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Fotografía y memoria visual del Alto Río Negro-Vaupés, 1920-1970 View project
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1 González de Pérez (1997: 498) anota al respecto: “se llamó lingua geral, en portugués, o
nheengatú, en tupí (nhee, ‘lengua’; katu, ‘buena’)”. Mosonyi et ál. (2003: 115) señalan otra
etimología para ñeengatú o ñengatú, que significaría “palabra verdadera”: “‘ñe´e’: palabra;
‘katú’: verdadero”.
2 Menciona este investigador que Henri Coudreau nació en Sonnac, Francia, en 1859. De origen
familiar humilde, estudió en la escuela normal de Cluny y posteriormente trabajó como maestro
de historia y geografía en la escuela profesional de Reims. En 1892 fue condecorado por la
Sociedad Geográfica de París y falleció en noviembre de 1899. Coudreau realizó varios viajes
por la Amazonia y llegó a determinar la altitud de más de un centenar de cúspides, hizo dos mil
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366 | EL GERAL Y LA COLONIZACIÓN EN EL ALTO RÍO NEGRO-VAUPÉS
frases cortas recogidas durante su travesía por el río Vaupés, al que el autor acompañó
con la traducción al portugués, tucano y tariana (Coudreau, 1886: 464-476)3, llama-
ron mi atención sobre el geral4. Recientes esfuerzos por sistematizar el estado de las
lenguas indígenas en Colombia (González de Pérez, 2000), por recuperar información
sobre ellas en el exterior (Landaburu, 1996, 1998) o por trazar un panorama global de
las lenguas habladas en la región amazónica (Queixalos, 2000) no incluyen, o dedi-
can poco espacio –pese a su indiscutida presencia–, a la lengua geral o nheengatú. Es
justamente esta ausencia y la presencia actual de un grupo étnico en Venezuela que se
identifica con el nombre de geral, cuya población se estima en 731 individuos5 que hoy
se encuentran dispersos en comunidades interétnicas del estado de Amazonas, pero
cuyos poblados más importantes, San Pedro y Bulton, se encuentran en el bajo Guainía
(González, 2000: 389), lo que nos lleva a preguntarnos cuál ha sido el papel de esta
lengua a través del tiempo en la región y qué papel juega en los procesos identitarios.
Dar una respuesta a estos interrogantes es algo que se podría hacer explorando el sen-
tido que tiene la introducción y uso de esta lengua para los diversos actores regionales,
como los indígenas y los agentes colonizadores –religiosos, administradores, comer-
ciantes, etc.–, e incluso para los distintos investigadores sociales de hoy, como antro-
pólogos y lingüistas6. Empero, aquí solo nos ocuparemos de trazar, en la primera parte
del artículo, un panorama histórico de la actividad de religiosos que preliminarmente
permite identificar tres momentos relacionados con la presencia del geral en la región.
En la segunda parte, y basado en la propuesta de Pierre Bourdieu sobre la economía de
los intercambios lingüísticos y en enfoques de otros autores desde la sociolingüística,
apuntalaremos algunos elementos de análisis sobre la persistencia y el lugar de esta
lengua en la zona del alto río Negro-Vaupés7 en la actualidad.
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en el río Negro, siguiendo de nuevo su curso hasta la piedra del Cocuy. Incluimos el Vaupés
colombiano en esta presentación, pues los grupos tukano orientales constituyen un conjunto
sociocultural que tiene población en ambos países. Acerca del área cultural del río Negro, véase
Oliveira (1995: 19).
8 Debemos precisar que, en términos políticos, las fronteras actuales entre los estados de Colombia
y Brasil fueron definidas en el siglo XX, y si bien durante la segunda mitad del siglo XIX toda la
porción colombiana del río Vaupés hacía parte del territorio del Caquetá, cuyos límites entonces se
adentraban en actual territorio brasileño, ninguna presencia efectiva se hizo allí desde Colombia.
Por tal razón, todo lo que aquí se trata hasta llegado el siglo XX cobija la cuenca del río Vaupés en
los dos países.
