Los críticos han considerado como
problema especial ciertos artefactos
específicos que menciona el texto del Libro de
Mormón y que no tienen ningún paralelo
conocido en la América antigua. Sin embargo,
tanto los que critican como los que apoyan
este tema han demostrado que tenían un
conocimiento insuficiente tanto de las decla-
raciones de las Escrituras como del material
cultural comparable del lugar y la época
correctos.
Durante muchos años, los científicos que
se especializan en el área de Mesoamérica
contendieron que la metalurgia era
desconocida en esta región hasta después del
final de la era clásica, alrededor del año 900 d.
de J.C. Por otra parte, el Libro de Mormón
indica que los nefitas utilizaron el hierro, el
cobre, el bronce, el acero, el oro y la plata casi
desde principios de su historia (2 Nefi 5:15), y
los jareditas utilizaron el oro, la plata y otros
metales más de mil años antes. Sin embargo,
los nuevos datos e interpretaciones de nuevo
apoyan las afirmaciones del Libro de Mormón.
La mayoría de los artefactos metálicos de
Mesoamérica pertenecen a los siglos previos
a la Conquista Española. Aun en esos
tiempos, no había una provisión abundante de
metales en la región, de modo que es posible
que éstos los volviesen a utilizar, o los fun-
dieran y los volvieran a moldear. Claramente,
si estos objetos eran de tanto valor, sería en
ocasiones muy raras que sus dueños los
dejaran en donde los arqueólogos pudieran
descubrirlos. Los objetos metálicos que se
han llegado a descubrir generalmente son pe-
queños o fueron colocados a propósito como
ofrenda en tumbas y sitios sagrados. El hecho
de que ya se hayan encontrado una docena o
más de piezas de metal que datan de antes
de 900 años d. de J.C. y se remontan hasta
100 años a. de J.C. nos asegura que este
pueblo tenía conocimientos de la metalurgia.
Pero sin duda, estos objetos de metal eran
relativamente raros y muy valiosos. Patterson
supone que la razón por la que había
comparativamente poco metal en los tiempos
precolombinos es que era sumamente difícil
minar los depósitos de mena con la tecnología
tan limitada con que contaban.36

No obstante, es intrigante el hecho de que


no encontremos mayor evidencia de las
habilidades metalúrgicas aparte de la pequeña
cantidad de piezas que se han encontrado.
Sabemos que los peruanos usaban ciertas
técnicas metalúrgicas sencillas poco después
del año 2.000 a. de J.C.37 Ya que es
ampliamente aceptado el que hubo contacto
entre Perú y Mesoamérica, sería asombroso
que un conocimiento cultural tan valioso como
lo es la metalurgia no se hubiera transmitido
del primer pueblo al segundo.38 Aun si no
tomamos en consideración la posibilidad de
que esta técnica haya procedido del otro lado
del océano, el que los peruanos hayan tenido
este conocimiento nos sugiere firmemente que
la teoría arqueológica aceptada a este res-
pecto ha sido errónea, y que de hecho los
pueblos mesoamericanos tenían mayor
conocimiento de esta tecnología de lo que se
ha podido descubrir hasta el momento.

Los estudios que se han verificado con


relación a los idiomas apoyan el concepto de
que se usaron metales en Mesoamérica a
principios de su historia. Durante muchos
años los lingüistas han estado comparando
los idiomas que aún sobreviven y que están
relacionados entre sí, con el fin de reconstruir
los proto-idiomas de los que se derivaron. Los
profesores Longacre y Millon han reconstruido
parte del idioma proto-mixteco que se habló
en el estado de Oaxaca, México y áreas cir-
cunvecinas. De acuerdo con sus datos,
parece haber existido una palabra alrededor
del año 1.000 a. de J.C. que quería decir
metal (o cuando menos campana de metal).39
El estudio que realizó Kaufman de los idiomas
Tzeltal-Tzotzil mostró que en la región maya
hubo otra palabra para metal que se originó
cerca del año 500 d. de J.C.; pero también se
encuentra la misma raíz en el idioma
huasteco, un idioma maya que se piensa se
separó del grupo principal alrededor del año
2.000 a. de J.C.40 Mientras tanto, Campbell y
Kaufman, en un estudio importante sobre el
idioma proto-mixe-zoqueo, demostraron en
forma bastante conclusiva que éste era el
idioma principal de la civilización Olmecas.
Este idioma también tenía una palabra para
metal, que ellos pensaban que se había origi-
nado a más tardar en el año 1.500 a. de
J.C.41 Así que los lingüistas históricos ahora
nos demuestran que mucho antes del año
1.000 a. de J.C. parece haberse conocido y
probablemente utilizado el metal en las tres
familias lingüísticas más importantes de la
Mesoamérica más antigua. Podemos confiar
en que en el futuro los arqueólogos encontra-
rán artefactos metálicos, por muy raros que
sean, para complementar la escasa
información que se tiene en la actualidad.

Entre los metales que el Libro de Mormón


menciona se encuentra el ziff. (Véase Mosíah
1 1:8.) Hay varias derivaciones hebreas de
este término que son razonables, ya sea con
el sentido de "brilloso o "laminado". Entre las
substancias mesoamericanas conocidas,
quizás sea la tumbaga la posibilidad más
lógica.42 Esta aleación de cobre y oro se
producía comúnmente en Colombia y
Centroamérica pero también se ha encontrado
en un sitio maya.43 Otra posibilidad es la
singular aleación de cobre y estaño que
descubrieron Rubin de la Borbolla, Caley y
Easby en el occidente de México.44 O quizás
el Ziff haya sido el estaño solo. Los científicos
metalúrgicos modernos tienden a creer que en
la actualidad ya se conocen todas las
aleaciones y que no hay nada nuevo, como el
ziff, aún sin identificar.
Un caso paralelo nos ayudará a apreciar
que sigue habiendo problemas para resolver
con relación al análisis físico y a la
identificación de metales. Fuentes rusas
medievales hacen referencia al metal kharsini.
A través de un estudio minucioso de los
documentos, recientemente se le ha
identificado tentativamente como una
substancia nativa compuesta de arsénico y
antimonio. Los científicos habían supuesto
anteriormente que el kharsini era el latón.45 Al
igual que en este caso paralelo, Caley y
Easby criticaron a los arqueólogos
mesoamericanos por "rehusarse tercamente a
aceptar los hechos" con relación a la
explotación, fundición y uso del estaño en los
tiempos precolombinos. Los arqueólogos
generalmente habían negado la presencia
misma de este metal en los días
prehispánicos.46
Lo importante de toda esta explicación es
lo que nos enseña acerca del terna
"conocimiento". En este momento no sabemos
lo que es el Ziff. Y no importa cuán completos
crean los metalúrgicos y los arqueólogos que
sean sus datos en la actualidad, podemos
confiar en que al seguir realizando estudios
más profundos se descubrirá información
adicional con respecto a la composición
química de los artefactos que va se han
desenterrado, los descubrimientos que se
harán en el futuro, la terminología de los
metales, etc. Por ejemplo. nos gustaría ver
realizado un estudio más detallado del
contenido de una vasija de barro que hace
años descubrió en Tcotihuacán, México, el ar-
queólogo sueco Sigvald Linne, que data de
300-400 años d. de J.C. y contiene una masa
de "apariencia metálica" que incluye cobre y
hierro.47 Al mismo tiempo, los Santos de los
Ultimas Días que tengan interés en el tema
deberán examinar cuidadosamente el texto
del Libro de Mormón para analizar y
correlacionar cada afirmación e implicación
acerca de los metales. Solamente de esta
manera podrá realizarse una comparación
adecuada. Sin embargo, el "problema" del uso
de los metales en el Libro de Mormón ya
parece haberse acercado mucho a su
solución.

En un sentido más amplio, la tesis de este


artículo es la investigación como un proceso
continuo y abierto. No es aconsejable que los
lectores Santos de los Ultimas Días ni los
arqueólogos profesionales permanezcan
estáticos. El lector Santo de los Ultimas Días
que desee profundizar más allá de un estudio
somero de la "evidencia" debe desarrollar
habilidades y multiplicar las maneras en que
puede analizar un texto antiguo. Los
arqueólogos harían bien en aprender que
aunque un documento de tiempos remotos
pueda contener material religioso desconocido
para ellos, aun así puede ofrecerles una
comprensión nueva acerca de los restos
físicos que les interesan. Es contraproducente
que los miembros de la Iglesia y los
arqueólogos desconozcan el trabajo del uno y
del otro, ya que el curso más conveniente
para seguir es cl de una actitud estudiosa por
parte de ambos.

NOTAS
1 . Thomas Kuhn, The Structure of Sriptures`
Revolutions (Chicago: University of Chicago
Press, 1962).

