Cuando se presenta una enfermedad crónico-degenerativa, el paciente se ve
obligado a cambiar su estilo de vida (alimentación, actividades físicas y a veces intelectuales), requiriendo de apoyo farmacológico para controlar o sobrellevar las mismas, situación que ocasiona cambios en muchos mediadores químicos que estan presentes en la respuesta a la agresión, y aunque el organismo se adapta de forma parcial a esta situación de vida, tanto los estímulos aferentes como eferentes van a estar alterados para responder con una adecuada calidad y efectividad. En todas las enfermedades hay una respuesta metabólica, acorde a la gravedad de las mismas. En las enfermedades crónico-degenerativas no es la excepción y de inicio la respuesta estara acorde con lo grave de la agresión, estos pacientes al tener una eventualidad, ya sea quirúrgica, traumática o infecciosa, unido al detrimento de la función de tejidos y órganos, no solo ocasiona una descompensación de su patología existente, tendra una inadecuada adaptación, llevándolo a un círculo vicioso de complicaciones, falla orgánica y muchas veces la muerte. Cada enfermedad, tiene su particular respuesta, tanto por el órgano o sistema involucrado, como por la medicación previa que recibe el paciente, la respuesta metabólica no será la misma para un paciente que cursa con una alteración metabólica, a otro que cursa con cáncer, por lo que se abordara en forma general la respuesta metabólica en el síndrome metabólico, diabetes y enfermedades cardiovasculares. Cuando la respuesta metabólica falla para restablecer la homeostasis, viene un proceso inflamatorio que produce serias consecuencias adversas como son inmunodepresión, lisis de proteínas, producción de radicales libres de O2 y daño estructural que se va a traducir en falla orgánica múltiple y muchas veces la muerte. Los estímulos primarios neuroendocrinos que inducen a la respuesta inflamatoria sistémica (SIRS) son dolor, cambios de temperatura, alteraciones en los sustratos de energía, hipovolemia, hipoxia, estímulos emocionales y trauma quirúrgico mayor. Para que haya una respuesta debe haber una interrelación del eje hipotálamo- hipófisis, sistema nervioso autónomo (insulina, glucagón y catecolamina), sistema hormonal (ACTH, tiroxina, GH, ADH) además de mediadores locales y sistémicos, productos del endotelio vascular y sustancias intracelulares. Estas alteraciones en la respuesta metabólica se van a dar en diferente grado por los aparatos o sistemas que estan afectados por la enfermedad crónico- degenerativa y por la interacción con la medicación administrada para el control de dicha enfermedad. De los sustratos de energía (glucosa, proteínas, grasas) la glucosa el sustrato principal que activa el reflejo neuroendocrino a través del núcleo ventral hipotalámico y en la agresión, para mantener los niveles adecuados de glucosa se va a activar la gluconeogénesis y afrontar el catabolismo para enfrentar dicho evento. En las alteraciones metabólicas como la diabetes, en que como respuesta a la lesión hay una disminución de insulina y los receptores celulares para la misma van a ocuparse, por competencia, por catecolaminas; el descontrol metabólico es la regla, con hipoglucemia intracelular e hiperglucemia extracelular, que implica que el organismo lo detecte como falta de sustrato de energía, liberando hormonas con la ACTH, cortisol, hormona del crecimiento, endorfina B, VPA y catecolaminas. A través del SNA se libera glucagón. Estos mecanismos son regulados de manera parcial por haber un estado mórbido previo o por fármacos, hacen que la respuesta inflamatoria sistémica se modifique, ocasionando un círculo vicioso negativo y lleva al paciente a un SIRS. Cuando un paciente es sometido a un trauma quirúrgico, el ayuno que implica, junto con intolerancia paradójica al alimento; la glucosa debe obtenerse a través de la gluconeogénesis, con consumo importante de grasas y proteínas. Debido a las características de la enfermedad crónica, estas reservas se encuentran limitadas (glucógeno, proteínas y grasas) no hay suficientes sustratos para afrontar la contingencia con una respuesta inadecuada a la SIRS con consecuencias desastrosas. El dolor que viaja por fibras aferentes hasta el hipotálamo se encuentra disminuido, y en ocasiones, hasta bloqueado por la neuropatía diabética, a esto se agregan alteraciones emotivas como angustia y depresión, relacionados con la enfermedad y calidad de vida, que se registran en el sistema límbico; dichos estímulos estan modificados por medicación previa (analgésicos, antidepresivos, antipsicóticos, tranquilizantes, antineuriticos, antihipertensivos, entre