You are on page 1of 7

LOS TIEMPOS DE DIOS Y SUS CÓDIGOS SAGRADOS

Publicado por MAYA el julio 16, 2016

Dedicado a Elza, Agesta, Tere, Geo y Any.

Los Tiempos de Dios y sus Códigos Sagrados

Vivimos en un constante vaivén de emociones, experiencias,


situaciones, conflictos, aprendizajes, y todo lo que conlleva esta
sagrada elección de encarnar y habitar en esta Nave Escuela, que
llamamos Tierra, Pachamama o Madre Gaia.

En estos últimos años, tenemos la impresión de que el tempus


fugit más aceleradamente que antes. Apenas nos levantamos,
iniciamos el trajín del día a día, y ya luego acaba, para recomenzar
a la mañana siguiente. Es esa vorágine que nos hace distanciarnos
de nosotros mismos y olvidarnos que el tiempo, en realidad, es hic
et nunc (aquí y ahora), es presente y extendido. Es, por lo tanto, un
tiempo sagrado, donde nuestra amada Divinidad se manifiesta de
infinitas maneras para que podamos captar su mensaje.

Los tiempos nuestros son mundanos, vertiginosos, marcados por


los punteros del reloj y nuestros quehaceres cotidianos. Ya los
tiempos de Dios son hierofanías (del griegohieros-sagrado y fania-
revelación), es decir, manifestaciones de todo su amor por
nosotros. Cuando Se manifiesta en nuestras vidas es porque nos
está consagrando, dedicándose a nosotros, sus hijos, tal como lo
hacemos nosotros como padres con nuestros hijos. La ley
universal de correspondencia expresándose perfectamente:“Como
es Arriba es Abajo“.

Cuando nos sentimos atribulados, acudimos a Dios, lo llamamos,


pedimos su intervención, usando las técnicas que hemos
aprendido, ya sea orando, haciendo método H, meditación,
respiración o visualizando. Sea cual fuere la forma, todos hacemos
una pausa, un quiebre en nuestra rutina para, primero, pedir su
ayuda, luego, agradecer y, por último, esperar. Pero es esta última
instancia la que nos olvidamos de hacer, y en vez de esperar con
tranquilidad, dejamos surgir en nosotros la angustia y la
desesperación, lo que nos separa aún más de aquello que le
hemos pedido a Dios.
Esto ocurre porque no hemos aprendido a saber esperar. El tiempo
de Dios no es el tiempo del reloj, es un tiempo perfecto, en el cual
lo que pedimos se nos da enarmonía absoluta y cuando es el
momento pleno para materializarse en el plano físico.

Una amiga muy querida, Elza, se ha dedicado con devoción a sus


dos hijas, se haconsagrado a éstas, aun siendo grandes. Una de
ellas está buscando su lugar en el mundo, y Elza, angustiada a
ratos por la falta de trabajo de su hija, me expresaba su
preocupación. Resolvimos pedir juntas por ese trabajo perfecto
para su realización y felicidad (siempre pidiendo que sea en
armonía para todo el mundo, así como enseñó en sus libros de
Metafísica la maestra Conny Méndez). Gran detalle, pedir por su
felicidad. Pero pasaba el tiempo y los rezos daban la impresión de
que no hacían efecto, alguna cosa no andaba bien y mi amiga
empezaba nuevamente a preocuparse. Fue entonces cuando el
Alma Sublime se expresó: Es En los Tiempos de Dios, no en el
nuestro. Ora, agradece, y espera con fe, que ha de aparecer.

En ese mismo lapso de tiempo ‒sincronía pura‒, Tere y Geo,


compañeras de terapias, me hablaron de una serie de números,
que al repetirlos 45 veces se podía lograr lo que se pedía, eran los
llamados Códigos Sagrados.

Con entusiasmo los busqué en la red y di con Universo Shanti y su


infinidad de códigos, canalizados por el hermano Agesta (José
Gabriel Uribe). Era un verdadero índice telefónico para discar
justamente al Universo. Un “llame ya“ sin costo alguno y a
disposición para quién quisiera.

Leí con atención las instrucciones de uso, había que repetir los
códigos 45 veces sin importar cuántas ocasiones al día se hicieran,
pero la clave estaba en las 45 veces, ayudándose ya sea con un
yapa mala, un rosario, un kombolói (collar de cuentas griego) o un
bodhi (pulsera de cuentas budista) para no perder la secuencia
numérica.

