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25 consejos para tener un Matrimonio Santo

El Sacramento del Matrimonio es una vocación a la Santidad y como tal debemos


asumirlo, no tenemos que caminar solos, Cristo es nuestro guía

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De la Carta del Apóstol San Pablo a los Romanos (12,9-12): Que vuestra Caridad no
sea una farsa; aborreced lo malo y apegaos a lo bueno. Como buenos hermanos, sed
cariñosos unos con otros, estimando a los demás más que a uno mismo. En la actividad,
no seáis descuidados; en el espíritu, manteneos ardientes. Servid constantemente al
Señor. Que la esperanza os tenga alegres; estad firmes en la tribulación, sed asiduos en
la oración.

1. En primer lugar tomen conciencia de que el Santo Matrimonio no es cosa de


ustedes. Es Dios el que los necesita unidos para hacer un gran bien en este
mundo. Es Dios el que cuenta con cada uno de ustedes y por ello nunca les
faltará su gracia para vivirlo conforme a los planes que Dios tenga para ustedes.
No son dos, sino tres. El tercero es Dios y debe ser es el centro. Siempre que lo
quitéis del centro, el mundo se pondrá en su lugar y vuestro Santo Matrimonio
peligrará.

2. El contraer Matrimonio es una llamada que Dios les hace a la SANTIDAD. Es


decir, una gran responsabilidad. Desde el matrimonio tienen que ser luz del
mundo y sal para la tierra. Su mundo y su tierra, serán en primer lugar su hogar,
sus hijos… De tal manera que los que se acerquen a su hogar tienen que llevarse
la luz de Dios, su oración, el amor, el perdón… Tienen que ser TESTIGOS de
Cristo muerto y resucitado.
3. Para ser un matrimonio Santo es importantísimo que sean un hombre y una mujer
de oración, personas profundamente metidas en el Corazón de Cristo. Y personas
profundamente acostumbradas al sacrificio, a la abnegación, saber ceder por el
otro, saber bajar la cabeza por que haya paz en el hogar. Evitar siempre la
división del hogar. El demonio siempre quiere destruir la unidad familiar, por
ello luchen por ella con uñas y dientes.
4. Sean muy transparentes el uno con el otro, no se guarden nada. Todos somos
humanos e imperfectos. Nunca se escandalicen por los errores que ha podido
cometer el otro. En las mismas circunstancias cualquiera podría haber caído
también. Hay que saber perdonar y esperar. Cada uno tiene su tiempo de
maduración, de darse cuenta de las cosas. Hay que tener MISERICORDIA ante
las flaquezas del otro. Por ello NO TARDEN en buscar un director espiritual para
su matrimonio, un sacerdote de buena doctrina que los ayude a crecer, a madurar
y a ser mejores cristianos; y que lo tengan disponible para confesarse cuando lo
necesiten.
5. Ponte muchas veces en el lugar del otro. No pienses solo en ti. Piensa en las
necesidades del otro antes que en las tuyas. Cada uno tiene que ser el último para
que el matrimonio sea feliz. Y estén siempre dispuestos a cargar con las cargas
del otro.
6. Confiésense con un sacerdote al menos una vez al mes, y si pueden una vez a la
semana mucho mejor. En la Confesión, Dios derrama una gracia muy especial y
les dará luz y fuerza para caminar por el bien.
7. Compartan juntos un paseo, una película en el cine, una cena, una
conversación… Pero solos. Cuando tengan hijos, déjenlos de vez en cuando con
los abuelos o con unos buenos amigos. Tengan tiempo para ustedes e interésense
cada uno por las cosas del otro. Es importante que compartan sus luchas,
ilusiones, sufrimientos y alegrías. En el matrimonio hay que hablar mucho.
Cuando se deja de hablar de lo que llevamos dentro el amor se debilita. En
cambio la ilusión por sorprender al otro, por saber que le gusta, que le ocurre es
buena tierra para un Matrimonio Santo.

8. Estén siempre muy unidos por la fe. Y nuestra fe se


alimenta de muchas maneras, pero especialmente en la Santa Misa Dominical.
No falten nunca juntos a la Santa Misa, y siéntense juntos para juntos alimentarse
de la Palabra y de la Eucaristía.
9. Todas las mañanas de rodillas ante Dios, hagan la Señal de la Cruz y pongan su
familia bajo la protección de la Trinidad Santísima. Una linda forma de hacerlo
es besar el suelo y decir: “Te serviré Señor”. Hagan el ofrecimiento de obras y
pidan el auxilio de la Virgen y la compañía de sus ángeles de la guarda, que cada
uno ponga agua bendita en la frente del otro haciendo la Señal de la Cruz y una
oración.
10. Que no haya una noche que se vayan a dormir sin darse un beso, hacer examen
de conciencia del día y rezar tres Ave María que son prenda de salvación eterna,
ofrézcanlas por la Pureza, la conversión de los pecadores y la Salvación del
mundo. No se vayan nunca a dormir molestos. Antes de ir a dormir todos en el
hogar deben estar Reconciliados y en la Paz del amor. Rocíen la cama y sus
frentes con agua bendita.
11. Es muy importante que al menos una vez a la semana vayan juntos al Sagrario, y
allí de rodillas frente al Señor, postrados ante Dios, pidan que se fortalezca su
matrimonio, pidan perdón al Señor si no le están dando toda la gloria que tienen
que darle con su unión, encomienden a sus hijos y sus familias. Terminen con
esta oración:

Dios mío, yo creo, adoro, espero y te amo. Te pido perdón por los que no creen,
no adoran, no esperan y no te aman. Santísima Trinidad, Padre, Hijo y Espíritu
Santo, te adoro profundamente y te ofrezco el preciosísimo Cuerpo, Sangre,
Alma y Divinidad de Jesucristo, presente en todos los sagrarios de la tierra, en
reparación de los ultrajes, sacrilegios e indiferencias con que Él mismo es
ofendido. Por los méritos infinitos de su Santísimo Corazón y del Corazón
Inmaculado de María, pido la Conversión de los pobres pecadores. Te pido en
especial: Por el Papa y sus intenciones, por nuestro Obispo y sus intenciones,
por todos los matrimonios, por nuestro párroco y sus intenciones

Y tras rezar un ratito, pueden leer su Biblia juntos


12. Preparen en casa un pequeño altar en donde haya una Biblia, un Crucifijo, Agua
Bendita y una fotografía de la Virgen. Todos los domingos en la tarde,
conságrense ustedes y a toda su familia al Sagrado Corazón de Jesús y al
Inmaculado Corazón de María, invocando al Espíritu Santo sobre su hogar. Pidan
la protección de la Santísima Trinidad sobre la familia. Los sábados recen juntos
frente a la fotografía de la Virgen una Salve.
13. Recen cada día el Santo Rosario en familia. Esta será
el arma más poderosa para su matrimonio y su familia. El demonio los tentará
para que no lo hagan con mil problemas y cansancio, pero en esos momentos hay
que dar la batalla. Aunque sea un solo misterio, ni un día desde que se casen
dejen de rezar el Santo Rosario. Recuerden que en donde se reza el Rosario no
falta lo necesario.
14. Recuerden que lo más importante en el hogar es la unión del matrimonio. Si los
esposos no se quieren los hijos no serán felices, si los esposos no se perdonan,
los hijos no serán felices…Sus hijos tienen que ver que ustedes se aman, que se
dan un abrazo de vez en cuando, que tienen palabras de respeto y cariño entre
ustedes, que se preocupan el uno del otro. No martiricen a sus hijos creciendo en
un ambiente de frialdad. Los pollitos tienen que crecer en el calor del hogar, y el
calor del hogar es el cariño, la comprensión.
15. Que nunca sus hijos los vean mentir, hablar bruscamente, hablar mal del prójimo,
decir malas palabras… Ustedes son los maestros de sus hijos, y si no son buenos
maestros crearán pequeños monstruitos llenos de odios y rencores. Si los hijos
los ven perdonar, ellos perdonaran, si los ven amar ellos amaran
16. Nunca pongan a los hijos en contra del esposo(a), eso es una locura que hace
mucho daño a los niños. Los padres tienen que ser una sola educación, una sola
directriz, un solo plan… Las deliberaciones y discusiones se hacen en la
intimidad y a los hijos se le dan razones claras y firmes.
17. Nunca hablen con sus respectivas familias de sus problemas o situaciones
matrimoniales, ni con los amigos. Las cosas del matrimonio y el hogar, en casa
se quedan. Si no, luego corre peligro la unión del matrimonio con el resto de
familia y amigos. La familia y los amigos son para quererlos no para
desahogarnos con ellos sobre los problemas de la intimidad del hogar. Para ello
recuerden buscar un director espiritual que los ayude en los problemas y les
escuche.
18. Sean un matrimonio generoso con el Señor. No pongan medios anticonceptivos
en la relación conyugal, que eso pone muy triste al Señor. Aprendan y asesórense
sobre los medios naturales. Además, Dios bendice a las familias con cada hijo
que llega. No tengan miedo, sean valientes y Dios les recompensará. Nunca les
faltará lo necesario. Recen y ofrezcan muchos sacrificios para que se dejen de
cometer los abortos, que son crueles asesinatos que dañan mucho el corazón del
Señor y la Virgen.
19. La Salvación del hogar se juega en gran parte en que sean un hombre y una
mujer de Dios, nunca dejen de rezar por la conversión de cada uno de los que
forman el hogar.
20. Que siempre crezcan los hijos sabiendo que sus padres ejercitaban la caridad con
los más pobres, los enfermos, los más débiles. Que los vean ayudando al
prójimo, compartiendo lo suyo con los más necesitados.

21. Bendigan siempre la mesa antes de comer, de esta


forma los niños aprenderán la gratitud, muéstrenle que todo lo que se tiene en el
hogar es don de Dios. Pueden emplear esta bella y sencilla oración:

Señor, bendice estos alimentos y a quienes los han preparado. Dale pan a los
que tienen hambre y danos hambre de ti a los que tenemos pan. Por Jesucristo
nuestro Señor. Amén
22. Sean positivos, alegres. No critiquen, no se quejen. Amen a sus enemigos y
perdónenlos con el perdón del Señor.
23. En la circunstancias difíciles, cuando las cosas cuestan sacrificio, ofrézcanlo al
Señor y a la Virgen: Oh Jesús, es por tu amor, por la conversión de los
pecadores, por las benditas almas del purgatorio, por la santidad de los
sacerdotes, por las familias cristianas y en reparación por los pecados
cometidos contra tu Sagrado corazón y el Inmaculado Corazón de María.
24. Cuando nos faltan las fuerzas para llevar a cabo algún trabajo, alguna penitencia,
alguna abnegación: Por tu Gracia Señor y con la Fuerza de tu Espíritu Santo
que yo pueda hacer tal cosa, que yo pueda soportar esa situación
25. Recuerden que cada día en esta tierra nos estamos jugando el cielo o el
infierno, no tenemos más tiempo que el que pasemos en esta tierra para
decidir donde pasaremos toda la eternidad.

Autor. Padre Francisco Javier Dominguez


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