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a cultura del Renacimiento en Italia, i del eminente historiador suizo Jacob Burckhardt, tiene todo el renombre de una auténtica obra clasica. Cuando apareciO en 1860, resulté revolucionaria: nunca s¢ habja intentado una descripcion tan completa de una época de nuestra civilizaci6n. Posteriormente se han escrito trabajos de mayor extensi6n, pero no ha sido posible superar la profunda vision de este autor. Con imaginacién y penetracién filoséfica, describe tanto la situacién politica de la Italia del Cuatroccento, como la vida privada, las fiestas... y, desde Inego, el extraordinario florecimiento de las artes y las letras, y el humanismo filos6fico. Un libro de “autor” muy distinto de las historias del arte y del pensamiento o de las enciclopedias convencionales. Morivo de eubierta: "La Rotonda®, de Villa Almerico Capra, de Andrea Palladio. + EDAF ISBN: 84-7166-815-7 VN "738471 "6681 S8 storia RD ct sot Jacob Burckhardt La cultura del Renacimiento [DESARROLLO DEL INDIVIDUO} mI EL SENTIDO MODERNO DE LA GLORIA Ja evolucién del individuo, tal como la hemos descrito, respon- AN ena nr foma dealin hac afer endo mo. derno de la glori se Fuera de Italia vivian las distintas clases sociales cada una para sf, con su medieval honor de clase caracteristico, La gloria pottica de los trovadores, por ejemplo, sélo dentro del mundo caballeresco tenfa vigencia, En Italia, en cambio, sobreviene la equiparacién de clases, Jo mismo ante la tiranfa que ante 1a democracia; también se anuncian 42 principios de una sociedad general, que —hemos de anticipar aqui— se apoya en las literaturas italiana y latina: se necestaba este humus ppara hacer germinar el nuevo elemento, Afiédase a esto que lot auto- res romanos, que se habfan empezado a estudiar‘ con diligente entu- jasmo, estin embebidos en el concepto de la gloria, y que ya su sim- pple contenido objetivo —Ia imagen del imperio universal de Roma— jimponfa un constante paralelo a la vida italiana, En adelante, toda “apetencia toda realizaci6n estarin en los italianos condicionadas por tun supuesto moral previo que el resto del Occidente desconoce. También aqui —como en toda cuestién esencial— hemos de ofr a Dante. Con todas las potencias de su alma aspré al laurel del poeta*s también subraya que, como publicsta y literate, sus crcaciones son csencialmente nuevas y que, en lo suyo, no sélo, es el primero en hollar nuevos campos, sino que quiere que se reconozca asi*. Sin embargo, también, habla, en sus esritos en prose, de las incomodida- des de una gloria excesivas sabe muy bien que al conocer personal- mente al hombre famoso muchos quedan descontentos y desilusiona- 2 Une sole cis Buosacy, Rome viomphaus, ib Vas 117 y sith donde se rep “ela lors cen lo tigi» donde Ta ieee lors conse BU ero conn De pois, qbe abn poeta Petts, se ents erie dele enon ame bee bari, ARV, sl camiesa: "Se mai coming, et Ver Boccacr, Vite di Dante, lg, #9: "Vaphisimo fe anoe © pomp, © eaves pid che laa Inia vis ons srt rb ‘Be elga loa, in, cp. 1. Y e modo may expel en De monarch, 1, ‘pone el concepts’ de managals no sto pa ser Ul al mundo, sve ambi Tra pamur in eam glam agar” a [EL SENTIDO MODERNO DE LA GLORIA} dosry coda ob de tuscan bx clpa de ln cx hs ama poeel dens gry en coils yon fap tnt Sere naje de que se trate, Pero, en total, su gran poema mantiene el criterio de la vanidad de la gloria, aunque de un modo que delata paeiisisin: atte endef pc coonoe oosae del viejo anhelo. En el Paraiso la esfera de Mercurio es la sede de Jos bienaventurados* que aspiraron a la gloria en la tierra y agravia- ron con ello a los “esplendores del verdadero amor”. Es bien elocuente que en cl Infierno las pobres almas pidan a Dante que renueve y man- tenga vivas su memoria y su gloria en la tierra®, mientras las almas del Purgatorio s6lo su intercesién suplican*; en su célebre pasaje® hhasta se condena la avidez. de gloria —“lo gran disio delleccellenza”— por el mero hecho de que la gloria intelectual no es algo absoluto, sino algo que depende de las épocas y que en determinadas circuns- tancias puede ser superada y oscurecida por sucesores de mayor entidad. La nueva generacién de poetas filélogos que siguc a Dante se apo- dera pronto de la gloria en un doble sentido, pues ademés de llegar a ser ellos mismos las més reconocidas celebridades de Italia, disponen cons ae ome poetas ¢ historiadores, de Ja gloria de los dems. Coronacién de los poetas. i este Dts Abeta Md nach ronado como poeta en Padua por el obispo y el rector, era ya glori- ficado en una forma que rozaba la idolatria. Todos los affos, por Na- tail open alas] acaseeemyee ara cad as’ !Gue cls piesios an bungarS a peeticn vvelas encendidas, para saludarle* y obsequiarle. Toda esta magnil Teh he gus ep cx ipa acs chins ae a cae d Genet Gon toda pod dats también Pera de a nua eons Parga, XL, 72-17. Adkinds de i goin eoctamos aq “sil, faa, rms, : ce, mers praise emia com. Dotacn xia so cfos 4 eile a Fb Digs (Opee velo, val. XVI) "perpeand tami desde ving SRMEONN Death Py min (Gey They he 2, Que in ete 1s [DESARROLLO DEL INDIVIDUO} graci6n, antiguamente seservada a los héroes y a los santos, y llega hasta convencerse, en sus tltimos afios, de que le parece vana y molesta, Su eplstola “a la posteridad” * es el balance del hombre viejo y celebérrimo que ha de satisfacer Ia curiosidad piblica; quisiera dis- frutar de gloria en la posteridad y privarse de ella en vida®; en su diflogo de la dicha y de la desdicha*, el contrincante que hablando de Ja gloria demuestra su vanidad esti més convincentemente matizado, Sin embargo, gvamos a tomarle a mal a Petrarca que se alegre por- que el Paleflogo autécrata de Bizancio le conozca, por sus escritos, tan bien como el emperador Carlos IV?