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Republica Bolivariana de Venezuela

Universidad Rafael Belloso Chacin


Decanato de Extension
Diplomado en Negocio Maritimo

Tribunales Maritimos

Loreto Perla
Tavares Fabiana

Octubre de 2018
Indice

Portada 1

Indice 2

Introduccion 3

Antecedentes 4

Como afectan al negocio maritimo en Venezuela 12

Funciones 17

Conclusion 25

Bibliografia 26

2
Introducción

La práctica jurisprudencial debe ser tomada por el legislador e incorporarla a la


legislación con prontitud, y esta rapidez se hace impostergable por el hecho de
existir un principio jurídico procesal como lo es la seguridad jurídica. El análisis de
los principios jurisdiccionales del procedimiento marítimo como un mecanismo
efectivo, célere y breve de los derechos constituye el objetivo principal de esta
investigación, ya que permite demostrar que la administración de justicia sí puede
ser administrada con expresa aplicación de los principios legales y constitucionales
vigentes. El país asume la defensa de estos derechos y garantías, a través de
algunos artículos contemplados en la Constitución de la República Bolivariana de
Venezuela (1999), en el Código de Procedimiento Civil (1986) y en la Ley de
Procedimiento Marítimo (2001).

Es importante señalar que el esquema adoptado de 3 Tribunales Superiores y 5 de


Primera Instancia, a ser repartidos a lo largo del territorio nacional, se consideró
como el más idóneo para garantizar el cumplimiento de lo previsto en el artículo 26
de la Constitución de 1999. Los Tribunales Marítimos contemplados son ocho, cinco
de primera instancia con sede en La Guaira, Puerto Cabello, Maracaibo, Puerto La
Cruz y Puerto Ordaz y, tres tribunales superiores marítimos (regionales) que
funcionarán en: Caracas, Barcelona y Maracaibo.

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Antecedentes

Desde el libro segundo del Código de Comercio de 1955 el cual reguló todo lo
pertinente al comercio marítimo, los Tribunales Civiles ordinarios eran competentes
sobre los distintos asuntos de naturaleza marítima, fluvial y lacustre hasta la entrada
en vigencia de la nueva legislación acuática nacional la cual derogó expresamente
las referidas disposiciones postuladas en Código de Comercio, entre ellas creando
y atribuyendo una competencia especial a los novedosos Tribunales Marítimos de
primer y segundo grado que primigeniamente tendrían su sede la Ciudad de
Caracas y por mandato expreso de la misma Ley Orgánica de Espacios Acuáticos
e Insulares de 2001 vigente ratione temporis creando tres (3) tribunales superiores

y cinco (05) tribunales de primera instancia con competencia marítima que


atenderían los asuntos dentro de las 18 circunscripciones acuáticas a nivel nacional.
Conforme a la Ley de Espacios Acuáticos, Ley de Procedimiento Marítimo y la Ley
de Comercio Marítimo las distintas controversias con ocasión al comercio, tráfico y
transporte marítimo derivados de actos civiles y mercantiles son competencia
exclusiva y excluyente de los Juzgados Acuáticos por las referidas normas
atributivas de competencia . Tales cambios en el Derecho marítimo venezolano
configurarían la génesis de transformación jurisdiccional y competencial en el marco
de un régimen especial acuático, estando Venezuela junto a Panamá a la
vanguardia, al ser los dos únicos países del hemisferio Iberoamericano en contar
con Tribunales con competencia Marítima.

La creación jurisdiccional de tres (3) tribunales superiores marítimos y cinco (5)


tribunales de primera instancia en la Ley Orgánica de Espacios Acuáticos e
Insulares, obliga a la elaboración de normas que regulen el procedimiento ordinario
a seguir en la Jurisdicción Acuática, en aquellas circunstancias que originen el
desarrollo de las actividades enmarcadas en la Ley General de Marina y Actividades
Conexas, Ley de Comercio Marítimo, Ley General de Puertos, Ley de Costas y la
Ley de Pesca y Acuicultura; por otra parte, la tendencia a buscar la uniformidad del
derecho marítimo, que en el ámbito de la Organización Marítima Internacional, ha

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producido una serie de Convenciones Internacionales de las cuales Venezuela no
es parte.

De esta manera los jueces de las circunscripciones acuáticas así creadas tendrán
en sus manos una herramienta que le facilitará la ardua tarea de administrar justicia
a personas naturales y jurídicas, venezolanas o extranjeras que efectúen
actividades en este medio, sobre los buques inscritos en el Registro Naval
Venezolano independientemente de las aguas donde se encuentren; y sobre los
buques extranjeros que se encuentren en aguas bajo jurisdicción nacional;
conocerá, además, de los derechos y acciones derivados de las operaciones que
tengan lugar en las zonas portuarias, y de cualquier actividad sobre todo el espacio
acuático nacional en la medida que las mencionadas leyes del ámbito acuático le
den competencia.

Se regula la jurisdicción y la competencia de los Tribunales Marítimos, la cual se


encuentra establecida en la Ley Orgánica de Espacios Acuáticos e Insulares y en
los diferentes tratados y convenios internacionales. Los Tribunales de Primera
Instancia y los Tribunales Superiores Marítimos conocerán de todos los asuntos,
actos, cuestiones y recursos de amparo y de nulidad por ilegalidad en las materias
que les atribuyen las leyes respectivas, salvo la competencia atribuida al Tribunal
Supremo de Justicia.

