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DOCUMENTO

Sermón: Glorificando a Dios en la Unanimidad.

ESTUDIANTE

Santiago Montañez Florez

CURSO

Libro de Romanos

PROFESOR

Walter Eriksen

INSTITUCIÓN

Seminario Reformado Latinoamericano

LUGAR Y FECHA

Medellín, 15 de noviembre de 2018


Introducción:

Actualmente encontramos muchas diferencias y conflictos entre el mismo cuerpo de


Cristo que es la Iglesia, esto puede ser entendible, ya que los seres humanos inherentemente
somos individuos particulares, la diferencia en el pensamiento y demás formas propias del
ser humano son naturales y a veces son enriquecedoras. Pero debemos saber que los que
hemos sido llamados por Dios, se nos ha dado una nueva naturaleza en Cristo, y esta se
caracteriza de una unidad por los que la poseen. Podemos pensar diferente, pero se nos llama
a tener un mismo sentir, en Cristo. Tener el sentir de Cristo significa que por medio de la fe
somos llevados a imitar su ejemplo de sacrificio y entrega. Es por medio del sentir de Cristo
que morimos a nosotros mismos para que la Iglesia puede permanecer en unidad.

Texto: Romanos 15: 1-6

Tema: La unidad de la Iglesia es necesaria para la glorificación de Dios en ella.

Título: Glorificando a Dios en la Unanimidad.

Bosquejo:

1. El Principio: El Servicio a nuestro prójimo para su edificación (vv. 1-2).


2. Los Medios: Cristo, La Escritura, El Don de Dios (vv. 3-5).
3. El Fin: Glorificar a Dios en la unidad (v. 6).

Conclusión

Aplicaciones
Desarrollo:

1. El Principio: el servicio a nuestro prójimo para su edificación (1-2).

 Versículos 1-2:

Lo Primero que hace el Apóstol Pablo es nombrar a quién se esta dirigiendo, dice a los
“fuertes”, lo hace de manera plural incluyéndose a él mismo, y a los hermanos de la Iglesia
a quienes se les puede identificar con esta cualidad. Esta identificación de fuertes ya se había
hecho en el capítulo anterior, en relación a aquellos que son fuertes de conciencia para comer
de todo, porque creen estar bien delante de Dios.

El Principio:
Estos fuertes de conciencia, deben dirigir su virtud a servir por medio de ella, es decir,
por cuanto son fuertes son llamados a ser soporte de los débiles. El fin de su virtud no es
para su propio bienestar, sino para procurar el bien de los demás. La facultad de fortaleza es
la causa para el servicio no a sí mismo sino a los demás, es lo que procura expresarnos el
Apóstol Pablo, puesto que el texto en griego muestra como una exigencia el acto de servir.
Lo que Pablo dice aquí en Ro. 15:1 también lo encontramos en Gálata 6:2: “Sobrellevad los
unos las cargas de los otros, y cumplid así la ley de Cristo”. Así que, Como dice nuestro
pasaje el principio se lleva cabo haciendo dos cosas: “soportar las flaquezas de los débiles y
no agradarnos a nosotros mismos”. Así vemos que el principio que el Apóstol quiere
mostrarle a los fuertes implica dos cosas:

a) Soportar las flaquezas de los débiles (1 a): Soportar no significa tener una actividad
pasiva como tolerar o ser paciente, sino que implica algo activo que requiere esfuerzo
de sí mismo, como el de poner tu hombro para soportar lar cargas de tu hermano
además de las propias.

b) No agradarse a sí mismo, sino a agradar a nuestro prójimo en lo bueno (1b-2a): Lo


segundo es que el fuerte no debe tener intereses de agradarse a sí mismo, sino que
haya su verdadero interés en agradar a su hermano. Debemos entender el sentido
propio de lo que quiere decir Pablo con agradar. En muchas partes de las Escrituras
encontramos que no debemos agradar a los hombres en sus intereses y deseos egoístas
como:
Gal. 1: 10:
Pues, ¿busco ahora el favor de los hombres, o el de Dios? ¿O trato de agradar a
los hombres? Pues si todavía agradara a los hombres, no sería siervo de Cristo.

