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Preexistencia y encarnación.
La iniciativa salvífica del Padre según Pablo, es el padre quien ha tomado la iniciativa de
salvar al hombre, de manera que la salvación resulta así una ‘’ llamada’’ o vocación del
Padre, y por lo mismo enteramente gratuita. No se refiere a un atributo en cierto modo
contrapuesto a la misericordia, sino a su justicia salvífica, a su voluntad justificadora en
Cristo. De ahí que siendo Jesucristo, imagen del Padre, el Padre mismo se nos haya
revelado en Cristo como tal.
Jesucristo, emisor del Espíritu Santo. Toda la obra de Jesucristo resucitado, esta según
Pablo, dirigida y llevada a su término por el Espíritu de Dios, pues es el quien se une a
nuestro espíritu ‘’para dar testimonio de que somos hijos de Dios, por lo tanto,
coherederos de Cristo”. Debemos al Espíritu la gracia de la filiación adoptiva, pero en
realidad el Espíritu no actúa independientemente de la obra salvífica de Cristo , “el
Espíritu obra en nuestro interior subjetivamente cuanto Cristo ha realizado
objetivamente por sus méritos”.
Según Pablo el Espíritu actúa en la obra del Cuerpo de Cristo, es el Espíritu quien nos
regenera y renueva por el bautismo, incluso Pablo llega a llamarnos “Templos del
Espíritu” que habita en nosotros; siendo el quien nos otorga los diversos carismas para
la construcción de la Iglesia.
Jesucristo, primogénito de la Creación.
Pablo nos muestra el designio de Dios que es recapitular todas las cosas en el Hijo.
Existe una jerarquía de todos los seres creados (principados, potestades, nominaciones)
que están subordinada al Hijo. Todo fue creado por El y para El. Si el Padre ha enviado
a su Hijo es con el fin de recapitular todo, esto ya se inicia en la creación, vuelve a ser
re-creada en la encarnación de su Hijo y ha llegado a su cumbre en la resurrección;
pero logrará su total cumplimiento en la parusía, cuando Cristo termine de someter a
todos sus enemigos, para entregarlos, junto consigo y por sí, al Padre.
Pablo considera que el Padre ha residido toda la plenitud en cristo “porque en él habita
toda la plenitud de la Divinidad corporalmente “, por eso nosotros los hombres somos
injertados en la plenitud de Dios por Jesucristo. Pablo contemplo a Jesucristo desde el
punto de vista salvífica, Jesús está lleno para llenarnos, por eso precisamente Dios lo
ha constituido en “cabeza de su iglesia, que es su cuerpo, la plenitud del que lo llena
todo en todo”.
Hay sin embargo una diferencia grande entre la manera como Cristo es cabeza de la
Iglesia y como lo es de todo el cosmos, nunca dice san Pablo que el cosmos sea cuerpo
de cristo en el sentido de ser el primogénito en cambio sí se dice que es cabeza de su
iglesia.
El Señor (El Kirios): es sin duda el título más común de la literatura paulina, su
empleo de pablo corresponde no pues a las categorías helenísticas, sino a las
hebreas monoteístas que en el Antiguo Testamento reconocían a un solo Señor
(un Adonai), esto es, Dios.
Imagen de Dios: esta íntimamente relacionado con el título de Segundo Adán, ya que se dice
que el primero fue creado a imagen y semejanza de Dios, y Cristo es la imagen visible Dios, con
Cristo resucitamos a su imagen, siendo el prototipo de hombre perfecto, creado a imagen de
Dios.