En el procedimiento marítimo se aplicarán los principios de brevedad, concentración


e inmediación contenidas en el Código de Procedimiento Civil quedando el Ejecutivo
Nacional facultado para establecer la cuantía y aplicándose el Procedimiento Breve
establecido en el mencionado código supletoriamente, salvo las disposiciones
especiales establecidas en este Decreto Ley por la especialidad de la materia que
se regula.

En el marco de las 49 leyes promulgadas con ocasión de la Ley Habilitante, fue


elaborada la Ley Orgánica de los Espacios Acuáticos (LOEA), publicada en la
Gaceta Oficial No. 37.330 de fecha 22 de Noviembre de 2001. El referido

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instrumento legal, amén de establecer los principios rectores de la actividad
marítimo-portuaria venezolana, estableció en su Título XVI la creación de la
jurisdicción especial acuática a traves de la Ley de Procedimiento Maritimo, un viejo
clamor de la comunidad marítima, esto mediante un esquema que comprende el
establecimiento de tres (3) Tribunales Superiores Marítimos y cinco (5) Tribunales
de Primera Instancia Marítimos. Así, los artículos 109 y 110 eiusdem señalan lo
siguiente:

Artículo 109. Se crean tres (3) Tribunales Superiores Marítimos con jurisdicción
sobre todo el espacio acuático nacional y sobre los buques inscritos en el Registro
Naval Venezolano, independientemente de la jurisdicción de las aguas donde se
encuentren.
El Tribunal Superior Marítimo es un tribunal unipersonal, el juez deberá ser
abogado, venezolano, mayor de treinta años, de reconocida honorabilidad y
competencia. Será condición preferente para su escogencia poseer especialización
en Derecho Marítimo, Derecho de la Navegación y Comercio Exterior o su
equivalente, ser docente de nivel superior en esta rama o haber ejercido la abogacía
por más de diez (10) años en el mismo campo.

Artículo 110. Se crean los Tribunales de Primera Instancia Marítimos. Dichos


tribunales serán unipersonales. Para ser designado juez de un tribunal marítimo se
requerirá ser abogado, venezolano, mayor de treinta (30) años de edad, de
reconocida honorabilidad y competencia. Será condición preferente para su
escogencia poseer especialización en Derecho Marítimo, Derecho de la Navegación
y Comercio Exterior o su equivalente, ser docente de nivel superior en esta rama o
haber ejercido la abogacía por mas de cinco (5) años en el mismo campo.

Es importante señalar que el contenido de los artículos 109, 110 y la


Disposición Transitoria Décima Novena, fue el resultado de una amplia discusión
que sobre el tema se adelantó en la antigua Dirección General de Transporte
Acuático —hoy Instituto Nacional de los Espacios Acuáticos— y en la que

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participaron abogados maritimistas, miembros todos de la Asociación Venezolana
de Derecho Marítimo, representantes del Poder Judicial, Cámaras de Comercio,
Colegios de Abogados, Asociación Naviera de Venezuela y Asociaciones Navieras
locales.

El esquema adoptado de 3 Tribunales Superiores y 5 de Primera Instancia,


a ser repartidos a lo largo del territorio nacional, se consideró como el más idóneo
para garantizar el cumplimiento de lo previsto en el artículo 26 de la Constitución de
1999, conforme al cual:

“El Estado garantizará una justicia gratuita, accesible, imparcial, idónea,


transparente, autónoma, independiente, responsable, equitativa y expedita, sin
dilaciones indebidas, sin formalismos o reposiciones inútiles”.

Dicho esquema, además, modificó sustancialmente el esquema previsto en el Ante-


Proyecto de la LOEA (versión del 3-10-2000), el cual pretendía la creación de un
Tribunal Superior Marítimo único con sede en la ciudad de Caracas y el cual
conocería casi de modo exclusivo las controversias marítimas, al establecer una
grosera limitación a la cuantía de los tribunales de primera instancia, a los cuales
les sería atribuida competencia marítima.

En fecha 03 de mayo de 2017 la Sala Plena del Tribunal Supremo de Justicia emitió
la Resolución N° 2017-0011. La misma otorga, en su artículo 1, competencia
marítima (y en consecuencia, también aeronáutica) a los tribunales que conforman
la Jurisdicción Civil, que se mencionan a continuación:
Anzoátegui: Tribunal Segundo de Primera Instancia,
Bolívar: Tribunal Primero de Primera Instancia con Sede en Puerto Ordaz,
Carabobo: Tribunal Tercero de Primera Instancia,
Falcón: Tribunal Cuarto de Primera Instancia con Sede en Punto Fijo,
Nueva Esparta: Tribunal Primero de Primera Instancia,

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Sucre: Tribunal Primero de Primera Instancia,
Trujillo: Tribunal Primero de Primera Instancia y
Zulia: Tribunal Primero de Primera Instancia;

Los tribunales mencionados supra mantendrán su competencia actual, en


consecuencia, tendrán competencia tanto en lo Civil como en lo Marítimo.

