You are on page 1of 16

Contenido

Perspectiva del Agua ....................................................................................................................... 2


1. El valor del agua................................................................................................................... 3
2. Abundancia y escases .......................................................................................................... 3
3. Elemento de la vida ............................................................................................................. 5
4. Agua y sociedad ................................................................................................................... 8
5. El camino del agua ............................................................................................................... 9

1
Perspectiva del Agua
Oscar Pastor Paredes1

“Cuando el agua es preciosa se vuelve seminal,


se le canta entonces con misterio. La canción del
arroyo es fresca y clara; las aguas que ríen, los
arroyos irónicos, las cascadas ruidosamente
alegres, esas risas y gorjeos parecen el lenguaje
pueril de la naturaleza. (Bachelard, 2003 IV
reimpresión)

El agua es incolora, inodora e insípida; no tiene color, olor ni sabor, está formada
por la combinación de un volumen de oxígeno y dos volúmenes de hidrógeno,
definición aceptada universalmente; no así su origen, que mantiene discusiones
atávicas.

En Génesis: 1:2 (BibleGateway, 2017), se afirma que el agua está en la tierra


antes de la creación, cuando “la tierra era un caos total, las tinieblas cubrían el
abismo y el Espíritu de Dios iba y venía sobre la superficie de las aguas”. Para los
científicos que defienden el origen volcánico, “el agua se formó en el centro de la
Tierra, a más de 800 ºK; los átomos de hidrógeno y oxígeno fueron expulsados a
la superficie terrestre en forma de vapor y luego surgió el agua”; los que postulan
su origen extraterrestre, afirman que “el agua llegó a la Tierra en el interior de
numerosos meteoritos en forma de hielo, que al impactar sobre la superficie
terrestre liberaron este compuesto y llenaron los océanos” (Fontúrbel, 2017). La
comunidad académica seguirá discutiendo si el agua se formó en la tierra o llegó
del espacio, o si ambas teorías se complementan; los que defienden el origen
divino, continuarán conservando los mitos de origen, las fiestas y su identidad a
partir de su relación con el agua.

El agua en su estado gaseoso se condensa y cae en forma de lluvia, nieve o


granizo, es atrapada en la vegetación, penetra en la tierra, fluye de un lugar a otro,
hasta llegar a los cursos de agua superficiales desde donde es devuelta a la
atmósfera en forma de vapor, para volver a empezar el ciclo hidrológico natural.

1
Ingeniero de Minas, Licenciado en Antropología, Magister en Administración de empresas, Magister en
Gerencia Social. Candidato a Doctor en Ciencias Sociales.,

2
1. El valor del agua

La composición química no tiene mayor interés cuando se piensa que “algunas


sustancias se vuelven míticas, trascienden las propiedades físicas y químicas de
su existencia y se manifiestan en nuestras mentes como símbolos, como
cualidades. En el inconsciente colectivo de una cultura, su constitución material
se vuelve secundaria en relación a su valor simbólico” (Ball, 2010), el agua vale
por lo que representa, su “valor de uso” es inconmensurable, su valor está exenta
de toda duda, sin el agua no es posible la vida ni el desarrollo de ninguna actividad;
de otro lado, debido a que el hombre no puede usarla para adquirir o intercambiar
otros bienes, su “valor de cambio” tiende a ser cero, concepto último que se pone
en tela de juicio cuando se toman en cuenta las inversiones para almacenar y
trasladar el agua de zonas de abundancia a otras de escasez, o cuando el agua
es objeto de tratamiento para su consumo.

Más allá de los valores de uso y de cambio que acuñara Marx, el agua tiene un
alto “valor de símbolo” en las relaciones del hombre con su historia y con su
entorno, “cualquiera que sea el conjunto religioso en que se presenten, la función
de las aguas es siempre la misma: la de desintegrar, abolir las formas, lavar los
pecados, purificando y regenerando al mismo tiempo” (Sanchez, 2013); el agua
tiene un indiscutible “valor de signo” en la sociedad, la persona que tiene acceso
o carece de agua y saneamiento es estigmatizado en todas las sociedades del
mundo, eres “ciudadano si tienes agua, si no la tienes eres un no ciudadano, si
una persona no tiene agua se considera un marginal” (E3); el agua natural
disponible en la naturaleza se transforma en agua procesada, distribuida y
comercializada en las ciudades (Martos Núñez, 2015) afirmar que el agua “entra
como una mercancía y sale como un detritus o residuo”, algunos científicos elevan
el valor del agua hasta niveles celestiales, para luego devolverlo al submundo de
lo abominable, “de diosa pasó a ser mercancía y medio para transportar desechos”
(Consejo, 2016).

