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CONTENIDO

1.1. Concepto general


La interpretación es el hecho de que un contenido material, ya dado e independiente
del intérprete, sea “comprendido” o “traducido” a una nueva forma de expresión.

Valdivia, C. (2003), sostiene que “la interpretación es una actividad humana tan
antigua como la traducción; se puede afirmar que existe desde que el género
humano tuvo uso de palabra puesto que siempre fueron necesarios los
intermediarios entre pueblos de culturas e idiomas distintos para facilitar la
comunicación a todos los niveles”. (p.1).

Torres, A. (1998), define “la interpretación consiste en desentrañar el sentido de algo


(un comportamiento, un texto literario, una pieza musical, una pintura, un texto
religioso, una norma jurídica, un contrato, un testamento, etc.). Todo comportamiento
humano va incorporando sentidos a la realidad.” (p.543)

La interpretación consiste en desentrañar el sentido de algo.


Todo comportamiento humano va incorporando sentidos a la realidad. Cada vez que
tomamos contacto con una realidad determinada intentamos sacar a la luz el sentido
que ella alberga.
Existe la permanente necesidad de Interpretar debido a la compleja y cambiante
realidad social, lo permanentes descubrimientos científicos, tecnológicos y
humanísticos, la globalización, a lo limitado del saber y del conocimiento como
consecuencia de la imperfección del ser humano, a lo transformación de los
valores y actitudes asumidas frente a la vida, a las exigencias de claridad y
explicación de las obscuridades, ambigüedades y lagunas de los textos, al deseo de
explicar lo que está implícito en los textos o en los hechos, a la sinonimia y polisemia
del lenguaje, a que el significado de un término puede ser diferente según cual sea el
contexto en el que se emplea, según la situación a que se refiere, según la particular
forma de expresarse del que habla o del medio social al que pertenece, en fin a la
exigencia de dar contenido y sentido a los hechos, actos, expresiones, signos, etc.
Son muchos los factores por los cuales un mismo término puede ser entendido en un
sentido por el hablante y en otro sentido por el oyente.

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En el campo del Derecho, se interpretan para entender su sentido y alcance, tanto
las normas legislativas, como las normas consuetudinarias las jurisprudencias, las
negociales y las que están contenidas en los principios generales del Derecho.
No se debe identificar prueba con interpretación. La prueba se orienta a verificar,
probar, que un hecho real ha acaecido, en cambio, por la interpretación se trata de
entender el significado y alcance de las normas jurídicas o de los hechos y actos
jurídicos. Demostraba la existencia de una ley o de un acto o negocio jurídico, se fija
su sentido y alcance mediante la interpretación.
La interpretación comprende la globalidad de la actividad jurídica, constituye un dato
ineludible de la experiencia jurídica. Sin interpretación no hay derecho.

El derecho se mantiene vivo, vigente y eficaz mediante la interpretación con el fin de


adecuar y adaptar el sentido de las normas jurídicas a las situaciones particulares. A
diferencia de la interpretación histórica o artística que cumple una función puramente
cognoscitiva, la jurídica cumple además, y fundamentalmente, una función normativa,
es decir, con miras a regular conducta humana social.
Como alguien ha dicho, mediante la interpretación adquiere su verdadero sentido la
realidad que queda convertido en realidad jurídica, puesto que convertir una verdad
común en una verdad legal no es convertirla en una mentira, sino en hacerla más
convincente.

La interpretación jurídica es realizada: por los jueces y los árbitros con miras a la
solución de un conflicto jurídico; por los legisladores que tienen que interpretar una
norma de jerarquía superior que le señala los limites formales y materiales dentro de
los cuales pueden crear otra norma de menor jerarquía; por abogados al dar un
consejo profesional, emitir un informe, o al ejercer la defensa ante los tribunales; por
los juristas que a nivel teórico se plantean cuestiones que intentan resolverlas
mediante el derecho; y, también, por cualquier individuo particular antes de tomar
una decisión con efectos jurídicos. Todos ellos intentan aclarar el sentido de la norma
jurídica. El acto jurídico también es una norma jurídica particular que necesita ser
interpretada por descubrir su significado.

Es decir, se puede definir como una operación sobre el discurso mediante la cual el
intérprete efectúa la transmisión del sentido del discurso de la lengua original
formulándolo en la lengua terminal.

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1.2. La interpretación del acto jurídico
De la definición antes anotada, se debe precisar que, en esencia, la interpretación es
una cuestión de hecho, por cuanto, para buscar el verdadero sentido o alcance de lo
que resultase poco claro, se debe remitir al contexto mismo del acto jurídico
celebrado, en especial; a la manifestación de voluntad esgrimida, por ello, no puede
ser catalogado como una cuestión de derecho.

El acto jurídico es el instrumento conferido por el ordenamiento jurídico a los


particulares para dictar normas que regulen sus propios intereses. Precisamente, la
autonomía privada es la potestad que tienen los individuos para darse normas así
mismas que regulen sus relaciones jurídicas; los particulares tienen la potestad de
constituir por sí, para sí su propio ordenamiento jurídico particular.

Tratándose de la interpretación de la ley es obvio que el contenido de su vigencia no


puede ser determinado por los afectados, o sea por aquellos a los que se les aplica
porque, de ser así, en caso de diferente comprensión por los afectados quedaría
derogada como regulación general. A diferencia de lo que sucede con la
interpretación de la ley, en la interpretación del acto jurídico, el sentido que le dan los
partícipes en la declaración. como un hecho histórico determina la interpretación.
Es decir que el contenido válido de la regla establecida por la declaración ha de ser
entendido en el modo efectivo que le dan los partícipes en la declaración. El acto
jurídico debe ser interpretado a partir del modo en que lo comprendieron los que son
partes en él. Osea el fin perseguido por la interpretación del acto jurídico,
especialmente del contrato, no es el mismo que s persigue con la interpretación de la
ley. La interpretación de la ley es una interpretación dinámica, el juez al interpretar la
ley hace un trabajo de refacción de la ley para adecuarla al momento y a las
circunstancias en que debe ser aplicada.

La interpretación del acto jurídico puede presentar según los casos dificultades
mayores o menores, pero es siempre necesaria. La interpretación del ser humano y
del lenguaje hace que la reproducción de la voluntad mediante la declaración no esté
libre de confusión y dudas, por lo que la interpretación deviene en un quehacer
necesario para aclarar las dudas y establecer su significado. Es inexacta la máxima
tradicional que afirma in claris non fit interpretario, pues ya el decir que el tenor literal

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de un texto es tan inequívoco que hace superflua toda interpretación, descansa
sobre una interpretación.
Así como la interpretación de la ley consiste en entender n solo su expresión literal,
sino sobre todo su espíritu, así también la interpretación del acto jurídico (norma
jurídica formal) se funda sobre la necesidad de establecer reconstruyendo a través
del análisis de las declaraciones de voluntad y circunstancias que rodean a esta el
sentido de la regulación de los intereses privados.

En síntesis, ¿qué es la interpretación del acto jurídico? Es la actividad por excelencia


que corresponde al operador jurídico, teniendo en cuenta que no es posible aplicar el
derecho sin interpretarlo, este supone la indagación del verdadero sentido con la
finalidad de precisar y normar.

1.3. Evolución Histórica


La forma de comprender el criterio histórico de interpretación jurídica ha
experimentado un cambio desde que fue formulado originalmente hasta la
actualidad, y puede decirse que la Historia ya no es lo que era. Si se me permite otro
juego de palabras, la concepción del criterio interpretativo histórico cuando fue
concebido era distinta que, en la actualidad, y de hecho lo que hay ahora es una
pluralidad de concepciones.

Salvador, C. (1985) sostiene que “Toda ley debe expresar un pensamiento en forma
tal que valga como norma. Quien interprete, pues, una ley, debe analizar el
pensamiento contenido en la ley, debe investigar el contenido de la ley.
Interpretación es lo primero: reconstrucción del contenido de la ley. El intérprete debe
colocarse en el punto de vista del legislador y producir así artificialmente su
pensamiento.” (p.456)

En la fase arcaica del Derecho romano dominada por el formalismo ritual, la técnica
interpretativa se limitó al control de la conformidad de los actos concretos a los
esquemas típicos impuestos por los mores o por las leyes.