368 | EL GERAL Y LA COLONIZACIÓN EN EL ALTO RÍO NEGRO-VAUPÉS
Arapaso ---- 300 Cubeo 4.238 262 Baniwa 7.000 4.000 1.192
Bará 96 54 Bare ---- 2.790 1.226
Barasana 1.891 61 Cabiyari 277 ---- ----
Carapana 412 38 Curripaco 7.066 1.100 2.816
Desana 2.136 1.464 Tariana 332 1.595 ----
Guanano 1.172 487 Warakena ---- 491 428
Macuna 42
Piratapuyo 630 900 TUKANO NO CLASIFICADO MAKÚ-PUINAVE
Pisamira 46d ----
Siriano 715 ? ETNIA POBLACIÓN POBLACIÓN POBLACIÓN
POBLACIÓN POBLACIÓN
EN EN EN
Taiwano 19 ---- ETNIA
EN EN
COLOMBIA BRASIL VENEZUELA
COLOMBIA BRASIL
Tatuyo 294 ---- A B
E F
Tukano 6.837 3.670 Letuama 650 ---- Hupdu 235 +/- 1.208 ----
Tuyuka 570 530 Tanimuka 1.149 ---- Juhup 205 +/- 370 ----
Yauna 95 ---- Kakua o Bara 147 ---- ----
Yuruti 610 ---- CARIB
ETNIA POBLACIÓN POBLACIÓN POBLACIÓN
EN EN EN
COLOMBIA BRASIL VENEZUELA
Carijona 70G ---- ----
A) Raúl Arango y Enrique Sánchez (1998). Los pueblos indígenas de Colombia 1997. Desarrollo y territorio.
Bogotá. Tercer Mundo, DNP, pp. 120-123.
B) Instituto Socioambiental (2000). Povos Indígenas no Brasil 1996-2000. Carlos Alberto Ricardo (ed.). São
Paulo. pp. 10-15.
C) OCEI (1993). Censo Indígena de Venezuela 1992. Caracas, t. I, p. 32.
D) María Stella González de Pérez (1997). “¿Se extingue la gente de red, su lengua y su cultura? Condicio-
nes sociales de la lengua pisamira”, Lenguas amerindias. Condiciones sociolingüísticas en Colombia,
Ximena Pachón y François Correa (eds.), Bogotá, Instituto Caro y Cuervo, ICAN, p. 501.
E) Con base en diversas fuentes. Véase Dany Mahecha, Carlos E. Franky y Gabriel Cabrera (2000). “Nukak,
kakua, juhup y hupdu (makú). Cazadores nómadas de la Amazonia colombiana”, Geografía humana
de Colombia. VII (II). Bogotá. Instituto Colombiano de Antropología e Historia. Coordinador científico
François Correa Rubio, p. 134.
F) Jorge Pozzobon. “Os Maku - esquecidos e discriminados”, Povos Indígenas no Brasil 1987/88/89/90, São
Paulo, Cedi, p. 141.
G) Camilo A. Robayo (1997). “Babel de nuevo erigida. El caso de la lengua Carijona. Condiciones sociales de
la lengua pisamira”, Lenguas amerindias. Condiciones sociolingüísticas en Colombia, Ximena Pachón y
François Correa (eds.), Bogotá, Instituto Caro y Cuervo, ICAN, p. 554.
GABRIEL CABRERA BECERRA | 369
9 Véanse Sorensen (1967: 670-684); Jackson (1983b: 379-397); Gómez-Imbert (1986). Idealmente,
todos los grupos tukano orientales siguen el patrón de exogamia lingüística y solo los cubeo y
makuna son una excepción, ya que sus grupos de descendencia están clasificados entre sí como
hermanos o cuñados, de manera que entre los primeros no debe haber matrimonios. Acerca de
estas excepciones, véanse Goldman (1968) y Århem (1991: 83-95).
