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“DERECHO INTERNACIONAL PUBLICO”

UNIVERSIDAD ALAS PERUANAS


FACULDAD DE DERECHO Y CIENCIAS POLÍTICAS
ESCUELA PROFESIONAL DE DERECHO

“ANÁLISIS DOGMATICO DEL DERECHO PENAL AMBIENTAL,


EXIGENCIA DEL DERECHO INTERNACIONAL SOBRE LA PROTECCION
AMBIENTAL”

CURSO:
DERECHO AMBIENTAL

DOCENTE:
ORIUNDO YARANGA, Roberto Iván .

9º - CICLO

ALUMNOS:

 APCHO CURIÑAUPA,Pilar.
 BARRIENTOS CORDOVA, Jackelin

AYACUCHO- PERU

2018
“DERECHO AMBIENTAL ”

DEDICATORIA
A nuestros padres quienes nos
encaminan en por este sendero de la
vida.

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“DERECHO AMBIENTAL ”

Tabla de contenido
INTRODUCCIÓN............................................................................................................................3
CAPITULO I...................................................................................................................................4
MARCO HISTÓRICO.......................................................................................................................4
CAPITULO II..................................................................................................................................6
MARCO CONCEPTUAL..................................................................................................................6
3.- EXIGENCIA DEL DEREHO INTERNACIONALSOBRE LA PROTECCION AMBIENTAL...............10
4.- MODELOS DE REGULACIÓN DE LA PROTECCIÓN DEL DERECHO PENAL DEL MEDIO
AMBIENTE..................................................................................................................................14
5.- BIEN JURÍDICO DE DAÑO AMBIENTAL...............................................................................18
5.1. El bien jurídico como límite del ius puniendi...................................................................19
5.2 El bien jurídico penal en los delitos contra el medio ambiente........................................20
5.3 Regulación Versus Desregulación.....................................................................................21
CONCLUSIÓN..............................................................................................................................22
CONCLUSIÓN................................................................................................................................0
BIBLIOGRAFÍA:..............................................................................................................................1

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“DERECHO AMBIENTAL ”

INTRODUCCIÓN
La instrumentación de una adecuada protección penal del ambiente, ampliamente
reclamada desde sectores muy diversos, no deja de suscitar importantes controversias en
el plano dogmático. Construidas sobre el modelo de los delitos de lesión contra bienes
jurídicos de carácter individual, la aplicación de las herramientas dogmáticas
tradicionales a los tipos penales que tutelan los nuevos bienes jurídicos colectivos –tipos
de peligro, más que de lesión

En la actualidad constituye opinión generalizada que la protección del medio ambiente


es una preocupación global y su análisis tiene un tratamiento prioritario en los temas de
la agenda internacional. Numerosos documentos internacionales tales como tratados,
declaraciones y resoluciones así lo corroboran. Asimismo, la reciente Conferencia de
Naciones Unidas sobre Medio Ambiente y Desarrollo, celebrada en Río de Janeiro en
1992, ha reafirmado la importancia de este tema y su vigencia para el futuro de la
humanidad que, cerca del fin del segundo milenio, ha logrado sorprendentes avances
pero que aún tiene graves problemas que resolver

Inicialmente el Derecho se introdujo al ámbito medioambiental mediante la protección


de sus diversos elementos, por ESER denominados “campos parciales”1 , no obstante,
la tutela jurídica se caracterizaba, en estos casos, más que por la necesidad de conservar
el ambiente, por la “optimación unilateral de una explotación orientada hacia los
hombres de manera puramente antropocéntrica”

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“DERECHO AMBIENTAL ”

CAPITULO I
MARCO HISTÓRICO

1.- Antecedentes Histórico

Ya desde el Código de HAMMURABI (siglo XVII a.c.), la prohibición de sobreexplotar


a los animales se encontraba concebida más en atención a la conservación de su
capacidad de trabajo a favor del ser humano que a la subsistencia de la especie. De igual
forma, en el Derecho Romano, la muerte de un animal era comprendido como un acto
que perjudicaba las posibilidades de explotación agrícola. Posteriormente, durante la
Alta Edad Media, el Derecho Municipal concedió cierto nivel de protección al medio
ambiente, en tanto coincidía con ciertos intereses del hombre. En la misma línea aparece
las regulaciones municipales sobre eliminación de residuos y protección de aguas, en la
medida que la tutela se encontraba destinada más a la conservación o mejora de las
condiciones de vida1. También de 1871 que sancionaba el maltrato contra los animales,
fue guiado más por el sentimiento de “compasión” sobre estos que en relación a la
conservación de la fauna2. La protección jurídica del medio ambiente ha cobrado, qué
duda cabe, especial connotación en la últimas décadas, sobre todo a partir de la
Conferencia de Rio de Janeiro de 1992 en la cual se reconoció mundialmente la crisis
ecológica y la sociedad pudo verse a sí misma, según ha denunciado Ulrich BECK,
como "sociedad de riesgo mundial"3 . El Derecho penal, como es lógico, no ha podido
mantenerse aislado a dicho fenómeno, produciéndose continuo debate respecto a temas
fundamentales dentro del Derecho penal económico y que frente a la cuestión
medioambiental adquieren un tono más acentuado, así la doctrina ha discurrido por
problemas como la identidad del bien jurídico penalmente protegido y sus técnicas de
tipificación, los modelos de imputación, el recurso a la ley penal en blanco y la
accesoriedad administrativa del Derecho penal del ambiente, aspectos que trataremos a
continuación y cuya principal característica común es su capacidad para poner al
1 Eser, Albin. Derecho Ecológico, trad. De La Cuesta Arzamendi & Sanz Morán. en: el mismo. Temas de
Derecho Penal y Procesal Penal, pág. 122, primera edición, Idemsa, Lima, 1998.

