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g DIAZ COUSELO

LA REAL ORDENANZA DE INTENDENTES Y LA REVOLUCION DE MAYO

INTRODUCCIÓN

El autor propone presentar un panorama sobre la pervivencia de la Real


Ordenanza de Intendentes después de la Revolución de 1810, en los territorios
del Virreinato del Río de la Plata que constituirán la Confederación Argentina,
cuya organización jurídico-política recién comenzó a configurarse a partir de la
Constitución dada en Santa Fé en 1853. En el período que transcurre entre esos
2 fundamentales acontecimientos, se van perfilando los caracteres de la
organización que normativamente estructurará esa Constitución federal
atenuada. Interesa señalar la presencia del Código de 1782 en el período
posterior a mayo de 1810, en el cambio evolutivo que lentamente se opera en la
administración del nuevo Estado nacional, y en sus provincias, pues si bien se
produce una reacción en cuanto a la organización política y administrativa
anterior, son muchos los aspectos que se la mantiene.

Para estudiar este período debemos tener en cuenta que las ideas y el orden
jurídico no marchan unidos con la realidad, muchas veces ni siquiera en armonía
sino por el contrario en discordia.

En el territorio de la República Argentina, de acuerdo con la Real Ordenanza y la


modificación introducida por las Declaraciones de 1783, solo se establecieron 3
Intendencias y parte del Gobierno político militar de Misiones. Ellas fueron: la
Intendencia General de Ejército y Provincia de Buenos Aires, con jurisdicción
sobre todo el territorio del obispado de ese nombre, comprendiendo, los distritos
de la ciudad capital y de las subordinadas de Santa Fe, Entre Ríos y Corrientes,
con cierto imperio sobre las demás intendencias del Virreinato del Río de la Plata,
la Intendencia de Córdoba del Tucumán, que abarcó los de Córdoba y La Rioja, y
el Corregimiento de Cuyo, integrado por Mendoza, San Juan y San Luis, y la
Intendencia de Salta del Tucumán conteniendo los de Salta, Jujuy; Santiago del
Estero, Catamarca y San Miguel. Esas ciudades capitales y subalternas van a
constituir las provincias que, con excepción de la de Buenos Aires, estarán
representadas en el Congreso General Constituyente de 1853 y que con la
incorporación en 1860 de la ausente, integrarán la Confederación Argentina. La
reducción del amplio ámbito territorial del Virreinato del Río de La Plata con
relación al que en definitiva será el de las Provincias Unidas, es la consecuencia

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de 3 grandes segregaciones que se producen en las décadas siguientes a 1810: el
Paraguay, la Banda Oriental y el Alto Perú.

La Real Ordenanza, como ordenamiento político y administrativo del Virreinato


del Río de la Plata, prolongará su influencia después de mayo de 1810, no solo en
el ámbito nacional, sino también en el provincial. Sus disposiciones continuaran
vigentes y las 4 causas que ejercerán por los nuevos funcionarios, configurando
poco a poco las secretarías o ministerios dejando ese cuerpo normativo
sedimentos en nuestra tradición histórica. En efecto seguirán rigiendo, con
modificaciones que no alteran fundamentalmente su estructura hasta 1820, y
luego estará presente en la organización que intentan darse las provincias en el
largo período en que la Nación carece de una autoridad central. Ravignani “ fuera
de las Leyes de Indias, la Ordenanza de Intendentes es la que imperó entonces,
pudiendo ser considerada como la primera Constitución de un régimen político y
administrativo definido, para el Río de la Plata”. Todas esas funciones de justicia,
policía, guerra y hacienda, pasarán paulatinamente a ser más tarde parte de las
atribuciones de las Secretarías de Estado alrededor de las cuales va formando lo
que fueron después los ministerios de Gobierno y Hacienda y Guerra. Ese cuerpo
normativo tiene todas las características propias de una ordenanza, como indica
su título, pues deriva del ejercicio normal de la autoridad legislativa del monarca
y reglamenta concretamente una materia determinada la organización
administrativa del amplio territorio del Virreinato del Río de la Plata. Si queremos
apartarnos de la nomenclatura jurídica de la España del Siglo XVIII, y ubicarla
dentro de las categorías modernas de nuestro derecho, podemos decir que es una
ley orgánica.

II Subsistencia del derecho anterior a la Revolución.