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10 “28 Carta a Sebastia José sobre as incríveis irregularidades que se verificavam no descimento
dos índios; mencionando nela o Pe. Aquiles María Avogadre. Pará, 10 de novembro de 1752”.
Mendonça (1963: 291-292) menciona al respecto: “Era costumbre conducir al indio que se
debía juzgar esclavo o libre ante el misionero, cabo y escribano, y después de que el padre
juzgaba al cautivo, él pasaba a registro del escribano, que lo asignaba a un cabo de tropa, y
finalmente el misionero examinaba si era el mismo que él había juzgado como esclavo”.
GABRIEL CABRERA BECERRA | 371
No se han convertido los paganos, porque al buscarlos en el bosque son traídos a las
aldeas; en ellas les enseñan una jeringonza a la que llaman lengua geral, que solo y
en las aldeas ellos están ejercitando la mayor parte de sus ritos; allí son levemente
instruidos en algunos ministerios de nuestra fe, tan superficialmente que creo que
son muy pocos los hombres que tienen leyes12.
Concretamente acerca del alcance del geral, el historiador jesuita Serafim Leite13,
señala (1938: 551):
El área, donde se habló, y aún hoy se habla la Lengua Geral, es mucho más amplia
que su núcleo primitivo. Se debe esto, según Teodoro Sampaio y Plinio Airosa, a los
misioneros y bandeirantes. A estos dos factores se suman las propias migraciones de
los tupis-guaranis, anteriores y siguientes a la llegada de los portugueses. La unidad
de la lengua, que ocurrió, sin duda, por la unidad brasileña, recibió de los Jesuitas
extraordinario aliento, por la apariencia culta, que le dieron, haciendo escritas sus
formas gramaticales y vocabularios. La influencia de la catequesis sobre la propagación
de la Lengua Geral [que los Padres impusieron] fue grande. Dice Barbosa Rodrigues:
En todos los colegios, siempre que llegaban nuevos misioneros, eran obligados a
aprender la Lengua Geral, para enseñarla a las tribus nheengaíbas, esto es, aquellas
que no hablaban el tupí. Tanto así es que, en el Amazonas, todas las tribus, que aún
existen, con dialectos muy diversos y que fueran misionadas, hablan la Lengua Geral.
Los mundurucus, maués, tucanos, desanas, ticunas, arauquis [Arawak], pariquis,
etc., todos hablan la Lengua Geral, que aprendieron.
11 Se trata de los carmelitas calzados (O. Carm.) y no de los carmelitas descalzos o teresianos
(O.C.D.). Esta última orden fue fundada en 1568 y sus primeros miembros llegaron a Brasil en
1680, un siglo después de los primeros.
12 Es la primera carta de Francisco Xavier de Mendonça Furtado dirigida al Marqués de Pombal,
firmada en Pará el 21 de noviembre de 1751 y publicada en Mendonça (1963: 64).
13 Serafim Leite nació en São João da Madeira, Portugal, el 6 de abril de 1890. A los 15 años de
edad fue a Brasil y vivió en lugares como Belén y Manaos, recorriendo por cerca de ocho años
diversas regiones de la Amazonia. En 1913 regresó a Europa y en 1914 ingresó en la Compañía
de Jesús, donde fue ordenado en el año de 1926.
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sión que tuvo la lengua geral y el papel desempeñado por los jesuitas en ello. La impor-
tancia del geral llegó a tal punto que prácticamente desde la llegada de los jesuitas en
1549 se inició su aprendizaje y ese mismo año se tradujeron algunas oraciones y, más
tarde, vocabularios y otras obras. Para los jesuitas el estudio del geral era obligatorio e
incluso en la provincia del Brasil llegó a primar sobre el mismo latín.
La catástrofe demográfica y la creciente demanda de mano de obra en la zona del
litoral, debidas al desarrollo azucarero del noreste brasileño, habían hecho indispen-
sables a los indígenas. Aunque en 1680 el Regimento das Missões había decretado la
libertad de los indios y puesto en manos de los misioneros el gobierno de las aldeas
indígenas, la aguda polémica por el costo de los esclavos negros ocasionó la pronta
derogación de la libertad de los indios. El control de los indígenas, sin embargo, con-
tinuó en manos de los religiosos.