Adicionalmente, la Resolución in comento otorga en su artículo 2, competencia en


materia de Derecho Marítimo al Tribunal Superior Primero que conforma la
Jurisdicción Civil en los siguientes Estados: Anzoátegui, Bolívar, Carabobo, Falcón,
Nueva Esparta, Sucre, Trujillo y Zulia; manteniendo éstos su competencia actual,
en consecuencia, tendrán competencia tanto en lo Civil como en lo Marítimo.

Conforme a los artículos 3 y 4, el Tribunal de Primera Instancia Marítimo y el Tribunal


Superior Marítimo, ambos con competencia nacional y sede en la ciudad de
Caracas, terminarán de conocer los asuntos que se encuentren pendientes.

La Resolución otorga además, al Tribunal de Primera Instancia Marítimo y al


Tribunal Superior Marítimo, competencia en materia Civil, Mercantil, Tránsito y
Bancario, según los artículos 5 y 7, respectivamente.

Las causas que se presenten en los Estados que no tienen Competencia en lo


Marítimo serán remitidas a la Jurisdicción más cercana, a los fines de conocer el
Tribunal Competente, haciendo uso de los sistemas informáticos o manuales, según
sea el caso, de conformidad con el artículo 10.

Lo no previsto en la Resolución, será resuelto por la Sala de Casación Civil.


Es necesario señalar que la Resolución 2017-0011 entrará en vigencia a partir de
su aprobación por la Sala Plena del Tribunal Supremo de Justicia, aprobación que
todavía no ha tenido lugar.

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La Resolución in comento evidentemente está cargada de buenas intenciones, al
tratar de acercar la justicia en casos marítimos y aeronáuticos a las personas que
hacen vida en el interior del país, con fundamento en el principio pro actione. Sin
embargo, como explicaremos a continuación, la misma desconoce varios principios
constitucionales y resulta contraproducente.

Derecho al Juez Natural

En primer lugar, la Resolución desconoce el derecho al juez natural, consagrado en


el artículo 49, numeral 4 de la Constitución de la República Bolivariana de
Venezuela, en los siguientes términos:

El debido proceso se aplicará a todas las actuaciones judiciales y administrativas;


en consecuencia:

4. Toda persona tiene derecho a ser juzgada por sus jueces naturales en las
jurisdicciones ordinarias o especiales, con las garantías establecidas en esta
Constitución y en la ley. Ninguna persona podrá ser sometida a juicio sin
conocer la identidad de quien la juzga, ni podrá ser procesada por tribunales
de excepción o por comisiones creadas para tal efecto.

En Sentencia Nº 144 del 24 de marzo de 2000, caso: “Universidad Pedagógica


Experimental Libertador” se definió el alcance del juez natural, como derecho y
garantía constitucional:

“En la persona del juez natural, además de ser un juez predeterminado por la
ley, como lo señala el autor Vicente Gimeno Sendra (Constitución y Proceso.
Editorial Tecnos. Madrid 1988) y de la exigencia de su constitución legítima,
deben confluir varios requisitos para que pueda considerarse tal. Dichos

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requisitos, básicamente, surgen de la garantía judicial que ofrecen los
artículos 26 y 49 de la Constitución de la República Bolivariana de Venezuela,
y son los siguientes: 1) Ser independiente, en el sentido de no recibir órdenes
o instrucciones de persona alguna en el ejercicio de su magistratura; 2) ser
imparcial, lo cual se refiere a una imparcialidad consciente y objetiva,
separable como tal de las influencias psicológicas y sociales que puedan
gravitar sobre el juez y que le crean inclinaciones inconscientes (…); 3)
tratarse de una persona identificada e identificable; 4) preexistir como juez,
para ejercer la jurisdicción sobre el caso, con anterioridad al acaecimiento de
los hechos que se van a juzgar, es decir, no ser un Tribunal de excepción;
5) ser un juez idóneo, como lo garantiza el artículo 26 de la Constitución
de la República Bolivariana de Venezuela, de manera que en la
especialidad a que se refiere su competencia, el juez sea apto para
juzgar; en otras palabras, sea un especialista en el área jurisdiccional
donde vaya a obrar.”

Adicionalmente, la sentencia N° 255 del 15 de marzo de 2005 (caso: “Federación


Venezolana de Fútbol”) señaló que:

“Dicho derecho se transgrede ‘(…) siempre que se modifica la competencia o


la composición del órgano jurisdiccional, tanto por norma con fuerza de ley
como por actos del Ejecutivo o de los órganos rectores del Poder Judicial, a
fin de sustraer un litigio del conocimiento del Tribunal al que naturalmente le
correspondería”.

Visto lo anterior, es evidente que la Resolución 2017-0011 transgrede el derecho al


juez natural, al otorgar competencia en casos de derecho marítimo a jueces
competentes en materia civil, los cuales no poseen conocimiento de las instituciones
particulares del Derecho Marítimo que difieren de las instituciones tradicionales del
derecho común; y al no ser especialistas en la materia, no son aptos para juzgar.

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Esto traerá como consecuencia que las decisiones de estos tribunales adolezcan
de una precaria calidad técnica-jurídica.

Por otro lado, también se desconoce el derecho al juez natural con el otorgamiento
de competencia en materia Civil, Mercantil, Tránsito y Bancario al Tribunal de
Primera Instancia Marítimo y al Tribunal Superior Marítimo. Es evidente que los
jueces marítimos no necesariamente son especialistas en materia civil, mercantil,
tránsito y mucho menos bancaria.