Los códigos, recopilaciones y ordenanzas de la época hispánica siguieron en vigor


después de 1810, con las naturales modificaciones impuestas por los gobiernos
sucesivos. Durante mas de medio siglo fue posible reemplazar esos vastos
conjuntos más o menos sistemáticos, que siguieron siendo aplicados no obstante
su carácter vetusto, su terminología anticuada y las dificultades de su
interpretación. Las nuevas disposiciones sancionadas después de 1810, fueron
casi siempre leyes breves, simples en sus formas, que solo regulaban aspectos
parciales de la vida política o social. Con frecuencia se dictaron para resolver
problemas transitorios sin ninguna pretensión de hacer una obra definitiva. Los
mismos reglamentos y constituciones inspirados en motivos ideológicos,
adolecieron de graves fallas no solo en cuanto a su falta de adecuación a las
realidades de entonces, sino también a su contenido excesivamente teórico. Las
reformas que se introducen en lo político y administrativo no son totales y “no

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podían serlo dado el carácter evolutivo impreso a la revolución y, x consiguiente,
tenía que reducirse a modificar en cierta medida lo existente. Adaptación al nuevo
orden es la norma invariable.

El principio general de la vigencia del derecho estuvo presente después de 1810 y


fue consagrado positivamente en los textos constitucionales que van sancionando
la Nación y las provincias. Se abandona aquella ideología inicial, reflejada en el
proyecto de Constitución provisoria de 1811 “las leyes de Indias dadas a las
Colonias en tiempo que lo eran, quedan sin efecto, por haber mudado de
condición los pueblos americanos. Estas y las de Castilla como emanadas de la
usurpación que hicieron los Reyes a la Nación, de quien es privativo el soberano
poder legislativo, quedan del todo abolidas, y solo tendrán lugar en cuanto sean
conformes al derecho natural y de gentes, al modo que decimos de la instituta y
derecho de romanos”.

En el orden nacional

Luego de un largo y meditado estudio tendiente a modificar el Estatuto de 1815,


se sancionó uno nuevo (22/11/1816) por el Congreso de las Provincias Unidas
reunido en Tucumán, que no tuvo vigencia, pq el Director Pueyrredón lo recibión
con desagrado y lo envió nuevamente al Congreso (trasladado a BsAs) haciéndole
varias observaciones. En este cuerpo normativo se establece por primera vez que
“hasta que la constitución determine lo conveniente subsistirán todos los códigos
legislativos, cédulas, reglamentos y demás disposiciones generales y particulares
del antiguo Gobierno, que no están en oposición directa e indirecta con la libertad
e independencia de estas provincias, ni con este Estatuto, y demás disposiciones
que no sean contrarias a él, libradas desde 25 de mayo de 1810.

Esa norma es reiterada en el Reglamento Provisorio sancionado por el mismo


Congreso en Buenos Aires en 1817. Notamos el cambio del vocablo Estatuto por
Reglamento y el agregado, a continuación de la expresión “del antiguo gobierno”,
la palabra “español”.

La Constitución de las Provincias Unidas de 1819, contiene una normativa


análoga dice “ continuarán observándose las leyes, estatutos y reglamentos que
hasta ahora rigen, en lo que no hayan sido alterados ni digan contradicción con
la Constitución presente, hasta que reciban de la Legislatura las variaciones o
reformas que estime convenientes”. La Constitución de la Nación Argentina
sancionada en 1826 no contiene una norma similar, pero de su texto se deduce
que determinaba la vigencia del derecho anterior de acuerdo con el reglamento de
1817. Ante el fracaso de las dos Constituciones el Reglamento Provisorio
sancionado en 1817, admitido por la mayoría de las provincias continuó en

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vigencia y tuvo una perdurabilidad mayor de la que su nombre provisorio hacía
suponer, y la regla constitucional que hemos transcripto prevista para una corta
duración, adquirió insospechada vigencia y su fuerza se prolongó por largas
décadas, invocándose hasta las vísperas de 1853.

Esa norma del Reglamento Provisorio de 1817 alcanzó a la Real Ordenanza de


Intendentes, manteniendo su vigencia hasta lo que estableciera la próxima
constitución, en cuanto su contenido no fuera contrario al derecho dictado a
partir de 1810 y a los principios de la libertad civil y de la independencia de las
Provincias Unidas. E Ravignani señala que subsiste en 1820, pero este autor
entiende que en muchos aspectos relativos a la organización administrativa su
permanencia se extiende más allá. La Primera Constitución de la Nación
Argentina, se sancionó recién en 1853, por lo cual el Código de 1782 tuvo
vigencia, por lo menos formalmente y en cuanto no fue modificado, hasta que con
posterioridad a ella se sancionan las constituciones provinciales y las leyes que
organizan definitivamente la Nación y las provincias.

2. En el orden provincial

Las provincias argentinas en los ordenamientos que se van dando de carácter


constitucional reiteran la norma del Reglamento de 1817. En 1833 se dirige a la
Cámara de Representantes de Buenos Aires acompañando el proyecto de
constitución elaborado para esa provincia, cuando dice “que careciendo la
Provincia hasta el día de códigos legales, […] es indispensable valorar los que nos
rigen hasta el presente, en todo aquello que no haya sido alterado por las leyes
patrias, ni estén en oposición con esta carta.” Esta norma luego se insertará en la
Constitución de 1854 del Estado de Buenos Aires.