2. Kurl R. Popper, Tlm Logic o/Scientific


Di.saaygrv (Ncw York: Basic Books, 1959),
pág. 280. "Ha llegado a verse como un ídolo el
antiguo ideal científico de la episteme, del
conocimiento absolutamentecierto y
demostrable. En la actualidad se exige que
haya una objetividad científica, la cual hace
que sea inevitable el que toda afirmación
científica sea eternamente tentativa. Es
posible que ésta sea corroborada, pero toda
corroboración depende también de otras
afirmaciones que de nuevo son tentativas.
Sólo en nuestras experiencias subjetivas de
convicción, en nuestra fe subjetiva podemos
estar `absolutamente seguros'." (Cursivas en
cl original.)
3. M. Wells Jakeman, "The Ancient
Middle-American Calendar System: Its Origin
and Development", Brigham Ynung Univerrity
(BYUJ Publications in Archaeology and Early
Historv, núm. I , 1947; Hugh Nibley, "Thc Book
of Mormon as a Mirror of the Easf",
lmprovementEra 51 (1948), págs. 202-04,
249-51; Sidney B. Sperry, Our Book qf
Mormon (Salt Lake City: Stevens and Wallis,
1947).
4. John W. Welch, "A Study Rclating
Chiasmus in the Book of Mormon to Chiasmus
in the Old Testament, Ugaritic Epics, Homer
and Selected Grcck and Latin Authors", Tesis
para Maestría, Brigham Young University,
1970; John W. Welch, editor, Chia,smu.s in
Antiyuih, (Hildesheim: Gerstenbcrg Vcrlag,
1981). Véale también Liahona, mayo de 1984,
pág. 13.
5. Roben Wauehope, Lo.sl Trihc•.c ancl
Sunken Ccnttinent.n (Chicago: Univcrsity of
Chicago Prcss, 1962). Michacl D. Coe,
"Mormons and Archacology: An Outsidc Vicw",
Dicrlog«e 8 (1973), págs. 4()-48.
6. A pesar de haber cierto desacuerdo en
cuanto a los detalles, a continuación aparecen
en orden cronológico aquellos que han llegado
u conclusiones similares a éstas: J. A. y J. N.
Washburn, An Approaclt to the St«c/v uf l3ook
o/Mnrrnnn Geography (Provo: Ncw Era
Publishing. 1939); M. Wells Jakeman en sus
clases en BYU y conferencias públicas desde
por lo menos 1946 en adelante; Thomas
Stuart
h ntngra/in ele «« nl?jc•to de oro e_Vraidu de/
C'e r«ne de Sí¡< ri/icin. Chicl«e Itzá.
Ferguson, Camorah-Where? (Independence,
Missouri, 1947); Milton R. Hunter y Thomas
Stuart Ferguson, Ancient America and the
Book o/ Mormon (Oakland, California: Kolob
Book Co., 1950); Ross T. Christensen, "The
Present Status of Book of Mormon
Archaeology: Part 2", Millenial Star (octubre de
1952), pág. 234 y subsiguientes; John L.
Sorenson, "Where in the World? Views on
Book of Mormon Geography", Book of
Mormon Working Paper No. 8, circulado
privadamente, 1955; V. Garth Norman,
"Book-of-Mormon Geography Study on the
Narrow Neck of Land Region", Book of
Mormon Geography Working Paper No. I ,
circulado privadamente, 1966; Sidney B.
Sperry, Book o/ Marmon C amhendinm (Salt
Lake City: Bookcraft, 1968), págs. 447-51;
Hugh Nibley, "The Book of Mornion and the
Ruins", Foundation for Ancient Rescarch and
Mornion Studies, Nihlel Archive Reprint
BMA-BM (1980), pág. 2; David A. Palmer, /n
Search o/ C'umorah: Nesr Evide ice s,/nr tlte
Buuk o/ Mormnn li-om Ancient Mexico
(Bountiful, Utah: Horizon Pub]¡ shers, 1981).
7. Por ejemplo, Norman A. MeQuown,
"Indigenous Languages of Native America",
Ame ricalt Anthropologi.st 57 (1955), págs.
501-70. 8. Muchos científicos han analizado
los pasajes del Libro de Mormón que afirman
una posible limitación geográfica en cuanto a
las tierras nefitas (y jareditas). Un ejemplo son
los últimos escritos de Sidney B. Sperry,
profesor de Escrituras en la Universidad
Brigham Young durante muchos años, quien a
menudo analizó las implicaciones de tales
pasajes como Omni 1:20-21; Mosíah 8:7-12
con Alma 22:30-32; Mormón I-5; Eter 9:3; y
Eter 14 y 15. Véase también J. Nile
Washburn, Bnnk o/ Mnrmon Lands and Times
(Salt Lake City: Horizon Publishers, 1974),
págs. 205-17, 283-87; y Ferguson, 1947, y
Palmer, 1981, citados en la nota 6. 9. Michael
D. Coe, "Early Steps in the Evolution of Maya
Writing", en H. B. Nicholson, compilador,
Origins o/ Religioua Art and Iconngrctplt.~, ll1
PreclassicMesoamericw (Los Angeles: UCLA
Latin American Center and Ethnic Arts Council
of Los Angeles, California, 1976), págs.
11()-11.
10. Además de las fuentes citadas en las
notas 6 y 8, vea también John L. Sorenson,
An Ancie nt Ame rican Setting,/ór the Book n/
Mornion (Provo: Foundation for Ancient
Research and Mornion Studies, en impresión).
11 . Consideren el siguiente razonamiento: (1)
El cerro de Cumora de los nefitas y el de
Rama de los jareditas eran el mismo (Éter
15:1 l). (2) Esta región, cubierta de huesos
(Omni 1:22; Mosíah 8:8; y 21:2(-27; etc. ), y
también una "región de muchas aguas, ríos y
fuentes" (Mormón 6:4; Eter 15:8), se
encontraba en la tierra de Desolación, que
colindaba con la tierra de Abundancia en la
pequeña lengua de tierra (Alma 22:29-32). (3)
En los capítulos 3 a 6 de Mormón, se aclara
que las batallas finales de los nefitas se
ubicaron principalmente en el área general de
la ciudad de Desolación, que se encontraba
en la tierra de Desolación "cerca del pasaje
estrecho que conducía a la tierra del sus'
(Morrión 3:5, 7). (4) Y por lo tanto, de acuerdo
con este razonamiento, Cumora, que fue el
campo de la batalla final entre los nefitas y los
lamanitas, se encontraba cerca de la pequeña
lengua de tierra. 12. 1. M. Lcwis, ---Force and
Fission in Northern Somalí Lineage Structure",
American Anthropologist 63 (1961), pág. 109;
F. Barth, "Segmentary Opposition and the
Theory of Games: A Study of Pathan
Organization", Journal o/ the Hoyal
Aitthrnpological Instittcte 89 (1959), pág. 7; W.
F. Albright, Yahiveh and the Gods o/ Canaan:
A Hisinrical Anal -Nsis ofTsco Contrasting
Faifrs (London: University oí' London The
Virgule Athlone Press, 1968), pág. 82; Nigel
Davies, "The Aztec Concept of History: Tula
and Teotihuacán", artículo presentado en el
44o. Congreso Internacional de
Americanistas, Manchester, 1982. 13. William
F. Albright, The Archcreologt ofPalestine
(Harmondsworth: Penguin Books, 1949),
págs, 85-87; Richard A. Diehl, "Tula", en J. A.