Torres, A. (1998) manifiesta que “según el ius civile, los actos jurídicos valen por su
forma exterior consistente en el pronunciamiento de palabras solemnes o en el
cumplimiento de gestos rituales”, (p.551)

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Es decir, no tenía relevancia jurídica lo que no estaba expresado en lo ritual.
En el Derecho clásico romano la interpretación es típica y objetiva en cambio en el
Derecho de Justinianeo, se aceptan métodos interpretativos orientados a indagar la
voluntad del agente que crean el acto jurídico.
Las fuentes romanas contienen una serie de criterios de interpretación del acto
jurídico, enunciados por los juristas en ocasiones de pronunciar soluciones para
casos prácticos, criterios generales que fueron recogidos por el derecho justinianeo,
que ha elaborado en términos racionales una teoría de la interpretación.
El libro segundo del código civil contiene algunas de esas normas de interpretación.

Los criterios interpretativos verán según que el acto sea unilateral en el cual la
valoración está limitada a las declaraciones de u solo sujeto, o bilateral o plurilateral,
en el que la investigación se orienta a la común intención de las partes; son distintos
en los actos onerosos respecto de los gratuitos; en los actos inter vivos contrapuntos
a los actos mortis causa.

Acerca del objeto de la interpretación la doctrina se encuentra dividida. Para unos es


la voluntad (interpretación subjetiva que tiene su forma en el código de napoleón y en
los que en él se inspiran), para otros es la declaración con la cual se forma el acto
jurídico (interpretación objetiva seguida por un sector de la doctrina alemana). Existe
también una teoría mixta de las dos anteriores acogidas, principalmente por el código
italiano de 1942. Nuestro código expresa que el acto jurídico es manifestación de
voluntad (artículo 140).

En la manifestación no solamente está comprendida la declaración de voluntad con


la cual se forma el acto jurídico, sino también elementos extra formación del acto
como son los comportamientos de las partes anteriores, coetáneos y posteriores a la
creación del acto, así como todos aquellos hechos compatibles con la declaración de
los cuales se pruebe la voluntad real, de alguna forma exterioriza, de la gente. Por
consiguiente, adelantamos que nuestro ordenamiento civil opta por un sistema mixto
de interpretación del acto jurídico.

1.4. Sistemas de Interpretación


Por regla el otorgante del acto jurídico declara lo que quiere no lo que no quiere. Su
declamación lo realiza mediante palabras, escritos, comportamientos mímicos,
gestuales, etc. La declaración es el continente, el vehículo mediante el cual se

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exterioriza la voluntad y esta es el contenido, lo exteriorizado comunicado mediante la
declaración.

El acto jurídico se forma con la voluntad declarada. Sin embargo, sucede con
frecuencia que sin querer (error, dolo, violencia, intimidación, la interpretación del
lenguaje que puede traicionar la voluntad del agente, etc.) o queriendo (se aparenta
declarar como verdad una falsedad) el agente declara algo que no corresponde a u
voluntad. Esta divergencia entre la voluntad y la declaración ha sido resuelta haciendo
prevalecer unas veces a la voluntad (la teoría de la voluntad o subjetiva) y otra a la
declaración (teoría de la declaración u objetiva). Esto ha originado la creación del
sistema subjetivo de interpretación, basado en la teoría de la voluntad, que considera
que se debe indagar sobre la voluntad real del agente y no detenerse en la
declaración, y el sistema objetivo de interpretación, fundado en la teoría de la
declaración, para el cual lo que se interpreta es la declaración y no la voluntad interna
del agente.

El sistema subjetivo está consagrado en los artículos 1136 a 1164 del código civil
francés de1804; el objetivo en el artículo 157 del código alemán de 1900; el código
civil italiano de 1942 sigue un sistema mixto (artículo 1362 al 1371)

Para determinar el fundamento o esencia de la interpretación, tenemos que remitirnos


necesariamente a las teorías que recoge la doctrina y la evolución de derecho. Al
respecto podemos señalar las siguientes:

1.4.1. La Interpretación subjetiva o Teoría de la Voluntad


Para este sistema, el objetivo central de la interpretación es llegar a determinar
cuál es la voluntad real, interna, del agente. El objeto de la interpretación es la
voluntad. El intérprete debe buscar lo que realmente quiere el declarante, su
intención o pensamiento interior, porque el elemento central substancial que da
vida al acto jurídico es la voluntad y no la declaración del agente. En los actos
bilaterales y plurilaterales, el intérprete debe investigar la voluntad común de
las partes. Reconocida a través de la interpretación, la voluntad interna real del
sujeto, prevalece sobre la declaración. Esta es solamente el punto de partida
de la interpretación para poder llegar a la voluntad real, o sea, a lo querido por
el agente.

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Sánchez, E. (2007), sostiene que “…en la búsqueda de la voluntad real del
agente, el intérprete no debe considerar solamente la declaración, sino que
debe valorar el contexto social, el comportamiento de las partes previo,
simultaneo y posterior a la declaración del acto jurídico, la finalidad perseguida
por las partes y todas las circunstancias que conduzcan a establecer la
voluntad real.” (p.17)

Es decir, se tendrá en cuanta as tratativas, aquello que las partes practicaban


en sus precedentes relaciones reciprocas, las circunstancia que demuestren el
particular modo de expresarse de unas de las partes y la significación que
siempre le atribuye la otra, la ejecución de los actos anteriores celebrados entre
las mismas partes y el comportamiento de estos en la ejecución del acto mismo
que se está interpretando.

En materia de actos bilaterales o plurilaterales y en especial del contrato un


primer y fundamental criterio impone interpretar las declaraciones según el
significado atribuido por las partes en el momento del perfeccionamiento del
acto puesto que es la común intención de las partes la que origina el acto o
negocio jurídico.

Analógicamente se debe proceder cuando se trata de negocios unilaterales


inter vivos, si la declaración negocial ha sido entendida del mismo modo tanto
por el declarante como por el destinatario de la declaración. Si se aplicara este
principio de la interpretación subjetiva al derecho peruano tendríamos que, por
ejemplo, si las partes se han puesto de acuerdo para la compra venta de una
cierta cantidad de acciones, sin especificar si se trata de acciones con derecho
a voto(artículo 95 de la ley 26887) o de acciones sin derecho a voto (artículo 96
de la ley 26887), pero resulta que ambas atendieron referirse a las acciones
con derecho a voto, el contrato tendrá valor según lo común intención de las
partes.

La interpretación subjetiva, que busca encontrar la común intención de las


partes aun cuando no coincida con la declaración, es de aplicación no
solamente cuando la declaración negocial sea objetivamente equivoca, como
en el ejemplo propuesto, sino también cuando la declaración tenga un

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significado univoco, según el común modo de entender de las gentes, pero que
las partes concordantemente lo hayan entendido con un significado diverso.

Al respecto el artículo 1156 dispone: en los convenios se debe buscar cual ha


sido la común intención de las partes contratantes, más bien que detenerse en
el sentido literal de los términos; el artículo 1362 del código italiano, primer
párrafo prescribe: en la interpretación del contrato se debe indagar cual ha sido
la común intención de las partes y no limitarse al sentido literal de las palabras.
En materia de testamentos, el código alemán también se mantiene dentro del
sistema subjetivo, pues en su artículo 133 establece que para interpretar una
declaración de voluntad habrá de indagarse la voluntad real no limitarse al
sentido literal de las palabras.

El principio por el cual el significado atribuido por las partes de la declaración


debe prevalecer sobre el significado literal d la misma es aplicable también a
los actos jurídicos formales también aquí el intérprete debe tener en cuenta los
elementos extrínsecos a la declaración formal, siempre que la intención así
reconstruida constituye un posible significado de la declaración formal. En otras
palabras, es necesario que la voluntad negocial, averiguada aun en base a
elementos extrínsecos, haya encontrado una expresión, aun cuando sea
imperfecta o impropia, en la forma prescrita por la ley. Esto es suficiente,
puesto que queda satisfecho el requisito de la forma.

A manera de resumen, señala, fundamentalmente, que para interpretar un acto


jurídico debe tenerse en consideración, primordialmente la voluntad interna o
subjetiva del sujeto, dejando de lado aquella voluntad externa, objetiva o
exteriorizada por la persona. Como se podrá observar existe una prevalencia o
preferencia del aspecto interno de la voluntad a diferencia de la voluntad
exteriorizada.

