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V, en V for vendetta
En esta charla vamos a examinar algunos pasajes de esta magnífica novela en las
que se pueden apreciar elementos de nuestra realidad social.
Desde la teoría económica sobre la delincuencia se nos dice que existe una
relación inversa entre el comportamiento de la economía y la delincuencia, de tal
forma que si la economía crece, la violencia y la delincuencia tienden a decrecer y
viceversa.1
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VIOLENCIA EN LA REPÚBLICA DOMINICANA: TENDENCIAS RECIENTES. Dr. Edylberto Cabral Ramírez, Dra.
Mayra Brea de Cabral, Universidad Autónoma de Santo Domingo, R.D.
1
(Fajnzylber et al., citado por Perry, Guillermo, 2000), ya que contrario a lo que
predicen las teorías económicas sobre el comportamiento antisocial, la violencia
muestra una gran resistencia para decrecer, no obstante mejoren algunos de las
causales que la mantienen en cierto nivel.2
Cap. 4
P. 37
Abordó otro concho que, tras retomar la avenida Duarte, cerca del liceo también
bautizado con el nombre del patricio, debía dejarlo en Villas Agrícolas. Frente a
sus ojos recorrieron, en orden descendente, los encumbrados edificios levantados
en los límites de la avenida 27 de Febrero. Las vías construidas en lo alto,
zigzagueantes y panorámicas, en fecha más reciente…
Ps. 38 y 39
Y, por supuesto, el acoso de las autoridades que para esos menesteres sí eran
eficientes y estrictas: impuestos inconcebibles y desproporcionados, pagos
intimidantes a la seguridad social… Ocurre en todas partes, se dijo. La vida es
cada vez más complicada. Más imposible.
2
Ibídem.
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dominicana. A eso hay que sumarle problemas como la urbanización anárquica, el
alcoholismo, la proliferación de las armas de fuego y el tráfico y consumo de
drogas que fomentan la aparición de los delitos o conductas indeseables.
Cap. 8
P. 63
La ciudad que divisaban sus ojos era una ciudad deslucida, abandonada, fea.
Parches de asfalto y tierra en las calle, huecos por doquier, aceras destrozadas,
bordillos rotos. Casas y edificios en empañada aproximación. Colores disipados y
rancios. La atmósfera del desánimo irremediable. Cuando ascendieron por el
elevado la avenida 27 de Febrero, el panorama se transformó levemente: a un
lado, contempló abstraído los burdos caseríos de San Carlos, Villa Francisca, Villa
Consuelo y Villa Juana y unas cuantas construcciones de varios pisos, chatas y
sin adornos…
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López Fernández, María del Pilar. EL CONCEPTO DE ANOMIA DE DURKHEIM Y LAS APORTACIONES
TEÓRICAS POSTERIORES Iberóforum. Revista de Ciencias Sociales de la Universidad Iberoamericana, vol. IV,
núm. 8, juliodiciembre,2009, pp. 130-147. Universidad Iberoamericana, Ciudad de México, Distrito Federal,
México.
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conductas antisociales y alejadas de lo que se considera como normal o
aceptable.
El concepto tuvo un gran impacto en la teoría sociológica y fue retomado por otros
teóricos que lo aplicaron para estudiar diversas problemáticas. En particular,
resulta interesante la perspectiva de autores tales como Talcott Parsons, Robert
Merton, Harold Garfinkel, Herbert McClosky, entre otros.
Este fenómeno parece ser el que mejor describe los niveles de delincuencia que
se registran en nuestro país. Se aprecia una subversión del orden social desde el
propio Estado, no hay un régimen de consecuencias frente a los actos delictivos
de las autoridades y , como por fuerza de gravedad, esos comportamientos bajan
a las capas inferiores de la sociedad.4
Cap. 10
P. 77
P. 78
4
Fenomenología de la delincuencia y la anomia social dominicana. Snayder Santana. Publicado el: 20 julio,
2018. En: http://hoy.com.do/fenomenologia-de-la-delincuencia-y-la-anomia-social-dominicana/
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Ibídem.
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escalofriantes; estos se veían forzados a dejar la calle temerosos de ser
atropellados por aquellos delincuentes a los que nada parecía importarles.
Capítulo 12
P. 87
Cap. 18
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Fidel Lorenzo - 25 de octubre de 2015 - 12:04 am - 1
https://acento.com.do/2015/opinion/8294489-la-anomia-social-dominicana/
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Fenomenología de la delincuencia y la anomia social dominicana. Snayder Santana. Op. Cit.
8
Ibídem.
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P. 130
El investigador se quedó pensativo. Miraba sin mirar al patólogo. El, como hombre
de la calle, como un testigo de lo cotidiano, veía, sentía y se enteraba a cada paso
de las trágicas eventualidades. Las noticias eran pródigas en homicidios,
confrontaciones sangrientas, atracos, crímenes insólitos. Con una elevada dosis
de irracionalidad, de locura.
Una orgía de violencia desaforada y sangre recorría como una niebla asesina las
calles, los hogares, los barrios, todos los escondrijos, hasta los más inusuales y
furtivos.
Cap. 21
P. 158
Desde la misma entrada al pasadizo fangoso y alucinante a los dos hombres les
preocupó que individuos con un virulento aire de pandilleros afroamericanos —
gorras de grandes vísceras, camisetas deportivas triple equis, jean a media rodilla,
zapatos de colores chillones y chaquetas grises y negras con capuchas— los
examinaron con un gesto irreconciliable de labios torcidos y miradas violentas…
Uno de ellos —bajo y jorobado, con parte del cráneo hundido— preguntó, con voz
aflautada, sin dirigirse a nadie y de forma ominosa: ¿Saldrán vivos? ¿Saldrán
vivos? ¿Saldrán vivos?
Cap. 37
P. 283
Guillermo Severino miró la ciudad sombría y opaca que se entregaba a sus ojos.
Una ciudad de colores abatidos, sin sol, sin brillo. De personas que caminaban
cercadas por el miedo, mirando hacia la tierra, cuidando de no tropezar y caer
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debido a los obstáculos innumerables del camino, o por el peso monstruoso que
acarreaban sobre sus hombros.
Muchas gracias.
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Ibídem.