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MONOGRAFÍA ACERCA DEL TIEMPO Y SUS REPERCUSIONES

INTRODUCCION

En la presente investigación abordaremos el tema del tiempo y cómo influye


y atraviesa a los sujetos y a las cosas.
Me detendré y haré hincapié especialmente en tres autores e iré
interrelacionándolos y exponiendo sus puntos en común y diferencias, a saber: Aristóteles,
San Agustín y Mircea Eliade.
En principio comenzaremos hablando de la definición de tiempo,
exponiendo las diferentes definiciones ofrecidas por la RAE, sus usos y costumbres, y
esbozaré un análisis acerca del mismo, no obstante luego ahondaré en las concepciones del
tiempo de Aristóteles en relación al movimiento y la relacionaré con la de San Agustín, y
por último presentaré a Mircea Eliade en relación al tiempo circular, intentando realizar una
concomitancia con la concepción del tiempo en la antigüedad.
DESARROLLO

A lo largo de los años, durante décadas y siglos (términos que también


solemos llamar “tiempo” debido a que son períodos en los que transcurren sucesos) hemos
intentado definir aquello que atañe al tiempo y todo lo que éste conlleva.
El punto es, ¿Lo podemos definir con palabras? Si recurro a las variantes
definiciones que la Real Academia Española nos brinda, entre ellas podemos encontrar las
siguientes:
1. m. Duración de las cosas sujetas a mudanza.
2. m. Magnitud física que permite ordenar la secuencia de los sucesos,
estableciendo un pasado, un presente y un futuro, y cuya unidad en el sistema
internacional es el segundo.
3. m. Parte de la secuencia de los sucesos.
4. m. Época durante la cual vive alguien o sucede algo. En tiempo de
Trajano. En tiempo del descubrimiento de América.
5. m. estación (‖ cada una de las cuatro partes del año).
6. m. edad (‖ tiempo vivido).
7. m. edad (‖ duración de una cosa).
8. m. Oportunidad, ocasión o coyuntura de hacer algo. A su tiempo. Ahora
no es tiempo.
9. m. Espacio de tiempo disponible para la realización de algo. No tengo
tiempo.
10. m. Largo espacio de tiempo. Tiempo ha que no nos vemos.
11. m. Cada uno de los actos sucesivos en que se divide la ejecución de algo;
como ciertos ejercicios militares, las composiciones musicales, etc.
12. m. Estado atmosférico. Hace buen tiempo.
13. m. Esgr. Golpe que a pie firme ejecuta el tirador para llegar a tocar al
adversario.
14. m. Gram. Categoría gramatical deíctica que permite localizar la acción,
el proceso o el estado denotados por un verbo a partir de su relación con el
momento del habla o con otro punto temporal. En español, el verbo presenta flexión de
tiempo, modo, número y persona.

Como hemos visto, el concepto del tiempo presenta varias acepciones que
son utilizadas tanto en la vida cotidiana, como en otros campos y ramas, se tornó en un uso
casi tan cotidiano, sin pensarlo ni analizarlo, y tiene un uso casi olvidado y obsoleto como
el ser del que nos habla Heidegger.
Ahora bien, con este concepto tan controversial nos podemos cuestionar un
sinfín de cosas, es que el concepto del tiempo es tan abstracto como escurridizo, que puede
resultar demasiado engorroso ponerlo en palabras. Presenta infinitos disparadores y la sola
idea de pensar en el tiempo nos conduce a diferentes ámbitos: a la religión, a la física, a la
gramática, como bien se puede apreciar en las definiciones que expuse en los párrafos
anteriores.
El tiempo vive en nosotros, y nosotros vivimos circunscriptos en el tiempo,
de hecho es una de las formas a priori de la sensibilidad o formas puras a la que alude Kant
junto con el espacio, fuera de las cuales nada puede percibirse ni puede darse ningún
fenómeno. En simples palabras todo fenómeno que ocurra y que nosotros captemos se da
dentro del escenario del espacio-tiempo, y ciertamente lo llamo “escenario” debido que
todos los fenómenos ocurren dentro de esta “dualidad”, y se llaman formas a priori de la
sensibilidad, porque el espacio y el tiempo —y me voy a permitir utilizar una familia de
palabra del tiempo— son atemporales, se da antes de cualquier impresión sensible que
podamos tener, antes de cualquier experiencia, y decimos que son atemporales porque se
nos hace dificultoso saber a ciencia cierta cuando comenzó la temporalidad, seguramente
sea apenas comenzó la creación(al menos decimos que a partir del nacimiento de Cristo
comenzó el tiempo lineal tal como lo conocemos, aunque hay otros de los que hablaré un
poco más adelante) y junto con ella el espacio, porque son inseparables, funcionan de la
misma manera que la dualidad “cuerpo-alma”. En simples palabras, estamos condenados y
no podemos escapar de la temporalidad y la espacialidad.
Bien también podemos aducir, que el tiempo comenzó con el inicio del
mundo, con el movimiento, esto, claro está, visto desde la concepción aristotélica.
Ahora bien, esto da lugar a un interrogante:

¿Podríamos hablar de una existencia del tiempo independiente del movimiento?

Imaginemos que no existiese una fluidez de las cosas sensibles en el mundo, que sean de
carácter inconmutable/inmutable, que no haya cambio y todo se mantuviese fijo, en una
línea recta y constante.

¿Podríamos entonces hablar de la existencia de un tiempo?

En primera instancia, si nada mutara, y haciendo alusión en esta parte a una concepción
agustiniana del tiempo, entonces podríamos decir que si nada se transformara, todo sería un
presente continuo, por lo que no podríamos remitirnos a hablar de “tiempo” sino de
eternidad, ya que, para hablar de tiempo, inevitablemente tiene que haber un pretérito, y hasta
el mismo tiempo tiende al no ser , como de hecho tienen propensión todas las cosas naturales,
ya que el futuro aún no es y el pasado ya no es, por lo que lo único que prevalece y tiene
validez es el presente, entonces esto lo lleva a Agustín a dudar realmente y preguntarse cómo
podría ser capaz de existir el tiempo si tiene constante tendencia a no ser , o a
“desvanecerse” , pero no nos desviemos del tema en cuestión.

El universo, como primera medida fue creado de forma voluntaria, con determinadas
finalidades, pero a fin de cuentas, tiende al no ser, al momento de la muerte, y en el
transcurso de ese camino hacia el punto culminante, podemos observar que, el hombre es un
ser inherentemente perecedero y, por ende, al hablar de mutabilidad estamos aptos para
referirnos indefectiblemente a un movimiento y un cambio.

Según lo leído, se puede esbozar una hermenéutica acerca de éste y construir una definición
acerca del tiempo, por lo cual, si se nos preguntara cuál es su significado, se podría responder
que, el tiempo es aquella entidad con la que medimos nuestra vida entera, nuestro SER,
somos una substancia dotada de esencia, que es aquello único que no se modifica en el
hombre, aquello que se mantiene vivo y firme de principio a fin, lo que lo hace ser lo que es y
no otra cosa; y por otro lado, dotada de accidentes que es lo que hace que el hombre por
factores extrínsecos, vaya modificándose constantemente hasta el día de su desaparición; y
por lo tanto, si hablamos de un cambio, movimiento o modificación, entonces hablamos con
certeza de tiempo.

Ahora bien, ¿Por qué insistimos en remarcar que si hay movimiento es de la única forma en
que podemos concebir una existencia del tiempo? Pues por la sencilla razón de que si
hablamos de movimiento, entonces podríamos afirmar que algo que en determinado momento
era de un modo, más luego se transformó en otra cosa, entonces allí podemos establecer la
noción de un antes y un después.

Es decir, no es que a partir del movimiento se crea el tiempo, sino que el movimiento mismo
es el tiempo. El concepto de tiempo siempre se refiere a la medida de algún movimiento.

Podríamos, paralelamente, relacionarlo a la perfección con el concepto aristotélico del


movimiento :acto y potencia : Dios, inteligencia creadora, al realizar el acto de la creación es
acto puro, es un ser absoluto y un ser necesario que no está sujeto a cambios de ningún tipo;
es decir: no sólo posee el ser sino que es su ser por sí mismo, mas el hombre como ser creado
y contingente, sólo posee el ser y su vida está en sí misma en potencia constante, desde
principio a fin, ya que cambia constantemente y va pereciendo gradualmente. Y digo
gradualmente porque nuestro ser no se realiza ni se agota en un instante, sino más bien de
forma sucesiva.