1.4.2. Interpretación objetiva o Teoría de la Declaración


Según esta teoría, propulsada por la escuela alemana, para interpretar los
actos o negocios jurídicos se debe tener presente, esencialmente, la voluntad
exteriorizada por la persona, mas no la voluntad interna o subjetiva. De lo
expuesto, se nota pues un predominio de la declaración (voluntad externa)
sobre la intención (voluntad interna).

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Asimismo, debemos precisar que originalmente el Código Civil alemán BGB,
estuvo impregnado de un criterio netamente subjetivista recogiendo el modelo
francés plasmado en la categoría de la voluntad, sin embargo, con
posterioridad, por la corriente de la misma doctrina alemana, se optó a la teoría
objetiva o de la declaración.

Como se podrá apreciar, las dos teorías citadas, resultan ser antagónicas entre
sí, razón por la cual aparecieron otras dos teorías que tratan de conciliar a las
señaladas, pero a la postre lo que originaron fue una bifurcación aún más
notable entre ellas; trayendo una irremediable inconcibilidad, estas teorías son
la teoría de la responsabilidad y la teoría de la confianza o buena fe. (Cusi,A,
2015).

1.4.3. Teoría de la Responsabilidad


Tuvo como propulsor al alemán Ihering, quien señala que la persona que emite
una manifestación, por el solo hecho de hacerlo deberá garantizar que ella
corresponde a su real intención, caso contrario estará obligado a indemnizar por
su falta de sinceridad. Esta teoría por sus fundamentos doctrinales toma partido
por la Teoría de la Voluntad, siendo afín a esta.

1.4.4. Teoría de la Confianza o Buena fe.


Establece un juzgamiento "a priori" de la buena fe, señalando que la persona que
recibe una declaración debe considerar que la misma corresponde a la real
voluntad de quien lo hace y, en caso de que ello suceda estará protegido con el
amparo que otorga la buena fe. La teoría señalada tiene correlación con la Teoría
de la declaración.

Pues bien, el correlato de las teorías desarrolladas y, relacionadas con el Código


Civil peruano, tenemos que el artículo 168º recoge en forma clara la Teoría de la
declaración y la teoría de la confianza o buena fe, por cuanto al señalar en forma
taxativa: "El acto jurídico debe ser interpretado de acuerdo con lo que se haya
expresado en él y según el principio de la buena fe", se refiere tanto a la voluntad
objetiva (expresado exteriormente la voluntad) así como a la buena fe.

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1.4.5. Sistema Mixto
Como hemos visto en los sistemas anteriores el objeto y las posibles
orientaciones de la actividad interpretativa del acto jurídico depende de que este
sea considerado como un acto de voluntad, o bien de identificarlo con la mera
declaración exterior. Si el elemento esencial del acto jurídico es la voluntad, el
objeto de la interpretación es la voluntad negocial, por tanto, toda la actividad
interpretativa debe orientarse valiéndose de todos los medios permitidos, a la
búsqueda del interno querer, como hecho psíquico, del agente. Una concepción
como esta no satisface, porque descuida la exigencia de una tutela razonable de
la confianza depositada en la declaración por el destinatario de la misma y en
general por los terceros.

Si se considera al acto jurídico como a una mera declaración exterior, el objeto de


la interpretación se limita a lo que se ha expresado, el intérprete no puede
apreciar el sentido del acto de otro modo que no sea en lo expresado y solo desde
lo expresado, en vista a la expectativa que pueda suscitar en el mundo externo, y,
por tanto, la actividad del interprete se reduce a un juicio objetivo y extrínseco,
sobre el significado del negocio, con la consecuencia, aún más grave que la
anterior, de un eventual sacrificio de la real determinación de las partes de algún
modo manifestada aun por actos extra formación del negocio, la cual debería
conducir una correcta interpretación.

Para superar los errores del sistema subjetivo y del objetivo, la interpretación debe
orientarse a determinar el significado más correcto del acto, considerando su
función de eficacia como un instrumento de autorregulación de intereses privados.
Desde esta perspectiva, la interpretación debe orientarse directamente al
contenido del acto, el mismo que constituye el punto de partida del objeto de la
valoración que el derecho hace de la autorregulación de los intereses privados;
por consiguiente, el contenido del acto jurídico debe ser revelado en su pleno
significado, según una valoración comprensiva y equilibrada de los intereses de
las partes. La voluntad de las partes, que representa la fuente de la voluntad
negocial, de un lado, y el comportamiento de ellas, como el conjunto de actos
exteriores con los cuales se realiza el contenido, del otro solamente pueden
adquirir relevancia, según esta correcta perspectiva, como los elementos, si bien
de peso determinante, los cuales se vendrá a parar cuando se trata de resolver
los diversos problemas relativos a la indagación sobre el significado del acto.

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1.5. Naturaleza de las Normas Interpretativas.
La doctrina moderna predominante reconoce que las normas sobre interpretación del
acto son de carácter imperativo, cuyos criterios deben ser interpretados
ineludiblemente por el intérprete con el fin de dar soluciones a diversas cuestiones
que se presenten con relación a la determinación del sentido y alcance del acto.

Torres Vásquez, A. (1998) sostiene por ser normas interpretativas de carácter


interpretativo y no dispositivo, deben observarse no solamente por los magistrados
en los casos sometidos a su conocimiento, sino también por las partes, que deben
tenerlas en cuenta para determinar el significado del acto jurídico que han
celebrado”. (p,569).

1.5.1. Objeto, Propósito y Finalidad


El objeto de una ciencia, materia o disciplina es aquello de lo que se ocupa o
sobre lo que recae. Así, dado que la Interpretación se ocupa o recae sobre el
derecho, resulta obvio que es el derecho el objeto de la Interpretación. El Derecho
que es objeto de la interpretación, a su vez, puede provenir bien de una norma
jurídica, de la Costumbre o de los Principios Generales del Derecho; en cualquiera
de estos casos la labor interpretativa estará presente, aunque en este trabajo nos
ocupamos sólo del primer caso. El propósito u objetivo de la Interpretación (fin
inmediato) es desentrañar el sentido y significado del Derecho. Ludwig
Enneccerus7 lo dice de la manera siguiente: “El objetivo de la Interpretación es el
esclarecimiento del sentido propio de una proposición jurídica.” Además, la
Interpretación jurídica tiene un fin (mediato): que es, a través de los tribunales,
aplicar correctamente el Derecho a los hechos.
Estamos de acuerdo con el Jurista y profesor sanmarquino Carrión Lugo, J.
(2004) quien entiende “que la tarea interpretativa no puede realizarse por simple
interpretación, sino referida siempre a hechos materia de controversia y con la
finalidad de establecer una norma específica (sentencia), pero igualmente con
fines docentes (doctrinarios, científicos, particulares) es posible interpretar la
norma refiriéndose a hechos hipotéticos o supuestos” (p.133).

En resumen, las normas sobre interpretación del acto jurídico son imperativas, para
los magistrados y para cualquier otro tercero, pero las partes solamente son
imperativas si no hay acuerdo unánime diferente, las partes en ejercicio de su

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autonomía de voluntad, pueden darle la significación que deseen sobre lo que han
celebrado, con tal que no atenten con normas imperativas (no interpretativas) el
orden público o las buenas costumbres.

1.6. Destinatarios de las normas de interpretación


Debido al carácter imperativo, los destinatarios de las normas de interpretación son
todos aquellos interesados en saber el significado y el alcance de un marco jurídico,
los magistrados, los árbitros de derecho y otros funcionarios para resolver dentro
del límite de sus competencias un conflicto suscitado en un acto jurídico.

1.7. Clases de interpretación


Torres (1998), pp. (683 – 684) sostiene que la interpretación del acto jurídico tiene
tres clases que son:

1.7.1. La interpretación auténtica o convencional

Es aquella realizada por los mismos por los mismos celebrantes del acto jurídico,
donde, frente a ambigüedad o poca claridad de alguna de partes conformantes del
mismo, proceden realizar la interpretación, y de llegar a entrañar el verdadero
sentido o alcance, plasmado en un documento posteriores que vendrá hacer el
acto interpretativo y pasará a formar parte del acto jurídico que se a interpreta. La
interpretación auténtica de los actos jurídicos unilaterales, plurilaterales son
interpretados auténticamente con la manifestación de voluntad de todos los que
son parte en ellos. La interpretación auténtica de los actos jurídicos unilaterales es
realizada mediante la manifestación unilateral del otorgante.