Sabloff, compilador, Supplement to the
Handbook oj Middle American 1ndians, Tomo
1 , Archaeology (Austin: University of Texas
Press, 1981), pág. 291. 14. Kathleen M.
Kenyon, The Bible and RecentArchaeology
(Atlanta, Georgia:
r®--
John Knox Press, 1978), págs. 33-43. 15.
Michael D. Coe, Mexico, 2a. edición (New
York: Praeger, 1977), pág. 86. 16. George
Kubler, "The Iconography of the Art of
Teotihuacán", Dumbarton Oaks Studies in
Pre-Columbian Art and Archaeology, Núm. 4
(Washington, D.C.. 1967), págs. 1 1-12. 17. La
disputa en cuanto a la identificación se
resumió en una conferencia de Ussishkin en la
Universidad Brigham Young en febrero de
1982. 18. Lewis R. Binford, "Reply", Current
Anthropology 24 (junio de 1983), pág. 373; las
cursivas aparecen en el original. 19. Véasela
nota 2. 20. David L. Webster, Defensive
Artworks at Becan, Campeche, Mexico:
Implications for Maya Warfare, (Tulane
University, Middle American Research
Institute, Publication 41, 1976), pág. 108. 21.
Angel Palerm, "Notas sobre las
Construcciones Militares y la Guerra en
Mesoamérica", Anales del Instituto Nacional
de Antropología e Historia (México), 7 (1956),
págs. 123-34; Pedro Armillas, "Mesoamerican
Fortifications", Antiquity 25 (1951), págs.
77-86; Robert L. Rands, Some Evidences of
Warfare in Classic Maya Art, disertación
doctoral, Columbia University, New York, 1952
(University Microfilms Doctoral Dissertation
Series no. 4233, 1952). 22. Webster, pág. 96.
23. Ibid, pág. 87. 24. Ray T. Matheny, Deanne
L. Gurr, Donald W. Forsyth, y F. Richard
Hauck, Investigations at Edzna, Campeche,
Mexico, Volume 1, Part I: The Hydraulic
System (Brigham Young University, New
World Archaeological Foundation, Paper 46,
1983), págs. 169-91). 25. "Current Rescarch",
American Antiquitv 45 (1980), pág. 622. 26.
Richard E. Blanton y Stephen A. Kowalewski.
"Monte Alban and after in the Valley of
Oaxaca", en J. A. Sabloff, compilador,
Supplement to tlre Handbook o/ Middle Ame
rican lndians, tomo I , Archaeology (Austin:
University of Texas Press, 198 I ), pág. 100.
27. Claude F. Baudez y Pierre Becquelin,
Etudes Me.soanréricaines, tomo 2,
Arclréologiecle Los Naranjos, (Mexico: Mission
Archéologique et Ethnologique
Franc"dise au Mexique, 1973), págs. 3-4. 28.
Palerm, pág. 129; Webster, pág. 98. 29.
Charles S. Spencer y Elsa M. Redmond,
"Formativa and Classic Developments in the
Cuicatlán Cañada: A Preliminary Report', en
Robert D. Drennan, editor, Pre historic Social,
Political, and Econornic De ve loprne nt in the
Area of the Tehuacan Vallev: Some Results o/
the Palo Blanco Project. University of
Michigan, Museum of AnthropologyTechnical
Reports, núm. 11 (Research Reports in
Archaeology, Contribution 6), 1979, pág. 211.
30. Florencia Muller, "Instrumental y Armas",
en Sociedad Mexicana de Antropología,
Teotihuaccín: Onceava Mesa Redonda
(México, 1966), pág. 231. 31. Henry F.
Dobyns, "Estimating Aboriginal American
Population: An Appraisal of Techniques with a
New Hemispheric Estimaté', Current
Antltropology 7 (1966), pág. 396. 32. Ibid- pág.
396. 33. Ibid., pág. 416. 34. William M.
Denevan, editor, The Native Population of the
Americas in /492 (Madison: University of
Wisconsin Press, 1976), págs. 289-92. 35.
Alfredo Chavero, editor, Obras Históricas de
Don Fernando de Alva lxtlilxochitl, 2 tomos
(México, 1891-1892). 36. Clair C. Patterson,
"Nativa Copper, Silver, and Gold Accessible to
Early Metal lurgists", American Antiquitv 36
(1971), pág. 331. 37. J. W. Grossman, "An
Ancient Gold Worker's Tool Kit: The Earliest
Metal Technology in Peru", Archaeology 25
(1972), págs. 27075; A. C. Paulsen,
"Prehistoric Trade between South Coastal
Ecuador and Other Parts of the Andes", tesis
presentada ante la 37a. reunión anual de la
Sociedad de Arqueología Americana, 1972.
38. J. Charles Kelley y Carroll L. Riley, cds-
Precolumbian Contact within NuclearAmerica,
Southern Illinois University, Carbondale,
Research Records of the University Museum,
Mesoamerican Studies 4, 1969. 39. R. E.
Longacre y Rene Millon, "Proto-Mixtecan and
Proto-Amuzgo-Mixtecan Vocabularies: A
Preliminary Cultural Analysis", Anthropological
Linguistics 3 (1961), pág. 22. 40. Terence
Kaufman, "El Proto-Tzeltal-Tzontzil: Fonología
Comparada y Diccionario Reconstruido",
Universidad Nacional Autcínorrta de México,
Centro de Estudios Mavas, Cuadernos 5
(1972). pág. 118; Marcelo Alejandre, Cartilla
Huasteca con su Gramática, Diccionario Y
Varias Reglas para Aprender el Idioma,
Secretaría de Fomento, México, 1899, págs.
84, 88; H. de Charency, "Les Noms de Metaux
chez Différents Peuples de la Nouvelle
Espagne", Congres lnternacional des
Americanistes, Compte-Rendu, Paris 1890,
Paris, 1892, págs. 539-41. 41. Lyle Campbell
y T. Kaufman, "A Linguistic Look at the
Olmecs", American Antiquity 41 (1976), págs.
80-89. 42. Read H. Putnam, "Were the Platas
of Mormon of Tumbaga?" Papers, l5th Annual
Symposium on the Archaeology of' the
Scriptures (Provo, Utah: BYU Extension
Publications, 1964), págs. 101-09.
Actualmente disponible como Reimpresión
PUT-64 de Foundation for Ancient Research
and Mormon Studies (FARMS) (P.O. Box
7113, University Station, Provo, UT 84602,
USA). 43. David M. Pendergast, "Tumbaga
Object from the Early Classic Period, Found at
Altun Ha, British Honduras (Belize)", Science
168 (3 de abril de 1970), págs. I 16-18. 44. R.
R. Caley y D. T. Easby, Jr.. "New Evidence of
Tin Smelting and the Use of Metallic Tin in
Pre-Conquest Mexico", 35o. Congreso
Internacional de Americanistas, México, 1962,
Actas v Memorices, Tomo 1, México. 1964,
pág. 511. 45. L. G. Alieva y A. M. Gasanova,
"Problem of the Unknown Metal Kharsini in
Medieval Written Sources", Dokktdv
Akademva Nauk Azerbaid_lranskoi SSR 37.
núm. 4 (1981), págs. 84-87: un extracto en
inglés se encuentra en Art and Archacology
Technical Abstractct.s 19 (1982), pág. 111. 46.
Caley y Easby, págs. 507-17. 47. Sigvald
Linne, Mexican Higlrland Cultures,
Ethnographical Muscum of Swedcn,
Stockholm, Publication 7. 1942. pág. 142.

