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Un paseo por Las calles enemigas de Roberto Marcallé Abreu

Por Eduard Tejada

“Los artistas mienten para decir la verdad,

mientras los políticos mienten para ocultarla”

V, en V for vendetta

Muchas obras de ficción van más allá de su mera función de entretener.

El hecho de construir personajes en un tiempo y en un espacio determinado liga


tácitamente sus pensamientos y comportamientos al contexto, al ambiente o a la
atmósfera en que se crean.

El arte se ha constituido en un medio poderoso para la crítica social. Esto abarca


el cine, la música (recordemos la canción protesta), y por supuesto, la literatura no
escapa a ello.

En el contexto dominicano, quizá el mejor referente de la literatura como medio


idóneo de denuncia social sea Over, de Ramón Marrero Aristy sobre los maltratos
a los trabajadores de la industria azúcar y la desigualdad social.

En esta charla vamos a examinar algunos pasajes de esta magnífica novela en las
que se pueden apreciar elementos de nuestra realidad social.

Condiciones socioeconómicas y violencia

Desde la teoría económica sobre la delincuencia se nos dice que existe una
relación inversa entre el comportamiento de la economía y la delincuencia, de tal
forma que si la economía crece, la violencia y la delincuencia tienden a decrecer y
viceversa.1

Sin embargo, en el caso dominicano se da una especie de paradoja, puesto que,


la tasa de homicidio crece independientemente del crecimiento del PIB/CÁPITA.
Este fenómeno “anormal” que se da en nuestro país algunos lo han denominado
“Violencia Inercial”, término usado por otros autores como “inercia criminal”

1
VIOLENCIA EN LA REPÚBLICA DOMINICANA: TENDENCIAS RECIENTES. Dr. Edylberto Cabral Ramírez, Dra.
Mayra Brea de Cabral, Universidad Autónoma de Santo Domingo, R.D.

1
(Fajnzylber et al., citado por Perry, Guillermo, 2000), ya que contrario a lo que
predicen las teorías económicas sobre el comportamiento antisocial, la violencia
muestra una gran resistencia para decrecer, no obstante mejoren algunos de las
causales que la mantienen en cierto nivel.2

Cap. 4

P. 37

Abordó otro concho que, tras retomar la avenida Duarte, cerca del liceo también
bautizado con el nombre del patricio, debía dejarlo en Villas Agrícolas. Frente a
sus ojos recorrieron, en orden descendente, los encumbrados edificios levantados
en los límites de la avenida 27 de Febrero. Las vías construidas en lo alto,
zigzagueantes y panorámicas, en fecha más reciente…

Asomando en las intersecciones, como en sospechosa vigilia, observó el decaído


panorama de una ciudad de casuchas irredentas levantadas en los límites de
calles estrechas y aceras deterioradas, donde sobrevivían, como fantasmas
relegados al olvido y en condiciones imposibles, personas de un existencia que
orillaba lo marginal y el desamparo absoluto.

Ps. 38 y 39

…el abandono y el descuido resultaban evidentes: la ausencia de vigilancia oficial;


los continuos pillajes de prendas y celulares a transeúntes por veloces y osados
motociclistas, los llamados pasoleros; los robos a mano armada, perpetrados por
antisociales que tenían sus guaridas recónditas en San Carlos y Villa Francisca; la
insostenible tarifa de la energía eléctrica, pese a los apagones de catorce horas; el
ambiente fétido provocado por las montañas de desperdicios que se recogían solo
de vez en cuando, ocasionalmente.

Y, por supuesto, el acoso de las autoridades que para esos menesteres sí eran
eficientes y estrictas: impuestos inconcebibles y desproporcionados, pagos
intimidantes a la seguridad social… Ocurre en todas partes, se dijo. La vida es
cada vez más complicada. Más imposible.

Factores como el bajo nivel de ingreso, acompañado de un modelo de crecimiento


o desarrollo que favorece una distribución del ingreso muy injusta, elevados
niveles de pobreza y políticas sociales de poca eficacia, han contribuido a la
elevación de las tasas de violencia y delincuencia hoy presentes en la sociedad

2
Ibídem.

2
dominicana. A eso hay que sumarle problemas como la urbanización anárquica, el
alcoholismo, la proliferación de las armas de fuego y el tráfico y consumo de
drogas que fomentan la aparición de los delitos o conductas indeseables.