No es prohibido a las partes la estipulación de un acto jurídico que tenga por


objeto dar una interpretación precisa a un acto precedente celebrado entre las
mismas. Se trata en efecto de un acto por el cual se esclarece el significado, con
valor únicamente declarativo. Si el acto jurídico nuevo se limita solo a interpretar el
precedente, es calificado como acto con valor declarativo, en cambio, si la
interpretación se resuelve en una nueva verdadera modificación de la estipulación
precedente, no obstante que se utilice el mismo nomen iuris, constituye en
realidad una verdadera innovación respecto a la regulación de intereses
precedentemente acordados, caso en el que tendremos un acto jurídico
modificado

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La interpretación auténtica de los actos de autonomía privada es realizada
mediante otro acto de autonomía privada, por lo que el intérprete puede separarse
de los criterios hermenéuticos legales, lo que no está permitido a los magistrados
y a los terceros. Así lo sostiene Betti (1990), al afirmar que en el estricto ámbito de
la autonomía privada del autor de la declaración unilateral mortis causa y las
partes en el negocio bilateral son dos dueños de regular sus intereses como crean
más conveniente, incluso con relación a un problema de inteligibilidad” (p.206).

La interpretación auténtica de un contrato puede ser contextual o sucesiva. La


primera, forma parte integrante del contrato por tratarse de una declaración que
completa, precisándolo, el contenido de la voluntad de las partes. La sucesiva, es
el acto que tiene por fin asegurar el significado de un contrato que las partes ya
han celebrado. Este acto puede perder su función interpretativa y modificación
carece de importancia para las partes, pero frente a terceros se debe aplicar el
principio de tutela de los terceros que de buena fe han adquirido derechos sobre
la base del significado aparente del contrato.

1.7.2. Interpretación judicial


Es la realizada por las mismas partes mediante un acto jurídico sucesivo de
fijación del significado del acto que han celebrado con anterioridad. Los actos
bilaterales y plurilaterales son interpretados auténticamente con la manifestación
de voluntad de todos los que son partes en ellos. La interpretación auténtica de
los actos jurídicos unilaterales es realizada mediante la manifestación unilateral de
otorgante.

Es decir, es la practicada por los jueces y tribunales para emitir sus decisiones
(sentencias y demás resoluciones motivadas jurídicamente) en las cuales esta
interpretación queda plasmada. Para Couture ésta es la preferida de quienes han
trabajado en este campo de la teoría general del derecho
En efecto, es mediante la que realizan los jueces que la Interpretación tiene vida
práctica, pues su carácter obligatorio la hace trascender directamente en la vida
en sociedad. En la medida que provenga de instancias más elevadas la
interpretación judicial, sentada en los precedentes, tenderá a influenciar con
mayor autoridad y frecuencia.

En los países en los que existe el Recurso de Casación la interpretación judicial


resulta obligatoria para los órganos jurisdiccionales de instancias inferiores si se

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emite en los términos y condiciones legalmente exigidos. Así, en nuestro país, es
el Art. 384° del Código Procesal Civil (C.P.C.) el que designa a la correcta
interpretación del derecho como uno de los fines esenciales del Recurso de
Casación, el Art. 386° inc. 1 Es el que incorpora a la “interpretación errónea de
una norma de derecho material, así como de la doctrina jurisprudencial” como una
de las causales que permiten interponer el Recurso de Casación y es el Art. 400°
11 el que prevé cuáles son los requisitos y condiciones para que el precedente allí
sentado sea considerado como doctrina jurisprudencial que vincule a los demás
órganos jurisdiccionales del Estado.

En este caso, cuando no hay acuerdo para que las partes realicen la
interpretación, o existiendo no se llega a ninguna solución respecto a la
interpretación, es factible que se recurra al poder judicial, pues será el órgano
jurisdiccional el que interprete el acto jurídico que resulta ser poco claro. La
interpretación que se realice será plasmada en la sentencia que dicte el respectivo
juez. Estando frente a una resolución judicial, el caso de ser firme o que constituya
una cosa juzgada, será vinculante esta determinación para los celebrantes del
acto jurídico o cualquier tercero que tenga interés respecto al mismo. Con el fin de
resolver el conflicto de intereses sometido a su decisión.

1.7.3. Interpretación Doctrinal


Es, como su nombre claramente lo indica, la interpretación practicada por los
doctrinarios, por los teóricos, por los juristas o jurisconsultos, por los tratadistas,
por los estudiosos del derecho, y en general por quienes se dedican a la ciencia
del derecho; de ahí que también se le conozca a esta Interpretación como
“científica”. La Interpretación doctrinal si bien se caracteriza por no ser obligatoria,
sin embargo, por su carácter científico y por la autoridad de quienes la practican,
es la que termina siendo predilecta.

Realizada por terceros como una función de asesoramiento o institución versada


en materia jurídica, en especial conocedores del acto jurídico, pero carece de
fuerza e influencia, aunque en ocasiones la adquiere a través de las otras formas
señaladas. Tal sucede cuando se invoca en las sentencias de los tribunales o
sirve de fundamento para la redacción de leyes. Con la finalidad de que, en base
sus nociones pormenorizadas en estos temas, procedan a encontrar el verdadero
sentido o alcance de lo que resulta poco claro o ambiguo.

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Un claro ejemplo, la opinión de un jurista sobre la significación y alcance de un
acto jurídico. No tiene carácter vinculatorio para las partes ni para el intérprete,
aunque si puede tener influencia moral sobre terceros, especialmente sobre los
magistrados, según el grado de prestigio del intérprete.

Esta interpretación podrá ser ilustrativa o referencial y, de ser el caso, servirá para
efectos de que en su momento oportuno el juez o el árbitro, o las partes tengan a
bien considerarlo.

1.7.4. Interpretación Arbitral


Esta es considerada por la doctrina.

Es aquella realizada por el árbitro, ante quien se somete el acto jurídico que
resulta ser poco claro, confuso o ambiguo para su interpretación pertinente. El
documento que contenga el acto interpretativo vendrá a ser el laudo arbitral, el
que por cierto es vinculante para los que por cierto es vinculante para los que se
someten a esta clase de interpretación.

1.8. Interpretación, calificación e integración del acto jurídico


Torres (1998), pp. 684– 687) manifiesta sobre la diferencia de la interpretación
calificación y de la integración del acto jurídico.

1.8.1. La interpretación del acto jurídico


La interpretación del acto es la técnica dirigida al conocimiento del contenido,
sentido y al alcance del acto, ósea de la regulación establecida por el agente o los
agentes que lo crean.

Torres (1998), expone que “es una actividad encaminada, mediante un proceso
de comprensión, a establecer el sentido y alcance de la manifestación o
manifestaciones de voluntad (declaraciones y comportamientos), resolviendo así
las dudas sobre su existencia y las desinteligencias sobre su contenido. Es
primordialmente una cuestión de hecho, debido a que se circunscribe al contexto
en que fue celebrado el acto jurídico y, se interpretan tomando como marco de
referencia ello” (p.684).

Todo acto jurídico debe ser interpretado según el principio de la buen.

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En síntesis, es una actividad encaminada mediante un proceso de compresión,
establecer el sentido y alcance de la manifestación o manifestaciones de voluntad,
resolviendo así las dudas sobre su existencia y las desinteligencias sobre su
contenido.
1.8.2. La Calificación del acto jurídico
Consiste en determinar su naturaleza jurídica, expresada en un nomen iuris
(arrendamiento, hospedaje, etc.), lo que viene a constituir la premisa
indispensable para determinar las normas jurídicas que le son aplicables. Por la
calificaron se identifica el abstracto tipo legal en cuyo supuesto normativo se ha
subsumir el acto jurídico concreto.

1.8.2.1. Calificación de un contrato


La calificación de un contrato consiste en establecer su naturaleza jurídica,
encuadrándolo en alguno de los tipos que regula la ley o en otro que resulta ser
expresión de la libertad contractual de las partes. La designación que las partes
hayan empleado es absolutamente indiferente. Las cosas son por lo que son y
no por su nombre. Así lo han fallado reiteradamente nuestros tribunales de
justicia.