Estatuto Provisorio de Santa Fé, sancionado en 1819, dispuso “quedan en vigor


todas las leyes, disposiciones y prácticas que hayan regido la Administración, en
cuanto no estén en oposición al presente Estatuto”. También en Tucumán en 1820,
determina: “ siguen en su observancia las Leyes, Estatutos, y Reglamentos que
hasta ahora han regido en lo que no hayan sido alteradas, ni digan contradicción
con esta Constitución”.

III La coyuntura revolucionaria

Luego de un análisis de los documentos relacionados con los acontecimientos que


tienen lugar en el Río de la Plata en mayo de 1810, debe concluirse que la Junta
Provisional Gubernativa de Buenos Aires asume las competencias con que estaba

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investido el Virrey depuesto, y el de Superintendente y como Intendente General
de la Intendencia de BsAs. En efecto, el 8 de mayo de 1788, el Rey había
dispuesto reunir en un solo funcionario los dos oficios. Pero también los primeros
gobiernos patrios asumieron algunas facultades que correspondían al soberano,
como el nombramiento de los gobernadores intendentes y de otros funcionarios.

Circular de Mayo de 1810, dice que la Junta dirige a las autoridades


subordinadas del Virreinato en la cual además de darnos cuenta de los sucesos
acaecidos en Buenos Aires que culminan con su instalación y encarecer el envío
de diputados, informa que la mayoría con exceso se votó en el Cabildo, señalando
que esa Junta se instaló el día anterior y era la que se dirigía a las provincias del
interior. En consecuencia, ese cuerpo ejercía en ese momento todas las
competencias del funcionario depuesto. Pero la Junta no era igual al virrey, pq no
estaba sujeta a ninguna autoridad, mientras que aquél, como todos los
magistrados del período hispánico, lo estaban la Corona.

Acta 24 de Mayo 1810, Cabildo de Buenos Aires, elector del nuevo gobierno;
cuando estableció las normas a que debía ajustarse la Junta creada de acuerdo
con el mandato conferido x el Cabildo Abierto del 22 de mayo: determinó que
luego que sus miembros presten juramento sean reconocidos por depositarios de
la autoridad Superior del Virreinato por todas las Corporaciones de esta capital, y
su vecindario, respetando todas sus disposiciones hasta la congregación de la
Junta General del Virreinato. Estas disposiciones son reiteradas para la Junta de
25 de Mayo. Mas allá no podía ir el Cabildo de esta Ciudad, pues la vigencia
espacial de sus disposiciones se limitaba a su jurisdicción.

Que la Junta entendió que asumía integramente las funciones del Virrey con
relación a sus dos oficios, surge también del Reglamento del 28 de mayo de
1810, suscripto por Mariano Moreno, cuyo artículo 2do dispone que todos los
asuntos gubernativos y de Hacienda se girarán ante ella por las Oficinas
respectivas, agregando que el Departamento de Hacienda en la Secretaría correrá
a cargo del doctor Juan José Paso; y el Departamento de Gobierno y Guerra a
cargo de Mariano Moreno. Se reemplazó con esa medida al Secretario del
Virreinato, poniendo a cada secretario del nuevo órgano de gobierno al frente de
cada uno de los departamentos de la Secretaría virreinal, que así s bifurcaba. El
Cabildo como institución estable y superior, con la competencia que le otorgó el
Cabildo abierto del 22 de mayo, se reservó en las normas dadas a la Junta las
prerrogativas de deponerla por incumplimiento del deber, y la necesidad de su
consentimiento para imponer contribuciones y gravámenes, limitaciones que
carecieron de eficacia. En el Reglamento del día 28, en el cual la Junta enunció
esquemáticamente sus atribuciones –guerra, hacienda, gobierno patronato- no

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hace referencia al control del Cabildo y más aún, hizo caso omiso de él al
destituir en octubre de 1810 a los miembros de la institución que le había dado
vida y lo mismo había hecho antes, con el otro órgano de control, la Audiencia,
Finalmente, cabe decir que la Junta, por sus funciones, era el mismo Fernando
VII. Todo el poder y suprema ejecución de los reyes habiendo retrovertido a los
pueblos, se ha traspasado a los gobiernos. La amplia esfera de acción tanto
directiva como normativa que se arrogó, lo va a poner en evidencia en el curso de
su gestión. Pero si el Virrey había mantenido separadas las competencias
generales o de alto gobierno, de aquellas locales o de policía, los gobiernos
revolucionarios no respetaron este distingo, lo que afectó el sentimiento local y
preparó, al mismo tiempo que aceleró el desmembramiento de la Intendencia.