2. Abundancia y escases

El cambio climático y las actividades humanas influyen en la intensidad del ciclo


natural; la tala de árboles, el cambio de uso del suelo, la construcción de
infraestructura urbana, de represas y canales, los trasvases de agua entre
cuencas y el drenaje, son actividades que modifican el ciclo natural y contaminan
el agua, alterando la disponibilidad en cantidad y calidad del agua. “En las últimas
décadas los sistemas hídricos de agua dulce, han soportado el mayor impacto
ambiental derivado del cambio de uso de la tierra, la proliferación de las industrias
informales, actividades extractivas indiscriminadas, y la derivación y embalse de
agua, entre otros”. (ANA, 2017) Coca Cola: Proyecto Oxapampa.
3
La escases del agua trae desertificación y deterioro de los suelos; la
sobrepoblación y urbanización de las ciudades incrementa su uso y los niveles de
contaminación. No importa la responsabilidad que se tiene sobre el uso del agua
o el nivel académico, para todos la falta de agua y la incontenible contaminación
tiene consecuencias socioambientales, la sensación de la población que habita la
ciudad ubica en límite norte del Perú, “Tumbes tiene como fuente natural un buen
río; sin embargo, a lo largo de estas últimas décadas lo hemos abandonado, el
deterioro en la calidad del agua es alto, los conflictos a lo largo de la cuenca son
muchos” (E14),

El mundo está lleno de agua es una afirmación incuestionable, lo que está en


cuestión es la cantidad que existe en la tierra, lo que se puede comprobar
revisando la abundante bibliografía especializada. Para la Autoridad Nacional del
Agua del Perú (ANA, 2017), el volumen total de agua en el mundo es de 1,380
millones de km3, de los cuales el 96.54% corresponde a los océanos, alrededor
del 3% es dulce (2.5% es hielo polar), la diferencia corresponde a aguas
superficiales y vapor atmosférico; su distribución en el mundo y en el Perú es
asimétrica:

Cuadro N°
Disponibilidad hídrica mundial
Disponibilida Población
Continente d hídrica per mundial
cápita
América del Norte 15% 8%
América del Sur 26% 6%
Europa 8% 13%
África 11% 13%
Asia 36% 60%
Australia - 5% <1%
Oceanía
Cuenca Producció
n PBI
Pacifico 21.8% 65.98% 80.4%
Atlántico 97.26% 30.76% 17.6%
Titicaca 0.56% 3.26% 2.0%

En el Perú existen 8,355 lagunas, 1,007 ríos que en conjunto recorren más de
80,000 kilómetros, que conforman en 159 cuencas, además se han cuantificado

4
2,679 glaciares y 743 represas. Los ríos bajan de la cordillera [de los Andes] a las
vertientes hidrográficas del Pacífico (381), del Atlántico (564) y del Titicaca (62)
(ANA2, 2017), irrigando valles costeros, construyendo cañones profundos y
vastos llanos amazónicos.

El uso del agua puede ser “consuntivo”, es decir que se consume efectivamente
durante alguna actividad, como la agrícola, poblacional, industrial, etc., o “no
consuntivo”, donde se utiliza el agua sin consumirse efectivamente, como en la
actividad energética, donde luego del aprovechamiento por las hidroeléctricas,
puede estar apta para otros fines, como los agrícolas. En el Perú el 54% del agua
se usa para agricultura, el 37% para usos energéticos, 4% para consumo humano,
similar cifra para uso industrial, 0.7% se destina en actividades mineras y 0.2%
para uso pecuario (MINAGRI, 2017); estos promedios varían entre continente,
países y ciudades, donde el agua es destinada a consumo humano, industrial,
comercial y público, en esta última categoría están la limpieza de calles, fuentes,
riego de parques, atención de emergencias, entre otros.

3. Elemento de la vida

El agua como el aire trasciende fronteras, no se detiene ante obstáculos, modifica


la naturaleza, erosiona las rocas y pone al descubierto miles de años de historia;
regula el clima al absorber la temperatura del día que libera en la noche. El agua
riega campos que proporcionan alimentación, en movimiento genera energía y
mueve máquinas; desde siempre el hombre ha utilizado el agua para desplazarse
de un lugar a otro, obligándolo a desarrollar tecnología cada vez más sofisticada
para controlarla y construir embarcaciones de tamaños inimaginables. El agua
proporciona al hombre ocio y deporte, como la vela, natación, windsurf, esquí,
waterpolo; también le permite la contemplación que incentiva la explosión de
sentimientos que se traducen en arte.