Sería entonces mediante la creación de la Capitanía del Río Negro en 1750 y la
promulgación del Dirétorio dos Indios –cuya vigencia se extendió hasta 1798– que
la administración colonial dio un viraje y el Dirétorio se convirtió en el principal
instrumento de la política indigenista y el mecanismo para reducir el poder de los
misioneros. Este propósito se alcanzaba con el nombramiento de los directores o
agentes gubernamentales encargados de los aspectos relacionados con los indios. La
cabeza visible de la administración colonial de entonces, el Marqués de Pombal, fue
sin duda el más acérrimo crítico del gran poder económico de los jesuitas, arguyendo
que su gran riqueza no les hubiera sido posible lograrla sin el uso de la fuerza de tra-
bajo indígena y el empleo de la lengua geral. El Capitán General Mendonça Furtado
comentaba a su medio hermano, el Marqués de Pombal:
Por lo que respecta a la libertad de los indios, en que S. M. tiene tanto cuidado, y que
tanto desvelo le han dado para que se rinda justicia a esta miserable gente, que cada
día está en peor estado y padeciendo continuas vejaciones, siendo los misioneros los
principales en las aldeas donde no pueden tener el recurso que tienen los otros que se
encuentran en cautiverios particulares; porque estos, en justicia luego son juzgados
libres y están en su plena libertad; por el contrario los aldeanos, en libertad, son
por la misma justicia metidos en el duro juego del cautiverio perpetuo al que están
condenados14.
El Dirétorio entonces prohibió el empleo del geral en todos los campos, incluidas
las escuelas, las transacciones comerciales, las actividades religiosas de liturgia, la
confesión o conversión y la vida familiar. Explícitamente, el parágrafo sexto del Diré-
torio se refería a esta lengua así:
pernicioso abuso, será uno de los principales cuidados de los Directores, establecer
en sus respectivas Poblaciones el uso de la Lengua Portuguesa, no consintiendo en
modo alguno, que los niños, y niñas, que pertenecen a las escuelas, y todos aquellos
indios, que fueran capaces de instrucción en esta materia, usen la Lengua propia
de sus naciones, o de la llamada geral; únicamente la Portuguesa, en la forma, que
Su Magestad ha recomendado en repetidas Órdenes, y que hasta ahora no se han
observado con la total ruina Espiritual, y temporal del estado”15.
15 Moreira (1988: 168-169). Esta obra incluye el texto completo del Dirétorio. Énfasis agregado.
16 Calmón (1947a; 1947b: 3-180). De acuerdo con este autor, hacia 1807 y frente a la inminente
entrada de los ejércitos de Napoleón a Lisboa, la corte portuguesa se trasladó por completo a
Brasil. Sería, sin embargo, Pedro I –el hijo de Don Juan VI y su esposa, la princesa Carlota Joaquina–
quien declarara la independencia de Brasil, fundando el imperio y negándose a regresar a Lisboa
luego de que la estabilidad había retornado a la península ibérica. Pedro I reinó desde 1822 hasta
1831, año en que abdicó. Luego hubo un período de regencia de nueve años. Esta fue una época
de gran agitación política con grandes revueltas, como el llamado cabanagem, que se extendió
por la Amazonia en protesta por la fuerte presencia portuguesa en el manejo de sus destinos, o
la llamada sabinada, en Bahía, y la revuelta de los farrapos, en Porto Alegre. La inestabilidad
reinante solo pudo controlarse mediante el restablecimiento de la figura del emperador, por lo
cual se permitió que, aún siendo menor de edad, Pedro II –hijo de Pedro I– asumiera dicho cargo,
dignidad que ejerció desde 1840 hasta 1889, año en que culmina el período imperial.