* Pues efectivamente, su fa- ‘ma, en vida, habfa traspasado las fronteras de Italia. ZY no hemos de considerar justa su emoci6n cuando en el curso de una visita a su patria, Arezzo, sus amigos le Ilevaron a la casa en que habia nacido, haciéndole saber que la ciudad se encargarfa de que todo se mantuviera alli intacto?® Antes se consagraban y se conservaban las habitaciones de algunos grandes santos, como, por ejemplo, a celda de santo Tomés «en los Dominicos de Népoles o la Porciincula de San Francisco de Asis; todo lo més, algunos grandes juristas disfrataban de la veneracién semi- inftica que conducia @ tan alto honor; as, por ejemplo, aun hacia fines del siglo XIV Ilamaba el pueblo en Bagnolo, cerca de Florencia, “studio” de Accursius a un viejo edificio, pero permitié que fuera destruido®, Probablemente, los altos ingresos y las combinaciones de determinados |, juristas, con el tiempo, cortaron las alas a la fantasia de la gente, | Al cult de las casas natales ha de afiadirse cl culto de las tumbas \ de personalidades eélebres’; en el caso de Petrarca hay que incluie [también lngar donde muris, pus ens memoria y en honor se rtié Arquato en lugar preferido de los paduanos, hermoseado con 2 pia de eine o sie en sl comieazn de mae Oper “Prat, Pevaca Postra, slum Cros maderne 7 seeor ez de vaniad de Parra bo hubiean cmv, (hse Tagar tt Unda J ler "Spee, pig. 177 De elite nomins importa. 1 De remedi rarue fons, psi 44 Epin seer, ny 3, Pde dance a tea de la eed de Perarca ol hecho de ave Heowous(he uae, gy M1) amar, cen afos deg, qe dfelimente ke ent Set wd ae opty sn de Robo eco Pet akon apo de en's meno 7 ue Epi wade, 0 ype 918 © Pains Visio, Vie, pig. 1. 1 Arbus cos sec exces Wii sep de Bowser Macq in star np Caralco pine, ek. Vee Opee rape us [EL SENTIDO MODERNO DE LA GLORIA} lindas residencias*, y ello en una época en que en los pafses nérticos no existian, en absoluto, “lugares clisicos”, sino imégenes y reliquias objeto de romerias y peregrinaciones. Era cuestién de honor para las ciudades el poseer los restos de celebridades propias y extraias, y se asombra uno de lo seriamente que los florentinos, ya en el siglo XIV mucho antes de Santa Croce, aspiraban a convertir su catedral en ppante6o, Sepulcros suntuosos guardarian los restos de Accorso, de Dante, dde Petrarca, de Boccaccio y del jurista Zanobi della Strada". En pleno siglo XV Lorenzo el Magnifico, en persona, hizo gestiones cerca de las autoridades de Spoleto para que le cedieran, con destino a la catedral, los restos del pintor Fra Filippo Lippi y le contestaron que dispensara, ‘que no estaban sobrados de galas como los restos del célebre personaje. Y cfectivamente, hubo de conformarse con un cenotafio. Y el propio Dante, a pesar de todas las gestiones que, espoleada ya por Boccaccio con enfética amargura , hizo su ciudad natal, siguié durmiendo el suefio cterno en San Francesco de Ravena “entre viejos sepulcros de empe- radores y tumbas de santos, en més digna compafila que la que ti, ‘oh patria, pudieras ofrecerle”. Llegé a ocurtir, por entonces, que un chiflado arrancara las velas del crucifijo del altar y las pusiera en el sepulero de Dante con estas palabras: “Témalas, eres més digno de clas que... el Crucificado” *, ‘También rememoran las ciudades italianas a sus conciudadanos y hhabitadores de la Antigiedad. Népoles acaso nunca habfa olvidado ppor completo su sepulcro de Virgilio , ya por el hecho de que al nombre se habia vinculado un concepto cuasi mitico. Padua, aun en el siglo XVI, estaba totalmente convencida de que posefa, no s6lo los restos verdaderos de su fundador, el troyano Antenor, sino también los restos de Tito Livio®, “Sulmona —dice Boccaccio— se queja de que Ovidio fuera inhumado lejos, en el destier, y Parma se alegra de que Casio dduerma dentro de sus muros”*, Los mantuanos acufiaron en el siglo XIV una moneda con el busto de Virgilio y le erigieron una estatua 2 Macnee Savowate, De labs Ptr, em Marte 00, el. 117 1 Vee lsat tatoado del cna, de T386, en Ger, Carer, 1 123. Decca ie Dene 9. Dalene en como neling de Sen Lomas y de gue oto Pan ‘outa, Mit Geils sobre ne decasimint, en 113, ca Minow, agin, Vonoge en liv © ue di Dante Hata que preguntas emo, despls de abla de Flips, po u7

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