otros) van a amortiguar y modificar la respuesta inflamatoria. Las alteraciones hidroelectrolíticas durante el trauma en cardiópatas o patología pulmonar (EPOC, cáncer), el volumen circulante es menor y los barorreceptores, y quimiorreceptores estan afectados, además hay alteraciones en la concentración plasmática de hidrogeniones, O2 y CO2, a la que se agrega la perdida de líquidos (por hemorragia, tercer espacio o deshidratación), deterioro en la circulación (insuficiencia cardiaca, infarto al miocardio). La actividad del quimiorreceptor aumenta la del sistema nervioso simpático, que estimula el centro respiratorio y la liberación de ACTH y vasopresina, pero la respuesta no es adecuada, ya que existe una concentración crónica anormal de gases en sangre, que aumenta la hipoxia y que potencializa la respuesta a SIRS. La respuesta neuroendocrina es proporcional a la perdida de volumen circulante efectivo; en un paciente con enfermedad crónico-degenerativa, el estímulo se puede presentar con una pérdida del 10%. Hay liberación tardía de hormonas hipofisarias como ACTH, vasopresina, hormona del crecimiento y endorfina B; asi como las mediadas por el sistema simpático para activar la liberación de catecolaminas, glucagón, renina e inhibir la producción de insulina. También se ve alterada la secreción de renina-angiotensina- aldosterona que disminuye la vasoconstricción periférica compensatoria y la contractilidad cardiaca. En las heridas se activan las defensas del huésped estimuladas por sustancias producidas por bacterias como exotoxinas, proteínas termolábiles, interleucinas, factor de necrosis tumoral (FNT) y otras sustancias que tienen acción en el eje neuroinmunitario. Los cambios de temperatura alteran la secreción de hormona adrenocorticotrópica (ACTH), cortisol, péptido vasoactivo (VPA), hormona del crecimiento, aldosterona, tiroxina y catecolaminas, todo esto se relaciona con inanición, hipovolemia y sepsis. El paciente con enfermedad crónico- degenerativa, tiende a la hipotermia, por alteraciones en su metabolismo, por falta de disponibilidad de sustratos, esto ante una agresión se traduce en un pronóstico sombrío por acumulación de factores que agravan la respuesta metabólica. Hay muchos otros mediadores que se liberan por todas las células, en especial los que se encuentran en los tejidos dañados y que actúan como mensajeros como citocinas, eucosanoides y factores celulares endoteliales con efectos paracrinos, autocrinos y endocrinos. Las interleucinas, factor de necrosis tumoral (FNT), interferón, calicreinas, cininas, serotonina, histamina, oxido nítrico, endotelinas, prostaglandinas, pépticos auriculares natruréticos, proteínas de choque térmico y radicales libres de oxígeno. Todos estos cambios en la respuesta metabólica al trauma requieren de una integridad del organismo, pero en los pacientes que cursan con enfermedades crónico-degenerativas y que reciben medicación con base en antiinflamatorios, esteroideos y no esteroideos, inmunosupresores, antineoplásicos, psicotrópicos, antihipertensivos, sustancias que modifican e interfieren con los mecanismos de la homeostasis. En todas las lesiones hay un catabolismo generalizado, hiperglucemia, gluconeogénesis persistente, perdida de proteínas, equilibrio nitrogenado negativo y pérdida de masa corporal, que se relacionan de forma directa con la gravedad de la lesión. En un organismo con una enfermedad crónico-degenerativa donde el estado nutricional no es óptimo, hay deterioro en mayor o menor grado ocasionado por la enfermedad de base; los mecanismos de adaptación se ven alterados, que lo lleva a la fase inflamatoria, dando como resultado un estado catabólico alto que lleva a la insuficiencia orgánica múltiple y muerte. De las enfermedades crónico-degenerativas, la diabetes mellitus tipo 2 ha tenido un aumento de su prevalencia debido a múltiples factores como: herencia, estilo de vida, alimentación, obesidad e incremento de tiempo de vida. Esta enfermedad conlleva a complicaciones en su evolución como son: hipertensión arterial, síndrome metabólico, neuropatía diabética, angiopatía diabética, insuficiencia renal, entre otras y que pueden agregarse complicaciones agudas como son el estado hiperosmolar hiperglucémico (deshidratación) y cetoacidotico. En la diabetes mellitus la secrecion de insulina esta regulada por el transportador de glucosa 2 (GLUT 2) y su disminución afecta la secrecion de insulina, esta es una de las causas que en pacientes obesos desarrollen diabetes mellitus tipo 2. Es posible que la resistencia a la insulina sea más grave cuando se incrementa la edad