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María Camila Fonseca Caro

¿Es posible aplicar las nociones Heideggerianas de mundo y tierra para interpretar prácticas
artísticas concretas?

Figura 1 Figura 2

Es fácil notar una agradable compatibilidad entre la obra de Teresa Margolles titulada La promesa
y los conceptos heideggerianos de ‘tierra’ y ‘mundo’. Su adecuación es casi explícita. Podría
incluso decirse que no hace falta del discurso de la artista en el video para notar claros rasgos que
permiten cruzar lazos entre la obra y aquellos conceptos. Por ejemplo, al remitimos a la figura 1
y verla junto a la figura 2 salta a la vista una tensión visual entre ambas. Por un lado, se nos
muestra tierra compactada, por el otro, una casa abandonada, es decir, algo en apariencia más
complejo pues en ella se guarda una historia no solo personal, sino también política. Pero ¿es
acaso esa tensión la misma a la que Heidegger se refiere con la lucha entre el mundo y la tierra?
¿acontece en esta obra lo que Heidegger entiende por verdad?
En cierto sentido es claro que hay una tensión entre lo que la artista denomina como las
esperanzas o la creencia hacia una promesa, y las promesas fallidas, el desarraigo y el abandono.
Es decir, la casa, que en el fondo representa la seguridad de un lugar familiar, la esperanza hacia
una multiplicidad de proyectos y el esfuerzo de años, luego de su abandono, se ve reducida a sus
materiales, esto es, a tierra y polvo. Pero al reducirse, la casa deja de ser casa. Hay aquí un
dinamismo que apela al cambio y a la inestabilidad. Un hogar que representa la seguridad no solo
en un presente, sino proyectada a un futuro, se muestra como algo inestable e inseguro, como algo
que puede modificarse. En una palabra, el objeto casa se presenta en una ambivalencia que va
más allá de sí misma y termina relacionándose con lo que la artista denomina ‘promesa’, una
ambivalencia que representa el valor cultural que le damos a la casa y la perdida e insignificancia
del mismo. Sin embargo, ¿corresponde esta tensión a la expuesta por Heidegger? ¿se patenta aquí
la lucha tal como ocurre en los zapatos y en la escultura?
Ante estas preguntas se empieza a borrar la claridad con la que en un principio veíamos la relación
entre la obra y aquellos conceptos. En el caso de los zapatos de Van Gogh y el templo griego se
halla como mediador la idea de lo bello, o en palabras de Heidegger “(…) la brillante aparición
dispuesta en la obra (…)” (cf. p. 40) El material no se cancela en una utilidad, sino que ‘luce’,
“Todo empieza a destacar desde el momento en que la obre se refugia en la masa y peso de la
piedra, (…) en el brillo del metal, en la luminosidad y oscuridad del color (…)” (p. 33) Tanto en
los zapatos como en el templo es fácil notar ese lucir como lo bello, pues se trata de obras que,
además de ser figurativas, destacan por su magnificencia y finos detalles; por el contrario en la
obra de Margolles eso ya no es tan claro. Por un lado, tenemos imágenes y videos de una casa en
ruinas, por el otro una escultura minimalista, carente de complejas técnicas. Aunque esta obra no
luce, ni brilla del mismo modo que las otras dos obras, pues en ella se muestra más bien el
desmembramiento, el desgaste y la erosión, no podemos decir que el material ha quedado
desgastado, oculto y reducido tal cual como se desgasta en el utensilio. Todo lo contario, se
muestra el material en una desnudez simple y tosca. El bloque de tierra no permite de manera
explícita comprender la temática que la artista expone en su video, por sí mismo no nos presenta
las cuestiones que motivaron a la artista, ni tampoco el trasfondo político de donde él mismo
surgió. Pero es que ese bloque no es la totalidad de la obra, solo es una pieza que representa
precisamente eso, el olvido de su origen y la perdida de significado y valor con la que alguna vez
esos mismos materiales se presentaron. Y a su vez, es una pieza que representa también el inicio
de algo que yace activo en latencia. Como la artista lo dice al final del video, en cuanto la pieza
entra en contacto con otras personas que la intervienen, en cuanto empieza a ser fragmentada,
destruida o desmembrada, “se activa la pieza y permite hacer visible lo que está oculto”. Aquí se
pueden identificar de manera analítica tres momentos, la casa que representa un valor cultural y
orientador, el bloque de tierra en donde casi que podemos entrever la sorda pesadez de la que
habla Heidegger y, por último, la activación de la pieza, la cual reúne los extremos que surgieron
en esos dos primeros momentos, es decir, el valor social que le damos a la casa y la pérdida del
mismo. Así la pieza, que en primera instancia surge de los restos de una casa abandonada, termina
representado toda una indeterminada cantidad de promesas fallidas y valores borrados, no solo de
un país; y su activación es el desocultamiento de algo que ha quedado oculto y olvidado y la
posibilidad de nuevas esperanzas y valores.
Exposición “urgencias” María Elvira Escallón
Se muestra el abandono de un hospital universitario que luego de varios años no ha sido
reactivado. Se trata de un abandono que representa un problema coyuntural en el sistema
de salud de Colombia. Esta obra, al igual que La promesa de Margolles, se sirve de la idea
de abandono y descomposición de un lugar, que inicia siendo el hospital pero que en el fondo
representa la salud y el cuerpo humano. Sin embargo, a diferencia de la obra de Margolles,
no se hace el énfasis en la reactivación y movilidad de algo que ha quedado reducido a polvo.

Figura 3

Figura 5
Figura 4

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