El tiempo es, como manifestamos y esbozamos anteriormente, el movimiento en sí mismo, o


podríamos definirlo como la duración de un movimiento. Nosotros somos y estamos en
constante movimiento, por ende, tenemos una duración estipulada.

Las cosas naturales tienden a tener una temporalidad determinada, y si las cosas no tuviesen
temporalidad no cambiarían, por ende nada cambiaría; no habría ninguna clase de
movimiento, y entonces el tiempo sería nulo.

Desde que venimos al mundo, somos seres constantemente en potencia, en plena y


constante realización hacia algo, esa constante realización hacia algo son los cambios que
ejercemos durante toda nuestra vida, estos movimientos constantes que ejercemos hacia el
momento de la muerte, nos va marcando y advirtiendo nuestra temporalidad en este mundo.
Esa temporalidad existe independientemente de la idea abstracta que tengamos de ella en
nuestra mente, porque nosotros en el lenguaje ordinario tratamos de medir el tiempo
constantemente y de conceptualizarlo a través de los números, los días, los años, las
semanas, etc. pero esto nos sirve como punto de referencia para explicar e ir refiriéndonos a
los hechos que vamos viviendo a lo largo de nuestra existencia y que van quedando en
nuestra memoria ; pero la temporalidad en sí misma existe, al ser nosotros seres naturales;
y ya de por sí nuestra duración en la Tierra es limitada, a esta limitación, le ponemos el
nombre de tiempo y la conceptualizamos y llamamos de diversas formas.

Como se mencionó anteriormente, si somos seres- para-la-muerte (como sostuvo Heidegger),


desde ya que cambiamos, sino seríamos eternos, imperecederos e inmutables, pero no es esa
nuestra naturaleza ni nuestra finalidad.

La Tierra tarda 24 horas en rotar sobre su propio eje, y tarda aproximadamente 365 días en
realizar el movimiento de traslación alrededor del sol. Allí hay movimiento, hay un cambio, y
como tal HAY tiempo. La duración de lo que tarda la Tierra en realizar cualquiera de sus
movimientos es natural, es real, mientras que el valor de “24” o “365” o incluso el término
“hora” o “día” es una construcción humana.

Este fue un ejemplo a gran escala para demostrar la existencia de un tiempo.

Ahora fijémonos en un pequeño ejemplo, muchísimo más ínfimo: si se hace un corto


movimiento de la mano de izquierda a derecha, se podría hablar de un antes de mover la
mano, de un durante se mueve la mano, y de un después de que se movió la mano. Hubo
movimiento, y como tal se pueden mencionar estas distinciones como futuro, presente y
pasado.

El futuro, fue previo a mover la mano, el presente fue el preciso instante en que la mano se
encontraba en movimiento y el pasado o pretérito cuando ya se finalizó el movimiento. Y así
continuamente en la cotidianidad de nuestra vida, continuamos moviéndonos y pasando por
las tres clasificaciones de tiempo constantemente: futuro, presente y pasado, rápidamente de
un momento a otro y casi de forma imperceptible. Y esto es lo que en definitiva define al
tiempo, como vinimos argumentando, el movimiento en sí mismo.
Como conclusión de lo dicho, nos otorgamos y concedemos la aptitud de
responder a este interrogante planteado, y finalmente se puede afirmar que no existe el
tiempo independientemente del movimiento, pues ambos se perciben juntos, por la simple
razón de que si no hay existencia de las cosas naturales, no habría movimiento, y
consideramos que las cosas naturales fueron creadas con un objetivo y este es el de mutar
constantemente para llegar a sucumbir en algún momento, y si no hay movimiento, como
ya se expuso, en definitiva podemos concluir en que no hay existencia de tiempo porque el
movimiento ES el tiempo, es lo que lo define, lo advierte e insinúa.

Hasta acá hablé de un aspecto de la concepción de tiempo en Aristóteles, que


fue en relación al movimiento, que concluimos en que no hay tiempo sin movimiento, pero
tampoco hay movimiento sin tiempo.