Entendiendo el contexto Pablo quiere decir aquí en Gálatas que agradar al hombre
sería no predicar la verdad de la Palabra de Dios, sino hablar conforme a las palabras
de hombres, lo cual sería agradar a los hombres en sus intereses caídos. Pasajes como
estos encontramos en muchos lugares de la Biblia (1 Ts. 2:4), (1 Co. 10:33), que
parecería contradecir lo que dice Pablo aquí en Romanos, pero ciertamente no es así
porque Pablo habla de agradar en el sentido no de alimentar intereses egoístas, sino
como el mismo lo dice en lo que es bueno (v2). El verdadero agrado que le podemos
hacer a nuestro prójimo es lo bueno para su edificación.

El agradar al prójimo aquí tiene que ver exclusivamente con todo aquello que
sirva para su edificación. En el contexto inmediato, los fuertes ceden en sus
derechos para apoyar a los débiles en sus debilidades, agradándoles en todo
aquello que para ellos es un beneficio espiritual. Así que “lo que aquí se condena el
agradarnos a nosotros mismos haciendo caso omiso de cómo éste agradarnos
afecta a otros” (Hendriksen). No debemos hacer nada que pueda afectar
espiritualmente a nuestro hermano, de lo contrario debemos discernir que podemos
hacer para su bien espiritual.

2. Los Medios: Cristo, La Escritura, El don de Dios (3-5).

Pablo nos muestra en esta sección tres medios que Dios nos provee para poder llevar a
cabo este principio que nos demanda. Dios nos manda a soportar a nuestros hermanos, pero
no nos deja solos en esto, nos da sublime ayuda primeramente por medio del ejemplo de Su
Hijo Jesucristo (v. 3), luego por el aliento de la Escritura (v. 4), y por último Dios mismo se
encarga de poner en nosotros el mismo sentir en Cristo (v. 5). El aplicar el principio de
soportar a nuestros hermanos, nos llevará a la unanimidad, ese el fin supremo que quiere
Dios para su Iglesia.

 Versículo 3: El ejemplo personal en Jesucristo.

Parte A:
Así que, el primer medio es Cristo como nuestro ejemplo para obedecer a este principio.
El enfoque ahora está siendo guiado a nuestro Señor Jesucristo. Él es el supremo ejemplo de
la vida cristiana (Heb. 12:2), este verso 3 nos hace recordar la declaración asombrosa de
Cristo en Filipenses 2, donde nos dice que Cristo se hizo siervo por aquellos débiles para
salvarlos, y allí mismo al igual que en nuestro pasaje Pablo nos exhorta a servir a nuestros
hermanos, teniendo a Jesús como sumo ejemplo el cual fue varón de dolores (Is. 53:3). Jesús
llama a los suyos a aprender de Él, en su humildad, mansedumbre y compromiso (Mt. 11
:29), como lo hace Pablo en nuestro pasaje, nos llama a ver a Cristo para imitarlo.

Jesús no se agradó a sí mismo, El Señor tenía derechos de desentenderse de los hombres


perdidos y continuar eternamente en su condición divina (Fil. 2:6). Sin embargo, no se aferró,
afirmándose en el derecho, sino que se despojó, se derramó a Sí mismo, asumiendo la
condición humana para redimir a los perdidos.

"Porque ya conocéis la gracia de nuestro Señor Jesucristo, que por amor a vosotros se
hizo pobre siendo rico, para que vosotros con su pobreza fueseis enriquecidos" (2 Co. 8:9).

Parte B:
En Cristo cayeron los vituperios de los pecadores que lo merecían, Cristo se dio a sí
mismo por el bien salvador de los pecadores. Esta parte b del v. 3 es una cita del salmo 69.
Para confirmar el ejemplo de la entrega del Salvador, Pablo acude a la Escritura, citando un
Salmo mesiánico (Sal. 69:9). El Salmo 69 es uno de los seis salmos a que se hacen la mayor
cantidad de referencias en el Nuevo Testamento, siendo los otros los salmos 2, 22, 89, 110 y
118.
En análisis la lección que Pablo quiere enseñar en este versículo es esta: “Si Cristo,
el Santo, estuvo dispuesto a tomar sobre sí mismo tanto sufrimiento, en forma de insultos
lanzados contra él por sus enemigos, ¿no debiéramos nosotros entonces estar dispuestos a
sacrificar un poco de los placeres por amor a nuestros hermanos creyentes?” (Hendriksen).

