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Así, los orígenes de la intervención en lo social se relacionan con la ilustración, en especial con la
orientación pedagógica de ésta, lo que impulsará una metamorfosis de los discursos, las prácticas y las
instituciones en términos de transición hacia algo que es definido como nuevo y, por ende, como mejor que
lo anterior, que connota atraso y barbarie.
Las prácticas que intervienen en lo social poseen una impronta pedagógica, por cuanto procuran que ese
otro aprehenda la modernidad. La idea de que la razón ilumina se impone a la cultura como el intento de
incorporar la razón a lo cotidiano, pensando en función del futuro y de una sociabilidad construida en forma
artificial. Así, la intervención propone desde la pedagogía, formas de cohesión, preparando a los otros para
un futuro que el clima de época visualiza como promisorio. Para esto debe entregarse la soberanía a alguien
que pueda dirigir el descontento o el padecimiento. El espacio de la intervención se va naturalizando
progresivamente.
Esta nueva visión de lo social también determina la aparición de nuevas formas en los procesos
judiciales. El concepto de delito social surge en este contexto. Esta figura se corresponde con la limitación
del acceso a los recursos de los que menos tienen. Así, la puja por la supervivencia será criminalizada. La
vida cotidiana, como espacio de construcción de identidad, será el lugar privilegiado de la intervención, del
disciplinamiento.
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La intervención probablemente implicó fragmentación, aunque se presentara como dispositivo de
integración. Es por eso que intervenir en lo social puede significar, o no, unir aquello que una vez se
fracturó, recuperar las sociabilidades perdidas, que sumadas conducen a la reconstrucción de la sociedad.
En fin, desde la intervención en lo social se trata de buscar una forma discursiva diferente, signada por el
sujeto, construida en su vinculación con los otros y no a partir de atribuciones elaboradas previamente. Así,
la intervención en lo social muestra la necesidad de un trabajo de elucidación, de indagación alrededor de la
lógica del acontecimiento que se origina en el momento de la demanda hacia ella, y en el camino de
reconocer la presencia de la historia en el presente, confiriéndole historicidad al acto de intervenir.
Cap. 4. La intervención y los cuerpos fragmentados. De las narrativas del dolor a la reinscripción
social
La recuperación de lo propio. Sujeto, lazo social y deseo, otra vía de acceso a las problemáticas sociales
complejas
Desde una mirada al contexto de la intervención, es posible aproximarse a los lazos sociales a partir de
comprenderlos como elementos relevantes en la construcción de procesos de identificación, subjetivación y
socialización. Los lazos sociales construyen al sujeto desde la existencia de otro. Lo que sobresale como
problema en los escenarios de la intervención es una fuerte crisis de las formas y los lugares típicos de
socialización.
En esos espacios es donde el sujeto se va construyendo en relación con los otros, con su historia, con su
cultura. La crisis de estos espacios de socialización supone un impedimento en el desarrollo de las
potencialidades, capacidades y habilidades de cada persona. Desde esta perspectiva, la intervención en lo
social se separa de sus mandatos fundacionales. No se trata ya de detectar la anormalidad, lo discordante o lo
disfuncional de esa singularidad ligada a los talentos, que ese otro posee en forma latente o potencial. No se
trata de cambiar una subjetividad por otra sino de facilitar la expresión de lo propio.
Gran parte de la población se encuentra no al margen sino excluida de la sociedad, es decir, sencillamente
no forma parte de ésta. Las prácticas típicas de reinserción y de rehabilitación se enturbian, dado que la
demanda hacia la intervención puede provenir de sujetos que nunca formaron parte de la sociedad. De allí
entonces que desde la intervención se puedan pensar otras categorías de análisis como las de inscripción o
reinscripción que abarquen a los que quedaron fuera, los que padecen subjetivamente la posibilidad de
estarlo o los que sencillamente nunca estuvieron.
La ausencia del lazo social y sus crisis forman parte de los padecimientos de este nuevo siglo. Es
necesario examinar las posibilidades de revinculación familiar y territorial; reconstruir instancias de
socialización; analizar el impacto de la pérdida de derechos en el contexto de su restitución real; siempre con
el objetivo de generar de esta manera otras formas de inscripción social desde la incorporación de nuevos
sentidos de la intervención en lo social.
El concepto de reinscripción llevado a la intervención social implica la deconstrucción de procesos de
estigmatización. Reinscripción significa la recuperación de la condición sociohistórica del sujeto. La
intervención contribuye a la integración de la sociedad desde una perspectiva inclusiva. Tiene un carácter
estratégico, ya que la principal característica de su escenario es ser el lugar de encuentro entre lo macro y lo
microsocial.
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del relato, sus condiciones culturales de producción y los diferentes campos de interacción en que éste se
presenta, así como la visión propia de los aspectos significativos del problema. De esta manera, el relato
biográfico aporta información directamente relacionada con las diferentes vivencias.
Las narrativas del padecimiento permiten acceder a los diferentes órdenes de la historia de vida. En este
lugar de escucha, el sentido de la intervención se relaciona con conocer en profundidad la complejidad del
problema que se presenta y con acceder a las problemáticas sociales complejas.