IV Permanencia del Régimen Intendencial

En el Río de La Plata no existe un acto normativo expreso que derogue la Real


Ordenanza de Intendentes. La Revolución conservó el régimen de las
Intendencias, que irá modificando paulatinamente. Los cambios se van dando en
forma parcial, paulatina y puntual sobre aspectos de la organización
administrativa. Las sucesivas modificaciones se refieren más a los funcionarios
que tuvieron a su cargo las distintas competencias, que a las normas que debían
ellos aplicar. La Junta Provisional Gubernativa se vió forzada a actuar según los
imprevistos que le fueron saliendo al paso. Tan limitado fue su reformismo, que
de hecho no tocó ningún aspecto esencial de la organización administrativa
vigente y ninguna ley de fondo fue tocada. Se produjo, por consiguiente, un
proceso antinómico en cuanto la Junta desarrolló su actividad dentro de una
estructura que tendía a un agudo centralismo, en contradicción con sus
declaraciones doctrinarias. En efecto, coincidimos con la afirmación, de que el
movimiento de 1810 no produce una transformación radical en lo jurídico e
institucional, sino que el derecho patrio receptó muchas de las instituciones
propias del régimen implantado por España en América. Una de las instituciones
fue el gobernador. El gobernador de provincia fue el continuador del gobernador
intendente, adoptando incluso su denominación y muchas de sus funciones y
notas específicas. Ello se reflejó en los ordenamientos dictados por los gobiernos
nacionales, de acuerdo con los cuales esos funcionarios mantenían su
dependencia de la autoridad central, como en el régimen borbónico.

La Revolución mantuvo en las ciudades capitales del interior a los gobernadores


intendentes, y en las subordinadas nombró tenientes de gobernador en lugar de
los subdelegados, disponiendo que los nuevos funcionarios tenían las
atribuciones de los anteriores, lo que implicó un cambio de denominación y no de
competencia. Luego, a medida que las ciudades subordinadas y su campaña

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adquieren autonomía de sus respectivas capitales y se convierten en provincias,
sus tenientes pasan a ser gobernadores intendentes.

Cuando la Junta Superior de Gobierno resuelve, en febrero de 1811, instituir las


Juntas provinciales en la capital de cada provincia y las Juntas subalternas en
cada ciudad o villa de las que tengan o deban tener diputado en la de Buenos
Aires, establece que las primeras residirá insolidum toda la autoridad de
Gobierno de la provincia, siendo de su conocimiento todos los asuntos, que por
las Leyes y Ordenanzas pertenecen al Presidente y al Gobernador Intendente;
pero con entera subordinación a esta Junta Superior, y a las segundas,
subordinadas a la de la capital provincial, corresponderá el conocimiento de todo
aquello en que entendían los subdelegados de Real Hacienda, cuyo empleo por
separado queda abolido, debiendo abstenerse de todo acto de jurisdicción
contenciosa, o administración, que no sea de los asuntos comprendidos en estas
declaraciones.

El decreto de febrero de 1811, al que se hizo referencia, constituye el primer paso


tendiente a encarar una reforma política, pero que en nada modificó el sistema de
las antiguas Intendencias pues no significó otra cosa que continuar que
continuar el régimen unitario establecido por la Real Ordenanza con cierto alarde
democrático, por la forma establecida para designar los integrantes de las juntas,
en cuanto a la participación que se da a los vecinos españoles en la elección de
los vocales. Pero la Junta Superior se reservaba el derecho de elegir el presidente
si se producía la acefalía, y de designar los vocales en caso de empate, confiando
a aquéllas solo atribuciones administrativas sin ninguna facultad en asuntos
políticos. Al instalar ese sistema no alteró en otros aspectos la organización de las
Intendencias. Pero al colocarse la autoridad de los gobernadores intendentes en
manos de una Junta principal, formada por los vecinos de la capital de la
gobernación, eran éstos los que gobernaban toda la provincia.

Proceso que tiene discrepancia en que momento surgió, la disolución de las


juntas provinciales, subrogándoles gobernadores intendentes y tenientes
gobernadores. –pero puede situarse entre diciembre 1811 y febrero de 1812. El
disolver las Juntas de las capitales de las Intendencias y las Juntas subalternas,
fundándose en la heroica resolución tomada de concentrar el poder, volviendo al
sistema borbónico significó reimplantar el régimen unitario establecido por la
Real Ordenanza, pues los nuevos funcionarios eran designados directamente, por
el Triunvirato, retornando, así al pasado absolutismo.

No se debe dejar de señalar que el Reglamento de la Junta Conservadora de


octubre de 1811, determina que corresponden al Poder Ejecutivo –el Triunvirato-

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las causas de policía, guerra, y hacienda, con cierto control de la Junta
Conservadora, siendo esto último una manifestación de la teoría de la división de
poderes que se intentaba establecer.

V. Creación de nuevas provincias. Aplicación de la Ordenanza de


Intendentes para su gobierno.

A partir de 1813 el Superior Gobierno, crea nuevas jurisdicciones político


administrativas con el nombre de provincias, cada una de las cuales estará a
cargo de un gobernador intendente de acuerdo con la Real Ordenanza.