2 Eser, Albin. Derecho Ecológico, trad. De La Cuesta Arzamendi & Sanz Morán. en: el mismo. Temas de
Derecho Penal y Procesal Penal, pág. 124, primera edición, Idemsa, Lima, 1998.
3 Ibid., pág. 123.

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descubierto las limitaciones del Derecho penal en el resguardo del medio ambiente.
Ahora bien, es evidente que el conocimiento de las limitaciones del Derecho penal hará
posible evaluar las posibilidades de ésta disciplina en el resguardo del medio ambiente.

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CAPITULO II
MARCO CONCEPTUAL

2.- ANALISIS DOGMATICO DEL DERECHO PENAL AMBIENTAL.

Aunque ya es un lugar común afirmar que asistimos en la actualidad al escenario de una


progresiva preocupación a nivel nacional e internacional por los peligros que, para la
vida y la salud de las actuales y futuras generaciones, entrañan los fenómenos de
degradación ambiental propios del estado actual del desarrollo económico y social de
nuestra comunidad; es, naturalmente, esta preocupación la que motiva la pregunta
acerca de la necesidad de una regulación penal de los graves atentados contra el medio
ambiente y, consecuentemente, de la forma en que dicha regulación debiera plantearse.4

Esta preocupación de nuestra comunidad se refleja en la cobertura informativa que se ha


dado a diversos fenómenos propios de nuestro tiempo, que van más allá de las
periódicas saturaciones de contaminantes en el aire de nuestras ciudades, tales como
episodios de grave contaminación de las aguas de los ríos y mares, etc. Últimamente,
además, hemos visto la preocupación de la prensa por otro problema propio de las
sociedades contemporáneas: el tratamiento de la producción de residuos de toda
naturaleza, que podrían llegar a contener ciertas sustancias especialmente nocivas, y
cuando no es ese el caso, su sola acumulación sin control ni tratamiento adecuado puede
revestir una importante cuota de gravedad y peligrosidad para el medio ambiente y la
salud de las personas. A estos fenómenos han de sumarse los peligros que origina
respecto de la mantención de las propiedades del aire, el agua y los suelos, la necesaria
producción y transporte de elementos nucleares, químicos, biológicos y otras sustancias
peligrosas, actividades que fuera de control pueden incluso afectar directa e
indirectamente la vida y la salud de las personas y de la flora y fauna nacionales.5

Diseñar una estrategia de tutela del medio ambiente supone articular una serie de
respuestas jurídicas, de hacer uso de todos aquellos medios de control social con que
cuenta el Estado, para prevenir, controlar y sancionar todos aquellos comportamientos
que puedan propiciar una afectación a dicho interés jurídico.

4 JORDANO FRAGA, J. La Protección del Derecho a un Medio Ambiente Adecuado. p. 106


5 JORDANO FRAGA, J. La Protección del Derecho a un Medio Ambiente Adecuado. p. 107

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Si es que partimos de una política-social en puridad “preventiva”, anclamos en el


empleo de una serie de mecanismos, herramientas e instrumentos dirigidos a controlar
focos de riesgos. El Derecho positivo no puede esperar que se produzcan daños reales y
visibles al medio ambiente para intervenir antes concretas y específicas actividades
humanas.

La industria, el comercio, la minería, los negocios en general, exteriorizan actividades


económicas indispensables, tanto desde un plano sistémico como individual; significan
actuaciones que son regladas por una serie de normas, por toda una frondosa legislación
que en su conjunto se orienta a evitar la causación de riesgos para los bienes jurídicos
fundamentales. Normas de seguridad, disposiciones de salubridad, etc.; sin embargo,
aparecen también otras leyes que van más allá, es decir, establecen determinados
estándares, en cuanto a los ruidos, al uso de ciertas sustancias químicas, amén de
cautelar el medio ambiente.6

La sociedad de riesgo en la cual nos encontramos inmersos, implica el reconocimiento


de actuaciones riesgosas, esto es, “permitidas” por el Derecho positivo vigente, pero
dicha valoración de licitud adquiere otros ribetes cuando dicha actuación supera los
límites de tolerancia permitidos. Dicho en otros términos: la generación de un foco de
riesgo es el baremo valorativo que determina cuando una conducta humana ingresa a un
terreno antijuridicidad, sea éste administrativo, civil y penal; a partir de un criterio ex
ante y ex post, respectivamente.

