Un estudio crítico de la estratificación en la sociedad norteamericana
CH. WRIGHT MILLS (1916-1962) fue un sociólogo norteamericano de tradición
weberiana, que entre 1950 y 1960 se constituyó desde su país en uno de los críticos más duros y ácidos del modo de vida emergente de las sociedades capitalistas. Esto surge, principalmente, de tres de sus obras, LAS CLASES MEDIAS EN ESTADOS UNIDOS, de 1951, La élite de poder, publicada en 1956, y la imaginación sociológica, de 1959. Nos ocuparemos aquí sólo de la primera, reservando la segunda para el momento de tratar el poder político, en el capítulo XXI.
WHITE COLLAR cuello blanco en alusión a la prenda común de los empleados de
oficina de aquella época, analiza con términos impresionistas y estilo periodístico el modo de vida de los sectores medios compuestos por empleados de organizaciones de todo tipo. Las observaciones, aguda más que minuciosas, son aplicables a muchos otros países, porque el cuadro se encuentra vinculado a la evolución del capitalismo hacia el tipo de sociedad burocrática o de status ocupacionales al que ya nos hemos referido. ‘’cualquier futuro que sea el futuro que les aguarde, no será obra suya;… interiormente se encuentra divididos, fragmentados, exteriormente depende de fuerza mayores ;… como grupo no amenaza a nadie’’ (1957: 3,4). Pero estrato, así caracterizado como intranscendente, como consecuencia de su importancia numérica ha venido a trastornar la idea de la sociedad del siglo anterior, dividida en empresarios y asalariados. De este modo W. Mills comienza a observar el cambio en el cuadro de las relaciones productivas presentado por MARX. Al lado del viejo capitán de industria está ahora el director de la compañía, el burócrata asalariado, con jerarquía sobre anónimos jefes intermedios. El hombre de ‘’cuello blanco’’ jamás ha sido independiente, como solía serlo el agricultor, ni ha tenido esperanza de una gran oportunidad, como el hombre de negocios. Siempre es ‘’de alguien’’: de la compañía, del gobierno, del ejército (19957:8). La persona ha dejado paso al ´´hombrecillo’’. Esta frase muestra la existencia de un punto de vista a priori, que idealiza la independencia del agricultor, como recuerdo de la comunidad tipificada por TONNIES. Sin embargo, cabe obtener varias enseñanzas de este trabajo. ‘’Quizá porque no sabe adónde va, el ‘’cuello blanco’’ tiene una prisa frenética, quizá porque no sabe qué es lo que le asusta, se siente paralizado por el temor … no tiene cultura en que apoyarse, excepto el contenido de na sociedad de masas que lo ha configurado y buscado para utilizarlo en sus fines extraños,… se aburre en el trabajo y no descansa en el recreo , y estas terribles alternativas le agotan’’ (1957: 13, 14).
W. Malls confronta un sistema de estratificación estamental con uno de clases, y luego
éste con uno por status ocupacionales, nostálgico del primero, y crítico del último. Las ‘’antiguas clases medias’’ de empresarios, en general dueños de las propiedades en que trabajan, recuerda un sistema democrático, en transición, pero extinguido. La propiedad democrática trabajada por su dueño deja paso a la propiedad anónima, en que otros hombres son contratados para trabajar y regentearla. La estructura que intenta describir corresponde a la aparición de las nuevas ‘’clases medias’’ de empresarios, en general dueños de las propiedades en que trabajan, recuerda un sistema democrático, en transición, pero extinguido. La propiedad anónima, en que otros hombres son contratados para trabajar y regenetearla. La estructura que intenta describir corresponde a la aparición de las nuevas ‘’clases medias’’ ocupacionales (que no hemos llamado de ese modo, para disinguirlas de un sistema de clases), colocadas en jerarquía burocrática, que configuran una nueva mentalidad, y un modo de vida de estabilidad y planeamiento (mediocridad, para el autor comentado). Respecto de todos éstos, señala: ‘’América se refiere a su país se ha convertido en una nación de empleados para los que la propiedad independiente es algo fuera de su alcance. Los mercados laborales, y no el control de la propiedad, determinan sus posibilidades de obtener ingresos, ejercer el poder, gozar de prestigio, cultivar y ejercer sus habilidades’’ (1957: 93). Es la inicial descripción de la que fue llamada sociedad organizacional (WHITE), sociedad dirigida desde afuera (RIESMAN), sociedad posindustrial (BELL) o sociedad tecnotrónica (BEZERZINSKI). Los nuevos sectores medios aparecen porque disminuye la proporción de trabajadores necesarios para la obtención y producción de cosas, y aumenta la necesidad de dedicación a servicios, distribución y coordinación; si menos hombres producen más cosas en menos tiempo, se requiere agudizar los medios para producir nuevos mercados, e inducir al consumo. Allí aparecen los hombres y mujeres ‘’medios’’ (en todo sentido) de la promoción, comercialización, publicidad, etc. W. MILLS dedica un análisis particularizado a los profesionales universitarios, y a otros sectores medios, parte de un nivel de status en evidente cambio durante el siglo XX. El primer dato significativo que rescata es el fin de su independencia: cada vez son más dependientes y asalariados de organizaciones, llámense clínicas, bufetes, universidades, o compañías generales de servicios. La especialización sustituye al ‘’cultivo de la personalidad’’ y la amplitud del conocimiento: para esto ya no hay tiempo. Los profesionales de éxito se convierten en directores (1957:152).