El agua y el aire son elementales para la vida, contradictoriamente también son


vehículos de contaminación, el aire deposita el polvo sobre las fuentes de agua.
El agua disuelve contaminantes minerales a su paso y los transporta aguas abajo,
limpia los desechos sólidos y líquidos de muchas ciudades, su función de
disolvente le permite transportar sustancias solubles y eliminar residuos, “es una
sustancia extraña en su génesis y comportamiento, [detenida o cuando fluye] es
un disolvente universal que incorpora una serie de elementos como: i) Partículas,
relativamente grandes y fáciles de separar. ii) Microorganismos, que se pueden
tratar con relativa facilidad, iii) Iones, más difícil de tratarlos.” (c7).

El origen de la vida, la vida misma y los recuerdos están relacionados al agua. La


concepción de la vida y los primeros meses se desarrollan en un medio líquido,

5
los primeros alimentos, juegos y recuerdos están llenos de agua; entre el 65% y
70% del peso del cuerpo humano y el 9% de la sangre es agua. Los sentimientos
humanos, en especial la alegría, la tristeza, están rodeados o contenidos en ella,
su relación con el hombre es vital, se siente dueño y guardián del agua, sin ella
no hay recuerdos, no hay vida, no hay futuro. El agua es apariencia y esencia.

Desde el plancton hasta los grandes mamíferos, desde los pequeños helechos
hasta los grandes árboles necesitan del agua para crecer y dar vida.

El agua, junto con la tierra, aire y fuego fueron considerados por los filósofos pre
socráticos, elementos constitutivos de la materia, su interrelación, desequilibrio o
falta de armonía explica las enfermedades, carácter y tendencias del
comportamiento de los hombres, el agua es influyente en el comportamiento
social, que filósofos y chamanes, a partir del conocimiento y las virtudes
espirituales, son revelados como designios de los dioses, de los astros o de los
gobernantes.

El transcurrir de la vida está vinculado a los cuatro elementos que constituyen la


materia, en especial al agua, su presencia o ausencia ha marcado la historia del
mundo, basta traer a la mente el fenómeno natural de mayor recordación que se
repite con algunas variantes en diversas sociedades del mundo; el diluvio
universal que es utilizado para explicar la concepción de la creación o recreación
de la vida, a partir de la cual se desarrollan mitos fundacionales y relatos que
expresan la destrucción por castigo divino y la reconstrucción por encargo o
representación de estos mismos dioses. No queda ninguna duda, el agua conecta
a los hombres con los dioses, viene del cielo, destruye, limpia y purifica, da inicio
a una nueva etapa, su ausencia o escasez se considera como un castigo divino,
en otros casos producto de una situación alterada por los astros o como
consecuencia de una mala decisión política, creencias y comportamientos que
tendrán mayor o menor importancia en determinados espacios y tiempos, pero
que definitivamente inciden en la relación de las personas y de las naciones.

El agua está presente en las tradiciones y manifestaciones artísticas, en los ritos


de iniciación, en el paso a la adultez y el fin de la vida, toda nuestra existencia se
desarrolla alrededor del agua. En los lugares de peregrinaje religioso, cuando se
la utiliza en nombre de Dios, sana, purifica, cura los males y el alma, limpia el
pecado y prepara a los hombres para el contacto con el ser superior, “te bautizas
con agua, te purificas con agua” (E3).

La relación del hombre con el agua es permanente y contradictoria, así como


evoca la vida, calma la sed y cura el cuerpo, también recuerda la muerte, “te
puedes ahogar en el agua, te puede caer un huayco espantoso y estas muerto”,

6
(E3), el agua es totémica, “une e identifica a los hombres” (Freud: 1991), para ser
justos también los separa, el agua está en los extremos de la vida, en el
nacimiento y en la muerte. El agua da y quita la vida, inspira confianza y miedo,
“el agua es divina y demoniaca, te paras a la orilla del mar y vez inmensidad,
fuerza, pero a la vez la serenidad y tranquilad, hasta la sientes predecible y
confiable; entras un poquito más y te deshace como una hoja”, (E3).

Cualquiera de los “extremos hídricos” es motivo de mitos y ritos, los peligros


naturales causados por sequías, lluvias, inundaciones, movimientos de masa,
tsunamis, entre otros, se relacionan muchas veces con castigos de origen divino,
a los que el hombre responde con ofrendas, rezos y ceremonias. En la sierra o
selva del Perú las sociedades tienen formas para pedir que deje de llover, o que
el agua llegue luego de largos periodos de ausencia.