17 Desligados de la Orden Franciscana Menor (O.F.M.). La división franciscana se dio en dos líneas,
una conventual y otra espiritual. La primera, de carácter reformista, fue la que dio origen a los
capuchinos.
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tariano, juruá, cainatary, ananá (wanano), cubeo, bejú y pira tapuyo (Mattos, 1856:
124-131). Otra fuente cita dos aldeas más que elevan la cifra a 2.754 individuos e
incluye otras dos etnias: los makú en una aldea en la Cachoeira Mandy, y los mirití
tapuyo, en la aldea de Bacate Paraná18.
A mediados del siglo XIX, las casas e iglesias de las aldeas de misión capuchinas
regentadas por Fray Gregorio “eran de barro y cubiertas con techos de paja y sus
indios eran dóciles y hablaban el tupí (nheengatú o geral)” (Mattos, 1856: 126).
Mención que por supuesto reitera el lugar de importancia que continuaba teniendo
el geral como lengua franca y que se reafirma con la publicación del vocabulario de
Manoel Justiniano de Seixas en 1853 destinado al Seminario Episcopal de Pará, don-
de para entonces el autor y hablante de geral enseñaba dicha lengua (Borges, 1994:
127). Tanto Jesuino Cordeiro como Fray Gregorio visitaron también varios sitios en el
río Isana, en algunos de los cuales igualmente se hablaba el geral; estos lugares eran:
“Sitio Firmiano, N. S. do Carmo, Sitio Matheus, Nazareth, Santo Antonio do Tunuhi,
Sant’Anna do Cuiari, S. Lourenço do Iandú-Cachoerira, S. Joao do Cuaipane, Famo o
S. Pedro do Cuema, Cuaripane, S. José y S. Agostinho do Iappu-Cachoeira” (Tenreiro,
1907a: 68; 1907b: 111-152 ).
18 Jesuino Cordeiro, “Relaçao das Povoaçoes, e Aldeas e seus habitantes no Rio Uaupés”, en
Tenreiro (1907a: 60-62).
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19 Jorge Pinto (1993b: 128) señala que la orden de los franciscanos, fundada por San Francisco de
Asís en el año 1209, en Italia, se caracterizó por “la pobreza, el afán de vivir entre los infieles
y la firme voluntad de alcanzar la conversión de estos”.
376 | EL GERAL Y LA COLONIZACIÓN EN EL ALTO RÍO NEGRO-VAUPÉS
A comienzos del siglo XX, el geral servía como medio de comunicación entre los
colonos e indígenas, durante la época de la cauchería en la zona del alto río Negro-
Vaupés (Ardila, 1989: 25-26), época para la cual el misionero montfortiano20 Pedro
Kok anotaba que el geral era “hablado por todos: blancos y racionales e indios o
indígenas” (Kok, 1920) y que entonces no había “casa o familia en la cual uno que
otro no [entendiera] ese dialecto; pero no [era] genérico de los demás” (Eco, 1920).
Incluso en 1970, Borges (1994: 131) señala su uso en la región, al ser lengua de po-
blaciones indígenas, tapuias y mestizas. Sin embargo, el período cauchero compren-
dido entre 1840 y 1912 ocasionó una fuerte migración en el interior de Brasil que
tuvo como consecuencia la expansión del portugués y la reducción del uso del geral,
limitado a áreas distantes como la zona del bajo río Negro y las regiones fronterizas
(Borges, 1994: 130-131). En el caso del territorio colombiano, la lingüista María
Emilia Montes precisa que la lengua geral:
20 Los montfortianos o Compañía de María son una orden religiosa fundada en Francia por Saint
Louis-Marie Grignion de Montfort. Nacido el 31 de enero de 1673, en 1714 redactó la Regla
Fundamental, conocida como Regla de Sacerdotes Misioneros de la Compañía de María (S.M.M.).
En 1905, el estado colombiano le entregó oficialmente el manejo de las misiones de la Amazonia
nororiental colombiana, llamada entonces Llanos de San Martín, que cobijaba los actuales
departamentos de Guaviare, Guainía y Vaupés. Los trabajos en este último departamento
empezaron en 1914.
