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Devocionales

07DIAS Alegría en adviento


¡Alégrate! ¡No temas! ¡El Señor está contigo!

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07DIAS Alegría en adviento

DEVOCIONALES - 07 DIAS Alegría en adviento / Caleb Fernandez Pérez


Diciembre 2013

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DEVOCIONALES - 07 DIAS Espiritualidad y fe por Caleb Fernandez Pérez se encuentra bajo licen-
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DIA01 Preparando el corazón

- Lucas 1:28

“28 Y entrando el ángel en donde ella [María] estaba, dijo: ¡Salve, muy favorecida! [Alégrate,
que has sido muy favorecida]”

El nacimiento de Jesús se anuncia en un pueblo desconocido de las montañas de Galilea, lla-


mada «Nazaret», de donde nadie espera que pueda salir algo bueno (Juan 1:46). El anuncio del
nacimiento de Jesús, tiene lugar en una casa pobre de una aldea. Jesús se hará presente allí donde
las personas viven, trabajan, gozan y sufren. Vive entre ellos aliviando el sufrimiento y ofreciendo
el perdón del Padre. Dios se ha hecho carne no para permanecer en los templos, sino para poner
su habitación entre los hombres y compartir nuestra vida.
El anuncio del nacimiento de Jesús lo escucha María, una joven de unos doce años. No se
indica dónde está ni qué está haciendo: ¿a quién podría interesar el trabajo de una mujer en aquel-
la época? Sin embargo, Jesús, el Hijo de Dios encarnado, mirará a las mujeres de manera diferen-
te, defenderá su dignidad y las acogerá entre sus discípulos.
El Mesías nacerá de María, una joven virgen. Pero, el Salvador del mundo no nace como fru-
to del amor de unos esposos que se quieren mutuamente. Nace como fruto del amor de Dios a to-
da la humanidad.
Lucas temía que sus lectores leyeran su escrito de cualquier manera. Lo que les quería anun-
ciar no era una noticia más, como tantas otras que corrían por el imperio. Debían preparar su co-
razón, despertar la alegría, desterrar miedos y creer que Dios está cerca.

Oración: “Señor, deseo vivir este adviento preparando mi corazón para celebrar el nacimiento
de tu hijo Jesús, en Su nombre, amén”.
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DIA02 La mejor espera

- Lucas 1:28

“28 Y entrando el ángel en donde ella [María] estaba, dijo: ¡Salve, muy favorecida! [Alégrate, que
has sido muy favorecida]”
«Alégrate». Es lo primero que María escucha de Dios, y lo primero que hemos de escuchar
también nosotros. «Alégrate»: esa es la primera palabra de Dios a todos en Navidad. En estos
tiempos, que a muchos les parecen de incertidumbre y oscuridad, llenos de problemas y dificulta-
des, lo primero que se nos pide es no perder la alegría. Sin alegría, la vida se hace más difícil

y dura.
«Alégrate», le dice a María, porque el ángel sabía que ella debía prepararse para vivir una
experiencia inigualable. No se lo entrega al instante, debía esperar algunos meses aún. Era una ex-
periencia que llegaría, pero debía esperarlo con alegría.
Hoy no sabemos esperar. Somos como niños impacientes, que lo quieren todo enseguida.
No sabemos estar atentos para conocer nuestros deseos más profundos, y aún mucho peor, no sa-
bemos estar atentos para conocer los deseos más profundos de Dios. Sencillamente se nos ha olvi-
dado esperar a Dios; el factor sorpresa se ha perdido, la vida apasionante se ha diluido, el camino
expectante se ha esfumado, y ya no sabemos cómo encontrar la alegría.
Nos estamos perdiendo lo mejor de la vida. Nos contentamos con la satisfacción, el placer y
la diversión que nos proporcionan alegría transitoria. Sabemos que es un error, pero no nos atre-
vemos a creer que Dios nos puede descubrir nuevos caminos hacia la alegría, cuando, vivimos
nuestra espiritualidad con una fe sencilla y alegre.