En “Túcume, [ubicado] en la costa norte del Perú, durante los


períodos de sequía, una estatua pequeña (casi una muñeca) de la
Inmaculada Concepción es llevada en procesión por los canales
vacíos, para atraer el torrente de agua que fertilizará la tierra de
cultivo (Millones, 1998). En Ayacucho, durante las faenas de
limpieza de las acequias, se convoca a danzantes de tijeras para
que, al bailar, compitiendo en danza y acrobacias, satisfagan a la
divinidad que preside el pueblo y cuida de sus aguas (Millones y
Tomoeda, 1998), en el incanato se atraía la lluvia por medios
mágicos, colocando en las altas cumbres o en el sitio más elevado
del templo, recipientes sagrados destinados a empozar el agua de
lluvias. Con gran celo y con ritos de carácter secreto, los sacerdotes
cautelaban el precioso líquido recolectado en ellos, haciendo los
vaticinios respectivos de buenos o malos años”. (Carrion, 2005).

El agua es un elemento que facilita la relación del hombre con los dioses; quien
controla el agua controla a los dioses, consecuentemente ejerce dominio sobre la
sociedad. El imaginario popular utiliza diversas metáforas que para relacionar las
fuentes y cursos de agua con los dioses: “Los ríos acarician la tierra con un largo
abrazo”, “el océano une al cielo y la tierra”, “al fondo del lago descansan los
dioses”, son algunos ejemplos.

Los mitos de origen consideran al agua como su principal elemento, las lagunas y
manantiales fueron considerados como Pacarinas2, “lugares o sitios sagrados,
donde residían los dioses, seres míticos o protectores de la vida”. El agua es el

2
Las Pacarinas son lugares sagrados de donde proceden los linajes andinos o Ayllus, lagunas, manantiales, peñas, montañas,
o cuevas profundas de donde surgieron los primeros padres

7
origen de la vida y fuente de poder, los incas consideraron “al lago Titicaca como
fuente de subsistencia, como centro de origen de la progenie humana y del linaje
incaico. Allí el dios Wiracocha crea los luminares sol y luna, y también a la primera
y segunda generación de hombres, de las cuales la primera queda convertida en
piedra” (Polo, 2012).

4. Agua y sociedad

El agua es históricamente el principal aglutinador social y generador de conflictos,


desde las sociedades inacabadas (Clastres, 1987) hasta las modernas, todas se
han asentado en lugares cercanos al agua, junto a grandes ríos, lagos o el mar,
condición inseparable para desarrollar actividades vitales, productivas y de
comercio. En las cuencas de los ríos Nilo, Éufrates y a orillas del mar Mediterráneo
florecieron las culturas ancestrales de Egipto, Mesopotamia, los Fenicios y
Palestinos. Las antiguas culturas del Perú se asentaron en las cuencas de los ríos
interandinos a ambos lados de la Cordillera de los Andes o cerca al mar; las
principales ciudades de la época inca se construyeron en las cuencas de los valles
de Cusco y Cajamarca y del lago Titicaca.

El tránsito de las actividades nómades a las sedimentarias está marcada por el


agua, los grupos humanos se instalan cerca a fuentes de “agua natural”, cuando
se establecen de manera permanente, desarrollan traza urbana, demandan cada
vez más “agua urbana”, cambian el agua natural por otra procesada y distribuida
para consumo humano y diversas actividades económicas: el “agua urbana”.

El “agua urbana” tiene en los baños públicos de Mohenjo-Daro, en Pakistán (3,000


años A.C.), uno de las primeras evidencias de la preocupación del hombre por
separar el agua para consumo del agua para limpiar desechos, evidencias como
esta se encuentran en diversas partes del mundo, especialmente en Europa y
Asia. En la Edad Media el agua se consumía de fuentes lejanas de la ciudad para
evitar enfermedades, la lejanía de las fuentes y la preocupación por la calidad, ha
sido otra preocupación que hombre ha sabido afrontar, el primer filtro de arena en
1827 fue construido por el inglés James Simplón, el temor por la contaminación
del agua empieza a desvanecerse, el consumidor final pierde sus temores.

En el mundo en general y en el continente americano en especial, siguiendo a


Herbert Spencer, el medio natural y el agua condiciona la relación del hombre con
la naturaleza, produciendo sustanciales diferencias entre aquellos pueblos que
cuentan con excedentes de agua y los carentes del recurso (Gligo, 1979),
facilitando el origen de culturas y modelos políticos distintos, que exigen
desarrollos tecnológicos y lenguajes diferentes (Harris, 1996 ).