Celeridad procesal

Los tribunales marítimos actualmente en funcionamiento se han caracterizado por


dictar sus decisiones con rapidez, en parte por el número relativamente bajo de
casos ventilados por ante los mismos. Si bien la celeridad debe caracterizar a todo
procedimiento judicial, independientemente de la materia de que se trate, es
especialmente importante en los casos marítimos, dado que en el mundo marítimo
cada segundo cuenta, y esto es literal.

Con la nueva distribución de competencias, los procedimientos marítimos tardarán


mucho más en terminar, dado que los tribunales civiles del país tienen encima un
sinnúmero de causas. Adicionalmente, los tribunales marítimos con sede en
Caracas, también tardarán más en resolver los conflictos marítimos sometidos a su
conocimiento, ya que eventualmente se verán abrumados de casos civiles,
mercantiles, bancarios y de tránsito.

Reserva Legal

Por último, la legislación que trata la organización y funcionamiento de los órganos


del Poder Público Nacional, y esto incluye al poder Judicial, es materia de estricta
reserva legal, de conformidad con los artículos 156.32 y 187.1 de nuestra

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Constitución; por lo que una resolución, que tiene carácter de acto administrativo,
no puede modificar la competencia de los tribunales del país.

Como afectan el negocio maritimo en Venezuela

Los Tribunales Marítimos son competentes para conocer:

1. De las apelaciones que se interponga contras las decisiones dictadas, en


primera instancia por los Tribunales Marítimos;
2. De los conflictos de competencia que surjan entre tribunales cuyas
decisiones pueda conocer en apelación y entre estos y otros tribunales
distintos cuando el conflicto se refiera a las materias atribuidas en los
tribunales marítimos;
3. De los recursos de hecho intentados contras las decisiones relativas a la
admisibilidad de la apelación en causas cuyo conocimiento le corresponda
en segunda instancia;
4. De cualquier otro recurso o acción que le atribuya la Ley que regula la
materia.

Según el artículo 128 del Decreto con Rango, Valor y Fuerza de Ley de los Espacios
Acuáticos, las competencias de los tribunales marítimos son las siguientes:

1. Las controversias que surjan de los actos civiles y mercantiles relativos al


comercio y tráfico marítimo, fluvial y lacustre, así como las relacionadas a la
actividad portuaria y las que se sucedan mediante el uso del transporte
multimodal con ocasión del comercio marítimo.
2. Las acciones dirigidas contra el buque, su Capitán, su armador, o su
representante, cuando aquél haya sido objeto de medida cautelar o embargo
preventivo.

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3. Los casos que involucren a más de un buque y que alguno fuere de matrícula
nacional, o cuando resulte aplicable la legislación nacional en virtud del
contrato o de la ley, o cuando se trate de buques extranjeros que se
encuentre en aguas jurisdiccionales de la República.
4. Los procedimientos de ejecución de hipotecas navales, y de las acciones
para el reclamo de privilegios marítimos.
5. La ejecución de sentencias extranjeras, previo al exequátur correspondiente.
6. La ejecución de laudos arbítrales y resoluciones relacionadas con causas
marítimas.
7. Juicios concúrsales de limitación de responsabilidad de propietarios o
armadores de buques.
8. Las acciones derivadas con ocasión de la avería gruesa.
9. Las acciones derivadas con ocasión de los servicios de pilotaje, remolques,
lanchaje, señalización acuática, labores hidrográficas, meteorológicas,
oceanográficas, la cartografía náutica y el dragado y mantenimiento de las
vías navegables.
10. Las acciones que se propongan con ocasión del manejo de contenedores,
mercancías, materiales, provisiones, combustibles y equipos suministrados
o servicios prestados al buque para su explotación, gestión, conservación o
mantenimiento.
11. Las acciones que se propongan con ocasión de la construcción,
mantenimiento, reparación, modificación y reciclaje de buques.
12. Las acciones que se propongan con ocasión de primas de seguro, incluidas
las cotizaciones de seguro mutuo, pagaderas por el propietario del buque o
el arrendatario a casco desnudo o, por cuenta, en relación con el buque.
13. Las acciones relativas a comisiones, corretajes u honorarios de agencias
navieras pagaderos por el propietario del buque o el arrendatario a casco
desnudo, por su cuenta, en relación con el buque.
14. Controversias a la propiedad o a la posesión del buque, así como de su
utilización o del producto de su explotación.

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15. Las acciones derivadas del uso de los diversos medios y modos de transporte
utilizados con ocasión del comercio marítimo.
16. Las hipotecas o gravámenes que pesen sobre el buque.
17. Las acciones derivadas del hecho ilícito con ocasión del transporte marítimo,
fluvial y lacustre nacional e internacional de bienes y personas y, delitos
ambientales perpetrados en los espacios acuáticos de conformidad con el
ordenamiento jurídico, según el procedimiento establecido en el Código
Orgánico Procesal Penal.
18. Cualquier otra acción, medida o controversia en materia regulada por la ley.