No siempre la tarea del juez es la de calificar. A veces únicamente debe


interpretar una determinada cláusula contractual accesoria o complementaria a
un contrato tipo (compraventa, arrendamiento). Sin embargo, cuando debe
hacer ambas tareas, lo lógico es que primero interprete para descubrir la
voluntad real y luego califique.

La importancia de la calificación radica en la circunstancia de que por ella se


determina toda la legislación supletoria aplicable al contrato, en aquello que no
fue previsto por los contratantes.

1.8.3. Integración del acto jurídico


Por la integración del acto jurídico se llena las lagunas que presenta con las
normas dispositivas que se consideran incluidas en el acto sino se ha dispuesto lo
contrario, para determinar todos los efectos que se habrá de producir. Se llenan
los vacíos que se presentan para establecer todos sus efectos puesto que el acto
negocial obliga a las partes no solo en cuanto se haya expresado en el sino
también en todos sus efectos que se deriven de la ley.

16
La integración radica en establecer lazos de normatividad cuando existan vacíos o
lagunas que se puede encontrar en el ordenamiento jurídico, teniendo como
alcance o valor la plenitud del Derecho.

Por ejemplo, si los contratantes no han dicho nada sobre el saneamiento por
evicción o por vicios ocultos del bien transferido en propiedad, posesión o uso, se
aplican las normas relativas a esta materia contenidas en el Código Civil, arts.
1848 y ss. Por la interpretación se atribuye su significación y alcance al acto
jurídico, en cambio, por la integración se llena los vacíos que presenta para
establecer todos sus defectos, puesto que el acto negocial obliga a las partes no
solo en cuanto se haya expresado en él, sino también en todos sus efectos que se
deriven de la ley.
Al establecerse, mediante la interpretación, el alcance del acto jurídico que han
fijados los efectos que las manifestaciones de las partes han introducido en el
contenido del acto, a estos efectos derivados de la manifestación de voluntad,
mediante la integración, se agregan los otros efectos dispuestos por la ley o
también por la costumbre en los casos en que la ley se remita a ella.

1.9. La interpretación del acto jurídico: sistema mixto


Voluntad + declaración
Según Torres (1998) expone que “en la esencia del acto jurídico esta la voluntad
jurídica. Los elementos esenciales de la voluntad jurídica son el discernimiento. La
intención, la libertad (estos tres elementos integran a la voluntad interna) y la
exteriorización (voluntad de declarar). La voluntad interna y la declaración
constituyen una unidad denominada voluntad jurídica que para ser interpretada
necesita ser reconocida externamente bajo la forma de una Declaración verbal o
escrita o alguna manifestación conductual.

Los que han tomado la decisión de celebrar un acto jurídico plasman su deseo es
una manifestación de voluntad, cuyas estipulaciones regirán sus derechos y
obligaciones. Estas estipulaciones pueden ser claras denotando la voluntad real de
las partes o pueden ser ambiguas, contradictorias, oscuras, de modo que no reflejan
el sentido y alcance que las partes quisieron dar a sus declaraciones. Lo que dice la
declaración de voluntad puede ser muy claro, pero lo que quisieron decir las partes

17
puede no estarlo, por ello, la idea de que las expresiones claras no necesitan ser
interpretadas ha caído en descrédito.

Todo acto jurídico, unilateral, bilateral o plurilateral, formal o verbal, concluido


expresamente o tácitamente, necesita de la interpretación para resolver las
desinteligencias que se plantean en cuanto a su significación y alcance.
Con la interpretación del acto jurídico se persigue reconstruir la voluntad real que se
reconozca en lo exteriorizado (no a la voluntad psicológica) para darle sentido y
alcance a las declaraciones de voluntad del agente o agentes como actos sociales
destinados a producir efectos jurídicos. Cuando el acto es bilateral o plurilateral, la
voluntad individual de una de las partes no puede sobreponerse sobre la voluntad
común porque en estos actos lo que vale es el consentimiento (es decir la
confluencia de voluntades de todas las partes) y no cada una de las intenciones
individuales.

La buena fe no admite que se haga prevalecer con indagación subjetiva que puede
conducir a sustituir la voluntad de las partes por una voluntad ficticia producto de la
apreciación conjetural del intérprete ni tampoco permite la supremacía de la teoría
objetiva que puede llevar a amparar el error, el dolo, la usura, el abuso de la parte
fuerte sobre la débil, sino que propicia una averiguación intermedia entre esos dos
extremos.

La interpretación no tiene por objeto únicamente a la declaración (teoría objetiva), no


se agota en los estrechos límites de la declaración con la cual se crea el acto
jurídico, no se limita al análisis gramatical de las expresiones usadas por los
declarantes, sino que investiga y reconstruye la voluntad real, de alguna forma
exteriorizada, de las partes tomando en consideración sus comportamientos
anteriores, simultáneos o sucesivas (teoría subjetiva).

1.10. Interpretación Constitucional


1.10.1. Origen
Allí donde una norma ha sido prevista para ser aplicada, necesariamente habrá
interpretación. De ahí que, habiéndose inspirado nuestro derecho constitucional
en la doctrina española, para la cual la Constitución es derecho positivo
vigente, es norma jurídica que debe ser aplicada; entonces debemos concluir
que existe obviamente, con mayor razón, una interpretación constitucional.

18
Bien relaciona en el tiempo Landa Arroyo, C. (2003) sostiene que” el desarrollo
de los derechos fundamentales con la interpretación, pero no debemos pasar
por alto que ello se debió a que tal desarrollo se plasmó en normas jurídicas
destinadas a ser aplicadas, en la incorporación normativa de derechos
constitucionales subjetivos que quedaban sujetos a aplicación por los órganos
encargados de administrar justicia constitucional.” (p. 215)
1.10.2. Método
Del Art. 138° de la Constitución se establece que los jueces preferirán la
aplicación de la norma constitucional frente a cualquier otra norma en caso de
incompatibilidad. El método de interpretación constitucional presupone,
entonces, que toda interpretación implementada conforme a los criterios y
teorías ya desarrollados, se somete a lo establecido en la Constitución, es
decir, deberá siempre preferirse la interpretación que sea conforme o más
conforme a la Constitución.

Así, si por su alcance (ya sea por ser restrictiva o extensiva) o por su fuente o
por su método, se llega a una interpretación que termine transgrediendo alguna
norma del texto constitucional, no quedará más remedio que recurrir a la
interpretación que en cada caso quede como alternativa, siempre, claro está,
que la elegida se someta a lo previsto en la Constitución.

1.10.3. Principios
Los Principios de Interpretación constitucional.
Estos Principios que, entre otros autores cita el Dr. Aníbal Torres Vásquez,
comúnmente son:
a) Principio de unidad de la Constitución: Por este Principio, la
Constitución se interpreta como un todo o una unidad, sin considerar sus
disposiciones como normas aisladas

b) Principio de la coherencia: Principio éste por el cual no deberían tener


cabida las contradicciones entre las normas constitucionales. Postula la
concordancia entre las distintas normas constitucionales que protejan
diferentes bienes jurídicos.

19
c) Principio de la funcionalidad: Por el que se busca el respeto a las
competencias de los distintos órganos, conforme al diseño preestablecido
por la Constitución. Así, ningún órgano estatal invadirá el ámbito
competencial de otro, lográndose de esta manera un trabajo coordinado y
en armonía.

d) Principio de la eficacia: La interpretación debe estar orientada a que se


optimice la eficacia de las normas constitucionales, persiguiéndose así que
sus fines se realicen con la mayor eficacia posible.

e) Principio in dubio pro libertate: Dado que la libertad pertenece a ser


humano, también se utiliza la denominación “in dubio pro homine” para
referirse a este principio. Por este principio, en caso de duda, ésta se
dilucidará a favor de la libertad del ser humano, como garantía de la
efectiva vigencia de los derechos (subjetivos) fundamentales.

f) Principio de duración de la Constitución: Esta interpretación persigue


como objetivo esencial una Carta que tenga duración como texto normativo
y como programa político

1.11 Criterios de interpretación


1.11.1. Interpretación Literal. Principio de la buena fe

Art. 168 del Código civil. - El acto jurídico debe ser interpretado de acuerdo con
lo que se haya expresado en él y según el principio de la buena fe.