8
Las sociedades de cazadores y recolectores se agrupan o separan según la
abundancia o escasez del recurso, sus técnicas en cada caso son diferentes, los
sistemas de producción, reproducción y de gobierno de las sociedades
sedentarias para aprovechar al máximo el agua de los ríos, lagos, lagunas y
puquios para ampliar la frontera agrícola, son también diferentes. El alto nivel de
desarrollo tecnológico alcanzado en el antiguo Perú perfeccionado por los Incas,
ha dejado muestras de cultura material de alta factura en Tipon, Kenko,
Ollantaytambo y Machupicchu, testimonio de la gran importancia económica,
política, militar y religiosa que tuvo el agua en la vida de las personas.

En sociedades donde el Estado podía obligar a la “acción humana coordinada


para trasladar suministro de agua abundante y accesible desde su localización
originaria a suelo potencialmente fértil” les fue posible controlar el acceso y la
distribución de la “tierra arable y agua de riego” para “establecer formas de control
público estatales”, (Wittfogel: 1963), modelo de gobierno que denominó
despotismo oriental, que se repite en diversos grados en el mundo, donde el agua
define donde y como vive el hombre y como organiza los sistemas de producción
y de gobierno.

5. El camino del agua

El uso del agua es un signo de distinción de los hombres, en la época Inca, los

“Nobles se abastecían generalmente de agua de los manantes que


venía de canales subterráneos, ...todo el Coricancha se encontraba
surcado por canales subterráneos, muchos de ellos salían del
templo… dotado de agua que viene por canales subterráneos cuyas
fuentes son desconocidas. [Creo que] hay algunas razones para creer
que los incas conocían las leyes de equilibrio de los líquidos que no
conocieron los romanos y que conducía el agua para el templo y otros
lugares a través de sifones invertidos por debajo del cauce del río
Huatanay”. La distinción se mantuvo durante la colonia, trasladando
la distinción a los trabajadores del agua, “los que no tenían escudos
de privanzas en su casa debían comprar el agua, a diferentes precios
el tomín, de acuerdo al volumen de la vasija y a la distancia de lo que
traían. Ser aguatero era lógicamente una ocupación menor, propia de
indios”. (Valencia, 1994)

En la España de los Reyes se mandó a construir conventos sobre la arquitectura


de las antiguas construcciones árabes, con salas de baños públicos que
funcionaron entre los años 1450 a 1800, hasta que se perdió el control de la
propiedad o llegó el progreso con nuevas formas de vida que trajeron mejores

9
sociales y económicas. Los Baños de Diana en Málaga – España, construidos en
1843, tenían cuartos de uso público para señoras y caballeros, “un magnifico salón
de descanso empapelado y adornado con gusto, sin omitir nada en su mueblaje,
dos grandes albercas para baños generales de señoras y caballeros, dispuestos
todas las comodidades y desagoto apetecible” (Dominguez, 2009)

La abundancia o insuficiencia de agua, en el tiempo de la invasión del territorio


americano a partir de 1492, influyó en la velocidad con la que se conquistaron las
tierras, y se fundaron ciudades, “los ríos y las lagunas, alrededor de los cuales se
asentaron los primeros pueblos, son tenidos como entidades vivas, que fueron
domadas en la medida que los colonizadores se establecieron en el territorio con
el fin de hacer uso de ellas conforme a sus necesidades”. (Ferreira, 2014).

En la época de la colonia (1532-1820), los ayllus se convirtieron en comunidades


campesinas a la usanza española, reduciendo al máximo el control del espacio y
del agua hacia territorios de menor dimensión, sin reparar en el adecuado manejo
y conservación de las obras hidráulicas existentes y en el conocimiento ancestral
desarrollado por los nativos peruanos; en este periodo se dictan disposiciones en
torno al aprovechamiento y administración de las aguas. La Real Cédula del 20
de noviembre de 1536, dada por el Emperador Carlos V, ordenaba que los
españoles se repartieran el agua de acuerdo a los "usos y costumbres" de los
indios y respetando sus derechos.

Como es de esperar, la distribución del agua crea y agudiza las desigualdades


sociales, y económicas. A inicios de la época Republicana (1821), el sistema de
hacienda controlaba el agua y el sobrante lo repartía de manera desigual entre las
comunidades, provocando competencia y fraccionamiento, las distancias sociales
entre vecinos andinos se explican en gran medida por el acceso a la tierra y el
agua; situación que en alguna medida se empieza a corregir cuando el Estado
toma interés en las obras de irrigación y en la necesidad de profesionalizar la
gestión del agua, creando el año 1904 el Servicio de Ingenieros de Minas y Aguas,
y el año 1911 el Servicio Hidrológico del Perú.