 Versículo 4: Las Escrituras como guía.

Parte A:
El otro medio que Dios usa para guiarnos a obedecer este principio es la misma
Escritura. La Escritura tiene como propósito instruirnos en la voluntad de Dios. La Escritura
nos capacitará para poder obedecer a lo que nos exhorta Dios a través del Apóstol, de soportar
a nuestros hermanos. Aquí Pablo sienta la base de las Escrituras como verdad suprema para
el beneficio de su audiencia, aquellos fuertes deben recibirla. En esta se anuncia a Cristo y
su ejemplo poderoso de humildad, en ella reside la revelación de Dios. Dice Pablo en este
verso 4: “Porque las cosas que se escribieron antes, para nuestra enseñanza se escribieron”.
La Escritura fue escrita para la enseñanza del creyente.

“Toda la Escritura es doctrina porque procede de Dios y ha sido dada a los hombres para
que le conozcan y vivan conforme a su propósito y voluntad” (Millos).

Parte B:
La Escritura es el maestro supremo del creyente, así como Cristo es su ejemplo
supremo, es útil para enseñar (2 Ti. 3: 16). La enseñanza de la Escritura producirá dos cosas:

a) Paciencia:
El primer efecto de la Escritura es la paciencia, esta es necesaria para poder
soportar no solo las debilidades de nuestros hermanos, sino también las de
nosotros mismo. “Las Escrituras producen en el creyente la virtud de la
paciencia porque en ellas está el compromiso de Dios y sus promesas de
compañía y ayuda aun en las circunstancias más difíciles” (Millos).

b) Consolación:
También produce consolación, El término en griego expresa la idea de
venir al lado para prestar ayuda. La Palabra de Dios se ubica al lado de quien
acude a ella y recibe su consuelo. El consuelo se produce cuando en medio de
las dificultades, la Palabra promete la obra divina a nuestro favor. Pablo mismo
en Romanos hace una declaración de consolación, a saber, nada de lo creado nos
podrá separar del amor de Dios (Rom. 8: 31-39).

Estos dos elementos de la Escritura sustentan la esperanza. El bendito testimonio de


la Escritura, llena al creyente de la esperanza eterna, lo sostiene en el presente para su futuro
de salvación, de tal manera que viva conforme a tal esperanza escatológica.

"No mirando nosotros las cosas que se ven, sino las que no se ven; pues las cosas
que se ven son temporales, pero las que no se ven son eternas" (2 Co. 4: 18).

“La enseñanza de la Escritura produce resultado de madurez espiritual en el


creyente, apropiado en el caso de los débiles a fin de que venzan sus debilidades y
de los fuertes para que aprendan a soportar a los débiles” (Millos).

 Versículo 5: El Don de Dios.

Parte A:
En estos versos se retoman los dos conceptos anteriores del verso 4, “Paciencia” y
“Consolación”, aquí Pablo los aplica dándolos como dos títulos de Dios:

a) Dios de Paciencia:
Una muestra de la paciencia de Dios, es el hecho de retener su ira contra el
pecador, dando a la vez arrepentimiento. "El Señor no retarda su promesa, según
algunos la tienen por tardanza, sino que es paciente para con nosotros, no
queriendo que ninguno perezca, sino que todos procedan al arrepentimiento" (2
P. 3:9). Siendo este un atributo de la naturaleza divina de Dios, es también
comunicable a los hombres, especialmente a los creyentes, que
tenemos comunión con la naturaleza de Dios (2 P. 1 :4).

b) Dios de Consolación:
El Dios se acerca al cristiano viniendo a su lado para alentarlo, por medio de
su Espíritu Santo.

Juan 14: 16: “Y yo rogaré al Padre, y os dará otro Consolador, para que esté
con vosotros para siempre”.