GABRIEL CABRERA BECERRA | 377
hubiera perfeccionado, en tanto que la lengua geral se corrompe con cada generación
que pasa.
El abandono del geral fue gradual; sin embargo, ha dejado su huella en la región
del alto río Negro-Vaupés, en donde “subsisten reminiscencias de su imposición en
topónimos, etnónimos y términos para algunos elementos culturales que identifi-
can como traducciones de su lengua a un español nativo” (Correa, 1987: 110; Kok,
1925: 624), como los vocablos nheengatú de uso extendido regionalmente: Curupira
y Yurupari (Stradelli, 1970-1971: 241-244). No sobra señalar aquí que este último
alude al complejo mítico-ritual de carácter fundacional en varios de los grupos de la
región, en el que se transmiten “los orígenes históricos de la exogamia, los inconve-
nientes de la endogamia, y los hechos básicos de la conducta reproductiva humana”
(Reichel-Dolmatoff, 1997: 276) y cuyo sentido no solo fue tempranamente compren-
dido por el religioso franciscano Iluminato Coppi en 1883, sino que fue trastocado
alterando su valor desde valores cristianos al referirse a él como “religión del diablo”
(Stradelli, 1890: 30), interpretación empleada aún en el siglo XX por los religiosos
montfortianos en Colombia21 y los salesianos en Brasil.
La creciente presencia de colonos y caucheros portugueses o colombianos duran-
te el auge cauchero de la primera mitad del siglo XX, al igual que el dominio regional
de la etnia tukano22 –cuyo tamaño poblacional supera hoy los 10.000 individuos–
llevaron al desuso del geral. Actualmente, “el tucano es la lengua franca al sur y
oriente de Mitú, y el cubeo es la lengua franca al norte y occidente de Mitú” (Grimes,
1986: 30). Sobre esta última mención, la lingüista Olga Ardila precisa que el “tucano
funciona como lengua franca en la región del río Papurí. En el área aledaña al río
Vaupés se utilizan tanto el cubeo como el tucano. Los habitantes de los ríos Tiquié y
Pirá-Paraná prefieren utilizar cada uno su propia lengua en situaciones de multilin-
güismo. El uso de las lenguas francas no funciona como estrategia de comunicación
en todos los grupos tucano” (Ardila, 1989: 25)23.
Que el tucano sea contemporáneamente una lengua franca en la región es in-
terpretado como un proceso de conquista territorial y hegemonía cultural (Borges,
1994). Empero, es desde mi perspectiva un fenómeno cuya existencia no es gratuita,
21 Andrés Linssen, “Crónicas del Vaupés. La vida en el río Papurí”, Eco de Oriente, 1764: 7, 15 de
junio de 1941, en Cabrera (2002: 170).
22 Coudreau (1886: 106-161) ofrece una relación de 21 grupos en la región del Vaupés hacia
finales del siglo XIX. Las cifras indican desde entonces la superioridad numérica de los tukano,
cuya distribución era así: tucano 1.800, tariana 800, uanana 200, subuanana (vasallos de
estos) 100, cobbéo 1.000 (sic), arapaso 100, tatumira 300, juruparimira 200, carapanamira
500, mirititapuya 100, arara 100, macú 700, desana 900; sobre los ocho grupos restantes
–piratapuya, tijuca, araratapuya, jahuna, corocoro (del grupo cobbéo), ipeca, omaua y baniva,
estos últimos en el Isana y Kerari– no presenta cifras. Menciona Kok (1925: 628), en igual
sentido: “Se puede decir más o menos que los Tokana (sic), la tribu más numerosa, tienen
aproximadamente 1.000 personas; los Desanas alcanzan apenas, creo, 500; los Degkapuras
entre 200 y 250”.