La recolección, posterior tratamiento y eliminación de residuos humanos no ha


merecido la misma atención que el agua para consumo; en los primeros años de
la historia se limitaban a la construcción de canales abiertos, o al uso de terrenos
baldíos y patios posteriores para satisfacer sus necesidades biológicas, mediante
la defecación al aire libre o utilizando sistemas precarios de eliminación o
enterramiento de los desechos. Durante la colonia algunas esquinas o lugares
solitarios de Lima, fueron utilizados como meaderos o defecaderos, situación que

10
empezó a cambiar a partir de 1825, luego que Simón Bolívar ordenó se apliquen
tributos en la construcción del panteón y aguas.

El agua natural cambia de esencia desde que es captada y conducida a plantas


potabilizadoras en las ciudades, donde se les sustrae sustancias nocivas para la
vida, en muchos casos en esta etapa también cambia de apariencia; luego de ser
distribuida, utilizada y recolectada se vuelve a procesar las aguas residuales o se
descargan directamente a las fuentes naturales, con sustancias nocivas para la
naturaleza y el hombre. El agua natural cuando ingresa a la ciudad pierde su
condición de natural y divina, se convierte en agua urbana y es tratada como
mercancía; al respecto:

La mayor parte de agua que el hombre moderno usa y consume,


(¿se dan cuenta que la palabra significa quemar?), es empujada
por miles de kilómetros de tubos, [el agua urbana] no es menos un
producto industrial que los antibióticos, el cemento o la gasolina.
Entre más largos los tubos, menos relación tiene el agua industrial
con sus orígenes o fuentes. Un líquido que no evoca manantiales,
que no hace soñar con aguas fluyentes o durmientes, que no cae
del cielo o surge del suelo, está literalmente desprovisto de lugar,
solo es de todas partes, siendo de ninguna parte. (Avila, 2002)

Un citadino relaciona espontáneamente el agua de río, lluvia, rocío o agua


subterránea, con el agua potable, aún no ha construido la relación agua natural –
agua urbana, la imagen más cercana de esta relación es un grifo de agua potable
en casa, ajena a todo proceso productivo.

El agua urbana empieza su recorrido en la captación desde una fuente de agua


natural, cuyo origen puede ser superficial o subterráneo; una vez captada es
sometida a un proceso de producción, que la convierte en agua apta para el
consumo humano, comúnmente llamada agua potable, que se almacena en
tanques llamados también reservorios, desde donde se distribuye a la población,
las aguas residuales se colectan y se conducen hasta las plantas de depuración,
donde luego de procesos industriales, se elimina el contenido contaminante, para
finalmente devolverla a los cursos de agua o a la naturaleza por infiltración, o ser
reusada en actividades económicas.

El acceso y uso del agua urbana a lo largo de la historia es lineal e incremental;


en un primer momento la población busca acceder al agua, no exige calidad,
situación que no ha cambiado a la fecha, cuando la población afirma que “el mayor
interés del político es invertir en cobertura de agua” (E12), decisión natural que

11
resuelve el reclamo que surge “cuando la población se aglomera en ciudades, por
inercia empieza a pedir primero agua y después saneamiento” (E7), “la gente te
pide agua, tú no ves una marcha por saneamiento” (E3), las obras para llevar agua
potable a las casas no tienen resistencia de la población, “si te pones hacer agua
tienes menos problemas” (E11), el agua potable “no es contaminante, tú la puedes
almacenar, conducir y distribuir a menos costo que el desagüe” (E21),
políticamente “hacer conexiones [de agua] te da los mismos réditos, que tener
agua y desagüe juntos, pero si tienes problemas para concretar el desagüe” (E11).

Satisfecha la necesidad del acceso y alcanzada un mínimo nivel de calidad, la


sociedad reclama la recolección de aguas residuales, que crece junto con la mayor
disponibilidad del recurso en los domicilios. Un mayor nivel de desarrollo social
exige calidad del agua y de los servicios conexos, el ejercicio de la ciudadanía ya
no se satisface con el acceso, ahora demanda calidad, “lo que antes no exigía,
ahora si exijo, ahora conozco mis derechos, la demanda por el agua era menor,
ahora es mayor, no solamente por el crecimiento poblacional sino porque tenemos
más ciudadanía”, (E8).

Un tercer estadío surge cuando el acceso y la calidad han dejado de ser la


principal preocupación de la sociedad y de los gobernantes, y es sustituida por la
necesidad de tratar las aguas residuales, esta preocupación es mayor de los
estados y gobiernos que de los ciudadanos, y se sustentan en el cuidado de la
salud pública. Una siguiente fase del desarrollo del agua urbana se observa
cuando se incorpora la mitigación de los impactos del cambio climático y la
vulnerabilidad de las fuentes. La etapa final llega cuando las sociedades exigen
junto con todo lo que se ha logrado a la fecha eficiencia en la gestión del agua
urbana.