La Comisión Relatora designada por el Ministro de Infraestructura, llegó a la


conclusión que la Ley Orgánica de los Espacios Acuáticos e Insulares, debería estar
vinculada directamente a otras seis (6) leyes:

1. Ley General de Marina y Actividades Conexas.

2. Ley de Comercio Marítimo.

3. Ley de Procedimiento Marítimo.

4. Ley de Pesca y Acuicultura.

5. Ley General de Puertos.

6. Ley de Zonas costeras.

Con este novedoso esquema, el Estado garantiza el marco legal adecuado


que permita al inversionista nacional y foráneo, sentir la confianza que genera unas
reglas claras de competencia y estabilidad en cuanto a las leyes nacionales, las
cuales armonizarán perfectamente con las regulaciones internacionales que rigen
la actividad. El proceso llevado a cabo por la Comisión Relatora, abarcó la consulta
general de todos los sectores involucrados en las actividades del sector, lo que llevó
a la participación directa de más de ochocientas (800) personas, la realización de
dos (2) foros, giras por los centros principales donde se ejecuta la actividad, y la

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participación indirecta de toda la colectividad a través de una página web, puesta
en servicio para este fin.

Se pretendió, en esa oportunidad, alcanzar varios objetivos, entre los cuales


se destacan: Convertir a Venezuela, país de vanguardia en cuanto a su legislación
marítima, excelente bandera para flotas, no una mera “bandera de conveniencia”,
sino que los beneficios fiscales y aduaneros sean evidentemente superiores en
competitividad a la de otros países, la profesionalización de los hombres de mar, lo
referente a la protección social del oficial de marina, una educación náutica a la par
de las mejores del mundo, la consolidación de la universidad del mar, la
modernización del ejercicio de la autoridad marítima, una excelente capacidad de
respuesta la preservación de la vida en los espacios acuáticos, la vigilancia y control
efectivo de todos nuestros espacios acuáticos, la integración del espacio insular a
los planes de desarrollo del sector.

En el nuevo esquema legal el Estado se reserva los recursos del dominio


público, el régimen de navegación marítima fluvial y lacustre, así como el régimen
de puertos e infraestructura portuaria, igualmente se reserva los servicios de
pilotaje, lanchaje, remolcadores, los servicios de búsqueda y salvamento acuático,
la señalización acuática, las labores hidrográficas, meteorológicas, oceanográficas,
la cartografía náutica, canalización y mantenimiento de las vías navegables. Todo
lo anterior bajo el esquema de la no participación del Estado en estas actividades
en funciones que no sean la de promoción, protección y control de las actividades
citadas, dejando en manos de empresas particulares concesionadas o autorizadas
por la administración acuática, la operación de los servicios indicados.

De esta manera se crean las siguientes figuras:

1. El Consejo Nacional de los Espacios Acuáticos como máximo organismo


asesor del Ejecutivo Nacional en materia de fomento y desarrollo de la marina
mercante, la industria naval, el desarrollo de los canales de navegación en ríos y
lagos, la investigación científica y tecnológica del sector acuático, la formación,
capacitación, actualización y certificación de los recursos humanos de dicho sector,
además de ser un órgano de participación de la sociedad civil organizada en el

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asesoramiento para la formulación y seguimiento de políticas, planes y programas
del citado sector acuático.

2. El Fondo de Desarrollo de los Espacios Acuáticos, cuya dirección estará a


cargo de un Consejo Directivo, el cual estará destinado al financiamiento de
proyectos y actividades que persigan el desarrollo de la Marina Nacional, de
canalizaciones, de hidrografía, meteorología, oceanografía, de cartografiado
náutico, de las ayudas a la navegación, de seguridad acuática, de la Investigación
y exploración científica acuática, el desarrollo, reparación, modernización,
mantenimiento de los puertos, construcciones, maquinarias y equipos portuarios, la
construcción, modificación y reparación de buques y embarcaciones, accesorios de
navegación, la formación, capacitación y actualización de recursos humanos del
sector acuático, la protección y seguridad social del hombre de mar y en general de
todas las actividades inherentes o conexas relacionadas directamente con la
actividad acuática y naviera nacional.

3.El Instituto Nacional de los Espacios Acuáticos, con carácter de instituto


autónomo, adscrito al Ministerio de Infraestructura, cuya dirección estará a cargo de
un Consejo Directivo, el cual será el órgano rector de la navegación marítima, fluvial
y lacustre, de las actividades económicas, industriales y de servicios acuáticos, de
los puertos e infraestructura portuaria, de la formación, capacitación, actualización
y certificación de los recursos humanos del sector acuático, la investigación
hidrográfica, meteorológica, oceanográfica, científica y tecnológica, en
concordancia con los planes nacionales que establezca el Ejecutivo Nacional y
estrecha coordinación con todos los Despachos del Ejecutivo Nacional.

4. La jurisdicción marítima con competencia sobre todo el espacio acuático


nacional, sobre los buques y accesorios inscritos en el Registro Naval Venezolano
(RENAVE) independientemente de la jurisdicción de las aguas donde se encuentren
y sobre los buques y accesorios de navegación extranjeros que se encuentren en
aguas bajo jurisdicción nacional; y conocerá en igual forma de los derechos y
acciones derivadas de las operaciones que tengan lugar en las zonas portuarias y

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sobre cualquier otra actividad que señale la ley. A tales efectos se crean tres (3)
tribunales superiores y cinco (5) tribunales de primera instancia.