El artículo mencionado anteriormente contiene dos reglas de interpretación de


los actos jurídicos: la interpretación literal y la interpretación de la buena fe.

1.11.1.1. Interpretación Literal

Probablemente el método o estilo hermenéutico más antiguo es el literal o


también llamado gramatical o filológico, ya que la primera actitud del
interprete fue la de atenerse a las palabras orales o del texto escrito en la
norma. Este fue el método propio de la era de los glosadores que recurrieron
a la sinonimia y a la etimología de las palabras.

El acto jurídico como norma particular que es, constituye una realidad
morfológica y sintáctica que el intérprete debe analizar desde el punto de

20
vista gramatical o literal para captar su significación y alcance. Si luego de
ser interpretado resulta que los términos utilizados son claros en cuanto
revelan sin lugar a dudas la voluntad real del agente, se estará al sentido
literal de las estipulaciones.

Torres (1998) manifiesta que, “la averiguación del sentido literal de la


declaración es el punto de partida de toda interpretación y, en caso de que
la desinteligencia sobre el sentido del acto subsista, determina el marco
dentro del cual deben de operar los otros criterios. El elemento gramatical o
literal, como recurso hermenéutico, nos enseña el contenido y alcance del
acto jurídico de acuerdo con el significado de las palabras. Este
procedimiento que pareciera tan sencillo, presenta en la práctica serios
inconvenientes en vista a que el significado de las palabras y otros signos
usados como medios de expresión puede variar según el contexto, o según
las circunstancias o el modo de expresarse de las personas o de los grupos
sociales.” (p.506)

También nos manifiesta que, “la impropiedad de las palabras usadas por el
agente o agentes, la variación del significado con el tiempo y los lugares, los
varios significados que puede tener una misma palabra, la sinonimia y la
polisemia, son características de todo lenguaje; toda expresión lingüística,
debido a razones semánticas o sintácticas, es susceptible de tener varios
significados. Las partes que celebren un acto jurídico pueden atribuir a las
palabras su significado corriente o un sentido que no tienen o que es
contrario al indicado. Muchas veces no hay uniformidad de criterios sobre el
sentido de una palabra, ni en el uso social, ni en el ámbito jurídico.

Por tanto el acto jurídico no pueden ser interpretado solamente de acuerdo


con lo que se haya expresado en el optando así por un sistema objetivo a
ultranza sin ninguna atenuación , puesto que si los términos son claro, no
dejan duda sobre la voluntad real del agente, se estará necesariamente a su
sentido literal, pero si esos términos son contrarios a la voluntad del agente,
tiene que prevalecer esta, porque en caso contrario no solo se estaría
amparándola mala fe sino que se desnaturalizaría la finalidad del derecho
que tiende a la realización de la justicia. (p.507)

21
Las expresiones usadas en la celebración de un acto jurídico pueden
aparecer claras y univocas, sin embargo, la verdadera intención de las
partes no siempre puede coincidir con lo expresado.

En resumen, si los términos del acto jurídico son claros y no dejan dudas
sobre la voluntad del agente o agentes que lo celebran se estará dando el
sentido literal de sus estipulaciones, Si se prueba que la declaración no
responde a la voluntad, prevalecerá esta sobre aquella, Para determinar la
voluntad del agente o agentes se debe apreciar su comportamiento total,
considerando las practicas establecidas entre ellos si las hay, las
negociaciones preliminares, aun el comportamiento posterior a la celebración
del acto jurídico y todas las circunstancias pertinentes del caso.

1.11.1.2. Interpretación de la buena fe

El acto jurídico debe negociarse, celebrarse, interpretarse y ejecutarse de


acuerdo con la buena fe. El principio de la buena fe es el alma de las
relaciones sociales y el principio rector de la interpretación jurídica. Buena
fe significa honradez, sinceridad, corrección, lealtad, cooperación con la
otra parte con quien se negocia, celebra o ejecuta un acto jurídico,
sensibilidad a sus razones, salvaguarda de sus intereses, comportamiento
solidario y reciproco.

Romero (2013) manifiesta que, “por el principio de la buena fe, el


declarante exterioriza su voluntad con sinceridad y responsabilidad, y el
destinatario, actuando diligentemente, fía y confía en esa declaración, la
buena fe la vinculamos a la correlación entre lo que se quiere y lo que se
manifiesta, también al comportamiento de los que por su vinculación el
acto jurídico, son parte de la relación jurídica a crearse, regularse,
modificarse o extinguirse.” (p.319)

De la misma manera específica que, “observando el art.168 en su


conjunto, apreciamos que la buena fe es una medio, un instrumento, una
luz que nos permite ver con claridad el tema en materia a la interpretación,
que es dado por lo que se ha expresado en el acto jurídico.” (p.320)

Torres (1998) especifica distintos sentidos respecto a la buena fe:

 En una primera acepción, la buena fe es el principio general informador


de todo el ordenamiento jurídico, es decir, todo el derecho se edifica, se

22
funda, sobre la base de principios generales, entre ellos el de la buena fe.
Como principio general la buena fe es la aplicación de otro principio
general “alterum non laedere” al cual está vinculado. Los principios
generales, entre ellos la buena fe fundamentan o sustentan todo el
ordenamiento jurídico.
 En segunda acepción, la buena fe es un principio general de integración
del ordenamiento jurídico. A falta de ley o de costumbres, los vacios que
presenta el ordenamiento jurídico se integran con los principios generales
en lo que figura la buena fe.
 En una tercera acepción, que es la que interesa a este estudio, la buena
fe constituye una regla de interpretación del acto jurídico. Solo si los
agentes del acto jurídico actúan conforme al principio de vivir
honestamente pueden calcular las consecuencias de sus actos y,
consecuentemente, están obligados a cumplir el acto jurídico completa y
oportunamente; en cambio. El actuar deshonesto de una de las partes
determina que la otra no quede obligada, porque en vez de acuerdo, para
perfeccionar el acto jurídico de que se trate, solamente hay desacuerdo.
El agente que ha obrado de buena fe no puede quedar obligado por la
mala fe del otro.

La buena fe como modelo de conducta ético social posee:

 Aspecto Negativo: También llamada o de veto, en cuanto rechaza una


conducta deshonesta y otro positivo en cuanto impone una conducta de
colaboración con los demás para que puedan alcanzar los fines que
persiguen.
La buena fe de las partes es el principio rector base para la interpretación
del acto, el que necesariamente debe considerar el intérprete en la
valoración de la conducta de los manifestantes de la voluntad y sus
destinatarios. La buena fe se debe dar no solo en durante el periodo de
formalización del acto jurídico sino también en la negociación, ejecución o
en su caso en el de disolución para evitar que se frustre el fin perseguido
o que se perjudique la otra parte.

 Aspecto Activo: Preside la vida de todo acto jurídico, desde la fase pre-
negocial hasta el post-negocial y el aspecto pasivo de la buena fe, es
decir, protege al destinatario de la declaración de la voluntad en su

23
creencia sobre el sentido de la declaración, siempre que haya obrado con
diligencia, atendiendo a las circunstancias del caso. Hay que suponer que
el destinatario de la declaración solo entiendo o pudo entender lo que a
través de la declaración conoció o pudo conocer, en tanto no se pruebe
que conocía que la intención del declarante era otra, en cuyo caso
prevalecerá la voluntad real sobre la declarada.

En materia de actos jurídicos, la buena fe significa que las declaraciones


de voluntad deben responder a motivaciones serias, deben ser la
consecuencia de una conducta responsable, de modo tal que el
beneficiario de la declaración no se vea defraudado en la confianza que
ha depositado, obrando activamente, en las expresiones de la otra parte.

1.11.1.3. La buena fe subjetiva

Es de tono individual e intelectual, consiste en la creencia o ignorancia que


tiene el sujeto de la relación jurídica de estar actuando con corrección y
lealtad de comportamiento, de que no está dañando un interés ajeno; la
buena fe subjetiva también se refiere a la creencia que tiene el destinatario
de la declaración de voluntad, quien fía y confía en que esta corresponde
al querer real del declarante.