El crecimiento de las ciudades demanda mayores inversiones en infraestructura


de saneamiento y mayor profesionalización en la gestión del agua urbana. La
clase política se enfrentan al dilema de combinar el acceso a los derechos civiles,
que demanda grandes inversiones, con el precio a pagar para financiar la
operación de los sistemas que requiere no solo la decisión de las empresas
especializadas, sino también con la aceptación de la población.

Muchos gobiernos de países en desarrollo tienen dificultad para llevar los servicios
públicos a todos los ciudadanos, el interés y capacidad de las autoridades políticas
por la gestión del agua urbana, varía según la disponibilidad del agua natural, la
ubicación geográfica de la localidad, el interés electoral, los presupuestos, y la
capacidad para tomar y ejecutar decisiones políticas, entre otros, “el alcalde

12
considera [al agua] un tema prioritario”, (E8) en su relación local con los
ciudadanos, es el servicio público que más identifica la gente.

Como afirma Marsahall, los derechos políticos permiten un “mínimo de bienestar


económico y seguridad de participar del patrimonio social y a vivir la vida de un
ser civilizado conforme a los estándares corrientes en la sociedad”, citado en
(Stein, 2017) para cumplir con este propósito los gobiernos crean instituciones
especializadas, que satisfacen las diferentes necesidades, su aparición en la
gestión de servicios públicos de agua y saneamiento obliga a modificar la relación
de los gobiernos con los ciudadanos, los cuales deben asumir el pago por el
producto y el servicio, es decir por la producción de agua apta para el consumo
humano y la distribución hasta cada uno de los hogares.

Hasta no hace muchos años, el sistema tarifario peruano solo tenía en cuenta los
costos de producción y del servicio, la incorporación de financiamiento orientados
a incrementar la cantidad y asegurar la calidad del agua natural es reciente,
también está incorporando progresivamente en la tarifa conceptos de gestión de
riesgos y adaptación del cambio climático; mantiene una estructura de subsidios
cruzados, modelo que pretende proteger a la clase económica más baja. A pesar
que el Perú tienen una institución especializada para regular las tarifas de los
servicios públicos, en promedio el margen operativo es negativo o cercano a cero,
situación que no permite el autofinanciamiento de grandes inversiones, los que los
obliga a solicitar presupuesto público, manteniendo a las empresas en una
permanente debilidad institucional.

Las empresas públicas de servicios de saneamiento urbano en el Perú tienen


directa e indirectamente dos grandes responsabilidades que sostiene su tarifa:
sostener la calidad de los servicios e incrementar la cobertura, a la luz de los
indicadores de gestión (los cuales se abordaran más adelante) no se ha cumplido
a satisfacción ambos encargos; la el camino hacia la gestión eficiente de los
servicios es aún demasiado largo, tampoco se han cerrado las brechas de acceso
a los servicios de saneamiento; básicamente por que las tarifas y el criterio de
asignación de recursos (subvención) de los diferentes niveles de gobiernos no
están alineados con las responsabilidades empresariales, la población acepta el
“equilibrio de bajo nivel o baja intensidad, asociado a la provisión de servicios de
saneamiento de baja calidad que pone en riesgo la salud pública, en donde se
asume que con el pago de tarifas bajas o limitadas se estaría protegiendo el
interés de los ciudadanos” (BancoMundial&MVCS, 2007).

Si bien es cierto que del lado político existen presiones sociales para que
mantener tarifas bajas, por el lado empresarial podrían surgir criterios opuestos,
el sustento además de orientarse a la sostenibilidad y mejora de las actividades,
13
también pueden esconder la discusión que surge del dilema de (Okun, 2015),
citado por Otero que afirma que “si quieren una economía altamente competitiva
y eficiente, tienen que aceptar cierto grado de desigualdad”, que complementa con
un una sentencia que complementa el concepto de equilibrio de baja intensidad;
que afirma que “si la prioridad es crear una sociedad igualitaria, el sacrificio es
vivir en una economía menos eficiente”.

Sea cuales fuera las razones que respaldan las decisiones de incrementar o no
las tarifas, su impacto en la calidad de los servicios es innegable, si estos se
deterioran o el equilibrio se rompe, surgen protestas, de la población; “cuando la
voz es insuficiente, la población recurre a la violencia, y cuando es extrema,
amenaza la gobernabilidad” (Rojas: 2010)3, situación que de acuerdo a (Uribe,
2004) “se pueden resolver de manera extrema mediante la disminución de las
demandas (autoridad) o el reforzamiento de la capacidad de respuesta del estado
(buen gobierno)”.