La Ley General del Ambiente, Ley Nº28611, en su artículo 24.1, establece que toda
actividad humana que implique construcciones, obras, servicios y otras actividades, así
como las políticas, planes y programas públicos susceptibles de causar impactos
ambientales de carácter significativo, está sujeta, de acuerdo a ley, al Sistema Nacional
de Evaluación de Impacto Ambiental (SEIA), el cual es administrado por la Autoridad
Ambiental Nacional. La ley y su reglamento desarrollan los componentes del Sistema
Nacional de Evaluación de Impacto Ambiental. 7

Sin duda, cuando ingresamos al campo fecundo de la modernidad de la juridicidad


podemos sostener con corrección que hemos de postular la gravitancia del Derecho del

6 Vide al respecto, REÁTEGUI SÁNCHEZ, J. “La Contaminación Ambiental como delito en el Código Penal”.
En: Estudios de Derecho Penal. Parte Especial. pp. 171-172
7 CALDAS VERA, J. “Delitos contra los recursos naturales y el medio ambiente”. En: Lecciones de Derecho
Penal. Parte Especial. p. 58

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consumidor y del Derecho del medio ambiente. Los delitos ambientales 54 La


juridicidad ha de encontrar respuestas eficaces al problema de la contaminación
ambiental, que tantos perjuicios ocasiona a la humanidad. El Perú, en definitiva, no es
ajeno a dicha descripción del ecosistema, pues basta dar una mirada a las urbes y zonas
rurales de nuestro país para advertir la inmensa contaminación ambiental que inunda
nuestras calles y parques.

Se deben tomar medidas drásticas, inmediatas en base a políticas de gestión


multisectoriales161 si es que en realidad se quiere hace algo al respecto, que puedan
generar herramientas de control, prevención y sanción ante estos comportamientos
socialmente negativos. En tal entendido, no puede esperarse que ocurran los
acontecimientos catastróficos para actuar de forma decidida; se deben articular acciones
preventivas.

Según el modelo descriptivo del estado de la cuestión, es de vital importancia que los
Estados establezcan políticas públicas definidas sobre el asunto ambiental, asumiendo el
reto de barajar alternativas, posibilidades y soluciones a las graves amenazas para la
salud y supervivencia de sus conciudadanos, sobre todo en países industrializados,
donde los riesgos son mayores. Como expresa CALDAS VERA, hoy se habla de una
crisis ecológica no tanto por el crecimiento demográfico y el bienestar sino por una
actitud irresponsable del hombre frente a la naturaleza; no porque la tierra esté
perdiendo sus propiedades desde el punto de vista físico, lo cual implica que el
problema ambiental es político, dado que compromete a los poderes públicos.8

De hecho el problema del medio ambiente se genera por la propia conducta humana,
que se manifiesta por medio de la depredación de los recursos naturales, con el empleo
de armamentos químicos y nucleares, con la instalación de plantas industriales, con los
nuevos diseños e inventos de la ciencia y la tecnología cuyo propio afán de avance y
desarrollo ha traído a escena nuevos riesgos para los bienes jurídicos fundamentales,
que toman lugar en el terreno ambiental. Es decir, lo que se produce es la propia
destrucción por parte del individuo de las bases existenciales de la humanidad.

El artículo 74 de la Ley General del Ambiente, define como responsabilidad general


que: “Todo titular de operaciones es responsable por las emisiones, efluentes,

8 CALDAS VERA, J. “Delitos contra los recursos naturales y el medio ambiente”. En: Lecciones de Derecho
Penal. Parte Especial. p. 58

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descargas y demás impactos negativos que se generen sobre el ambiente, la salud y los
recursos naturales, como consecuencia de sus actividades. Esta responsabilidad incluye
los riesgos y daños ambientales que se generen por acción u omisión”; mientras el
artículo 78 (in fine), recoge la responsabilidad social de la empresa, prescribiendo que
“el Estado promueve, difunde y facilita la adopción voluntaria de políticas, prácticas y
mecanismos de responsabilidad social de la empresa, entendiendo que esta constituye
un conjunto de acciones orientadas al establecimiento de un adecuado ambiente de
trabajo, así como de relaciones de cooperación y buena vecindad impulsadas por el
propio titular de operaciones”.

Todas las personas tienen el legítimo derecho de gozar de un ambiente sano, adecuado e
idóneo para poder interrelacionarse con los demás así como una aspiración en estricto
individualista; de forma que la gestión ambiental ha de ocuparse de esta tarea esencial,
estando de por medio los instrumentos y mecanismos jurídicos apropiados para ello,
partiendo desde un basamento ius constitucional. Esto implica, a la vez, que todos los
actores comprometidos, sobre todo las empresas, en el marco de su objeto social,
ajusten su accionar a las políticas sociales de gestión ambiental. De lo que estamos
hablando es que se pueda garantizar calidad de vida como un concepto que se entrelaza
con la idea de los derechos fundamentales individuales y la tarea de procurar un medio
ambiente de calidad. La protección del medio ambiente aparece en la Constitución
como uno de los elementos integrantes de la calidad de vida pero, eso sí, como un
elemento indispensable aunque no único.9

Por su parte la Ley Fundamental en su artículo 66, dispone que los recursos naturales,
renovables y no renovables, son patrimonio de la Nación. El Estado es soberano en su
aprovechamiento; mientras que los artículos 67 y 68 (in fine), establecen que el Estado
determina la política nacional del ambiente; promueve el uso sostenible de sus recursos
naturales y que está obligado a promover la conservación de la diversidad biológica y de
las áreas naturales protegidas.

Doctrinariamente, se suele distinguir entre elementos naturales y recursos naturales.