Oración: “Señor, quiero saber esperar para descubrir la alegría que tengo en ti, en el nombre de
Jesús, amén”.
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DIA03 El mejor saludo
- Lucas 1:28

“28 Y entrando el ángel en donde ella [María] estaba, dijo: ¡Salve, muy favorecida! [Alégrate,
que has sido muy favorecida]”

Lo interesante del versículo, es que es un imperativo hacia la alegría, pero, también una for-
ma de saludo de la época que deberíamos usar también nosotros en esta época de adviento. Es un
llamado a compartir la alegría de la fe, a contagiar esperanza y a esparcir semillas de bondad.
Debería ser una prioridad, vivir y compartir la alegría en Dios.
No es un detalle menor que la “alegría” haya sido la primera palabra de parte de Dios a sus
hijos cuando el Salvador se acercó al mundo, siempre el evangelio ha sido una invitación a la ale-
gría y eso es lo que escucha María: «Alégrate».
Jürgen Moltmann, el gran teólogo de la esperanza, lo ha expresado así: «La palabra última
y primera de la gran liberación que viene de Dios no es odio, sino alegría; no es condena, sino ab-
solución. Cristo nace de la alegría de Dios, y muere y resucita para traer su alegría a este mundo
contradictorio y absurdo».
Sin embargo, la alegría no es fácil. A nadie se le puede forzar a que esté alegre; no se le pue-
de imponer la alegría desde fuera. El verdadero gozo ha de nacer en lo más hondo de nosotros
cuando provocados por el amor de Dios, sea inevitable esta experiencia. De lo contrario, siempre
será risa exterior, carcajada vacía, euforia pasajera. No deje que la alegría se quede fuera, justo ahí
a la puerta de su corazón.

Oración: “Señor, ayúdame a compartir la alegría que me diste, 



en el nombre de Jesús, amén”.
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DIA05 La mejor alegría

- Lucas 1:28

“28 El Señor es contigo; bendita tú entre las mujeres.”

Debemos ser realistas. ¿Cómo se puede ser feliz cuando hay tantos sufrimientos sobre
la tierra? ¿Cómo se puede reír cuando aún no están secas todas las lágrimas y brotan diaria-
mente otras nuevas? ¿Cómo gozar cuando dos terceras partes de la humanidad se encuen-
tran hundidas en el hambre, la miseria o la guerra?
La alegría que el ángel trae a María es el gozo que podemos tener en un Dios sal-
vador, que levanta a los humillados, que dispersa a los soberbios, que provee alimento
a los hambrientos y que despide a los ricos vacíos. La alegría verdadera solo es posible
en el corazón de aquel que no es egoísta, que no se guarda esta alegría para sí, en
aquel que anhela y busca justicia, libertad y fraternidad para todos.
Solo se puede ser alegre en comunión con los que sufren y en solidaridad con los
que lloran. Sólo tengo derecho a la alegría cuando lucho por hacerla posible entre los
humillados. Solo puedo ser feliz cuando me esfuerzo por hacer felices a los demás. So-
lo puedo celebrar la Navidad cuando busco sinceramente el nacimiento de un hombre
nuevo dentro de mi.
El relato de la anunciación a María es una invitación a despertar en nosotros algu-
nas actitudes básicas que hemos de cuidar para vivir nuestra fe de manera generosa.

Oración: “Señor, ayúdame a experimentar la mejor y mayor alegría, 



en el nombre de Jesús, amén”.
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DIA04 La mejor presencia

- Lucas 1:28

“45 Y bienaventurada la que creyó, porque se cumplirá lo que le fue dicho de parte del Señor.”

¿Por qué María debía alegrarse? La alegría es un regalo hermoso, pero también vulnerable.
Y lo que el ángel estaba a punto de entregarle en palabras, era el regalo del gozo permanente. Ella
habitaría "bajo la sombra del omnipotente” (Salmo 91). ¡Qué mejor dicha! ¡Qué mejor bienaven-
turanza!
Creer que “Dios está con nosotros” es el mejor regalo de la Navidad. Vivir esta realidad
es el mejor regalo para la vida. El ángel le dice a María, como también nos dice hoy a nosotros:
«El Señor está contigo». Eso producirá en nosotros, no un optimismo forzado ni un auto enga-
ño fácil, sino la alegría interior que nace en aquel que se enfrenta a la vida con la convicción de
que no está solo. Una alegría que nace de la fe. Dios nos acompaña, nos defiende y busca siem-
pre nuestro bien. Podemos quejarnos de muchas cosas, pero nunca podremos decir que esta-
mos solos. Dentro de cada persona que ha reconocido a ese pequeño bebe como el Salvador del
mundo, en cada persona que reconoce en Él la presencia absoluta de Dios, habita Jesús para
siempre.
La época de adviento nos recuerda que todo cambia cuando el ser humano se siente
acompañado por Dios. Navidad nos trae esa noticia. No vivimos solos, no existimos perdidos
en el cosmos. La humanidad no está abandonada. Tú no estás abandonado.