Yo partí, a falta de otra cosa, con mis deditos diciendo un código.


Una parte de mí, afín al método científico, quiso primero
comprobar si estos códigos funcionaban. Por eso, sin esperar
nada, libre de expectativas ‒además porque esto también era
totalmente nuevo para mí‒, elegí el 545 (Regalo del Universo).
Repetí, en serie de 3, 45 veces los números, y me quedé a la espera
de ese regalo del Universo. Sin obsesión ni desesperación, sin
imaginar qué podía ser, apenas una sorpresa, algo que me hiciera
comprobar que funcionaban.

Pasaron dos semanas, estábamos en medio de una pequeña


reforma en la casa, y tuvimos que ir a comprar tornillos, algo en
apariencia nada espiritual, y al llegar a la Casa de los Tornillos,
habían dos monjes budistas chinos allí, pensé: “Qué grata
coincidencia, además también compran tornillos, jajaja“. Mi
pequeño hijo, Porotito, revolucionado por tanta herramienta y
tornillos que veía, no paraba un segundo de moverse de un lado a
otro. Uno de los monjes (el mayor) no dejaba de sonreír al verlo, y
vernos, porque yo trataba de mantenerlo quieto, sin ningún éxito; él
se divertía con la escena.
Cuando las miradas se cruzaron, nos saludamos a la distancia con
una gran sonrisa. A los minutos, él se acercó a mí, tomó la muñeca
de mi mano derecha, diciendo alguna cosa en chino ‒que por
supuesto no entendí‒ y se fue a su auto (sí, también conducen), a
los minutos apareció y vistió mi mano con un bodhi (en sánscrito
significa “despertar“) de jade verde, precioso, y me dijo algo en su
idioma, regalándome su sonrisa, yo le agradecí con un abrazo.
Luego apareció el monje más joven y me dijo tocando el bodhi:
“esto es muy importante“. Ambos se fueron en su auto y nos
seguimos despidiendo a la distancia.

Ése era mi gran regalo del Universo, no sólo haber recibido un


bodhi, sino que toda la situación vivida con los monjes había sido
una grandiosa dádiva. Y, aunque no entendí absolutamente nada
de lo que me dijo el monje, en el idioma Universal solo fluyó un
profundo amor.

Entendí que al final la vida se trata de esos pequeños gestos


amorosos que nos vamos intercambiando y, mientras más gestos,
más el amor se expande, aun en las circunstancias más triviales.
En eso está el encanto.

Compartí estos códigos con mis hermanos de la Comunidad de


Luz Arcoiris, y a los pocos días, una de nuestras hermanas, Any,
me pidió que la ayudara con su gatita a la que le dañaron su
columna, estaba desahuciada por la veterinaria. Usamos el código
de los gatitos (157-X) y el del arcángel Rafael (29) durante todo un
fin de semana, el día lunes la gatita había recuperado los
movimientos para la alegría de todos, y sorpresa de la doctora.
Si yo hubiera querido apresurar al Universo con algún resultado,
ciertamente no hubiera ocurrido lo que esperábamos, pues los
tiempos de Dios son cuando tienen que ser y quien así lo
comprende y siente facilita aún más la estadía en esta Casa Nave,
pues de antemano se quita la presión de la inmediatez, del éxito
instantáneo, entregándose por completo a nuestro Padre-Madre
Amor para que conduzca amorosa e inteligentemente nuestras
vidas.

No hay nada más sabio que la antigua máxima “todo a su tiempo“.


Cuando mi amiga Elza permitió que se manifestase esta esencia
divina, una oportunidad única surgió para su hija, estudiar yoga
durante dos meses para transformarse en instructora, algo
absolutamente distinto a su área de estudios científica. Los
caminos de Dios se revelaron hacia el espíritu y la conciencia, y
hoy la joven estudiante de yoga está descubriendo todo ese
universo místico que porta

Por eso, cuando se sientan agobiados por alguna petición que


hayan hecho, algo que deseen alcanzar y no se haya dado, primero
pongan pausa a la batahola de pensamientos alarmantes que
produce la mente (que es una de las grandes trabas); deténganse
para respirar, sin presión alguna, y vuelvan a pedir con absoluta
certeza de que serán atendidos, pero ábranse a la posibilidad de
que Dios les muestre lo armónico para ustedes, para que se revele
aquello que necesitan en el tiempo perfecto del Universo.

Bendiciones amorosas para cada uno de ustedes,


Autora: Tornasol

You might also like