Resigno citado por Torres (1998) manifiesta que, “la buena fe constituye
una regla favorable y no contraria, a una interpretación subjetiva bien
entendida. En conformidad con ella se actúa una serie de caos en los
cuales, de otro modo, por la falta de un criterio de composición de los
conflictos sobre el significado de contrato, se tendría que recurrir a un
criterio de interpretación extrínseco al acto, sacrificando eventualmente,
por la mala fe de una de las partes, la común real determinación de
ambas.” (p.510)

1.11.1.4. La buena fe objetiva

Torres (1998) explica que, “es entendida como un modelo de conducta


social imperante en una comunidad; un comportamiento de fidelidad típico
o deber general de corrección, de honestidad, probidad, confianza,
sinceridad y lealtad. Este tipo de conducta social sirve para interpretar
corrigiendo el sentido de la declaración o integrándola y aun sustituyendo
la propia voluntad. Las partes del acto jurídico están obligadas a actuar en

24
forma diligente y prudente, según el modo normal y propio de la gente
honesta y decente que no busca crear confusiones para sacar provecho de
ellas.” (p.510)

La buena fe objetiva supone conferir al acto jurídico el significado que le


atribuirán personas normales y leales, y aunque en el acto concreto, las
partes no estén de acuerdo con ello en absoluto, de acuerdo con este
criterio la buena fe objetiva, el acto jurídico puede tener un significado
diferente al texto literal, cuando este significado es diverso del significado
que le darían personas honestas.

Tanto en su sentido subjetivo como objetivo, la buena fe es una regla de


conducta a la que deben adecuar su comportamiento los que son parte en
un acto jurídico: el declarante exterioriza su voluntad con sinceridad y
responsabilidad y el destinatario, actuando diligentemente, dia y confía en
esta declaración.

El intérprete debe atribuir al acto jurídico el sentido que corresponde a un


acto realizado por personas honestas y correctas, cuyo comportamiento es
razonable y acorde con el sentido común y con el actuar normal, además
la buena fe tiene una función integradora y correctora del contenido del
acto jurídico.

1.11.2. Interpretación Sistemática

Art. 169 del Código Civil. - Las cláusulas de los actos jurídicos se interpretan las
unas por medio de otras, atribuyéndose a las dudosas el sentido que resulte del
conjunto de todas.

En el sentido del artículo mencionado anteriormente, las cláusulas del acto


jurídico se interpretan las unas por medio de otras, atribuyendo a cada una el
sentido que resulte del conjunto del acto. La norma impone la interpretación de
acto no atomísticamente, si no en su conjunto e interrelación, para obtener, más
allá de la interpretación literal, el sentido y el alcance del acto, o sea determinar
qué derechos persiguen adquirir las partes y que deberes u obligaciones deseen
contraer.

Ramírez (2005) expresa que, “su adopción tiene la finalidad de excluir la


posibilidad de que el acto jurídico de contenido a pactos contrarios o
contradictorios entre sí, de tal manera que cada clausula deberá enmarcarse

25
dentro del conjunto del acto jurídico, para dicha finalidad, es decir, para
encontrar el sentido de cada una de las clausulas es necesario examinarlas
todas pero sin darse a las clausulas una dependencia tal como para que el acto
jurídico deba caer, si una de la clausulas fuera nula y que pese a intentarlo no
armoniza con las otras será necesario sacrificarla.” (p.180)

Dicho método de la interpretación interdependiente o sistemática, hace que el


hermeneuta vea el conjunto de la manifestación de la voluntad como una unidad,
y que, en caso de disposiciones o clausulas contradictorias las armonice,
evitando interpretaciones aisladas y que más bien las integre al sentido de las
demás, con las que deben formar un conjunto unitario, el principio también se
rige cuando se trata de interpretar dos o más actos jurídicos vinculados entre sí,
aun cuando el tenor del articulo parezca indicar que solo es aplicable a un acto
jurídico en particular, lo que no debe entenderse así.

Romero (2013) argumenta que, “se aplica cuando el acto jurídico contiene
clausulas contradictorias que le crea incertidumbre. La confusión se supera
aplicando las reglas del citado dispositivo, una clausula no puede tomarse con
un significado anárquico, si no a la luz de la unidad de la unidad ontológica que
pertenece el negocio, todas las clausulas deben de interpretarse vinculando
unas con otras, para encontrar el sentido integral del acto.” (p.321)

Torres (1998) argumenta que, “la interpretación sistemática no se refiere solo a


las relaciones entre clausulas o estipulaciones, entendidas como unidades
elementales del texto del acto jurídico, sino también a relaciones entre
elementos de una misma clausula o estipulación, cuyas especificas palabras o
proposiciones son interpretadas a la luz de las otras palabras o proposiciones
que lo componen. Se refiere también a textos que no son clausulas propiamente
dichas como los anexos de un contrato”. Así mismo también nos manifiesta que,
“el acto jurídico no es una suma de estipulaciones o clausulas, estas no están
yuxtapuestas sin ninguna interrelación, si no, como se desprende del art. 169,
constituyen un todo coherente y orgánico, no son contradictorias sino
interdependientes por lo que han de interpretarse las una por medio de otras,
atribuyendo a cada una el sentido que resulte del conjunto”. (p.514)

La interpretación sistemática, contextual o interdependiente, parte del hecho de


que el acto jurídico es un todo integral, una unidad indivisible, hallándose sus
estipulaciones concatenadas las unas con las otras, cuya significación es una,

26
evitándose así las contradicciones; si en el caso de que existieran clausulas
contradictorias, mediante la interpretación habrá que armonizarlas, si eso no es
posible, la cláusula contraria se separa para así mantener el acto jurídico.

1.11.3. Interpretación Finalista

Artículo 170 del código civil. - Las expresiones que tengan varios sentidos
deben de entenderse en el más adecuado a la naturaleza y al objeto del acto.

Romero (2013) expresa que, “no solo se tiene en cuenta la finalidad y objeto
del acto, sino también su naturaleza, cuando el código hace referencia a la
naturaleza lo que el intérprete debe de tener en cuenta es la especie negocial
a la que se puede adscribir; en lo que concierte al objeto se refiere a la
finalidad del acto, es decir, al objetivo que el agente se propuso regular, de
manera que la tarea del interprete consistirá en determinar cuál es la
naturaleza del acto y que objetivos o finalidades se busca con el acto jurídico
celebrado.” (p.322)

Los sujetos realizan actos jurídicos para que produzcan efectos y no para que
no los produzcan. En otros términos, la finalidad que persiguen con la
realización del acto jurídico es la obtención de algún resultado práctico, algún
fin económico o social, el mismo que cuando es perseguido por dos o más
partes es necesaria la reciproca lealtad entre ellas para alcanzarlo.

Esta finalidad tiene un valor decisivo en la interpretación del acto jurídico, ya


que este no es una mera literalidad, sino una unidad de propósitos, por lo que
la interpretación no puede ser un proceso puramente subjetivo, puesto que
una vez perfeccionado el acto jurídico, cobra una cierta autonomía, e impone
sus propias exigencias, por lo que si algunas de sus expresiones tiene varios
sentidos, en la duda, deberá entenderse en el más conforme a la naturaleza y
objeto del acto, o sea, el acto jurídico se interpreta en el sentido según el cual
el acto sea válido y eficaz y no en sentido contrario.

1.11.4. Interpretación contra el estipulante

Artículo 1401 del código civil. - Las estipulaciones inciertas en las clausulas
generales de contratación o en formularios redactados por una de las partes,
se interpretan, en caso de duda, en favor de la otra.

Nos manifiesta Torres (1998) que el artículo mencionado está contenida en


“el Digesto 35,18: (in stipulationibus cum quoeritur quid actum sit, verba

27
contra stipulatorem interpretanda sunt) que quiere decir que cuando en las
estipulaciones se duda que es lo que se haya hecho, las palabras han de ser
interpretadas en contra del estipulante; lo que está justificado por cuanto
exista una clausula debe de interpretarse en contra del estipulante ya que es
el que formula el esquema del contrato mientras que la otra parte solo se
limita a una manifestación adhesiva.” (p.516)

Las clausulas generales de contratación son redactadas previa y


unilateralmente por una de las partes del contrato en forma general y
abstracta, con el fin de fijar el contenido normativo de una serie indefinida de
futuros actos particulares con elementos propios de ellos. En cambio, el
contrato es por adhesión cuando una de las partes, está colocada en la
alternativa de aceptar o rechazar íntegramente las estipulaciones fijadas en
formularios por la otra parte, declara su voluntad de aceptar.