Sin embargo, por otro lado, es interesante la concepción que plantea San
Agustín acerca del tiempo que la mencioné recientemente, y nos dice que podemos hablar
de tiempo desde el momento en que hay un pretérito, ya que sino, si fuera un constante
presente contínuo sería eternidad y no tiempo, ya mismo la palabra “tiempo” nos marca
algún pasado acaecido, me remonta más a un pretérito que a un presente, porque el presente
es escurridizo e imperceptible, en cuestiones de nanosegundos ya no hay presente, y esto se
da constantemente en cada paso y cosa que realizamos. El tiempo presente si lo
radicalizamos, es escurridizo, ahora si queremos referirnos a contextos más globales y
amplios, podemos hablar de un presente, verbigracia: actualmente estoy estudiando una
carrera, estoy en el presente, cuando finalice la carrera mi presente va a ser otro (el de
profesora) y mi posición de “estudiante del profesorado de filosofía” ya va a haber cesado y
va a pasar a ser pasado. Otro ejemplo puede ser la niñez, que dura años (entre los cuáles
también hay pasado, presente y futuro dentro de ese AMPLIO presente al que nos referimos
en la niñez), de manera que cada dia, incluso cada hora, minuto y segundo vividos dentro
de los años que duran la niñez se van transformando en pasado constantemente, y lo por
vivir dentro de esa hora, minuto o segundo es futuro, hasta que pasaron y pasa a ser pasado,
pero el presente generalmente como decía es tan escurridizo que recurrimos a aspectos más
amplios para referirnos a él, tomamos una referencia, por ejemplo: una hora, por ejemplo lo
que yo esté realizando dentro de esos sesenta minutos va a ser PRESENTE, el MIENTRAS
TANTO, mientras esa hora dure si me refiero a eso y tomo UNA HORA como punto de
referencia el presente sólo va a ser ese MIENTRAS TANTO, el futuro va a ser antes de
ESA HORA, y el pasado una vez que pasó esa hora, pero el día tiene 24 horas, por lo tanto,
en un solo día habremos experimentado 24 veces el presente, pasado y futuro de un tirón, y
sin darnos cuenta, eso si nos referimos a las horas, si tomamos como punto de referencia y
queremos ir más al extremo y radicalizar el tiempo, si nos referimos a minutos, segundos
( y más fracciones y divisiones de segundos, como milisegundos, nanosegundos,
microsegundos, etc) vamos a haber experimentado aún más veces la trilogía presente,
pasado y futuro. Toda esta trilogía temporal (vamos a llamarla así) retomando, se da dentro
del período de la niñez que si tomamos como punto de referencia éste que es más amplio,
mientras lo estamos transcurriendo, es decir, el DURANTE, decimos que ese período es el
presente, pero con todo esto, quise hacer referencia a que podemos hablar de presente sólo
en aspectos más generales, luego hilando más fino como expliqué recién, decimos que
dentro de ese tiempo presente (en este caso el período de la niñez) nos encontramos
constantemente con presente, pasado y futuro que transcurren constantemente y de manera
fatal, es inevitable, se escapa de las manos de lo incontrolable que resulta y de lo
condenados que estamos a este tiempo y estas trilogías, por eso siempre depende a lo que
nos refiramos, es decir dentro de un tiempo determinado (de un presente en un aspecto
global como vengo explicando) hay más tiempo y hay un sinfín de trilogías temporales
dentro de ese tiempo presente que sería la niñez, sería como comenzar un espiral por la
parte grande( la niñez) que llamamos presente en ese momento que la transcurrimos, pero
cada vez se va achicando, dentro de ese período llamado niñez encontramos presente,
pasado y futuro y el espiral se va haciendo cada vez más pequeño. Luego que culminamos
el período de la niñez (la parte grande del espiral), nuestro “presente” en un aspecto general
que contiene muchos otros presentes pasados o futuros dependiendo de qué punto de
referencia tomemos, o la cantidad de tiempo que tomemos, serían como otros mundos
paralelos dentro de un mundo, mientras más chica la cantidad de tiempo que tomemos de
presente menos va a durar este presente, es decir en un nanosegundo casi que hay más
pretérito que presente porque fue imperceptible ese tiempo, sin embargo lo transcurrimos, y
si nos moviéramos en slow motion, es decir, en cámara lenta, seguramente podríamos
percibir ese nanosegundo, y si el tiempo transcurre muy lento, un pequeño presente dentro
de ese nanosegundo se puede notar, pero no a la velocidad que transcurre nuestro sistema
de tiempo, sino que no se percibiría un presente en nuestra velocidad habitual y se
percibiría más pasado que otra cosa, y si incluso achicamos esa fracción de nanosegundo
también se reduciría el tiempo “presente perceptible” pero en cámara lenta se notaría un
pequeño presente, duraría menos que el nanosegundo aún pero si ralentizamos más aún la
cámara lenta seguro se notaría.
Es decir, el presente se nota y lo deducimos en función de la cantidad de
tiempo a la que nos refiramos como expliqué. Del paso de un año a otro, hay pasado
presente y futuro con las fracciones de horas, minutos y segundos recientemente explicado,
pero si nos referimos al MIENTRAS TANTO de ese año, es presente. Dentro del período
de la niñez mientras lo transcurrimos es presente, y dentro hay muchos otros presentes
dependiendo del tiempo y la cantidad de tiempo al que nos refiramos, y por supuesto
pasado y futuro hay. Una vez finalizado este período entramos en la pubertad, y así se dan
constantemente estos cambios temporales.
Con todo esto, quise hacer referencia a la constante tendencia al no-ser a la
que nos remite San Agustín, porque dice que lo único que prevalece es el tiempo presente;
pero luego de lo explicado ¿En qué punto podríamos hablar de tiempo presente? De
acuerdo a referencias, y vemos que dentro de esos tiempos presentes hay otros, y que si lo
radicalizamos a una mínima fracción de tiempo como el segundo, fracciones de segundos el
presente es nulo y es imperceptible, es más pasado que otra cosa, pasa muy rápidamente a
ser pasado. Por eso San Agustín nos habla de que el tiempo tiende constantemente al no-ser,
incluso el presente se desmorona con celeridad y ligereza, porque el pasado ya no es (y se
llega a velocidad de la luz prácticamente), y futuro aún no es (que también en medidas y
referencias radicales de tiempo llega con mucha prontitud), entonces ¿en qué medida
podemos hablar del tiempo si tiende al no-ser, de manera tal que hasta el presente que nos
dice Agustín que es lo que prevalece se escapa con tanta presteza y se desvanece?