23 Correa (1997: 471, 488) coincide en estas precisiones con Ardila.
378 | EL GERAL Y LA COLONIZACIÓN EN EL ALTO RÍO NEGRO-VAUPÉS
24 “Las Misiones de la Compañía de María. Informe que sobre la reducción de Montfort Papurí
remite el R. Padre Huberto Damoiseaux S. M. S. Superior”, Eco de Oriente, 148, 24 de febrero
de 1918, en Cabrera (2002: 185).
GABRIEL CABRERA BECERRA | 379
en el área del alto río Negro-Vaupés, lo que se produjo fue el mantenimiento de las
lenguas. Desde un punto de vista lingüístico, diversos autores han analizado los fac-
tores por los cuales una lengua se mantiene, entre los que se mencionan el estatus,
el peso demográfico y el apoyo institucional (Giles et ál., 1977, citados en Appel y
Muysken (1996: 55 y ss.).
De acuerdo con estos autores, el estatus alude al menos a cuatro elementos:
condición económica, autoestima, historia y posición social. Si pensamos en las par-
ticularidades de la región del alto río Negro-Vaupés, es evidente que desde el pasado
todos los grupos de la zona, con excepción de los makú, tienen como base económica
el sistema la horticultura de tumba y quema acompañado de la pesca, caza y recolec-
ción, aunque con características particulares, según los ambientes (Correa, s.f.: 23);
así mismo, los grupos de la zona soportan diversos grados de especialización mate-
rial (Bruzzi, 1977; Searing 1980: 112; Reichel-Dolmatoff, 1986: 53; Chernela, 1993:
111; Ribeiro, 1995: 70 y ss.), jerarquías intergrupales e intragrupales (Goldman,
1968: 132 y ss.; Hugh-Jones, 1979; Jackson, 1983a; Chernela, 1993: 25 y ss.) y el es-
quema generalizado de exogamia lingüística (Jackson, 1983b; Gómez-Imbert, 1986:
18-22), elementos que ponen en un mismo plano social las lenguas de la región.
El peso demográfico se refiere al número de miembros de un grupo lingüístico y
su distribución geográfica. Resulta complicado establecer cifras ciertas para el pasa-
do en la región; las que se conocen ofrecen información de los asentamientos en la
zona del río Negro y detallan cifras globales de indios y no indios en las que se inclu-
yen otras categorías25. Por último, el apoyo institucional se entiende como la manera
en que una lengua está representada en diferentes tipos de organizaciones, como el
estado, la iglesia, etc. Y es este último aspecto uno de los elementos en los que Bour-
dieu hace énfasis, pues, según sus planteamientos, en la familiarización y adquisi-
ción de una lengua particular no solo es grande el peso de familia, sino también el
de un sistema escolar. No podemos señalar que una estructura escolar fuerte y sólida
estuviese presente y fuera continua en la región del alto río Negro-Vaupés desde la
segunda mitad del siglo XIX, pero sí, en cambio, es claro que la evangelización y otros
escenarios de intercambio lingüístico, como el comercio, se hacían en lengua geral,
y fue su uso lo que, como anota Bourdieu, otorgaba legitimitad y reconocimiento a
los actores del intercambio lingüístico. En la actualidad, un esfuerzo particular trata
desde la escuela –una forma institucionalizada– de sostener el geral en uso, labor
adelantada por una profesora indígena en la escuela primaria Miguel Alagna, en San
Gabriel de Cachoeira, a la que se suma el reconocimiento oficial del geral como una
lengua (Rohter, 2005).
Es posible entonces perfilar las razones por las cuales el geral constituye un inten-
to fallido en la imposición de una lengua. Pese al temprano esfuerzo jesuita, seguido
por los carmelitas, de crear nuevos asentamientos reuniendo indios cautivos en las
25 Al respecto, véase el Anexo 1. Estadística poblacional del río Negro, en Cabrera (2002: 231).
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A MANERA DE CONCLUSIÓN
!