Cuando en noviembre de 1813 se crea la Intendencia de Cuyo, separándola de la


de Córdoba, el Superior Gobierno dispone: que de aquí en adelante los referidos
pueblos de Mendoza, San Juan, y San Luis, con sus jurisdicciones, formen un
Gobierno Intendencia aparte con la denominación antigua de Provincia de Cuyo,
siendo su capital y residencia del Gobernador la ciudad de Mendoza. También al
crearse la Provincia Oriental del Río de la Plata con el territorio de la Banda
Oriental, se establece que estará regida por un Gobernador Intendente, con las
facultades acordes a los Jefes de su clase.

Desde entonces, a medida que continuan desmembrándose las Gobernaciones


Intendencias del período hispánico por disposición de los gobiernos patrios, bajo
la influencia de diversas situaciones políticas, se crean nuevas jurisdicciones de
la misma naturaleza política, cuyos territorios seran regidos por los gobernadores
intendentes, con las mismas facultades, derechos, prerrogativas y dependencias
que las demás Provincias del Estado, es decir con las determinadas por la Real
Ordenanza de 1782. Ello se dispone con relación a Entre Ríos y Corrientes en
septiembre 1814, que de hecho ya existían como provincias disgregadas de la de
Buenos Aires. Lo mismo se establece al crearse la Gobernación Intendencia de
Tucumán en 1814.

La Cuestión de Santa Fé fue distinta, como consecuencia de un movimiento


popular que expulsó al entonces teniente gobernador, el Cabildo de esta
jurisdicción designó gobernador, en 1815 y la declaró independiente de la
Intendencia de Buenos Aires, que el Superior Gobierno no aceptó iniciándose una
seria de luchas, que concluyeron con el Tratado de Pilar, en 1820, entre las
provincias de Buenos Aires, Entre Ríos, y Santa Fé, lo que implica el
reconocimiento de su autonomía. No obstante, puede considerarse el año 1818
como aquel en que el “hecho” de la provincialización de Santa Fe fue definitiva, al
ser electo como gobernador Estanislao López. A pesar de ello, no se alteró la
organización administrativa en relación con las otras provincias.

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VI. La instalación de la Intendencia de Buenos Aires.

El Triunvirato a principios de 1812, revitalizó el régimen intendencial. A


requerimiento del Cabildo de Buenos Aires, convino “ en constituir
provisoriamente un Gobernador Intendente, con conocimiento de las cuatro
causas, (de que conocían antes los virreyes) con la extensión y en la forma que
designan las leyes y ordenanzas de intendentes. Esta reforma alcanzó a la
provincia de Buenos Aires que, como tal, no tenía autoridades específicamente
locales, desde antes del establecimiento de la Junta, pues las funciones de virrey
y gobernador intendente competían a una misma persona, asumiéndolas aquella
en la misma forma, pero por añadidura restando atribuciones al Cabildo. Para
ejercer el oficio de gobernador intendente, que establecía el Triunvirato a
instancias de la corporación municipal, fue llamado el coronel Miguel de
Azcuenága. Sus atribuciones fueron las mismas establecidas para los
gobernadores intendentes por la Real Ordenanza, es decir con conocimiento de
las cuatro causas, aunque muchas veces teóricamente, pues los gobiernos
nacionales continuaron dirigiendo, directa o indirectamente, la marcha de la
provincia en todos sus ramos hasta 1820.

Poco a poco de creado el cargo, se substrajo al gobernador intendente el


conocimiento de parte importante de las atribuciones, (se creó el oficio de
Intendente General de Alta Policía” dependiente directamente del Gobierno
Superior) quedando separado de algunas competencias de esa causa el
Gobernador Intendente de la Capital.

“la causa de policía, en el concepto intendencial de gobierno, continuó rigiendo


para el gobernador intendente de Buenos Aires, si bien en la práctica fracasó el
objeto esencial de la división, por cuanto existieron gobernadores intendentes que
fueron al mismo tiempo intendentes generales de policía. El autor coincide con la
idea de que dadas las competencias otorgadas al Intendente de policía, que la
causa de policía en el sentido de gobierno administrativo, en forma muy limitada,
se transfirió al nuevo funcionario, manteniéndose en su esencia en el gobernador
intendente.

Esta institución subsistió hasta 1820, cuando la Junta de Representantes de


Buenos Aires la suprime “por inútil y perjudicial”, pues “complica la
administración de justicia”.

VII. Proyecto de reformas de 1812.

El Superior Gobierno, en el año 1812, encomendó elaborar un proyecto de


modificaciones a la Real Ordenanza expedida por Carlos III en 1782. Al

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designarse al coronel Azcuenága gobernador intendente de Buenos Aires y
extinguirse las Juntas Provinciales, se inicia un sistema de gobierno centralista
en el cual Buenos Aires asume la dirección de las Provincias Unidas por
intermedio de los Gobernadores Intendentes “que no son más que sus delegados”
en cada una de ellas. El Triunvirato entiende que para reorganizar política,
jurídica y administrativamente el territorio del extinguido Virreinato, es necesario
disponer de un cuerpo legal que se inspire en las directivas revolucionarias, para
uso de quienes van a dirigir los destinos de las provincias.