En los países desarrollados, la gran estructura de la salubridad (hospital público o
privado), la gran organización de servicios jurídicos, contables o de consultoría, emplean numerosos profesionales constituyéndose en estructuras burocráticas y básica fuente del empleo de la inteligencia calificada. La tecnología de la sociedad pos industrial ha hecho necesario este cambio: los costosos equipos de diagnóstico y tratamiento no están al alcance de profesionales individuales, que sólo pueden disponer de ellos a través de organizaciones. Al sustituir los hospitales a los médicos como centro del ámbito de la salud, como ocurrió desde fines del siglo pasado, el joven profesional no es el aprendiz de otro médico sino de la organización hospitalaria. Respecto de la profesión jurídica, en su país y en la década del 50, realiza un agudo análisis (1957: 163/174), que abarca desde las grandes ‘’factorías jurídicas’’ (comunes en estados unidos, y todavía fenómeno aislado en nuestro país), hasta la actividad semimarginal de los estratos más bajos de la profesión en busca de algún pleito. Estudio también la relación entre cierto nivel de la abogacía y grandes corporaciones, y entre aquella y la política. Y el agravamiento de la situación profesional, que ya preveía, sobre la base de una sobredimensión de la matrícula y la invasión profesional o de otras profesiones en sus competencias tradicionales. Se refiere también a otras categorías: los docentes y profesores, el profesional que incursiona en el mundo empresario, el asesor gubernamental y los intelectuales, dispersos y heterogéneos, sin origen, clase ni destino común, algunos provenientes de viejas clases medias, otras de las nuevas, pero siempre personas que viven para las ideas y no de las ideas. A su juicio, la defunción del intelectual independiente es un hecho; de un modo u otro, de organización formal fija las condiciones de vida intelectual, controla el mercado de sus productos, constituye el patrón que da trabajo e intermedia con los clientes de sus obras. Observa las limitaciones del intelectual para manifestar su independencia y su disidencia, ya que entre él y su público se interponen las estructuras técnicas, económicas y sociales, propiedad de otros, manejadas por terceros. El editor y el director eligen temas, guiones, libros, líneas a seguir el intelectual debe obedecer o condenarse a ser ignorado. Esta independencia de la propiedad editorial no parece tener en cuenta los ‘’intereses del mercado’’ y la rentabilidad empresaria, que también condicionan las elecciones aparentemente libres de editores y directores. A estas verdades parciales que configuran el mundo de los sectores medios suma otros, por ejemplo, los vendedores (‘’cuyo mundo es el de todos, ya que ‘’todos somos vendedores’’), en el cual se pierden los sentimientos genuinos, en pos del cinismo necesario para vender cualquier cosa. La sinceridad perjudica el empleo, las normas de venta y negocio son el aspecto genuino de uno mismo. Según W. MILLS, se habrían sugerido en la teoría social cuatro posibilidades para las clases medias: A) HOMOGENEIZACIÓN Y PAUPERIZACIÓN, lo que integraría al nuevo proletariado con el viejo, salvo una pequeña minoría aliada a la burguesía; B) LA TRANSFORMACIÓN en grupos de status conservadores aliados naturales del capitalismo, que actuarían a su servicio en contra de la clase obrera; C) SU CRECIMIENTO EN NÚMERO Y PODER, para contribuir una clase independiente y dueña de su futuro; D) El MISMO CRECIMIENTO, pero a favor de una sociedad liberal y capitalista, muelle entre trabajo y capital, que limitaría los conflictos de clase generando expectativas de ascenso social (futuro de armonización) (1957: 363/376). W. MILLS pensaba que estas posibilidades no eran alternativas, sino que aludían a distintos sectores de la clase media, vistos desde posiciones políticas. Asumió en este punto una actitud ecléctica que parece prudente a la luz de la evolución posterior. Hoy se advierte que en las sociedades posindustriales existen ingredientes de las dos últimas, a partir de los crecientes status ocupacionales, mientras que en los países en desarrollo dependiente, irregular o subdesarrollados, se sugiere mayor presencia de los dos primeros.