... ninguno es más eficaz, que buscar por la vía de los matrimonios esta importantísima
unión. Por lo que recomiendo a los Directores, que apliquen un incesante cuidado
en facilitar, y promover de su parte los matrimonios entre los blancos, y los indios,
para que por medio de este sagrado vínculo se acabe de extinguir totalmente aquella
odiosísima distinción, que las naciones más educadas del Mundo abominaron
siempre, como enemigo común de su verdadero, y fundamental establecimiento
(Moreira, 1988: 201; énfasis agregado).
Pocos años después, ya se daba cuenta de algunos progresos en el tema de los ma-
trimonios (Cabrera, 2002: 85). Sin embargo, y tal como se mostró para el nheengatú en
GABRIEL CABRERA BECERRA | 383
la zona del alto río Negro-Vaupés, ni el temprano combate del Marqués de Pombal a los
jesuitas ni la decretada prohibición de su empleo lo hicieron desaparecer. Su uso con-
tinuó durante un largo período, no solo en manos de los religiosos de otras órdenes,
como los capuchinos y franciscanos, en sus misiones de la segunda mitad del siglo XIX,
sino en manos de comerciantes y algunos agentes gubernamentales.
En el mundo colonial hispano, como bien lo demuestra Guido Barona (1998:
136), el Derecho Indiano fue un mecanismo refinado de control que significó una
transformación drástica de la diversidad india, redefinida con el establecimiento de
los pueblos de indios y los resguardos. Sin duda, algo similar puede decirse del lla-
mado Dirétorio dos Indios en el Brasil colonial y de las aldeas de misión, los directo-
res de indios, la prohibición del geral, así como del amplio espectro de temáticas que
contemplaba: control de la embriaguez, impulso de la agricultura, cobro de diezmos,
impulso del comercio, implantación de pesos y medidas y el ya mencionado matri-
monio entre blancos e indios.
Si bien el empleo del geral tuvo como propósito monopolizar en manos de reli-
giosos el control de los indígenas, su difusión no logró consolidar un tipo extenso de
comunidad regional, ello a pesar de que todos los grupos de la región lo hablaron.
En otras palabras, la imposición del geral jugo un papel vital en la modificación de
los grupos, pues con ella se introdujeron o difundieron nuevos valores –incluidos los
cristianos–, aunque, a la larga, las particularidades de gran parte de los grupos ét-
nicos persistieron a través del tiempo y actualmente estos grupos en su mayoría se
diferencian de los sectores mayoritarios de la población colombiana y brasileña.
Las expansiones colonial y republicana a la región del alto río Negro-Vaupés
tuvieron en la llamada “colonización del lenguaje” uno de sus componentes bási-
cos. Los indígenas no fueron sujetos pasivos en el proceso de imposición del geral
como lengua franca. El empleo de las lenguas propias estuvo supeditado a múltiples
escenarios, como el de la misión, lugar en donde convergían hablantes de distintas
lenguas, en relaciones de trabajo, viajes de visita o que daban lugar a momentos
de embriaguez indígena, y donde se usaba el español o portugués (Sorensen, 1967:
678). El indígena reacciona de manera distinta ante el embate de una lengua ajena.
Como bien anota Queixalos (1987:28): “la rechaza de plano, la rechaza con la posi-
bilidad de introducirla en situaciones sociológicamente marcadas, la aprovecha, sin
excluir el riesgo –en un plazo variable– de verse desposeído de la propia lengua”,
circunstancia esta que el geral no consiguió en la zona del alto río Negro-Vaupés.
Es decir, con el avance colonial se produjo un intenso proceso de “contacto lin-
güístico” cuyos componentes (el lenguaje, sus usuarios y la esfera de su uso) tuvie-
ron una dinámica particular. En el caso de la zona del alto río Negro-Vaupés, a la
introducción del geral como lengua franca se suma hoy en día la identificación de
un grupo étnico con este mismo nombre en Venezuela. Al respecto, González (2000:
389) anota: “mucho se ha discutido si considerarla una lengua o simplemente una
etnia mestiza, pero pensamos que debe diferenciarse como una lengua con su corres-
pondiente entorno y perfil etnocultural, independientemente de que haya tomado
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