No se ha podido documentar en que oportunidad resolvió el Gobierno introducir


las modificaciones a la Real Ordenanza, pero es indudable que su origen se
entronca con el proceso político que determinó el restablecimiento del gobernador
intendente para Buenos Aires dispuesto en 1812, a pedido del Cabildo
metropolitano y que luego se hizo extensivo a todas las provincias con la
supresión de las juntas provinciales subalternas, instaladas por la Junta Grande
en 1811.

El proyecto reserva la Superintendencia en las cuatro causas en todo el distrito


de las Provincias Unidas del Río de La Plata, y los intendentes gobernadores
debían actuar como sus delegados, siendo su designación privativa de aquél.

Causa Justicia: se reduce considerablemente con respecto a la Real Ordenanza.


Los intendentes y sus asesores letrados carecen de competencia para entender en
primera instancia las causas civiles que toquen la jurisdicción ordinaria. En
cambio, las causas contenciosas de policía, hacienda y guerra tenían
competencia privativa

Causa de Guerra: son breves. “están dadas a los Intendentes las reglas más
oportunas para que atiendan no sólo a cuanto concierne a la subsistencia,
curación, y mayor comodidad de la tropa, sino también a todos los aprestos y
obras militares”.

Causa de Hacienda: estas normas son las más extensas. Se determina como del
privativo conocimiento de los intendentes, “el manejo y dirección general de todos
los ramos y contribuciones que se recauden a favor del Erario para las cargas
comunes del Estado y de la Municipalidad para propios, arbitrios y objetos de
policía. Establece las relaciones con los ministros de hacienda, administradores y
demás recaudadores y el procedimiento a seguir con los deudores del Estado, de
acuerdo con la antigüedad del compromiso y solvencia del deudor.

Para el mejor gobierno y economía de la Real Hacienda, establecía una Junta


Provincial de Gobierno en cada capital de Intendencia.

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Causa de policía: se crea un Intendente de Policía separado de toda otra carga,
ocupación y concurrencia publica. Las instrucciones relativas a la causa de
policía son las que menos variaciones han sufrido con respecto a la Real
Ordenanza.

Se pretendía adecuar la Real Ordenanza a la estructura del Estado que se


conformó luego de la Revolución y en su texto se percibe la influencia de la
Ordenanza General de 1803.

VIII El Estatuto Provisional de 1815

Ni en el Estatuto del Supremo Poder Ejecutivo de 1813, ni en sus fundamentos,


se cita a la Ordenanza, pero ella seguía vigente.

En cambio, en el instrumento provisorio para la Organización del Estado de


1815, además de estar presente en su contenido, se ratifica expresamente la
vigencia de la Ordenanza de Carlos III, con las modificaciones que surgen de las
normas dictadas luego del 25 de mayo de 1810. Este cuerpo sincerándose con la
realidad, cita expresamente la Real Ordenanza, lo que no hacen los estatutos o
reglamentos anteriores, pues existía un rechazo a mencionar concretamente la
legislación indiana, a pesar de su vigencia. Y si en un primer momento se
pretende utópicamente desconocer o destruir todo lo colonial, ahora se reconoce
en muchos aspectos la vigencia dela organización anterior, que no era más que
admitir la realidad, como trata el autor de demostrar la cuestión de las nuevas
provincias y su organización administrativa.

Estatuto Provisional para la Dirección y Administración del Estado dado por la


Junta de Observación en 1815 también reitera la vigencia de la Real Ordenanza
en todo aquello que no haya sido modificada.

Para la concreción de este Reglamento se presentó la misma problemática que


con el Estatuto de 1815. Ella consistió en la necesidad de suplantar una
estructura de poder fundada en el ejercicio de las cuatro causas según el sistema
de Ordenanza de Intendentes, por otra basada en la separación de poderes, con
los matices que ello puede presentar, desde la existencia de un divorcio absoluto
entre ellos a una verdadera colaboración, en la cual, si bien a cada uno le
corresponde fundamentalmente una función, participan en alguna medida en las
otras mediante un recíproco control. La Real Ordenanza de Intendentes, con sus
cuatro causas, en base a las cuales se estructuraba la organización política y
administrativa, había que conjugarla con esa doctrina constitucional, distribuyed
las competencias con relación a ellas, en las tres secciones de la parte orgánica,

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dedicadas, cada una de ellas a los Poderes Legislativo, Ejecutivo y Judicial,
respectivamente.