5. El Registro Naval Venezolano (RENAVE), el cual dependerá del Instituto


Nacional de los Espacios Acuáticos y será llevado localmente, en todo lo atinente a
su jurisdicción, en cada una de las Capitanías de Puerto, la ley respectiva regulará
todo lo referente a este registro.

Funciones

Entre las funciones de estos Tribunales esta garantizar que se cumplan los
principios que están establecidos en las leyes venezolanas y estas se enumeran y
describen los principios que conformar el novísimo procedimiento marítimo:

* El Principio de Inmediación.

El vocablo “inmediación” quiere decir calidad de inmediato, cercanía,


proximidad, a corta distancia. La Inmediación conlleva la presencia permanente
desde el inicio hasta la sentencia del mismo Juez, en estrecha relación con las
partes y con el pleito. Carnelutti (1994) citado por Fuenmayor (1999), refiere: "El
principio fundamental, a este respecto, tan conocido, toma el nombre de
inmediación; un nombre que debe tomarse, sin embargo, cum grano salis, porque
no significa ausencia de mediación en cuanto a la abreviación de la distancia entre
los sujetos del diálogo. En este sentido, por tanto, no contrasta con el principio de
la inmediación el instituto del defensor; éste, si cumple verdaderamente su oficio,
aproxima, en lugar de alejarlas, a las partes y también a las partes al juez.

El principio de la inmediación se podría parafrasear con la expresión: acortar


las distancias. La distancia, por otro lado, debe entenderse aquí no tanto en el plano
físico cuanto en el plano espiritual. Esto no quiere decir que también el aspecto
físico del problema no tenga su importancia; entre otras cosas, una disposición del

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aula de la audiencia, en que los defensores se encuentran tan distantes de los
jueces, es poco propicia a aquel contacto espiritual, sobre todo si a la inmediación
se refiere. Pero más cuenta el observar a este propósito que las partes,
desgraciadamente, en el noventa y nueve por ciento de los casos, son enemigas; y,
en cuanto a la relación entre parte y juez, existe un desnivel, el cual es más grave
que una lejanía.

Un principio procesal que gobierna el procedimiento ordinario marítimo, es


éste que se refiere a la inmediación del Juez, consagrado en el Artícuo 8 de la Ley
de Procedimiento Marítimo e igualmente en el artículo 862 del Código de
Procedimiento Civil (1986), que al establecer las reglas de que las pruebas se
practiquen en el debate oral, implícitamente exige la presencia del juez durante la
evacuación de éstas. La exposición de motivos del Código de Procedimiento Civil
también lo confirma, cuando explica que

“La audiencia o debate oral, es así el centro del juicio oral, y en ella deben
practicarse todas las pruebas, bajo la inmediata dirección del Juez que ha de decidir
la causa …”.

En estos términos, señala Fuenmayor (1999), la inmediación debe entenderse como


una directiva, en la cual, en particular los jueces y los defensores, deberán
inspirarse. En verdad, el éxito del diálogo está en buena parte confiado a las buenas
relaciones entres estos actores del proceso”. En este sentido similar explica el Dr.
Jesús Eduardo Cabrera, citado por Bentata (2004) el principio de la inmediación del
Juez:

“En el proceso oral, sólo se aprecian las pruebas incorporadas legalmente en la


audiencia (…) y tal incorporación –para ser válida- debe ser presenciada por los
jueces que han de pronunciar la sentencia. Esta presencia judicial en los actos
procesales es la esencia, el meollo, de la inmediación (…) que la ley puede exigir

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impretermitiblemente, tanto para el debate (…) como para la recepción de la prueba
(…)”.

El Principio de Inmediación según lo ha expresado Belisario (2005) radica en la


cercanía del Juez con la realidad del proceso, en su vinculación directa con las
personas y las cosas que lo conforman, no sólo con los litigantes sino también con
los testigos y demás auxiliares de la justicia. No obstante, en opinión de Fernández-
Concheso (2006) esta proximidad también requiere el conocimiento directo de las
cosas que son objeto del proceso de manera que pueda estar compenetrado con la
esencia de la polémica o del debate jurídico y con el ambiente donde se produjeron
los hechos. Señala el citado autor que el Juez ambiciona, por consiguiente, a través
del principio de la inmediación, no a percibir acontecimientos de naturaleza histórica,
o sea contados después de haber acaecido, sino situaciones que hasta cierto punto
estén lo más cerca posible de los hechos. Por supuesto, este principio sólo tiene
efectiva aplicación en el procedimiento oral, ya que en el escrito, predomina el
Principio de la Mediación, es decir, el conocimiento de los individuos y cosas que
conforman el proceso a través de referencias y no de la percepción directa del Juez.

Finalmente, podemos señalar como caracteres de la inmediación, los siguientes:


a) La presencia de los sujetos procesales ante el Juez.
b) La falta de un intermediario judicial entre las cosas y las personas del proceso y
el Juez.
c) La identidad física entre el Juez que tuvo contacto con las partes y el que dictará
la sentencia.
Este aspecto es esencial para evitar que el Juez que sentencia lo haga en base a
una versión mediata de la realidad que le proporcione otro Juez.