Estos últimos constituyen una especie dentro del género de los elementos naturales,
destinado a satisfacer necesidades humanas; mientras que el concepto de uso sostenible
de los recursos naturales implica su manejo sostenible mediante actividades de

9 JORDANO FRAGA, J. La Protección del Derecho a un Medio Ambiente Adecuado. p. 106.

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caracterización, evaluación, planificación, aprovechamiento, regeneración, reposición,


protección y control conducentes a asegurar la producción sostenible y la conservación
de la diversidad biológica, los recursos naturales y el ambiente, anota CAILLAUX
ZAZZALI. Por esto es que el instrumento de la Evaluación de Impacto Ambiental se
convierte en un mecanismo objeto de proyección y medición de resultados donde todas
las partes involucradas deben participar para lograr un consenso.10

3.- EXIGENCIA DEL DEREHO INTERNACIONALSOBRE LA

PROTECCION AMBIENTAL.

En cuanto a la preocupación de la comunidad internacional y del Estado peruano como


parte de la misma, a partir de la década de 1950, con la celebración del Convenio de
Londres de 1954, para la Prevención de la Contaminación del Mar por Hidrocarburos y,
con mayor fuerza, con posterioridad a la Declaración adoptada en la Conferencia de las
Naciones Unidas sobre el Medio Humano celebrada en Estocolmo del día 5 al 16 de
junio de 1972, aquélla se ha visto reflejada en un impresionante corpus de
Declaraciones, Resoluciones, Tratados multi y bilaterales, etc., en el cual aparece como
una idea fuerza constante la necesidad de sancionar penalmente y con independencia del
régimen administrativo, las graves infracciones a la regulación ambiental de cada país,
idea que se recoge en el Principio 11 de la Declaración de Río sobre el Medio Ambiente
y el Desarrollo, Conferencia de las Naciones Unidas sobre el Medio Ambiente y el
Desarrollo, Río de Janeiro, 3 al 14 de junio de 1992, donde se insiste en la necesidad de
que "los Estados deberán promulgar leyes eficaces sobre el medio ambiente", que
reflejen "el contexto ambiental y de desarrollo al que se aplican".11

Esta necesidad, en los términos de la Comisión de las Naciones Unidas para la


Prevención del Delito y la Justicia Criminal (fundida actualmente con la Oficina de las
Naciones para el Control de las Drogas y la Prevención del Delito), debe traducirse en
una activa participación de la "justicia criminal en la protección del medio ambiente" y
en la adopción por parte de los Estados de disposiciones penales que castiguen: a)
infracciones que tuviesen o pudiesen tener efectos transfronterizos que afectasen a la
comunidad internacional toda, como las relativas a las emanaciones de gases
invernaderos; b) infracciones que tuviesen efectos en un país distinto del lugar donde se

10 CAILLAUX ZAZZALI, J. . “Política Ambiental”. La Constitución Comentada. Tomo I. p. 931


11 .- MODELOS DE REGULACIÓN DE LA PROTECCIÓN DEL DERECHO PENAL DEL MEDIO AMBIENTE.

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cometen; y c) infracciones que pudiesen ser consideradas graves "delitos contra el


medio ambiente" en cualquier país, entre los que debieran incluirse los relativos al
patrimonio cultural, los relativos al manejo de desechos tóxicos y a la flora y fauna; y el
cambio de la tradición romanista contraria a la responsabilidad penal de las personas
jurídicas, considerada como "un instrumento ineficaz para combatir los delitos graves
contra el medio ambiente porque la gran mayoría de los delitos de degradación
ambiental era atribuible a entidades privadas y públicas".12

Ya en particular, la necesidad de adoptar un régimen jurídicamente más coercitivo para


prevenir daños ambientales, aparece claramente en una serie de Tratados y
Convenciones suscritos por Chile y que se encuentran vigentes, que abordan la
protección del ambiente desde distintos puntos de vista, imponiendo obligaciones de
diversa índole en orden a la:

a) Protección penal medio ambiente antártico.

El artículo 13.1 del Protocolo al Tratado Antártico sobre protección del medio ambiente,
Madrid, 4 de octubre de 1991, señala que "cada Parte tomará medidas adecuadas en el
ámbito de su competencia para asegurar el cumplimiento de este Protocolo, incluyendo
la adopción de leyes y reglamentos, actos administrativos y medidas coercitivas".

b) Protección penal del medio ambiente frente a los peligros


de las armas de destrucción masiva.

El artículo 7 de la Convención sobre la Protección Física de los Materiales Nucleares,


Viena/Nueva York, de 3 de marzo de 1980, establece que "la comisión intencionada" de
los actos que se detallan, relacionados con el tráfico ilícito de materiales nucleares
(plutonio y uranio en su estado no mineral) "(1) será considerada como delito punible
por cada Estado Parte en virtud de su legislación nacional" y que "(2) cada Estado Parte
deberá considerar punibles los delitos descritos [ ...] mediante la imposición de penas
apropiadas que tengan en cuenta la gravedad de su naturaleza". También relacionado
con los materiales nucleares, el artículo I del Tratado que Prohibe las Pruebas de Armas
Nucleares en la Atmósfera, en el Espacio Exterior y el Mar, Moscú 5 de agosto de 1963,

12 CALDAS VERA, J. “Delitos contra los recursos naturales y el medio ambiente”. En: Lecciones de
Derecho Penal. Parte Especial. p. 58

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obliga a los Estados a "prohibir" "el desarrollo, la producción, el almacenamiento, la


adquisición o la retención de los agentes, toxinas, armas [ biológicas] , equipos y
vectores", por una parte; y realizar una "explosión de prueba de armas nucleares" u "otra
explosión nuclear", por otra. Finalmente, similares obligaciones establece el Artículo IV
de la Convención sobre la Prohibición del Desarrollo, la Producción y el
Almacenamiento de Armas Bacteriológicas (Biológicas) y Toxínicas y sobre su
Destrucción, Londres/Moscú/Washington, 1972.