UN ANALISIS CIENTÍFICO DELLIBRO DE MORMOM


Segunda parte

Este es el segundo de una serie de tres artículos que señalan la manera en


que los adelantos en la investigación v la ciencia en el pasado medio siglo han
producido datos que parecen apoyar v de hecho pueden ayudar a aclarar el
Libro de Mormón. Durante este mismo período. el estudio cuidadoso de este
libro por parte de los Santos de los Ultimos Días lo ha colocado en un nuevo
plano como un documento de la América antigua.
En este artículo analizaremos otro aspecto primordial de la vida en la
América antigua, el cual ilustra esta tendencia.

Escritura
El Dr. Sylvanus G. Morley, en su tiempo el más eminente de los
investigadores de la cultura maya, expresó una síntesis de la opinión que
prevalecía entre los pocos expertos que había en 1935, acerca del desarrollo de
la escritura en el Nuevo Mundo:
"La escritura maya representa una de las etapas más primitivas del
desarrollo de los sistemas gráficos que aún existen en la actualidad... Bien
puede ser que represente la etapa más primitiva de un sistema gráfico formal
de que tengamos conocimiento.
"Las inscripciones mayas primordialmente se relacionan con... la
cronología, la astronomía --o quizás sería más acertado decir la astrología- y
los temas religiosos. En ningún sentido encontramos registros de glorificación
personal y auto-adulación como las que existen en las inscripciones egipcias,
asirias y babilónicas. No relatan ninguna historia de conquistas reales, ni de
logros reales; no adulan, exaltan, glorifican ni agrandan: de hecho, son tan
esencialmente impersonales . . . que es probable que jamás se hayan inscrito en
los monumentos mayas los nombres de hombres y mujeres específicos.1 Estas
palabras ciertamente no reflejan el contenido del Libro de Mormón.
No obstante, para la década de 1970 se había realizado un gran
cambio en la opinión de los científicos. Michael Coe hace ahora referencia
despectivamente a este "concepto tan raro" que había sido común en el
tiempo de Morley de que las inscripciones mayas representaban poco más
que "tonterías cronológicas". El cambio comenzó en 1958 con las obras de
Heinrich Berlin, quien demostró. como lo indica Coe, que "los relieves
mayas y los textos que los acompañan . . . son registros históricos que no
se relacionan con las ciencias ocultas ni religiosas. sino con la política
caótica diaria de los estados primitivos con dirigentes belicosos, que
tenían la determinación de incluir a los demás estados mayas dentro de su
esfera de infuencia".2 El nuevo punto de vista hace que la civilización
maya "suene muy similar a otras civilizaciones del mundo, con sus relatos
de conquistas, de la humillación de sus prisioneros, de sus bodas y
descendencia reales.3 También hace que suene más similar a la
civilización de los Nefitas y Lamanitas.
Durante una temporada, los científicos también dudaban de la
descripción que ofrecen las Escrituras con respecto a otro punto. Moroni
afirmó que " los caracteres que entre nosotros se llaman egipcio reformado
. . . los hemos transmitido y alterado conforme a nuestra manera de
hablar" (Mormón 9:32). Como consecuencia. esos caracteres debían de
tener un elemento fonético, ya que hasta cierto punto representaban
sonidos. No obstante, los expertos principales como Morley, Thompson y
Barthel insistían que los jeroglíficos mayas solamente contaban con
algunas rasgos fonéticos triviales.4 El científico soviético Yuri Knorosov
tomó la iniciativa y corrigió ese error.5 En la actualidad se reconoce que
"el sistema maya tenía un fuerte componente fonético-silábico", muy
similar a la descripción que hizo Moroni del sistema Nefita.6
Sigue siendo verdad que la escritura mesoamericana incluye muchos
signos ideográficos (que representan conceptos o palabras completos sin
ninguna referencia a los sonidos). Un solo signo puede tener diferentes
significados, aclarados solamente por el contexto y la experiencia del lector.
"El entendimiento de éstos es lo que requiere más tiempo y mayor paciencia."7
De nuevo escuchamos el eco de las palabras de Moroni, pues él se lamentó de
que los escribas nefitas no fueran "fuertes para escribir". No podían "escribir
sino poco, a causa de la torpeza de [sus] manos." Encontraron que
"[tropezaban) al colocar [sus] palabras". (Véase Et. 12:22-?,5.) Mormón
también se lamentó por el sistema de escritura de su pueblo, diciendo que "hay
muchas cosas que, de acuerdo con nuestro idioma, no podemos escribir'.8 (3
Ne. 5:18.) J.E.S. Thompson hace la misma observación acerca de la escritura
maya: "Tanto las consideraciones de espacio como las asociaciones rituales
hacían difícil la precisión en la escritura; . . . el lector tenía que tener un buen
conocimiento de la mitología y el folklore para poder comprender los textos",9
y aún así, la lectura podía resultar ambigua.
En este artículo se señala la escritura
jeroglífica de los mayas por dos motivos: es la
más conocida, v data del período que
comprende la porción final del relato del
Libro de Mormón. Los habitantes de la
península de Yucatán entre los años 300 a 900
d. de J.C.. aproximadamente, quienes
hablaban el idioma maya, tallaron
inscripciones en cientos de monumentos de
piedra caliza. y sus descendientes vivieron la
cultura antigua lo suficiente para poder
comunicar a los españoles información valiosa
acerca del sistema que usaban los mayas para
pensar y escribir. El único sistema que
sobrevivió en detalle comparable a éste fue el
azteca. pero era una escritura posterior v
mucho más sencilla.10 En total se conocen
cuando menos catorce sistemas de escritura
eroglífica en Mesoamérica.11En solamente
tres de estos casos -el maya de las tierras
bajas, el azteca v el mixteca-se ha logrado un
progreso considerable en descifrarlos. Algunos
sistemas de escritura están representados por
un solo texto. 12 Tal como en el caso de la
"transcripción de Anthon"que nos dejó José
Smith, es probable que no nos sea posible
progresar en descifrar esos textos hasta que
contentos con mayor cantidad de textos
parecidos.
No obstante, estamos en terreno seguro cuando decimos que en base a lo
que se ha encontrado hasta la fecha. muchas culturas mesoamericanas tenían
conocimientos de lectura y escritura (aunque otras no los tenían) desde cuando
menos 1000 añosa. de J.C.13 No tenemos motivos para creer que en otro lugar
del hemisferio occidental existiera la escritura antes del descubrimiento
europeo.14 Se han encontrado inscripciones fragmentarias en alunas partes de
América del Norte y del Sur, pero no se sabe a ciencia cierta si representan o
no la escritura antigua y genuina. Por tanto, es interesante saber que el Libro
de Morntón habla de un pueblo instruido que habitó durante miles de años la
región contigua a "la estrecha lengua de tierra---, la misma área que cubre la
porción ístmica de Centroamérica, el cual es el único lugar conocido del Nuevo
Mundo que tiene una tradición similar de alfabetización.
Otro punto importante del que generalmente no tenían conocimiento los
primeros científicos es la similaridad que existe entre la estructura de los
jeroglíficos mayas y los egipcios. Linda M. Van Blerkom, de la Universidad de
Colorado. aclaró esto recientemente cuando elaboró una lista de los seis
principales tipos de signos que son comunes entre las dos estructuras.
Contradijo la deducción de Morley con estas palabras: "Aquellos que afirman
que los jeroglíficos mayas se encuentran en un nivel evolutivo inferior al de los
. . . sistemas de las civilizaciones del Viejo Mundo están equivocados." De
hecho. ---los jeroglíficos mayas se usaron en las mismas seis formas que los de
los egipcios".15
Otra similitud entre la escritura egipcia y maya es que ambas trataban
profundamente el aspecto sagrado de la vida: de hecho, quizás hasta se hayan
derivado de él. Hodge piensa que "el poder mágico del habla y de la
representación grafica"ayuda a explicar el aneen y la longevidad de la
escritura jeroglífica entre los egipcios, a lacual daban el nombre de "las
palabras del dios".16 Thompson menciona "la íntima relación que existía entre
la escritura jeroglífica de los mayas y su religión. pues no cabe duda de que
mucha; de las forma, de los jeroglíticos. y quizás sus nombres, tienen
connotaciones religiosas.17
Morley y sus compañeros percibieron correctamente la relación que
existíu entre la religión y la escritura. pero erraron al suponer que esta era
la única conexión. El sistema de escritura fue el medio por el cual
comunicaban lo sagrado a través de todos los aspectos de la vida
civilizada: el comercio, el gobierno, la "historia", el calendario, la
astronomía. v cosas como las guerras, el sacrificio. la muerte. la salud. el
destino v la eenealogía. Todos estos aspectos tenían alusiones religiosas. y
todos tenían que ver con la escritura.
Michael Coe, por ejemplo, afirma que las escenas que aparecen en las
espectaculares vasijas funerarias de las tumbas mayas provenían de “un largo
himno que posiblemente se entonaba cuando la persona había muerto o estaba
para morir . . . El tema primordial es el de la muerte y resurrección de los
señores del reino maya”. De hecho, "es muy posible que haya habido un
verdadero Libro de los Muertas para los mayas clásicos, similar al Libro de los
Muertos de los antiguos egipcios".18 Dice también que. de hecho. "en los
tiempos clásicos es posible que haya habido miles de tales libros." El Popol
Vuh, libro sagrado de los maya quiché de las tierras altas de Guatemala, fue
una versión posterior de uno de éstos, probablemente un transliteración de un
original jeroglífico.19 La mayoría de los mayas tenían conocimiento del patrón
mítico que representa este libro y los conceptos de la muerte, resurrección,
creación y destino que comunicaban tales libros. No obstante, la versión maya
solamente fue la mejor preservada. Otras culturas mesoamericanas tenían