Hay tres concepciones del tiempo: el tiempo lineal que comenzó con el
cristianismo, es decir comienza, la historia comienza con el pecado original y culmina con
la salvación, para el griego la concepción del tiempo es circular, cíclico, se repite, todo
vuelve a lo mismo. Y el moderno mantiene una concepción lineal del tiempo, aunque
algunos sostienen una concepción espiralada del tiempo (con avances y retrocesos).
Aunque en este punto vamos a hacer hincapié en la concepción
circular/cíclica del tiempo.
En este punto nos encontramos con Mircea Eliade, quien sostiene una
concepción cíclica del tiempo, y de esto en esencia va a tratarse una de sus principales
obras “El mito del eterno retorno”.
Esto del eterno retorno, sostiene que todo lo sucedido volverá a suceder; es
propio de la etapa pre-filosófica; anterior al paso del mito al logos. Los mitos actualmente
siguen existiendo; algunos siguen creyendo en un eterno retorno.
Según Mircea Eliade, el mito del Eterno Retorno expresa la angustia humana
por el transcurrir del tiempo, es un intento del hombre por anular el tiempo. Niega el paso
del tiempo; niega la vejez, la muerte, lo efímero.
El mito del eterno retorno tiene rituales en los que se celebra y manifiesta la
anulación del tiempo, y esto está presente en todas las culturas, verbigracia: La celebración
del año nuevo expresa la anulación del tiempo(es decir, un año termina y comienza uno
nuevo), otra cosa que simboliza esto es la serpiente, decimos que hay una concepción
cíclica porque se come su propia cola y se vuelve a regenerar.
Hay pueblos milenarios incluso que siguen adoptando esta concepción
cíclica del tiempo, como por ejemplo el karma, la reencarnación.
Entonces, en resumidas cuentas, según M.E el sentido del mito del eterno
retorno es la abolición del tiempo, la regeneración. Esto tiene que ver con la propia finitud,
el terror al paso del tiempo. El eterno retorno tiene como fin la anulación del tiempo (niega
el tiempo como sucesión).
Los mitos siempre estuvieron ligados a la cosmogonía, sobre todo en la
antigüedad (como por ejemplo los presocráticos con el cosmos, queriendo explicar el arjé).
Los mitos transcurren en un tiempo primigenio (originario).
Encontramos en la antigüedad y en las diferentes culturas rituales que
expresan estos contenidos míticos, por ejemplo: En la antigua Grecia existían hierbas que
tenían un carácter mágico, de las cuales al beber la infusión, las personas, los hombres se
sentían transportados, por esto a la planta se le daba un valor sagrado, divino. Y al estar
bajo el efecto de esa planta, es como si el tiempo dejase de transcurrir, se lograba abolir el
tiempo al menos durante ese instante.
Después como mencionamos en párrafos anteriores, Eliade refiere a que toda
cultura tiene el simbolismo del año nuevo, aún las culturas más arcaicas, lo que para él
pone de manifiesto es la dificultad esencial del hombre para soportar el paso del tiempo.
A su vez, refiere a que las leyendas míticas siempre tienen un personaje
arquetípico. Ese personaje es el héroe, es decir, el modelo que los humanos van a imitar.
Desde el punto de vista del eterno retorno, todo se va a repetir, no hay
novedad; en cambio para nosotros hoy en día cada hecho es nuevo. Todo hecho es
reversible y modificable.
Si hay eterno retorno, no hay libertad, por lo tanto no hay historia. Si vemos
los acontecimientos desde el punto de vista del eterno retorno hay destino, pero no libertad.