• El Principio de Oralidad.
El proceso oral es retomado por la legislación latinoamericana, siguiendo los pasos
de la doctrina procesal moderna, siendo Venezuela uno de los países, destacado
en el desarrollo jurídico de las instituciones públicas, que más tardíamente ha hecho

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recepción de esta modalidad, tan antigua como el Derecho Romano, pero con una
solución de continuidad de siglos en el civil law. En el nuevo proceso oral subyace
latente el peligro del formalismo estéril –formalismo de oralidad-, como lo muestran
los repugnantes efectos que introdujo la lectura de instrumentos, textos legales,
citas jurisprudenciales, cuyo uso siempre han dado al traste con la oralidad.

Un ejemplo de ello fue sustituir la oralidad por la escritura en los actos de informes
y observaciones del procedimiento ordinario, en la audiencia constitucional de la
Ley Orgánica de Amparo sobre Derechos y Garantías Constitucionales). Un
principio fundamental y característico del procedimiento marítimo es justamente el
referido al juicio oral, a que se refiere el Artículo 8 de la Ley de Procedimiento
Marítimo; es decir, aquel que se lleva a cabo de viva voz y ante el juez o tribunal
que conoce de la causa. En el proceso oral, las evidencias, defensas y exposiciones
de las partes se realizan ante el Juez ante el cual se ventila el litigio en forma verbal.
La oralidad es fundamental para la inmediación, prevista en la norma citada y, según
muchos juristas, representa una forma esencial para la razonable y moderada
administración de justicia.

• El Principio de Brevedad.
En lo concerniente al Principio de Brevedad a que se refiere el Artículo 8 de la Ley
de Procedimiento Marítimo, Belisario (2005) ha señalado que es el que caracteriza
al procedimiento breve; que es aquel que, atendiendo a razones de cuantía o de la
materia, se realiza con una abreviación de los lapsos procesales y de las
oportunidades para hacer valer los medios de accionar y excepcionarse las partes,
acortando en tal forma las garantías del procedimiento ordinario, el cual por su
extensión de gestiones y diligencias y multiplicidad de ocasiones para hacer valer
los medios ofensivos y de defensa, congrega las más altas garantías procesales.
Sobre este principio el artículo 811, in fine, del Código de Procedimiento Civil
preceptúa textualmente lo siguiente: “…se tramitarán también por el procedimiento
breve aquellas demandas que se indiquen en leyes especiales”.

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En sintonía con esta disposición la Ley de Procedimiento Marítimo (2001) dispone
textualmente en su artículo 8, lo siguiente:
El procedimiento marítimo, cualquiera sea su cuantía, se desarrollará en forma oral,
aplicando los principios de la brevedad, concentración, inmediación, gratuidad y
publicidad conforme a las disposiciones contenidas en el Libro Cuarto, Título XI del
Código de Procedimiento Civil, con las modificaciones señaladas en este Capítulo.

• El Principio de concentración.
Para referirse al principio de concentración previsto en la Ley de Procedimiento
Marítimo (2001), el Dr. Bentata (2004), señala que siguiendo al procedimiento breve
contemplado en el Código de Procedimiento Civil, el procedimiento ordinario
marítimo consta esencialmente de dos etapas: considera el autor la existencia de
una primera etapa de preparación o instrucción de la causa con miras a la audiencia
oral; y la segunda, la audiencia oral propiamente dicha. Por ello, el Título XI del Libro
Cuarto del Código de Procedimiento Civil (1986), referido al procedimiento oral,
tiene un Capítulo referido a la “Instrucción Preliminar” de la causa (Capítulo III), y
otro referido a la “Audiencia o Debate Oral” (Capítulo IV). Sólo entendiendo la
existencia de estas dos etapas distintas en el proceso, y distinguiendo claramente
una de la otra, tendrá lógica y sentido procesal el procedimiento ordinario marítimo.
En este orden de ideas, la etapa de “Instrucción Preliminar” es una etapa
preparatoria. En ella se busca reunir todos los elementos y alegatos de hecho y de
derecho que serán debatidos en la Audiencia Oral. Por eso, no será imprescindible
la inmediación del Juez en esta etapa.

Por otro lado, de conformidad con lo dispuesto en el artículo 862 del Código
de Procedimiento Civil (1986) en principio toda la actividad probatoria distinta a
aquélla propia de la fase de Instrucción, debe llevarse a cabo en la Audiencia Oral.
Esta es la consagración del principio de concentración de la prueba.

Por su parte, Henríquez La Roche (2005) afirma que el principio de


concentración propio del sistema oral, significa que la dinámica probatoria del

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proceso debe quedar agrupada en la audiencia oral, pública, contradictoria. A juicio
del citado autor, se necesita que el juez, para decidir inmediatamente en la misma
audiencia oral y pública, con breves prórrogas, tenga ante sí las pruebas evacuadas
con su intervención y control, o pueda visualizar en conjunto, como si estuviera
presente, el desarrollo cumplido de esa actividad probatoria y de las alegaciones de
las partes; aunque el diligenciamiento de ciertas pruebas requieran una tramitación
anticipada.
Cappelletti citado por Henríquez La Roche (2005), al referirse al principio de
Concentración, sostiene:

la audiencia debe entenderse, obviamente, no como pura y simple discusión oral,


que versa ante todo sobre las cuestiones de derecho (plaidoiries), o sea como
oratoria forense, sino principalmente como asunción y discusión de las pruebas
frente al órgano decisor. (…) Lo que podemos considerar, pues, como el valor actual
de la oralidad se mueve, principalmente, en torno a la idea de una discusión oral, y
de una valoración crítica, de los hechos de la causa, discusión y valoración que
encuentran su ambiente natural en un proceso estructurado en torno a una
audiencia (“trial”) pública y oral, y lo más concentrada posible, en la que las pruebas
sean practicadas ante el órgano decisor entero. Bajo este aspecto, el proceso oral
asume, por tanto, un doble significado: de proceso más rápido, concentrado y
eficiente, y de proceso más fiel de una metodología concreta y empírico-inductiva
en la búsqueda de los hechos y en la valoración de las pruebas.