y peso, desencadena una alteración de tolerancia a la glucosa y de manera eventual hiperglucemia. La resistencia a la insulina esta relacionada con sustancias producidas por el adipocito, llamadas adipocinas (leptina, adiponectina, FNT alfa, resistina). Los mecanismos de la inflamación desempeñan una función importante en la etiopatogenia de la diabetes tipo 2. El aumento de liberación del FNT alfa del tejido adiposo, altera la función de la insulina. Una proteína de los adipocitos (aP 2) podría ser la causa del aumento de la expresión del FNT en la obesidad. Las citocinas (CXCL5) y la interleucina 6 (IL-6), que se expresa en la fracción macrófago de las células cebadas del tejido adiposo, reducen el consumo de glucosa por el musculo mediado por insulina. Los cambios fisiológicos que se presentan en el paciente diabético como la resistencia a la insulina, lo lábiles que son al ayuno y la elevación de mediadores de la inflamación, es semejante a la RMT y cuando se presenta una agresión se potencializa sus efectos. El estado hiperosmolar resulta por deficiencia de insulina y elevación de hormonas contrarreguladoras (glucagón, catecolaminas, cortisol y hormona del crecimiento), con efecto en el hígado aumentando la glucosa, sobre el tejido adiposo (gluconeogénesis) y diuresis osmótica por la hiperglucemia. Las PG I2 y E2, generadas en el tejido adiposo, aumentan el estado hiperosmolar, con caída de la resistencia vascular, taquicardia, hipotensión arterial, nausea y dolor abdominal. En el riñón, el umbral para la resorción de la glucosa es de 240 mg/dL, cuando se excede ocasiona glucosuria que no evita que persistan los niveles elevados de glucosa, con salida de agua intracelular al espacio intravascular y perdida de líquidos por diuresis osmótica con desequilibrio hidroelectrolítico y metabólico, desarrollando un estado hiperosmolar e hiperglucemia, debido al déficit de insulina y exceso de glucagón con utilización de agua y proteínas, aumento de la osmolaridad, a pesar de la liberación de la hormona antidiurética (HAD), para retener agua, que no tiene el suficiente efecto para vencer la hiperosmolaridad, llevando al paciente a un círculo vicioso con disminución de agua y aumento de solutos circulantes que ocasiona deshidratación e hiperosmolaridad. Una condición forzosa de la cetoacidosis es la elevación del anión gap causada por la producción y acumulación de ácidos acetoacético y B hidrobutírico y la gravedad de esta dependerá de la velocidad y duración de la cetoacidosis; así como de la excreción de los aniones por la orina y el volumen de distribución de los aniones cetoacidoticos. Las crisis hiperglucémicas por si mismas son estados proinflamatorios que conducen a la generación de estrés oxidativo, liberando además eucosanoides que incluyen prostaglandinas que estan involucrados en la patogénesis de la diabetes y sus complicaciones. Algunos protegen y otros aceleran la disfunción orgánica incluyendo la destrucción de células B del páncreas. El paciente con diabetes mellitus tipo 2, en algunas ocasiones con complicaciones por la cronicidad de la enfermedad y que cursan con algún evento agudo (infección, cirugía o traumatismo), favorecen la aparición del estado hiperosmolar, y que algunas veces es difícil de diferenciar de la enfermedad subyacente. Cuando un diabético presenta una infección urinaria, respiratoria, gastrointestinal, infarto agudo de miocardio (IAM), enfermedad vascular cerebral (EVC) es susceptible a desarrollar cetoacidosis diabética; esta es 6 a 10 veces más frecuente que el estado hiperosmolar, pero con índice de mortalidad mucho menor y se caracteriza por cetogénesis con aumento de cetoacetato, 3-B-hidroxibutirato y acetona, ocasionado por insulinodeficiencia de las células B del páncreas. Esta acidosis provoca un efecto inotrópico negativo, vasodilatación periférica, perdida de potasio intracelular, depresión del SNC y resistencia a la insulina. Se debe llevar un control estricto del paciente, vigilando su estado general y los órganos o sistemas comprometidos realizando determinaciones analíticas completas cada 2 a 4 horas (salvo gasometría arterial), hasta que el episodio este resuelto, continuando con su mantenimiento y tratando de forma simultánea la causa desencadenante, haciendo énfasis en que cada paciente requerirá de la atención específica de su enfermedad desencadenante (cirugía, traumatismo o ambos), apoyado de un equipo multidisciplinario, debido a las características de estos pacientes, que pueden estar afectados, en forma crónica, varios órganos o sistemas previo al evento que desencadeno la respuesta metabólica.