Oración: “Señor, gracias por estar conmigo cada día, 



en el nombre de Jesús, amén”.

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DIA06 El peor miedo

- Lucas 1:29-30

“29 Mas ella, cuando le vio, se turbó por sus palabras, y pensaba qué salutación sería ésta.
30Entonces el ángel le dijo: María, no temas…”

Lo peor que nos puede pasar en Navidad no es la ausencia de regalos, ni la ausencia de una
buena cena en Noche Buena, ni siquiera la ausencia de nuestros seres queridos en una fecha tan
familiar. Lo peor es tener miedo.
Son muchos los miedos que pueden despertarse en nosotros. Miedo al futuro, a la enferme-
dad, a la muerte. Nos da miedo sufrir, sentirnos solos, no ser amados. Podemos sentir miedo a
nuestras contradicciones e incoherencias. El miedo es malo, hace daño. El miedo ahoga la vida,
paraliza las fuerzas, nos impide caminar. Lo que necesitamos es confianza, seguridad y luz.
El ángel le dice a María, «No tengas miedo», porque la alegría es imposible cuando vivimos
llenos de miedos, que nos amenazan desde dentro y desde fuera. ¿Cómo pensar, sentir y actuar de
manera alegre si se ha esfumado la confianza, si he perdido la seguridad, si se ha apagado la luz?
Navidad es necesaria para recuperar la confianza en Dios, para afirmarnos en la seguridad
de Dios, y para encender la luz de la vida.
Por eso, el ángel la invita a mirar hacia adentro. Le pide mirar en su interior y sacar toda in-
credulidad, inseguridad y oscuridad, porque se nos ha olvidado que cuidar nuestra vida interior es
más importante que todo lo que nos viene desde fuera.
«No tengas miedo», te dice Dios nuevamente en esta nueva navidad, afirmémonos en la con-
fianza de un Dios que nos promete estar con nosotros.

Oración: “Señor, aléjame del miedo y ayúdame a vivir confiando y seguro en ti, 

en el nombre de Jesús, amén”.
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DIA07 El mejor regalo

- Lucas 1:30

“30 Entonces el ángel le dijo: María, no temas, porque has hallado gracia delante de Dios.”

La razón más importante para que Maria no tenga miedo y se alegre, se revela cuando el án-
gel le dice que no debe tener miedo porque «has hallado gracia delante Dios» ¡Qué regalo tan ma-
ravilloso!
Dios se ofrece con el nacimiento de Su hijo a cada uno de nosotros, no sólo a María, para
que vivamos y muramos sostenidos por Su gracia y amor.
La gracia redimensiona la vida. Sobrepasamos la culpa por su efecto reconciliador. Nos libe-
ramos de ataduras por su fuerza lideradora. Nos humanizamos más por su transversalidad. La vi-
da sigue ahí, con sus dificultades y preocupaciones, pero la gracia de Dios nos enseña que la fe en
Dios no es una receta para resolver los problemas diarios, sino el medio para buscar en Dios clari-
dad y fortaleza para enfrentarnos a ellos.
En estos tiempos no siempre fáciles, ¿no necesitamos desterrar el miedo, y darle la bienveni-
da a la confianza en Dios? Alegrémonos al reconocer que Dios está con nosotros y que hemos ha-
llado gracia delante de Él. Alegrémonos porque adviento nos prepara para enfrentarnos a la vida
desde la fe en un Dios presente que envío a Su Hijo único para salvarnos.
El Salvador del mundo no nace como fruto del amor de unos esposos que se quieren mutua-
mente. Nace como fruto del Amor y Gracia de Dios a toda la humanidad. Jesús no es un regalo
que nos hacen María y José. Es un regalo que nos hace Dios.

Oración: “Señor, gracias por tu mejor regalo, la Gracia que me acerca cada día a ti en una
relación de confianza y amor, en el nombre de Jesús, amén”.
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Devocionales
07DIAS Alegría en adviento

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Caleb Fernández Pérez, Pastor de la 1ra Iglesia Presbiteriana de Valparaíso y profesor del Seminario
Teológico Presbiteriano en Santiago, Chile.

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