Juan 14: 26“Mas el Consolador, el Espíritu Santo, a quien el Padre enviará en


mi nombre, él os enseñará todas las cosas, y os recordará todo lo que yo os he
dicho”.
Parte B:
De esta manera Dios a través de derramar de su gracia por estos dones de paciencia
y consolación en los creyentes, usando la Escritura y Su bendito Espíritu para ello, produce
en los creyentes unidad. Pablo lo dice como “un sentir en Cristo Jesús”, los creyentes haya
la verdadera unidad en Cristo. La Iglesia es el cuerpo de Cristo y así mismo Él es su cabeza,
solo en la unión de la Iglesia habrá crecimiento y bendición (Ef. 4:15-16). La naturaleza de
esta unidad es en el Espíritu (Ef. 4:3). El Espíritu se encarga de mover el corazón del creyente
y produce en todos y cada uno un mismo sentir en Cristo, es una unidad indivisible ya que es
centrada en Cristo.
3. El Fin: Glorificar a Dios en la unidad (6).

 Versículo 6:

En este último versículo encontramos que el fin supremo de la unanimidad de la Iglesia


es la Gloria de Dios. Si Dios nos ha dado todo don espiritual en Cristo (Ef. 1:3), puesto que
“Toda buena dádiva y todo don perfecto desciende de lo alto, del Padre de las luces, en el
cual no hay mudanza, ni sombra de variación” (St. 1;17). Por tanto, solo para Dios es la
Gloria. Si tenemos salvación en Cristo y todo lo que conlleva con ello (entre eso está la
unidad en Cristo), todo esto apunta y esta reunido para la alabanza y gloria de Dios. El fin
por el cual Dios hace todas las cosas es para la alabanza de Su Gloria como lo vemos en (Ef.
1).

Conclusión:

“En medio de las diferente entre fuertes y débiles, la paciencia y la consolación de Dios
mantendrán la unidad en la Iglesia, para que unánimes, a una voz glorifiquen a Dios”.

Aplicaciones:

Cristológica:

El hecho de que nosotros los creyentes no estemos en este momento en el infierno, y


que hemos sido traídos en amor a Dios por Él mismo, y además de eso llevados juntos como
Iglesia para la adoración de Su gloria, no es más que sublime gracia de Dios. Todo esto solo
se puede llevar a cabo solamente por la obra redentora que nuestro Señor Jesucristo en la
cruz. Por medio de la cruz Cristo nos dio reconciliación con Dios (Ef. 2:16) y con esto toda
bendición espiritual. La cruz fue una humillación para el Hijo de Dios, pero fue necesario
para la redención y para su ejemplo para la Iglesia.
Eclesiológica:

De esta manera sabiendo el valor y el ejemplo del sacrificio de Cristo por nosotros,
de la misma manera sirvamos a nuestros hermanos, soportándolos y haciéndoles el bien para
su edificación. No hacer esto es no valorar o no entender lo que nuestro salvador hizo por
nosotros. La vida cristiana no consiste en mero conocimiento, sino en la experiencia práctica
de dicho conocimiento. Debemos vivir el evangelio negándonos a nosotros mismos para el
bienestar de nuestro hermano, pero por sobre todo para la gloria de Dios.

Escatológica:

En la eternidad llegará a la perfección la unidad que ahora tenemos en Cristo, el deseo


de Cristo de Juan 17, de que como Él es uno con el Padre, también su Iglesia sea una en
completa unanimidad, esta petición de Cristo al Padre llegará a total perfección en el cielo,
donde no habrá ninguna diferencia, no habrá ni fuerte ni débil, sino que seremos
perfeccionados en la unidad eterna con Cristo. Todos los escogidos de Dios morarán en
completa armonía con su Señor por la eternidad, esa es la gran esperanza que aguardamos.

“Y oí una gran voz del cielo que decía: He aquí el tabernáculo de Dios con los hombres, y
él morará con ellos; y ellos serán su pueblo, y Dios mismo estará con ellos como su Dios”.
(Ap. 21:3).
Bibliografía
Hendriksen, W. (2006). Comentario al Nuevo Testamento: Exposición de Romanos. Grand Rapoids,
Michigan: Libros Desafío.

Millos, S. P. (2011). Comentario Exegético al Texto Griego del Nuevo Testamento: Romanos.
Barcelona: Editorial Clie.

Robertson, A. T. (2003). Comentario al Texto Griego del Nuevo Testamento: Romanos. Barcelona:
Editorial Clie.

Utley, B. (2006). Comentario de Romanos.

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