X. La Constitución de 1819

El objetivo del autor es rastrear la presencia de la Real Ordenanza de Intendentes


después de la Revolución. Nos hemos referido a tentativas de establecer una
organización política y administrativa de acuerdo con las nuevas ideas. No existió
en el período posterior a mayo de 1810 una concordancia entre el orden jurídico y
la realidad. En el Congreso de 1816/1820 estaban representadas solo 11
provincias, no concurriendo Santa Fe, Entre Ríos, y Corrientes además de
Misiones y la Banda Oriental. (aquellas respondían a la influencia de Artigas,
“situación de independencia y no enviaron diputados al Congreso”).
Posteriormente no fue posible encontrar la fórmula de unión y en 1820 las
provincias del litoral derrotaron y depusieron al Directorio y al Congreso. En
Tucumán se había declarado la independencia de un país sin territorio fijo, sin
gobierno efectivo, sin administración regular y sin fuerza para imponer sus
decisiones. Durante cuatro años el país estuvo regido por el Estatuto de 1815 ue
no había aceptado más que por Buenos Aires y el Reglamento de 1817 que
alcanzó en cambio vigencia nacional, pero dentro de un Estado sometido a toda
clase de tensiones exteriores y domésticas impedían el afianzamiento jurídico.

La Constitución de 1819 presenta una estructura distinta al Reglamento de


1817, que a su vez había reformado al Estatuto de 1815. Fue eliminado todo lo
relativo a la designación de los gobernadores y otras autoridades provinciales, los
ejércitos, las milicias y la administración nacional y provincial, y se mantenía
aspectos del Reglamento de 1817 en cuanto no hubiera sido reformado y en
consecuencia, como se señaló al considerar este último a la Real Ordenanza.

XII La situación después de 1820. La Ordenanza y el Derecho Público


Provincial.

A partir de 1820 se hace más complejo el análisis de la cuestión, pues se


requieren estudios en los repositorios existentes en las 14 provincias en que se
dividirá el territorio de las Provincias Unidas para determinar la relación entre
realidad y normatividad, su grado de concordancia o discordia y la verdadera
dimensión de la vigencia de la Real Ordenanza.

1820, crisis: la Nación Argentina se dividía en 8 jurisdicciones territoriales BsAs,


Córdoba, Corrientes, Cuyo, Entre Ríos, Salta, Santa Fe, y Tucumán. A partir de
entonces aparecen nuevas jurisdicciones como consecuencia de nuevas
disgregaciones. Cuyo: queda dividido en 3 provincias al separarse San Luis y San

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Juan de Mendoza; La Rioja de Cordoba y Santiago del Estero de Tucumán, en
1821 Catamarca también de esta última y Jujuy en 1834 de Salta. Cada una de
estas segregaciones constituyen una nueva entidad política cuyo núcleo
constitutivo será el cabildo, lo que revela que la idea político-jurídica de ese
órgano de gobierno mantenía su vigencia, pues en base a él y a su jurisdicción se
irán formando. Este proceso será a su vez una de las causas de la desaparición
de la institución capitular, pq sus competencias serán absorbidas por los órganos
de la administración provincial, de acuerdo con la doctrina de la separación de
poderes proclamada después de la Revolución que tiene una amplia adhesión
teórica, pero que en la práctica su concresión será el final de un largo proceso
que se consolidara más allá de 1853. En efecto, la autoridad con mayor poder
será el gobernador intendente indiano, por lo cual la tentativa de quitar
facultades trasladándolas al órgano legislativo y establecer el contralor de éste
sobre aquél, quedó reducida al terreno ideológico y formal.

Las pcias, x su parte, asumen todo el poder político y administrativo, no


reconociendo sobre ellas ninguna otra autoridad, como consecuencia de una
evolución cuyo desarrollo excede este estudio, aunque limitado a su régimen
interno, pues en lo externo delegarán su ejercicio en el encargado de las
relaciones exteriores, cuyas atribuciones se irán acrecentando, hasta establecerse
una autoridad nacional que se consolida entre 1837 y 1852, magistratura federal
cuyo titular será denominado “jefe Supremo de la Confederación Argentina. Así, a
los gobernadores, con esa limitación, a las competencias que venían ejerciendo
los gobernadores intendentes se les suman las que hasta entonces había
desempeñado el Superior Gobierno desde la Junta de Mayo hasta el Directorio.

Al declararse entidades políticamente autónomas, aunque reconociendo ser parte


de una Nación que debía constituirse jurídicamente en el futuro, fueron dándose
su propia organización institucional. Sólo 3 carecieron en el período anterior a
1853 de constitución: BsAs, La Rioja y Mendoza y se puede agregar San Juan.
Las que no forman esos cuerpos legales, ordenan mediante disposiciones aisladas
como por ejemplo Buenos Aires.