CONCLUSIÓN

Podemos extraer de todo lo expuesto hasta aquí que el tiempo es aquella


unidad que seguramente no necesitamos pero con la que generamos una dependencia
insólita y nos hizo creer que lo necesitamos para todos los aspectos de la vida. Escurridizo,
con tendencia al no ser, circular/cíclico incluso, reiterativo, espiralado. Con tantas
significaciones y acepciones. Y logra que generemos una dependencia tal con éste, para
llegar al trabajo, al colegio, a una reunión, a una cita, en la vida misma, incluso se tornó tan
importante que hay gente que llega a sufrir cronofobia, esto es, terror al paso del tiempo.
Pero… ¿por qué? Si el tiempo en un principio sólo nos determina el fin de un día y
principio de otro, y nos sirve como punto de referencia gracias al movimiento de traslación
del sol, para advertirnos que pasó un año, ¿en qué momento se tornó tan controlador de la
vida humana al punto de que nosotros fuéramos su marioneta y él nos manejara con sus
piolines?
El tiempo termina controlándonos y terminamos temiéndole, cuando debería ser al revés,
pues el tiempo debería temernos a nosotros, ya que cuando nuestra vida cesa, él cesa junto
con nosotros y nuestra vida. Cuando la humanidad y el mundo perezcan: ¿A quién va a
fagocitar y a parasitar el tiempo? ¿A quién va a tomar de rehén? ¿A qué alma pura e
inocente va a poseer con su tinte demoníaco? Con la muerte también nos exorcizamos del
tiempo. Su tiempo se va a terminar, el tiempo del tiempo también culmina eventualmente.
¿Qué o quién se encuentra detrás del tiempo y está tan apurado en apurarnos y en
controlarnos? Si al tiempo le gusta inmiscuirse y tiende al no ser, y le gusta poseer un
cuerpo con el fin de desvanecerse en algún momento. Si fuera algo eterno entonces no está
allí presente el tiempo, de tiempo podemos hablar como hemos mencionado si hablamos de
un pretérito y si perece en algún momento. En el mundo hay tiempo, porque éste en algún
momento va a sucumbir, el tiempo es un kamikaze de Dios, es un suicida, porque es el
tiempo el que en verdad se estrella, arremete, colisiona, embiste, acomete contra nosotros, y
no como terminamos padeciendo y él logra de nosotros, que nos manipula y termina
haciendo que nosotros nos estrellemos contra él, y en definitiva termina cumpliendo con su
cometido: nos termina absorbiendo y devorando cuando en realidad nosotros terminamos
absorbiéndolo y devorándolo. En esencia, terminamos siendo víctimas del tiempo.
En cambio, si del universo se tratara, al ser infinito, no hay tiempo, ni siquiera con los seres
alados y angelados podemos hablar de tiempo, ni siquiera de eternidad, porque los ángeles
tienen un principio pero no tienen fin, decimos que los ángeles son eviternos, por lo tanto
en ellos no reside tiempo alguno, tampoco hay tiempo en el universo (que como bien
sabemos, este sí es eterno) porque no tiene principio ni fin.
Nuestro victimario prefiere escoger de víctima a todo aquello que sea mundano y
perecedero.

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