c) Protección penal del medio ambiente, y particularmente de


los suelos, frente al tráfico ilícito de desechos peligrosos:

La Convención de Basilea sobre el Control de los Movimientos Transfronterizos de


Desechos Peligrosos y su Eliminación, de 1989, establece en su artículo 4 que "(3) las
Partes considerarán que el tráfico ilícito de desechos peligrosos y otros desechos es
delictivo", agregando, en consecuencia, como obligación específica en su artículo 9, que
"(5) cada Parte promulgará las disposiciones legislativas nacionales adecuadas para
prevenir y castigar el tráfico ilícito".

d) Protección penal de las aguas y particularmente de las


marinas:

El artículo 4 del Convenio Internacional Para Prevenir la Contaminación por los Buques
(MARPOL 1973/1978), y particularmente la derivada de los derrames incontrolados de
hidrocarburos, señala que "toda transgresión de las disposiciones del presente Convenio
estará prohibida y será sancionada por la legislación de la Administración del buque
interesado", lo que el artículo 192 de la Convención de las Naciones Unidas Sobre el
Derecho del Mar de 1982, parece suponer casi sin lugar a dudas adoptar disposiciones
legales en el orden interno de carácter penal, en orden a "proteger y preservar el medio
ambiente marino", y prevenir, reducir y controlar la contaminación del medio marítimo
en sus diversas manifestaciones, obligaciones extensibles a las prohibiciones que
dispone el artículo VII del Convenio Sobre Prevención de la Contaminación el Mar por
Vertimientos de Desechos y otras Materias de 1972.

Además, facultando a los Estados para imponer sanciones de carácter penal que protejan
las aguas marinas, encontramos el Artículo III del Protocolo para la Protección del
Pacífico Sudeste Contra la Contaminación Proveniente de Fuentes Terrestres, Quito 22
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de julio de 1983; y el Artículo II del Protocolo para la Protección del Pacífico Sudeste
Contra la Contaminación Radioactiva, Paipa (Colombia), 1981.

e) Protección penal de la biodiversidad y, en particular, de la


fauna silvestre:

La más antigua disposición al respecto es la Convención Internacional para la


Regulación de la Caza de Ballenas y su Anexo, Washington, de 2 de diciembre de 1946,
cuyo Artículo IX dispone que "(1) cada Gobierno Contratante tomará las medidas
apropiadas para asegurar la aplicación de las disposiciones de la presente Convención y
la sanción para las infracciones a tales disposiciones en las operaciones efectuadas por
personas o por naves bajo su jurisdicción", agregando "(3) los juicios por infracciones o
contravenciones a esta Convención serán entablados por el Estado que tenga
jurisdicción sobre tales delitos".

Actualmente, la Conferencia de las Partes de la Convención Sobre el Comercio


Internacional de Especies Amenazadas de Fauna y Flora Silvestres (CITES),
Washington, 3 de marzo de 1973, entiende que dicho tratado obliga a aquéllas a
establecer estrictas medidas de control sobre el tráfico ilícito de especímenes de
especies en peligro y adoptar, en caso de violación de esas medidas de control, "las
medidas apropiadas, en conformidad al Artículo VIII, párrafo 1, de la Convención, en
orden a penalizar tales violaciones".

Además, el artículo 8 del Convenio sobre la Diversidad Biológica, adoptado en la


misma Conferencia Internacional de Río de Janeiro, el 5 de junio de 1992, "obliga" a
"cada parte Contratante, en la medida de lo posible y según proceda", a establecer "un
sistema de áreas protegidas o áreas donde haya que tomar medidas especiales para
conservar la diversidad biológica" y "la legislación necesaria y/u otras disposiciones de
reglamentación para la protección de especies y poblaciones amenazadas". Junto a este
tratado, existen también otros que se refieren a particulares elementos de la fauna y flora
silvestre dignos de protección, en que se faculta a los Estados a adoptar medidas
coercitivas, incluidas las penales.

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“DERECHO AMBIENTAL ”

4.- MODELOS DE REGULACIÓN DE LA PROTECCIÓN DEL


DERECHO PENAL DEL MEDIO AMBIENTE.

Se requiere de una regulación, de un derecho positivo que se refunda en el Derecho


ambiental como parcela destinada a normar las actividades humanas que puedan
propiciar riesgos no permitidos al ecosistema; donde se trasladan y/o distribuyen los
riesgos de la modernidad y se desplaza a los agentes involucrados para que ellos asuman
las responsabilidades que en rigor deben cumplir a cabalidad.

La percepción cognitiva de la sociedad sobre dichos riesgos no adquiere los ribetes que
ellos merecen, en la medida que la ausencia de concientización y sensibilización de
dichos peligros no son concebidos en su real magnitud. El drama, el pavor social, la
zozobra colectiva se produce más bien con los hechos de sangre, con la violencia
cotidiana que se pone a la luz por la prensa sensacionalista. Son muy pocos los sectores
de la sociedad peruana que se preocupan por estos temas ambientales. Es que mientras
la gente no siente en su propia persona los estragos de una conducta antijurídica, no
reacciona, ya que se adolece del llamado sentimiento de solidaridad.13

La gran generalidad de personas no toma conciencia que el medio ambiente pertenece a


todos, no es privativo de unos cuantos ni tampoco tiene que ver con el estatus socio-
económico del ciudadano. Todos pueden verse afectados con la contaminación del
medio ambiente.