creencias prácticas paralelas a éstas. "En Mesoamérica había un pensamiento
singular y unificado... al que podríamos llamar una religión
mesoamericana".20 afirma Coe.
Los sacerdotes eran los que principalmente tenían acceso pleno a esa re
ligión. Eran los únicos que tenían la oportunidad de dominar el idioma
complejo que era necesario para pene trar el esquema religioso, y "la escritura
maya parece haberse elaborado basándose en un tipo de idioma sacerdotal".
Era necesario recibir una instrucción sumamente laboriosa con respecto a "la
riqueza de las metáforas las técnicas que se utilizaban para parafrasear, y los
nombres en clave" (con significado implícito y oculto).21 El tener conocimiento
de este sistema "era
nada menos que un requisito para lene derecho a heredar uno de los puestos de liderazgo", ya que los sacerdotes eran los
gobemantes o viceversa. 22
Una de las razones por las que era tan difícil dominar los sistemas de
escritura jeroglífica era el complejo estilo literario. Lógicamente, hace
cincuenta años nadie sabía mucho acerca del estilo de los textos mayas. Pero en
1950, J. Eric Thompson dijo:
"Hay paralelos muy similares entre las transcripciones mayas del período
colonial, y estoy convencido de que también los hay entre los textos jeroglíficos
en sí, y los versículos de los Salmos y la poesía de Job."
Dijo que ambos textos "tienen un arreglo antifonal [cantado altemadoj,
en el cual la segunda línea de un versículo contesta o repite una variante de la
primera". (Encontramos algunos ejemplos en Lamentaciones 3:3 y Jeremías 5l
:38.) Este mismo patrón ocurre en los documentos del idioma yucateco del siglo
dieciséis y en los libros de Chumayel y de Tizimin del Chilam Balam; un rezo
de un indio maya lacandón que se grabó en 1907 muestra esta misma forma.
Sir Eric dice lo siguiente con respecto a este lenguaje: "Nótese el ritmo de las
líneas, el uso libre del pie yámbico, y la característica antifonal de cada línea."
Este "verso libre de alta calidad . . . que juega con el sonido de las palabras"
no usa la rima sino algo más similar al retruécano (juego de palabras).23
Munro Edmonson, de la Universidad de Tulane, es aún más específico:
"El Popol Vah está escrito en poesía, y es imposible comprenderlo
correctamente si se estudia como prosa. Está compuesto en su totalidad de
coplas paralelas." Esta forma, al igual que la naturaleza de las raíces de
palabras en los idiomas mayas. contribuye a la dificultad que existe en deducir
de los textos un significado que no sea ambiguo. Por tanto, "es posible
proponer legítimamente una docena de significados diferentes, o más, para una
sola raíz monosilábica".24 Edmonson también comenta sobre el uso de un
paralelismo sálmico, en el cual dos líneas sucesivas que deben compartir
palabras claves estaban sumamente ligadas en significado y en ocasiones
contenían retruécanos, o juegos de palabras. que no era posible traducir a los
idiomas indoeuropeos.
Todo esto nos recuerda las formas, la semántica y el estilo textual del
idioma hebreo. Sería aventurado decir que lo que percibimos en un idioma se
deriva directamente del otro, pero el idioma maya habría congeniado muy bien
con los conceptos y formas estilísticos que habrían utilizado las personas de
habla hebrea en un contexto maya.
Estos aspectos relacionados con el estilo nos hacen pensar naturalmente
en el quiasmo, la impresionante forma literaria que se encuentra extensamente
en el Libro de Mormón y en los textos antiguos del Mediterráneo y del Oriente
Cercano.25 El quiasmo es una especie de paralelismo invertido. En Proverbios
15:1 encontramos un ejemplo de paralelismo directo: "La blanda respuesta
quita la ira: mas la palabra áspera hace subir el furor." En el quiasmo se
invierte la relación directa que existe entre los conceptos de las dos líneas. de
manera tal que la segunda línea sigue un orden invertido: "Porque mis
pensamientos no son vuestros pensamientos, ni vuestros caminos mis caminos,
dijo Jehová" Osa 55:8). Se han llegado a identificar quiasmos sumamente
complejos. incluyendo algunos del Libro de Mormón que abarcan textos de
miles de palabras, y las cuales solamente se pueden identificar después de
realizar un análisis sumamente detallado.26 Hace diez años le pregunté al
señor Thontpson si se podían encontrar ejemplos del quiasmo en la literatura
maya, pero confesó que nunca había contemplado la posibilidad. Cuando le
describí la forma, expresó su interés, sugirió que ciertos pasajes cortos de los
textos del Chilam Balam posiblemente fueran ejemplos de esta forma literaria.
Hay otros textos y arte mesoamericano que posiblemente sean ejemplos del
quiasmo. y valdría la pe na estudiarlos más detenidamente jun to con los libros
yucatecos.27
El juego de palabras o retruécano del idioma maya (y otros idiomas
mesoamericanos) encuentra un paralelo en los idiomas semíticos v cl egipcio.
Carretera Hodge observó que "la estructura de un idioma semítico hace
posible que se desarrolle un juego de palabras en una forma singular y sutil".
Los idiomas indoeuropeos, y muchos otros, no tienen esta característica. El
piensa que los jeroglíficos egipcios posiblemente se hayan desa rtollado en
parte como resultado de ta tendencia. 28
Todo esto concuerda asombrosamente con lo que indica el Libro de
Mormón. El rey Benjamín "hizo que (sus hijos) fueran instruidos en todo
idioma de sus padres, a fin de que as pudieran llegar a ser hombres de
inteligencia" (Mos 1:2: es por demá decir que los sacerdotes eran los que
habrían impartido el conocimiento.) interés del rey era que sus hijos
dominaran el idioma esotérico con el cual podrían leer sus registros
ancestrales los cuales contenían "los misterios d Dios”(Mos. 1:3).
Al tiempo de la Conquista. en Yu tan solamente los sacerdotes, los hijo de
los sacerdotes, algunos de "los señores principales”, y "los hijos menores de los
señores" tenían conocimiento de la escritura jeroglífica.29 El rey Benjamín
estaba cumpliendo con su deber como padre real al asegurarse que sus hijos
recibieran este conocimiento. Nótese también que Zeniff estaba tan orgulloso
de poseer este conocimiento que insertó una afirmación al respecto al principio
de su registro,en Mosíah 9:1 , que era un lugar bastante ilógico para hacer tal
observación. Ese idioma, que tan difícilmente se Ilegal a dominar, consistía
tanto en los "caracteres que entre nosotros (los nefitas) se llaman egipcio
reformado” como en el medio semántico para interpretarlos, o sea, "la ciencia
de los judíos (Morm. 9:32; 1 Ne. 1:2). Por motivo del tiempo que se requería
para llegar a dominar ese complejo sisteme los ricos, quienes tenían tiempo
para hacerlo, podían aumentar "sus oportunidadas para instruirse”, mientras
que otros "eran ignorantes a causa de su indigencia' (3 Ne. 6:12).
Otro aspecto en el que concuerda la escritura mesoamericana con la del
Libro de Mormón es la posibilidad de adaptar los caracteres para utilizarlos
con más de un idioma. .Aunque había un elemento fonético, como se señaló
anteriormente. los pueblos culturalmente relacionados podían adaptar el
sistema aprendiéndose de memoria lo determinativos fonéticos o substituyendo
nuevos. Obviamente. aun el idioma egipcio sufrió modificaciones lo largo de
miles de años, con el fin de reflejar el cambio constante en la pronunciación y
el vocabulario, y los signos que se utilizaban en los tiempos de Mormón y
Moroni no se hubieran conocido como egipcio "reformado' si no hubieran
sido diferentes en ciertos aspectos del egipcio que se conocía en los días de Nefi.
Después de haber sufrido muchos el cambios, no es de asombrarse
que,como dijo Moroni, "ningún otro pueblo conoce nuestra lengua" (Moroni
9:34). El sistema jeroglífico habría cambiado en otra dirección cuando "se
(enseñó) el idioma de Neti entre todos los pueblos de los Lamanitas" en los días
de Alma. Al aprenderlos caracteres o jeroglíficos, los Lamanitas podían
comunicarse a través de las diferencias locales en el habla, lo cual les permitía-
"negociar unos con otros" (Mos. 24:4, 7), y así, a través de la lengua franca
escrita, los comerciantes podían realizar sus negocios en cualquier lugar.
Parece no haber ninguna otra razón que pueda explicar por qué se estimule el
comercio y la prosperidad cuando el pueblo aprendió el "idioma de Nefi". La
escritura jeroglífica maya sirvió este propósito, ya que era posible leerla en
cualquier lugar en donde se hablara al uno de los veinte o más idiomas de la
familia maya, y quizás más allá.
A menudo se menciona la abundancia de registros que existía en los
tiempos del Libro de Mormón (por ejemplo. He¡. 3:15, 3 Ne. 5:9). La mayoría
de éstos, lógicamente, se habrían escrito en el material más económico y
conveniente: el papel. Lo más seguro es que hayan sido de papel las escrituras
que se quemaron cuando los creyentes en Ammoníah fueron echados al fuego
(véase Alma I-4:8). La mayoría de los registros que se llevaban en
Mesoamérica se escribían en papel de corteza de árbol. doblado en forma de
biombo para formar un libro.30 De la zona maya solamente han sobrevivido
tres de estos códices de cierta techa precolombina.31 En las "páginas" se
escribían los jeroglíficos en columnas verticales. Las inscripciones mayas
contaban con columnas dobles. y anda símbolo se leía junto con el contiguo y se
procedía por parejas de arriba a abajo. Antes del tiempo de Cristo,
aproximadamente, solamente se utilizaban columnas sencillas.
Nótese que la "transcripción de Anthon". que se dio a conocer al público
en 1980 como una copia que hizo José Smith de los caracteres de las planchas
del Libro de Mormón, tiene columnas sencillas, lo cual concuerda con la etapa
anterior y precristiana del "idioma de Neti", en el cual se escribió el Libro de
Mormón. 32 No es de sorprenderse que el profesor Charles Anthon, a quien
Martín Hartis mostró la copia hecha por José Smith en 1828. basándose en la