Como tanto en los contratos concluidos mediante clausulas generales en los


que por adhesión el contenido contractual es redactado por una sola de las
partes denominada predisponente, sin la participación del otro contratante, es
lógico que a ella se le atribuya la responsabilidad por las obscuridades, falta
de precisiones, falta de claridad o ambigüedades, puesto que estaba en sus
manos el expresarse en forma adecuada, es decir, idónea, clara y suficiente,
seria, inequívoca, de fácil compresiones por el destinatario, razón que justifica
que el contrato sea interpretado en su contra y en favor de la otra parte quien
lo único que hace para poder contratar es someterse a las estipulaciones de
contrato estándar que casi siempre no lee, o si lo lee no lo entiende por su
redacción técnica o abigarrada, o si lo entiende no tiene la posibilidad de
obtener su modificación.

El contratante fuerte, en tanto predispone del contenido de contractual debe


de redactar el contrato en forma comprensible, delimitando con precisión sus
obligaciones y las del adherente, caso contrario el será el único responsable
de sus ambigüedades, falta de claridad, obscuridades, por lo que resulta
equitativo y razonable que el contrato sea interpretado en contra de sus
intereses, o sea en favor del adherente como parte débil excluida de los
mecanismos de participación en la formación del contenido contractual. Si la
interpretación no fuera en contra del estipulante se estaría favoreciendo la
arbitrariedad, el abuso, la negligencia, cuando no el dolo en la prerredacion
contractual.

28
Conforme al art. 1401, en caso de duda sobre su significado, las clausulas
generales de contratación y los contratos celebrados con formularios se
interpretan en contra del predisponente, o sea, en sentido más favorable al
adherente.

1.11.5. Interpretación Restrictiva

Esta interpretación no está contenida en nuestro código civil, por la


denominada interpretación restrictiva, por muy compresivas que sean las
expresiones generales usadas por las partes, debe prevalecer la determinación
concreta de las partes.

Torres (1998) explica que “el acto no comprende los objetos cobre los cuales
las partes no se han propuesto regularlos. Por ejemplo, si en una transacción
las partes establecen que como consecuencia del acuerdo a que han llegado,
en adelante no se podrán exigir entre ellas ninguna otra pretensión,
obviamente, las pretensiones a las cuales se han referido en la transacción son
solamente las concernientes a la cuestión controvertida, y no a las otras
relaciones que eventualmente surjan entre ellas.” (p.521)

Es decir, que por muy generales que sean los términos en que aparezcan
redactado un contrato, no comprenderá este más término sobre las cuales las
partes habían acordado anteriormente.

1.11.6. Interpretación Extensiva

De la misma manera este tipo de interpretación no está contenida en el código


civil; Torres (1998) expresa que, “si en el acto jurídico se ha hecho referencia a
un caso en concreto con el fin de explicar alguno de sus efectos, no se
consideran excluidos los caos no expresados (sean similares o no al ejemplo
propuesto) a los que, de acuerdo a la razón y las circunstancias, pueda
extenderse el contenido de dicho acto. Por el solo hecho de haber mencionado
un caso como ejemplo para explicar algunos de los efectos del acto no puede
quedar restringido su contenido al ejemplo propuesto, sino que tiene que
comprender todos los casos que las partes se han propuesto convenir.” (p.521)

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Claro ejemplo de esto, nos explica Torres (1998), que, si en un contrato de
compraventa de bien inmueble se especifica que el bien vendido se encuentra
libre de cargas y gravámenes a favor de terceros, como hipoteca, embargos;
en la expresión “libre de cargas y gravámenes” debe entenderse
comprendidos, aun cuando no estén mencionado, otros derechos de terceros
como las servidumbres. (p.521)

Entonces se puede deducir que cuando en un contrato se expresa un caso,


para explicar una obligación, no debe deducirse que se ha querido restringir la
extensión que el convenio produce de derecho, en los casos no expresados.

1.11.7. Interpretación Conservadora

Este tipo de interpretación no ha sido acogida por l Código civil, Torres (1998)
argumenta que, “se prefiere que el acto jurídico sea eficaz antes que ineficaz. En
la duda se prefiere que las clausulas o estipulaciones tengan algún efecto antes
que ninguno, por ejemplo, cuando el texto ambiguo tiene tanto un significado
según el cual el objeto del acto seria ilícito, como otro por el cual sería ilícito,
este segundo prevalece porque salva el acto jurídico de la nulidad, el significado
del acto jurídico determinado por la interpretación conservativa no puede ser
desmentida por la real voluntad del agente o agentes que lo otorgaron.” (p.522)

La razón del principio de conservación del acto jurídico reside en que las partes
con su celebración tienden siempre a conseguir algún resultado práctico social o
económico (salvo el caso de un acto jurídico no serio) y no para que no produzca
ningún resultado. De ahí que debe propenderse por la interpretación según la
cual el acto produzca efectos, antes que por aquella por la cual no tendría
ningún efecto. El resultado de la interpretación debe garantizar el resultado útil
del acto. Frente a la duda, el intérprete debe optar por la validez de tal modo que
subsista la eficacia del acto.

En conclusión, la interpretación conservadora sucede cuando en una clausula es


susceptible de dos sentidos, se debe entender en el sentido que ella pueda
producir algún efecto, y no en el sentido en el cual ella no pueda producir
ninguno.

1.11.8. Interpretación según los usos

Esta regla de interpretación se encuentra ausente de nuestro código, se refiere a


la hipótesis en la cual las cláusulas contractuales que resulten ambiguas ya sea

30
de un tenor equivoco o contradictorio, deben interpretarse teniendo en cuenta la
practica observada en el lugar en el cual el contrato ha sido incluido.

Torres (1998) expresa que, “aquí se hace referencia en sustancia a los usos
interpretativos que la jurisprudencia italiana los ha definido como las practicas
generalmente observadas los mismos que pueden variar de un lugar a otro,
razón por la que la ley hace explicita referencia al lugar del contrato con arreglo
a la plaza; el criterio territorial del lugar de la conclusión del contrato no rige
cuando una de las partes es un empresario.” (p.523)

En esta hipótesis se establece que la interpretación de las clausulas ambiguas


se dará con arreglo a los usos del lugar donde la empresa tiene su sede, lugar
que puede ser distinto de aquel en el que el contrato concluyo; con una regla
como esta se asegura al empresario una uniformidad en la interpretación de los
contratos por el celebrados en lugares diversos y satisface exigencias propias de
un sistema masivo de producción y distribución de bienes y servicios, las partes
pueden estipular en el contrato un lugar diverso al señalado por la ley.

Cabe resaltar la diferencia de los usos normativos como fuente formal supletoria
de derecho que sirven para integrar las lagunas de la ley y otra los usos
interpretativos que son las estipulaciones o cláusulas de uso que se incorporan
en el acto jurídico.

1.12.Interpretación en favor del deudor e interpretación equitativas

Este tipo de interpretación no se encuentra contenida en nuestro código civil, pero


es contenida en el condigo italiano. La comisión de reformadora del código civil de
1936 la consigno en el título del proyecto de código civil en el art. 30.

Torres (1998) manifiesta, “sin duda se trata de la última ratio del proceso
interpretativo, a la cual se recurrirá si persiste la duda después de haber agotado
las otras vías de interpretación, si el acto es gratuito debe ser entendido en el
sentido menos gravosos para el deudor, por ejemplo, si se trata de una donación,
su significado se adecuará de tal forma que el donante haga el mínimo sacrificio.
En cambio, si el acto es oneroso se propondrá a que se realice una equitativa
armonización de los intereses de las partes; en una compra venta se buscara
establecer la equivalencia de las prestaciones, es decir que el precio corresponda,
ms o menos, al valor real de cambio que el bien vendido tiene en el mercado.

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Estos criterios de decisión aparecen en cierta medida como arbitrarios, se debe
procurar que la solución a la cual se llegue corresponda a la más verosímil
reconstrucción del significado del acto, según sea gratuito u oneroso.

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