La Ley General del Ambiente en su artículo 127.1, señala que “la educación ambiental
se convierte en un proceso educativo integral, que se da en toda la vida del individuo, y
que busca generar en éste los conocimientos, las actitudes, los valores y las prácticas,
necesarios para desarrollar sus actividades en forma ambientalmente adecuada, con
miras a contribuir al desarrollo sostenible del país”

Los riesgos, primero, deben ser identificados; luego, deben ser medidos en su real
potencial, para poder formular los instrumentos jurídicos idóneos que puedan a corto,
mediano y largo plazo augurar un medio ambiente sostenible y equilibrado

De seguro que el Derecho ambiental adquiere, en primera línea, una gran


responsabilidad en los riesgos que amenazan el sistema ecológico pues debe estudiarlos,
13 CALDAS VERA, J. “Delitos contra los recursos naturales y el medio ambiente”. En: Lecciones de
Derecho Penal. Parte Especial. p. 57

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procesarlos, para luego distribuir las cargas y responsabilidades entre los actores
sociales; empero, esta esfera del Derecho positivo puede no resultar lo suficientemente
fuerte como para prevenir y controlar debidamente estas amenazas, por lo que desde el
mismo Derecho público aparece el Derecho penal como un instrumento necesario del
cual debe hacer uso el Estado cuando se exteriorizan aquellas conductas de mayor valor
para con el bien jurídico protegido. Se erige, entonces, un doble plano de acción, donde
las políticas ambientales deben ser conciliadas con la política criminal, amén de
garantizar condiciones favorables para la protección ambiental y conservación de los
recursos naturales. De ahí, que se deba tipificar nítidamente los injustos penales
(comportamientos prohibidos), distinguiéndolos de las desobediencias administrativas y
evitando una posible accesoriedad del Derecho penal sobre el Derecho administrativo,
lo cual es empresa fácil.

Como dice SCHÜNEMANN, corresponde a la esencia del Derecho, entendido como el


orden próspero de la convivencia humana, proteger la conservación de las bases de
subsistencia de la humanidad con los medios más enérgicos que él posee, es decir, los
del Derecho penal, pues sin esas bases la subsistencia no podrá existir más la sociedad
humana y, por ende, tampoco el Derecho.14

Debemos llenar de contenido valorativo cada una de las parcelas del orden jurídico
cuando del medio ambiente se trata para asumir con propiedad las responsabilidades que
se determinan en cada una de ellas. En la doctrina colombiana, estructurar un derecho
penal ambiental se ha planteado como la paradoja encaminada a delimitar una serie de
fenómenos políticos y sociales en los que se conjugan intereses de la más variada raíz,
dando lugar a una regulación jurídica diseñada como elemento de protección y
conservación de los recursos naturales, por una parte, y como elemento generador del
progreso, por otra, pues la protección ambiental no puede detener el desarrollo de la
sociedad. Una planificación inteligente puede y debe armonizar los recursos renovables
y los no renovables que deben ser tratados en forma distinta, pero con prudencia y
sabiduría.15

Lo antes dicho justifica a plenitud la intervención del ius puniendi estatal, en el sentido
que el Derecho de policía, el Derecho administrativo sancionador, se muestra como

14 SCHÜNEMANN, B. “Sobre la dogmática y la política criminal del Derecho penal del medio ambiente”.
En: Temas actuales y permanentes del Derecho Penal después del milenio. p. 203.
15 Vide, al respecto, PEÑA CABRERA, R. Op. cit., p. 322.

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“DERECHO AMBIENTAL ”

insuficiente para poder enfrentar la envergadura del problema que aqueja a nuestra
sociedad.

Debe sentarse las bases de una moderna dogmática penal, aparejada por una
persecución efectiva de la justicia penal, mediando la sanción ejemplar de estos agentes
delictivos, y no caer en el mismo cajón de sastre, como sucede con la delincuencia
económica174 donde reina la impunidad, al no plasmarse la concreción de la pena en
los casos criminales. Como se dice, en la doctrina nacional se comprueba que existe un
déficit de aplicación de las normas ambientales, confirmándose su utilización
meramente simbólica.

A decir de CARMONA SALGADO, la sanción penal debe operar como un instrumento


más del sistema legal vigente, globalmente considerado y elaborado con la expresa
inalidad de lograr una efectiva protección del medio ambiente, siendo su misión
esencial la de contribuir a encontrar el difícil equilibrio que debe mediar entre la
salvaguardia de un hábitat adecuado para el normal desarrollo de la existencia humana y
el necesario impulso que requiere el crecimiento industrial el cual, al redundar en
beneficio de la economía nacional, termina por mejorar la calidad y el nivel de vida de
las personas.16

 Delitos Ambientales en el Código Penal

Consideraciones Previas El Código Penal vigente, fue aprobado por Decreto


Legislativo N°635 y publicado el 18 de abril de 1991, el titulo XIII "Delitos contra
la Ecología" reconoce al medio ambiente como un bien jurídico protegido, tiene sus
bases constitucionales, en ese entonces bajo la Constitución Política de 1979.