poca información de que disponía en ese tiempo, comparó lo que vio con "el
calendario mexicano".33
Se podría escribir mucho más acerca de otros aspectos del uso de los
registros. de ciertos caracteres, de los escribas, etc., pero los datos que se han
proporcionado en este artículo demuestran que en décadas recientes se ha
revolucionado en muchas formas nuestro conocimiento de la escritura
mesoamericana. Usando esta información. nos es posible percibir un nuevo
significado en ciertas afirmaciones del Libro de Mormón concernientes a la
escritura y los libros. Debemos esperar que haya muchos más cambios. los
cuales permitirán que vaya en aumento la concordancia entre la información
contenida en las Escrituras y la que deduzcan los científicos.
NOTAS
I . Sylvanus G. Morley, The Ancient Maya, 2a. edición (Stanford: Stanford University Press. 1947),
págs. 260-261 La cita se escribió en 1935; véase la pág. 259.
2. Michael D. Coe. "Ancient Maya Writing and Calligraphy", Visible Language 5 (1971). pág. 259.
3. Ibid., pág. 298.
4. J. Eric Thompson, "Maya Hieroglyp Writing", en Gordon R. Willey, compilador, Handbook of
Middle American Indian.s, tomo 3 (Austin: University of Texas Press. 1965), págs. 652-653: Thomas
S. Barthel, "Writing Systems', en Thomas A Sebeok. compilador. Native Languages of the
America,s, tomo 2 (New York: Plenum Press. 1977). pág. 37.
5. Coe, 1971, pág. 301; David H. Kelle Deciplrering the Maya Script (Austin: University of Texas
Press. 1976).
6. Cae. "Ancient Maya Writing and Calligraphy", pág. 301: Coe. The Maya Scribe and His World
(New York: The Grolier Club, 1973), pág. 11.
7. Coe. 1971. pág. 301.
8. Se hace aparente que Mormón no quiso decir literalmente que su sistema de escritura no permitía
que se trataran todos los temas, ya que de hecho se tratan muchos temas en el Libro de Mormón.
Sin duda Eter 12:25 puede aclarar lo que quiso decir; en este pasaje Moroni dice que tropiezan "al
colocar [sus] palabras". Esa era la "imperfección" que sufrían en su escritura. (Véase Morm. 9:31.)
La dificultad radicaba en las antigüedades que imponía el usar un sistema jeroglífico en vez de un
sistema alfabético. (Compárese con Morm. 9:33.)
9. Thompson, pág. 646.
10. Barthel, pág. 35; George C. Vaillant The Aztecs of Mexico (Harmondsworth. England: Pelican
Books, 1950), págs. 201-204; Frances F. Berdan, The Aztecs Central Mexico: An Imperial Societv
(Ne York: Holt, Rinehart and Winston, 1982 págs. 150-151.
11. Coe, "Early Steps in the Evolution o1 Maya Writing", en H. B. Nicholson, compilador, Origins
of Religious Art ana Iconography in Preclassic Mesoamerica (Los Angeles: UCLA Latín American
Center and Ethnic Arts Council of Los A.„.Ples 1976), 110 y subsiguientes Coe incluye trece. pero
omite los signos olmecas, que quizás sean jeroglíficos, y singular sello de Tlatilco, el cual tiene u
sistema totalmente diferente de cualquie otro. Este sello y la "Transcripción de Anthon" tienen
similaridades interesante las cuales se analizan en el artículo de C Hugh Jones, "The 'Anthon
Transcript' a Two Mesoamerican Cvlinder Seals",
NewsletterandProceedings, Societyfor EarlyHistoricArchaeology 122
(septiembre de 1970). págs. 1-8. basado en David H. Kelley. "A Cvlinder Sea¡ from Tlatilcó'.
American Antiquitv 31 (1966). págs. 744-746.
12. El sello de Tlatilco. mencionado en I Nota 11, y la Estela 10 de Kaminaljuyu; véase Coe. 1976,
pág. 115.
13. Joyce Marcus. "The Origins of Mesoamerican Writing”. Annual Review Anthropology 5 (1976).
pág. 44: aunque este artículo cita el año 859 a. de J.C., basado en lo que se ha descubierto a la fecha
se sabe que posiblemente haya errado en su cálculo aproximadamente un siglo. En cualquier caso,
los jeroglíficos que aparecen en este monumento (Monumento 3. San José Mogote, Oaxac están tan
estilizados que es difícil pensar que no hubieran tenido un desarrollo histórico de varios siglos.
14. Barthel, op. cit.
15. Linda Miller Van Blerkom, "A Comparison of Maya and Egyptian Hieroglyphics". Katunob I I
(agosto de 1979), págs. 1-8.
16. Carleton T. Hodge. "Ritual in Writin An Inquiry into the drigin of Egyptian ScripC, en M. Dale
Kinkade et al., compiladores, Lin,quistics and
Anthropology: In Honor oj'C. F. Voegeli (Lisse. Bélgica: The Peter de Ridder Pres 1975). págs.
333-334. 344.
17. J. Eric S. Thompson. Maca Hieroglyphic Writing: An Introduction
(Norman: University of Oklahoma Press, 1960), pág. 9.
18. Coe. 1971, págs. 305-306: 1973, pá IS y subsiguientes.
19. Coe, 1971. pág. 305. Compárese con Alfred M. Tozzer, compilador. "Landa's Relación de las
Cosas de Yucatán: A Translation". Harvard University, Peabody Museunt ofAmerican
Archaeology and Ethnology, Papers. tom 18, 1941, pág. 169.
20. Coe. 1973, pág. 8: David H. Kelley, "Astronomical Identities of blesoamerican el Gods".
Archaeoastronomy (Suplemento del Journal of the Histon of Astronomy 11 (19801, págs. 51-554.
21. Barthel. pág. 45.
22. Ibid. Compárese con Thompson, 1970, pág. 7: Tozzer. pág. 28.
23. Thompson. 1960. págs. 6I-62.
24. Munro S. Edmonson, "The Book of Counsel: The Popol Vuh of the Quiche
Maya of Guatemala, Ttdane University. Middle American Research Instttute.
Publication 35 (1971), págs. xi-xii.
25. John W. Welch. editor. Chiasmus in Antiquity: Structures, Analyses, Eregesi.sa
(Hildesheim.AlemaniaOccidentaf: Gerstenberg Verlag. 1981); John W. Welch. "Chiasmus in the
Book of Mormon". en Noel B. Reynolds, editor.
of Book of Mormon Aufrorship: Nen, Light on Ancient Origins. (Provo: Brigham Young University.
Religious Studies Center. 1982). págs- 33-52. Véase tambien "Un libro que merece respeto".
Licdtona, mayo de 1984, pág. 13.
26. Welch. 1982, págs. 49-50.
27. Por ejemplo. Marearet MeClear,a) Popol Vuh: Structure and Meaning
(MadridNew York: Plaza Mayor. 1972). págs. 55, 67-90: Marvin Cohodas. "The Iconographv of the
Panels of the Sun, Cross, and Poliated Cross at Palenque: Part I", en Sociedad Mexicana de
Antropología. Xllla Mesa Redonda, Xalapa, 1973 (México, 1975). págs. 75-101.
28. Hodge, pág. 344.
29. Tozzer, pág. 29.
30. Ibid.. pág. 28.
31. Thompson, 1960. págs. 23-26.
32. Danel W. Bachman, "Sealed in as, Book: Preliminary Observations on the
Newly Found'Anthon Transcript' " Brigham Young Universin, Studies 20
(1980), págs. 321-345: disponible por separado como Reimpresión BAC-80.
Foundation for Ancient Research and. Mormon Studies. P. O. Box 7113
University Station, Provo, Utah 84602.
33. B. H. Roberts,NesvWitnessesfor God, tomo 2, 2a. parte, "The Book of Mormon' (Salí Lake
City: Deseret Book, 1926), págs. 95-100. Véase el análisis del tema en mi artículo "The Book of
Mormon as a Mesoamerican Codex", Newsletter and Proceedings. Socierv for Early
HistoricArchaeology 139 (1976), pág. 2. Liahona
EL ANÁLISIS CIENTÍFICO DEL LIBRO DE
MORMON: Tercera parte
Este es el artículo final de una serie que tiene el propósito
de poner en relieve los modernos adelantos científicos y
académicos que parecen apoyar, e inclusive aclarar, el
Libro de Mormón. Los artículos anteriores de esta serie
enfocaron temas tales como la geografía, las limitaciones
de la arqueología, la población, el uso de los metales y los
registros escritos.
Ahora sería posible adentrarnos en otros temas
importantes, como lo son la estructura política, los
métodos de colonización, el comercio, las sociedades
secretas, etc., pero quizás sea de mayor provecho tratar la
amplia gama de temas sobre los que se están haciendo
nuevos descubrimientos en la actualidad. Este muestrario
de conocimientos nuevos recalcará el hecho de que las
conclusiones de algunas personas-incluso algunas muy
famosasacerca de la civilización antigua de
Junio de 1985
América con relación al Libro de Mormón, no son
necesariamente correctas.
En el pasado, los autores Santos de los Ultimos Días han
comparado las "calzadas' y los "caminos" mencionados en
3 Nefi (6:8; 8:1 3) con los sacbes (calzadas cubiertas de
mortero) que se han encontrado en la Península de
Yucatán, México. Casi todas las que se han podido
identificar hasta hace dos décadas estaban concentradas
en aquella zona restringida y parecían remontarse a
tiempos posteriores a los del Libro de Mormón. No
obstante, ciertos estudios realizados recientemente
muestran que la construcción de caminos tiene un largo
historial, y que se realizaba de un extremo a otro de
Mesoamérica.
Actualmente, la calzada más antigua que se conoce está
en Komchen. en el extremo norte (fe Yucatán. E. Willys
Andrews V y sus colegas de laUniversidad Tulane han
determinado que una de ellas data de aproximadamente
300 a. de J.C.' En Cerros, Belice (anteriormente Honduras
Británica), hay otra que se usó entre los años 50 a. de J.C.
y 150 d. de J.C.2 Más tarde se construyeron caminos en
La Quemada, estado de Zacatecas, México, en el extremo
norte de los límites de Mesoamérica.' Se han encontrado
otros en Xochicalco, un poco al sur de la Ciudad de
México, en donde existen tres kilómetros de caminos
pavimentados,' y en Monte Albán, México.' Muchos de los
caminos de los que tenemos conocimiento eran locales,
pero en Yucatán se encontró uno de cien kilómetros de
longitud.' Es obvio que el conocimiento actual acerca de
las fechas y la naturaleza de la construcción de caminos
concuerda con el concepto de que hubo caminos que
fueron "desnivelados" al tiempo de la muerte de Cristo. (3
Nefi 8:13.)
Durante mucho tiempo los Santos de los Ultimos Días han
prestado atención especial al "cemento" de la Amé-
rica antigua. Se supone que algún experto afirmó en una
ocasión que no existía. Sin embargo, entre los científicos
de las últimas dos generaciones, ninguno habría dicho
algo semejante. A través de toda Mesoamérica, el uso del
hormigón de diversas composiciones en la construcción
fue extenso y duradero. Lo que ahora resulta interesante
no es sólo la presencia de esa substancia, sino también el