Con relación al principio de concentración, Fernández-Concheso (2006) ha


expresado que este Principio se plasma en la aspiración esencial de la justicia
contemporánea de buscar la brevedad de los litigios, por consiguiente, se resumen
o compendian los procesos y en nuestros días los juicios sumarios tienden a
predominar sobre los ordinarios. Dicho principio tiende a reunir lo suelto o disperso
y en tal sentido aglomera diferentes actividades procesales en una sola audiencia o
en el menor número de ellas.

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Por tal razón, se adopta en los tiempos presentes el principio de la disminución de
los lapsos, no por consentimiento de las partes, sino por mandato de la ley.

• El Principio de Publicidad.
Este principio de Publicidad también presente en el procedimiento marítimo, es en
la actualidad la regla esencial de la actividad procesal, opuesto rotundamente a la
confidencialidad o reserva de los procesos inquisitoriales. Este principio establece
como máxima garantía de las partes que litigan, que la sustanciación de las causas,
la práctica de las evidencias, las exposiciones de los litigantes y los fundamentos
de los fallos judiciales, sean debidamente conocidos y apreciados no solamente por
los que están involucrados en las causas y aquellos que participan en los procesos,
sino por el público en general.
La jurisdicción marítima está íntimamente vinculada al Principio de la Publicidad,
por cuanto la mayoría de las actuaciones y diligencias que conforman el proceso
deben realizarse en audiencia pública, para que sean debidamente conocidas por
todos en general.

• El Principio de Gratuidad.
Finalmente, el Principio de la Gratuidad se encuentra fundamentado en el artículo
26 de la Constitución, conforme al cual:

…“El Estado garantizará una justicia gratuita, accesible, imparcial, idónea,


transparente, autónoma, independiente, responsable, equitativa y expedita, sin
dilaciones indebidas, sin formalismos o reposiciones inútiles”.

Este principio constitucional de gratuidad, es desarrollado en el Artículo 8 de


la Ley de Procedimiento Marítimo y, como su nombre lo indica, significa, en términos
sencillos, que los interesados pueden acceder a la justicia de forma gratuita y que
en consecuencia las actuaciones de los tribunales de la jurisdicción acuática se
realizarán sin costo alguno para los interesados. Partiendo de esta premisa, no

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pueden en consecuencia los Tribunales Marítimos cobrar aranceles o cantidad
alguna bajo otra figura por las actuaciones que se realicen. Sin embargo, a decir del
autor, ello no obsta, para que, en obsequio de permitir celeridad, las partes
sufraguen los costos de ciertas actuaciones para las cuales el Tribunal no está
provisto de recursos, y que pueden incluir desde los gastos de transporte del
traslado, sobre todo fuera de la ciudad, como el pago de reproducciones o ciertos
medios de prueba que por lo sofisticado, el Tribunal puede o no tener disponible, en
cuyo caso la parte interesada deberá costearlas, a reserva de su derecho a
recuperarlas de la otra en caso de producirse condenatoria en costas a su favor.

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Conclusión

Uno de los principales argumentos esgrimidos por los proponentes de la


modificación de la Jurisdicción Especial Acuática (Art. 109), entre ellos la
Universidad Nacional Experimental Marítima del Caribe, fue que el esquema
propuesto de un único Tribunal Superior Marítimo y dos Tribunales de Primera
Instancia Marítimos, respondía a las imposibilidades de tipo económico que existen
para garantizar el funcionamiento de los 8 tribunales previstos por la LOEA. Este
argumento en nuestra resulta inaceptable, pues si ese fuera el argumento
recurrente, la solución podría ser la creación de los 3 Tribunales Superiores
Marítimos, asignándosele competencia marítima a determinados tribunales de
primera instancia en los principales puertos venezolanos.

Afortunadamente la sensatez de los parlamentarios privó respecto del tema de la


jurisdicción acuática, abortándose así las apetencias de la centralización sobre la
descentralización; sólo resta abocarse a la consecución de los recursos
presupuestarios y las bases para la selección de los futuros jueces maritimistas, que
habrán de aplicar la nueva normativa en aras de una disciplina fundamental para el
comercio internacional.

La creacion de los tribunales maritimos es un paso importante para innovar en


cuanto a legislacion maritima que, de ser implementado de la forma correcta le
proporcionara grandes beneficios al pais, haciendolo competitivo como bandera de
registro y generando beneficios para los buques que operen bajo su bandera.

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Bibliografia

Ley Orgánica de Espacios Acuáticos (2014)

Resolución Nº 2017-0011. TSJ (2017)

Ley General de Marina y Actividades Conexas (2017)

Ley de Comercio Marítimo (2006)

Ley de Procedimiento Marítimo (2001)

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