Cap. 8

P. 63

La ciudad que divisaban sus ojos era una ciudad deslucida, abandonada, fea.
Parches de asfalto y tierra en las calle, huecos por doquier, aceras destrozadas,
bordillos rotos. Casas y edificios en empañada aproximación. Colores disipados y
rancios. La atmósfera del desánimo irremediable. Cuando ascendieron por el
elevado la avenida 27 de Febrero, el panorama se transformó levemente: a un
lado, contempló abstraído los burdos caseríos de San Carlos, Villa Francisca, Villa
Consuelo y Villa Juana y unas cuantas construcciones de varios pisos, chatas y
sin adornos…

De repente, la ciudad sufrió una mutación inesperada: torres de arquitectura


posmoderna, extensas avenidas, centro comerciales portentosos. Elevados y
túneles. Era otra ciudad. La transición era violenta, insalvable.

El fenómeno de la anomia social

Es mucho lo que se ha escrito sobre la organización de la sociedad y la forma


como ésta influye en la vida de los individuos. Émile Durkheim, uno de los teóricos
cuyos postulados tuvieron mayor relevancia en ese tenor, señala que la sociedad
es la encargada de integrar a los individuos que la forman y de regular sus
conductas a partir de del establecimiento de normas. El autor expresaque si la
sociedad cumple adecuadamente, tanto la colectividad como cada uno de sus
miembros, lograrán un orden estable que les permita desarrollarse plenamente.
Cuando esto no ocurre, y la sociedad cae en una situación de anomia, pierde su
fuerza para regular e integrar a los individuos, pudiendo producirse consecuencias
adversas tales como el suicidio estudiado por Durkheim.3

La anomia es, para las ciencias sociales, un defecto de la sociedad que se


evidencia cuando sus instituciones y esquemas no logran aportar a algunos
individuos las herramientas imprescindibles para alcanzar sus objetivos en el seno
de su comunidad. Esto quiere decir que la anomia explica el por qué de ciertas

3
López Fernández, María del Pilar. EL CONCEPTO DE ANOMIA DE DURKHEIM Y LAS APORTACIONES
TEÓRICAS POSTERIORES Iberóforum. Revista de Ciencias Sociales de la Universidad Iberoamericana, vol. IV,
núm. 8, juliodiciembre,2009, pp. 130-147. Universidad Iberoamericana, Ciudad de México, Distrito Federal,
México.

3
conductas antisociales y alejadas de lo que se considera como normal o
aceptable.

El concepto tuvo un gran impacto en la teoría sociológica y fue retomado por otros
teóricos que lo aplicaron para estudiar diversas problemáticas. En particular,
resulta interesante la perspectiva de autores tales como Talcott Parsons, Robert
Merton, Harold Garfinkel, Herbert McClosky, entre otros.

Este fenómeno parece ser el que mejor describe los niveles de delincuencia que
se registran en nuestro país. Se aprecia una subversión del orden social desde el
propio Estado, no hay un régimen de consecuencias frente a los actos delictivos
de las autoridades y , como por fuerza de gravedad, esos comportamientos bajan
a las capas inferiores de la sociedad.4

La anomia social en la realidad dominicana significa que se ha hecho difusa la


línea que separa lo bueno de lo malo. El desorden, el despilfarro y el saqueo al
erario público agudizan la desigualdad y crean desconfianza en la funcionalidad
del sistema, esto se traduce en una desolación social y en un sálvese quien
pueda.5

Cap. 10

P. 77

Taxistas y advenedizos se adueñaban de los paseos, los parques y las aceras


liquidando los antiguos silencios con sus chácharas vulgares y estentóreas y sus
comportamientos deleznables. Los establecimientos cerveceros, caricaturescos y
destemplados, se establecían sin ningún control en cualquier espacio disponible y,
desde anticipadas horas de la mañana, vagos, vendedores de narcóticos y
logreros de la peor calaña se acomodaban en sillas plásticas a escandalizar y
airear sandeces.

P. 78

…La circulación de autos destartalados guiados por taxistas desfachatados y


groseros que se adueñaban por las malas de las calles, agredía hasta la asfixia al
común de las personas.

Chóferes de guaguas y camiones se desplazaban a velocidad suicida provocando


el espanto de los pasantes indefensos a quienes asustaban con su bocinas

4
Fenomenología de la delincuencia y la anomia social dominicana. Snayder Santana. Publicado el: 20 julio,
2018. En: http://hoy.com.do/fenomenologia-de-la-delincuencia-y-la-anomia-social-dominicana/
5
Ibídem.

4
escalofriantes; estos se veían forzados a dejar la calle temerosos de ser
atropellados por aquellos delincuentes a los que nada parecía importarles.