El Código Penal prevé los delitos contra los recursos naturales y el medio ambiente.
Por esta razón el medio ambiente se constituye en un bien jurídico de carácter socio
económico, ya que abarca todas las condiciones necesarias para el desarrollo de la
persona en sus aspectos sociales y económicos. Su protección es un elemento
fundamental para la existencia y supervivencia del mundo. Los controles sociales
extra penales y una adecuada legislación administrativa al respecto, deberán operar
junto a la normatividad penal (exposición de motivos).

 Una mirada a los Delitos Ambientales Modificados según la Ley N° 29263

16 CARMONA SALGADO, C. Delitos contra los Recursos Naturales. p. 51

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“DERECHO AMBIENTAL ”

Debido a problemas de orden técnico, imprecisiones y vaguedades de la


tipificación del título XIII que impidieron cumplir con la finalidad de la política
criminal de su creación, el 02 de octubre de 2008, mediante Ley No 29263 se
modifica el título XIII, dividiéndola en cuatro capítulos, con catorce (14)
artículos, algunos subdivididos en numerales, esta modificación incluye nuevos
tipos penales, tal como se puede observar a continuación.

 Capítulo I: Delitos de Contaminación (Art. 304 al 307)


 Capítulo II: Delitos contra los Recursos Naturales (Art. 308al313)
 Capítulo III: Responsabilidad Funcional e Información falsa
(Art.314ai314B)
 Capítulo IV: Medidas Cautelares y Exclusión o Reducción de Penas (Art.
314 C, 314 D)

El primer capítulo tipifica el delito de contaminación y sus formas agravadas.


Este tipo penal ha sido totalmente modificado, pero al igual que el anterior
considera la responsabilidad penal por culpa incluye un nuevo delito como es el
incumplimiento de normas relativas al manejo de los residuos sólidos, pero
mantiene el tipo penal para aquellos que contraviniendo leyes, reglamentos o
disposiciones establecidas utiliza los desechos sólidos para la alimentación de
animales destinados al consumo humano, finalmente modifica el texto del delito
por tráfico ilegal de residuos peligrosos.

El segundo capítulo tipifica los delitos contra los recursos naturales, su ámbito
de protección a diferencia del anterior es mayor, pues, sanciona el tráfico ilegal
de especies de flora y fauna silvestre protegida; el tráfico ilegal de especies
acuáticas de flora y fauna silvestre protegidas y su extracción ilegal, la
depredación de flora y fauna silvestre protegida, el tráfico ilegal de recursos
genéticos, sus formas agravadas, los delitos contra los bosques o formaciones
boscosas, el tráfico ilegal de productos forestales maderables, la obstrucción de
procedimiento, sus formas agravadas, aumenta la pena para los delitos por
utilización indebida de tierras agrícolas, autorización de actividad contraria a los
planes o usos previstos por la ley y la alteración del ambiente. Este capítulo
incluye el tráfico ilegal de la flora, fauna, recursos genéticos y forestales, así
como el delito por obstrucción de procedimiento referido al impedimento de una

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“DERECHO AMBIENTAL ”

investigación, auditoría o inspección con relación a la flora y fauna protegidas


legalmente.

El tercer capítulo modifica la tipificación de la responsabilidad de funcionario


por otorgamiento ilegal de derechos, e incluye un nuevo tipo penal respecto a la
responsabilidad de los representantes legales de las personas jurídicas y la
responsabilidad por información falsa contenida en informes, más adelante
ampliaremos la explicación.

El último capítulo modifica el texto de las medidas cautelares otorgadas por el


juez dejando abierto a discrecionalidad del juez para dictar algunas de las
medidas cautelares previstas en la legislación; incluye un nuevo tipo penal
respecto a la confesión sincera para los autores o participes otorgándole el
beneficio de la reducción de la pena.

 Delitos Ambientales son Tipos Penales en Blanco


Los delitos ambientales previstos en el título XIII son tipos penales en blanco, el
supuesto de hecho hace referencia a otra norma, en este caso a leyes o normas de
índole administrativa. "Encontramos la parte penal en blanco o indeterminada de
la norma penal en el supuesto de hecho, es decir, en la descripción de la
conducta delictiva". La conducta antijurídica va estar determinada por el
incumplimiento en sede administrativa de las normas ambientales.

5.- BIEN JURÍDICO DE DAÑO AMBIENTAL.


El bien jurídico constituye el constructo basilar sobre el cual el Derecho penal asienta su
legitimidad en el marco de un Estado Social y Democrático de Derecho; quiere decir, que la
inclusión de los comportamientos “penalmente prohibidos” de relevancia jurídico penal deben
tener como correlato un interés digno y merecedor de tutela penal, en el sentido de que la
protección punitiva se alce como un imperativo categórico para asegurar la subsistencia de los
bienes jurídicos fundamentales.17

5.1. El bien jurídico como límite del ius puniendi


El Derecho penal constituye, como sabemos, un medio de control social secundario. El
control social es, conforme precisa HURTADO POZO: el “conjunto de modelos

17 TIEDEMANN, K. “El Derecho Penal Ambiental Alemán en su contexto Europeo y Mundial”. En:
Derecho Penal y nuevas formas de Criminalidad. p. 207

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“DERECHO AMBIENTAL ”

culturales y de símbolos sociales y también de actos, a través de los cuales dichos


símbolos y modelos son determinados y aplicados”. 18

En función a su condición de medio de control social, el Derecho penal, cumpliendo una


labor confirmadora y aseguradora de otros niveles de control social más sutiles (la
familia, el colegio, el centro de labores, la iglesia, etc.), pretende controlar, orientar y
planear la vida en común.