Se puede decir que con posteridad a esa crisis, sigue la vigencia de la Real
Ordenanza. En sus leyes fundamentales, las provincias receptan gran parte del
texto intendencial, adecuándolo a las nuevas circunstancias políticas,
manteniendo su vigencia en forma explícita en unos casos y tácita en otros, con
distintos grados de intensidad. Leyes fundamentales, que sin nombrar a la Real
Ordenanza, declaran implícitamente su permanencia al establecer la vigencia del
derecho anterior a su sanción, con los límites que señalan, -las que determinan
la derogación de algunos de sus preceptos, lo que implica mantener los restantes

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y las que indican expresamente su vigencia. En consecuencia, el Código de 1782
influyó decididamente en la formación del derecho público provincial, como lo
había hecho con el nacional. ( esto coincide con Alberdi, quien al considerar las
fuentes del derecho público provincial, señala leyes y tradiciones anteriores a la
Revolución de 1810) “hay mucho que tomar de esta fuente”

Todos estos textos tratan, la división de poderes distribuyendo las 4 causas, con
distinto resultado, entre los 3 órganos que crean: los poderes Legislativo,
Ejecutivo y Judicial.

Ese proceso constitucionalista provincial está influido por los instrumentos de


carácter nacional dados con anterioridad. (x ejemplo Reglamento 1817). Según el
autor la práctica constitucional de las Provincias era muy primigenia. Sólohabía
trasncurrido una década desde Mayo de 1810 y aún perduraba la herencia
jurídico institucional de España. ( el conocimiento de constitucionalismo
posterior a las constituciones de Estados Unidos y Francia, era patrimonio casi
exclusivo de ilustrados residentes en BsAs y las pcias lo tuvieron presentes
después tratando de adecuarlos a su realidad local, no siempre con éxito).

Estas formas constitucionales, fueron más teóricas que reales. Luego de 1820 los
gobernadores intendentes fueron elegidos por sus provincias por distintos
procedimientos en unos casos y en otros impuestos por la fuerza. (magistratura
arraigada en su medio, con antigüedad del siglo XVI y atribuciones que respondía
a la constitución indiana), en efecto, respondía al régimen de distinción de
funciones, pero no al de la división de poderes del constitucionalismo moderno.
La autoridad del gobernador del período patrio fue de tal intensidad que superó a
todos los órganos, desbordando el molde liberal del poder ejecutivo que
determinaban las normas constitucionales, que se acrecentó más cuando su
titular fue un caudillo. (tanta fue su fortaleza, que en el momento de la
organización nacional, fue gracias al acuerdo de los gobernadores que pudo
reunirse el congreso constituyente).

Mientras no se sancionan las leyes fundamentales los gobernadores continúan


ejerciendo el poder de acuerdo con la Real Ordenanza de Intendente y el
Reglamento de 1817. En un clima donde se carecía de disposiciones reguladoras
de la actividad administrativa adecuadas para la concreción de la organización
institucional; la Ordenanza de Intendentes, no derogada, fue el marco normativo
de acuerdo al cual se ejercía esa actividad.

Perduró en numerosas disposiciones de esas constituciones, estatutos o


reglamentos; sus instituciones, sin modificaciones o adecuadas a las
circunstancias que exigían. El jefe del poder ejecutivo, como jefe de la

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administración general de la provincia,-gobernador intendente o gobernador-
tendrá como modelo el oficio del gobernador intendente virreinal, cuyo mando se
fortalecerá al otorgar el mando superior de la fuerza militar de la provincia,-
capitán general-

Texto donde se destaca la influencia: Constitución de la república de Tucumán en


1820. (san Miguel del Tucumán- Catamarca- y Santiago del Estero)

A modo de demostración de la influencia ejercida que durante décadas después


de la Revolución tuvo el Código Intendencial, algunas disposiciones en las cuales
no solo aparece como antecedente su contenido, sino su lenguaje:

-determinan que son de la inspección y del resorte del gobernador, designándolas


“objeto y ramos” o solamente “ramos” las causas de guerra, hacienda y policía.

- Cuyo: 1821, tendrá la Superintendencia de todos los ramos de la hacienda


común, correos, postas y caminos, y podrá disponer de aquellos para los gastos
ejecutivos de la unión dando cuenta de su inversión a la Asamblea y ésta la hará
publicar, para satisfacción de los ciudadanos” estableciendo que los
gobernadores de las ciudades tendrán las mismas facultades y atribuciones que
hasta entonces, por lo cual conservan las 4 causas que el Código de 1782 ponía a
su cargo.

XIII Epílogo

No existe en el Río de La Plata una derogación expresa de ese Código, por parte
de los gobiernos nacionales ni por los provinciales, sino por el contrario, mantuvo
su vigencia, evidentemente con modificaciones en diversos aspectos, pero en gran
medida sus normas y más aún sus principios subsisten durante el período
anterior a 1853, pues cuanto a la organización administrativa no se sancionó una
legislación sistemática que la reemplazara.

La vigencia no significa siempre eficacia, o en otras palabras acomodamiento de


la conducta a la norma, pues las mismas disposiciones que sancionan los
gobiernos patrios, nacionales y luego provinciales, fueron constantemente
violadas, en mayor o menor medida intensidad según la personalidad del
gobernador.

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