Así las cosas, el ciudadano se encuentra desprotegido por las instituciones,


muchas veces no encuentra respuestas y para que se les preste atención tienen
que recurrir a “padrinos” o cuñas. En los medios de comunicación hay dos
principales reclamos: justicia y mejoría en los servicios básicos.6

Capítulo 12

P. 87

Fue a darle el pésame aunque el ignoraba cómo se enteró de la amarga noticia. El


aceptó silencioso y recogido sus palabas. Apenas permaneció algunos minutos en
su negocio. Casi todo el tiempo se mantuvo callada y taciturna, como si se tratara
de su manera de participarle su compasión, solidaridad y tristeza. Al despedirse, le
dijo no solo a él, sino a todos los presentes que, en ese instante, se encontraban
en su entorno:

—Nos han cambiado el país. Ya no conocemos a la gente, ni las calles, ni nada.


No sabemos donde vivimos ni con quién…

Las palabras dejaron a Jesús Altagracia pensativo, abrumado. La aleccionadora


presencia de la señora, su actitud solemne, sus observaciones y la tragedia que
horadaba sus entrañas le llevaron a la conclusión de que la muerte de Armando le
estaba abriendo una puerta hacia las verdades de otro universo en apariencia
remoto, desconocido…

El descredito y la falta de confianza en las instituciones de control social:


seguridad, persecución y corrección del delito, se disparan los índices de violencia
y delincuencia. El Estado pierde toda legitimidad ante la sociedad, aquella que le
ha confiado su dirección.7

Estamos como sociedad llegando al el punto máximo de agudización de la crisis


institucional y social, que podría llevar a la rutura del tejido social en que vivimos,
dado la poca legitimidad institucional con que cuenta el gobierno y las instituciones
estatales.8

Cap. 18

6
Fidel Lorenzo - 25 de octubre de 2015 - 12:04 am - 1
https://acento.com.do/2015/opinion/8294489-la-anomia-social-dominicana/
7
Fenomenología de la delincuencia y la anomia social dominicana. Snayder Santana. Op. Cit.
8
Ibídem.

5
P. 130

El investigador se quedó pensativo. Miraba sin mirar al patólogo. El, como hombre
de la calle, como un testigo de lo cotidiano, veía, sentía y se enteraba a cada paso
de las trágicas eventualidades. Las noticias eran pródigas en homicidios,
confrontaciones sangrientas, atracos, crímenes insólitos. Con una elevada dosis
de irracionalidad, de locura.

Una orgía de violencia desaforada y sangre recorría como una niebla asesina las
calles, los hogares, los barrios, todos los escondrijos, hasta los más inusuales y
furtivos.

Si un hombre como aquel, meditó Severino, se sentía aterrado por la cantidad de


cadáveres que se acumulaban frente a sus ojos, de verdad que la situación era
más peligrosa de lo que podía imaginarse. Superaba todas las presunciones.

Cap. 21

P. 158

La pestilencia era inaudita. Niños desnudos merodeaban apáticos, como si esa


atmósfera infernal que oscurecía los sentidos les fuera normal y cotidiana. La piel
plagada de pústulas, los ojos desvaídos, la mirada apagada y el pelo amarillento
sobresalían en los cuerpos esqueléticos. Mujeres y hombres tropezaban con los
visitantes de manera aviesa e intencional y les miraban de manera retorcida. A sus
espaldas les seguían con muecas de odio, ira y burla.

Desde la misma entrada al pasadizo fangoso y alucinante a los dos hombres les
preocupó que individuos con un virulento aire de pandilleros afroamericanos —
gorras de grandes vísceras, camisetas deportivas triple equis, jean a media rodilla,
zapatos de colores chillones y chaquetas grises y negras con capuchas— los
examinaron con un gesto irreconciliable de labios torcidos y miradas violentas…
Uno de ellos —bajo y jorobado, con parte del cráneo hundido— preguntó, con voz
aflautada, sin dirigirse a nadie y de forma ominosa: ¿Saldrán vivos? ¿Saldrán
vivos? ¿Saldrán vivos?

Cap. 37

P. 283

Guillermo Severino miró la ciudad sombría y opaca que se entregaba a sus ojos.
Una ciudad de colores abatidos, sin sol, sin brillo. De personas que caminaban
cercadas por el miedo, mirando hacia la tierra, cuidando de no tropezar y caer

6
debido a los obstáculos innumerables del camino, o por el peso monstruoso que
acarreaban sobre sus hombros.

Las calles eran como desconcertantes laberintos plagados de angustia. Los


rostros que encontraban a su paso se les figuraban como odiosas y vengativas
presencias sobrenaturales que los maldecían y extendían sus manos deformes y
viciosas con la intención de atraparlos y hacerles daño. Las calles enemigas. Las
calle enemigas, se repitió Severino.

Como toda crisis, esta representa una oportunidad de reinventarnos como


sociedad, reorganizarnos y construir una nueva institucionalidad que marque un
nuevo rumbo a favor de la convivencia civilizada y la existencia de un Estado que
procure con el desarrollo social.9

De esa manera, nuestras calles pasarán a ser amigables.

Muchas gracias.

9
Ibídem.

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