3
ROJAS ORTUSTE Frank, Gobernabilidad y gobernanza. De la teoría a la práctica, aplicación en los servicios de agua potable
de saneamiento. ANEAS México, 2010. “el resultado de la desproporción entre las demandas sociales y la capacidad de
respuesta del sistema político para responder a las mismas

14
Referencias
ANA, A. N. (20 de diciembre de 2017). ShileShare. Obtenido de
https://es.slideshare.net/hugogc/per-el-agua-en-cifras

ANA2, A. (20 de Diciembre de 2017). ANA. Obtenido de http://www.ana.gob.pe/

Autoridad Nacional del Agua, A. (2018). Una mirada a la naturaleza: Agua y Bosque. Lima, Perú:
ANA.

Avila, P. (2002). Agua cultura y sociedad en México: Agua arquetípica y desvalor. México:
Instituto Mexicano de Tecnologías del Agua.

Bachelard, G. (2003 IV reimpresión). El agua y los sueños. México: Fondo de cultura económica.

Ball, P. (20 de diciembre de 2010). H2O una biografía del agua. Obtenido de
http://www.revistaciencias.unam.mx/en/103-revistas/revista-ciencias-101/847-h2o-
una-biografia-del-agua.html

BancoMundial&MVCS. (2007). Un nuevo acuerdo social: El cambio de modelo de gestión para


mejorar la sostenibilidad de los servicios de agua y saneamiento en las pequeñas
localidades. Lima: Banco Mundial.

BibleGateway. (15 de Diciembre de 2017). BibleGateway. Obtenido de


https://www.biblegateway.com/passage/?search=G%C3%A9nesis+1-2&version=NVI

Buenrostro, I. (2012). La ciudadanía de Marshall: Apuntes sobre un concepto sociológico


olvidado. En T. Marshall. Asociación Castellano Manchega. Obtenido de
https://acmspublicaciones.revistabarataria.es/wp-
content/uploads/2016/09/2.accesit_10.Fer_Cab.2011.pdf

Carrion, C. R. (2005). El culto al Agua en el Antiguo Perú. Museo Nacional Antropología y


Arqueología del Perú. Vol II. Nº2.

Clastres, P. (1987). investigaciones de antropología política. México: Gedisa Editorial.

Consejo, J. (2016). WATERIZACION: Algunas reflexiones sobre nuestra relación con el agua en los
valles centrales de Oxaca.

Dominguez, A. (2009). Andalucia en la Historia. Andalucía: Centro de estudios andaluces.

Ferreira, J. (2014). Agua útil, aguas milagrosas de la Capitanía de Minas Gerais (siglo XVIII). .
Brasil: Universidad Federal de Minas Gerais.

Fontúrbel, F. (15 de Diciembre de 2017). Elementos. Obtenido de


http://www.elementos.buap.mx/num53/htm/3.htm

GWP, G. W. (2004). Hacia una gestión integrada de los recursos hídricos en el Perú. Lima - Perú.

15
Harris, M. (1996 ). Antropología Cultural. Salamanca, Madrid: Alianza Editorial, IV reimpresión.

MA, M. d. (s.f.). Política Nacional del Ambiente. Perú 200.

Martos Núñez, E. (2015). Agua y territorio, Número. 5. Memorias e imaginarios del agua: nuevas
corrientes y perspectivas, pp. 121-132.

MINAGRI, M. d. (20 de diciembre de 2017). Ministerio de Agricultura. Obtenido de


http://minagri.gob.pe/portal/42-sector-agrario/recurso-agua/329-uso-y-manejo-deagua

Okun, A. (2015). Equality and Efficiency: The Big Trade Off,.

Polo, R. (2012). Historia Actual. Obtenido de http://historiactualperu.blogspot.com/2012/10/las-


pacarinas.html

Sanchez, P. (20 de noviembre de 2013). Textos Sagrados. Obtenido de Simbolismo en el agua:


www. textosagrados.blogspot.com.es/2012.

SEDAPAL. (1997). Historia del abastecimiento del agua potable de lima 1535-1996. Lima:
SEDAPAL, Perú.

Stein, R. (2017). El Estado, nación y la democracia en Europa. España: Gracel Asociados.

Uribe, C. (2004). Enfoques del Desarrollo. Material de enseñanza. Lima: PUCP Virtual.

Valencia, A. (1994). Coricancha: El gran templo del sol. Cusco: Editorial UNSAAC.

16

You might also like