uso relativamente complejo que se le dio. Por ejemplo en
El Tajín, que se encuentra cerca de la Costa del Golfo, al
oriente de la Ciudad de México, se hacían techos con
planchas de hormigón que cubrían superficies cuadradas
hasta de setenta y cinco metros por lado. En este caso la
composición del hormigón era de conchas de mar molidas,
arena y pómez molido o fragmentos de cerámica. Esta
mezcla se vaciaba en moldes de madera ya preparados.
En ocasiones los constructores llenaban un cuarto con
piedras y lodo, alisaban la superficie superior, vaciaban el
concreto, y después sacaban el relleno interior cuando el
piso de arriba se había secado.' Aunque las ruinas de El
Tajín datan de tiempos posteriores a los del Libro de
Mormón, sabemos que ya se utilizaba el hormigón genuino
antes del tiempo de Cristo.
Los animales a los que hace referencia el Libro de Mormón
presentan un problema complejo, ya que por un lado los
nombres traducidos al inglés [y del inglés al español] como
caballo, ganado, cabra, etc., no se refieren ne-
cesariamente a las especies que acuden a nuestra mente
al leer estos términos. A1 estudiar las prácticas que utilizan
los colonizadores nuevos en todo el mundo para nombrar
a los animales, aprendemos que debemos tener cuidado
de no sacar conclusiones tan simplificadas. Por ejemplo,
los nefitas descubrieron tanto la "cabra" como la "cabra
montés" en la primera zona que colonizaron (1 Nefi 18:25).
Lógicamente, ambos animales eran silvestres, ya que no
había animales domesticados. Por tanto, no es factible
suponer que los animales mencionados hayan sido
idénticos a los que nosotros conocemos como cabras.
Un problema que surge al interpretar los textos de otra
época es el de la semántica de los nombres de animales (y
plantas). Si analizamos una descripción hecha hace
apenas unos cuatrocientos años -la de Diego de Landa,
quien describe la Península de Yucatán-- veremos que él
hace afirmaciones que los científicos naturales no pueden
aclarar en la actualidad. La transferencia de nombres
lingüísticos y conocimiento de una cultura a otra está
repleta de problemas. Como ejemplo, los españoles se
refirieron al bisonte americano (al que nosotros llamamos
"búfalo") como una vaca; los indios Delaware nombraron a
la vaca europea con la palabra que usaban para nombrar
al venado; y los indios Miami nombraron a las ovejas
"se-parece-auna-vaca". Mientras tanto, los mayas de las
tierras bajas nombraron a la oveja española un taman, lo
cual básicamente se traduce como "algodón que se come".
El Obispo Landa consideró
Junio de 1985
al gamo de Yucatán (un venado pequeño con cuernos no
ramificados) como "una pequeña cabra salvaje". También
notó que el tapir (un animal grande de pezuña, nocturno,
que habita en las regiones tropicales) tenía el tamaño de
una mula, pero una pezuña como la del buey; sin
embargo, un nombre español que se le dio, "anteburro",
significa "antes fue un burro".v Vemos que la terminología
es una encrucijada compleja que se debe resolver con
sumo cuidado.
El uso de la evidencia científica e histórica para determinar
cuáles animales estuvieron presentes en la Mesoamérica
precolombina nos proporciona varias posibilidades para
cada uno de los mencionados en el Libro de Mormón. Por
ejemplo, un animal que potencialmente estaría en la
categoría de "ganado" sería el venado; algunos
observadores que acompañaban el grupo de exploradores
de Cortés observaron manadas semi -domesticadas de
venados en regiones mayas,` e informaba que una tribu en
El Salvador ru-
tinariamente los reunía en manadas. Hay otra evidencia
que indica que la alpaca, un animal sudamericano de la
misma familia del camello, puede haber estado presente
en el sur de México, y en zonas de Costa Rica se han
encontrado figurines de llamas cargando bultos. En México
y Guatemala se han encontrado figuras de humanos
montando animales, y uno de éstos sin duda era un
venado." Es posible suponer, entonces, que al venado se
le haya llamado "caballo".
Tomando en conjunto la evidencia disponible, es difícil
aceptar el concepto de los expertos convencionales de que
los pueblos mesoamericanos de tiempos precolombinos
tenían poco interés en los animales y no los usaban más
que para la caza.` Aún no es posible encontrar una
explicación científica para cada una de las referencias que
el Libro de Mormón hace acerca de los animales, pero en
las últimas dos décadas las dos versiones se han
acercado mucho más. Al hacer nuevas investigaciones
probablemente encontraremos soluciones lógicas a las
demás cuestiones.
Algunas de las plantas cultivadas que se mencionan en el
Libro de Mormón no aparecen en los inventarios de la flora
precolombina, para desconsuelo de algunos lectores de la
Escritura (y el júbilo de los críticos). No obstante, nuestro
conocimiento de las mieses cultivadas aún sigue
incompleto, ya que se ha hecho muy poca investigación
arqueológica al respecto. (Siendo muy optimistas,
podríamos suponer que nuestras muestras de material ex-
cavado han alcanzado una milésima de un por ciento de lo
que podría excavarse, y gran parte de lo que se ha hecho
ha sido de calidad dudosa.) Solamente en el año 1983, en
las excavaciones del sur de Arizona, se encontró la
"cebada domesticada, la primera que se ha encontrado en
el Nuevo Mundo". 13 Esto es especialmente interesante
porque el Libro de Mormón se refiere a la cebada en
relación a las
nurnlas de dinero (le i.)> nciitas _omo si ,e
utilliara.,)nlunnrcnte. tVcasc Al -Ina I l: i. 1,5. 1 l.>te cycml)l
pudría v«muntcar al lector inteli~entc v al experto por t` ual
un umtwlc de prccaucic>n. Irav c<unl>i))> constantes cll
los ---hechos- v tanlblcn en la tttlcrprctaciúll de tus nlismu
s; lo que huy taita el] un t2gl>Ir)) hlOtu rlec)-ar<lue
i<)`TIeí3 pusiblcnlenie >u emuntraFá c n la, In-
~e,tlyucu)rle,ciel mariana.
Ese Im el ttl~_-tt•alc de c)Ucns dm ar_ quecílugu, yac
rctirntemcntc uahajaron en Sudanmrlca e Wuubrmrun al-
~rrlnas planta> que, de iL iwi-do con
al_unua círntiitc,~>, 'no clchcríati (le
Estos cimientos restaurados de Teotihuacán, cerca de la
Ciudad de México, México, ilustran el uso refinado que los
habitantes de la antigua Mesoamériea le daban al
cemento. (Fotografía cortesía de V. Garth Norman.)
catar alfil ---. 'I trence (Gncder y Alberto Bueno Nlerrdm,<t
informaron haber encontrado unos materiales del fruto del
man`;u y hojas de plátano (banano) en
un sitio precolombino de Perú. Otro
atrluec)lugu contendió por escrito que ..`t.<r Irnpuytble que
hubieran encontrado--- tales restos, ya que esas planta, no
habían llegado al Nuevo Mundo basta que los europeos
las trajeron. Los excavadores confirmaron >us haÍla~.y),, y
comentaron con un poco de exa speraciún: "Sí solamente
v ano), a encontrar lo que ya se conoce,
cuuttlce> podemos evitarnos la moles-
tia.ic excavar." ' Uno se pregunta qué nlatertalcs nueves
pudríamos cncuntrar si .>c c xcav ara al merlas el doble de
lo que ac ti,¡ excavado Insta la techa.
La cxcavacluu no es la única manera de encontrar nueva
Inturmación aignifícatrva. Linda Schcle tía sido una líder en
ta obra reciente de descifrar má s
jeroglíficos mayas, interesándose en especial en las
inscripciones del espectacular Palenque en el sur de
México y habiendo encontrado nueva información
dramática.
Una de las cosas que Schele ha descifrado es el período
probable del reinado de los gobernantes de Palenque. El
que estuvo en el poder alrededor de 600 a 670 d. de J.C.
aparentemente se llamaba Pacal el Grande; después
Chan-Bahlum reinó durante treinta años; y más tarde, Kuk
estuvo a cargo durante cuarenta. Schele afirma que "de
hecho, en los registros dinásticos de los mayas, la norma
parece haber sido que los gobernantes eran longevos". IS
A algunas personas les parece poco probable que hayan
vivido tanto tiempo. Los antropólogos físicos que han
examinado los huesos recuperados de las tumbas "reales"
en el sitio (que notablemente son muy similares a las
egipcias`) creen que son de hombres más jóvenes.
Así que resulta una paradoja: los hechos determinados al
examinar los huesos difieren de los hechos que se
encuentran en los escritos. Aún no es posible resolver este
dilema. De igual manera, algunos críticos del Libro de
Mormón han considerado increíbles las edades y la
duración del reinado de los gobernantes jareditas. De esta
manera, el Libro de Mormón está en la misma situación
que las inscripciones mayas, pues da información sobre la
cual la historia y la ciencia aún no han dado su veredicto.
Lo importante es que el relato jaredita se vuelve más
creíble por ser similar a otros escritos antiguos.
Cuando examinamos los datos de una amplia gama de
temas, descubrimos que cada día el Libro de Mormón
concuerda más con lo que ahora saben los expertos sobre
el tema de Mesoamérica, no sólo en cosas generales, sino
a veces también en los pequeños detalles. Después de
140 años de ignorancia al respecto, finalmente se ha
identificado el "sheum", que es el nombre no traducido de
una planta que cosechaba el pueblo de Zeniff (Mosíah
9:9). Se ha determinado que es una palabra babilónica
se'um, que significa cebada. (Es interesante notar que esta
forma de la palabra pertenecía al tercer milenio antes de
Jesucristo, que fue cuando los jareditas salieron de
Mesopotamia, y no a una época posterior. ") Una palabra
maya que significa oro, naab, se parece a la palabra egip-
cia noub que tiene el mismo significado; la palabra zoque
hamatin, o sea cobre, se parece a la palabra egipcia hmtv,
que también significa cobre. Alma y Samuel profetizaron
de ciertos acontecimientos críticos al final de períodos
cíclicos, incluyendo un período de cuatrocientos años,
como también lo hicieron los profetas entre los mayas. " Y
así podría seguir con más ejemplos.
Recapitulación
He afirmado repetidamente que la concordancia en la
geografía, historia y tendencias culturales -tanto en escala