Es éste el motivo por el cual se determinan y definen ciertos comportamientos u


omisiones como incorrectos, recurriéndose a la amenaza punitiva para que los
ciudadanos omitan o ejecuten dichos actos. Al Estado le interesa pues orientar, a través
del ejercicio del ius puniendi, el comportamiento de los individuos que lo integran.

La respuesta estatal ante el comportamiento que se desvíe de su pretensión de control


es la pena. La pena tiene siempre un contenido aflictivo, conforme fuera advertido por
los autores del Proyecto Alternativo Alemán de 1966 al señalar que la sanción penal es
una: “amarga necesidad en una sociedad de seres imperfectos como son los hombres”.
Ante la evidencia constatada de que la actividad punitiva del Estado supone una de las
más graves afectaciones de los derechos fundamentales de la persona, aparece la
necesidad de fijar límites al poder punitivo estatal.

Es en ese contexto que aparece el concepto: “bien jurídico”, como criterio limitador de
la intervención penal del Estado y que, haciendo propios los términos de SERRANO-
PIEDECASAS: “acota el círculo del ámbito legítimo de intervención”.

Aparece así la necesidad de diferenciar ambos conceptos: bien jurídico y bien jurídico -
penal. La diferencia entre ambas categorías se marca en el carácter más restringido que
posee este último concepto. El contenido restringido que se concede al concepto bien
jurídico se basa en la exigencia de dos requisitos: suficiente importancia social, o
merecimiento de protección, y necesidad de protección penal15. Por ello es que MIR
PUIG señala: “Para que un bien jurídico (en sentido político- criminal) pueda
considerarse, además, un bien jurídico- penal (también en sentido político- criminal),
cabe exigir de él dos condiciones: suficiente importancia social y necesidad de
protección por el Derecho penal” 19

18
19 CALDAS VERA, J. Op. cit., pp. 68-69

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“DERECHO AMBIENTAL ”

5.2 El bien jurídico penal en los delitos contra el medio ambiente


La determinación e identidad del valor penalmente protegido ha sido objeto de
constante e incesante debate. La doctrina dominante ha estimado que el bien jurídico
viene a ser “el medio ambiente”, sin embargo, las mayores dificultades surge en la
interpretación de dicho concepto. Aparecen así las concepciones residuales, legalistas,
amplias, estrictas e intermedias

La concepción residual ha sido defendida en la doctrina española básicamente por


RODRÍGUEZ DEVESA y SERRANO GÓMEZ y sostiene que desde una óptica legal el
medio ambiente son "todos aquellos elementos naturales cuya conservación o
restauración es indispensable para la supervivencia del ser humano, siempre y cuando
no encuentren una tutela penal específica en otros preceptos del propio Código o leyes
penales especiales"

La concepción legalista, desde una óptica formal, entiende el bien jurídico "medio
ambiente" como aquel integrado por los sectores en los que el legislador ha estimado
oportuno extender su tutela, con lo que encubiertamente se renuncia a construir un
concepto de ambiente vinculado a la realidad social.

Desde una perspectiva amplia, el medio ambiente es entendido como el entorno que
rodea al hombre, identificándose dos sectores contrapuestos: el ambiente natural (aire,
suelo, flora y fauna) y el ambiente artificial, que incluye ambientes construidos por el
hombre y el ambiente social20. Esta posición, por su carácter omnicomprensivo, carece
de la suficiente solidez, por lo que elaborar un bien jurídico autónomo parece
sumamente difícil.

El recurrir a las fórmulas de peligro concreto parece poco adecuado para la protección
de bienes jurídicos colectivos, en la medida que a través de esta técnica la lesión del
bien jurídico aparece muy cercana y la verificación ex ante de peligro resulta
difícilmente constatable.

Ahora bien, el bien jurídico en esta titulación del corpus punitivo no presenta una
homogeneidad absoluta, como sucede en otras parcelas de la criminalidad; como es de
verse, cuando hablamos de los delitos ambientales, estos se agrupan en una serie de
injustos típicos que vulneran específicos marcos del medio ambiente, con ello el sistema
ecológico en sentido estricto así como los recursos naturales; este último a su vez

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comprende la fauna, la lora silvestre, las especies acuáticas, los recursos genéticos y los
bosques, como se revela del contenido de los tipos legales correspondientes .20

No se puede hablar, por tanto, de un solo bien jurídico sino de una serie de intereses
jurídicos que han sido refundidos en una sola titulación de la codificación punitiva. Así,
por ejemplo, la construcción en zonas destinadas a viales o bienes de dominio público
constituye una grave infracción urbanística, mas su realización no vulnera, en cambio,
el medio ambiente natural.

5.3 Regulación Versus Desregulación

CONCLUSIÓN

La política criminal del Tercer Milenio tiene que ver, fundamentalmente, con la
protección de bienes jurídicos que desbordan la estructura de los intereses estrictamente
individuales, para insertarse en el ámbito de los denominados intereses difusos, en
cuanto a la protección de bienes jurídicos supraindividuales que pertenecen a todo el

20 La exigencia de un permiso o certificado válido, hemos de advertir en el caso de los delitos contenidos

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conjunto de la sociedad; entre éstos, el medio ambiente ocupa un lugar trascendental en


mérito a su relevancia ius constitucional.

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“DERECHO INTERNACIONAL PUBLICO”
“DERECHO INTERNACIONAL PUBLICO”

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“DERECHO AMBIENTAL ”

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