grande como pequeña-entre las culturas mesoamericanas
y los pueblos del Libro de Mormón no "comprueban" nada
concluyentemente. Aún así, el hecho de que existe una
cantidad tan grande de tales concordancias debe ser
importante para los que aman la verdad. Teniéndolo pre-
sente, es claramente engañoso que un científico afirme
que no hay "evidencia arqueológica importante" que apoye
la historia del Libro de Mormón con relación al "origen del
indio americano",` o que otro piense que es ridículo que
alguien trate seriamente de comparar el Libro de Mormón
con los hechos objetivos de importancia histórica.211
Las personas actualizadas e informadas no deberían hacer
afirmaciones tan anticuadas e ignorantes, ni tampoco
deberían los arqueólogos faltos de preparación en los
asuntos relacionados, hacer comentarios con respecto al
aspecto histórico del Libro de Mor~
Junio de 1985
La estatuilla de un hombre montado en un venado adorna
la tapa de un quemador de incienso. Mide en total 26.5 cm.
Le faltan los cuernos del venado y el elemento central del
tocado del hombre. De Poptun. Guatemala.
món. La concordancia demostrada entre las tendencias del
Libro de Mormón y la vasta cantidad de datos acerca de
Mesoamérica, aun sin tomar en consideración su
concordancia con las tendencias del Viejo Mundo, de he-
cho debería acallar a los posibles comentaristas hasta que
hayan investigado cuidadosamente lo que ahora es una
acumulación compleja de información. Y aquellos que sí
investigan y analizan el tema deben hacerlo solamente
siguiendo métodos cabales.
Al compararlo con los hechos derivados de fuentes
externas, el Libro de Mormón es a mi parecer impresionan-
te, aun cuando todavía queda mucho por hacer. Sin
embargo, el libro mismo es superior e independiente de
cualquier cosa que pudieran demostrar los estudios
académicos. Ni los críticos ni los apologistas pueden
cambiar la historia; solamente pueden proporcionar un
comentario sobre una reali-
dad que ejerce una influencia mucho más profunda que
cualquier cosa que ellos pudieran decir al respecto.
No es de sorprenderse que los expertos en temas
mesoamericanos que vivieron en el primer tercio de este
siglo estuvieran mal informados y gravemente equivocados
con respecto a la civilización de la zona. Hicieron lo mejor
posible con la información disponible, pero ésta era muy
limitada. Es posible que a la larga se descubra que
también los científicos bien informados de la actualidad lo
están con respecto a algunos temas importantes de la
América antigua. La mejor defensa en contra de esta falla
es tener un amplio criterio.
La doctora Judith Ann Remington, arqueóloga especialista
en Mesoamérica, recientemente criticó al grupo de
arqueólogos mesoamericanos por "adherirse
definitivamente y en ocasiones desafiantemente a
suposiciones
que ya no tenían ninguna base . . . Los nuevos
descubrimientos . . . presentan problemas para las
hipótesis viejas. No obstante, las hipótesis se presentaban
como teorías y se defendían ferozmente, en detrimento del
. . . conocimiento científico que existe acerca de los
habitantes de la Mesoamérica prehispánica". 2' Los
arqueólogos que en la actualidad son aceptados como
líderes en su profesión, se quejó, han considerado las
explicaciones novedosas, las cuales no concuerdan con su
propia ortodoxia, como "especulaciones . . . que se
asemejan peligrosamente al análisis de las propiedades
místicas de las pirámides, la llegada de cosmonautas
extraterrestres, o la búsqueda de las tribus perdidas de
Israel" .z2 Ella cree que ahora está surgiendo una nueva
generación de especialistas en Mesoamérica que es
menos cerrada y está menos preocupada de que las ideas
no convencionales pudieran "desintegrar el campo entero
de la investigación mesoamericana", en palabras de uno
de estos hombres famosos, y está más interesada
simplemente en encontrar la verdad. Nosotros como
Santos de los Ultimos Días podemos abrigar la esperanza
de que esta nueva generación considere seriamente el Li-
bro de Mormón con relación a los actuales
descubrimientos arqueológicos. 23
Sin embargo, no debemos adoptar una actitud de
superioridad cuando los científicos sean criticados por su
estrechez de criterio, ya que nuestro pueblo ha
demostrado tener una tendencia decidida a suplir los
hechos con los más cómodos "cuentos populares", espe-
cialmente en lo relacionado con la arqueología. Debemos
esperar que salgan a luz nuevos hechos y nuevas
interpretaciones con relación a los antiguos nefitas y
jareditas, ya que han de llegar. El élder B. H. Roberts nos
enseñó sabiamente en cuanto a esta amplitud de criterio:
"Y permitidme ahora decir algo con relación a los nuevos
descubrimientos en cuanto al Libro de Mormón, y de hecho
con relación a todos los temas relacionados con la obra del
Señor en la tierra. No debemos investigar con un espíritu
de temor y temblor. Solamente deseamos determinar la
verdad; pues solamente la verdad perdurará; y la
determinación de esa verdad y la proclamación de ella en
cualquier caso, o sobre cualquier tema, no dañará en
forma alguna la obra del Señor, pues es también la verdad.
Tampoco
debemos sorprendernos si de vez en cuando encontramos
que nuestros predecesores, muchos de los cuales llevan
nombres honorables y son merecedores de nuestro
respeto y gratitud por lo que lograron aclarar en cuanto a la
verdad como ellos la consideraban, se equivocaron al
hacer ciertas suposiciones y elaborar sobre ciertos
conceptos; tal como sucederá cuando las generaciones
que nos sigan revelen en forma más explícita parte de las
verdades del evangelio que nosotros aún no aprendemos,
pues ellos también sabrán que nosotros hemos tenido
algunos conceptos erróneos y hemos hecho algunas
deducciones equivocadas en nuestra época . . ."-' Todo lo
cual se publica, especialmente para los miembros de la
Iglesia, para que puedan estar preparados para encontrar
y recibir nuevas verdades en el Libro de Mormón y también
acerca de él.
NOTAS
1. E. Wyllys Andrews V et al., "Komchen: An Early Maya
Community in Northwest Yucatán." Artículo presentado en
la reunión de 1981 de la Sociedad Mexicana de
Antropología, San Cristóbal, Chiapas, pág. 15. 2. E. Wyllys
Andrews V, "Dzibilchaltun", en J. A. Sabloff, editor del
tomo, Supplement to the Handbook of Middle Anierican
Indians, tomo 1, Archaeology (Austin; University of Texas
Press, 1981), pág. 322. 3. Pedro Arenillas,
"Investigaciones Arqueológicas en el Estado de
Zacatecas", Boletín INAH 14 (diciembre de 1963), págs.
16-17. 4. "Current Research", Ame rican Antiguitv 45
(1980), pág. 623. 5. Richard E. Blanton y Stephen A.
Kowalewski, "Monte Alban and After in the Valley of
Oaxaca", en J. A. Sabloff, op cit., pág. 106. 6. Antonio
Bustillos Carrillo, El Sacbe de los Masas: Los Caninos
Blancos de los Matas, Base de su Vida Social Y Religión,
2a. ed. (México: B. Costa-Arnic Editorial, 1974), pág. 23. 7.
lnstituto Nacional de Antropología e Historia, El Tajín:
OJficial Guide (México: INAH, 1976). 8. David S. Hyman,
Precalumbian Cements: A Studv (~f Calcareous Cements
ice Prehispanic Mesoamerican Building Construction.
(Baltimore: John Hopkins University Department of
Geography and Environmental Engineering, 1970), pág. ii.
Maurice Daumas, editor Histoire Genérale desTechniyues,
Tome 1 (Paris: Presses Universitaires de France, 1962),
pág. 403. 9. John L. Sorenson, An AncientAmerican
Setting fór the Book (?f Mormon, (Provo: Foundation for
Ancient Research and
Mormon Studies, en imprenta). El capítulo 7 proporciona
una documentación extensa. 10. Dennis Puleston, "-]'he
Role of Semi-domesticated Animal Resources in Middle
American Subsistence", artículo leído en la 37a. Reunión
Anual, Society for Anierican Archaeology, 1972. 1 1. A. V.
Kiddcr, "Miscellaneous Specimens from Mesoamerica",
Carnegie lnstitution (?f Washictgtoct, Notes on Middle
Anierican Archaeolagv and Ethnalogv, núm. 1 17 (marzo
de 1954), pág. 20, Fig. 4e. En mi artículo "Whceled
Figurines in the Ancient World", Foundation fór
AncientResearch and Mormon Studies, PreliminarV Repart
(Provo, 1981), pág. 14, se proporciona documentación
relacionada con este tema. 12. Eugene Hunn, "Did the
Aztecs Lack Potential Animal Dome st ¡cate s?Anierican
Ethnologist9 (1982), págs. 578-588. 13. Daniel B. Adams,
"Last Ditch Archaeology", Science 83 4 (December 1983),
pág. 32 14. "Letters to the Editor", Archaeology 34
(May-June, 1981), pág. 7. 15. Linda Schcle, "Sacred Site
and World-View at Palenque", en E. P. Benson, editor,
Mesoamerican Sites and World View°.s (Washington:
Dumbarton Oaks, 1981), págs. 1 12, I 16-1 17. 16. Alberto
Ruz L., Costumbres Funerarias de los Antiguos Mavas
(México: UNAM, Seminario de Cultura Maya, 1968);
Alberto Ruz L., Palenque: Official Guide (México: INAH,
1960), pág. 46. 17. Robert F. Smith, "Some 'Neologisms'
from the Mormon Canon", en Conférence on the Language
qf the Mormons, 1973 (Provo: Brigham Young University,
Language Research Center, 1973), pág. 66. 18. Sorenson,
An Ancient American Setting, capítulo 6, págs. 28-33 del
manuscrito. 19. Marvin Hill, "Review of The Mormon
Experiencé', American Historical Review, vol. 84, no. 5
(diciembre de 1979), pág. 1488. 20. "7EP Interviews
Sterling M. McMurrin", Seventh East Press, Provo, Utah,
11 de enero de 1983, pág. 5. 21. Judith Ann Remington,
"Mesoamerican Archaeoastronomy: Parallax, Perspective,
and Focus", en Ray A. Williamson, editor,
Archaeoastrnnomv in the Americas, Ballena Press
Anthropological Papers, No. 22 (Los Altos, Calif.: Ballena
Press, 1981), págs. 200202. 22. Ibid., pág. 202. 23. An
ancientAmerican SettingJór the Book of Mormon constituye
el comienzo de tal presentación. Véase la nota 13. 24. B.
H. Roberts, New Witnesses,fnr Gad. Il. The Book of
Mormon. En tres tomos, Tomo 111. (Salt Lake City:
Deseret News. 1951 1 1909¡,págs. 503-504.

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